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Piensa esto antes de empacar tu rastrojo

Pénjamo, Gto.- “Me dedico a la agricultura desde 1986. Iniciamos produciendo brócoli, trigo, cebada y luego nos inclinamos por el sorgo y el maíz. En estos últimos 10 años le hemos dado preferencia al cultivo del maíz y en los noventa iniciamos con el sistema de cero labranza. Es un gran reto tener una semilla y hacerla crecer hasta que llegue al término de cosecha. Este es el sustento de nuestra familia y por eso para nosotros es muy importante que haya empresas interesadas en lo que estamos haciendo”, comenta el productor Fernando Reyes Magdaleno —de Pénjamo, Guanajuato— sobre el proyecto Plan Maíz. 

Plan Maíz es una iniciativa de Nestlé y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). El proyecto promueve prácticas agrícolas sustentables como la mínima labranza y la cobertura del suelo con rastrojos. Las ventajas de estas prácticas “son ahorro de combustible, rapidez de siembra y yo he notado que, en comparación con otros terrenos donde no se ejecuta esta labranza, la temperatura en el suelo es más baja, por lo que hay menos pérdida de humedad y esto gracias al simple hecho de tener el rastrojo expuesto en la superficie del terreno”, menciona el productor. 

Fernando Reyes es entusiasta y siempre está buscando nuevos aprendizajes: “con base a estudios también hemos logrado conocer que el residuo vegetal tiene la capacidad de retener el agua hasta 20 veces su peso. Entonces cuando los temporales se retrasan, el simple hecho de tener ese acolchado de rastrojo sobre la superficie permite que no se tenga que hacer un riego tan frecuente. En comparación con personas que no hacen este tipo de labranza yo he visto una diferencia de hasta 15 días de que yo no riego cuando ellos ya tienen que estar regando”, comenta. 

“Es muy importante que antes de regalar el residuo vegetal a las empacadoras los productores se pongan a hacer un análisis de qué es lo que están regalando, porque el rastrojo le sirve a su tierra como fertilizante, como una alcancía que en dos o tres años va a generar más vida dentro del suelo, nos va a generar un sistema con mayor materia orgánica. Entonces sí invito a todos los productores a cambiar a cero labranza. Van a ahorrar agua, van a enriquecer sus suelos con materia orgánica y las plantas se desarrollan mejor”. 

Tanto la mínima labranza como la cobertura del suelo con rastrojos son componentes básicos de la Agricultura de Conservación, un sistema que ofrece amplias ventajas con respecto a la labranza convencional: “En la forma convencional teníamos que barbechar, rastrar, nivelar y luego sembrar. Con cero labranza desmenuzamos el residuo vegetal, “alegramos las rayas” —formar surcos— y sembramos, ya no tenemos que barbechar, rastrar ni nivelar. Eso reduce los gastos, tenemos un ahorro de un 25 a un 30%, sobre todo en diésel, no se diga el tiempo que vamos a ahorrarnos al eliminar todos esos pasos que mencioné”, comenta Fernando.

Con respecto a la comercialización, Fernando comenta que “nos da gusto saber que los materiales que sembramos de forma sustentable, tanto maíces blancos como amarillos, pueden cumplir con los requisitos de calidad y contenido nutricional, libres de aflatoxinas. A mí me da gusto saber que Nestlé está interesada en comprar nuestra cosecha. Nosotros debemos cumplir requisitos de humedad y estado físico del grano. Por eso es importante que haya una infraestructura adecuada para que nos puedan recibir nuestra producción”.

Sobre la integración de actores clave en la cadena de valor, el productor comenta que es notable la participación de organizaciones como la financiera Sakxim “que está muy presente aquí y son los que nos han acercado con el grupo Nestlé: han llevado muestras de algunos maíces que aquí he tenido para hacerles análisis bromatológicos y ver si tienen o no residuos de insecticidas. Es bueno que la cadena de valor esté dada de esta manera”. 

Finalmente, convencido de que la ciencia y las prácticas agrícolas sustentables e innovadoras hacen más rentable el campo, el productor Fernando Reyes les dice a los jóvenes que vuelvan sus ojos al campo y que “contemplen las nuevas tecnologías, como el uso de drones, la siembra satelital, nosotros de hecho ya hemos hecho algunos avances con el CIMMYT con el trigo. Estas tecnologías posiblemente se vean inviables ahora, pero en el futuro serán como los celulares. No dejemos solo al campo, no se rindan fácilmente porque el campo siempre tiene una puerta abierta y es la base de la sociedad”.

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Los rastrojos de trigo y los biocombustibles

Guanajuato.- En las plantas hay compuestos de interés industrial como la celulosa y la hemicelulosa, las cuales se consideran las principales fuentes de azúcares fermentables para la producción de biocombustibles de segunda generación —es decir, aquellos que se elaboran principalmente a partir de residuos agrícolas—, especialmente el etanol. 

Ya que el uso de celulosa puede reducir el costo de la producción de alcohol y la composición de los residuos agrícolas es hasta 50% celulosa, entonces es comprensible por qué estos (los residuos agrícolas) son atractivos para la obtención de ese biopolímero y sus derivados como el papel, la glucosa y el etanol, entre otros.

Para contribuir en la investigación sobre materiales y energías sustentables, especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), estudiaron la variación en materiales lignocelulósicos —celulosa, hemicelulosa y lignina— del rastrojo de cinco variedades de trigo para determinar si el ambiente afecta su composición.

El estudio, realizado entre 2017 y 2018, contempló trigo de las variedades Elia M2016, Ibis M2016, Cisne F2016, Faisán S2016 y Alondra F2014, cultivado en nueve localidades de Pénjamo, Valle de Santiago, Salamanca, Villagrán e Irapuato. Las determinaciones de los componentes lignocelulósicos —porcentajes de celulosa, hemicelulosa y lignina— del rastrojo de trigo se hicieron a través de diversos análisis de laboratorio y también se determinó el rendimiento y el índice de cosecha de cada variedad de trigo. 

Los análisis no detectaron diferencias significativas entre variedades para ninguno de los componentes lignocelulósicos del rastrojo de trigo ni para producción de residuos, lo que indica que cualquier variedad es adecuada para ser utilizada como biocombustible de segunda generación. 

En cambio, entre repeticiones (localidades) sí se detectaron diferencias significativas en la producción de residuos. Dado que la producción de residuos está altamente correlacionada con el rendimiento de grano, las localidades con mejor manejo agronómico son las que obtuvieron mayores de producciones de grano y residuos. En otras palabras, la mayor o menor producción de residuos depende del manejo agronómico del productor. Así, ambientes favorables —como los sistemas que integran prácticas sustentables— tendrán mayores posibilidades de obtener rendimientos de grano que su vez estarán asociados con altas producciones de residuos.

Por su mayor contenido de celulosa en sus residuos, el trigo y la avena se consideran buenas opciones para su utilización como combustibles de segunda generación. Por supuesto, la generación de estos combustibles debe considerar también esquemas de producción sustentable que permitan mantener suelos cubiertos con residuos agrícolas —para favorecer la calidad y la fertilidad de los suelos agrícolas— a la vez que excedentes para su transformación en combustibles de bajo impacto ambiental. 

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Innovaciones que convencen

Guaymas, Son.- Los altos costos de producción que se presentan en cada ciclo agrícola han hecho que muchos productores busquen alternativas para que su actividad siga siendo rentable. Varios de ellos han encontrado en la Agricultura de Conservación —sistema sustentable que entre sus componentes básicos están la mínima labranza y la cobertura del suelo con rastrojos— una forma de reducir costos de producción, hecho que se traduce en una mayor rentabilidad. 

Martín Berdichevsky K., de la Agrícola San Gonzalo, es uno de los productores que ha optado por la Agricultura de Conservación. Él observó directamente los beneficios del sistema después de visitar al productor Germán Campoy Ibarra, quien lleva 10 años practicando la Agricultura de Conservación —con riego por aspersión y complementando con lombricultura—, período durante el cual el porcentaje de materia orgánica en su suelo ha aumentado significativamente, lo que se ha traducido en buenos rendimientos del trigo y mayor rentabilidad que el sistema de producción convencional.

Martín cuenta además con el acompañamiento técnico de especialistas del despacho AGRINOVA y del Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Junto con ellos, Martín planificó establecer trigo con Agricultura de Conservación en el ciclo otoño-invierno 2020-2021. Esto, como consecuencia de las primeras reuniones de los técnicos con los productores de la zona agrícola El Sahuaral —ubicada en el municipio de Guaymas, Sonora, a 150 kilómetros al noroeste del Valle del Yaqui y donde se cultiva trigo, cártamo y maíz bajo riego por aspersión y gravedad en área menor— para mostrar los fundamentos de la Agricultura de Conservación y sus beneficios.

Así, los productores de El Sahuaral decidieron sembrar trigo sobre rastrojos de trigo, bajo el esquema de Agricultura de Conservación en una superficie de 17 hectáreas —empleando maquinaria especializada de Sembradora Dobladenses—, obteniendo en la cosecha un rendimiento promedio de 7.7 toneladas de trigo por hectárea. Si bien los rendimientos en trigo son semejantes a los de agricultura convencional, la Agricultura de Conservación les permitió reducir costos de producción —por el menor número de pasos de maquinaria y, en consecuencia, menor consumo de combustible—, lo que se traduce en una mayor rentabilidad para los productores de la región quienes, además, están contribuyendo a bajar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Para el siguiente ciclo agrícola venidero, Martín decidió cultivar trigo con Agricultura de Conservación en una mayor superficie. Esto, después de ver los ahorros en costos de producción. Además, planea introducir cultivos de cobertura como mezcla de cultivos para forraje, ajonjolí y sesbania en verano. Junto con los técnicos que lo asesoran, también considera implementar Manejo Agroecológico de Plagas e introducir organismos para combatir hongos fitopatógenos. Así espera mejorar las condiciones del suelo y reducir su deterioro por el uso desmedido de productos químicos.

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Comparó y optó por la Agricultura de Conservación

Valle del Yaqui, Son.- En el sur de Sonora la producción de trigo se sigue realizando, predominantemente, mediante un sistema convencional, con excesivos pasos de maquinaria que incrementan los costos de producción hasta el grado de reducir la rentabilidad de los cultivos. 

En ciclos agrícolas recientes algunos productores del Valle del Yaqui han implementado Agricultura de Conservación —un sistema de producción sustentable que permite reducir costos de producción y cuidar los recursos suelo y agua, primordialmente—, obteniendo notables beneficios, entre ellos el ahorro económico por la reducción de pasos de maquinaria y del tiempo de siembra. 

Después de tres ciclos agrícolas, el productor José Karam Amado —quien cultiva en el Block 1107 del Valle del Yaqui— amplió su superficie sembrada con este sistema sustentable porque, refiere, ha obtenido buenos resultados en rendimientos. Este hecho, además, lo ha motivado a que la siembra y la fertilización se realice con equipo especializado para Agricultura de Conservación. 

Para ilustrar los beneficios que le ha aportado la Agricultura de Conservación, el productor comenta que en una superficie de 150 hectáreas sembró trigo —el 23 de noviembre de 2020— sobre rastrojo de trigo y suelo seco para comparar los resultados de la cosecha con los de la agricultura convencional que se estableció en un predio al lado como testigo. 

Entre los detalles técnicos de la superficie establecida con Agricultura de Conservación, el productor comenta que sembró con una densidad de 180 kg de semilla por hectárea, la fertilización se realizó con 500 kg de urea por hectárea —empleando la misma sembradora especializada para Agricultura de Conservación de la que dispone—, hizo una sola aplicación para control de malezas a los 46 días de haber emergido el cultivo y sumó un total de cuatro riegos de auxilio —días antes del primero fertilizó con 200 kg de urea por hectárea y antes del segundo aplicó 50 kg de amoniaco (NH3) en el agua de riego—.

Cabe mencionar que en ambos tratamientos —Agricultura de Conservación y labranza convencional— el productor realizó una aspersión aérea para controlar el pulgón del follaje, agregando en la misma mezcla un fungicida para prevenir una infección de roya de la hoja en trigo. 

Finalmente con la cosecha, que se realizó el 8 de mayo del 2021, el productor confirmó que con Agricultura de Conservación tuvo un ahorro de $3,400 por hectárea, obteniendo un rendimiento de 9.4 toneladas por hectárea (t/ha) contra 8.6 t/ha con labranza convencional. Esto significa un 26% más de utilidad con Agricultura de Conservación. 

Con estos resultados, el productor planea extender la superficie bajo Agricultura de Conservación, sistema particularmente útil ahora que los costos de producción son más altos cada año y afectan de manera negativa los recursos naturales, comenta el productor. 

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En el Évora no se quema, #EnSinaloa ElRastrojoVale

Sinaloa.- Además de la pandemia por COVID-19, durante este año la agricultura nacional ha tenido que hacer frente a fenómenos como el cambio climático, que en algunos estados se ha manifestado con sequías más severas y prolongadas, como en Sinaloa, una de las entidades más importantes en producción agrícola. 

Una de las consecuencias de que las sequías sean más severas es que se incrementa el riesgo de incendios, particularmente en las zonas agrícolas y periurbanas donde las quemas siguen siendo una práctica común. Durante la primera mitad del año, por ejemplo, los incendios afectaron más de 10 mil 834 hectáreas en esta entidad.

Además del impacto ambiental de las quemas agrícolas, está el impacto en la productividad del campo, pues los suelos afectados por las quemas sistemáticas pierden importantes funciones, hecho que afecta su fertilidad y su capacidad de infiltración de agua, aspecto relevante en un contexto de cambio climático. 

La región del Évora es una de las principales dedicadas a la agricultura en Sinaloa. Para que los productores de los municipios de Angostura, Mocorito y Salvador Alvarado, que se encuentran en esa región, tengan opciones para que eviten las quemas agrícolas y aprovechen el rastrojo para mejorar las propiedades del suelo, se ha puesto en marcha la campaña En el Évora no se quema, #EnSinaloaElRastrojoVale, con la que se busca impactar positivamente en más 97 mil hectáreas de riego y entre siete y ocho mil productores en el Valle del Évora. 

La campaña es impulsada por la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora (JLSVVE) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en colaboración con el Club de Agricultores de Conservación del Valle del Évora, diversos Módulos de Riego (74-1, 74-2, V-1, V-2), pequeños propietarios de Angostura y la Asociación de Agricultores del Río Mocorito (AARM).

Además de dar a conocer alternativas y recomendaciones sobre el cuidado del rastrojo para la conservación de suelo y el uso eficiente del agua, la campaña —que se enmarca en el programa MasAgro-Cultivos para México, impulsado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT— busca contribuir a mejorar la calidad medioambiental y a impulsar una agricultura regional de alta productividad con sustentabilidad. 

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La soya es más rentable con Agricultura de Conservación

Etchojoa, Son.- David Rochín Ley es un productor sonorense que ha implementado la Agricultura de Conservación en el cultivo de soya. Anteriormente ya ha obtenido buenos resultados al establecer soya en seco con este sistema de producción (te invitamos a leer: Agricultura Sustentable al pie del cerro Tetakawi https://idp.cimmyt.org/agricultura-sustentable-al-pie-del-cerro-tetakawi/) y más recientemente lo ha hecho, pero con siembra en húmedo, estableciendo 100 hectáreas de soya sobre rastrojos de trigo durante el ciclo primavera-verano 2020. 

De acuerdo con la experiencia de este productor—socio de la Unión de Crédito Agrícola del Mayo (Ucamayo)—, la Agricultura de Conservación baja costos de producción, mejora sus rendimientos, baja la incidencia de plagas —como la mosca blanca y el gusano trozador—, optimiza el consumo de agua —regularmente ahorra de uno a dos riegos de auxilio y hasta tres cuando los años son lluviosos— y optimiza fechas de siembra, aspecto particularmente relevante para él porque una de sus grandes preocupaciones es evitar al máximo siembras tardías porque estas acarrean problemas de plagas, dan bajos rendimientos y además implica el riesgo de levantar la cosecha en la época de lluvias. 

David Rochín comenta que los ahorros que ha tenido al implementar Agricultura de Conservación oscilan entre los $2,800 y los $3,200 por hectárea. Además, en términos del desarrollo del cultivo la experiencia ha sido muy buena para el productor ya que el estrés hídrico de la soya se ha reducido considerablemente gracias a la cobertura de suelo con el rastrojo del cultivo anterior. 

Otro de los beneficios de haber implementado este sistema es que la incidencia de malezas se ha ido reduciendo ciclo tras ciclo. La combinación de cultivos, los deshierbes manuales y el uso racional de herbicidas adecuados le han permitido hacer un control más eficiente de las plagas. De hecho, la incidencia de mosquita blanca ha sido considerablemente baja con este esquema y, considerando además que la presencia de gusanos defoliadores ha sido normal con respecto a la labranza tradicional, la Agricultura de Conservación no ha ocasionado un gasto extra en el control de plagas, por el contrario, ha significado un ahorro.

El productor comenta que cada año se adaptan y mejoran los equipos de maquinaria agrícola tanto de siembra como de cultivo, lo que ha permitido obtener mejores siembras, con menores problemas de malezas y mejores rendimientos —los cuales han estado entre 2.0 y 2.7 toneladas por hectárea—. En conjunto, estas condiciones han motivado a David Rochín a destinar recursos para la compra de equipos agrícolas especializados para Agricultura de Conservación y también para comprar insumos, como biofertilizantes, para mejorar la microbiología de sus suelos.

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El cultivo de maíz frente a la sequía en México

Sinaloa.- Durante este 2021 y con el verano ya iniciado, México ha vivido bajo una gran incertidumbre a causa de la escasez de agua en lagos, presas, ríos y pozos profundos. Esto ha afectado directa e indirectamente a la agroindustria y a la población en general, particularmente del Noroeste de México. 

En la región Noroeste de México (Sinaloa), la mayor parte de la superficie dedicada a la agricultura es destinada al cultivo de maíz híbrido de alto rendimiento, que requiere de un gran volumen de agua proveniente de alguna de las 12 presas localizadas en el norte y centro-sur del estado —cabe mencionar que el ciclo otoño-invierno 2020-2021 en la entidad se desarrolló de una forma relativamente normal, salvo algunas excepciones donde hubo registro de limitaciones de agua para el campo—.

En Sinaloa, por lo general, se hacen de cuatro a cinco riegos para obtener una buena cosecha de maíz —el promedio estatal de rendimiento es de 11.5 toneladas por hectárea (t/ha)— y esto está determinado por el tipo de clima, suelo, época del año y forma de irrigación —predomina el riego por gravedad—. Hay algunas excepciones donde se hacen de 6 a 8 aplicaciones de agua en terrenos de textura más arenosa, permitiendo que haya productores que obtienen de 16 a 17 toneladas por hectárea, o más, en promedio.

El problema de la escasez de agua en el Noroeste de México es cíclico. Si las lluvias anuales no son abundantes como para recuperar los niveles de las presas al mínimo requerido, se limitaría la superficie de maíz, aunque se podrían establecer otros cultivos de menor demanda hídrica como el garbanzo, frijol, sorgo, entre otros.

Otro efecto podría ser que solo se autoricen dos o tres riegos de auxilio en las superficies establecidas. Esto afecta el rendimiento de la cosecha y más en algunas zonas con suelos arenosos, poco profundos o con poca capacidad de retener la humedad de forma adecuada para el cultivo, especialmente si se considera que las etapas más críticas en el cultivo de maíz —y cuando se requiere una buena humedad en el suelo— son: al momento de la germinación y emergencia de las plantas, durante la floración y en la etapa de llenado de las mazorcas. No tener los niveles óptimos de humedad en estas etapas va en detrimento del rendimiento, que puede ser muy considerable.

En un panorama así, los productores tienen como opción seleccionar variedades que cumplan su ciclo más rápidamente o que tengan características de tolerancia a estas condiciones —aquellos agricultores que deseen asesoría en este sentido pueden contactar a Semillas Ceres, donde los orientarán—. Además, la Agricultura de Conservación les permitirá obtener mejores resultados, en buena medida porque al mantener el rastrojo como cobertura, se retiene mayor humedad en el suelo.  

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La Agricultura de Conservación en el semidesierto

San Juan del Río, Qro.- En las zonas semidesérticas la agricultura no es fácil y, sin embargo, en muchas de ellas es una de las actividades más importantes. Tal es el caso del semidesierto queretano, donde el clima seco, las escasas precipitaciones, los suelos pobres en materia orgánica, entre otros factores, limitan la producción agrícola. De hecho, en esa zona de Querétaro el destino de la producción es para autoconsumo principalmente, y la venta solo cuando hay excedentes. 

Para desarrollar y evaluar prácticas que faciliten la agricultura en esa zona, en el año 2013 se estableció una plataforma de investigación en Santa Rosa Xajay, San Juan del Río, Querétaro. Allí, en la plataforma San Juan del Río I, colaboran el despacho Sustentabilidad Agropecuaria de Querétaro (SAQ) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), evaluando las tecnologías sustentables que buscan dar respuesta a la compleja problemática de la agricultura en el semidesierto queretano. 

La base de las prácticas que se investigan y validan en la plataforma es la Agricultura de Conservación. Gracias al mínimo movimiento del suelo, a la retención de rastrojo en la superficie del suelo y a la diversificación de cultivos (componentes básicos de este sistema de producción sustentable), se ha promovido un mayor rendimiento de maíz con un menor costo de producción debido a la reducción de labranza. 

En un análisis de los resultados de la plataforma hecho recientemente, se encontró que la mayor diferencia en el rendimiento entre la labranza convencional (basada en el movimiento continuo del suelo) y las camas permanentes (práctica derivada de la Agricultura de Conservación que busca minimizar el movimiento del suelo) se observó a partir del tercer año, donde la diferencia fue de 0.2 toneladas por hectárea (t/ha) y cada ciclo se incrementó en la misma proporción, hasta un máximo de 0.6 t/ha en el sexto año (figura 1). 

Cabe mencionar que, si bien no se observó una diferencia considerable en el rendimiento de maíz en camas anchas o angostas, las camas anchas implican un menor movimiento de suelo y un menor gasto de combustible. 

Con respecto al manejo de rastrojo, de acuerdo con los resultados observados se recomienda dejar el rastrojo en la superficie, en pata, y acamado al momento de la reformación de camas. El efecto de la retención de rastrojo se manifiesta mayormente en años secos y en un incremento de la materia orgánica a largo plazo. 

Adicionalmente, el efecto de la rotación de cultivos es muy marcado en el rendimiento de maíz (aun cuando el cambio de cultivo sea con otra especie de gramínea). En promedio de seis años, los tratamientos con maíz y rotación de triticale, avena o frijol superaron al monocultivo de maíz con 0.7, 0.6 y 0.4 t/ha, respectivamente. 

Con respecto a la rotación de cultivos, en la plataforma se ha observado que la siembra en franjas permite hacer un manejo independiente de los cultivos y permite también la siembra de un segundo cultivo cuando existe humedad residual.  Así, se facilita la rotación en la misma parcela y de los cultivos de ciclo corto (como avena o triticale que se cosechan en verde), pudiéndose asociar cultivos forrajeros (sorgo, avena, garbanzo) y para la producción de grano para autoconsumo (frijol, maíz). 

Además de la Agricultura de Conservación, en la plataforma se han evaluado y validado otras prácticas sustentables, como las curvas a nivel, la fertilización integral, entre otras. Las personas que estén interesadas en conocer más sobre estas tecnologías pueden acudir a la plataforma San Juan del Río I, el equipo técnico que en ella colabora lo podrá asesorar. 

Efecto de sistemas de labranza y rotación de cultivos
Figura 1. Efecto de sistemas de labranza y rotación de cultivos sobre el rendimiento de grano de maíz en la plataforma San Juan del Río I, Querétaro, durante 2013-2018. CC=camas angostas con labranza convencional, CCA=camas anchas con labranza convencional; CP= camas permanentes angostas; CPA= camas permanentes anchas; MM= monocultivo de maíz; MT= rotación anual de maíz y triticale; AM= rotación anual de maíz y avena; FM: rotación anual de maíz y frijol.
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La importancia de la rotación de cultivos en la calidad del rastrojo

San Miguel Tlacamama, Oax.- La producción constante de un solo cultivo en un mismo terreno disminuye la capacidad productiva del suelo en el corto tiempo. De igual manera, en terrenos de ladera la capa fértil se pierde si no se implementan medidas de protección. ¿Qué medidas pueden ayudar a la conservación y la de fertilidad de los suelos en laderas para mantener una buena producción por mucho tiempo?

Hay algunas prácticas que aportan beneficios en la protección y fertilidad de los suelos. El rastrojo, por ejemplo, al dejarse sobre la superficie del suelo tiene la función de una capa protectora contra el efecto erosivo de la lluvia, conserva la humedad, brinda protección a los microorganismos y al descomponerse libera nutrimentos. Sin embargo, para lograr una buena salud del suelo —caracterizada por contener una gran diversidad de microorganismos, una buena estructura y producir buenos rendimientos—, es necesario conocer la cantidad y calidad adecuada del rastrojo.

La calidad del rastrojo está determinada en un primer momento por la relación carbono-nitrógeno (C:N), la cual puede tener un efecto significativo en la descomposición de los rastrojos, la cobertura del suelo y el ciclo de nutrimentos (predominantemente nitrógeno). 

¿Por qué es importante esta relación? Porque se trata de los dos elementos esenciales para la nutrición de cualquier organismo, pero su disponibilidad y proceso de degradación en el suelo es algo complejo. Si los residuos son ricos en carbono y pobres en nitrógeno, por ejemplo, la fermentación podría ser lenta y el carbono se podría perder en forma de CO2. O en el caso contrario, si las concentraciones de nitrógeno son altas este se podría transformar en amoníaco, afectando la adecuada actividad biológica.

Así, materiales como el rastrojo de maíz tienen una relación de carbono y nitrógeno (C:N) de 60 a 1 (60:1), en cambio, el follaje verde de leguminosas como el frijol mucuna tienen una relación de 15 a 1 (15:1). Esto significa que la descomposición de materiales ricos en carbono, como el rastrojo del maíz y otros cereales, será lenta, lo cual conlleva a una inmovilización del nitrógeno y para evitar que haya competencia por este elemento entre los microorganismos y la planta, será necesario la aportación de fertilizantes nitrogenados. 

Por el contrario, cuando se incorporan materiales ricos en nitrógeno, la descomposición será rápida, provocando la mineralización del nitrógeno. Lo ideal es lograr una relación de carbono y nitrógeno (C:N) de 30 a 1 (30:1), para que los microorganismos residentes puedan descomponer fácilmente los rastrojos y dejen nutrimentos para las plantas.

En terrenos de ladera, por la función múltiple del rastrojo, se requiere de materiales con una relación de carbono y nitrógeno (C:N) mayor de 30 a 1 (30:1), pues es esencial que esos rastrojos se descompongan para liberar los nutrimentos, formar la materia orgánica y mantener cubierto el suelo por alrededor de 60 días, mientras los cultivos establecidos producen cobertura viva.

En cuanto a la cantidad, es un factor que está en función del tipo de rastrojo (cultivo). Lo ideal es dejar el 100% de rastrojo para lograr la mayor cobertura del suelo; sin embargo, en muchas unidades de producción parte del rastrojo se destina para los animales. Para evitar competencia por los residuos entre el suelo y los animales, se puede optar por establecer cultivos forrajeros. 

Con los resultados de cuatro años de investigación en la plataforma de investigación San Miguel Tlacamama, en Oaxaca, se ha observado que no es suficiente dejar los residuos, sino también diversificar los cultivos. En la figura 1, por ejemplo, se muestra el comportamiento del rendimiento del maíz Tuxpeño amarillo, establecido en monocultivo continuo y en rotación con ajonjolí, calabaza y diferentes abonos verdes.  

Comparación del rendimiento de maíz
Figura 1. Comparación del rendimiento de maíz en grano en rotación vs monocultivo continuo, durante cuatro años de evaluación en La Catalina, San Miguel Tlacamama, Oax.

En los cuatro años de evaluación, el maíz en rotación supera el rendimiento del maíz en monocultivo, de igual manera se observa la disminución paulatina del rendimiento en el monocultivo. Se puede considerar que la rotación o el dejar rastrojos de diferentes cultivos favorecen la calidad del rastrojo, lo cual influye en el rendimiento. En síntesis, es importante poner atención a la calidad y cantidad de material dejado sobre el terreno, las asociaciones aportarán una cantidad mayor de biomasa y las rotaciones, calidad; sin olvidar que un ciclo del plan de rotación debe ser con una leguminosa.

Nota: esta texto forma parte de las ponencias impartidas durante el simposio Diálogos para una Agricultura Sustentable, desarrollado en noviembre de 2020 por el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y que se puede ver completo aquí.



 

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Razones para no quemar el rastrojo

Villagrán, Gto.- La quema de residuos agrícolas (rastrojos) en el estado de Guanajuato está regulada por la Norma NTA-IEE-005/2007 que establece las especificaciones para su gestión integral así como la prevención y control de la contaminación generada por su manejo inadecuado. Entre sus disposiciones, de hecho, destaca que la Agricultura de Conservación es recomendable para reutilizar los residuos de cosecha y evitar así las quemas agrícolas. 

A pesar de los avances en términos normativos, las quemas siguen siendo una práctica común en municipios como Irapuato, Salvatierra, Salamanca, Pénjamo, Tarimoro y Abasolo (Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial de Guanajuato, 2020), donde los productores queman para preparar rápidamente el suelo —por más de 40 años ha predominado una labranza convencional que incluye quemas y el movimiento continuo del suelo, favoreciendo la compactación que afecta el drenaje de las parcelas y el crecimiento de las raíces—.

Las quemas agrícolas han contribuido al deterioro de la cubierta vegetal, han empobrecido las tierras de cultivo —se estima que el  contenido de materia orgánica de los suelos de la zona es menor al 2%— y han hecho que la dependencia a los fertilizantes químicos sea mayor.  Además, afectan la salud pública porque exponen a la población aledaña a los contaminantes e incluso llegan a afectar la visibilidad en las carreteras de la zona debido a la alta concentración de contaminantes en temporadas específicas del año. 

En el estado de Guanajuato la Agricultura de Conservación es una opción para reducir la quema de residuos de cosecha, ahorrar agua y disminuir los costos de producción —al dejar el rastrojo se crea una cobertura natural que protege al suelo de la erosión, reduce la pérdida de agua por evaporación, aumenta la capacidad de retención de humedad, disminuye la compactación, mejora la filtración de la humedad, promueve procesos biológicos y permite recuperar la productividad del suelo—. Además, en las parcelas con riego permite tener los dos cultivos anuales sin desfase en las fechas de siembra que pueden ocurrir por la preparación del terreno.

A pesar de sus amplios beneficios, entre algunos productores aún existe la creencia de que la producción disminuye al implementar Agricultura de Conservación. Para mostrar con resultados los verdaderos efectos de este sistema sustentable, en la plataforma de investigación Villagrán —instalada en 2014 y donde colaboran el Parque Agro tecnológico Xonotli, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), el despacho Consultores y Asesores para la Sustentabilidad Agrícola (CyASA) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se evalúan diferentes prácticas de labranza en maíz y trigo.

Al comparar el rendimiento en la plataforma entre 2017 y 2019 (figura 1), por tomar un ejemplo, se observó que los mejores rendimientos se obtuvieron con Agricultura de Conservación, tanto en maíz como en trigo. Esto es, la Agricultura de Conservación permitió obtener 1.92 toneladas por hectárea (t/ha) más en maíz y 0.43 t/ha más en trigo en comparación con la labranza convencional —también se comparó con un sistema híbrido que consiste en preparar de manera convencional en otoño-invierno y hacer siembra directa en primavera-verano—.

La Agricultura de Conservación permitió tener ahorros de $4,000 por hectárea en cada ciclo de producción: con este sistema se reducen las labores de labranza (solo se reforman camas), limitando el paso del tractor y reduciendo el tiempo de operación de la maquinaría. Además, el mínimo movimiento permite cambiar paulatinamente la estructura del suelo, favoreciendo la aireación, mejorando el control de malezas, el desarrollo y la productividad de los cultivos. 

La condición del suelo al comparar Agricultura de Conservación con labranza convencional es contrastante, ya que sin rastrojo el suelo se agrieta por la pérdida de agua y esto limita la aireación de las raíces —la presencia de grietas es una característica de los suelos tipo vertisol, pero con Agricultura de Conservación se puede disminuir—.

Con la adición de los residuos de cosecha, a mediano plazo, se pueden mejorar las reservas de nutrientes en el suelo. Ya que esto implica un mejoramiento de la fertilidad del suelo, se puede realizar un ajuste en la dosis de fertilización química, reduciendo aún más los costos de producción y disminuyendo la dependencia a estas fuentes.

Cabe mencionar que la Agricultura de Conservación no es exclusiva para grano; en la plataforma de investigación, por ejemplo, también se ha establecido calabacita con riego por goteo —un cultivo altamente rentable para la zona— y se han obtenido resultados muy favorables. 

Si algún productor de la zona está interesado en conocer más sobre los beneficios del manejo de rastrojos, puede acudir a la plataforma de investigación, ubicada en Parque Agro tecnológico Xonotli, carretera Mexicanos-Santa Rita Km. 2, Villagrán, Guanajuato. 

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Figura 1. Rendimiento promedio de maíz (PV 2017, 2018 y 2019) y trigo (OI 2017-2018) bajo diferentes prácticas de labranza. Plataforma de Villagrán, Guanajuato.

Fuentes

  • Arreola-Tostado, J. M., Hernández-MArtínez, M., García-Silva, R., Pons-Hernández, J. L., & Fregoso-Tirado, L. E. (2006). Labranza de conservación: alternativa tecnológica para darle sostenibilidad al sistema de producción de granos en Guanajuato. Ideas CONCYTEG, 1(15), 6. 
  • CCA. (2014). La quema de residuos agrícolas: fuente de dioxinas. Comisión para la Cooperación Ambiental.
  • Mandujano Bueno, A. (2015). Diagnóstico regional y técnico. Plataformas Experimentales MasAgro Guanajuato. Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
  • PAOT presenta los primeros resultados de la campaña Quema de Esquilmos. (2020). Gobierno del Estado de Guanjuato.