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Manejo de residuos agrícolas. Opciones para Oaxaca

Manejo de residuos en laderas. (Foto: AMDSL)
Manejo de residuos en laderas. (Foto: AMDSL)

Uno de los aspectos esenciales de la agricultura de conservación es el aprovechamiento de los residuos agrícolas (rastrojos). Al momento de implementar este sistema de producción sustentable, sin embargo, una de las preguntas más frecuentes entre los agricultores es cómo manejar dichos residuos que, de forma convencional, suelen ser quemados o removidos y empacados.

Las opciones de manejo de residuos son variadas y elegir la más conveniente depende de las particularidades del sistema de producción. En Oaxaca, por ejemplo, existen diversas zonas agroecológicas con tipos de suelo, climas y tradiciones de cultivo igualmente diversas. Para cada una, el Hub Pacífico Sur de CIMMYT y sus colaboradores han integrado un menú de tecnologías validadas con opciones de manejo de residuos. Todas estas muestran la conveniencia de retener los rastrojos sobre la superficie de la parcela.

«Resultados de investigaciones iniciadas en 2017 muestran que la retención del rastrojo generó un incremento en el rendimiento promedio del maíz de 140 kilos por hectárea (kg/ha)», señalan los responsables de la plataforma de investigación San Miguel Tlacamama, en la región Costa de Oaxaca.

Los investigadores puntualizan que la asociación de cultivos fue fundamental para lograr estos resultados: «en maíz asociado con frijol, la retención de residuos incrementó el rendimiento promedio de maíz en 686 kg/ha, con 319 kg/ha de frijol. Esto significa que dejar rastrojo en la asociación maíz-frijol permitió obtener mejores utilidades que los monocultivos, independientemente del manejo de rastrojo en esos últimos».

En la región del Papaloapan, los investigadores de la plataforma San Juan Cotzocón señalan que «la cero labranza con rastrojo presentó mayores rendimientos que la cero labranza sin rastrojo en cuatro de los seis años de evaluación».

En esa plataforma «el rendimiento promedio de maíz en camas permanentes fue de 5.4 t/ha, el cual fue mayor que los rendimientos promedios de la labranza convencional (5.1 t/ha) y la cero labranza (4.7 t/ha). La mayor diferencia en rendimiento se observó en 2017, cuando posterior a la siembra se presentaron fuertes precipitaciones afectando la germinación en labranza convencional».

En la plataforma San Francisco Lachigolo, en la región de Valles Centrales, «se evaluaron dos tipos de labranzas (camas permanentes y labranza vertical, ambos con retención de rastrojo) como alternativas a la labranza convencional con remoción de rastrojo. En promedio, la labranza vertical tuvo un rendimiento de maíz de 3.4 t/ha, superior a los de las camas permanentes y la labranza convencional que fueron 2.8 t/ha y 2.0 t/ha, respectivamente», indican los responsables de dicho espacio de investigación.

Por su parte, en la plataforma de Tamazulapam del Espíritu Santo, ubicada en la región Sierra Norte, «se compararon la cero labranza (con 50% de residuos retenidos) y la labranza convencional (preparación del suelo con azadón + remoción de todos los residuos). En todos los años de evaluación, desde el 2015, el rendimiento de maíz fue mayor en cero labranza, en promedio con 0.5 t/ha. Además, los costos de producción fueron menores con cero labranza por la menor carga de trabajo para preparar el terreno».

Estos resultados forman parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz en Oaxaca. Te invitamos a consultarlo completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.

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Tecnologías agrícolas para la Mixteca oaxaqueña

Efecto de la sequía en maíz bajo dos sistemas de labranza en temporal. Labranza convencional sin residuos (Izquierda), labranza mínima con residuos (Derecha). Yanhuitlán, Oax. PV-2019. (Foto: Leodegario Osorio)
Efecto de la sequía en maíz bajo dos sistemas de labranza en temporal. Labranza convencional sin residuos (Izquierda), labranza mínima con residuos (Derecha). Yanhuitlán, Oax. PV-2019. (Foto: Leodegario Osorio)

Aprendida por generaciones, la práctica de prender fuego a los residuos de cosecha sigue siendo una estampa común en el campo oaxaqueño. Sin embargo, esta práctica contribuye a la degradación de los suelos agrícolas, a la pérdida de fertilidad de los mismos y, consecuentemente, a una disminución de la productividad.

Una mejor alternativa es aprovechar los rastrojos como cobertura del suelo: “la retención de residuos en labranza mínima incrementó el rendimiento de maíz criollo en 208 kilos por hectárea (kg/ha) en promedio, comparado con la labranza convencional de la zona —que consta de un barbecho a 30 cm de profundidad y un paso rastra a 10 cm— sin residuos, lo cual indica que es una alternativa viable para la región de la Mixteca”, señalan los responsables de la plataforma de Santo Domingo Yanhuitlán, donde colaboran investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y CIMMYT.

La de Yanhuitlán forma parte de una extensa red de plataformas de investigación que CIMMYT —centro de investigación internacional que promueve sistemas agrícolas sustentables y resilientes— y sus colaboradores impulsan en todo el territorio nacional y que más recientemente se ha extendido a nivel Latinoamérica. Muchas de estas plataformas tienen más de una década investigando diversas prácticas agrícolas a fin de identificar las más pertinentes para cada región y cada tipo de agricultor.

“Uno de los beneficios más notables de esta labranza mínima es mantener más humedad disponible para el cultivo, y este beneficio se expresa más en tiempos de sequía, como en 2019 en el que el rendimiento fue de 2.2 t/ha en labranza mínima contra 680 kg/ha en labranza convencional”, enfatizan los investigadores que han registrado puntualmente el comportamiento de estos dos tipos de labranza desde el año 2013.

Con respecto a la parte económica, “el costo de producción con labranza mínima fue 800 pesos por hectárea (800 MXN/ha) menor que la labranza convencional”, puntualizan los investigadores, señalando que la inclusión del rastrojo —cuyo valor está estimado en 3  500 MXN/ha en la región de la Mixteca—, “incrementaría la utilidad neta promedio de la labranza convencional a $14,346 MXN/ha”.

En las plataformas de Santa María Teopoxco, en la región Cañada; San Miguel Tlacamama, en la Costa; San Francisco Lachigoló, en Valles Centrales; y Tamazulapam del Espíritu Santo, en la Sierra Norte, los resultados de años de investigación también confirman que el rastrojo es un elemento importante para los sistemas agrícolas de la región, por lo que los investigadores hacen una invitación a los productores para que se acerquen a cualquiera de estas plataformas o con colaboradores de CIMMYT para conocer más sobre cómo un adecuado manejo de los residuos de cosecha puede impulsar grandes cambios en la agricultura.

Esta práctica forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz en Oaxaca. Te invitamos a consultarlo completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.

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Cielos azules y sistemas agroalimentarios

Colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT muestra una parcela donde se practica agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT muestra una parcela donde se practica agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El Día Internacional del Aire Limpio es un llamado de las Naciones Unidas a poner fin a la contaminación atmosférica que cada año es responsable de alrededor de 6,5 millones de muertes en todo el mundo. Además de la salud humana, la contaminación atmosférica tiene un severo impacto en la economía, afectando incluso a sectores como el turismo, donde el goce de los cielos azules es importante.

Disfrutar de un cielo azul no es simplemente una idea romántica asociada a las vacaciones, forma parte del derecho de todos los seres humanos a un medioambiente limpio, saludable y sostenible que, a su vez, está relacionado con una amplia variedad de iniciativas, desde aquellas que buscan eliminar la contaminación lumínica hasta aquellas asociadas a la sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios.

¿Cómo nuestros patrones de producción y consumo alimentarios están relacionados con la contaminación atmosférica? Un dato clave para comprender esta asociación es que el sector agropecuario, se estima, es el responsable de hasta el 39 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociados con el calentamiento global y el cambio climático.

Específicamente en agricultura, el uso de fertilizantes químicos, plaguicidas, las quemas agrícolas, así como el uso de combustibles fósiles para la puesta en marcha de la maquinaria son algunas de las actividades que mayor contaminación generan y donde es necesario transitar hacia esquemas sostenibles.

Si bien los reflectores de la opinión pública se han centrado en los efectos del dióxido de carbono (CO2), este no es el único de los GEI que es urgente disminuir, ya que el óxido nitroso, por ejemplo, tiene un potencial de calentamiento global 300 veces superior al del dióxido de carbono y está asociado al uso de fertilizantes nitrogenados en agricultura.

Usar concienzudamente los fertilizantes e identificar fuentes y prácticas que permitan lograr una fertilización adecuada con el menor impacto ambiental es entonces una actividad de primer orden de importancia en la investigación agrícola, donde también es necesario alcanzar un conocimiento minucioso de las fuentes de producción de gases de efecto invernadero a través de los distintos procesos que ocurren en el suelo.

En México, la adopción de sistemas sustentables, como la agricultura de conservación, representa una alternativa viable para lograr una fertilización menos dependiente de fuentes químicas, ya que una “fuente de nutrientes son los rastrojos del cultivo, por ejemplo, cinco toneladas de rastrojo tienen cerca de 25 kg de nitrógeno. Esto es prácticamente un saco de urea”, señalan investigadores del CIMMYT.

Los residuos de cultivo son solo una de las opciones de fertilizantes de origen orgánico que existen. Otras alternativas son los cultivos de cobertura, particularmente las leguminosas. En los casos donde es necesario recurrir a fertilizantes procesados, entonces existen alternativas para optimizarlos, como es el uso de los sensores ópticos que ayudan a determinar las cantidades adecuadas de fertilizante nitrogenado para minimizar así sus pérdidas y posibles afectaciones al medioambiente.

A través de iniciativas como Excellence in Agronomy se están identificando las mejores prácticas agronómicas orientadas a solucionar problemáticas diversas. El propósito es evaluar y adaptar soluciones para las más diversas agroecologías a fin de brindar recomendaciones puntuales basadas en evidencia científica que permitan, entre otros aspectos, reducir el impacto de la agricultura en la calidad del aire.