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Buenas cosechas con menos agua

El productor Raúl Sotelo durante un monitoreo de humedad para establecer maíz amarillo sin aplicar riego de asiento. (Foto: Tomás López Montoya/CIMMYT)

El productor Raúl Sotelo durante un monitoreo de humedad para establecer maíz amarillo sin aplicar riego de asiento. (Foto: Tomás López Montoya/CIMMYT)

El contenido de humedad del suelo es un factor muy importante para que los cultivos crezcan adecuadamente. Además de las condiciones atmosféricas y las características propias de los cultivos —como su capacidad de absorción y transpiración—, la cantidad de agua que fluye a través de las plantas, desde el suelo hasta la atmósfera, depende en gran medida de la oferta de agua del suelo, de su estructura que influye en la capacidad de absorción, y de si tiene o no una cubierta que le ayude a retener humedad. 

Una de las razones por las que optamos por trabajar la tierra de esta manera es la escasez de agua que se está presentando en la zona”, comenta Raúl Sotelo, agricultor de Navolato, en Sinaloa, México, quien desde hace tres ciclos agrícolas participa en el proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Este proyecto tiene entre sus objetivos producir maíz amarillo de manera sustentable. Por ello promueve un sistema de producción que permite aprovechar todas las precipitaciones que caen en la temporada de lluvias y conservar la humedad en el suelo para así poder establecer el cultivo de maíz en fechas óptimas.

Estas prácticas sustentables permiten además sembrar sin tener que regar. Para los productores, esto significa que pueden ahorrarse el llamado riego de asiento que representa más del 30 % del total de agua usada para producir el maíz.

El proyecto, en el que la empresa sinaloense SACSA funge como acopiadora y transformadora, brinda a los productores participantes acompañamiento técnico permanente. A través de este, se les apoya para que tomen las mejores decisiones desde antes de la siembra. En el caso del señor Raúl, por ejemplo, se le apoyó para monitorear la humedad del suelo y establecer así las fechas más idóneas para la siembra del maíz.   

“En general este ciclo se observaron condiciones buenas para el cultivo, la incidencia de plagas fue baja, las malezas se tuvieron controladas y las humedades aprovechables en el suelo fueron óptimas, ya que se sacó adelante el cultivo de buena manera con solo tres riegos de auxilio”, puntualiza el equipo técnico que le brinda acompañamiento al productor.  

Los resultados son excelentes, el rendimiento fue bueno, de 13 toneladas por hectárea y el precio estuvo mejor. Estoy muy contento con esta forma de producir, más económica y que respeta el medioambiente, cuidando también la escasa agua que tenemos, por eso pienso seguir produciendo maíz amarillo para este proyecto, y sin trabajar de manera excesiva la tierra, ya que eso cuesta mucho y no es necesario para levantar buenas cosechas”, concluye el productor. 

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Comenzar con el pie derecho

El productor Emigdio Méndez durante el monitoreo de gusano cogollero. Localidad de Calomato, municipio de Mocorito, en Sinaloa, México. (Foto: Tomás López/Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
El productor Emigdio Méndez durante el monitoreo de gusano cogollero. Localidad de Calomato, municipio de Mocorito, en Sinaloa, México. (Foto: Tomás López/Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

Emigdio Méndez es un productor de maíz de Mocorito, en el estado mexicano de Sinaloa. Quienes lo conocen, lo describen como trabajador y ‘echado para adelante’. Por ello, en una zona que tiene problemas de escasez de agua para riego y los suelos son de mediana calidad, decidió apostar por hacer las cosas diferentes al implementar agricultura de conservación. 

Este ciclo (otoño-invierno 2021-2022) Emigdio comenzó su participación en Apoyo al Abastecimiento Responsable en México —proyecto de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en el cual la empresa SACSA participa en el acopio y transformación del grano—, cuyo objetivo principal es producir cereales de manera sustentable.  

“Estoy contento y satisfecho con las bondades que brinda el sistema de producción que nos están enseñando a desarrollar”, comenta Emigdio, refiriéndose a la agricultura de conservación, un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos. 

Implementando este sistema de siembra y manejo de cultivo —cuyos mayores beneficios se observan al paso de los años—, el rendimiento en el terreno de Emigdio fue de 9,5 toneladas por hectárea; esto es una buena producción para una zona en la que hay escasez de agua y la calidad de los nutrientes suele limitar el crecimiento de la planta.

Con respecto a los costos de producción, Emigdio comenta que estos fueron menores, ya que pudo ahorrarse en promedio tres mil pesos (3 000 MXN) por hectárea. Esto es bastante significativo en estos tiempos en que los insumos, particularmente los fertilizantes, han aumentado mucho.

Adicionalmente, gracias al acompañamiento técnico que ha recibido, el productor hizo un mejor uso del agua, ya que pudo sembrar el maíz amarillo con la humedad residual de las lluvias —con esta práctica los agricultores pueden tener buenos resultados a pesar de estar en zonas donde el agua es escasa—.

En conjunto con el equipo técnico que le brinda acompañamiento por parte del proyecto, el productor busca aprovechar las tierras en verano, estableciendo así dos ciclos anuales en lugar de uno: maíz amarillo en otoño-invierno y ajonjolí o frijol guar en primavera verano. O bien, sembrar soya a finales de mayo si las condiciones lo permiten.

Al implementar un nuevo cultivo, menciona el equipo técnico que asesora a Emigdio, “se cumplirán los tres componentes básicos de la agricultura de conservación; mismos que nos ayudarán mejorar las condiciones del suelo, mitigar las malas hierbas y disminuir la incidencia de plagas; por ende, se obtendrán mejores resultados en el cultivo de maíz y si las condiciones de lluvias en verano son favorables se podrá obtener algo de grano e ingresos con los cultivos de rotación, porque actualmente la soya, el frijol guar y el ajonjolí tienen excelentes precios”. 

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Cuidar la Tierra para asegurar el futuro

Primeras hojas del cultivo emergiendo entre el rastrojo. (Foto: CIMMYT)
Primeras hojas del cultivo emergiendo entre el rastrojo. (Foto: CIMMYT)

“La forma convencional en que hacíamos la preparación del terreno implicaba mover mucho la tierra y ahora vemos que eso no es necesario. Usábamos pesticidas que no son, digamos, bondadosos con el suelo. Ahora cada vez tendemos a ser más cuidadosos con el medioambiente y resulta que es más rentable. Hoy, yo ya no me atrevería a usar un pesticida o un producto contaminante que afecte a los seres humanos o al ambiente”, comenta Leopoldo Gutiérrez Arroyo al tiempo que señala los rastrojos que cubren el suelo en su parcela. 

Leopoldo es un agricultor de Sinaloa que participa en el proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Para él, dejar de quemar el rastrojo y aprovecharlo para cubrir el suelo y protegerlo de la erosión representa un cambio de valores y una nueva y mejor forma de hacer agricultura, una agricultura que está contribuyendo a regenerar la Tierra. 

Las innovaciones agronómicas que han adoptado los productores que participan en el proyecto con Kellogg, como Leopoldo, promueven una relación más armónica con la naturaleza y buscan consolidar un modelo de abastecimiento responsable que brinde equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras. Esto es, un modelo más sostenible para la producción y el consumo que permita satisfacer las necesidades de alimentación de una población en crecimiento dentro de los límites planetarios. 

De seguir con los hábitos de producción y consumo actuales se estima que en menos de 30 años se requeriría lo equivalente a tres planetas Tierra para satisfacer todas nuestras necesidades. La escasez de agua global y la disminución de las tierras cultivables debido al crecimiento urbano y la degradación de los suelos son un recordatorio de que los recursos naturales de este planeta tienen un límite y, también, la razón por la que es importante acelerar la adopción de prácticas sustentables en los sistemas agroalimentarios. 

En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra (22 de abril), proyectos como Apoyo al Abastecimiento Responsable en México recuerdan la importancia de establecer una nueva relación con la Tierra y, sobre todo, la importancia de reconocer que el planeta y sus ecosistemas son el hogar común de la humanidad. No hacer nada para cuidar este hogar podría conducir muy pronto a nuevas crisis (sanitarias, socioeconómicas y alimentarias) y desde la agricultura se puede hacer mucho en favor este, que es hogar de todos. 

Si se considera a nivel global que el sector agropecuario es responsable del 24% de los gases de efecto invernadero (que contribuyen al cambio climático) y del 70% de las as extracciones de agua de ríos, lagos y acuíferos; y que además con cada grado que aumente la temperatura de la Tierra la producción de cereales se reduce 5% aproximadamente, entonces el nuevo modelo de producción y consumo sostenible debe procurar un menor impacto ambiental y una mayor productividad y beneficios al productor al mismo tiempo. 

La Agricultura de Conservación que promueve el proyecto de Kellogg y el CIMMYT permite avanzar en ese sentido: en tres años de trabajo en Sinaloa y Guanajuato se ha fomentado la adopción de prácticas agrícolas sostenibles en casi 7 mil hectáreas, aumentando 36% la productividad promedio de maíz. Tan solo en 2021 en esos estados se trabajó con más de 350 agricultores, impactando en más de 2,400 hectáreas y produciendo cerca de 26 mil toneladas de maíz amarillo con prácticas y tecnologías de intensificación sustentable.

En los próximos años, esta iniciativa buscará impactar en cerca de 20 mil hectáreas para producir cerca de 180 mil toneladas de maíz cultivado con una huella de carbono reducida. A la fecha, de hecho, se ha logrado usar menos combustible para la producción de granos, así como un uso más eficiente del riego. 

Nos ahorramos en maquinaria, combustibles, nos ahorramos en agroquímicos, nos ahorramos en fertilizantes. Ahora producimos con mayor calidad y lo hacemos con un menor costo porque hacemos labranza mínima, además nos enseñan a hacer un manejo integrado de las plagas e incluso optimizamos el uso de los fertilizantes”, señala Leopoldo en referencia a este sistema que, además, evita que se hagan quemas agrícolas, una de las principales causas de incendios forestales. 

Así, al acercar a los productores la información que necesitan para conocer y contar con las herramientas que les permitan integrar métodos de producción sostenible, se beneficia a la Tierra y a la humanidad en consecuencia. 

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El importante papel de la agroindustria en la seguridad alimentaria

De acuerdo con el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo, divulgado por las Naciones Unidas, la crisis económica derivada en gran parte de la pandemia por COVID-19 detonó uno de los mayores aumentos del hambre en el mundo en décadas, haciendo que el número de personas subalimentadas en 2020 ascendiera a 811 millones, esto es, cerca de la décima parte de la población mundial.

“En nuestra región y el resto del mundo vemos cada vez más personas en estado de vulnerabilidad con algún tipo de carencia alimentaria, y, con la llegada de la pandemia, esta situación se magnificó. (…) Desde nuestra trinchera, nuestras armas más poderosas para aportar a reducir la inseguridad alimentaria en los distintos países donde operamos son la estrategia de responsabilidad social global llamada Mejores Días y nuestras alianzas clave”, refiere Nicolás Amaya, presidente de Kellogg Latinoamérica en un artículo recientemente publicado por Forbes. 

En el artículo, Nicolás Anaya enfatiza en el papel decisivo de la agroindustria en la lucha contra el hambre y destaca el proyecto de Apoyo al Abastecimiento Responsable que impulsa Kellogg en conjunto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con el cual se impulsa a que los agricultores produzcan de forma sostenible maíces amarillos. 

Apoyo al Abastecimiento Responsable se desarrolla en diversos puntos del norte del país y de El Bajío. Actualmente está beneficiando a unos 400 agricultores quienes están implementando prácticas de Agricultura Sustentable en más de 6,000 hectáreas de tierra. Esos productores han logrado, a partir de las prácticas sustentables, tener una rentabilidad del 36% y se espera, en una segunda etapa del proyecto, impactar en mil familias de productores y cubrir más de 20 mil hectáreas donde se producirán más de 190 toneladas de maíz amarillo de forma sustentable. 

Además, al cultivar grano de alta calidad se está logrando producir más con menos agua. También se está haciendo un uso idóneo de los productos para tratamiento de semillas y control de plagas y malezas, y se ha logrado disminuir en un 23% la emisión de CO2 a la atmósfera. 

Con esta y otras iniciativas, Kellogg busca contribuir significativamente a los esfuerzos para lograr la seguridad y la autosuficiencia alimentaria de México y otros países donde tiene presencia. Te invitamos a leer el artículo completo en: https://www.forbes.com.mx/ad-kellogg-el-gigante-que-contribuye-a-la-seguridad-alimentaria/

Con información de Forbes Content.

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La producción de alimentos hacia un mundo con más de 9 mil millones de habitantes

Texcoco, Edo. Méx.- Como consecuencia de la dinámica demográfica, el cambio climático y los modos de producción y consumo, el mundo está experimentando cambios drásticos y no muy alentadores. Aunque la población ya no crece de forma exponencial como lo hizo durante el siglo pasado, incluso con un ritmo menor se espera que la población mundial alcance los 9,700 millones en 2050 —actualmente es de alrededor de 7,700 millones— y un máximo de casi 11 mil millones alrededor del año 2100.

A pesar de que las tasas de crecimiento varían significativamente según las distintas regiones —se prevé que, de aquí a 2050, la mitad del crecimiento de la población mundial se originará en solo 9 países, principalmente de Asia y África: India, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia, Egipto y Estados Unidos (en orden decreciente)—, el hecho de que la población mundial vaya a sumar dos mil millones de nuevas personas hacia 2050 representa un serio desafío para la producción de alimentos. 

Dar de comer a 9,700 millones de personas cuando las tierras cultivables disminuyen y el cambio climático afecta directamente a la agricultura no será sencillo. Se requiere producir más con menos recursos disponibles, se requieren acciones inmediatas, sobre todo porque la nueva dinámica poblacional delinea un futuro urbano —se prevé que el nivel de urbanización será de casi un 70% en 2050— con tierras desgastadas debido a décadas de prácticas agrícolas insostenibles y una población envejecida que supone un reto adicional para los sistemas sanitarios, económicos y agroalimentarios, pues también las dietas se transforman en función de la dinámica poblacional. 

Por supuesto, México también será escenario de diversos cambios como resultado del contexto descrito. La variabilidad climática podría conducir al desplazamiento de comunidades enteras, el número de víctimas de fenómenos climáticos repentinos o muy rápidos —como sequías o subidas del nivel del mar— aumentaría y el campo mexicano, en medio de nuevas fuerzas demográficas, se vería particularmente afectado. 

¿Es posible hacer algo al respecto? Sí, y es importante actuar ahora en favor de los agricultores que juegan un papel vital en la producción de alimentos y son clave para la protección del medioambiente. Como menciona Roberto Vázquez, director de Asuntos Corporativos para Kellogg Latinoamérica en un artículo publicado recientemente en El Economista, “Ya no podemos pensar en prosperar de manera individual o con nuestra familia nuclear. Hoy más que nunca es necesario trasladar nuestras acciones a un trabajo colectivo y cooperativo para que esta palabra cobre un verdadero sentido”. 

Ante los desafíos actuales y hacia 2050 con respecto a la producción de alimentos, Roberto Vázquez enuncia distintas acciones que Kellogg ha emprendido, entre ellas su participación en Cultivos para México —iniciativa impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas organizaciones del sector público y privado— y Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, proyecto que desarrolla con el soporte científico del CIMMYT para impulsar la producción sostenible y el abasto local de maíz amarillo. 

Para transformar la calidad de vida en las comunidades del país y del mundo es necesario, como menciona el director de Asuntos Corporativos para Kellogg Latinoamérica, sumar esfuerzos mediante proyectos en común. Te invitamos a leer el artículo completo dando clic aquí. 

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Innovación y tendencias en favor de la seguridad alimentaria

Ciudad de México.- Para el año 2030 será necesario poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente; poner fin a todas las formas de malnutrición; duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de pequeña escala; asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.

La anterior es una síntesis de la metas del Objetivo 2: Hambre Cero, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el cual fue el punto de partida del Foro Kellogg por la seguridad alimentaria dedicado a la Innovación y Tendencias en favor de la Seguridad Alimentaria que se desarrolló con motivo del Día Mundial de la Alimentación.

El foro contó con la participación de Roberto Vázquez, director de Asuntos Corporativos de Kellogg para América Latina; Jelle Van Loon, representante del Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para América Latina; y Marco Antonio Herrera Oropeza, director de Planeación Agrícola de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, quienes coincidieron en que en la lucha para la erradicación del hambre  y la malnutrición es necesario unir y coordinar esfuerzos entre gobierno, iniciativa privada, academia y centros de investigación.

“El que impulsamos con el CIMMYT es un proyecto de muy alto valor en términos de los resultados tangibles que arroja: nuestro propósito es apoyar a un millón de productores en México y avanzar en un esquema que genere un mayor entorno de bienestar para los agricultores. El programa se llama Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, se desarrolla en diversos puntos del norte del país y de El Bajío. Actualmente está beneficiando a unos 400 agricultores quienes están implementando prácticas de Agricultura Sustentable en más de 6,000 hectáreas de tierra”, comentó Roberto Vázquez

El representante de Kellogg agregó que “al cultivar ese grano de la más alta calidad, que es producto nacional para consumo nacional, se está logrando producir más grano con menos agua, un uso idóneo de los productos para tratamiento de semillas y control de plagas y malezas, y se ha logrado disminuir en un 23% la emisión de CO2 a la atmósfera”. Estas acciones directamente en el campo se suman a otros esfuerzos de la organización con bancos de alimentos y la apuesta por empaques reutilizables, reciclables y compostables, a fin de evitar el desperdicio de alimentos y para brindar alimentos nutritivos y de calidad a la sociedad.

Jelle Van Loon agregó que “esos 400 productores del proyecto con Kellogg lograron, a partir de las prácticas sustentables, tener una rentabilidad del 36%. Se espera que, en la segunda etapa del proyecto que inició este año, se siga por ese camino para impactar en mil familias de productores y cubrir más de 20 mil hectáreas donde se producirán más de 190 toneladas de maíz amarillo de forma sustentable”. Esta producción, dijo, contribuye a que México avance en lograr la seguridad y la autosuficiencia alimentaria. 

Van Loon también comentó que el CIMMYT trabaja con la Secretaría de Agricultura en Cultivos para México, iniciativa que articula esfuerzos de los sectores público, privado, social y académico. El trabajo colaborativo que impulsa el CIMMYT, señaló, impacta en 10 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y agregó que el Banco de Germoplasma que custodia de CIMMYT, el Atlas Molecular del Maíz, las variedades de maíz de alto valor nutricional, así como las tecnologías poscosecha, la mecanización inteligente, la diversificación de cultivos y sobre todo el acompañamiento técnico, son algunas de contribuciones más notables del centro y sus colaboradores para la seguridad alimentaria de la sociedad mexicana. 

En ese sentido, Marco Antonio Herrera Oropeza enfatizó en la importancia de la colaboración entre sectores para lograr la seguridad y la autosuficiencia alimentaria de México. Expuso la diversidad de programas e iniciativas que la Secretaría de Agricultura impulsa y el énfasis que se está dando a los sectores más vulnerables de la población, por lo que los cultivos básicos, como el maíz, dijo, son de particular interés para las políticas y programas públicos, los cuales se han fortalecido con las contribuciones de la ciencia desarrollada en México.

Muchos de los sistemas en los que nos estamos apoyando han sido desarrollados por instituciones de investigación como el CIMMYT. La Agricultura de Conservación, la certificación y desarrollo de semillas resilientes al cambio climático, promover y sensibilizar a los agricultores sobre la necesidad de implementar una agricultura más sostenible”, mencionó, son contribuciones de gran valor para apoyar a todas las instituciones que buscan garantizar la disponibilidad de alimentos sanos, nutritivos e inocuos para todos los mexicanos. 

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Una agricultura basada en valores

Culiacán, Sin.-Cambiamos de mentalidad, sentimos la satisfacción de ser menos contaminantes, no desaparecimos como agricultores; al contrario, nos fortalecimos, estamos más adaptados a las nuevas necesidades y los problemas se van superando con el acompañamiento técnico. Entonces el proyecto se trata de valores: yo ya no me atrevería a usar un pesticida o un producto contaminante que afecte a los seres humanos o al ambiente, buscaría otra alternativa, entonces ya es un cambio de valores”, comenta Leopoldo Alejandro Gutiérrez Arroyo al referirse al proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México.

Leopoldo Gutiérrez es un productor de Culiacán, Sinaloa. Cuenta con más de 35 años de experiencia en la agricultura y comenta que fueron las condiciones climáticas que dificultaban cada vez más el cultivo del trigo lo que lo hicieron optar por el maíz: “la mayor parte del valle se convirtió de trigo a maíz por ese fenómeno. La agricultura genera incertidumbre porque no depende solo de nosotros, también dependemos del clima, dependemos de la naturaleza. Así que el hecho de verse acompañado en cuestión de la asistencia técnica hace que uno tome mejores decisiones y no estar tan angustiados”, menciona en referencia al acompañamiento técnico que le brinda el proyecto.

Apoyo al Abastecimiento Responsable en México es un proyecto de la compañía Kellogg que cuenta con el soporte científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la participación de diversos actores clave de la cadena de valor: “A través de Grupo SACSA nos incorporamos al proyecto de Kellogg. En su momento nos interesó que se trata de una agricultura por contrato con una empresa seria; además nos ofrecieron asistencia técnica para mejorar la producción, pero posteriormente nos dimos cuenta de que pudimos migrar a una agricultura más sustentable, más armoniosa con el medioambiente. Ahora que ya estoy dentro de esto me doy cuenta”, comenta Leopoldo.

“La forma convencional en que hacíamos la preparación del terreno implicaba mover mucho la tierra y ahora vemos que eso no es necesario. Usábamos pesticidas que no son… digamos bondadosos con el ambiente; el manejo lo hacíamos de acuerdo con la experiencia de cada quien, y ahora pues ya migramos hacia una agricultura con más metodología, más ambientalista. Definitivamente esto es cuestión de valores. Cada vez tendemos a ser más cuidadosos con el ambiente y resulta que es más rentable porque utilizamos menos químicos”, manifiesta el productor.

Para el señor Leopoldo las prácticas sustentables también se reflejan en su economía: “nos ahorramos en maquinaria, combustibles, nos ahorramos en agroquímicos, nos ahorramos en fertilizantes. Si le pongo un porcentaje pues debe estar entre el 20 y el 25% de ahorros. Entonces ahora producimos con mayor calidad y lo hacemos con un menor costo porque hacemos labranza mínima, nuestra maquinaria se desgasta menos; además nos enseñan a hacer un manejo más integrado de las plagas e incluso optimizamos el uso de los fertilizantes. Hemos participado en talleres para aprender a usar nuevos equipos especiales para esta labranza, también hemos recibido, sin ningún costo, cursos de fertilización, cursos de comercialización y también de manejo de plagas”.

Finalmente, el señor Leopoldo comenta que el proyecto ha impulsado una relación de confianza con la empresa, “una relación con valores, más humana y con un contrato confiable en que hemos aprendido a obtener producto de calidad de acuerdo con lo que necesita la empresa; recibimos asistencia técnica y la hemos aprendido a utilizar para satisfacer las nuevas necesidades de alimentos de la humanidad.  Estos son valores, es un cambio: la importancia que tiene el medioambiente, la importancia que tiene una buena alimentación con buenos productos”. 

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Del campo a la mesa: en busca de una producción cada vez más sustentable

Ciudad de México.- El cambio climático es un tema que cada vez resuena más en nuestras mentes y que genera más focos rojos entre organismos nacionales e internacionales. Hoy nos encontramos frente a un momento decisivo para contrarrestarlo y, aunque para algunos incluso no se considera como un problema real, una de las soluciones más cercanas se encuentra en nuestra mesa, en lo que comemos y en la forma en la que consumimos. 

Se estima que el 22 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero proviene del sector de la alimentación —mismo que representa alrededor del 30 % del consumo total de energía en el mundo y uno de los mayores responsables de las extracciones de agua—, así que producir y consumir cualquier alimento no solo tiene un impacto en la salud de quien lo consume, sino también en la del planeta.

Sin embargo, dejar de producir alimentos no es la solución; por el contrario, es necesario producir cada vez más porque no solo la población sigue creciendo en todo el mundo, sino porque los suelos cada vez están más degradados y las áreas productivas disminuyen debido a esto y a la expansión urbana. Se estima que, si la población mundial continúa creciendo como hasta ahora, en menos de 30 años se necesitarían los recursos de tres planetas para mantener los hábitos de consumo y estilo de vida actual.

Hoy, en el Día Nacional del Maíz, es importante recordar que este grano es el principal cultivo de México y del mundo. Anualmente consumimos más de mil millones de toneladas cada año, por lo que su producción sustentable es clave para sumar esfuerzos en el camino de la mitigación del cambio climático, el hambre y la pobreza.

“En Kellogg somos conscientes de las problemáticas que enfrentamos; por lo que, como empresa socialmente responsable dedicada a producir cereales nutritivos y saludables para las familias mexicanas, sabemos que es importante cuidar hasta el más mínimo detalle en la producción de nuestros alimentos desde el campo hasta la mesa, para que nuestra cadena de valor se mantenga en las mejores condiciones” aseguró Víctor Marroquín presidente y director de Kellogg México.

Por esta razón, Kellogg brinda acompañamiento técnico a través del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), para apoyar a productores de maíz amarillo en las regiones de Sinaloa y Guanajuato, donde hasta el cierre del ciclo primavera-verano 2020, sumaron 6,812 hectáreas impactadas con prácticas sustentables, con la participación de 388 productoras y productores. Durante todo el ciclo de siembra, se les asesora en cuanto a la adquisición y precio de las semillas, maquinaria, manejo de suelo, fertilización y otras capacitaciones impartidas por expertos; como la técnica de mínima labranza.

Contar con una ruta de abastecimiento responsable es cada vez más primordial, pues también ayuda a evitar el desperdicio de alimentos. Gracias al programa en conjunto con CIMMYT “Apoyo al Abastecimiento Responsable en México”, Kellogg genera un entorno propicio para la producción y comercialización de maíz amarillo, para contribuir al desarrollo del campo mexicano con prácticas de producción sustentables, aumentando la rentabilidad de su actividad. 

“Nuestro compromiso por llevar Mejores Días a las familias mexicanas es constante, pero tenemos fechas importantes cada año para refrendar el compromiso, una de ellas es el Día Nacional del Maíz. Además, nuestra cadena de valor tiene un sinfín de eslabones, cada uno nos ayuda a fortalecer la misión de la compañía, que ha crecido a lo largo de 115 años con el apoyo de nuestros colaboradores, productores y la gran Familia Kellogg, quienes mantenemos y seguiremos manteniendo el firme el legado de nuestro fundador W.K. Kellogg” finalizó Marroquín.

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Acerca de Kellogg Company: En Kellogg Company (NYSE: K), nuestra visión es un mundo bueno y justo en el que las personas no solo sean alimentadas sino realizadas. Estamos creando mejores días y un lugar en la mesa para todos a través de nuestras marcas de alimentos de confianza. Nuestras queridas marcas incluyen Pringles®, Cheez-It®, Special K®, Kellogg’s Frosted Flakes®, Pop-Tarts®, Kellogg’s Corn Flakes®, Rice Krispies®, Eggo®, Mini-Wheats®, Kashi®, RXBAR®, MorningStar Farms®, entre otras. Las ventas netas en 2020 fueron de aproximadamente $ 13.8 mil millones, compuestas principalmente por bocadillos y alimentos preparados como cereales, alimentos congelados y fideos. Como parte de nuestra plataforma de propósitos de Kellogg’s® Mejores Días, estamos ayudando a terminar con el hambre y estamos comprometidos a crear Mejores Días para 3 mil millones de personas para fines de 2030. Visite www.KelloggCompany.com o www.OpenforBreakfast.com  

Para más información visita: https://www.hablandoconkelloggs.com/es_MX/home.html

FB: KelloggsLatinoamerica / TW: @KelloggsLATAM / IG: kelloggslatam_

Contacto de prensa:

Isa Flores | Porter Novelli Tel: + 55 5010 3324 | isa.flores@porternovelli.com

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Maíz amarillo, productividad y sustentabilidad

No podemos volver el tiempo atrás, ese es uno de los hechos que tenemos presentes a la hora de hablar sobre el impacto del ser humano en el ecosistema. Hoy es sumamente relevante hacer conciencia de nuestros actos para erradicar todos aquellos que dañan el medioambiente y crear mejores prácticas para ser cada vez más sustentables y éticos con el entorno.

Kellogg es consciente de que, para ello, es necesario mirar hacia afuera y sumar fuerzas con otras organizaciones que forman parte de su cadena de valor; tal es el caso del Centro Internacional para el Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con quienes, a través del proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, la compañía contribuye a que los agricultores produzcan maíz amarillo sustentable en Sinaloa, Guanajuato y Querétaro.

“Tenemos que cuidar el medioambiente y hacer que la agricultura sustentable sea la solución al cambio climático mientras aumenta los rendimientos e ingresos de los productores, pues entre todos podemos construir una cadena de valor en sintonía con el medioambiente. Para el CIMMYT es un orgullo impulsar proyectos como éste, trabajando en los sistemas de trazabilidad para que el producto, desde el campo hasta la mesa, cuente con la información para que el consumidor pueda tomar decisiones adecuadas. Por un lado, tenemos el esfuerzo de agricultores que producen más y mejor y, por otro, compañías interesadas en producir sustentablemente para satisfacer mejor las necesidades del consumidor”, dijo el doctor Bram Govaerts, director de operaciones, director general adjunto de Investigación, y director de Desarrollo Estratégico del CIMMYT.

Este proyecto ha logrado implicar a casi 400 productores, la mayor parte de los cuales han implementado prácticas de Agricultura Sustentable en una superficie de más de 6 mil hectáreas, lo equivalente a 10 Bosques de Chapultepec en la Ciudad de México.

La agricultura es responsable del 24% de los gases de efecto invernadero que favorecen el cambio climático y de alrededor del 70% de las extracciones de agua de los ríos, lagos y acuíferos; por ello, Apoyo al Abastecimiento Responsable en México consiste en promover una agricultura diferente a la convencional: la Agricultura de Conservación, que ha logrado notables avances en la mitigación y, sobre todo, adaptación a la crisis ambiental por la que atraviesa el planeta.

Uno de los logros más destacables con este programa ha sido el uso eficiente de agua: los productores participantes han incrementado un 10% la eficiencia en el consumo de agua requerido para la producción de una tonelada de maíz. 

En Sinaloa, principal región de abasto para Kellogg, se realizó un óptimo manejo de agroquímicos en el 100% de las parcelas; esto significa que se han usado productos idóneos tanto en el tratamiento de semillas, como en el manejo de plagas y malezas, además de incorporar técnicas como el Manejo Agroecológico de Plagas. 

También se ha logrado reducir en un 23% la emisión de CO2 a la atmósfera como consecuencia del empleo de menos combustible para la producción en comparación con prácticas convencionales. Esto ha sido posible gracias a la Agricultura de Conservación, pues al hacer mínimo movimiento del suelo, no solo hay ahorros significativos en los costos de producción, sino que también se favorece la estructura y calidad del suelo.

“A lo largo de la historia de Kellogg, el compromiso con el medioambiente siempre ha estado presente; en 1906 empezamos a fabricar nuestras cajas de cereales con contenido reciclado y desde entonces, nuestro camino ha sido seguir innovando y buscando oportunidades dentro y fuera de la compañía para impulsar acciones en favor del medio ambiente. Es así como también buscamos introducir envases más eficientes en cuanto a recursos que incluyan más contenido reciclado, que sean más reciclables y/o reduzcan las proporciones de alimentos a paquetes; gracias a ello, hoy continuamos avanzando para lograr el objetivo de Kellogg de trabajar hacia envases 100 % reutilizables, reciclables o compostables para finales de 2025 y llegar también a las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible impuestos por la ONU para 2030”, comentó Víctor Marroquín, presidente y director de Kellogg México.

Todas las acciones que Kellogg lleva a cabo dentro y fuera de la compañía también forman parte de su compromiso global para crear Mejores Días para 3 mil millones de personas en todo el mundo, abordando los problemas interrelacionados con la seguridad alimentaria, la resiliencia climática y el bienestar.

 

Acerca de Kellogg Company:

En Kellogg Company (NYSE: K) nuestra visión es un mundo bueno y justo en el que las personas no solo sean alimentadas sino realizadas. Estamos creando mejores días y un lugar en la mesa para todos a través de nuestras marcas de alimentos de confianza. Nuestras queridas marcas incluyen Pringles®, Cheez-It®, Special K®, Kellogg’s Frosted Flakes®, Pop-Tarts®, Kellogg’s Corn Flakes®, Rice Krispies®, Eggo®, Mini-Wheats®, Kashi®, RXBAR®, MorningStar Farms®, entre otras. Las ventas netas en 2020 fueron de aproximadamente $13.8 mil millones, compuestas principalmente por bocadillos y alimentos preparados como cereales, alimentos congelados y fideos. Como parte de nuestra plataforma de propósitos de Kellogg’s® Mejores Días, estamos ayudando a terminar con el hambre y estamos comprometidos a crear Mejores Días para 3 mil millones de personas para fines de 2030. Visite www.KelloggCompany.com o www.OpenforBreakfast.com  

Para más información visita: https://www.hablandoconkelloggs.com/es_MX/home.html

FB: KelloggsMexico / TW: @KelloggsLATAM / IG: kelloggslatam_

Acerca del CIMMYT: 

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) es una institución de investigación científica internacional sin fines de lucro con sede en México. Cuenta con casi seis décadas de quehacer científico para el desarrollo de sistemas agroalimentarios sustentables y resilientes en beneficio de los productores, particularmente los más vulnerables. Desarrolla ciencia colaborativa con instituciones públicas, universidades, organizaciones de agricultores, agroindustria y sociedad civil. En conjunto, actualmente operan alrededor de 40 plataformas de investigación en todo el país. Los programas, proyectos e iniciativas que impulsa junto con los sectores público, privado, social y académico han impactado positivamente a más de 300 mil productores y en más de 1 millón de hectáreas en todo el país.

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El precio del maíz y el valor de su producción sustentable

El precio del maíz en el mercado internacional alcanzó recientemente su nivel más alto en, por lo menos, los últimos siete años. Después de una ligera pausa en abril, los precios internacionales de este grano subieron casi 83% con respecto al 2020 y apenas la semana pasada se registró una ligera baja atribuible a un clima más favorable para el avance de las siembras en los Estados Unidos.

Estados Unidos, China y la Unión Europea son grandes consumidores de maíz. Se estima que este año concentrarán cerca del 59% del consumo global de este grano, de manera que lo que allí ocurre impacta en otros países. En este sentido, estas tendencias en los precios del maíz se explican por diversos factores: los reducidos inventarios del grano en Estados Unidos, los efectos de los fenómenos climatológicos como La Niña en Sudamérica y, sobre todo, el incremento exponencial de las importaciones de maíz por parte de China para alimentar a su ganado.

De acuerdo con proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), solo si el clima venidero es favorable se lograrán los rendimientos esperados anunciados en el reporte de oferta y demanda de mayo. De lo contrario, muy probablemente el mercado estaría reaccionando nuevamente al alza.

Si bien muchos agricultores mexicanos se han mostrado entusiastas porque, comentan, hacía muchos años que no veían un panorama tan favorable para el precio de los granos (que en algunos casos ha estado en el orden de los $6,000 por tonelada), esta situación también puede propiciar (como de hecho ya ha ocurrido en algunas zonas del país) un aumento en los costos de los fertilizantes y otros insumos clave. Esto podría implicar mayores precios al consumidor que incluso afectarían la rentabilidad de la agroindustria.

En México, esta coyuntura de mercado plantea diversos escenarios. En todos, es oportuna una transición hacia una agricultura más sustentable: el cambio climático y la volatilidad en los mercados pone al sector en un momento decisivo. El país estima un crecimiento de 2.6% en la producción de maíz grano en el presente ciclo agrícola (se proyecta un volumen de 28.4 millones de toneladas en contraste con las 27.7 millones de toneladas del 2020). A pesar de este crecimiento, las importaciones de maíz amarillo durante el primer trimestre de 2021 también se incrementaron en más del 10% con respecto al mismo periodo en 2020.

¿Cómo puede México sacar ventaja de una situación tan compleja a nivel nacional y global? Por supuesto, no hay una respuesta definitiva, pero es posible que a través de la ciencia aplicada al campo se favorezca una transición hacia un tipo de agricultura que reduzca la incertidumbre y los riesgos para los agricultores. Los beneficios económicos, sociales y ambientales de una transición hacia una agricultura más sostenible están ampliamente probados.

En colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Kellogg fomenta una iniciativa de abastecimiento responsable basada en la compra local de maíz amarillo producido en Guanajuato y Sinaloa con prácticas agrícolas que ayudan a la conservación y regeneración de los recursos naturales. Con la sustentabilidad como eje de los agronegocios, se busca que esta producción cumpla también con las necesidades de calidad de Kellogg.

Producir sustentablemente beneficia también a toda la cadena de valor. A través de este proyecto se promueven relaciones comerciales más sólidas y directas con los agricultores. Desde la siembra, los productores vinculados a esta iniciativa reciben acompañamiento agronómico y comercial que les permite tener mayor certidumbre en la proyección de sus ingresos al cierre de las cosechas. Tener estrategias que permitan a los productores enfrentar las volatilidades del mercado y la producción es fundamental para lograr sistemas agroalimentarios más resilientes.

Para que las expectativas sobre la producción de maíz sean buenas, el clima —invariablemente— debe ser favorable, pero la realidad es que en medio de un panorama de cambio climático no hay garantía sobre eso. Por esta razón proyectos como este son relevantes, pues las prácticas a través de las que se promueve una mejor (y mayor) producción, también promueven un uso más eficiente de los recursos naturales.

En recientes ciclos agrícolas, los productores que participan en el proyecto con Kellogg lograron reducir el consumo de agua requerido para producir una tonelada de maíz hasta 50% en comparación con prácticas convencionales. También han usado 54% menos combustible en comparación con prácticas no sustentables. La implementación de sistemas como la Agricultura de Conservación les ha permitido a estos productores tener ahorros significativos, pero también han favorecido la estructura y calidad de sus suelos, así como la calidad del aire, pues evitan liberar considerables cantidades de CO2 a la atmósfera.

Actualmente un grano de maíz producido sustentablemente vale lo mismo que un grano producido de forma convencional, pero esto está cambiando gracias a proyectos como este que apuestan a la producción local y sustentable. Esta apuesta involucra además a los consumidores, quienes cada día están más interesados en saber cómo se cultivaron y de dónde proceden los alimentos que consumen.

En el ámbito de las políticas públicas, la iniciativa de abastecimiento responsable impulsada por Kellogg y CIMMYT es referencia para el desarrollo de esquemas de colaboración que generan ganancias justas para todas las partes, incluyendo, por supuesto, a los productores agrícolas y el medioambiente donde operan. Por ejemplo, la iniciativa gubernamental Maíz para México busca incrementar la seguridad alimentaria en el país a partir de la integración de la demanda y oferta de maíz en puntos estratégicos para las cadenas de valor de maíz blanco y amarillo. En ese contexto, la adopción de prácticas agrícolas sustentables es uno de los pilares fundamentales de esta iniciativa, que también se acompaña del fomento de acuerdos comerciales más sólidos entre productores y compradores para responder a las necesidades de la agroindustria.

Con colaboraciones como estas, queda de manifiesto el valor del maíz producido en México de forma sustentable, la integración de los pequeños y medianos productores al mercado; el aumento de la productividad con el uso de tecnología; las prácticas agrícolas sustentables que contribuyen a reducir costos y la identificación de zonas focales donde todos los eslabones de la cadena ganan.