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Gobierno de la India otorga reconocimiento póstumo a científico mexicano

El Gobierno de la India anunció este 26 de enero la concesión, a título póstumo, del premio Padma —el mayor reconocimiento que ese país otorga a civiles por logros y contribuciones a la sociedad— al científico mexicano de origen indio, el doctor Sanjaya Rajaram, quien fue un destacado investigador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y ganador del Premio Mundial de la Alimentación 2014. 

Los premios Padma —palabra en sánscrito que significa loto— fueron instituidos en 1954 y son otorgados por el presidente de la India en un acto ceremonial con motivo del Día de la República (26 de enero) cada año. Estos premios tienen un gran reconocimiento social en el país asiático y se otorgan para honrar a quienes han contribuido de forma excepcional a la sociedad de la India en campos como el arte, la educación, la industria, la literatura, el deporte y la ciencia —este año por ejemplo, también fueron reconocidos los científicos que en aquel país contribuyeron al desarrollo de la vacuna anticovid—. 

La decisión de reconocer al doctor Sanjaya Rajaram fue tomada por un comité de selección cuya recomendación fue sometida a la aprobación del Primer Ministro y del Presidente de la India. De común acuerdo, se decidió otorgar la distinción al investigador de forma póstuma por su notable contribución al sector agrícola de aquel país. 

El doctor Rajaram, quien falleció el pasado 26 de febrero de 2021, desarrolló más de 480 variedades mejoradas de trigo que actualmente se cultivan en más de 58 millones de hectáreas en 51 países de todo el mundo. De esta manera logró incrementar la producción global de trigo en 200 millones de toneladas anuales, haciendo mucho más accesible este alimento a la población de bajos recursos del planeta.

Cabe mencionar que en 2001 el gobierno de la India ya le había otorgado al doctor Rajaram un premio Padma Shri, por lo que el premio Padma Bhushan de este año convierte al investigador en una figura excepcional en la historia de estos galardones —los premios se dividen en tres categorías: Padma Vibhushan, otorgado por servicio sobresaliente y distinguido; Padma Bhushan, por servicio distinguido de alta orden; y Padma Shri, por servicio distinguido—.

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Agriba Sustentable en El Bajío

El incremento de los costos de los insumos agrícolas en los recientes periodos ha conducido a muchos agricultores a buscar alternativas que hagan más eficiente sus prácticas agrícolas y les permitan lograr una alta productividad, pero también cada vez son más los productores que buscan lograr una producción sustentable.

La Agricultura de Conservación es un sistema de producción sustentable —donde al menos el 30% del rastrojo de la cosecha anterior queda disperso en forma de cobertura sobre la superficie del suelo para que en el siguiente ciclo la siembra se realice sobre el rastrojo— que favorece las propiedades biológicas del suelo y contribuye a que aumente la tolerancia de los cultivos a la incidencia de plagas y enfermedades.

El proyecto Agriba Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que nace con el propósito de impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano, particularmente en los estados de Guanajuato y Michoacán.

La adopción de prácticas y tecnologías sustentables propuestas por el CIMMYT —con la Agricultura de Conservación como pilar— permite que los productores disminuyan de manera considerable la erosión sus suelos, al tiempo que favorecen la biodiversidad y la fertilidad de este. Esto es importante porque la regeneración del suelo es el componente principal y el punto de partida que detona un efecto en cadena cuyo resultado final se traduce en mayor rendimiento de grano, pero con menor costo de producción en comparación con las prácticas agrícolas convencionales. 

Los productores que ya trabajan bajo este sistema de producción enfatizan que, si bien para ellos uno de los aspectos más importante es el ahorro en costos de producción, las prácticas realizadas a través de la capacitación y el acompañamiento técnico que reciben a través del proyecto les están permitiendo lograr un mayor rendimiento y una mayor rentabilidad, pero también les está mostrando que a través de estas innovaciones ellos están contribuyendo con cuidado del medioambiente, por ejemplo, al reducir el uso de maquinaria y combustible agrícola.

El proyecto Agriba Sustentable va más allá de realizar solo un laboreo mínimo del suelo. Contempla un gran número de prácticas y tecnologías que se pueden adecuar al sistema particular de cada parcela y cada productor. El uso de microorganismos benéficos como modo de acción y prevención efectiva contra organismos fitopatógenos es un ejemplo. 

En beneficio a los productores de El Bajío, Agriba Sustentable busca escalar de manera progresiva a más territorio y productores para que adopten las tecnologías propuestas para sus parcelas y así encaminar a los productores hacia una más alta rentabilidad sin perder de vista la sustentabilidad y el cuidado del suelo agrícola.

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Las buenas semillas se desarrollan mejor con buenas prácticas agrícolas

India.- La riqueza ecológica de Bundelkhand representa un enorme potencial para mejorar la producción de alimentos en esa región de India. Allí, una iniciativa de diversos colaboradores, incluyendo al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), promueve el aprendizaje de buenas prácticas agronómicas en sinergia con buenas variedades de frijol rojo y trigo. 

Además del CIMMYT, en este proyecto de sistemas agroalimentarios sostenibles y diversificados para mejorar la eficiencia en el uso de recursos y los ingresos agrícolas en Bundelkhand, India, participan también la Universidad Agrícola Central Rani Lakshmi Bai, diversos centros de ciencias agrícolas (Krishi Vigyan Kendra), Bayer Crop Science, las empresas DCM-Shriram Farm Solutions y Corteva Agriscience. 

El objetivo del proyecto es desarrollar y contribuir en torno al sistema de cultivo de frijol-trigo —que es el principal sistema de producción en la región que cubre casi un millón de hectáreas de tierra—, apoyando a los pequeños agricultores de los distritos de Jhansi, Lalitpur, Tikamgarh, Datia y Newari. En este sentido, la capacitación de los productores es central para asegurar la intensificación sustentable de los sistemas productivos. 

Ravi Gopal Singh, científico del CIMMYT quien colabora en el proyecto, explica que la producción agrícola, la cría de ganado y la emigración estacional proporcionan más del 90% de los ingresos rurales en la región de Bundelkhand, donde la producción agrícola se compone de más del 56% de cereales, 32% de legumbres, 8% de semillas oleaginosas y 4% de otros cultivos. No obstante, comenta el investigador, a pesar de ser una región rica en recursos naturales, Bundelkhand se está quedando atrás en cuanto a ingresos agrícolas suficientes para los medios de vida rurales. 

La conservación del agua del suelo también es un obstáculo importante para aprovechar el potencial de los productos agrícolas. En este sentido, continúa el doctor Gopal, se ha recomendado la gestión participativa integrada de cuencas hidrográficas para la conservación in situ del agua de lluvia y se trabaja en la intensificación de la diversificación de cultivos, las prácticas de cultivo innovadoras, la mejora de la tasa de reemplazo de semillas con variedades de alto rendimiento y la promoción de una mayor superficie sembrada en la temporada de Kharif —temporada de monzones que, en India, suelen presentarse de junio a noviembre—.

Esta intensificación sustentable, enfatiza el investigador, brinda otros beneficios a los productores de la región pues la diversificación sostenible de los sistemas potencia la vinculación a mercados. Para llegar a este punto, primero es necesario superar diversos desafíos como los relacionados con la selección adecuada de germoplasma de variedades de frijol rojo y trigo, la multiplicación de semillas, la erosión del suelo, la escasa eficiencia de los recursos naturales, la falta de mecanización adecuada, entre otros. 

Así, este proyecto piloto considera varios paquetes de trabajo, entre ellos hacer que el sistema de frijol rojo y trigo sea sostenible y resiliente, por lo que se están identificando buenas variedades de frijol rojo y trigo y buenas prácticas agronómicas. Para asegurar la disponibilidad de semillas adecuadas, el CIMMYT y otros colaboradores están identificando buenas variedades y trabajan para ayudar al desarrollo de un sistema de semillas sólido y a nivel comunitario. 

Actualmente se realizan ensayos participativos con agricultores que están aprendiendo a trabajar de forma sustentable cultivos intercalados de frijol rojo y maíz después del trigo. Estos ensayos de adaptación están generando conjuntos de datos de rendimiento y, además, permitirán identificar variedades de frijol rojo y trigo adecuadas para la región y representan una oportunidad para la multiplicación de semillas de variedades potenciales. 

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Consideraciones sobre la siembra en seco de trigo duro

Cajeme, Son.- México es el tercer exportador mundial de trigo duro (Triticum durum L.) y su principal zona de producción es el Valle del Yaqui, en Sonora, donde, desde el año 2002, la disponibilidad reducida de agua de riego debido a las escasas lluvias y la recarga de los embalses ―combinada con el aumento de la demanda de otros usuarios― ha resultado en una disminución de la producción. 

La siembra en húmedo ―donde se aplica un riego previo a la siembra― es la práctica más adoptada en el Valle del Yaqui. Aunque permite el control de malezas antes de la siembra, su desventaja es la pérdida improductiva de agua de riego y la reducción de la flexibilidad del tiempo de siembra, ya que las lluvias pueden retrasar el secado del suelo, obligando a posponer la siembra y haciendo que se pierda la ventana óptima para esta actividad.

Lo anterior ha conducido a agricultores e investigadores a explorar prácticas de cultivo que reduzcan el uso de agua de riego y, al mismo tiempo, permitan una mayor flexibilidad de la fecha de siembra. La siembra en seco ―donde el cultivo se siembra directamente en el suelo seco y se riega poco después― es una alternativa que, aunque reduce las opciones para el control de malezas, mejora la eficiencia del uso del agua y la flexibilidad del tiempo de siembra. 

Aunque en otros países con condiciones de cultivo similares a las del Valle del Yaqui se ha estudiado la siembra en seco bajo Agricultura de Conservación ―mostrando en varios cultivos beneficios de rendimiento y ahorro de agua sobre la labranza convencional―, pocos estudios ―sin que haya registro de alguno para el trigo duro― han comparado los regímenes de labranza y las prácticas de siembra o sus interacciones en condiciones de riego.

En este sentido, destaca la reciente publicación de un artículo de investigación de un grupo de científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y otras instituciones de Alemania y Estados Unidos, el cual resume 10 años de datos de un experimento en Ciudad Obregón, cuyo objetivo fue determinar los efectos de la siembra seca y húmeda sobre el rendimiento del trigo duro, los componentes del rendimiento y las características de la calidad del grano tanto con Agricultura de Conservación como con labranza convencional. 

El estudio, que también evaluó el efecto de diferentes enfoques de manejo de fertilizantes nitrogenados, señala que la siembra en seco redujo la presencia de plantas en comparación con la siembra húmeda en camas permanentes, más que en camas con labranza convencional. Es decir, que la Agricultura de Conservación combinada con la siembra en seco pareció producir condiciones que inhibieron la germinación, lo que resultó en una emergencia irregular en camas permanentes con siembra en seco. 

Lejos de ser un detractor para que los productores adopten la Agricultura de Conservación ―sistema sustentable cuyos componentes básicos son el mínimo movimiento del suelo, la cobertura del suelo con rastrojos y la diversificación de cultivos―, el estudio aporta información relevante para una mejor implementación de prácticas sustentables. 

Al respecto, la doctora Nele Verhulst, científica del CIMMYT que participó en el estudio, comenta: “Hemos observado una emergencia irregular en campos de trigo irrigados con siembra en seco en el Valle del Yaqui y otras regiones de México. Los agricultores y los técnicos tienden a atribuir este surgimiento irregular a fallas en la maquinaria o baja calidad de la semilla, o al sistema de Agricultura de Conservación en sí mismo, lo que puede llevar a su desaprobación. Por ello es importante estar al tanto de este probable efecto con estas prácticas, para que puedan ser remediadas rápidamente cuando se produzcan. Las opciones para mejorar el estado de las plantas incluyen alternar la siembra húmeda y seca o tratar la semilla con fungicida”. 

Es importante señalar que aún se necesita más investigación para identificar plenamente las causas de este efecto con siembra en seco ―donde además la reducción de plantas no dio lugar a bajos rendimientos en todos los años― y, sobre todo, para identificar los tratamientos de semillas adecuados para abordar la situación. En este sentido, la Agricultura de Conservación para cultivos de regadío se afianza como una de las mejores alternativas para mejorar y estabilizar los rendimientos de trigo, en comparación con el riego por surcos convencional. 

El uso alterno de la siembra húmeda y seca podría ser una solución práctica para que los agricultores mejoren la eficiencia del uso del agua en comparación con la siembra húmeda continua, así como para evitar el desarrollo de resistencia a herbicidas en las malezas al diversificar las opciones de control de malezas en comparación con la siembra continua en seco, señala el estudio. 

Cabe mencionar que este trabajo de investigación es relevante no solo para México, sino para otros lugares clave para la seguridad alimentaria mundial ya que las condiciones del Valle del Yaqui son representativas de varias de las principales regiones productoras de trigo del mundo en desarrollo, incluido el valle del Indo en Pakistán, el valle del Ganges en la India y el valle del Nilo en Egipto. El estudio fue implementado por el CIMMYT como parte de MasAgro-Cultivos para México y del Programa de Investigación de Trigo del CGIAR y se puede consultar en: https://doi.org/10.1016/j.fcr.2021.108310

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Los rastrojos de trigo y los biocombustibles

Guanajuato.- En las plantas hay compuestos de interés industrial como la celulosa y la hemicelulosa, las cuales se consideran las principales fuentes de azúcares fermentables para la producción de biocombustibles de segunda generación —es decir, aquellos que se elaboran principalmente a partir de residuos agrícolas—, especialmente el etanol. 

Ya que el uso de celulosa puede reducir el costo de la producción de alcohol y la composición de los residuos agrícolas es hasta 50% celulosa, entonces es comprensible por qué estos (los residuos agrícolas) son atractivos para la obtención de ese biopolímero y sus derivados como el papel, la glucosa y el etanol, entre otros.

Para contribuir en la investigación sobre materiales y energías sustentables, especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), estudiaron la variación en materiales lignocelulósicos —celulosa, hemicelulosa y lignina— del rastrojo de cinco variedades de trigo para determinar si el ambiente afecta su composición.

El estudio, realizado entre 2017 y 2018, contempló trigo de las variedades Elia M2016, Ibis M2016, Cisne F2016, Faisán S2016 y Alondra F2014, cultivado en nueve localidades de Pénjamo, Valle de Santiago, Salamanca, Villagrán e Irapuato. Las determinaciones de los componentes lignocelulósicos —porcentajes de celulosa, hemicelulosa y lignina— del rastrojo de trigo se hicieron a través de diversos análisis de laboratorio y también se determinó el rendimiento y el índice de cosecha de cada variedad de trigo. 

Los análisis no detectaron diferencias significativas entre variedades para ninguno de los componentes lignocelulósicos del rastrojo de trigo ni para producción de residuos, lo que indica que cualquier variedad es adecuada para ser utilizada como biocombustible de segunda generación. 

En cambio, entre repeticiones (localidades) sí se detectaron diferencias significativas en la producción de residuos. Dado que la producción de residuos está altamente correlacionada con el rendimiento de grano, las localidades con mejor manejo agronómico son las que obtuvieron mayores de producciones de grano y residuos. En otras palabras, la mayor o menor producción de residuos depende del manejo agronómico del productor. Así, ambientes favorables —como los sistemas que integran prácticas sustentables— tendrán mayores posibilidades de obtener rendimientos de grano que su vez estarán asociados con altas producciones de residuos.

Por su mayor contenido de celulosa en sus residuos, el trigo y la avena se consideran buenas opciones para su utilización como combustibles de segunda generación. Por supuesto, la generación de estos combustibles debe considerar también esquemas de producción sustentable que permitan mantener suelos cubiertos con residuos agrícolas —para favorecer la calidad y la fertilidad de los suelos agrícolas— a la vez que excedentes para su transformación en combustibles de bajo impacto ambiental. 

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Innovaciones que convencen

Guaymas, Son.- Los altos costos de producción que se presentan en cada ciclo agrícola han hecho que muchos productores busquen alternativas para que su actividad siga siendo rentable. Varios de ellos han encontrado en la Agricultura de Conservación —sistema sustentable que entre sus componentes básicos están la mínima labranza y la cobertura del suelo con rastrojos— una forma de reducir costos de producción, hecho que se traduce en una mayor rentabilidad. 

Martín Berdichevsky K., de la Agrícola San Gonzalo, es uno de los productores que ha optado por la Agricultura de Conservación. Él observó directamente los beneficios del sistema después de visitar al productor Germán Campoy Ibarra, quien lleva 10 años practicando la Agricultura de Conservación —con riego por aspersión y complementando con lombricultura—, período durante el cual el porcentaje de materia orgánica en su suelo ha aumentado significativamente, lo que se ha traducido en buenos rendimientos del trigo y mayor rentabilidad que el sistema de producción convencional.

Martín cuenta además con el acompañamiento técnico de especialistas del despacho AGRINOVA y del Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Junto con ellos, Martín planificó establecer trigo con Agricultura de Conservación en el ciclo otoño-invierno 2020-2021. Esto, como consecuencia de las primeras reuniones de los técnicos con los productores de la zona agrícola El Sahuaral —ubicada en el municipio de Guaymas, Sonora, a 150 kilómetros al noroeste del Valle del Yaqui y donde se cultiva trigo, cártamo y maíz bajo riego por aspersión y gravedad en área menor— para mostrar los fundamentos de la Agricultura de Conservación y sus beneficios.

Así, los productores de El Sahuaral decidieron sembrar trigo sobre rastrojos de trigo, bajo el esquema de Agricultura de Conservación en una superficie de 17 hectáreas —empleando maquinaria especializada de Sembradora Dobladenses—, obteniendo en la cosecha un rendimiento promedio de 7.7 toneladas de trigo por hectárea. Si bien los rendimientos en trigo son semejantes a los de agricultura convencional, la Agricultura de Conservación les permitió reducir costos de producción —por el menor número de pasos de maquinaria y, en consecuencia, menor consumo de combustible—, lo que se traduce en una mayor rentabilidad para los productores de la región quienes, además, están contribuyendo a bajar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Para el siguiente ciclo agrícola venidero, Martín decidió cultivar trigo con Agricultura de Conservación en una mayor superficie. Esto, después de ver los ahorros en costos de producción. Además, planea introducir cultivos de cobertura como mezcla de cultivos para forraje, ajonjolí y sesbania en verano. Junto con los técnicos que lo asesoran, también considera implementar Manejo Agroecológico de Plagas e introducir organismos para combatir hongos fitopatógenos. Así espera mejorar las condiciones del suelo y reducir su deterioro por el uso desmedido de productos químicos.

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Guanajuato, hacia un campo sustentable y de alta productividad

Guanajuato.- Guanajuato es un estado estratégico para el sector agrícola nacional: es el principal productor de cebada —con 32.5% del total nacional—, el segundo principal productor de trigo y sorgo, y también destaca en la producción de agave, fresa, diversas hortalizas, garbanzo y maíz —Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), 2020—

A pesar de su relevancia en el panorama agropecuario nacional, el campo guanajuatense tiene muchos retos en la actualidad. Entre los principales problemas que los productores de Guanajuato —y del país en general— enfrentan están los altos costos de insumos y servicios, la dificultad para comercialización debido a precios bajos, la falta de capacitación y asistencia técnica, así como la pérdida de fertilidad del suelo —Encuesta Nacional Agropecuaria 2019 (ENA, 2019)—.

La Agricultura de Conservación es un sistema de producción sustentable que permite reducir costos de producción y mejorar la calidad y fertilidad del suelo, por lo que su difusión e implementación, señalan organizaciones como la FAO, es una vía para construir sistemas agroalimentarios más sólidos, ambientalmente sustentables y rentables. Es decir, que la amplia adopción de este sistema puede contribuir a solucionar diversas problemáticas del campo en Guanajuato. 

El programa MasAgro Guanajuato se encamina precisamente en esa vía y promueve la Agricultura de Conservación y el desarrollo de capacidades para un campo sustentable y rentable en la entidad. Es impulsado por la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR), cuenta con el soporte científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). A la fecha, articula los esfuerzos de más de 110 actores de los sectores público —incluyendo la participación de 21 gobiernos municipales—, privado, social y académico. 

Desde 2013 que el programa inició operaciones ha ido ampliando tanto su red de colaboradores como la superficie impactada con prácticas de Agricultura Sustentable —mismas que son validadas en siete plataformas de investigación en todo el estado  y difundidas a los productores a través de diversos mecanismos—, contribuyendo así a que actualmente en el estado se realice Agricultura de Conservación en 19% de la superficie dedicada a la agricultura a cielo abierto —ubicándose por arriba del promedio nacional que es de 16% (ENA 2019)—. 

Gracias a la articulación de esfuerzos que hace posible MasAgro Guanajuato, alrededor de 145 mil hectáreas en el estado implementaron alguna innovación sustentable durante 2020. De entre las innovaciones sustentables destacan las que constituyen la estrategia de fertilidad integral que ha permitido mapear más de 100 mil hectáreas agrícolas para ayudar a mejorar la eficiencia en el uso de fertilizantes, disminuir costos de producción e incrementar los rendimientos. 

También destaca la vinculación con la agroindustria con la que se han implementado diversos proyectos de abastecimiento responsable y Agricultura Sustentable. Estas iniciativas abren las opciones de venta de los productores guanajuatenses, dándole valor a la producción sustentable y, además de abrir nuevas oportunidades comerciales, han permitido disminuir significativamente las quemas agrícolas, así como el volumen de agua aplicado en las parcelas de los productores participantes. 

La red de innovación de MasAgro Guanajuato es amplia. El esfuerzo de cada integrante es por sí mismo una historia de éxito que merece ser reconocida y contada. Le invitamos a conocer estas historias a través de @masagro.guanajuato.

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Comparó y optó por la Agricultura de Conservación

Valle del Yaqui, Son.- En el sur de Sonora la producción de trigo se sigue realizando, predominantemente, mediante un sistema convencional, con excesivos pasos de maquinaria que incrementan los costos de producción hasta el grado de reducir la rentabilidad de los cultivos. 

En ciclos agrícolas recientes algunos productores del Valle del Yaqui han implementado Agricultura de Conservación —un sistema de producción sustentable que permite reducir costos de producción y cuidar los recursos suelo y agua, primordialmente—, obteniendo notables beneficios, entre ellos el ahorro económico por la reducción de pasos de maquinaria y del tiempo de siembra. 

Después de tres ciclos agrícolas, el productor José Karam Amado —quien cultiva en el Block 1107 del Valle del Yaqui— amplió su superficie sembrada con este sistema sustentable porque, refiere, ha obtenido buenos resultados en rendimientos. Este hecho, además, lo ha motivado a que la siembra y la fertilización se realice con equipo especializado para Agricultura de Conservación. 

Para ilustrar los beneficios que le ha aportado la Agricultura de Conservación, el productor comenta que en una superficie de 150 hectáreas sembró trigo —el 23 de noviembre de 2020— sobre rastrojo de trigo y suelo seco para comparar los resultados de la cosecha con los de la agricultura convencional que se estableció en un predio al lado como testigo. 

Entre los detalles técnicos de la superficie establecida con Agricultura de Conservación, el productor comenta que sembró con una densidad de 180 kg de semilla por hectárea, la fertilización se realizó con 500 kg de urea por hectárea —empleando la misma sembradora especializada para Agricultura de Conservación de la que dispone—, hizo una sola aplicación para control de malezas a los 46 días de haber emergido el cultivo y sumó un total de cuatro riegos de auxilio —días antes del primero fertilizó con 200 kg de urea por hectárea y antes del segundo aplicó 50 kg de amoniaco (NH3) en el agua de riego—.

Cabe mencionar que en ambos tratamientos —Agricultura de Conservación y labranza convencional— el productor realizó una aspersión aérea para controlar el pulgón del follaje, agregando en la misma mezcla un fungicida para prevenir una infección de roya de la hoja en trigo. 

Finalmente con la cosecha, que se realizó el 8 de mayo del 2021, el productor confirmó que con Agricultura de Conservación tuvo un ahorro de $3,400 por hectárea, obteniendo un rendimiento de 9.4 toneladas por hectárea (t/ha) contra 8.6 t/ha con labranza convencional. Esto significa un 26% más de utilidad con Agricultura de Conservación. 

Con estos resultados, el productor planea extender la superficie bajo Agricultura de Conservación, sistema particularmente útil ahora que los costos de producción son más altos cada año y afectan de manera negativa los recursos naturales, comenta el productor. 

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La soya es más rentable con Agricultura de Conservación

Etchojoa, Son.- David Rochín Ley es un productor sonorense que ha implementado la Agricultura de Conservación en el cultivo de soya. Anteriormente ya ha obtenido buenos resultados al establecer soya en seco con este sistema de producción (te invitamos a leer: Agricultura Sustentable al pie del cerro Tetakawi https://idp.cimmyt.org/agricultura-sustentable-al-pie-del-cerro-tetakawi/) y más recientemente lo ha hecho, pero con siembra en húmedo, estableciendo 100 hectáreas de soya sobre rastrojos de trigo durante el ciclo primavera-verano 2020. 

De acuerdo con la experiencia de este productor—socio de la Unión de Crédito Agrícola del Mayo (Ucamayo)—, la Agricultura de Conservación baja costos de producción, mejora sus rendimientos, baja la incidencia de plagas —como la mosca blanca y el gusano trozador—, optimiza el consumo de agua —regularmente ahorra de uno a dos riegos de auxilio y hasta tres cuando los años son lluviosos— y optimiza fechas de siembra, aspecto particularmente relevante para él porque una de sus grandes preocupaciones es evitar al máximo siembras tardías porque estas acarrean problemas de plagas, dan bajos rendimientos y además implica el riesgo de levantar la cosecha en la época de lluvias. 

David Rochín comenta que los ahorros que ha tenido al implementar Agricultura de Conservación oscilan entre los $2,800 y los $3,200 por hectárea. Además, en términos del desarrollo del cultivo la experiencia ha sido muy buena para el productor ya que el estrés hídrico de la soya se ha reducido considerablemente gracias a la cobertura de suelo con el rastrojo del cultivo anterior. 

Otro de los beneficios de haber implementado este sistema es que la incidencia de malezas se ha ido reduciendo ciclo tras ciclo. La combinación de cultivos, los deshierbes manuales y el uso racional de herbicidas adecuados le han permitido hacer un control más eficiente de las plagas. De hecho, la incidencia de mosquita blanca ha sido considerablemente baja con este esquema y, considerando además que la presencia de gusanos defoliadores ha sido normal con respecto a la labranza tradicional, la Agricultura de Conservación no ha ocasionado un gasto extra en el control de plagas, por el contrario, ha significado un ahorro.

El productor comenta que cada año se adaptan y mejoran los equipos de maquinaria agrícola tanto de siembra como de cultivo, lo que ha permitido obtener mejores siembras, con menores problemas de malezas y mejores rendimientos —los cuales han estado entre 2.0 y 2.7 toneladas por hectárea—. En conjunto, estas condiciones han motivado a David Rochín a destinar recursos para la compra de equipos agrícolas especializados para Agricultura de Conservación y también para comprar insumos, como biofertilizantes, para mejorar la microbiología de sus suelos.

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India, un país estratégico para la investigación

La gastronomía mexicana no sería la misma sin especias como la canela, el clavo, el comino o la pimienta; tampoco la alimentación cotidiana de los mexicanos estaría completa sin legumbres como los garbanzos, las lentejas o las alubias. Todas estas especies vegetales son originarias de Asia y muy populares en la India —líder mundial en la producción de legumbres—, país con el que México tiene profundos vínculos. 

Los lazos comerciales de ambos países han crecido sostenidamente en la última década y actualmente México es el primer socio comercial de la India en América Latina (Banco de México, 2020) y el noveno a nivel global. Además, India ha sido uno de los pocos países que ha cooperado con México en el envío de vacunas contra el COVID-19.

Más allá de las relaciones comerciales, México e India mantienen una amplia colaboración en el área científica, particularmente en investigación agrícola. Los antecedentes de esta colaboración se remontan a la década de los sesenta, cuando el doctor Norman Borlaug utilizó variedades de trigo desarrolladas en México para duplicar la producción en India y así salvar a millones de personas que estaban en riesgo de hambruna —te invitamos a leer más sobre el legado del doctor Norman Borlaug en: https://idp.cimmyt.org/un-dia-como-hoy/ —. 

A través del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), México ha sostenido esa colaboración científica con India. En 2011, en un esfuerzo de cooperación internacional entre el Consejo Indio de Investigación Agrícola (ICAR) y el CIMMYT, se estableció el Instituto Borlaug para el sur de Asia (BISA), un instituto sin fines de lucro dedicado a incrementar la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida, así como a la rehabilitación ambiental en el sur de Asia, donde se estima que hay más de 300 millones de personas desnutridas. 

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, India es actualmente la sexta economía mundial ―México ocupa la posición 16―, pero también es el segundo país más poblado del planeta solo después de China. Este hecho sigue planteando numerosos retos a la producción agrícola de ese país, pues si bien India ya no depende de la ayuda alimentaria, la degradación de los suelos y los cambios en los patrones climáticos ―igual que en México― representan serios desafíos para la producción de alimentos. 

En la región de Bundelkhand, por ejemplo, las condiciones agroclimáticas son muy particulares: aunque recibe buenas lluvias, sufre frecuentes sequías y escasez de agua. Como resultado, la productividad de los cultivos —predomina el trigo, las legumbres y las oleaginosas— es baja y la cobertura de área también fluctúa de un año a otro. Además, existen otros factores que contribuyen a esta situación, tales como falta de prácticas de conservación de agua de lluvia, bajo uso de insumos, situaciones de créditos y vinculación a mercados y la inadecuada adopción de tecnologías para el mejoramiento de la producción.

Para apoyar a los agricultores de esta amplia región de India, recientemente se presentó una propuesta de proyecto orientado a la sostenibilidad y resiliencia de los cultivos de frijol rojo y trigo, el cual incluye asegurar la disponibilidad de semillas e insumos, así como la vinculación de los productores con el mercado ―en esta iniciativa participan la Universidad Agrícola Central Rani Lakshmi Bai, diversos centros de ciencias agrícolas (Krishi Vigyan Kendra), Bayer Crop Science, las empresas DCM-Shriram Farm Solutions y Corteva Agriscience, así como el CIMMYT―. 

¿Por qué este tipo de proyectos son importantes para los agricultores mexicanos y de otras partes del mundo? Básicamente porque el contexto de cambio climático es común en muchas y amplias regiones del planeta, de manera que la investigación en India contribuye a la búsqueda de soluciones regionales y globales. De hecho, diversos cultivos originarios de aquel país asiático actualmente constituyen opciones agrícolas viables en algunas regiones de México afectadas por la variabilidad climática ―te recomendamos leer Un nuevo cultivo tolerante a las condiciones del desierto ―.

De acuerdo con el doctor Ravi Gopal Singh ―científico del CIMMYT quien participa en esta colaboración internacional―, “un viaje de campo reciente, una consulta con las partes interesadas y una investigación documental revelaron la ocurrencia de severas sequías agrícolas que se acumularon durante las últimas décadas. La región, a pesar de ser rica en recursos naturales, está rezagada en cuanto a ingresos agrícolas suficientes para sostener los medios de vida rurales”, señaló.

Para aprovechar el potencial de los productos agrícolas de la región, el proyecto piloto busca identificar mejores variedades de frijol rojo y trigo, así como buenas prácticas agronómicas ―lo que incluye desarrollar la prestación de servicios para la mecanización que conduzca a la adopción a gran escala de prácticas de intensificación sostenible―. La intención es asegurar la disponibilidad de semillas e insumos para desarrollar un sistema de semillas robusto y a nivel comunitario. 

De igual manera, se busca apoyar en la vinculación con los mercados, por lo que se apoyará que los colectivos de agricultores establezcan vínculos para insumos agrícolas y también venderán productos agrícolas clave, como frijol rojo, maíz, chícharo y trigo. En conjunto, con estas acciones se espera tener una mayor comprensión del sistema agroalimentario de la región, propiciar un mayor y más rápido crecimiento en el volumen de negocios de colectivos de agricultores y desarrollar un modelo de prestación de servicios de mecanización.