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Variabilidad climática causa incertidumbre entre agricultores

Pláticas de sensibilización sobre utilidad del seguro agrícola, en la zona de las Altas Montañas, en Veracruz, México. (Foto: Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo)
Pláticas de sensibilización sobre utilidad del seguro agrícola, en la zona de las Altas Montañas, en Veracruz, México. (Foto: Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo)

En Veracruz, México, las condiciones climatológicas son más extremas cada año. De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), en promedio, más del 70% de los municipios de este estado presentan un aumento de vulnerabilidad al cambio climático, que se percibe con periodos de sequía cada vez mas prolongados, temperaturas cada vez más altas (o más bajas, dependiendo la temporada) y una escasez de agua cada vez mayor. 

Por supuesto, toda esta variabilidad afecta la producción agrícola ya que en Veracruz predomina la producción de temporal. Así, ahora es más común que cada ciclo los productores de temporal cultiven superficies menores, pues una vez que se siembra el riesgo de pérdida por algún fenómeno meteorológico es alto.

Para buscar y brindar alternativas que les permitan a los agricultores de la zona centro del estado disminuir los efectos de estos fenómenos, Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo (TAAC) promueve la adopción de prácticas y tecnologías como la agricultura de conservación, el diagnóstico de parcela, la mecanización adecuada, la implementación de cultivos alternativos, el manejo agroecológico de plagas, entre otras. 

TAAC es una Sociedad Cooperativa que desde el año 2005 trabaja con productores del centro de Veracruz (la zona de las altas montañas) y desde el 2015 colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover prácticas sustentables en el marco de la iniciativa Cultivos para México, que impulsa la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT.

Otra alternativa que se ha buscado para contribuir a garantizar la inversión de los productores y que de esta manera tengan una mayor certidumbre para establecer sus cultivos ha sido el seguro agrícola, una opción que brinda respaldo económico en caso de haber siniestros por condiciones climatológicas.

A pesar de que en ciclos anteriores ha habido pérdidas a causa de las sequías y las heladas principalmente, los agricultores de la zona no tienen la cultura del aseguramiento. Su uso, comúnmente, es en superficies acreditadas con algún crédito, en donde el productor ve el hecho de pagar una cobertura más como requisito que como una opción de certeza agrícola.

 A través de la vinculación de TAAC con el Fondo de Aseguramiento Agrícola del Citlaltépetl se trabaja de manera conjunta para concientizar a los productores de la zona para que conozcan los beneficios de un seguro agrícola y si, así lo deciden, en ciclos posteriores contraten una cobertura que les permita establecer sus cultivos con la garantía de que en caso de siniestros por causas externas a ellos (principalmente por efectos climatológicos) puedan recuperar su inversión.

Adicionalmente, en la zona de las altas montañas de Veracruz se ha trabajado conjuntamente en el desarrollo de capacidades (en productores y técnicos) para la elaboración de planes de manejo de los cultivos a establecer, tomando como referencia los resultados de los diagnósticos parcelarios y los escenarios de cambio climático. Esto es importante porque en la zona no se suelen realizar estas actividades que, junto con las prácticas sustentables, permiten avanzar en la mitigación y adaptación al cambio climático. 

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Cambio climático obliga a modificar calendario agrícola

Siembra de maíz en dos fases en el municipio de Mecayapan, Veracruz, México. Foto: DECOTUX
Siembra de maíz en dos fases en el municipio de Mecayapan, Veracruz, México. Foto: DECOTUX

El cambio climático es una realidad. Posiblemente el término aún no sea de uso común en el habla cotidiana de la sociedad, pero sí las referencias a un clima cambiante, a la dificultad para distinguir las estaciones que antes estaban bien definidas, al aumento en el número y magnitud de fenómenos como los huracanes y las sequías y, particularmente, a la irregularidad de las lluvias.

Los cambios en los regímenes de lluvias aumentan las probabilidades de pérdidas de cosechas en el corto plazo, pero también las probabilidades de que se reduzca la producción a largo plazo por la disminución de la disponibilidad de agua en los ciclos consecutivos. Esto no solo afecta a los agricultores, sino a toda la sociedad porque representa una amenaza directa a su seguridad alimentaria. 

La Sierra de Santa Marta, en el estado mexicano de Veracruz, es uno de esos lugares donde el cambio climático se ha manifestado con modificaciones en las lluvias. Los agricultores locales —de los municipios de Tatahuicapan, Mecayapan y Soteapan—, que dependen del temporal, han tenido que modificar sus sistemas de producción, pero en este cambio no todas las prácticas que han adoptado han funcionado como se esperaba, repercutiendo incluso en la conservación del suelo. 

Para brindar a los productores de esta zona mejores herramientas para adaptarse al cambio climático, un grupo de promotores de la agricultura sustentable —Desarrollo Comunitario de los Tuxtlas (DECOTUX)— instaló un módulo de innovación para evaluar y promover, junto con los productores, prácticas agrícolas que buscan reducir el impacto de la escasez de lluvias y asegurar mejores rendimientos en la producción de maíz. 

En el módulo, instalado en el marco de la iniciativa Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, se trabaja para adaptar las prácticas agrícolas locales y brindar opciones que eviten o reduzcan otras prácticas como la roza, tumba y quema, facilitando la transición hacia una agricultura sustentable.

Por diversas circunstancias históricas, las tierras que eran de uso comunal y con periodos de descanso de hasta cinco años, fueron fraccionadas, delegando a cada agricultor una reducida zona de trabajo. Esto favoreció que los periodos de descanso del suelo se redujeran, los suelos se empobrecieran y aumentaran las quemas sin supervisión adecuada. 

“Han sucedido accidentes de cientos de hectáreas, arrasando varias comunidades entre potreros, cafetales, acahuales, vegetación primaria, fragmentos de vegetación y bosques de pino y encino locales”, menciona el equipo de DECOTUX, poniendo de relieve la importancia de este módulo de innovación, ya que la escasez de lluvias y el incremento de la temperatura aumentan también el riesgo de incendios de grande magnitud.

Además de fomentar el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo en lugar de quemarlo, realizar análisis de suelos, evaluar distintas variedades de semillas —nativas e híbridas a fin de identificar las más adecuadas para la zona y las nuevas circunstancias climáticas—, y otras prácticas para mejorar la fertilización y el manejo de plagas y enfermedades, una de las principales acciones que se desarrolla en el módulo es el ajuste de las fechas de siembra y otras labores de acuerdo con las nuevas circunstancias climáticas. 

“Debido a la irregularidad de los periodos de lluvia se ha pasado de un ciclo a dos ciclos productivos. Esto está fundamentado en la información de la estación meteorológica de DECOTUX que permitió realizar el análisis de datos meteorológicos con relación a las fechas de actividades culturales en los predios de siembra”, señala la organización. 

“Con la información obtenida, y en comparación a años anteriores, se ha identificado que algunos de los efectos directos del cambio climático en la zona han sido la modificación del régimen pluviométrico, cambios en la velocidad y ocurrencia de vientos y aumento de horas calor. Esto ha afectado considerablemente el calendario de siembra de los productores quienes tratan de acertar las fechas óptimas para la siembra”.

De entre los métodos que han adoptado los agricultores para reducir las pérdidas está la siembra seccionada. “Esta les permite salvar el 50% de la materia prima en caso de las condiciones climáticas no sean adecuadas en alguna de las fechas de siembra”, mencionan los técnicos de DECOTUX.

A través de este trabajo conjunto se busca ofrecer prácticas y tecnologías probadas que le permitan a las familias productoras mitigar y adaptarse al cambio climático. Esto es además una oportunidad para desarrollar procesos participativos en la construcción del conocimiento, a fin de involucrar a las familias y replicar los aprendizajes dentro de las comunidades. 

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Qué son los abonos verdes y los cultivos de cobertura 

Cultivo de cobertura en los Valles Centrales de Oaxaxa, México. Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real
Cultivo de cobertura en los Valles Centrales de Oaxaxa, México. Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real

Los cultivos extraen los nutrientes del suelo durante su desarrollo. Si no se adoptan prácticas para mantener y mejorar la fertilidad —como mantener los residuos de cosecha como cobertura—, este desgaste continuo y la erosión disminuyen la fertilidad y la profundidad de los suelos, ocasionando que el rendimiento sea cada vez menor. 

En los Valles Centrales de Oaxaca, México, la aplicación de fertilizantes químicos no es sostenible debido, entre otros factores, a la alta variabilidad del temporal y la escasez de recursos económicos. Por lo tanto, es necesario identificar y promover prácticas para que los productores de pequeña escala reduzcan la dependencia de estos insumos y mejoren la biodiversidad en sus parcelas. 

En la comunidad de San Miguel Tlanichico, municipio de Trinidad Zaachila, los cultivos de cobertura y los abonos verdes han sido ampliamente adoptados por los productores. En sus parcelas es posible observar, además de maíz, canavalia, dolichos, ayocote, frijol y otros cultivos con los que los productores han observado mejores rendimientos que cultivando únicamente maíz. 

Estas opciones para diversificar cultivos forman parte de las acciones promovidas por Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real (DAIRC) y el Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en el marco de Cultivos para México, iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT. 

Con parcelas más diversas los productores de San Miguel Tlanichico también han disminuido la cantidad de fertilizante químico que aplicaban. Una vez cosechado el maíz y, en su caso, su cultivo asociado, los cultivos de cobertura se dejan sobre la superficie para aportar materia orgánica al suelo y, sobre todo, para conservar la humedad. 

Los cultivos de cobertura son cultivos adicionales que se pueden integrar junto con el cultivo principal o se pueden establecer para cubrir la tierra a fin de proteger al suelo de los efectos erosivos del viento, la lluvia y las altas temperaturas fuera del ciclo productivo principal. 

Por lo tanto, los abonos verdes también son considerados cultivos de cobertura, pero su fin primordial es mantener o incrementar el contenido de materia orgánica del suelo y elevar su nivel general de fertilidad. En general, se trata de especies de crecimiento rápido que se cortan en el mismo lugar en el que crecen, lo cual se hace antes de florecer porque esto desviaría la concentración de nutrientes a las semillas o el fruto. 

Los cultivos de cobertura y los abonos verdes tienen ventajas similares y complementarias, incluyendo:

  • Proteger al suelo de la erosión y de que se seque, mejorando los niveles de humedad y la circulación del agua.
  • Impedir el desarrollo de malas hierbas, ya sea directamente al bloquear la luz, o indirectamente en el caso de algunas especies que actúan como herbicidas.
  • Enriquecer el suelo con nitrógeno —particularmente cuando se trata de leguminosas por su efecto de fijación de nitrógeno— y otros nutrientes.
  • Hospedar a enemigos naturales de las plagas. 
  • Contribuir a mejorar la estructura y el contenido orgánico del suelo como resultado de una mayor actividad biológica.
  • Proporcionar un entorno más húmedo que contribuye a degradar los residuos.

Las especies más comúnmente usadas como cultivos de cobertura o abonos verdes son generalmente los frijoles u otras leguminosas, los pastos y también cultivos de la familia de las cucurbitáceas, como las calabazas y chilacayotes. En general, los cultivos de cobertura y los abonos verdes tienen la característica de poder crecer en suelos de mala calidad, producir grandes volúmenes de biomasa verde en corto tiempo, necesitar poca agua y tener un denso sistema de raíces.

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Un girasol para el recuerdo

Cultivo de girasol. (Foto: Fernando Morales/Divulgación-CIMMYT)
Cultivo de girasol en rotación con maíces nativos. (Foto: Fernando Morales/Divulgación-CIMMYT)

Con flores que llegan a rebasar los 30 centímetros de diámetro y tienen la peculiaridad de “seguir al Sol” —propiedad conocida como heliotropismo—, el girasol (Helianthus annuus) es una especie muy llamativa como planta ornamental; sin embargo, sus beneficios agronómicos y ecológicos son igualmente atractivos. 

El girasol es una excelente opción forrajera, es resistente a la sequía, sus flores proveen de néctar a cientos de insectos, sus raíces ayudan a descompactar el suelo y sus semillas sirven para extraer aceite o elaborar harina. 

Como flor de corte, el girasol también brinda oportunidades para los productores. En el municipio de Acultzingo —en la región de las Altas Montañas, en Veracruz, México—, por ejemplo, esta flor está transformando el panorama de la agricultura y el comercio local. 

Aunque cuenta con un clima cálido subhúmedo con lluvias en verano que permite tener cultivos en campo todo el año, en Acultzingo el cultivo principal es el maíz, el cual se establece cíclicamente pues no se tiene (o no se tenía) la cultura de utilizar cultivos alternativos para hacer una rotación.

En la zona hay mercado donde convergen al menos 3 500 personas entre sábado y domingo. Este lugar es regionalmente conocido por su venta de barbacoa y truchas, pero en años recientes se han sumado productores que venden elotes y girasoles, los cuales han tenido buena aceptación por parte de los consumidores quienes llevan la flor como un “recuerdo” del lugar. 

En este municipio veracruzano, Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo —que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la promoción de prácticas sustentables en la región— se ha dedicado a promover el uso de cultivos alternativos, entre ellos el girasol. 

Así, por ejemplo, en la parcela del señor Camerino Cid Palacios, en la localidad de Sierra de Agua del mismo municipio, desde el 2019 se siembra girasol debido a la rentabilidad del producto en la zona. Además, lo cultiva con agricultura de conservación, sistema de producción sustentable que le ha permitido reducir costos manteniendo la calidad de la flor.

Por la alta demanda del producto, por contar con un mercado bien definido, por su corto periodo de producción y su rusticidad —habilidad de sobrevivir a condiciones adversas de crecimiento—, se contempla que la producción del girasol en esta zona de Veracruz aumente, de manera que será importante seguir promoviendo prácticas sustentables para su cultivo. 

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De la roza, tumba y quema a la roza, tumba y pica

Práctica de roza, tumba y quema en el municipio de Santa María Tlahuitoltepec, en Oaxaca, México. (Foto: Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas)
Práctica de roza, tumba y quema en el municipio de Santa María Tlahuitoltepec, en Oaxaca, México. (Foto: Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas)

En la región Mixe del estado de Oaxaca, en México, la agricultura de tala y quema se sigue practicando y constituye un modo de subsistencia que prevalece para la producción de alimentos básicos como el maíz, frijol y calabaza. 

La roza, tumba y quema es un método actualmente asociado a la deforestación, a la pérdida de biodiversidad y a los incendios forestales. No obstante, también es un método que se ha transformado profundamente con el tiempo, de manera que los periodos de descanso para que los suelos se regeneren y las medidas cautelares para evitar que el fuego se salga de control que estaban asociados originalmente a la práctica han quedado, muchas veces, en el olvido.

Aunque se cree que es una técnica obsoleta, persiste como práctica común en muchas comunidades, pues está arraigada en su cultura. Este hecho brinda a los investigadores agrícolas la oportunidad de buscar nuevas opciones para uso y manejo, para identificar puntos claves en la secuencia de las prácticas agrícolas, las formas de conservación del germoplasma in situ y las de organización para la producción.   

A partir del conocimiento tradicional es posible identificar elementos para mejorar la producción de los granos básicos en condiciones de laderas, la generación de ingresos y el manejo sustentable de los recursos naturales. En este sentido, una opción a la roza, tumba y quema es la roza, tumba y pica, la cual consiste en incorporar materia orgánica al suelo en lugar de quemarla, evitando así los incendios forestales que arrasan vastas extensiones de bosque en la región. 

La roza, tumba y pica se realiza un año antes de la siembra para lograr la descomposición de la mayor cantidad de hojas y tallos. Se extraen los tallos gruesos o troncos para aprovecharlo como combustible en los hogares de las familias para la preparación de alimentos. 

Una vez hecha la apertura de nuevos campos de cultivo es importante aprovechar el suelo bajo un enfoque integral para evitar el abandono de estas áreas, aspecto fundamental porque actualmente no es posible recurrir a más zonas con vegetación virgen, ya que en la zona la fragmentación de las tierras es cada vez mayor con superficies de un cuarto de hectárea en promedio. 

Posteriormente, el segundo cultivo se establece antes de cosechar el maíz y se siembran leguminosas como el chícharo que se desarrolla en los meses de septiembre-abril, para aprovechar la humedad residual. Al mismo tiempo se genera materia orgánica y se fija nitrógeno atmosférico que le sirve al cultivo mismo o al subsecuente. 

La agricultura de conservación y la milpa intercalada con árboles frutales son prácticas de mucha utilidad en este esquema de producción propuesto para la región Mixe, ya que contribuyen a evitar el deterioro de los suelos en ladera. 

Por supuesto, es fundamental que todo nuevo modelo de producción sea consultado con los propios agricultores. Las prácticas sustentables que han sido validadas por la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas —a través de MasAgro-Cultivos para México, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— han permitido observar que los agricultores de pequeña escala logran mayor variación de productos.

Cuando una parcela cuenta con uno o dos cultivos diferentes secuenciados, a veces imbricados y asociados en un esquema de producción donde los conocimientos tradicionales son renovados y fortalecidos, es posible lograr una alta rentabilidad de la tierra a pesar de la reducida extensión que caracteriza a la agricultura en la región Mixe. 

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Botellas PET, una alternativa para guardar granos

Productores de San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México, muestran su grano almacenado en botellas y garrafones PET. (Foto: Gente Sustentable)
Productores de San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México, muestran su grano almacenado en botellas y garrafones PET. (Foto: Gente Sustentable)

El PET (siglas en inglés de tereftalato polietileno) es un tipo de plástico fuerte, flexible y totalmente reciclable. Por su resistencia, por ser una excelente barrera para la humedad y por ser adecuado para su uso en productos que deban estar en contacto con alimentos es usado comúnmente para fabricar botellas de agua y refrescos. 

Las botellas de PET pueden además ser aprovechadas en la agricultura familiar para el almacenamiento de granos con buenos resultados. Con frecuencia, muchas familias productoras no tienen la posibilidad de adquirir un silo metálico hermético —una de las mejores alternativas para el almacenamiento de granos—, o bien, siembran cantidades muy pequeñas, así que los envases de PET pueden ser una alternativa. 

Por ejemplo, en la región de los Tuxtlas, en el estado mexicano de Veracruz, el uso de botellas y garrafones PET ha sido el método de conservación de granos que más aceptación ha tenido como alternativa al almacenamiento en costales de polipropileno y uso de pastillas de fosfuro de aluminio —potencialmente riesgoso para la salud humana—, que es el modo convencional de almacenar las cosechas en la región. 

En la zona, la tendencia de elegir este método de almacenamiento por sobre otras tecnologías que han mostrado buenos resultados —como los silos metálicos herméticos, las bolsas plásticas herméticas y las bolsas plásticas estándar para ensilaje— se debe a que la mayoría de los productores siembran cantidades pequeñas de maíz para el autoconsumo. 

Para ellos es de mayor utilidad ir abriendo envases pequeños que suministren cantidades adecuadas para el consumo en el hogar, permitiendo que el resto del maíz se conserve por más tiempo y sin productos químicos gracias al principio de hermeticidad”, comenta el equipo técnico de Gente Sustentable, organización que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover prácticas agrícolas sustentables en ese estado. 

En el marco del proyecto MasAgro-Cultivos para México —que impulsan la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT— se promueven estas y otras prácticas poscosecha para reducir la incidencia de plagas y hongos durante el almacenamiento. No obstante, son las propias comunidades las que al final optan por una u otra tecnología en función de su propio contexto y necesidades. 

“Otro factor que ha hecho que los productores elijan los envases PET es la presencia de aves de traspatio que merodean las zonas de almacenamiento, normalmente las salas o las cocinas de los hogares. Las aves picotean las bolsas y costales y los granos que caen atraen a los roedores. Con las botellas y garrafones PET no sucede esto”, mencionan los técnicos. 

Las tecnologías de almacenamiento tienen efectos sobre la viabilidad de las semillas y los atributos de calidad visibles, pero también sobre aquellas cualidades que no se ven y que influyen directamente en su calidad y propiedades nutricionales. De ahí la importancia de seguir promoviendo tecnologías de almacenamiento adecuadas para cada tipo de productor: “quienes sí tienen excedentes para venta están optando por las bolsas plásticas herméticas debido a su precio accesible y a que brindan buenos resultados para conservar maíz”, concluyen los técnicos. 

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Aparición masiva de gallina ciega hace que agricultores busquen alternativas para su manejo

Larva de gallina ciega. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Larva de gallina ciega. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Durante el ciclo primavera-verano 2021 en Santa María Tlahuitoltepec, en el estado mexicano de Oaxaca, ocurrió un fenómeno poco común: la aparición de grandes masas de gallina ciega (Phyllophaga spp.) que perjudicaron la producción de maíz y otros cultivos.  

En esta zona de Oaxaca la plaga no se había presentado con tal intensidad —en los muestreos se encontraron de 16 a 20 larvas por metro cuadrado— y se especula que la alta precipitación favoreció el desarrollo de las larvas a una tasa mayor en fechas que coincidieron con el desarrollo vegetativo del maíz. La afectación se agudizó en fechas de siembras tardías, impactando sobre todo en las partes bajas del municipio, donde el 40% de las parcelas se siniestraron.

La llamada gallina ciega es un amplio grupo de insectos y no todos son una plaga. De hecho, en México solo un 10% de las especies registradas de este insecto actúan como plaga del sistema de raíces o del follaje, pero pueden provocar la muerte hasta del 50% de las plantas.

Ya que en Santa María Tlahuitoltepec los agricultores no se enfocan a obtener ingresos económicos, en muchas ocasiones no realizan actividades preventivas para evitar el daño de plagas y enfermedades. Considerando que la producción que obtienen de sus parcelas les permite subsistir aproximadamente por cinco meses y el resto del año deben comprar granos, a veces a precios elevados, fenómenos como este ponen en serio riesgo la seguridad alimentaria de la comunidad. 

La gallina ciega deposita sus huevecillos en la zona de raíces, normalmente en los meses de mayo a junio y su incubación dura en promedio 15 días. Las larvas son de color blanco cremoso con cabeza café rojiza y llegan a medir de cinco a siete centímetros de largo. En su estado adulto son un escarabajo de color café rojizo de hábitos nocturnos.

Si bien es necesario identificar qué especies específicas de gallina ciega son las que están afectando los cultivos en esta zona de Oaxaca, es importante que los agricultores reconozcan cuándo podrían estar teniendo un problema con esta plaga porque varios de sus principales daños en los cultivos podrían confundirse con una deficiencia de nutrientes. 

El amarillamiento —característica similar a la deficiencia de nitrógeno—, un débil desarrollo de las plantas, estrés hídrico, achaparramiento y acame, son los principales efectos de la plaga sobre el cultivo, por lo que es común que los productores los confundan con otros síntomas y consideren que eliminando las malezas y fertilizando sus cultivos mejorarán, pero esta confusión podría ser muy costosa, porque si fertilizan no habría ningún efecto; al contrario, desperdiciarían recursos. 

Ante este contexto, en el marco de MasAgro-Cultivos para México —iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL) promueve diversas prácticas y tecnologías sustentables a fin de mitigar la incidencia de las plagas en la región. 

La incorporación de materia orgánica al suelo mediante abonos naturales, rastrojos o cultivos de cobertura, por ejemplo, promueve el alojamiento de otros microorganismos u hongos que pueden depredar a las larvas de la gallina ciega. También es viable el trampeo de gallina ciega en estado adulto antes de la siembra (de abril a junio) o, en su caso, el uso de entomopatógenos, es decir, microorganismos capaces de causar enfermedades a los insectos plaga. 

El manejo de las plagas de los cultivos demandan estrategias que involucren diferentes actores a nivel local y regional. Prácticas como las que promueve la AMDSL y el CIMMYT a través de MasAgro-Cultivos para México abren la posibilidad de desarrollar sistemas de combate y detección temprana o preventiva para evitar daños de alta magnitud y costos muy elevados para los agricultores.

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Buscan mejorar la agricultura de las zonas tropicales húmedas de México

Sistema milpa intercalada con árboles frutales en la plataforma San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México. (Foto: Consejo de Colonias Populares de Veracruz)
Sistema milpa intercalada con árboles frutales en la plataforma San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México. (Foto: Consejo de Colonias Populares de Veracruz)

Las zonas tropicales húmedas y subhúmedas de México poseen un enorme potencial productivo y de mercado, particularmente en lo referente a biocombustibles y cultivos tropicales. No obstante, estas zonas —particularmente en el sureste del país— también concentran gran población en situación de pobreza, tienen comunidades con problemas de seguridad alimentaria, se registra sobreexplotación de acuíferos y vulnerabilidad ante fenómenos extremos derivados del cambio climático.

En materia agrícola, específicamente, las zonas del trópico húmedo mexicano enfrentan retos adicionales: una buena parte de su territorio tiene una geografía accidentada, de manera que la agricultura se realiza en áreas de ladera muy susceptibles a la erosión y de difícil acceso para la maquinaria agrícola. 

Para brindar opciones que permitan a los agricultores de autoconsumo de estas zonas mejorar sus sistemas de producción y lograr la seguridad alimentaria, a través de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se han instalado diversas plataformas de investigación a fin de identificar las prácticas agrícolas más pertinentes. 

En la plataforma de San Andrés Tuxtla, en el estado de Veracruz, por ejemplo, se instaló una plataforma dedicada a evaluar el sistema milpa intercalada con árboles frutales, el cual fue diseñado para hacer un uso óptimo del suelo en tiempo y espacio en terrenos de ladera del trópico húmedo de México. 

El sistema milpa intercalada con árboles frutales es una práctica sustentada en los conocimientos de los pueblos originarios mexicanos, fue estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y optimizada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT.

En la plataforma, donde colaboran el Consejo de Colonias Populares de Veracruz y el CIMMYT, actualmente se investiga el tema de bajos rendimientos por sequía, los componentes tecnológicos de difícil adopción del sistema milpa intercalada con árboles frutales y, en un experimento de cinco años, se busca determinar la eficiencia relativa de la tierra para esta zona.

Como alternativa a la labranza convencional de la zona —la cual consiste en remover el suelo con un implemento local llamado “Champion”, jalado por un caballo— en la plataforma también se evalúan prácticas de agricultura de conservación, como cero labranza, conservación de residuos agrícolas en la superficie, y rotaciones de maíz y frijol de mata.

Adicionalmente se evalúa el uso de trampas con feromonas para el control del gusano cogollero —plaga que en la zona puede causar daños por arriba del 50% de la producción—y se imparten talleres a los productores. Entre las temáticas de estos están: poda de frutales, aplicación de fertilizantes y propagación de cítricos por acodo, que es una técnica que consiste en formar nuevos ejemplares a partir de una rama de una planta madre, pero sin separarla de esta. 

Los conocimientos que se van generando en esta plataforma de investigación han contribuido a que los productores locales optimicen sus recursos y tengan mejorías en la producción de sus frutales. De acuerdo con los productores que han participado en los talleres, se espera que en la próxima cosecha la calidad del fruto sea mejor, además de que con el taller de acodo aéreo podrán obtener material para reponer los árboles muertos.

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Adaptarse al cambio climático, reto de los agricultores en la Sierra Tarahumara

Estudiantes del CBTA 170 realizando el deshierbe manual de los ensayos de evaluación de variedades de maíz en Guachochi, en Chihuahua, México. (Foto: CIMMYT)
Estudiantes del CBTA 170 realizando el deshierbe manual de los ensayos de evaluación de variedades de maíz en Guachochi, en Chihuahua, México. (Foto: CIMMYT)

Guachochi es una localidad de la Sierra Tarahumara —cadena montañosa que forma parte de la Sierra Madre Occidental—, en Chihuahua, México, donde los agricultores han notado cómo la variabilidad climática favorece la aparición de plagas en sus cultivos. Ante este hecho, buscan tanto alternativas para su control como nuevas variedades de maíz resistentes a las condiciones climáticas cada vez más adversas. 

«En los años con sequía más severa las plagas aumentan», comenta Isael Arteaga Flores, del CIDET, «por eso es importante concientizar a la gente sobre los drásticos problemas ocasionados al medioambiente por el uso indiscriminado de pesticidas químicos a los que los productores recurren en estos casos». 

En el marco de MasAgro-Cultivos para México —iniciativa que impulsa la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico (CIDET) capacita a agricultores con el fin de desarrollar conocimiento sobre nuevas prácticas de manejo sustentable de plagas. 

En la comunidad de Pahuiranachi, por ejemplo, la capacitación giró en torno al uso y beneficios de las trampas de feromonas para el control del gusano cogollero y otras plagas del maíz. Además de aprender a instalar las trampas, los participantes aprendieron a identificar los daños de las plagas para anticiparse y tomar medidas oportunas para su control. 

Paralelamente, en colaboración con el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) 170, en la comunidad La Mesita se estableció un ensayo de diferentes variedades de maíz a fin de identificar las más adecuadas para la zona, donde mayoritariamente se siembran maíces nativos sin ningún mejoramiento. 

Entre los materiales probados hay híbridos comerciales, líneas del CIMMYT y maíces nativos de la región. Aunque es necesario establecer este ensayo por al menos dos años más para tener información más concluyente y de utilidad para los productores, destacó un híbrido comercial (Hermes) con 1 673 kilogramos por hectárea, seguido de un material del CIMMYT (CHLHW12013), con 1 497 kilogramos por hectárea.

Acciones como las que se promueven en Chihuahua contribuyen a que los productores se involucren en los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático para que ellos puedan seguir cosechando y la sociedad disponiendo de los alimentos que necesita.

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Los beneficios de la agricultura de conservación de la voz de un productor de trigo

El productor Alfonso Romo en su parcela en el Valle del Mayo, Sonora, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
El productor Alfonso Romo en su parcela en el Valle del Mayo, Sonora, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Alfonso Romo es un productor de trigo y cártamo en el Valle del Mayo, una de las zonas agrícolas más representativas del estado de Sonora, en México. Él es parte de la segunda generación de una familia de agricultores y, de los 34 años que lleva siendo productor de tiempo completo, hace alrededor de doce que incursionó en la práctica de la agricultura de conservación. 

El productor comenzó a practicar ese sistema de producción “buscando cómo bajar los costos sin perder las producciones que ya se tenían. Y así nos empezamos a involucrar. Poco a poco hemos ido aumentando el área sembrada con agricultura de conservación. Hemos tenido dificultades en el camino para llegar a producir lo mismo que con la agricultura convencional, pero hemos visto los beneficios y buscamos incrementar la superficie con este sistema sustentable”, comenta. 

La agricultura convencional en la región implica mucho movimiento del suelo y la aplicación de altas dosis de fertilizantes, pero a través de la adopción de prácticas sustentables de la mano del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Alfonso comenta que se ha dado cuenta que “no necesitamos tirar todo el fertilizante como se hace normalmente en la agricultura convencional. Podemos bajar las dosis, bien respaldados con un análisis de suelo, con el uso de sensores ópticos y drones”. 

“Hemos aprendido mucho y este año logramos producir lo mismo que estamos produciendo con agricultura convencional, pero con menos cantidad de fertilizante — hasta 100 unidades de nitrógeno menos—. Con los costos de los fertilizantes como están, ha sido un gran ahorro: en los lotes donde aplicamos todas las prácticas sustentables tuvimos ahorros de fertilizantes desde un 30 hasta un 40%”, puntualiza Alfonso. 

Para el productor, los sensores ópticos han sido una pieza clave para optimizar la aplicación de fertilizantes: “Así como nos dio las lecturas se fue aplicando el fertilizante y tuvimos muy buenos resultados. No sobrefertilizamos y tuvimos producciones excelentes. Las sobrefertilizaciones van y terminan en el mar. Y en estos momentos además tiene mucho que ver con la economía, con el costo de los fertilizantes”. 

El ahorro en fertilizantes no es el único: “En cuestión de trabajos, como en las 50 hectáreas donde hemos implementado agricultura de conservación ya no se mueve el suelo, hemos tenido más ahorros, un ahorro del costo total de producción de entre 10 y 14%”.

Dejar de mover el suelo y cubrirlo con residuos de la cosecha anterior ha tenido beneficios adicionales para el productor, quien manifiesta que otro de los problemas que tenía en sus lotes era la poca materia orgánica; sin embargo, “con el rastrojo dejas protegida la tierra todo el verano y las malezas no salen tan fácil. Y al momento de las siguientes siembras uno va a tener mayor captación de agua y mayor duración de la humedad. Esto con los años ayuda a subir la materia orgánica y las producciones”, comenta. 

Por los diversos beneficios observados, el productor continúa implementando prácticas sustentables. Actualmente está rotando cultivos y manifiesta que ha tenido buenas experiencias con el cultivo del ajonjolí y con diversas prácticas que ha aprendido para optimizar el riego. Por esta razón, menciona, desea ir aumentando la superficie cultivada con agricultura de conservación.

“Hemos logrado cosas muy buenas, hemos batallado en otras, pero ahí vamos. Mi invitación es que los productores se acerquen con la gente que sabe de esto, que se asesoren un poco y aprendan, ir aprendiendo poco a poco y van a ver los beneficios de la agricultura de conservación, no se van a arrepentir”. 

Finalmente, Alfonso comenta que más allá del beneficio económico, la adopción de prácticas de agricultura sustentable responde a los grandes desafíos de la humanidad: “Un reto que tenemos es el clima. Cómo nos ha estado cambiando, la escasez de lluvias, los fríos intensos en ocasiones y la falta de frío en otros momentos exige también que cambiemos nuestros sistemas de producción”.