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Legumbres, aliadas de la alimentación y del suelo

Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)
Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)

Desde tiempos prehispánicos, el frijol ha sido un pilar de la dieta y la cultura agrícola en México. Sin embargo, en años recientes, el país ha experimentado un aumento en las importaciones de esta leguminosa, alcanzando en 2023 un volumen histórico de aproximadamente 313 mil toneladas (INEGI, 2023). Este crecimiento de las importaciones se debe, entre otros factores, a las sequías que han propiciado la disminución de la producción en los estados tradicionalmente productores.

Aunque en México el frijol es la leguminosa por excelencia, no es la única que se cultiva. Actualmente, hay una gran diversidad de opciones disponibles para que las familias agricultoras elijan de acuerdo con sus necesidades y preferencias. Estas opciones incluyen cultivos como el frijol mungo (Vigna radiata), dólicos (Dolichos lablab), gandules (Cajanus cajan), cacahuates, entre otros.

La inclusión de leguminosas en los sistemas de producción representa además una estrategia clave para fortalecer la seguridad alimentaria y mejorar la salud del suelo. Investigaciones desarrolladas en las plataformas de investigación que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores han demostrado que el uso de estas especies contribuye significativamente a la fertilidad del suelo, reduciendo la necesidad de fertilizantes sintéticos y, por lo tanto, los costos de producción. 

Las leguminosas tienen una característica agronómica excepcional: en simbiosis con bacterias del género Rhizobium, pueden fijar nitrógeno atmosférico y convertirlo en una forma utilizable por las plantas. Este proceso reduce la dependencia de fertilizantes nitrogenados, cuyo uso excesivo puede degradar los suelos y generar impactos ambientales negativos. Además, la rotación y asociación de cultivos con leguminosas mejora la calidad del suelo, la disponibilidad de nutrientes y ayuda a controlar plagas de manera natural.

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A través de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores que están estratégicamente distribuidas en gran parte del territorio nacional, cada ciclo productivo se suma evidencia de la ventaja de incorporar las leguminosas a los sistemas productivos. En la plataforma de Tlaltizapán, Morelos, durante el ciclo primavera-verano 2023, por ejemplo, la combinación de camas permanentes, rotación con leguminosas (dólicos) y el mantenimiento del 100% de los residuos del cultivo permitió mayores rendimientos, efecto que ha sido observado especialmente en condiciones de sequía prolongada.

En la plataforma de San Miguel Tlacamama, también en Oaxaca y en el mismo ciclo productivo, la cobertura proporcionada por las leguminosas (en sistemas asociados de maíz-frijol) ayudó a reducir costos en el control de arvenses, beneficiando a los agricultores con un ahorro significativo.

Por su parte, en Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha reportado beneficios consistentes, por lo que esta tecnología ahora forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz y frijol en Chiapas que recientemente publicó el CIMMYT. En este documento se señala que en la plataforma de Comitán (ciclo primavera-verano 2022) las asociaciones maíz-canavalia y maíz-dólicos mejoraron significativamente la biomasa y la producción de grano de maíz. Estos resultados son relevantes considerando que en esta región de Chiapas el rendimiento promedio de maíz es muy bajo (de apenas 1.5 toneladas por hectárea —t/ha—) debido, sobre todo, a la pérdida de materia orgánica.

De igual manera, en la plataforma de Ocosingo, Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha demostrado ser una estrategia efectiva para mejorar la eficiencia en el uso del suelo. La asociación de maíz con frijol mungo, dólicos, gandules y cacahuates ha permitido cosechas adicionales, con el beneficio extra de que las leguminosas ayudan a reducir plagas en el maíz mediante la diversificación funcional (atracción de insectos benéficos y/o como cultivo trampa). 

Las legumbres, que son las semillas que se cosechan de las leguminosas, han acompañado al ser humano desde la prehistoria, no solo como alimentos emblemáticos (como el frijol para México o el garbanzo para las culturas mediterráneas), sino como aliadas en la sostenibilidad de los sistemas productivos. Su capacidad para ayudar a regenerar el suelo, reducir el uso de insumos sintéticos y diversificar las fuentes de ingreso de los agricultores las convierten en una pieza clave para la seguridad alimentaria del futuro.

Cada 10 de febrero el mundo celebra el Día Mundial de las Legumbres, recordándonos su importancia en la nutrición y la agricultura sostenible. En México, donde el frijol es un símbolo de identidad y tradición, es fundamental fortalecer la producción de esta y otras leguminosas a través de prácticas agronómicas más sustentables. Con el respaldo de plataformas de investigación como las aquí referidas esta tarea es posible.

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Para guardar mi grano con calidad, pos… pos… ¡poscosecha!

En muchas comunidades rurales de México, las plagas de almacén, como el gorgojo, ponen en riesgo la seguridad alimentaria de las familias. Don Renecio casi lo vivió en carne propia: su grano estaba en peligro y con él, el alimento de su familia. Pero gracias a un buen consejo y a la implementación de tecnologías herméticas promovidas por la Agencia de Seguridad Alimentaria de Quintana Roo (ASAQROO) y el CIMMYT, hoy protege su cosecha y duerme tranquilo.

Todo comenzó con una charla con don Crecencio, quien le habló sobre las buenas prácticas poscosecha. Siguiendo su recomendación, don Renecio aprendió que conservar bien el grano no solo evita pérdidas por plagas, sino que también mejora su calidad y, en consecuencia, su valor en el mercado.

¿Por qué es importante la poscosecha? 

La poscosecha es el conjunto de técnicas y procesos utilizados para preservar los productos agrícolas después de la cosecha, evitando pérdidas y asegurando su calidad. Adoptar buenas prácticas poscosecha es clave para:

Evitar plagas y enfermedades en el almacenamiento.

Proteger la seguridad alimentaria de las familias.

Reducir desperdicios y mejorar la eficiencia en el uso de los recursos.

Mejorar los ingresos de los agricultores, ya que un grano bien conservado tiene mejor precio en el mercado.

¡Aprende más con la historieta de don Crecencio!

Así como don Crecencio ayudó a don Renecio, tú también puedes aprender y compartir buenas prácticas poscosecha. Descarga la edición especial de poscosecha de don Crecencio, con información útil y consejos prácticos.

 

Don Crecencio Poscosecha

👉 Da clic en la imagen o en el link de descarga, guarda la historieta y compártela. https://staging.cimmyt.org/content/uploads/sites/2/2025/01/poscosecha-doncrecencio-mobile-original_11zon.pdf

Porque para guardar el grano con calidad, pos… pos… ¡poscosecha!

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Soluciones poscosecha

La poscosecha se refiere al conjunto de técnicas y procesos utilizados para preservar y manejar los productos agrícolas después de su cosecha, con el fin de mantener su calidad y prolongar su vida útil. Este es un aspecto crucial en la cadena de suministro agrícola que juega un papel fundamental en la seguridad alimentaria, la economía y el medioambiente.

La poscosecha desempeña un papel fundamental en la garantía de la seguridad alimentaria al reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos. Se estima que aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial se pierden o desperdician cada año, y una parte significativa de estas pérdidas ocurre durante la etapa de poscosecha debido a la falta de infraestructura adecuada, técnicas inadecuadas de manejo y almacenamiento, y problemas de transporte.

Además de contribuir a la seguridad alimentaria, la poscosecha también tiene un impacto económico significativo. La implementación de prácticas adecuadas de poscosecha puede ayudar a los agricultores a obtener mejores precios por sus productos al mantener su calidad y prolongar su vida útil. Esto a su vez puede mejorar los ingresos de los agricultores y fortalecer la economía local y nacional.

En el marco del proyecto Seguridad alimentaria y nutricional para comunidades rurales del Estado de Quintana Roo, de la Agencia de Seguridad Alimentaria de Quintana Roo (ASAQROO) y el CIMMYT, compartimos los siguientes materiales de divulgación para que técnicos y productores adopten y difundan buenas prácticas poscosecha en beneficio de ellos, sus familias y sus comunidades. Da clic sobre la imagen o el link de descarga, guárdalos y compártelos.

Infografía poscosecha
Infografía poscosecha, da clic aquí para descargar. 

 

Don Crecencio Poscosecha
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Plagas de almacén
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Poscosecha para pequeños productores
Poscosecha para pequeños productores, da clic aquí para descargar. 
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De aprendiz a maestro

Hilario Bolio durante el taller de fabricación de silos. (Foto: Jesús López)
Hilario Bolio durante el taller de fabricación de silos. (Foto: Jesús López)

En una comunidad de la Península de Yucatán, el sonido del martilleo y el zumbido de soldaduras marcan el compás del cambio. Hilario Bolio, un herrero de Tzucacab, Yucatán, se ha convertido en un referente de la seguridad alimentaria y el uso de tecnologías sustentables gracias a su participación en una red de herreros impulsada por el CIMMYT y potenciada por iniciativas como Seguridad alimentaria y nutricional para comunidades rurales del Estado de Quintana Roo, proyecto de la Agencia de Seguridad Alimentaria de Quintana Roo (ASAQROO) y el CIMMYT.

Recientemente, Hilario participó como capacitador en un taller para la fabricación de silos metálicos herméticos, una tecnología que permite reducir significativamente las pérdidas poscosecha, mismas que llegan a ser de hasta el 40 % en lugares cálidos, afectando seriamente la disponibilidad de alimentos para las familias.

Así, con la intención de mejorar la seguridad alimentaria de las familias productoras, este curso tuvo como objetivo formar a una nueva generación de herreros comprometidos con el bienestar de sus comunidades. “La capacitación en tecnologías herméticas no solo garantiza granos más sanos y seguros, sino que también reduce el uso de pesticidas como el fosfuro de aluminio, protegiendo así la salud de las familias agricultoras”, explicó Jesús López Gómez, especialista del CIMMYT quien también participó como capacitador en el taller.

La historia de Hilario Bolio y las tecnologías herméticas poscosecha comenzó hace varios años, cuando participó en su primer curso sobre fabricación de silos en la sede global del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. En aquel momento, era uno de los pocos participantes con un taller de herrería propio, lo que le permitió poner en práctica lo aprendido y consolidar su especialización en la fabricación de silos herméticos. Desde entonces, se ha dedicado a perfeccionar su técnica y a compartir su conocimiento con otros herreros, tanto en México, como en el extranjero.

“Domino varios oficios, entre ellos la herrería, por lo cual los silos metálicos herméticos fueron parte de mi catálogo de productos. Aparte de todas mis actividades participo como ponente para facilitar talleres, particularmente para cálculo, trazo, corte y ensamble de silos metálicos herméticos. Por esto, en 2019 facilité en dos talleres. Uno en Yucatán y otro en Laos. Y este año (2024), aquí en Chetumal, Quintana Roo».

«Me siento muy contento de participar en estos talleres que son muy importantes para que otras personas desarrollen sus habilidades y capacidades en la fabricación de estos equipos. Me siento muy afortunado al saber que los granos de maíz son almacenados en equipos que garantizan su conservación, ya que cuentan con la garantía de la hermeticidad y de esta forma se busca garantizar la salud de las familias, por eso me siento contento y agradecido de participar en esta estrategia», comenta Hilario, cuyo taller en Tzucacab es hoy un punto de fabricación y distribución clave de esta tecnología para toda la región.

El reciente curso-taller convocó a herreros de los tres estados de la Península: Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Durante tres días, los participantes aprendieron desde los principios teóricos de la tecnología hermética hasta la fabricación práctica de silos, utilizando herramientas básicas que garantizan que el conocimiento adquirido pueda replicarse en comunidades con recursos limitados.

El taller también abordó la importancia de diversificar los servicios que los herreros ofrecen. “Queremos que ellos no solo fabriquen silos, sino que los integren como un producto más en su oferta, ampliando así las posibilidades de sus negocios y fomentando la adopción de esta tecnología en sus comunidades”, agregó Jesús López Gómez.

La actividad culminó con un ejercicio práctico donde cada equipo fabricó su propio silo, bajo la guía experta de Hilario quien, más allá de sus habilidades como herrero, se ha convertido en un líder y mentor gracias a su disposición de compartir el conocimiento. Así, sus esfuerzos por formar a nuevos fabricantes de silos no solo están transformando las cadenas poscosecha en la región, sino que también están inspirando a otros a ser parte del cambio.

“Con este taller esperamos ampliar la red de herreros y la difusión de las tecnologías herméticas poscosecha en beneficio de las comunidades rurales de Quintana Roo”, destacó Alberto Ignacio Perera Medina, Director General de la Agencia de Seguridad Alimentaria del Estado de Quintana Roo (ASAQROO).

Gracias a personas como Hilario y a iniciativas como este taller, se avanza en la consolidación de una red de innovación que impacta directamente en la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades rurales de México. Este esfuerzo representa un paso importante hacia un futuro donde las soluciones sustentables sean accesibles para todos, desde el campo hasta la mesa.

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Ciencia e innovación para la paz: desde la semilla hasta la mesa

Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)
Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)

La paz y la seguridad alimentaria son inseparables: donde falta el alimento, el tejido social se debilita y aumentan las posibilidades de conflictos. En este sentido, el CIMMYT y sus colaboradores trabajan en transformar los sistemas agroalimentarios hacia prácticas sostenibles que prioricen la soberanía alimentaria, el bienestar rural y la protección del medioambiente.

Esta transformación inicia en el campo, donde la adopción de innovaciones agronómicas sustentables y el fortalecimiento de sistemas tradicionales, como la milpa, permiten a las comunidades ser autosuficientes y resilientes. Contribuir al desarrollo de México, entonces, implica propiciar condiciones para una producción sustentable y diversificada, brindando herramientas para enfrentar el cambio climático y otros desafíos.

Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca, representa a miles de agricultores mexicanos que, a través de los hubs impulsados por el CIMMYT y sus colaboradores, han encontrado nuevas alternativas para fortalecer su producción y mejorar su calidad de vida. Para don Agustín, por ejemplo, sembrar nuevas variedades de frijol en asociación con maíz y otros cultivos no es solo una práctica agrícola más o una ocurrencia, sino una estrategia que está aprendiendo para mantener vivo el suelo y la economía familiar.

“Nosotros en el campo, pues siempre buscamos los granos que nos mejoren o que nos den un buen resultado para no quedar sin alimento. Y también a veces nos ayuda lo poquito que sale pues se vende y ya de ahí va uno recuperando la inversión”, comenta. Este espíritu de autosuficiencia es la base sobre la cual el CIMMYT y sus colaboradores construyen una agricultura para la paz a través de un acompañamiento técnico puntual.

La investigación y la ciencia aplicada son los pilares de esta transformación. Las plataformas de investigación, instaladas por el CIMMYT y colaboradores de todos los sectores, permiten desarrollar y validar innovaciones agrícolas adaptadas a las condiciones específicas de cada región. Así, en colaboración, el CIMMYT y sus colaboradores introducen cultivos más resistentes a la variabilidad climática, así como técnicas que promueven la salud del suelo y reducen la dependencia de insumos externos.

Sergio Gil Hernández Pinacho, uno de los técnicos vinculados al Hub PacíficoSur, describe cómo trabajan con productores como Agustín para evaluar la adaptabilidad de nuevas variedades. “La parcela del señor Agustín es un módulo de innovación. Es decir, una parcela donde, por un lado, tenemos la innovación, que es frijol caupí, criollo del Itsmo; y por otro lado un frijol delgado, propio de la comunidad. Estamos evaluando desarrollo vegetativo, rendimientos, adaptabilidad en la zona y, muy importante, el efecto de aprovechar el rastrojo en las parcelas para aumentar la materia orgánica y la salud general del suelo,” explica.

Los hubs son el núcleo de la metodología de transferencia del CIMMYT y sus colaboradores. Este modelo permite que la ciencia salga del laboratorio y llegue directamente a los agricultores, quienes, a su vez, adaptan e integran estas innovaciones en sus parcelas. Así, el modelo del hub permite a los productores conocer y experimentar tecnologías sustentables, como la siembra directa, la gestión de rastrojos y el uso de cultivos de cobertura que mejoran la eficiencia en el uso de recursos y la calidad del suelo.

Los hubs funcionan también como espacios de vinculación entre los actores de las cadenas agroalimentarias —el Hub Pacífico Sur, que se integra en el territorio oaxaqueño, por ejemplo, está conformado por instituciones de gobierno, empresas, organizaciones de productores y otros actores clave—. “Don Agustín también es productor de higuerilla y Ricinomex, una biorefinería local, se la compra porque también forma parte del Hub Pacífico Sur y fomenta prácticas sustentables con sus productores”, señala Sergio.

“La sequía nos afectó mucho con la higuerilla el año pasado. Posteriormente, viniendo de la propia iniciativa del productor, empezamos a buscar alternativas de leguminosas porque él tiene una tienda y la gente de la localidad busca frijoles allí”, puntualiza Sergio, quien además señala que las tecnologías proporcionadas al productor le han permitido seguir produciendo pese a un contexto social adverso para la agricultura en general: la escasez de mano de obra. “Sembrábamos rabanitos y la flor de cempasúchil, borla de gallo, pues porque en aquel entonces tenía yo mis hijos que estaban chicos, pero una vez que ellos ya se fueron para la ciudad, a la escuela, pues ya me vi solo y a veces encuentro mozo, a veces no”, comenta don Agustín.

El productor Agustín Gregorio Santiago y el gerente del Hub Pacífico Sur, Jaime Leal, conversan sobre cómo la diversificación de cultivos también permite generar mejores opciones de forraje. (Foto: CIMMYT)
El productor Agustín Gregorio Santiago y el gerente del Hub Pacífico Sur, Jaime Leal, conversan sobre cómo la diversificación de cultivos también permite generar mejores opciones de forraje. (Foto: CIMMYT)

Para agricultores como don Agustín, quien ya no puede dedicar el mismo esfuerzo al trabajo en el campo debido a su edad y a lesiones que recientemente tuvo, las prácticas promovidas por el CIMMYT a través del modelo del hub se adaptan de manera ideal, permitiéndole seguir produciendo sin tener que depender de un esfuerzo físico agotador. Gracias a la innovación aplicada, don Agustín puede experimentar con nuevas variedades de frijol que requieren menos intervención y ofrecen mejor rendimiento. Además, prácticas como la agricultura de conservación no solo le permiten ahorrar tiempo y energía, sino gestionar su terreno de manera más eficiente.

Por otro lado, el uso de técnicas innovadoras y la diversificación de cultivos ayuda a mejorar la economía familiar, y también a fortalecer el tejido social al brindar a la comunidad acceso a alimentos frescos y de calidad, generando un entorno en el que la agricultura sostenible se convierte en una fuente de paz y desarrollo comunitario.

Al consolidar sistemas agroalimentarios sustentables y resilientes, los hubs contribuyen a cimentar una cultura de paz en el campo mexicano. La paz se cultiva cuando las personas tienen la capacidad de acceder a una alimentación adecuada y las herramientas para sostener sus medios de vida, lo que evita la migración forzada y la ruptura del tejido social. Así, en el marco del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, CIMMYT reitera su compromiso de acompañar a los agricultores de México en la búsqueda de un futuro próspero y en paz.

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En la parcela me siento feliz

La señora Guadalupe Mo Alvarado, agricultora de Quintana Roo. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
La señora Guadalupe Mo Alvarado, agricultora de Quintana Roo. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

En el marco del proyecto Seguridad alimentaria y nutricional para comunidades rurales del Estado de Quintana Roo, impulsado por el gobierno de este estado en colaboración con el CIMMYT, agricultoras de diversas localidades están accediendo a herramientas y tecnologías que no solo mejoran su producción, sino que también garantizan la conservación segura de sus cosechas, contribuyendo así a la seguridad alimentaria de sus comunidades.

Una de las principales innovaciones que están aprendiendo a utilizar son las bolsas plásticas herméticas para el almacenamiento de granos, una tecnología poscosecha que permite reducir significativamente las pérdidas sin necesidad de recurrir a químicos como las pastillas de fosfuro de aluminio.

La señora Guadalupe Mo Alvarado, una de las agricultoras que participa en el proyecto, comparte su experiencia con esta tecnología y cómo ha transformado su labor diaria en el campo: “Es difícil cuidar el maíz por los animales. Cuando empieza a espigar, ahí tiene que estar uno en la mañana, en la noche, en la tarde, porque los animales se lo acaban. Los pájaros, los tejones, todos esos se acaban toda la milpa. Y por eso hay que estar cuidando. Y después con esas bolsas para conservar el maíz, para que no se pique, porque hace poco nos vinieron a enseñar cómo vamos a utilizar esas bolsas para que no se pique el maíz, porque el maíz que se pone en la bolsa, pues, se conserva”, comenta.

Las pérdidas poscosecha son un problema constante para los pequeños productores, además de algunos animales, las plagas de almacén, como el gorgojo, llegan a reducir considerablemente las cosechas. «Antes pues echábamos el maíz en pomos, en frascos, y comprábamos una pastilla, y metíamos el maíz, los ibes, los frijoles, para que no saliera gorgojo, pero se conserva mejor en la bolsa. Sin veneno, sin nada, sí se conserva, solo hay que secarlo bien, bien, como nos dijeron, hay que secarlo para que no tenga humedad para echarlo en la bolsa.»

La capacitación impartida por el equipo del proyecto ha permitido a las agricultoras adquirir conocimientos prácticos y comprobar los beneficios de estas nuevas técnicas de conservación: “Los que vinieron a visitarnos, nos vinieron a enseñar cómo se puede conservar las semillas. Y esos compañeros que vinieron, pues, hicieron una junta acá y muchos vinieron a verlo y muchos aprendieron. Hicieron una demostración con varias formas de conservar los granos. A los tres meses se abrió para ver si tenían gorgojos. En tambo no funcionó. Con cal no funcionó. Con la pastilla huele mal, huele a ajo. Lo que funcionó es lo que se selló con las bolsas. Las bolsas verdes. Se sellan así con ese como cierre. Y sí quedó bien. No tiene mal olor, ni mal sabor, nada”.

La señora Guadalupe Mo en su parcela. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
La señora Guadalupe Mo en su parcela. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

Guadalupe reflexiona sobre la importancia de estas innovaciones en la vida de las mujeres rurales, quienes, además de ser responsables de la producción de alimentos, también enfrentan los desafíos del hogar y la crianza de animales: «Ahora conservamos así el maíz, en bolsas con cierre. Nos ayudan mucho porque, ¿qué tal si no nos da una cosecha un año? ¿Qué voy a hacer? Voy a sufrir como otros que sufren, que van y lo tienen que comprar. Y luego no hay. Y andan buscando maseca, andan buscando, preocupados por sus animales. Y yo lo que no quiero es preocuparme de lo que consumimos, de lo que comemos. Por eso este maíz es consumo para mis cochinitos, y para comer nosotros. Porque nosotros vivimos de la masa, del maíz».

El testimonio de Guadalupe Mo Alvarado refleja el compromiso y la resiliencia de las mujeres rurales, que no solo cultivan la tierra, sino también la esperanza de una vida mejor para sus familias. Estas mujeres, que pasan sus días en el campo, están construyendo un futuro más seguro para sus comunidades, garantizando que la producción agrícola sea sostenible y que las prácticas mejoradas contribuyan a una mejor calidad de vida.

«Yo paso todo mi día en la milpa. Todo el día paso allá sembrando. Tengo mucho ánimo para trabajar. Porque la verdad, solamente el campo es lo que nos enseñó mi papá. Mi papá en vez de que nos diera estudios, nos enseñó el campo. Y me gustó el campo y ya no quiero quedarme solo en la cocina. Voy en la mañana, voy en las tardes. Mi marido se queda medio día en la casa. Porque nos ayudamos entre ambos. Ya crió sus pollitos, su pavito, su cochinito. Riega las plantas que tenemos acá.

“Aquí sembramos chile habanero, tomate, pepino, sandía, melón; sembramos maíz, de todo tipo de maíz, Xmejen nalblanco, amarillo… Sembramos un montón. Sembramos para la vida, para comer. Me gusta el monte. Quiero ir cuando amanece, cuando dan las cuatro ya quiero ir. Me gusta sembrar. Ya me acostumbré. En la parcela siento que no me canso ni me siento enferma. Nada. Allí me siento feliz”.

En el Día Internacional de las Mujeres Rurales, celebramos a mujeres como Guadalupe, que son la columna vertebral de la seguridad alimentaria en sus comunidades. Con proyectos como el que desarrolla el gobierno de Quintana Roo y el CIMMYT, ellas continúan empoderándose con conocimientos y tecnologías que transforman sus vidas y fortalecen la capacidad de sus comunidades para enfrentar los desafíos alimentarios del futuro.

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Agricultura mexicana traza la ruta para la seguridad alimentaria global

De izquierda a derecha: Víctor Villalobos, Secretario de Agricultura; Lina Pohl, representante de la FAO en México; Manuel Otero, director general del IICA; y Bram Govaerts, director general de CIMMYT, durante la apertura del foro DialogueNEXT. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
De izquierda a derecha: Víctor Villalobos, Secretario de Agricultura; Lina Pohl, representante de la FAO en México; Manuel Otero, director general del IICA; y Bram Govaerts, director general de CIMMYT, durante la apertura del foro DialogueNEXT. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

En un esfuerzo conjunto por abordar los desafíos globales de la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, el foro DialogueNEXT —organizado por la Fundación del Premio Mundial de la Alimentación en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, reunió, en Texcoco, Estado de México, a representantes de más de 55 países y 200 organizaciones para dialogar e identificar las vías y estrategias críticas que pueden aliviar el hambre mundial.

El evento reunió a representantes de diversas organizaciones vinculadas a los sistemas agroalimentarios locales e internacionales, como Víctor Villalobos, Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural (Agricultura); Alicia Bárcena, Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE); Mashal Husain, directora de operaciones de la Fundación del Premio Mundial de la Alimentación;  Cary Fowler, Premio Mundial de la Alimentación 2024 y Enviado Especial de Estados Unidos para la Seguridad Alimentaria Global; Roy Steiner, vicepresidente de la Fundación Rockefeller; Beth Crawford, subdirectora general de la FAO; Ismahane Elouafi, directora ejecutiva del CGIAR, los titulares de los ministerios de agricultura de Bangladés y Honduras, así como representantes organizaciones internacionales, de la agroindustria, científicos y agricultores.

Este importante foro, que coincide con la conmemoración del Día Mundial de la Población, también rindió homenaje al doctor Norman Borlaug, uno de los fundadores del CIMMYT y laureado con el Premio Nobel de la Paz por salvar millones de vidas gracias al desarrollo de variedades de trigo mejoradas. Así, bajo el lema «Semillas de Fortaleza: Fomentar la Resiliencia de los Agricultores», DialogueNEXT —que también contó con la presencia de Jeanie y Jolie Borlaug, del Instituto Borlaug—, “invita a los participantes a elevar e implementar estrategias para mejorar los medios de vida de los agricultores y alimentar a la creciente población mundial”, sostuvo el doctor Bram Govaerts, director general de CIMMYT.

Durante la apertura del foro, el doctor Víctor Villalobos —quien recibió un reconocimiento por sus contribuciones a la seguridad alimentaria al frente de la Secretaría de Agricultura— resaltó que es fundamental la colaboración de la ciencia y la investigación en el desarrollo de innovaciones agrícolas para enfrentar los retos del cambio climático, de manera que colaborar con instituciones internacionales como el CIMMYT y otros centros del CGIAR es relevante para avanzar en materia de resiliencia en los sistemas agrícolas.

Villalobos destacó que la colaboración entre la dependencia a su cargo y el CIMMYT ha contribuido a elevar la seguridad alimentaria de la sociedad mexicana, estableciendo rutas de acción que actualmente son un ejemplo a nivel internacional, como MasAgro-Cultivos para México, programa que ha beneficiado a más de 300 mil productores mexicanos, impactando positivamente en más de un millón de hectáreas y cuya metodología, basada en hubs de innovación, ha sido replicada en otros países de América Latina, Asia y África, lo que reafirma la posición estratégica de México en seguridad alimentaria global.

Alicia Bárcena, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores durante la apertura del foro DialogueNEXT. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Alicia Bárcena, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores durante la apertura del foro DialogueNEXT. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

Por su parte, la titular de la SRE destacó que “Este DialogueNEXT es muy oportuno porque estamos viviendo un tiempo muy complicado, un mundo marcado por el cambio climático y la extrema sequía. Así que es un buen momento para reflexionar sobre la seguridad alimentaria global, porque no lo hemos logrado. Después de la pandemia tuvimos incluso un retroceso. Y no solamente la seguridad alimentaria, sino también la alimentación segura, la alimentación sana, y por eso es importante este foro, este este impulso para lograr que haya una vinculación entre la seguridad alimentaria, el hambre y la paz”.

Al respecto, durante el foro se destacaron acciones de la iniciativa Agricultura para la Paz, de CIMMYT, la SRE y la Embajada de Noruega que promueve la agricultura sostenible como una herramienta para la paz y el desarrollo en regiones afectadas por la crisis climática y la migración. La cooperación triangular entre los gobiernos de Noruega, México y CIMMYT, en este sentido, ha sido esencial para impulsar la innovación agrícola en Centroamérica, mitigar los efectos de la crisis climática y ofrecer alternativas a la migración.

“Es significativo que hoy estén reunidas personas de todo el mundo como Bangladés, o como Honduras, país donde estamos impulsando un programa muy importante con AMEXCID y el CIMMYT y el cual constituye una alianza fundamental para México porque lo que queremos es ir a las causas estructurales de la pobreza, de la desigualdad, y entre ellas está la falta de oportunidades en el campo y el cambio climático. Y con este programa se busca impulsar una agricultura sostenible para que las comunidades y las poblaciones en situación de pobreza no tengan que migrar, y ahí es donde los centros del CGIAR, como el CIMMYT, son centrales”, sostuvo la canciller.

El foro DialogueNEXT se erigió así como un espacio único para el diálogo significativo sobre temas como la mitigación del cambio climático, la producción sostenible de alimentos y las estrategias de desarrollo agrícola, con el objetivo de esbozar un enfoque coordinado que pueda generar un impacto transformador para los agricultores de pequeña escala y donde la colaboración entre gobiernos y centros de investigación continuará siendo fundamental para enfrentar los desafíos futuros y donde la agricultura sostenible y resiliente es esencial para alimentar a la población mundial sin agotar los recursos naturales.

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Conservación, manejo de los recursos naturales y economía circular para la producción de maíz en Colombia

Se estima que el 84% de la agricultura familiar en todo el mundo se lleva a cabo en extensiones de tierra de menos de 2 hectáreas, lo que representa menos del 12% del área total dedicada a la agricultura. Este modelo de agricultura familiar se distingue por su enfoque en la producción alimentaria a escala reducida, lo cual suele implicar una mayor participación de la mano de obra familiar.

Además, se destaca por la contribución significativa de los ingresos agrícolas al total de los ingresos familiares, la comercialización de productos en los mercados locales y la posesión de tierras y otros activos por parte de las familias (FAO, 2019, p.2). En Colombia, del total del territorio dedicado a la agricultura familiar, aproximadamente el 12,3%, se destina al cultivo de maíz, lo que corresponde a un área de 14,086,870 hectáreas. Se siembra dos veces al año durante las temporadas de lluvia. En regiones con altitudes superiores a los 1700 msnm, donde los ciclos de cultivo son más prolongados, se realiza una sola siembra al año.

Plántulas de maíz (Foto: CIMMYT).

En América Latina y el Caribe, la agricultura ocupa más de un tercio de la superficie terrestre de la región, consume casi tres cuartas partes de sus recursos de agua dulce y es responsable del 46% de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Ante este panorama, se reconoce la urgencia de adoptar medidas que mitiguen los impactos ambientales del sector agrícola, especialmente en términos de gestión de residuos.

Una de las innovaciones propuestas para abordar esta problemática es la Economía Circular. Este enfoque busca transformar los residuos agroalimentarios en insumos orgánicos, cerrando así los ciclos de nutrientes y reduciendo la presión ambiental asociada a la agricultura. Al incorporar principios circulares en la cadena de valor agroalimentaria, no solo se promueve la sostenibilidad en las fincas de pequeños agricultores, sino que también se contribuye a minimizar los impactos negativos al medio ambiente, gestionando de manera más responsable y eficiente los residuos generados por este sector (CEPAL,2023).

En la vereda Bellavista, ubicada a una altura de 1847 msnm sobre la cordillera Occidental, los pequeños productores practican la agricultura familiar; en sus parcelas biodiversas también cultivan dos veces al año maíz nativo o criollo como el Limeño y el Diente de Caballo Amarillo y Blanco. La primera siembra se realiza entre marzo y abril, y la segunda entre agosto y septiembre, dependiendo del régimen de lluvias. Es común encontrar el maíz sembrado en asociación con frijol, aprovechando el tallo del maíz como guía de crecimiento. Además, se pueden observar asociaciones con plátano, arracacha, zapallo y yuca. Sin embargo, también se practica el monocultivo de maíz en la región.

Maíz (Foto: CIMMYT)

Entre las acciones colaborativas de los grupos de trabajo 1, 2 y 4 de la iniciativa Soluciones Positivas para la Naturaleza en la vereda Bellavista, se llevó a cabo el taller de grupo focal titulado “Diagnóstico Participativo del Sistema de Producción Tradicional de Maíz”, en el cual participaron pequeños agricultores pertenecientes a la Corporación Nacional Ambiental Agrícola y Pecuaria de Bellavista (CAMPAB). Durante el ejercicio, los productores intercambiaron prácticas culturales relacionadas con el cultivo de maíz. Se observaron ligeras diferencias en la aplicación de algunas técnicas que comparten el mismo principio, como la siembra en surcos con curvas a nivel y la labranza mínima (solo se mueve el suelo en el sitio donde se siembra la semilla). Además, se evidenció que la mayoría de ellos no llevan a cabo un plan de fertilización o un control fitosanitario, ya que no lo consideran necesario.

En cuanto a las prácticas de siembra, uno de los agricultores participantes del taller mencionó: “No deshierbo, solo lo hago donde cabe el azadón y hago los surcos de un metro. Siembro utilizando palín para que el grano encuentre raíz, pues el suelo parece muy duro (tres granitos por sitio entre 60 y 80 cm)”. Por otro lado, una agricultora compartió su práctica: “Remojo el maíz con una solución de salvia machacada para evitar las plagas y las aves y siembro dos granos por sitio”. Los dos agricultores realizan aporcado a los 20 días; otro de los agricultores aplica “un puñado de abono orgánico” y todos coincidieron en que “se dejan los residuos de la cosecha en el terreno como abono”.

Durante las jornadas de articulación entre los centros del CGIAR: CIMMYT y la Alianza Bioversity y CIAT, se llevo a cabo el Taller sobre Economía Circular en la finca. En este evento, se identificaron los principales residuos generados en las unidades productivas, obtenidos principalmente de la cosecha, la cocina y del estiércol de cerdos, pollos y reses. Estos residuos son materias primas potenciales para la producción de bioinsumos basados en el reciclaje de materia orgánica y nutrientes, lo que contribuye a la conformación de sistemas agroalimentarios sostenibles y la conservación de los recursos naturales. Además, esta práctica promueve el autoconsumo en las familias campesinas, la reducción de costos de producción y la generación de ingresos en fincas que se integran positivamente con la naturaleza. Con el ejercicio realizado en el taller la comunidad seleccionó las tecnologías de digestión anaerobia, compostaje, producción de biochar y el cultivo de mosca soldado negro como potenciales soluciones para implementar en las unidades productivas.

Así mismo, el taller permitió identificar los factores limitantes para la producción de maíz, como la pérdida de prácticas tradicionales en el manejo del cultivo, la conservación de la semilla, la transformación del maíz, las características nutricionales del suelo y una alta preocupación por el relevo generacional. Igualmente, se propusieron prácticas y tecnologías que pueden ayudar a resolver estas limitantes, como comprender y estudiar las tradiciones sobre las prácticas de almacenamiento de las semillas, el manejo del cultivo y la transformación del maíz. Las principales acciones propuestas durante el ejercicio para superar estos obstáculos incluyen promover la investigación, las tradiciones culturales y el consumo del maíz en los jóvenes, integrantes de semilleros de investigación (Herederos del Planeta y Cantarrana) y los estudiantes de secundaria del Colegio Agropecuario José María Falla.

Los centros del CGIAR: CIMMYT y la Alianza Bioversity y CIAT colaboran en la iniciativa Soluciones Positivas para la Naturaleza y el proyecto RUSTICA en el municipio de El Dovio, Valle del Cauca. Esto ha sido posible gracias a la participación de la Corporación Nacional Ambiental Agrícola y Pecuaria de Bellavista (CAMPAB) quienes han jugado un papel fundamental en la integración del semillero de investigación Herederos del Planeta y Cantarrana, y el Colegio Agropecuario José María Falla.

Las acciones derivadas del diagnóstico para apoyar la conservación y manejo de los maíces tradicionales bajo el modo de producción en agricultura familiar consistirán en el establecimiento de ensayos participativos, llevados a cabo junto con los agricultores, tanto hombres como mujeres de El Dovio, así como con investigadores de los centros del CGIAR, CIMMYT y la Alianza Bioversity y CIAT. Este ejercicio de investigación participativa está diseñado para evaluar bioinsumos elaborados a partir de residuos orgánicos en las fincas, con el fin de cubrir los requerimientos nutricionales del cultivo en parcelas de producción de semillas. Adicionalmente se brindará asistencia técnica para la implementación de una casa de semillas comunitaria, contirbuyendo así a la conservación de la agrobiodiversidad.

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Cimmyt y TecNM acuerdan modelo de Educación Dual

En el recorrido de campo por la estación experimental Norman E. Borlaug, representantes de CIMMYT y del TecNM Valle del Yaqui, incluido el Dr. Kevin Pixley, discutieron el mejoramiento genético de trigos contra el cambio climático y la seguridad alimentaria. Acordaron desarrollar variedades ricas en zinc y mantener su rendimiento y calidad industrial, además de impulsar la Educación Dual para vincular estudiantilmente con la agricultura.

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Y después de la cosecha, ¿qué?

Productora de Santa María Teopoxco, Oaxaca, desgranando maíz. (Foto: CIMMYT)
Productora de Santa María Teopoxco, Oaxaca, desgranando maíz. (Foto: CIMMYT)

La seguridad alimentaria en regiones tropicales de México enfrenta desafíos significativos en términos de poscosecha. Si se considera que en estas regiones las pérdidas poscosecha pueden alcanzar el 40 % de las cosechas, entonces reducir este tipo de pérdidas es sumamente importante porque permitiría aumentar la cantidad de alimento disponible para el consumo humano y mejorar la seguridad alimentaria.

Las pérdidas poscosecha, entendidas como la disminución en cantidad y calidad de productos agrícolas después de la cosecha, son resultado de factores como condiciones climáticas adversas, plagas, enfermedades y prácticas inadecuadas; abarcan todos los productos que se pueden comer, pero que no fueron consumidos en toda la cadena de suministro de alimentos.

Por lo anterior, desarrollar e implementar tecnologías y prácticas adecuadas para la conservación y el almacenamiento de granos es una de las mejores formas de reducir las pérdidas poscosecha. Esto es parte de una adecuada gestión poscosecha, la cual abarca desde la cosecha hasta el consumo o procesamiento e incluye operaciones como secado, desgrane, limpieza, almacenamiento y transporte.

De entre de los primeros pasos para una adecuada gestión poscosecha está cosechar oportunamente porque así se reducen las posibilidades de daño por plagas y enfermedades. Así, establecer un calendario de cosecha eficiente, considerando las condiciones climáticas y las particularidades de los cultivos locales, se vuelve fundamental.

Otro aspecto esencial de un buen manejo poscosecha de los granos es el secado adecuado, ya que la humedad puede dar lugar a mohos y hongos, afectando la calidad y seguridad del producto. De hecho, especialistas en poscosecha de CIMMYT enfatizan que el secado forma parte sustancial de la llamada regla de oro del almacenamiento de granos, la cual dice que un grano fresco, seco y limpio se conserva mejor durante su almacenamiento.

 

De acuerdo con los resultados de diversas investigaciones, señalan los especialistas de CIMMYT, un buen manejo poscosecha estaría iniciando incluso antes de la cosecha puesto que al manejar los cultivos de manera adecuada se previene la infestación de los granos con insectos y hongos. Una cosecha oportuna, un secado adecuado y el uso de tecnologías herméticas poscosecha para el almacenamiento serían los complementos ideales de este enfoque.

Al preguntarles sobré cuáles serían los primeros pasos para que los productores comiencen a hacer un buen manejo poscosecha, los investigadores enfatizan: “Cosechen su grano en el momento apropiado y séquenlo adecuadamente. Desgranen de manera eficiente y almacenen con tecnologías de costo accesible, procurando tener una infraestructura de almacenamiento adecuada”.