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Prácticas para mejorar la fertilidad del suelo en un contexto de cambio climático

 

Rastrojo como cobertura de suelo. Detalle. (Foto: CIMMYT)
Rastrojo como cobertura de suelo. Detalle. (Foto: CIMMYT)

Un reciente artículo de investigación suma evidencia de los beneficios de la agricultura de conservación para mejorar los sistemas de producción agrícola. Este análisis, realizado por un equipo de científicos del CIMMYT, presenta los resultados de varias pruebas en campo que, a su vez, constituyen un mensaje esperanzador: con las prácticas adecuadas es posible restaurar la fertilidad del suelo y garantizar la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más afectado por fenómenos climáticos extremos.

“En México, el maíz es un cultivo que no puede faltar, incluso en el semidesierto. En este artículo, agrupamos los resultados de varias pruebas de campo y pruebas paralelas de proyectos realizados con el apoyo del Gobierno de México en la región semiárida del centro de México, mostrando que la agricultura de conservación aumenta el rendimiento y la rentabilidad, tanto en las pruebas de campo controladas como en las pruebas de campo en condiciones reales de las parcelas de los agricultores”, detalla Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del CIMMYT.

La agricultura de temporal en las regiones semiáridas se ve afectada por patrones de lluvia variables, lo que resulta en bajos rendimientos en los sistemas agrícolas convencionales. Para abordar este problema, señala el estudio, se evaluaron sistemas de cultivo basados ​​en la agricultura de conservación en dos experimentos de campo y en 17 parcelas de agricultores en las tierras altas semiáridas de Querétaro, México, de 2013 a 2020, para evaluar los rendimientos y la rentabilidad.

Así, se comparó el monocultivo de maíz bajo labranza convencional con el cultivo de maíz en camas permanentes con rastrojo como cobertura del suelo, ya sea en monocultivo o en rotación con triticale, avena o frijol.

En el experimento de campo de San Juan del Río, los rendimientos de maíz en camas permanentes promediaron entre 2.4 y 3.5 kilogramos por hectárea (h/ha) durante cinco años, excediendo en un 70% los rendimientos del sistema con labranza convencional, es decir, con movimiento continuo del suelo y sin cobertura.

Aunque en Cadereyta, el otro sitio donde se realizó el estudio controlado, no hubo diferencias de rendimiento significativas entre ambos sistemas comparados, en las parcelas de los agricultores el maíz en camas permanentes rindió un promedio de 3.7 kg/ha, esto es un 70% más que con la labranza convencional. De manera que el sistema más rentable fue el de las camas permanentes.

La investigación destaca la importancia crítica de la salud del suelo, que es la base sobre la que se asienta la producción agrícola. En un contexto de cambio climático, donde las sequías, las inundaciones y la degradación del suelo son amenazas cada vez mayores, el artículo propone soluciones que tienen el potencial de transformar las prácticas agrícolas actuales. “En general, se suma nueva evidencia de que la agricultura de conservación puede mejorar los rendimientos y la rentabilidad del maíz en las tierras altas semiáridas del centro de México”, finaliza Simon Fonteyne subrayando que, si bien el cambio climático representa un desafío global, también ofrece una oportunidad para repensar la manera en que cultivamos y gestionamos nuestros suelos.

Para conocer todos los detalles de este estudio, te invitamos a leer el artículo completo dando clic aquí: https://doi.org/10.1038/s41598-024-80928-8

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El impacto de las quemas agrícolas en el medioambiente y la salud pública

Carlos Beltrán, Presidente de la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora invitando a sumarse a la campaña Sinaloa no quema. (Foto: Hub Pacífico Norte)
Carlos Beltrán, Presidente de la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora invitando a sumarse a la campaña Sinaloa no quema. (Foto: Hub Pacífico Norte)

El 7 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, una fecha establecida por la ONU para crear conciencia sobre la importancia de mantener un aire limpio y reducir la contaminación atmosférica a nivel global. En este contexto, uno de los desafíos más apremiantes que enfrentan muchas regiones agrícolas es la quema de residuos agrícolas, una práctica común pero altamente perjudicial para el medioambiente y la salud pública.

En muchos países, especialmente aquellos con economías agrícolas prominentes, quemar residuos como tallos, hojas y cáscaras es visto como una solución rápida y económica para despejar los campos después de la cosecha. Este método, sin embargo, tiene consecuencias graves. La quema libera una mezcla tóxica de contaminantes al aire, incluyendo gases de efecto invernadero y contaminantes climáticos de vida corta, como el carbono negro, un componente que juega un papel crucial en el cambio climático.

El carbono negro no solo acelera el calentamiento global al absorber la luz solar y calentar la atmósfera, sino que también representa una amenaza directa para la salud humana. Este contaminante puede penetrar profundamente en los pulmones y el sistema cardiovascular, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias, cáncer y otras afecciones graves. Además, las quemas agrícolas generan dioxinas, compuestos altamente tóxicos y cancerígenos que resultan de la combustión incompleta de materiales que pueden contener plaguicidas.

Además de los impactos directos en la salud y el clima, las quemas agrícolas tienen consecuencias locales significativas. Las emisiones contaminantes afectan la calidad del aire en comunidades rurales, donde la exposición a niveles elevados de humo puede causar problemas respiratorios crónicos, especialmente en niños y personas mayores. Además, las quemas reducen la visibilidad en las carreteras, aumentando el riesgo de accidentes de tránsito.

En México, la quema de rastrojos es una práctica arraigada en muchas regiones agrícolas. No obstante, el CIMMYT, en colaboración con socios locales, ha lanzado la campaña «Sinaloa no quema«, con el objetivo de reducir esta práctica en el estado de Sinaloa, una de las principales zonas agrícolas del país.

La campaña promueve los beneficios de mantener el rastrojo en el suelo. El rastrojo, lejos de ser un desecho, actúa como un manto protector que ayuda a conservar la humedad del suelo, mejorar su estructura, y aumentar la fertilidad al descomponerse. Esta práctica, que forma parte de un sistema sustentable conocido como agricultura de conservación, es una de las estrategias clave que el CIMMYT impulsa para lograr una agricultura más sostenible y resiliente al clima.

Las investigaciones científicas apoyan firmemente la eliminación de las quemas agrícolas. Estudios demuestran que los suelos que conservan el rastrojo tienen una mayor capacidad para retener agua y nutrientes, lo que se traduce en rendimientos agrícolas más altos y sostenibles. Además, al evitar las quemas, se previene la liberación de contaminantes atmosféricos peligrosos, contribuyendo a un aire más limpio y a la salud pública.

En este Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, es crucial reflexionar sobre nuestras prácticas agrícolas y considerar alternativas que no solo protejan el medioambiente, sino que también aseguren la salud de las comunidades rurales. El CIMMYT, a través de iniciativas como «Sinaloa no quema», está comprometido a impulsar este cambio, promoviendo prácticas agrícolas sostenibles que beneficien tanto a los agricultores como al planeta.

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Sinaloa No Quema promueve los beneficios de los rastrojos en la agricultura

El técnico Tomás Montoya brindando acompañamiento técnico a productores sinaloenses. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
El técnico Tomás Montoya brindando acompañamiento técnico a productores sinaloenses. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

Cada año, la campaña «Sinaloa No Quema» se desarrolla en el estado de Sinaloa, México, con el objetivo de prevenir las quemas agrícolas y fomentar prácticas más sostenibles entre los productores locales. Esta campaña no solo busca evitar los daños al medioambiente y la salud humana, sino también mejorar la fertilidad de los suelos mediante el aprovechamiento del rastrojo, es decir, los restos de cultivo.

Promovida por SADER, SENASICA, CESAVESIN, SAyG, ayuntamientos locales, CIMMYT, Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora, Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Carrizo, Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle de Culiacán, Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Fuerte, AARFS,  AARSP, AARC, SAFINSA y otras organizaciones, «Sinaloa No Quema» se centra en promover los beneficios científicos de las prácticas sustentables.

Convencionalmente, los agricultores en Sinaloa han recurrido a la quema de rastrojos para limpiar sus tierras después de la cosecha. Sin embargo, esta práctica tiene consecuencias negativas significativas. La quema de restos de cultivo no solo contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero, sino que también puede provocar incendios forestales (o incluso afectar zonas urbanas) y problemas de salud debido a la liberación de partículas tóxicas en el aire. Además, el fuego destruye la materia orgánica y los microorganismos beneficiosos del suelo, lo que a largo plazo reduce la fertilidad y productividad del mismo.

Así, la campaña «Sinaloa No Quema» promueve el aprovechamiento del rastrojo como una alternativa viable y beneficiosa a la quema. Mantener los restos de cultivo en el suelo tiene múltiples ventajas:

  • Aumento de la materia orgánica: Al descomponerse, los rastrojos aportan materia orgánica al suelo, mejorando su estructura y capacidad de retención de agua.
  • Reducción de costos: Al aumentar la fertilidad del suelo de forma natural, se disminuye la necesidad de fertilizantes químicos, reduciendo así los costos para los agricultores.
  • Mejora de la actividad biológica: El rastrojo proporciona alimento y hábitat a microorganismos beneficiosos como bacterias y hongos, que son esenciales para la descomposición de la materia orgánica y el ciclo de nutrientes.
  • Protección del medioambiente: Evitar la quema reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire, contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático.
  • Mayor humedad en el suelo: Mantener los rastrojos como cobertura del suelo permite que este conserve mayor humedad por más tiempo.

El CIMMYT y sus colaboradores han estudiado las prácticas de manejo del rastrojo durante décadas, demostrando sus beneficios agronómicos y económicos. De acuerdo con los especialistas del Hub Pacífico Norte de CIMMYT, al continuar los altos precios de los fertilizantes, el sector agrícola debe integrar el rastrojo a sus tierras debido a la productividad que representa, donde el rastrojo producido por 10 o 12 toneladas por hectárea de maíz puede llegar a representar entre 10 y 15 mil pesos por hectárea, mismos que se estaría ahorrando el productor, señalan.

«Sinaloa No Quema» es una campaña esencial para promover la agricultura sustentable en Sinaloa. A través de la educación y la concientización, busca transformar prácticas tradicionales dañinas en métodos agrícolas modernos y beneficiosos para el medioambiente y la economía local. El CIMMYT y sus colaboradores continúan apoyando esta iniciativa, basándose en décadas de investigación y experiencia para mejorar la salud del suelo y la productividad agrícola. ¡Súmate a esta causa y contribuye a un futuro más sustentable y productivo para Sinaloa!

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Una práctica sencilla que marca la diferencia

Incendio forestal. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)
Incendio forestal. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)

La quema de rastrojo, una práctica común en muchas regiones agrícolas de México, representa una amenaza significativa no solo para el medioambiente, sino también para la vida humana. En el marco del Día Nacional del Combatiente de Incendios Forestales, es crucial reflexionar sobre la importancia de adoptar prácticas agrícolas más sostenibles y seguras, como el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo.

De acuerdo con estadísticas de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, durante 2023, México registró 7,611 incendios forestales que afectaron una superficie de más de un millón de hectáreas (lo que equivale aproximadamente a dos tercios del territorio de la Ciudad de México), la mayor superficie afectada en la última década.

Los estados más afectados fueron Jalisco, México, Ciudad de México, Michoacán, Chihuahua, Chiapas, Puebla, Durango, Guerrero y Veracruz. Además, entidades como Jalisco, Chihuahua, Guerrero, Nayarit, Durango, Sonora, Chiapas, Oaxaca, Sinaloa y Michoacán concentraron el 84 % de la superficie afectada a nivel nacional.

El combate de estos incendios implicó un poco más de 315 mil días-persona, de los cuales el 8.48 % correspondió a voluntarios. Lamentablemente, un 27.29 % de los incendios se debieron a quemas fuera de control relacionadas con actividades agrícolas y pecuarias. Este dato resalta la necesidad urgente de adoptar prácticas agrícolas más sustentables y seguras.

Una de las principales prácticas que contribuyen a los incendios forestales es la quema de los residuos agrícolas o rastrojos. Sin embargo, estos pueden ser aprovechados como una valiosa cobertura del suelo, reduciendo significativamente el riesgo de incendios, y aportando beneficios a largo plazo para la salud del suelo y la productividad agrícola.

En palabras de la señora Abigail, una productora guanajuatense que ha adoptado esta práctica: “Al hacer agricultura sustentable he reducido los costos de producción en muy buena medida, se ha reducido el tiempo en la preparación del suelo y además tenemos la satisfacción de ser parte de la reducción de quemas agrícolas y en la reducción de emisiones de gases que contaminan el ambiente”.

La experiencia de la señora Abigail es un ejemplo claro de los beneficios de esta práctica y de cómo pequeños cambios pueden tener un gran impacto. Entre los beneficios de aprovechar el rastrojo como cobertura del suelo en lugar de quemarlo se encuentran:

  1. Mejora la calidad del suelo: El rastrojo actúa como una capa protectora, reduciendo la erosión y mejorando la retención de humedad en el suelo. Esto es especialmente crucial en regiones propensas a sequías.
  2. Aumenta la biodiversidad del suelo: La materia orgánica del rastrojo proporciona alimento y hábitat para organismos benéficos del suelo, mejorando su fertilidad y estructura.
  3. Ayuda a reducir costos: Al no quemar el rastrojo, se reducen los costos asociados a la preparación del terreno y se disminuye la necesidad de fertilizantes químicos.
  4. Contribuye a mitigar el cambio climático: Al evitar la quema del rastrojo, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo a la mitigación del cambio climático.
  5. Seguridad y salud: La reducción del riesgo de incendios no solo protege el medioambiente, sino que también salva vidas humanas. Cada año, numerosos combatientes de incendios forestales arriesgan su vida para controlar los incendios, y algunas veces, lamentablemente, pierden la vida en el proceso.

El CIMMYT hace un llamado a los agricultores y a las comunidades rurales para que adopten prácticas agrícolas más seguras y sostenibles. Aprovechar el rastrojo como cobertura del suelo es una acción simple que puede salvar vidas y propiciar una agricultura más sostenible y rentable. Este Día Nacional del Combatiente de Incendios Forestales, recordemos la importancia de proteger nuestros recursos naturales y a las personas que trabajan incansablemente para combatir los incendios.

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Esta plataforma de investigación suma evidencia de los beneficios de dejar el rastrojo

Aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo en parcelas de investigación de CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo en parcelas de investigación de CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En el oriente del Estado de México, la plataforma de investigación Texcoco II, ubicada en la estación experimental El Batán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), destaca como un espacio fundamental de investigación y desarrollo para enfrentar los desafíos agrícolas locales. Desde su establecimiento en 1999, esta plataforma ha sido clave en la búsqueda de soluciones innovadoras que mejoren la productividad y la sostenibilidad de los cultivos en una región caracterizada por sus temporales irregulares y una fertilidad del suelo limitada.

El oriente del Estado de México, junto con zonas colindantes en Tlaxcala e Hidalgo, se distingue por su producción de maíz y otros granos básicos como cebada, trigo y alfalfa. Sin embargo, los bajos rendimientos agrícolas debido a la irregularidad de los temporales y la baja fertilidad del suelo representan desafíos significativos para los agricultores locales. Además, la ganadería extensiva complementa esta actividad agrícola en pequeñas parcelas, aprovechando los residuos de cosecha y pastizales naturales para la alimentación del ganado.

La plataforma Texcoco II se ha convertido en un campo de pruebas para diversas prácticas agronómicas destinadas a mejorar la productividad y la sostenibilidad local. Uno de los enfoques principales ha sido la adopción de la agricultura de conservación, destacando el uso de camas permanentes y la retención del rastrojo como métodos clave para conservar la humedad del suelo, mejorar su estructura y reducir la erosión.

Desde su inicio, se han evaluado diferentes técnicas de labranza y manejo del rastrojo, como camas convencionales, camas permanentes angostas y anchas, etcétera. De acuerdo con los responsables de la plataforma, “de 2006 a 2019 el rendimiento promedio del maíz cultivado en camas permanentes angostas fue mayor donde se dejó todo el rastrojo en el terreno —siete toneladas por hectárea (t/ha) para maíz y cuatro para trigo— que donde se removió”, lo cual representa rendimientos superiores en comparación con las prácticas de labranza convencional que logran 5 y 3.1 t/ha, respectivamente.

Estos resultados han sido consistentes a través de los años, sumando evidencia de la enorme utilidad que tiene el aprovechamiento de los residuos de cosecha, o rastrojos, que regularmente son quemados o removidos en la agricultura convencional. Además, la retención total del rastrojo en las camas permanentes ha mostrado beneficios adicionales, como una mejor estructura del suelo y una tasa de infiltración de agua significativamente mayor (36.3 cm/h), en contraste con las camas sin rastrojo (12.4 cm/h).

Los resultados obtenidos en la plataforma Texcoco II no solo aportan soluciones para la agricultura local, sino que también tienen el potencial de influir en prácticas agrícolas a nivel global, especialmente en regiones con condiciones agroecológicas similares. La combinación de investigación rigurosa y colaboración multidisciplinaria con instituciones locales, universidades y organizaciones civiles es fundamental para ampliar el alcance y la aplicabilidad de estas innovaciones.

Así, la plataforma de investigación Texcoco II representa un ejemplo destacado de cómo la investigación aplicada puede abordar desafíos agrícolas complejos mediante soluciones innovadoras y sostenibles. Con un compromiso con la excelencia científica y el impacto positivo en las comunidades, CIMMYT y sus colaboradores continúan trabajando en la promoción de sistemas agrícolas resilientes y rentables en México y más allá.

La presente información forma parte de los Avances en agricultura sustentable: resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-2021, integrados en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía, un ejemplo de cómo la colaboración entre instituciones académicas, gubernamentales y de investigación permite formular soluciones para los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo.

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Los rastrojos y la Madre Tierra

Parcela de productor cooperante donde se siembra sobre rastrojo. (Foto: CIMMYT)
Parcela de productor cooperante donde se siembra sobre rastrojo. (Foto: CIMMYT)

Los recursos de la Madre Tierra —término que hace referencia a la interdependencia existente entre todos los seres vivos (incluyendo a los seres humanos) y el planeta— se están agotando rápidamente por diversas acciones del hombre. La agricultura sustentable es una alternativa que aporta mucho para reestablecer el equilibrio natural que cada vez parece más lejano.

La agricultura ocupa el 36.8% de la superficie en el mundo (Banco Mundial, 2021) y se estima que, debido a prácticas inadecuadas, en la región de América Latina y el Caribe produce 26.7% de los gases de efecto invernadero que favorecen el cambio climático (Cepal, 2020). Sus efectos en el medioambiente incluyen la contaminación del agua, aire y suelo del planeta, por lo que es urgente transitar hacia una agricultura más sustentable que permita restaurar la Tierra.

Los rastrojos, que son los residuos agrícolas que normalmente se usan como forraje o se queman para “limpiar” la zona de cultivo, podrían convertirse en el catalizador de acciones en favor de la Madre Tierra, y es que dejar el suelo desnudo no es una buena idea y el CIMMYT explica por qué.

Con casi seis décadas de investigación científica, el CIMMYT ha estudiado las prácticas más adecuadas para la conservación de los recursos. Desde 1992 ha investigado el efecto de las quemas agrícolas, documentando ampliamente los beneficios de dejar el rastrojo sobre el suelo: ayuda a conservar la humedad, protege de la erosión, mejora la estructura del suelo e incrementa la cantidad de materia orgánica, entre muchos otros beneficios.

¿Cómo puede el rastrojo, considerado muchas veces basura, ayudar a cuidar a la Madre Tierra? Para iniciar, al aprovecharlo para nutrir el suelo se evita que su combustión genere CO2 —uno de los principales gases de efecto invernadero— y otros gases contaminantes, pero también se evita que el suelo pierda importantes funciones ambientales, como equilibrar el clima, repartir las lluvias y capturar CO2. Además, el manejo de los rastrojos y la mínima labranza mejoran la calidad del suelo y requieren un menor número de pasos de maquinaria, lo que redunda en menos emisiones de gases contaminantes.

Con la participación de gobiernos, empresas, universidades y sociedad civil, el CIMMYT ha impulsado campañas en diversos puntos del país para evitar las quemas agrícolas y fomentar el aprovechamiento del rastrojo.

Dejar el rastrojo sobre el suelo ha permitido que muchos agricultores mejoren su producción, restauren la funcionalidad de sus suelos y optimicen su consumo de agua. Los beneficios de esta pequeña acción, sin embargo, pueden ser potencializados cuando se combinan con otras prácticas sustentables o cuando se integran a sistemas de producción como la agricultura de conservación, que además de la cobertura del suelo tiene a la diversificación de cultivos y la mínima labranza como componentes básicos.

Este Día de la Madre Tierra te invitamos a conocer historias sobre cómo estos infravalorados residuos agrícolas pueden hacer la diferencia en un mundo más cálido y seco. CIMMYT, a través de iniciativas como AgriLAC Resiliente y Excelencia en Agronomía —entre otros proyectos innovadores con distintos colaboradores—, promueve el aprovechamiento de los rastrojos por ser una de las prácticas con sólida evidencia científica para mejorar la salud de los suelos:

El Niño, la sequía y el rastrojo: El fenómeno de El Niño se está presentando en México y Centroamérica con sequías severas. Prácticas de agricultura de conservación, como la cobertura del suelo con rastrojo, ofrecen una vía para que los agricultores de la región no pierdan sus cultivos.

El rastrojo hace la diferencia: Conservar los rastrojos sobre la superficie de las parcelas aporta muchos beneficios, y por eso esta práctica es uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación.

La importancia del rastrojo en tu parcela: Ante el aumento del costo de fertilizantes el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo permite reducir la dependencia de la fertilización inorgánica.

Riego eficiente, fundamental para no sobreexplotar acuíferos: En las zonas áridas y semiáridas de México el agua subterránea es clave para la agricultura. A través del proyecto Aguas Firmes se promueve la optimización de los sistemas de riego y el tránsito a sistemas de producción sustentables para cuidar este valioso recurso.

Soluciones ambientales desde la agricultura: Agriba Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el CIMMYT que está impactando positivamente en la producción de trigo del Bajío mexicano mediante prácticas que suman al cuidado del medioambiente.

Ante la baja disponibilidad de agua optan por cultivar con agricultura de conservación: Técnicos de Cultivando un México Mejor explican cómo la adopción de sistemas como la agricultura de conservación brinda una oportunidad para mantener la producción agrícola ante la limitada disponibilidad de agua.

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Manejo de residuos, un enfoque hacia la conservación del suelo

Manejo de residuos en cultivo de trigo. (Foto: CIMMYT)
Manejo de residuos en cultivo de trigo. (Foto: CIMMYT)

La agricultura sustentable se ha convertido en un imperativo global para garantizar la seguridad alimentaria y preservar el medioambiente. En este contexto, el manejo adecuado de los rastrojos, los residuos de cosecha que suelen ser pasados por alto, desempeña un papel crucial en la promoción de prácticas agrícolas respetuosas con el entorno.

Los rastrojos o socas son los residuos de cultivos que quedan en el campo después de la cosecha. Estos pueden incluir tallos, hojas y otros restos vegetales. Aunque la quema de rastrojos ha sido una práctica común, esta contribuye al cambio climático y afecta negativamente a los organismos microscópicos en el suelo. Esto es relevante porque la vida microscópica, incluyendo bacterias y hongos, desempeña un papel crucial en la degradación de la materia orgánica y en los ciclos de elementos esenciales para la fertilidad del suelo.

En este sentido, conservar los rastrojos ayuda a mantener la vida microbiana del suelo y contribuye a mejorar su estructura física: por un lado, dejar los rastrojos en la superficie del suelo actúa como una barrera natural que previene la erosión. Esto es fundamental para mantener la salud del suelo y la sostenibilidad a largo plazo de la tierra de cultivo. Además, durante la descomposición de los rastrojos se liberan nutrientes esenciales en el suelo, como nitrógeno, fósforo, potasio y calcio, reduciendo así la dependencia de fertilizantes inorgánicos.

Aprovechar los rastrojos como cobertura del suelo no solo reduce el impacto ambiental de las quemas agrícolas, sino que también tiene un valor económico, por lo que esta práctica es una alternativa viable y rentable que ayuda a mejorar la fertilidad y la productividad del suelo.

En Sonora, en la plataforma de investigación Cajeme I, por ejemplo, se ha investigado el uso de residuos como cobertura en camas permanentes desde el año 2006, confirmándose que “los rendimientos de camas permanentes con retención total o parcial de rastrojo tienen mayor valor —promedio de 7.4 toneladas por hectárea (t/ha)— que cuando el rastrojo es quemado o incorporado con la labranza, esto lo vemos en rotación con cultivo de maíz en verano”, señalan los responsables de la plataforma.

“Por su parte, en la plataforma Cajeme II la siembra en camas permanentes con cobertura con rastrojo ha tenido, desde el ciclo otoño-invierno 2014-15, un mayor rendimiento que las camas permanentes sin cobertura, con una diferencia promedio de 0.3 t/ha”, apuntan los investigadores de esta plataforma.

Evidencia como la generada en estas plataformas sonorenses confirman entonces la pertinencia de aprovechar los rastrojos. Por esta razón, este enfoque para el manejo de residuos forma parte del Menú de tecnologías validadas – Trigo de riego en Sonora. Te invitamos a consultarlo completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.

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El maíz criollo en rotación con frijol, gran opción para la Mixteca Poblana

Maíz nativo cultivado con prácticas sustentables. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Maíz nativo cultivado con prácticas sustentables. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

En la Mixteca Poblana la mayoría de los agricultores siembran maíces y frijoles criollos para el autoconsumo. El rendimiento promedio de maíz, sin embargo, es bajo —de 0.8 a 1.3 toneladas por hectárea (t/ha)— y, adicionalmente, se reporta que cada ciclo aproximadamente el 50 % de la superficie sembrada termina siniestrada (SIAP, 2021).

Los bajos rendimientos se deben principalmente a la escasez de lluvia, a los suelos degradados y a la prevalencia de prácticas convencionales —como labranza excesiva y remoción del rastrojo (el cual se emplea para alimentar ganado caprino)— que contribuyen a la degradación de los suelos.

Para generar opciones que permitan a los agricultores de esta zona incrementar el rendimiento y la rentabilidad del maíz y el frijol y, al mismo tiempo, conservar y mejorar el suelo, en la plataforma de investigación Molcaxac —donde colaboran el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario no. 305 (CBTA 305) y CIMMYT— se evalúan distintos tipos de labranza y manejos de residuos, a fin de identificar aquellas prácticas que le ayuden a los agricultores a superar las principales limitantes del rendimiento del cultivo del maíz en la región.

Considerando que en la región es más aconsejable sembrar maíz criollo que maíz híbrido —su mayor adaptación a las condiciones del clima y los suelos de esta zona específica ha contribuido a que su rendimiento promedio sea mayor—, destaca que tras seis años de evaluación el rendimiento promedio de maíz criollo es mayor al rotarlo con frijol (1.7 t/ha) que al tenerlo como cultivo único (monocultivo) (1.1 t/ha).

Con respecto al rendimiento promedio de grano de maíz, este fue mayor (0.92 t/ha) con labranza mínima —siembra directa con aporque en V8— que con labranza convencional —barbecho, dos pasos de rastra, surcado y aporque— (0.69 t/ha); y también mayor en camas permanentes —otra forma de reducir la labranza— (1.31 t/ha) que de la forma convencional (0.64 t/ha).

Adicionalmente, sembrar en camas permanentes dejando el rastrojo sobre la superficie del terreno resultó en un incremento en el rendimiento y, por tanto, de los ingresos —para el caso de esta evaluación, en el orden de los tres mil pesos por hectárea (2,924 MXN/ha) —. Además, al solo hacer reformación de camas (800 MXN/ha) y manejo de rastrojo (350 MXN/ha), los costos de producción disminuyeron (2,950 MXN/ha) al evitar dos pasos de rastra, barbecho, surcado y primera labor lo cual hace que, en promedio, en la zona los tratamientos con camas permanentes sean casi seis mil pesos (5,900 MXN/ha) más rentables que la práctica convencional.

En suma, usando en conjunto los tres componentes básicos de la agricultura de conservación —labranza mínima, cobertura del suelo con rastrojo y diversificación de cultivos— el rendimiento promedio de maíz criollo fue mayor (1.7 t/ha) que con labranza convencional (0.7 t/ha) durante seis años de evaluación.

El presente, forma parte de los Avances en Agricultura Sustentable. Resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-2021, de CIMMYT, editado en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía de CGIAR.

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Cuando las sequías se presentan, esta tecnología puede hacer la diferencia

La Mixteca de Oaxaca (México) es, en general, una región árida. Ahí, la variabilidad climática es notable y las sequías se han agudizado en años recientes. Hacia el primer bimestre de 2023, por ejemplo, de los 150 municipios de Oaxaca declarados por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) con algún grado de sequía, 100 eran de la Mixteca —86 de ellos con sequía severa—. Dadas las afectaciones a las cosechas, la de 2023 es considera como una de las sequías más severas registradas para esa región.

La Mixteca se caracteriza por el deterioro de sus recursos naturales —presenta severos problemas de deforestación—, principalmente el suelo y la vegetación, lo que repercute en la baja producción de los cultivos. Este problema se relaciona con los sistemas de producción convencionales, basados en el monocultivo, extracción de residuos agrícolas (rastrojos) y manejo del suelo, a lo que se suma la escasa y errática distribución de la lluvia.

"El corazón de la Mixteca! o "Cerro de los Corazones", muestra los efectos de la severa erosión de la región. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
«El corazón de la Mixteca», o «Cerro de los Corazones», muestra los efectos de la severa erosión de la región. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Una tecnología sustentable validada para esta región de México, particularmente útil para tiempos de sequía, es la inclusión del rastrojo en labranza mínima. “Comparada con la labranza convencional —un barbecho a 30 cm de profundidad más un paso de rastra a 10 cm— sin rastrojos, la retención de estos residuos de cosecha en labranza mínima —roturación del suelo con subsuelo de tres ganchos a una profundidad de 40 cm— incrementó el rendimiento de maíz criollo 208 kilogramos por hectárea en promedio”, señalan los responsables de la plataforma de investigación Yanhuitlán.

La de Yanhuitlán forma parte de una red de plataformas impulsada por CIMMYT —centro de investigación internacional basado en México que busca consolidar sistemas agroalimentarios sustentables y resilientes— y sus colaboradores, la cual constituye una de las más grandes e importantes redes de investigación agronómica a nivel global.

Los resultados consistentes de seis años de investigación en la plataforma de Yanhuitlán indican que la labranza mínima dejando los residuos en campo es “una alternativa viable para la región de la Mixteca. El beneficio de esta labranza en mantener más humedad disponible para el cultivo se expresa más durante los periodos de sequía, como en 2019 cuando el rendimiento fue de 2.2 toneladas por hectárea en labranza mínima contra 680 kilogramos por hectárea en labranza convencional”, mencionan los investigadores.

Don Abundio, productor de Oaxaca, muestra el rastrojo que usa como cobertura en su parcela, práctica que se ha validado en plataformas de investigación en el marco de la metodología del Hub. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Don Abundio, productor de Oaxaca, muestra el rastrojo que usa como cobertura en su parcela, práctica que se ha validado en plataformas de investigación en el marco de la metodología del Hub. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Con respecto al costo de producción, este “fue 800 pesos por hectárea (800 MXN/ha) menor que el de la labranza convencional (2,000 MXN/ha) y registró una utilidad neta promedio de un poco más de 12 mil pesos por hectárea ($12,045 MXN/ha), contra los cerca de 11 mil pesos por hectárea ($10,846 MXN/ha) de la labranza mínima. Así, la inclusión del rastrojo —cuyo valor está estimado en cerca de $3,500 MXN/ha en la región— incrementaría la utilidad neta promedio de la labranza convencional a $14,346 MXN/ha”, puntualizan.

Por estos resultados consistentes, y por ser particularmente útil en tiempos de sequía, la labranza mínima dejando los residuos es una de las tecnologías que forman parte del #MenúTecnológicoSostenible de Oaxaca.

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El campo en 2024, un contexto de cambio climático y El Niño

Parcela del Bajío mexicano donde se aprovecha el rastrojo como cobertura del suelo. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)
Parcela del Bajío mexicano donde se aprovecha el rastrojo como cobertura del suelo. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)

En el comienzo del año 2024, el escenario climático presenta desafíos significativos para los sistemas agroalimentarios a nivel global. Con el fenómeno de El Niño vigente, las predicciones meteorológicas y los informes de organismos como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) señalan una continua alteración de las condiciones climáticas.

De acuerdo con la más reciente actualización de la NOAA sobre El Niño (Oscilación del Sur de El Niño o ENSO, por sus siglas en inglés), se espera que este fenómeno persista durante el invierno del hemisferio norte, con una transición a condiciones de ENSO neutral entre abril y junio de 2024, con una probabilidad del 60%. La OMM estima que este episodio de El Niño se extenderá al menos hasta abril de 2024, contribuyendo a un aumento adicional de las temperaturas en tierra y océano.

Este fenómeno, exacerbado por los niveles récord de gases de efecto invernadero, plantea amenazas considerables, incluyendo olas de calor, inundaciones, crecidas y sequías. En los últimos nueve años, las temperaturas globales han alcanzado niveles sin precedentes, y la continua concentración de dióxido de carbono en la atmósfera indica un calentamiento continuo.

De acuerdo con los principales sistemas de seguimiento meteorológico, a pesar del tránsito de El Niño a una fase neutra, se espera que en 2024 se intensifique todavía más el calor dado que las consecuencias de El Niño en las temperaturas mundiales suelen ser más importantes después de que el episodio haya alcanzado su punto álgido.

El aumento de las temperaturas y la variabilidad climática asociada a El Niño generan un riesgo significativo para la seguridad alimentaria. La sequía, en particular, se presenta como una amenaza aguda para las regiones afectadas, como Centroamérica y el sur de México. La FAO advierte sobre la necesidad urgente de adaptar los sistemas de producción agrícola a escenarios de sequías más pronunciadas, donde millones de vidas y medios de subsistencia podrían estar en riesgo.

En este contexto desafiante, CIMMYT destaca la importancia de estrategias de adaptación y mitigación, donde sistemas como la agricultura de conservación constituyen una vía probada para que los agricultores logren hacer frente a las sequías, señalan investigadores de CIMMYT.

En el contexto de un clima en constante cambio, las perspectivas para los sistemas agroalimentarios en 2024 demandan una acción concertada. El impacto de El Niño y el cambio climático no son solo desafíos futuros; ya están afectando a comunidades vulnerables. La adopción de prácticas sostenibles, como la agricultura de conservación, emerge como una estrategia crucial para enfrentar estos desafíos y garantizar la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más inhóspito.