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Opciones sustentables ante el aumento del costo de los fertilizantes

Purísima del Rincón, Gto.- En meses recientes el costo los fertilizantes ha aumentado por diversos factores. Antes de esto, en El Bajío la fertilización representaba entre el 35 y el 40% del costo total de producción para maíz y cereal de grano pequeño. Hoy en día, la fertilización ocupa hasta el 50% del costo total de producción, señala Francisco Buenrostro, coordinador del área de fertilidad de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—.

Ante este contexto adquieren relevancia los proyectos de escalamiento de fertilidad integral que se desarrollan en el marco del citado programa. El objetivo de estos es que los productores, proveedores de fertilizantes o las sociedades de producción rural dispongan de información confiable —sobre aspectos que permitan mejorar la eficiencia en el uso de fertilizantes, tales como fuente, cantidad, momentos y formas de aplicarlos— para disponer de mezclas de fertilizantes adecuadas para los suelos de una región específica.

En esta estrategia —en la que participan productores, proveedores de fertilizantes, sociedades de producción rural,  investigadores, gobiernos municipales y MasAgro Guanajuato—, el trabajo conjunto de los actores involucrados puede resultar en la implementación gradual de la estrategia de fertilidad integral en nueve municipios en donde ya se desarrollan acciones para optimizar el uso de fertilizantes y, consecuentemente, incrementar la productividad y minimizar los impactos al ambiente. 

La fertilidad integral es un concepto que hace referencia a la administración de los nutrientes mediante un enfoque llamado “las 4Rs” —generado por el Instituto Internacional de Nutrición Vegetal (IPNI)—, es decir, la aplicación de la fuente correcta, en la cantidad, la forma y el momento correctos, ya que este enfoque también se puede abordar desde la respuesta a cuatro preguntas: ¿qué?, ¿cuánto?, ¿cuándo?, y ¿cómo?

Para determinar cuál es la fuente correcta y cuánto, cuándo y cómo es mejor aplicarle, a través de esta iniciativa se realizan análisis de suelos —se capacitan productores y técnicos para tomar muestras de suelo que son enviadas a un laboratorio—, y mapas de fertilidad —científicos del CIMMYT generan mapas de fertilidad que muestran la concentración de nutrientes. Así se identifica qué nutrientes hacen falta (o si hay suficiente o en exceso) y en dónde—. 

Con esta información los proveedores de fertilizantes, con el soporte del CIMMYT, pueden mejorar o adecuar las mezclas para brindar una fuente de fertilización apropiada para cada zona o municipio. Además, junto con el equipo de MasAgro Guanajuato, se generan recomendaciones para corregir y mejorar la fertilidad y, junto con los gobiernos municipales, se capacita a productores y técnicos.

En municipios como Purísima del Rincón y Valle de Santiago se han instalado además parcelas demostrativas en terrenos de productores para validar las recomendaciones . Al comparar el esquema convencional contra la propuesta de fertilidad integral en dichos espacios se ha encontrado que en aquellas parcelas donde se ha implementado la estrategia de fertilidad integral ha habido un incremento de la producción de hasta 15%, lográndose reducir la cantidad de aplicación de fertilizantes entre 30 y 40% por tonelada producida.  

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La importancia de los acuíferos y su gestión sustentable

Los acuíferos son formaciones subterráneas naturales que absorben y almacenan el agua de lluvia. De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), alrededor del 70% del agua que se utiliza en las ciudades y el agua de riego que se usa en un poco más de la tercera parte de la superficie agrícola del país proviene de acuíferos. 

Aguas Firmes es uno de los proyectos más relevantes que actualmente se desarrollan en México para la preservación y manejo del agua de los acuíferos. Es impulsado por Grupo Modelo, la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas organizaciones públicas y privadas que están uniendo esfuerzos para mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo.

Los de Calera y Apan son dos de los acuíferos más sobreexplotados en el país (de los 653 existentes, se considera que 105 están sobreexplotados). Así que mejorar la sustentabilidad del agua proveniente de estos acuíferos no es una tarea menor. De hecho, es una tarea colosal y por ello el proyecto Aguas Firmes contempla entre sus pilares la Agricultura Sustentable. 

La agricultura es importante para la recarga de acuíferos no solo porque gran parte de las extracciones de estas reservas de agua es para riego agrícola, sino por el tema del suelo: los acuíferos se alimentan con el agua de lluvia, pero esta no pasa directamente a los acuíferos, lo hace a partir del suelo que permite su infiltración. Lamentablemente, años de prácticas inadecuadas han hecho que gran parte de los suelos agrícolas del país disminuyan drásticamente su capacidad de infiltrar agua.  

La promoción de la Agricultura Sustentable es clave entonces para optimizar el consumo de agua y para mejorar la capacidad de infiltración de los suelos. En el caso de Calera, Zacatecas, los retos son grandes porque las prácticas convencionales que prevalecen no solo afectan la salud del suelo, sino que muchas veces disminuyen la rentabilidad de los cultivos. 

En Calera una parte considerable de la superficie agrícola se siembra con hortalizas. El manejo que prevalece, en general, es uno donde “subsolean, barbechan o voltean y luego rastrean, pasan destorrenadores varias veces y prácticamente mullen el suelo, lo pulverizan completamente al pasar rotavatores (máquinas que pulverizan el suelo), así forman camas mullidas y sin terrones prácticamente. Después todavía pasan una máquina marcadora. Esto además es mucha mano de obra. En cultivos como el ajo o el chile son entre 100 y 120 jornales por hectárea por ciclo”, comenta Julio César González, colaborador del CIMMYT para el proyecto. 

En contraste con este exceso de movimientos que destruye la estructura del suelo (y que en el caso de las hortalizas ha contribuido a que crezcan los problemas de sanidad vegetal), Aguas Firmes promueve la mínima labranza (uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación) para recuperar dicha estructura, pero esto también contribuye a mejorar la rentabilidad.

Los productores locales traen unos costos de producción promedio de unos $26,000 por hectárea de maíz, con rendimiento promedio de entre ocho y nueve toneladas. Esto con labranza convencional. El año pasado, con la Agricultura de Conservación que estamos fomentando, tuvimos un costo de producción de $17,000 y un rendimiento de nueve toneladas; es decir, una rentabilidad mayor que de forma convencional. Por esto y por optimizar el consumo de agua es que migrar hacia Agricultura de Conservación es lo que nos llevaría por mucho a cumplir los objetivos del proyecto”, señala Julio César. 

Migrar hacia sistemas de producción agrícola más eficientes está permitiendo avanzar en el largo camino para la gestión sustentable de acuíferos. Una de las ventajas que ofrece el proyecto es que las soluciones que propone no son recetas universales, sino una gama amplia de prácticas sustentables que se pueden adaptar a las más diversas condiciones. 

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Todo empezó a mejorar al no quemar

Con un terreno accidentado a más de mil 700 metros sobre el nivel del mar, Tapalapa es uno de los municipios de la zona montañosa del norte de Chiapas con mayor altitud. Allí, en el Cerro de Gallo —en el tramo carretero San Antonio—, un grupo de productores que solía quemar sus parcelas hoy da testimonio de cómo conservar el rastrojo y diversificar cultivos les ha dado mejores resultados. 

“Antes quemábamos mucho, antes hacíamos la rozadura y luego se quemaba, yo creo que por eso se daba la erosión de la tierra, ya no daban los frutos del maíz. Entonces ahorita ya no se quema, ahorita ya es diferente toda la plantación, todo lo que va quedando lo dejamos ahí para que se nutra el suelo que prácticamente está mejorado hoy en día”, comenta el señor Macario Díaz Rodríguez.

“Yo anteriormente lo chaporreaba —cortar con machete— y lo quemaba, y sembraba así nomás por costumbre, pero después de que vino el ingeniero del proyecto con Walmart y el CIMMYT ya nos dieron un poco de orientación de como trabajar el rastrojo, y pues la verdad hay cambio”, menciona al respecto el señor Félix Orquín Rodríguez

Macario y Félix son dos de los productores de Tapalapa que participan en el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

El proyecto que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT se basa en el desarrollo de capacidades, en la transmisión de conocimientos, tecnologías y prácticas sustentables para que sean los propios productores quienes transformen sus sistemas de producción de forma integral. 

Antes aplicábamos herbicida, pero desde que recibimos la capacitación ya no lo usamos; hemos aprendido a colocar el manojo de rastrojo para que ahí se genere lo que es el abono. Hemos aprendido muchas cosas en los talleres,  y no solamente sobre el campo”, comenta Benjamín García Vázquez, otro de los productores participantes en referencia a los temas de asociatividad que también promueve el proyecto.

Además del aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo y la diversificación de cultivos —dos de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación—, los técnicos del proyecto brindan a los productores un acompañamiento constante, compartiéndoles otras prácticas asociadas —como los enfoques agroecológicos y el compostaje— para mejorar sus sistemas. 

Los aprendizajes que estos productores han obtenido a través del proyecto con Walmart y el CIMMYT les han permitido incluso aprovechar de mejor manera algunos programas gubernamentales y, sobre todo, tener la certeza de que esos aprendizajes benefician directamente a sus familias. 

“Muchas de las veces el producto no era muy bueno, no nos daba mucho, era muy poco el tonelaje en realidad. Entonces ahorita con los ingenieros vamos superando todo eso, es mejor el producto ahorita, es de mejor calidad. Por eso agradezco por darnos la enseñanza para la plantación de muchas cosas en los cultivos”, concluye el señor Benjamín García Vázquez. 

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Un muy buen primer año de innovación en familia

Comenzar a estudiar la ingeniería en Sistemas de Producción Agroecológica hizo que Marco Antonio Rodríguez Pedro facilitara a su familia —en San Miguel Figueroa, Pochutla, en la costa de Oaxaca— abrir la puerta a la innovación agrícola que le ofreció Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Él fue la pieza clave para que su padre Vicente Rodríguez Rodríguez, su madre Juana Pedro De la Rosa, su hermana Maribel de 17 años, e incluso su hermano Brian de nueve años, cambiaran la forma convencional de sembrar —la cual propiciaba la degradación de sus suelos— por fertilización fraccionada con dos aplicaciones, el manejo de cobertura del suelo y el control oportuno de malezas.

Es el primer año Marco Antonio y su familia implementan estas prácticas sustentables, las cuales incluyen la diversificación de cultivos. Anteriormente ellos sembraban solo cuatro cultivos. Hoy, siembran ocho distintos: frijol ejotero —conocido como blanco—, frijol caupí negro, canavalia, calabaza, ajonjolí, jícama, jamaica de cáliz rojo y maíz.

Vicente Rodríguez reconoce que, a pesar de trabajar las tierras desde “chiquillo”, ha sido su hijo Marco Antonio quien lo ha motivado a echarle ganas e implementar nuevas prácticas con la asesoría técnica que le brinda el proyecto. Juana Pedro, la mamá de Marco Antonio y responsable de la comercialización de la producción familiar, comenta en este sentido que: “a mí me gusta venir al campo y ahora que mi hijo está estudiando nos motiva”. 

Para el técnico y colaborador del CIMMYT, Omar Francisco Sánchez Ríos, “con la Agricultura de Conservación podemos tener sistemas que se adapten o tengan cierta tolerancia a la sequía”. Además, la inclusión de leguminosas permite mejorar la calidad nutricional de los alimentos, mejorar la estructura del suelo e interferir en los ciclos de vida de plagas y malezas, disminuyendo su incidencia en la parcela. 

Junto con la diversificación de cultivos, en la parcela de la familia Rodríguez Pedro se incluyó la asociatividad y la medición de las precipitaciones pluviales —ya que las condiciones climáticas han vuelto a las lluvias muy erráticas—, lo cual le permite a Marco Antonio afirmar que en la temporada de lluvias de este 2021 el agua fue muy escasa, a pesar de momentos nublados en los que aparentaban fuertes lluvias.

Tenemos intervalos muy secos y aún con esa escasez de lluvia hemos tenido buena producción de maíz y productos en general porque trabajamos con la Agricultura de Conservación. Este sistema nos ha permitido optimizar el uso de fertilizante y reducir los gastos excesivos porque implica el mínimo movimiento del suelo, la incorporación de residuos de cosecha y la rotación de cultivos”, afirma Marco Antonio. 

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Legumbres, semillas que ayudan a la salud humana y del suelo

Las legumbres son los frutos —semillas contenidas en una vaina— que producen las leguminosas —frijoles, habas, lentejas, etcétera—.  Son una gran fuente de proteínas vegetales y, en el plano agronómico, mejoran con sus propiedades la tierra en la que se cultivan pues poseen la singular capacidad de aportar nitrógeno a la tierra de cultivo. 

“Las legumbres son una fuente rica de aminoácidos esenciales y proteínas de manera que complementan el consumo de cereales. Aportan una cantidad importante de carbohidratos y micronutrientes, así como fibra de calidad. Además, ayudan a mantener niveles bajos de colesterol “malo” y reducir la presión arterial”, comenta Carlos Barragán García quien promueve el cultivo de legumbres a través del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

“Se trata de productos que han acompañado al ser humano en su desarrollo agropecuario desde la prehistoria y se cuentan entre las primeras plantas domesticadas del planeta. La inclusión de leguminosas en sistemas de cultivos múltiples —como el cultivo intercalado o la simple rotación de cultivos— es importante para el manejo sostenible de los nutrientes del suelo, para mejorar la estructura de este y, en conjunto, es un paso importante hacia la implementación de prácticas agrícolas más sustentables”, señala el técnico. 

“Las prácticas agrícolas inadecuadas han degradado la fertilidad del suelo y han aumentado los costos de producción. El desequilibrio en el uso de nutrientes y la utilización incontrolada de pesticidas están contribuyendo a un mayor costo de producción y a la degradación de la agrobiodiversidad. El uso de leguminosas, en rotación con cultivos básicos como el maíz, ofrece un amplio margen para mejorar los ingresos de los productores y para restaurar el equilibrio biológico de los suelos”, añade Yashim Victoria Reyes Castañón, quien también brinda acompañamiento técnico a los productores que participan en el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT. 

“Para restaurar la función del suelo al nivel óptimo, la diversidad de cultivos es importante y las leguminosas son una buena opción. Con respecto a sus beneficios para el suelo, por ejemplo, las leguminosas pueden fijar una gran cantidad de nitrógeno por su relación simbiótica con algunas bacterias fijadoras. Esto es de vital importancia considerando la necesidad de intensificar la producción de alimentos mientras se hace un mejor uso de los recursos naturales”, concluye Yashim. 

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Agricultura de Conservación y Milpa Intercalada con Árboles Frutales, una buena combinación

En Oaxaca, más del 60% de los suelos están erosionados y los cambios en el uso del suelo han favorecido ciclos de barbecho más cortos, empeorando la degradación. En el caso de los agricultores en laderas, la Agricultura de Conservación y la Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF) pueden combinarse exitosamente para reducir la erosión y mejorar la seguridad alimentaria, refiere un nuevo estudio de un grupo de investigadores de la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), publicado recientemente.

El estudio es relevante en muchos sentidos. Primero, porque son pocos los estudios científicos orientados a identificar y/o evaluar prácticas adecuadas y viables para los pequeños productores en laderas. Segundo, porque se llegó a considerar que la Agricultura de Conservación y la agrosilvicultura ―la combinación de árboles y cultivos agrícolas, como en el sistema MIAF― no eran compatibles. 

Gracias a este estudio se confirma que la Agricultura de Conservación ―sistema que tiene por componentes básicos la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos― y el MIAF no solo son prácticas complementarias como algunos autores ya habían sugerido, sino que constituyen una vía para la intensificación sostenible y adaptada localmente del sistema de producción tradicional a través de cambios de bajo costo que se encuentran dentro de las posibilidades de los agricultores. 

Los investigadores establecieron, desde 2014, el mismo diseño experimental en dos lugares de Oaxaca ―en los municipios de Santa María Teopoxco y Tamazulápam del Espíritu Santo― para evaluar la Agricultura de Conservación con MIAF junto con agricultores locales. La diversificación de cultivos ―a través de la rotación de cultivos, cultivos múltiples, cultivos de relevo o agrosilvicultura― fue lo que más incrementó los rendimientos del sistema, hasta 1.4 toneladas por hectárea (t/ha) en Teopoxco y 1.7 t/ha en Tamazulápam. 

El estudio señala que el mayor uso de insumos a través de una mayor fertilización o encalado no incrementó la rentabilidad lo suficiente como para justificar su uso. En cambio, la labranza cero y la retención de residuos aumentaron los rendimientos y redujeron los costos de producción. En suma, la Agricultura de Conservación con MIAF resultó un sistema rentable y de alto rendimiento que también redujo el riesgo de los agricultores al proporcionar varias cosechas al año. 

En este sentido, el estudio destaca que en los ciclos en que la cosecha principal fracasó, los árboles frutales pudieron producir debido a su diferente estación de crecimiento en comparación con el maíz. Ya que el cambio climático aumentará la frecuencia de tales temporadas de cultivo, la diversificación de cultivos mejoraría la resiliencia de la producción de los pequeños agricultores, reduciendo el riesgo de fracaso general de los cultivos. En el caso de este estudio, la inclusión de un cultivo de relevo de chícharos en Teopoxco y el multicultivo de maíz-hoja de higuera-calabaza-frijol en Tamazulápam permitieron que los sistemas fueran más productivos.

Los investigadores concluyen que la rotación de cultivos y la labranza cero fueron las prácticas que más aumentaron los rendimientos del maíz, y señalan que los rendimientos de las variedades de maíz autóctonas se pueden aumentar de forma sostenible en los sistemas de cultivo de laderas de pequeños agricultores sin necesidad de insumos costosos. Por supuesto, las investigaciones para identificar y/o validar las mejores prácticas agrícolas para los sistemas en laderas aún debe continuar, pero este estudio sin duda representa un gran avance en la materia.

El estudio completo puede ser consultado gratuitamente en la revista Frontiers in Agronomy, la cual publica investigaciones rigurosamente revisadas por pares sobre temas relacionados con la agronomía: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fagro.2021.787507/full

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Cuidar sus suelos les ha abierto la puerta a nuevos mercados

Villaflores es uno de los municipios más representativos de la Frailesca. Esta región llegó a ser conocida como el “granero de Chiapas”, pero por diversas circunstancias actualmente la región tiene suelos degradados, una superficie agrícola más reducida y una creciente vulnerabilidad de los pequeños agricultores cuyas organizaciones, con frecuencia, tienen dificultades de capital, capacitación organizativa y técnica, acceso a crédito, liderazgo, información de mercados y migración. 

Para contribuir a cambiar esta situación, el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), impulsa en Villaflores la adopción de prácticas de Agricultura Sustentable —particularmente la diversificación de cultivos— y promueve la asociatividad. 

“Trabajo el campo con mi familia, con mis hijos. Antes lo que hacíamos era levantar el rastrojo y luego meter ganado. Ahora ya cambiamos, ya no movemos la tierra. Entre menos movimiento es mejor. Hacemos camas permanentes y dejamos el rastrojo como cobertura. A mucha gente le ha gustado la forma cómo vamos trabajando porque cosechamos más y nos queda un poquito más de recurso. Así ya hasta podemos hacernos de otra maquinaria, aunque sea año con año, ya tenemos una seguridad para irla pagando”, comenta don Víctor Manuel Martínez Durán, productor de El Rancho El Vergel, en Villaflores, Chiapas, quien participa en el proyecto. 

“Nos llamó mucho la atención las compras consolidadas —un esquema de compras en conjunto que permite obtener precios más bajos—, que eso nos vino a beneficiar mucho, nos dieron buen precio”, comenta don Víctor, quien también ha encontrado ahorros significativos en la nueva forma de trabajar la tierra: “En lo que es Agricultura de Conservación sí es un buen beneficio para nosotros como campesinos, porque ya no aramos, solo hacemos camas una vez y les damos mantenimiento los siguientes años. Así ya no gastamos en el arado que es caro, que nosotros lo hacemos, pero es un costo”. 

La salud del suelo también es fundamental para asegurar que los beneficios se sostengan en el tiempo y por eso “los ingenieros del proyecto vinieron con la mira de que nosotros hiciéramos el análisis de suelo, y aquí nadie lo hace, porque nosotros no sabíamos para qué podría ser útil. Se hacía la agricultura convencional, sin ningún estudio. Ya con el análisis de suelo ya nos dieron el resultado y vimos cómo íbamos a fertilizar y qué es lo que les hacía falta a los suelos. Ahora pues el cultivo es más sano, más uniforme. Esa es una ventaja pues se ve el cambio que ha tenido la tierra”, señala el productor. 

Muy cerca de El Rancho El Vergel, en el Ejido Villa Hidalgo, miembros de la Sociedad de Producción Rural Las Casitas —quienes también participan en el proyecto— coinciden en la utilidad de apostar por la salud de los suelos. Don Rigoberto Alfaro Rosales, por ejemplo, comenta que “la conservación de suelos nos ha dado muchos resultados porque hemos invertido menos y hemos producido más; la materia orgánica que estamos dejando nos ayuda a que la maleza no salga. Hemos visto el beneficio que nos ha dado estos cursos, de todo lo que es asociatividad, subsoleo —una técnica que permite aflojar el suelo, pero sin removerlo— que es primordial, porque los terrenos estaban muy compactados”.

El proyecto impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT busca desarrollar y fortalecer las capacidades de los productores: “los ingenieros nos apoyan no solo en la teoría, también en la práctica. Gracias a ese apoyo lo que hoy este grupo está haciendo es cuidar los suelos. La materia orgánica se queda en el terreno, así brota menos ‘monte’ y hay más productividad” —los rendimientos de la sociedad pasaron de alrededor de cuatro a siete y media toneladas por hectárea gracias a la diversificación de cultivos con leguminosas, comentan—, comenta Adaín Vázquez Sánchez, miembro de la sociedad Las Casitas. 

“Eso impacta más porque no es solo una familia, sino un grupo de compañeros y amigos y nuestras familias los que estamos siendo beneficiados y que llevamos una vida mejor porque otro de los beneficios que hemos obtenido como Sociedad de Producción Rural ha sido el acceso a nuevos mercados. El impacto del proyecto es una mejor economía y más salud por consumir alimentos menos contaminados”, enfatiza Adaín. 

Finalmente, Hermilo González Gómez y Eliobenay López Cruz, también parte de la Sociedad de Producción Rural Las Casitas, expresan que es importante estar dispuestos al cambio: “Estamos en toda la disponibilidad de seguir adelante con el proyecto y que nos sigan asesorando, queremos avanzar, queremos innovar más que nada, tener nuevos conocimientos para que esto mejore y que el día de mañana las nuevas generaciones tengan esto como una plataforma de cambio”.

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La utilidad de las curvas a nivel para la preservación de los suelos

Con el aumento en cantidad de la población mundial, la demanda de producción de alimentos también aumenta. Sumado a esto, el cambio climático agrega nuevos retos para los sistemas agroalimentarios, de manera que explotar los recursos naturales de forma intensiva exige poner en marcha acciones de recuperación de dichos recursos. 

En el caso particular de las actividades agrícolas, hay alternativas viables para continuar con la producción intensiva de alimentos mientras se hace un uso racional de los recursos y se implementan prácticas de recuperación de suelo. MasAgro Guanajuato, por ejemplo, cuenta con diversas estrategias que facilitan la recuperación de los suelos y la optimización del agua de lluvia.

MasAgro Guanajuato es un programa conjunto de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). El programa pone a disposición de técnicos y productores prácticas sustentables que, al ser implementadas en campo conforme a las características del suelo, ambiente y disposición de agua, contribuyen a la preservación de los recursos naturales. 

Una de estas prácticas es la definición de curvas a nivel —que ya están implementando productores de los municipios de Tarimoro y Salamanca para el cultivo de sorgo—. Estas son curvas a través de la pendiente que permiten reducir la erosión del suelo y hacer un mejor uso del agua de lluvia, pero ¿por qué curvas a nivel? 

Cuando hablamos de recursos naturales en la agricultura a cielo abierto, el suelo destaca como un organismo vivo de gran complejidad —para que se forme un centímetro de suelo se estima que debe transcurrir más de un siglo sin perturbaciones—. Las actividades agrícolas no sustentables han acabado con esa dinámica natural de regeneración, dando como resultado la erosión y, en casos extremos, suelos inertes. 

Cuando la parcela de cultivo tiene una pendiente muy marcada, el riesgo de pérdida de suelo debido a la lluvia y el viento es aún mayor. Para reducir este riesgo es indispensable implementar técnicas de conservación e intervenir técnicamente de manera integral en todos los componentes o áreas del proceso de producción. 

Una alternativa para preservar los suelos es fomentar la cobertura vegetal a través de los cultivos de servicio. Entre las funciones más importantes de estos está trasladar el carbono atmosférico (con la planta en verde) hacia el suelo a través del manejo del rastrojo sobre la superficie (después de cosechar) y así, además, incorporar poco a poco materia orgánica para darle estructura e incentivar la actividad biológica del suelo.

Otras alternativas para la conservación o recuperación del suelo son la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos provenientes de compostas y, desde luego, el trazado de curvas a nivel. 

Para trazarlas no se requiere necesariamente de equipo especializado, basta un nivel —denominado aparato A o nivel tipo A— que se puede construir con materiales muy sencillos y de fácil acceso. Estos son: dos palos de madera del mismo tamaño (2 m) y uno más corto (1.5 m), un hilo grueso o cuerda flexible, un nivel de burbuja, un lápiz, tres clavos, un martillo, un flexómetro, una piedra o botella —que servirá de plomada— y un encalador. 

Para construir el nivel tipo A primero se marca el punto medio de los palos de 2 m mientras que al de 1.5 m se le marcan 25 cm de cada uno de sus extremos. Después se unen las piezas de 2 m por uno de sus extremos —dejando un sobrante de al menos 2.5 cm—. La pieza de 1.5 m se une a las dos piezas de 2 m ya unidas —cuya abertura debe ser de 2 m—, justo a la mitad que se marcó con anterioridad.

Una vez ensamblados los palos se coloca la plomada en el extremo superior de la “A” haciendo que su caída coincida con el punto medio de la pieza de madera de 1.5 m que funciona como travesaño horizontal —para marcar la mitad es útil apoyarse del nivel de burbuja—. 

Con este sencillo aparato se pueden trazar entonces las curvas a nivel, que son líneas trazadas a una misma altura, transversalmente a la pendiente. Son particularmente necesarias en los terrenos en condición de temporal porque permiten reducir la velocidad del agua de lluvia y favorecen su distribución uniforme en la parcela y su posterior infiltración —particularmente en caso de que antes se haya hecho una rotura vertical si fuera necesario—.

Fuentes:

  • Guzmán Díaz, G. (2012) Conservación de suelos: como trazar curvas a nivel (No. AV/1226). Ministerio de Agricultura y Ganadería, San José (Costa Rica).
  • García, J. (2016). Manual para trazo de curvas de nivel. Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, CIMMYT. Chiapas (México). 
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Agriba Sustentable en El Bajío

El incremento de los costos de los insumos agrícolas en los recientes periodos ha conducido a muchos agricultores a buscar alternativas que hagan más eficiente sus prácticas agrícolas y les permitan lograr una alta productividad, pero también cada vez son más los productores que buscan lograr una producción sustentable.

La Agricultura de Conservación es un sistema de producción sustentable —donde al menos el 30% del rastrojo de la cosecha anterior queda disperso en forma de cobertura sobre la superficie del suelo para que en el siguiente ciclo la siembra se realice sobre el rastrojo— que favorece las propiedades biológicas del suelo y contribuye a que aumente la tolerancia de los cultivos a la incidencia de plagas y enfermedades.

El proyecto Agriba Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que nace con el propósito de impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano, particularmente en los estados de Guanajuato y Michoacán.

La adopción de prácticas y tecnologías sustentables propuestas por el CIMMYT —con la Agricultura de Conservación como pilar— permite que los productores disminuyan de manera considerable la erosión sus suelos, al tiempo que favorecen la biodiversidad y la fertilidad de este. Esto es importante porque la regeneración del suelo es el componente principal y el punto de partida que detona un efecto en cadena cuyo resultado final se traduce en mayor rendimiento de grano, pero con menor costo de producción en comparación con las prácticas agrícolas convencionales. 

Los productores que ya trabajan bajo este sistema de producción enfatizan que, si bien para ellos uno de los aspectos más importante es el ahorro en costos de producción, las prácticas realizadas a través de la capacitación y el acompañamiento técnico que reciben a través del proyecto les están permitiendo lograr un mayor rendimiento y una mayor rentabilidad, pero también les está mostrando que a través de estas innovaciones ellos están contribuyendo con cuidado del medioambiente, por ejemplo, al reducir el uso de maquinaria y combustible agrícola.

El proyecto Agriba Sustentable va más allá de realizar solo un laboreo mínimo del suelo. Contempla un gran número de prácticas y tecnologías que se pueden adecuar al sistema particular de cada parcela y cada productor. El uso de microorganismos benéficos como modo de acción y prevención efectiva contra organismos fitopatógenos es un ejemplo. 

En beneficio a los productores de El Bajío, Agriba Sustentable busca escalar de manera progresiva a más territorio y productores para que adopten las tecnologías propuestas para sus parcelas y así encaminar a los productores hacia una más alta rentabilidad sin perder de vista la sustentabilidad y el cuidado del suelo agrícola.

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Plantas que controlan otras plantas

De acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en 2003 en Magdalena Apasco, Oaxaca, se sembraban 1,664 hectáreas de maíz para grano; sin embargo, para el 2020 solo se sembraban 780 hectáreas. Esta reducción del 53% se explica por diversos factores, como los cambios en la dinámica poblacional y la tasa de urbanización, pero también debido a una sistemática disminución de los rendimientos. 

Los bajos rendimientos actuales se deben a diversos factores, entre ellos afectaciones por sequías, degradación de la fertilidad del suelo, el incremento de los costos de producción y la presencia de plagas y malezas. Por esta razón es importante buscar alternativas que permitan enfrentar varios problemas a la vez, con impactos en el corto plazo, pero que también sean sostenibles en el tiempo. 

Lo anterior significa que la producción debe percibirse ahora como un sistema mucho más vasto, con muchas partes en constante interacción. En México, por ejemplo, el 59% de las unidades de producción agrícola a cielo abierto usan herbicidas químicos, pero solo el 18.48% practica la rotación de cultivos (INEGI, 2020) cuando diversificar y rotar cultivos ayuda a controlar malezas debido, entre otros aspectos, a un efecto conocido como alelopatía. 

La alelopatía es definida como la influencia directa de un compuesto químico liberado por una planta sobre el desarrollo y crecimiento de otra planta. Las sustancias alelopáticas son inducidas por estreses ambientales y las plantas pueden liberarlas al ambiente por medio de la exudación de las raíces, lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales, o en este caso las sustancias alelopáticas, son arrastradas por el agua—, volatilización y descomposición de los residuos de las plantas en el suelo. 

Las sustancias alelopáticas presentes en diversas plantas cultivadas pueden reducir la necesidad del manejo de malezas, especialmente el uso de herbicidas y, aunque la alelopatía por si sola no resuelve el problema de malezas, sí es una herramienta útil para para su manejo. 

En trabajos de diversificación de cultivos recientemente hechos con el señor Antonio Chávez Jiménez —productor de Magdalena Apasco y quien participa en el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, por ejemplo, se ha identificado el potencial del girasol en el control de malezas de hoja ancha.

También en Magdalena Apasco, Soledad y María Chávez Pineda —quienes también participan en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT— trabajan junto con su papá un conjunto de pequeñas parcelas donde producen alfalfa y maíz nativo que usan para alimentar su ganado bovino y ovino. La necesidad de forraje dio la oportunidad de experimentar en el pasado ciclo otoño-invierno con diversos cultivos de grano pequeño: alpiste, canola, tritricale y avena, sembrados en camas anchas o melgas para subir la densidad de siembra y conocer su efecto en el control de malezas de hoja angosta.

El cultivo que presentó mejor desempeño en rendimiento y el control de malezas fue la avena —que además puede dar una segunda cosecha de forraje—, seguido de la canola, y el alpiste. En el caso de los maíces que se establecieron como testigo, y a pesar de haber incrementado su densidad de población y haber realizado un paso de yunta para controlar malezas a los 40 días de la siembra, se observó presencia de malezas de hoja ancha y hoja angosta. 

Cabe señalar que posteriormente, en el ciclo primavera-verano, Soledad y María sembraron su habitual maíz nativo blanco raza Bolita y la disminución de malezas en la parte de la parcela donde se validaron los cultivos de grano pequeño fue notable en comparación donde se sembró maíz. Este hecho confirma que, efectivamente, la diversificación de cultivos —a través de rotaciones, asociaciones, relevos, etcétera— ayuda al manejo de malezas y contribuye a que el sistema de producción sea más rentable, con efectos positivos sostenibles en el tiempo.