La lista identifica a científicos que han demostrado una influencia significativa a través de la publicación de múltiples artículos altamente citados por sus colegas durante la última década. Para la lista de 2019, los analistas encuestaron artículos publicados y citados durante el periodo 2008-2018 que se ubicaron en el 1% del top de citas de los Indicadores ESI.
Los investigadores son seleccionados por su excepcional desempeño de investigación en uno o varios de los 21 campos.
Los científicos del CIMMYT reconocidos este año son:
José Crossa: Categoría Interdisciplinaria. Científico distinguido del CIMMYT en la Unidad de Biometría y Estadística del Programa de Recursos Genéticos.
Julio Huerta: Categoría Interdisciplinaria. Mejorador de trigo y genetista de roya CIMMYT-INIFAP.
Ravi Prakash Singh: Categoría Ciencias Agrícolas. Científico distinguido del CIMMYT y jefe de mejoramiento de trigo harinero.
Es un gran honor ser parte de esta lista, ya que indica que sus pares han reconocido constantemente la influencia de sus contribuciones de investigación en sus publicaciones y citas.
«Felicitaciones y gracias a estos colegas por comunicar efectivamente su excelente ciencia, multiplicando el impacto del CIMMYT al influir en miles de lectores en la comunidad internacional de investigación», dijo el Director del Programa de Recursos Genéticos del CIMMYT Kevin Pixley.
Los científicos del CIMMYT Thomas Payne (izquierda), Hans-Joachim Braun (tercero desde la izquierda) y Alex Morgunov (derecha) celebran sus reconocimientos con el ganador del Premio Mundial de la Alimentación y ex director del Programa Global de Trigo del CIMMYT Sanjaya Rajaram. (Foto: Johanna Franziska Braun/CIMMYT)
Dos científicos que trabajan en el principal programa público de mejoramiento de trigo en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han sido reconocidos con premios y nombramientos esta semana en la reunión anual de la Sociedad Americana de Agronomía, la Sociedad de las Ciencias de los Cultivos de América, y la Sociedad Americana de Ciencia de Suelo.
Hans-Joachim Braun, director del Programa Global de Trigo del CIMMYT y del Programa de Investigación de Trigo del CGIAR (WHEAT), ha sido galardonado con el Premio Internacional de Agronomía de la Sociedad Americana de Agronomía.
Alexey Morgunov, científico principal del CIMMYT y jefe del Programa Internacional de Mejoramiento del Trigo de Invierno (IWWIP, en inglés) en Turquía recibió la distinción de Miembro de la Sociedad de las Ciencias de los Cultivos de América. Braun también fue reconocido con este nombramiento.
Excelencia en agronomía
El Premio Internacional de Agronomía de la Sociedad Americana de Agronomía reconoce las contribuciones sobresalientes en investigación, enseñanza, extensión o administración realizadas fuera de los Estados Unidos por un agrónomo. Braun recibió la distinción durante la ceremonia y conferencia el 12 de noviembre de 2019. El comité de premiación hizo su selección en función de criterios que incluyen títulos, puestos profesionales y contribuciones y servicio a la profesión, como publicaciones, patentes y esfuerzos para desarrollar o mejorar programas, prácticas y productos.
El premio reconoce los logros de Braun en el desarrollo y la promoción de variedades mejoradas de trigo y prácticas de cultivo que han beneficiado a cientos de millones de agricultores en Asia Central, Asia del Sur y África del Norte. Casi la mitad de los campos de trigo del mundo en general, así como del 70 al 80% de todas las variedades de trigo lanzadas en Asia Central, Asia del Sur, Asia Occidental y África del Norte, se derivan de la investigación del CIMMYT y sus socios.
«Me siento honrado de ser reconocido por mis colegas agrónomos», dijo Braun. «Este premio destaca la importancia de la colaboración internacional en investigación, porque los desafíos de seguridad alimentaria que enfrentamos no terminan en las fronteras nacionales».
Braun comenzó su carrera de 36 años en el CIMMYT en México en 1983. De 1985 a 2005, dirigió el Programa Internacional de Mejoramiento del Trigo de Invierno en Turquía, implementado por el CIMMYT y el Centro Internacional de Investigación Agrícola en las Zonas Secas (ICARDA por sus siglas en inglés). Como director del Programa Global de Trigo del CIMMYT desde 2004 y del Programa de Investigación de Trigo del CGIAR (WHEAT) desde 2014, es responsable de la dirección técnica y la implementación de un programa que desarrolla y distribuye germoplasma de trigo a más de 200 colaboradores en más de 100 países, cultivados en más de la mitad del área de trigo de primavera en los países en vías de desarrollo.
Miembros de la Sociedad de Cultivos
Braun y Morgunov también fueron elegidos como Miembros, el reconocimiento más alto otorgado por la Sociedad de las Ciencias de los Cultivos de América. Los miembros de la sociedad nominan colegas dignos en función de sus logros profesionales y su servicio meritorio. Los miembros son un grupo selecto: solo tres de cada 1 000 de los más de 4 000 miembros activos y eméritos de la sociedad reciben el honor.
Morgunov se unió al CIMMYT en 1991 como mejorador de trigo de primavera, trabajando con el ex Director del Programa Global de Trigo y ganador del Premio Mundial de la Alimentación, Sanjaya Rajaram. En 1994, se mudó a Turquía para trabajar como mejorador de trigo de invierno, y posteriormente a Kazajstán, donde trabajó para desarrollar y promover nuevas variedades de trigo para la región de Asia Central y el Cáucaso. Ha liderado el Programa Internacional de Mejoramiento del Trigo de Invierno en Turquía desde 2006. En este cargo, ha sido responsable del lanzamiento de más de 80 variedades en la región. También completó un inventario nacional de variedades locales de trigo en Turquía.
«Me complace ser reconocido como miembro [de la Sociedad de las Ciencias de los Cultivos de América]», dijo Morgunov. «Espero que este reconocimiento atraiga más atención a la importancia de encontrar, ahorrar y utilizar la gran diversidad de variedades de cultivos en el mundo, para contar con cultivos resilientes y alimentos saludables para todos».
Braun y Morgunov fueron reconocidos formalmente como Miembros el 13 de noviembre.
La reunión anual de la Sociedad Americana de Agronomía, la Sociedad de las Ciencias de los Cultivos de América, y la Sociedad Americana de Ciencia de Suelo convoca a alrededor de 4 000 científicos, profesionales, educadores y estudiantes para compartir el conocimiento y el reconocimiento de los logros en el campo. La reunión de este año se celebró en San Antonio, Texas.
Medalla Frank N. Meyer por Recursos Genéticos Vegetales. (Foto: Kevin Pixley/CIMMYT)
Thomas Payne, jefe del Banco de Germoplasma de Trigo en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), recibió la Medalla Frank N. Meyer por Recursos Genéticos Vegetales esta mañana en la reunión anual de la Sociedad Americana de Agronomía, la Sociedad de las Ciencias de los Cultivos de América, y la Sociedad Americana de Ciencia de Suelo, celebrada en San Antonio, Texas.
La Medalla Frank N. Meyer reconoce las contribuciones a la recolección y uso de germoplasma de plantas, así como la dedicación y servicio a la humanidad a través de la recolección, evaluación o conservación de los recursos genéticos de la tierra. El premio fue presentado por Clare Clarice Coyne, genetista de investigación del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA en inglés).
Como galardonado, Payne dio una conferencia sobre la filosofía, la historia y la cultura en torno a la diversidad genética vegetal y sus recolectores, y el importante papel del CIMMYT en la conservación y el intercambio de la diversidad de cultivos.
El científico ha centrado su carrera en la mejora y conservación del trigo. Además de liderar la Colección de Recursos Genéticos de Trigo Wellhausen-Anderson del CIMMYT, una de las mayores colecciones de germoplasma de trigo y maíz del mundo, administra la Red Internacional de Mejoramiento de Trigo del CIMMYT. Payne es el Presidente actual del Grupo del Artículo 15 de Gerentes de Bancos de Germoplasma del CGIAR y se ha desempeñado como Secretario del Consejo Directivo del CIMMYT. Su asociación con el CIMMYT comenzó inmediatamente después de obtener un doctorado en la Universidad de Nebraska – Lincoln en 1988, y ha ocupado cargos para el CIMMYT en Etiopía, México, Siria, Turquía y Zimbabue.
Thomas Payne da una presentación en el desayuno anual de Recursos Genéticos de la Sociedad de las Ciencias de los Cultivos de América, donde recibió el premio. (Foto: Kevin Pixley/CIMMYT)
“El CIMMYT es el mayor distribuidor mundial de germoplasma de maíz y trigo, con materiales que emanan de sus programas de investigación y mejora genética, y que se mantienen en fideicomiso en el banco de germoplasma. La Medalla Meyer es un reflejo del impacto que el CIMMYT tiene en la comunidad internacional de investigación y en los campos de los agricultores en todo el mundo en desarrollo», dijo Payne.
Ubicado en la sede del CIMMYT en las afueras de la Ciudad de México, el Banco de Germoplasma de Trigo del CIMMYT contiene casi 150 000 colecciones de semillas de trigo y especies relacionadas de más de 100 países. Las colecciones preservan la diversidad de variedades nativas únicas y parientes silvestres y se almacenan a largo plazo en beneficio de la humanidad, en conformidad con el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura de 2007. Las colecciones también se estudian y se utilizan como fuente de diversidad para mejorar rasgos importantes, como la tolerancia al calor y la sequía, la resistencia a las enfermedades y a las plagas de los cultivos, la productividad del rendimiento del grano y su calidad. La semilla se comparte gratuitamente a pedido de investigadores, estudiantes e instituciones académicas y de desarrollo de todo el mundo.
En sus comentarios, Payne también destacó la historia de Frank N. Meyer, cuyo premio lleva su nombre. Meyer, un explorador agrícola de la USDA en la década de 1900, pasó una década viajando en condiciones precarias por China para recolectar nuevas especies de plantas adecuadas para la producción en las tierras de cultivo en expansión de los Estados Unidos. Entre las más de 2 500 plantas que introdujo en los EE. UU. —incluidas las variedades de soja, avena, peras silvestres y espárragos— el limón Meyer fue nombrado en su honor. Como señaló, Meyer trabajó durante un período histórico de grandes descubrimientos científicos, incluidos los de sus contemporáneos Marie Curie y los hermanos Wright.
Entre los asistentes a la ceremonia estaban la hermana de Payne, Susan Payne, y los colegas del CIMMYT Kevin Pixley, director de Recursos Genéticos; Denise Costich, directora del Banco de Germoplasma de Maíz del CIMMYT; y Alexey Morgunov, jefe del Programa Internacional de Mejoramiento del Trigo de Invierno en Turquía.
El jefe del Programa Global de Trigo del CIMMYT, Hans-Joachim Braun, y el científico del CIMMYT, Alexey Morgunov, también serán galardonados esta semana en la reunión anual de la Sociedad Americana de Agronomía, la Sociedad de las Ciencias de los Cultivos de América y la Sociedad Americana de Ciencia de Suelo. La reunión convoca a alrededor de 4 000 científicos, profesionales, educadores y estudiantes para compartir conocimientos y reconocimientos de logros en el campo.
José Esteban Sotelo Mariche es originario de la costa de Oaxaca, México. Es ingeniero agrónomo de la Universidad Autónoma Chapingo y está certificado en seguridad alimentaria y desarrollo rural. Actualmente, trabaja con pequeños productores de maíz nativo, a quienes ayuda a producir de una manera sostenible para comercializar en los mercados locales e internaciones. José Esteban recibió recientemente el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Agente de Cambio por su participación en este trabajo.
Los premios, son una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), que busca reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios en maíz de América Latina. Esta es la tercera entrega de los premios, después de Asia en octubre de 2018 y en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
José Esteban Sotelo Mariche (al centro), recibe el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina de parte de los científicos del CIMMYT Luis Narro (a la izquierda) y Félix San Vicente (a la derecha). (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: ¿Cual fue tu inspiración para dedicarte a la agricultura?
R: Me inspiró el ser parte de una familia dedicada al campo en mi estado natal, Oaxaca, donde me han inculcado el amor a la tierra y las plantas.
La agronomía me pareció importante por ser la encargada de garantizar la producción de alimentos que se sirven en la mesa de los mexicanos, además de proyectar la mejora y eficiencia de los procesos productivos.
P: Describe tu innovación.
R: Mi innovación se fundamenta en el fortalecimiento de la cadena productiva de maíz nativo en el estado de Oaxaca y la integración del Centro de Validación y Transferencia de Tecnología Rural como un espacio donde se brinda asistencia técnica y capacitación a los pequeños productores, además de validar cultivos resistentes a la sequía que harán un mejor frente al cambio climático.
Jose Esteban Sotelo Mariche trabaja para ayudar a los pequeños agricultores en la producción de maíz nativo en México. (Foto: Aportación)
En 2014, constituí la sociedad Integradora Agroempresarial del Rio Verde S.P.R. de R.I. con la finalidad de impulsar la producción, generación de valor agregado y comercialización de productos agropecuarios, la cual, actualmente, agrupa a más de 80 productores indígenas mixtecos, chatinos y afromexicanos.
A finales de 2016, firmé un convenio comercial con la empresa Masienda para distribuir micro lotes de maíces nativos a restaurantes de alta especialidad y gourmets ubicados en ciudades norteamericanas.
Actualmente, trabajo en impulsar el fortalecimiento del consumo a nivel local, a través de la venta de tortillas, tostadas, chips u otros derivados en los principales sitios turísticos de la región y la apertura de un espacio gastronómico y comercial dedicado al maíz nativo y la diversidad del sistema milpa.
La actividad más reciente en la que me he desempeñado es la integración del Centro de Validación y Transferencia de Tecnología Rural en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, la Universidad Autónoma Chapingo, el Instituto Tecnológico de Pinotepa, la Universidad de la Costa y otras organizaciones de productores, con quienes evaluamos sistemas de agricultura de conservación, uso eficiente del agua y agroforestería. Así mismo, este espacio sirve para actividades de capacitación y asistencia técnica para integrantes de la sociedad y agricultores de la región.
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Es un honor ser parte de este espacio y poder conocer a diferentes investigadores, productores, y especialistas en maíz de América Latina y a su vez, poder contribuir con las futuras generaciones en el tema del cambio climático y una agricultura responsable.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: La agricultura es la base de nuestro futuro. Creo que los jóvenes de Latinoamérica tienen la oportunidad para ayudar a sus países a combatir la falta de alimentos y el cambio climático. Un joven que hoy tiene entre 15 o 20 años, en 2050 será un adulto mayor que no se encontrará en las mismas circunstancias de disponibilidad de alimentos, agua, clima y oportunidades si no hace algo ahora. En los jóvenes esta la responsabilidad del futuro que le vamos a dejar a las siguientes generaciones y, por lo tanto, la energía de la juventud se debe concentrar en un mundo que tenga alimentos, agua, biodiversidad, una agricultura eficiente y con responsabilidad ambiental, y una economía equitativa y de impacto social.
Carlos Barragan García trabaja en la fertilidad del suelo y el desarrollo de modelos de negocio incluyentes de pequeños productores que atiendan cadenas cortas agroalimentarias. Estudió la ingeniería en agroecología en la Universidad Autónoma Chapingo y es colaborador del proyecto MasAgro en el estado de Oaxaca, México, donde trabaja adaptando sistemas de producción a pequeña escala al cambio climático. Carlos recibió recientemente el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Agente de Cambio por su participación en este trabajo.
Los premios, una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), buscan reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios basados en maíz de América Latina. Esta es la tercera entrega de los premios, después de la entrega en Asia en octubre de 2018 y la entrega en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
Carlos Barragan García (al centro), recibe el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina de parte de los científicos del CIMMYT Luis Narro (a la izquierda) y Félix San Vicente (a la derecha). (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: ¿Cual fue tu inspiración para dedicarte a la agricultura?
R: Mi bisabuelo era campesino, el sembraba en un pueblo que se llama Zapotitlán Salinas, en el estado de Puebla, México, que es un pueblo semiárido. Recuerdo que en los últimos años de su vida su producción se veía afectada de alguna manera y no lograba cosechar nada a diferencia de cuando yo era niño e íbamos al campo a desgranar maíz y comer elotes, en esos tiempos había mayor producción.
Yo siempre he creído que se puede mejorar y pensé que no era justo que mi abuelo —que toda su vida se había dedicado a la agricultura— al final no tuviera la felicidad de cosechar como lo hacía antes.
Varios de mis compañeros de secundaria y yo entramos a la Universidad Autónoma Chapingo, y yo elegí estudiar agroecología con la esperanza de poder ayudarle a mi abuelo a mejorar sus sistemas de producción.
Cuando ya tenía conocimientos en agronomía, visitaba a mi abuelo y le hacía recomendaciones para mejorar su producción. En ocasiones, no las aceptaba porque no le parecían viables, le parecían costosas. Fue por eso que decidí cambiar mi enfoque por uno que ayudara a los agricultores a trabajar con alternativas menos costosas y con las que pudieran obtener algún otro beneficio en el proceso.
Carlos Barragan García en el campo. (Foto: Aportación)
P: Háblanos de tu innovación.
R: Mi innovación se debe al trabajo que he desarrollado desde hace un par de años con el Hub Pacifico Sur en México. La innovación consiste en adaptar sistemas de producción de pequeña escala al cambio climático fortaleciendo la fertilidad de los suelos con la diversificación y rotación de cultivos para lograr un incremento sostenible en la producción de maíz a mediano plazo.
En 2016 empezamos a trabajar con maíces nativos en los Valles Centrales de Oaxaca, en donde la mayoría de la agricultura es tradicional, hay bajo uso de insumos y se ha ido perdiendo la fertilidad del suelo, así que a partir del 2017 comenzamos a promover rotaciones con leguminosas a través del establecimiento de vitrinas de cultivos, en las cuales se sembraron franjas de leguminosas y gramíneas y se llevó a cabo un evento demostrativo con productores en la etapa de llenado de grano para que evaluaran el desempeño de cada cultivo. En 2018 buscamos otras alternativas de cultivos que nos ayudaran a aportar fosforo del suelo y probamos soya, girasol y canola.
Hay productores con los que hemos colaborado desde 2016 y han logrado pasar de los 600 kg de maíz criollo blanco raza bolita hasta 4 ton/ha. y 2.5 ton/ha. de maíz amarillo o negro raza bolita. Además de obtener un segundo cultivo como garbanzo, girasol, canola, frijol, calabaza, amaranto, veza, tritricale, trigo y alverja, cada productor hace un manejo diferente.
En Oaxaca, una de las principales producciones es la del maíz blanco, pero los maíces pigmentados tienen antioxidantes como la antocianina. Comenzamos a trabajar con maíces pigmentados para mejorar la alimentación de las familias con las que colaboramos. Sin embargo, no había posibilidad de colocar los excedentes de producción de maíces de colores en el mercado y al buscar compradores nos ofrecían condiciones de compra que no eran atractivas al productor. Posteriormente, nos vinculamos con la Unión de Productores de Traspatio Oaxaqueño SPR de RL que tenía la intención de hacer un modelo de negocio incluyente de pequeños productores de maíces nativos. En 2019, establecieron la primera tortillería de maíces nativos Xúb Maíz en la ciudad de Oaxaca de Juárez. Cinco productores con lo que trabajamos tienen excedentes de producción y comenzaron a venderle a la tortillería su maíces blancos y pigmentados. Eso ha motivado a que más productores se animen a innovar para mejorar de manera sostenible sus rendimientos.
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Me siento muy agradecido con la vida. He reflexionando el hecho de estar aquí en Colombia, en la Reunión Latinoamericana del Maíz y el IV Congreso de Semillas y ser considerado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz – América Latina y sé que soy muy afortunado. Muchas personas con las que estudie la primaria no terminaron una carrera universitaria y los que sí lo hicieron, algunos no tienen la dicha de trabajar haciendo lo que les gusta; yo tengo la posibilidad de trabajar haciendo lo que me gusta con el apoyo de mi familia, amigos y colegas que me han hecho crecer profesionalmente para poder ofrecerle mejores alternativas a los agricultores. Me siento contento de estar aquí y escuchar a científicos con bastantes años de experiencia en la producción de maíz hablar sobre su trabajo en América Latina. Me llevo muchos aprendizajes y ganas de probar lo que se ha presentado a lo largo de estos días.
Carlos Barragan García presenta su innovación en la ceremonia de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia. (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: Existe una gran demanda de alimentos y es necesario que los jóvenes se involucren para que sean ellos los científicos, los ingenieros y los productores que a mediano plazo alimenten al mundo.
Por otro lado, me parece importante mencionar que, si se tratan de jóvenes mujeres, deben saber que en México ha habido demasiada migración de hombres, y cada vez son más las mujeres que trabajan el campo. Es necesario que las mujeres participen cada vez más en los sistemas de producción. Las mujeres necesitan empoderarse más para que juntos trabajemos por mejores sistemas e innovaciones que nos ayuden a alcanzar la meta de alimentar al mundo en 2050.
Yésica Chazarreta investiga cómo el atraso en la fecha de siembra afecta la producción de maíz de los agricultores en la principal región productora de maíz de Argentina. La joven investigadora trabaja en el grupo de Ecofisiología de Cultivos en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Pergamino en Buenos Aires, Argentina, donde realiza investigaciones sobre el secado, el llenado y la calidad del grano de maíz para ayudar a los agricultores a tomar decisiones más informadas sobre cuándo cosechar para aumentar sus rendimientos. Yésica recibió el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Investigadora por su contribución en este trabajo.
Los premios, una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), buscan reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios basados en maíz de América Latina. Ésta es la tercera entrega de los premios, después de la entrega en Asia en octubre de 2018 y la entrega en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
Yésica Chazarreta (al centro) recibe el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina de parte de los científicos del CIMMYT Luis Narro (a la izquierda) y Félix San Vicente (a la derecha). (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: Cuéntanos sobre tu innovación
R: Soy de La Pampa, Argentina, que es el centro de producción de maíz de mi país. En el pasado, la mayoría de los agricultores plantaban en primavera, es decir, entre septiembre y octubre. Estas primeras plantaciones tendían a tener rendimientos inestables a lo largo de los años, lo que provocó que muchos agricultores comenzaran a plantar más tarde, en noviembre y diciembre. Estas siembras tardías tienen rendimientos más bajos, pero estos rendimientos tienen menos variabilidad interanual y son más estables en general. Sin embargo, retrasar las fechas de siembra implica que los cultivos estén en el campo durante el invierno, cuando son más vulnerables a la humedad, el encamado, las enfermedades y la pérdida de rendimiento. Además, son más propensos a las micotoxinas, hongos tóxicos que son dañinos si se consumen en grandes cantidades y pueden causar cáncer o incluso la muerte.
Mi trabajo consiste en comprender el efecto de las fechas de siembra tardía en el relleno del grano de maíz, la desecación del grano y su calidad. Esto nos permitirá crear modelos de predicción sobre la evolución de la humedad de los granos de maíz en el momento de la cosecha para ayudar a los agricultores en el proceso de toma de decisiones sobre cuándo cosechar, especialmente para la siembra tardía de maíz. Esto los beneficia al decidir si desean esperarán a que su cosecha de maíz se seque en el campo o si cosecharán antes y secarán después para reducir las pérdidas — una especie de análisis de costo-beneficio de las fechas de siembra y cosecha.
P: ¿Cuál fue tu inspiración para dedicarte a la agricultura?
R: Mi padre es agrónomo y trabaja para una empresa de semillas, mi hermana pequeña y yo crecimos yendo a los campos con él para ver los cultivos y siempre nos interesó mucho la agricultura. Estudié en una preparatoria agrotécnica y obtuve una licenciatura en genética. Para mi tesis de pregrado, trabajé con el grupo de Ecofisiología de Cultivos en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y comencé a trabajar en las fechas de siembra de maíz y en los procesos de llenado y secado de granos. Comenzamos a notar que había mucho interés por parte de las empresas, pero poca información disponible sobre el secado de granos de maíz con fechas de siembra tardía, por lo que, al momento de graduarme, solicité hacer mi doctorado en esta investigación.
Además de que realmente me gusta mi trabajo, también me gusta mucho colaborar con mi equipo: es un equipo multidisciplinario y todos mis colegas son excelentes personas y profesionales. Siento que me han ayudado a crecer tanto personal como académicamente.
Yésica Chazarreta presenta su trabajo de investigación en la ceremonia de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia. (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrada una de las ganadoras de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: ¡Es muy difícil de describir! Estoy muy emocionada y muy feliz de poder compartir el trabajo de mi equipo con tantos investigadores en esta área, y tener la oportunidad de conocer y colaborar con tantas personas nuevas. Esta ha sido una experiencia muy enriquecedora para mí.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: Estudien lo que realmente le gusta y les interesa. Siempre piensen en la realidad de su trabajo y la capacidad de compartirlo con otras personas. Hagan lo que les guste, encuentren su vocación y háganlo con propósito y pasión. ¡Lo más importante es participar en oportunidades como los Premios de Innovación Juvenil en Maíz! Son una excelente manera de compartir su trabajo con el mundo.
Lucio Reinoso es ingeniero agrónomo con maestría en ciencias agrarias de la Universidad Nacional del Sur, Argentina. Él y su equipo en la Universidad Nacional de Río Negro y en la Estación experimental Valle Inferior del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desarrollaron una sembradora que permite a los productores sembrar sobre el surco del año anterior y dejando el rastrojo en la superficie, ayudándolos a implementar prácticas de agricultura de conservación y proteger al medio ambiente. Lucio Reinoso recibió recientemente el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Investigador por su participación en este trabajo.
Los premios, una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), buscan reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios basados en maíz de América Latina. Esta es la tercera entrega de los premios, después de la entrega en Asia en octubre de 2018 y la entrega en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
Lucio Reinoso (a la derecha), recibe el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina de parte de los científicos del CIMMYT Luis Narro (a la izquierda) y Félix San Vicente (centro). (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: ¿Cual fue tu inspiración para dedicarte a la agricultura?
R: Mi familia es agricultora, siembra trigo y se dedica a la actividad ganadera, eso fue lo que me llevo a perseguir una carrera en agronomía.
Después de graduarme me mudé a Rio Negro en la Patagonia y noté que los sistemas de producción son totalmente distintos a lo que yo conocía, hay que regar durante todo el ciclo, y al poder regar se pueden cultivar varias cosas que en la zona en la que yo estaba no se podía, así que empecé a trabajar el maíz que es el cultivo que se adapta muy bien —en Argentina— a diferentes condiciones.
P: Háblanos sobre tu innovación.
R: En equipo desarrollamos una sembradora que permite sembrar sobre el surco del año anterior. Primero se prepara el suelo, se hace el surco, se riega y una vez que se saca el maíz; se vuelve a sembrar con el rastrojo que quedó, es decir, trabajamos con el sistema de labranza cero.
Esta innovación tiene muchas ventajas: mejora la distribución del agua de riego en la parcela, los tiempos de avance, y la infiltración hacia zonas donde existen raíces y no a profundidades no deseadas donde las plantas no la pueden sacar, por lo que la eficiencia de los parámetros de riego es mayor. Hay ahorro de combustible porque no roturamos el suelo y reducimos las emisiones de carbono del tractor, lo que nos permite tener el suelo cubierto con el rastrojo, el cual disminuye la evaporación directa del suelo, protege de la erosión y mejora la cantidad de macro y mesofauna edáfica (por ejemplo, lombrices). Estas técnicas ayudan a mitigar una parte del cambio climático porque capturamos carbono a través del manejo de rastrojo. A su vez, el rendimiento es similar al alcanzado con labranza convencional y practicamos técnicas que protegen al medio ambiente.
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Ser considerado uno de los jóvenes innovadores ganadores de América Latina que buscan tener impacto —sobre todo en los pequeños productores— es un reconocimiento muy importante y una satisfacción muy grande. Realmente lo aprecio y creo que esto me va a servir para poder trabajar en red con el CIMMYT o con otras instituciones para colaborar en equipo.
Los premios son una ventana para llegar a muchos lados, ya que la sembradora pudo quedarse solamente en la Patagonia y ahora, a través del CIMMYT, puede llevarse a más personas y se puede seguir adaptando a distintos sistemas productivos.
Lucio Reinoso presenta su innovación en la ceremonia de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia. (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: ¿Cuáles son tus esperanzas y expectativas a futuro?
R: La producción de maíz en Argentina es principalmente para exportación, en especial de maíz amarillo. Hay una zona productora, la Pampa Húmeda, que concentra este tipo de producción a mayor escala. En las economías regionales, las cuales cuentan con la mayor diversidad de maíces para consumo humano y animal, la producción va a cargo de los pequeños productores.
En la región en la que estoy se están incorporando maíces bajo riego y rotación, y los productores lo están adoptando con semillas hibridas, siembra mecanizada y la sembradora que mi equipo y yo hicimos. Mi expectativa a futuro es seguir capacitándome. Quiero culminar un doctorado relacionado con los sistemas de producción en maíz de alta producción y con modelos de simulación productiva. Creo que hay una limitación varietal y de fertilidad que nos está frenando en la región, específicamente en los valles irrigados del norte de la Patagonia, es por eso que me gustaría poder desarrollar materiales adaptados con alto potencial de rendimiento bajo riego donde las condiciones climáticas, de radiación y temperatura son aptas para obtener un mayor rendimiento.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: En los próximos años, la agricultura va a ser una “agricultura 4.0” en la que las cuestiones en electrónica y tecnología serán aún más avanzadas. Actualmente, tenemos imágenes satelitales, analizamos el espectro de emisión del cultivo, tenemos modelos de simulación agronómica, entre otras cosas. La agricultura se está tecnificando e incorporar estas tecnologías requiere de profesionales capacitados y si te interesa, puedes prepararte.
Por otro lado, dedicarse a la investigación es también algo muy bueno porque los buenos resultados impactan a los productores.
La comida es la base de toda sociedad y siempre hay trabajo en esta área porque es extensa, en Argentina comemos al menos 4 veces al día y detrás de esos alimentos diarios hay un agrónomo que dirige las tareas que el productor hace, por lo tanto, es importante tener gente formada en el área para poder abastecer la demanda de alimentos que el mundo precisa.
Eduardo Cruz Rojo no provenía de una familia de agricultores y nunca esperó trabajar en la agricultura. Sin embargo, este joven de 26 años, con un título en logística y originario de Alfajayucan, Hidalgo, México, ha podido ganar suficiente dinero de la agricultura para dejar su trabajo de oficina al emplear soluciones ecológicas innovadoras y sostenibles en su campo de maíz para reducir las plagas y aumentar los rendimientos —y está ayudando a otros agricultores de su comunidad a hacer lo mismo. Eduardo recibió recientemente el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Agricultor por su participación en este trabajo.
Los premios, una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), buscan reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios basados en maíz de América Latina. Esta es la tercera entrega de los premios, después de la entrega en Asia en octubre de 2018 y la entrega en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
Eduardo Cruz Rojo (al centro), recibe el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina de parte de los científicos del CIMMYT Luis Narro (a la izquierda) y Félix San Vicente (a la derecha). (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: Cuéntanos sobre tu innovación.
R: La innovación en la que estoy trabajando involucra el uso de métodos de control biológico, como trampas de feromonas para controlar al gusano cogollero y el uso de lombricomposta para mejorar el suelo.
El gusano cogollero es una plaga que afecta en gran medida al maíz en todo el mundo: es nativo de América y se extendió a África en 2016 y Asia en 2018. Es una de las peores plagas que afectan al maíz en mi estado natal, Hidalgo, y puede afectar hasta el 50% de la cosecha. Solíamos aplicar productos químicos en los campos dos veces al año para controlarlo, lo cual era muy costoso y puede ser dañino para el medio ambiente. Solicitamos asesoramiento a los técnicos del Hub Valles Altos del proyecto MasAgro, una iniciativa conjunta entre el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México (SADER). Nos recomendaron a los agricultores locales que usáramos trampas de feromonas como métodos de control biológico para las plagas, y tres de nosotros decidimos probarlo para reducir costos, depender menos de los químicos y proteger el medio ambiente.
Hice las trampas de feromonas solo cortando agujeros en tres lados de una vieja jarra de agua. Colocas la jarra en un poste, cuelgas el cebo de feromona en medio y llenas el fondo con agua jabonosa. Las polillas adultas de gusano cogollero son atraídas por el cebo de feromonas, entran en las trampas y posteriormente, se ahogan en el agua jabonosa.
En el primer año, en 2015, usamos las trampas principalmente para monitorear de dónde venían las plagas. Instalamos las trampas cuando el maíz ya había crecido y fue demasiado tarde para obtener un mejor resultado. El segundo año instalamos las trampas de feromonas solo cinco días después de la siembra, ¡y pudimos controlar el daño causado por el gusano cogollero hasta en un 90-95%! Desde entonces, hemos usado las trampas todos los años y no hemos tenido más problemas con el gusano cogollero en nuestros campos de maíz, además, nos pudimos liberar de comprar y usar productos químicos cada año. Por el mismo precio de una sola aplicación de químicos, puedes crear tus propias trampas que durarán al menos dos años.
Ahora, cada vez que los agricultores vecinos caminan por nuestros campos siempre nos preguntan «¿qué es eso?» o «¿qué estás haciendo?» Les explicamos qué son las trampas de feromonas y cómo funcionan, y al menos 10 agricultores locales han comenzado a usarlas en sus propios campos con buenos resultados.
Eduardo presenta su innovación en la ceremonia de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia. (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: Tu experiencia rompe el estereotipo en el que los jóvenes no están interesados en la agricultura como carrera — de hecho, tú la persigues de manera seria. ¿Cuál fue tu inspiración?
R: Nadie más en mi familia se dedica a la agricultura, yo soy el primero en hacer esto. Comencé criando ovejas, y cuando vi cuánto necesitaban comer me sentí inspirado a cultivar mi propio maíz y alfalfa para alimentarlos.
Soy el más joven de seis hermanos. Todos mis hermanos mayores se vieron obligados a emigrar a los Estados Unidos para trabajar debido a las presiones económicas y yo me quedé para cuidar a mis padres. Sin embargo, al usar mejores métodos de producción, la agricultura ha sido rentable para mí, y es la razón por la que seré el primero en mi familia que no tendrá que migrar.
Cuando terminé la universidad, comencé a trabajar en una oficina en la ciudad de Querétaro, México, pero siempre había soñado con tener algo propio. Empecé a ahorrar y por casualidad me encontré con un amigo que es agrónomo. Me invitó a trabajar con él, y el resto es historia.
Realmente disfruto ser agricultor. Me emociona mucho la época de la cosecha y ver todo lo que ha crecido, todo lo que pude lograr. Además del maíz, también cultivamos alfalfa, chiles y avena, pero realmente ha sido el maíz el que ha sido rentable. Incluso tenemos nuestro propio campo experimental. Realmente me gusta implementar innovaciones en mi campo porque eso es lo que me ha permitido ganarme la vida con la agricultura.
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Me siento orgulloso de mi trabajo y el de mi equipo, también me siento orgulloso de que sea reconocido. Ha sido una experiencia increíble poder visitar otro país y ver el mundo desde otra perspectiva.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: Me gustaría que más jóvenes vean que pueden ganarse la vida con la agricultura si realmente se dedican a ello. La parte más importante es adoptar buenas prácticas agrícolas y abandonar las malas, como la quema de residuos de cultivos o el uso excesivo de productos químicos, que pueden dañar el suelo y contaminar el agua.
Si implementan buenas prácticas y cambian la forma en que hacen las cosas, pueden lograr mejores rendimientos. Esta es una oportunidad para que jóvenes como yo obtengan mejores ingresos, echen raíces y no se vean obligados a emigrar.
Viviana López Ramírez (al centro) recibe el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina de parte de los científicos del CIMMYT Luis Narro (a la izquierda) y Félix San Vicente (a la derecha). Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT.
Viviana López Ramírez utiliza su pasión por la biología para enfrentar los desafíos agrícolas en el país que la adopto para estudiar, Argentina. Originaria de Medellín, Colombia, Viviana forma parte de un equipo multidisciplinario en el Instituto de Investigaciones Agrobiotecnologícas (INIAB) en la Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina, donde trabaja para aislar e identificar microorganismos patógenos en el maíz con el fin de identificar líneas resistentes para los agricultores. Viviana recibió el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Investigadora por su contribución en este trabajo.
Los premios, una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), buscan reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios basados en maíz de América Latina. Ésta es la tercera entrega de los premios, después de la entrega en Asia en octubre de 2018 y la entrega en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
P: Háblanos sobre tu innovación.
R: Los microorganismos patógenos, o bacterias, con los que trabajamos causan enfermedades en el maíz. El mundo científico sabe mucho sobre las enfermedades fúngicas y virales del maíz, pero no sabe sobre las enfermedades causadas por bacterias. A través de nuestro trabajo, hemos podido encontrar bacterias que nunca antes se habían mencionado como patógenas en la literatura científica. Las aislamos de la hoja, realizamos la identificación molecular y realizamos un ensayo de re-inoculación para asegurarnos de que sea la bacteria la que está causando la enfermedad en el maíz.
Como no sabemos mucho sobre la bacteriosis, la mayoría de la información con la que contamos proviene de los informes de los agricultores —que hay manchas en las hojas o que las hojas se están secando y están perdiendo gran parte de su cosecha. Recientemente, los informes de bacteriosis o infecciones bacterianas en el maíz han aumentado bastante, especialmente en la región de La Pampa, donde trabajo. Las personas no saben cómo controlarlo porque no saben qué es.
Con esta innovación de aislamiento e identificación de estas bacterias, podemos generar conocimiento sobre estos nuevos microorganismos patógenos y, a su vez, descubrir qué métodos pueden usarse para mantenerlos bajo control y encontrar alternativas para controlarlos.
Viviana trabajando en el laboratorio. Foto: Aportación.
P: ¿Qué te inspiró a hacer esto?
R: Aunque no soy de Argentina, me siento como en mi segundo hogar, y siempre me ha atraído la agronomía porque tiene una aplicación directa en la vida de las personas. El maíz es un cultivo muy importante tanto en mi país natal, Colombia, como en Argentina, y al hacer este trabajo siento que estoy volviendo a mis raíces.
P: ¿Cuáles son tus expectativas para el futuro de esta innovación?
R: Los siguientes pasos son identificar líneas de maíz con resistencia a la bacteriosis para que los agricultores no pierdan gran parte de sus cosechas. Queremos que los agricultores logren mejores rendimientos de maíz y de mayor calidad. Además, trabajaremos para usar bacteriocinas que ayuden a combatir ciertos tipos de bacterias patógenas.
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrada una de las ganadoras de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Me siento muy honrada y feliz de haber sido nombrada Joven Innovadora en Maíz, pero al mismo tiempo siento una gran responsabilidad. Espero que mis contribuciones a la investigación sean útiles para otros en un futuro cercano.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: Les recomiendo que miren a su alrededor e identifiquen los problemas en sus regiones y comunidades, y una vez que los haya encontrado, intenten resolverlos. También les aconsejo que tengan mucha curiosidad —hagan preguntas e investiguen. Hoy en día tenemos muchos recursos disponibles a nuestra disposición. Por último, no se avergüencen de hacer preguntas o equivocarse: todo es parte del proceso de aprendizaje y eso los ayudará a aprender aún más.
Viviana presenta su trabajo de investigación en enfermedades bacterianas en el maíz en la ceremonia de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia. Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT.
Omar Garcilazo Rahme ayuda a los pequeños productores en México a mejorar su nutrición y condiciones de vida cultivando huitlacoche, un hongo comestible que se desarrolla en el maíz y es apreciado en el mercado por los consumidores y chefs. Omar desarrolló una técnica sencilla que permite a los productores cultivar el hongo Ustilago maydis o huitlacoche sin tener que recurrir a inversiones en infraestructura como invernaderos o la modificación de un sistema tradicional de producción de maíz logrando excelentes resultados. Omar recibió el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la categoría de Investigador por su contribución en este trabajo.
Los premios, una iniciativa del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE), buscan reconocer las contribuciones de mujeres y hombres jóvenes que están implementando innovaciones en los sistemas agroalimentarios basados en maíz de América Latina. Ésta es la tercera entrega de los premios, después de la entrega en Asia en octubre de 2018 y la entrega en África en mayo de 2019. La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugar en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia, el 9 de octubre de 2019.
Omar Garcilazo Rahme (al centro), recibe el Premio de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina de parte de los científicos del CIMMYT Luis Narro (a la izquierda) y Félix San Vicente (a la derecha). (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: ¿Cuál fue tu inspiración para dedicarte a la agricultura?
R: Desde pequeño siempre he tenido un particular interés en la calidad de los alimentos, vengo de una familia de químicos, así que siempre estuve sumergido en la ciencia y sus procesos, por eso decidí estudiar la ingeniería en alimentos y posteriormente un posgrado en agroecología.
He trabajado en la industria alimentaria durante mucho tiempo y lo que me llevo a enfocarme en la agricultura fue la problemática que estamos enfrentando de manera global en materia de salud debido al consumo desmedido de alimentos industrializados, el escaso desarrollo para incluir opciones naturales que le permitan a la gente tener una buena nutrición y el potencial de México para desarrollar productos de calidad.
Estoy interesado en ayudar a que la gente tenga una mejor alimentación y quiero ser parte de un sistema que convierte los esfuerzos en una realidad. Afortunadamente, creo que eso se podría lograr con mi innovación, la cual es solo un esfuerzo de muchos que podemos alcanzar en este país.
P: Háblanos sobre tu innovación.
R: La innovación que presenté fue parte de mi investigación de posgrado y desde su inicio, el principal objetivo ha sido ayudar a la gente a consumir alimentos más nutritivos, y que, al adoptar la innovación, mejoren sus condiciones de vida. Esta innovación consiste en incorporar el hongo comestible de Ustilago maydis o huitlacoche —como lo conocemos en México— al sistema de producción de maíz en cultivos a cielo abierto. El huitlacoche es generalmente producido en condiciones controladas en invernadero. La innovación dependía de encontrar una técnica sencilla que permita a los pequeños productores cultivar este hongo sin hacer modificaciones en su sistema de producción de maíz.
En el proceso se evalúa la susceptibilidad del inoculo del Ustilago maydis en sembradíos de maíz a cielo abierto a través de una técnica accesible y de bajo costo para los pequeños y medianos productores, que son quienes enfrentan las condiciones más complejas para incorporarse al mercado.
La técnica de producción del hongo comestible consiste en inocular la planta de maíz al inicio de la etapa fenológica R1 (inicios de jilote) y para lograr el resultado deseado es importante considerar tres factores principales: la calidad del inóculo adecuada, la variedad hospedera del maíz y las condiciones climatológicas adecuadas para la incubación.
El huitlacoche es un hongo comestible alto en proteína y contiene casi dos veces más proteína que el maíz. Por otro lado, en términos económicos, mientras que un kilo maíz se vende por menos que un dólar, un kilo de huitlacoche se vende entre uno y cuatro dólares, lo que es un incremento sustancial. Este hongo es una fuente de proteína que podemos obtener después de 20 o 30 días de incubación.
Omar Garcilazo Rahme presenta su trabajo en la ceremonia de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina en la XXIII Reunión Latinoamericana de Maíz en Montería, Colombia. (Foto: Carlos Alfonso Cortes Arredondo/CIMMYT)
P: ¿Cómo te sientes al haber sido nombrado uno de los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina?
R: Siento mucha emoción y alegría. El día que recibí el correo en el que me anunciaban que había sido ganador fue impactante y estoy muy agradecido de que mi trabajo se valore de esta manera.
Espero que esto nos sirva a los ganadores en las diferentes categorías y a mí para difundir y ayudar a muchas más personas dedicadas al maíz, y mejorar los sistemas que actualmente tenemos.
P: ¿Cuáles son tus esperanzas y expectativas a futuro?
R: Espero seguir colaborando en el desarrollo de alimentos que nos ayuden a todos, que tengamos mejores herramientas y productos de calidad para tener una alimentación mejor. Los jóvenes estamos dispuestos a proponer y ahora, nos sentimos responsables de aportar más en términos de innovación y tecnología.
México es un país que alberga una gran diversidad de maíz, que no es solamente un cultivo más para nosotros, es la base de nuestra alimentación, es incluso una referencia cultural y ancestral. Prácticamente estamos hechos de maíz, comemos maíz todo el día a todas horas.
Omar Garcilazo Rahme posa con los frutos de su innovación: Huitlacoche que creció en los campos de los agricultores a los que ayuda usando un método innovador a cielo abierto. (Foto: Aportación)
No obstante, creo que faltan muchas cosas por hacer, me da gusto que haya organismos como el CIMMYT para seguir desarrollando este tipo de propuestas para el maíz, un cultivo de suma importancia a nivel mundial. Los usos y aplicaciones del maíz son muy variados y creo que podemos encontrar aún muchos más, ya que es una planta que ha convivido con la humanidad desde hace bastante tiempo y todavía hay mucho que aprender de ella.
P: ¿Qué consejo le darías a otros jóvenes interesados en la agricultura?
R: Si la agricultura o la alimentación están dentro de sus intereses o tienen curiosidad por entenderlas —porque al final se terminan entrelazando— yo les diría a los jóvenes que se necesita mucha paciencia y ganas de explorar. La agronomía hoy en día, al igual que todas las ciencias, se interrelaciona con las herramientas tecnológicas ya que no solo se trata de las semillas, la tierra y el hombre, ahora se trata de las semillas, la tierra, la tecnología y el hombre, y aún falta mucho por desarrollar y entender.
La ciencia ha resuelto problemas relacionados con el hambre y otras complejidades en el mundo a lo largo de la historia y lo seguirá haciendo, pero hace falta darle un giro a la agricultura, la agronomía y la alimentación de una manera más sostenible.