Categorías
Noticias

Una sentida despedida al «Padre de la Revolución Verde en la India», M.S. Swaminathan

El CIMMYT se une a los miembros de la comunidad internacional del ámbito del desarrollo para lamentar el fallecimiento del renombrado genetista de trigo y «Padre de la Revolución Verde en la India», Dr. Monkombu Sambasivan Swaminathan, que murió el 27 de septiembre a la edad de 98 años.

Swaminathan dedicó su vida a alimentar al mundo de forma sostenible. Su visión transformó la India casi de la noche a la mañana en un granero para el sur de Asia, mediante la adopción de variedades innovadoras de trigo de alto rendimiento y técnicas agrícolas eficientes para los agricultores indios. La revista TIME lo aclamó como uno de los veinte asiáticos más influyentes del siglo XX, convirtiéndolo en uno de los tres indios nombrados junto a Mahatma Gandhi y Rabindranath Tagore.

M.S. Swaminathan. (Foto: MSSRF)

Swaminathan comenzó su carrera en el mundo académico. Tras doctorarse en genética vegetal por la Universidad de Cambridge en 1952, se trasladó a Estados Unidos para seguir investigando como profesor; sin embargo, su país natal, la India, acabó llamándole de vuelta a casa. Ante la crisis que suponía el rápido aumento de la población y la escasa producción de alimentos, Swaminathan regresó para trabajar como científico en el Instituto Indio de Investigación Agrícola (IARI), del que fue Director entre 1961 y 1972.

Fue durante esta época cuando comenzó su colaboración con el científico del CIMMYT Norman Borlaug , futuro Premio Nobel y pronto líder de la investigación sobre el trigo del CIMMYT. Swaminathan vio el valor de las variedades mexicanas de trigo semienano, desarrolladas por Borlaug, para la producción de trigo en la India y pidió a Borlaug que le enviara una serie de materiales mejorados que contenían los genes de achaparramiento de Norin. Las semillas llegaron en 1963 junto con Borlaug, y ambos recorrieron el cinturón de trigo de la India.

Norman Borlaug con Swaminathan y Kohli, promotores clave de las variedades modernas, en una parcela de producción de semillas, India, 1964. (Foto: CIMMYT)

El siguiente paso fue convencer a los agricultores locales de que cultivaran estas nuevas variedades. En 1966, Swaminathan había establecido 2,000 granjas modelo donde los agricultores podían comprobar por sí mismos los beneficios de estas variedades, los nuevos trigos. El último acto de Swaminathan para poner en marcha la Revolución Verde en India fue presionar al gobierno indio para que importara 18,000 toneladas de semillas mexicanas, a pesar de la difícil situación financiera que atravesaba el país.

Tan sólo 4 años después, la cosecha de trigo de la India se había duplicado hasta alcanzar los 20 millones de toneladas, poniendo fin a la dependencia del país de las importaciones de trigo y salvando a millones de personas de la inanición. Swaminathan siguió trabajando con el gobierno indio para mantener la seguridad alimentaria y la autosuficiencia a largo plazo en todo el país, y el impacto de su trabajo le valió el primer Premio Mundial de la Alimentación en 1987.

A lo largo de su vida, Swaminathan desempeñó diversas funciones de liderazgo en organizaciones mundiales de agricultura y conservación, como el Consejo de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos (IUCN), el Fondo Mundial para la Naturaleza (India) y la Academia Nacional de Ciencias Agrícolas. También fue Director General del Consejo Indio de Investigación Agrícola (ICAR) y Secretario del Gobierno de la India en el Departamento de Investigación y Educación Agrícola de 1972 a 1979, así como Director General del Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz en Filipinas de 1982 a 1988.

Humanitario de corazón

Swaminathan no era sólo un científico, sino también un defensor y un humanitario. Poco después de ganar el Premio Mundial de la Alimentación, utilizó los fondos del galardón para crear un centro de investigación, la M.S. Swaminathan Research Foundation (MSSRF), en Chennai (India). La MSSRF le permitió trabajar en su otra pasión, el desarrollo sostenible, donde coordinó investigaciones y acciones sobre conservación de especies amenazadas, protección de ecosistemas costeros, agricultura de precisión, ecotecnología, educación comunitaria y formación técnica, y programas de acceso rural a Internet.

M.S. Swaminathan ganó el Premio Mundial de la Alimentación en 1987. (Foto: Premio Mundial de la Alimentación)

Ha recibido 84 doctorados honoris causa de universidades de todo el mundo y múltiples galardones, entre ellos el Padma Shri (1967), el Padma Bhushan (1972) y el Padma Vibushan (1989), el cuarto, tercer y segundo premios civiles más importantes de la India. También ha recibido numerosos galardones internacionales, como el Premio Sasakawa de Medio Ambiente del PNUMA en 1994, la Medalla de Oro Gandhi de la UNESCO en 1999 y el Premio Franklin D. Roosevelt a las Cuatro Libertades en 2000.

«Era todo un caballero con una memoria brillante», recuerda Ravi Singh, científico distinguido del CIMMYT. «Siempre admiré su capacidad y su habilidad para enlazar temas complicados en una bonita síntesis».

Fue una inspiración para miles de personas y se le echará mucho de menos por su brillantez científica, su defensa pionera y su humanitarismo, así como por su misión vital de reducir el hambre en el mundo mediante la mejora de la tecnología para los ciudadanos de todos los niveles de la sociedad.

La familia del CIMMYT expresa su más sentido pésame a la familia Swaminathan.

Categorías
Reportajes

Los cultivos básicos de alto rendimiento mejoran la salud y la prosperidad en los países en desarrollo

Varios estudios recientes documentan los beneficios sanitarios y económicos a largo plazo de la «Revolución Verde» —la adopción generalizada de variedades de cultivos básicos de alto rendimiento durante la última mitad del siglo XX— y abogan por seguir invirtiendo en el desarrollo y el uso de dichas variedades.

Analizando datos relativos a más de 600.000 nacimientos entre 1961 y 2000 en 37 países en desarrollo, los científicos dirigidos por Jan von der Goltz, del Banco Mundial, descubrieron que la difusión de variedades de cultivos modernos durante la Revolución Verde redujo la mortalidad infantil entre 2.4 y 5.3 puntos porcentuales.

«Nuestras estimaciones aportan pruebas convincentes de que no deben pasarse por alto los beneficios para la salud del aumento generalizado de la productividad agrícola», afirman los autores. «Desde el punto de vista de las políticas, las subvenciones gubernamentales a los insumos que conducen a una revolución verde, así como las inversiones en programas de extensión e I+D, parecen ser importantes».

Norman Borlaug (cuarto por la derecha) muestra una parcela de trigo Sonora-64 —una de las variedades semienanas, de alto rendimiento y resistentes a las enfermedades que fue clave para la Revolución Verde— a un grupo de jóvenes aprendices internacionales en la estación experimental del CIMMYT en Ciudad Obregón, Sonora, México. (Foto: CIMMYT)
Norman Borlaug (cuarto por la derecha) muestra una parcela de trigo Sonora-64 —una de las variedades semienanas, de alto rendimiento y resistentes a las enfermedades que fue clave para la Revolución Verde— a un grupo de jóvenes aprendices internacionales en la estación experimental del CIMMYT en Ciudad Obregón, Sonora, México. (Foto: CIMMYT)

La pandemia del COVID-19 puso de manifiesto la fragilidad del sistema alimentario mundial y la necesidad de transformarlo, aumentando su resistencia ambiental y económica para soportar futuras amenazas, y apuntalando dietas más saludables. Los estudios sugieren que las versiones mejoradas de cultivos de cereales como el arroz, el trigo y el maíz pueden desempeñar un papel fundamental.

Nuestro trabajo habla de la importancia de apoyar la innovación y la adopción de tecnología en la agricultura como medio de fomentar el desarrollo económico, la mejora de la salud y la reducción de la pobreza», dijo el autor Jan von der Goltz. «También sugiere que es razonable ver con cierta alarma la disminución constante de la financiación para el mejoramiento de los cultivos de cereales en las últimas décadas en el África subsahariana, el continente con menos difusión de variedades modernas».

Asimismo, un estudio del que es coautor Prashant Bharadwaj, de la Universidad de California en San Diego, concluye que la adopción por parte de los agricultores de variedades de cultivos de alto rendimiento (HYV, en inglés) en la India redujo drásticamente la mortalidad infantil en todo el país. Entre 1960 y 2000, la mortalidad infantil se redujo de 163.8 a 66.6 por cada 1.000 nacidos vivos, y esto ocurrió durante las décadas en que la productividad del trigo en la India saltó de 0.86 a 2.79 toneladas por hectárea, como resultado de la adopción de HYV y de la mejora de las prácticas agrícolas.

«Lo que hacen estos dos trabajos es establecer cuidadosamente una estimación causal de cómo las HYV afectan a la mortalidad infantil, comparando únicamente a los niños nacidos en el mismo lugar en diferentes momentos, cuando el uso de las HYV era diferente, y comprobando que la mortalidad antes de la llegada de las HYV tenía una tendencia similar en los lugares que recibirían una cantidad diferente de HYV», dijo Bharadwaj.

«A falta de un ensayo de control aleatorio, estas técnicas econométricas producen la mejor estimación causal de un fenómeno tan importante como la difusión de las HYV durante y después de la Revolución Verde», añadió. El profesor de la Universidad de California en San Diego Gordon McCord, coautor del estudio mundial, coincidió de estas ideas.

Un niño compra frutas y verduras en Varanasi, India. (Foto: Gert-Jan Stads/International Food Policy Research Institute)
Un niño compra frutas y verduras en Varanasi, India. (Foto: Gert-Jan Stads/International Food Policy Research Institute) (CC BY-NC-ND 2.0)

Muchos efectos secundarios

Estudios recientes indican que la Revolución Verde también tuvo repercusiones económicas a largo plazo, que también afectaron a los resultados sanitarios.

En una actualización de 2021 del documento de 2018 «Two Blades of Grass: The Impact of the Green Revolution«, Douglas Gollin, profesor de Economía del Desarrollo de la Universidad de Oxford y sus coautores descubrieron que, en 90 países en los que se adoptaron variedades de alto rendimiento entre 1965 y 2010, el rendimiento de los cultivos alimentarios aumentó un 44% y que, de no haberse producido esta adopción, el PIB per cápita en el mundo en desarrollo podría ser la mitad del actual.

Incluso un retraso de 10 años de la Revolución Verde habría costado, en 2010, el 17% del PIB per cápita en el mundo en desarrollo, con una pérdida acumulada del PIB de 83 billones de dólares, equivalente a un año del PIB mundial actual.

Estos impactos en el PIB y en la salud se vieron potenciados por la correspondiente reducción del crecimiento de la población. Observando la inferencia causal a nivel de país, región y mundo en desarrollo, y utilizando un novedoso método de evaluación del impacto a largo plazo, los autores del estudio detectaron una tendencia: a medida que mejoraba el nivel de vida de las familias rurales, éstas querían en general invertir más en sus hijos y tener menos.

«Nuestras estimaciones sugieren que el mundo habría contado con más de 200 millones de personas adicionales en 2010, si el inicio de la Revolución Verde se hubiera retrasado diez años», afirmaron Gollin y sus coautores. Este menor crecimiento de la población parece haber aumentado el tamaño relativo de la población en edad de trabajar, lo que favoreció el crecimiento del PIB.

Agricultores etíopes dan su opinión a los investigadores del CGIAR sobre las variedades de trigo duro. (Foto: C.Fadda/Bioversity International)
Agricultores etíopes dan su opinión a los investigadores del CGIAR sobre las variedades de trigo duro. (Foto: C.Fadda/Bioversity International) (CC BY-NC-ND 2.0)

Una inversión a largo plazo en la transformación del sistema

Los autores señalan que se necesita tiempo desde el momento en que se realiza una intervención hasta que pueden observarse amplios efectos en la salud de la población. Por ejemplo, aunque el desarrollo de variedades modernas de alto rendimiento comenzó en los años 50 y 60, el ritmo de adopción no se aceleró hasta los años 80, 90 e incluso en la década de 2000, y los datos del África subsahariana muestran que la adopción de variedades ha aumentado tanto en la década de 2000 como en las cuatro anteriores.

Además, cualquier estrategia de nutrición y seguridad alimentaria que pretenda alcanzar el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de alimentar a 9.000 millones de personas para 2050 debe incorporar soluciones de transformación de sistemas más amplios, como la agricultura de emisiones cero, dietas asequibles y diversas y una mayor conservación de la tierra.

Como explicó Gollin, «la Revolución Verde nos enseñó que tenemos que enfocar el aumento de la productividad, especialmente en el rendimiento de los cultivos básicos, de forma diferente. El reto ahora es más complejo: tenemos que conseguir los mismos aumentos de productividad, con menos insumos y recursos, más conciencia ambiental y en mayores cantidades para más personas».

En parte, esto significa aumentar la productividad en las tierras agrícolas existentes con impactos ambientales y sociales positivos, según Bram Govaerts, director general del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

«El mejoramiento y el intercambio de variedades de cultivos más productivos y resistentes es tan importante como siempre», dijo Govaerts, «pero también involucrar a los agricultores —en nuestro caso, los pequeños agricultores— en los esfuerzos de investigación e innovación compartidos para reducir las brechas de rendimiento, construir sistemas agrícolas resistentes al clima y abrir el acceso a una mejor nutrición y oportunidades de mercado.»

Foto de portada: Niños almorzando en una guardería en las afueras de Delhi, India. (Foto: Atul Loke/ODI) (CC BY-NC 2.0)

Categorías
Noticias

La otra revolución que nació en México

Texcoco, Edo. Méx.- Para poner fin a la dictadura de Porfirio Díaz y abrir paso a un sistema democrático, el 20 de noviembre de 1910 se inició un levantamiento armado que marcó el inicio de la Revolución Mexicana —proceso que tuvo una fase armada de cerca de 10 años y otra fase de acomodos institucionales y normativos igualmente larga—. Sin embargo, esta no es la única revolución que se ha gestado en México. 

Una revolución, de manera general desde el punto de vista sociológico, es una transformación de las ideas y los ideales, una modificación de los modos de vida y una renovación de instituciones, símbolos, modelos, hábitos, etc. Tiende a actuar intempestivamente —a veces violentamente— para modificar o alterar el estado de las cosas, edificar y sentar las bases de nuevas formas. 

A finales de la década de 1960, en un momento en que muchos países en desarrollo enfrentaban un alarmante aumento de sus brechas alimentarias nacionales y un rápido crecimiento de la población, comenzó en México una nueva revolución, esta vez desde la ciencia aplicada a la agricultura y con el liderazgo del doctor Norman E. Borlaug quien, junto con investigadores y agricultores mexicanos —destacando particularmente los productores del Valle del Yaqui—, desarrolló sucesivas generaciones de variedades de trigo adaptadas a las condiciones de cultivo en muchas latitudes y con un alto potencial de crecimiento.

“Gracias a un diseño innovador del programa de mejora, (Norman Borlaug) consiguió variedades que no solo eran resistentes a la roya, sino que se dieron bien y dieron altos rendimientos en casi cualquier suelo y región climática en que se plantaron. Antes de Borlaug, cada variedad se seleccionaba en las variedades en que se iba a cultivar, de modo que las mejoras tenían valor local; sin embargo, el nuevo trigo ya se sembraba en todo el mundo solo 10 años más tarde de que se planteara su obtención. (…) (Estas variedades) duplicaron el rendimiento por ser más resistentes al viento y permitir que se planteasen dos cosechas por año. Los trigos y arroces semienanos se extendieron por todo el mundo y fueron la salvación de muchos países superpoblados.  (…) estos cereales mejorados por Borlaug han salvado del hambre a millones de personas. Gracias a esta Revolución Verde, el trigo ha aumentado su rendimiento en los últimos 50 años y ha conducido a la producción masiva de alimentos más baratos” (Fenoll y González, 2010). 

Además de las variedades mejoradas, la Revolución Verde fue un proceso con diferentes fases y diversos desarrollos científicos y tecnológicos implicados —como la mecanización del campo o el uso de fertilizantes—. Al respecto, el doctor Borlaug señalaba, con una actitud crítica propia del quehacer científico, que el impulso de la Revolución Verde en la producción de alimentos no podría durar indefinidamente pues solo era un respiro para que la humanidad desarrollara sistemas y políticas más sostenibles para gestionar el crecimiento de su población y el uso de los recursos naturales.

Hoy, México sigue siendo un país clave para llevar prácticas revolucionarias al campo de otros países. En África subsahariana, el sur de Asia y América Latina, hay diversos ejemplos de que los desarrollos científicos y tecnológicos en materia agrícola que se realizan en México pueden ser replicables para construir sociedades más resilientes. El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con sede en México, mantiene vivo el legado del doctor Norman Borlaug y hoy promueve una Evolución Verde que, con los aprendizajes del pasado, construye las bases para un futuro más pacifico y sostenible. 

Fuentes:

  • Fenoll, C. y González, F. (2010). Transgénicos (Vol. 1). Editorial CSIC-CSIC Press.
  • Evenson, R. y Gollin, D. . (febrero 2002). The Green Revolution: An End-of-Century Perspective. In Summary proceedings of an international conference on impact of agricultural research and development, held. CIMMYT (p. 24).
Categorías
Explicativos

El nitrógeno en la agricultura

El nitrógeno es el nutriente más importante en la producción de cultivos, pero también uno de los más difíciles de manejar. El compuesto es fundamental para la producción agrícola mundial —en particular para los principales cereales— pero si bien muchas partes del mundo no tienen suficientes recursos para lograr la seguridad alimentaria y nutricional, el exceso de nitrógeno de los fertilizantes se filtra al medio ambiente con consecuencias dañinas.

¿Qué es el nitrógeno?

Alrededor del 78% de la atmósfera de la Tierra está formada por nitrógeno gaseoso o N2 — una molécula formada por dos átomos de nitrógeno unidos por un enlace triple estable.

Aunque constituye una gran parte del aire que respiramos, la mayoría de los organismos vivos no pueden acceder a él de esta forma. El nitrógeno atmosférico debe pasar por un proceso natural llamado fijación de nitrógeno para transformarse antes de que pueda usarse para la nutrición de las plantas.

¿Por qué las plantas necesitan nitrógeno?

Tanto en las plantas como en los seres humanos, el nitrógeno se usa para producir aminoácidos, que producen las proteínas que construyen las células, y es uno de los componentes básicos del ADN. También es esencial para el crecimiento de las plantas porque es un componente importante de la clorofila, el compuesto por el cual las plantas usan la energía de la luz solar para producir azúcares a partir del agua y dióxido de carbono (fotosíntesis).

El ciclo del nitrógeno

El ciclo del nitrógeno es el proceso a través del cual el nitrógeno se mueve de la atmósfera a la tierra, a través de los suelos y se libera de nuevo a la atmósfera — convirtiéndose en sus formas orgánicas e inorgánicas.

Comienza con la fijación biológica del nitrógeno, que ocurre cuando las bacterias fijadoras de nitrógeno que viven en los nódulos de las raíces de las leguminosas convierten la materia orgánica en amonio y posteriormente en nitrato. Las plantas pueden absorber el nitrato del suelo y descomponerlo en el nitrógeno que necesitan, mientras que las bacterias desnitrificantes convierten el exceso de nitrato nuevamente en nitrógeno inorgánico que se libera a la atmósfera.

El proceso también puede comenzar con un rayo —el calor por el cual se rompen los triples enlaces del nitrógeno atmosférico— liberando sus átomos para que se combinen con el oxígeno y generen gas de óxido nitroso, que se disuelve en la lluvia como ácido nítrico y es absorbido por el suelo.

El exceso de nitrato o el que se pierde por lixiviación — en el que los nutrientes clave se disuelven debido a la lluvia o el riego, puede filtrarse y contaminar las corrientes de agua subterránea.

Un diagrama muestra el proceso a través del cual el nitrógeno se mueve de la atmósfera a la tierra, a través del suelo y se libera nuevamente a la atmósfera. (Gráfico: Nancy Valtierra/CIMMYT)

¿Qué pasa con los fertilizantes nitrogenados?

Durante miles de años, los seres humanos no tuvieron que preocuparse por el nitrógeno, pero a principios del siglo XX era evidente que la agricultura intensiva estaba agotando el nitrato en el suelo, lo que generó preocupaciones sobre el aumento de la población mundial y una posible crisis alimentaria.

En 1908, un químico alemán llamado Fritz Haber ideó un proceso para combinar nitrógeno atmosférico e hidrógeno bajo calor extremo y presión para crear amoníaco líquido — un fertilizante de nitrógeno sintético. Más tarde trabajó con el químico e ingeniero Carl Bosch para industrializar este proceso y hacerlo comercialmente disponible para los agricultores.

Una vez que se industrializó la producción, los fertilizantes nitrogenados sintéticos —utilizados en combinación con nuevas variedades de semillas de alto rendimiento— ayudaron a impulsar la Revolución Verde e impulsar significativamente la producción agrícola mundial desde finales de la década de 1960 en adelante. Durante este tiempo, México se volvió autosuficiente en la producción de trigo, al igual que India y Pakistán, que estaban al borde de la hambruna.

En los sistemas agrícolas intensivos actuales, los fertilizantes nitrogenados sintéticos se han vuelto cada vez más importantes. En todo el mundo, las empresas producen actualmente más de 100 millones de toneladas métricas de este producto cada año, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura predice que la demanda seguirá aumentando de manera constante, especialmente en África y el sur de Asia.

¿Es sostenible?

A medida que la demanda continúa aumentando en todo el mundo, el desafío de la gestión del nitrógeno es proporcionar suficiente para satisfacer las necesidades de seguridad alimentaria mundial y, al mismo tiempo, minimizar el flujo de nitrógeno no utilizado, que es 300 veces más contaminante que el dióxido de carbono, al medio ambiente.

Si bien en muchas regiones hay escasez de nitrógeno disponible para lograr la seguridad alimentaria y nutricional, en otras casi la mitad del nitrógeno fertilizante aplicado en la agricultura se filtra al medio ambiente, con consecuencias negativas que incluyen un aumento de los peligros ambientales, la degradación irreparable de la tierra y la contaminación de los recursos acuáticos.

Este desafío se puede abordar mejorando la eficiencia del uso del nitrógeno, un cálculo complejo que a menudo implica una comparación entre la biomasa de los cultivos (principalmente rendimiento económico) o el contenido/absorción de nitrógeno (rendimiento) y el nitrógeno aplicado (insumo) a través de cualquier abono o fertilizante sintético. Mejorar esta proporción no solo mejora la productividad de los cultivos, sino que también minimiza las pérdidas ambientales a través de un manejo agronómico cuidadoso y ayuda a mejorar la calidad del suelo con el tiempo.

En la actualidad, la eficiencia media global en el uso de nitrógeno no supera el 50%, lo que no llega al 67% estimado necesario para satisfacer la demanda mundial de alimentos en 2050 y, al mismo tiempo, mantener el exceso de nitrógeno dentro de los límites para mantener la calidad aceptable del aire y el agua.

Se vislumbran opciones tecnológicas de vanguardia para el manejo del nitrógeno, aunque a corto plazo la eficiencia en el uso del nitrógeno puede mejorarse para los agricultores, mediante la aplicación de fertilizantes, el uso de fertilizantes de nitrógeno de liberación lenta, el uso de herramientas de precisión para la aplicación de nitrógeno (como el Green Seeker) o la fertirrigación mediante el microriego.

A woman in India uses a precision spreader to apply fertilizer on her farm. (Photo: Wasim Iftikar)
Una mujer en India usa un esparcidor de precisión para aplicar fertilizante en su granja. (Foto: Wasim Iftikar)

Tecnología ideal

Se ha avanzado mucho en el desarrollo de tecnologías para un manejo eficiente del nitrógeno, que junto con una buena agronomía ha demostrado mejorar la cosecha de los cultivos y la eficiencia del uso de nitrógeno con un menor excedente del mismo.

Los científicos están investigando los méritos de la inhibición biológica de la nitrificación, un proceso mediante el cual una planta excreta material que influye en el ciclo del nitrógeno en el suelo. Cuando este proceso ocurre naturalmente, en algunos pastos y parientes silvestres del trigo, ayuda a reducir significativamente las emisiones de nitrógeno.

En 2007, los científicos descubrieron rasgos biológicos de nitrificación en un pariente del trigo y en 2018 lograron transferirlos a una variedad china de trigo de primavera. El resultado inicial mostró una baja productividad y permanece en las primeras etapas de desarrollo, pero los investigadores están ansiosos por evaluar si este proceso puede aplicarse a las variedades comerciales de trigo en el futuro. Si es así, esta tecnología podría cambiar las reglas del juego para alcanzar los objetivos globales de eficiencia en el uso del nitrógeno.

Categorías
Videos

El hombre que alimentó al mundo

Norman Borlaug recibió el Premio Nobel de la Paz en 1970 en reconocimiento a sus contribuciones a la paz mundial a través del aumento de la producción de alimentos. En el último episodio del programa de radio de la BBC Witness History, Rebecca Kesby entrevista a Ronnie Coffman, estudiante y amigo de Norman Borlaug.

Entre otras historias, Coffman recuerda el momento en que Borlaug fue notificado sobre el Premio Nobel —mientras trabajaba en los campos de trigo en México— y explora lo que motivó a Borlaug a llevar la Revolución Verde a la India.

Vea el video aquí.