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Con tecnologías herméticas poscosecha están incrementando la seguridad alimentaria en África

Capacitación en manejo de bolsas plásticas herméticas en Zambia. (Foto: Katebe Mapipo / CIMMYT)
Capacitación en manejo de bolsas plásticas herméticas en Zambia. (Foto: Katebe Mapipo / CIMMYT)

“Vengo de la aldea Chigumane. Soy agricultor y soy mediador entre un grupo de agricultores y nuestros colaboradores para el proyecto Accelerated Innovation Delivery Initiative (AID-I), para el Sur de África mediante el que realizo demostraciones y también enseño a otros agricultores sobre poscosecha, incluyendo la forma en que debemos cosechar y guardar el grano, ese es el trabajo que hago: enseño a hombres jóvenes, mujeres jóvenes y mujeres mayores reuniéndolos, enseñándolos a usar tecnologías herméticas poscosecha”, comenta Payitana Mwanza, un agricultor, productor de semillas y agente de desarrollo agrícola de Provincia de Kasenengwa, en Zambia.

Payitana participa en el AID-I, un proyecto de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) que implementan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Catholic Relief Services (CRS), Caritas, el Centro Internacional de Desarrollo de Fertilizantes (IFDC por sus siglas en inglés) y otros colaboradores en Zambia, Tanzania y Malaui. El proyecto consiste en asesorar a los agricultores en mejores prácticas agrícolas. Además, se les asesora en mejores variedades de semillas y mejores fertilizantes para mejorar sus rendimientos.

“Si alguna vez has visto volar una palomilla o un gusano en donde almacenas tus granos, sabrás lo importante que es la protección contra las plagas. Los agricultores enfrentan pérdidas de hasta un 30 % de sus cosechas. Por lo tanto, debemos contar con tecnologías innovadoras y capacitación. Y es justamente lo que AID-I está haciendo, acercando el conocimiento sobre tecnologías herméticas poscosecha que son de bajo costo y protegen las cosechas sin químicos”, menciona Sieg Snapp, directora del programa de Sistemas Agroalimentarios del CIMMYT, durante la apertura del Día de Campo Virtual para Manejo Poscosecha realizado recientemente como parte del proyecto.

“Junto con nuestros colaboradores, el Instituto de Investigación Agrícola de Zambia (ZARI, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Purdue estamos capacitando agricultores, compartiendo tecnologías y algunos métodos efectivos de bajo costo —como las bolsas PICS (bolsas de almacenamiento mejorado de cultivos de la Universidad de Purdue)— para proteger las cosechas de los agricultores, quienes además están aprendiendo sobre métodos para medir la humedad y así evitar la podredumbre de los granos”, enfatiza Sieg Snapp.

“Actualmente nuestros agricultores están usando costales; los que pueden pagarlos, están usando silos de metal y otros están usando químicos. Usando estas tecnologías, por supuesto que las pérdidas son altas. Como gobierno, estamos animando a que los agricultores usen bolsas herméticas que son mucho mejores pues pueden mantener el grano por más tiempo, y son más baratas porque en una temporada solo las usas una vez, a diferencia de las otras donde tienes que poner los químicos cada tres meses”, enfatiza Cabour Mungomba, del Ministerio de Agricultura de Zambia.

Así, tanto de forma presencial como virtual, con acciones como el Día de Campo Virtual para Manejo Poscosecha, el AID-I está contribuyendo a incrementar la seguridad alimentaria de decenas de comunidades en el sur de África, región donde el CIMMYT tiene presencia a través del Rapid Delivery Hub, mediante el cual el CIMMYT está orientado a ayudar a los gobiernos nacionales a desarrollar resiliencia al cambio climático, diversificar los sistemas agrícolas basados en el maíz y mejorar la productividad y la producción para reducir el hambre y la pobreza.

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Tecnologías herméticas ayudan a preservar la diversidad del maíz nativo

Resumen gráfico del efecto de las tecnologías de almacenamiento en el control de plagas de insectos después de la cosecha y la germinación de semillas en maíces nativos mexicanos. (Odjo et al., 2023)
Resumen gráfico del efecto de las tecnologías de almacenamiento en el control de plagas de insectos después de la cosecha y la germinación de semillas en maíces nativos mexicanos. (Odjo et al., 2023)

Los agricultores de pequeña escala que cultivan maíz nativo se enfrentan a importantes desafíos para preservar la biodiversidad de sus semillas de una temporada a otra. Para brindarles alternativas de almacenamiento que minimicen las pérdidas de semillas y mantengan la germinación, un grupo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de Córdoba (ICYTAC) compararon la eficacia de dos prácticas de almacenamiento de semillas, específicamente, costales de polipropileno —que son la práctica convencional de los agricultores— y contenedores herméticos.

Los agricultores desempeñan un papel importante en la preservación de la diversidad de del maíz nativo, por lo que la conservación in situ —es decir, en las mismas parcelas— de esta diversidad es fundamental, particularmente cuando se estima que las pérdidas en la cantidad y calidad del grano y las semillas durante el almacenamiento pueden llegar a ser de hasta el 60 % con las prácticas de almacenamiento convencionales que, regularmente, incluyen el uso de costales de polipropileno con o sin tabletas de fosfuro de aluminio.

Si bien la utilidad de los contenedores herméticos —incluyendo botellas o garrafones de plástico reciclados—para preservar la cantidad y calidad de granos ya ha sido documentada por investigadores del CIMMYT y otras instituciones, esta nueva investigación se centra en evaluar los efectos que tienen las tecnologías de almacenamiento sobre la pérdida posterior a la cosecha y la germinación de las semillas de maíces nativos. 

De acuerdo con el estudio, muestras de cuatro razas de maíz nativo —de grano blanco, amarillo, azul y rosa— de los Valles Altos de México se almacenaron durante tres y seis meses, monitoreando el contenido de humedad y el daño al núcleo de las semillas y analizando, al cabo de los respectivos periodos de almacenamiento, la germinación de las muestras libres de plagas.

Los resultados indican que las muestras de los costales de polipropileno sufrieron daños significativos por el gorgojo del maíz  (Sitophilus zeamais) y el barrenador del maíz (Prostephanus truncatus), alcanzando un poco más del 61 % de daño por insectos y el 23 % de pérdida de peso. En contraste, con los contenedores herméticos las pérdidas fueron mínimas, con un daño máximo por insectos de 4 % y una pérdida de peso de solo 2 %. 

Con respecto a la tasa de germinación de las muestras almacenadas en los recipientes herméticos, el estudio indica que esta fue superior al 90 %, por lo que este nuevo aporte refuerza la evidencia sobre la eficacia de los contenedores herméticos para mantener la cantidad y calidad de las semillas de las razas de maíz nativo mexicano durante el almacenamiento. 

“En el caso del maíz almacenado para usarse como semilla, las tecnologías herméticas pueden limitar los daños causados por las plagas de insectos después de la cosecha y minimizar la pérdida durante el almacenamiento (…) Estas tecnologías podrían promoverse entre los agricultores de pequeña escala en México con el apoyo técnico adecuado (…) para que puedan secar y almacenar semillas en condiciones seguras, lo que es fundamental para preservar la biodiversidad del maíz y fortalecer la seguridad alimentaria”, concluye el estudio. 

Odjo, S., Bongianino, N., González Regalado, J., Cabrera Soto, M. L., Palacios-Rojas, N., Burgueño, J., & Verhulst, N. (2022). Effect of storage technologies on postharvest insect pest control and seed germination in mexican maize landraces. Insects13(10), 878.

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Aprendizajes que se comparten en comunidad

Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Muchos pequeños agricultores del sur y sureste de México enfrentan numerosas dificultades para lograr una producción suficiente para cubrir las necesidades de consumo de sus familias o lograr algunos excedentes para vender. Lluvias fuera de ciclo, sequías prolongadas, suelos erosionados, altos costos de insumos son algunas de esas dificultades, pero incluso una vez lograda la cosecha los retos continúan y en muchas zonas las pérdidas poscosecha pueden llegar a ser de hasta 40 %. 

Para brindar a estos productores herramientas y conocimientos que les permitan lograr una mejor producción y contribuir a una mayor resiliencia comunitaria, el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— imparte diversos talleres en materia de diversificación de cultivos, almacenamiento adecuado de granos y semillas, asociatividad y otros. 

Tomamos un taller de conservación de semillas para almacenarlas con tecnologías herméticas para que así que no se nos echen a perder por las plagas, y también para mantenerlas de una manera que no nos dañen la salud, porque a lo largo de los años las hemos conservado con productos químicos, y con el paso de los años esos productos nos pueden acarrear alguna enfermedad”, comenta Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. 

“Estas capacitaciones nos las han dado dos o tres veces por temporada. Para mí esto es muy bueno y es importante. Esta de cómo almacenar adecuadamente las semillas, por ejemplo, es bueno darlo a conocer y nosotros llevarlo a nuestra localidad para que allá sepan cómo se hace y que se haga bien por el bien de todos, que se riegue más la información”, señala Maximino pensando en un sentido de comunidad.  

“De esta forma en que ahora se van a almacenar las semillas —en silos metálicos herméticos y bolsas plásticas herméticas— va a haber más seguridad de tenerla disponible, también nos va a rendir más ya no se nos va a echar a perder y así más personas, si no tienen semilla, pueden sembrar y así podemos hacer más grande nuestra siembra o el mercado”, comenta Maximino.

Como ejemplo de los diversos aprendizajes que el productor ha obtenido, Maximino señala un cúmulo de residuos agrícolas y comenta: “Esta es la vaina, o el residuo que queda una vez que se le quita el frijol, pero a la vez es fertilizante. Este tipo de abonos los reincorporamos al terreno porque son de gran utilidad. Nos han dicho los ingenieros  que también contiene mucho nitrógeno para el terreno. Lo hemos comprobado porque, por ejemplo, donde se cosecha este año frijol, el siguiente año el maíz se da muy bien y prácticamente sin fertilizante”. 

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Buenas prácticas poscosecha, aprendizajes en Latinoamérica

Productoras y productores de Guatemala identificando los principales daños en los granos de maíz causados por hongos e insectos durante el almacenamiento el 23 de noviembre de 2022. (Foto: CIMMYT)
Productoras y productores de Guatemala identificando los principales daños en los granos de maíz causados por hongos e insectos durante el almacenamiento el 23 de noviembre de 2022. (Foto: CIMMYT)

Guatemala es un país cuya principal actividad económica es la agricultura de autoconsumo; la mayoría son agricultores de pequeña escala en áreas rurales que producen y conservan tradicionalmente maíz y frijol para su alimentación y excedentes para la venta. 

El cultivo de maíz es popular porque es adaptable en las diferentes condiciones agroecológicas del país: desde los climas templados y semifríos hasta los tropicales y subtropicales, lo que hace que también sea considerado como el segundo cultivo con la máxima contribución al Producto Interno Bruto (PIB) nacional agrícola de acuerdo con el Banco de Guatemala (BANGUAT). Sin embargo, los rendimientos son bajos, en promedio, de 0,9 toneladas por hectárea (t/ha) para frijol y 2,1 t/ha para maíz (promedio de maíces blancos y amarillos).

Dado este contexto, se identifica un área de oportunidad para implementar prácticas agrícolas que mejoren y mantengan estable el rendimiento, así como prácticas de poscosecha que ayuden a conservar los granos producidos y su calidad para fortalecer la seguridad alimentaria y promover el desarrollo económico de las comunidades.

En el marco de la iniciativa AgriLAC Resiliente, especialistas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) (ambos centros internacionales del CGIAR), el Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA) y el Centro Universitario de Zacapa (CUNZAC), de Guatemala, colaboraron para impartir un taller sobre manejo poscosecha, buenas prácticas de manufactura y nutrición y alternativas de procesamiento de granos básicos dirigido a productores y técnicos guatemaltecos que forman parte de organizaciones locales del departamento de Zacapa y Chiquimula: ASORECH, ADIPAZ, ASEDECHI y PMA.

Así, el pasado 23 y 24 de noviembre, en las instalaciones del CUNZAC en Guatemala, se desarrollaron sesiones para identificar tanto las principales causas de las pérdidas poscosecha como las diferentes prácticas y tecnologías que contribuyen a reducir las pérdidas durante el proceso de poscosecha de maíz y frijol. Con especial atención en el almacenamiento, los participantes hicieron prácticas relacionadas con el manejo de tecnologías herméticas.

De acuerdo con Manuel Guzmán, del CUNZAC, esta iniciativa es importante para difundir también los conocimientos relacionados con las buenas prácticas de manufactura, mismas que permiten “mejorar la calidad e inocuidad de los productos y procesos productivos y facilitan su acceso a las cadenas de valor, mejorando la competitividad de los productores en los mercados locales y nacionales”.

Finalmente, los especialistas del CIAT y el ICTA abordaron el tema de la nutrición y el procesamiento de los alimentos, la sensibilización sobre los cultivos más nutritivos, estrategias de agregación de valor de productos agrícolas, el procesamiento de harinas a partir de granos de maíz y fríjol más nutritivos y prácticas sobre el uso de granos o harinas de fríjol y maíz en alimentos de alto valor nutricional.

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Los beneficios de las tecnologías herméticas poscosecha para los productores de autoconsumo

Seguimiento del módulo poscosecha instalado en la casa del productor Efraín Castillo Hernández, en el municipio de Tihuatlán, en Veracruz, México. (Foto: Citricultores Tihuatecos Asociados)
Seguimiento del módulo poscosecha instalado en la casa del productor Efraín Castillo Hernández, en el municipio de Tihuatlán, en Veracruz, México. (Foto: Citricultores Tihuatecos Asociados)

La Huasteca es una región multicultural de México que comprende parte de los estados de Tamaulipas, Veracruz, San Luis Potosí, Hidalgo, Querétaro y Puebla. En sus valles y montañas conviven diversas etnias, entre ellas teneek o huastecos, nahuas, pames, tepehuas, otomíes y totonacos. 

La Huasteca Totonaca —al norte de Veracruz y una pequeña porción de Puebla, donde se encuentran comunidades que comparten rasgos culturales tanto de la cultura totonaca como de la huasteca, y a la vez poseen rasgos característicos y condiciones geográficas e hidrológicas particulares— ocupa una superficie aproximada de más de cuatro mil kilómetros cuadrados y abarca unos quince municipios veracruzanos. Cerca del 90% de ese territorio se destina a actividades agropecuarias, siendo el maíz el cultivo más representativo con una superficie cercana a las 70 mil hectáreas. 

En la zona, los agricultores se enfocan a la producción de maíz para comercializar, e incluso exportar el totomoxtle (hoja que cubre la mazorca), así como para el autoconsumo; sin embargo, una de las principales problemáticas para este propósito es el alto índice de pérdidas poscosecha, las cuales pueden llegar a ser de hasta el 40%.

Insectos como el gorgojo (Sitophilus zeamais), el barrenador de los granos (Rhyzopertha dominica), la palomilla (Sitotroga cerealella) y roedores como la rata común (Rattus rattus) destacan entre las plagas que afectan las cosechas de los agricultores de esta zona.

Debido a las considerables pérdidas poscosecha, más de la mitad de los productores de la Huasteca Totonaca desgranan y venden cerca del 70% de su producción al precio que esté en el mercado —sin importar que sea bajo— a fin de evitar su pérdida. El restante lo destinan para autoconsumo; sin embargo, esto solo alcanza para cubrir un par de meses, lo que los orilla por varios meses más a comprar grano en el mercado o con los vecinos de las localidades aledañas, con frecuencia a precios elevados. 

Para reducir el alto impacto económico y social de esta situación, la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— promueve en la Huasteca Totonaca el uso de tecnologías herméticas para reducir las pérdidas poscosecha. 

Así, a través de la colaboración entre la cooperativa Citricultores Tihuatecos Asociados y el CIMMYT se están identificando aquellas tecnologías que les permitan a los agricultores conservar la calidad del grano por más tiempo y asegurar, a la vez, un alimento saludable.

En la nave de almacén de la cooperativa —ubicada en la localidad de Sebastián Lerdo de Tejada en Tihuatlán (Veracruz, México)— se instaló una plataforma de investigación poscosecha a fin de comparar las tecnologías herméticas con las prácticas convencionales de almacenamiento de maíz que prevalecen en la región. 

Lo que se busca es mantener la calidad de los granos, mejorar la productividad durante las siguientes temporadas y tener una mejor conservación de las semillas nativas de la región. Además de que estén libres de pesticidas químicos que pudieran afectar la salud de las personas”, comentan los responsables de la plataforma. 

De igual manera se han instalado módulos poscosecha donde los mismos productores participan en la evaluación de las tecnologías. En Poza Azul de los Reyes, también en Tihuatlán, por ejemplo, el productor Efraín Castillo Hernández usó cien kilogramos de maíz nativo blanco hojero para almacenar la mitad de la forma convencional, es decir, en un costal de polipropileno, y la otra mitad en una bolsa plástica hermética con cierre.

Cinco meses después de haber almacenado el grano, el productor y el equipo que le ha brindado acompañamiento técnico se reunieron para abrir los dos tratamientos. No lo hicieron solos, sino en presencia de un grupo de productores de la comunidad interesados en conocer los resultados. Así, la comunidad pudo observar una marcada diferencia a favor de la innovación: mientras que con el costal de polipropileno 58% de los granos presentaron daños, con la bolsa plástica hermética esta afectación solo fue del 2%.

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Con tecnologías herméticas poscosecha, las tortillas sí conservan su sabor, aseguran estos productores

Después de escuchar las propuestas de manejo poscosecha que el colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Jacinto Rafael Valor, relató a productores de Arroyo Grande, comunidad de Jalapa de Díaz, Narciso Alejo Contreras no paró hasta verlo llegar a El Progreso, en el municipio de San Pedro Ixcatlán que forma parte de la mazateca baja de Oaxaca.

La insistencia de Narciso permitió que un grupo de 50 productores recibieran la asesoría que el CIMMYT brinda gracias al proyecto conjunto con Walmart Foundation: Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche.

La capacitación que comenzó a impartir Jacinto Rafael posibilitó también “que entre ellos puedan asociarse para la compra de algunos insumos agrícolas” y dejen de intentar resolver de manera independiente otras problemáticas, como la comercialización de sus productos.

En esta parte del estado donde la región de la Cañada y la Cuenca llegan a su límite, el clima permite a las familias cosechar diversidad de productos, como maíz, cacao, jengibre, café, cúrcuma y vainilla.

La parcela de Narciso está a cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Desde su casa debe caminar durante 40 minutos y si requiere transportar su cosecha, sólo puede hacerlo en el lomo de un animal, recorriendo las accidentadas veredas.

“Antes yo trabajaba solo”, reconoce Narciso, para quien lo más valioso de la asesoría comenzó al aprender a combatir la aparición del gusano cogollero en la planta.

Para evitar que los roedores o insectos dañen su cosecha, Narciso ahora usa bolsas plásticas herméticas. Por el momento así conserva su grano, pues todavía no ha podido comprar un silo metálico donde el volumen de almacenamiento puede ser mayor.

Rosalinda Macario Marín, esposa de Narciso, es la responsable de elaborar los alimentos de la familia y sabe diferenciar las ventajas de almacenar el maíz en bolsas herméticas de usar únicamente un costal al que se le suelen añadir algunos productos químicos, como las pastillas de fosfuro de aluminio, potencialmente tóxicas para la salud humana. 

Si Narciso opta por guardar el maíz de manera convencional, es decir, en costales de polipropileno, cuando Rosalinda lo convierte en tortilla “ya no tiene sabor”; en cambio sí usa una tecnología hermética que ahora tiene a su alcance, “aguanta tres años” y el grano sigue fresco, está mejor cuidado para garantizar la alimentación familiar.

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Conservando su maíz también han conservado su cultura

Tanto Esteban Jiménez Cervantes como su esposa Lidia María González Hernández tratan de cambiar el panorama del maíz en México, sembrando maíces nativos, o criollos, como base de la nutrición de las comunidades y como elemento fundamental de la identidad cultural. 

Por años en Santa María Teopoxco, un municipio de la Sierra Mazateca donde la población habla náhuatl, se han sembrado maíces nativos de diversos colores: blanco, rosa, rojo y amarillo, aunque más para el auto consumo y de la manera tradicional, sin incluir un manejo poscosecha que evite pérdidas.

“Si vemos que nos sobra algo lo vende uno, aunque no da resultado el precio en comparación con lo que se gasta en el campo”, comentan los productores quienes, por kilo de maíz, reciben ocho pesos.

Para Alejandrina García Dávila, quien a través proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —asesora a productores en esta zona, Esteban y Lidia han sido los más receptivos a aplicar las innovaciones tecnológicas en el campo.

A través del diálogo, Alejandrina les ha compartido muchos conocimientos, entre ellos cortar la mazorca cuando el maíz alcanzó su madurez fisiológica, para después cuidar un proceso de secado que, por las condiciones de humedad en la zona, puede durar hasta dos meses.

Convencionalmente el almacenaje implica guardar el grano en un coscomate, un granero pequeño que se construye con una estructura de tiras de madera y techo de palma o láminas, conocida también como troje.

El problema recurrente con esta forma de almacenar el grano, comentan los productores, es que los excedentes “se picaban” o se llenaban de gorgojos, lo que los llevó a buscar una forma que evitará las pérdidas. 

Así, un primer cambio que Esteban y Lidia debieron hacer es guardar el grano seco y limpio en bolsas herméticas que evitan que requieran utilizar productos químicos “que pueden afectar después la calidad del grano”. Al comprobar la efectividad de las tecnologías herméticas decidieron guardar su maíz en un silo metálico hermético.

Para Lidia y Esteban la implementación de estas innovaciones ha representado además una forma de conservar su identidad cultural basada en las distintas variedades de los maíces nativos que cultivan. Además, la implementación de un mejor manejo de su cosecha reduce las dificultades que en sí representan para Lidia trabajar en el campo, de donde muchas veces no veía retribuido su esfuerzo.

“Es difícil trabajar en el campo y a veces no sale”, pero ahora que cuentan con asesoría ese panorama va cambiando: “Ahorita más o menos, pues, guardamos el maíz, ya no se pudre” y tienen más tiempo para poder consumirlo.

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Buenas prácticas poscosecha, aliadas en la prevención del cáncer

El técnico Omar Sánchez verificando el contenido de humedad del maíz, en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
El técnico Omar Sánchez verificando el contenido de humedad del maíz, en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

El hepatocarcinoma, el tipo más frecuente de cáncer de hígado, representa la tercera causa de muerte por cáncer en México (Revista Médica del IMSS, 2018), donde se ha observado un incremento en la incidencia de esta patología desde hace varias décadas. 

Si bien este tipo de cáncer comúnmente está asociado a la cirrosis y la hepatitis, otros factores de riesgo incluyen toxicidad por hierro, algunos trastornos metabólicos y exposición a aflatoxinas, que son un tipo de sustancias producidas por ciertos hongos en cultivos como el maíz, el cacahuate, la semilla de algodón y los frutos secos.

La Asociación Mexicana de Lucha contra el Cáncer, de hecho, considera que uno de los factores que aumentan el riesgo de padecer cáncer primario de hígado es la exposición a aflatoxinas, mismas que describe como venenos producidos por mohos que crecen en cultivos mal almacenados. 

De acuerdo con un estudio reciente del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), las estrategias previas y posteriores a la cosecha pueden ayudar a mitigar la contaminación de los granos. Las alternativas que este Centro brinda para un adecuado almacenamiento son particularmente relevantes porque se ha encontrado que el maíz cultivado en México y Centroamérica presenta niveles de micotoxinas hasta 380 veces más altos que los niveles máximos establecidos.

En México, refiere el estudio, el maíz está contaminado principalmente por micotoxinas pertenecientes a los grupos de aflatoxinas y fumonisinas, producidos por los hongos Aspergillus y Fusarium, respectivamente, las cuales son motivo de preocupación para la salud pública. 

El estudio revisa las distintas estrategias de gestión de aflatoxinas y fumonisinas, desde el uso de variedades tolerantes de maíz, buenas prácticas de cultivo, control biológico de plagas y enfermedades, estrategias posteriores a la cosecha y los efectos del procesamiento de granos en la reducción de micotoxinas (incluida la cocción, el tostado, la elaboración de palomitas de maíz y la nixtamalización). 

La información presentada por los investigadores hace evidente la importancia de buenas prácticas poscosecha, tales como el secado óptimo; la clasificación de granos (práctica que tiene el potencial de reducir los niveles de aflatoxinas y fumonisinas en un 40-95%); el uso de agentes acondicionadores, la gestión de la calidad de los granos, las tecnologías de almacenamiento hermético y la optimización de las condiciones de almacenamiento.

En un contexto donde el riesgo de exposición a las micotoxinas es alto y donde la aplicación de métodos para tratar los granos contaminados es limitada, es importante difundir tecnologías como la nixtamalización, prácticas simples como la limpieza de granos y el uso de tecnologías herméticas como parte de una salud pública integral. 

Desde el CIMMYT se promueven campañas como #ConservaTuCosecha que brinda a la sociedad recomendaciones sencillas y prácticas para el adecuado almacenamiento de granos. Además, se continua con investigaciones como la descrita en beneficio de toda la sociedad. Te invitamos a leer el artículo completo en:

Odjo, S., Alakonya, A. E., Rosales-Nolasco, A., Molina, A. L., Muñoz, C., & Palacios-Rojas, N. (2022). Occurrence and postharvest strategies to help mitigate aflatoxins and fumonisins in maize and their co-exposure to consumers in Mexico and Central America. Food Control, 108968. https://doi.org/10.1016/j.foodcont.2022.108968

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Tecnologías herméticas mejoran las posibilidades de comercialización

Viliulfo Vásquez Mendoza es un productor del municipio de Trinidad, Zaachila, a 16 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Hace 15 años una sequía prolongada le hizo perder sus tres ciclos de cultivos de maíz y calabaza, haciéndole pensar en dejar de sembrar y “tomar un oficio”, porque la precariedad familiar le impidió una formación académica profesional. 

“Ni para aprovechar el zacate”, recuerda el productor cuyo panorama familiar cambió desde que empezó a diversificar cultivos y almacenar el grano en silos metálicos herméticos para esperar a venderlos cuando el precio por kilogramo fuera bueno.

Los gorgojos y las ratas mermaban la mitad de la cosecha y en estos silos el maíz puede durar hasta dos años”, dice satisfecho Viliulfo, quien aceptó la asesoría de los técnicos del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

La colaboradora del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, Clara Santos Rodríguez, destaca la emoción que al productor le significó comenzar a diversificar cultivos porque plantas como la crotalaria, por ejemplo, ayudan a fijar nitrógeno al suelo y al mismo tiempo puede servir como alimento para el ganado.

Para incrementar la producción de forraje, en el reciente ciclo Viliulfo empezó a sembrar maíz híbrido, pero al ver cómo se desarrolló definió que tendrá un doble propósito: aprovechará el grano de la mazorca y el resto de la planta para alimentar a sus animales de traspatio.

En una sola parcela Viliulfo logra producir varios cultivos: maíz, crotalaria, jamaica y tres variedades de calabaza. “La semilla de calabaza la toma como un ingreso extra y el fruto lo aprovecha para alimentación de su ganado. Aquí se están diversificando muy bien los cultivos que tienen propósitos bien establecidos”, explica Clara Santos. 

Viliulfo cuenta que por necesidad se volvió productor a los 18 años en una familia donde fue el séptimo de ocho hijos y el primer hijo hombre después de seis hijas. Sonia López Cruz, la esposa de Viliulfo, también es productora. Lo es desde que se casaron hace 19 años.

Hasta ahora, ni Viliulfo ni Sonia habían recibido alguna asesoría técnica. La que recibieron como parte del proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT les permitió cambiar la idea de que sembrar maíz “ya no es redituable, más con el fertilizante caro y la maquinaria igual”.

Buscar la forma de adquirir un primer silo para almacenar su maíz llevó a Viliulfo a encontrar a la colaboradora del CIMMYT, Clara Santos, quien facilitó que ahora tenga cuatro silos que en conjunto le permiten almacenar más de tres toneladas y media. Esto le permite tener maíz todo el año y venderlo en el mercado local cuando el precio mejora.

Ahora, una vez que con el proyecto ha visto la posibilidad de seleccionar semilla y duplicar el volumen de producción con maíz híbrido amarillo, Viliulfo dice que “quisiera poder almacenar cinco o seis toneladas”, además de contar con nuevos silos para almacenar los 200 kilos de semilla de calabaza que tiene en costales.

Con buena producción de granos Sonia López Cruz considera que la inversión que hicieron fue buena: “Si nos resultó, porque el producto no se desperdicia, no se echa a perder, se conserva libre de gorgojos y con las ratas mermaba mucho, el recurso ya no llegaba como era. Lo guardamos y buscamos cuando el producto tenga un mejor precio porque se le invierte mucho. No resulta venderlo muy barato”.

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Limpieza de granos, clave para reducir pérdidas

Las pérdidas poscosecha constituyen uno de los grandes retos que enfrentan los productores de México. De acuerdo con las estimaciones de la FAO, cada año se pierde más de un tercio de las cosechas debido a un mal manejo del grano y por las plagas poscosecha. 

Las tecnologías herméticas minimizan las pérdidas cuantitativas y cualitativas de granos y semillas. El buen uso de estas tecnologías incluye el almacenamiento de grano seco (humedad menor a 14%), fresco, sano y limpio que se obtiene a través de la limpieza y el cribado.

En el sistema poscosecha de los productores de pequeña escala es frecuente que el grano venga desde el campo con infestaciones de plagas o también con residuos de cosecha —pedazos de olote, tamo, hojas y tallos—, material extraño —semilla silvestre, otras plantas, tierra, piedras, etcétera—, o que los granos vengan quebrados. 

Al remover esas impurezas, que son foco de infestaciones, la limpieza contribuye a reducir el desarrollo de plagas y las mermas de granos durante el almacenamiento. Además, al eliminar los granos contaminados la limpieza también reduce la presencia de micotoxinas. La falta de limpieza del grano está asociada con una baja eficacia de los métodos de control de plagas.

Los agricultores generalmente limpian su grano de forma manual usando el viento para un pre limpiado —así eliminan el material ligero, seco o voluminoso— y para una limpieza más rigurosa una zaranda con malla, que puede medir entre 2 y 5 milímetros (0.8 a 2 pulgadas) dependiendo del tipo y tamaño de grano. 

La limpieza en el sector rural es una práctica que a menudo no es remunerada porque se realiza por los integrantes de la familia —especialmente mujeres y niños—, así que frecuentemente estos costos no se reconocen en el sistema de producción, siendo actividades extras a los quehaceres domésticos que pueden contabilizarse en tiempo por 3.6 horas por tonelada de maíz, así que suele ser una actividad dura y agotadora. 

Ya que la limpieza es una actividad importante para toda la cadena de valor de los cultivos de granos básicos —para productores, consumidores, transformadores—, se requiere encontrar opciones fáciles y accesibles para realizar esta actividad. En este sentido, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) busca opciones de mecanización que faciliten la operación de limpieza para favorecer la calidad de los granos y así los productores obtengan mayor ganancia por el precio de venta durante la comercialización. 

En Guanajuato, por ejemplo, a través de los puntos de maquinaria especializados en servicios poscosecha —implementados en colaboración con la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) que impulsa con el CIMMYT el programa MasAgro Guanajuato—, técnicos y productores han conformado centrales de servicios de limpieza con maquinaria (cribadora-seleccionadora, bazuca y cocedora de costales) para obtener granos limpios y seleccionados por tamaños. 

Con esta iniciativa se busca apoyar a pequeños productores —que siembran entre 2 y 3 hectáreas— de frijol y maíces nativos e híbridos. De forma específica se busca que los productores puedan limpiar y clasificar su grano por tamaño de manera más eficiente, así como facilitar la interacción con programas gubernamentales y empresas transformadoras locales para propiciar un mayor ingreso económico por la venta de granos sanos.

Estos puntos de maquinaria especializados se encuentran en zonas estratégicas del estado, donde la cribadora-seleccionadora, bazuca y cocedora de costales se entrega a productores en comodato para que ofrezcan el servicio a precios accesibles ($200 por tonelada de maíz y $10 por costal de frijol) —esto incluye los jornales que hacen la limpieza y encostalan—. Con estos ingresos los productores dan mantenimiento a la maquinaria y eventualmente pueden capitalizarse y adquirir su propia maquinaria.