Categorías
Noticias

¿Cuál es la condición corporal ideal del ganado?

Ganado ovino en sistema agropecuario en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Ganado ovino en sistema agropecuario en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

México cuenta con una importante actividad ganadera en distintas escalas. La producción ganadera en pequeña escala, realizada principalmente en el ámbito familiar, es muy importante porque contribuye al abasto alimentario de pequeñas y medianas poblaciones.  

Dada la importancia de este tipo de ganadería, en la que destaca la presencia de borregos y cabras, es importante que los productores conozcan la condición corporal de sus animales, es decir, que sepan cómo determinar de forma práctica el estado físico del ganado —midiendo las reservas corporales en forma de grasa y músculo— y así evaluar el nivel nutricional para determinar, por ejemplo, si es necesario darle otros alimentos. 

La condición corporal es un reflejo de la alimentación que están recibiendo los animales. Por ejemplo, al tener una dieta basada en esquilmos o rastrojos y largas caminatas se genera una pérdida de peso. Esto trae como consecuencia animales bajos de peso y periodos entre cría y cría más largos. 

Al conocer la condición corporal del ganado es posible saber si es necesario suministrar otros alimentos que aporten diferentes nutrientes. Si bien la idea es simple, la pregunta es: ¿cómo se determina la condición corporal?

Para esta estimación primero se debe observar desde atrás del animal la pelvis o anca y las costillas. Estos huesos regularmente son visibles siempre, pero si estuvieran muy marcados indicaría que el animal está bajo de peso y por tanto su condición corporal es baja.

Posteriormente se debe palpar en zonas específicas del animal: el lomo, la zona de la inserción de la cola, la región del flanco y cadera; una vez que se realiza esta evaluación se asigna un valor en una escala del cero al cinco donde el cero corresponde a un animal extremadamente delgado y cinco a un animal obeso. Un número intermedio sería la condición ideal del animal. 

Para facilitar que los productores que trabajan en sistemas agropecuarios estimen la condición corporal del ganado, se pone a su disposición la siguiente infografía sobre Condición corporal en ovinos, caprinos y vacunos. 

Esta infografía es parte de los contenidos generados en el marco del proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, el cual promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

 

Categorías
Noticias

Digestibilidad de forrajes

Productor de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, quien produce maíz y forrajes en la misma parcela. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Productor de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, quien produce maíz y forrajes en la misma parcela. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Uno de los aspectos que suele limitar la productividad en los sistemas agropecuarios en zonas como la Mixteca de Oaxaca es la falta de información sobre aspectos básicos referentes a la nutrición del ganado. Por ejemplo, si se desconoce la proporción de nutrientes que incorpora o asimila efectivamente el ganado cuando consume forrajes —es decir, la digestibilidad de los forrajes—, es posible que los productores carezcan de elementos para seleccionar los forrajes más adecuados o los mejores momentos para proporcionárselos.

La digestibilidad, en términos generales, representa el porcentaje de alimentos que el animal consume, pero que no elimina; en otras palabras, es una forma de medir el aprovechamiento de un alimento y de estimar la energía disponible que tiene. Entre los factores que afectan la digestibilidad de los forrajes están el estado de madurez de las plantas, el nivel de procesamiento y la composición química, aspecto que además está relacionado con el valor nutricional del forraje.

Otro aspecto importante a considerar es la propia naturaleza del ganado. Los rumiantes (bovinos, ovinos y caprinos), en particular, se caracterizan por tener un estómago con cuatro divisiones que, a diferencia de otros mamíferos, les permiten aprovechar más las plantas que comen, por lo que su alimentación está basada forrajes. 

A través del proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores— se han desarrollado diversas actividades de investigación y capacitación para hacer sostenibles a los sistemas agropecuarios. Varios de estos esfuerzos han estado relacionados con los forrajes. 

CLCA es un proyecto que promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad. En este sentido, la productividad referente al ganado también es de particular atención para la iniciativa y por ello se han desarrollado diversos materiales, como la infografía Digestibilidad de Forrajes que se presenta a continuación y que esperamos les sea de utilidad. 

 

Categorías
Infografías

Agricultura sustentable proporciona una mejor nutrición al ganado

Ensayos de agricultura y ganadería en el marco del proyecto CLCA, implementado en Oaxaca (México) por el CIMMYT, en el campo de experimentación del INIFAP en Santo Domingo Yanhuitlán. (Foto: Hub pacífico Sur-CIMMYT)
Ensayos de agricultura y ganadería en el marco del proyecto CLCA, implementado en Oaxaca (México) por el CIMMYT, en el campo de experimentación del INIFAP en Santo Domingo Yanhuitlán. (Foto: Hub pacífico Sur-CIMMYT)

La actividad agrícola, ganadera y la gestión del sistema alimenticio actual generan cerca del 23% de los gases de efecto invernadero que propician el calentamiento global y contribuyen al cambio climático, por lo que la transformación de este sector hacia sistemas más sostenibles debe ser una prioridad. 

Además del impacto ambiental, la relación entre agricultura y ganadería en términos de productividad y rentabilidad no siempre es la más adecuada: el sobrepastoreo propicia la compactación del suelo, la alimentación del ganado no permite conservar el rastrojo como cobertura del suelo —dificultando la implementación de prácticas sustentables para incrementar la cantidad de materia orgánica y mejorar las propiedades del suelo—, etcétera. 

Aunque da la impresión de que combinar agricultura y ganadería no es lo más conveniente, esto no es necesariamente así. De hecho, es posible crear sinergias muy positivas entre ganadería y agricultura, específicamente si se toma como base la agricultura de conservación, tal y como lo hace el proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—.

CLCA es un proyecto que promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad. 

En Oaxaca (México), uno de los lugares donde se desarrolla el proyecto, recientemente el Hub Pacífico Sur del CIMMYT ha realizado diversos ensayos, por ejemplo, combinando la siembra de diferentes  cultivos para fijar nitrógeno atmosférico en el suelo y proporcionar al ganado un mejor forraje, es decir, una alimentación más balanceada y completa comparada con los sistemas convencionales en donde el ganado pastorea lo que encuentra.

Resultado de este proceso de identificar cuáles son los forrajes que nutren de mejor manera a los animales se han elaborado distintos materiales, entre ellos un Manual de bloques multinutricionales  —un bloque multinutricional es un compuestos alimenticio sólido y balanceado que fue diseñado para que el ganado lo consuma de forma gradual en el corral— que los promotores del proyecto CLCA comparten en espera de que sea de utilidad para técnicos y productores agropecuarios en condiciones similares a las existentes en la Mixteca de Oaxaca. 

https://repository.cimmyt.org/handle/10883/22497

Categorías
Infografías

Mezclas y formas de siembra para diversificar cultivos

La simplificación de la agrobiodiversidad tiene consecuencias económicas y ambientales. Y es que los agrosistemas con poca diversificación presentan problemas de fertilidad y poseen pocos o ningún mecanismo de defensa ante plagas y enfermedades. Se vuelven sistemas frágiles y constantemente requieren de insumos externos que elevan los costos de producción.

Los monocultivos, por ejemplo, pueden enfrentar problemas de comercialización y baja rentabilidad debido a la sobreproducción de un solo producto. La intensificación sustentable y la diversificación de cultivos es entonces un asunto prioritario, particularmente para la agricultura de pequeña escala, ya que diversificar lo que se siembra es la vía más efectiva, sencilla y económica para lograr parcelas más rentables a la vez que sustentables. 

A través del proyecto CLCA, científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) buscan optimizar los sistemas agropecuarios para incrementar los rendimientos, la calidad, la salud del suelo y el uso eficiente de los recursos.

CLCA (Uso de la Agricultura de Conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad en países del norte de África y Latinoamérica) es un proyecto impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores en zonas áridas de México y Bolivia. 

Entre las prácticas que impulsa el proyecto se encuentra la diversificación, la cual puede brindar muchas alternativas para lograr la resiliencia del campo al promover la interacción entre cultivos y mejorar y preservar la productividad de los recursos naturales destinados a la actividad agrícola.

Se trata de una diversificación productiva expresada a través de la variedad de cultivos que se engarzan a través de asociaciones, rotaciones, relevos, etc. Esta diversificación  aporta alternativas para los productores para mejorar sus sistemas de cultivo e incluso para favorecer su vinculación a mercados. A través de esta infografía, los promotores del proyecto CLCA comparten algunos de los principales beneficios de a diversificación, las principales mezclas y formas de siembra adecuadas para zonas áridas como la Mixteca de Oaxaca. 

Foto de portada: Parcelas con cultivos diversificados en San Felipe Jalapa de Díaz, en Oaxaca, México. (Foto: Sociedad de Productores Agrícolas y Pecuarios de la Mazateca Baja)

Categorías
Noticias

Agricultura y ganadería, binomio sustentable en la Mixteca de Oaxaca

Productores de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, desarrollando actividades agrícolas y ganaderas. (Foto: Divulgación-CIMMYT)
Productores de San Marcos Monte de León, en Oaxaca, México, desarrollando actividades agrícolas y ganaderas. (Foto: Divulgación-CIMMYT)

Cada que el equipo técnico del proyecto CLCA invita a algún productor a sumarse a dicho proyecto —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, trata de demostrarle cómo la agricultura y la ganadería pueden convivir sin impactar negativamente en la fertilidad del suelo.

Adaptar los sistemas de producción a las condiciones actuales de cambio climático es uno de los principales objetivos del acompañamiento técnico que brinda el proyecto.

“En Oaxaca, a través del trabajo con el CIMMYT y CLCA estamos tratando de hacer que la agricultura y la ganadería, y la fertilidad del suelo, no estén peleadas, sino integradas y podamos generar alimentos sanos y suficientes para las familias”, asegura Carlos Barragán, quien forma parte del equipo técnico que promueve CLCA.

Antes de dejarse guiar por los técnicos del proyecto CLCA, Félix Betanzos Benítez ya intentaba intercalar haba y alverjón con la siembra del maíz, pero ahora suma el trigo, la avena y el ebo, cultivos de los que procura obtener su propia semilla para reducir gastos.

“Es un beneficio para nosotros porque así se alimentan nuestros animales” y “estamos guardando un poquito de ebo, un poquito de semilla de avena para la próxima temporada que viene para seguir teniendo pastura para que crezca el ganado”.

Así como Félix, Anselmo Ramírez, un productor de San Marcos Monte de León, también se convenció de los beneficios de mantener cubierto el suelo de su parcela la mayor parte del año y de que se puede producir maíz y forrajes al mismo tiempo.

El suelo de Alselmo ha sido degradado por la erosión, por eso tomó el consejo de cubrirlo con rastrojos de la cosecha anterior y moverlo lo menos posible. De cada cosecha que logra Anselmo con agua de temporal “sale para los animales y para uno, para comer” porque “donde dejo el rastrojo no meto a los animales para que no lo acaben y así poco a poco el rastrojo se va pudriendo y nutriendo al suelo”.

Además de reducir gastos, Anselmo ha descubierto que es más práctico sembrar en la misma parcela maíz y otros cultivos como avena, ebo, canola y triticale, semilla que le otorgó Fondo para la Paz, una organización que se sumó a la implementación del proyecto de CLCA en la Mixteca de Oaxaca. 

Óscar Mejía, supervisor de esa organización puede contabilizar en números las mejoras en rendimientos que la parcela de Anselmo ha alcanzado al implementar la agricultura de conservación y la introducción de forrajes en al menos el 80 % de los módulos y áreas de extensión donde se implementa el proyecto de CLCA.

“Con agricultura convencional —con movimientos excesivos del suelo y sin cubrirlo con rastrojos— en promedio se consiguen entre 600 y 800 kilos de maíz, pero con la agricultura de conservación hemos registrado que esa cantidad se eleva a 1,2 o hasta 2,2 toneladas, así que dejar el rastrojo, no mover el suelo y rotar cultivos nos ha permitido que incrementemos hasta en un 40 % los rendimientos, tanto de maíz como en nuevos cultivos alternativos para la parte pecuaria”, resalta Óscar.

Categorías
Noticias

Forraje y grano en la misma superficie

Milpa en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Milpa en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

A Mario Guzmán Manuel le llevó tiempo entender que a mayor movimiento de la tierra en una parcela la fertilidad y la humedad se pierden, pero una vez que conoció la agricultura de conservación él mismo se niega a realizar prácticas que afecten la estructura del suelo que cultiva, como el barbecho con tractor, aunque esto le implique disminuir sus ingresos por la renta de la maquinaria que posee en San Francisco Chindúa, en la Mixteca de Oaxaca, México.

De sus 50 años, Mario casi ha pasado todos en el campo y, a principios de junio, con las lluvias que trajo el huracán Agatha a la Mixteca, él se animó a sembrar casi una hectárea con maíz que espera crezca con el temporal.

“Anteriormente la milpa, a esas fechas, ya estaba para encajonar —pasar la yunta con el arado por dónde ya se pasó cuando se labró— porque empezaba a llover desde mayo o a mediados de abril, pero si no fuera por Agatha que nos benefició con tres días de lluvia, todo estaría seco”, analiza.

Si barbecha una parcela —voltear una capa de suelo de 30 centímetros—, Mario cobra por la renta de su tractor y su mano de obra de 800 a mil pesos, aunque todavía faltaría una rastra —para mover una capa de suelo de 10 centímetros— antes de hacer los surcos.

“Antes hacía ambas cosas e incluso dos rastras para que quedara molida la tierra”, pero Mario ha comprobado que si deja el rastrojo o los residuos de la cosecha anterior “se mantiene más la humedad, pero la gente se aferra, cuando está húmedo, la tierra se pega mucho en los discos del tractor, por eso siguen prefiriendo echar lumbre”, sin comprender que esa práctica solo demerita la capacidad de la tierra de producir alimento.

Desde hace siete años Mario ha visto que el temporal en la Mixteca “se ha retrasado, porque llueve muy poco”, un cambio muy radical de clima en todo el mundo por las acciones humanas, incluyendo las agrícolas porque prevalece la siembra de manera convencional, es decir, con movimientos excesivos del suelo que afectan su estructura y sus funciones. 

Poco a poco, con la asesoría técnica de colaboradores del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y Trigo (CIMMYT) que en esa región implementa el proyecto CLCA, productores como Mario han dejado de barbechar y tratan de mantener un poco de rastrojo en su parcela.

El proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores— promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

“Estamos utilizando diferentes tecnologías que nos permiten aumentar la fertilidad del suelo, conservarlo y mantener o mejorar la productividad de cada unidad de producción pecuaria y de cada familia. Para ello estamos produciendo forraje y grano en la misma superficie, con la misma cantidad de agua y en el mismo ciclo agrícola”, explica Ángel Rodríguez Santiago, colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT.

Combinar diferentes tipos de cultivos, dejar el rastrojo sobre la parcela y usar abonos orgánicos que ellos mismos realizan son parte de las actividades que Alfredo Rodríguez Girón, productor de San Francisco Chindúa, también ha aprendido para optimizar su cosecha y tener alimento suficiente para su ganado.

Con este tipo de prácticas, el potencial productivo de los suelos agrícolas se puede incrementar considerablemente.Tan solo en el distrito de Nochixtlán, al que pertenece San Francisco Chindúa, suman 15 mil 790 hectáreas cultivables con maíz en las que se puede diversificar la siembra para hacer más rentable esta actividad y reducir el impacto al medio ambiente.

Categorías
Noticias

Agricultura de conservación, forrajes y variabilidad climática

Aspecto general de parcela en la Mixteca de Oaxaca, México, donde se integra agricultura y ganadería. (Foto: CIMMYT)A Mario Guzmán Manuel le llevó tiempo entender que, a mayor movimiento de la tierra en su parcela, la fertilidad y la humedad se pierden. No obstante, una vez que conoció la agricultura de conservación él mismo se niega a realizar prácticas que implican un movimiento excesivo del terreno y, en consecuencia, una pérdida de la estructura del suelo, como el barbecho con tractor. 

De sus 50 años, Mario casi ha pasado todos en el campo en San Francisco Chindúa, en la Mixteca oaxaqueña. A principios de junio, con las lluvias que trajo el huracán Agatha a la Mixteca, él se animó a sembrar casi una hectárea con maíz de temporal.

“Anteriormente la milpa, a esas fechas, ya estaba para encajonar porque empezaba a llover desde mayo o a mediados de abril, pero si no fuera por Agatha que nos benefició con tres días de lluvia, todo estaría seco”, analiza.

Los efectos del cambio climático son diferentes para las distintas regiones, pero los agricultores de todo el mundo, como Mario, están sujetos cada vez a una mayor incertidumbre. Mario, por ejemplo, desde hace siete años ha visto que el temporal en su comunidad “se ha retrasado, porque llueve muy poco”.

Estos cambios radicales de clima en todo el mundo, sin embargo, son propiciados por las acciones humanas, incluyendo las agrícolas porque prevalece la siembra de manera convencional, en la que los suelos se dejan sin cobertura, favoreciendo su erosión. 

“Antes hacía hasta dos rastras para que quedara molida la tierra, pero dejando el rastrojo de la cosecha anterior se mantiene más la humedad. La gente se aferra a esas prácticas, siguen prefiriendo echar lumbre, pero debemos comprender que esa práctica solo le quita al suelo su capacidad para producir”, comenta Mario.

Poco a poco, con la asesoría técnica de colaboradores del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que en esa región implementa el proyecto CLCA, productores como Mario dejan de barbechar y tratan de mantener un poco de rastrojo en su parcela.

CLCA es un proyecto impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores con el objetivo de impulsar el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

Ángel Rodríguez Santiago, colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, comenta que, en el marco del proyecto se están empleando “diferentes tecnologías que nos permiten aumentar la fertilidad del suelo, conservar el suelo y así mismo la productividad de cada unidad de producción pecuaria y de cada familia. Estamos produciendo forraje y grano en la misma superficie, con la misma cantidad de agua y en el mismo ciclo agrícola”.

Combinar diferentes tipos de cultivos, dejar el rastrojo sobre la parcela y sustituir el uso de fertilizantes sintéticos por los abonos orgánicos que ellos mismos elaboran, es parte de las actividades que Alfredo Rodríguez Girón, productor de San Francisco Chindúa, también ha aprendido para optimizar su cosecha y tener alimento suficiente para su ganado.

“Hacemos nuestros propios abonos orgánicos, nuestras compostas que sirven para nutrir la raíz; también elaboramos algunos productos que se aplican directo a la hoja para aplicar nutrientes específicos que le falten a la planta”, expresa satisfecho de producir desde la conciencia ambiental que recién ha adquirido.

Categorías
Noticias

Productoras agropecuarias de la Mixteca adoptan la agricultura de conservación

Maribel Landero, productora de la Mixteca de Oaxaca, México, dando de comer una mezcla forrajera a su ganado. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Maribel Landero, productora de la Mixteca de Oaxaca, México, dando de comer una mezcla forrajera a su ganado. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Maribel Landero Taltempan es una productora del estado mexicano de Oaxaca, tiene 37 años y está casada con Raúl quien, por su trabajo, está fuera de su comunidad de lunes a viernes. Sin presunción, cuenta Maribel, la adopción de la agricultura de conservación, sobre todo de la “matraca”, le ha permitido no depender de la presencia de un hombre para hacer producir su parcela y así obtener alimento para el autoconsumo y sus seis chivos. 

La matraca es una sembradora manual que para mí es algo innovador. Solo los primeros días se me dificultó la sincronización porque la pinza que tiene en la parte inferior se cierra cuando se hunde en la tierra y se abre al sacarla. Es práctica, solo hay que escuchar que el grano caiga a una distancia de 15 centímetros”, explica la agricultora que vive en San Marcos Monte de León, agencia del municipio mixteco de Villa Chilapa de Díaz.

Desde que Maribel aprendió a manejar la sembradora manual, cuenta, solo necesita dos mozos para encargarse de las labores en su parcela. Además, al no disponer de tiempo para llevar a pastar a sus animales, les construyó un corral con características que le facilitan limpiarlo, así como dar de beber y comer a sus chivos una mezcla de zacate, triticale, alfalfa y canola, “vitaminas o las fibras que necesitan”, relata. 

Junto con otras 321 productoras, Maribel participa en el proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, el cual promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

En Oaxaca, el proyecto ha propiciado la implementación de 62 módulos de innovación, áreas de extensión y de impacto con presencia de mujeres. Este énfasis en el tema de género es porque a la carga de labores que tienen por sus roles tradicionales de responsables de las labores de la casa y la familia, muchas productoras de la Mixteca deben agregar a sus tareas el cultivo de maíz o el pastoreo de animales en un contexto de sequía que complejiza la rentabilidad de las actividad agrícola y pecuaria.

La avena que producen con agricultura de conservación María Martínez Cruz y su esposo Isidro Reyes Cruz en el municipio de Vicente Nuñú les permite “en tiempo de sequedad” tener alimento para sus animales que no se mantendrían con la pastura que encuentran en esos montes.

“Si no suben los animales, si no logran subir, se mantienen por lo menos, porque ahorita en los campos, pos (sic) como no ha querido llover, todo está seco, pero ya con lo verde de la avena, ya nos ayuda a mantener a los animales”, expresa María,satisfecha de incorporar una alternativa de alimento para su ganado.

Sara Cruz Ramos, productora de San Andrés Sinaxtla, resiente también la sequía en la Mixteca y por eso ha implementado algunas innovaciones como hacer con cinceles un subsoleo —una técnica que permite aflojar el suelo, pero sin removerlo— en su parcela y dejar de hacer el barbecho tradicional.

“Con las pocas lluvias que se han presentado en estos años se hizo un subsoleo para poder captar agua”, además de dejar el residuo de la cosecha anterior “para que haya más materia orgánica y podamos tener un suelo con más nutrientes”.

Reducir gastos es el logro en que Felicitas Velasco Soriano, originaria San Bartolo Soyaltepec, ve al implementar las prácticas que el CIMMYT y sus colaboradores promueven a través del proyecto de CLCA, con el que inició a sembrar otros cultivos como ebo, trébol y girasol que intercalado con maíz le garantiza la alimentación en su familia, pero también de sus animales.

Categorías
Publicaciones

Agricultura familiar, retos y avances

Cerca del 80 % de los alimentos del mundo son producidos por familias agricultoras. La agricultura familiar, en este sentido, brinda grandes oportunidades para la seguridad alimentaria global al ser un potencial motor para preservar alimentos tradicionales, salvaguardar la diversidad agrícola y el uso sostenible de los recursos naturales, crear oportunidades económicas para las comunidades y fomentar sistemas alimentarios diversificados; sin embargo, las familias agricultoras enfrentan muchas dificultades, entre ellas el acceso a los mercados y el cambio climático. 

Dada la relevancia del tema, y en el marco de tres años del Decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar (2019-2028), la revista EnlACe del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) dedica su edición número 61 a la agricultura familiar y a los distintos proyectos que impulsa este centro de investigación científica y diversos colaboradores para apoyar a los agricultores familiares.

En el marco de la temática abordada, esta edición de EnlACe incluye contenidos sobre el proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores en la Mixteca Alta de Oaxaca, México y en el Altiplano Sur de Bolivia— para integrar la agricultura y ganadería zonas áridas y semiáridas; también se aborda el tema de la asociatividad con productores de pequeña escala, fomentada en el marco de un proyecto impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT. 

La revista presenta también algunos resultados de las plataformas de Teopoxco y Tamazulápam en Oaxaca, donde investigadores del CIMMYT y la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas han estudiado la integración de agricultura de conservación y Milpa Intercalada con Árboles Frutales, sistemas que brindan amplios beneficios para las familias agricultoras de zonas de laderas. 

Portada de EnlACe: La revista de la Agricultura de Conservación No. 60.
Portada de EnlACe: La revista de la Agricultura de Conservación No. 61.

Entre otros contenidos, se destaca la actualización de los procedimientos del CIMMYT para la distribución de semillas, información sobre proyectos para el mejoramiento de variedades y distribución de semillas en África, implementación de hubs o nodos de innovación en Guatemala, entre otros contenidos están ya disponibles de forma gratuita en EnlACe: La revista de la Agricultura de Conservación No. 61.

Categorías
Noticias

Agricultura de conservación brinda amplios beneficios a los sistemas ganaderos

Evaluación de forrajes en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Evaluación de forrajes en la Mixteca de Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

“Aquí estamos probando qué mezclas de cultivo de forrajes permiten incrementar el rendimiento bajo el sistema de agricultura de conservación”, comenta Leodegario Osorio Alcalá, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y responsable del campo de experimentación del INIFAP en Santo Domingo Yanhuitlán, ubicado en la región de la mixteca oaxaqueña, en el sur de México. 

Con financiamiento del proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores— el investigador ha centrado su labor en el establecimiento de siete tratamientos de diferentes especies forrajeras para identificar con cuáles se produce forraje de mejor calidad para el ganado ovino, caprino, vacuno o de otros tipos.

CLCA es un proyecto que promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad. 

A diferencia de la siembra convencional de cereales donde se destina una superficie para un solo tipo de cultivo, Leodegario refiere que las prácticas sustentables que se impulsan a través del proyecto permiten obtener mejores resultados. El investigador ha comprobado, por ejemplo, que en una siembra en surcos y “en el mismo momento” de avena mezclada con triticale es posible cosechar 24,5 toneladas por hectárea materia verde y 7,8 toneladas en materia seca, además de que “la calidad de forraje es mayor a que si se sembrara avena sola”.

Si se combina la siembra de ebo junto con canola, avena, girasol y cebada se logra un doble propósito: proporcionar proteína para el forraje y fijar nitrógeno atmosférico, “el cual va a estar disponible en el suelo, para que el cultivo que se siembre posteriormente pueda nutrirse”.

Para identificar qué mezcla de forraje nutre de mejor manera a los animales, en el campo de experimentación donde está Leodegario se hace un manejo controlado de 21 cabezas de ganado que pastorean “directamente en el cultivo”.

Con ayuda de un cerco eléctrico móvil que funciona mediante un sistema alimentado por un panel solar, por tres días los 21 borregos pastan en un área de 720 metros cuadrados, en donde el 50 % es una siembra de mezcla de especies como la avena, cebada y triticale, mientras que en el resto hay arbustos y árboles de guaje que les proporcionan sombra y una fuente de proteína.

“Eso hace que la alimentación de este ganado sea más balanceada, más completa comparado con un sistema convencional en donde el ganado va a pastorear lo que encuentra”, resalta Leodegario.

Que el ganado llegue al terreno a comer la avena le permite consumir “lo más digerible, lo más suave: el grano” y “la parte más lignificada del tallo, es decir, la parte más leñosa” se queda en la superficie sembrada como una cobertura que ayuda a conservar humedad, además de la descomposición que se logra con el tiempo “puede contribuir con materia orgánica”.

Los investigadores que participan en el proyecto han comprobado que este sistema de pastoreo controlado “también permite controlar la maleza porque los borregos la comen, reducimos así el uso de herbicidas, a la vez de que se reducen gastos al no requerir de una persona que les cuide todo el día, ya que este cerco eléctrico se va moviendo de acuerdo con la cantidad de pastura que haya y al número de animales”.

La investigación colaborativa que promueve el CIMMYT con instituciones como el INIFAP es parte de la vinculación para implementar con éxito el proyecto CLCA, permitiendo enlazar los sistemas agropecuarios de agricultura de conservación con alternativas viables para los productores que necesitan forraje para sus animales.

Los resultados de esta plataforma de investigación cobran más relevancia ante la discusión de si es mejor retirar el rastrojo —conjunto de tallos y hojas que quedan tras la cosecha— para que lo consuma el ganado o dejarlo en la parcela como cobertura para retener humedad y proteger al suelo de la erosión. 

Son “alternativas que nos van a permitir entonces mostrar cómo podemos hacer un uso equilibrado del rastrojo, tanto para los animales como para el suelo y de esta manera ir viendo cómo podemos acelerar la adopción de la agricultura de conservación, que por una parte mejora la estructura del suelo y por otra hace sostenible la producción pecuaria de ovinos con un manejo mucho más adecuado que si solo hiciéramos pastoreo extensivo”.