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El derecho humano a una alimentación sostenible

Familia productora de la Península de Yucatán. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Familia productora de la Península de Yucatán. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En el corazón de la lucha por los derechos humanos se encuentra el derecho fundamental a una alimentación adecuada, y en este contexto, la sostenibilidad en la producción de alimentos se convierte en un pilar esencial para garantizar este derecho. La experiencia del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores ha demostrado cómo la implementación de sistemas agroalimentarios integrados puede no solo beneficiar a los agricultores, sino también transformar la realidad de comunidades enteras.

Durante más de una década, MasAgro-Cultivos para México ha dejado una huella positiva en la agricultura. Con el apoyo del gobierno mexicano, esta iniciativa permitió impactar positivamente a más de 500 mil agricultores en más de un millón de hectáreas en todo México. Esta experiencia de México con la agricultura sostenible se ha convertido en una metodología de sistemas agroalimentarios integrados que se replica ahora en la iniciativa AgriLAC Resiliente del CGIAR.

AgriLAC Resiliente está centrada en la resiliencia, sostenibilidad y competitividad de los sistemas agroalimentarios. Los InnovaHubs, adaptados a las condiciones de Guatemala y Honduras, han estado sirviendo como facilitadores desde 2022, fomentando la interacción continua entre agricultores, comunidades y socios en el campo. Esta estrategia busca cocrear e integrar innovaciones multitemáticas, creando así sistemas agroalimentarios más fuertes y sostenibles.

La metodología de gestión de la innovación desarrollada en México ha trascendido las fronteras de América Latina y se está replicando en África a través del Centro de Entrega Rápida de la Iniciativa de Innovación Acelerada de África del Sur (AID-I). Esta expansión tiene como objetivo beneficiar a seis millones de pequeños agricultores en Malawi, Tanzania y Zambia, recibiendo respaldo del Departamento de Estado de Estados Unidos y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

El compromiso con la sostenibilidad y con el derecho humano a una alimentación sostenible se refleja también en los Proyectos de Abastecimiento Responsable que están ganando impulso en México. Organizaciones como Kellogg, Nestlé, Walmart Foundation, Ingredion, Grupo Bimbo y HEINEKEN México están liderando la integración de sistemas agroalimentarios sostenibles a lo largo de la cadena de valor. Estas iniciativas vinculan a los agricultores con los mercados, permitiendo una transición efectiva hacia prácticas más sostenibles. Entre 2018 y 2022, más de 4 800 agricultores en México han participado y se han beneficiado de estas prácticas, y la participación activa de nuevos socios, como Mars PetCo, señala un compromiso continuo con la sostenibilidad.

Los acuerdos de colaboración recientes que el CIMMYT ha consolidado con instituciones como la Universidad Mexiquense del Bicentenario (UMB), el estado de Quintana Roo, el municipio de Iguala, el Instituto de Investigación y Capacitación Agropecuaria, Acuícola y Forestal del Estado de México (ICAMEX) y otras organizaciones no menos importantes demuestran un compromiso continuo hacia un futuro sostenible, donde la investigación, la educación y la acción colaborativa son fundamentales para lograr que el derecho a una alimentación sostenible sea una realidad para todos.

En resumen, el fomento de la agricultura sostenible contribuye no solo a la seguridad alimentaria, sino también a la realización del derecho humano a una alimentación adecuada y sostenible. Estas iniciativas no solo son programas; representan un compromiso continuo para transformar el potencial en oportunidades reales, catalizando el cambio con pasión y empoderamiento.

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Agricultura y acuíferos, retos y alternativas

Trabajos en parcelas de Apan, en Hidalgo, México, para el establecimiento de cultivos bajo el sistema de agricultura de conservación. (Foto: Pilar Vázquez)
Trabajos en parcelas de Apan, en Hidalgo, México, para el establecimiento de cultivos bajo el sistema de agricultura de conservación. (Foto: Pilar Vázquez)

La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable que ofrece amplios beneficios a los agricultores: mejora la estructura y fertilidad del suelo, conserva mayor humedad y reduce los costos de producción, entre otros. 

Aprovechar los rastrojos para proteger al suelo de la erosión, en lugar de quemarlos, es uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación y, aunque con frecuencia esta práctica encuentra limitantes para ser adoptada plenamente, el sistema también ofrece muchas alternativas para irse adaptando a los más diversos entornos. Por supuesto, transmitir este mensaje a los agricultores representa un esfuerzo grande por parte de los promotores de la agricultura sustentable. 

En Apan, en el estado mexicano de Hidalgo, por ejemplo, “algo que seguimos viendo como una limitante para adoptar la agricultura de conservación es que cada ciclo es común que los dueños de las parcelas cambien a quién rentan sus tierras. Si alguno ayuda a mejorar la calidad del suelo entonces su lógica es: «a mi terreno le están ayudando a nutrirse o recuperarse, pues tiene mejor valor y entonces lo puedo rentar a un precio mayor», así que prefieren hacer cambio de arrendatario con tal de tener un mayor ingreso” —pero sin dar continuidad a las prácticas sustentables—, señala la agrónoma Pilar Vázquez Martínez.

Consecuentemente, los productores que rentan —que son una proporción muy significativa y muchos de ellos trabajan extensiones muy grandes— consideran que ante el riesgo de que les dejen de alquilar las tierras y ellos no obtengan beneficios por sus esfuerzos, “prefieren retirar todo. Y retiran hasta el último rastrojo que hay en la parcela y casi parece que acaban de barrer. Empacan todo y hacen pacas que posteriormente se comercializan para obtener obtienen un ingreso que les ayuda a aumentar la rentabilidad de la tierra”, menciona Pilar, quien es consultora del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para el proyecto Aguas Firmes en la zona de Apan. 

Aguas Firmes es un proyecto de Grupo Modelo – AB InBev y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

“La propuesta que tenemos para estos agricultores, y que de hecho ya empezamos a hacer este ciclo otoño-invierno 2021-2022, es establecer cultivos de servicio. Este primer año manejamos ebo, girasol, rábano forrajero y canola. Con estos cultivos se busca mejorar la biodiversidad en la parcela, que haya un mayor número de organismos y que, con las diferentes profundidades que alcancen las raíces, mejorar el alcance que van a tener en un momento dado las raíces del cultivo principal que es la cebada”, señala Pilar. 

Con el ebo, que es una leguminosa y un abono verde, también se busca ayudar a fijar nitrógeno en el suelo y ayudar en la fertilización. La finalidad es no dejar el suelo desnudo durante el periodo que normalmente se deja sin cultivo y totalmente expuesto a las condiciones climáticas, altas y muy bajas temperaturas, vientos y algunas precipitaciones que provocan escurrimiento. Estos cultivos, que se sembraron a finales de octubre y principios de noviembre del año pasado, se incorporaron como abono verde en el mes de mayo de este 2022”. 

“Lo que hemos podido observar es que al asistir a las capacitaciones los productores que están participando en el proyecto reflexionan y comprenden la importancia de realizar las prácticas que les sugerimos. Sin embargo, aún hay mucho por hacer y llevar esta reflexión a más personas porque, por ejemplo, a quienes ya están dejando el rastrojo les ha costado mucho cuidar esos lugares, porque es donde se congrega toda la gente que se dedica al pastoreo, llevan ahí a los animales porque ven el rastrojo como un residuo que no sirve de nada y asumen que está disponible para el consumo de su ganado”.

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Aguas Firmes es un proyecto colaborativo entre la cervecera líder Grupo Modelo – AB InBev y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ) GmbH a través de su programa develoPPP. Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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Reportajes

Científica de cultivos del CIMMYT comparte estrategias de descolonización

Sieglinde Snapp, científica de cultivos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), trabaja para acabar con la descolonización y promover la inclusividad.

La descolonización es un problema de larga data en la ciencia y ha hecho que se borren trabajos de personas marginadas.

Este problema ha afectado en gran medida a los científicos del Sur Global, que, como consecuencia, pueden desarrollar una falta de confianza en la comunidad científica y no sentirse bienvenidos en el mundo académico.

Un estudio de 2021 destaca la magnitud del problema de la descolonización, ya que sólo el 16% de los artículos de revistas de alto nivel sobre desarrollo son de autoría de investigadores radicados exclusivamente en el Sur Global.

En un artículo que contribuye a una serie sobre la descolonización de las biociencias, Snapp explicó no sólo la importancia de acreditar a los científicos por su trabajo, sino también de proporcionar a los del Sur Global plataformas para compartir y debatir ideas.

«Trabajando para una organización internacional de investigación que estudia la producción mundial de alimentos, creo que, como organización, necesitamos cambiar la estructura de recompensas», escribió Snapp. «La actual tiende a recompensar primero la ciencia pura y luego la investigación aplicada y la divulgación, y tiende a excluir al Sur global porque gran parte del trabajo allí está más contextualizado y aplicado localmente. La descolonización debería ir más allá de simplemente citar a colegas de países en desarrollo para incluirlos en conferencias y como coautores, especialmente si estamos creando conocimiento juntos.»

La investigación participativa es clave en el planteamiento de Snapp de defender la diversidad. Esta estrategia vincula a los estudiosos autóctonos con la ciencia convencional a través de la participación, por ejemplo como ponente en conferencias.

«A lo largo de mi carrera he estudiado los sistemas de cultivo de secano junto a colegas del África subsahariana, especialmente Malawi, Tanzania y Zimbabue», añade.

«Esos colegas no son invitados por sus colaboradores occidentales blancos a hablar en grandes conferencias o a ser coautores de artículos de alto perfil en agricultura. Mis colegas del CIMMYT y yo esperamos invertir esta tendencia abogando por la descolonización a través de la autoría. Para empezar, mi equipo de investigadores incluirá un párrafo sobre lo que hizo cada autor y cómo el equipo prestó atención a la inclusión del género y el Sur Global en las publicaciones».

A Snapp también le anima el desarrollo de nuevas tecnologías y programas, que ponen en tela de juicio los métodos tradicionales de compartir los hallazgos. Fundamentalmente, estos avances significan que la investigación está disponible mucho más rápido y se distribuye de forma más equitativa que antes.

«En el CIMMYT defiendo que las evaluaciones de resultados recompensen el intercambio más rápido de conjuntos de datos e información con las comunidades y entre ellas», explica Snapp. «En mi opinión, esto forma parte de la descolonización. En lugar de, por ejemplo, recomendaciones de fertilizantes por parte de expertos, esto ofrece una forma de conectar a la gente para que pueda compartir información de forma más directa en un contexto local.»

Foto de portada: Sieg Snapp, Directora del programa Sistemas Agroalimentarios (SAS), en el exterior de la sede del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

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Sinaloa tiene nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable

Egresados del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, edición Hub Pacífico Norte 2021-2022, Sinaloa, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Egresados del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, edición Hub Pacífico Norte 2021-2022, Sinaloa, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

Este 24 de noviembre 14 profesionistas de Sinaloa, uno de Sonora y una de Yucatán se graduaron como técnicos certificados en agricultura sustentable, acreditación —y estrategia formativa— impulsada a nivel nacional por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) a fin de impulsar sistemas de producción sólidos y sostenibles, asegurar la calidad en el acompañamiento técnico, y fortalecer la producción sustentable en cada estado.

Gracias a la inversión de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sinaloa (AARFS) y la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP), y al apoyo de diversas instituciones como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), la edición 2021-2022 del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable permitió formar a los recién graduados de forma intensiva durante un año con clases teórico-prácticas impartidas por expertos nacionales e internacionales.

En la ceremonia de graduación estuvieron presentes Víctor Manuel Ahumada, secretario de la AARSP; Heriberto Lizardi, gerente de estrategias agrícolas de la AARFS; José Luis Alcántar, residente estatal de FIRA Sinaloa; Miguel Ángel Vera, agente de FIRA Los Mochis; Nele Verhulst, líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del CIMMYT; Eliud Pérez, gerente del Hub Pacífico Norte del CIMMYT; Carolina Cortez y Nehemías Buitimea, coordinadores técnicos del Hub Pacífico Norte del CIMMYT.

“El curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable busca contribuir con el desarrollo de técnicos como agentes de cambio para implementar y difundir sistemas de producción de granos básicos (maíz, trigo, frijol y cultivos asociados) con base en una intensificación sustentable”, aseveró Eliud Pérez, haciendo un reconocimiento especial al grupo de productores que cooperaron para el desarrollo de las prácticas de los nuevos técnicos certificados. 

Entre los temas abordados durante la formación de los nuevos técnicos certificados destacan: diagnóstico de parcela, manejo integrado de malezas, manejo de residuos, manejo agroecológico de plagas, manejo integral de enfermedades, fertilidad, perfil de variedades, maquinaria especializada para agricultura de conservación, monitoreo y análisis de datos, poscosecha y calidad de grano, vinculación de productores con mercados, entre otros.

Al pertenecer, varios de ellos, a organizaciones públicas y privadas —como el Fondo de Aseguramiento Agrícola (FAAS), la Secretaría del Bienestar, AARFS , AARSP, entre otras— que tienen un papel importante en el campo sinaloense, se amplían las posibilidades de que la agricultura sustentable también se adopte con mayor amplitud en dicho estado. 

A la red de técnicos certificados a nivel nacional, que hasta el momento está conformada por 461 profesionales, se suman: Irene Isabel Che Cih, Valeria Gómez Pérez, Ariel Castro Hernández, Horacio Galaz Ramos, Iván Francisco Pérez Villarreal, Aniceto de la Puente Llanos, Hilario Cristian Flores Ahumada, Jaime Guzmán Uriarte, Franky Mayel Muñoz Urias, Roberto Galaviz Leyva, Adrián Pérez Villarreal, Ángel Guadalupe Cira, Juan Jesús Valdez Valdez, Rasiel Omar Gaxiola Atala, Carlos Alfredo Manzanares Fitch y Fernando López Beltrán. 

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Aprendizajes que transforman

El Parral, Chis.-Aprendimos a usar el fertilizante, porque antes lo hacíamos tirándolo nada más”, dice el productor de maíz Víctor Ruíz Gutiérrez, de la colonia Jericó, municipio de El Parral, Chiapas, para comenzar su testimonio sobre cómo él y su familia se han involucrado en la Agricultura Sustentable y han obtenido resultados alentadores. 

A través del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), don Víctor ha recibido capacitación y el acompañamiento técnico adecuado que le han permitido mejorar su sistema de producción agrícola.

“Hemos ido a las plataformas de la Concordia, de Coita y a Texcoco, a Querétaro, a Guanajuato y todo lo que nos han enseñado allá sobre agricultura lo hemos venido a compartir con la familia y ya ellos también se están involucrando para aportar a la parcela”, comenta don Víctor, para quien los aprendizajes de esos viajes se han convertido en una nueva  forma de hacer agricultura porque, dice, antes quemaban, sufrían de plagas y no sabían qué hacer porque no conocían de los pronósticos del tiempo para la siembra, ni de otras prácticas que les permitieran hacer frente a la variabilidad del clima. 

“Desde que ya empecé a trabajar con la asesoría de los técnicos del proyecto nos enseñaron en qué fechas sembrar y cómo va a ser el pronóstico de las lluvias. Aquí sufríamos de una enfermedad con la que se morían las plantas, pero ya vamos saliendo poco a poco y nos están apoyando con una sembradora, pero sin la asesoría difícilmente hubiéramos salido adelante”, comenta el productor. 

Para don Víctor la Agricultura Sustentable le ha representado mejores rendimientos: estima que con las nuevas prácticas —que incluyen la conservación del rastrojo como cobertura del suelo y la diversificación de cultivos— estará cosechando hasta siete toneladas y media de maíz en el presente ciclo y hasta tres toneladas y media de cacahuate en el siguiente. 

Además de la mejora en rendimientos y la disminución de costos de producción, don Víctor se siente entusiasmado por estar realizando una agricultura más amigable con el medioambiente y sobre todo por los aprendizajes que ha obtenido a través del proyecto: “el técnico Juan Diego López Durante nos ha invitado a eventos de capacitación, eso es lo que nos va a hacer que seamos productores innovadores y que obtengamos mejores rendimientos. Por eso agradezco al proyecto de Walmart y el CIMMYT porque estamos saliendo adelante”. 

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Cultivar es un acto heroico

Texcoco, Edo. Méx.- Comer es una actividad básica sobre la que el ser humano ha construido gran parte de su cultura. Una necesidad humana y un placer cotidiano sobre el que la gastronomía consolida una suerte de imperio mediático con decenas de programas, series, concursos… Paradójicamente, la seguridad alimentaria y la agricultura, las otras caras del prisma de la alimentación humana, no reciben la misma atención y, sin embargo, son parte fundamental de la historia y el destino de la humanidad. 

Si se trazaran y examinaran de forma conjunta las curvas del crecimiento poblacional del planeta y de la producción agrícola global desde el Neolítico hasta la actualidad se podría observar que, en términos generales, ambas han avanzado de forma más o menos paralela. Destacarían dos momentos clave en que estas curvas se separan (al menos de forma más notable): el primero alrededor de hace 60 años y el segundo en la época actual. ¿Qué ocurrió entonces y qué ocurre ahora?

Hace aproximadamente 60 años, derivado de un desarrollo industrial desigual en los países, sobrevino un crecimiento poblacional exponencial y hambrunas en diversos puntos del planeta ―afectando particularmente a países como India y Pakistán, con una gran sobrepoblación―. La producción agrícola de entonces era incapaz de proveer todo el alimento que se necesitaba y millones de personas estaban en riesgo de perecer debido a la hambruna. 

Gracias a los trabajos de mejoramiento de cultivos que el doctor Norman E. Borlaug realizó en México (y con investigadores y productores mexicanos) no solo se salvaron millones de vidas de la hambruna —hecho que lo hizo acreedor al Premio Nobel de la Paz en 1970—, sino que se sentaron las bases de la agricultura moderna y la producción de cultivos mejorados. Este hecho contribuyó notablemente a que las líneas del crecimiento poblacional y de la producción agrícola global avanzaran nuevamente de forma paralela pues permitió que se produjeran más alimentos y que estos estuvieran accesibles para los sectores de la población más vulnerables.

Hoy, no hay duda de que la aplicación de la ciencia en la agricultura ha ayudado notablemente a producir los alimentos necesarios para una población que sigue creciendo, pero si se observan detenidamente las curvas en mención, se podrá observar que, en años recientes, mientras la población sigue creciendo a un ritmo notable ―aunque ya no de forma exponencial―, la productividad agrícola aumenta, pero con menor pendiente. 

Si las proyecciones se cumplen ―es decir, si la sociedad no cambia sus formas de producción y consumo―, la humanidad producirá menos alimentos de los que necesitará para alimentar a los 9,700 millones de personas que poblarán el planeta hacia el año 2050. ¿Cuál es la solución a este desafío si el cambio climático, la degradación de las tierras cultivables, la migración y otros fenómenos avanzan inexorablemente complicando la tarea?

El crecimiento de la producción mundial de cultivos en la presente década, señalan diversas proyecciones, solo será posible si se hace un uso más intensivo de los recursos disponibles, se invierte en tecnologías de producción y mejoramiento de las prácticas de cultivo y se intensifica el uso de la tierra mediante cosechas múltiples al año, entre otras prácticas sostenibles que permitan, a la vez, encarar otros retos como la preservación de la diversidad de las especies cultivables. 

Desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ―institución que mantiene vivo el legado del doctor Norman E. Boulaug― se trabaja para poner el conocimiento científico al servicio de técnicos y productores, héroes de la alimentación que con su trabajo diario hacen posible que la sociedad disponga de alimentos. En el marco del Día Mundial de la Alimentación 2021 (16 de octubre) invitamos a leer la historia de algunos de estos héroes y heroínas.

En la Península de Yucatán, por ejemplo, Edgar Martín Miranda y un grupo de productores están rescatando maíces nativos; en Campeche, doña Petro resguarda semillas para enseñarle a los jóvenes cómo cultivarlas y preservar al mismo tiempo su riqueza cultural; o la señora María Inés Beltrán quien, en el norte del país, está rompiendo estereotipos y abriendo brecha para otras mujeres productoras. Estas tres son tan solo un ejemplo de tantas historias que se tejen en el trabajo cotidiano en la parcela y que confirman la pertinencia y la necesidad de poner la ciencia al servicio de la sociedad. 

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Hambre persiste en un contexto de desperdicio de alimentos

Texcoco, Edo. Méx.- El hambre es un problema real y los efectos de la pandemia por COVID-19 lo han agudizado. Hoy, la hambruna —carencia grave de alimentos que casi siempre afecta un área geográfica grande y cuya consecuencia, generalmente, es la muerte por inanición— es un riesgo latente en más de 20 países y, de hecho, se estima que 34 millones de personas están en serio riesgo de morir de hambre (ONU, 2021).

En México los efectos de la pandemia también se han reflejado en la seguridad alimentaria: antes de la pandemia, el 20% de la población sufría carencia alimentaria y ahora hay un 50% con inseguridad alimentaria grave o severa (Unicef, 2021). 

Al mismo tiempo que esto ocurre, cada año en el mundo un poco más de un tercio de toda la comida producida, esto es aproximadamente 1,300 millones de toneladas, acaba pudriéndose en los botes de basura de los consumidores y minoristas, o estropeándose debido a un transporte y unas prácticas de recolección deficientes —cerca del 14% se pierde entre la cosecha y la venta minorista, 11% se desperdicia en los hogares, 5% en los servicios de comidas y 2% en el comercio al por menor—.

Desperdiciar alimentos tiene efectos negativos en la seguridad alimentaria y contribuye a aumentar el costo de la alimentación, pues también significa desaprovechar todos esos recursos que se emplearon para producirlos: agua, suelos, energía, mano de obra y capital. 

El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre) es una oportunidad para exponer la paradoja de la persistencia del hambre en un mundo donde se desperdician alimentos, pero también para exponer la pertinencia de un conjunto de prácticas y proyectos innovadores que ofrecen soluciones a esta compleja situación. 

La producción sustentable de alimentos junto con esquemas de abastecimiento responsable han demostrado ser una alternativa para sumar esfuerzos en la batalla contra el hambre y el desperdicio de alimentos. Por esta razón, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y las organizaciones con las que impulsa diversas iniciativas promueven prácticas y tecnologías sustentables como las tecnologías herméticas poscosecha, las cuales son una importante herramienta para disminuir la pérdida de alimentos que impacta incluso en el medioambiente global —te recomendamos leer Desperdicio de alimentos impacta en salud y medioambiente—.

Producir sustentablemente beneficia también a toda la cadena de valor. Gracias al interés creciente de algunas empresas que apoyan la producción sustentable, se han promovido relaciones comerciales más sólidas y directas con los agricultores. Desde la siembra, los productores vinculados a estas iniciativas reciben acompañamiento técnico que les permite optimizar sus sistemas de producción y tener mayor certidumbre en la comercialización de sus cosechas. 

La producción sustentable además permite que la sociedad disponga de alimentos sanos, nutritivos y asequibles, por eso es necesario que los consumidores apoyen y demanden alimentos producidos sustentablemente, pero, al mismo tiempo, dándole valor a esa producción; esto es, evitando el desperdicio en sus propias mesas. 

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Un consejo para los jóvenes

León, Gto.- “Nos dedicamos al campo desde, pues prácticamente toda la vida. Primero mis papás y ahora yo; 35 años y aquí estamos luchando por innovar, por mejorar en la agricultura. Anteriormente mis papás sembraban básicamente granos básicos, luego nosotros metimos un poquito de hortaliza, pero sobre todo sembramos maíz y sorgo y ahorita estamos aquí con los ingenieros de MasAgro Guanajuato, implementando la Agricultura de Conservación, y pues vamos por buen camino”, comenta Mario Castillo Lerma, productor de La Cinta, en el municipio de León, Guanajuato. 

Los beneficios más notorios con la Agricultura de Conservación son la reducción de costos en preparación del suelo, el ahorro de agua y ahorro en fertilizantes, en costos de fertilización. A grandes rasgos, en preparación de terrenos tenemos un ahorro de $3,500 por hectárea en promedio, y en fertilización pues casi es lo mismo, pero va más enfocado a que se le está poniendo la nutrición que necesita realmente la planta porque se hizo un análisis de suelo”, comenta Mario. 

La Agricultura de Conservación es un sistema de producción sustentable que se adapta al contexto y las necesidades de cada productor. Al contrario de lo que se piensa comúnmente, el manejo adecuado de los rastrojos, y de las opciones de forrajes que se pueden incorporar al sistema, permite que la Agricultura de Conservación sea una gran opción para combinarse con los sistemas ganaderos: “tenemos otra actividad que es la ganadería, tenemos unas cabritas para leche y mi esposa me echa la mano ahí, y de aquí nosotros aprovechamos lo que es la pastura para darles también a los animales”, menciona el productor. 

Sobre si ha sido difícil adaptarse a las nuevas prácticas y tecnologías, Mario comenta que “realmente no. Con el apoyo de los técnicos del programa solo es cuestión de perderle el miedo a lo desconocido, quitarse el temor a innovar o de no apostar al cambio por no tener las experiencias. A nosotros nos costó un poquito de trabajo aceptarlo, pero con el tiempo vamos viendo que sí funciona y, claro, con la asesoría que nos brindan pues vamos caminando”. 

Para MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, los productores que innovan, como Mario, son fundamentales para hacer extensivos los beneficios del programa. Para muchos productores hacer algo diferente representa un riesgo y por esta razón los productores como Mario son importantes, porque sus resultados y testimonio son la garantía de que las prácticas promovidas han sido debidamente validadas y realmente dan resultados. 

“Sucede que los agricultores nos resistimos a hacer el cambio porque no tenemos esa práctica, no lo hemos visto, no lo hemos vivido y eso es un riesgo. Yo estoy en la mejor disposición de que vean en nosotros que ellos ya no tienen que correr ese riesgo, porque nosotros ya lo tomamos y ahora ellos pueden ver en nosotros que sí funcionó. Así que espero que se animen a cambiar”, dice Mario, para quien las innovaciones que ha implementado le han permitido que su actividad sea más rentable y, desde su perspectiva, esto es fundamental para que el campo sea atractivo para los jóvenes. 

“Desgraciadamente, el año pasado mi papá falleció, pero yo todo el tiempo le ayudé, estábamos asociados y ahora me toca a mí tomar la batuta. Así que yo les diría a los jóvenes que se trata de cariño, tenerle cariño a la tierra, al campo”, finaliza Mario, enfatizando en que la Agricultura Sustentable es una vía para lograr hacer que las nuevas generaciones vean que el campo sí es redituable y que no es necesario migrar, sino solamente innovar en la propia parcela. 

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Suma de esfuerzos para apoyar el campo mexiquense

Texcoco, Edo. Méx.- Este 29 de julio Mercedes Colín Guadarrama —titular de la Secretaría del Campo del Estado de México (SECAMPO)— y Mario López Rodríguez —director de investigación de Instituto de Investigación y Capacitación Agropecuaria, Acuícola y Forestal (ICAMEX)— visitaron las instalaciones del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), donde se reunieron con el equipo del Programa de Desarrollo Integrado para explorar oportunidades de colaboración y así fortalecer la producción sustentable de cereales de grano pequeño, maíz y cultivos asociados en la entidad.

La visita de la titular de SECAMPO refuerza la colaboración de esa dependencia con el CIMMYT en el Estado de México, entidad que alberga la sede internacional de dicho organismo internacional y donde el Hub Valles Altos tiene un amplio trabajo en la promoción de prácticas sustentables a través de campañas como #AcciónPorElSuelo y donde, a pesar de la pandemia, en 2020 mantuvo una red activa de dos plataformas de investigación, nueve módulos demostrativos, 133 áreas de extensión y 470 áreas de impacto.

La visita se enmarca en los trabajos de un convenio que unirá los esfuerzos y acciones de ambas partes con el propósito de fomentar la transferencia y difusión de tecnologías agrícolas sustentables que permitan mejorar la productividad y contribuir al desarrollo rural de la entidad. 

A través de este convenio, el CIMMYT brindará soporte científico al campo mexiquense, ofreciendo a sus productores un amplio menú de tecnologías y prácticas sustentables que han sido previamente estudiadas y validadas en plataformas de investigación. Para acercar estos conocimientos directamente a quienes trabajan el campo, el convenio contempla un importante impulso a la capacitación de técnicos y productores, así como el establecimiento de módulos demostrativos —parcelas donde los productores reciben acompañamiento técnico y comparan lado a lado las prácticas convencionales y las innovaciones— que ayudarán a consolidar una comunidad de aprendizaje en torno a la Agricultura Sustentable.

En el menú tecnológico propuesto por el CIMMYT destacan prácticas como la Agricultura de Conservación —que permite reducir costos de producción y conservar recursos naturales—, el uso de variedades adecuadas, tecnologías herméticas poscosecha —que permiten minimizar las pérdidas durante el almacenamiento de granos—, la diversificación de cultivos —como una vía para que los productores accedan a nuevos mercados— entre otras prácticas.

Además del plan de capacitación y el menú tecnológico, el convenio marco contempla la elaboración de mapas de fertilidad en diversas zonas del estado —lo cual permitirá que los productores hagan un uso más eficiente de los fertilizantes, beneficiando su economía y contribuyendo a restaurar la fertilidad de los suelos—, así como la instalación de mesas técnicas agroclimáticas que permitirán a los productores disponer de recomendaciones claras y oportunas para que tomen las mejores decisiones en sus tierras de cultivo con respecto a los efectos del cambio climático.

De acuerdo con la maestra Tania Casaya, gerente del Hub Valles Altos del CIMMYT: “las líneas estratégicas que engloban a este convenio marco derivarán en actividades específicas a favor del desarrollo territorial rural del estado y fortalecen la relación del CIMMYT con diversas instituciones de la entidad, por eso se presentaron además los avances que tenemos a la fecha producto de la vinculación que ya hay con diversas direcciones de la Secretaría del Campo del Estado de México y con ICAMEX”. 

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Capacitar hoy para tener alimentos mañana

Tahdziú, Yuc.- Este año el mundo alcanzó la cifra de 7,875 millones de habitantes. Tan solo hace 10 años era de 7,000 millones y en menos de 10 años más rebasará los 8,500 millones (UNFPA, 2021). Los retos de este panorama incluyen asegurar el acceso a servicios de salud, empleo y, por supuesto, una alimentación suficiente y nutritiva para todos. 

México actualmente tiene 130.3 millones de habitantes (UNFPA, 2021). De mantenerse las tendencias, hacia 2030 podría ser el noveno país con mayor número de habitantes del planeta. En este sentido, en México y el mundo es urgente transitar hacia una agricultura más productiva y sostenible pues, además, la extensión de tierras cultivables se seguirá reduciendo cada vez más. 

Existen retos adicionales, como la baja productividad, la alta dependencia de insumos agrícolas, los suelos degradados, la escasa capacitación a los productores y, en general, la prevalencia de una agricultura no sustentable. ¿Cómo cambiar este panorama? 

La Agricultura Sustentable que promueve MasAgro —metodología impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que actualmente contribuye a la estrategia nacional Cultivos para México del Gobierno Federal— es una alternativa para reducir la presión sobre los recursos naturales en la producción agrícola frente a los retos del crecimiento poblacional. 

En el municipio de Tahdziú, Yucatán, por ejemplo, la familia Valle —como muchas otras en el sur y sureste mexicano— ha tenido dificultades para lograr una buena producción que le permita comercializar y cubrir las necesidades de autoconsumo del maíz, papaya, tomate y otras hortalizas que constituyen la base de la economía familiar. 

El cambio climático quizá no sea una palabra de uso común para la familia Valle, pero sus efectos —entre ellos la mayor incidencia de plagas— sí son notorios para sus integrantes: “Se ha visto mucha plaga en lo que sembramos, pero ahora ya no porque ya no estamos echando químicos que maten a los insectos que ayudan a controlar las plagas. Vemos que la forma de trabajo ha dado buenos resultados”, comenta David Valle. 

Gracias a la colaboración de la Universidad Autónoma de Yucatán —a través del Proyecto Agencias de Desarrollo Humano Local—, el grupo de productores Guardianes de las Semillas, la Sociedad de Producción Rural  Sac Catzin y el Hub Península de Yucatán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), la familia Valle se ha capacitado y aplicado conocimientos de Agricultura de Conservación y Manejo Agroecológico de Plagas en su parcela —la cual consta de seis hectáreas entre cultivos anuales y perennes—, mejorando así su sistema de producción. 

Para David, el beneficio de dejar el rastrojo en la parcela y sin quemar es notorio luego de cinco años de haber iniciado con prácticas sustentables: “Las plantas crecen con más vigor, como si se les hubiera echado fertilizante químico, pero todo es orgánico. No hemos visto que la producción baje”, comenta el productor haciendo referencia a que ha notado el efecto del ciclaje de nutrientes gracias que han dejado de quemar la parcela, aplican biofertilizantes hechos con microorganismos del monte y a que han reducido el uso de herbicidas. 

En vista de los resultados obtenidos, la familia Valle está entusiasmada por continuar implementando innovaciones sustentables en su sistema de producción. Actualmente, de hecho, David y su padre son promotores entusiastas de las prácticas agrícolas que han incorporado a su acervo cultural e invitan continuamente a más productores de su municipio a adoptar una agricultura más sustentable, productiva y resiliente.

Es a través de la colaboración entre los diversos sectores —público, privado, social y académico— que la producción agrícola podrá superar los retos que implica el continuo crecimiento poblacional. Y es a través de la Agricultura Sustentable que la sociedad podrá llegar al 2030 con la seguridad que su sistema agroalimentario estará a la altura de esos tiempos, cada vez más cercanos.