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México envía semillas a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard

Equipo del Banco de Germoplasma que participó en el nuevo envío de semillas a Svalbard. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Equipo del Banco de Germoplasma que participó en el nuevo envío de semillas a Svalbard. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

En un acto que subraya el compromiso de México con la preservación de la biodiversidad y la seguridad alimentaria global, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) realizó su noveno envío de semillas de maíz a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard. Este depósito marca un hito significativo: con él, se completa el 90 % de la colección de maíz y el 92 % de la de trigo, lo que consolida a CIMMYT en uno de los principales custodios del patrimonio biocultural agrícola mundial.

La Bóveda de Svalbard, conocida como la «bóveda del fin del mundo», es un imponente depósito ubicado en una isla noruega, a más de 8 mil kilómetros de México. Su objetivo es resguardar semillas de todo el mundo para proteger la biodiversidad ante desastres naturales, conflictos o los efectos del cambio climático. Con este reciente envío, México refuerza su papel en la conservación de semillas que, en situaciones críticas, podrían significar la diferencia entre el colapso o la resiliencia de los sistemas alimentarios globales.

Cristian Zavala, experto en conservación de germoplasma del CIMMYT, resaltó la relevancia de este envío para las colecciones de maíz y trigo. «Este envío es fundamental para asegurar la disponibilidad de la semilla en el futuro», mencionó Zavala, y aludió al largo proceso necesario para completar el respaldo de las colecciones. «Aunque no es el último envío para Svalbard, es un envío fundamental para asegurar la disponibilidad de las semillas en el futuro«, añadió.

Este esfuerzo no solo busca proteger la diversidad genética de estos cultivos, sino también asegurar que las semillas estén disponibles para su distribución. Zavala explicó: «Además del respaldo del 92 % en este envío, la colección de trigo alcanza un 90 % de disponibilidad para su distribución, lo cual nos hace elegibles para participar en financiamiento a largo plazo». Esta disponibilidad es clave para garantizar la seguridad alimentaria y permite que estas semillas puedan ser recuperadas y distribuidas a las regiones que puedan requerir su repatriación o rematriación.

El Banco de Germoplasma del CIMMYT en Texcoco, que alberga las colecciones más grandes y diversas de maíz y trigo en el mundo, no solo sirve a México, sino a toda la humanidad. Estas semillas, resguardadas como un «bien global», están disponibles para la investigación, la agricultura y la educación. «Cuando hablamos de un bien público o un bien global, nos referimos a que toda la humanidad tiene derecho a disfrutar de esta diversidad de manera responsable», afirmó Zavala.

La bóveda de Svalbard, con su capacidad para resistir desastres naturales y otras amenazas, representa una garantía para los países que resguardan sus colecciones de semillas ahí. En palabras de Zavala: «En caso de perder esta diversidad, los únicos que pueden y tienen la capacidad de devolverla a sus lugares de origen son este tipo de bancos de germoplasma». Este refleja el esfuerzo global y colaborativo que implica preservar la biodiversidad agrícola.

Este logro es el resultado del trabajo colectivo. «Para poder realizar este envío, fue necesaria la participación de un equipo muy grande de personas. Este año participaron alrededor de 50 personas para lograr respaldar este set de semillas«, afirmó Zavala. La conservación de los recursos genéticos es un esfuerzo de equipo, que involucra a múltiples actores para garantizar la disponibilidad de estas semillas en el futuro.

El envío a Svalbard es un recordatorio de la importancia de los bancos de germoplasma como herramientas cruciales para enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar la seguridad alimentaria global. Las semillas enviadas no están destinadas para su cultivo inmediato, sino que funcionarán como una copia de seguridad, listas para ser utilizadas en caso de que una catástrofe afecte las colecciones originales. Así, México contribuye a un bien público de inestimable valor para toda la humanidad.

En un mundo cada vez más vulnerable a los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la inestabilidad social, estos envíos son más que un simple almacenamiento. Son un acto de responsabilidad colectiva que permite a la humanidad mantener la capacidad de alimentarse y prosperar.

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Una apuesta por la agricultura de conservación: Ejemplo de éxito en la producción de maíz en Campeche

Raúl Rodrigo M. en su parcela de maíz en San Vicente Cumpich, Campeche (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Raúl Rodrigo M. en su parcela de maíz en San Vicente Cumpich, Campeche (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)

En la comunidad de San Vicente Cumpich, Campeche, un productor ha adoptado la agricultura de conservación como una forma de mejorar la rentabilidad y la sostenibilidad de sus cultivos. Raúl Rodrigo M., un joven agricultor de tan solo 25 años, lleva a cabo prácticas novedosas que han cambiado su forma de trabajar la tierra con resultados favorables.

En los últimos cinco años, ha implementado el uso de prácticas sustentables, ya que ha dejado de quemar la tierra después de la cosecha como lo hacía su abuelo, y en su lugar, ha incorporado el rastrojo (restos de tallos y hojas que quedan en el campo después de la cosecha) al suelo para aprovechar sus nutrientes. Este pequeño cambio ha disminuido notablemente la necesidad de utilizar fertilizantes químicos: “Al no quemar el rastrojo, se ha conservado la materia orgánica en el suelo, lo que ha reducido mis costos en fertilizantes y he mejorado los rendimientos, incluso en tiempos de sequía”, señaló el productor.

Durante una temporada de una sequía severa, el joven productor obtuvo un rendimiento de 4 toneladas por hectárea, un resultado relevante en comparación con las cosechas de cultivos llevadas a cabo con prácticas tradicionales, además de considerar las difíciles condiciones derivadas del cambio climático.

Asimismo, ha trabajado con instituciones gubernamentales y centros de investigación, como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que le han brindado conocimientos sobre fertilizantes orgánicos y semillas resistentes a las nuevas condiciones climáticas. Estas colaboraciones han permitido la creación de parcelas de demostración (conocidas como vitrinas) donde se prueba con diferentes variedades de maíz. “Estamos probando unas nuevas semillas y estamos muy contentos con los primeros resultados”, afirmó.

Al momento de tratar de realizar estas prácticas, uno de los mayores retos que enfrentó fue la resistencia de su padre, quien durante años trabajó los cultivos de manera convencional . Sin embargo, al ver los resultados positivos en los rendimientos de este tipo de prácticas, su padre ha aceptado la incorporación de las innovaciones en sus parcelas. “Al principio fue difícil convencerlo, pero cuando vio los resultados, cambió de opinión. Ahora trabajamos juntos y aplicamos estas técnicas en todas nuestras parcelas”, relató orgulloso.

Además, Raúl se dedica a compartir su conocimiento con otros agricultores de su comunidad al instruirlos cuando le preguntan cómo hacer para la producción de mazorcas tan grandes. Por medio de la venta de insumos agrícolas promueve la adopción de este tipo de agricultura, ya que recomienda no quemar el rastrojo y reducir el uso de fertilizantes químicos. “La base de todo es la conservación del suelo. Si no cuidamos nuestra tierra, llegará un momento en que no podremos producir más”, advierte.

Para quienes todavía dudan en implementar estas prácticas sustentables, su mensaje es claro: “Empiecen poco a poco, prueben en un pequeño espacio y vean los resultados. El cambio es posible, y los beneficios son muchos”. Sin importar su edad, Raúl está decidido a seguir aprendiendo y a mejorar en la implementación de este tipo de prácticas. Su entusiasmo por el campo lo motiva a seguir innovando.

La agricultura de conservación le ha permitido fortalecer los vínculos familiares y con su tierra, además de mejorar su productividad. “Si algo te gusta, lo vas a hacer con pasión, esa es la clave”, concluye.

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Maíz, cultivo clave para el éxito del Proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible

Taller de Fortalecimiento de Habilidades Técnicas para la Selección y Evaluación de Material Genético de Maíz con Énfasis en Estreses Abióticos. (Karina Feijóo -coord.- / Alianza Bioversity International-CIAT)
Taller de Fortalecimiento de Habilidades Técnicas para la Selección y Evaluación de Material Genético de Maíz con Énfasis en Estreses Abióticos. (Karina Feijóo -coord.- / Alianza Bioversity International-CIAT)

El maíz es uno de los cultivos priorizados por el proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible, siendo el tercer grano en Colombia con mayor superficie sembrada —después de café y arroz— cuya producción es destinada en un 63 % al consumo humano en la fabricación de arepas, envueltos, mazamorras y chichas. Es precisamente el maíz uno de los cultivos cuya variación en el rendimiento se verá más afectada como consecuencia del impacto del cambio climático, lo que de acuerdo con un reciente estudio , representa una amenaza para el desarrollo del país, ya que puede exacerbar la desigualdad y la pobreza, provocar daños al capital físico y a la infraestructura, interrumpir la generación de electricidad, reducir la productividad laboral y el capital humano, y ocasionar pérdidas en la agricultura.

Es así como surge un convenio creado para encontrar y aplicar alternativas con miras a que el sector agropecuario colombiano se adapte a las condiciones locales del clima y mejore el uso de los recursos naturales asociados con los sistemas productivos, fortaleciendo así su resiliencia ante los impactos del cambio climático.

En este convenio convergen el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), la Alianza Bioversity International y el CIAT, la Corporación AGROSAVIA, el Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV) y CIMMYT, al igual que los principales gremios de Colombia entre los que se encuentra la Asociación de Bananeros del Magdalena y La Guajira (ASBAMA), la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), el Centro de Investigaciones del Banano (Cenibanano), la Asociación Hortifrutícola de Colombia (ASOHOFRUCOL), la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Colombia (Asocaña), el Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia (Cenicaña), la Federación Nacional de Productores de Panela (Fedepanela), la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé), la Federación Colombiana de Productores de Papa (Fedepapa), la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz), la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas (Fenalce) y la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán).

Se trata del proyecto ‘Colombia Agroalimentaria Sostenible: Adaptación al Cambio Climático’ financiado en su orden por el Fondo Verde para el Clima (GCF), el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) y los socios participantes. Durante los próximos cinco años este proyecto se enfocará en el logro de un objetivo triple: implementar de manera directa con pequeños productores tecnologías que promuevan la producción sostenible del sector agrícola en Colombia. Al tiempo que reducir la vulnerabilidad de los sistemas productivos agropecuarios ante las amenazas del cambio climático, mediante el fortalecimiento de la gestión del riesgo climático, así como disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, garantizando la disponibilidad suficiente y estable de alimentos de calidad.

De ahí la importancia de este Taller de fortalecimiento de habilidades técnicas para la selección y evaluación de material genético de maíz, pues “en equipo con todos hemos logrado uniformizar criterios de selección y metodología de trabajo para el primer año del proyecto. Así como establecer capacidades institucionales en cada región y definir cronogramas de siembra y entregables” resaltó Félix San Vicente, coordinador regional de mejoramiento de maíz para América Latina, CIMMYT.

Este taller, resultado de la colaboración entre la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas (Fenalce), CIMMYT, Corporación AGROSAVIA y la Alianza Bioversity International y el CIAT, contó con un componente práctico que capacitó a los participantes en la evaluación y selección del material genético de maíz, con un enfoque específico en su resistencia a los estreses abióticos: calor, sequía y encharcamiento.

Punto de especial interés para José Jaime Tapia, ingeniero agrónomo del Centro de investigación Turipaná, AGROSAVIA: “estas características de estreses abióticos son las que enfrentan nuestros productores normalmente en el día a día y más con todo el clima que está cambiando constantemente. Entonces, desde la investigación, desde el desarrollo de tecnologías, estamos validando precisamente todas esas metodologías que nos conllevan a poder seleccionar los mejores materiales genéticos para darle esa oferta tecnológica con esas características a nuestros productores”.

Y es que uno de los principales aportes que espera hacer el proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible es un sistema de extensión agrícola mejorado que promoverá la adopción de la agricultura digital, fortaleciendo la resiliencia climática y mejorando la adaptabilidad a condiciones extremas. Aspecto que evidencia que “es claro que necesitamos capacitaciones y actualización. Y este tipo de eventos, y este tipo de convenios con entidades internacionales y las demás entidades del sector nos permiten justamente eso, actualizarnos, formarnos mejor y compartir experiencias”, destacó José Gabriel Ospina, ingeniero agrónomo responsable de los proyectos de nutrición, en Fenalce.

La agricultura digital es uno de los tres componentes de trabajo del proyecto. Allí se incluyen tecnologías como la información satelital, herramientas de toma de decisiones conectadas y bases de datos, que están al servicio tanto de extensionistas como de productores. Incluyendo, por supuesto, la plataforma e-agrology, desarrollada por CIMMYT, que representa una solución pionera diseñada para capacitar a los agricultores en el registro y gestión eficiente de datos agronómicos esenciales.

Durante los próximos cinco años el proyecto se centrará en los cultivos de arroz, caña de azúcar, caña panelera, café, maíz, musáceas, papa y en ganaderías, que junto con sistemas agroforestales serán estudiados en 22 departamentos, en los que están representadas diferentes regiones colombianas: Caribe, Pacífico, Andina y Orinoquía. Con la información generada se desarrollarán productos y aplicaciones para la intervención enfocada en contrarrestar los efectos de la variabilidad climática.

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Colaboran para regenerar maíces nativos en los Valles Altos del Estado de México

Acto protocolario para la firma del convenio ICAMEX-CIMMYT. (Foto: CIMMYT)
Acto protocolario para la firma del convenio ICAMEX-CIMMYT. (Foto: CIMMYT)

Para resguardar y aprovechar la biodiversidad de maíces nativos y contribuir a la seguridad alimentaria de los mexiquenses, el Instituto de Investigación y Capacitación Agropecuaria, Acuícola y Forestal del Estado de México (ICAMEX) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) firmaron un convenio de colaboración, marco del proyecto «Regeneración de Accesiones de Maíz de los Valles Altos”.

“Este acuerdo permitirá que el Banco de Germoplasma del ICAMEX, el cual fue inaugurado hace dos décadas, pueda preservar material biológico, cuyo objetivo es la conservación de la biodiversidad del maíz, manteniendo un control de la riqueza de semillas nativas del campo mexiquense, y garantizando su conservación y reproducción”, señaló Leticia Mejía García, titular de la Secretaría del Campo del Estado de México.

“A través de este convenio se podrán regenerar 200 accesiones —unidad de conservación que comprende semillas o plantas y se identifica con un código para distinguirla de otras en un banco de germoplasma— de maíz de los Valles Altos del Estado de México y se brindará capacitación al personal del instituto para una mejor operación del banco de germoplasma de la entidad y buenas prácticas de manejo agronómico para obtener semilla en adecuada cantidad y calidad”, mencionó Juan Carlos Arroyo García, director general del ICAMEX.

El CIMMYT y el ICAMEX cuentan con una larga trayectoria de colaboración —destacan el proyecto para la caracterización de maíces palomeros con adaptabilidad a condiciones agroecológicas del Estado de México y demostraciones de campo sobre maíces de altura— de manera que este nuevo proyecto potenciará la investigación colaborativa entre ambas instituciones, particularmente para la preservación del germoplasma de maíces de los Valles Altos, región de donde son originarias razas como Arrocillo Amarillo, Chalqueño, Cónico, Elotes Cónicos, Cacahuacintle y Palomero Toluqueño.

El proyecto en mención contempla también capacitación en prácticas de polinización y otros temas relacionados con la gestión de bancos de germoplasma, espacios que buscan garantizar que las accesiones se conserven viables y en buenas condiciones durante el mayor tiempo posible. No obstante, aún con los más altos estándares de manejo, el germoplasma —cualquier parte de la planta que puede generar otra nueva planta— se deteriora con el tiempo y hay que regenerarlo, puntualizó Alberto Chassaigne, curador del Banco de Germoplasma de Maíz y especialista en sistemas de semillas del CIMMYT.

Este acuerdo de colaboración se concreta en un año significativo para las organizaciones firmantes, siendo el marco del 36 aniversario de la creación del ICAMEX y el 80 aniversario del inicio de la colección de maíz del CIMMYT, considerada la más grande mundo con un poco más de 28 mil accesiones resguardadas en el Banco de Germoplasma de este centro de investigación internacional ubicado en Texcoco, Estado de México. 

*Con información de la Secretaría del Campo del Estado de México. 

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Acelerando la entrega de semillas nutritivas y tolerantes al estrés en África Oriental y Meridional

Personal de AID-I inspecciona germinación en Malawi (Foto: CIMMYT)

La entrega acelerada de semillas está en marcha en Malawi, Tanzania y Zambia para garantizar el acceso a semillas tolerantes al estrés para agricultores desatendidos en áreas remotas. Con el apoyo de la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), el proyecto Iniciativa de Entrega de Innovación Acelerada (AID-I, por sus siglas en inglés) reúne a los sectores público y privado y a la sociedad civil para abordar los impactos del cambio climático, las plagas y enfermedades y las crisis alimentarias en los sistemas de maíz y leguminosas.

Una solución simple y rentable para hacer frente a estas amenazas es la entrega en el último kilómetro de semillas nutritivas y tolerantes al estrés. Garantizar que los agricultores tengan acceso a una amplia gama de semillas significa que pueden elegir las mejores variedades para satisfacer sus necesidades y su entorno local.

A través de AID-I, los científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) están trabajando con más de 20 socios globales, regionales, nacionales y locales para fortalecer los sistemas de semillas de maíz y leguminosas en Malawi, Tanzania y Zambia.

Hasta ahora, en 2023, el equipo ha organizado más de cien demostraciones en Malawi y Zambia para crear conciencia y aumentar la producción de semillas al exponer a las comunidades a variedades de cultivos mejoradas, nutritivas y adaptadas al clima. Como centros de aprendizaje, las demostraciones brindan a los agricultores la oportunidad de ver por sí mismos las ventajas de las variedades mejoradas de maíz y leguminosas y las mejores prácticas agrícolas, incluida la agricultura de conservación y los sistemas de duplicación de leguminosas.

Agricultores en una demostración en Malawi (Foto: CIMMYT)

Se destacaron las variedades tolerantes a la sequía y nutritivas, que se espera desempeñen un papel crucial en la recuperación de la producción regional de maíz. Los gobiernos de Zambia y Malawi también acaban de lanzar híbridos de maíz tolerantes al gusano cogollero, que se escalarán a través de AID-I. El gusano cogollero es una plaga invasora que ataca a más de 80 cultivos diferentes pero tiene una preferencia particular por el maíz. Sin las medidas de control adecuadas, la plaga puede diezmar los cultivos, amenazando la seguridad alimentaria, los ingresos y los medios de subsistencia.

Junto con el maíz, el equipo de AID-I está produciendo semillas de variedades mejoradas de leguminosas, que incluyen frijoles, soya, guandú, caupí y maní. Las legumbres son nutritivas y buenas para el suelo, proporcionando nutrientes valiosos como nitrógeno para que los agricultores puedan usar menos fertilizante, ahorrar dinero y proteger la salud del suelo.

AID-I apoya el fortalecimiento de almacenistas de semillas estratégicamente ubicados de variedades mejoradas de leguminosas y la vinculación de productores y compradores de semillas. Estos almacenistas, llamados agentes de desarrollo agrícola, también recibirán capacitación en producción comunitaria de semillas. A través de la conexión de cientos de agentes de desarrollo agrícola en la primera campaña con proveedores de semillas, cientos de miles de agricultores podrán acceder a una amplia variedad de semillas mejoradas.

Miembros del equipo de liderazgo del CIMMYT con representantes del USAID visitan AfriSeed en Zambia (Foto: CIMMYT)

La construcción de relaciones sólidas entre las organizaciones del sector público y privado es una parte integral del proyecto. El 16 de enero de 2023, AfriSeed, colaborador del CIMMYT a largo plazo y socio clave de AID-I, recibió a altos funcionarios gubernamentales del D Departamento de Estado de los Estados Unidos y la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Los visitantes obtuvieron información valiosa sobre cómo operan las empresas privadas de semillas involucradas en la comercialización y distribución de semillas de maíz y leguminosas en Zambia y mostraron su papel crucial en el sector de semillas del país.

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El campo mexicano ante los retos de la seguridad alimentaria global

Productores durante campaña para promover una agricultura sustentable y de alta productividad en Sinaloa, México, en el marco de las alianzas estratégicas que promueve la metodología de Cultivos para México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Productores durante campaña para promover una agricultura sustentable y de alta productividad en Sinaloa, México, en el marco de las alianzas estratégicas que promueve la metodología de Cultivos para México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

El año 2023 es decisivo para la humanidad. De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el final de 2022 reportó casi un millón de personas en riesgo de inanición —casi el doble que en 2021— y 222 millones de personas que están experimentando niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda.

Los efectos de la pandemia, los conflictos, el cambio climático y la recesión económica mundial han abonado a este grave retroceso en materia de seguridad alimentaria. Por supuesto, México no está exento de los efectos de esta situación mundial y, de hecho, en el país es posible observar cómo estos factores han interactuado para generar un panorama complejo donde la migración, la pobreza, y la falta de autosuficiencia alimentaria en cultivos clave señalan amplias oportunidades para el sector agrícola nacional.  

En México, debido a la pandemia la inseguridad alimentaria afectó a cerca del 60% de los hogares. Adicionalmente, con años cada vez más cálidos y con menos lluvias —la década de 2011-2020 registró 4,1 % menos lluvias y 0,9° C más que la década anterior— los impactos del cambio climático se manifiestan con sequías más prolongadas, pérdida de cultivos, más incendios forestales, más eventos meteorológicos extremos y más migración. 

Además, el costo de los fertilizantes sigue siendo elevado, complicando el camino hacia la autosuficiencia alimentaria. Ante este contexto se vuelve prioritario promover prácticas simples, pero significativas y eficaces, para mitigar los efectos del cambio climático y avanzar en materia de seguridad alimentaria. En este sentido, es fundamental articular esfuerzos entre sectores —público, privado, social y académico—, desarrollar capacidades en los agricultores y consolidar redes de innovación para construir sistemas agroalimentarios estables, resilientes y sustentables. 

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueve junto con sus colaboradores diversos proyectos que están orientados a incrementar la productividad en las parcelas de los pequeños productores, a la vez que abordan el tema de los recursos naturales para incrementar la productividad sin incrementar la superficie agrícola. 

Con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, por ejemplo, se ha impulsado Cultivos para México, iniciativa que ha impactado positivamente en más de 500 mil productores y más de un millón de hectáreas; también ha desarrollado el Atlas Molecular del Maíz y ha contribuido a la preservación de las variedades nativas y el desarrollo de variedades mejoradas. De hecho, la iniciativa fue reconocida por impulsar la industria semillera nacional mediante sitios de evaluación que han permitido identificar variedades que duplican los promedios actuales de rendimiento de maíz, lo cual contribuye a su vez a una menor dependencia de las importaciones.

Las semillas adecuadas son, sin embargo, solo la mitad del trabajo, “la otra mitad la hacen los agricultores que resguardan el conocimiento tradicional y, al mismo tiempo, asumen el reto de innovar para mejorar sus sistemas productivos y sus condiciones de vida en forma sostenible”, comenta el doctor Bram Govaerts, director general del CIMMYT con relación al conjunto de prácticas y tecnologías agrícolas sustentables que se promueven desde el CIMMYT para facilitar además la transición agroecológica para la producción de alimentos de calidad e inocuos que sirvan como base para la salud pública. 

El enfoque de la iniciativa ha permitido obtener mayores rendimientos en comparación con prácticas convencionales, reducir la cantidad de aplicación de fertilizantes por tonelada producida, y hacer en general un mejor aprovechamiento de los recursos. Por sus resultados, la metodología de Cultivos para México ha sido replicada en otros países de América Latina y Asia y, recientemente, está siendo llevada a África, contribuyendo a posicionar a México como líder en innovación agrícola que hace de la agricultura sustentable y generadora de paz una embajadora de los mexicanos ante los pueblos del mundo. 

Como señala el director general del CIMMYT sobre las innovaciones generadas en el país, “este es un proyecto de los productores de grano y de semilla, de la sociedad civil organizada, de las instituciones públicas de investigación y educación superior, de la industria, del Gobierno mexicano, pero, sobre todo, del pueblo de México”.

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México, el maíz y África

Cultivo de maíz con agricultura de conservación, en el norte de México. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de maíz con agricultura de conservación, en el norte de México. (Foto: CIMMYT)

El 24 de enero de cada año, el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes es un recordatorio de las numerosas e importantes aportaciones del continente africano en todo el mundo. Para la Organización de las Naciones Unidas, este reconocimiento busca contribuir al desarrollo sostenible, el diálogo y la paz global. 

En México, la cultura africana es conocida como la tercera raíz cultural. Por todo el territorio nacional, y no solo en las costas, la herencia africana se mantiene viva. Además, los vínculos con el continente africano van más allá y también en sentido opuesto: el maíz, de origen mexicano, hoy juega un papel decisivo para la seguridad alimentaria de millones de personas en África y, también, tiene un papel central en las perspectivas de desarrollo económico de varios países en ese continente. 

En un contexto donde la humanidad atraviesa por una crisis sin precedentes en la que al menos 339 millones de personas, gran parte de ellas en África,  requerirán ayuda humanitaria este año —un 19 % más que el año pasado—, entonces los aprendizajes sobre el cultivo del maíz que se han generado en México tienen el potencial de brindar soluciones globales para enfrentar esta crisis.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), cuya sede global se encuentra en Texcoco, Estado de México, tiene presencia en África y trabaja desde hace tiempo en distintas iniciativas y con diversos colaboradores en aquel continente. Recientemente, por ejemplo, ha estado impulsando la mecanización climáticamente inteligente con investigadores de Madagascar, Etiopía, Zimbabue y Kenia; y también se ha anunciado que dirigirá un proyecto para el mejoramiento de variedades y distribución de semillas. 

Otro ejemplo de las contribuciones de México para la seguridad alimentaria global es Cultivos para México. Esta iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT ha impactado positivamente en más de un millón de hectáreas y ha beneficiado a 300 mil productores de maíz, trigo y frijol mexicanos. 

Por sus resultados, la metodología de Cultivos para México ha despertado interés y está siendo replicada, a través de diversos proyectos y con diversos colaboradores, en varios países de Latinoamérica —como Guatemala y Honduras, donde además el modelo de innovación agrícola busca contribuir a la mitigación del fenómeno migratorio— y, recientemente, el CIMMYT anunció de que este sistema de innovación agrícola desarrollado en México será llevado a África, donde se encuentran varios de los países a los que más ha golpeado la actual crisis.

“Gracias al apoyo del Gobierno de los Estados Unidos, la metodología de Cultivos para México estará siendo difundida e implementada en Malaui, Tanzania y Zambia, en el sur de África; y también en Sudán. El objetivo de los proyectos que liderará el CIMMYT en ese continente es acelerar, de forma inclusiva, la innovación y fortalecer los sistemas de semillas para generar maíz tolerante a la sequía y leguminosas mejoradas”, señaló Bram Govaerts, director general del CIMMYT.

Con la Iniciativa de Entrega de Innovación Acelerada (AID-I) en el sur de África, y el Enfoque de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles para Sudán (SASAS) —los dos proyectos con los que se llevará el sistema de innovación agrícola desarrollado en México al continente africano—, México, a través del CIMMYT, confirma que ocupa una posición estratégica para la seguridad alimentaria global, afianzándose como un agente de cambio para la resiliencia climática, la sostenibilidad y el desarrollo agrícola inclusivo para un futuro con seguridad alimentaria y nutricional. 

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La innovación y la conservación de semillas, una alianza ante los retos de la milpa

Almacenamiento de semillas en Chemax, en Yucatán, México. (Foto: Vladimir May/CIMMYT)
Almacenamiento de semillas en Chemax, en Yucatán, México. (Foto: Vladimir May/CIMMYT)

En la Península de Yucatán, en México, una familia requiere en promedio al menos 10 kilogramos de grano de maíz por día; es decir, su demanda anual de maíz es de un poco más de 3,6 toneladas. Por otro lado, el volumen de producción de grano de maíz en la región oscila entre una tonelada y tonelada y media, con rendimientos en promedio de 700 kilogramos por hectárea. Derivado de esto, con frecuencia se tiene que adquirir el volumen faltante, de casi 2,5 toneladas, para satisfacer el consumo anual de una familia.

Entre los principales retos que enfrenta el sistema de producción de maíz en esta región se encuentran la poca profundidad y alta pedregosidad de los suelos, la constante quema de rastrojo, la escasa disponibilidad de otras variedades de semillas y el ataque de fauna silvestre en las temporadas de cosecha, al igual que los efectos de los ciclones tropicales y las sequías.

Esta situación, identificada a través de pláticas y reuniones con productores que participan en el programa Sembrando Vida y Binomio Técnico Social del municipio de Chemax, en el estado de Yucatán, propició la creación de una alianza entre el citado programa federal y el Hub Península de Yucatán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

La propuesta consiste en tres fases: la primera tiene por objetivo identificar aquellas variedades de maíz y leguminosas que presenten mayor adaptación a las condiciones climáticas, edáficas y de manejo; en la segunda, se plantea fortalecer el manejo agronómico y la aplicación de técnicas de mejoramiento de las variedades sobresalientes de la primera etapa. Por último, la tercera fase consiste en la producción de semilla y transferencia de tecnología.

La primera etapa se inició en el ciclo primavera-verano 2021 con en el establecimiento de cinco vitrinas de semillas nativas y leguminosas en los viveros de las Comunidades de Aprendizaje Campesino de las localidades de Chemax, Checmil, Cocoyol, Hoteoch, y San José Chahuay. Ahí se compararon 12 variedades de maíz de las tres razas existentes en la Península de Yucatán, divididas de acuerdo con el ciclo (precoces, intermedias y tardías), así como por los colores del grano (blanco, amarillo, morado y rojo); para las leguminosas, se compararon tres cultivos de cobertura y cuatro con fines de consumo humano.

En estas parcelas se implementaron prácticas para la conservación de la fertilidad de los suelos, tales como la no quema y dejar el rastrojo; asimismo, se realizó la siembra en hileras para un mejor aprovechamiento del espacio entre plantas y de esta forma disminuir la competencia por efecto de las malezas. Por otro lado, se hizo control de plagas de suelo para proteger la semilla y disminuir el ataque de fauna silvestre en el proceso de germinación y emergencia.

También se instalaron trampas con feromonas para disminuir las poblaciones de gusano cogollero y de esta forma reducir el uso de insecticidas. Al término del ciclo de cultivo se determinó la madurez fisiológica y se realizó la cosecha oportuna para evitar el ataque de fauna silvestre, lo cual permitió mayor cantidad y calidad de grano y semilla.

En la zona se ha identificado que los productores cosechan a partir de febrero y terminan a finales de abril. Se ha visto que entre mayor tiempo permanece la mazorca en campo es más susceptible a ataques de plagas y fauna silvestre (tejón, jabalí, mapache y diversas aves). Por esto se propuso cosechar a finales de noviembre y diciembre para posteriormente seleccionar mazorcas en buenas condiciones y secarlas bajo la sombra. Una vez que se realizó el secado a finales de enero se procedió a medir la humedad del grano (hasta 13% de humedad para maíz y 12% para leguminosas) y después a su almacenamiento en recipientes herméticos, como botellas y garrafones PET.

Durante el ciclo del cultivo se difundieron las prácticas y resultados obtenidos a través de días de campo y de capacitación en donde participaron actores de la zona, tales como ayuntamientos municipales, centros educativos, organizaciones no gubernamentales, técnicos y becarios de los programas federales Sembrando Vida y Producción para el Bienestar, así como productores de otros municipios, lo cual permitió fortalecer la red de innovación.

Además, a través de la participación de los becarios del programa federal Jóvenes Construyendo el Futuro se realizó la colecta de datos y el registro de información en las plataformas digitales para obtener los resultados en términos de rendimiento y costos de producción; con estos datos, se obtuvieron los primeros resultados de esta primera etapa, que demuestran una mejor adaptación en variedades de maíz de ciclo corto e intermedio con rendimientos de hasta 1,4 toneladas por hectárea, es decir, un incremento de hasta el 100% en comparación con el promedio de la zona. Por su parte, las leguminosas que mejor se adaptaron fueron los cultivos de cobertura con rendimientos de hasta 2,6 toneladas por hectárea.

Con estos resultados los productores mostraron gran interés y planean realizar acciones para los ciclos posteriores. Entre ellas conservar las semillas de ciclo corto e intermedio a través de la siembra de una pequeña cantidad en sus parcelas; implementar prácticas para la conservación de la fertilidad de los suelos; realizar el manejo agronómico y poscosecha oportuno; y la administración del riesgo a través de la integración de otros cultivos que permitan mejorar la fertilidad de los suelos y aportar una fuente de proteína a sus familias.

Adicional a estos resultados se logró la consolidación de un espacio para la experimentación, transferencia de tecnología, conservación, producción y distribución de semillas a nivel de localidad, así como la inclusión de jóvenes y mujeres, y el involucramiento de otros actores que tendrán un papel activo en la segunda fase que iniciará en los próximos meses.

Agradecemos a Carlos Cámara Caballero, Cristian Miguel López Arcos, Roque Alejandro Avilés Lizama, a los productores de las Comunidades de Aprendizaje Campesino y a los becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro por el apoyo para el desarrollo de la primera etapa de la iniciativa aquí descrita. 

 

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Futuros agrónomos se forman con enfoques de Agricultura Sustentable

Alumnos de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, Sede Calkiní, en Yucatán, México. (Foto: Hub Península de Yucatán)
Alumnos de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, Sede Calkiní, en Yucatán, México. (Foto: Hub Península de Yucatán)

Fortalecer las capacidades de resiliencia de los hogares rurales de la región es un objetivo trascendental para el Hub Península de Yucatán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Incrementar y estabilizar la productividad de las parcelas es determinante para lograr este objetivo y por esta razón la misión principal del Hub se centra en impulsar y consolidar procesos de innovación agrícola (investigación, validación, extensión y escalamiento) con los distintos actores de los sistemas agroalimentarios en la región. 

De esta manera los proyectos de alianza y/o colaboración con actores clave que impliquen la generación y uso de infraestructura tecnológica (sitios, parcelas), el desarrollo de capacidades y la vinculación efectiva de actores a la red de innovación, tendrán un alto impacto en favor de la resiliencia de los productores en los distintos sistemas productivos existentes.

Recientemente, la alianza entre el Hub Península de Yucatán y la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, Sede Calkiní, posibilita la formación de futuros agrónomos con un enfoque actual que responde a los retos productivos y económicos de los productores agrícolas de Campeche.

Este proyecto implica el establecimiento y manejo de parcelas de ensayo, entrenamiento y producción de semilla. Infraestructura que no solo posibilita la validación, calibración y extensión de conocimiento, también permite la multiplicación de semilla de cultivos alternativos que se usan para compartir con otros actores de la red de innovación. 

Un grupo de estudiantes, próximos para graduarse, por ejemplo, realizan entrenamientos y reciben capacitación en campo y aula sobre las estrategias e innovaciones prioritarias para una agricultura resiliente en la región. Los jóvenes aprenden a planear, diseñar e implementar algunos tratamientos y planes de manejo a partir de un diagnóstico de parcela o protocolos definidos, ejercitan actividades de investigación colectando y analizando datos generados en las parcelas para presentar en sus proyectos escolares. Asimismo, se organizan en equipos para realizar un evento demostrativo con productores, viviendo de esta manera todo lo que implica un proceso de innovación.

Este proceso sistemático de desarrollo de capacidades y uso de infraestructura que dura un año agrícola empodera a los estudiantes con conocimiento tecnológico y habilidades humanas necesarias para su eventual inclusión a la red de innovación que promueve el CIMMYT.  

Con un enfoque basado en la Agricultura de Conservación, agroecología y uso de un menú de innovaciones validadas, los estudiantes ponen a prueba principios determinantes para una agricultura resiliente, pudiendo reflexionar, analizar y consecuentemente generar aprendizaje sobre los resultados del proceso de innovación. Esto permite que su formación sea más robusta y amplía las posibilidades para mejorar la competitividad de los futuros técnicos al momento de iniciar su próximo rol profesional. 

En 2021 participaron 13 estudiantes de la carrera de Ingeniería en Agricultura Sustentable. Actualmente, son 16 los estudiantes provenientes de comunidades mayas que forman parte del grupo de jóvenes en entrenamiento mediante la vinculación del Hub Península de Yucatán y la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, Sede Calkiní. 

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Publicaciones recientes: Intersecciones entre casta y género en las comunidades que cultivan trigo en Madhya Pradesh, India

Un nuevo estudio ha revelado cómo las formas de interacción entre casta y género en los sistemas de cultivo de trigo en la India están cambiando con el tiempo, cómo las mujeres luchan por participar en las decisiones sobre el cultivo de trigo, cómo la mecanización agrícola está expulsando a las mujeres de todas las castas del empleo remunerado y cómo los ingresos de las mujeres son una importante fuente de financiación en el trigo.

Cada vez hay más conciencia de que no todas las mujeres rurales son iguales y de que las normas sociales y las intervenciones tecnológicas afectan a las mujeres de diferentes castas de forma distinta. El sistema de castas del sur de Asia, que se remonta a más de 3.000 años, divide a la sociedad en miles de grupos jerárquicos, en su mayoría endogámicos. Las castas no marginadas se clasifican como «casta general», mientras que las que viven en los márgenes sociales se clasifican como «casta programada» y «tribu programada». Los agricultores de las castas y tribus registradas se enfrentan a la marginación social y económica y al acceso limitado a la información y los mercados, a pesar de los esfuerzos del gobierno por nivelar las desigualdades sociales.

En la India, las mujeres de todas las castas participan en las actividades agrícolas, aunque su identidad de casta regula el grado de participación. Las mujeres de las castas generales tienen menos probabilidades de dedicarse a la agricultura que las de las castas inferiores. A pesar de su nivel de participación en todos los grupos de casta, las mujeres rara vez son reconocidas como «agricultoras» (Kisan) en la ruralidad india, lo que restringe su acceso a los insumos, la información y los mercados.

Expertos en género del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus socios investigaron las relaciones de casta y género entre los agricultores de trigo de Madhya Pradesh, el segundo estado más grande de la India por superficie. El equipo llevó a cabo discusiones de grupos focales y entrevistas en la comunidad de un pueblo, y realizó una revisión de la investigación de GENNOVATE en la misma zona. El equipo también llevó a cabo una encuesta en la que participaron unos 800 agricultores de trigo de 18 comunidades de pueblos de todo el estado.

Mujeres trabajando en el campo en el estado indio de Madhya Pradesh. Nuestro estudio reveló que las mujeres participan en todos los aspectos del trabajo agrícola en las explotaciones familiares. (Foto: CIMMYT)

El estudio, publicado el mes pasado en Gender, Technology, and Development, reveló cinco conclusiones clave:

En primer lugar, las distinciones de casta son muy marcadas. Hay poca interacción entre las mujeres y los hombres agricultores de la categoría de casta registrada, incluso entre subcastas de esta categoría, y otras castas. Viven en enclaves separados, y las tierras de los agricultores de las castas registradas son menos fértiles que las de los demás.

En segundo lugar, todas las mujeres participan plenamente en todos los aspectos del trabajo agrícola en la explotación familiar durante todo el año.

En tercer lugar, a pesar de su gran participación en las actividades agrícolas, las mujeres de todos los grupos de casta están excluidas por norma de la toma de decisiones agrícolas en el hogar. Dicho esto, los resultados fueron muy claros en cuanto a que algunas mujeres individuales experimentan una mayor participación que otras. Aunque las mujeres están excluidas de las redes formales de información agrícola, comparten conocimientos entre ellas, especialmente dentro de los grupos de casta.

En cuarto lugar, hace unos 20 años, las mujeres de todos los grupos de casta trabajaban como jornaleras agrícolas. En los últimos cuatro años, el aumento de la mecanización está expulsando a muchas mujeres del campo. Mientras que las mujeres de las castas registradas compensan hasta cierto punto la pérdida de empleo participando en actividades no agrícolas, las mujeres de las castas generales no pueden salir de la aldea y asegurarse un trabajo en otro lugar debido a las normas culturales. Por lo tanto, las mujeres se enfrentan a un colapso de su autonomía.

En quinto lugar, el género supone una mayor limitación que la casta a la hora de determinar la capacidad de un individuo para tomar decisiones sobre las actividades agrícolas y no agrícolas. Sin embargo, existe una diferencia significativa entre los grupos de casta, lo que presenta un fuerte caso de interseccionalidad.

Desafiando las normas sociales en la agricultura

Los resultados del estudio muestran que la casta es importante en las evaluaciones de género de las tecnologías agrícolas y demuestran la importancia de estudiar las contribuciones y el papel de las mujeres en el cultivo del trigo en el sur de Asia.

En los últimos años, los estudios han revelado que las mujeres del trigo tienen más influencia en las decisiones agrícolas de lo que se pensaba, desde formas sutiles de dar sugerencias y consejos hasta la gestión y el control de las decisiones agrícolas.

También se considera que la agricultura en la India se está feminizando ampliamente, ya que los hombres se dedican cada vez más a actividades no agrícolas, dejando a las mujeres como principales cultivadoras en los campos familiares y como trabajadoras contratadas. Sin embargo, los servicios de asesoramiento rural, los responsables políticos y otras organizaciones de investigación y desarrollo se están quedando atrás a la hora de reconocer y reaccionar adecuadamente a estos cambios de género. Muchos de ellos siguen manteniendo normas sociales anticuadas que consideran a los hombres como los principales responsables y trabajadores de las explotaciones agrícolas.

Lea el estudio completo aquí.

La financiación de este estudio fue proporcionada por la Plataforma de Colaboración para la Investigación de Género en el marco del Programa del CGIAR sobre Políticas, Instituciones y Mercados, así como por el Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo del Gobierno de Canadá, el Programa de Investigación de Trigo del CGIAR (WHEAT), el CIMMYT y el Consejo Indio de Investigación Agrícola (ICAR). El documento se basó además en los datos de GENNOVATE recogidos en la India en 2015-16 con el apoyo financiero del CRP WHEAT. El desarrollo de la metodología de investigación GENNOVATE contó con el apoyo de la Red de Género e Investigación Agrícola del CGIAR, el Banco Mundial, y los CRP WHEAT y CRP MAIZE, y el análisis de los datos fue apoyado por la Fundación Bill & Melinda Gates.

Foto de portada: Una mujer cosecha trigo en Madhya Pradesh, India. (Foto: CIMMYT)