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Protegiendo los cultivos del mañana: el impacto del CIMMYT en la sanidad vegetal

Laboratorio de Sanidad de Semillas de CIMMYT. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Laboratorio de Sanidad de Semillas de CIMMYT. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

Cuando los cultivos son afectados por plagas y enfermedades, la seguridad alimentaria de familias, comunidades, naciones e incluso del mundo entero puede estar en riesgo. Experiencias como la Gran Hambruna Irlandesa en la década de 1840, ocasionada en gran medida por el hongo Phytophthora infestans (Tizón tardío de la papa), o la Necrosis Letal del Maíz en la década pasada —que devastó miles de hectáreas en África del Este, exacerbando el riesgo de hambruna en amplias regiones de ese continente—, son un recordatorio de la importancia de la sanidad vegetal.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) es una organización internacional, sin fines de lucro, que a través de la ciencia aplicada al campo busca mejorar los medios de subsistencia y la resiliencia de millones de agricultores. La ciencia desarrollada por esta institución y sus colaboradores tiene un impacto global: cerca del 50% del maíz y 70% del trigo cultivado en todo el mundo puede atribuirse al germoplasma del CIMMYT, por lo que es fundamental vigilar la sanidad vegetal. Si algo sale mal en México, muchos países estarían en riesgo.

Así, uno de los componentes clave en la misión del CIMMYT es su Laboratorio de Sanidad de Semillas, el cual opera desde 1988. Este laboratorio es fundamental para garantizar que las semillas distribuidas y recibidas por la institución estén libres de plagas y enfermedades de importancia cuarentenaria, asegurando así una producción agrícola sana y de calidad. «Al garantizar que estamos importando o exportando semillas sanas estamos garantizando una producción en campo igualmente sana», afirma Noemí Valencia, responsable del laboratorio.

El laboratorio está autorizado por la Dirección General de Sanidad Vegetal del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) —dependencia gubernamental que encabeza el estudio y combate de plagas y enfermedades en México—. También está acreditado por la Entidad Mexicana de Acreditación bajo la norma ISO17025, lo cual asegura que los diagnósticos realizados son confiables y cumplen con los más altos estándares internacionales, señala Noemí.

Noemí Valencia. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Noemí Valencia. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

A través del CIMMYT, México hace alrededor de 1 500 envíos de semillas anuales a diferentes países —mayoritariamente a universidades y centros de investigación—, así que este laboratorio, uno de los 12 aprobados por Senasica a nivel nacional, y el único que está dentro de una institución de investigación, tiene un papel fundamental porque permite al CIMMYT movilizar germoplasma a nivel mundial con la confianza de que las semillas están libres de patógenos, previniendo así la propagación de plagas que podrían devastar los cultivos.

«Si este laboratorio no existiera, los investigadores de CIMMYT, al momento de importar o exportar semilla, tendrían que recurrir a alguno de los laboratorios autorizados por Senasica para poder hacer sus investigaciones y movilizar esa semilla». Esto subraya el papel crítico del CIMMYT en facilitar la investigación agrícola y la distribución de semillas a nivel global, garantizando la seguridad y calidad de los cultivos, así como los tiempos de respuesta para los distintos requerimientos de investigación.

“Nosotros estamos trabajando bajo diferentes ciclos. Para el caso del maíz hay dos ciclos al año en la estación experimental de Agua Fría, un ciclo aquí en Texcoco, dos ciclos en Tlaltizapán y en algunas localidades externas a CIMMYT como Puerto Vallarta, Jalisco (esto con autorización de SENASICA); y para el caso del trigo es el ciclo de Texcoco, el ciclo Toluca, el de Cd. Obregón, el de Mexicali”, comenta Noemí y precisa que, cuando se recibe semilla de importación, también hay fechas de siembra establecida y tiempos de distribución, así que el trabajo en el laboratorio debe ser ágil y confiable.

Son más de 40 mil líneas que hay que analizar porque tienen que distribuirse a diferentes países, de Asia sobre todo, donde se tienen fechas de siembra establecidas. Al recibir la semilla en el laboratorio, la tenemos que analizar cumpliendo con los tiempos establecidos y así cumplir con los periodos de envío, porque además hay trámites administrativos en lo que llega al país destino, los trámites de liberación en ese país y poder sembrar en las fechas estipuladas. Lo mismo pasa con las importaciones, siempre hay presión de cumplir con las fechas para la siembra”.

Las semillas juegan un papel fundamental no solo para la investigación, sino para la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos, así que la colaboración entre Senasica y el CIMMYT es esencial para proteger los recursos agrícolas de plagas y enfermedades de importancia cuarentenaria y económica, y para garantizar la salud pública, de manera que es fundamental que el laboratorio y sus signatarios —los especialistas responsables de los procesos— estén aprobados y acreditados y mantengan autorizaciones.

¿Qué implicaría si no se cuentan con esas aprobaciones? “El laboratorio no podría realizar su trabajo, por eso tenemos auditorías cada año y los signatarios una actualización permanente. Aquí somos cuatro signatarios aprobados en virología, micología y bacteriología. Asistimos a todos los cursos y transferencias de protocolos por parte de Senasica. También somos evaluados periódicamente a través de exámenes para mantener nuestra aprobación como signatarios”, precisa Noemí.

La interacción entre el Senasica y el CIMMYT es constante y está orientada por una visión compartida de ofrecer a los investigadores información y medidas oportunas para minimizar las pérdidas en los cultivos alimentarios por plagas y enfermedades vegetales. Así, las aprobaciones que Senasica ha otorgado al Laboratorio de Sanidad de Semillas de CIMMYT han contribuido, por ejemplo, a que iniciativas como MasAgro-Cultivos para México —un programa conjunto de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT— tengan resultados positivos en campo.

Gabriela Juárez, del equipo de signatarios del Laboratorio de Sanidad de Semillas de CIMMYT, desarrollando algunas pruebas. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Gabriela Juárez, del equipo de signatarios del Laboratorio de Sanidad de Semillas de CIMMYT, desarrollando algunas pruebas. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

El Laboratorio de Sanidad de Semilla del CIMMYT mantiene una comunicación constante con la Dirección General de Sanidad Vegetal (DGSV) para diagnosticar fitopatógenos y evitar su propagación. Un ejemplo de ello es el permiso que otorgan para la movilización de germoplasma de trigo de la estación experimental de Ciudad Obregón a Texcoco bajo estrictos lineamientos de inspección y tratamiento de semillas, asegurando que esta no representan un riesgo ya que el noreste de México es una zona cuarentenada por causa del Carbón parcial del trigo (Tilletia indica).

«Al llegar aquí a la sede global del CIMMYT, donde está el laboratorio, se hace una inspección por parte de personal de la Secretaría de Agricultura para confirmar que la semilla fue tratada, que la caja no fue abierta durante el traslado y que esa semilla puede ser establecida aquí en campo», explica Noemí.

Además, el CIMMYT cuenta con laboratorios de calidad de trigo, calidad de maíz y genotipificación, que no solo sirven a los investigadores de la institución sino también a externos. Esta infraestructura robusta y las alianzas estratégicas con Senasica permiten al CIMMYT desempeñar un papel crucial en la seguridad alimentaria y la sanidad vegetal a nivel nacional e internacional.

Así, el Laboratorio de Sanidad de Semillas del CIMMYT y su colaboración con Senasica son fundamentales para la seguridad alimentaria global. Estos esfuerzos conjuntos garantizan que las semillas estén libres de plagas y enfermedades, protegiendo así la producción agrícola y contribuyendo a un sistema agroalimentario más seguro y resiliente.

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Agricultura sustentable y sanidad vegetal en Zacatecas

Cultivo de chile en la parcela del productor Rafael Llamas, en Calera, Zacatecas. (Foto: Julio César González)
Cultivo de chile en la parcela del productor Rafael Llamas, en Calera, Zacatecas. (Foto: Julio César González)

Zacatecas es un estado con una producción agrícola importante ―destaca en el cultivo de frijol, chile y tomate rojo― y, de hecho, está posicionado en el noveno puesto en el ranking nacional en cuanto al valor de la producción. No obstante, también es un estado que enfrenta numerosos retos asociados a la agricultura.

De acuerdo con el Seminario Agricultura Sostenible en Zacatecas ―desarrollado en 2021 por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y diversas instituciones académicas―, en la entidad es necesario transitar hacia sistemas de producción más sostenibles que permitan alcanzar una diversificación productiva y un manejo integrado de cuencas para la recarga de acuíferos como una vía para la restauración forestal, el rescate de la biodiversidad, y la recuperación de la aptitud productiva de los ecosistemas.

En este contexto de grandes retos para la producción agrícola zacatecana destaca Aguas Firmes, un proyecto impulsado por Grupo Modelo junto con la Cooperación Técnica Alemana GIZ, por encargo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) de Alemania, implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

“Algo que ha impactado positivamente, que ha dado buen resultado y que ha derivado del acompañamiento técnico que se proporciona a los agricultores a través de Aguas Firmes es el uso del control biológico en hortalizas, sobre todo chile y ajo,  y eso se ha visto reflejado en mejores producciones de estos cultivos”, comenta Julio  César González, quien forma parte del equipo técnico del proyecto en Zacatecas.

En Calera una parte considerable de la superficie agrícola se siembra con hortalizas. El manejo que prevalece, en general, es uno donde “subsolean, barbechan o voltean y luego rastrean, pasan destorrenadores varias veces y prácticamente mullen el suelo, lo pulverizan completamente”, comenta Julio César, puntualizando que estas prácticas, al deteriorar los suelos, han contribuido a que crezcan los problemas de sanidad vegetal en hortalizas.

“Muchos productores invierten en fungicidas para el control de enfermedades, sobre todo en chiles. Ellos estaban acostumbrados a la aplicación de este tipo de productos y a partir de Aguas Firmes se les hizo la propuesta de hacer unos cambios porque en la zona se observan muchos problemas de sanidad que llevan a que la mayoría trate de “curar” la semilla con un fungicida, pero de todas maneras surgen problemas”, menciona Julio César.

Entre las enfermedades más comunes en la zona de Calera está el damping-off, un consorcio de enfermedades (Pythium, Rhizoctonia, Fusarium spp.) “que el productor conoce como ‘secadera’ o ‘ligamiento’ porque se ligan las plantas, se ahorcan en el tallo, se destruyen los haces vasculares ―tejidos especializados que conducen las sustancias nutritivas en las plantas― y se secan”, señala el técnico.

Cada momento del ciclo productivo tiene además riesgos sanitarios específicos. Cuando llega la canícula, por ejemplo, prolifera la cenicilla polvorienta, un patógeno en las hojas de chile que hace que se empiecen a morir las plantas: “La gente veía este problema como algo común, con resignación decían «ya llego su tiempo y ya se mueren las plantas», y lo decían como algo muy normal, pero no, lo que pasa es que esas plantas están enfermas y se pueden recuperar si se tratan adecuadamente y con anticipación”, enfatiza Julio  César.

Para hacer frente a estas problemáticas “empezamos a recomendar diversas alternativas; en el caso de la secadera productos a base de micorrizas ―asociaciones de hongos y las raíces de la planta―, tratamientos con Trichoderma―un hongo benéfico―, Azospirillum ―un género de bacterias promotoras del crecimiento vegetal― y otros organismos benéficos que han dado muy buena respuesta, se han visto mejoras: mejor calidad de la plántula y una mejor sanidad en general. De hecho, el año pasado ya fue más común ver un mayor uso de esta tecnología entre los productores del proyecto”.

En el caso de la cenicilla se han usado “caldos sulfocálcicos ―una mezcla mineral que actúa como fungicida― y algunos otros productos orgánicos que han permitido controlar el problema. Ahora vemos plantas con mayor vida, mayor llenado de frutos y al final se refleja todo en mejores rendimientos en el cultivo de chile, pero también han servido en el control de la ‘pudrición blanca’ ―una enfermedad que ataca cebollas y ajos―.  Esto ha funcionado y les ha servido, por lo tanto, han tenido mayor rentabilidad”.

Con respecto a los costos, varios de los productos alternativos descritos cuestan alrededor de 800 pesos (800 MXN). Y si bien un fungicida, de los más económicos, cuesta 700 pesos (700 MXN), se requieren “al menos tres o cuatro aplicaciones; además, matas todo, lo malo y lo bueno y, como lo primero en restablecerse son los patógenos, entonces hay que continuar aplicando y por eso la producción se encarece al aplicar fungicidas”.

Experiencias como esta muestran que las prácticas sustentables para la conservación de recursos como suelo y agua, también impactan positivamente en otros aspectos importantes de la producción agrícola, como es la sanidad vegetal, esencial para garantizar la disponibilidad de alimentos, sanos, inocuos y nutritivos para la sociedad. En este sentido, proyectos como Aguas Firmes son relevantes por promover soluciones integrales con impacto positivo más allá de las parcelas.

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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Retos en el escalamiento de tecnologías para el control de aflatoxinas

Mazorcas contaminadas con aflatoxinas. (Foto: CIMMYT)
Mazorcas contaminadas con aflatoxinas. (Foto: CIMMYT)

Las aflatoxinas son compuestos altamente tóxicos y cancerígenos producidos por hongos del género Aspergillus y pertenecientes a la sección Flavi. Lamentablemente varios cultivos de gran importancia, como el maíz, son frecuentemente contaminados por aflatoxinas, lo cual causa serios problemas de salud en humanos y animales, y grandes pérdidas económicas a lo largo de la cadena productiva. Existen varios retos para controlar efectivamente la contaminación por aflatoxinas y el principal es que la mayoría de los agricultores, y la población en general, no disponen del conocimiento requerido.

Una tecnología no se puede popularizar entre los agricultores si no conocen el problema que la tecnología está diseñada para resolver; muchos agricultores, consumidores, extensionistas, miembros del sector público y privado, entre otros, lamentablemente, carecen del conocimiento acerca de las aflatoxinas, los agentes causales de la contaminación y/o las formas de prevenirla” asegura el doctor Alejandro Ortega Beltrán, del Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA por sus siglas en inglés) en Nigeria.

En este escenario, si los consumidores no conocen el problema no pueden presionar a los agricultores, industrias, gobiernos para que tomen medidas que controlen la contaminación por aflatoxinas a lo largo de la cadena productiva, comenta el científico mexicano, reconocido por la Sociedad Estadounidense de Fitopatología (APS) por su contribución al desarrollo y adopción de una tecnología de control biológico, para reducir la contaminación por aflatoxinas en América del Norte y África.

Para el especialista, el principal desafío para lograr la transferencia de tecnologías efectivas que atiendan esta problemática es el financiamiento, el cual es relativamente bajo para control de micotoxinas, especialmente si se compara con el financiamiento destinado al mejoramiento para cultivos de interés. Sin embargo, este no el único reto por atender:

En la mayoría de los países en desarrollo (donde el problema de contaminación con aflatoxinas es más grave), las políticas que impiden la comercialización de cultivos contaminados son inexistentes, mal articuladas o aplicadas, asegura el especialista del IITA, por lo tanto, la ausencia de políticas efectivas restringe la voluntad de los agricultores de invertir en tecnologías de manejo de aflatoxinas. De manera similar, la falta de políticas efectivas y aplicadas desalienta a las industrias a invertir en la producción de tecnologías para reducir las aflatoxinas, como los productos de biocontrol.

Existe otro desafío relacionado con las leyes para el registro de productos de biocontrol, “un producto de control biológico de aflatoxinas debe registrarse para su uso a gran escala. Es necesario realizar los ensayos de efectividad bajo la guía de la agencia reguladora que proporcionará el registro. Se debe consultar y sensibilizar a miembros de las agencias reguladoras y legisladores sobre todos los aspectos relevantes de la tecnología de biocontrol antes de comenzar el desarrollo del producto; esto en algunas ocasiones lleva demasiado tiempo”.

Ortega Beltrán sostiene que en la mayoría de los países en desarrollo las políticas para prevenir el comercio y el consumo de alimentos y piensos contaminados son inexistentes o no se aplican adecuadamente. Por lo tanto, muchos mercados no pagan precios superiores por cultivos con contenidos aceptables de aflatoxinas y, por lo tanto, la mayoría de los agricultores no tienen incentivos para invertir en tecnologías que limiten la contaminación con aflatoxinas.

La capacidad de fabricación es otro de los temas pendientes debido a que “las tecnologías de control de aflatoxinas deben fabricarse a escala para que cientos de miles de agricultores las utilicen y tengan un impacto significativo en la reducción del contenido de aflatoxinas en los cultivos. Los desarrolladores de productos o tecnologías deben considerar cómo, quién y dónde se llevará a cabo la producción, ¿sector público o privado?, como sea, se debe dar preferencia a la producción local, o en países vecinos (por ejemplo, en Senegal y enviada por carretera a Malí), ya que no es práctico enviar productos para tratar cientos de miles de hectáreas por vía aérea o marítima”, comenta el especialista.

Sumado a estos desafíos, el escalamiento es fundamental, la tecnología de control de aflatoxinas más eficaz debe escalarse para llegar a los usuarios finales, los agricultores, que en última instancia la utilizarán para producir cultivos seguros. Hasta ahora se ha logrado el escalamiento de los productos de control biológico de aflatoxinas en África Subsahariana después de su registro mediante inversiones, relaciones comerciales y la implementación de estrategias de negocios.

Otros retos igual de importantes son: baja o nula capacidad de determinar niveles de aflatoxinas a nivel de campo o bodegas (se necesitan sistemas de monitoreo aprobados, baratos y escalables), sectores que demandan tecnologías que controlen multiples micotoxinas, pocos fondos para resolver el problema de micotoxinas, la noción de que tecnologías individuales resolverán el problema [por ejemplo, el uso de Organismos Genéticamente Modificados (OGMs)], entre muchos otros de índole política, social, comercial, y/o climática que deben ser atendidos.

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Previniendo amenazas futuras

Cultivo de trigo en campo experimental del CIMMYT. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Cultivo de trigo en campo experimental del CIMMYT. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

En el año 2016 la llegada repentina e inesperada de la enfermedad ‘explosión de trigo’ a Bangladés afectó unas 15 mil hectáreas de trigo en ese país asiático, reduciendo la producción casi en 30 % ese año, hecho que representó una seria afectación a la seguridad alimentaria de aquella nación. 

¿Se pudo prever la llegada de esta enfermedad (causada por el hongo Magnaporthe oryzae patotipo Triticum) a este país de Asia cuando históricamente solo se había presentado en países sudamericanos como Brasil, Bolivia y Argentina, que es la región de donde es originaria la enfermedad?, ¿se podría identificar en dónde se presentará el patógeno en un futuro?  

En un contexto donde el riesgo de brotes de enfermedades de los cultivos está aumentando dado el comercio mundial de productos agrícolas básicos, predecir en qué lugar específico del mundo ocurrirá el siguiente evento que ponga en riesgo la sanidad vegetal y la seguridad alimentaria de una nación es una tarea compleja, pero que se debe intentar para canalizar mejor los esfuerzos de prevención. 

El estudio de las condiciones climáticas idóneas en donde prospera el hongo que causa la enfermedad y el desarrollo de modelos matemáticos apropiados para la materia amplían la posibilidad de orientar mejor los esfuerzos para monitorear la presencia de patógenos y la priorización regional en el desarrollo de estrategias de gestión que pueden incluir variedades resistentes, métodos de control y sistemas de alerta temprana. 

Partiendo de esto y de estudios previos a nivel local y con variables específicas, un grupo de investigadores del Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) se dio a la tarea de evaluar a gran escala y a largo plazo la idoneidad climática para el desarrollo del hongo causante de la explosión de trigo (tomando en cuenta cerca de cuatro décadas de datos climáticos y una amplia gama de variables) y, basándose en el análisis de los resultados obtenidos de datos meteorológicos de alta resolución y un modelo matemático de infección, obtuvieron una estimación de la presión potencial que puede ejercer el hongo a escala continental. 

“Nuestros resultados sugieren una idoneidad diferencial para el desarrollo del hongo y una gran variación entre años en algunas áreas clave productoras de trigo en Asia”, señala Carlo César Montes, uno de los investigadores que desarrrolaron el análisis, quien refiere que se observa riesgo potencial en Bangladés, Myanmar y algunas zonas específicas en India, aunque también riesgos limitados en Afganistán, Pakistán y en el centro de China. 

Estudios anteriores sugerían que la enfermedad podría extenderse a áreas con climas húmedos y cálidos (algunos apuntando a Etiopía y los Estados Unidos como susceptibles de riesgo). En este sentido, “Es importante señalar que nuestros resultados también destacan una asociación más fuerte entre la humedad relativa y la infección por el hongo causante de la exposición del trigo que con el régimen de temperatura. En consecuencia, las mejoras futuras deben investigar más a fondo en esa línea y, aunque sigue siendo de naturaleza preliminar, nuestros resultados pueden ayudar en el desarrollo o refinamiento de sistemas de alerta temprana y servicios climáticos agrícolas asociados con esta enfermedad y otras similares”, finaliza el investigador del CIMMYT. 

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Protegiendo la sanidad vegetal para la seguridad alimentaria y nutricional

La roya de las rayas, también conocida como roya amarilla, en el trigo con gotas de lluvia. (Foto: A. Yaqup/CIMMYT)
La roya de las rayas, también conocida como roya amarilla, en el trigo con gotas de lluvia. (Foto: A. Yaqup/CIMMYT)

Los sistemas agroalimentarios robustos y resilientes comienzan con cultivos sanos. Sin cultivos sanos, la seguridad alimentaria y los medios de vida de millones de pequeños agricultores con recursos limitados en los países de recursos bajos y medianos estarían en peligro. Sin embargo, el cambio climático y la globalización están exacerbando la aparición y propagación de plagas de insectos y patógenos devastadores.

Cada año, las enfermedades de las plantas cuestan a la economía mundial unos 220.000 millones de dólares, y las plagas de insectos invasores, al menos 70.000 millones más. Además, las micotoxinas, como las aflatoxinas, suponen una grave amenaza para la salud y el bienestar de los consumidores. El consumo de alimentos contaminados con micotoxinas puede provocar enfermedades agudas y se ha asociado a un mayor riesgo de padecer ciertos cánceres y síndromes de inmunodeficiencia.

Una gestión fitosanitaria eficaz requiere enfoques holísticos que fortalezcan las capacidades de vigilancia y control a nivel mundial y local, y que mitiguen los impactos negativos mediante respuestas rápidas y sólidas a los brotes con enfoques de gestión ecológicos, socialmente inclusivos y sostenibles.

A lo largo de las décadas, el CGIAR ha construido una base sólida para fomentar los esfuerzos holísticos de protección de la sanidad vegetal a través de su red mundial de Unidades de Sanidad del Germoplasma, así como los esfuerzos pioneros de respuesta rápida a las nuevas amenazas transfronterizas a varios cultivos importantes, incluyendo el maíz, el trigo, el arroz, los plátanos, la yuca, las patatas y las legumbres de grano.

El 12 de mayo de 2022, el CGIAR lanzará la Iniciativa de Sanidad Vegetal y Respuesta Rápida para Proteger la Seguridad Alimentaria y los Medios de Vida (Iniciativa de Sanidad Vegetal). Presenta una estrategia unificada y transdisciplinaria para proteger los cultivos clave —incluidos los cereales, las legumbres, las raíces, los tubérculos, los plátanos y las hortalizas— de plagas y enfermedades devastadoras, así como de la contaminación por micotoxinas. Los centros del CGIAR llevarán a cabo este trabajo crítico junto con instituciones asociadas nacionales, regionales e internacionales dedicadas a la gestión de la sanidad vegetal.

Una estrategia integral

Prevención. Cuando y donde sea posible, la prevención es siempre preferible a la carrera por encontrar una cura. Los enfoques reactivos, seguidos por la mayoría de las instituciones y países, se centran generalmente en las acciones de contención y gestión tras un brote de plaga, especialmente el uso de plaguicidas. Estos enfoques pueden haber dado sus frutos a corto y medio plazo, pero no son sostenibles a largo plazo. Se ha convertido en un imperativo tomar medidas proactivas en la gestión de plagas transfronterizas a través de la vigilancia coordinada a nivel mundial, el diagnóstico y el despliegue de soluciones fitosanitarias, así como la comunicación dinámica y el intercambio de datos.

Para ello, en el marco de esta iniciativa, el CGIAR elaborará una serie de herramientas de diagnóstico y vigilancia. Incluirá ensayos robustos y de bajo coste, herramientas basadas en la genómica y la bioinformática para el diagnóstico de patógenos y la evaluación de la diversidad, así como tecnologías de la información y las comunicaciones para la recogida de datos en tiempo real y el crowdsourcing. Esto se complementará con el desarrollo de bases de datos interoperables, modelos epidemiológicos y de evaluación de riesgos, y marcos de orientación basados en la evidencia para priorizar las medidas de bioseguridad y los esfuerzos de respuesta rápida a las plagas de insectos y enfermedades de alto riesgo.

Las estrategias de gestión integrada de plagas han sido clave para hacer frente al gusano cogollero en África y Asia. (Foto: B.M. Prasanna/CIMMYT)
Las estrategias de gestión integrada de plagas han sido clave para hacer frente al gusano cogollero en África y Asia. (Foto: B.M. Prasanna/CIMMYT)

Adopción de enfoques integrados. El objetivo de la gestión integrada de plagas y enfermedades es suprimir económicamente las poblaciones de plagas mediante técnicas que favorezcan la sanidad de los cultivos. Una estrategia de gestión eficaz utilizará una serie de enfoques apropiados, incluidos los sistemas de semillas limpias, la resistencia de la planta huésped, el control biológico, el control cultural y el uso de pesticidas más seguros para el medio ambiente, con el fin de proteger los cultivos de los daños económicos sin afectar negativamente al medio ambiente.

A través de la Iniciativa de Sanidad Vegetal, el CGIAR promoverá soluciones basadas en sistemas que utilicen paquetes de innovación para la gestión integrada de plagas y enfermedades que sean respetuosos con el medio ambiente, a fin de mitigar eficazmente el impacto de las principales plagas de insectos y enfermedades que afectan a las plantas cultivadas. También aplicará herramientas y procesos innovadores de gestión de micotoxinas antes y después de la cosecha.

Integrar la mentalidad de las personas. La falta de perspectivas sociales y de género en la vigilancia fitosanitaria, el desarrollo de tecnologías, el acceso a los servicios de extensión y la evaluación del impacto es un reto importante en la gestión fitosanitaria. Para abordar esta cuestión, el CGIAR dará prioridad a la recopilación de datos interdisciplinarios y a los métodos de evaluación del impacto para identificar las limitaciones, oportunidades y necesidades sociales y de género específicas del contexto, así como para generar recomendaciones basadas en pruebas para los responsables políticos y las partes interesadas.

Interfaz con iniciativas globales y regionales. La Iniciativa de Sanidad Vegetal se basará en el trabajo crítico y a menudo pionero del CGIAR. También trabajará estrechamente con otras iniciativas globales del CGIAR —incluyendo Mejoramiento Acelerado, Semilla Igual, Excelencia en Agronomía y Aprovechamiento de la Igualdad para la Resiliencia en los Sistemas Agroalimentarios— y con las Iniciativas Regionales Integradas. En conjunto, esta red ayudará a apoyar el trabajo del CGIAR para desarrollar y desplegar variedades mejoradas con resistencia a plagas de insectos y enfermedades, junto con prácticas agronómicas sostenibles y sensibles al contexto, de una manera que incluya el género y la sociedad.

Enfoque en las prioridades locales con asociaciones estratégicas

La eficacia de los esfuerzos de vigilancia fitosanitaria y de respuesta rápida depende de la calidad de la cooperación y la comunicación entre las instituciones asociadas pertinentes. En esta Iniciativa, el CGIAR hace especial hincapié en el desarrollo y el fortalecimiento de las redes regionales e internacionales, y en el fomento de la capacidad de las instituciones locales. Permitirá que los países de ingresos bajos y medios den respuestas coordinadas a nivel mundial y regional a las amenazas bióticas existentes y emergentes.

Para ello, el CGIAR trabajará en estrecha colaboración con una serie de partes interesadas, entre ellas las organizaciones nacionales de protección de las plantas, los sistemas nacionales de investigación y extensión agrícola, las instituciones de investigación avanzada, el mundo académico, el sector privado y las redes de coordinación fitosanitaria.

El enfoque geográfico de las intervenciones en el marco de esta Iniciativa será principalmente en los países de ingresos bajos y medios de América Latina, el sur y el sudeste de Asia y el África subsahariana.

Junto con el compromiso del CGIAR de involucrar, movilizar y empoderar a las partes interesadas a diversas escalas en todo el mundo, la Iniciativa de Sanidad Vegetal representa un enorme paso hacia la integración de las mentalidades, capacidades y necesidades de las personas para una gestión holística y sostenible de la sanidad vegetal. En última instancia, protegerá la seguridad alimentaria y nutricional y los medios de vida de millones de pequeños agricultores y sus familias.

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¿Cómo gestionar de forma sostenible las enfermedades transfronterizas y las plagas de los cultivos?

En nuestro mundo hiperconectado, no debería sorprendernos que los últimos años hayan mostrado un aumento importante en la propagación de plagas y enfermedades transfronterizas. Los enfoques integrados han resultado eficaces para gestionar de forma sostenible estas amenazas que traspasan fronteras para los medios de vida y la seguridad alimentaria de los agricultores.

Sin embargo, un enfoque verdaderamente integrado explica no solo la “cura”, sino también cómo se puede incorporar de manera sostenible al sistema agroalimentario y al panorama social. Por ejemplo, ¿cómo sabemos si los agricultores que adoptan semillas resistentes a enfermedades y plagas podrán obtener mejores ingresos? ¿Y cómo nos aseguramos de que los incentivos se alineen con las normas y valores de la comunidad para permitir una mejor adopción de enfoques integrados de manejo de plagas o enfermedades?

Expertos de todo el sistema de investigación del CGIAR y sus socios hablaron sobre este tema en el reciente webinario sobre Manejo integrado de plagas y enfermedades, el tercero de la serie de webinarios del Año Internacional de la Sanidad Vegetal. Los panelistas compartieron valiosas perspectivas sobre la ciencia de los brotes, las dimensiones sociales del control de plagas y enfermedades de los cultivos, el riesgo de enfermedades zoonóticas y cómo las organizaciones nacionales, regionales y mundiales pueden coordinar mejor sus respuestas.

“La combinación de la ciencia, asociaciones globales y conocimiento nos ayuda a todos a estar mejor preparados para evitar las pérdidas que hemos visto. Hoy, observaremos cómo luce esto en la práctica”, dijo Rob Bertram, científico de la Oficina de Resiliencia y Seguridad Alimentaria de USAID, y moderador del evento.

Participantes del webinario sobre manejo integrado de plagas y enfermedades. (Foto: CIMMYT)
Participantes del webinario sobre manejo integrado de plagas y enfermedades. (Foto: CIMMYT)

Entendiendo las fuentes

El maíz y el trigo, los cultivos clave estudiados en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) no son ajenos a las enfermedades o plagas destructivas, con el gusano cogollero, el brusone de trigo o la necrosis letal del maíz encabezando la lista. Pero otros cultivos básicos y sus respectivas economías también están sufriendo — por las infestaciones de la raya marrón de la yuca, el nematodo del quiste de la papa, el tizón de la hoja de taro, la langosta del desierto o la marchitez por fusarium.

¿Cuáles son las razones de la expansión de estos brotes? B.M. Prasanna, director del Programa Global de Maíz del CIMMYT, explicó que hay varias: «Las semillas o el material de siembra infectados, el movimiento de vectores, la gran capacidad migratoria, el equipo de campo contaminado, las prácticas de comercialización inadecuadas de producción de cultivos y el tráfico aéreo y marítimo mundial» son todas las causas principales.

La prevención y control de enfermedades y plagas requiere una estrategia integral que movilice sinergias de múltiples instituciones. (Gráfico: B.M. Prasanna/CIMMYT)
La prevención y control de enfermedades y plagas requiere una estrategia integral que movilice sinergias de múltiples instituciones. (Gráfico: B.M. Prasanna/CIMMYT)

Siempre es mejor prevenir los brotes que luchar para encontrar una cura, pero como señaló Prasanna, esto requiere una estrategia holística y multiinstitucional que incluya vigilancia y alerta temprana, regulaciones fitosanitarias y de cuarentena, y soluciones tecnológicas. Un mejor acceso a los datos de monitoreo y vigilancia, y equipos de diagnóstico sensibles, fáciles de usar y asequibles son esenciales, al igual que el despliegue proactivo de variedades de cultivos resistentes.

Crear conciencia sobre el manejo integrado de enfermedades y plagas es igualmente importante, dijo a los asistentes. “Debemos recordar que MIP no es solo un Manejo Integrado de Plagas, sino también integrar la mentalidad de las personas’. Ese sigue siendo un gran desafío. Necesitamos pensar más allá de nuestras disciplinas e instituciones limitadas y realmente unirnos para poner soluciones de MIP en los campos de los agricultores”, dijo Prasanna.

No todos los brotes son iguales, pero las lecciones se pueden compartir

Regina Eddy, coordinadora del Grupo de Trabajo del Gusano Cogollero en USAID, trabaja en estrecha colaboración con el complejo tema del escalamiento en lo que respecta a la respuesta a desastres y los roles de las organizaciones nacionales, regionales y globales.

“Necesitamos desarrollar plataformas inclusivas de socios interesados, no diseñadas ‘para ellos’, sino ‘con ellos’”, dijo Eddy. “No podemos abordar solos los problemas de seguridad alimentaria. Punto final».

Cerrando la brecha entre la ciencia social y la biofísica

Nozomi Kawarazuka, antropóloga social del Centro Internacional de la Papa (CIP) explicó cómo los investigadores pueden mejorar la aceptación de su nueva semilla, innovación o práctica agronómica al involucrar a los científicos sociales para que comprendan las normas de género y el panorama social al comienzo del proyecto, en la fase de evaluación inicial.

Kawarazuka destacó cómo la participación de mujeres expertas y extensionistas en sectores que suelen estar dominados por hombres ayuda a reducir los prejuicios y cambia las percepciones.

“En el sur de Asia, las agricultoras dudan en comprometerse con los extensionistas del gobierno”, dijo. “Las mujeres expertas y trabajadoras de extensión reducen esta barrera. La diversidad social y de género en el sector de la sanidad vegetal es un punto de entrada para desarrollar innovaciones que sean aceptables tanto para mujeres como para hombres y ayuda a ampliar la adopción de innovaciones en la comunidad.

Dimensiones sociales y de género del control de plagas y enfermedades: un llamado a la colaboración (Gráfico: Nozomi Kawarazuka/CIP)
Dimensiones sociales y de género del control de plagas y enfermedades: un llamado a la colaboración (Gráfico: Nozomi Kawarazuka/CIP)

El mundo observa la agricultura y la ganadería

Las enfermedades zoonóticas son causadas por patógenos que se propagan entre los animales y las personas. Comprender el riesgo de las enfermedades zoonóticas es un tema esencial y oportuno en la discusión del manejo integrado de plagas. Las malas prácticas de manejo del ganado, la falta de conocimiento general sobre enfermedades y las prácticas de manipulación de alimentos inseguras pero comunes ponen en riesgo a las poblaciones.

“Es especialmente oportuno [tener esta] discusión sobre zoonosis en nuestro planeta plagado de COVID. El mundo entero buscará que los sectores alimentario y agrícola mejoren su rendimiento”, dijo Bertram.

Annet Mulema, científica social y de género del Instituto Internacional de Investigación Ganadera (ILRI), describió los resultados de un estudio que muestra cómo las conversaciones comunitarias transformaron las relaciones de género y el riesgo de enfermedades zoonóticas en las zonas rurales de Etiopía, donde el 80% de la población depende de la agricultura y tiene contacto directo con ganado.

“Hubo cambios notables en la actitud y las prácticas entre hombres y mujeres con respecto al manejo inseguro de los animales y el consumo de alimentos de origen animal”, explicó Mulema. “Las conversaciones comunitarias dan voz a hombres y mujeres involucrados, permite que se expresen y discutan una variedad de ideas, conduce a la propiedad comunitaria de las conclusiones y planes de acción, y abre canales de comunicación entre los proveedores de servicios locales y los miembros de la comunidad”.

Proporción de mujeres y hombres que practican el manejo seguro de ganado y alimentos de origen animal, antes y después de la intervención de conversación comunitaria. (Gráfico: Annet Mulema/ILRI)
Proporción de mujeres y hombres que practican el manejo seguro de ganado y alimentos de origen animal, antes y después de la intervención de conversación comunitaria. (Gráfico: Annet Mulema/ILRI)

De lo local a lo global y de lo global a lo local

Los panelistas coincidieron en que mejorar la capacidad es la forma más poderosa para avanzar en los enfoques de manejo integrado de plagas y sanidad vegetal, mientras que las asociaciones conectadas e inclusivas a lo largo de la cadena de valor hacen que todo el sistema sea más resistente. La cantidad de conocimiento científico sobre las formas de combatir las plagas y enfermedades de las plantas está aumentando, y tenemos nuevas herramientas para conectar lo global con lo local y llevar este conocimiento al nivel de la comunidad.

El cuarto y último webinario del CGIAR sobre sanidad vegetal está programado para el 31 de marzo y se centrará en la salud interseccional de las personas, los animales, las plantas y sus entornos en un enfoque de “One Health”.

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Considere la semilla

Pruebas de viabilidad de semillas en el banco de germoplasma del CIMMYT. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)
Pruebas de viabilidad de semillas en el banco de germoplasma del CIMMYT. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)

La conservación de la diversidad fitogenética mediante la conservación del germoplasma es un componente clave de los esfuerzos mundiales de adaptación al cambio climático. Los bancos de germoplasma, como las colecciones de maíz y trigo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), pueden contener los recursos genéticos necesarios para los cultivos adaptables al clima del presente y del futuro.

Pero ¿cómo nos aseguramos de que estas importantes copias de seguridad sean saludables y no vectores potenciales de transmisión de plagas y enfermedades?

Esta fue la pregunta que protagonizó “La sanidad del germoplasma para prevenir la propagación transfronteriza de plagas y patógenos”, el segundo seminario web de Impulsando el Potencial de la Sanidad Vegetal, una serie de webinarios del CGIAR en celebración del Año Internacional de la Sanidad Vegetal designado por la ONU.

«El germoplasma se refiere a las plantas de origen de cultivares específicos o de genes o rasgos únicos que los fitomejoradores pueden utilizar para obtener cultivares mejorados», explicó el moderador del programa y jefe de la Unidad de Sanidad y Cuarentena del Centro Internacional de la Papa (CIP) Jan Kreuze a 622 participantes del evento. «Si la planta de origen no es saludable, cualquier cosa que la multiplique o use no será saludable».

Según la oradora Saafa Kumari, jefa de la Unidad de Sanidad de Germoplasma del Centro Internacional de Investigación Agrícola en Áreas Secas (ICARDA), sabemos de 1.3 mil plagas y patógenos que infectan los cultivos, causando aproximadamente530 mil millones de dólares en daños al año. Los más dañinos suelen ser los que se introducen en nuevos entornos.

Cerrar la brecha y fortalecer la red de seguridad

El CGIAR tiene un enorme papel de liderazgo que desempeñar en esta área. Según Kumari, aproximadamente el 85% de la distribución internacional de germoplasma proviene de los programas del CGIAR. De hecho, en el contexto de importantes lagunas en la regulación y los estándares internacionales para la sanidad del germoplasma específicamente, las prácticas y los estándares de las Unidades de Sanidad del Germoplasma del CGIAR representan un punto de partida importante.

“Los enfoques de sanidad del germoplasma no son necesariamente los mismos que los enfoques de sanidad de semillas y plantas en general”, dijo Ravi Khaterpal, secretario ejecutivo de la Asociación de Instituciones de Investigación Agrícola de Asia y el Pacífico (APAARI). «Se necesitan mejores prácticas, como GreenPass del CGIAR».

Además de una coordinación y regulación internacional más sólida y coherente, se necesita más investigación para ayudar a los países de origen a probar el material genético antes de su distribución, según Francois Petter, subdirector de la Organización Europea y Mediterránea de Protección Vegetal (EPPO). La jefa de la plataforma de bancos de germoplasma del CGIAR, Charlotte Lusty, también señaló la necesidad de un mejor seguimiento de las accesiones almacenadas. “Necesitamos procesos eficientes y rápidos para garantizar que las colecciones se mantengan saludables”, dijo.

Por supuesto, cualquier estrategia regulatoria y tecnológica debe seguir siendo sensible a las relaciones sociales y de género existentes y variadas. Debemos tomar en cuenta los procesos culturales vinculados al movimiento de germoplasma, dijo Vivian Polar, Especialista Senior en Género e Innovación del Programa de Investigación del CGIAR en Raíces, Tubérculos y Bananos (RTB). El germoplasma se mueve a través de las personas, dijo, y agregó que en el terreno «las mujeres y los hombres mueven material a través de diferentes mecanismos».

“Las prácticas culturales asociadas con las semillas deben entenderse en profundidad para informar las políticas y abordar las barreras relacionadas con el género y la cultura” para fortalecer la sanidad del germoplasma, dijo Polar.

El evento fue coorganizado por investigadores del CIP y el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA).

La serie de seminarios web está organizada por el CIMMYT, el CIP, el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), el IITA y el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI). Está patrocinado por el Programa de Investigación del CGIAR sobre Agricultura para la Nutrición (A4NH), la Plataforma de Género del CGIAR y el Programa de Investigación del CGIAR sobre Raíces, Tubérculos y Bananos (RTB).

El tercero de los cuatro seminarios web sobre sanidad vegetal, que será organizado por el CIMMYT, está programado para el 10 de marzo y se centrará en el manejo integrado de plagas y enfermedades.

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Un webinario del CGIAR impulsa un enfoque multidisciplinario sobre el cambio climático y la sanidad vegetal

La evidencia de la enormidad y la inmediatez de los desafíos que el cambio climático plantea para la vida en la tierra parece fluir a diario. Pero persisten importantes lagunas en nuestro conocimiento de todos los efectos posteriores de este complejo proceso. Y la respuesta global a estos desafíos aún está lejos de ser adecuada para el trabajo que tenemos por delante. Una acción audaz es urgente, multidisciplinaria y con múltiples partes interesadas.

Teniendo esto en cuenta, el primer evento de Impulsando el Potencial de la Sanidad Vegetal, una serie de webinarios del CGIAR en celebración del Año Internacional de la Sanidad Vegetal designado por la ONU, abordó el complicado nexo entre el cambio climático y la sanidad vegetal. El webinario titulado “Cambio climático y sanidad vegetal: impacto, implicaciones y el papel de la investigación para la adaptación y la mitigación”, convocó a un panel diverso de investigadores de todo el sistema CGIAR y más de 900 miembros de la audiencia y participantes.

Además de analizar los importantes retos que el cambio climático plantea para la sanidad vegetal, el evento exploró las implicaciones para el bienestar y los medios de vida de las comunidades de pequeños agricultores en países de ingresos bajos y medios, prestando especial atención a la dimensión de género tanto de los retos como de las soluciones propuestas.

El evento fue coorganizado por investigadores del Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI) y el Centro Internacional de Fisiología y Ecología de Insectos (icipe).

La serie general de webinarios está organizada por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Centro Internacional de la Papa (CIP), el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA) y el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI). Está patrocinado por el Programa de Investigación del CGIAR sobre Agricultura para la Nutrición (A4NH), la Plataforma de Género del CGIAR y el Programa de Investigación del CGIAR sobre Raíces, Tubérculos y Bananos (RTB).

Esto es importante

Shenggen Fan, profesor de la cátedra y decano de la Academia de Economía y Política Alimentaria Global de la Universidad Agrícola de China y miembro del Consejo del Sistema CGIAR, articuló con fuerza lo que está en juego en la conversación. “Debido a enfermedades y plagas, perdemos entre el 20 y el 40% de nuestros cultivos alimentarios. ¿Imaginan cuánta comida hemos perdido? ¿A cuántas personas podríamos alimentar con esa comida perdida? El cambio climático hará que esto sea aún peor”, dijo Fan.

Por supuesto, estos impactos no se sentirán de manera uniforme a través de las divisiones geográficas y sociales, especialmente el género. Según Jemimah Njuki, directora para África del IFPRI, las relaciones de género y del hogar dan forma a la forma en que las personas responden y se ven afectadas por el cambio climático. “Una de las cosas de las que tenemos pruebas es que en tiempos de crisis, los activos de las mujeres suelen ser los primeros en venderse y se tarda incluso más en recuperarlos”, dijo Njuki.

The desert locust has been around since biblical times. Climate change has contributed to its reemergence as a major pest. (Photo: David Nunn)
La langosta del desierto ha existido desde los tiempos bíblicos. El cambio climático ha contribuido a su resurgimiento como una plaga importante. (Foto: David Nunn)

Riesgos cambiantes

Cuando se trata de comprender el impacto del cambio climático en la sanidad vegetal, “uno de nuestros grandes desafíos es comprender dónde cambiará el riesgo”, dijo Karen Garrett, profesora destacada de patología vegetal en la Universidad de Florida.

Este punto fue ejemplificado por Henri Tonnang, jefe de la Unidad de Gestión de Datos, Modelado y Geoinformación en icipe, quien se refirió al «brote masivo y sin precedentes» de langostas del desierto en 2020. La plaga, conocida desde los tiempos bíblicos, ha resurgido como una gran amenaza debido a los fenómenos meteorológicos extremos provocados por el aumento del nivel del mar.

Los investigadores destacaron los emocionantes avances en mapeo, modelado y técnicas de macrodatos que pueden ayudarnos a comprender estos riesgos cambiantes. Al mismo tiempo, destacaron la necesidad de fortalecer la cooperación no solo entre la comunidad investigadora, sino entre todas las partes interesadas para cualquier agenda de investigación determinada.

“La comunidad internacional de investigadores necesita transformar la forma de investigar”, dijo Ana María Loboguerrero, directora de investigación de Acción Climática de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT). «Estamos trabajando de una manera muy fragmentada, en ocasiones de manera ineficiente y con duplicaciones, a veces actuando en silos… Es difícil ofrecer soluciones escalables y sostenibles de extremo a extremo».

Es hora de una nueva estrategia

Dichos mandatos judiciales son oportunos y reafirman la nueva orientación estratégica del CGIAR. Según Sonja Vermeulen, moderadora del evento y directora de programas de la Organización de Gestión del Sistema CGIAR, esta estrategia reconoce que las soluciones independientes, por brillantes que sean, no son suficientes para hacer que los sistemas alimentarios sean resilientes. Necesitamos soluciones de sistemas completos que consideren a las plantas, los animales, los ecosistemas y las personas en conjunto.

Fan, Vermeulen dijo: “Esto es importante. A menos que hagamos algo rápido y ambicioso, no vamos a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

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Foto de portada: Todos los agricultores son susceptibles a los fenómenos meteorológicos extremos y muchos ya están sintiendo los efectos del cambio climático. (Foto: N. Palmer/CIAT)