Ebo como cultivo de servicio con maíz en parcela de Irapuato, en Guanajuato, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Ebo como cultivo de servicio con maíz en parcela de Irapuato, en Guanajuato, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
La producción anual de maíz y trigo en El Bajío, en México, se basa en un sistema de rotación de cultivos cereal-cereal y tasas de fertilizante nitrogenado anuales en constante aumento. El uso indiscriminado de fertilizantes nitrogenados y su precio elevado —durante este año se ha registrado un incremento de hasta 180 % con respecto a su precio en 2021— pone de manifiesto la necesidad de evaluar alternativas sostenibles y de menor costopara aportar los nutrientes que aseguren un mayor rendimiento en los cultivos de cereal.
Una alternativa económica y ecológicamente viable para la fertilización orgánica es el uso de cultivos de cobertura o de servicio, específicamente de especies leguminosas con capacidad para fijar biológicamente el nitrógeno atmosférico.
En diversas partes del mundo los cultivos de leguminosas se incluyen dentro de los sistemas de rotación gramínea–leguminosa que han aportado buenos resultados; sin embargo, en El Bajío, debido al alto nivel productivo de los cereales, la rotación con leguminosas es una alternativa económicamente poco atractiva para los agricultores.
Debido a esto, en la plataforma experimental de Acámbaro —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se realizó una evaluación para determinar la mejor especie, de entre tres leguminosas, para establecer como cultivo de servicio intercalado con maíz, así como determinar la mejor etapa para el establecimiento de dicho cultivo.
Las leguminosas evaluadas fueron el ebo velloso (Vicia villosa), el ebo común (Vicia sativa) y la esparceta (Onobrychis viciifolia). De estas, el ebo común se desarrolló mejor en las condiciones de humedad y temperatura al intercalarse como cultivo de servicio con maíz en el sistema de agricultura de conservación.
Así, establecer el ebo común en la etapa de hoja bandera del maíz permite aprovechar la humedad del suelo para su germinación, la entrada de luz en este momento promueve un desarrollo más rápido, además de que el periodo que permanece la leguminosa en campo es suficiente para llegar a la etapa de mayor fijación biológica de nitrógeno.
Tratamiento de cártamo en monocultivo, ciclo otoño-invierno 2018-2019, plataforma Navojoa, Sonora, México. (Foto: plataforma de investigación de Navojoa)
Tratamiento de cártamo en monocultivo, ciclo otoño-invierno 2018-2019, plataforma Navojoa, Sonora, México. (Foto: plataforma de investigación de Navojoa)
La notable producción de trigo en el Valle del Yaqui y el Valle del Mayo, en el sur de Sonora, México, contribuye significativamente a que el estado sea el principal productor de ese cultivo a nivel nacional. Específicamente en el Valle del Mayo, el 85 % de la superficie se siembra con trigo año tras año; sin embargo, la prevalencia del monocultivo y prácticas agronómicas inadecuadas a través del tiempo han dado como resultado impactos negativos en la productividad de los suelos y la calidad del ambiente. Adicionalmente, la falta recurrente de agua para riego ha propiciado una reducción de la superficie de siembra.
Los problemas de la escasez de agua, el monocultivo de trigo y los altos costos de producción —principalmente por fertilizantes y laboreos del suelo— se pueden contrarrestar mediante la incorporación de tecnologías sostenibles, como la agricultura de conservación. En este sentido, la plataforma de investigación de Navojoa —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— evalúa este sistema sustentable en comparación con la labranza convencional, bajo las condiciones del Valle del Mayo.
En la plataforma de Navojoa la agricultura de conservación se implementó con camas permanentes, cobertura del suelo usando el rastrojo del cultivo anterior y con la rotación trigo-cártamo. Al compararla con el sistema convencional de labranza —incorporar el rastrojo y monocultivo de trigo— se observó que la agricultura de conservación permitió un incremento promedio del rendimiento de trigo de 0,8 toneladas por hectárea.
Adicionalmente, mientras el costo del laboreo osciló entre dos mil y cuatro mil pesos (2 000 – 4 000 MXN) por hectárea, el costo de la reformación de camas fue significativamente menor —de solo 211 pesos (211 MXN) por hectárea en el último ciclo del experimento—.
Aunque en el Valle del Mayo el monocultivo de trigo no resulta en tantos problemas de enfermedades, plagas y malezas como en otras zonas del mundo, hay aumentos de rendimiento de trigo con ciertas rotaciones y una disminución de riesgos para el productor cuando se siembra más de un cultivo. Sin embargo, ya que cada cultivo no tiene el mismo efecto, es importante evaluar las posibles combinaciones. En el Valle del Mayo, por ejemplo, para el cultivo de trigo el mejor cultivo anterior fue el cártamo; para el cártamo fue el maíz y para el maíz fue el trigo.
Aunque para recomendar la rotación más eficiente para el Valle del Mayo sigue siendo necesario evaluar rotaciones con otros cultivos —como girasol o canola que también tuvieron buen crecimiento en la plataforma—, resultados como estos demuestran que la agricultura de conservación efectivamente puede aumentar los rendimientos de trigo en el Valle del Mayo, por lo que resulta indispensable seguir promoviendo la adopción de este sistema de producción.
Cultivo de girasol. (Foto: Fernando Morales/Divulgación-CIMMYT)
Cultivo de girasol en rotación con maíces nativos. (Foto: Fernando Morales/Divulgación-CIMMYT)
Con flores que llegan a rebasar los 30 centímetros de diámetro y tienen la peculiaridad de “seguir al Sol” —propiedad conocida como heliotropismo—, el girasol (Helianthus annuus) es una especie muy llamativa como planta ornamental; sin embargo, sus beneficios agronómicos y ecológicos son igualmente atractivos.
El girasol es una excelente opción forrajera, es resistente a la sequía, sus flores proveen de néctar a cientos de insectos, sus raíces ayudan a descompactar el suelo y sus semillas sirven para extraer aceite o elaborar harina.
Como flor de corte, el girasol también brinda oportunidades para los productores. En el municipio de Acultzingo —en la región de las Altas Montañas, en Veracruz, México—, por ejemplo, esta flor está transformando el panorama de la agricultura y el comercio local.
Aunque cuenta con un clima cálido subhúmedo con lluvias en verano que permite tener cultivos en campo todo el año, en Acultzingo el cultivo principal es el maíz, el cual se establece cíclicamente pues no se tiene (o no se tenía) la cultura de utilizar cultivos alternativos para hacer una rotación.
En la zona hay mercado donde convergen al menos 3 500 personas entre sábado y domingo. Este lugar es regionalmente conocido por su venta de barbacoa y truchas, pero en años recientes se han sumado productores que venden elotes y girasoles, los cuales han tenido buena aceptación por parte de los consumidores quienes llevan la flor como un “recuerdo” del lugar.
En este municipio veracruzano, Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo —que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la promoción de prácticas sustentables en la región— se ha dedicado a promover el uso de cultivos alternativos, entre ellos el girasol.
Así, por ejemplo, en la parcela del señor Camerino Cid Palacios, en la localidad de Sierra de Agua del mismo municipio, desde el 2019 se siembra girasol debido a la rentabilidad del producto en la zona. Además, lo cultiva con agricultura de conservación, sistema de producción sustentable que le ha permitido reducir costos manteniendo la calidad de la flor.
Por la alta demanda del producto, por contar con un mercado bien definido, por su corto periodo de producción y su rusticidad —habilidad de sobrevivir a condiciones adversas de crecimiento—, se contempla que la producción del girasol en esta zona de Veracruz aumente, de manera que será importante seguir promoviendo prácticas sustentables para su cultivo.
Irene Lerma, directora general de Grupo SAFINSA. (Foto: CIMMYT)
Irene Lerma, directora general de Grupo SAFINSA. (Foto: CIMMYT)
“Queremos conservar suelos fértiles para el futuro, para nuestros hijos”, dice con énfasis Irene Lerma Chin y aclara que no solo es el futuro lo que le debe preocupar a la sociedad, sino también el presente: “Si queremos seguir viviendo, tener una vida sana, definitivamente necesitamos cultivar con prácticas sustentables, no podemos seguir trabajando con agricultura convencional. Esto es indispensable”.
Irene es la directora general del Grupo SAFINSA, un grupo de empresas con diferentes giros basados en agricultura: “tenemos una parafinanciera, damos créditos de avío —para financiar necesidades de capital de trabajo— a productores, les compramos el grano, hacemos la comercialización, tenemos un fondo de aseguramiento agrícola y sembramos, también somos agricultores”.
La organización cuenta con más de ocho años de operación y, desde su creación, se ha involucrado en diferentes actividades para mejorar el medioambiente y la calidad de vida de los productores: “cuando empezó SAFINSA siempre esa fue la idea, trabajar con agricultura sustentable y responsabilidad social. Y así nos acercamos al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ya hace como seis o siete años. Desde entonces hemos estado trabajando con ellos de la mano en diferentes actividades”, comenta Irene.
Para SAFINSA una agricultura con responsabilidad es aquella en la que el productor puede cultivar a un menor costo, con buenos rendimientos, mejores ingresos y menor impacto ambiental, pero también donde se producen alimentos más sanos para la sociedad. Por esta razón “la colaboración con Grupo Bimbo ha sido un apoyo enorme”, comenta Irene sobre el proyecto de abastecimiento responsable que impulsa el Grupo Bimbo con el soporte científico del CIMMYT.
El CIMMYT ha compartido “nuevas tecnologías a nuestros técnicos de campo y ellos las han implementado junto con todos los productores que traemos dentro de nuestra base”, comenta la representante de SAFINSA, agregando que sumado al conocimiento “la comercialización para nosotros es importante. Y por eso la participación de Grupo Bimbo en esto le da seguridad a todo el esquema que queremos tener como agricultores”.
Un ejemplo de cómo las prácticas de agricultura sustentable y la vinculación a mercados pueden generar grandes oportunidades es el cultivo de ajonjolí que, en el caso de los productores del Valle del Carrizo y las zonas donde opera SAFINSA, se propuso como una opción para evitar el monocultivo de cereales.
“Ahora el ajonjolí es cultivado con todas las prácticas sustentables. Desde ahí ya valoramos cómo va a llegar a la mesa de los consumidores. Eso es lo más importante y realzo la labor de Grupo Bimbo que vieron la oportunidad y nos dijeron «mira, aquí podemos tener una planta (para procesar el ajonjolí), una industria», que hoy es la primera que hay en todo Sinaloa. Eso motivó también a los productores a hacer rotación de cultivos, a sembrar ajonjolí. Además, promovemos que no se queme la soca y sobre eso siembran el ajonjolí”.
Con mejores prácticas agrícolas y empresas que valoran la producción sustentable las oportunidades se multiplican: “Como productores estamos contentos porque nos están dando la oportunidad de una comercialización segura en su momento. Además, los productores van a reducir costos, van a tener una mejor producción y los recursos naturales se van a cuidar. Eso es de lo más importante que llevan estos esquemas de trabajo para ellos”, finaliza Irene.
Sistema milpa intercalada con árboles frutales en la plataforma San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México. (Foto: Consejo de Colonias Populares de Veracruz)
Sistema milpa intercalada con árboles frutales en la plataforma San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México. (Foto: Consejo de Colonias Populares de Veracruz)
Las zonas tropicales húmedas y subhúmedas de México poseen un enorme potencial productivo y de mercado, particularmente en lo referente a biocombustibles y cultivos tropicales. No obstante, estas zonas —particularmente en el sureste del país— también concentran gran población en situación de pobreza, tienen comunidades con problemas de seguridad alimentaria, se registra sobreexplotación de acuíferos y vulnerabilidad ante fenómenos extremos derivados del cambio climático.
En materia agrícola, específicamente, las zonas del trópico húmedo mexicano enfrentan retos adicionales: una buena parte de su territorio tiene una geografía accidentada, de manera que la agricultura se realiza en áreas de ladera muy susceptibles a la erosión y de difícil acceso para la maquinaria agrícola.
Para brindar opciones que permitan a los agricultores de autoconsumo de estas zonas mejorar sus sistemas de producción y lograr la seguridad alimentaria, a través de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se han instalado diversas plataformas de investigación a fin de identificar las prácticas agrícolas más pertinentes.
En la plataforma de San Andrés Tuxtla, en el estado de Veracruz, por ejemplo, se instaló una plataforma dedicada a evaluar el sistema milpa intercalada con árboles frutales, el cual fue diseñado para hacer un uso óptimo del suelo en tiempo y espacio en terrenos de ladera del trópico húmedo de México.
El sistema milpa intercalada con árboles frutales es una práctica sustentada en los conocimientos de los pueblos originarios mexicanos, fue estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y optimizada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT.
En la plataforma, donde colaboran el Consejo de Colonias Populares de Veracruz y el CIMMYT, actualmente se investiga el tema de bajos rendimientos por sequía, los componentes tecnológicos de difícil adopción del sistema milpa intercalada con árboles frutales y, en un experimento de cinco años, se busca determinar la eficiencia relativa de la tierra para esta zona.
Como alternativa a la labranza convencional de la zona —la cual consiste en remover el suelo con un implemento local llamado “Champion”, jalado por un caballo— en la plataforma también se evalúan prácticas de agricultura de conservación, como cero labranza, conservación de residuos agrícolas en la superficie, y rotaciones de maíz y frijol de mata.
Adicionalmente se evalúa el uso de trampas con feromonas para el control del gusano cogollero —plaga que en la zona puede causar daños por arriba del 50% de la producción—y se imparten talleres a los productores. Entre las temáticas de estos están: poda de frutales, aplicación de fertilizantes y propagación de cítricos por acodo, que es una técnica que consiste en formar nuevos ejemplares a partir de una rama de una planta madre, pero sin separarla de esta.
Los conocimientos que se van generando en esta plataforma de investigación han contribuido a que los productores locales optimicen sus recursos y tengan mejorías en la producción de sus frutales. De acuerdo con los productores que han participado en los talleres, se espera que en la próxima cosecha la calidad del fruto sea mejor, además de que con el taller de acodo aéreo podrán obtener material para reponer los árboles muertos.
El estado de Tamaulipas, en el noreste de México, alberga la selva tropical más al norte del conteniente americano. Este oasis verde, sin embargo, contrasta con el panorama seco característico de más de la mitad de su territorio.
Tamaulipas es uno de los estados del altiplano mexicano que, junto con el desierto sonorense, conforman una de las más amplias zonas semiáridas del país. Debido a cambios en los patrones climáticos y la sobreexplotación del suelo, esta zona es muy proclive a la desertificación.
Cuando la agricultura intensiva, las prácticas agrícolas inadecuadas, el sobrepastoreo, la deforestación y el manejo forestal inapropiado se mezclan con las variaciones climáticas —principalmente las asociadas a la humedad y la precipitación— se generan las condiciones ideales para la desertificación, proceso de degradación del suelo particular de las zonas secas que reduce la productividad agrícola y la riqueza de los ecosistemas.
En Tamaulipas la agricultura se desarrolla en cerca de la mitad del territorio, particularmente en la zona semiárida. Las prácticas convencionales que prevalecen, sin embargo, implican altos costos de producción, una mala administración de nutrientes y compactación de suelos que, en conjunto, reducen la fertilidad del suelo.
“La desertificación avanza en las zonas áridas del país y el monocultivo, de frijol o maíz, es una de las prácticas que favorece este proceso; la diversificación de cultivos es una alternativa para evitar la degradación del suelo”, señaló Alberto Cabello —gerente del Hub Intermedio del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— durante un recorrido por una parcela demostrativa donde se estableció girasol, ubicada en el rancho La Caseta, en Camargo, Tamaulipas.
Junto con el mínimo movimiento del suelo y la cobertura con rastrojos, la diversificación de cultivos —a través de rotaciones, asociaciones, relevos, etcétera— es uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación, un sistema de producción sustentable que, entre otros beneficios, permite mantener una cubierta vegetal que protege la capa fértil del suelo, evitando la pérdida de materia orgánica.
“El girasol es una opción rentable y una buena alternativa para la rotación de cultivos. Juega un papel importante en la zona ya que es un cultivo de ciclo corto, tiene menor requerimiento hídrico que el maíz y el sorgo, su raíz ayuda a descompactar los suelos, tiene efecto regulatorio sobre plagas, malezas y enfermedades y además aumenta la materia orgánica del suelo”, comentó José Alberto Anzaldúa Zúñiga, presidente de Anzú Genética Seeds —organización con la que colabora el CIMMYT para promover el cultivo de girasol—.
Alberto Anzaldúa, además, explicó el manejo agronómico del girasol, mencionando cómo el cultivo contribuye a mejorar las condiciones físicas del suelo, además de ser una excelente opción por los precios de venta alcanzados en la actualidad.
Así, en el marco de la colaboración entre GRUMA y el CIMMYT, más de 30 productores provenientes de Camargo y municipios aledaños, como Díaz Ordaz y Miguel Alemán, observaron de forma directa en la parcela de la familia Bazaldua cómo al cultivar girasoles pueden hacer más rentables sus parcelas y, al mismo tiempo, contribuir a evitar y detener la desertificación en Tamaulipas.
Las legumbres son los frutos —semillas contenidas en una vaina— que producen las leguminosas —frijoles, habas, lentejas, etcétera—.Son una gran fuente de proteínas vegetales y, en el plano agronómico, mejoran con sus propiedades la tierra en la que se cultivan pues poseen la singular capacidad de aportar nitrógeno a la tierra de cultivo.
“Las legumbres son una fuente rica de aminoácidos esenciales y proteínas de manera que complementan el consumo de cereales. Aportan una cantidad importante de carbohidratos y micronutrientes, así como fibra de calidad. Además, ayudan a mantener niveles bajos de colesterol “malo” y reducir la presión arterial”, comenta Carlos Barragán García quien promueve el cultivo de legumbres a través del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
“Se trata de productos que han acompañado al ser humano en su desarrollo agropecuario desde la prehistoria y se cuentan entre las primeras plantas domesticadas del planeta. La inclusión de leguminosas en sistemas de cultivos múltiples —como el cultivo intercalado o la simple rotación de cultivos— es importante para el manejo sostenible de los nutrientes del suelo, para mejorar la estructura de este y, en conjunto, es un paso importante hacia la implementación de prácticas agrícolas más sustentables”, señala el técnico.
“Las prácticas agrícolas inadecuadas han degradado la fertilidad del suelo y han aumentado los costos de producción. El desequilibrio en el uso de nutrientes y la utilización incontrolada de pesticidas están contribuyendo a un mayor costo de producción y a la degradación de la agrobiodiversidad. El uso de leguminosas, en rotación con cultivos básicos como el maíz, ofrece un amplio margen para mejorar los ingresos de los productores y para restaurar el equilibrio biológico de los suelos”, añade Yashim Victoria Reyes Castañón, quien también brinda acompañamiento técnico a los productores que participan en el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT.
“Para restaurar la función del suelo al nivel óptimo, la diversidad de cultivos es importante y las leguminosas son una buena opción. Con respecto a sus beneficios para el suelo, por ejemplo, las leguminosas pueden fijar una gran cantidad de nitrógeno por su relación simbiótica con algunas bacterias fijadoras. Esto es de vital importancia considerando la necesidad de intensificar la producción de alimentos mientras se hace un mejor uso de los recursos naturales”, concluye Yashim.
De acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en 2003 en Magdalena Apasco, Oaxaca, se sembraban 1,664 hectáreas de maíz para grano; sin embargo, para el 2020 solo se sembraban 780 hectáreas. Esta reducción del 53% se explica por diversos factores, como los cambios en la dinámica poblacional y la tasa de urbanización, pero también debido a una sistemática disminución de los rendimientos.
Los bajos rendimientos actuales se deben a diversos factores, entre ellos afectaciones por sequías, degradación de la fertilidad del suelo, el incremento de los costos de producción y la presencia de plagas y malezas. Por esta razón es importante buscar alternativas que permitan enfrentar varios problemas a la vez, con impactos en el corto plazo, pero que también sean sostenibles en el tiempo.
Lo anterior significa que la producción debe percibirse ahora como un sistema mucho más vasto, con muchas partes en constante interacción. En México, por ejemplo, el 59% de las unidades de producción agrícola a cielo abierto usan herbicidas químicos, pero solo el 18.48% practica la rotación de cultivos (INEGI, 2020) cuando diversificar y rotar cultivos ayuda a controlar malezas debido, entre otros aspectos, a un efecto conocido como alelopatía.
La alelopatía es definida como la influencia directa de un compuesto químico liberado por una planta sobre el desarrollo y crecimiento de otra planta. Las sustancias alelopáticas son inducidas por estreses ambientales y las plantas pueden liberarlas al ambiente por medio de la exudación de las raíces, lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales, o en este caso las sustancias alelopáticas, son arrastradas por el agua—, volatilización y descomposición de los residuos de las plantas en el suelo.
Las sustancias alelopáticas presentes en diversas plantas cultivadas pueden reducir la necesidad del manejo de malezas, especialmente el uso de herbicidas y, aunque la alelopatía por si sola no resuelve el problema de malezas, sí es una herramienta útil para para su manejo.
En trabajos de diversificación de cultivos recientemente hechos con el señor Antonio Chávez Jiménez —productor de Magdalena Apasco y quien participa en el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, por ejemplo, se ha identificado el potencial del girasol en el control de malezas de hoja ancha.
También en Magdalena Apasco, Soledad y María Chávez Pineda —quienes también participan en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT— trabajan junto con su papá un conjunto de pequeñas parcelas donde producen alfalfa y maíz nativo que usan para alimentar su ganado bovino y ovino. La necesidad de forraje dio la oportunidad de experimentar en el pasado ciclo otoño-invierno con diversos cultivos de grano pequeño: alpiste, canola, tritricale y avena, sembrados en camas anchas o melgas para subir la densidad de siembra y conocer su efecto en el control de malezas de hoja angosta.
El cultivo que presentó mejor desempeño en rendimiento y el control de malezas fue la avena —que además puede dar una segunda cosecha de forraje—, seguido de la canola, y el alpiste. En el caso de los maíces que se establecieron como testigo, y a pesar de haber incrementado su densidad de población y haber realizado un paso de yunta para controlar malezas a los 40 días de la siembra, se observó presencia de malezas de hoja ancha y hoja angosta.
Cabe señalar que posteriormente, en el ciclo primavera-verano, Soledad y María sembraron su habitual maíz nativo blanco raza Bolita y la disminución de malezas en la parte de la parcela donde se validaron los cultivos de grano pequeño fue notable en comparación donde se sembró maíz. Este hecho confirma que, efectivamente, la diversificación de cultivos —a través de rotaciones, asociaciones, relevos, etcétera— ayuda al manejo de malezas y contribuye a que el sistema de producción sea más rentable, con efectos positivos sostenibles en el tiempo.
El productor Anastasio Martínez Guijón, De San Pedro Pochutla, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)
El productor Anastasio Martínez Guijón, De San Pedro Pochutla, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)
“Aquí en El Encierro —comunidad de San Pedro Pochutla, en la costa de Oaxaca— todos nos dedicamos a la agricultura, a la siembra del maíz la mayor parte. No todos siembran como yo, algunos siguen sembrando como siempre y sacan una tonelada y media, dos toneladas de maíz, pero yo no me quise conformar con esoy con Omar trabajamos diferente, con técnica y bien sembradito y así sacamos cinco y media, seis o hasta siete toneladas y ahora metimos girasol. Con el girasol nos ha ido bien”, comenta el señor Anastasio Martínez Guijón, quien de la mano del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) lleva cuatro años cultivando con prácticas sustentables y recientemente ha diversificado cultivos.
En la parcela del señor Anastasio ya no se quema —práctica común en la región—, se han metido diversos cultivos como rotaciones y actualmente produce maíz, frijol y girasol. Esta flor, particularmente, se ha convertido en una fuente de ingresos extra porque la comercializa —el precio de una flor en el mercado local oscila entre los 20 y 25 pesos—, tarea en la que su esposa lo ayuda.
“En esta comunidad él es el productor que está más avanzado, el que lleva más años practicando la agricultura de conservación. Cuando nosotros llegamos a esta comunidad fue el único que accedió a cambiar el sistema de siembra. Hicimos una reunión como con 30-35 personas y solo él aceptó, los demás dijeron prácticamente que eso no servía, así que iniciamos solo con él, con un solo productor en esta comunidad y ahora que sus vecinos ven los resultados, las cosas han cambiado”, señala Omar Sánchez Ríos —técnico certificado en Agricultura Sustentable por el CIMMYT— quien brinda acompañamiento técnico al señor Anastasio.
Ahora que ven su parcela, “muchos se admiran y ya están empezando a sembrar como yo lo hago, me vienen a preguntar. No solo de aquí de El Encierro, sino de la comunidad vecina ya también están interesados. Cuando vienen aquí ven cómo siembro y eso ha servido para difundir esto, incluso queremos hacer un video de cómo estamos trabajando”, comenta el señor Anastasio, entusiasmado porque su parcela se ha convertido en un punto de referencia para los agricultores locales, incluso la han ido a visitar estudiantes de la carrera de Sistemas de Producción Agroecológicos de la Universidad del Pueblo, de Pochutla.
Los resultados que tanto hacen admirar la parcela del señor Anastasio son producto de la constancia y el esfuerzo: “otras personas nos han tomado como ejemplo aquí, porque lo que dicen ellos «cómo sacas tanto maíz», no lo creen que de una hectárea van a salir cinco o seis toneladas de maíz, esas cantidades no se ven por acá y yo les digo que sí sale, nada más que hay que echarle ganas, hay que darle lo que necesita la tierra y que no queme uno, porque si se quema, se va a llevar mucho fertilizante y va a quedar como las tierras del valle (Valles Centrales), erosionadas, y ya ni con fertilizante se va a dar”, dice el productor quien mete dos ciclos de maíz en el mismo temporal y lo intercala con el girasol.
“Yo llevo casi 30 años que no quemo. Una vez que lo hice hubo una parte que no se quemó y de ahí fue donde recogí cosecha nada más. Donde se quemó no dio nada porque no guardó humedad la tierra, por eso tomé la iniciativa y ya llevó años que no quemo porque además se deslava el terreno, se erosiona y se va la tierra al mar”, cuenta el señor Anastasio, quien a esta práctica que inició hace años de forma circunstancial ha ido sumando nuevos aprendizajes, producto de su colaboración con el CIMMYT y su reciente participación en el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el CIMMYT.
Gracias a la continuidad del proyecto se han fortalecido las capacidades de productores como Anastasio —particularmente en aspectos como la diversificación de cultivos—, propiciando que estos productores innovadores asuman y fortalezcan roles de liderazgo comunitario y contribuyan así a la diseminación de los aprendizajes en el resto de la comunidad: “conforme han visto los resultados, el incremento en rendimientos y que se fueron metiendo otros cultivos, entonces los otros productores han ido cambiando su visión y le han ido a preguntar al señor Anastasio y a su hijo cómo le hacen. Sí se ha despertado el interés. Este año ya tengo varios productores que quieren que se les de asesoría y les estamos dando seguimiento también”, menciona el técnico Omar Sánchez.
“Mi hijo dice «vamos a echarle ganas, porque de aquí mismo sale para no irse a otro lado, aquí mismo se la puede uno pasar bien», por eso hay que echarle muchas ganas a trabajar”, comenta el señor Anastasio, refiriéndose al joven Álvaro Martínez quien también ya lleva tiempo trabajando con el ingeniero Omar, quien comenta sobre Álvaro: “ya tiene un conocimiento amplio y él se ha encargado de difundir con los demás vecinos, decirles cómo fertilizar, cómo sembrar. El año pasado hubo alrededor de seis productores a los que él estuvo dando recomendaciones y les fue bien en sus parcelas. Debido a eso más personas se han ido sumando”.
Álvaro Martínez, hijo del señor Anastacio, junto a contenedores donde almacena granos de forma hermética. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
“Álvaro se ha encargado de difundir algunas recomendaciones que funcionan, como sembrar solo dos semillas por golpe a cierta distancia para mejorar el arreglo topológico, los fertilizantes adecuados, etc. Eso ha ayudado a que ahorita haya varios interesados en trabajar con nosotros y este es el primer año que ya tenemos varios productores en esta comunidad. Yo no puedo estar continuamente aquí, pero su hijo nos ayuda a dar las recomendaciones o a canalizar las dudas”, comenta Omar Sánchez, haciendo claro el impacto comunitario de la agricultura sustentable que fomenta el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT.
Anastacio y su hijo Álvaro ahora son un ejemplo de cómo las familias productoras pueden transitar del autoconsumo a la generación de excedentes para la comercialización, volviéndose al mismo tiempo una referencia en sus comunidades. «Nosotros les decimos que se acerquen con Omar y aprendan y sigan todas sus recomendaciones porque si seguimos sembrando de la misma forma de siempre y dejamos que la milpa dé así nada más, pues no vamos a sacar nada», concluyen los productores.
Cuatrociénegas, Coah.- Con sus manantiales que forman auténticos oasis en medio del desierto, su gran biodiversidad y especies endémicas —es decir, que solo se encuentran allí y en ningún otro lugar del mundo—, la reserva de la Biosfera de Cuatrociénegas es el lugar emblemático del municipio del mismo nombre, Cuatrociénegas, en el norte de Coahuila.
En esa región desértica —la Región Centro Desierto conformada también por los municipios de Abasolo, Monclova, Frontera, Castaños, Nadadores y San Buenaventura— se pensaría que no crece nada fuera de los manantiales de Cuatrociénegas y, sin embargo, la agricultura es una actividad relevante. Aunque, por supuesto, no todos los cultivos son adecuados para esas condiciones extremas por lo que es importante encontrar siempre nuevas opciones.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Hub Intermedio del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueven en Cuatrociénegas cultivos alternativos que pueden ser opción para los agricultores locales. El frijol guar (Cyamopsis tetragonoloba), por ejemplo, es una leguminosa originaria de las zonas cálidas y secas de la India y Paquistán, por lo que tolera bien las altas temperaturas y crece con poca agua.
El guar tiene múltiples usos y es demandado por varios mercados ya que sirve tanto para elaborar gomas o espesantes naturales para la industria alimentaria —insumo básico para obtener helados cremosos, por ejemplo—, como para la producción de papeles, para la producción de gas natural en el sector petrolero y en otros procesos de obtención de recursos energéticos.
En el terreno agronómico, el guar es una planta que aporta una interesante cantidad de nitrógeno al suelo (hasta 30 kilogramos por hectárea) y, al provenir de zonas áridas, resulta una muy buena opción para la rotación de cultivos en esta zona de México. Además, su desarrollo es corto (de 110 a 120 días), lo que permite sembrar en julio y cosechar en noviembre, dejando el espacio listo para comenzar el ciclo otoño-invierno con otro cultivo.
Para aprovechar estar cualidades, durante el ciclo primavera-verano 2021 se estableció guar en una superficie de 1,700 hectáreas en diversos predios de Cuatrociénegas —con la supervisión constante de la empresa que va a acopiar la producción— y, recientemente, durante un recorrido de campo, el equipo técnico del Hub Intermedio del CIMMYT junto con otros especialistas de la SADER y el INIFAP, verificaron la siembra de esta oleaginosa.
Desde el punto de vista comercial, el cultivo de guar es una buena oportunidad para los productores de la región, pero también lo es desde el punto de vista de la sustentabilidad ya que es una opción para la rotación de cultivos con gramíneas como el trigo del ciclo otoño-invierno en el caso de los productores de Cuatrociénegas.
El Hub Intermedio del CIMMYT brindará un seguimiento puntual para analizar el comportamiento y los resultados tanto a nivel agronómico como comercial y técnico del guar, cultivo que ya ha despertado el interés de los productores locales quienes esperan que sea un cultivo viable para esta emblemática región árida de México.