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Pulgones en la cebada, hacia un manejo sin plaguicidas

Los pulgones o áfidos son insectos que aumentan su población en condiciones de altas temperaturas. (Ilustración: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Los pulgones o áfidos son insectos que aumentan su población en condiciones de altas temperaturas. (Ilustración: Francisco Alarcón / CIMMYT)

Los pulgones son una plaga que se alimenta de la savia de diversos cultivos, particularmente trigo y cebada. Al alimentarse, estos insectos “chupadores” debilitan las plantas y pueden provocar el desarrollo deficiente del cultivo, reduciendo su rendimiento entre 30 y 50 % si no son manejados adecuadamente —ocurren pérdidas significativas particularmente cuando hay más de 60 pulgones por tallo durante la etapa de floración—.

Además del significativo daño relacionado con el rendimiento, las ninfas y adultos de pulgones ocasionan diversos daños a los cereales de grano pequeño, como la inyección de toxinas, la transmisión de virus —como el del enanismo amarillo de la cebada (BYDV, por sus siglas en inglés)—, distintos tipos de estrés, falta de nutrimentos suficientes, y la inhibición del llenado del grano. Incluso el líquido dulce que secretan, conocido como mielecilla, causa un daño indirecto porque aumenta el contenido de impurezas en el grano durante la cosecha y, sobre todo, porque propicia el desarrollo de un hongo que afecta la fotosíntesis de la planta.

Entre las especies de pulgones que atacan a los cereales destacan el pulgón de la espiga (Sitobion avenae), el pulgón amarillo del follaje (Metopolophium dirhodum), el pulgón negro del follaje (Rhopalosiphum padi), y los transmisores de la enfermedad viral BYDV, que son el pulgón ruso (Diuraphis noxia) y el pulgón verde del follaje (Schizaphis graminium), siendo este último una de las especies más predominantes en los cultivos de trigo y cebada.

Los pulgones o áfidos son insectos que aumentan su población en condiciones de altas temperaturas, por esto es necesario realizar el muestreo del cultivo a partir de la etapa de encañe y determinar qué tanta población existe tanto del insecto plaga como de insectos benéficos y otros organismos, ya que entre estos existen parasitoides, entomopatógenos  —microorganismos capaces de causar una enfermedad al insecto plaga— y depredadores que pueden contribuir al control de los pulgones. 

En la región de El Bajío, en México, a través del proyecto Cultivando un México Mejor —de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se ha promovido el aprovechamiento de la biodiversidad para el control de pulgones a fin de disminuir el uso de insecticidas y consolidar una producción sustentable de cebada. 

Al priorizar una agricultura basada en prácticas sustentables también se ha favorecido a las poblaciones de insectos benéficos, mismas que se han aprovechado para el control de pulgones: las catarinitas o cajitas —familia Coccinellidae—, por ejemplo, depositan más de 300 huevecillos en hojas o tallos cerca de colonias de pulgones. Las larvas, oscuras y con forma de “caimancitos”, llegan a consumir hasta 500 presas por día, siendo los pulgones uno de sus principales alimentos. 

Otro insecto depredador de pulgones es el “León de los áfidos”, conocido comúnmente como crisopa (Crysoperla sp.), que es muy voraz en estado larvario y llega a devorar más de 200 presas por día, contribuyendo a reducir la población de pulgones significativamente. Algunos otros insectos benéficos encontrados en el cultivo de trigo y cebada en El Bajío son el Collops sp. y catarina rayada (Paranaemia vittigera).

Finalmente, es importante reconocer que estos insectos benéficos contribuyen a reducir y mantener al límite las poblaciones de insectos plaga para evitar aplicaciones de insecticidas, pero para que esta biodiversidad sea funcional es necesario implementar otras prácticas agronómicas sustentables, como la agricultura de conservación, a fin de conseguir y mantener suelos sanos, base de esta biodiversidad. 

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Control de pulgón en trigo con productos de bajo impacto

Franjas cloróticas y hojas enrolladas en el cultivo de trigo debido a presencia del pulgón ruso (Diuraphis noxia M.). (Foto: CIMMYT)
Franjas cloróticas y hojas enrolladas en el cultivo de trigo debido a presencia del pulgón ruso (Diuraphis noxia M.). (Foto: CIMMYT)

La principal plaga que se presenta en el cultivo del trigo en el Valle del Yaqui, en el estado mexicano de Sonora, es el pulgón. Generalmente los productores controlan la plaga con imidacloprid, que es aplicado por avionetas fumigadoras. Imidacloprid, sin embargo, es un insecticida con un alto impacto ambiental que no solamente elimina áfidos (pulgones), sino también insectos benéficos como abejas o enemigos naturales de las plagas como catarinas, sírfidos —o moscas de las flores— y avispas que parasitan a los pulgones. 

Eliminar a los enemigos naturales de las plagas implica que éstas pueden regresar más fácilmente después de la aplicación ya que tienen una mayor capacidad de reproducción que sus enemigos. Esto puede traer como consecuencia que se requiera hacer aplicaciones subsecuentes de insecticidas. Además, el insecticida en mención también es considerado tóxico para los seres humanos por lo que es necesario buscar alternativas que sean más amigables con el medioambiente y la salud humana, pero que también tengan la misma eficiencia de control de pulgones.

En el Campo Experimental Dr. Norman E. Borlaug (CENEB) en Ciudad Obregón, Sonora, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Patronato para la Investigación y Experimentación Agrícola del Estado de Sonora (PIEAES) desarrollaron un ensayo durante dos ciclos consecutivos para evaluar estrategias para el control del pulgón con productos más amigables con el medioambiente que aquellos que comúnmente se utilizan en los campos de los productores —que tienen imidacloprid como ingrediente activo—. En ambos ciclos, el cultivo utilizado fue trigo harinero variedad Borlaug 100, sembrado a doble hilera. 

Para comparar el efecto de las distintas opciones disponibles se establecieron tratamientos con productos de bajo impacto ambiental (neem, lupiradifurone, sulfoxaflor y spirotetramat), como con un testigo sin aplicación y un tratamiento con imidacloprid. Además, para el monitoreo del pulgón se utilizaron trampas de color que permitieron conocer la incidencia de la plaga. Así mismo, se hicieron muestreos en todas las parcelas para determinar el momento de la aplicación de los productos. 

Durante el primer año del ensayo los productos que mejor controlaron la población promedio de pulgones por planta fueron imidacloprid y sulfoxaflor, mientras que el mayor número de pulgones estuvo en las parcelas con aplicación de neem y en el testigo.

En el segundo año del ensayo los productos que mejor controlaron la población promedio de pulgones por planta fueron imidacloprid y sulfoxaflor, mientras que el mayor número de pulgones estuvo en las parcelas con aplicación de spirotetramat  y el testigo sin aplicación. 

Aunque sigue siendo necesario continuar con las investigaciones, este ensayo contribuye a la identificación de alternativas de bajo impacto ambiental para el control del pulgón. Además de la opción de bajo impacto ambiental que destacó en el ensayo, el manejo agroecológico de plagas es una alternativa que también puede aportar resultados positivos en la materia.