Trigo en plataforma Cajeme II, Sonora, 17 de marzo de 2022. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Trigo en plataforma Cajeme II, Sonora, 17 de marzo de 2022. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
La plataforma de investigación Cajeme II se estableció en 2013 y, desde entonces, en ella se evalúan diferentes prácticas agronómicas dentro de un sistema de producción de trigo en condiciones de riego, atendiendo las necesidades de los productores del Valle del Yaqui y del Valle del Mayo, zonas altamente productivas del estado de Sonora, en el norte de México.
“Entre los aspectos que se estudian en esta plataforma están distintas prácticas de labranza, manejo de rastrojo, número de riegos de auxilio, rotación de cultivos y número de hileras del cultivo de trigo”, puntualizan los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) responsables de la plataforma.
Al ser una zona altamente productiva, el uso de insumos es elevado y también lo es el costo de la producción y el impacto ambiental. En este sentido, en la plataforma de Cajeme II se buscan opciones que permitan mantener una alta productividad, pero de forma sustentable y rentable.
En el ciclo otoño-invierno 2021/22 se establecieron diversos tratamientos donde “los mayores rendimientos de trigo (promedio de 9.2 t/ha) fueron obtenidos después de cártamo, sea en rotación anual o en primer año después de cártamo en rotación de tres años”, comentan los responsables de la plataforma para ilustrar los beneficios de la diversificación de cultivos (en este caso mediante rotaciones), uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación.
“Se entiende por agricultura de conservación al sistema de producción basado en tres componentes básicos: mínima labranza, cobertura permanente del suelo y diversificación de cultivos. En esta plataforma este sistema es evaluado para brindar a los agricultores de la zona las mejores recomendaciones para su implementación y adopción, dados los amplios beneficios que ofrece, particularmente para el manejo y conservación de suelo y agua”, señalan.
“Con cuatro riegos de auxilio el rendimiento de monocultivo de trigo con labranza convencional fue de 7,3 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con camas permanentes (que permiten la cero o mínima labranza) aumentó 0,3 t/ha. Con tres riegos de auxilio, que es la práctica del agricultor con labranza convencional, tuvo el rendimiento más bajo (6.7 t/ha), mientras que, al convertir a camas permanentes el rendimiento fue mayor (7.1 t/ha)”, puntualizan los responsables de la plataforma.
Para el caso del cártamo los resultados más notables también están asociados a aquellos tratamientos con diversificación de cultivos, lo que suma razones para que los productores opten por la agricultura de conservación como opción viable y pertienente para reducir el impacto ambiental y lograr producciones más sostenibles y rentables.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Cultivo de trigo en el norte de México. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de trigo en el norte de México. (Foto: CIMMYT)
Actualmente se estima que el 52 % de la tierra utilizada para la agricultura está moderada o severamente afectada por la degradación (ONU, 2020), por lo que, a medida que la población mundial aumenta y las necesidades de abastecimiento de alimentos también, regenerar los suelos se vuelve una tarea cada vez más urgente.
Regenerar los suelos agrícolas no es una tarea sencilla, pero tampoco es imposible. Proyectos como Trigo Regenerativo Bimbo lo están haciendo realidad de la mano de cientos de agricultores mexicanos que están adoptando prácticas de agricultura de conservación con el acompañamiento del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con el cual Grupo Bimbo colabora para esta iniciativa.
Uno de los primeros pasos para regerar los suelos es conocer sus características. Hay una gran diversidad de suelos y cada uno de estos facilita o dificulta la actividad agrícola. En el Bajío —una de las regiones donde se desarrolla el proyecto en mención— predominan los suelos tipo vertisol, cuya capacidad de retención de nutrientes y humedad puede ayudar a incrementar la fertilidad del cultivo, pero también afectarlos si estos no son manejados adecuadamente.
Los vertisoles son suelos arcillosos, albergan una alta proporción de arcillas expansivas, es decir, se hinchan en contacto con el agua —como el barro, que con agua se vuelve un material moldeable—. Esto tiene consecuencias en el proceso productivo: en condiciones de sequía, las arcillas se contraen y el suelo se agrieta, provocando ruptura de raíces; por el contrario, con la presencia de lluvias frecuentes o riegos abundantes, el suelo retiene demasiada humedad llegando a provocar asfixia en las raíces de los cultivos; es decir que la baja disponibilidad de oxígeno en el suelo debido al exceso de humedad dificulta la respiración de la planta a través de las raíces.
De acuerdo con un muestreo para análisis de fertilidad en el marco del proyecto, más de la mitad de los terrenos que participan en él, en Guanajuato, presenta textura arcillosa y también sodio en una proporción que podría acentuar el problema de asfixia radicular. Además, la baja permeabilidad que presentan también tiene repercusión en la biología del suelo, así como en el ciclo de algunos nutrientes: un ambiente con baja oxigenación favorece la presencia de patógenos —como Fusarium, que puede provocar enfermedades en una amplia gama de cultivos, incluyendo maíz y trigo— y provoca la pérdida de nitrógeno dando como resultado la formación de oxido nítrico y oxido nitroso, gases que favorecen de forma importante el calentamiento global.
Para asegurar un buen desarrollo de los cultivos en este tipo de suelos con alto contenido de arcilla es crucial que se formen agregados, es decir, partículas de suelo, materia orgánica y otros componentes minerales unidos en una especie de bloques que le dan al suelo su estructura, porosidad y permeabilidad.
La incorporación de materia orgánica y el mínimo movimiento del suelo favorecen la formación de agregados, la porosidad y la oxigenación interna del suelo. Por esta razón, con los productores que participan en el proyecto de Grupo Bimbo y el CIMMYT se están impulsando prácticas de agricultura regenerativa que se basan en la agricultura de conservación —sistema donde la mínima labranza y la cobertura del suelo son fundamentales para mejorar la estructura y calidad del suelo—, así como en estrategias de fertilidad integral.
Como punto de partida para el análisis de fertilidad se han hecho muestreos de suelos para saber si existe alguna limitante para que los cultivos absorban los nutrientes o cuáles de estos nutrientes están o no disponibles, entre otros aspectos. Así, ha sido posible identificar que en ciertos casos ha sido necesario suplementar algunos minerales vía foliar —aplicando directamente a las hojas— o aplicar yeso agrícola para mejorar las propiedades del suelo.
Así, para el pasado ciclo otoño-invierno 21/22 más de mil hectáreas implementaron prácticas encaminadas a optimizar la fertilidad. Estos resultados sólidos, que muestran el compromiso de los impulsores del proyecto con la regeneración suelo, son también el testimonio de que la agricultura regenerativa ofrece amplios beneficios a los agricultores que la implementan.
Trigo Regenerativo Bimbo es un proyecto de Grupo Bimbo que cuenta con el soporte científico del CIMMYT para fomentar prácticas sustentables que permiten regenerar los suelos y conservarlos, dándole valor a la producción sustentable a fin de mejorar las condiciones de vida de los productores. Esta iniciativa contribuye a generar sistemas agroalimentarios para la nutrición y la conservación de medioambiente a través del abastecimiento de trigo producido localmente bajo criterios de sustentabilidad.
El Valle del Yaqui y el Valle del Mayo, en el sur de Sonora, tienen un clima árido y humedad deficiente durante la mayor parte del año; sin embargo, son considerados un referente mundial en la producción de trigo.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los rendimientos de trigo por hectárea en Sonora son superiores al promedio nacional y están por encima del rendimiento mundial. El Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) explica que este logro se debe a una apuesta histórica por la ciencia.
La alta productividad de trigo en Sonora, refiere el CEDRSSA, ha sido posible gracias “al conocimiento que los productores poseen sobre el cultivo debido a la tecnología generada por los centros de investigación, la diversidad de variedades disponibles y la tolerancia que estas tienen a las enfermedades”.
La vinculación entre los productores del norte de México con la investigación científica se remonta a 1945, cuando el doctor Norman E. Borlaug —Premio Nobel de la Paz por su lucha para prevenir el hambre en el mundo— inició en Sonora los primeros ensayos de selección de líneas mejoradas de trigo con resistencia a royas que condujeron a un crecimiento exponencial de la producción de trigo en México y, posteriormente, en otros países donde la hambruna amenazaba la vida de millones de personas.
Hoy, es precisamente Ciudad Obregón, Sonora, uno de los espacios clave desde donde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores continúan con este esfuerzo histórico para combatir el hambre en el mundo.
Con la presencia adicional del cambio climático complicando el escenario, “Los científicos del CIMMYT en Sonora están enfocados en desarrollar variedades de trigo que puedan enfrentar mejor la sequía, el aumento de las temperaturas y las lluvias excesivas. En otras palabras, el trigo que puede prosperar en las condiciones climáticas extremas e impredecibles que los agricultores están experimentando a nivel mundial debido al rápido calentamiento del planeta”, relata un reportaje del diario británico The Guardian recientemente publicado.
“La diversidad es crucial para mejorar la resiliencia y la adaptabilidad, razón por la cual los científicos están recurriendo a variedades de trigo silvestres y olvidadas de todo el mundo para buscar aquellas con características tolerantes a la temperatura y la sequía, como raíces profundas, hojas cerosas y hormonas del estrés”, continúa el reportaje. Te invitamos a leerlo completo en el siguiente enlace: La carrera contrarreloj para obtener un trigo que sobreviva a la crisis climática.
El cambio climático incrementa la incidencia de plagas y malezas en los cultivos, afectando a los productores y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria. Por esta razón, es de suma importancia adoptar nuevas medidas de control fitosanitario quepermitan hacer un manejo integral de las plagas a la vez que reducir el uso de agroquímicos.
El Manejo Agroecológico de Plagas es una alternativa viable para este propósito. Además, como se trata de una estrategia holística que se sustenta en principios agroecológicos, busca restablecer el equilibrio entre las poblaciones de insectos dañinos y benéficos, promoviendo la restauración de la biodiversidad funcional y aplicando alternativas de manejo que no generan impactos indeseables para los productores, los consumidores y el ambiente.
En este sistema existe una serie de acciones que se combinan:
Control cultural: se refiere a la rotación de cultivos, manejo de densidades de siembra óptimas y la fecha de siembra, además de dejar plantas hospederas de insectos benéficos.
Control físico y mecánico: es el uso de barrera físicas y naturales, uso de trampas vivas y trampas con feromonas.
Control biológico aplicado: son las estrategias de introducción y/o preservación de insectos benéficos.
Control genético: es la utilización de material vegetal con resistencia al ataque de los insectos plaga.
Productos alternativos: aplicación de extractos naturales con propiedades repelentes, disuasivas de alimentación o tóxicas y utilización de insecticidas biológicos.
Control químico selectivo: son productos químicos específicos, de bajo impacto ambiental y no nocivos para la fauna benéfica. Deben ser aplicados de forma adecuada, en las dosis indicadas y con las medidas de seguridad correspondientes.
En El Bajío, las plagas que más afectan al trigo y reducen su rendimiento son las diferentes especies de pulgones: pulgón verde del follaje (Schizaphis graminum), pulgón de la espiga (Sitobion avenae), pulgón ruso (Diuraphis noxia), pulgón amarillo del follaje (Metopolophium dirhodum), pulgón negro del follaje (Rhopalosiphum padi) y el pulgón del cogollo (Rhopalosiphum maidis). Estos insectos causan afectaciones desde etapas tempranas del cultivo hasta el llenado de grano, provocando daño por succión de la planta y el grano o la transmisión de enfermedades.
Para su control, existen depredadores que se encuentran de forma natural como la catarinita (Hippodamia convergens), chinches (Orius spp.) y escarabajos de cuatro manchas (Collops spp.), los cuales se alimentan y parasitan a los pulgones, reduciendo su población y evitando que generen pérdidas económicas.
Dentro de los productos alternativos que se pueden utilizar se encuentra el hongo Verticillium lecanii o extractos naturales de nim, ajo y chile. Estos extractos pueden ser elaborados de forma artesanal o también existen productos comerciales. El uso del jabón agrícola es otra alternativa para el control del pulgón.
El Manejo Agroecológico de Plagas es una de las prácticas sustentables difundidas a través del proyecto AGRIBA Sustentable, el cual es impulsado por PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en beneficio de los productores de El Bajío.
La investigación científica y la colaboración son determinantes para impulsar la transición hacia una agricultura más sustentable. En el norte del país, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y SAFINSA (Servicios Agro Financieros del Norte), una empresa clave para la cadena de valor del trigo en la región, colaboran para promover mejores prácticas agrícolas.
SAFINSA y el CIMMYT han estado trabajando ya desde hace varios años con una plataforma de investigación ubicada en Poblado Cinco, en Ahome, Sinaloa. “Allí se han evaluado cuáles son las prácticas más sustentables para producir trigo y maíz en la región; a partir de esto los técnicos de SAFINSA se han capacitado continuamente para ayudar a que los productores de la zona adopten con mayor facilidad estas prácticas. Actualmente técnicos de esta organización desarrollan sus capacidades en el curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable que ofrece el CIMMYT. Hemos hecho buen equipo para este tipo de proyectos”, comenta Carolina Cortez, coordinadora técnica del Hub Pacífico Norte del CIMMYT.
“Tanto con Safinsa, como con Grupo Bimbo, hemos impulsado la Agricultura de Conservación en la región. Encontramos en SAFINSA una empresa que ha apoyado todo lo que implica este sistema de Agricultura Sustentable. Aquí, por ejemplo —señala las parcelas de productores que trabajan con dicho sistema— vemos sus tres componentes básicos: el primero es dejar el residuo en la parcela. Lo que se busca es que el suelo quede cubierto por el rastrojo del cultivo anterior, evitar erosiones, aumentar la mayor captación de agua en el suelo, no practicando las quemas de rastrojo, evitando que toda esta materia orgánica que se pierda”.
“Otro componente básico de la Agricultura de Conservación es la rotación de cultivos —que en la zona ha sido con ajonjolí y soya en el ciclo de temporal en verano—. Precisamente, el ajonjolí cosechado en estas parcelas tiene en Bimbo un comprador seguro, con lo cual se fortalece la cadena y los productores capitalizan los beneficios de producir bajo este sistema sustentable”, señala la coordinadora del Hub.
“Como tercer componente se tiene el mínimo movimiento del suelo. Aquí se utilizaron sembradoras para Agricultura de Conservación, teniendo el apoyo de las centrales de maquinaria instaladas en el Valle del Carrizo para Agricultura de Conservación por parte de Fundación Produce y el Gobierno del estado. Una de las ventajas de usar este tipo de instrumentos es que tanto la fertilización como la siembra son puntuales, es decir, no se tiene tanto desperdicio de fertilizantes”, refiere Carolina Cortez.
“Usar la voladora aumenta las dosis de fertilizante o densidad de semilla, lo cual no siempre es lo más eficiente, mientras que con la sembradora de Agricultura de Conservación el aprovechamiento de los recursos semilla-fertilizante es mejor, añadiendo el beneficio de ahorrar pasos de maquinaria. Siendo una de las funciones principales en la adaptación de la maquinaria para Agricultura de Conservación el cortar la paja (rastrojo), evitando que el suelo quede desnudo, erosionándose por el exceso de pasos de maquinaria que también implica un exceso de gastos porque ahora con el tema del incremento en el precio de los combustibles y los fertilizantes, es un tema importante para el productor”.
A partir de estas colaboraciones, en la región también se promueve el uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada: “se ha trabajado en la concientización para utilizar sensores, dosis de fertilizantes adecuadas y densidades de semilla óptimas. A partir de los trabajos de la plataforma de investigación se ha demostrado que las densidades altas no implican un mayor rendimiento. Y esa es una de las prácticas que se han trabajado junto con los técnicos de SAFINSA en predios de productores que han optado por implementar las innovaciones”, concluye la coordinadora técnica del Hub.
El hecho de que empresas como SAFINSA sean promotores activos de la Agricultura Sustentable es un ejemplo para muchas otras regiones del país en las que se necesita que los agricultores tengan a la mano estrategias que les ayuden a manejar mejor sus riesgos productivos. Esta manera de entender la agricultura es fundamental, ya que contribuye a hacer a los sistemas agrícolas y las cadenas de valor más resilientes.
De izquierda a derecha: Bram Govaerts, Víctor Villalobos y Marcelo Ebrard develan placa en honor a Sanjaya Rajaram. (Foto: CIMMYT)
De izquierda a derecha: Bram Govaerts, Víctor Villalobos y Marcelo Ebrard develan placa en honor a Sanjaya Rajaram. (Foto: CIMMYT)
La colaboración entre instituciones y organismos de investigación ha contribuido en los últimos años a mejorar la producción mundial de granos, en beneficio de miles de agricultores y de la seguridad alimentaria de los países, destacaron autoridades e investigadores durante la ceremonia de Reconocimiento Internacional Norman E. Borlaug y homenaje póstumo a Sanjaya Rajaram, Premio Mundial de Alimentación 2014.
En el encuentro, celebrado en la Estación Experimental del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Toluca, Estado de México, se informó que este sitio llevará el nombre de Rajaram para rendir tributo y honrar su memoria, como uno de los científicos que más ha contribuido a la seguridad alimentaria, convirtiéndose en enemigo del hambre en el mundo.
El investigador nacido en India y nacionalizado mexicano dejó un gran legado: el desarrollo del trigo que ha alimentado al mundo durante décadasdesde el centro de investigación agrícola sin fines de lucro más importante de México, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
De acuerdo con el director general de CIMMYT, Bram Govaerts, Rajaram fue la tercera persona del CIMMYT en recibir el Premio Mundial de Alimentación y, en su caso, el comité de selección lo escogió por haber desarrollado más de 480 variedades de trigo de alto rendimiento y capacidad de adaptación que se han sembrado en, aproximadamente, 58 millones de hectáreas alrededor del mundo.
“Por este impresionante logro, que parece fácil resumir en una sola frase, Raj se convirtió en un gigante del derecho a la alimentación y en uno de los más feroces enemigos del hambre en el mundo”, señaló Govaerts.
Premios a la cooperación internacional en seguridad alimentaria
El organismo internacional entregó reconocimientos a los secretarios de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, y de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula, por su promoción de la seguridad alimentaria e inclusión social en México y América Latina.
El canciller mexicano agradeció el reconocimiento Norman E. Borlaug -que fue entregado por el director general del Centro, Bram Govaerts- y reafirmó su compromiso de “trabajar en el ámbito internacional como lo hemos hecho, pero ahora tendremos que trabajar más, con mayor intensidad”.
“Pensemos el gran pasado que tenemos en este centro y pongamos manos a la obra para resolver los siguientes problemas,” puntualizó durante el evento.
Expuso que se tiene por delante el peligro de que millones de personas padezcan hambre por primera vez desde la Revolución Verde, debido al cambio climático y el conflicto geopolítico en Europa del Este, por lo que es necesario que el Centro siga adelante y ampliar sus posibilidades y perspectivas tecnológicas.
En ese sentido, Ebrard Casaubón se refirió a la importancia del trabajo de Norman E. Borlaug, fundador del CIMMYT y Premio Nobel de la Paz 1970.
“Con su trabajo (…) hizo posible que sobrevivieran millones de personas, ¿qué número de personas? Difícil estimarlo, pero probablemente estemos hablando de la mayor aportación a la humanidad en el siglo XX (…) Y lo hizo sin afán de lucro, no fue su motivación; su motivación era ayudar a otros.”
“Sobre la relación entre México e India, el canciller refirió que son países que comparten retos comunes, principalmente el hambre y las contradicciones de la riqueza y la pobreza. Somos dos democracias muy grandes, tenemos multiétnicas, recuerden que México tiene 62 lenguas vivas, hoy; la India es un continente; somos de los países más avanzados y que más crecemos en manufactura, en nuevas tecnologías”, anotó.
Un legado duradero
El secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula, señaló que la contribución de Sanjaya Rajaram significó el desarrollo de 480 variedades de trigo de alto rendimiento y capacidad de adaptación, sembradas en 51 países, que han permitido a los productores de todo el mundo cosechar más de 200 millones de toneladas.
Precisó que las variedades derivadas de la investigación del CIMMYT y el Centro Internacional de Investigación Agrícola en las Zonas Áridas (ICARDA), ambos pertenecientes a la alianza global CGIAR, se siembran hoy día en más de 100 millones de hectáreas y generan beneficios económicos estimados en tres mil 800 millones de dólares anualmente.
A lo largo de esta administración, dijo, hemos diseñado, ejecutado y afinado, a través de la colaboración entre Agricultura y el CIMMYT, estrategias de desarrollo sostenible con un enfoque sistémico que facilita la participación de los productores en cadenas de valor más integradas y eficientes tanto en México como en otros países.
El titular de Agricultura subrayó que México, América Latina y el CIMMYT juegan un rol importante en la lucha por mejorar las condiciones de los agricultores de pequeña escala y la resiliencia de los sistemas agroalimentarios.
Refirió que hoy en día, más de 300 mil agricultores cultivan maíz, trigo y cultivos asociados con tecnologías sustentables de MasAgro-Cultivos para México, en más de un millón de hectáreas en todo el territorio rural del país.
Aseguró que así como en su momento, Norman Borlaug y Sanjaya Rajaram trabajaron para combatir el hambre a nivel mundial, habrá que retomar el liderazgo del CIMMYT y de los científicos nacionales para trabajar juntos, dar prioridad a la agricultura y construir una paz duradera basada en la seguridad alimentaria mundial.
Villalobos Arámbula destacó que para el presidente Andrés Manuel López Obrador, el maíz es México y México es maíz, por lo que es de fundamental relevancia para el país que la sede del CIMMYT se mantenga en territorio nacional y sus prioridades de investigación y recursos continúen siendo administrados por el propio centro.
Se trata del centro de investigación de mayor envergadura en el mundo en su tipo y es el resultado de uno de los más exitosos y duraderos programas de colaboración internacional, puntualizó.
El embajador de India en México, Pankaj Sharma, destacó que su nación debe una gran parte de su Revolución Verde a la variedad de trigo “Sonora”, que se desarrolló en México, país que es considerado una de las cunas de la agricultura a nivel global, con una tierra arable del 15 por ciento del total de la tierra dedicada a la agricultura en el mundo.
Señaló la importancia del trigo, toda vez que el Banco Mundial ha proyectado que para poder satisfacer la demanda futura en 2050, con nueve mil 600 habitantes, la producción global del cereal se tendrá que incrementar 60 por ciento con respecto al volumen alcanzado en el año 2000.
Informe de resultados de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México
La curadora del banco de germoplasma de trigo y especialista en genotipado del CIMMYT, Carolina Sansaloni, resaltó que MasAgro-Cultivos para México es el principal proyecto de cooperación entre el Gobierno de México, a través de la Secretaría de Agricultura y el organismo internacional, clasificado como una iniciativa insignia en la aplicación de tecnologías en la agricultura sostenible y una referencia para otras naciones.
Este proyecto lleva más de una década en operación, en 28 estados, con la colaboración de más de 100 aliados nacionales e internacionales, y de instancias del sector privado y público, en 12 regiones que ofrecen infraestructura de investigación y desarrollo de capacitación para prácticas agronómicas sostenibles, explicó.
Informó que los resultados de 40 plataformas, 500 módulos demostrativos y dos mil áreas de extensión tienen impacto en más de un millón de hectáreas y benefician a 300 mil productores de maíz, trigo y frijol, con el uso de variedades de alto rendimiento.
La agricultora de maíz en Amacuzac, en el estado mexicano de Morelos, Rosalinda Muñoz Tafolla, expuso que su iniciativa de producir alimentos sanos la llevó a participar en Cultivos para México, donde el acompañamiento y asesoramiento del CIMMYT le ha permitido obtener resultados de alto impacto productivo.
Detalló que con el sistema de agricultura de conservación aprendió a no quemar el rastrojo y mejorar las condiciones del suelo, sembró una nueva variedad de maíz, y fue apoyada para la comercialización de su cosecha, a buen precio.
Si bien el rendimiento del maíz (y en general de todos los cultivos) ya no se altera una vez que la planta alcanzó su madurez fisiológica, es necesario sacar la producción del campo oportunamente para mantenerla hasta su consumo o comercialización. No hacerlo significa un deterioro en la cantidad y calidad del grano. Por esta razón, la cosecha es muy importante.
La cosecha es el proceso que permite separar las mazorcas de la planta. Se recomienda que los granos se cosechen tan pronto como lleguen a su madurez fisiológica (cuando el grano llega a su máximo contenido de materia seca) y que se apliquen métodos de secado porque en ese momento los granos siguen estando demasiado húmedos (alrededor de 35% en el caso del maíz) y requieren alcanzar niveles seguros de humedad para ser almacenados.
Además, dejar los granos en el campo durante mucho tiempo los hace más vulnerables a las pérdidas por plagas, daños causados por aves u otros animales, lluvias inesperadas que favorecen el desarrollo de hongos, e incluso pérdidas por robo.
Se debe tomar en cuenta que las plantas deben permanecer el mayor tiempo posible en el campo antes de cosecharlas (de tal modo que se produzca un secado natural del grano a través de una pérdida gradual y uniforme de humedad), pero considerando que la cosecha debe hacerse antes de que los granos se sequen demasiado y haya pérdidas por desgrane. Si cosechan demasiado tiempo después de la madurez fisiológica los granos estarán más secos, pero tendrán muchos daños causados por insectos, aves, hongos, roedores, etc.
Por lo anterior, es importante identificar la madurez fisiológica de los granos. En el caso del maíz, se puede observar que ha llegado a su madurez fisiológica porque la planta se vuelve color paja (marrón claro) y las hojas que cubren la mazorca se secan. También se puede identificar este momento porque algunas de las mazorcas se caen y en la base de los granos (donde se conectan con el olote) se forma una capa negra.
El trigo llega a su madurez cuando la planta cambia su color verde por el blanquecino o amarillento, hay una pérdida completa del color verde de las glumas (hojitas que rodean las espiguillas) y el grano es duro, firme y no es posible partirlo transversalmente con la uña. En el caso del frijol, este llega a la madurez fisiológica cuando el color de la planta cambia de verde a amarillo; las vainas se vuelven amarillas, quebradizas y las hojas inferiores empiezan a caerse.
Otras recomendaciones son cosechar en un momento soleado, colocar las mazorcas y las vainas de frijol sobre lonas limpias o directamente en costales (para evitar la absorción de humedad del suelo, la generación de manchas o el crecimiento de hongos) y doblar las plantas de maíz para evitar la entrada de agua en las mazorcas en caso de que la cosecha se retrase por la lluvia (aunque es muy importante no dejar las plantas en esta condición durante mucho tiempo y cosechar lo más pronto posible después de la lluvia).
Actualmente el 70% de los trigos a nivel global provienen de las investigaciones hechas en México desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Esta contribución a la seguridad alimentaria mundial es parte del legado del doctor Norman Borlaug (nacido el 25 de marzo de 1914), científico reconocido por haber ganado el Premio Nobel de la Paz en 1970 por sus trabajos de mejoramiento de trigo que permitieron incrementar la producción mundial de este cereal y evitar que más de mil millones de personas murieran a causa del hambre.
El doctor Norman Borlaug consideraba que para lograr la seguridad alimentaria de la humanidad se requiere contar con personas capacitadas para el mejoramiento de la agricultura. Por esta razón fomentó la creación de los primeros institutos de investigación y capacitación internacionales —entre ellos el CIMMYT— y apoyó decididamente la formación de nuevos científicos, a quienes solía decir que “la medida por la cual juzgaremos nuestro trabajo será el impacto en los campos de los agricultores y no las publicaciones científicas”. De esa forma instaba a los investigadores a luchar, desde sus campos de acción, en contra del hambre y la pobreza.
María Itria Ibba es parte de una nueva generación de científicos del CIMMYT que continúan con el legado del doctor Norman Borlaug. De origen italiano, la doctora Itria se especializó en ciencias de cultivos y actualmente dirige los trabajos del Laboratorio de Calidad del Trigo del CIMMYT, ubicado en Texcoco, Estado de México, el cual es parte del programa de mejoramiento de trigo harinero y cristalino del CIMMYT, y desde donde se desarrollan trigos para las diferentes partes del mundo.
“Nuestro trabajo es importante para los productores mexicanos porque todas las líneas que se desarrollan, analizan y seleccionan aquí en el CIMMYT después se proporcionan a los investigadores (de instituciones como el INIFAP) o a otros productores y desarrolladores de líneas y variedades mexicanas que utilizan esta información para seleccionarlas y desarrollar al final variedades que sean mejores para la producción en diferentes lugares del país”, comenta la doctora Itria.
A partir de las investigaciones del CIMMYT se han desarrollado muchas variedades de trigo, comenta la doctora Itria. Una de estas es la variedad Borlaug, llamada así precisamente en honor al doctor Norman Borlaug y que, de acuerdo con productores del norte de México, se trata de una semilla con excelente características agronómicas, calidad y reacción a enfermedades. “Es una variedad de trigo harinero muy común aquí en México y es básicamente una línea que desarrollamos nosotros y que fue liberada por el INIFAP y el Gobierno de México”, puntualiza la doctora Itria.
“Nosotros trabajamos mucho en la selección, en el mejoramiento de la calidad productiva, de la calidad de las proteínas, en el mejoramiento de la calidad panadera, de la calidad nutritiva del grano. Actualmente, por ejemplo, estamos trabajando mucho en el desarrollo e identificación de variedades que tengan un mayor contenido de fibra, así como en el desarrollo de líneas de trigo que tengan un mayor contenido de micronutrientes como hierro y zinc, fundamentales para el completo y apto desarrollo de nuestro sistema inmunológico, de nuestro sistema nervioso y de nuestra salud en general. De hecho, una variedad que tenía una mayor capacidad de acumular zinc en la semilla se liberó recientemente aquí en México”.
Como era la perspectiva del doctor Borlaug, “con el trabajo de este laboratorio se busca disminuir la pobreza y el hambre, aumentar la producción de cereales y de cultivos que sean amigables con el medioambiente. Este es un trabajo gradual, no es un trabajo que se obtiene de un día para otro, se requieren años en investigación, en la selección, desarrollo y al final liberación de estas variedades. Por eso, mi responsabilidad es seguir haciendo buena ciencia, seguir haciendo un buen trabajo que tenga un efecto en los productores y en la sociedad”, concluye la investigadora.
“Logramos un ahorro muy grande que me beneficia en la parte económica”, comenta uno de los productores de trigo que participan en el proyecto Agriba Sustentable, una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Que los productores reconozcan los beneficios de las prácticas sustentables enfocadas al aumento de la rentabilidad a través de la alta productividad, pero cuidando el medioambiente, es fundamental para que más productores conozcan y adopten prácticas de Agricultura de Conservación, sistema que se promueve en el marco del proyecto.
Un punto clave de este sistema de producción es dejar el rastrojo como cobertura del suelo. Esto disminuye de manera muy significativa la emergencia de malezas (y, consecuentemente, la aplicación de herbicidas), el impacto ecológico por el uso de agroquímicos, así como el costo por la adquisición de estos, dando como resultado un efecto en cadena que beneficia al suelo, al ambiente, al productor y, por ende, a los consumidores (además de mejoran la productividad del suelo, a través de aumento de materia orgánica, conservación de agua y mejora la estructura).
El proyecto contempla el muestreo de suelos y la posterior interpretación de los análisis de suelo a fin de desarrollar una estrategia de fertilidad integral con las fuentes y dosis de fertilizante adecuadas, aplicadas de la forma más adecuada y en el momento más oportuno.
A través de este proyecto, por ejemplo, se fomenta la fertilización enterrada que, en trigo, permite alcanzar hasta un 70% en la eficiencia de aplicación de fertilizantes nitrogenados. Lo anterior es importante porque cultivos como el trigo solo absorben entre 30 y 40% del fertilizante nitrogenado cuando se aplica de manera convencional. El resto se pierde, ocasionando pérdidas económicas y contaminación ambiental.
Por lo anterior, enterrar el fertilizante con la ayuda de discos cortadores es una de las prácticas que más ha llamado la atención de los productores. Genaro Celedón, uno de ellos, comentó al observar el funcionamiento de los discos cortadores de rastrojo: “yo pensaba que los discos podrían dañar el trigo, pero los discos no le hicieron nada cuando se fertilizó de manera enterrada”.
Por supuesto, aún hay mucho por hacer: “debido al reciente aumento de los fertilizantes varios productores de la zona optaron por disminuir el número de hectáreas a sembrar en este ciclo y en algunos casos, de plano mejor no sembraron¨ comenta como el productor Luis Cerón.
Lo anterior pone de relieve la pertinencia del proyecto y cómo este está rompiendo paradigmas del sistema de producción convencional, posicionándose en las comunidades de Cárdenas, La Tinaja y Los Lobos, en Salamanca, Guanajuato, como una opción para que los productores de trigo de la zona incrementen su rentabilidad.
Ramón Ramírez Aguilar es un productor de trigo de Dolores de Purísima del Rincón, Guanajuato. Siempre en la búsqueda de innovar y de hacer más rentable su actividad agrícola, Ramón encontró en la Agricultura de Conservación una alternativa para disminuir costos de producción sin afectar rendimientos y, actualmente, ha hecho algunas adecuaciones al sistema de producción que le han funcionado bien.
La Agricultura de Conservación es un sistema sustentable ya probado —tiene como componentes básicos la cobertura del suelo con rastrojo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos—. Se trata de un sistema con soporte científico que, por sus resultados competitivos, es el eje fundamental de las tecnologías promovidas por MasAgro Guanajuato, programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Fue precisamente en una plataforma de investigación de MasAgro Guanajuato donde Ramón observó una práctica que le llamó la atención: en lugar de tener una siembra de trigo con cobertura total como es común en la zona o con seis o siete hileras, se sembró a dos hileras. Un técnico del programa le explicó a Ramón que de esa manera las plantas compiten menos por la luz, los nutrientes y el agua, favoreciendo el rendimiento del trigo.
A partir de sus propias observaciones, y en conjunto con las sugerencias del técnico, Ramón sembró a dos hileras en camas de 1.60 metros en el nuevo ciclo. De esta manera, además, la fertilización enterrada se puede hacer aún más eficiente —hecho muy conveniente ahora en que el costo de los fertilizantes es muy alto— y se favorece que el cultivo no se “acame” —cuando las plantas se “recuestan” o se “tienden” hacia el suelo— debido a que esta forma de sembrar permite la circulación del aire entre plantas.
Al inicio, comenta Alejandro Bravo Cortés —el técnico que asesora a Ramón—, al productor le preocupaba que con dos hileras el rendimiento final del trigo disminuyera, pero esto no ocurrió. Por el contrario, los resultados le mostraron al productor que el rendimiento se incrementa y que adicionalmente ahorra en semilla pues, mientras que en la zona es muy común que se siembren 200 kilogramos de semilla por hectárea, con esta práctica solo se utilizan 120 kilogramos de semilla para la misma superficie.
Cabe mencionar que Ramón usa semillas evaluadas e identificadas con alto potencial productivo para El Bajío —Alondra (la que usa el productor), Faisán y Cisne han mostrado los mejores rendimientos— que además han mostrado resistencia a enfermedades como la roya. Este beneficio se suma a una menor incidencia de malezas debido a que el rastrojo que se deja como cobertura impide el desarrollo de las malas hierbas. Esto se traduce en que Ramón no aplicará herbicidas, beneficiando a su bolsillo y al medioambiente.
También es importante señalar que la fertilización realizada en la parcela de Ramón corresponde a las necesidades que indica el mapeo de fertilidad de suelos de la zona elaborado a través de una estrategia de fertilidad integral a partir del programa. Además, una fertilización adecuada le ayuda a Ramón a lograr que el nivel de proteína del trigo que cultiva sea elevado y reciba así una bonificación por la calidad de su grano al momento de venderlo.