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Sembrar juntos, una pasión que crece en el corazón del campo

De izquierda a derecha la familia Valor: Linaxi, Jacinto Rafael y Celia. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)
De izquierda a derecha la familia Valor: Linaxi, Jacinto Rafael y Celia. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)

Originario de la región de Papaloapan, Oaxaca, Jacinto Rafael Valor nació entre montañas y sembradíos. Desde muy pequeño descubrió que su lugar estaba en el campo, ya que este fue su hogar, su entretenimiento, su escuela y, con el tiempo, su vocación. Como ingeniero agrónomo especializado en fitotecnia, recorrió durante años las comunidades de Oaxaca como extensionista, y se dedicó a enseñar a los campesinos a aprovechar sus tierras y a sembrar con conocimiento. No había en él mayor felicidad que compartir lo que sabía sobre su gran pasión, y, a la par, ayudar a su gente, pero la vida le tenía preparado un reto inesperado.

En 2008, Jacinto notó que su vista comenzó a nublarse. Los médicos le explicaron que era una enfermedad congénita que avanzaba poco a poco. Para él, acostumbrado a ver hasta los últimos detalles de las plantas y las parcelas, fue como perder una parte de sí mismo. Pero Jacinto no estaba solo, su esposa Celia y su hija Linaxi decidieron ayudarlo a seguir adelante. “No tienes que dejar el campo, nosotras te vamos a acompañar para que sigas siendo extensionista”, le dijeron.

Celia, con una fuerza admirable, no solo aprendió a manejar para llevar a Jacinto a sus reuniones, cursos y visitas a las parcelas, sino también se puso a estudiar para entender los apuntes que hacía en las sesiones de sus capacitaciones. Linaxi, entonces en la preparatoria, se sintió tan inspirada que decidió sumarse también. Y lo que empezó como un acto de apoyo familiar se convirtió en una vocación compartida. La hija de Jacinto al finalizar sus estudios de contaduría se inscribió en agronomía, decidida a ser parte del cambio que su padre impulsaba en la región.

Al trabajar junta, la familia se integró en proyectos clave como Sembrando Vida y en diversos proyectos implementados por el Hub Pacífico Sur del CIMMYT. Estos espacios de aprendizaje y colaboración comunitaria les dieron herramientas que fueron más allá del cultivo. Jacinto, Celia y Linaxi participaron en capacitaciones de temas agronómicos y de género, que les ayudaron a entender el trabajo en el campo como algo integral, donde las técnicas agrícolas se combinan con el bienestar social. Cada visita al Hub es una oportunidad para aprender algo nuevo, fortalecer sus lazos familiares y transmitir esos conocimientos a los productores de Papaloapan.

Para Jacinto, las sesiones de trabajo con el Hub, tanto capacitaciones como eventos demostrativos en temas relacionados con prácticas sostenibles, han sido relevadoras. En su curso como técnico certificado, entendió que su trabajo podía tener un respaldo científico que fortaleciera sus recomendaciones. Las reglas de disciplina y puntualidad que aprendió en las capacitaciones del CIMMYT le hicieron aún más consciente de la responsabilidad de su rol como líder rural. De hecho, la puntualidad se convirtió en su sello: nunca llegaba tarde a una reunión y sus colaboradores sabían que podían confiar en él.

Linaxi, quien en un principio se había sentido nerviosa al cambiar de carrera, pronto encontró en el modelo del Hub impulsado por el CIMMYT una fuente de inspiración. Le sorprendió la manera en que el CIMMYT explicaba cada técnica y la claridad con la que mostraban que el campo no era solo sudor y trabajo físico, sino un espacio donde el conocimiento podía transformar vidas. Para ella, su familia ya no era solo su apoyo, sino su equipo y su red de colaboración. En cada capacitación, han logrado aprender conjuntamente, para después llevar esas ideas a los pequeños productores, que ahora ven en ellos una familia comprometida y profesional.

A través de los programas estatales donde participa y al ser parte del Hub PSUR, Jacinto y su familia contribuyen a promover prácticas sostenibles, ayudar a pequeños agricultores a mejorar sus tierras y cultivar una relación cercana con cada productor. Al involucrarse con los miembros de sus familias, comenzaron a abrir puertas en zonas donde tradicionalmente el trabajo agrícola era exclusivo para los hombres. La presencia de Celia y Linaxi en el campo ha inspirado a otras mujeres a unirse y a aprender que la agricultura es una actividad donde todas las personas integrantes de una familia pueden participar.

Asimismo, el hijo menor de Jacinto también se interesó por el campo, en la actualidad estudia en Veracruz y sigue los pasos de su padre y su hermana. Así, la pasión de Jacinto se convirtió en un legado familiar. Cada miembro aporta algo único: Celia con su organización y dedicación, Linaxi con sus conocimientos de contaduría y agronomía, y su hijo con la visión fresca de la nueva generación.

En cada capacitación, en cada encuentro con los campesinos, Jacinto recuerda su primer amor por el campo y se siente orgulloso de ver a su familia trabajar a su lado. Para él, el campo no es solo una profesión, es la base de la vida y del futuro. Y sabe que el modelo del Hub ha permeado su estructura familiar. El enfoque de colaboración y acción participativa de un Hub ha consolidado una nueva visión en su familia, donde las capacidades de cada integrante, al sumarse, favorecen la innovación y el impacto. La familia, en cierta forma, es una analogía para explicar el Hub: todos comparten una visión común y colaboran para lograrla, cada uno aporta sus habilidades y fortalezas. En el caso de la familia de Jacinto, esa visión es regenerar la tierra, transformar la vida de los campesinos de Oaxaca y ayudarlos a ser resilientes ante el cambio climático.

Hoy, la familia Valor es mucho más que un equipo técnico; son una verdadera inspiración para su comunidad. En cada parcela y en cada reunión siembran conocimiento, esperanza y una nueva forma de ver la agricultura: no solo como un medio de subsistencia, sino como un espacio donde la familia, la innovación y el compromiso se entrelazan para dar vida a los anhelos más profundos.

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En los medios

Éxito en la agricultura sostenible: La colaboración entre Ahome y CIMMYT impulsa la productividad agrícola

La colaboración fructífera entre la plataforma de investigación Ahome y el CIMMYT ha cumplido una década de innovación y compromiso.

Lee la historia completa aquí. 

 

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Noticias

Un año promoviendo la paz a través de la Agricultura Sustentable

Texcoco, Edo. Méx.- Hace un año el Gobierno de México y diversos organismos nacionales e internacionales conmemoraron el 50 aniversario de la entrega del Premio Nobel de la Paz al doctor Norman Borlaug —uno de los fundadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—. En ese marco y, bajo la iniciativa #AgriculturaParaLaPaz, hicieron un llamado para impulsar la resiliencia del campo mexicano como vía para consolidar la paz social.

Durante este tiempo, Agricultura para la Paz mostró su potencial para sumar esfuerzos y así convirtió la metáfora en acción: además del Centro Nobel de la Paz, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Embajada de México en Noruega, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el CIMMYT y sus diversos colaboradores en México, a la iniciativa se sumaron diversas universidades, la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) de Guanajuato, otros centros del CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales al cual pertenece el CIMMYT—, así como Provivi®, la startup de innovación agroecológica liderada por la ganadora del Premio Nobel de Química en 2018, Frances Arnold.

En el fortalecimiento de Agricultura para la Paz también destacó la formulación de la Iniciativa Regional Integradora, AgriLAC Resiliente, la cual busca incrementar la resiliencia, servicios ecosistémicos y competitividad de los sistemas agroalimentarios en América Latina, aprovechando y potenciando diversas iniciativas del CGIAR presentes en la región. 

Agricultura para la Paz no pudo surgir en mejor momento porque, ante un escenario de incertidumbre debido a los efectos de la pandemia por COVID-19, formó parte de la respuesta y la estrategia de reconstrucción en un año tan decisivo para la humanidad como 2021.

La iniciativa promovió un mejor uso de la ciencia y la tecnología ante eventuales crisis alimentarias, así como una relación mucho más colaborativa entre científicos y agricultores para difundir con más facilidad los frutos de la investigación científica, aspecto clave para disminuir varias de las brechas sociales que amenazan la paz, sobre todo en el ámbito rural.

Mediante la alianza estratégica con Provivi®, por ejemplo, se pusieron a disposición de técnicos y productores innovaciones científicas amigables con el medioambiente —como los dispensadores de liberación prolongada de feromonas de confusión sexual—, fomentando así que los esfuerzos de todas las organizaciones participantes se centraran en uno de los espacios con mayor potencial para consolidar la paz social: el campo.   

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Reportajes

Científicos unen la teoría y la práctica para aumentar la resistencia climática del trigo

La última década ha sido considerada la más cálida de la historia y se prevé que las temperaturas mundiales aumenten hasta 2 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales en 2050, por lo que los cultivos alimentarios básicos del mundo están cada vez más amenazados.

Un nuevo estudio publicado este mes en la revista Journal of Experimental Botany describe cómo los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores están impulsando la resiliencia climática del trigo mediante potentes herramientas de teledetección, genómica y análisis de macrodatos. Los científicos están combinando múltiples enfoques para explorar la diversidad sin explotar los recursos genéticos del trigo y ayudar a seleccionar mejores progenitores y progenie en el mejoramiento genético.

El estudio, redactado por un equipo de 25 científicos del CIMMYT, la Universidad Agrícola de Henan, la Universidad de Adelaida y la Iniciativa del Trigo, también describe cómo se puede aprovechar esta investigación a nivel mundial para acelerar la resiliencia climática de los cultivos básicos.

«Una de las ventajas de comprender el estrés abiótico a nivel de la fisiología vegetal es que muchas de las mismas herramientas y métodos pueden aplicarse a una serie de cultivos que se enfrentan a problemas similares», dijo el autor principal y fisiólogo de trigo del CIMMYT, Matthew Reynolds.

El estrés abiótico, como las temperaturas extremas y la sequía, puede tener efectos devastadores en el crecimiento y el rendimiento de las plantas, lo que supone un enorme riesgo para la seguridad alimentaria.

Aprovechamiento de la investigación en una red mundial de mejoramiento de trigo para la resiliencia climática: brechas en la investigación, objetivos interactivos y resultados.
Aprovechamiento de la investigación en una red mundial de mejoramiento de trigo para la resiliencia climática: brechas en la investigación, objetivos interactivos y resultados.

Cómo abordar las brechas de la investigación

Los autores identificaron nueve brechas de investigación clave en los esfuerzos para impulsar la resiliencia climática en el trigo, incluyendo la limitada diversidad genética para la resistencia climática, la necesidad de estrategias más inteligentes para apilar rasgos y abordar el cuello de botella entre la investigación vegetal básica y su aplicación en el mejoramiento.

Basándose en una combinación de los últimos avances de la investigación y de métodos de mejoramiento genético de eficacia probada, los científicos están desarrollando estrategias para subsanar estas deficiencias. Éstas incluyen:

  • Utilizar el análisis de macrodatos para comprender mejor los perfiles de estrés en los entornos objetivo y diseñar líneas de trigo con rasgos adecuados de adaptación al calor y la sequía.
  • Exploración de los recursos genéticos del trigo para el descubrimiento de nuevos rasgos y genes y su uso en el mejoramiento genético.
  • Acelerar las ganancias genéticas mediante técnicas de selección que combinen la fenómica con la genómica.
  • La búsqueda de nuevas ideas y tecnologías procedentes del mundo académico y su comprobación en situaciones reales de mejoramiento genético.

Estas estrategias se probarán a fondo en el Hub de HeDWIC en condiciones de cultivo realistas y posteriormente se difundirán a otros programas de cultivo de trigo de todo el mundo que se enfrentan a retos similares.

Un factor que influye bastante en el éxito y la aceleración de las tecnologías de resistencia climatica, según Reynolds, es la brecha existente entre la investigación de descubrimientos teóricos y la mejora de los cultivos en el campo.

«Muchas grandes ideas sobre cómo mejorar la resiliencia climática de los cultivos se acumulan en la literatura, pero a menudo permanecen ‘en las oficinas’ porque el espacio de investigación entre la teoría y la práctica se encuentra, entre el radar del mundo académico y el de los fitomejoradores», explicó Reynolds.

La investigación traslacional —esfuerzos por convertir los conocimientos básicos de la investigación vegetal en aplicaciones prácticas para el mejoramiento de los cultivos— representa un vínculo necesario entre el mundo de los descubrimientos fundamentales y los campos de los agricultores, y pretende salvar esta brecha.

Pasos principales de la investigación para traducir tecnologías prometedoras en ganancias genéticas (resumen gráfico, adaptado de Reynolds y Langridge, 2016). Reproducido bajo licencia CC BY-NC-ND.
Pasos principales de la investigación para traducir tecnologías prometedoras en ganancias genéticas (resumen gráfico, adaptado de Reynolds y Langridge, 2016). Reproducido bajo licencia CC BY-NC-ND.

Los impactos de esta investigación, llevada a cabo en el marco de HeDWIC —un proyecto dirigido por el CIMMYT en colaboración con expertos de todo el mundo— se validarán a escala mundial a través de la Red Internacional de Mejoramiento del Trigo (IWIN, en inglés), con el potencial de llegar al menos a la mitad de la superficie mundial de cultivo de trigo.

Los resultados beneficiarán a los mejoradores e investigadores pero, sobre todo, a los agricultores y consumidores de todo el mundo que dependen del trigo para su sustento y su dieta. El trigo representa alrededor del 20% de todas las calorías y proteínas humanas, lo que lo convierte en un pilar de la seguridad alimentaria. Para unos 1.500 millones de personas de escasos recursos, el trigo es su principal alimento básico diario.

Con la previsión de que la población mundial aumente hasta casi diez mil millones en 2050, se prevé que la demanda de alimentos aumente con ella. Esto es especialmente cierto en el caso del trigo, ya que es un cultivo versátil tanto en términos de dónde puede crecer como de sus muchos usos culinarios e industriales. Sin embargo, los actuales aumentos de rendimiento del trigo no satisfarán la demanda de 2050 a menos que se tomen medidas serias. La investigación traslacional y la mejora genética estratégica son elementos cruciales para garantizar que la investigación se traduzca en rendimientos más altos y estables que permitan afrontar estos retos.

Lea el estudio completo:
Aprovechamiento de la investigación traslacional en trigo para la resiliencia climática

Foto de portada: Campos de trigo en las estaciones experimentales del CIMMYT cerca de Ciudad Obregón, Sonora, México. (Foto: M. Ellis/CIMMYT)

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AgriLAC Resiliente, una iniciativa para transformar el campo en América Latina y el Caribe

El pasado miércoles 25 de agosto se realizó en formato virtual la reunión informativa de Alto Nivel del One CGIAR para América Latina y el Caribe, para presentar el portafolio de iniciativas del CGIAR —consorcio internacional de 15 centros de investigación agrícola del que el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) es miembro fundador— para el fortalecimiento de los sistemas agroalimentarios en la región*. En este encuentro destacó AgriLAC Resiliente como la iniciativa regional integradora que hará investigación a la medida de los retos regionales y escalará los impactos en la región conjuntamente con sus socios. 

Para dar contexto a los participantes se abordó en principio el actual proceso de reforma del CGIAR, la alianza mundial en investigación que busca contribuir a la transformación sostenible de los sistemas agroalimentarios y enfrentar los retos globales del siglo XXI como el cambio climático y la seguridad alimentaria.

El CGIAR tendrá una estructura regional para potenciar su efectividad y responder mejor a prioridades, necesidades y demandas que tengan lugar en América Latina y el Caribe; también tomará en cuenta las fortalezas de la región y sus aportes para diseñar mejores respuestas a los retos a los que nos enfrentamos en torno a los sistemas agroalimentarios, comentó Jesús Quintana, Director Gerente para las Américas, de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), organización que forma parte del CGIAR. 

Agregó que América Latina y el Caribe poseen conjuntamente la mayor reserva de suelos cultivables del planeta, el 30% del agua renovable, el 46 % de los bosques tropicales y el 30% de la biodiversidad, lo que supone una enorme contribución al suministro mundial de alimentos y a otros servicios ecosistémicos del planeta.

“Estos aportes, bienes y servicios se encuentran amenazados por el avance del cambio climático, el deterioro del medioambiente y un modelo de agricultura poco competitivo y sostenible, aumentando la vulnerabilidad y la malnutrición de los sectores más desfavorecidos de la región; por tanto, para cumplir con los nuevos objetivos, la estructura renovada del CGIAR está diseñando una nueva hoja de ruta como parte del proceso que se basa en la estrategia investigación-innovación 2030. La nueva estrategia se apoyará en una red de gobiernos comprometidos y representados, en un sector privado dinámico, en una sociedad civil comprometida y capaz, y por supuesto, en nuestros donantes y socios regionales e internacionales que nos llevan apoyando y complementando por muchos años”, señaló Quintana. 

En su oportunidad, Martin Kropff, Director Global de Sistemas Agroalimentarios Resilientes del CGIAR, sostuvo que la nueva agenda global del CGIAR se basa en 33 nuevas iniciativas divididas en tres grandes unidades: innovación genética, sistemas agroalimentarios resilientes y transformación sistémica: “Los sistemas resilientes agroalimentarios incluyen todo el trabajo de agricultura, agronomía, producción de cultivos a nivel comercial, pero también ganadería y pesca; son iniciativas globales, estamos buscando nuevo abordaje, ya tenemos ejemplo de ello, uno es MasAgro en México que ya ha estado operando por diez años, y otro en Asia, donde se está trabajando con los tres niveles de innovación a partir de la genética, mejor manejo del cultivo, mejor manejo de la ganadería, mejor manejo de la pesca y por supuesto con gobernanza; como siempre se ha indicado no podemos llegar a ningún lado si no conjuntamos estos tres ejes”.

En este sentido, destacó la importancia de las iniciativas integradas regionales y enumeró las cinco áreas de impacto que serán monitoreadas a nivel global y en la región: nutrición y salud; reducción de la pobreza, medios de vida y generación de empleos; igualdad de género, juventud e inclusión social; adaptación climática y mitigación; y salud del ambiente y biodiversidad.

“Esto no es solamente hablar y soñar, sino un ejemplo de lo que se puede hacer. En México hemos llegado a 500 mil productores que han tenido impacto a mayor escala en los sistemas de maíz y trigo, pero queremos ir más allá, las metodologías ya se desarrollaron, ya existen, las vamos a ir mejorando, muchas se refieren a la diversificación de los sistemas de cultivo pero obviamente hay que ir creciendo poco a poco, hay que aumentar la sostenibilidad en el uso y la producción de los productos básicos sino, no vamos a tener espacio para mayor variedad de cultivos en nuestros suelos” agregó Kropff.

Durante la reunión, la Iniciativa Regional Integradora, AgriLAC Resiliente,  se presentó ante actores del sector público, privado, organismos regionales e internacionales, y socios de la red de centros del CGIAR en América Latina y el Caribe. AgriLAC Resiliente abordará los desafíos claves para la región, combinando y escalando esfuerzos con las otras 16 iniciativas del CGIAR presentes en la región; así como con los planes nacionales de los gobiernos y los organismos internacionales. 

Bram Govaerts, Director General a.i. del CIMMYT, sostuvo que la iniciativa busca fortalecer los sistemas de innovación agroalimentarios en las diferentes escalas para incrementar la resiliencia, servicios ecosistémicos y competitividad de los sistemas agroalimentarios de manera que estén mejor equipados para abordar las necesidades más apremiantes de seguridad alimentaria y nutricional, crisis climática y migración. 

El también co-líder de AgriLAC Resiliente, agregó que los sistemas de innovación e investigación agropecuario de América Latina y el Caribe son decisivos para desarrollar y desplegar innovaciones sociotécnicas que puedan contribuir a abordar los principales desafíos de la región. En este contexto, mencionó que la iniciativa AgriLAC Resiliente buscará impactar en los siguientes pilares: la sostenibilidad ambiental y preservación de la biodiversidad; desarrollo socioeconómico, los ingresos, el empleo y la mitigación de la pobreza; aumento de los problemas de la salud relacionados con la dieta y exacerbación de los problemas de desigualdad de raíz.

Govaerts enfatizó la importancia de construir sistemas agroalimentarios estables, resilientes y sustentables que contribuyan a erradicar el hambre, conservar el medio ambiente, producir más con menos y reconstruir un tejido social para consolidar una Agricultura Para la Paz.

Por su parte, Deissy Martínez Barón, líder de AgriLAC Resiliente y Directora Regional para América Latina del Programa de Investigación del CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS), comentó que la idea de la iniciativa es que se pueda facilitar la investigación colaborativa, conectar con las diferentes redes de socios y aliados con los que han colaborado desde hace varias décadas en la región y poder hacer que la investigación que se genera en el CGIAR sea realmente usada para generar el impacto deseado y contribuir a los retos globales mencionados como el cambio y variabilidad climática.

Agregó que los cinco componentes de investigación en torno a los sistemas agroalimentarios de AgriLAC Resiliente son: 1) Clima y nutrición que busca utilizar las innovaciones colaborativas para sistemas agroalimentarios resilientes al clima y nutritivos. 2) Agricultura digital a través del uso de herramientas digitales e inclusivas para la creación de conocimiento accionable; 3) Competitividad con bajas emisiones, enfocado en los agroecosistemas, paisajes y cadenas de valor, bajas en emisiones sostenibles; 4) Innovación y escalamiento con la red de Innova-Hubs para innovaciones agroalimentarias y su escalamiento; 5) Ciencia para la toma de decisiones oportunas y establecimiento de políticas, instituciones e inversiones para sistemas agroalimentarios resilientes, competitivos y bajos en emisiones.

Todos estos componentes estarán alimentados de las iniciativas globales presentes en la región. El enfoque de la iniciativa es trabajar en todas las escalas para fortalecer el sistema de innovación agroalimentaria a través de ciencia colaborativa, escalamiento efectivo y un impacto integral. 

“Para implementar este enfoque nos vamos a focalizar inicialmente en cuatro países centroamericanos —Honduras, Nicaragua, Guatemala y el Salvador— que son los que tienen mayores retos en términos de variabilidad climática, retos socioecómicos, de desarrollo y con gran potencial para innovar y generar conocimiento. Mientras que México, Colombia y Perú estarán considerados como países escalonadores que tienen un gran potencial en el desarrollo de la innovación y con la capacidad de escalar las innovaciones que se generen en Centroamérica, pero también en sus propios territorios y así generar un impacto” comentó Deissy Martínez-Barón.

Finalmente, señaló las metas planteadas por AgriLAC Resiliente para 2024:

  • Que las instituciones de investigación local y nacional estén mejor equipadas con tecnologías diversificadas y herramientas digitales para asesoría agroclimática y opciones para mejorar las dietas.
  • Que gremios, ONGs y servicios de extensión brinden la asistencia técnica facilitada por medios digitales para reducir riesgos climáticos, anticipar acciones e intensificar la producción sostenible.
  • Que actores de los sistemas agroalimentarios integren estrategias para reducir emisiones, incrementar productividad y monitorear los diferentes compromisos internacionales que tienen los países a nivel global.
  • Se espera que los actores de los sistemas de innovación hayan establecido conjuntamente Innova-Hubs para adaptar, adoptar y escalar estrategias productivas resilientes al clima, bajas en emisiones y nutritivas en diversas zonas agroecológicas.
  • Contribuir a que los gobiernos nacionales formulen e implementen políticas agroalimentarias transformadoras, sostenibles y resilientes e inclusivas para que a través de la ciencia se pueda informar la redistribución de inversiones con perspectiva de género. 

Como parte del proceso de diseño del portafolio de iniciativas de investigación del CGIAR, ahora seguirá una serie de conversatorios de consulta y validación con los actores clave de la región para retroalimentar lo propuesto en AgriLAC Resiliente e identificar diversas formas de unir esfuerzos para potencializar la contribución de esta iniciativa a los grandes retos regionales de la mano de todos los aliados que impulsan la iniciativa.  

*Todas las iniciativas se encuentran actualmente en la etapa de desarrollo de la propuesta y se presentarán al próximo Consejo del Sistema para su aprobación.

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El CIMMYT participa en el Congreso Aapresid 2021

La intensa perturbación económica que le ha seguido a la emergencia de la pandemia por COVID-19 podría ser un hecho unificador que dé lugar a una mayor cooperación, especialmente a nivel regional, para estabilizar la economía, señaló el doctor Bram Govaerts, Director General a.i. del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), durante la plenaria Sistemas agroalimentarios en un mundo plus-COVID-19, que dictó en el marco del Congreso Aapresid 2021 – Siempre Vivo, siempre diverso, organizado por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid).

El congreso, que este año se desarrolla de forma virtual debido a la pandemia, es uno de los espacios más emblemáticos y de mayor tradición de América del Sur —y con alcance internacional— para mostrar las fronteras en tecnología e innovación de los sistemas de producción a través de presentaciones en vivo por parte de especialistas en temas como cambio climático, políticas públicas, economía, nuevas tecnologías para la producción, consumidores y tendencias alimentarias, ciencia y conocimiento en red y sistemas biodiversos. 

Durante su intervención, el doctor Govaerts expuso cómo a partir del análisis de la eficacia de la gobernanza global y la estabilidad o inestabilidad política nacional, por un lado, y las consecuencias económicas y sociales de respuestas políticas al COVID-19, por otro, es posible hacer un ejercicio de escenarios para los sistemas agroalimentarios.

Entre los escenarios descritos figura el proteccionismo —donde, ante una profunda crisis económica, se concentran esfuerzos para preservar el orden sociopolítico, pero los sistemas agroalimentarios corren el riesgo de volverse lentos y rígidos—, el declive mundial —donde el aumento del nacionalismo y la reducción del gasto público afectan la eficacia de las instituciones de gobierno y los los sistemas agroalimentarios se vuelven caóticos—, un nuevo futuro local —en el que los sistemas agroalimentarios son eficientes en el contexto local, aunque no completamente resilientes— y la evolución verde. 

La evolución verde, señaló el doctor Govaerts, es un escenario donde muchas regiones aprovechan la oportunidad para volver a construir un sistema alimentario más ecológico y sostenible y donde los sistemas agroalimentarios son resilientes y flexibles, con decisiones basadas en datos y el mayor aprovechamiento de las cadenas de suministro cortas. Este, recalcó el directivo del CIMMYT, es el escenario hacia donde la sociedad global puede encaminarse si logra una mayor cooperación. 

Finalmente, el doctor Govaerts hizo referencia a MasAgro-Cultivos para México y Maíz para Colombia, como ejemplos de cooperación entre los sectores público, privado, académico y social para la elaboración conjunta de estrategias para construir sociedades prósperas, justas y equitativas desde el campo. La metodología de estas iniciativas, señaló, puede contribuir a estrechar y ampliar los vínculos con organizaciones de otras latitudes en aras de objetivos comunes. 

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India, un país estratégico para la investigación

La gastronomía mexicana no sería la misma sin especias como la canela, el clavo, el comino o la pimienta; tampoco la alimentación cotidiana de los mexicanos estaría completa sin legumbres como los garbanzos, las lentejas o las alubias. Todas estas especies vegetales son originarias de Asia y muy populares en la India —líder mundial en la producción de legumbres—, país con el que México tiene profundos vínculos. 

Los lazos comerciales de ambos países han crecido sostenidamente en la última década y actualmente México es el primer socio comercial de la India en América Latina (Banco de México, 2020) y el noveno a nivel global. Además, India ha sido uno de los pocos países que ha cooperado con México en el envío de vacunas contra el COVID-19.

Más allá de las relaciones comerciales, México e India mantienen una amplia colaboración en el área científica, particularmente en investigación agrícola. Los antecedentes de esta colaboración se remontan a la década de los sesenta, cuando el doctor Norman Borlaug utilizó variedades de trigo desarrolladas en México para duplicar la producción en India y así salvar a millones de personas que estaban en riesgo de hambruna —te invitamos a leer más sobre el legado del doctor Norman Borlaug en: https://idp.cimmyt.org/un-dia-como-hoy/ —. 

A través del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), México ha sostenido esa colaboración científica con India. En 2011, en un esfuerzo de cooperación internacional entre el Consejo Indio de Investigación Agrícola (ICAR) y el CIMMYT, se estableció el Instituto Borlaug para el sur de Asia (BISA), un instituto sin fines de lucro dedicado a incrementar la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida, así como a la rehabilitación ambiental en el sur de Asia, donde se estima que hay más de 300 millones de personas desnutridas. 

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, India es actualmente la sexta economía mundial ―México ocupa la posición 16―, pero también es el segundo país más poblado del planeta solo después de China. Este hecho sigue planteando numerosos retos a la producción agrícola de ese país, pues si bien India ya no depende de la ayuda alimentaria, la degradación de los suelos y los cambios en los patrones climáticos ―igual que en México― representan serios desafíos para la producción de alimentos. 

En la región de Bundelkhand, por ejemplo, las condiciones agroclimáticas son muy particulares: aunque recibe buenas lluvias, sufre frecuentes sequías y escasez de agua. Como resultado, la productividad de los cultivos —predomina el trigo, las legumbres y las oleaginosas— es baja y la cobertura de área también fluctúa de un año a otro. Además, existen otros factores que contribuyen a esta situación, tales como falta de prácticas de conservación de agua de lluvia, bajo uso de insumos, situaciones de créditos y vinculación a mercados y la inadecuada adopción de tecnologías para el mejoramiento de la producción.

Para apoyar a los agricultores de esta amplia región de India, recientemente se presentó una propuesta de proyecto orientado a la sostenibilidad y resiliencia de los cultivos de frijol rojo y trigo, el cual incluye asegurar la disponibilidad de semillas e insumos, así como la vinculación de los productores con el mercado ―en esta iniciativa participan la Universidad Agrícola Central Rani Lakshmi Bai, diversos centros de ciencias agrícolas (Krishi Vigyan Kendra), Bayer Crop Science, las empresas DCM-Shriram Farm Solutions y Corteva Agriscience, así como el CIMMYT―. 

¿Por qué este tipo de proyectos son importantes para los agricultores mexicanos y de otras partes del mundo? Básicamente porque el contexto de cambio climático es común en muchas y amplias regiones del planeta, de manera que la investigación en India contribuye a la búsqueda de soluciones regionales y globales. De hecho, diversos cultivos originarios de aquel país asiático actualmente constituyen opciones agrícolas viables en algunas regiones de México afectadas por la variabilidad climática ―te recomendamos leer Un nuevo cultivo tolerante a las condiciones del desierto ―.

De acuerdo con el doctor Ravi Gopal Singh ―científico del CIMMYT quien participa en esta colaboración internacional―, “un viaje de campo reciente, una consulta con las partes interesadas y una investigación documental revelaron la ocurrencia de severas sequías agrícolas que se acumularon durante las últimas décadas. La región, a pesar de ser rica en recursos naturales, está rezagada en cuanto a ingresos agrícolas suficientes para sostener los medios de vida rurales”, señaló.

Para aprovechar el potencial de los productos agrícolas de la región, el proyecto piloto busca identificar mejores variedades de frijol rojo y trigo, así como buenas prácticas agronómicas ―lo que incluye desarrollar la prestación de servicios para la mecanización que conduzca a la adopción a gran escala de prácticas de intensificación sostenible―. La intención es asegurar la disponibilidad de semillas e insumos para desarrollar un sistema de semillas robusto y a nivel comunitario. 

De igual manera, se busca apoyar en la vinculación con los mercados, por lo que se apoyará que los colectivos de agricultores establezcan vínculos para insumos agrícolas y también venderán productos agrícolas clave, como frijol rojo, maíz, chícharo y trigo. En conjunto, con estas acciones se espera tener una mayor comprensión del sistema agroalimentario de la región, propiciar un mayor y más rápido crecimiento en el volumen de negocios de colectivos de agricultores y desarrollar un modelo de prestación de servicios de mecanización.

 

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Comunicados de prensa

Fondos del FFAR ayudan a desarrollar trigo resistente al clima

Ensayos de tolerancia a la sequía con trigo duro en Ciudad Obregón, México, 2017. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)

El trigo constituye el 20% de todas las calorías y proteínas consumidas, por lo que es un elemento esencial en la dieta humana, según las Naciones Unidas. Sin embargo, un clima más cálido y seco, impulsado por un clima cambiante, amenaza el suministro mundial de trigo. Para abordar esta amenaza, la Fundación para la Investigación de la Alimentación y la Agricultura (FFAR) otorgó un fondo de 5 millones de dólares al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para desarrollar trigo resistente al clima. El CIMMYT dirige programas mundiales de investigación sobre maíz y trigo, sistemas de cultivo sostenibles y políticas para mejorar los medios de vida de los agricultores. Estas actividades han generado importantes avances en la mejora de las variedades de trigo en todo el mundo durante décadas; solo en EE. UU., por ejemplo, más del 50% de la superficie de trigo se siembra con variedades relacionadas con el CIMMYT.

El trigo es uno de los cultivos de cereales más cultivados en el mundo y el tercer cultivo más grande cultivado en EE. UU. por acre. Casi todos los cultivos de trigo de EE. UU. son mejorados y cuentan con el apoyo de investigaciones agrícolas públicas. Como la mayor parte del trigo en EE. UU. depende de las lluvias y no tiene acceso al riego, esta investigación es fundamental para ayudar a las plantas —y a los productores— a hacer frente a los cambios climáticos, incluidos el calor extremo y la sequía. Además, se espera que la demanda de trigo aumente en los próximos años — hasta un 60% para 2050. Sin investigación pública, la producción de trigo podría disminuir casi un 30% durante el mismo período debido a las condiciones climáticas extremas.

“El FFAR aprovecha la financiación pública de la investigación agrícola a través de asociaciones público-privadas para ser pionero en la investigación práctica. Con el aumento de las temperaturas y la escasez de agua, estamos comprometidos a apoyar a los productores de trigo y proporcionar nuevas variedades de trigo diseñadas con los desafíos ambientales futuros en mente”, dijo la directora ejecutiva del FFAR, Sally Rockey.

Con el fondo del FFAR, los investigadores del CIMMYT trabajarán en tecnologías de mejoramiento de trigo para producir trigo resistente al calor, resistente a la sequía y resistente al clima.

Los investigadores y colaboradores del CIMMYT están aplicando enfoques de vanguardia en genómica, teledetección y análisis de macrodatos para desarrollar nuevas tecnologías de mejoramiento. Una intervención clave explorará la vasta y subutilizada reserva de recursos genéticos de trigo para fortalecer el cultivo frente a las tensiones climáticas actuales y futuras.

«Este proyecto contribuirá a cerrar la brecha existente desde hace mucho tiempo entre los hallazgos tecnológicos más avanzados y la mejora de los cultivos para ofrecer a los agricultores un trigo resistente al clima lo antes posible», afirmó Matthew Reynolds, jefe de Fisiología del Trigo del CIMMYT e investigador principal del proyecto.

Los avances del proyecto financiado por el FFAR lograrán un impacto para los productores a través de la Red Internacional de Mejoramiento del Trigo (IWIN) que suministra nuevas líneas de trigo a programas de mejoramiento públicos y privados en todo el mundo, y ha impulsado la productividad y los medios de vida de los productores de trigo durante más de medio siglo, especialmente en el Sur Global.

La investigación y el mejoramiento con el apoyo del FFAR se llevarán a cabo en el marco del Consorcio de Mejoramiento del Trigo por Calor y Sequía (HeDWIC), un proyecto dirigido por el CIMMYT en asociación con expertos de todo el mundo, diseñado para garantizar la resiliencia climática a largo plazo del trigo. Bajo el paraguas de la unidad AHEAD de Wheat Initiative, los avances más relevantes en el mundo académico se canalizarán a HeDWIC para ayudar a potenciar los impactos.

“’Calor’, ‘sequía’ y ‘trigo’ son tres de las palabras más importantes para miles de millones de personas”, dijo Kevin Pixley, Director Adjunto Interino de Investigación del CIMMYT. «Esta asociación entre el CIMMYT y el FFAR ayudará a garantizar que se apliquen las mejores ciencias agrícolas para aumentar de manera sostenible la producción de uno de los cultivos básicos más importantes del mundo, a pesar de los desafíos sin precedentes».

El Director General del CIMMYT, Martin Kropff, dijo: “Este proyecto representa no solo un gran avance para desarrollar el trigo para el futuro, sino también una asociación emergente entre el CIMMYT y el FFAR. Espero una colaboración productiva que nos acerque a todos a nuestra misión de la ciencia del maíz y el trigo para mejorar los medios de vida”.

La inversión del FFAR fue igualada por coinversiones del Programa de Investigación de Trigo del CGIAR (WHEAT) y Aceleración de Ganancias Genéticas en Maíz y Trigo para Mejorar los Medios de Vida (AGG), un proyecto que es financiado conjuntamente por la Fundación Bill & Melinda Gates y el Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones.


PARA MÁS INFORMACIÓN O PARA PROGRAMAR ENTREVISTAS, CONTACTE A:

Marcia MacNeil, Representante de Comunicaciones, Programa de Investigación de Trigo del CGIAR (WHEAT), CIMMYT. +52 5951148943, m.macneil@cgiar.org

Brian Oakes, FFAR. +1 202-604-5756, boakes@foundationfar.org

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Resiliencia, gran lección del 2020

Texcoco, Edo. Méx.- La pandemia por COVID-19 no estaba en el calendario agrícola, pero su irrupción hizo que la agricultura, en medio de un panorama de incertidumbre, fuera reconocida como esencial para la transformación y la recuperación en múltiples aspectos de la vida económica y social, incluyendo su relación con la salud humana. 

Aunque el desenlace y el saldo de la pandemia aún no están escritos porque la humanidad sigue inmersa en ella, algo es claro: 2021 será un año clave para definir el rumbo de las sociedades, particularmente en lo que respecta a la seguridad alimentaria pues, con el número de personas que padecen hambre incrementándose debido a los efectos de la pandemia, el surgimiento de crisis humanitarias y conflictos es un riesgo latente.

En medio del caos que se ha experimentado en este año que está por concluir, la resiliencia es la gran lección para todos. La resiliencia, es decir la capacidad para afrontar y superar las adversidades, no es precisamente algo inherente al ser humano, a las sociedades o a sus sistemas, pero sí es algo que se puede desarrollar. 

Dotar de resiliencia a la agricultura y a los agricultores significa transformar los modos de producir y consumir alimentos. Afortunadamente, la semilla de este cambio existe, solo falta diseminarla: con cada productor que adopta prácticas sustentables, con cada técnico brindando acompañamiento, con cada empresa apostando por la producción sostenible, con cada suelo cubierto por rastrojo, etcétera, esta semilla de resiliencia y de paz se dispersa. 

Desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) queremos agradecer a todas personas que colaboran en los distintos proyectos que impulsamos por su valiosa contribución para que durante esta pandemia la sociedad mexicana (y de otros países en donde se extiende la red de innovación) siga disponiendo de alimentos sanos y nutritivos. 

A todos los productores que siguieron innovando en el campo; a todos los técnicos que de diversas formas (incluyendo servicios de mensajería digital y redes sociales) siguieron brindando acompañamiento técnico; a los investigadores y equipos técnicos de los hubs que continuaron capacitando (en línea); a las organizaciones de todos los sectores que siguieron impulsando con nosotros la Agricultura Sustentable, ¡muchas gracias!

También, desde este medio de difusión, manifestamos nuestra gratitud a todos nuestros lectores y les deseamos felices fiestas. Esperamos que 2021 sea un gran año para todos y que este 2020 que despediremos nos permita crecer como individuos y como sociedad. 

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¿Qué nos pueden decir los últimos 30 años de investigación?

A farmer in Morogoro, Tanzania, discusses differences in his maize ears caused by differences in on-farm conditions. (Photo: Anne Wangalachi/CIMMYT)
Un agricultor de Morogoro, Tanzania, analiza las diferencias en sus mazorcas de maíz causadas por las diferencias en las condiciones de la granja. (Foto: Anne Wangalachi/CIMMYT)

El cambio climático global representa una amenaza existencial para muchos de los agricultores más vulnerables del mundo, introduciendo nuevas tensiones y amplificando la imprevisibilidad y el riesgo inherente a la agricultura. En los países de ingresos bajos y medianos que dependen en gran medida de la producción nacional, este aumento del riesgo e imprevisibilidad amenaza con consecuencias desastrosas para la seguridad alimentaria y el bienestar de las poblaciones rurales y urbanas por igual.

Teniendo en cuenta lo que está en juego, se han realizado inversiones sustanciales para desarrollar cultivos resistentes al clima. Pero ¿qué sucede cuando las innovaciones ampliamente consideradas beneficiosas no ganan terreno entre aquellos que más perderán por la inacción? ¿Qué pueden hacer los investigadores, los representantes políticos y los donantes para garantizar que las poblaciones rurales más vulnerables no pierdan los beneficios?

Estas son las preguntas planteadas por una nueva revisión en coautoría de Kevin Pixley, subdirector general interino de investigación y alianzas y director del Programa de Recursos Genéticos en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

El documento se basa en un análisis descriptivo de 202 estudios de los últimos 30 años que evalúan los factores determinantes de la adopción de cultivos resilientes al clima por parte de pequeños productores en países de ingresos bajos y medianos. Estos se identificaron mediante un extenso proceso de búsqueda y selección de múltiples bases de datos académicas y fuentes de literatura gris, y se seleccionaron de un grupo inicial de más de 6,000 artículos.

Un balance

Los autores identificaron intervenciones que determinan la adopción en la literatura encuestada. Un tema clave que surgió fue la necesidad de apoyo técnico y financiero sensible al contexto para la adopción de cultivos resistentes al clima. Casi el 16% de los estudios encontró que la adopción dependía del acceso a los programas de extensión relevantes. Alrededor del 12% identificó el acceso al crédito y otros instrumentos financieros como elementos clave, mientras que otro 12% identificó la implementación de programas comunitarios de apoyo a cultivos resilientes al clima como un factor determinante.

Sin embargo, el estudio enfatiza que no existe una solución única para todos. La mayor adopción de innovaciones agrícolas resilientes al clima dependerá de que las intervenciones estén informadas del contexto. Por ejemplo, la revisión muestra que aunque algunos estudios identificaron a los agricultores de mayor edad como más reacios a adoptar nuevas tecnologías, un número igual de estudios encontró lo contrario.

Además, la revisión identificó oportunidades importantes para futuras investigaciones. Los enfoques basados en el género, por ejemplo, siguen siendo un punto ciego en la literatura. La mayoría de los estudios revisados solo incluyeron mujeres si eran jefas de hogar, pasando por alto el papel que pueden desempeñar para influir en la adopción de nuevas tecnologías agrícolas en los hogares encabezados por hombres.

A community-based seed producer in Kiboko, Kenya, inspects her crop of drought-tolerant maize. (Photo: Anne Wangalachi/CIMMYT)
Una productora de semillas en Kiboko, Kenia, inspecciona su cosecha de maíz tolerante a la sequía. (Foto: Anne Wangalachi/CIMMYT)

El impulso de la formulación de políticas basadas en la evidencia

La revisión se publicó como parte de una colección de 10 artículos de investigación producidos como parte de Ceres2030: Soluciones sostenibles para acabar con el hambre. El proyecto, una asociación entre la Universidad de Cornell, el del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI en inglés) y el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), destila décadas de investigación científica y de desarrollo en un menú claro de opciones de políticas para los donantes comprometidos con lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2: Poner fin al hambre en el mundo para 2030.

La colección completa de artículos se publicó el 12 de octubre en Nature Research.

Al hablar en un evento del gobierno alemán sobre el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, Bill Gates elogió la iniciativa Ceres2030 y señaló que “nunca se había hecho nada a esta escala porque carecíamos de las herramientas para analizar esta compleja información. Pero con la nueva investigación, la evidencia sólida impulsará una mejor formulación de políticas».

Gates continuó destacando el papel de liderazgo del CGIAR en estos esfuerzos, diciendo: “El sistema CGIAR es una institución global clave que está invirtiendo en estos enfoques. Es un claro ejemplo de cómo la innovación puede hacer la diferencia».