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Con Agricultura de Conservación mejoran sus fechas de siembra

Juan Enrique Habermann Gastélum es un agricultor sinaloense reconocido en la zona de Culiacán por su producción de frijol ejotero. Desde hace cuatro años ha adaptado su sistema de producción de frijol ejotero en el ciclo otoño-invierno para compartirlo con maíz blanco en primavera-verano bajo el sistema de Agricultura de Conservación.

“Inmediatamente acabando el cultivo del ejote entramos con sembradoras con disco cortador enfrente; siembra directa totalmente. No se hace ningún movimiento y así tenemos un ahorro significativo. Además, ganamos mucho tiempo porque antes teníamos que sacar la manguera, rastrear, volver a marcar, etcétera. También estamos dejando el rastrojo que es muy importante, porque año con año va incrementando el porcentaje de la materia orgánica en el terreno; ayuda a controlar malezas también”, comenta Juan Enrique refiriéndose a la Agricultura de Conservación que ha implementado.

Además de que reduce los costos de preparación del terreno y evita la extracción e instalación de las cintas de riego (riego por goteo) al sembrar directo, la Agricultura de Conservación le ha permitido a Juan Enrique optimizar la fecha de siembra para el cultivo de maíz y obtener rendimientos más altos mejorando las condiciones del suelo: “hemos tenido rendimientos superiores al promedio de otros años y podemos tener cultivos dentro del ciclo otoño-invierno”, comenta. 

Como comenta el productor Juan Enrique Habermann, el uso de la maquinaria adecuada es muy útil para implementar la Agricultura de Conservación; sin embargo, también es posible hacer adapataciones para aprovechar la maquinaria con la que ya se cuenta. Ese es el caso de José Antonio Hernández, un agricultor pionero en la Agricultura de Conservación en Angostura quien, bajo el lema “cada quien puede adaptar sus propios fierros”, ha hecho modificaciones muy simples y económicas a la maquinaria convencional que posee y así realizar las prácticas de la Agricultura de Conservación. 

Para José Antonio, “Pepe” Hernández como es conocido, no hay necesidad de comprar maquinaria nueva o equipo especializado para cultivar de forma sustentable. Dentro de sus logros comparte que tiene un lote con 14 cultivos consecutivos en Agricultura de Conservación, en los cuales cultiva sorgo y garbanzo, pero mayoritariamente maíz, cultivo en el que sus rendimientos han aumentado de 10 a 14 toneladas por hectárea. 

Ya sea con maquinaria especializada o adaptando la disponible, estos dos productores sinaloenses quienes colaboran con el Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) son un ejemplo de que con prácticas sustentables es posible transitar hacia una agricultura de alta productividad sostenible ambientalmente. 

https://www.youtube.com/watch?v=EQGRXL8Z3I4

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Investigan cómo ahorrar agua con prácticas agrícolas sustentables

El agua es un recurso limitado y que en muchas zonas del país es escaso. Para hacer un uso sostenible de ella se debe trabajar en mejorar la eficiencia de su uso. Sobre todo, porque a nivel global la agricultura es responsable de alrededor del 70% de las extracciones de agua, generando una fuerte presión sobre el recurso. 

La cuenca Lerma-Chapala forma parte del Distrito de Riego 011 Alto Río Lerma, que se abastece principalmente de aguas superficiales y pozos profundos. 80% del agua que de ahí se extrae se destina a la agricultura, es decir, para regar aproximadamente 103 mil  hectáreas al año. Sin embargo, sus fuentes de agua se encuentran sobreexplotadas y con déficit hídrico (al año el nivel del agua subterránea desciende de dos a 10 metros), lo que incrementa el costo del riego, pues se requiere más energía en el bombeo del agua, mantenimiento y adecuaciones al pozo, así como mano de obra, ya que tiene se debe operar más tiempo.

Adicionalmente, al extraer agua de mayor profundidad se incrementa el contenido de ciertos elementos químicos, como el sodio, el flúor y el arsénico. El exceso de sodio provoca una reducción en los rendimientos de los cultivos y daños en el suelo, porque es tóxico para la mayoría de las plantas, dificulta la penetración de otros nutrientes, alcaliniza el suelo (lo cual destruye su estructura) y reduce la permeabilidad del agua, así que el suelo se inunda más fácil cuando llueve o se da un riego. De hecho, se estima que el 15% de las tierras agrícolas de Guanajuato ya tienen problemas de sodicidad.

Una de las alternativas para incrementar la eficiencia de aplicación del agua dentro de la parcela es con riego localizado (en su modalidad de riego por goteo). Si bien este sistema necesita mantenimiento, control de la instalación y una inversión inicial (para instalar el sistema en 10 hectáreas se requiere aproximadamente $1,263,250, mismos que se puede recuperar en el año 3 si se implementa Agricultura de Conservación, o en el año 5 si se mantiene una labranza convencional), a diferencia del riego superficial reduce la evaporación de agua del suelo, los escurrimientos y la percolación (pérdida de agua hacia las capas de la tierra), además se puede hacer una aplicación conjunta de fertilizante y riego (fertirrigación) y permite una mayor uniformidad en el agua suministrada. 

Para buscar alternativas sobre cómo incrementar el ahorro de agua, en la plataforma de investigación Irapuato III (ubicada en terrenos de la División de Ciencias de Vida, de la Universidad de Guanajuato) se ha investigado la eficiencia del uso del agua en el cultivo de cebada y maíz amarillo en dos sistemas de labranza (convencional y Agricultura de Conservación) y dos tipos de riego (superficial y goteo), observándose que la tecnificación del riego tiene un buen potencial para el ahorro de agua, pero también que mejorando el riego superficial se pueden obtener resultados similares y sin la inversión que representa la tecnificación (para esto se debe tomar en consideración el tiempo de avance del agua en los surcos para controlar la infiltración del agua a profundidades no deseadas, la distancia de los surcos y cuidar el tiempo de riego para evitar que el terreno quede inundado). 

En todos los casos, la Agricultura de Conservación ha permitido mejorar la eficiencia del agua (y tener ahorros de hasta $1,800 por hectárea), esto quiere decir que se requieren menos litros de agua para producir un kilogramo de grano y, en general, se requiere un menor volumen de agua para satisfacer las necesidades del cultivo: el ahorro que se tiene en promedio en cebada es de 1,577 metros cúbicos por hectárea (m3/ha) en riego superficial y de 870 m3/ha en riego por goteo, en comparación con la labranza convencional. Esto ocurre gracias a que el principal efecto de la Agricultura de Conservación en el sistema de riego es la mejora de la estructura del suelo y con esto se logra tener una mayor infiltración, una reducción del tiempo de regado y del gasto de agua para obtener una buena humedad en el terreno.

Con respecto al riego por goteo, este ayuda a controlar el volumen de agua que se aplica y a evitar el escurrimiento de agua en la parcela; en la plataforma, con en labranza convencional se ha tenido un ahorro de 1,302 m3/ha al compararse con el riego superficial y, con Agricultura de Conservación, el ahorro ha sido de 595 m3/ha. Si se compara el volumen de agua promedio empleado en labranza convencional y riego superficial con el empleado en Agricultura de Conservación y riego por goteo, se tiene un ahorro de 2,172 m3/ha.

Esta investigación de la plataforma Irapuato III forma parte de las acciones del proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el cual busca optimizar el uso de agua en el cultivo de cebada y, en general, contribuir a la valoración y gestión sostenible de este recurso esencial para los sistemas agroalimentarios y para la vida misma. 

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Figura 4. Volumen de agua aplicado en el cultivo de cebada de 2016 a 2018 en la plataforma de investigación Irapuato III. Abreviaturas: LC, RS= labranza convencional con riego superficial; LC, RG= labranza convencional con riego por goteo; AC, RS= agricultura de conservación con riego superficial y AC, RG= agricultura de conservación con riego por goteo.

 

Referencias

  • Alcón, F., Arcas, N., de Miguel, M. D., & Fernández-Zamudio, M. Á. (2009). Adopción de tecnologías ahorradoras de agua en la agricultura. In J. A. Gómez-Limón, J. Calatrava, A. Garriedo, F. J. Sáez, & Á. Xabadia (Eds.), La economía del agua de riego en España (pp. 127–146). Retrieved from http://dx.doi.org/10.1016/j.tws.2012.02.007
  • Mandujano Bueno, A. (2015). Diagnóstico regional y técnico. Plataformas Experimentales MasAgro Guanajuato. Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
  • Ortega Sastriques, F., & Orellana Gallego, R. (2007). El riego con aguas de mala calidad en la agricultura urbana. Aspectos a considerar. I. Aguas salinas o alcalinas. Revista Ciencias Técnicas Agropecuarias, 16(3), 41–44.
  • Pérez Espejo, R., & Aguilar Ibarra, A. (Eds.). (2012). Agricultura y contaminación del agua. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Económicas.
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Sensores ópticos, aliados del medioambiente y del bolsillo

Sinaloa es el principal productor de maíz a nivel nacional; sin embargo, bajo condiciones intensivas, la agricultura del estado demanda una gran cantidad de insumos agrícolas (agroquímicos), predominantemente fertilizantes nitrogenados que contribuyen a la degradación ambiental por su uso excesivo, aumentan los costos de producción y ocasionan una disminución significativa de la rentabilidad. 

Las pérdidas de nutrientes de las plantas hacia el ambiente son preocupantes. Estas se originan a través de la lixiviación —proceso por el cual los nutrientes y minerales son arrastrados por el agua— hacia aguas subterráneas y las emisiones a la atmósfera. Además, los nutrientes aplicados a los cultivos y no utilizados constituyen una pérdida financiera para el agricultor y una considerable pérdida económica en el ámbito nacional.

Una de las alternativas para hacer más eficientes las adiciones de nitrógeno es el uso de sensores ópticos. Con ellos, se puede calcular el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés) —que es una estimación del “verdor” de las plantas, es decir, de su actividad fotosintética y su estado de nutrición— y así determinar el requerimiento de fertilizante nitrogenado más adecuado.

Si bien esta tecnología ya se trabaja en algunas zonas de Sinaloa, no hay referencia de la calibración de sensores específicamente para el Valle de Culiacán, de tal manera que mediante la colaboración de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la plataforma de investigación de Culiacán —ubicada en los terrenos de la Facultad de Agronomía de la UAS— se trabaja para lograr este propósito. 

Recientemente en parcelas con distintas dosis de nitrógeno —de 0 hasta 350 kg por hectárea— e híbridos de maíz amarillo (DK 1050 y P3201) y blanco (DK 4050 y P 3289) —ocho tratamientos con tres repeticiones cada uno—, se tomaron lecturas con el sensor GreenSeeker® en distintas etapas de crecimiento de las plantas —desde V4 hasta la etapa reproductiva VT, o espigamiento—, se observó su población y su rendimiento.

El objetivo de este estudio es analizar todos los datos que surjan y elaborar un modelo matemático que permita generar recomendaciones de fertilización nitrogenada adecuadas y específicas para los agricultores del Valle de Culiacán. Aunque actualmente se plantea continuar con los ensayos para acumular más datos y desarrollar una mejor calibración del sensor óptico, el estudio ha arrojado datos de utilidad para los productores de la zona. 

Estadísticamente las dosis que oscilan entre los 250, 300 y 350 kilogramos de  nitrógeno por hectárea (kg N/ha) no presentaron diferencias significativas en el rendimiento de grano, aunque el tratamiento con 300 kg N/ha registró el mayor rendimiento en general para los cuatro híbridos evaluados —para el resto de los tratamientos se observaron diferencias significativas conforme disminuyó la dosis de nitrógeno—. 

Con relación al rendimiento de grano se observó que el maíz amarillo DK 1050 obtuvo el mayor rendimiento. Su comportanmiento fue estadísticamente significativo en la mayoría de los tratamientos con diferentes niveles de nitrógeno —incluso en los tratamientos con 0 y 50 Kg N/ha su rendimiento fue aceptable y superior al resto de los materiales (figura 1)—. No obstante, en términos generales, los híbridos amarillos y blancos presentaron comportamientos muy similares, esto significa que se pueden usar los sensores ópticos para lograr una mejor eficiencia en el uso del nitrógeno en ambos maíces sin necesidad de realizar un modelo matemático específico para cada uno.

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Figura 1. Rendimiento de grano obtenido en los diferentes tratamientos e híbridos evaluados

 

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Soluciones integrales para problemas complejos

La región Ciénega es una de las más productivas de Jalisco. Su alto potencial productictivo, sin embargo, se ve limitado por diversas circunstancias: el manejo ineficiente del suelo, del agua de riego, de plagas y de malezas, así como aplicaciones y dosis inadecuadas de fertilización y de agroquímicos que repercuten en el alto costo de producción —adicionalmente, la agricultura intensiva de esta región ha contribuido a agravar el problema de contaminación de la cuenca del Río Lerma Santiago—.

Para brindar a los productores de la región alternativas que contribuyan a reducir el uso de agroinsumos sin afectar el rendimiento sus cultivos, en la plataforma de investigación Ocotlán —establecida en 2017 como parte de la colaboración entre el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y Syngenta— se evalúan prácticas y tecnologías sustentables como la Agricultura de Conservación —sistema cuyos componentes son la cobertura del suelo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos—, fertilización adecuada, Manejo Agroecológico de Plagas, entre otras. 

Entre los resultados destaca que la siembra en camas permanentes anchas —surcos elevados que forman hileras y que permiten hacer un manejo más eficiente del agua— ha obtenido mayor rendimiento (más de una tonelada por hectárea) en comparación con la siembra en plano —labranza convencional—. De hecho, a pesar de las adversidades climáticas y por plagas, el rendimiento promedio de maíz en camas anchas se ha mantenido superior al de la labranza convencional, e incluso ha llegado a ser superior al rendimiento reportado bajo condiciones de riego.

Las camas permanentes anchas también han contribuido a disminuir la erosión del suelo y a bajar los costos de producción por la reducción de la labranza; la cobertura del suelo con rastrojo ha derivado en una menor incidencia de malezas; y con respecto a la diversificación de cultivos —en la región hay pocos cultivos que se han presentado como opciones para la rotación con maíz, por lo que se evaluó una serie de cultivos para identificar posibles candidatos a implementarse en la región—, el girasol se ha identificado como una buena opción por ser un cultivo de ciclo más corto que el maíz, tener buena respuesta a condiciones limitadas de lluvias, mayor tolerancia a la sequía que los cultivos básicos y adaptarse a las condiciones tanto del ciclo primavera-verano como del otoño-invierno.

Destacan también los resultados del Manejo Agroecológico de Plagas, sistema con el que se ha logrado reducir (de 5 a 2) las aplicaciones de insecticidas, priorizando el uso de productos de bajo impacto y alternativas bioracionales para el manejo de las principales plagas de la región como son el gusano cogollero, el gusano elotero y la gallina ciega. Cabe señalar que, en el caso de maíz, los insecticidas sintéticos de amplio espectro (como el clorpirifos) en ocasiones no logran un control adecuado de las plagas, por lo que estas evaluaciones son fundamentales. 

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Investigación a nivel nacional brinda esperanza al campo mexicano

Científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); de la Universidad Autónoma Chapingo; del Instituto Tecnológico de Roque; del Instituto Tecnológico de Comitán y otras 12 instituciones y organizaciones que desarrollan ciencia colaborativa con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), realizaron una investigación que aporta evidencia de primer orden de importancia para el campo mexicano. 

En un contexto generalizado de suelos degradados que afectan la productividad en gran parte del territorio nacional, este nuevo estudio sobre la salud del suelo realizado en 20 plataformas de investigación (de MasAgro Productor y MasAgro Guanajuato) de Campeche, Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí confirma que con prácticas agrícolas sustentables se puede aumentar la materia orgánica del suelo, mejorar su estructura y aumentar 0.85 toneladas por hectárea el rendimiento del maíz de manera general. 

Si bien existen diversos estudios sobre suelos y la Agricultura de Conservación, sigue existiendo una falta de información acerca de los efectos de este sistema de labranza sobre la salud del suelo en diversas condiciones agroecológicas en México —la amplia geografía nacional y la falta de articulación entre iniciativas e instituciones lo había dificultado—. En este sentido, el estudio es particularmente relevante por el número de instituciones colaborando y por la gran diversidad de agroecologías que aborda y que van desde sistemas tradicionales de temporal sembrados a mano hasta sistemas intensivos con riego. 

Por supuesto, los resultados no quieren decir que la implementación de la Agricultura de Conservación deba ser igual para todas las zonas agroecológicas del país, sino que este sistema sustentable puede ser un marco común para la agricultura nacional, por lo que debe seguir siendo investigado, adaptado y complementado con otros sistemas integrados para brindar soluciones adecuadas para cada productor en su propio contexto. 

El estudio señala también que existen otros efectos benéficos de la Agricultura de Conservación en la calidad del suelo, pero precisa que los resultados varían dependiendo del sistema de producción, el clima, el tipo de suelo, etcétera. Esto demuestra el valor de la red de plataformas que el CIMMYT impulsa con iniciativas como Cultivos para México —liderada por la Secretaría de Agricultura y con el soporte científico del CIMMYT—, pues por un lado permite hacer estudios a nivel país —lo que no es posible con ensayos individuales—, y por otro reafirma que sigue siendo necesario hacer investigación bajo las condiciones locales para generar buenas recomendaciones para los productores. 

Los detalles del estudio, cuyo artículo ha sido incluido en el acervo de la plataforma Wiley Online Library, pueden ser consultados aquí: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/ldr.3894

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La rotación de cultivos es clave para mejorar el rendimiento del maíz

En el municipio de Indaparapeo, Michoacán, se siembran más de 5,700 hectáreas de maíz, principalmente bajo riego. Sin embargo, con rendimientos menores a cuatro toneladas por hectárea (t/ha), los productores de temporal son los más vulnerables ante las dinámicas del mercado y ante fenómenos como el cambio climático que, en la zona, es notable por las lluvias que se presentan de forma cada vez más irregular, disminuyendo los rendimientos año tras año.

Para ofrecer alternativas que permitan a los productores de temporal de Indaparapeo y alrededores incrementar sus rendimientos y hacer más rentable su actividad agrícola, la plataforma de investigación Indaparapeo —donde colaboran Red_innovAC, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) — promueve el desarrollo y adaptación de la Agricultura de Conservación y otras prácticas sustentables. 

La labranza convencional que predomina en la zona se basa en prácticas que no favorecen la salud de los suelos, tales como su movimiento excesivo (mediante barbecho y rastra), la fertilización con base en criterios empíricos, el uso excesivo de agroquímicos para controlar plagas y malezas, la “siembra en plano” (que tiene un menor rendimiento) y el monocultivo de maíz. Por esto, desde 2013 que fue instalada la plataforma, se han evaluado prácticas y tecnologías como las camas permanentes, la rotación de cultivos y cultivos alternativos, variedades adecuadas, así como la fertilización balanceada.  

De entre las prácticas sustentables implementadas destacan la siembra en camas permanentes y la rotación de cultivos, la cual tiene un efecto positivo en el rendimiento del maíz. La rotación no es una práctica común en la región (incluso el frijol que sí es cultivado se siembra en baja proporción), por lo que ha sido necesario identificar cultivos que puedan ser buenas opciones para los productores y, sobre todo, sensibilizarlos sobre la importancia de esta práctica (que además de beneficiar el cultivo de maíz ayuda a romper los ciclos reproductivos de diversas plagas).

De entre los cultivos identificados que se adaptan a las condiciones locales están la linaza, la chía, la soya y el girasol, los cuales muestran una buena respuesta a las condiciones agroecológicas de la región y tienen buen potencial productivo, aunque la falta de mercado y maquinaria para su cosecha limitan su implementación.

Una opción para lograr la rotación de cultivos es incentivar el cultivo del frijol, el cual además tiene un mercado asegurado con buen precio. Aunque una limitante de este cultivo en la zona es que la cosecha se realiza de forma manual y demanda mucha mano de obra, en tres años de evaluación la rotación de maíz con frijol produjo en promedio 0.7 t/ha más que el monocultivo de maíz. 

En Indaparapeo y sus alrededores, la elección de la variedad es determinada principalmente por la demanda en el mercado. Los estudios hechos en la plataforma de investigación de Indaparapeo muestran que la variedad Pinto Saltillo se adapta bien a las condiciones de la región y su rendimiento es más estable, por lo que es una buena alternativa para temporal. 

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Buscando las mejores variedades de frijol para Guanajuato

La legumbre más consumida en México es el frijol y su producción se concentra en Zacatecas, Sinaloa, Durango, Chiapas, Chihuahua, Nayarit, San Luis Potosí y Guanajuato —que, en su mayoría, se caracterizan por ser estados con climas secos y propicios para el cultivo de esta leguminosa—. Tan solo en Guanajuato la producción de frijol corresponde a más del 80% de la superficie agrícola en el municipio de Ocampo y cerca del 50% en el municipio de San Felipe. 

Tanto en Ocampo como en San Felipe, la producción está enfocada al frijol negro del tipo brillante; sin embargo, por el manejo cultural —actividades de mantenimiento y cuidado que se realizan durante toda la producción— se ha disminuido la pureza genética en dichas semillas, situación que constituye una de las principales problemáticas para la producción de esta leguminosa en el altiplano mexicano debido a que esto favorece que los rendimientos bajen y la calidad disminuya. 

Al problema de la calidad genética de la semilla usada se suma la presencia de enfermedades causadas por hongos y bacterias que, de forma directa o indirecta, causan desde la pérdida de la calidad del grano obtenido hasta la pérdida de total o parcial de las cosechas. En Guanajuato, las principales enfermedades que afectan el cultivo de frijol son la antracnosis, la roya o chahuistle, el tizón de halo, el tizón común y las pudriciones de raíz.

Ante esta problemática, en la plataforma de investigación de Ocampo —de MasAgro Guanajuato, programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se evaluaron diferentes variedades de frijol, entre ellas: Flor de junio León, Flor de junio Dalia, San Blas, Negro 8025, Pinto Saltillo, Pinto Raramuri, Pinto Salinas, Negro otomí —que es la semilla del tipo negro brillante usada localmente y tomada como testigo—, así como algunas variedades experimentales.  

La evaluación se realizó durante el ciclo primavera-verano 2019 junto con el doctor Jorge Acosta Gallegos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Los principales aspectos observados fueron el rendimiento de grano y el porcentaje de infestación para antracnosis y tizón común, para lo cual se realizaron monitoreos durante todo el ciclo del cultivo para contabilizar el número de plantas muertas por enfermedades o con daños.

Sobresalieron la variedad San Blas y la línea T11 (una de las variedades experimentales que se evalúan), las cuales presentaron el menor daño por tizón y por antracnosis tanto en follaje como en vaina. En cambio, la variedad de Flor de junio León fue la que presentó los daños más severos por antracnosis en el follaje. 

Con respecto al rendimiento (tabla 1), la variedades con los mejores resultados fueron Pinto Saltillo, Flor de junio León (a pesar de tener mayor daño por enfermedades) y Pinto Salinas, las tres con rendimientos cercanos a las dos toneladas por hectárea (t/ha), lo cual representa un incremento de 560 kilos con respecto al testigo, es decir, la variedad Negro otomí.

Con variedades adecuadas que favorecen el incremento en el rendimiento y la calidad del cultivo, MasAgro Guanajuato busca proporcionar a los agricultores del estado las herramientas que les permitan, a su vez, producir los mejores alimentos para una población creciente. 

Material evaluado Tipo Rendimiento de grano (t/ha) Peso de mil granos (g)
Otomí Negro brillante 1.44 305
T1 1.61 311
T11 1.17 302
T9 1.79 345
T5 1.57 323
T16  1.98 342
T13 1.61 382
Salinas Pinto 1.99 339
Rarámuri 1.66 212
Saltillo 2.16 199
8025 Negro opaco 1.93 319
San Blas 1.48 313
Dalia Flor de junio 1.64 289
León 2.04 303

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Tabla 1. Rendimiento de grano y peso de mil granos de los materiales evaluados en la plataforma de investigación de Ocampo, en el ciclo primavera-verano 2019.

 

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Con milpa y frutales disminuyen hasta 80% la erosión del suelo

La región de Los Tuxtlas, Veracruz, se caracteriza por la producción agrícola de temporal y por una ganadería extensiva, destinada mayormente a la alimentación familiar y de la comunidad. Esto ha contribuido significativamente a la deforestación y al deterioro de los suelos. Además, la topografía accidentada, el manejo inadecuado del suelo y el efecto de la lluvia propician la  degradación de los recursos naturales en los ecosistemas ubicados en laderas de esa región. 

El manejo convencional de los productores de la región de Los Tuxtlas (que consiste principalmente en el uso intensivo del suelo, la quema de residuos, el control químico de plagas y malezas, y el monocultivo) ha favorecido que haya rendimientos menores de dos toneladas por hectárea de maíz por ciclo de cultivo; disminución de la fertilidad del suelo; pérdidas de suelo por erosión de hasta 200 toneladas por hectárea al año; y producción de altas cantidades de sedimentos en los escurrimientos (los cuales azolvan cuerpos de agua y afectan la pesca). 

El sistema Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF) es una alternativa para los productores de Los Tuxtlas. El sistema fue desarrollado en terrenos planos de la zona templada del país para hacer un uso óptimo del suelo en tiempo y espacio —la práctica fue estructurada desde hace alrededor de treinta años por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y mejorada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional—; en terrenos de ladera del trópico húmedo de México funciona como un sistema agroforestal que integra cultivos básicos, árboles frutales tropicales y forestales, los cuales proporcionan beneficios en el corto, mediano y largo plazos. 

El sistema MIAF también integra componentes tecnológicos de la terraza de muro vivo, como la roturación unidireccional del suelo (con tracción animal o mecánica al contorno de la ladera para favorecer la formación paulatina de una terraza) y el filtro de escurrimientos que consiste en colocar en la parte alta de la hilera de frutales un cordón o camellón con residuos de cosecha de maíz, frijol, o ramas eliminadas en la poda de los árboles.

Gracias a los trabajos realizados en la plataforma de investigación de Los Tuxtlas —en el marco del programa MasAgro de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —, se encontró que en terrenos de ladera manejados de manera convencional se pierden 35.5 kg de suelo por cada kilogramo de grano de maíz producido. En cambio, con la tecnología de terrazas de muro vivo  (base para el diseño del sistema MIAF en laderas) solamente se pierden 0.40 kg de suelo. 

Resultados de investigaciones recientes en la plataforma también aportan nuevas evidencias de los beneficios del sistema MIAF como tecnología agroecológica particularmente útil para la agricultura de temporal en laderas. Entre estos beneficios están la reducción de hasta 46% de los escurrimientos; la disminución de la erosión hasta en 80%; la reducción de la fuga de nitrógeno en 73.4%, la de fósforo en 49.2%, la de potasio en 49.33%, la de calcio en 82.35% y la magnesio en 76.2% (en comparación con el manejo convencional).

Las experiencias de difusión y promoción del sistema MIAF en Los Tuxtlas indican que se trata de una tecnología con amplios beneficios, pero que puede resultar compleja para algunos productores, por lo que  se requiere de un constante acompañamiento técnico al menos los primeros dos años. Actualmente, en la plataforma de investigación se estudian mecanismos más especializados del sistema, tales como  la colocación de filtros de escurrimiento y la roturación del suelo. 

Por: Andrés Zambada Martínez, Víctor Manuel Mejía Rodríguez y Sofonías Domínguez Azamar, Odeco

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Ayudan a prevenir desastres desde sus parcelas

Cecilia Guadalupe Nepamuceno, revisando las trampas con feromonas para el monitoreo del Agrotis ipsilon en Turicuaro, Mpio., de Nahuatzen Michoacán. (Foto: José Isidro Nepamuceno Reyes)
Cecilia Guadalupe Nepamuceno, revisando las trampas con feromonas para el monitoreo del Agrotis ipsilon en Turicuaro, Mpio., de Nahuatzen Michoacán. (Foto: José Isidro Nepamuceno Reyes)

Michoacán.- El 13 de octubre de cada año se conmemora el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres. La pandemia por COVID-19 hace que esta fecha adquiera particular relevancia y que la sociedad se encuentre más sensibilizada sobre la necesidad de implementar estrategias basadas en evidencia científica que incluyan acciones en áreas como el uso de la tierra, la salud, la educación, la sustentabilidad medioambiental, la energía, la adaptación al cambio climático y, por supuesto, la agricultura.

¿Por qué es importante prevenir riesgos desde la agricultura? Como ejemplo se pueden mencionar casos recientes (2016) en los que, tras su paso por los cultivos de Benín, Camerún, República Democrática del Congo, Etiopía, Ghana, Malawi, Mozambique, Nigeria, Uganda, Tanzania, Zambia y Zimbabue, un pequeño insecto ocasionó pérdidas estimadas entre 2.5 y 6.2 mil millones de dólares, dejando a las comunidades de estos países en grave riesgo de padecer hambre por la pérdida de los cultivos.

Ese pequeño, pero devastador insecto, es el gusano cogollero (Spodoptera frugiperda). Aunque es una plaga que ataca principalmente al maíz, se puede alimentar de más de 80 especies de plantas, por lo que es crucial controlarlo desde que es detectado en las parcelas. Además, es importante hacerlo mediante prácticas de bajo impacto ambiental, pues el uso excesivo e inadecuado de pesticidas tiene diversas consecuencias, entre ellas la contaminación de cuerpos de agua.

En la Meseta Purépecha, en Michoacán —por ejemplo—, se ha identificado que muchos productores de maíz tienen bajos rendimientos debido a la incidencia de plagas, pero la mayoría de ellos desconoce los posibles daños a la salud a los que están expuestos de forma inmediata o a largo plazo debido al mal uso y manejo de los plaguicidas.

Para prevenir desastres locales y a gran escala, el Instituto Nacional de Investigaciones, Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueven el Manejo Agroecológico de Plagas, capacitando a técnicos y productores con una visión integral de todo el agroecosistema para no generar desequilibrios al erradicar al gusano cogollero (y otras plagas), sino usar la biodiversidad funcional para controlar la población de ese insecto y que así no cause daños económicos.

La Meseta Purépecha es una región boscosa con gran número de especies nativas. Sin embargo, la modernización de la región y la intrusión del comercio ilegal de madera han provocado, entre otras cosas, la desaparición de los bosques y consigo la diversidad de insectos y plantas. Para evitar que los productores locales apliquen pesticidas potencialmente tóxicos se han hecho demostraciones en campo sobre el uso de feromonas sexuales para el gusano cogollero y el gusano cortador (Agrotis ipsilon).

Compartiendo estos conocimientos con los productores (y sus familias, particularmente niños y jóvenes) de la Meseta Purépecha se busca que esta zona se mantenga libre de pesticidas tóxicos. Además, se ha promovido el uso de plantas para controlar plagas, como el chicalote (Argemone mexicana), la higuerilla (Riccinus communis), el “paraíso” (Melia azedarach), la ortiga (Urtica L.), el toloache (Datura ferox), entre otras (algunas endémicas de la región).

También se promueve la diversificación de cultivos como una alternativa tanto para mejorar suelos erosionados, como para atraer insectos benéficos (parasitoides y depredadores que son enemigos naturales del gusano cogollero y otras plagas). Algunos de ellos son ebo, girasol, canola, garbanzo, grass pea, lenteja y haba.

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Triplican rendimiento del frijol con Agricultura Sustentable

Ocampo, Gto.- Ocampo es un municipio ubicado al norte del estado de Guanajuato donde predomina la agricultura de temporal, siendo el maíz y el frijol sus cultivos principales. Debido al manejo convencional que predomina en la zona (caracterizado por la labranza con arados, subsuelos y rastras) los productores han tenido problemas con los rendimientos que actualmente son de entre 800 kg y 1.2 toneladas por hectárea en frijol y 10 toneladas por hectárea en maíz.

Sin embargo, los rendimientos no son la única preocupación para la agricultura local, ya que derivado del manejo convencional que prevalece en Ocampo ahora los productores empiezan a presentar problemas en sus suelos, siendo cada vez más difícil romper la capa de arado que resulta de barbechar recurrentemente (problema que se acentúa debido a la escasez de agua).

Es importante considerar que, aunque la zona agrícola de Ocampo presenta suelos con texturas aptas para la agricultura, actualmente tienen bajo contenido de materia orgánica; además, la mayoría de los terrenos presenta laderas y pendientes de hasta 20% (por cada 100 metros que se avanza se sube 20 metros) y la precipitación media anual ha disminuido en los últimos seis años, incluso en junio, julio y agosto, meses que solían concentrar la mayor parte de las lluvias.

Para identificar las prácticas agronómicas más adecuadas para Ocampo, el equipo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Guanajuato desarrolla estudios en plataformas de investigación y módulos demostrativos (parcelas donde los productores implementan las prácticas sustentables que ya han sido validadas por los investigadores) orientados a mejorar la calidad del suelo, reducir los costos de producción y mantener o incrementar el rendimiento de los cultivos.

Con base en el análisis de las características agrolimáticas y los sistemas de la región, el equipo técnico del CIMMYT en Guanajuato ha identificado que la rotura vertical y el trazo de curvas a nivel son prácticas pertinentes que permiten un acondicionamiento del suelo para mejorar el aprovechamiento del agua, incrementar la productividad y ahorrar costos de producción. Estas prácticas además han sido punta de lanza para la implementación de otras innovaciones agrícolas.

Como ejemplo de los resultados que se han obtenido, los productores de Ocampo han incrementado el rendimiento del frijol a 2.5 toneladas por hectárea (lo que para muchos productores ha representado triplicar sus rendimientos) . Estos avances son producto de la investigación colaborativa que promueve el CIMMYT para poner la ciencia al servicio del campo a través de programas como MasAgro Guanajuato, impulsado por el organismo internacional y la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) de Guanajuato.