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Salamanca, un municipio donde la Agricultura de Conservación es tendencia

Salamanca, Gto.- Históricamente, la región de El Bajío fue conocida como el granero de México. Hoy sigue siendo una zona muy importante para la agricultura estatal y nacional. El municipio de Salamanca, con una superficie agrícola de al menos 50 mil hectáreas, contribuye en buena medida a la notable producción agrícola de la región —destacan los cultivos de maíz y sorgo en el ciclo primavera-verano y los de trigo y cebada en el ciclo otoño-invierno, además de la considerable superficie destinada a la producción de hortalizas y berries—. 

La producción intensiva con sistemas convencionales y prácticas inadecuadas, sin embargo, ha ocasionado la degradación física, química y biológica de los suelos. Esto, debido a que en general se realizan sin asesoramiento técnico apropiado o con el desconocimiento de los efectos negativos de algunas prácticas que han pasado de generación en generación y que no siempre resultan convenientes para los recursos naturales —como el movimiento intensivo y continuo del suelo—.

Actualmente, los suelos agrícolas de Salamanca presentan fuertes problemas de malezas, plagas, enfermedades, uso ineficiente del agua para riego y altos costos por la aplicación inadecuada de fertilizantes. Ante este contexto, recuperar el suelo agrícola sin dejar de producir es el reto y el propósito de MasAgro Guanajuato, programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

En el municipio, organizaciones como el Centro de Desarrollo Tecnológico Villadiego de FIRA-Banco de México, la Asociación para la Agricultura Sostenible en Base a Siembra Directa (ASOSID) y algunos módulos de riego han promovido la Agricultura de Conservación como un sistema viable para recuperar los suelos degradados. Actualmente, a través de MasAgro Guanajuato se han coordinado acciones conjuntas involucrando además a organizaciones de productores —Productores Unidos de Cárdenas es una de ellas y se ha convertido en una referencia para que otras organizaciones adopten y repliquen prácticas sustentables—.

Actualmente, la adopción de la Agricultura de Conservación en el ciclo de otoño invierno ha ido en aumento, mientras que en el ciclo primavera-verano aproximadamente el 90% de los productores ya la adoptaron. A través del acompañamiento técnico de MasAgro Guanajuato, este sistema se trabaja en conjunto con productores de las localidades de Loma de Flores, La Hilacha, el Gallo, Cárdenas, Sauz de Cruces, Loma de Ancón, Las Adjuntas, Santa Rita y Valtierrilla.   

En estas localidades se trabaja directamente con 15 productores distribuidos de forma estratégica. Ellos se han convertido en líderes en la promoción de prácticas sustentables —como la Agricultura de Conservación, el trazo de curvas a nivel, la rotura vertical, la fertilidad integral y el Manejo Agroecológico de Plagas— y a través de ellos se ha impactado positivamente en al menos 400 hectáreas, donde otros productores han replicado las prácticas que han observado y comprobado que funcionan. 

Además de la participación de estos productores líderes y organizaciones de productores, ha sido importante la vinculación con el Ayuntamiento de Salamanca, el Módulo de Riego local, la Secretaría de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial de Guanajuato, así como las empresas Semillas, agroquímicos y fertilizantes del Bajío y Fertilizantes y plaguicidas Salamanca, que también han participado. 

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El precio del maíz y el valor de su producción sustentable

El precio del maíz en el mercado internacional alcanzó recientemente su nivel más alto en, por lo menos, los últimos siete años. Después de una ligera pausa en abril, los precios internacionales de este grano subieron casi 83% con respecto al 2020 y apenas la semana pasada se registró una ligera baja atribuible a un clima más favorable para el avance de las siembras en los Estados Unidos.

Estados Unidos, China y la Unión Europea son grandes consumidores de maíz. Se estima que este año concentrarán cerca del 59% del consumo global de este grano, de manera que lo que allí ocurre impacta en otros países. En este sentido, estas tendencias en los precios del maíz se explican por diversos factores: los reducidos inventarios del grano en Estados Unidos, los efectos de los fenómenos climatológicos como La Niña en Sudamérica y, sobre todo, el incremento exponencial de las importaciones de maíz por parte de China para alimentar a su ganado.

De acuerdo con proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), solo si el clima venidero es favorable se lograrán los rendimientos esperados anunciados en el reporte de oferta y demanda de mayo. De lo contrario, muy probablemente el mercado estaría reaccionando nuevamente al alza.

Si bien muchos agricultores mexicanos se han mostrado entusiastas porque, comentan, hacía muchos años que no veían un panorama tan favorable para el precio de los granos (que en algunos casos ha estado en el orden de los $6,000 por tonelada), esta situación también puede propiciar (como de hecho ya ha ocurrido en algunas zonas del país) un aumento en los costos de los fertilizantes y otros insumos clave. Esto podría implicar mayores precios al consumidor que incluso afectarían la rentabilidad de la agroindustria.

En México, esta coyuntura de mercado plantea diversos escenarios. En todos, es oportuna una transición hacia una agricultura más sustentable: el cambio climático y la volatilidad en los mercados pone al sector en un momento decisivo. El país estima un crecimiento de 2.6% en la producción de maíz grano en el presente ciclo agrícola (se proyecta un volumen de 28.4 millones de toneladas en contraste con las 27.7 millones de toneladas del 2020). A pesar de este crecimiento, las importaciones de maíz amarillo durante el primer trimestre de 2021 también se incrementaron en más del 10% con respecto al mismo periodo en 2020.

¿Cómo puede México sacar ventaja de una situación tan compleja a nivel nacional y global? Por supuesto, no hay una respuesta definitiva, pero es posible que a través de la ciencia aplicada al campo se favorezca una transición hacia un tipo de agricultura que reduzca la incertidumbre y los riesgos para los agricultores. Los beneficios económicos, sociales y ambientales de una transición hacia una agricultura más sostenible están ampliamente probados.

En colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Kellogg fomenta una iniciativa de abastecimiento responsable basada en la compra local de maíz amarillo producido en Guanajuato y Sinaloa con prácticas agrícolas que ayudan a la conservación y regeneración de los recursos naturales. Con la sustentabilidad como eje de los agronegocios, se busca que esta producción cumpla también con las necesidades de calidad de Kellogg.

Producir sustentablemente beneficia también a toda la cadena de valor. A través de este proyecto se promueven relaciones comerciales más sólidas y directas con los agricultores. Desde la siembra, los productores vinculados a esta iniciativa reciben acompañamiento agronómico y comercial que les permite tener mayor certidumbre en la proyección de sus ingresos al cierre de las cosechas. Tener estrategias que permitan a los productores enfrentar las volatilidades del mercado y la producción es fundamental para lograr sistemas agroalimentarios más resilientes.

Para que las expectativas sobre la producción de maíz sean buenas, el clima —invariablemente— debe ser favorable, pero la realidad es que en medio de un panorama de cambio climático no hay garantía sobre eso. Por esta razón proyectos como este son relevantes, pues las prácticas a través de las que se promueve una mejor (y mayor) producción, también promueven un uso más eficiente de los recursos naturales.

En recientes ciclos agrícolas, los productores que participan en el proyecto con Kellogg lograron reducir el consumo de agua requerido para producir una tonelada de maíz hasta 50% en comparación con prácticas convencionales. También han usado 54% menos combustible en comparación con prácticas no sustentables. La implementación de sistemas como la Agricultura de Conservación les ha permitido a estos productores tener ahorros significativos, pero también han favorecido la estructura y calidad de sus suelos, así como la calidad del aire, pues evitan liberar considerables cantidades de CO2 a la atmósfera.

Actualmente un grano de maíz producido sustentablemente vale lo mismo que un grano producido de forma convencional, pero esto está cambiando gracias a proyectos como este que apuestan a la producción local y sustentable. Esta apuesta involucra además a los consumidores, quienes cada día están más interesados en saber cómo se cultivaron y de dónde proceden los alimentos que consumen.

En el ámbito de las políticas públicas, la iniciativa de abastecimiento responsable impulsada por Kellogg y CIMMYT es referencia para el desarrollo de esquemas de colaboración que generan ganancias justas para todas las partes, incluyendo, por supuesto, a los productores agrícolas y el medioambiente donde operan. Por ejemplo, la iniciativa gubernamental Maíz para México busca incrementar la seguridad alimentaria en el país a partir de la integración de la demanda y oferta de maíz en puntos estratégicos para las cadenas de valor de maíz blanco y amarillo. En ese contexto, la adopción de prácticas agrícolas sustentables es uno de los pilares fundamentales de esta iniciativa, que también se acompaña del fomento de acuerdos comerciales más sólidos entre productores y compradores para responder a las necesidades de la agroindustria.

Con colaboraciones como estas, queda de manifiesto el valor del maíz producido en México de forma sustentable, la integración de los pequeños y medianos productores al mercado; el aumento de la productividad con el uso de tecnología; las prácticas agrícolas sustentables que contribuyen a reducir costos y la identificación de zonas focales donde todos los eslabones de la cadena ganan.

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La Agricultura de Conservación en el semidesierto

San Juan del Río, Qro.- En las zonas semidesérticas la agricultura no es fácil y, sin embargo, en muchas de ellas es una de las actividades más importantes. Tal es el caso del semidesierto queretano, donde el clima seco, las escasas precipitaciones, los suelos pobres en materia orgánica, entre otros factores, limitan la producción agrícola. De hecho, en esa zona de Querétaro el destino de la producción es para autoconsumo principalmente, y la venta solo cuando hay excedentes. 

Para desarrollar y evaluar prácticas que faciliten la agricultura en esa zona, en el año 2013 se estableció una plataforma de investigación en Santa Rosa Xajay, San Juan del Río, Querétaro. Allí, en la plataforma San Juan del Río I, colaboran el despacho Sustentabilidad Agropecuaria de Querétaro (SAQ) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), evaluando las tecnologías sustentables que buscan dar respuesta a la compleja problemática de la agricultura en el semidesierto queretano. 

La base de las prácticas que se investigan y validan en la plataforma es la Agricultura de Conservación. Gracias al mínimo movimiento del suelo, a la retención de rastrojo en la superficie del suelo y a la diversificación de cultivos (componentes básicos de este sistema de producción sustentable), se ha promovido un mayor rendimiento de maíz con un menor costo de producción debido a la reducción de labranza. 

En un análisis de los resultados de la plataforma hecho recientemente, se encontró que la mayor diferencia en el rendimiento entre la labranza convencional (basada en el movimiento continuo del suelo) y las camas permanentes (práctica derivada de la Agricultura de Conservación que busca minimizar el movimiento del suelo) se observó a partir del tercer año, donde la diferencia fue de 0.2 toneladas por hectárea (t/ha) y cada ciclo se incrementó en la misma proporción, hasta un máximo de 0.6 t/ha en el sexto año (figura 1). 

Cabe mencionar que, si bien no se observó una diferencia considerable en el rendimiento de maíz en camas anchas o angostas, las camas anchas implican un menor movimiento de suelo y un menor gasto de combustible. 

Con respecto al manejo de rastrojo, de acuerdo con los resultados observados se recomienda dejar el rastrojo en la superficie, en pata, y acamado al momento de la reformación de camas. El efecto de la retención de rastrojo se manifiesta mayormente en años secos y en un incremento de la materia orgánica a largo plazo. 

Adicionalmente, el efecto de la rotación de cultivos es muy marcado en el rendimiento de maíz (aun cuando el cambio de cultivo sea con otra especie de gramínea). En promedio de seis años, los tratamientos con maíz y rotación de triticale, avena o frijol superaron al monocultivo de maíz con 0.7, 0.6 y 0.4 t/ha, respectivamente. 

Con respecto a la rotación de cultivos, en la plataforma se ha observado que la siembra en franjas permite hacer un manejo independiente de los cultivos y permite también la siembra de un segundo cultivo cuando existe humedad residual.  Así, se facilita la rotación en la misma parcela y de los cultivos de ciclo corto (como avena o triticale que se cosechan en verde), pudiéndose asociar cultivos forrajeros (sorgo, avena, garbanzo) y para la producción de grano para autoconsumo (frijol, maíz). 

Además de la Agricultura de Conservación, en la plataforma se han evaluado y validado otras prácticas sustentables, como las curvas a nivel, la fertilización integral, entre otras. Las personas que estén interesadas en conocer más sobre estas tecnologías pueden acudir a la plataforma San Juan del Río I, el equipo técnico que en ella colabora lo podrá asesorar. 

Efecto de sistemas de labranza y rotación de cultivos
Figura 1. Efecto de sistemas de labranza y rotación de cultivos sobre el rendimiento de grano de maíz en la plataforma San Juan del Río I, Querétaro, durante 2013-2018. CC=camas angostas con labranza convencional, CCA=camas anchas con labranza convencional; CP= camas permanentes angostas; CPA= camas permanentes anchas; MM= monocultivo de maíz; MT= rotación anual de maíz y triticale; AM= rotación anual de maíz y avena; FM: rotación anual de maíz y frijol.
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Establecen CNA y CIMMYT acuerdo por el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria

Ciudad de México.- El Consejo Nacional Agropecuario (CNA) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) celebraron un convenio marco de colaboración para impulsar la producción sostenible, el abasto y la rentabilidad de los sistemas agroalimentarios en México. 

El objetivo de ambos organismos es sentar las bases para lograr una mayor coordinación sectorial a través de actividades o proyectos, desarrollo de capacidades y transferencia de tecnologías que contribuyan a incrementar la productividad, rentabilidad y sostenibilidad de los productores en las diferentes regiones del país. 

“Con la firma de este acuerdo, el CNA cumple con uno de sus principales objetivos al facilitar los procesos de innovación, generación y transferencia de mejores prácticas y tecnologías para hacer que las actividades productivas en las cadenas agroalimentarias y agroindustriales sean más eficientes, pero, sobre todo, sostenibles”, señaló Juan Cortina Gallardo, Presidente del CNA. 

El representante del organismo sectorial consideró una gran ventaja que México sea la sede global del centro de investigación agrícola sin fines de lucro que ha desarrollado más de la mitad de las variedades de maíz y la mayoría de las variedades de trigo que se siembran en todo el mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo, además de las prácticas y tecnologías que hacen más sostenibles los sistemas de producción de ambos granos. 

“CIMMYT cuenta con su sede orgullosamente en México. La intención es fortalecer la capacidad de respuesta de CIMMYT, este importante centro de innovación, investigación y desarrollo y de México ante cualquier situación adversa en materia agroalimentaria”, agregó Cortina Gallardo. 

“Desde hace más de 50 años, México ha sido la cuna de la innovación agrícola para combatir el hambre y alimentar al mundo”, subrayó Bram Govarts, Chief Operating Officer y Director Global de Desarrollo Estratégico del CIMMYT. “Ahora es necesario redoblar esfuerzos y colaborar estrechamente con los productores, asociaciones, empresarios e industriales representados en el CNA para dar una respuesta transformacional a la crisis actual para que la agricultura sea, una vez más, el motor de la recuperación y del desarrollo sostenible de México y de México para el mundo. ¡Juntos podemos lograr una evolución verde!”, agregó el representante del organismo internacional. 

La Secretaria de Economía, Tatiana Clouthier Carrillo, fungió como testigo de honor en la celebración del acuerdo a través del cual ambas instituciones se comprometieron a emprender proyectos de colaboración específicos para incrementar los rendimientos y disminuir los costos de producción del maíz y del trigo, además de conservar los recursos naturales y proteger los ecosistemas de México.

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Producción sustentable de cebada y trigo, jornada de capacitación disponible en línea

Guanajuato.- El Bajío es una de las regiones estratégicas de México en la producción de cebada y trigo. Por esta razón, es fundamental promover la capacitación de técnicos y productores en temas de Agricultura Sustentable. Ese fue el objetivo de la jornada de capacitación “Producción sustentable de cebada y trigo en El Bajío con base en Agricultura de Conservación”, promovida por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas organizaciones de los sectores público y privado con las que colabora en esa región del país. 

La Agricultura de Conservación es un sistema de producción sustentable que permite incrementar el rendimiento y la rentabilidad de los cultivos, a la vez que mitigar los efectos negativos de la agricultura y conservar los recursos naturales. Debido a esto, este sistema fue el eje de la capacitación sobre el manejo de los cultivos de otoño–invierno en El Bajío, aunque también abarcó prácticas relacionadas como el manejo integral de la fertilización, el manejo adecuado de agua, así como el manejo de plagas y malezas. 

La jornada tuvo una orientación teórico-práctica, se integró con siete sesiones que suman 21 horas de capacitación —iniciaron el 11 de septiembre 2020 y finalizaron el 26 de febrero de 2021— y contó con la participación de especialistas del CIMMYT, instituciones como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y dependencias del gobierno del estado de Guanajuato, así como investigadores independientes. 

Durante la Jornada participaron (de manera directa) 111 personas provenientes de 19 estados del país —principalmente de Guanajuato, Coahuila y Michoacán—. Sobresale la participación de productores, técnicos, estudiantes y proveedores de más de 40 instituciones de la cadena de valor quienes durante varias semanas se capacitaron en temas como variedades adecuadas de trigo, fertilización, manejo de agua, manejo de malezas y enfermedades, maquinaria especializada para Agricultura de Conservación, diagnóstico de parcela, entre otros.

Cabe mencionar que las siete sesiones de esta jornada de capacitación ya están disponibles para su consulta en el canal de YouTube ACCIMMYT: Producción sustentable de cebada y trigo en el Bajío con agricultura de conservación.



 

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¿Tienes una idea o proyecto que esté transformando el campo? Este premio es para ti

A escasos nueve años de cumplirse el plazo (2030) en que los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) estiman que la temperatura global podría hacer que la seguridad alimentaria y la habitabilidad misma del planeta alcancen un punto crítico y sin retorno, la variabilidad climática a causa de la acción humana sigue contribuyendo a que los rendimientos de los cultivos disminuyan, afectando sobre todo la producción agrícola de temporal —entre otras razones, por los cambios en el régimen de lluvias—. 

Con 79% de la superficie cultivada en temporal, México necesita urgentemente transformar su agricultura e impulsar proyectos y acciones que contribuyan a mitigar y resolver los problemas que enfrentan los sistemas agroalimentarios, particulamente en lo que respecta a la gestión sostenible y al uso eficiente del suelo y el agua. 

En este contexto, la sexta edición del “Premio Cargill-CIMMYT a la Seguridad Alimentaria y la Sustentabilidad” busca reconocer y apoyar aquellas ideas innovadoras y que aporten valor para una producción agrícola sostenible y para el mejor aprovechamiento de los recursos hídricos en la producción agrícola. 

La convocatoria, lanzada por Cargill México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), ha ampliado la recepción de postulaciones hasta el 15 de marzo y busca premiar a aquellos proyectos con un impacto demostrado en producción, rentabilidad, sustentabilidad, innovación o nivel de adopción de prácticas agrícolas que sumen al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

Los ganadores recibirán un premio equivalente a 30 mil dólares, distribuido de la siguiente manera: 10 mil dólares al productor(a), técnico(a) o grupo de productores que presenten la propuesta más innovadora de tecnología, insumo productivo, práctica agronómica, práctica de mercado, modelo de colaboración, etcétera, que haya dado como resultado un incremento sustentable de la producción agrícola. 

También se busca reconocer las innovaciones que conduzcan a una mejor integración de la cadena de valor del maíz o del trigo, así como las prácticas productivas o de mercado que mejoren la calidad de vida de los productores en comunidades o núcleos agrícolas. 

Adicionalmente, se otorgarán 10 mil dólares más al investigador(a) o grupo de investigadores, y 5 mil dólares a cada ganador(a) de las categorías “líder de opinión” y “jóvenes” que promuevan el desarrollo de tecnologías y prácticas agrícolas innovadoras que incrementen la sustentabilidad de los sistemas de producción y la seguridad alimentaria de México. 

Las personas que estén interesadas en participar pueden consultar las bases y descargar el formato de postulación en: https://www.cargill.com.mx/es/cimmyt. La inscripción se realizará mediante el envío de la información correspondiente al correo: leticia_guzman@cargill.com (al que también se puede solicitar mayor información sobre la convocatoria). 

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Haciendo cuentas, es mejor innovar

El productor Félix Guevara Guerra en vive la localidad Estación Joaquín, en Irapuato, Guanajuato.  Desde que su papá falleció, Félix quedó al frente de las parcelas que le dan el sustento a su familia, así que, para él, la búsqueda de alternativas que le permitan reducir los altos costos de producción ha sido constante. 

Félix siembra alrededor de ocho hectáreas de cebada en el ciclo otoño-invierno y en primavera-verano siembra sorgo y maíz. Hasta hace dos años, cuando se incorporó al proyecto Cultivando un México Mejor, su sistema de producción era la labranza convencional, con la cual “se llevaba más gasto, sobre todo  en las labores primarias como el barbecho y la rastra, además del tiempo en que se desfasaba la siembra”, comenta. 

Cultivando un México Mejor es un proyecto que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y HEINEKEN México para producir cebada de forma sustentable y optimizar el consumo de agua en este cultivo. Para lograrlo, el proyecto desarrolla capacidades en los productores y les brinda acompañamiento técnico para que implementen el sistema de Agricultura de Conservación y otras prácticas sustentables.

El potencial de aumentar la utilidad con la Agricultura de Conservación motivó a Félix Guevara a instalar un módulo de innovación en una de sus parcelas. En él, junto con el equipo técnico de Cultivando un México Mejor, Félix evalúa diferentes prácticas y sistemas de producción agrícola con el fin de mostrarle a sus vecinos productores las ventajas de cultivar sustentablemente —en el módulo encontraron que la Agricultura de Conservación aumentó la utilidad a $2,530 por hectárea, en comparación con una pérdida de casi $1,000 por hectárea con la labranza convencional—.

En el pasado ciclo otoño-invierno sembró cebada de la variedad Prunella y se desarrollaron ensayos para evaluar distintos arreglos topológicos (distribución de las plantas en la superficie sembrada), prácticas de fertilidad integral con base en análisis de suelo (con el uso de fertilizantes orgánico-minerales y foliares), Manejo Agroecológico de Plagas y Manejo Integrado de Enfermedades (como la inoculación de la semilla con hongos).

Con los ensayos,  Félix Guevara y el equipo técnico de Cultivando un México Mejor también estimaron la cantidad de agua necesaria para producir un kilo de grano de cebada. Con ahorros de 180 litros de agua por cada kilo de cebada producido, la Agricultura de Conservación fue el sistema que arrojó los mejores resultados (figura 1), hecho que motiva aún más a este productor para seguir implementando y promoviendo prácticas sustentables.

Figura 1
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Promueven el arraigo social con proyecto de fertilidad de suelos

El Bajío guanajuatense es una llanura fértil considerada históricamente una de las zonas agrícolas más importantes de México. No obstante, la producción intensiva de los sistemas agrícolas en esa región ha ocasionado la degradación física, química y biológica de los suelos. Como consecuencia de esa degradación se han agudizado los problemas de malezas, plagas y enfermedades de los cultivos, incrementando los costos de producción y afectando directamente a los agricultores.

El municipio de Salamanca es parte del Bajío guanajuatense, está ubicado en el centro del estado y cuenta con una superficie agrícola de más de 50 mil hectáreas. Siendo el municipio con más porcentaje de superficie de riego con respecto a los demás municipios de la región —destacan sus cultivos de maíz y sorgo en el ciclo primavera-verano y trigo y cebada en el otoño-invierno—, es importante implementar medidas que aseguren la fertilidad de sus suelos. 

A través de un muestreo sistemático, el proyecto “Programa de fertilidad integral de suelos agrícolas para el municipio de Salamanca” busca conocer el estado actual de los suelos del municipio, identificar los minerales que están ocasionando excesos y deficiencias nutrimentales, proponer estrategias de remediación de suelos y diseñar formulaciones de fertilización específicas para cada cultivo y cada zona.  

Con la puesta en marcha de este proyecto de fertilidad integral —que impulsa el gobierno de Salamanca y se desarrolla en el marco del programa MasAgro Guanajuato, de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se busca impactar más de 50 mil hectáreas agrícolas de Salamanca.

El proyecto busca restaurar la fertilidad del suelo y está alineado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Organización de las Naciones Unidas: ambientalmente permitirá reducir la emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación del agua y el suelo; social y culturalmente se arraigará a la población rural, impulsando el empoderamiento de los productores con pleno respeto a sus tradiciones y, además,  permitiéndoles incrementar sus ingresos.

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Resiliencia, gran lección del 2020

Texcoco, Edo. Méx.- La pandemia por COVID-19 no estaba en el calendario agrícola, pero su irrupción hizo que la agricultura, en medio de un panorama de incertidumbre, fuera reconocida como esencial para la transformación y la recuperación en múltiples aspectos de la vida económica y social, incluyendo su relación con la salud humana. 

Aunque el desenlace y el saldo de la pandemia aún no están escritos porque la humanidad sigue inmersa en ella, algo es claro: 2021 será un año clave para definir el rumbo de las sociedades, particularmente en lo que respecta a la seguridad alimentaria pues, con el número de personas que padecen hambre incrementándose debido a los efectos de la pandemia, el surgimiento de crisis humanitarias y conflictos es un riesgo latente.

En medio del caos que se ha experimentado en este año que está por concluir, la resiliencia es la gran lección para todos. La resiliencia, es decir la capacidad para afrontar y superar las adversidades, no es precisamente algo inherente al ser humano, a las sociedades o a sus sistemas, pero sí es algo que se puede desarrollar. 

Dotar de resiliencia a la agricultura y a los agricultores significa transformar los modos de producir y consumir alimentos. Afortunadamente, la semilla de este cambio existe, solo falta diseminarla: con cada productor que adopta prácticas sustentables, con cada técnico brindando acompañamiento, con cada empresa apostando por la producción sostenible, con cada suelo cubierto por rastrojo, etcétera, esta semilla de resiliencia y de paz se dispersa. 

Desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) queremos agradecer a todas personas que colaboran en los distintos proyectos que impulsamos por su valiosa contribución para que durante esta pandemia la sociedad mexicana (y de otros países en donde se extiende la red de innovación) siga disponiendo de alimentos sanos y nutritivos. 

A todos los productores que siguieron innovando en el campo; a todos los técnicos que de diversas formas (incluyendo servicios de mensajería digital y redes sociales) siguieron brindando acompañamiento técnico; a los investigadores y equipos técnicos de los hubs que continuaron capacitando (en línea); a las organizaciones de todos los sectores que siguieron impulsando con nosotros la Agricultura Sustentable, ¡muchas gracias!

También, desde este medio de difusión, manifestamos nuestra gratitud a todos nuestros lectores y les deseamos felices fiestas. Esperamos que 2021 sea un gran año para todos y que este 2020 que despediremos nos permita crecer como individuos y como sociedad. 

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Sin producción agrícola sustentable no se podrá garantizar el futuro

Con el tema ‘El futuro de la agricultura es hoy’ como eje rector, el Foro Global Agroalimentario 2019 —realizado el 26 y 27 de septiembre en León, Guanajuato— congregó a expertos del sector agroalimentario de 14 países y a más de 5,000 personas. Contó con la participación de Víctor Manuel Villalobos Arámbula, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER); Stephan Hubertus, analista de política agrícola de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); y Bram Govaerts, director global de Desarrollo Estratégico y representante regional para las Américas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), entre otros destacados especialistas.

Durante su participación en el panel ‘Insertando a los pequeños y medianos productores en las cadenas de valor agroalimentarias’, Bram Govaerts destacó que la agricultura —además de sustentable— debe ser incluyente y combinar innovación y tradición para lograr sistemas agroalimentarios que produzcan más, alimenten mejor y protejan el medioambiente. “Necesitamos producir más con menos: producir más granos con menos costos y menos agua. Precisamos agregar valor al grano en su producción, transformación y consumo. Hoy un grano producido sustentablemente vale igual que uno cultivado con mucha agua y procesos contaminantes. Eso es lo que debemos cambiar”, señaló.

Los panelistas coincidieron en que la inserción de los pequeños y medianos productores en las cadenas de valor agroalimentarias juega un papel importante en el desarrollo económico y social de los países. Al respecto, el doctor Govaerts mencionó que con proyectos como MasAgro —de la SADER y el CIMMYT— y muchos otros que el Centro implementa con importantes actores de la agroindustria (como la Compañía Kellogg, el Grupo Bimbo y Nestlé) se impulsa el valor de la producción sustentable de alimentos. En este sentido, la estrategia de innovación del CIMMYT y su metodología impactan a más de 300,000 productores, los cuales han aplicado prácticas sustentables en más de 1 millón de hectáreas, aumentado su rendimiento en cultivos de maíz de temporal entre 20 y 100%, lo cual hace fundamental crear los mercados adecuados.

El director global de Desarrollo Estratégico del CIMMYT señaló que si hoy no se produce de forma sustentable, no se podrá garantizar el futuro en aspectos tan importantes como la migración. Y comentó que “la migración surge desde sistemas agroalimentarios disfuncionales. Cuando las personas no tienen qué comer y su base de bienestar se ha erosionado, entonces buscan otras alternativas. Por eso es importante generar sistemas agroalimentarios para la conservación del medioambiente y la paz: para la seguridad nacional. No vamos a crear paz sin dar alimento a la población”.

Finalmente, Bram Govaerts expuso cómo la ciencia puede contribuir a lograr esos sistemas agroalimentarios, enfatizando que se requiere de la articulación de esfuerzos: “el CIMMYT solo puede lograr poco; necesitamos alianzas y colaboraciones. Hoy hemos generado más de 70 semilleras nacionales, las cuales toman esa investigación y la transmiten a los productores. Trabajamos con productores que innovan. Todos debemos atender la crisis que tenemos hoy, la cual es una crisis de alimento, cambio climático y medioambiente. Y necesitamos formular una respuesta trascendente, integrando todas las capacidades que tenemos en un objetivo común”.

En el panel también participaron Víctor Suárez Carrera, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER); José Cacho Ribeiro, vicepresidente ejecutivo del Grupo Minsa; y Joel Narváez Nieto, director ejecutivo para el sector privado del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre otros representantes de diversas organizaciones. Rafael Eloy Bolívar Raya, consejero de Agricultura, Pesca y Alimentación —de la Embajada de España en México—, fungió como moderador del panel; y Bosco de la Vega Valladolid, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), reconoció la participación de los panelistas al concluir el foro.