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La tierra que da vida: la parcela de Tomasa y Fabián

Fabián y Tomasa, productores de Santa Catarina Lachatao, muestran con orgullo el fruto de su trabajo. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)
Fabián y Tomasa, productores de Santa Catarina Lachatao, muestran con orgullo el fruto de su trabajo. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)

En algún lugar del valle encantado de Santa Catarina Lachatao, Oaxaca, bajo su cielo azul, y en el corazón de una parcela llena de historia y esperanza, Fabián Marcos Cano y Tomasa García Pérez trabajan el futuro que han anhelado con las manos hundidas en la tierra. En este sitio, donde la lengua zapoteca da nombre al territorio, cada semilla sembrada por esas manos es un acto de confianza.

Fabián, con la mirada marcada por los años, habla de su parcela con el orgullo de quien aprendió a escuchar la voz de la tierra. “Nosotros sembrábamos como Dios nos daba a entender”, dice, al recordar los días en que la siembra era un ejercicio de intuición y herencia.

Hoy, con el acompañamiento de técnicos de la SEFADER, como Reinalda Gómez y su equipo, su forma de cultivar ha cambiado. Fabián y Tomasa han aprendido a respetar los ritmos del suelo, a devolverle lo que toman, a mirar cada planta desde otra lente. “Es como comida para la comida”, explica Fabián.

El maíz y el frijol crecen en su parcela sin prisa. La tierra se nutre con el rastrojo que antes se lo daban únicamente al ganado, y con el abono que dejaba escapar. “Es mucho trabajo, pero es nuestra vida”, dice Fabián con la firmeza de quien entiende que el esfuerzo es parte del ciclo.

Tomasa, por su parte, encuentra en cada cosecha un vínculo con sus ancestros. “La tierra nos da vida”, dice con tal certeza que no da lugar a la duda. En su parcela, la milpa convive con calabazas, frijoles, quintoniles y verdolagas, en un equilibrio que necesita paciencia y respeto. Ha aprendido a dejar que la naturaleza haga su trabajo, a entender que quemar es quitarle a la tierra su capacidad de renovarse. “Nosotros amontonamos la hierba, la dejamos pudrirse y así la tierra se alimenta”, explica.

El camino no ha sido fácil. El año pasado, un vendaval les tumbó buena parte de su cosecha. “Venía muy bonito, pero el viento lo tiró todo”, cuenta Fabián con resignación. Sin embargo, no se rinden. “Nos conformamos con lo que Dios nos da, porque para nosotros es mucho”. Lo que queda en pie se cosechará para la semilla del próximo ciclo.

Cada aplicación de bioinsumos, cada diversificación de cultivos, cada enseñanza que los ingenieros han compartido, han transformado su forma de cultivar y de entender la vida. La tierra, que antes parecía un enemigo que imponía sus reglas, en la actualidad es una aliada que responde al cuidado con generosidad.

En el marco del Día Mundial de las Legumbres, la historia de Fabián y Tomasa es un testimonio de resistencia y aprendizaje. Es la prueba de que la agricultura puede ser distinta, de que la tradición y la innovación pueden caminar de la mano. Porque en cada grano de frijol que cosechan, en cada mazorca que guardan para el siguiente ciclo, hay una lección valiosa: la tierra devuelve lo que recibe. Y en Santa Catarina, bajo el sol que ilumina la parcela de Fabián y Tomasa, la vida brota con fuerza.

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Capacitación adecuada para el desarrollo de las comunidades agrícolas

Capacitación para comunidades agrícolas en Puebla y Tlaxcala. (Foto: CIMMYT)
Capacitación para comunidades agrícolas en Puebla y Tlaxcala. (Foto: CIMMYT)

La colaboración conjunta entre Driscoll’s y el CIMMYT ha consolidado un modelo efectivo de capacitación y transferencia de conocimiento agrícola en comunidades de Puebla y Tlaxcala. A través de esta alianza, se ha facilitado el acceso a técnicas agrícolas sustentables, lo que ha brindado herramientas científicas y prácticas que permiten a los agricultores, trabajadores de Driscoll’s y a las comunidades vecinas mejorar sus procesos productivos y enfrentar los desafíos del cambio climático.

Desde su inicio en 2021, el proyecto ha atravesado dos fases clave, enfocadas inicialmente en los empleados de Driscoll’s y luego en la extensión del impacto hacia miembros de la comunidad, incluyendo instituciones educativas de nivel básico. En la primera fase, se realizó un diagnóstico para comprender las condiciones sociales y productivas de los empleados, seguido de eventos de capacitación tanto presenciales como a distancia. Esta etapa inicial permitió que 258 trabajadores comenzaran a adoptar prácticas agrícolas más sustentables.

Durante la segunda fase, el enfoque se amplió para incluir a miembros clave de la comunidad, lo que reconoció que la resiliencia agrícola se construye de manera colaborativa. Más de 213 personas participaron en diversos eventos de capacitación, donde adquirieron conocimientos esenciales sobre temas como la agricultura de conservación y el manejo agroecológico de plagas. Además, se establecieron módulos de asesoría técnica y se implementaron herramientas, como bitácoras, para el seguimiento de las tecnologías aplicadas.

Miembros de la comunidad participan en una sesión de formación impartida por CIMMYT. (Foto: CIMMYT)
Miembros de la comunidad participan en una sesión de formación impartida por CIMMYT. (Foto: CIMMYT)

Uno de los aspectos más destacados de este proyecto es la manera en que se ha socializado el conocimiento científico, lo que lo ha hecho de forma accesible para todos los actores clave de estas comunidades. Las capacitaciones no solo se han enfocado en aumentar la productividad, sino en fortalecer la seguridad alimentaria y el bienestar comunitario. Los resultados de este esfuerzo colectivo permitirán a los productores locales incrementar sus rendimientos, diversificar sus cultivos y gestionar mejor sus recursos naturales, lo cual se traduce en un impacto positivo a largo plazo.

“Debido a los resultados y aprendizajes de estas fases, se continuó con una nueva etapa para seguir desarrollando actividades de capacitación para actores clave de dos comunidades: San Andrés Payuca, en el municipio de Cuyoaco, en el estado de Puebla, y San José Xicoténcatl, en el municipio de Huamantla, en el estado de Tlaxcala”, señala el equipo técnico del proyecto.

Con una tercera fase en curso, proyectada para 2025 y centrada en la capacitación para mejorar en los procesos productivos, el proyecto reafirma el compromiso de ambas instituciones con el desarrollo rural de las comunidades participantes. En estos meses, se han continuado las actividades de capacitación orientadas a mejorar las capacidades locales en temas como el manejo postcosecha, la fertilidad integral de los suelos, el manejo de plagas, la implementación de tecnologías herméticas para el almacenamiento de granos y el mejoramiento participativo de maíces nativos.

Este proyecto es un claro ejemplo de cómo el conocimiento científico, cuando se comparte de manera efectiva y se adapta a las necesidades locales, puede transformar comunidades rurales, lo que contribuye no solo a mejorar sus condiciones productivas, sino a asegurar un futuro más resiliente y sustentable para sus habitantes.

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Día del agricultor en el Valle del Yaqui

Recorrido por el área experimental del CIMMYT en las instalaciones del CENEB, en Sonora, México, durante el Día del Agricultor 2023. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Recorrido por el área experimental del CIMMYT en las instalaciones del CENEB, en Sonora, México, durante el Día del Agricultor 2023. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

“Hoy en día México es ejemplo de la vinculación del conocimiento a favor de la agricultura y mantiene el compromiso de hacer producir el campo de una manera más eficiente y responsable, con base en el conocimiento, la investigación y las tecnologías”, señaló Víctor Villalobos Arámbula, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, durante la conmemoración del Día del Agricultor 2023 que cada año se realiza en el Valle del Yaqui, en Sonora, México, desde hace más de seis décadas. 

“Hace más de 60 años el doctor Norman Borlaug y los productores sonorenses tuvieron un impacto extraordinario brindándole al mundo variedades de trigo mejoradas que permitieron enfrentar y superar una crisis que amenazaba la vida de millones. El Premio Nobel de la Paz que en 1970 recibió el doctor Borlaug es producto de ese esfuerzo conjunto entre los investigadores y los productores”, mencionó Bram Govaerts, director general del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) durante la ceremonia. 

El Día del Agricultor es una conmemoración en honor a los agricultores sonorenses y forma parte del legado del doctor Borlaug quien, en la primavera de 1948, presentó a los productores del Valle del Yaqui las primeras variedades de trigo resistentes a la roya, las cuales constituyen un hito en la historia de la humanidad pues permitieron acelerar la producción de trigo a nivel global, evitando que la hambruna en distintos países hiciera estragos.

“Estamos en un momento similar, y ahora es nuestra responsabilidad trabajar juntos para superar los retos de la inseguridad alimentaria, el cambio climático, los múltiples conflictos y el alto costo de vida. En este Día del Agricultor los invito a unirse a este gran esfuerzo y a seguir trabajando juntos en nuestra responsabilidad compartida”, añadió en este sentido el director general del CIMMYT.

En la actividad también estuvieron presentes Jesús Larraguibel, presidente del Patronato para la Investigación y Experimentación Agrícola del Estado de Sonora (PIEAES); Santiago Arguello, coordinador general de Agricultura; Carlos Javier Lamarque, presidente municipal del Ayuntamiento de Cajeme, Luis Ángel Rodríguez del Bosque, titular del Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), productores e investigadores.

Como parte del programa de la conmemoración —que incluyó un área de exposiciones en la que participan empresas proveedoras de maquinaria, equipos, insumos y servicios— destacaron los recorridos por las instalaciones del Campo Experimental Norman E. Borlaug (CENEB), uno de los principales centros de investigación colaborativa del INIFAP donde, junto con el CIMMYT, el PIEAES y otros organismos, se han hecho destacadas aportaciones a la agricultura de México y el mundo.

Los recorridos por las estaciones permiten que los investigadores presenten sus logros y avances en la aplicación de nuevas tecnologías derivadas de sus investigaciones y las nuevas variedades mejoradas de los principales cultivos, avances importantes que tienen que ver con el futuro de la seguridad alimentaria del país y en el que la colaboración entre investigadores y productores es determinante. 

“Aquí en el CENEB tenemos una inspiradora historia de éxito y colaboración con los productores del PIEAES que se fortalece todos los días con el trabajo conjunto de investigación en agronomía y desarrollo de nuevas variedades de maíz y trigo más resilientes, nutritivas y rendidoras”, mencionó Bram Govaerts, enfatizando en que “el CIMMYT tiene un compromiso irrenunciable con los productores y por eso, recientemente, en la revisión de nuestra estrategia hacia el 2030 acordamos potenciar el impacto de nuestra ciencia a través de la investigación y la extensión centradas en los productores y con su activa participación”. 

Como muestra del compromiso con los productores de México y el mundo, enfatizó Bram Govaerts, el CIMMYT está renovándose: “hemos extendido nuestra misiva más allá del maíz y del trigo para incluir nuevos cultivos y leguminosas de climas áridos que son muy nutritivos tanto para los suelos como para la salud humana. Así, ahora también trabajamos con sorgo, frijoles, chícharo gandul, garbanzo, mijo y otros cultivos”.  

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La agricultura de conservación tiende puentes entre México y Perú

Grupo de productores peruanos durante su visita a la parcela D-5 (Texcoco, Estado de México), donde se observan los efectos acumulados por más de veinte años de agricultura de conservación. (Foto: Misael Chirino/CIMMYT)
Grupo de productores peruanos durante su visita a la parcela D-5 (Texcoco, Estado de México), donde se observan los efectos acumulados por más de veinte años de agricultura de conservación. (Foto: Misael Chirino/CIMMYT)

La agricultura de conservación que se realiza en México es un referente internacional debido a la gran diversidad de zonas agroecológicas con las que cuenta y a la investigación científica que aquí se realiza en torno al tema. 

“Yo con estos días que estuvimos de visita en los campos con agricultura de conservación del CIMMYT me llevo impresiones y aprendizajes que allá en mi país voy a tener que plasmar y seguir”, comentó Nazario Rojas Vilchis, agricultor peruano que, junto con otros compatriotas suyos, recorrieron diversos módulos y plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ubicados en Guanajuato y el Estado de México. 

Fue a través de un proyecto de la International Cryosphere Climate Initiative (ICCI), la vinculación con CARE Perú, y el financiamiento de la Climate & Clean Air Coalition (CCAC), que Nazario y sus compatriotas Daniel y Manuel, productores de la zona andina y la zona central de Perú, visitaron México para conocer las experiencias del CIMMYT en torno a la implementación del sistema de agricultura de conservación. 

“Nos interesa tanto evitar las quemas agrícolas o quemas abiertas, porque afectan mucho a los glaciares y tienen efectos negativos sobre la salud humana, sobre el suelo y creemos que la agricultura de conservación es la alternativa que podemos proponer al agricultor, porque conjuga todos esos intereses de la salud, del ambiente y de la economía también”, mencionó Juliana Albertengo, del ICCI, quien acompañó a los productores sudamericanos en su viaje de estudio. 

En Perú la agricultura de conservación aún no es un sistema ampliamente conocido. Sus promotores son auténticos pioneros de la agricultura sustentable: “nosotros desarrollamos un proyecto con los productores de la región altoandina del Perú. Empezamos aproximadamente con 75 productores para desarrollar las actividades de agricultura de conservación. Esta visita es para ver las experiencias que aquí se desarrollan en la conservación de suelos, en la selección y manejo de semillas, y el manejo de plagas y enfermedades”, precisó Odón Zelayarán, de CARE Perú. 

El proyecto de agricultura de conservación que se desarrolla en Perú tiene alrededor de tres años de haber iniciado, de ahí el interés por visitar módulos plataformas de investigación en México donde es posible observar el efecto a largo plazo de la agricultura de conservación, ya que, en su mayoría, estos espacios tienen más de dos décadas de haber implementado dicho sistema, siendo un ejemplo de los beneficios que este tipo de agricultura brinda a los ecosistemas a través del tiempo. 

Los ensayos a largo plazo del CIMMYT y sus colaboradores han contribuido, por ejemplo, a identificar que las prácticas de manejo sostenible, como las asociadas a la agricultura de conservación, tienen un efecto acumulativo y potencialmente positivo sobre el almacenamiento de carbono en los suelos —cada 1 % de carbono orgánico en el suelo aumenta en 3 milímetros la retención de agua—, y que permiten un mejor desarrollo de los cultivos. 

Junto con los productores, a la visita a México se integró Mayra Segovia, del programa Amazonía Sin Fuego que el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica de Ecuador desarrolla en el marco de otro proyecto con ICCI. “En Ecuador sería muy importante aplicar los principios de la agricultura de conservación que acá hemos conocido. Vamos a socializar los aprendizajes y queremos comenzar realizando algún proyecto piloto con estos principios”, comentó. 

Al respecto, Juliana Albertengo refirió que “Próximamente planeamos realizar un encuentro en Ecuador con relación a Amazonía Sin Fuego y nos gustaría contar con el CIMMYT para que exponga los proyectos de agricultura de conservación que impulsa, así como sus campañas de no quema que van en línea con lo que nosotros estamos haciendo”. 

A través del CIMMYT y sus colaboradores, México impulsa la adopción de innovaciones agrícolas sostenibles y culturalmente pertienentes en el territorio nacional y en muchas partes del mundo. Los resultados positivos que se han obtenido abren la posibilidad de seguir replicando las experiencias de México para ayudar a la resolución de problemáticas en otras latitudes. 

Así, compartir el conocimiento es esencial para lograr superar los grandes retos de las sociedades. Como mencionó Manuel Rojas Vargas, productor de Huancayo, Perú, “Nos llevamos nuevas ideas para innovar allá y seguir avanzando en este proyecto de la agricultura de conservación que es el futuro para la humanidad, para nuestras generaciones que vienen”. 

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Agriba Sustentable, una apuesta de la agroindustria por proyectos con respaldo científico

Detalle de una parcela de trigo. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)
Detalle de una parcela de trigo. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)

Un hub, o nodo de innovación, es más que un concepto abstracto y mucho más que un lugar o un espacio. Para el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) los hubs representan la metodología que permite articular una infraestructura física —integrada por plataformas de investigación, módulos de innovación, áreas de extensión y áreas de impacto— y una red de colaboradores para promover la innovación agrícola en un territorio. 

A través de los hubs, el CIMMYT y sus colaboradores impulsan diversos programas y proyectos donde este centro internacional, con casi seis décadas dedicadas a la investigación en México, brinda soporte científico a las diferentes iniciativas. En el estado mexicano de Guanajuato, por ejemplo, el Hub Bajío del CIMMYT cuenta con cerca de una década de trabajo ininterrumpido, validando y promoviendo mejores prácticas agronómicas. 

Es gracias a la colaboración de las organizaciones de los distintos sectores que el trabajo del CIMMYT puede ser difundido con mayor amplitud en beneficio de los productores. Es el compromiso de estas organizaciones con el desarrollo sostenible y la base científica y experiencia del CIMMYT lo que ha permitido desarrollar proyectos como Agriba Sustentable, una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el CIMMYT que trabaja con el propósito de impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano.

“El objetivo de Agriba Sustentable es llevar tecnologías pertinentes y sostenibles a los productores, en este caso, a los productores que abastecen con su grano a Grupo Trimex”, menciona Paul García Meza, del Hub Bajío del CIMMYT, quien puntualiza que el trabajo del CIMMYT en la zona ha permitido consolidar un menú tecnológico con impacto positivo probado en las parcelas de los agricultores. 

“Los productores que participan en Agriba Sustentable reciben acompañamiento técnico y en sus parcelas se han establecido módulos o áreas de extensión, espacios que permiten difundir las prácticas sustentables en sus comunidades. Esto ha hecho posible que, de forma indirecta, el proyecto también esté impactando en otros productores que han implementado en sus parcelas algunas de las prácticas y tecnologías que han observado con productores de Agriba Sustentable”, puntualiza Paul. 

Con respecto a las tecnologías que promueve el proyecto, el especialista del Hub Bajío del CIMMYT señala: “Las tecnologías que más promovemos por su nivel de adopción acá en la zona son la agricultura de conservación —que engloba cobertura (con rastrojo) en la superficie y camas permanentes—; la fertilidad integral —que abarca prácticas como el análisis de suelo, el fertilizante enterrado y el uso de sensores ópticos—; y el manejo agroecológico de plagas —que incluye el uso de agentes de control biológico, el nulo o mínimo uso de productos de alto impacto, y el uso de variedades adecuadas que favorecen el control natural de algunas plagas y enfermedades—”. 

Actualmente, señala Paul, “el 100 % de los productores atendidos por el proyecto Agriba Sustentable están utilizando una o más de estas tecnologías principales. Depende de sus condiciones, de su nivel de tecnificación u otros factores, con cuál iniciamos con cada uno de ellos. Puede ser, por ejemplo, que un productor ya tenga maquinaria para hacer cero labranza porque quiere hacer siembra directa, entonces con él la tecnología es agricultura de conservación. Sin embargo, puede haber otros productores que no conocen las propiedades de sus suelos, entonces con ellos la tecnología es fertilidad integral”. 

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Variabilidad climática causa incertidumbre entre agricultores

Pláticas de sensibilización sobre utilidad del seguro agrícola, en la zona de las Altas Montañas, en Veracruz, México. (Foto: Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo)
Pláticas de sensibilización sobre utilidad del seguro agrícola, en la zona de las Altas Montañas, en Veracruz, México. (Foto: Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo)

En Veracruz, México, las condiciones climatológicas son más extremas cada año. De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), en promedio, más del 70% de los municipios de este estado presentan un aumento de vulnerabilidad al cambio climático, que se percibe con periodos de sequía cada vez mas prolongados, temperaturas cada vez más altas (o más bajas, dependiendo la temporada) y una escasez de agua cada vez mayor. 

Por supuesto, toda esta variabilidad afecta la producción agrícola ya que en Veracruz predomina la producción de temporal. Así, ahora es más común que cada ciclo los productores de temporal cultiven superficies menores, pues una vez que se siembra el riesgo de pérdida por algún fenómeno meteorológico es alto.

Para buscar y brindar alternativas que les permitan a los agricultores de la zona centro del estado disminuir los efectos de estos fenómenos, Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo (TAAC) promueve la adopción de prácticas y tecnologías como la agricultura de conservación, el diagnóstico de parcela, la mecanización adecuada, la implementación de cultivos alternativos, el manejo agroecológico de plagas, entre otras. 

TAAC es una Sociedad Cooperativa que desde el año 2005 trabaja con productores del centro de Veracruz (la zona de las altas montañas) y desde el 2015 colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover prácticas sustentables en el marco de la iniciativa Cultivos para México, que impulsa la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT.

Otra alternativa que se ha buscado para contribuir a garantizar la inversión de los productores y que de esta manera tengan una mayor certidumbre para establecer sus cultivos ha sido el seguro agrícola, una opción que brinda respaldo económico en caso de haber siniestros por condiciones climatológicas.

A pesar de que en ciclos anteriores ha habido pérdidas a causa de las sequías y las heladas principalmente, los agricultores de la zona no tienen la cultura del aseguramiento. Su uso, comúnmente, es en superficies acreditadas con algún crédito, en donde el productor ve el hecho de pagar una cobertura más como requisito que como una opción de certeza agrícola.

 A través de la vinculación de TAAC con el Fondo de Aseguramiento Agrícola del Citlaltépetl se trabaja de manera conjunta para concientizar a los productores de la zona para que conozcan los beneficios de un seguro agrícola y si, así lo deciden, en ciclos posteriores contraten una cobertura que les permita establecer sus cultivos con la garantía de que en caso de siniestros por causas externas a ellos (principalmente por efectos climatológicos) puedan recuperar su inversión.

Adicionalmente, en la zona de las altas montañas de Veracruz se ha trabajado conjuntamente en el desarrollo de capacidades (en productores y técnicos) para la elaboración de planes de manejo de los cultivos a establecer, tomando como referencia los resultados de los diagnósticos parcelarios y los escenarios de cambio climático. Esto es importante porque en la zona no se suelen realizar estas actividades que, junto con las prácticas sustentables, permiten avanzar en la mitigación y adaptación al cambio climático. 

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Comenzar con el pie derecho

El productor Emigdio Méndez durante el monitoreo de gusano cogollero. Localidad de Calomato, municipio de Mocorito, en Sinaloa, México. (Foto: Tomás López/Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
El productor Emigdio Méndez durante el monitoreo de gusano cogollero. Localidad de Calomato, municipio de Mocorito, en Sinaloa, México. (Foto: Tomás López/Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

Emigdio Méndez es un productor de maíz de Mocorito, en el estado mexicano de Sinaloa. Quienes lo conocen, lo describen como trabajador y ‘echado para adelante’. Por ello, en una zona que tiene problemas de escasez de agua para riego y los suelos son de mediana calidad, decidió apostar por hacer las cosas diferentes al implementar agricultura de conservación. 

Este ciclo (otoño-invierno 2021-2022) Emigdio comenzó su participación en Apoyo al Abastecimiento Responsable en México —proyecto de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en el cual la empresa SACSA participa en el acopio y transformación del grano—, cuyo objetivo principal es producir cereales de manera sustentable.  

“Estoy contento y satisfecho con las bondades que brinda el sistema de producción que nos están enseñando a desarrollar”, comenta Emigdio, refiriéndose a la agricultura de conservación, un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos. 

Implementando este sistema de siembra y manejo de cultivo —cuyos mayores beneficios se observan al paso de los años—, el rendimiento en el terreno de Emigdio fue de 9,5 toneladas por hectárea; esto es una buena producción para una zona en la que hay escasez de agua y la calidad de los nutrientes suele limitar el crecimiento de la planta.

Con respecto a los costos de producción, Emigdio comenta que estos fueron menores, ya que pudo ahorrarse en promedio tres mil pesos (3 000 MXN) por hectárea. Esto es bastante significativo en estos tiempos en que los insumos, particularmente los fertilizantes, han aumentado mucho.

Adicionalmente, gracias al acompañamiento técnico que ha recibido, el productor hizo un mejor uso del agua, ya que pudo sembrar el maíz amarillo con la humedad residual de las lluvias —con esta práctica los agricultores pueden tener buenos resultados a pesar de estar en zonas donde el agua es escasa—.

En conjunto con el equipo técnico que le brinda acompañamiento por parte del proyecto, el productor busca aprovechar las tierras en verano, estableciendo así dos ciclos anuales en lugar de uno: maíz amarillo en otoño-invierno y ajonjolí o frijol guar en primavera verano. O bien, sembrar soya a finales de mayo si las condiciones lo permiten.

Al implementar un nuevo cultivo, menciona el equipo técnico que asesora a Emigdio, “se cumplirán los tres componentes básicos de la agricultura de conservación; mismos que nos ayudarán mejorar las condiciones del suelo, mitigar las malas hierbas y disminuir la incidencia de plagas; por ende, se obtendrán mejores resultados en el cultivo de maíz y si las condiciones de lluvias en verano son favorables se podrá obtener algo de grano e ingresos con los cultivos de rotación, porque actualmente la soya, el frijol guar y el ajonjolí tienen excelentes precios”. 

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Un girasol para el recuerdo

Cultivo de girasol. (Foto: Fernando Morales/Divulgación-CIMMYT)
Cultivo de girasol en rotación con maíces nativos. (Foto: Fernando Morales/Divulgación-CIMMYT)

Con flores que llegan a rebasar los 30 centímetros de diámetro y tienen la peculiaridad de “seguir al Sol” —propiedad conocida como heliotropismo—, el girasol (Helianthus annuus) es una especie muy llamativa como planta ornamental; sin embargo, sus beneficios agronómicos y ecológicos son igualmente atractivos. 

El girasol es una excelente opción forrajera, es resistente a la sequía, sus flores proveen de néctar a cientos de insectos, sus raíces ayudan a descompactar el suelo y sus semillas sirven para extraer aceite o elaborar harina. 

Como flor de corte, el girasol también brinda oportunidades para los productores. En el municipio de Acultzingo —en la región de las Altas Montañas, en Veracruz, México—, por ejemplo, esta flor está transformando el panorama de la agricultura y el comercio local. 

Aunque cuenta con un clima cálido subhúmedo con lluvias en verano que permite tener cultivos en campo todo el año, en Acultzingo el cultivo principal es el maíz, el cual se establece cíclicamente pues no se tiene (o no se tenía) la cultura de utilizar cultivos alternativos para hacer una rotación.

En la zona hay mercado donde convergen al menos 3 500 personas entre sábado y domingo. Este lugar es regionalmente conocido por su venta de barbacoa y truchas, pero en años recientes se han sumado productores que venden elotes y girasoles, los cuales han tenido buena aceptación por parte de los consumidores quienes llevan la flor como un “recuerdo” del lugar. 

En este municipio veracruzano, Tecnología Agropecuaria Aplicada al Campo —que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en la promoción de prácticas sustentables en la región— se ha dedicado a promover el uso de cultivos alternativos, entre ellos el girasol. 

Así, por ejemplo, en la parcela del señor Camerino Cid Palacios, en la localidad de Sierra de Agua del mismo municipio, desde el 2019 se siembra girasol debido a la rentabilidad del producto en la zona. Además, lo cultiva con agricultura de conservación, sistema de producción sustentable que le ha permitido reducir costos manteniendo la calidad de la flor.

Por la alta demanda del producto, por contar con un mercado bien definido, por su corto periodo de producción y su rusticidad —habilidad de sobrevivir a condiciones adversas de crecimiento—, se contempla que la producción del girasol en esta zona de Veracruz aumente, de manera que será importante seguir promoviendo prácticas sustentables para su cultivo. 

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Futuros agrónomos se forman con enfoques de Agricultura Sustentable

Alumnos de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, Sede Calkiní, en Yucatán, México. (Foto: Hub Península de Yucatán)
Alumnos de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, Sede Calkiní, en Yucatán, México. (Foto: Hub Península de Yucatán)

Fortalecer las capacidades de resiliencia de los hogares rurales de la región es un objetivo trascendental para el Hub Península de Yucatán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Incrementar y estabilizar la productividad de las parcelas es determinante para lograr este objetivo y por esta razón la misión principal del Hub se centra en impulsar y consolidar procesos de innovación agrícola (investigación, validación, extensión y escalamiento) con los distintos actores de los sistemas agroalimentarios en la región. 

De esta manera los proyectos de alianza y/o colaboración con actores clave que impliquen la generación y uso de infraestructura tecnológica (sitios, parcelas), el desarrollo de capacidades y la vinculación efectiva de actores a la red de innovación, tendrán un alto impacto en favor de la resiliencia de los productores en los distintos sistemas productivos existentes.

Recientemente, la alianza entre el Hub Península de Yucatán y la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, Sede Calkiní, posibilita la formación de futuros agrónomos con un enfoque actual que responde a los retos productivos y económicos de los productores agrícolas de Campeche.

Este proyecto implica el establecimiento y manejo de parcelas de ensayo, entrenamiento y producción de semilla. Infraestructura que no solo posibilita la validación, calibración y extensión de conocimiento, también permite la multiplicación de semilla de cultivos alternativos que se usan para compartir con otros actores de la red de innovación. 

Un grupo de estudiantes, próximos para graduarse, por ejemplo, realizan entrenamientos y reciben capacitación en campo y aula sobre las estrategias e innovaciones prioritarias para una agricultura resiliente en la región. Los jóvenes aprenden a planear, diseñar e implementar algunos tratamientos y planes de manejo a partir de un diagnóstico de parcela o protocolos definidos, ejercitan actividades de investigación colectando y analizando datos generados en las parcelas para presentar en sus proyectos escolares. Asimismo, se organizan en equipos para realizar un evento demostrativo con productores, viviendo de esta manera todo lo que implica un proceso de innovación.

Este proceso sistemático de desarrollo de capacidades y uso de infraestructura que dura un año agrícola empodera a los estudiantes con conocimiento tecnológico y habilidades humanas necesarias para su eventual inclusión a la red de innovación que promueve el CIMMYT.  

Con un enfoque basado en la Agricultura de Conservación, agroecología y uso de un menú de innovaciones validadas, los estudiantes ponen a prueba principios determinantes para una agricultura resiliente, pudiendo reflexionar, analizar y consecuentemente generar aprendizaje sobre los resultados del proceso de innovación. Esto permite que su formación sea más robusta y amplía las posibilidades para mejorar la competitividad de los futuros técnicos al momento de iniciar su próximo rol profesional. 

En 2021 participaron 13 estudiantes de la carrera de Ingeniería en Agricultura Sustentable. Actualmente, son 16 los estudiantes provenientes de comunidades mayas que forman parte del grupo de jóvenes en entrenamiento mediante la vinculación del Hub Península de Yucatán y la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García, Sede Calkiní. 

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Se fortalece iniciativa para aumentar la competitividad del campo latinoamericano

Con la participación de más de 30 investigadores de cuatro Centros CGIAR ubicados en las Américas, se llevó a cabo entre el 4 y 6 de abril un taller de planeación de la iniciativa AgriLAC Resiliente, cuyo propósito fue definir la implementación de actividades para mejorar los medios de vida de los productores de América Latina, con el apoyo de gobiernos nacionales, sector privado, sociedad civil y donantes y socios regionales y globales del CGIAR.

“Este taller es el primer encuentro de planeación cara a cara destinado a definir, de manera conjunta y mapa en mano, cómo se complementarán los equipos de los centros de la región, aprovechando el camino que ha recorrido cada centro CGIAR en América Latina, pero esta vez con la ventaja de llegar a los territorios no como cuatro Centros independientes, sino como un solo equipo CGIAR”, dijo Deissy Martínez Barón, líder de la Iniciativa desde la Alianza de Bioversity International y el CIAT.

AgriLAC Resiliente es una iniciativa codiseñada para transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región. A través de esta Iniciativa, CGIAR se compromete a proporcionar una estructura regional que mejore su eficacia y respuesta a las prioridades, necesidades y demandas nacionales y regionales.

Esta Iniciativa es una de varias que tiene el CGIAR en América Latina y consta de cinco componentes de investigación:

  • Clima y nutrición que busca utilizar las innovaciones colaborativas para sistemas agroalimentarios resilientes al clima y nutritivos.
  • Agricultura digital a través del uso de herramientas digitales e inclusivas para la creación de conocimiento accionable.
  • Competitividad con bajas emisiones, enfocado en los agroecosistemas, paisajes y cadenas de valor, bajas en emisiones sostenibles.
  • Innovación y escalamiento con la red de Innova-Hubs para innovaciones agroalimentarias y su escalamiento.
  • Ciencia para la toma de decisiones oportunas y establecimiento de políticas, instituciones e inversiones para sistemas agroalimentarios resilientes, competitivos y bajos en emisiones.

El carácter regional de estas Iniciativas CGIAR y de los equipos de investigadores que las hacen realidad en los territorios con los productores, estuvo presente en la mente de los líderes que también participaron en este taller. Martin Kropff, Director Global, Sistemas Agroalimentarios Resilientes, CGIAR; Joaquín Lozano, Director Regional, América Latina, CGIAR; Óscar Ortiz, Director General Interino del Centro Internacional de la Papa (CIP); Jesús Quintana, Gerente para las Américas de la Alianza de Bioversity International y el CIAT; y Bram Govaerts, Director General del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), señalaron la importancia de que el CGIAR sea el eje central en cada discusión en la que los equipos coconstruyen un mayor consenso sobre qué es AgriLAC Resliente, lo que se quiere lograr, el enfoque que se usará y las metas a las que apunta a través de sinergias entre sus cinco componentes.

Actuar como una organización integrada también es una oportunidad para que el CGIAR aproveche las soluciones codesarrolladas y resuelva los desafíos locales en el Sur global relacionados con el cambio climático y la transformación de los sistemas agroalimentarios. “Construir un nuevo CGIAR implica toneladas de colaboración y coordinación. En este taller de AgriLAC Resiliente hemos tenido un diálogo lleno de energía enfocado en lograr un impacto real”, destacó Bram Govaerts, quien continuó, “esta es una ocasión para fortalecer el trabajo en equipo en torno a esta Iniciativa del CGIAR en la que se aplicará el enfoque de la Iniciativa de Sistemas Agroalimentarios Integrados (IASI) en la región de América Latina, que es una región muy interconectada” puntualizó.

Uno de los principales resultados de este taller es que constituye una oportunidad para llevar a cabo la integración de los equipos del CGIAR en la implementación de la Iniciativa AgriLAC Resiliente, con la ciencia aplicada y el rol decisivo de los socios en cada punto de la región como mecanismos de cambio.

En 2022, los equipos de investigación comenzarán a sentar las bases para implementar el enfoque integrador de la Iniciativa, y para fortalecer las innovaciones que se desarrollarán conjuntamente con socios y colaboradores en la región de América Latina, que abarcan la naturaleza interconectada del Sur global.