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Innovación y asociatividad: mujeres transforman el agro mixteco

Productoras oaxaqueñas junto a sus silos metálicos herméticos. (Foto: García, Ramírez, Meentzen)
Productoras oaxaqueñas junto a sus silos metálicos herméticos. (Foto: García, Ramírez, Meentzen)

Ellas forman parte de un grupo de mujeres mixtecas que están transformando el campo de San Marcos Monte de León, municipio Villa Chilapa de Díaz, Oaxaca. Se trata de agricultoras que, de la mano del CIMMYT se han formado y capacitado en temas agrícolas. Han conocido el proceso de siembra, control de plagas, poscosecha, manejo de maquinaria adecuada para pequeñas parcelas y otros temas que están impactando positivamente a su comunidad.

“Nos reunimos, nos capacitamos, ahorramos y nos beneficiamos todas”, comenta una de ellas señalando que uno de los temas más relevantes que han trabajado es el de asociatividad.

“Los ingenieros nos compartieron los beneficios de realizar compras consolidadas y de los logros que podemos obtener con el ahorro”. Así, comentan ellas, tomaron al pie de la letra las indicaciones y empezaron a ahorrar semanalmente, junto a otras mujeres de otras localidades hasta que lograron lo suficiente para realizar una compra de 300 silos para almacenar maíz con capacidad de media tonelada.

Uno de estos grupos continuó el ahorro, pero esta vez para comprar una desgranadora eléctrica y no se detuvieron hasta conseguirlo. Ahora la rentan en su misma localidad y con las ganancias compran el combustible y las reparaciones de esta desgranadora que van surgiendo por el uso. Un ejemplo de que juntas se puede lograr más, enfatizan con orgullo.

Este mismo grupo se ha capacitado en temas de agricultura de conservación y han disminuido el movimiento del suelo: “Antes realizábamos barbecho, recruzada, surcado y ahora ya no. Ya solo pasamos la yunta una sola vez. Con eso hemos reducido los costos. Ya no gastamos tanto”, mencionan y detallan cómo han aprendido a realizar siembras directas con ayuda de las sembradoras manuales, conocidas como matraca.

El equipo técnico de CIMMYT que brinda acompañamiento técnico a este grupo comenta que “actualmente solo se reforman los surcos y las mismas señoras establecen el cultivo del maíz, se ahorran el costo de la yunta o los jornaleros para sembrar maíz”.

Para estas agricultoras el aprendizaje de tecnologías sustentables ha sido de mucha utilidad pues les ha permitido realizar la siembra ellas mismas, reduciendo costos. Además, el hecho de que ellas mismas gestionen las actividades de la parcela es particularmente útil porque los esposos de muchas de ellas trabajan fuera de la localidad o han migrado.

“A veces, aunque mi esposo, y sí el surcado ya está listo, pues voy yo a sembrar porque ya sé”, comenta una de ellas y otra señala que con las prácticas de agricultura sustentable que han aprendido “te ahorras tiempo, dinero, y ya no a fuerza tiene que estar el varón”.

Este es un ejemplo de que cuando a las mujeres se les capacita y ellas conocen el manejo de las herramientas y las validan, el conocimiento se convierte en un beneficio directo para ellas y sus familias, ya que disminuyen gastos y tiempo invertido para realizar las actividades del campo.

A través de la iniciativa regional AgriLac Resiliente, del CGIAR, CIMMYT en colaboración con organizaciones locales impulsan la agricultura sustentable con una perspectiva de género e inclusión social como medio para la construcción de comunidades agrícolas resilientes.

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Frijoles, tradición y nutrición de Oaxaca

Almud lleno de Frijol ayocote, domicilio de don Jacobo, San Miguel Tlanichico, Trinidad Zaachila, Oaxaca. (Foto: Mariel Guera / CIMMYT)
Almud lleno de Frijol ayocote, domicilio de don Jacobo, San Miguel Tlanichico, Trinidad Zaachila, Oaxaca. (Foto: Mariel Guera / CIMMYT)

El arte culinario es un componente fundamental de la identidad cultural de los pueblos y la cocina oaxaqueña es prueba de ello. Uno de los principales ingredientes de esa cocina son los frijoles y, sin estos, delicias como las tlayudas, las enfrijoladas, las memelas, xhobetas, entre otras, no serían las mismas. 

La tercera parte de las más de 150 variedades de frijoles se encuentran en México y la mayoría de estas se cultivan en Oaxaca. Uno de los guardianes de esa agrobiodiversidad es Jacobo Tanislado Benítez González, o simplemente don Jacobo, un agricultor de la comunidad de San Miguel Tlanichico, municipio de Trinidad Zaachila, en el estado mexicano de Oaxaca. 

Don Jacobo siembra más 30 variedades de cultivos, incluidas varias de frijoles entre las que destacan tres variedades altamente apreciadas en su localidad: el frijol Ayocote (Phaseolus coccineus) y los nativos Morado San Miguel y Delgado San Miguel. 

El frijol Ayocote tiene la semilla más grande de todos los frijoles. Su nombre proviene del náhuatl ayecotli, que significa “frijoles gordos”. 

“En San Miguel Tlanichico el Ayocote tiene un ciclo de producción de aproximadamente siete meses (mayo a noviembre) y puede alcanzar una producción de 300 kilos en un cuarto de hectárea, esto es un rendimiento de 1 200 kilos por hectárea. Comercializamos nuestros granos por almud —una antigua unidad de medida arraigada en algunas localidades de México que es equivalente a 3,8 kilogramos—, el cual lleno de frijol Ayocote cuesta de 200 a 250 pesos (MXN)”, comenta don Jacobo. 

Don Jacobo añade que “los frijoles nativos Morado y Delgado San Miguel tienen un ciclo de 90 días y un precio de 65 pesos el kilo”. El Delgado, comenta el productor, es el más apreciado por él y su familia por su rico sabor y fácil cocción. 

A don Jacobo le interesa también producir de manera sustentable. Colaborando con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desde hace ya años, ha adoptado la agricultura de conservación, elabora su propia lombricomposta y lixiviados —un biofertilizante natural que contiene nutrientes importantes para el crecimiento de las plantas, en este caso se obtiene del proceso de lombricompostaje—para fertilizar sus cultivos. 

Después de las cosechas, don Jacobo almacena sus granos con el principio de hermeticidad —ausencia de oxígeno—, utilizando desde recipientes de PET de diferentes tamaños, hasta silos metálicos herméticos. Así, con los conocimientos que ha adquirido, aprovecha la amplia agrobiodiversidad de la localidad y combina saberes tradicionales e innovaciones tecnológicas para lograr una producción sustentable en sus parcelas.

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Productoras innovadoras están incrementando la seguridad alimentaria de sus comunidades

Luisa Chonteco, agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Luisa Chonteco, agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

“Yo trabajo el maíz y el frijol. Anteriormente solo lo guardamos en botes, pero actualmente aprendimos a guardarlos en bolsa hermética o en el silo metálico hermético, para que no se echen a perder”, relata Luisa Chonteco, una agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. 

Cargando a su hijo pequeño con un rebozo, Luisa toma asiento para escuchar con atención una nueva capacitación en manejo poscosecha impartida por técnicos de Ricinomex, un colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Oaxaca que además impulsa el comercio justo. 

Este tipo de capacitaciones le han permitido a Luisa mejorar la alimentación de su familia, comenta. Como ella, muchas mujeres en el medio rural cultivan, preparan y distribuyen los alimentos. En muchos sentidos, el trabajo de las mujeres en el campo alimenta a las familias, a las comunidades y al mundo. No obstante, con frecuencia su trabajo encuentra poco reconocimiento y apoyo y, como consecuencia, suelen obtener menos ingresos y experimentar una mayor inseguridad alimentaria.

De acuerdo con las Naciones Unidas, si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos productivos, incluida la tierra y el agua, podrían aumentar notablemente los rendimientos de sus parcelas, contribuyendo a reducir la hambruna en el mundo entre 12 y 17 %.

En este sentido, y considerando que el conocimiento es uno de esos valiosos recursos que puede transformar el papel de la mujer en el medio rural, Walmart Foundation y el CIMMYT impulsan el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, a través del cual se promueve la agricultura sustentable, las buenas prácticas poscosecha, la asociatividad y los liderazgos comunitarios, particularmente el de las mujeres. 

“Nosotras somos parte de este proyecto y con las capacitaciones estamos mejorando la calidad del maíz. Lo mejoramos preparando la tierra como debe ser, dejando el rastrojo para abono. A mi parecer es mejor porque no lleva químicos”, comenta Plácida Flaviana López, otra de las productoras que participa en el proyecto. 

“Cuando ya juntamos el maíz lo vendemos, anteriormente lo vendíamos muy barato, ahora con lo que nos han enseñado invertimos menos y lo damos a mejor precio. La verdad es que han crecido nuestros ingresos, hemos avanzado y por eso yo le platico a la gente de mi comunidad de lo que aprendemos y pues mis conocidos me están haciendo caso”, menciona Plácida, quien enfatiza que “las mujeres somos muy importantes y por eso es bueno que nos estén enseñando a nosotras todos esos procesos”. 

En un contexto donde las desventajas en materia de educación, formal o informal, se traducen en falta de capacitación y, por tanto, en falta de oportunidades para acceder a mejores condiciones de vida, el empoderamiento de las mujeres y niñas es fundamental para impulsar el crecimiento económico y promover el desarrollo rural, particularmente en lo relacionado con la seguridad alimentaria: “Estas semillas de maíz y de frijol significan mucho para mi porque son las que nos alimentan a diario y almacenando así no se pica ni el frijol ni el maíz”, comenta Reyna Jiménez, otra productora que participa en el proyecto.

Para Reyna, el aprendizaje de prácticas y tecnologías sustentables es fundamental para las nuevas generaciones: “Lo que yo hago es un beneficio para dejárselo a mi hijo, para que el aprenda a cultivar las cosas del campo y que todo sea más sano. Todas las mamás deberíamos cultivar en el campo y explicarles a nuestros hijos cómo guardar el maíz para que no estemos usando tantos químicos, por eso me gustaría invitar a todas las mujeres de la comunidad para que ellas también aprendan esto”.

El Día Internacional de la Mujer 2023 (8 de marzo) es una oportunidad para que las organizaciones y los individuos revisen críticamente cómo se pueden utilizar las innovaciones y tecnologías para lograr la igualdad de género. Desde el CIMMYT, centro de investigación perteneciente al CGIAR, se impulsan proyectos con un importante componente de género, como este y otros desarrollados en conjunto con diversos colaboradores y socios, donde se busca que la ciencia contribuya a cerrar las brechas de género en el campo.

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Aprendizajes que se comparten en comunidad

Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Muchos pequeños agricultores del sur y sureste de México enfrentan numerosas dificultades para lograr una producción suficiente para cubrir las necesidades de consumo de sus familias o lograr algunos excedentes para vender. Lluvias fuera de ciclo, sequías prolongadas, suelos erosionados, altos costos de insumos son algunas de esas dificultades, pero incluso una vez lograda la cosecha los retos continúan y en muchas zonas las pérdidas poscosecha pueden llegar a ser de hasta 40 %. 

Para brindar a estos productores herramientas y conocimientos que les permitan lograr una mejor producción y contribuir a una mayor resiliencia comunitaria, el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— imparte diversos talleres en materia de diversificación de cultivos, almacenamiento adecuado de granos y semillas, asociatividad y otros. 

Tomamos un taller de conservación de semillas para almacenarlas con tecnologías herméticas para que así que no se nos echen a perder por las plagas, y también para mantenerlas de una manera que no nos dañen la salud, porque a lo largo de los años las hemos conservado con productos químicos, y con el paso de los años esos productos nos pueden acarrear alguna enfermedad”, comenta Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. 

“Estas capacitaciones nos las han dado dos o tres veces por temporada. Para mí esto es muy bueno y es importante. Esta de cómo almacenar adecuadamente las semillas, por ejemplo, es bueno darlo a conocer y nosotros llevarlo a nuestra localidad para que allá sepan cómo se hace y que se haga bien por el bien de todos, que se riegue más la información”, señala Maximino pensando en un sentido de comunidad.  

“De esta forma en que ahora se van a almacenar las semillas —en silos metálicos herméticos y bolsas plásticas herméticas— va a haber más seguridad de tenerla disponible, también nos va a rendir más ya no se nos va a echar a perder y así más personas, si no tienen semilla, pueden sembrar y así podemos hacer más grande nuestra siembra o el mercado”, comenta Maximino.

Como ejemplo de los diversos aprendizajes que el productor ha obtenido, Maximino señala un cúmulo de residuos agrícolas y comenta: “Esta es la vaina, o el residuo que queda una vez que se le quita el frijol, pero a la vez es fertilizante. Este tipo de abonos los reincorporamos al terreno porque son de gran utilidad. Nos han dicho los ingenieros  que también contiene mucho nitrógeno para el terreno. Lo hemos comprobado porque, por ejemplo, donde se cosecha este año frijol, el siguiente año el maíz se da muy bien y prácticamente sin fertilizante”. 

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Aumenta uso de tecnologías herméticas poscosecha en Oaxaca

Productor de San Pedro Ixcatlán almacena grano de café en bolsa plástica hermética. (Foto: Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja)
Productor de San Pedro Ixcatlán almacena grano de café en bolsa plástica hermética. (Foto: Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja)

Las pérdidas poscosecha en México se estiman en alrededor de 25 % en promedio, pero suelen ser mayores en regiones tropicales dónde la temperatura y la humedad favorecen la proliferación de insectos y hongos, dejando más propensos a los granos que se almacenan de manera incorrecta.

Las tecnologías herméticas poscosecha permiten contrarrestar las pérdidas durante el almacenamiento y son efectivas ya que mantienen la calidad de los granos. Una tecnología hermética la podemos definir como un contenedor que se sella para crear una atmósfera modificada en su interior, es decir que la ausencia de oxígeno permite controlar las plagas”, menciona Omar Francisco Sánchez Ríos, técnico certificado en agricultura sustentable quien colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover prácticas sustentables en Oaxaca, México. 

Las tecnologías herméticas poscosecha, particularmente el silo metálico hermético y la bolsa plástica hermética, son tecnologías que funcionan a través del principio de hermeticidad (ausencia de oxigeno). 

“Es importante que los productores conozcan el funcionamiento de este principio y, por eso, a través de diversos proyectos que impulsan el CIMMYT y sus colaboradores hemos brindado capacitación a productores de maíz de distintas comunidades. La intención es que los productores identifiquen qué recipientes cumplen con esta característica para evitar el uso de productos químicos y tener granos sanos, libres de plaguicidas”, comenta Katy Guadalupe Gutiérrez López, técnica certificada en agricultura sustentable quien brinda acompañamiento técnico a los agricultores del municipio oaxaqueño de San Pedro Pochutla. 

Como en Pochutla, técnicos de Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja —organización que colabora con el CIMMYT en Oaxaca— promueven en San Pedro Ixcatlán y San José Tenango el uso de tecnologías herméticas poscosecha: “con estas tecnologías es posible conservar la semilla de un ciclo agrícola a otro minimizando el uso de plaguicidas. Así, los productores tienen la posibilidad de ofrecer sus productos con mayor valor por kilogramo, mejorando las condiciones de comercialización”. 

“En las regiones del Papaloapan y Cañada hemos trabajado con productores de maíz quienes, aparte de este cultivo, producen café y cacao, granos con los que también se han estado utilizando las bolsas plásticas herméticas con buenos resultados. Con estas tecnologías se ha reducido sustancialmente la pérdida de granos por plagas y enfermedades, así que es importante seguirlas promoviendo”, finalizan los especialistas. 

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La poscosecha y la pérdida de alimentos

“Coscomate”, estructura de almacenamiento empleada en comunidades mixes de Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)
“Coscomate”, estructura de almacenamiento empleada en comunidades mixes de Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)

Paradójicamente, en un mundo donde se pierde alrededor del 14 % de los alimentos producidos y se desperdicia el 17 % de esa producción total mundial, existen actualmente cerca de 811 millones de personas padeciendo hambre.

La pérdida y desperdicio de alimentos es un fenómeno complejo que implica el desaprovechamiento de todos los recursos —agua, tierra, energía, mano de obra y capital— utilizados para su producción. Esto hace urgente la difusión y adopción de medidas y prácticas que permitan reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos. 

La poscosecha es una actividad clave para este propósito, ya que un manejo deficiente en esta etapa pone en riesgo la producción y la calidad de la cosecha que durante meses el agricultor cuido en campo, invirtiendo tiempo y recursos.

Las pérdidas poscosecha en México se estiman en alrededor de 25 % en promedio, pero suelen ser mayores en regiones tropicales dónde la temperatura y la humedad favorecen la proliferación de insectos y hongos, dejando más propensos a los granos almacenados de manera incorrecta. 

Existe una gran diversidad en las prácticas y manejo poscosecha realizado por los productores, dependiendo de la tradición, el conocimiento de alternativas, condiciones ambientales y disponibilidad de tecnologías.

Los sistemas de almacenamiento en las comunidades son diversos y se adaptan de acuerdo con las condiciones socioeconómicas, culturales y geográficas. Entre los sistemas convencionales destaca el uso de costales de polipropileno, generalmente con aplicaciones de productos de síntesis química considerados como altamente tóxicos por la FAO, la Organización Mundial de la SALUD (OMS) o la Red de Acción en Plaguicidas (PAN, por sus siglas en inglés) —entre los que destaca el fosfuro de aluminio—.

Ante esta problemática, la iniciativa Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, ha instalado plataformas de investigación y módulos o áreas de extensión donde se validan y difunden prácticas poscosecha para que los productores de pequeña escala puedan garantizar a sus familias la disponibilidad de grano limpio y saludable. 

En la localidad La Libertad —en San Juan Cotzocón, en Oaxaca, México—, por ejemplo, se instaló un ensayo para demostrar la efectividad de cuatro métodos de almacenamiento: botellas PET, tierra de diatomeas, cal estándar y ceniza de fogón.

Los resultados de esta evaluación, realizada junto con el productor Ramiro Ángel Valencia León, fueron claros: ante la falta de opciones como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas, los recipientes PET pueden ser una excelente alternativa para conservar las característica originales —peso, color, olor, sanidad— del grano almacenado. 

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Construcción de silos metálicos herméticos, un gran emprendimiento

A sus 24 años Ricardo Aguirre San Juan ya lidera un equipo de unos doce técnicos en hojalatería que en un solo día pueden producir cien silos metálicos con capacidad para almacenar 500 kilogramos de grano cada uno.

Su taller de herrería, que incluye un espacio para la exhibición y venta de silos “Agrolaminados y Equipos Agrícolas Agrogan” (Agrogan), se ubica en San Juan Bautista Tuxtepec, en la Cuenca de Papaloapan y, a través de un proyecto que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), han recibido capacitación para optimizar el proceso de producción e impulsar su vinculación con posibles consumidores.

“Agradezco a este proyecto la vinculación y capacitación brindada en la fabricación de silos bajo la norma oficial mexicana vigente. Los conocimientos que yo he adquirido los he podido compartir con mis demás compañeros, de igual manera los modelos de agronegocios que nos han ofertado nos han ayudado mucho”, afirma Ricardo.

La vinculación que le ha ofrecido el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche ha incluido a Agrogan en una red de productores a nivel nacional, lo que permite que los silos que producen lleguen a productores de diversos estados como Chihuahua, Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Puebla, Estado de México, Veracruz, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y, por supuesto, Oaxaca.

De manera manual, con un mínimo de maquinaria, el equipo de Ricardo Aguirre corta con precisión láminas de aluminio inoxidable y con soldadura y martillo dan forma a un cilindro con una cúpula que en la parte superior tiene una entrada que se sella con una tapa de bronce.

En la parte inferior del silo hay una segunda perforación que conforma una salida, también cerrada con una tapa de bronce que el productor puede manipular para extraer el grano fresco y limpio, ya que está es una tecnología hermética que facilita el tratamiento poscosecha y permite que las familias dispongan de grano sano e inocuo.

Dependiendo de la demanda, la producción de este taller en la región de la Cuenca de Papaloapan, en Oaxaca, varía y de requerirse acuden a las comunidades a ensamblar el material para construir silos de mayor capacidad que permitan a los productores un almacenamiento efectivo que no necesita ningún tipo de plaguicidas para que las semillas se conserven por largo tiempo y garantice el autoconsumo.

“Estoy satisfecho por la colaboración con el proyecto, por divulgarnos y hacer una cadena de trabajo que genera mayor bienestar para colaboradores y productores que adquieren los silos”, expresa este fabricante que por tres años ha recibido capacitación para fortalecer su pequeña empresa.

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Buscan mejorar sus ingresos con grano en buenas condiciones

Atenco, Edo. Méx.- La pérdida de granos por plagas poscosecha es una las diversas problemáticas que año con año enfrentan los productores del Estado de México. El gorgojo, el barrenador, la palomilla y diversos hongos que se desarrollan en los granos almacenados generan pérdidas que van desde el 10 al 40% del total de la producción. 

Los productores suelen hacer frente a estas plagas con métodos que no siempre dan resultado, tal es el caso del uso de la pastilla de fosfuro de aluminio, la cual ayuda en el control de insectos, pero no detiene el avance de los hongos y, en cambio, modifica las propiedades organolépticas del grano —características físicas que pueden percibir los sentidos, como sabor, textura, olor, etcétera— y representa un potencial riesgo a la salud humana. 

En el municipio de Atenco, en particular, los productores cosechan de diciembre a enero. Las mazorcas se dejan almacenadas para la extracción de hoja para tamal en los meses posteriores y, después, se da el desgrane y almacenamiento del grano en tambos o costales, hecho que deja vulnerable al grano al ataque de plagas como el gorgojo, la palomilla y diversos hongos. El manejo convencional de las plagas de almacén en este municipio es el uso de pastillas de fosfuro de aluminio. 

Debido a esta problemática, productores de Atenco se han acercado a instituciones como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para aprender diversas prácticas o tecnologías que mejoren sus condiciones de producción. En el caso de la poscosecha, el equipo técnico del CIMMYT ha establecido, junto con colaboradores, módulos y áreas de extensión donde los productores conocen de primera mano el manejo de tecnologías como el silo metálico hermético, la bolsa plástica hermética tipo ziploc, y la cal micronizada.

En el módulo Atenco estas tecnologías recientemente fueron comparadas con un tratamiento testigo, es decir, grano almacenado de la forma convencional —se almacenaron 160 kg de grano en un tambo metálico y se uso 1/8 de pastilla de fosfuro de aluminio— en un ensayo que tuvo una duración de cuatro meses, esto es, de marzo a julio del presente año, lapso durante el que se almacenó grano de maíz de la cosecha 2020. 

En julio, cuando se hizo el levantamiento del módulo poscosecha, los productores pudieron constatar los resultados: primeramente, se abrió el tratamiento testigo, encontrando el grano en buenas condiciones y sin daño aparente de insectos, pero con más presencia de granos dañados por hongos. Cabe mencionar que en este tratamiento los productores pudieron observar que no es necesario elevar las concentraciones de los productos, ya que el uso de las dosis adecuadas puede dar buenos resultados, aunque, por supuesto, es preferible optar por alternativas más seguras, como las tecnologías herméticas poscosecha. 

Con las tecnologías herméticas poscosecha —silo metálico hermético y bolsa plástica hermética— el grano almacenado se encontró en muy buenas condiciones de sanidad, sin daño aparente de insectos y daño moderado de hongos. Estas tecnologías son de gran interés ya que el grano no se mezcla con algún producto adicional si no que las plagas se controlan debido a la ausencia de oxígeno, permitiendo que el grano se pueda consumir sin ningún problema. 

Por último, se abrió el tratamiento de grano con cal micronizada en costal de polipropileno. En este tratamiento la cal, que es un polvo inerte molido de manera muy fina, ayuda a eliminar la presencia de insectos y detener el desarrollo de hongos en el grano almacenado. Este método fue el que más llamo el interés de los productores debido a que es una práctica fácil, de bajo costo y accesible para su implementación ya que solo se necesita una dosis de 4 kg de cal micronizada —que en la zona tiene un costo aproximado de $90— por tonelada de grano.

A través de estos módulos poscosecha los productores pueden observar la importancia de conocer los diversos métodos de conservación de grano,  así como la regla básica para almacenarlo, es decir, que el grano debe estar sano, seco, limpio y freso en un lugar igualmente seco y fresco. Esto facilita la implementación de las diversas tecnologías de almacenamiento y mejora las prácticas de conservación de grano en el almacén, lo que se traduce en una mejora de sus ingresos por la venta de grano en buenas condiciones.

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La poscosecha y el autoconsumo en Guanajuato

Guanajuato.- Poscosecha es el lapso entre la cosecha y el momento en que el grano es consumido, incluyendo las operaciones de recolección, secado, trilla, limpieza, selección, clasificación, almacenamiento y transporte. En México, se estima que en esta etapa las pérdidas de los principales granos y semillas básicos (maíz, trigo y frijol) varían entre 20% y el 50% de la producción total anual, debido a la incidencia de plagas como gorgojos, barrenadores, roedores y hongos.

Si bien en el estado de Guanajuato predomina la agricultura comercial; en algunas regiones del estado hasta el 56% de los productores practican cosecha y desgrane manual, pues un porcentaje de este grano es destinado al autoconsumo. Aunque existen prácticas y tecnologías que contribuyen a minimizar las pérdidas poscosecha, su adopción en el estado ha sido limitada, de ahí la importancia de fomentar la adopción de tecnologías poscosecha, tales como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas que han mostrado una alta efectividad para reducir las pérdidas pososecha.

A través de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se han implementado módulos y áreas de extensión poscosecha —espacios donde los productores pueden ver directamente el funcionamiento y los resultados de las diversas tecnologías—. Gracias a esto, 332 productores de Ocampo, Jerécuaro, Salamanca y otros municipios adoptaron en 2020 tecnologías poscosecha.

El tipo de tecnologías adoptadas fueron principalmente soluciones herméticas poscosecha   —entre las que destacan las bolsas, silos y otros contenedores plásticos que funcionan con el principio de hermeticidad, es decir, donde las plagas mueren debido la ausencia de oxígeno— y los polvos inertes —como la cal micronizada, la tierra de diatomeas y la cal estándar que, al ser aplicadas a los granos, ocasionan lesiones en los insectos plaga, eliminándolos—. Las otras tecnologías poscosecha adoptadas fueron el secado adicional al grano, desgrane eficiente y la aplicación de feromonas para el control de plagas poscosecha.

Derivado del análisis de los datos obtenidos durante el proceso de difusión de tecnologías poscosecha se ha comenzado a trabajar en una actualización de estrategias para cada municipio. Se ha identificado, por ejemplo, que para optimizar los procesos poscosecha es importante evaluar diferentes opciones de maquinaria de limpieza y desgrane. Esto con la finalidad de minimizar las pérdidas poscosecha, reducir costos de operación e incrementar los ingresos.

Cabe mencionar que en los municipios de Coroneo y Jerécuaro se contempla establecer un punto de maquinaria que contará con una desgranadora, un elevador y una cribadora. Con esta maquinaria se buscará fomentar que mayor número de productores adopten tecnologías poscosecha.

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Soluciones herméticas poscosecha: salud y seguridad alimentaria

El municipio de Puruándiro se localiza al norte de Michoacán y forma parte de la región denominada El Bajío. En el municipio, la mayoría de los productores de temporal destinan una gran parte del grano para el autoconsumo y la ganadería de traspatio. Sin embargo, durante el periodo de almacenamiento (diciembre-agosto) se pueden generar pérdidas superiores a 30% de la producción a causa de los daños ocasionados por el barrenador y el gorgojo (aunque en regiones más altas se presenta también la palomilla). 

El almacenamiento se realiza en tambos de metal o costales de polipropileno y se aplican pastillas de fosfuro de aluminio, producto que es potencialmente tóxico para humanos y que es absorbido rápidamente por inhalación, contacto o ingestión. Sumado a esto, el producto presenta limitantes, como el largo periodo de exposición requerido para garantizar su efecto y la resistencia que desarrollan algunos de los insectos o plagas objetivo.  

Ya que las pérdidas poscosecha contribuyen a la inseguridad alimentaria de las familias más vulnerables, el ingeniero Francisco Garcilazo, director de Desarrollo Rural de Puruándiro se vinculó al Hub Bajío del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para capacitar a técnicos y productores del municipio en prácticas poscosecha adecuadas. 

La estrategia para promover tecnologías herméticas poscosecha (particularmente del silo metálico hermético) como una herramienta eficiente y accesible para conservar granos básicos, minimizar el uso de productos químicos y reducir la afectación por plagas de almacén fue la instalación de módulos y áreas de extensión poscosecha. 

Los módulos son espacios donde investigadores, técnicos y productores almacenan granos con distintas prácticas o tecnologías a fin de compararlas lado a lado e identificar las más adecuadas para las condiciones locales; por su parte, en las áreas de extensión los productores reciben acompañamiento técnico para implementar  las prácticas que ya fueron validadas. 

Así, durante 2019 y 2020 se establecieron dos módulos poscosecha y 13 áreas de extensión. Gracias a esto, se capacitó a 222 productores en el uso del silo metálico hermético y las condiciones adecuadas para el almacenamiento del grano (desde la humedad óptima y la limpieza del grano hasta las pruebas de hermeticidad). Cabe mencionar que los talleres de capacitación se desarrollaron en la casa de los mismos productores para que pudieran observar el comportamiento de las tecnologías en sus propias condiciones.

Después de ver los beneficios de las tecnologías herméticas poscosecha, varios participantes decidieron convertirse en sus promotores, tal es el caso de Reynaldo Hernández, técnico adscrito a la Dirección de Desarrollo Rural de Puruándiro, quien asumió la responsabilidad de continuar capacitando a más productores en el uso del silo metálico hermético. 

Adicionalmente, la vinculación con un herrero capacitado por el CIMMYT para la elaboración de silos metálicos herméticos de acuerdo a la norma oficial mexicana NMX-FF-123-SCFI-2015, permitió que un grupo de 15 productores del municipio adquirieran silos con capacidad para 0.5 y 1 tonelada. Esto es particularmente relevante porque el proceso de adopción de las tecnologías es complejo y requiere la articulación de diversos actores: desde el comisariado ejidal hasta los técnicos locales, pues se trata de desarrollar capacidades en la propia localidad y que estas puedan seguir siendo replicadas. 

La red de colaboradores del CIMMYT comparte la visión de llevar conocimiento a los productores mediante procesos participativos bajo la filosofía de aprender haciendo. Puruándiro vive hoy este proceso y las comunidades de San Lorenzo y Huatajo —donde se encuentran los módulos—, El Granjenal, La Barranca, Los Reyes, El Pilar, El Pueblito, El Reparo, El Sabino, Las Letras, La Quemada, Janamuato, Las tortugas, La Cofradia y La Excusa —donde están las áreas de extensión— son ejemplo de esta suma de esfuerzos.

Fuentes:

Chaudhry, M. Q. (1997). Review A Review of the Mechanisms Involved in the Action of Phosphine as an Insecticide and Phosphine Resistance in Stored‐Product Insects. Pest Management Science, 49(3), 213-228.

Moghadamnia, A. A. (2012). An update on toxicology of aluminum phosphide. DARU journal of Pharmaceutical Sciences, 20(1), 25.