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Cada gota cuenta

Hasta hace algunos años aún se consideraba, erróneamente, que el agua era un recurso inagotable. Hoy, la humanidad está experimentando una alarmante escasez de agua y, de hecho, en estos tiempos donde lavarse las manos es esencial para contener la propagación del COVID-19, hay casi 3 mil millones de personas en el mundo que no tienen cómo lavarse las manos debido, en gran medida, a la falta de acceso al agua. 

En el caso de México, se estima que solo 43% de la población tiene acceso a un servicio de agua potable gestionado de forma segura. También se calcula que cerca de la mitad de los cuerpos de agua no tiene una buena calidad de agua ambiental (ONU-Agua, 2021). Esto significa que han sido afectados por una combinación de influencias naturales y actividades humanas, como las aguas residuales o los escurrimientos de aguas contaminadas procedentes de la agricultura. 

Sí, la agricultura, a nivel global, contribuye significativamente a la afectación de la calidad del agua, de ahí la importancia de transitar urgentemente hacia una Agricultura Sustentable que minimice el uso de agentes potencialmente contaminantes y optimice el uso del agua. Esta transformación se vuelve apremiante si se condera que en México el 76% del agua disponible se utiliza en la agricultura y que año con año su disponibilidad se reduce debido a la expansión urbana y el cambio climático. 

“Es muy importante tocar el tema del agua. Yo aquí en el campo lo estoy viviendo, porque en el campo se desperdicia mucha agua y cada vez hay menos; usamos grandes cantidades para producir nuestros productos. Entonces, si hay un sistema que te ahorra agua, tiempo y dinero, pues bienvenido; eso es lo que necesitamos”, comenta Noé Gándara, productor de Guanajuato quien participa en el proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Cultivando un México Mejor es un esfuerzo por garantizar la gestión sostenible del agua desde la agricultura, particularmente en el cultivo de cebada. Los resultados más recientes del proyecto (correspondientes al ciclo otoño-invierno 2019-2020) indican que gracias a la implementación de prácticas sustentables se ha notado un ahorro de más de un millón doscientos mil litros de agua (1,205 m³) en el volumen total aplicado por hectárea mediante riego. Esto representa un ahorro de un poco más de 20% en el consumo de agua en comparación con la agricultura convencional. 

“Hace poco se averió el pozo, provocando un estrés tremendo en las plantas por falta de agua. Al final de la temporada la cebada salió únicamente con dos riegos. Los rendimientos obviamente fueron bajos, pero a pesar de eso, con las prácticas implementadas se lograron cubrir los costos de inversión y se tuvo un pequeño margen de utilidad”, comenta el productor José Luis Ruiz, quien también participa en el proyecto en Querétaro. 

De hecho, los resultados del ciclo productivo más reciente señalan que las innovaciones promovidas por el proyecto han favorecido un incremento de los rendimientos en términos generales (de 0.61 toneladas por hectárea). Esto, sumado a ahorros en el consumo de combustible (gracias a la disminución de la labranza se usan hasta 42 litros menos de combustible en comparación con prácticas convencionales, lo que además deriva en menos emisiones de CO2 a la atmósfera) han permitido que los productores participantes eleven sus utilidades hasta $2,300 por hectárea.

Ante la necesidad de asegurar que el uso del agua en la agricultura sea más eficiente, productivo y respetuoso con el medioambiente, proyectos como Cultivando un México Mejor contribuyen a trazar el camino en ese rumbo: durante el ciclo 2019-2020 posibilitó que se brindara acompañamiento técnico a 74 productores y, con el apoyo de 18 organizaciones y empresas que colaboran dentro de la cadena de valor, se instalaron siete módulos demostrativos, 37 áreas de extensión y 140 áreas de impacto que suman un total de 184 parcelas desde donde la gestión del agua, suma a un cambio de paradigma sobre este líquido esencial. 

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Una capacitación muy oportuna

Con más de 15 años dedicados a la agricultura (de los 34 que tiene), José Luis Ruiz Delgado es un productor joven con mucha experiencia. Si bien estudió ingeniería industrial, es un agricultor por herencia: desde niño, comenta, “he estado inmerso en el campo, trabajando en siembras de temporal en Tamaulipas con uno de mis tíos”. 

En Querétaro, donde actualmente reside con su mamá, su esposa y sus dos hijos, tiene tres años que comenzó a sembrar, siempre buscando alternativas para bajar costos de producción (que se elevan por la maquila para la preparación del suelo), aprovechar mejor el agua de riego (que cada vez es más escasa) y, en general, hacer más rentable su actividad. 

Sabiendo que José Luis siempre busca mejorar en su proceso productivo, la organización a la cual le compra los insumos y la semilla de cebada lo invitó a una capacitación sobre fertilidad integral a cargo del equipo técnico de Cultivando un México Mejor. Desde ese día se vinculó con ese proyecto que impulsan HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover la producción sustentable de cebada. 

La capacitación y el módulo demostrativo (para desarrollar ensayos y promover prácticas sustentables), que se instaló junto con José Luis en una de sus parcelas en el reciente ciclo agrícola, fueron muy oportunos: “justo cuando se comenzaron a implementar esas tecnologías se averió el pozo, provocando un estrés tremendo en las plantas por falta de agua. Al final de la temporada la cebada salió únicamente con dos riegos. Los rendimientos obviamente fueron bajos, pero a pesar de eso, con las prácticas implementadas se lograron cubrir los costos de inversión y se tuvo un pequeño margen de utilidad”, comenta. 

De acuerdo con el productor, hubo una gran diferencia entre su parcela y las de los demás productores: en el área testigo (porción de la parcela trabajada de la forma convencional) a penas se alcanzaron las 3.8 toneladas por hectárea, mientras que en el área de innovación (donde implementó las prácticas sustentables) los rendimientos alcanzados fueron de 4.6 toneladas por hectárea y con menos costos de inversión. 

Con el módulo de exhibición, el productor espera que más agricultores de su zona conozcan las prácticas sustentables que él ha adoptado y se animen a implementarlas. El módulo está ubicado en el ejido de Palo Alto, municipio de El Marqués, en Querétaro, desde donde José Luis Ruiz comparte cómo ha sido su experiencia al estar Cultivando un México Mejor. 

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Escucha este consejo

José Luis Gervacio Paz y sus hermanos cultivan maíz, alfalfa, avena y cebada en San Isidro, localidad del municipio de San Juan del Río, Querétaro. Trabajan entre 30 y 40 hectáreas cada ciclo productivo. Se trata de tierras que ellos rentan y, por lo mismo, siempre están buscando áreas de mejora que les permita ser más rentables. 

No siempre se dedicaron a la agricultura. Sus primeras siembras las realizaron hace apenas 12 años, por lo que son productores relativamente nuevos en el ámbito agrícola. A pesar de eso, han ido avanzando poco a poco con paso firme, siempre buscando mejorar y acudiendo a eventos donde haya información útil para optimizar las parcelas que trabajan. 

Al igual que muchos productores de la región donde ellos están, comenzaron a trabajar de manera convencional, es decir, realizando barbecho o subsuelo, dos pasos de rastra, surcado, riego, siembra y las demás actividades preestablecidas que se señalan en los “paquetes tecnológicos”. 

En su constante búsqueda por aprender y hacer más rentable su actividad, en el año 2015 conocieron el trabajo para impulsar la Agricultura Sustentable —orientada a la generación de sistemas agroalimentarios que, de forma sostenible en el tiempo y en concordancia con el contexto sociocultural, sean capaces de preservar los recursos naturales— que realizan de forma conjunta el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Con la implementación de prácticas sustentables adecuadas y, por decirlo de algún modo, “a la medida”, comenzaron a bajar sus costos de producción y a ser más eficientes en la aplicación de los insumos. Hoy, se sienten orgullosos y motivados porque otros productores se comienzan a acercar a ellos para preguntarles qué están haciendo en sus parcelas para obtener buenos resultados.

Así, practicando una Agricultura Sustentable fue como llegaron al proyecto Cultivando un México Mejor —impulsado por HEINEKEN México y el CIMMYT—. A través de él, lograron tener asistencia técnica continua, lo que ha contribuido a que sigan optimizando su sistema de producción, particularmente el de la cebada —en los ciclos otoño-invierno 2018-2019 y otoño-invierno 2019-2020 han participado en el proyecto con un área de extensión donde han implementado Agricultura de Conservación—.

Con Agricultura de Conservación —sistema en el que la mínima labranza y la cobertura del suelo son componentes básicos— han logrado ahorros de hasta $3,500 por hectárea y han establecido “un programa de diagnóstico para determinar qué trabajos de acondicionamiento tenemos que realizar en cada uno de los predios. A pesar de que en los últimos dos ciclos el calor, las enfermedades y después el granizo nos afectaron, gracias a las prácticas implementadas, hemos logrado recuperarnos y obtener un pequeño margen de ganancia, a pesar de que son tierras rentadas”, comenta José Luis. 

“Recientemente aplicamos tratamiento a la semilla para disminuir el ataque de enfermedades por hongos, fertilidad integral, disminución de densidad de siembra y monitoreo de insectos para evitar el uso de insecticidas. También hemos participado en eventos de capacitación con maquinaria especializada que hemos comprado y que prestamos para esa capacitación”, señalan los hermanos. 

José Luis y sus hermanos, consideran que el acompañamiento técnico que les ha proporcionado el proyecto ha sido fundamental: “siempre es importante tener a alguien que pueda orientarnos en la aplicación de estas técnicas que —en ocasiones— por no implementarlas bien, lejos de beneficiarnos, terminan por complicarnos. Nosotros tenemos ganas de seguir aprendiendo y estamos dispuestos a colaborar ya que, con esto, tendremos mejores resultados en nuestros predios”, comentan.

Finalmente, los hermanos Gervacio Paz aconsejan a otros productores: “nosotros, que rentamos, tenemos que buscar el ahorro y la buena producción para mantenernos y que nos vaya bien, por lo que invitamos a más productores a sumarse a la adopción de prácticas sustentables, porque en verdad les ayudarán a ser mejores agricultores”. 

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Haciendo cuentas, es mejor innovar

El productor Félix Guevara Guerra en vive la localidad Estación Joaquín, en Irapuato, Guanajuato.  Desde que su papá falleció, Félix quedó al frente de las parcelas que le dan el sustento a su familia, así que, para él, la búsqueda de alternativas que le permitan reducir los altos costos de producción ha sido constante. 

Félix siembra alrededor de ocho hectáreas de cebada en el ciclo otoño-invierno y en primavera-verano siembra sorgo y maíz. Hasta hace dos años, cuando se incorporó al proyecto Cultivando un México Mejor, su sistema de producción era la labranza convencional, con la cual “se llevaba más gasto, sobre todo  en las labores primarias como el barbecho y la rastra, además del tiempo en que se desfasaba la siembra”, comenta. 

Cultivando un México Mejor es un proyecto que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y HEINEKEN México para producir cebada de forma sustentable y optimizar el consumo de agua en este cultivo. Para lograrlo, el proyecto desarrolla capacidades en los productores y les brinda acompañamiento técnico para que implementen el sistema de Agricultura de Conservación y otras prácticas sustentables.

El potencial de aumentar la utilidad con la Agricultura de Conservación motivó a Félix Guevara a instalar un módulo de innovación en una de sus parcelas. En él, junto con el equipo técnico de Cultivando un México Mejor, Félix evalúa diferentes prácticas y sistemas de producción agrícola con el fin de mostrarle a sus vecinos productores las ventajas de cultivar sustentablemente —en el módulo encontraron que la Agricultura de Conservación aumentó la utilidad a $2,530 por hectárea, en comparación con una pérdida de casi $1,000 por hectárea con la labranza convencional—.

En el pasado ciclo otoño-invierno sembró cebada de la variedad Prunella y se desarrollaron ensayos para evaluar distintos arreglos topológicos (distribución de las plantas en la superficie sembrada), prácticas de fertilidad integral con base en análisis de suelo (con el uso de fertilizantes orgánico-minerales y foliares), Manejo Agroecológico de Plagas y Manejo Integrado de Enfermedades (como la inoculación de la semilla con hongos).

Con los ensayos,  Félix Guevara y el equipo técnico de Cultivando un México Mejor también estimaron la cantidad de agua necesaria para producir un kilo de grano de cebada. Con ahorros de 180 litros de agua por cada kilo de cebada producido, la Agricultura de Conservación fue el sistema que arrojó los mejores resultados (figura 1), hecho que motiva aún más a este productor para seguir implementando y promoviendo prácticas sustentables.

Figura 1
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Buscando mayor rentabilidad encontró una forma de ayudar al medioambiente

Villagrán, Gto.- Ángel Pérez Medel es un productor guanajuatense que cultiva alrededor de 20 hectáreas de cebada y trigo en el ciclo otoño-invierno y alrededor de 50 hectáreas de maíz y sorgo en el ciclo primavera-verano. En su búsqueda por lograr una mayor rentabilidad llegó a la Agricultura Sustentable y esta le abrió las puertas para participar en un proyecto emblemático para el cuidado del agua en el país: Cultivando un México Mejor.

Ángel tiene alrededor de 25 años siendo agricultor. Su sistema de producción había estado basado en la labranza convencional, es decir, en la remoción de los residuos agrícolas y en el movimiento continuo del suelo. Sin embargo, los altos costos de producción y la renta de la tierra hicieron que poco a poco fuera buscando opciones para optimizar su sistema de producción (en el que se integra ganado porcícola y ovino). Así comenzó a sembrar sobre los rastrojos que quedaban del cultivo anterior.

Inicialmente (hace 10 años) implementó un sistema mixto, donde preparaba el terreno en otoño-invierno (para fertilizar el suelo con insumos que elevaban considerablemente sus costos de producción) y en primavera-verano sembraba sobre el rastrojo que quedaba después de empacar la mayor parte. Desde hace dos años esto cambio con la implementación de la Agricultura de Conservación.

La Agricultura de Conservación es un sistema donde la mínima labranza y la cobertura del suelo juegan un papel primordial para lograr la sustentabilidad ambiental y para disminuir los costos de producción. La implementación de este sistema le permitió a Ángel incorporarse al proyecto Cultivando un México Mejor, impulsado por HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Cultivando un México Mejor busca reducir el consumo de agua en el sistema de producción de cebada. A través de la Agricultura de Conservación, los productores que participan en este proyecto usan en promedio 26% menos agua que con el sistema convencional de labranza. Si se considera que aproximadamente 70% de toda el agua extraída de los ríos, lagos y acuíferos se utiliza para el riego y que alrededor de 2,200 millones de personas viven sin acceso a agua potable, Cultivando un México Mejor es un valioso aporte para cuidar de este invaluable recurso natural.

Convencido por los resultados, Ángel decidió involucrarse con el proyecto más allá de su participación como productor. En el pasado ciclo agrícola destinó una de sus parcelas para el establecimiento de un módulo de innovación. Allí se cultiva tanto de forma convencional (barbecho, rastreo, nivelación, aplicación de amoniaco, etcétera) como con Agricultura de Conservación para mostrarle directamente a los productores locales los beneficios de implementar el sistema sustentable.

Recientemente en el módulo de innovación se estableció un ensayo de densidades de siembra (número de plantas por hectárea que han de crecer en un terreno determinado). A través de los recorridos que se organizan se pueden apreciar los resultados de prácticas de Agricultura de Conservación y otras asociadas como camas anchas, fertilidad integral con base en el análisis de suelo, Manejo Agroecológico de Plagas, aplicación eficiente de herbicidas y utilización de microorganismos benéficos.

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“Que nadie se quede atrás”, un exhorto por la inclusión social

Celaya, Gto.- El artículo 45 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos señala que “todos los seres humanos, sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, credo o condición social, tienen derecho al bienestar material y a su desarrollo espiritual, en condiciones de libertad, dignidad, igualdad de oportunidades y seguridad económica”.

Bajo esa premisa, y con el objetivo de sensibilizar al equipo del Hub Bajío —del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, se realizó el taller virtual ‘La transversalización de una perspectiva de inclusión social en MasAgro Guanajuato’, que impartió la investigadora Carolina Camacho, del CIMMYT.

El objetivo del taller fue avanzar en la disminución de desigualdades en el acceso a las oportunidades y los beneficios generados por acciones de investigación, desarrollo y extensión tecnológica; desarrollo de capacidades y promoción de procesos de adopción; y vinculación en el Hub Bajío. Es decir, que las diferentes tecnologías y prácticas desarrolladas puedan ser accesibles y beneficiar a todas las personas sin importar su género, edad u otra condición social, porque —pese a los esfuerzos— la agricultura sigue siendo una práctica en la que aún existen desigualdades.

La agricultura ocurre en un contexto social que facilita o limita oportunidades para diferentes grupos sociales de manera diferenciada. El género y otras identidades sociales tienen efectos, independientemente de si se miden o no, por lo que reconocerlos y abordarlos es necesario para diseñar tecnologías y prácticas que sean social y técnicamente pertinentes.

Uno de los compromisos del CIMMYT, la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) —instancia con la que se desarrolla el programa MasAgro Guanajuato— y HEINEKEN México —empresa con la que se impulsa el proyecto Cultivando un México Mejor— es precisamente eliminar las barreras que impiden el crecimiento de todas las personas dedicadas al campo. De ahí surge la importancia de este tipo de talleres que, además, se alinean con la meta final de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU): “que nadie se quede atrás”.

Cabe destacar que el Gobierno de Guanajuato contempla una agenda transversal que atiende la desigualdad y promueve la inclusión. El CIMMYT considera estos temas en su Plan Estratégico y cuenta además con una Política de Género e Inclusión Social. Por su parte, HEINEKEN México tiene compromisos en torno a los ODS y la igualdad de género. En conjunto, estas instituciones suman esfuerzos para que la inclusión social se vuelva parte de la identidad institucional y el enfoque natural de los programas y proyectos que impulsan.

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Buscando la mejor cebada para lograr un uso sostenible del agua

Irapuato, Gto.- La sequía afecta el comportamiento de las plantas a nivel fisiológico (funciones), morfológico (forma), bioquímico (composición) y molecular (estructura), ocasionando una disminución en su crecimiento, capacidad de realizar la fotosíntesis y rendimiento. Además, puede acelerar la floración y la producción de semillas y —por los cambios que genera en las plantas— aumentar la incidencia de plagas y enfermedades.

¿Cómo ayudar a afrontar los efectos del cambio climático en diversos entornos productivos? ¿Y cómo lograr mejores rendimientos en diversos granos? En el caso concreto de la cebada, su demanda de agua y las condiciones del cultivo tienen desafíos complejos.

En comparación con otros cereales, las plantas de cebada presentan una alta tolerancia a la sequía. No obstante, debido a las variaciones climáticas que cada vez limitan más la disponibilidad de agua, es necesario identificar las variedades más tolerantes. La investigación y el desarrollo científico resultan esenciales en ese contexto.

La Universidad de Guanajuato, HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —a través del proyecto Cultivando un México Mejor, que impulsan la empresa cervecera y el organismo internacional— evaluaron el comportamiento (en producción de biomasa y rendimiento del grano) de ocho variedades de cebada maltera (comerciales y otras potenciales) en situaciones de estrés hídrico (escenario en que la demanda de agua del cultivo es mayor que la cantidad disponible).

El estudio se realizó durante 2019 en cuatro parcelas de 2,000 m2 con sistema de riego por goteo. Las variedades de cebada —establecidas en camas anchas con seis hileras— fueron sometidas a cuatro niveles de estrés hídrico (diferentes cantidades de agua). Para medir el nivel de agua en el suelo de cada parcela, se instalaron 40 sensores de humedad de suelo.

Con esto se descubrió, entre otras cosas, que el suministro de agua 20% por debajo de lo que consume la cebada (de siembra a cosecha usa 381.7 milímetros en las condiciones climáticas del sitio del experimento) provoca una reducción en rendimiento de grano de hasta 50%, y que —en cambio— el 10% por encima genera mayor rendimiento.

De acuerdo con los investigadores, los resultados son prometedores para seguir trabajando en esta línea, ya que se observaron diferencias significativas entre variedades (algunas de ellas con la capacidad de adaptarse a condiciones de disponibilidad reducida de agua).

Para la actividad agroindustrial, la cebada es un cultivo de gran importancia, con fuerte valor agregado y gran desarrollo de mercado. Si se considera la situación de la escasez mundial de agua y el papel de la agricultura en esta, entonces buscar las variedades de cebada que permitan hacer un uso más sostenible del agua es fundamental.

El proyecto Cultivando un México Mejor busca conocer de manera más amplia cuánta agua necesita la cebada para tener un buen rendimiento o cómo este producto se ve condicionado por las variaciones climáticas. Asimismo, promueve una producción sostenible y un uso eficiente del agua. Conocer más sobre las posibilidades del cultivo ayuda a tener una mejor producción, un abasto responsable y una agricultura con sostenibilidad integral.

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La cebada y el cambio climático

Guanajuato, Gto.- La cebada (Hordeum vulgare L.) es un insumo básico de la industria cervecera: de sus granos se extrae la malta con la que se fabrica esa bebida. Y aunque sus exigencias con respecto al clima son pocas, el cambio climático representa un importante desafío para este cultivo debido a que sus efectos se observan en la modificación de la distribución de plagas, malezas y enfermedades que podrían mermar su producción.

El proyecto Cultivando un México Mejor —de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— impulsa el desarrollo de capacidades para que los productores puedan hacer frente a las plagas, malezas y enfermedades y se adapten a los retos que implica la variabilidad climática. Entre las acciones para lograrlo están diversos cursos para la producción sustentable de cebada, como el de manejo integrado de malezas y enfermedades que recientemente fue impartido a productores de Guanajuato y Querétaro.

Rafael Cortés, consultor para el CIMMYT en este proyecto, mencionó que debido al cambio climático las altas temperaturas y la humedad se intensifican en algunas regiones. Para los cultivos, estos cambios pueden propiciar infecciones más tempranas y agresivas, por eso resulta importante aprender a monitorear las parcelas adecuadamente y a tiempo.

Felipe Rosas Núñez, de Syngenta, señaló que los tratamientos inadecuados o las decisiones incorrectas pueden generar problemáticas muy complejas, por lo que recomendó realizar acciones preventivas antes de que la cebada presente síntomas visibles. Una de esas acciones es el monitoreo constante de malezas, las cuales juegan un papel determinante en la disminución del rendimiento del cultivo, ya que compiten por agua, luz, nutrientes y espacio prácticamente en todas las etapas del ciclo productivo.

Los cursos impartidos incluyeron diversas prácticas —entre ellas una orientada a la calibración de la aspersora y al uso de boquillas adecuadas para hacer más eficiente la aplicación de tratamientos de bajo impacto ambiental— con la finalidad de que los productores puedan aplicar lo aprendido de manera efectiva directamente en sus parcelas.

¿Cuáles son las malezas y enfermedades que afectan a la cebada?

Entre las malezas que afectan al cultivo están avena silvestre, zacate camalote, carretilla, alpistillo, quelite cenizo, quelite rojo, aceitilla, mostacilla, tripa de pollo, correhuela, aretillo, malva, verdolaga, rabanillo, lengua de vaca, acahual y quiebraplatos, entre otras. Y las enfermedades principales, son: manchas foliares, escaldadura, roya amarilla y roya de la hoja.

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Agricultura de Conservación: la llave que ahorra agua en el cultivo de cebada

Irapuato, Gto.- En el estado de Guanajuato los productores enfrentan año con año la escasez de agua disponible para riego y, con esto, dificultades para regar toda su superficie. La tecnificación del riego y la Agricultura de Conservación —sistema basado en la mínima labranza, la cobertura del suelo y la rotación de cultivos— son una opción para solucionar esta problemática, pues permiten hacer un uso racional de los recursos, retener la humedad, aumentar el contenido de materia orgánica del suelo y —con el tiempo— recuperar la fertilidad de la tierra.

En la plataforma de investigación Irapuato III HEINEKEN-Diciva se ha investigado el balance de agua en los cultivos de cebada y maíz establecidos bajo riego superficial y riego por goteo (en Agricultura de Conservación y labranza convencional). En uno de los experimentos se sembró cebada (de la variedad esperanza) y, en términos generales, se observó que con Agricultura de Conservación solo se tuvieron que hacer cuatro riegos de apoyo durante todo el ciclo, mientras que con labranza convencional se realizaron cinco.

De manera específica, el experimento consistió en cuatro tratamientos con dos repeticiones, es decir, ocho parcelas (de 1,130.8 m2). En cuatro parcelas se instaló el sistema de riego por goteo, y en las restantes, el de riego superficial por compuertas. La diferencia entre sistemas de labranza radicó en el rastrojo que se dejó: 0% y 50%, respectivamente.

Para medir las entradas de agua, en la línea de suministro del riego se instaló un medidor volumétrico, mientras que para contabilizar las salidas se instalaron vertedores en el dren de la cola de los surcos de cada parcela con riego superficial. Y para medir el volumen de agua de entrada en el riego por goteo, se acoplaron medidores volumétricos en el cabezal de riego; para evaluar las salidas por evapotranspiración del cultivo, se utilizó un software alimentado con las condiciones climatológicas del sitio.

Para evaluar la tensión de humedad en el suelo, se instalaron tres sensores en diferentes profundidades (30, 60 y 90 cm). Esto se hizo en cada parcela, dando un total de 24 sensores. Las lecturas se hicieron cada tercer día durante el ciclo del cultivo. El análisis de los datos obtenidos permite afirmar que con una tecnificación integral y adecuada de la agricultura se pueden obtener ahorros de agua de entre 25 y 30%.

En suma, la implementación conjunta de la Agricultura de Conservación y el riego por goteo representa un ahorro de agua de hasta 30% con respecto a la labranza convencional y el riego superficial.

Es importante señalar que este estudio forma parte de un grupo más amplio en el que se han analizado las condiciones y situaciones particulares de los sistemas de producción (tipo de suelo, eficiencia de los sistemas de riego, número de días después de la siembra en que se aplican los riegos de auxilio, etc.). En este caso particular, la Agricultura de Conservación presentó mayor viabilidad que el sistema convencional debido a que conservó humedad residual por 12 días más.

Si se considera que aproximadamente 70% de toda el agua extraída de los ríos, lagos y acuíferos se utiliza para el riego y que alrededor de 2,200 millones de personas viven sin acceso a agua potable, esta acción conjunta de HEINEKEN México y el CIMMYT constituye un valioso aporte para cuidar de este líquido y recordar —como cada 22 de marzo, Día Mundial del Agua— que es importante impulsar acciones como esta para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible no 6: Agua y saneamiento para todos antes de 2030. Sigamos #CultivandoUnMéxicoMejor.

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Fertilidad integral para cebada

Guanajuato, Gto.- Cultivando un México Mejor es un proyecto de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que desarrolla capacidades en los productores para que, a través de la Agricultura Sustentable, contribuyan a reducir el consumo de agua en el cultivo de cebada.

Recientemente, en diversos municipios de Guanajuato y Querétaro se impartió un curso-taller sobre fertilidad integral para cebada en Agricultura de Conservación, dirigido a los productores que participan en este proyecto de sustentabilidad. La capacitación estuvo orientada a fomentar un manejo responsable de los fertilizantes inorgánicos, no solo para aumentar su eficiencia, sino para reducir su impacto ambiental.

El curso fue impartido por Juan Francisco Buenrostro Rodríguez, coordinador de fertilidad del CIMMYT en Guanajuato, quien señaló que la fertilización en un cultivo implica entre 35 y 40% del costo de producción, por lo que es indispensable mejorar las prácticas agrícolas de los diferentes sistemas de producción para optimizar los recursos y mitigar los efectos negativos de la agricultura sobre el ambiente.

En su exposición, el especialista dio un enfoque de nutrición con base en las 4R para la alta productividad en cebada, es decir, las cuatro recomendaciones —o principios fundamentales— para el manejo responsable de nutrientes: dosis, fuente, momento y forma correctos. Estos principios permiten asegurar la sustentabilidad de todo el ecosistema que rodea a la producción agrícola, porque con ello se contribuye a la reducción de la contaminación del suelo y los acuíferos, el ahorro, el aumento de la productividad y —por consecuencia— la mejora de la calidad de vida de los productores.

Los cursos se realizaron en los municipios de Abasolo y Valle de Santiago, Guanajuato, así como en San Juan del Río, Querétaro. Estos fueron impartidos directamente en las parcelas de los productores que participan en el proyecto, e incluyeron una práctica de fertilización enterrada, la cual es una técnica que contribuye a hacer más eficiente el aprovechamiento del fertilizante en el cultivo.

Además de ahorrar agua y hacer más eficiente el uso de los fertilizantes, Cultivando un México Mejor busca brindar a los productores las herramientas necesarias para que desarrollen capacidades que les permitan tomar mejores decisiones para lograr sistemas resilientes, productivos, rentables y ambientalmente sustentables, en concordancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).