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Investigación a nivel nacional brinda esperanza al campo mexicano

Científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); de la Universidad Autónoma Chapingo; del Instituto Tecnológico de Roque; del Instituto Tecnológico de Comitán y otras 12 instituciones y organizaciones que desarrollan ciencia colaborativa con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), realizaron una investigación que aporta evidencia de primer orden de importancia para el campo mexicano. 

En un contexto generalizado de suelos degradados que afectan la productividad en gran parte del territorio nacional, este nuevo estudio sobre la salud del suelo realizado en 20 plataformas de investigación (de MasAgro Productor y MasAgro Guanajuato) de Campeche, Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí confirma que con prácticas agrícolas sustentables se puede aumentar la materia orgánica del suelo, mejorar su estructura y aumentar 0.85 toneladas por hectárea el rendimiento del maíz de manera general. 

Si bien existen diversos estudios sobre suelos y la Agricultura de Conservación, sigue existiendo una falta de información acerca de los efectos de este sistema de labranza sobre la salud del suelo en diversas condiciones agroecológicas en México —la amplia geografía nacional y la falta de articulación entre iniciativas e instituciones lo había dificultado—. En este sentido, el estudio es particularmente relevante por el número de instituciones colaborando y por la gran diversidad de agroecologías que aborda y que van desde sistemas tradicionales de temporal sembrados a mano hasta sistemas intensivos con riego. 

Por supuesto, los resultados no quieren decir que la implementación de la Agricultura de Conservación deba ser igual para todas las zonas agroecológicas del país, sino que este sistema sustentable puede ser un marco común para la agricultura nacional, por lo que debe seguir siendo investigado, adaptado y complementado con otros sistemas integrados para brindar soluciones adecuadas para cada productor en su propio contexto. 

El estudio señala también que existen otros efectos benéficos de la Agricultura de Conservación en la calidad del suelo, pero precisa que los resultados varían dependiendo del sistema de producción, el clima, el tipo de suelo, etcétera. Esto demuestra el valor de la red de plataformas que el CIMMYT impulsa con iniciativas como Cultivos para México —liderada por la Secretaría de Agricultura y con el soporte científico del CIMMYT—, pues por un lado permite hacer estudios a nivel país —lo que no es posible con ensayos individuales—, y por otro reafirma que sigue siendo necesario hacer investigación bajo las condiciones locales para generar buenas recomendaciones para los productores. 

Los detalles del estudio, cuyo artículo ha sido incluido en el acervo de la plataforma Wiley Online Library, pueden ser consultados aquí: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/ldr.3894

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Campo sustentable, aire limpio

La agricultura ocupa el 37% de la superficie en el mundo (FAO, 2020) y se estima que, debido a prácticas inadecuadas, produce 24% de los gases de efecto invernadero que favorecen el cambio climático. Sus efectos en el medioambiente incluyen la contaminación del agua, aire y suelo del planeta.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la superficie agrícola en México es de alrededor de 32 millones de hectáreas (cerca de 16% de la superficie nacional). Guanajuato destaca entre los estados con mayor superficie dedicada a la agricultura, y también por su intensa producción agrícola: en ciclo otoño-invierno 2019-2020, por ejemplo, fue el segundo mayor productor de trigo, con 58,859 hectáreas; y para el ciclo primavera-verano 2020 fue el octavo mayor productor de maíz blanco, con 413,382 hectáreas (SIAP, 2020). 

Las prácticas agrícolas inadecuadas en el estado han contribuido a la degradación del ambiente, particularmente a la mala calidad del aire, a la erosión de los suelos agrícolas y a la incidencia de plagas y enfermedades. Entre las prácticas que contribuyen a esta situación están el uso ineficiente de los fertilizantes agrícolas y la quema de rastrojos que afecta sobre todo la calidad del aire en varios municipios de la zona sur del estado (predominantemente en el ciclo otoño-invierno con la quema de residuos de maíz).

A través MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se promueven prácticas, como la Agricultura de Conservación, para mitigar los efectos negativos de la agricultura.

Para reducir las quemas agrícolas, por ejemplo, se promueve el uso de los rastrojos como mejorador de suelo. Así, con MasAgro Guanajuato se ha logrado reducir entre 80 y 90% las quemas agrícolas en el ciclo primavera-verano y más de 50% en el ciclo otoño-invierno.

Con más de 45 mil hectáreas cultivadas con Agricultura de Conservación en Guanajuato se ha evitado liberar más de 5 mil toneladas de CO2 a la atmósfera. Esto, gracias a que la mínima labranza y la mecanización adecuada de la Agricultura de Conservación permiten ahorrar entre 38 y 42 litros de combustible por hectárea, equivalentes a 112 kg de CO2 a la atmósfera. Lo anterior significa que con las prácticas de MasAgro Guanajuato se usa hasta 70% menos combustible por lo que se libera 60% menos CO2.

Con mecanización adecuada en 2 mil hectáreas se ha logrado optimizar la fertilización nitrogenada y reducir las emisiones de óxido nitroso, uno de los principales gases de efecto invernadero y que además de contribuir al calentamiento global, afecta la capa de ozono. Además, la eficiencia de los fertilizantes nitrogenados se ha incrementado a 30% (cifra relevante si se considera que en México se pierde una gran cantidad de nitrógeno durante su aplicación).  

Paralelamente, MasAgro Guanajuato desarrolla una estrategia de fertilidad integral que actualmente tiene impacto en más de 143 mil hectáreas de la mano de empresas, proveedores y ayuntamientos (Valle de Santiago, Purísima del Rincón, Yuriria, Salvatierra, Coroneo, Huanímaro, Celaya y próximamente Salamanca y Pénjamo). Los pilares de esta estrategia de fertilidad integral son el mapeo de los suelos, la generación de dosis de fertilización adecuadas y la promoción de formas óptimas de aplicación. 

Adicionalmente, con MasAgro Guanajuato se han reducido 40% las aplicaciones de productos altamente tóxicos en los diferentes procesos agrícolas (en control de plagas esta reducción ha sido del 90%), esto es particularmente importante porque beneficia directamente la salud de los trabajadores agrícolas y de los consumidores finales. En otras palabras, con un campo sustentable es posible mantener cielos limpios y estilos de vida más saludables. 

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La agricultura del sur de Sonora, pilar de la alimentación en el futuro

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), si las tendencias poblacionales continúan como hasta ahora, hacia el año 2050 se necesitarían casi tres planetas Tierra para mantener el estilo de vida de las sociedades contemporáneas. La presión sobre los sistemas agroalimentarios es tal, que en los próximos 10 años será necesario duplicar la productividad agrícola, hacerlo además con cada vez menos recursos naturales disponibles.

Un estudio del Departamento de Ciencias Geográficas de la Universidad de Maryland, (d’Amour, C. B., et. al., 2017), señala que para el año 2030 las áreas urbanas en expansión absorberán casi 300 mil kilómetros cuadrados  de tierras de cultivo fértiles en el mundo —lo que equivale a cerca de la superficie de Chihuahua y Campeche juntos—, siendo probable que esta pérdida vaya acompañada de otros riesgos de sostenibilidad.

Así, la expansión urbana pone en riesgo los medios de vida de muchas comunidades, particularmente las rurales, pues disminuye la probabilidad de que la agricultura familiar y a pequeña escala pueda mantenerse como la principal generadora de los alimentos que se consumen en el mundo en desarrollo —las tierras de cultivo de pequeñas extensiones atomizadas son más susceptibles de ser consumidas por la urbanización—. 

Las grandes áreas agrícolas de alta productividad serán, en este escenario, auténticos oasis agrícolas y pilares de la alimentación mundial, por lo que desde ahora se ven obligadas a reconfigurar desde sus sistemas de producción hasta su conformación socioorganizativa. 

En México, el sur de Sonora destaca como una de esas grandes áreas agrícolas de alta productividad. Para impulsar su camino hacia la sustentabilidad —que le permita afianzarse como uno de los pilares agrícolas ante los cambios poblacionales y la variabilidad climática—, el Patronato para la Investigación y Experimentación Agrícola del Estado de Sonora (PIEAES) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), promueven prácticas de Agricultura Sustentable cuyos resultados muestran que una agricultura rentable y sustentable sí es posible. 

Por mucho tiempo la agricultura del sur de Sonora ha sido tomada como ejemplo de alto desarrollo agrícola, pero la explotación intensiva de sus suelos ha tenido un costo y hoy se refleja en su erosión que, sumada a los bajos precios de los granos y los altos costos de producción, hace que la rentabilidad para el productor sea cada más baja, limitando los recursos que debería destinar a la rehabilitación y mejora de sus suelos. 

En este contexto, muchos agricultores del sur de Sonora se siguen limitando a producir granos bajo los esquemas convencionales —con laboreo excesivo y fertilización sintética que dañan la estructura de los suelos, haciéndolos menos productivos—, pero también son cada vez más los productores que adoptan prácticas sustentables en su búsqueda de alternativas para hacer más rentable su actividad y, también, obligados por las fuertes limitaciones en la disponibilidad del agua de riego actuales.

Los productores del Valle del Yaqui y Valle del Mayo —quienes cultivan maíz, trigo, frijol, sorgo, cártamo, soya, girasol, hortalizas, algodón y ajonjolí—, por ejemplo, han practicado una agricultura convencional por muchos años, con buenos resultados, pero los altos costos de insumos como diésel, fertilizantes, semillas, insecticidas, herbicidas, fungicidas y agua, han impactado fuertemente en sus ingresos y sus perspectivas de crecimiento.

Junto con varios de estos productores, el PIEAES y el CIMMYT han trabajado en plataformas de investigación y han instalado módulos y áreas de extensión con prácticas de Agricultura Sustentable. Los resultados que se han reportado son muy satisfactorios: si bien los rendimientos promedio obtenidos no son muy diferentes de los que se obtienen de forma convencional —con 6.8 a 7.8 toneladas por hectárea en el cultivo de trigo, por ejemplo—, los ahorros promedio son de $2,800 a $3,000 por hectárea.

Además de la considerable disminución de los costos por concepto de laboreo, consumo de agua y operación, esta Agricultura Sustentable que se desarrolla en el sur de Sonora tiene otros beneficios ambientales que también se reflejan en la calidad de los alimentos producidos. Por todo esto, varios productores del sur de Sonora ya han adquirido maquinaria especializada para Agricultura de Conservación y otros han adaptado la que ya tienen.

Aunque aún falta mucho por hacer, los cimientos para hacer de la agricultura del sur de Sonora uno de los pilares de la alimentación del futuro están puestos. Si más productores adoptan prácticas sustentables, entonces muy probablemente la zona destaque no solo por su alta productividad, sino también por sus aportaciones medioambientales. 

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Escucha este consejo

José Luis Gervacio Paz y sus hermanos cultivan maíz, alfalfa, avena y cebada en San Isidro, localidad del municipio de San Juan del Río, Querétaro. Trabajan entre 30 y 40 hectáreas cada ciclo productivo. Se trata de tierras que ellos rentan y, por lo mismo, siempre están buscando áreas de mejora que les permita ser más rentables. 

No siempre se dedicaron a la agricultura. Sus primeras siembras las realizaron hace apenas 12 años, por lo que son productores relativamente nuevos en el ámbito agrícola. A pesar de eso, han ido avanzando poco a poco con paso firme, siempre buscando mejorar y acudiendo a eventos donde haya información útil para optimizar las parcelas que trabajan. 

Al igual que muchos productores de la región donde ellos están, comenzaron a trabajar de manera convencional, es decir, realizando barbecho o subsuelo, dos pasos de rastra, surcado, riego, siembra y las demás actividades preestablecidas que se señalan en los “paquetes tecnológicos”. 

En su constante búsqueda por aprender y hacer más rentable su actividad, en el año 2015 conocieron el trabajo para impulsar la Agricultura Sustentable —orientada a la generación de sistemas agroalimentarios que, de forma sostenible en el tiempo y en concordancia con el contexto sociocultural, sean capaces de preservar los recursos naturales— que realizan de forma conjunta el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Con la implementación de prácticas sustentables adecuadas y, por decirlo de algún modo, “a la medida”, comenzaron a bajar sus costos de producción y a ser más eficientes en la aplicación de los insumos. Hoy, se sienten orgullosos y motivados porque otros productores se comienzan a acercar a ellos para preguntarles qué están haciendo en sus parcelas para obtener buenos resultados.

Así, practicando una Agricultura Sustentable fue como llegaron al proyecto Cultivando un México Mejor —impulsado por HEINEKEN México y el CIMMYT—. A través de él, lograron tener asistencia técnica continua, lo que ha contribuido a que sigan optimizando su sistema de producción, particularmente el de la cebada —en los ciclos otoño-invierno 2018-2019 y otoño-invierno 2019-2020 han participado en el proyecto con un área de extensión donde han implementado Agricultura de Conservación—.

Con Agricultura de Conservación —sistema en el que la mínima labranza y la cobertura del suelo son componentes básicos— han logrado ahorros de hasta $3,500 por hectárea y han establecido “un programa de diagnóstico para determinar qué trabajos de acondicionamiento tenemos que realizar en cada uno de los predios. A pesar de que en los últimos dos ciclos el calor, las enfermedades y después el granizo nos afectaron, gracias a las prácticas implementadas, hemos logrado recuperarnos y obtener un pequeño margen de ganancia, a pesar de que son tierras rentadas”, comenta José Luis. 

“Recientemente aplicamos tratamiento a la semilla para disminuir el ataque de enfermedades por hongos, fertilidad integral, disminución de densidad de siembra y monitoreo de insectos para evitar el uso de insecticidas. También hemos participado en eventos de capacitación con maquinaria especializada que hemos comprado y que prestamos para esa capacitación”, señalan los hermanos. 

José Luis y sus hermanos, consideran que el acompañamiento técnico que les ha proporcionado el proyecto ha sido fundamental: “siempre es importante tener a alguien que pueda orientarnos en la aplicación de estas técnicas que —en ocasiones— por no implementarlas bien, lejos de beneficiarnos, terminan por complicarnos. Nosotros tenemos ganas de seguir aprendiendo y estamos dispuestos a colaborar ya que, con esto, tendremos mejores resultados en nuestros predios”, comentan.

Finalmente, los hermanos Gervacio Paz aconsejan a otros productores: “nosotros, que rentamos, tenemos que buscar el ahorro y la buena producción para mantenernos y que nos vaya bien, por lo que invitamos a más productores a sumarse a la adopción de prácticas sustentables, porque en verdad les ayudarán a ser mejores agricultores”. 

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Con prácticas sustentables pasan de 800 kilos a 2.5 toneladas de frijol por hectárea

Ocampo es un municipio al norte de Guanajuato donde predomina la agricultura de temporal. En esta zona semiárida se han presentado problemas por falta de lluvias por lo menos los últimos seis años (incluso en junio, julio y agosto, que históricamente habían sido los meses más lluviosos). Además, sus suelos presentan bajo contenido de materia orgánica y sus terrenos de cultivo presentan pendientes de hasta 20% (es decir, que por cada 10 metros que se avanza en horizontal se sube dos).

Los cultivos más importantes en Ocampo son el maíz y el frijol —los rendimientos promedio son de 1.2 toneladas por hectárea (t/ha) en el caso del frijol y 10 t/ha en el caso del maíz (en pastura seca con planta y mazorca)—, cuyo manejo convencional consta de labranza con arados, subsuelos y rastras.

Debido a que la mayoría de los productores barbecha como primera opción de manejo agronómico, y derivado de la escasez de agua para riego en la zona, los productores han tenido problemas de rendimientos y también empiezan a presentar problemas con sus suelos, ya que cada vez es más difícil romper la capa de arado —capa del suelo tan compactada que impide la infiltración del agua y la penetración de las raíces de las plantas— que se forma por el movimiento continuo y excesivo del suelo.

Para brindar alternativas a los productores locales, el equipo técnico de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— analizó los sistemas de producción locales e identificó prácticas y tecnologías adecuadas para mejorar la calidad de los suelos, reducir los costos de producción y mantener o incrementar el rendimiento de los cultivos de una forma sustentable.

Las prácticas identificadas fueron la rotura vertical —una técnica que permite aflojar el suelo, pero sin removerlo— y el trazo de curvas a nivel —o “siembra al contorno” que permite reducir la erosión del suelo—, ambas han sido punta de lanza para la adopción de otras tecnologías, ya que estas permiten un acondicionamiento del suelo para mejorar el aprovechamiento del agua, incrementar la productividad y ahorrar costos de producción. 

Es importante mencionar que estas prácticas agrícolas han sido evaluadas en las plataformas de investigación de MasAgro Guanajuato y en diversos módulos (parcelas demostrativas) que se han establecido con productores locales, mismos que han incrementado sus rendimientos y han pasado, en muchos casos, de  800 kilogramos a dos toneladas y media de frijol por hectárea. 

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Nunca es tarde para asociarse

Magdalena Peñasco, Oax.- Ñuu te’e sa’a jiyo es una agrupación de agricultores mixtecos que ha tomado un nuevo impulso gracias a la asesoría que reciben por parte de la Sociedad de Producción Rural Ñuu Kuiñi Pueblo de Tigre, como parte del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

El grupo de productores está integrado por 10 socios que radican en el municipio de Magdalena Peñasco, Oaxaca. Se trata de productores de edad avanzada que han acumulado mucha experiencia trabajando el campo y que han decidido reestructurar su organización (están en el proceso de llevarla a la formalidad) para obtener mayores beneficios. 

Gracias a su disposición para innovar, este grupo de productores ya ha logrado hacer compras consolidas para obtener mejores precios en insumos agrícolas. Actualmente, con el apoyo que han recibido en los talleres de asociatividad en los que han participado en el marco del proyecto, los integrantes del grupo trabajan en conjunto en la diversificación de sus cultivos (introduciendo cultivos alternativos) pues han identificado al menos una oportunidad de negocio que quieren aprovechar.

Este grupo de productores ha aprendido que, mediante prácticas sustentables, la agricultura en pequeñas extensiones sí permite obtener buenos rendimientos y puede ser rentable; que la comunicación dentro del grupo es fundamental para hacer más eficiente el trabajo; y que con sus logros actuales están en buen momento para integrar a nuevos productores al grupo; asimismo, que también es momento de lograr transformar sus productos para tener mayores oportunidades de comercialización. 

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Innovaciones en el campo permiten enfrentar sequías

En la región climática en la que se encuentra el municipio de Apaseo el Alto, Guanajuato, 90% de las lluvias se presentan en verano, sin embargo, estas no se distribuyen de manera uniforme durante el ciclo del cultivo. Adicionalmente, las sequías en la zona se han incrementado en frecuencia e intensidad, poniendo en riesgo la producción de temporal o secano en la zona (el destino de la producción es principalmente el autoconsumo y el rastrojo se usa como alimento para el ganado de traspatio).

Agravando la problemática de la sequías, en Apaseo el Alto predomina la labranza convencional (que consiste en movimientos excesivos del suelo: barbecho, pasos de rastra y surcados), la cual provoca la pérdida de humedad, hace que haya menor infiltración y que se pierda materia orgánica. Debido a este laboreo excesivo los suelos de la zona se encuentran deteriorados, con bajo contenido de materia orgánica y compactados. 

Ya que es fundamental encontrar alternativas para conservar o retener el agua en el suelo por más tiempo, en la plataforma de investigación de Apaseo el Alto —establecida en 2014 en el marco del programa MasAgro Guanajuato, que impulsan la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) de Guanajuato y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— investigadores del Instituto Tecnológico de Roque (IT de Roque) y el CIMMYT evalúan alternativas de producción con prácticas sustentables.

Para atender la problemática de los suelos deteriorados, en la plataforma de investigación se ha implementado y evaluado la Agricultura de Conservación. El mínimo movimiento del suelo y su cobertura con rastrojos ha permitido incrementar el contenido de materia orgánica y mejorar la estructura física del suelo (al reducirse la compactación se mejora la infiltración y la retención de humedad en el suelo).

Con respecto a los bajos rendimientos, se han evaluado variedades mejoradas de maíz que han brindandado un promedio de 3.14 toneladas por hectárea (t/ha) y que en años con buenas lluvias algunas han superado las 8 t/ha. Esto es significativo si se considera que el material más utilizado en la zona brinda tan solo 1.85 t/ha en promedio. 

También se ha hecho rotación de cultivos (maíz-frijol) y se ha registrado que el rendimiento de maíz se incrementa hasta 114 kg/ha con camas permanentes angostas y un poco más de media tonelada con camas permanentes anchas. Además, al dejar 50% o 100% de rastrojo se ha incrementado el rendimiento hasta en 826 kg/ha con camas permanentes angostas y hasta 789 kg/ha con camas permanentes anchas. 

Para reducir los altos costos de producción que se registran en la zona, la Agricultura de Conservación ha permitido tener ahorros de alrededor de $1,550 en promedio debido al mínimo laboreo del suelo. Adicionalmente, el control selectivo de malezas (una sola aplicación del producto adecuado puede controlar el 95% de la maleza, reduciendo el impacto ambiental) y las opciones agroecológicas (como el monitoreo de plagas, el uso de extractos minerales y microorganismos benéficos) han contribuido en este aspecto. 

Cabe mencionar que otro de los cambios positivos que se ha observado es la nivelación del pH del suelo. Cuando la materia orgánica se descompone los microorganismos producen ácidos orgánicos. Esto, sumado a la fijación de nitrógeno por la rotación de cultivos (leguminosas), ha favorecido tener suelos cercanos a la neutralidad, lo que a su vez permite tener una mayor disponibilidad de nutrientes.

En resumen, la implementación de Agricultura de Conservación puede ayudar a los productores locales a conservar la humedad, pero también a mejorar las características físicas de sus suelos (estructura, porosidad, infiltración y retención de agua). Los productores que estén interesados en implementar estas prácticas sustentables pueden contactar al equipo de la plataforma de investigación de Apaseo el Alto, ubicada en la localidad La Cuevita (kilómetro 11 de la carretera Apaseo el Alto-Jerécuaro), en Apaseo el Alto, Guanajuato.

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Más rentabilidad y menos impacto ambiental con sensores ópticos

Sinaloa.- Hace ocho años la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) establecieron una plataforma de investigación con la finalidad de que el conocimiento científico allí generado se difunda entre los productores y así puedan tomar decisiones apropiadas con respecto a sus cultivos.

La plataforma de investigación permite que los productores adopten innovaciones agrícolas con mayor confianza y rapidez, ya que pueden observar los resultados directamente en la plataforma, ahorrando tiempo y dinero en el proceso de adopción de prácticas sustentables.

Entre las tecnologías que recientemente se han validado y promovido en la plataforma de investigación está el uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada. Esta tecnología, al igual que la Agricultura de Conservación que ya se maneja, se ha estudiado y validado no solo para obtener mayores utilidades, sino para minimizar el impacto ambiental.

Debido a diversos factores, una importante cantidad de fertilizantes nitrogenados se pierde durante su aplicación (se estima que en México y otros países en desarrollo las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización son de 18%), potenciando el riesgo de contaminación ambiental, sobre todo de cuerpos de agua.

¿Es posible reducir el uso de fertilizantes nitrogenados sin que se afecte el rendimiento? En la plataforma de investigación los resultados de diversos estudios indican que con el uso del sensor GreenSeeker® es posible ahorrar entre 150 y 180 unidades de nitrógeno (equivalente a ahorrar un poco más de $3,000 por hectárea) sin afectar los rendimientos.

Junto con el uso de sensores ópticos, la Agricultura de Conservación (sistema de producción sustentable que tiene a la cobertura del suelo con rastrojo y a la mínima labranza entre sus componentes básicos) contribuye a la obtención de una mayor utilidad: ha permitido reducir los costos de producción en al menos 15% (para el caso particular de la plataforma de investigación y su zona de influencia) manteniendo los rendimientos.

 

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Rescatan prácticas organizativas para aumentar la rentabilidad agrícola

Magdalena Peñasco, Oax.- De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, una organización asociativa es aquella “organización voluntaria y no remunerada de personas o grupos que establecen un vínculo explícito, con el fin de conseguir un objetivo común ”. La seguridad alimentaria puede ser ampliamente fortalecida gracias a este particular tipo de asociatividad.

En la región Mixteca alta de Oaxaca, la asociación entre agricultores con fines de producción agrícola tiene amplios antecedentes históricos y culturales. El trabajo cooperativo en esa región tiene diferentes denominaciones según la frecuencia del trabajo, la forma de pago o la finalidad. Así, además del tequio existe la gueza a través de la cual se participa en trabajos agrícolas grupales y por esta ayuda no se paga, lo único que se da es el alimento y la persona que recibe la ayuda debe ir a apoyar a otra.

Los productores que practican el trabajo asociativo confían plenamente en él, todos tienen interés en que el trabajo se haga bien porque esperan lo mismo en sus parcelas. No obstante, por diversas circunstancias (entre ellas la migración, la baja productividad, el abandono del campo y el poco involucramiento de los jóvenes en la agricultura), la riqueza de la vida asociativa de la Mixteca alta se ha ido perdiendo y con ella los espacios de sociabilidad, las redes de ayuda mutua y la convivencia intergeneracional que genera identidad y capital social.

Para contrarrestar esta situación la Sociedad de Producción Rural Ñuu Kuiñi Pueblo de Tigre y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) brindan acompañamiento orientado a la promoción de la asociatividad entre los productores de la comunidad mixteca del municipio Magdalena Peñasco, Oaxaca.

La finalidad de promover la asociatividad es consolidar grupos de productores que identifiquen oportunidades de negocio sobre los cultivos de maíz nativo y leguminosas. La iniciativa forma parte del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT.

Ya que la tendencia al individualismo (se ha identificado que algunos productores solo se integran a un grupo para gestionar un beneficio y después trabajan aisladamente y por su cuenta) deriva en baja rentabilidad, gestión limitada de crédito y, finalmente, mayor vulnerabilidad, los talleres a través de los que se promueve la asociatividad muestran con ejemplos cómo la acción colectiva permite que se obtengan mejores pagos y mayores beneficios por el trabajo conjunto.

En Magdalena Peñasco, por ejemplo, se logró organizar a un grupo de productores de la agencia municipal de Zaragoza. Con el acompañamiento brindado a través del proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT estos productores pudieron aprovechar algunos apoyos gubernamentales para establecer invernaderos de tomate. Este grupo ofrece ahora a sus integrantes facilidades para el acceso a insumos, mercados locales y externos, información y comunicación constante.

La tarea de contribuir a la concientización sobre la importancia de la asociatividad y la preservación de las prácticas organizativas mixtecas es grande. En Magdalena Peñasco actualmente se trabaja con grupos en diversas etapas de la conformación de una organización. El acompañamiento en todas las etapas es clave pues solo con perseverancia los grupos logran constatar que la acción colectiva facilita la obtención de mejores resultados productivos, de transformación, de comercialización, entre otros.

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Estudian bacterias del suelo para mejorar prácticas agrícolas

Texcoco, Edo. de Méx.- El suelo es un recurso natural limitado y un complejo ecosistema que alberga a muchos organismos vivos, la mayoría muy pequeños, microscópicos. De hecho, en un solo gramo de suelo hay millones de microorganismos, incluyendo varios miles de especies de bacterias.

De todos los microorganismos del suelo las bacterias son de las más diversas en cuanto a número de especies y comportamiento: algunas viven en la materia orgánica en descomposición (saprófitas); otras en los tejidos de las plantas (endofíticas); y solo un número limitado puede enfermar los cultivos.

Estudiar las bacterias del suelo es muy importante ya que varias de ellas pueden reducir el daño que algunos hongos les causan a las plantas y, sobre todo, porque mientras sus poblaciones crecen y se alimentan pueden hacer que una elevada cantidad de nutrientes esté disponible para el suelo.

Para conocer cómo los cambios en las condiciones del suelo y las prácticas agrícolas afectan la estructura de la comunidad bacteriana, científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en colaboración con el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), monitorearon durante un año diversos tratamientos (en algunos se han implementado prácticas sustentables y en otros se mantienen prácticas convencionales).

El estudio forma parte de una serie de experimentos de campo a largo plazo (algunos iniciados a principios de la década de 1990) que administra el CIMMYT para investigar y desarrollar prácticas agrícolas sustentables que una vez validadas pone al alcance de los agricultores.

Se sabe que la temperatura del suelo, el pH, el contenido de agua y la materia orgánica disponible cambian en un ciclo agrícola (debido al clima y las prácticas aplicadas) y alteran la comunidad bacteriana, pero aún se desconoce en qué medida ocurre esto. Por esta razón el estudio es relevante para la agricultura global.

Los resultados fueron publicados recientemente en un artículo en la revista científica Applied Soil Ecology y —en términos generales— revelan que la estructura de la comunidad bacteriana mostró grandes cambios durante el ciclo del cultivo determinados por las características variables del suelo, principalmente el contenido de agua y nitrógeno (en forma de nitrato).

En el artículo también se menciona que la eliminación o retención de residuos de cultivos tuvo un efecto significativo en la estructura de la comunidad bacteriana. Ya que los suelos cubiertos con residuos agrícolas permiten conservar mayor humedad y la actividad bacteriana varía fácilmente con el agua y la disponibilidad de material orgánico, el estudio refuerza la importancia de la investigación e implementación de prácticas agrícolas sustentables como la Agricultura de Conservación.

A crop cycle at the field experiment in El Batán (Mexico)

El artículo Cambios en la estructura de la comunidad bacteriana en el suelo bajo prácticas convencionales y de conservación a lo largo de un ciclo completo de cultivo de maíz (Zea mays L.) es el resultado de la investigación colaborativa entre Edson Romero, Yendi Navarro, Marco Luna, Nele Verhulst, José Crossa, Bram Govaerts y Luc Dendooven.