Categorías
Noticias

Legumbres, aliadas de la alimentación y del suelo

Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)
Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)

Desde tiempos prehispánicos, el frijol ha sido un pilar de la dieta y la cultura agrícola en México. Sin embargo, en años recientes, el país ha experimentado un aumento en las importaciones de esta leguminosa, alcanzando en 2023 un volumen histórico de aproximadamente 313 mil toneladas (INEGI, 2023). Este crecimiento de las importaciones se debe, entre otros factores, a las sequías que han propiciado la disminución de la producción en los estados tradicionalmente productores.

Aunque en México el frijol es la leguminosa por excelencia, no es la única que se cultiva. Actualmente, hay una gran diversidad de opciones disponibles para que las familias agricultoras elijan de acuerdo con sus necesidades y preferencias. Estas opciones incluyen cultivos como el frijol mungo (Vigna radiata), dólicos (Dolichos lablab), gandules (Cajanus cajan), cacahuates, entre otros.

La inclusión de leguminosas en los sistemas de producción representa además una estrategia clave para fortalecer la seguridad alimentaria y mejorar la salud del suelo. Investigaciones desarrolladas en las plataformas de investigación que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores han demostrado que el uso de estas especies contribuye significativamente a la fertilidad del suelo, reduciendo la necesidad de fertilizantes sintéticos y, por lo tanto, los costos de producción. 

Las leguminosas tienen una característica agronómica excepcional: en simbiosis con bacterias del género Rhizobium, pueden fijar nitrógeno atmosférico y convertirlo en una forma utilizable por las plantas. Este proceso reduce la dependencia de fertilizantes nitrogenados, cuyo uso excesivo puede degradar los suelos y generar impactos ambientales negativos. Además, la rotación y asociación de cultivos con leguminosas mejora la calidad del suelo, la disponibilidad de nutrientes y ayuda a controlar plagas de manera natural.

IMG_0682

A través de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores que están estratégicamente distribuidas en gran parte del territorio nacional, cada ciclo productivo se suma evidencia de la ventaja de incorporar las leguminosas a los sistemas productivos. En la plataforma de Tlaltizapán, Morelos, durante el ciclo primavera-verano 2023, por ejemplo, la combinación de camas permanentes, rotación con leguminosas (dólicos) y el mantenimiento del 100% de los residuos del cultivo permitió mayores rendimientos, efecto que ha sido observado especialmente en condiciones de sequía prolongada.

En la plataforma de San Miguel Tlacamama, también en Oaxaca y en el mismo ciclo productivo, la cobertura proporcionada por las leguminosas (en sistemas asociados de maíz-frijol) ayudó a reducir costos en el control de arvenses, beneficiando a los agricultores con un ahorro significativo.

Por su parte, en Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha reportado beneficios consistentes, por lo que esta tecnología ahora forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz y frijol en Chiapas que recientemente publicó el CIMMYT. En este documento se señala que en la plataforma de Comitán (ciclo primavera-verano 2022) las asociaciones maíz-canavalia y maíz-dólicos mejoraron significativamente la biomasa y la producción de grano de maíz. Estos resultados son relevantes considerando que en esta región de Chiapas el rendimiento promedio de maíz es muy bajo (de apenas 1.5 toneladas por hectárea —t/ha—) debido, sobre todo, a la pérdida de materia orgánica.

De igual manera, en la plataforma de Ocosingo, Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha demostrado ser una estrategia efectiva para mejorar la eficiencia en el uso del suelo. La asociación de maíz con frijol mungo, dólicos, gandules y cacahuates ha permitido cosechas adicionales, con el beneficio extra de que las leguminosas ayudan a reducir plagas en el maíz mediante la diversificación funcional (atracción de insectos benéficos y/o como cultivo trampa). 

Las legumbres, que son las semillas que se cosechan de las leguminosas, han acompañado al ser humano desde la prehistoria, no solo como alimentos emblemáticos (como el frijol para México o el garbanzo para las culturas mediterráneas), sino como aliadas en la sostenibilidad de los sistemas productivos. Su capacidad para ayudar a regenerar el suelo, reducir el uso de insumos sintéticos y diversificar las fuentes de ingreso de los agricultores las convierten en una pieza clave para la seguridad alimentaria del futuro.

Cada 10 de febrero el mundo celebra el Día Mundial de las Legumbres, recordándonos su importancia en la nutrición y la agricultura sostenible. En México, donde el frijol es un símbolo de identidad y tradición, es fundamental fortalecer la producción de esta y otras leguminosas a través de prácticas agronómicas más sustentables. Con el respaldo de plataformas de investigación como las aquí referidas esta tarea es posible.

Categorías
Multimedia Noticias

Para guardar mi grano con calidad, pos… pos… ¡poscosecha!

En muchas comunidades rurales de México, las plagas de almacén, como el gorgojo, ponen en riesgo la seguridad alimentaria de las familias. Don Renecio casi lo vivió en carne propia: su grano estaba en peligro y con él, el alimento de su familia. Pero gracias a un buen consejo y a la implementación de tecnologías herméticas promovidas por la Agencia de Seguridad Alimentaria de Quintana Roo (ASAQROO) y el CIMMYT, hoy protege su cosecha y duerme tranquilo.

Todo comenzó con una charla con don Crecencio, quien le habló sobre las buenas prácticas poscosecha. Siguiendo su recomendación, don Renecio aprendió que conservar bien el grano no solo evita pérdidas por plagas, sino que también mejora su calidad y, en consecuencia, su valor en el mercado.

¿Por qué es importante la poscosecha? 

La poscosecha es el conjunto de técnicas y procesos utilizados para preservar los productos agrícolas después de la cosecha, evitando pérdidas y asegurando su calidad. Adoptar buenas prácticas poscosecha es clave para:

Evitar plagas y enfermedades en el almacenamiento.

Proteger la seguridad alimentaria de las familias.

Reducir desperdicios y mejorar la eficiencia en el uso de los recursos.

Mejorar los ingresos de los agricultores, ya que un grano bien conservado tiene mejor precio en el mercado.

¡Aprende más con la historieta de don Crecencio!

Así como don Crecencio ayudó a don Renecio, tú también puedes aprender y compartir buenas prácticas poscosecha. Descarga la edición especial de poscosecha de don Crecencio, con información útil y consejos prácticos.

 

Don Crecencio Poscosecha

👉 Da clic en la imagen o en el link de descarga, guarda la historieta y compártela. https://staging.cimmyt.org/content/uploads/sites/2/2025/01/poscosecha-doncrecencio-mobile-original_11zon.pdf

Porque para guardar el grano con calidad, pos… pos… ¡poscosecha!

Categorías
Noticias

Innovaciones que transforman comunidades rurales

Taller de agricultura sustentable en Bacalar, Quintana Roo. (Foto: Hub Península de Yucatán-CIMMYT)
Taller de agricultura sustentable en Bacalar, Quintana Roo. (Foto: Hub Península de Yucatán-CIMMYT)

En el marco del proyecto Seguridad alimentaria y nutricional para comunidades rurales del Estado de Quintana Roo, implementado por el Gobierno del Estado en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), se están llevando a cabo acciones transformadoras que buscan mejorar las prácticas agrícolas y promover la sustentabilidad en comunidades rurales de la región. Este proyecto tiene como objetivo principal garantizar la seguridad alimentaria y fortalecer la resiliencia de las familias agricultoras mediante el uso de tecnologías innovadoras y sustentables.

En comunidades del municipio de Bacalar, técnicos del proyecto han impartido talleres sobre el uso de insumos orgánicos, destacando prácticas agroecológicas para mejorar la calidad del suelo, fertilizantes orgánicos y trampas de feromonas para el control biológico de plagas. Estas capacitaciones responden a la necesidad urgente de cambiar paradigmas en el manejo agrícola, en una región históricamente marcada por la tumba, roza y quema, prácticas que han degradado los suelos y contribuido a la deforestación de las selvas de la Península de Yucatán.

Felipe Sánchez Olán, productor de Bacalar, expresó los beneficios de estas innovaciones: “He aplicado las prácticas que los técnicos nos han enseñado y he comparado contra lo que regularmente hacíamos en la región. He obtenido mejores resultados y mejor rendimiento”.

En el ciclo de siembra verano-otoño-invierno 2024, se han introducido estrategias que combinan semillas criollas —probadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), una de las instituciones que colabora con el Hub Península de Yucatán—, análisis de suelos y aplicaciones de insumos específicos para el control de malezas. Estas innovaciones, sumadas a las técnicas de siembra ordenada, están orientadas a incrementar el rendimiento del maíz y a establecer bancos de semillas que aseguren la replicación de estas prácticas en el futuro.

La meta es clara: reducir el impacto ambiental de la agricultura mientras se fortalecen las bases para una seguridad alimentaria sostenible. Los talleres también han sido una oportunidad para reforzar la importancia de la conservación del medioambiente, alineándose con los principios de la agricultura de conservación promovidos por el CIMMYT y que son el eje del menú tecnológico que se promueve con esta iniciativa.

Un aspecto central del proyecto es el papel de las mujeres rurales como promotoras de estas tecnologías. En Quintana Roo, donde las mujeres desempeñan un papel crucial en la producción de alimentos, se están impulsando sus capacidades para liderar la adopción de estas prácticas. Como destaca el equipo técnico que impartió los talleres recientes, las mujeres tienen el potencial de ser “agentes de cambio en sus comunidades, fortaleciendo la seguridad alimentaria y promoviendo la agricultura sustentable”.

El proyecto Seguridad alimentaria y nutricional para comunidades rurales del Estado de Quintana Roo no solo busca mejorar los rendimientos agrícolas, sino también transformar las vidas de las familias rurales mediante la capacitación, el acceso a innovaciones y el empoderamiento de sus productores. Estas acciones son un ejemplo del impacto que se puede lograr cuando la ciencia y el conocimiento se combinan con la experiencia local y la participación comunitaria.

Con estas iniciativas, el CIMMYT y el Gobierno del Estado de Quintana Roo están marcando un camino hacia un modelo agrícola más sustentable, capaz de garantizar alimentos saludables, proteger los recursos naturales y fortalecer la economía de las comunidades rurales.

Categorías
Noticias

En el campo, no te mueres de hambre

El agricultor Jaime Varguez en su parcela, mostrando parte de su cosecha de frutales. (Foto: Alexis Eduardo Varguez)
El agricultor Jaime Varguez en su parcela, mostrando parte de su cosecha de frutales. (Foto: Alexis Eduardo Varguez)

«En el campo, no te mueres de hambre», dice Jaime Varguez, un agricultor de la comunidad de Nicolás Bravo, en el municipio de Othón P. Blanco, Quintana Roo. Nos recibe una mañana cálida y húmeda en su parcela, como parte de una visita al programa de seguridad alimentaria que impulsa el gobierno de Quintana Roo junto con el CIMMYT. Este programa busca fortalecer la capacidad de producción local y mejorar la seguridad alimentaria de comunidades rurales a través de técnicas de manejo sustentable y diversificación de cultivos.

Jaime Varguez Canul nos cuenta sobre su vida en el campo y la importancia de esta estrategia. Lo encontramos trabajando en su parcela, un lugar que cuida todos los días desde hace 43 años. “En tiempos de hambruna, mi padre decía que sembrando de todo en la parcela siempre había algo para comer”, recuerda mientras nos muestra su terreno. Uno de los mayores orgullos de don Jaime es el ñame, cuya semilla ha pasado de generación en generación. La sabiduría ancestral es evidente: “Aquí seguimos sembrando como nos enseñaron nuestros abuelos”.

La parcela de don Jaime está ubicada a 18 kilómetros de la comunidad de Nicolás Bravo, en plena selva subtropical. El clima cálido y con lluvias intensas durante el verano exige una planificación cuidadosa de las siembras para aprovechar la humedad del suelo. En un sistema agroforestal, sus plantas de cinco años ya alcanzan entre tres y cinco metros de altura, formando hileras que permiten intercalar hasta tres cultivos entre los surcos.

En su terreno de dos hectáreas y media, don Jaime siembra maíz, frijol, calabaza y ocoro, y ha logrado integrar árboles frutales y maderables. La diversidad de su parcela le garantiza un suministro de alimentos durante todo el año y una fuente de ingresos extra para su familia. Dependiendo de la temporada, vende pepino, calabaza, tomate, chiles, ñame, sandía, yuca, frijol xpelon, elotes, melón, albahaca, camote y más. Esta diversificación es clave para su seguridad alimentaria y económica.

Parcela del señor Jaime Varguez Canul, en Othón P. Blanco, Quintana Roo. (Foto: Alexis Eduardo Varguez)
Parcela del señor Jaime Varguez Canul, en Othón P. Blanco, Quintana Roo. (Foto: Alexis Eduardo Varguez)

Ante los retos actuales de la agricultura, don Jaime comenta que necesita cultivar dos ciclos de maíz: uno rápido, para el consumo familiar, y otro tradicional con el maíz “crema”, una variedad que ha heredado de su padre. “Este año, con el apoyo técnico del programa, planté un maíz híbrido en julio para cosecharlo en noviembre, y así dejar espacio para el maíz crema que siembro cada año”, explica. Por primera vez, también está utilizando un sistema de siembra en hileras, aprovechando el espacio entre sus árboles agroforestales.

Don Jaime enfrenta además el aumento de plagas, como la mosca pinta y el gusano cogollero, que en años anteriores han devastado sus cultivos. “Gracias a las recomendaciones técnicas, logré salvar mi maíz del gusano cogollero; en otros años me ha hecho perder toda la siembra,” comparte. También ha incorporado nuevas prácticas, como el entierro del fertilizante, lo cual ha notado que fortalece sus plantas, que lucen de un verde intenso y saludable. “Estoy emocionado por ver los resultados,” añade, confiado en el equipo técnico que lo asesora y en la planificación adaptada a sus necesidades. “El conocimiento es para compartirse,” dice con orgullo, y asegura que está listo para ayudar a otros agricultores con lo que ha aprendido.

Este proyecto de seguridad alimentaria y nutricional es una colaboración entre el CIMMYT y el gobierno de Quintana Roo, y tiene el objetivo de mejorar la autosuficiencia de las familias rurales a través de prácticas agrícolas sostenibles. Al igual que don Jaime, muchos agricultores en el estado están integrando estas estrategias en sus parcelas para mejorar sus cultivos y obtener una mayor calidad de vida.

Categorías
Noticias

Redes que transforman: Innovación y seguridad alimentaria en la Península de Yucatán

Miguel Ku Balam, durante las mesas de trabajo del Hub Meeting Península de Yucatán. (Foto: Sarah Martínez / CIMMYT)
Miguel Ku Balam, durante las mesas de trabajo del Hub Meeting Península de Yucatán. (Foto: Sarah Martínez / CIMMYT)

Bajo el lema “Redes de Innovación que Transforman Vidas en los Sistemas Agroalimentarios”, expertos, investigadores, productores, representantes del CIMMYT y del gobierno de Quintana Roo se dieron cita en el Holiday Inn Express Mérida Siglo XXI para el Hub Meeting Península de Yucatán 2024, los días 24 y 25 de octubre. Este evento reunió a actores clave de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, todos vinculados al Hub Península de Yucatán, con el objetivo de revitalizar las conexiones entre los distintos sectores y promover una visión conjunta en favor de la seguridad alimentaria.

El primer día, tras el mensaje de bienvenida por autoridades participantes en el evento, Jelle Van Loon, director asociado de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles y Representante Regional para América Latina en CIMMYT, inauguró la jornada con una conferencia magistral sobre los retos y oportunidades en los sistemas agroalimentarios, lo que captó la atención de los asistentes con su análisis del contexto global y sus implicaciones en la región. Posteriormente, una dinámica de consenso permitió que los participantes, incluidos los representantes del gobierno de Quintana Roo, reflexionaran sobre los desafíos locales, lo que abrió un espacio para el diálogo y la construcción de soluciones.

Ignacio Pereira, director general de la Agencia de Seguridad Alimentaria del Estado de Quintana Roo, destacó la relevancia del trabajo en conjunto con el CIMMYT: “El trabajo que se está realizando con CIMMYT es sumamente importante, sobre todo en este proceso agroalimentario y agroecológico, que permite el conocimiento que se está impartiendo, pero también ampliar las metas en un tema tan relevante como la seguridad alimentaria de la población, sobre todo en el Estado de Quintana Roo. La gobernadora lo ha puesto como uno de los temas prioritarios de su gobierno, y nos ayuda a apoyar a las familias de diversas comunidades, especialmente en la zona maya, manteniendo la tecnología y el conocimiento acumulado durante años para incrementar la producción de sus parcelas. Esto no solo mejora la seguridad alimentaria y el autoconsumo de la población, sino que también genera vínculos para la comercialización de excedentes”.

Por su parte Arturo Alonso Medina Pech, facilitador del programa Sembrando Vida en la coordinación territorial de Xpujil, Campeche, compartió su experiencia sobre la colaboración con el CIMMYT, en el marco del Hub de la Península de Yucatán: “Nuestra vinculación con CIMMYT inició en 2020 y 2021, especialmente para la capacitación del personal operativo del programa en diversas rutas de la coordinación territorial de Sembrando Vida”.

En particular, Medina Pech detalló su participación en la coordinación del municipio de Candelaria, donde se ha capacitado al personal técnico de cuatro rutas. Este esfuerzo incluye trabajo de campo en parcelas de aprendizaje e innovación, con prácticas de mejoramiento del suelo, control de plagas y enfermedades. “Los productores están satisfechos con los resultados, y nuestro objetivo es seguir fortaleciendo esta colaboración con el CIMMYT en los próximos años”, añadió.

Bartolomé Durante, productor del ejido Tabi en Yucatán, compartió su experiencia de vida en el campo y su colaboración con el CIMMYT. “Soy productor de nacimiento, tengo 63 años y sigo trabajando en el campo”, comentó. Además, explicó que, en 2019, con el apoyo del CIMMYT comenzó a implementar prácticas de conservación y un módulo de semillas que le ha permitido intercambiar experiencias con otros productores en Yucatán. “Ahora sabemos trabajar con variedad de semillas criollas y conservamos el maíz de una cosecha a la otra”, señaló agradecido por las capacitaciones brindadas por el Hub, que le han permitido mejorar sus prácticas de cultivo y la sustentabilidad de su producción.

En la actividad “La red invisible: descubriendo conexiones”, los asistentes se agruparon en siete mesas temáticas: inclusión de género y social y desarrollo de capacidades, investigación y poscosecha, innovación y extensión, inclusión financiera y asociatividad, sistema semillas, mecanización y políticas publicas. Cada mesa, moderada por expertos, abordó la importancia de la colaboración y mapeó las conexiones entre los actores presentes. Las dinámicas, enriquecidas con carteles y fotografías, incentivaron a los participantes a visualizar sus interacciones y a identificar oportunidades para fortalecer sus vínculos, y contaron con la activa participación de las autoridades quintanarroenses que compartieron sus experiencias en políticas públicas y apoyo al sector agrícola.

Fotografía grupal de los participantes del Hub Meeting de Península de Yucatán. (Foto: Sarah Martínez / CIMMYT)
Fotografía grupal de los participantes del Hub Meeting de Península de Yucatán. (Foto: Sarah Martínez / CIMMYT)

El segundo día comenzó con el taller de innovación colaborativa “Innovando juntos, soluciones para el futuro”. Durante la mañana, se promovió la creatividad en la búsqueda de soluciones a los retos previamente identificados, lo que logró los insumos para desarrollar un plan de acción y un agenda técnica en común. Katharine Schiller, experta en escalamiento de innovaciones, dirigió una dinámica sobre el impacto y la aplicabilidad de estas ideas en el contexto regional.

Antonio Rico Lomelín, subsecretario de Agricultura en la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca del gobierno de Quintana Roo, destacó el valor de los foros de colaboración como el Hub Península: “Este espacio permite una red de actores que, en un territorio compartido, interactúan para fortalecer la producción y productividad de actividades rurales, tales como la agricultura, ganadería, pesca y forestería”. Según Lomelín, el Hub es un espacio de riqueza en interacciones y compromisos entre los participantes, lo que genera una complicidad que impulsa los objetivos comunes.

En cuanto a los beneficios de la colaboración, Lomelín mencionó que el trabajo en red facilita la orientación de recursos y esfuerzos hacia un objetivo común. Un ejemplo clave es la política de rescate de maíces nativos en Quintana Roo, un proyecto en el que se busca no solo preservar esta biodiversidad, sino también generar una cadena de valor que lleve estos productos a nichos de mercado.

El evento concluyó con la presentación de propuestas generadas en cada mesa de trabajo, seguido por una emotiva reflexión final bajo el tema “Construyendo puentes, no caminos solitarios”, a cargo del equipo del CIMMYT. La clausura dejó a los asistentes con una renovada motivación y un fuerte compromiso de colaboración para afrontar los desafíos agroalimentarios de la Península de Yucatán.

Categorías
Noticias

En la parcela me siento feliz

La señora Guadalupe Mo Alvarado, agricultora de Quintana Roo. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
La señora Guadalupe Mo Alvarado, agricultora de Quintana Roo. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

En el marco del proyecto Seguridad alimentaria y nutricional para comunidades rurales del Estado de Quintana Roo, impulsado por el gobierno de este estado en colaboración con el CIMMYT, agricultoras de diversas localidades están accediendo a herramientas y tecnologías que no solo mejoran su producción, sino que también garantizan la conservación segura de sus cosechas, contribuyendo así a la seguridad alimentaria de sus comunidades.

Una de las principales innovaciones que están aprendiendo a utilizar son las bolsas plásticas herméticas para el almacenamiento de granos, una tecnología poscosecha que permite reducir significativamente las pérdidas sin necesidad de recurrir a químicos como las pastillas de fosfuro de aluminio.

La señora Guadalupe Mo Alvarado, una de las agricultoras que participa en el proyecto, comparte su experiencia con esta tecnología y cómo ha transformado su labor diaria en el campo: “Es difícil cuidar el maíz por los animales. Cuando empieza a espigar, ahí tiene que estar uno en la mañana, en la noche, en la tarde, porque los animales se lo acaban. Los pájaros, los tejones, todos esos se acaban toda la milpa. Y por eso hay que estar cuidando. Y después con esas bolsas para conservar el maíz, para que no se pique, porque hace poco nos vinieron a enseñar cómo vamos a utilizar esas bolsas para que no se pique el maíz, porque el maíz que se pone en la bolsa, pues, se conserva”, comenta.

Las pérdidas poscosecha son un problema constante para los pequeños productores, además de algunos animales, las plagas de almacén, como el gorgojo, llegan a reducir considerablemente las cosechas. «Antes pues echábamos el maíz en pomos, en frascos, y comprábamos una pastilla, y metíamos el maíz, los ibes, los frijoles, para que no saliera gorgojo, pero se conserva mejor en la bolsa. Sin veneno, sin nada, sí se conserva, solo hay que secarlo bien, bien, como nos dijeron, hay que secarlo para que no tenga humedad para echarlo en la bolsa.»

La capacitación impartida por el equipo del proyecto ha permitido a las agricultoras adquirir conocimientos prácticos y comprobar los beneficios de estas nuevas técnicas de conservación: “Los que vinieron a visitarnos, nos vinieron a enseñar cómo se puede conservar las semillas. Y esos compañeros que vinieron, pues, hicieron una junta acá y muchos vinieron a verlo y muchos aprendieron. Hicieron una demostración con varias formas de conservar los granos. A los tres meses se abrió para ver si tenían gorgojos. En tambo no funcionó. Con cal no funcionó. Con la pastilla huele mal, huele a ajo. Lo que funcionó es lo que se selló con las bolsas. Las bolsas verdes. Se sellan así con ese como cierre. Y sí quedó bien. No tiene mal olor, ni mal sabor, nada”.

La señora Guadalupe Mo en su parcela. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
La señora Guadalupe Mo en su parcela. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

Guadalupe reflexiona sobre la importancia de estas innovaciones en la vida de las mujeres rurales, quienes, además de ser responsables de la producción de alimentos, también enfrentan los desafíos del hogar y la crianza de animales: «Ahora conservamos así el maíz, en bolsas con cierre. Nos ayudan mucho porque, ¿qué tal si no nos da una cosecha un año? ¿Qué voy a hacer? Voy a sufrir como otros que sufren, que van y lo tienen que comprar. Y luego no hay. Y andan buscando maseca, andan buscando, preocupados por sus animales. Y yo lo que no quiero es preocuparme de lo que consumimos, de lo que comemos. Por eso este maíz es consumo para mis cochinitos, y para comer nosotros. Porque nosotros vivimos de la masa, del maíz».

El testimonio de Guadalupe Mo Alvarado refleja el compromiso y la resiliencia de las mujeres rurales, que no solo cultivan la tierra, sino también la esperanza de una vida mejor para sus familias. Estas mujeres, que pasan sus días en el campo, están construyendo un futuro más seguro para sus comunidades, garantizando que la producción agrícola sea sostenible y que las prácticas mejoradas contribuyan a una mejor calidad de vida.

«Yo paso todo mi día en la milpa. Todo el día paso allá sembrando. Tengo mucho ánimo para trabajar. Porque la verdad, solamente el campo es lo que nos enseñó mi papá. Mi papá en vez de que nos diera estudios, nos enseñó el campo. Y me gustó el campo y ya no quiero quedarme solo en la cocina. Voy en la mañana, voy en las tardes. Mi marido se queda medio día en la casa. Porque nos ayudamos entre ambos. Ya crió sus pollitos, su pavito, su cochinito. Riega las plantas que tenemos acá.

“Aquí sembramos chile habanero, tomate, pepino, sandía, melón; sembramos maíz, de todo tipo de maíz, Xmejen nalblanco, amarillo… Sembramos un montón. Sembramos para la vida, para comer. Me gusta el monte. Quiero ir cuando amanece, cuando dan las cuatro ya quiero ir. Me gusta sembrar. Ya me acostumbré. En la parcela siento que no me canso ni me siento enferma. Nada. Allí me siento feliz”.

En el Día Internacional de las Mujeres Rurales, celebramos a mujeres como Guadalupe, que son la columna vertebral de la seguridad alimentaria en sus comunidades. Con proyectos como el que desarrolla el gobierno de Quintana Roo y el CIMMYT, ellas continúan empoderándose con conocimientos y tecnologías que transforman sus vidas y fortalecen la capacidad de sus comunidades para enfrentar los desafíos alimentarios del futuro.

Categorías
Noticias

Poscosecha, qué es y algunas recomendaciones iniciales

Capacitación en poscosecha. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Capacitación en poscosecha. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

La poscosecha se refiere al conjunto de técnicas y procesos utilizados para preservar y manejar los productos agrícolas después de su cosecha, con el fin de mantener su calidad y prolongar su vida útil. Este es un aspecto crucial en la cadena de suministro agrícola que juega un papel fundamental en la seguridad alimentaria, la economía y el medioambiente.

La poscosecha desempeña un papel fundamental en la garantía de la seguridad alimentaria al reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos. Se estima que aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial se pierden o desperdician cada año, y una parte significativa de estas pérdidas ocurre durante la etapa de poscosecha debido a la falta de infraestructura adecuada, técnicas inadecuadas de manejo y almacenamiento, y problemas de transporte.

Además de contribuir a la seguridad alimentaria, la poscosecha también tiene un impacto económico significativo. La implementación de prácticas adecuadas de poscosecha puede ayudar a los agricultores a obtener mejores precios por sus productos al mantener su calidad y prolongar su vida útil. Esto a su vez puede mejorar los ingresos de los agricultores y fortalecer la economía local y nacional.

Si bien la poscosecha es un proceso muy amplio, los agricultores que buscan comenzar a implementar buenas prácticas poscosecha pueden iniciar con estas recomendaciones iniciales:

El manejo adecuado de la temperatura y la humedad es fundamental porque, al mantener los granos en condiciones óptimas de temperatura y humedad se evita la proliferación de microorganismos y la pérdida de calidad. Almacenar granos secos es esencial prolongar la vida útil de los productos.

Con respecto al almacenamiento, especialistas en poscosecha de CIMMYT señalan que en la actualidad existen diversas herramientas y técnicas que pueden mejorar significativamente la eficiencia y la calidad en este proceso. Entre estas tecnologías destacan los sistemas de atmósfera controlada, como las bolsas plásticas herméticas y los silos metálicos herméticos.

Las tecnologías herméticas destacan porque permiten eliminar el uso de pastillas de fosfuro de aluminio que regularmente se colocan en los costales llenos de granos, pero que representan un grave riesgo a la salud humana.

Una alternativa de almacenamiento hermético es el uso de envases de PET, bajo ciertas condiciones pues, para darles un uso adecuado como contenedores de semillas, previamente se debe realizar una inspección y verificar que tanto el recipiente como la tapa (esta debe conservar en buen estado —preferentemente— el sello plástico que normalmente tiene) estén en óptimas condiciones para seguir brindando hermeticidad.

Las tecnologías herméticas poscosecha y las buenas prácticas poscosecha son parte de las innovaciones que se contemplan en el marco del proyecto Seguridad alimentaria y nutricional para comunidades rurales del Estado de Quintana Roo, impulsado por el gobierno de Quintana Roo y CIMMYT.