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La importancia de los diagnósticos de parcela

Elaboración de trabajo de infiltración y dureza del suelo. (Foto: Octaviano Pavón)
Elaboración de trabajo de infiltración y dureza del suelo. (Foto: Octaviano Pavón)

“Cuando un agricultor decide implementar prácticas sustentables en su parcela para disminuir sus costos de producción, mejorar sus suelos o la calidad de su producción, es importante realizar un diagnóstico integral del productor y su sistema de producción para que las acciones que se tomen estén a la medida de sus necesidades”, comenta Octaviano Pavón Osorio, quien forma parte del equipo técnico de Cultivando un México Mejor. 

Cultivando un México Mejor es un proyecto de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Se trata de esfuerzo conjunto por garantizar la gestión sostenible del agua desde la agricultura, particularmente en el cultivo de cebada. En este sentido, especialistas en agricultura sustentable, como Octaviano, brindan acompañamiento técnico constante a los productores participantes.

Además de conocer la superficie real disponible de una parcela, la maquinaria o herramientas agrícolas con las que se cuentan, la producción promedio, el mercado o la utilización de ciertas tecnologías que podrían ayudarle al productor a llegar a la sustentabilidad, Octaviano menciona que el diagnóstico del lote o parcela y el diagnóstico del suelo y agua son fundamentales para asesorar adecuada y oportunamente a los productores. 

 “El diagnóstico de parcela es la parte más importante para el inicio de una producción agrícola sustentable. El potencial productivo de la parcela implica conocer la disponibilidad de suelo y agua, pero también el comportamiento de estos recursos en la parcela. En este punto es importante conocer aspectos como el microrelieve del terreno, el drenaje o el sentido de riego o entrada de agua si lo que se busca es agilizar la entrada y salida del líquido sin erosionar el suelo”. 

Con respecto al mantenimiento de la parcela y la fertilidad del suelo, el técnico comenta que en el marco del proyecto han impulsado el desarrollo de obras de conservación de suelos y agua, principalmente estableciendo curvas a nivel —las cuales permiten retener el agua de lluvia y facilitan la infiltración— y fomentando la realización de diagnósticos de suelo, pruebas de dureza, de infiltración y diagnósticos de agua, particularmente útiles para optimizar el uso del líquido o su utilización adecuada en la nutrición de los cultivos y en el uso correcto de los insumos de fertilización.

Ante la necesidad de asegurar que el uso del agua en la agricultura sea más eficiente, productivo y respetuoso con el medioambiente, proyectos como Cultivando un México Mejor contribuyen a trazar el camino en ese rumbo y, por esa razón, el acompañamiento técnico a los productores es fundamental para desarrollar en ellos las capacidades que les permitan apropiarse de las tecnologías adecuadas que contribuyen a un mejor aprovechamiento del líquido.  

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Suelos sanos permiten aprovechar mejor el agua de riego

Parcela del productor Ramón Guerrero, en el municipio de Cueramaro, en Guanajuato, México. (Foto: Felipe Juárez)
Parcela del productor Ramón Guerrero, en el municipio de Cueramaro, en Guanajuato, México. (Foto: Felipe Juárez)

“Con este tipo de agricultura ahora puedo pasar la Navidad y otras fiestas con la familia, porque antes solo me pasaba preparando la tierra, sembrando o regando junto con mi papá y nos perdíamos de estar reunidos”, comenta Ernesto Guerrero, productor de maíz y cebada de Cueramaro, en Guanajuato, México, a partir de haber adoptado la agricultura de conservación como sistema de producción. 

La decisión de Ernesto de optar por un sistema de producción sustentable estuvo motivada por su padre, Ramón Guerrero, de quien recuerda que antes de morir tenía la inquietud de sembrar la cebada con agricultura de conservación porque veía como otros agricultores en la región sembraban sin preparar la tierra y, sin embargo, lograban buenas cosechas y con solo dos riegos.

Actualmente, Ernesto participa en el proyecto Cultivando un México Mejor —de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— mediante el cual ha accedido a capacitaciones sobre agricultura de conservación, un sistema que tiene a la mínima labranza, la cobertura del suelo con residuos de la cosecha anterior y la diversificación de cultivos como sus componentes básicos. 

Durante las capacitaciones, comenta Ernesto, se dio cuenta de que sí podía establecer el sistema dadas las condiciones de sus parcelas —cuenta con buen drenaje, siembra en surcos de menos de 200 metros de largo, hay un desagüe, no está desnivelada, etcétera— y ahora estas se ven diferentes a las de otros productores a su alrededor: “a grandes rasgos veo que el suelo guarda más humedad por el aspecto del cultivo y está menos compactado que el de los vecinos”, cuenta. 

En pruebas realizadas junto con los especialistas que le brindan acompañamiento técnico como parte del proyecto, “la diferencia de dureza entre donde se aplicó agricultura de conservación y donde no fue de 50 a 100 psi  (unidad de medida de la resistencia a la tracción), esto implica que este suelo, donde se implementa el sistema sustentable, ha mejorado su estructura y ahora puede aprovechar mucho mejor el agua de lluvia y guardarla para las plantas, lo que también se traduce en riegos más rápidos y menos gasto de agua en comparación con la agricultura convencional”.

A diferencia de la agricultura convencional que implica el uso de muchos insumos —varios de los cuales disminuyen su efectividad con el paso del tiempo—, la agricultura de conservación permite disminuir la demanda de estos, reduciendo los costos de producción y otimizando los recursos y el tiempo destinado a las labores del campo. 

Por sus beneficios económicos y para la salud del suelo, Ernesto sigue las recomendaciones de los técnicos de Cultivando un México Mejor, que incluyen dejar la paja o rastrojo sobre la superficie de la parcela, evitar mover el suelo (solo remarca los surcos), cuidar que la parcela no se encharque y aplicar la nutrición necesaria para el cultivo establecido de acuerdo con en el análisis de suelo.

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Fertilidad integral en cultivo de cebada

Productores y técnicos del proyecto Cultivando un México Mejor, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)
Productores y técnicos del proyecto Cultivando un México Mejor, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)

La región del Bajío, en México, es una de las zonas productoras de cebada maltera más importantes del país. Allí, los agricultores suelen utilizar diferentes fuentes de fertilizante y se ha detectado que aplican cantidades excesivas de nitrógeno. Esto trae como consecuencia altos costos de producción, emisión de gases que contribuyen al cambio climático y cebadas de baja calidad.

Tomando en cuenta este contexto, el equipo técnico del proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), sugiere aplicar las denominadas 4R planteadas por el International Plant Nutrition Institute (IPNI), que son cuatro recomendaciones fundamentales para la fertilidad integral, referidos a la fuente, la dosis, el tiempo y el lugar de aplicación correctos.

Los cuatro requisitos del manejo responsable de nutrientes muestran, en términos generales, la importancia de usar adecuadamente los insumos que son aplicados para aprovechar su efecto al máximo. Con esto, se busca que los productores adopten las mejores prácticas de aplicación de fertilizantes para asegurar que su inversión realmente les brinde beneficios. De manera práctica, estos principios son más claros planteándose unas preguntas básicas:

Fuente correcta: ¿Qué voy a aplicar? Es importante conocer las propiedades (físicas y químicas) del suelo para tener datos sobre la disponibilidad de nutrientes, su interacción, así como posibles limitantes del suelo para usar alguna fuente de fertilizante. Esto puede evitar que, aunque sea la dosis adecuada, se presenten inconvenientes por la susceptibilidad del cultivo al nutriente o la fuente. 

Dosis correcta: ¿Cuánto voy a aplicar? Una vez definidas las fuentes de fertilizantes disponibles para el cultivo se requiere hacer un balance con los nutrientes aportados por los abonos orgánicos (compostas, residuos de cultivos). Esto permitirá disminuir la dosis de uno o más nutrimentos a suministrar en el programa de fertilización. El uso de herramientas como los sensores ópticos son útiles para calcular la cantidad adecuada de nutriente para la planta. Asimismo, el análisis de suelo antes de establecer el cultivo es fundamental. 

Tiempo correcto: ¿Cuándo lo voy a aplicar? Para maximizar la toma de nutrientes por parte de las plantas, la decisión del tiempo de aplicación determina el momento en que la planta acepta y utiliza los nutrientes. Por esta razón, para elegir la fecha adecuada es importante conocer cuándo las plantas absorben los nutrientes, es decir, cuál es la demanda por etapa de crecimiento, ya que cada nutriente es requerido en mayor o menor cantidad durante ciertas etapas del cultivo. 

Lugar correcto: ¿Dónde lo voy a aplicar o colocar? La colocación adecuada de los nutrientes se refleja en una mayor cobertura y homogeneidad al proveer fertilizantes. En este sentido, se debe tomar en cuenta el tamaño y dirección del crecimiento de las raíces, así como la variabilidad del suelo pues cada tipo de suelo tiene características específicas, con diferentes capacidades de retención o susceptibilidad a la pérdida de nutrientes.

Para producir cebada de alta calidad es importante implementar prácticas de fertilidad integral que permitan incrementar los rendimientos y hacer más eficientes el uso de los fertilizantes, reduciendo los costos de producción y haciendo más rentable las unidades de producción. Los análisis de suelo, las enmiendas, el uso de sensores ópticos, la fertilización enterrada (particularmente en la siembra y segunda fertilización) y el fraccionamiento del fertilizante nitrogenado (70% a la siembra y el 30% en la segunda fertilización) son recomendaciones útiles para este propósito. 

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Acciones frente a la escasez de agua

La escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y se prevé que este porcentaje aumente si no se adoptan medidas urgentes. En México, aunque la cobertura nacional de agua potable es de 96.1% (CONAGUA, 2021), cada vez más comunidades experimentan una disminución en el abasto y, de hecho, se estima que cerca del 30% de los que sí reciben el líquido no lo tienen en calidad ni cantidad suficiente (UNAM, 2019). 

De acuerdo con el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), México es uno de los 25 países del mundo que enfrenta un mayor estrés hídrico, situación que pone en el centro del debate al sector agropecuario porque a la vez que es uno de los más afectados por la escasez de agua, también es el que más utiliza el agua extraída de los ríos, lagos y acuíferos (a nivel global el 70% del agua extraída se usa para riego. En México este porcentaje se estima entre 76 y 78%).

Ante este contexto, proyectos como Cultivando un México Mejor, impulsado por HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), contribuyen a la gestión sostenible del agua en la agricultura gracias a prácticas como la Agricultura de Conservación (sistema donde, a grandes rasgos, se hace mínima labranza y el suelo se cubre con rastrojo) y el riego por goteo. 

Con estas prácticas sustentables, durante 2020 (año particularmente seco de acuerdo con los registros históricos de CONAGUA) se notó un ahorro de más de un millón doscientos mil litros de agua (1,205 m³) en el volumen total aplicado por hectárea mediante riego en el cultivo de cebada. Esto representa un ahorro de un poco más de 20% en el consumo de agua en comparación con la agricultura convencional.

El potencial de las prácticas promovidas; sin embargo, puede ser todavía mayor: al comparar el uso de agua y el rendimiento de grano en la agricultura convencional y la Agricultura de Conservación promovida por el proyecto (tanto con riego por surcos como por goteo) se observó que, si bien los rendimientos no difirieron significativamente entre los sistemas de producción, el uso del agua de riego sí fue significativamente menor con prácticas sustentables. 

En promedio, el experimento de campo de cebada-maíz (desarrollado de 2016 a 2020 con comparaciones en paralelo en parcelas de agricultores) mostró que el uso del agua de riego fue 17% menor con Agricultura de Conservación que con labranza convencional; aproximadamente 36% menor con el riego por goteo que con el riego por surcos en la labranza convencional; y 40% menor con riego por goteo y Agricultura de Conservación combinados en comparación con la agricultura convencional con riego por surcos.

En un contexto de escasez de agua a nivel global, cada gota cuenta y proyectos como este, que acercan el conocimiento científico a los productores mediante prácticas simples y efectivas, contribuyen a cuidar los valiosos recursos naturales de los que depende la subsistencia de las sociedades. 

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Con estas prácticas el uso de agua para cultivar cebada es hasta 40% menor

Texcoco, Edo. Méx.- Actualmente México es el mayor exportador de cerveza y el segundo mayor importador de malta de cebada en el mundo. La cebada en México se produce principalmente en agricultura de regadío en la región de El Bajío. De hecho, en Guanajuato el 69% del agua utilizada para riego proviene principalmente de acuíferos y, como resultado de la agricultura intensiva, 19 de los 20 acuíferos en el estado están ahora sobreexplotados y el nivel del agua subterránea está cayendo a un ritmo de hasta 3 metros al año.

El anterior, es el contexto por el que un grupo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Universidad de Guanajuato desarrollaron un experimento de campo a fin de identificar las prácticas y tecnologías con mayor potencial para optimizar el consumo de agua en el cultivo de cebada. 

“Comparamos el uso de agua y el rendimiento de grano en la agricultura convencional ―basada en el continuo movimiento del suelo― y la Agricultura de Conservación, tanto con riego por surcos como por goteo, en un experimento de campo de cebada-maíz de 2016 a 2020 (seis temporadas de crecimiento). Además, hicimos comparaciones en paralelo en parcelas de agricultores que participan en el proyecto Cultivando un México Mejor, de Heineken México y el CIMMYT, donde los productores cuentan con acompañamiento técnico para la implementación de la Agricultura de Conservación y otras prácticas sustentables”, señalan los investigadores. 

Los resultados muestran que, si bien los rendimientos no difirieron significativamente entre los sistemas de producción, el uso del agua de riego fue en promedio 17% menor con Agricultura de Conservación que con labranza convencional, aproximadamente 36% menor con el riego por goteo que con el riego por surcos en la labranza convencional, y 40% menor con riego por goteo y Agricultura de Conservación combinados en comparación con la agricultura convencional con riego por surcos. 

El estudio también señala que el ahorro de agua mediante la Agricultura de Conservación en los campos de los agricultores fue similar al ahorro de agua en el experimento controlado ―desarrollado en el sitio Ex-Hacienda El Copal de la Universidad de Guanajuato en Irapuato, Guanajuato―. Además, se menciona, en los campos de los agricultores la Agricultura de Conservación redujo las emisiones de gases de efecto invernadero en 192 kg de CO2.

Aunque las reducciones en el uso de agua difirieron entre años, dependiendo del clima, los resultados del estudio son muy alentadores. Además, el estudio es aún más relevante porque reúne el trabajo realizado tanto en plataformas de investigación como en parcelas de productores, lo cual permite evaluar las distintas prácticas en las condiciones reales de los agricultores.

El artículo de investigación original ―Reduced Water Use in Barley and Maize Production Through Conservation Agriculture and Drip Irrigation― ha sido incluido en la revista Frontiers in Sustainable Food Systems que publica investigaciones rigurosamente revisadas por pares. Puede ser consultado en: https://doi.org/10.3389/fsufs.2021.734681 

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Las camas anchas y el ahorro de agua en la agricultura

Querétaro, Qro.- Si se considera que la agricultura ocupa el 70% del agua que se extrae en el mundo y que este recurso con frecuencia se desperdicia durante la producción de alimentos, entonces el uso o la implementación de cualquier práctica o tecnología que permita un ahorro de agua es fundamental y necesita difundirse. 

El proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), privilegia el ahorro en el cultivo de cebada a través de prácticas de Agricultura Sustentable como una opción a prácticas inadecuadas que desperdician el agua disponible (como los riegos convencionales que prácticamente inundan las tierras de cultivo de forma innecesaria). 

Un sistema de ahorro importante de agua es la instalación del riego por goteo; sin embargo, no todos los productores pueden tener acceso a él y por eso se promueve el uso de camas permanentes anchas como una alternativa viable para optimizar el consumo de agua (aprovechando que los suelos de los productores de Querétaro que participan en el proyecto permiten que el agua se trasmine bien). 

Las camas anchas son surcos que forman largas hileras y que permiten distribuir de forma más homogénea el agua —los cultivos son plantados en la parte elevada—. Su uso tiene múltiples ventajas, entre ellas está que se puede controlar mejor el tráfico de la maquinaria a la hora de realizar alguna aplicación (además de esta manera las máquinas no dañan tanta planta como lo hacen cuando la cobertura es total) y, lo más importante en el contexto del cuidado del agua, es que las camas anchas permiten tener ahorros de agua considerables. 

Las camas anchas simulan un riego terciado, de manera que el agua trasmina a lo ancho de la cama y permite llegar a la capacidad de campo del suelo —contenido de agua que se retiene en un suelo después de ser saturado con agua— sin inundar la parcela y logrando en menor tiempo regar adecuadamente.

Otra ventaja es que se usa menos combustible para trazar las camas (ya que se utiliza menos al tractor), por lo que se disminuyen las emisiones de CO2 y los gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.

Las camas anchas se logran al solo levantar los fondos del surco de los extremos. Es decir que, con la cultivadora y/o reformadora, solo se levanta la reja de en medio y se deja la de los extremos. Esto, consecuentemente, trazará la cama dependiendo del ancho de la trocha del tractor, lo cual puede ser de 1.5 a 1.6 metros de ancho.

Esta técnica de trazado de camas se promueve a través de recorridos de campo y, actualmente por la pandemia, a través de videos cortos y fotografías ilustrativas. Afortunadamente varios productores queretanos están adoptando el uso de camas anchas para el cultivo de maíz, contribuyendo así a la conservación del medio ambiente.

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Los beneficios del riego por goteo en tiempos se sequía

Querétaro.- Al igual que gran parte del país, en el Estado de Querétaro este año se presentó una fuerte sequía que agotó el agua de presas y bordos, así como los mantos freáticos —cuyo nivel disminuyó en proporciones drásticas—. Esta situación generó que la superficie sembrada se redujera considerablemente y motivó a que muchos productores buscaran alternativas para hacer un uso más eficiente de la poca agua disponible. 

El riego por goteo es una tecnología que permite un gran ahorro de agua. En muchas ocasiones, este sistema se considera parte de la infraestructura del cultivo de hortalizas; sin embargo, la necesidad de ahorrar agua ha propiciado que ahora se esté instalando en sistemas de granos básicos y granos finos, abriendo la posibilidad de elaborar mejores planeaciones de cultivo y estrategias de manejo que puedan brindar mayores rendimientos.

Dentro del proyecto Cultivando un México Mejor, impulsado por HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), se busca mejorar la eficiencia en el uso de agua a través de la Agricultura de Conservación y otras prácticas sustentables asociadas y que contribuyen al cuidado del agua, tan escasa actualmente.

Mediante la Agricultura de Conservación es posible disminuir la erosión del suelo, conservar la humedad y reducir la emisión de gases de efecto invernadero asociados al cambio climático. Este sistema de producción, sumado al riego por goteo, ha permitido que el cultivo de cebada sea más sustentable y viable, incluso en tiempos de sequía como los que se han presentado en ciclos recientes. 

Como parte del proyecto, en el ciclo otoño-invierno 2020-2021 se dio seguimiento a una parcela donde se tiene riego por goteo y camas anchas —arreglo del suelo que permite hacer un mejor uso del agua—. Al inicio, el dueño de la parcela se encontraba indeciso de si las innovaciones propuestas funcionarían adecuadamente o no, pero el hecho de saber que contaría con un acompañamiento técnico permanente le dio más confianza y ya ha tenido grandes aprendizajes sobre prácticas sustentables.  

De entre los beneficios que el productor ha visto con la adopción de prácticas sustentables es que ya no ha tenido que aplicar herbicidas para controlar malezas. Además, al suministrar solo la cantidad de agua que va necesitando la cebada, la presencia de enfermedades es poca o nula, caso contrario en donde se aplica riego rodado —el cual requiere una pendiente para distribuir el agua por efecto de la gravedad y tiene una eficacia baja en el uso del agua—, ya que la parcela se inunda y, si no tiene buen drenaje, se propicia una mayor incidencia de enfermedades.

Con la implementación de estas prácticas el rendimiento en esta parcela fue de 6.5 toneladas por hectárea —el cual está por arriba del promedio de la zona— y con grandes ahorros de agua que le permitirán al productor sembrar en el ciclo primavera-verano 2021, ya que, a diferencia de quienes aplicaron riego rodado, el aún cuenta con agua para aplicar riegos. 

Con ejemplos como este, el proyecto Cultivando un México Mejor busca que más productores adopten estas tecnologías, se beneficien ellos y se beneficie a la sociedad en general, ya que al ahorrar agua y disminuir labores no solo se impacta positivamente en el rendimiento y en la economía, si no que se contribuye a la conservación del medioambiente.

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¿Es posible restaurar las tierras de cultivo?

San Juan del Río, Qro.- La situación de los ecosistemas del mundo es crítica debido a la acción humana. Solo como ejemplo: de acuerdo con las Naciones Unidas, cada tres segundos se pierde una superficie de bosque equivalente a un campo de fútbol y, al ser drenados con fines agrícolas, en el último siglo se han perdido la mitad de los humedales —ecosistemas esenciales para regular y proteger de inundaciones, tormentas y huracanes; almacenar agua y recargar acuíferos—.

En este sentido, la restauración de los ecosistemas es el eje central del Día Mundial del Medioambiente (5 de junio) de 2021. Restaurar los ecosistemas implica prevenir, detener y revertir los daños hechos al entorno natural, por eso es que esta conmemoración marca además el inicio del llamado Decenio para la Restauración de Ecosistemas (2021-2030), misión global que busca regenerar bosques, montañas, oceános y tierras de cultivo.

Posiblemente algunas personas se preguntan si las tierras de cultivo son un ecosistema que deba ser restaurado. La respuesta es un rotundo sí. Los ecosistemas se definen como la interacción entre los seres vivos y su entorno, de manera que las tierras de cultivo, e incluso las ciudades, son considerados ecosistemas creados por el ser humano y se requiere que estén saludables para asegurar la supervicencia de la humanidad. 

La restauración de las tierras de uso agropecuario es de particular interés para reducir la presión sobre el medioambiente. De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés), el sector primario (agricultura, ganadería y otros usos de la tierra) es responsable del 23% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Además, la agricultura ocupa el 70% del agua extraída a nivel global —en México esta cifra es de 76%—.

¿Es posible restaurar las tierras de cultivo al tiempo que se reduce el consumo de agua y las emisiones de gases contaminantes en la agricultura? Productores mexicanos que participan en el proyecto Cultivando un México Mejor demuestran que sí es posible: “Esta es una parcelita donde sembré cebada e implementé las camas anchas —práctica que ayuda a minimizar el movimiento del suelo— a fin de mejorar el uso del agua. He notado que en cada riego he estado disminuyendo una hora. Normalmente regaba en seis o siete horas esta hectárea y ahorita solo me toma entre cinco y seis. Vamos de a poquito, pero pues sí se va disminuyendo el consumo de agua”, comenta Yonan Arellano, agricultor de la localidad La Llave, en San Juan del Río, Querétaro que participa en el proyecto.

Cultivando un México Mejor es una iniciativa de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Entre sus resultados más recientes (ciclo otoño-invierno 2019-2020) destaca que gracias a la implementación de prácticas sustentables los productores participantes han logrado tener un ahorro de un poco más de 20% en el consumo de agua en comparación con la agricultura convencional.

“En estas parcelas estamos comparando dos sistemas de labranza: el convencional, que implica hacer el movimiento del suelo con subsoleo, un par de rastreos y una ligera nivelación; y Agricultura de Conservación, donde hacemos solamente el desmenuzado del rastrojo que mantenemos como cobertura y el remarcado de las camas permanentes. Estamos evaluando dos parámetros fundamentalmente, el tema de rentabilidad, comparando los costos de preparación de terreno principalmente; y el tema de sustentabilidad, enfocado principalmente al consumo de agua”, comenta Joaquín Osornio, especialista en el Centro de Desarrollo Tecnológico Villadiego de FIRA, en Valle de Santiago, Guanajuato, donde se tienen parcelas demostrativas del proyecto. 

“Con labranza convencional tenemos costos más altos al implicar un mayor paso de maquinaria —lo que también implica mayores emisiones de CO2—, con Agricultura de Conservación tenemos muchos menos pasos de maquinaria y, por lo tanto, bajos costos. En el caso de la labranza convencional debido a la roturación del terreno tenemos un mayor consumo de agua, en cambio, con Agricultura de Conservación el ahorro de agua es de un 20 hasta un 30%. Esta es una diferencia significativa”, menciona  Joaquín Osornio.

“Aquí estamos haciendo una comparación entre dos sistemas de riego: riego por goteo y riego rodado —el cual requiere una pendiente para distribuir el agua por efecto de la gravedad—. Cada uno de estos sistemas los evaluamos tanto con Agricultura de Conservación como con labranza convencional. Podemos observar que en el tratamiento donde tenemos riego por goteo el cultivo se encuentra todavía verde, a comparación del riego rodado donde el cultivo, al sufrir un poco más de estrés por falta de agua, ya está en senescencia —etapa final del ciclo de vida de la planta—. Tenemos resultados muy interesantes y con base a ellos invitamos a los productores a que practiquen la Agricultura de Conservación y el riego por goteo porque nos ayudan a ahorrar tanto el recurso económico como el recurso agua”, finaliza Joaquín Osornio.

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Un recorrido vale más que mil palabras

Valle de Santiago, Gto.- En el marco de la “Presentación de Resultados de las Parcelas Demostrativas de Cebada”, del Sistema Producto Cebada, productores que participan en el proyecto Cultivando un México Mejor —que impulsa Heineken México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— brindaron su testimonio sobre trabajar cebada bajo Agricultura de Conservación, un sistema de producción sustentable con amplios beneficios para ese cultivo. 

María Eugenia Rico González, Ángel Pérez Medel y Armando González León, son productores de los municipios de Valle de Santiago, Villagrán y Abasolo, respectivamente. Ellos compartieron sus experiencias respondiendo a tres preguntas clave: ¿qué lo motivó a realizar Agricultura de Conservación?, ¿cuáles son los principales beneficios que han observado?, y ¿qué cree usted que se necesita para que más productores adopten la Agricultura de Conservación? 

“La necesidad de detener la erosión”, “la necesidad de ahorrar en costos de producción, agua y combustibles” y “el compromiso de pensar hacia el futuro”, fueron algunos de los motivos para adoptar la Agricultura de Conservación. Mientras que “la falta de acceso a maquinaria”, “la costumbre de seguir haciendo el manejo normal” y “la falta de acceso a la información” son factores por los que no hay mayor adopción del sistema por parte de otros productores, comentaron. 

Después del panel de productores, se organizó un recorrido en campo a través del cual los asistentes pudieron visualizar de forma más directa cómo la Agricultura Sustentable ofrece alternativas técnicamente validadas que permiten, por ejemplo, ahorrar aproximadamente $6,000 por hectárea con tan solo dejar de laborear el suelo (favoreciendo además su estructura y calidad). Con Agricultura de Conservación, además, hay un ahorro de entre 11y 28% en el consumo de agua (dependiendo del manejo, tipo de suelo y clima).

Con la participación de autoridades, organizaciones e instituciones, la Agricultura Sustentable que se promueve a través de proyectos como Cultivando un México Mejor y otros que impulsa el CIMMYT y sus colaboradores en Guanajuato y la región de El Bajío, es posible transitar más rápido hacia una Agricultura Sustentable que, además de beneficiar la economía de los productores, permite minimizar el impacto ambiental de la agricultura.

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Investigan cómo ahorrar agua con prácticas agrícolas sustentables

El agua es un recurso limitado y que en muchas zonas del país es escaso. Para hacer un uso sostenible de ella se debe trabajar en mejorar la eficiencia de su uso. Sobre todo, porque a nivel global la agricultura es responsable de alrededor del 70% de las extracciones de agua, generando una fuerte presión sobre el recurso. 

La cuenca Lerma-Chapala forma parte del Distrito de Riego 011 Alto Río Lerma, que se abastece principalmente de aguas superficiales y pozos profundos. 80% del agua que de ahí se extrae se destina a la agricultura, es decir, para regar aproximadamente 103 mil  hectáreas al año. Sin embargo, sus fuentes de agua se encuentran sobreexplotadas y con déficit hídrico (al año el nivel del agua subterránea desciende de dos a 10 metros), lo que incrementa el costo del riego, pues se requiere más energía en el bombeo del agua, mantenimiento y adecuaciones al pozo, así como mano de obra, ya que tiene se debe operar más tiempo.

Adicionalmente, al extraer agua de mayor profundidad se incrementa el contenido de ciertos elementos químicos, como el sodio, el flúor y el arsénico. El exceso de sodio provoca una reducción en los rendimientos de los cultivos y daños en el suelo, porque es tóxico para la mayoría de las plantas, dificulta la penetración de otros nutrientes, alcaliniza el suelo (lo cual destruye su estructura) y reduce la permeabilidad del agua, así que el suelo se inunda más fácil cuando llueve o se da un riego. De hecho, se estima que el 15% de las tierras agrícolas de Guanajuato ya tienen problemas de sodicidad.

Una de las alternativas para incrementar la eficiencia de aplicación del agua dentro de la parcela es con riego localizado (en su modalidad de riego por goteo). Si bien este sistema necesita mantenimiento, control de la instalación y una inversión inicial (para instalar el sistema en 10 hectáreas se requiere aproximadamente $1,263,250, mismos que se puede recuperar en el año 3 si se implementa Agricultura de Conservación, o en el año 5 si se mantiene una labranza convencional), a diferencia del riego superficial reduce la evaporación de agua del suelo, los escurrimientos y la percolación (pérdida de agua hacia las capas de la tierra), además se puede hacer una aplicación conjunta de fertilizante y riego (fertirrigación) y permite una mayor uniformidad en el agua suministrada. 

Para buscar alternativas sobre cómo incrementar el ahorro de agua, en la plataforma de investigación Irapuato III (ubicada en terrenos de la División de Ciencias de Vida, de la Universidad de Guanajuato) se ha investigado la eficiencia del uso del agua en el cultivo de cebada y maíz amarillo en dos sistemas de labranza (convencional y Agricultura de Conservación) y dos tipos de riego (superficial y goteo), observándose que la tecnificación del riego tiene un buen potencial para el ahorro de agua, pero también que mejorando el riego superficial se pueden obtener resultados similares y sin la inversión que representa la tecnificación (para esto se debe tomar en consideración el tiempo de avance del agua en los surcos para controlar la infiltración del agua a profundidades no deseadas, la distancia de los surcos y cuidar el tiempo de riego para evitar que el terreno quede inundado). 

En todos los casos, la Agricultura de Conservación ha permitido mejorar la eficiencia del agua (y tener ahorros de hasta $1,800 por hectárea), esto quiere decir que se requieren menos litros de agua para producir un kilogramo de grano y, en general, se requiere un menor volumen de agua para satisfacer las necesidades del cultivo: el ahorro que se tiene en promedio en cebada es de 1,577 metros cúbicos por hectárea (m3/ha) en riego superficial y de 870 m3/ha en riego por goteo, en comparación con la labranza convencional. Esto ocurre gracias a que el principal efecto de la Agricultura de Conservación en el sistema de riego es la mejora de la estructura del suelo y con esto se logra tener una mayor infiltración, una reducción del tiempo de regado y del gasto de agua para obtener una buena humedad en el terreno.

Con respecto al riego por goteo, este ayuda a controlar el volumen de agua que se aplica y a evitar el escurrimiento de agua en la parcela; en la plataforma, con en labranza convencional se ha tenido un ahorro de 1,302 m3/ha al compararse con el riego superficial y, con Agricultura de Conservación, el ahorro ha sido de 595 m3/ha. Si se compara el volumen de agua promedio empleado en labranza convencional y riego superficial con el empleado en Agricultura de Conservación y riego por goteo, se tiene un ahorro de 2,172 m3/ha.

Esta investigación de la plataforma Irapuato III forma parte de las acciones del proyecto Cultivando un México Mejor, de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el cual busca optimizar el uso de agua en el cultivo de cebada y, en general, contribuir a la valoración y gestión sostenible de este recurso esencial para los sistemas agroalimentarios y para la vida misma. 

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Figura 4. Volumen de agua aplicado en el cultivo de cebada de 2016 a 2018 en la plataforma de investigación Irapuato III. Abreviaturas: LC, RS= labranza convencional con riego superficial; LC, RG= labranza convencional con riego por goteo; AC, RS= agricultura de conservación con riego superficial y AC, RG= agricultura de conservación con riego por goteo.

 

Referencias

  • Alcón, F., Arcas, N., de Miguel, M. D., & Fernández-Zamudio, M. Á. (2009). Adopción de tecnologías ahorradoras de agua en la agricultura. In J. A. Gómez-Limón, J. Calatrava, A. Garriedo, F. J. Sáez, & Á. Xabadia (Eds.), La economía del agua de riego en España (pp. 127–146). Retrieved from http://dx.doi.org/10.1016/j.tws.2012.02.007
  • Mandujano Bueno, A. (2015). Diagnóstico regional y técnico. Plataformas Experimentales MasAgro Guanajuato. Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
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  • Pérez Espejo, R., & Aguilar Ibarra, A. (Eds.). (2012). Agricultura y contaminación del agua. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Económicas.