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2020, un año de transformación

Texcoco, Edo. Méx.- La crisis mundial por la pandemia de COVID-19 puso de manifiesto la vulnerabilidad de los sistemas agroalimentarios y la necesidad de renovarlos a través de la ciencia a fin de que la sociedad disponga siempre de dietas asequibles, suficientes y saludables producidas de forma sustentable, señala el Reporte Anual 2020 del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) publicado recientemente. 

El informe reúne los avances de la comunidad del CIMMYT durante 2020: desde la consolidación de MasAgro-Cultivos para México hasta el lanzamiento histórico de cultivos biofortificados en Nepal, el reporte brinda datos y testimonios de cómo la investigación colaborativa del CIMMYT impactó a nivel global en un año tan crítico y decisivo año en que la resiliencia, la renovación y la transformación han sido fundamentales.

A nivel global, y solo como ejemplo de los esfuerzos realizados, durante 2020 se lanzaron 63 variedades únicas de trigo y 48 de maíz —derivadas de la colaboración entre diversos centros de investigación del CGIAR, del cual forma parte el CIMMYT—en África, Asia y América Latina; se publicaron 405 artículos científicos; se hicieron más de 1,500 envíos de semillas de maíz y trigo para investigación a más de 100 países; se caracterizaron genéticamente 79,191 muestras de trigo; y un equipo internacional —dirigido por la Universidad de Saskatchewan y científicos del CIMMYT— secuenció los genomas de 15 variedades de trigo que abren la posibilidad de generar nuevos programas de mejoramiento en todo el mundo.

En el campo específico del mejoramiento del maíz, destaca que durante 2020 se lanzó una nueva categoría de líneas de maíz —llamadas Líneas de recursos genéticos de maíz del CIMMYT (CMGRL)—, algunas con tolerancia a la sequía durante la floración y el llenado de granos (cinco líneas adaptadas subtropicales) y otras resistentes al complejo de la mancha de asfalto (cuatro líneas adaptadas tropicales). 

En Etiopía, Kenia, Zimbabue, China, India, Nepal, México y otras latitudes, la comunidad del CIMMYT y sus colaboradores han trabajado intensamente durante 2020, particularmente para desarrollar medidas de prevención y contención de las amenazas de enfermedades que enfrentan los sistemas agroalimentarios globales. 

En el camino hacia estos objetivos, las herramientas informáticas y de análisis de datos han sido fundamentales y por eso destaca también el Premio a las Aplicaciones Innovadoras en Analítica 2020 (IAAA), otorgado al CIMMYT, la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), y el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), que describe el sistema de monitoreo, evaluación, rendición de cuentas y aprendizaje de MasAgro-Maíz para México.

Los invitamos a leer el informe que está disponible en: https://annualreport2020.cimmyt.org.

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Maíces nativos para una gastronomía sostenible

Villa de Tututepec de Melchor Ocampo, Oax.- El 18 de junio es el Día de la Gastronomía Sostenible. Las Naciones Unidas promueven esta conmemoración para fomentar que la cocina tenga en cuenta el origen de los ingredientes —cómo se cultivan y cómo llegan a las mesas donde se sirven—, y esto implica celebrar la gastronomía como expresión cultural de la diversidad natural y social del mundo (preservando las tradiciones culinarias y aprovechando los productos locales y de temporada), así como enfatizar la necesidad de transformar las dietas para transformar los sistemas agroalimentarios, contribuyendo así a la conservación de la biodiversidad y el medioambiente en general. 

Para muchas comunidades en México, los maíces nativos encarnan esa riqueza biocultural que es a la vez sustento, tradición y sabor. Por esta razón, para el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores ha sido importante promover la investigación, el rescate y el aprovechamiento de los maíces nativos. 

En Oaxaca, por ejemplo, la Integradora Agroempresarial del Río Verde —con la que se promueven prácticas sustentables en aquella entidad y que está conformada por alrededor de 80 productores— trabaja en cuatro ejes fundamentales: conservación de los maíces nativos, evaluación de cultivos resistentes a la sequía, utilización de sistemas de riego adecuados para la región y la comercialización de las cosechas de pequeños productores y su capacitación en prácticas sustentables. 

José Esteban Sotelo Mariche, representante de la organización, comenta que “dentro de las acciones que impulsamos está la gastronomía con maíces nativos para hacer promoción de nuestros sabores originarios. Esto se trabaja con cocineras tradicionales y con chefs gourmet para fusionar sabores y conocimientos, desde la parte ancestral hasta las nuevas tendencias gastronómicas”. 

“Los maíces nativos de colores, particularmente los rojos y azules, son materiales difíciles de conseguir porque muchos se perdieron o dejaron de usarse y de consumirse en esta zona por la idea de que eran maíces no adecuados para la alimentación humana, prevaleciendo la preferencia por el maíz blanco. Por eso ahora estamos trabajando con las comunidades indígenas que resguardaron estos materiales para impulsar la producción y el consumo de los maíces nativos de colores, reintroduciéndolos tanto en las cocinas tradicionales como en la alta cocina”, señala José Esteban. 

“El centro de acopio de maíces nativos está en el municipio de Villa de Tututepec de Melchor Ocampo, Oaxaca. Fomentamos el desarrollo local, pero también procesamos para el mercado de exportación. Se está comercializando a Nueva York, Los Ángeles y Pensilvania, en los Estados Unidos y actualmente estamos trabajando otra propuesta para generar valor agregado en la región de la costa y sierra sur de Oaxaca”, comenta José Esteban Sotelo, quien además explica que estos consumidores pueden tener la certeza de que estos maíces han sido cultivados con prácticas amigables con la naturaleza, como la Agricultura de Conservación que se promueve junto con el CIMMYT. 

“Estamos trabajando con maíces de las variedades Tuxpeño, Olotillo, Conejo y Bandeño. El grano que hasta ahorita hemos mandado más es el blanco, un 95% aproximadamente, un 3% grano amarillo y un 2% morado o de otros colores. Desde el año 2018 hemos implementado una estrategia de rescate y conservación de los maíces pigmentados, principalmente rojos y morados con los que hemos estado tratando también de fortalecer la economía de los pequeños productores”. 

“Queremos fortalecer el mercado local, también queremos que nuestros paisanos disfruten de estos alimentos y por eso estamos aprovechando los mercados turísticos que tenemos en nuestra región. En el caso de Puerto Escondido vamos a procurar la vinculación con un restaurante donde se va a ofertar gastronomía elaborada por cocineras tradicionales, afromexicanas, mixtecas, chatinas, zapotecas y, a través de molino del Puerto, vamos a estar procesando el maíz y teniendo venta directa de grano, tortilla, tostadas y otros productos derivados del sistema milpa”, finaliza José Esteban Sotelo Mariche.

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Una metodología para beneficiar a la sociedad desde el campo

Texcoco, Edo. Méx.- Los problemas del campo son complejos. No se reducen al tema de las prácticas agrícolas, sino que trascienden a las prácticas socio organizativas, a las políticas públicas e incluso a la influencia histórica y la herencia cultural. En este contexto, ¿cómo diseñar estrategias adecuadas para que las sociedades tengan mejores sistemas agroalimentarios?, ¿cómo articular esfuerzos, incluidos los de propios agricultores?, ¿cómo facilitar la participación entre los sectores público, privado, social y académico?

Para apoyar el desarrollo de acciones coordinadas entre los sectores en beneficio del sistema agroalimentario nacional, investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrollaron y validaron una metodología integral y multisectorial denominada Iniciativa del Sistema Agroalimentario Integrado (IASI, por sus siglas en inglés). 

La metodología IASI permite explorar los escenarios actuales y futuros, identificar líneas de acción y definir estrategias. Esto es particularmente útil en contextos donde hay múltiples actores involucrados pues permite unificar criterios y esfuerzos en torno a objetivos comunes. Además, no se trata solo de un planteamiento teórico, pues esta metodología ya ha sido aplicada en México y replicada en Colombia con éxito. 

En el caso de México, la aplicación de la metodología permitió que se gestara y consolidara Maíz para México, iniciativa encabezada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural con el soporte científico del CIMMYT y la participación de organismos públicos, universidades, empresas y sociedad civil. Una colaboración parecida se desarrolló en Sudamérica dando paso a Maíz para Colombia. 

Más allá de ser solo una guía para el desarrollo de propuestas conjuntas, la metodología IASI es un marco que permite la interacción, el análisis y la suma de esfuerzos. Esto se ve reflejado en la pertinencia de las acciones que derivan de su implementación. 

“Soy parte de un programa del Gobierno Federal que está apoyando a los jóvenes. Por ese programa es que llegué aquí con el ingeniero de MasAgro-Cultivos para México. Aquí he aprendido a no quemar la tierra para producir más. Al no quemar se abona la tierra. Aquí es muy común que quemen, pero yo ya no lo hago y ahora estoy trabajando con mi propia parcela y el ingeniero la viene a revisar cada ocho días y así estoy aprendiendo. Yo les diría a otros productores que hagan estas nuevas prácticas, porque yo ya las probé y sí funcionan, se produce más maíz y se puede producir año con año porque tiene más abono”, comenta Ezequiel García García, de la comunidad Santa María Limón, en Oaxaca. 

Como Ezequiel, muchos otros productores en todo el territorio nacional se pueden beneficiar de programas, proyectos y otras iniciativas surgidas del consenso que propician metodologías como IASI, la cual aprovecha el análisis de las situaciones específicas, modela predicciones y escenarios para sincronizar la acción pública y privada a nivel nacional hacia la sostenibilidad, la equidad, y sistemas agroalimentarios inclusivos. 

A través de esta propuesta, México está contribuyendo al desarrollo de los sistemas agroalimentarios del mundo al aportar una metodología que puede ser calibrada y aplicada a los más diversos contextos para escalar prácticas agrícolas innovadoras y atraer inversiones públicas y privadas. 

Para saber más de este enfoque y de su potencial para transformar las actividades agrícolas contaminantes y vulnerables en sistemas alimentarios incluyentes, sostenibles y resilientes, se puede leer el artículo completo elaborado por científicos del CIMMYT y de la Alianza de Bioversity Internacional-Centro Internacional de Agricultura Tropical. El documento está disponible en la plataforma de la revista científica PLOS ONE, en el siguiente enlace: 

Govaerts B, et al. (2021). Un CGIAR y la Iniciativa de Sistemas Agroalimentarios Integrados: del cortoplacismo a la transformación de los sistemas alimentarios del mundo. PLOS ONE 16 (6): e0252832. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0252832 

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Trazando el camino para reducir las emisiones de óxido nitroso

Al igual que muchas de las cuestiones que afectan a los sistemas agroalimentarios contemporáneos, la cuestión del uso del nitrógeno parece plantear problemas y soluciones contradictorias dependiendo de dónde se mire. En muchas partes del mundo se están experimentando las consecuencias medioambientales del uso excesivo e ineficiente de los fertilizantes nitrogenados. En otros lugares, los suelos pobres en nitrógeno son un obstáculo para la productividad agrícola.

Abordar estas cuestiones aparentemente contradictorias significa garantizar que el nitrógeno se aplique con la máxima eficacia en todas las tierras de cultivo del mundo. Los agricultores deberían aplicar la cantidad de nitrógeno que puedan absorber sus cultivos en cualquier agroecología. Si se aplica más, el exceso de nitrógeno provoca emisiones de óxido nitroso (N₂O) —un potente gas de efecto invernadero (GEI)— y otras degradaciones medioambientales. Si se aplica menos, el potencial agrícola no se aprovecha. Ante el doble reto del cambio climático global y la necesidad prevista de aumentar la producción mundial de alimentos en más de un 70% para 2050, ninguno de los dos escenarios es deseable.

Los sistemas agroalimentarios de maíz y trigo están en el centro de este dilema. Estos cultivos básicos son fundamentales para garantizar la seguridad alimentaria de una población creciente. También representan alrededor del 35% del uso mundial de fertilizantes nitrogenados. Para abordar el problema, primero hay que contabilizar con precisión las emisiones mundiales de N₂O procedentes de los campos de maíz y trigo, y después cuantificar el potencial de mitigación desglosado por regiones. Esta es la tarea que ha emprendido un reciente estudio publicado en Science of the Total Environment y del que es coautor un equipo de investigadores que incluye a científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y del El Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS).

«La cuantificación espacialmente explícita de las emisiones de N₂O y su potencial de mitigación ayuda a identificar los principales puntos de las emisiones y las áreas prioritarias para la acción de mitigación a través de una mejor gestión del nitrógeno consistente con los objetivos de producción y ambientales específicos de cada lugar», dice Tek Sapkota, científico del CIMMYT y editor de la revisión del sexto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Un mapa muestra los principales puntos de las emisiones de nitrógeno relacionadas con la producción de maíz y trigo. (Gráfico: Tesfaye et al./CIMMYT)
Un mapa muestra los principales puntos de las emisiones de nitrógeno relacionadas con la producción de maíz y trigo. (Gráfico: Tesfaye et al./CIMMYT)

Un enfoque basado en modelos

Los investigadores compararon las estimaciones de las emisiones de N₂O elaboradas con cuatro modelos estadísticos (modelo tropical de N₂O, CCAF-MOT, IPCC Tier-1 e IPCC Tier-11). También compararon las estimaciones de los modelos con las emisiones reales registradas en 777 puntos distribuidos por todo el mundo. Aunque los cuatro modelos funcionaron relativamente bien con respecto a las mediciones empíricas, las estimaciones de nivel II del IPCC mostraron una mejor relación con los datos medidos tanto en los campos de maíz como de trigo y en los escenarios de bajas y altas emisiones.

Los investigadores descubrieron que, tanto para el maíz como para el trigo, las emisiones eran más elevadas en el este y el sur de Asia, así como en partes de Europa y Norteamérica. En el caso del maíz, algunas partes de Sudamérica también parecían ser focos de emisiones. En Asia, China, India, Indonesia y Filipinas fueron los principales emisores de ambos cultivos. Los investigadores también observaron que China, junto con Egipto, Pakistán y el norte de la India, tienen el mayor exceso de aplicación de nitrógeno (es decir, nitrógeno en exceso de lo que puede ser tomado productivamente por los cultivos).

Recortar el exceso

Es importante identificar específicamente los principales puntos de la aplicación excesiva de nitrógeno, ya que representan áreas prometedoras a las que dirigir la reducción de emisiones. Para una región determinada, el volumen de emisiones puede ser un factor simplemente de las grandes áreas de cultivo de maíz o trigo junto con los altos niveles de uso de nitrógeno. Sin embargo, es posible que los agricultores de estas regiones no tengan mucho margen para reducir la aplicación de nitrógeno sin afectar al rendimiento. Y la reducción de la superficie cultivada puede no ser deseable o viable. Sin embargo, cuando la tasa de aplicación de nitrógeno es elevada, reducir la tasa de aplicación y aumentar la eficiencia del uso del nitrógeno es una solución que beneficia a todos.

Un agricultor de Etiopía se prepara para esparcir fertilizante en su campo tras la siembra de trigo. (Foto: CIMMYT)

Los investigadores estiman que puede lograrse una reducción de las emisiones de óxido nitroso del 25 al 75% mediante diversas prácticas de gestión, como las 4R, que significan la fuente, el momento, la colocación y la tasa de aplicación correcta. Esta reducción no sólo reduciría drásticamente las emisiones de N₂O y disminuiría otros impactos ambientales de la producción de maíz y trigo, sino que representaría un importante ahorro de costes para los agricultores. Una mayor eficiencia en la aplicación del nitrógeno también puede tener efectos positivos en el rendimiento de los cultivos.

«Promover enfoques de gestión integrada del nitrógeno mediante políticas adecuadas, apoyos institucionales y buenos sistemas de extensión es esencial para mejorar la eficiencia del uso del nitrógeno con el fin de cumplir la seguridad alimentaria, la acción climática y otros objetivos de desarrollo sostenible», afirma Sapkota.

Kindie Tesfaye, científico del CIMMYT y uno de los autores del artículo, añade: «La importancia política del estudio radica en que los potenciales de mitigación estimados de los campos de maíz y trigo a nivel mundial son útiles para que los países con zonas críticas apunten a la gestión de los fertilizantes y los cultivos como una de las opciones de mitigación en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).”

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Establecen CNA y CIMMYT acuerdo por el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria

Ciudad de México.- El Consejo Nacional Agropecuario (CNA) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) celebraron un convenio marco de colaboración para impulsar la producción sostenible, el abasto y la rentabilidad de los sistemas agroalimentarios en México. 

El objetivo de ambos organismos es sentar las bases para lograr una mayor coordinación sectorial a través de actividades o proyectos, desarrollo de capacidades y transferencia de tecnologías que contribuyan a incrementar la productividad, rentabilidad y sostenibilidad de los productores en las diferentes regiones del país. 

“Con la firma de este acuerdo, el CNA cumple con uno de sus principales objetivos al facilitar los procesos de innovación, generación y transferencia de mejores prácticas y tecnologías para hacer que las actividades productivas en las cadenas agroalimentarias y agroindustriales sean más eficientes, pero, sobre todo, sostenibles”, señaló Juan Cortina Gallardo, Presidente del CNA. 

El representante del organismo sectorial consideró una gran ventaja que México sea la sede global del centro de investigación agrícola sin fines de lucro que ha desarrollado más de la mitad de las variedades de maíz y la mayoría de las variedades de trigo que se siembran en todo el mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo, además de las prácticas y tecnologías que hacen más sostenibles los sistemas de producción de ambos granos. 

“CIMMYT cuenta con su sede orgullosamente en México. La intención es fortalecer la capacidad de respuesta de CIMMYT, este importante centro de innovación, investigación y desarrollo y de México ante cualquier situación adversa en materia agroalimentaria”, agregó Cortina Gallardo. 

“Desde hace más de 50 años, México ha sido la cuna de la innovación agrícola para combatir el hambre y alimentar al mundo”, subrayó Bram Govarts, Chief Operating Officer y Director Global de Desarrollo Estratégico del CIMMYT. “Ahora es necesario redoblar esfuerzos y colaborar estrechamente con los productores, asociaciones, empresarios e industriales representados en el CNA para dar una respuesta transformacional a la crisis actual para que la agricultura sea, una vez más, el motor de la recuperación y del desarrollo sostenible de México y de México para el mundo. ¡Juntos podemos lograr una evolución verde!”, agregó el representante del organismo internacional. 

La Secretaria de Economía, Tatiana Clouthier Carrillo, fungió como testigo de honor en la celebración del acuerdo a través del cual ambas instituciones se comprometieron a emprender proyectos de colaboración específicos para incrementar los rendimientos y disminuir los costos de producción del maíz y del trigo, además de conservar los recursos naturales y proteger los ecosistemas de México.

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Entre semillas, papel y números

Desde sus orígenes, el hombre ha necesitado de la naturaleza para sobrevivir. Si bien la dieta de los seres humanos ha ido evolucionando, las plantas y los animales han sido parte fundamental, de manera que su domesticación, así como el desarrollo y difusión de técnicas para cultivarlas o criarlos, fue el inicio de una larga travesía para que las actividades agropecuarias sean como la conocemos hoy. 

En la actualidad, la demanda de alimento sigue incrementándose, al igual que el crecimiento demográfico —constantemente a costa de los recursos naturales—, haciendo que los retos del sistema agroalimentario sean cada vez mayores. Es ahí donde radica la importancia de la investigación científica, el desarrollo de capacidades y el acompañamiento técnico a todas las personas que trabajan en el aprovechamiento de los granos para mejorar su productividad y sustentabilidad, así como para mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

Me siento muy orgullosa de trabajar en una organización sin fines de lucro como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Considero que mi trabajo dentro del Hub Península de Yucatán es “un granito de arena” que se suma a un esfuerzo colectivo para hacer posible que la “magia” del campo suceda. Por eso quiero contarte qué es un Hub del CIMMYT y qué hacemos en ellos las asistentes administrativas.

Los Hubs, o nodos de innovación, son más que una representación del CIMMYT en los estados, y mucho más que una infraestructura física (compuesta por plataformas de investigación, módulos y áreas de extensión o parcelas demostrativas). Son, por así decirlo, espacios estratégicos de una red donde las relaciones y la comunicación entre productores, científicos, técnicos, representantes de organizaciones y otros actores clave son posibles. 

Los hubs, en este sentido, no son solo oficinas, estas son  espacios en donde todos estos actores se reúnen para planear y acordar las actividades; ya sea realizar capacitaciones, gestionar colaboraciones, dar seguimiento a los procesos o, incluso, generar camaradería y equipo. Yo soy testigo de estas reuniones y para mí es emocionante ver el compromiso, la responsabilidad y el ambiente que se genera cuando personas que aman el campo coinciden y persiguen un objetivo común. Sí, puedo decir que es inspirador.

Se podría decir que el trabajo administrativo que realizo, es como “el detrás de cámaras de una película”; quizá es una labor que no se puede ver a simple vista, pero que es elemental para realizar los procesos en campo. El trabajo administrativo facilita la obtención de recursos humanos y materiales para el desarrollo de los diferentes eventos, capacitaciones, reuniones y actividades que se realizan en campo y en otros espacios de colaboración. Somos las asistentes administrativas de CIMMYT quienes realizamos esta importante función, somos el “engrane” que apoya el movimiento de las piezas para que la “gran maquinaria” funcione. 

Si bien las labores administrativas implican mucho tiempo de escritorio, en este puesto tenemos también el privilegio de realizar actividades en campo y así, estar en contacto con los productores y los diferentes actores de la red de innovación. Esos momentos de cercanía con ellos son emocionantes, divertidos y enriquecedores. Cuando regreso de alguna visita a campo, por ejemplo, llego a casa sintiéndome satisfecha de ver a los productores y el trabajo que realizan con el acompañamiento técnico; en esos momentos agradezco y reconozco a mis compañeros por su trabajo, dedicación, esfuerzo, enseñanzas y, sobre todo, por la actitud positiva con la que siempre tratan a las personas en el campo. 

Escuchar a los productores hablar de viva voz de sus casos de éxito y que nos compartan sus historias sobre cómo la mejora en su sistema de producción ha mejorado también su calidad de vida, me eriza la piel. Un buen ejemplo de esto es el trabajo de Edgar Miranda, pionero en la formación del grupo Productores de Maíz Criollo Kantunil. Con la colaboración del ingeniero Vladimir May y el doctor José Castillo, actualmente ha rescatado más de 20 variedades de las tres razas de maíz que hay en la Península de Yucatán y ha reproducido cinco variedades de caupíes (Vigna unguiculata), incrementando la disponibilidad de semilla en la zona.

A pesar de las complicaciones por la pandemia y los desastres naturales que se han presentado en el estado, Edgar ha seguido brindado acompañamiento técnico a distancia a los productores de la zona, sin retribución alguna, solamente por el puro amor al campo. Aunque creo que muchos de ustedes, lectores del Boletín EnlACe, ya lo conocen, y si no, los invito a leer esta publicación que recientemente se hizo sobre él: Historia de un rescatista de maíces nativos.

Casos como el anterior y las visitas que he tenido la oportunidad de realizar a las parcelas me han sensibilizado sobre la labor del campo y la necesidad de aproximarse a las particularidades de los productores. La importancia y el desafío que implica este trabajo y la empatía que hay que fomentar es de las experiencias más gratificantes de mi trabajo y, quizá, la que más me gusta. Nuestra labor está llena de desafíos, pero la fortaleza radica en la comunicación y apoyo tanto del equipo local, como de las otras áreas administrativas y de mis compañeras asistentes en todos los Hubs del CIMMYT.

Sabiendo que el trabajo de todos hace posible historias como la de Edgar, la organización y el control de la oficina, los gastos y el resguardo de los activos no son más que la “cereza del pastel” de mi trabajo; finalmente, las actividades que se desarrollan en el Hub dependen de que los recursos estén circulando siempre y que los activos y materiales estén disponibles y en óptimas condiciones. Esta también es mi responsabilidad y una de las razones por las cuales el equipo confía en mí, así que no cambiaría mi trabajo por nada, pues además aprendo constantemente de mi equipo de trabajo, el cual, junto con los productores y la red de actores de innovación del CIMMYT hacen que la magia en el campo ocurra, y eso nunca dejará de sorprenderme. 

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América Latina podrá liderar la investigación de sistemas agroalimentarios

Con la agricultura mundial estancada y amenazada por el cambio climático, el papel de América Latina para abordar estos desafíos a través de la innovación y la colaboración es crucial. Esta fue la principal conclusión de la mesa redonda desarrollada en el marco del Premio Mundial de la Alimentación 2020, donde representantes de cuatro centros de investigación del CGIAR dialogaron sobre las oportunidades para aumentar la inversión en América Latina y desarrollar así innovaciones que permitan mejorar la agricultura y la agrobiodiversidad global.

Durante la mesa de diálogo —moderada por Natasha Santos, de Bayer Crop Sciences—, Jesús Quintana —director gerente para las Américas de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT)— habló sobre el trabajo de su organización para promover el desarrollo sostenible en la Amazonía: “Con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) estamos buscando modelos de negocios que fortalezcan las innovaciones locales y los negocios sociales para conservar la biodiversidad, incluidos los sistemas agroalimentarios”.

Por su parte, Bram Govaerts —director global de Desarrollo Estratégico y representante para las Américas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, señaló que el Programa Mundial de Alimentos recibirá el Nobel de la Paz 50 años después de que al doctor Norman E. Borlaug —cuyo trabajo sirvió de inspiración para el CGIAR— se le otorgara el mismo premio por su trabajo en los ámbitos de la alimentación y la agricultura. El hecho, dijo Govaerts, sirve como aviso de que aún queda mucho trabajo en la lucha contra el hambre y la inseguridad nutricional en todo el mundo.

Posteriormente, Ginya Truitt Nakata —directora regional para América Latina y el Caribe del Centro Internacional de la Papa (CIP)— mencionó que la misión continua de erradicar el hambre y promover el desarrollo frente al cambio climático puede abordarse de manera única en la región andina, donde a través de una iniciativa del CIP se pueden emplear las montañas como un laboratorio viviente para la co-investigación (con redes de pequeños agricultores) de los desafíos agrícolas.

Rubén G. Echeverría —investigador del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI)—, señaló que el IFPRI está impulsando la incubación de proyectos para ampliar las innovaciones y lograr un mayor impacto y de más alcance en los agricultores: “este trabajo requiere asociaciones con los sectores público y privado para ayudar a transformar nuestro conocimiento en impacto para los sistemas alimentarios”.

Entre los temas abordados destaca la necesidad de la inclusión en la investigación, las asociaciones con diversos sectores y la recopilación de datos: «necesitamos datos multipropósito y usar el monitoreo en tiempo real para garantizar un mejor retorno de la inversión. Necesitamos saber dónde progresamos y dónde cometimos errores», señaló Bram Govaerts —quien previamente describió el trabajo del CIMMYT con AgroTutor, una aplicación móvil que ofrece recomendaciones adaptadas a las necesidades de los agricultores a partir del monitoreo de miles de parcelas en todo México—. En el mismo sentido, Jesús Quintana comentó que «el monitoreo cuidadoso de los proyectos debe ser el centro del trabajo colaborativo y debe permitir que el impacto se mida con precisión».

La agricultura en América Latina, como en otras regiones del mundo, también debe luchar contra la “fuga de cerebros”, particularmente contra la pérdida de jóvenes talentosos hacia otros sectores del mercado laboral. De acuerdo con Truitt Nakata, “hablamos de desarrollo participativo con agricultores: mujeres, hombres y jóvenes”. Al respecto, Rubén G. Echeverría mencionó que “cuando hablamos de juventud necesitamos más que participación. Se trata de atraer a los jóvenes a las oportunidades agrícolas a través de las tecnologías de la información y las finanzas”.

Finalmente, Marco Ferroni —presidente de la Junta de Administración del CGIAR— dijo que “América Latina es la región exportadora de alimentos más grande del mundo y un importante productor de servicios ecosistémicos que dan forma a los patrones climáticos y al clima globalpor lo quelos sistemas alimentarios latinoamericanos necesitan y merecen atención e inversión”.

Por: Biodiversity/CIAT, CIMMYT, CIP, IFPRI.

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Hacia la transformación agrícola de África

África.- Del 8 al 11 de septiembre de 2020 tuvo lugar el Foro Africano de la Revolución Verde (AGRF, por sus siglas en inglés) y allí estuvo presente el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Este evento de carácter continental llegó a sus 10 años de realización en el marco de la crisis global sanitaria por COVID-19. Coyuntura que es también una oportunidad para el llamado a la acción hecho en esta cumbre virtual: construir sistemas alimentarios que sean equitativos, sostenibles, resilientes y capaces de enfrentar los desafíos globales de la desnutrición, la pobreza y el cambio climático, además de responder a los retos emergentes e imprevistos, como los que plantea una pandemia. En síntesis, transformar los sistemas alimentarios en beneficio de todos.

Es así como Bram Govaerts, director global de Desarrollo Estratégico del CIMMYT, participó en el panel sobre escalamiento y transformación de los sistemas alimentarios en la era PLUS-COVID-19, donde representantes de los sectores público y privado intercambiaron los aprendizajes que hasta ahora les ha dejado a ellos y a sus organizaciones la actual contingencia, al igual que las oportunidades que han identificado en este tiempo de incertidumbre para hacer real la transformación de los sistemas agroalimentarios.

En los 90 minutos de discusión y con más de un centenar de personas conectadas en línea desde América Latina, China, África, Estados Unidos y Trinidad y Tobago, entre otras latitudes, hubo consenso entre los panelistas —representantes de actores globales como la Fundación Syngenta para la Agricultura Sustentable, GIZ, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y continentales como el Banco Africano para el Desarrollo (AfDB, por sus siglas en inglés)— en que este es el mejor momento para unir fuerzas, solucionar las barreras que impiden el buen funcionamiento de las cadenas de valor e invertir en la agricultura como un motor pilar de bienestar y desarrollo.

Un panel hecho de preguntas inquietantes

¿Cómo el COVID-19 está impactando tus planes y los de la organización que representas en diferentes países? ¿Cómo está afectando tus planes con la innovación? Dos de las preguntas que orientaron la discusión y construyeron afinidades sobre la relevancia de generar soluciones glocales, donde actores mundiales neutrales como los centros del CGIAR son bienvenidos por su carácter articulador en la generación de alianzas transversales, transformadoras e integradoras, que reconocen las diferencias que hay en los sistemas agroalimentarios de un país a otro, pero comparten la decisión por un futuro sustentable con seguridad alimentaria y nutrición al alcance de todos.

“Cuando hablamos de alianzas para cogenerar soluciones es clave dejar a un lado la discusión entre si es mejor trabajar con el sector privado o con el sector público, para enfocarse en la experiencia y experticia que una diversidad de socios puede aportar para generar soluciones duraderas y sustentables”, indicó Govaerts reconociendo el difícil momento por el que están pasando los sistemas agroalimentarios en el planeta y “esta oportunidad imperdible que tenemos como sociedad de invertir recursos, talentos y determinación en darle forma al futuro con sistemas agroalimentarios integrados que benefician a todos los actores de la cadena”, puntualizó.

Los panelistas coincidieron también en que, de cara a la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de 2021, las buenas noticias comienzan con el reconocimiento de que el escalamiento es más que un enfoque, más que el último paso de la realización de un proyecto y, por lo tanto, requiere de mucho más respaldo y trazabilidad, es decir de inversiones a largo plazo que le den piso y apoyo.

Y ¿qué hay del consumidor urbano nutricionalmente vulnerable?

El 60% de los alimentos en África se consume en áreas urbanas, donde la obesidad y el acceso a comida ultra procesada son parte del desafío nutricional a nivel continental. Entonces, ¿cómo hacer accesibles dietas más nutritivas a las comunidades urbanas vulnerables? Esta fue una de las preguntas orientadoras del panel en el que participó Natalia Palacios, científica especialista en calidad nutricional de maíz y responsable del Laboratorio de Calidad de Maíz del CIMMYT, intercambiando perspectivas con representantes de entidades como la Fundación Rockefeller, HarvestPlus, EAT y USAID; al igual que con otras organizaciones como Chefs’ Manifesto que promueve la recuperación del hábito de cocinar los alimentos en casa y aboga por la importancia de una alimentación saludable y nutritiva en los primeros mil días de vida.

En su intervención, Natalia resaltó la importancia de hacer de la producción de alimentos una actividad que responda a las necesidades y preferencias del consumidor, teniendo en cuenta también factores como lograr que en la preparación se pierda el menor número posible de nutrientes. Esto sin olvidar que la agricultura debe ser una actividad atractiva para el productor en términos de generación de ingresos y calidad de vida, lo cual contribuiría también a disminuir el flujo hacia las zonas urbanas. Todo esto manteniendo la agricultura dentro de los límites planetarios sustentables.

Una silla en la mesa ministerial

¿Cómo pueden los países implementar políticas continentales y fortalecer sus sistemas agroalimentarios? Una de las preguntas clave abordadas en la Mesa Redonda Ministerial de Alto Nivel en la que participó Bram Govaerts en representación de Martin Kropff, director general del CIMMYT, partiendo del concepto de que detrás de cada grano de maíz o de trigo hay un sistema agroalimentario.

Allí reiteró el compromiso del CIMMYT con la visión de África sobre temas clave que van de ‘Sur a Sur’ como son los mismos sistemas agroalimentarios, la adaptación y mitigación del cambio climático, la nutrición y la generación de empleo para mujeres y jóvenes. Teniendo también muy presente otro objetivo crucial: lograr la autosuficiencia alimentaria en la era PLUS-COVID-19, mediante la puesta en marcha de iniciativas de sistemas agroalimentarios integrados. Un tema en el que poco a poco se viene avanzando con Maíz para Kenya y Trigo para Etiopía.

Participar en esta Mesa Redonda Ministerial fue también el escenario para promover temas que gozan de claras oportunidades de escalamiento a nivel continental. Es el caso del maíz con provitamina A, del maíz de alta calidad proteica (QPM, por sus siglas en inglés) y de las variedades biofortificadas. Tres formas comprobadas para alimentar mejor a la población vulnerable. Este es el momento propicio para expandir la experiencia de Etiopía y llevar sus beneficios a toda África.

La nixtamalización es también una oportunidad para fortalecer a los pequeños agricultores en el llamado mundo en desarrollo a ambos lados del océano Atlántico, pues —por ejemplo— cerca del 90% de los hogares keniatas cultivan maíz. Allí el uso masivo de esta técnica milenaria será crucial para reducir las pérdidas poscosecha, aumentar los ingresos —en particular para los pequeños agricultores— y bajar la incidencia de las micotoxinas y aflatoxinas en el maíz, tipos de hongos que se espera aumenten como resultado del cambio climático, un fenómeno para el que resulta estratégico invertir en el escalamiento de proyectos como el de Maíz Tolerante al Estrés para África (STMA, por sus siglas en inglés) que para 2020 prevé llegar a 5.4 millones de hogares con variedades de semillas de maíz mejoradas que cubran —en el mejor de los casos— 2.2 millones de hectáreas en el este (Etiopía, Kenia, Tanzania, Uganda), el sur (Malawi, Mozambique, Sudáfrica, Zambia, Zimbabue) y occidente (Benín, Ghana, Malí, Nigeria) de África. Estos esfuerzos se han realizado en estrecha colaboración con empresas semilleras locales y organizaciones nacionales de investigación agrícola en los 13 países mencionados.

Partiendo de cómo el COVID-19 ha mostrado cuán intrincadamente conectado está el mundo de hoy, cuando se habla de prevención y contención, la necrosis letal del maíz es un claro ejemplo del compromiso del CIMMYT con África, debido a la relevancia dada a la capacitación de los sistemas nacionales para que puedan prevenir, detectar e intervenir de manera proactiva y rápida. Esto ha dado como resultado que desde 2014 no ha habido ningún otro país fuera de África oriental que haya informado de un brote de esta enfermedad. En el futuro podría haber enfermedades virales o fúngicas más graves que surgirían por varias razones, incluidos los cambios climáticos, el comercio internacional, el movimiento de personas, las corrientes de aire y tantas otras más. La clave está en seguir uniendo fuerzas y recursos en materia de prevención y diagnóstico oportuno.

Por último, pero no menos importante, la promoción de la mecanización inteligente puesta al servicio de los agricultores de Ruanda sería una oportunidad para combinar maquinaria y equipos adecuados y asequibles para los pequeños agricultores con las lecciones aprendidas del proyecto en Mecanización Agrícola y Agricultura de Conservación para la Intensificación Sustentable (FACASI, por sus siglas en inglés) en Etiopía y Zimbabue, donde gracias a su incidencia se apoyaron los esquemas de arrendamiento y uso compartido de equipos; también se capacitó a personas para operar y mantener maquinaria, al tiempo que se alentó a individuos y grupos a convertirse en proveedores de servicios. Estos esfuerzos a menudo se enfocaron en dar nuevas oportunidades de negocio para jóvenes y mujeres.

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Chiapas firma convenio de Agricultura Sustentable para acelerar su reactivación económica

La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) del estado de Chiapas y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) firmaron un convenio de colaboración por medio del cual en los próximos cuatro años las productoras y los productores de ese estado aprenderán e implementarán prácticas sustentables para incrementar su productividad y conservar sus recursos naturales.

El acto formal (a través de una sesión virtual) estuvo presidido por la maestra Zaynia Andrea Gil Vázquez ―titular de la SAGyP de Chiapas― y el doctor Bram Govaerts ―director global del Programa de Desarrollo Estratégico y representante regional para las Américas del CIMMYT―, quienes estuvieron acompañados por los siguientes funcionarios de la SAGyP: Laura Guillén, jefa de la Unidad de Planeación; Gabriela Orantes, directora de Reconversión Productiva Agrosustentable; y Carlos Eulalio Morales, director de Agricultura Protegida, Vinculación e Innovación Tecnológica. En representación del CIMMYT, también estuvieron presentes Jorge Octavio García, gerente del Hub Chiapas; Daniela Vega, enlace del Programa de Desarrollo Estratégico; y José Guadalupe Flores, coordinador de Escalamiento.

Gracias al programa MasAgro, en Chiapas actualmente existen cinco plataformas de investigación (este año se instalará la sexta) y 57 módulos demostrativos, con lo que se ha logrado que 19,000 áreas de impacto en 28 municipios ―ubicadas en 13 de las 15 regiones del estado― adopten prácticas sustentables. Para las familias productoras que trabajan el sistema milpa, esto ha representado pasar de 900 a 1,500 kilogramos de maíz por hectárea al año (que es un incremento en el rendimiento de alrededor de 70%). Con respecto a las zonas comerciales, con las prácticas sustentables que se promueven se ha pasado de 3.5 a 5.5 toneladas por hectárea al año.

En el marco de la colaboración previa entre la SAGyP y el CIMMYT ―junto con otras organizaciones con las que se ha hecho sinergia―, destaca la campaña Chiapas No Quema, con la que se logró reducir 38% la cantidad de incendios en su primer año de operación en seis municipios chiapanecos. Asimismo, con la Mesa Técnica Agroclimática ―instalada en noviembre de 2019 con la participación de más de 15 instituciones académicas y de investigación, despachos, grupos de productores y otros actores estratégicos― se ha generado información útil para que las mujeres y los hombres dedicados al campo tomen decisiones oportunas con respecto a los fenómenos climatológicos, particularmente los derivados del cambio climático.

Durante su intervención, el doctor Bram Govaerts destacó el apoyo del Gobierno del estado de Chiapas para promover la Agricultura Sustentable: “gracias a la SAGyP hemos podido acelerar el impacto y Chiapas comienza a ser un estado líder en la generación de políticas públicas orientadas a la creación de sistemas agroalimentarios sustentables, no solo en maíz y trigo, sino también en otros cultivos. Esto es muy importante porque, ante la situación actual, es posible que venga una segunda pandemia: la del hambre. Afortunadamente, la vacuna para esta pandemia está en el campo, y será a través de sinergias como esta que se podrá superar”.

Al hacer uso de la palabra, la maestra Zaina Andrea Gil Vázquez subrayó que “lo que piden los productores es asistencia técnica que les permita aprender a producir mejor: aprender a utilizar las bondades de la tierra, como el rastrojo. En los foros en los que nos presentamos, promovemos una frase del CIMMYT que indica que «el rastrojo vale» y que «la agricultura sigue», porque eso es lo que ha pasado en esta pandemia, de manera que todos los esfuerzos científicos, tecnológicos y de innovación deben articularse. MasAgro es un programa esencial en este sentido, y en esta ocasión estaremos trabajando en un tema que no se había tratado antes: las cuencas”.

Finalmente, la titular de la SAGyP de Chiapas manifestó que incluso sin convenio se ha trabajado de una forma muy eficaz e importante con el CIMMYT, por lo que esta alianza potenciará el esfuerzo de ambas instituciones y permitirá beneficiar directamente a aquellos que mueven el campo chiapaneco.

 

 

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Guanajuatenses fabrican herramienta agrícola de vanguardia: cincel-roturador 3 en 1

La creación de herramientas climáticamente inteligentes a través de colaboraciones con actores locales es uno de los objetivos que promueven el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) a través del programa MasAgro Guanajuato, con el que se busca que los productores guanajuatenses adopten técnicas sustentables que favorezcan su sistema de producción.

Como parte de esta visión, MasAgro Guanajuato —en vinculación con Sembradoras Dobladenses, empresa guanajuatense que desde hace más de 30 años fabrica maquinaria agrícola— logró generar un prototipo de maquinaria multipropósito que será de gran beneficio para los agricultores de los principales sistemas de producción de Guanajuato. Se trata de un cincel-roturador que permite aprovechar mayores cantidades de agua, hacer más eficiente la siembra, reducir el movimiento de la tierra y preparar las camas de siembra.

La herramienta, que pronto saldrá al mercado, fue presentada y puesta en funcionamiento en la parcela de temporal del productor Luis León, en el municipio de Manuel Doblado. Debido a la contingencia sanitaria por COVID-19, y ante la imposibilidad de convocar a productores, esta presentación se hizo a través de una transmisión de Facebook Live, la cual incluyó participaciones de los especialistas del CIMMYT Manuel Ibáñez y Arturo Ortiz con temas de Agricultura Sustentable.

“Con esta innovación vamos a tener un subsoleo para la captación de agua, a acondicionar la línea de siembra y adicionalmente a ir reformando las camas con las alas que trae el equipo. Los componentes de esta herramienta son los cinceles con los que se puede penetrar hasta 30 centímetros de profundidad, las alas para reformar la cama, los hilos cortadores que van cortando todo el hilo de siembra —cortando el rastrojo para convertirlo en materia orgánica— y el chuzo que va a laborear alrededor de 10 centímetros donde va la siembra para facilitar la entrada de la sembradora”, explicó Álvaro Preciado Fuentes, representante de Sembradoras Dobladenses, quien estuvo presente durante el lanzamiento de este equipo.

Es importante mencionar que este implemento es ajustable y adaptable. La intención de MasAgro Guanajuato al promover este tipo de colaboraciones e innovaciones es que cada vez más las herramientas correctas estén al alcance de los productores para facilitar que estos se sumen a la creación de sistemas agroalimentarios sustentables.