Texcoco, Edo. Méx.- El 2020 fue un año particularmente crítico para la especie humana y, sin embargo, también podría ser un ejemplo de cómo en tiempos de crisis la ciencia y la innovación permiten reducir la incertidumbre de las sociedades, particularmente en lo referente a la salud y la seguridad alimentaria.
En México, por ejemplo, gracias a las prácticas poscosecha que se promueven a través de diversas iniciativas impulsadas por la red de innovación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) se han logrado disminuir a menos del 1% las pérdidas poscosecha que, en zonas tropicales, pueden ser de hasta 40%.
Si se considera que la pandemia por COVID-19 aumentó por millones el número de personas afectadas por el hambre (o en riesgo de padecerla) y que cada día se pierden o desperdician alrededor de 1,300 millones de toneladas de comida producida para el consumo humano, entonces la adopción de prácticas poscosecha es uno de esos casos donde la ciencia y la innovación han permitido hacer frente a los efectos de la pandemia, evitando que miles de familias padezcan inseguridad alimentaria.
Como este ejemplo, en el Reporte Anual 2020 del CIMMYT se relacionan diversas acciones que permitieron reducir el riesgo de que el año pasado tuviera consecuencias aún más dramáticas para millones de personas alrededor del mundo. Muchas de estas acciones derivan de la ciencia desarrollada en México o de iniciativas emprendidas desde aquí.
En Kenia, por ejemplo, durante 2020 se desarrollaron exitosamente tres variedades de maíz tolerantes al gusano cogollero. Esto, gracias al trabajo conjunto del CIMMYT y el sistema nacional de investigación agrícola de ese país africano para identificar y validar fuentes de resistencia genética nativa a dicha plaga tanto en maíz tropical resistente desarrollado en México como en maíz resistente desarrollado en África subsahariana.
Ya que el gusano cogollero tiene el potencial de hacer padecer hambre a más 300 millones de personas en África subsahariana (FAO, 2018), estas nuevas variedades de maíz tolerantes al gusano cogollero representan un gran logro para la sociedad global en tiempos de COVID-19.
Al igual que las prácticas poscosecha y las variedades resistentes al gusano cogollero, la mecanización adecuada también fue importante para reducir el impacto de la pandemia en distintas latitudes (permitiendo que se realizaran trabajos agrícolas cruciales mientras se mantenía el distanciamiento social), sobre todo entre las familias productoras encabezadas por mujeres (donde los equipos compactos fácilmente maniobrables son particularmente útiles) o en aquellos lugares donde los productores no pueden acceder a los trabajadores del campo o pagarlos.
El municipio de Puruándiro se localiza al norte de Michoacán y forma parte de la región denominada El Bajío. En el municipio, la mayoría de los productores de temporal destinan una gran parte del grano para el autoconsumo y la ganadería de traspatio. Sin embargo, durante el periodo de almacenamiento (diciembre-agosto) se pueden generar pérdidas superiores a 30% de la producción a causa de los daños ocasionados por el barrenador y el gorgojo (aunque en regiones más altas se presenta también la palomilla).
El almacenamiento se realiza en tambos de metal o costales de polipropileno y se aplican pastillas de fosfuro de aluminio, producto que es potencialmente tóxico para humanos y que es absorbido rápidamente por inhalación, contacto o ingestión. Sumado a esto, el producto presenta limitantes, como el largo periodo de exposición requerido para garantizar su efecto y la resistencia que desarrollan algunos de los insectos o plagas objetivo.
Ya que las pérdidas poscosecha contribuyen a la inseguridad alimentaria de las familias más vulnerables, el ingeniero Francisco Garcilazo, director de Desarrollo Rural de Puruándiro se vinculó al Hub Bajío del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para capacitar a técnicos y productores del municipio en prácticas poscosecha adecuadas.
La estrategia para promover tecnologías herméticas poscosecha (particularmente del silo metálico hermético) como una herramienta eficiente y accesible para conservar granos básicos, minimizar el uso de productos químicos y reducir la afectación por plagas de almacén fuela instalación de módulos y áreas de extensión poscosecha.
Los módulos son espacios donde investigadores, técnicos y productores almacenan granos con distintas prácticas o tecnologías a fin de compararlas lado a lado e identificar las más adecuadas para las condiciones locales; por su parte, en las áreas de extensión los productores reciben acompañamiento técnico para implementarlas prácticas que ya fueron validadas.
Así, durante 2019 y 2020 se establecieron dos módulos poscosecha y 13 áreas de extensión. Gracias a esto, se capacitó a 222 productores en el uso del silo metálico hermético y las condiciones adecuadas para el almacenamiento del grano (desde la humedad óptima y la limpieza del grano hasta las pruebas de hermeticidad). Cabe mencionar que los talleres de capacitación se desarrollaron en la casa de los mismos productores para que pudieran observar el comportamiento de las tecnologías en sus propias condiciones.
Después de ver los beneficios de las tecnologías herméticas poscosecha, varios participantes decidieron convertirse en sus promotores, tal es el caso de Reynaldo Hernández, técnico adscrito a la Dirección de Desarrollo Rural de Puruándiro, quien asumió la responsabilidad de continuar capacitando a más productores en el uso del silo metálico hermético.
Adicionalmente, la vinculación con un herrero capacitado por el CIMMYT para la elaboración de silos metálicos herméticos de acuerdo a la norma oficial mexicana NMX-FF-123-SCFI-2015, permitió que un grupo de 15 productores del municipio adquirieran silos con capacidad para 0.5 y 1 tonelada. Esto es particularmente relevante porque el proceso de adopción de las tecnologías es complejo y requiere la articulación de diversos actores: desde el comisariado ejidal hasta los técnicos locales, pues se trata de desarrollar capacidades en la propia localidad y que estas puedan seguir siendo replicadas.
La red de colaboradores del CIMMYT comparte la visión de llevar conocimiento a los productores mediante procesos participativos bajo la filosofía de aprender haciendo. Puruándiro vive hoy este proceso y las comunidades de San Lorenzo y Huatajo —donde se encuentran los módulos—, El Granjenal, La Barranca, Los Reyes, El Pilar, El Pueblito, El Reparo, El Sabino, Las Letras, La Quemada, Janamuato, Las tortugas, La Cofradia y La Excusa —donde están las áreas de extensión— son ejemplo de esta suma de esfuerzos.
Fuentes:
Chaudhry, M. Q. (1997). Review A Review of the Mechanisms Involved in the Action of Phosphine as an Insecticide and Phosphine Resistance in Stored‐Product Insects. Pest Management Science, 49(3), 213-228.
Moghadamnia, A. A. (2012). An update on toxicology of aluminum phosphide. DARU journal of Pharmaceutical Sciences, 20(1), 25.
En la región Centro de Chiapas las pérdidas poscosecha pueden alcanzar 30% del volumen total de la producción. Las tecnologías empleadas actualmente, particularnete a nivel de los pequeños agricultores, facilitan el deterioro de los granos: se dejaron de utilizar las trojes para el almacenamiento de mazorcas y lo que se hace es desgranarlas y guardar los granos en costales de yute o polipropileno, a los cuales se les adiciona pastillas de fosfuro de aluminio o malathion deodorizado, un plaguicida que puede afectar el sistema nervioso.
Para conocer la efectividad y la rentabilidad de distintas tecnologías de almacenamiento, en la plataforma de poscosecha Venustiano Carranza, en Chiapas, se almacenaron granos de maíz de siete formas distintas (siete tratamientos y tres repeticiones para cada uno): en costal de polipropileno con malathion deodorizado, en costal de polipropileno solo (la forma más habitual en la zona), en silo metálico hermético, en bolsa plástica hermética con ziper, en bolsa plástica hermética de amarre, en costal de polipropileno con cal micronizada y en tambo de plástico.
Luego de seis meses de almacenamiento se encontró que el mayor daño causado por insectos plaga (sobre todo gorgojos y barrenadores) correspondió al del costal de polipropileno (32% de daños por insectos), mientras que para el resto de tratamientos el daño fue menor al 1%, excepto para el caso del silo metálico hermético, donde no se presentó ningún daño por insectos (figura 1).
Al comparar costos (figura 2), es decir las ganancias y las pérdidas después de seis meses de almacenamiento, el costal de polipropileno con plaguicida (que ademásconstituye un riesgo para la salud humana) resultó ser el menos rentable, mientras que el costal de polipropileno con cal micronizada y el silo metálico hermético fueron los tratamientos más rentables —si se considera que el costo de un silo metálico para una tonelada de grano es de $3,500, pero tiene una vida útil de 15 años, entonces el costo anual es de $233 pesos—.
Con base en los resultados obtenidos en esta plataforma se concluye que:
La cal micronizada para almacenar granos es una tecnología que conserva muy bien al grano de maíz, siendo la opción más barata y rentable en el caso particular de la plataforma. Además, no tiene efectos nocivos para la salud de las personas.
El silo metálico hermético puede resultar costoso en un principio por la inversión inicial, pero tiene una vida útil de 15 años que se amortiza el costo y además es una tecnología que que conserva las propiedades del grano.
La bolsa plástica hermética es otra tecnología que conserva muy bien las propiedades de los granos, pero a diferencia de las anteriores, esta es más difícil de conseguir en el mercado local.
Por supuesto, es necesario continuar con nuevas evaluaciones con otros materiales para seguir brindando opciones de fácil acceso para los agricultores. No obstante, los resultados aquí mostrados y otros de las varias plataformas poscosecha de Cultivos para México, muestran que sí es posible evitar el uso indiscriminado de producto químicos en la conservación del grano para consumo humano.
Texcoco, Edo. Méx.- Si bien la agricultura de Ecuador es reconocida en el mundo por su producción de banano, flores y cacao, el maíz tiene un papel destacado en la planificación institucional para la agricultura familiar y agroexportación de ese país. De acuerdo con estadísticas del Ministerio de Agricultura y Ganadería de Ecuador (MAG), en ese país sudamericano se cultivan alrededor de 250 mil hectáreas de maíz y existen cerca de 60 mil productores dedicados a ese cultivo (MAG, 2018).
Para fomentar el intercambio de conocimientos sobre el manejo poscosecha en maíz y mejorar así los sistemas de limpieza, secado y almacenamiento de granos en sistemas de producción a pequeña escala, el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias de Ecuador (INIAP) realizó un ciclo de charlas técnicas en el que participó el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
El doctor Sylvanus Odjo, la doctora Natalia Palacios y el maestro Jaime Leal, fueron los especialistas del CIMMYT que participaron en el espacio de capacitación dirigido a investigadores, productores y técnicos ecuatorianos —así como a diversos actores relacionados con la cadena productiva del maíz en Ecuador y con los equipos de trabajo con los que cuenta el CIMMYT a nivel regional— dictando las conferencias Manejo Poscosecha, Calidad de grano e Innovación en poscosecha, respectivamente.
De acuerdo con la doctora Sandra Garcés Carrera, investigadora del INIAP que apoyó en la realización del ciclo de charlas técnicas, para Ecuador es importante que el consumo de maíz sea seguro para su población. Esto, debido a que —en general en varios países de América Latina— las tecnologías poscosecha empleadas en la agricultura a pequeña escala utilizan estructuras poco apropiadas que facilitan el deterioro de los granos y sus productos, limitando la aplicación de prácticas para el control de plagas o para la conservación de los productos.
El CIMMYT ha realizado estudios sobre prácticas poscosecha en las condiciones de los pequeños agricultores en diferentes regiones agroecológicas en México y Centroamérica, de manera que foros como los organizados por el INIAP son fundamentales para difundir los resultados de las investigaciones a fin de mejorar las prácticas de manejo poscosecha de maíz.
Además de intercambiar experiencias, estas videoconferencias son parte de las bases para el inicio de actividades colaborativas entre el INIAP y el CIMMYT, instituciones que desarrollarán actividades conjuntas en provincias productoras de maíz en la región Andina a fin de transferir los resultados y mejorar los sistemas de poscosecha en sus diferentes etapas —incluyendo el secado del grano, la cosecha, el transporte y el almacenamiento— a fin de evitar pérdidas que afecten tanto la seguridad alimentaria como la economía de las familias productoras.
Sobre el INIAP
En el año 1959, el Gobierno Nacional del Ecuador creó el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP), una institución pública adscrita al ministerio rector de la política agraria, cuyos fines primordiales son impulsar la investigación científica, la generación, innovación, validación y difusión de tecnologías en el sector agropecuario, agroindustrial y de producción forestal. Para cumplir con los objetivos institucionales, el INIAP dispone de siete Estaciones Experimentales, seis Granjas Experimentales de apoyo y un invernadero automatizado para producción de semilla, ubicados en zonas agroecológicas diferenciadas e importantes para el país. Desde su creación el INIAP ha contribuido inobjetablemente, al incremento de la producción y productividad de los principales rubros agropecuarios del país, muestra de ello la entrega de 278 variedades e híbridos mejorados en 33 cultivos diferentes.
Acerca del CIMMYT
El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) es el líder mundial en investigación de maíz, trigo y sistemas agrícolas asociados financiada con fondos públicos. Con sede cerca de la Ciudad de México, el CIMMYT trabaja con cientos de socios en todo el mundo en desarrollo para aumentar de manera sostenible la productividad de los sistemas de cultivo de maíz y trigo, mejorando así la seguridad alimentaria global y reduciendo la pobreza. El CIMMYT es miembro del Sistema CGIAR y dirige los Programas de Investigación del CGIAR sobre Maíz y Trigo y la Plataforma de Excelencia en Mejoramiento. El Centro cuenta con el apoyo de gobiernos nacionales, fundaciones, bancos de desarrollo y otros organismos públicos y privados.
Productores de La Gruta, Teotihuacan, Estado de México.
México.- Con más de 90 años de operaciones ininterrumpidas, el restaurante La Gruta es parte de los atractivos turísticos de Teotihuacan, en el Estado de México —está ubicado atrás de la Pirámide del Sol, en una gruta de origen volcánico—, pero también es un referente de cómo la sustentabilidad en el sector restaurantero puede generar cambios sociales positivos.
La idea generalizada de sustentabilidad en el ámbito restaurantero es hacer uso de productos locales y de temporada; sin embargo, La Gruta ha ido más allá: el chef Carlos Cedillo, director operativo del restaurante, impulsó la construcción de una huerta in situ para el entendimiento y fomento de buenas prácticas agrícolas (con la colaboración de la Universidad Autónoma Chapingo), y más recientemente desarrolló un programa para fomentar la producción y el consumo de maíz nativo en el Valle de Teotihuacan, iniciativa en la que ha contado con la colaboración del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Actualmente, La Gruta cuenta con un padrón activo de 30 productores con más de 40 hectáreas de producción de maíz nativo. El restaurante apoya a los agricultores locales con asesoría gratuita (desde la siembra hasta la poscosecha), aprovechando y rescatando en el proceso los conocimientos tradicionales de los productores, los cuales se han fortalecido con el conocimiento científico que los especialistas del CIMMYT comparten con ellos en esta iniciativa que busca asegurar que el maíz con el que se preparan los platillos de La Gruta fue cultivado con las mejores prácticas agronómicas.
Uno de los aspectos más importantes del proyecto es la calidad de la producción. Para esto ha sido fundamental adoptar las tecnologías adecuadas para minimizar el daño por plagas de almacén y hongos. Las tecnologías poscosecha, como los silos metálicos herméticos y el uso de cal micronizada, han sido clave para que los agricultores que participan en el proyecto aseguren que el maíz teotihuacano que se consume en La gruta sea de la más alta calidad. De hecho, esto contribuyó a que el restaurante haya sido distinguido a nivel internacional por sus prácticas sustentables.
Cabe mencionar que esta iniciativa ha propiciado que el tejido social de la comunidad se fortalezca: ante fenómenos como la migración y el abandono del campo que son palpables en Teotihuacan, los jóvenes de la localidad comienzan a ver que el campo es una opción económica viable y rentable para ellos y sus familias, pero también que el cultivo sustentable del maíz se puede reflejar en la mesa de los comensales, contribuyendo a la valorización de la cultura local y de la Agricultura Sustentable.
Este ejemplo de “sustentabilidad a la mesa” fue el motivo de la conversación entre el chef Carlos Cedillo y el doctor Sylvanus Odjo —coordinador de Poscosecha del CIMMYT— durante la quinta sesión de la jornada de conversatorios Platiquemos de Maíz, un esfuerzo conjunto de la Fundación Tortilla y el CIMMYT para acercar el conocimiento científico a la sociedad. Las sesiones se transmiten todos los martes (hasta el 1 de diciembre) a las 6 pm a través de la página de Facebook de Fundación Tortilla y el canal de YouTube CIMMYTCAP.
En la época en la que organizaciones como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) iniciaron, la respuesta para mejorar la seguridad alimentaria mundial era obvia: ayudar a las personas a cultivar más alimentos. Hoy la situación es mucho más compleja. Muchos desarrollos interesantes en el mejoramiento son de naturaleza protectora o correctiva. Las variedades de semillas tolerantes al estrés están destinadas a ayudar a proteger contra los peores efectos del cambio climático global. Los esfuerzos para desarrollar variedades ampliamente cultivables y de alto rendimiento basadas en variedades locales buscan reintroducir parte de la biodiversidad perdida a través del éxito desbocado de solo un puñado de variedades comerciales.
Sin embargo, los problemas de inseguridad alimentaria y pobreza persisten, sobre todo entre los pequeños agricultores. La buena noticia es que es precisamente entre estos agricultores donde quedan importantes cosas por hacer, especialmente si consideramos los muchos pasos desde la siembra hasta el consumo final, donde se pueden realizar mejoras técnicas y procesales. “El simple hecho de tener una semilla no es suficiente”, dijo Sylvanus Odjo, especialista en poscosecha del CIMMYT. “Por supuesto que es importante tener buenas semillas, pero también se necesitan buenas prácticas agronómicas”.
A nivel mundial, señaló Odjo, un tercio de la producción agrícola se pierde en la fase de poscosecha. En el México tropical, las pérdidas poscosecha entre los pequeños agricultores de maíz pueden alcanzar hasta el 40%.
Como muestran los hallazgos recientemente publicados de un proyecto de investigación de dos años dirigido por investigadores del CIMMYT, tales pérdidas son totalmente evitables. El estudio, que se llevó a cabo en 2017 y 2018 en docenas de sitios en México que representan una amplia gama de altitudes y ecologías, probó múltiples tecnologías de almacenamiento para determinar cuáles son las más efectivas para evitar pérdidas poscosecha utilizando prácticas de pequeños agricultores del mundo real, independientemente del clima y factores ambientales.
Llenado de silo metálico hermético en Peto, Yucatán. (Foto: CIMMYT)
Los investigadores compararon los resultados del almacenamiento utilizando métodos convencionales, como almacenar maíz sin tratar en bolsas de polipropileno de 50 kg, almacenar maíz en bolsas de polipropileno y tratarlo con uno de varios agentes —incluidos fosfuro de aluminio, malatión desodorizado o polvos inertes— y opciones de almacenamiento hermético como el metal hermético para silos, dos tipos de bolsas de plástico herméticas GrainPro y alternativas de bajo costo como botellas de plástico y bolsas de ensilaje.
En condiciones controladas, encontraron que los resultados de las pérdidas eran muy variables para el maíz almacenado convencionalmente, con o sin agentes de tratamiento. Mientras que el grano sin tratar almacenado en bolsas de polipropileno en condiciones templadas en Texcoco solo exhibió solo 2.2% de maíz dañado por insectos, el grano tratado con fosfuro de aluminio y almacenado en bolsas convencionales en condiciones tropicales en Cotzocón sufrió 46.3% de daño por insectos.
En contraste, el maíz almacenado en alternativas herméticas de bajo costo, como botellas de plástico y bolsas de ensilaje, exhibió un máximo de 1.2% de granos dañados por insectos en todos los sitios. Los silos metálicos herméticos y las bolsas GrainPro funcionaron bien en todos los climas, con un par de importantes excepciones. El porcentaje de grano de maíz dañado por insectos almacenado en silos metálicos herméticos en Zacaultipán fue de 13,5%. El maíz almacenado en bolsas GrainPro en este sitio sufrió un 8.1% de daño por insectos.
En general, el estudio demostró de manera convincente la eficacia de las tecnologías de almacenamiento hermético para minimizar el daño por insectos y micóticos, así como la pérdida de peso del maíz almacenado independientemente del clima o la altitud. Sin embargo, persisten importantes obstáculos para la adopción efectiva de las tecnologías. En el caso de los silos metálicos herméticos, se determinó que a pesar de la existencia de una estricta norma nacional para su construcción en México, los silos en ocasiones no cumplían con el estándar nacional y debían readaptarse para asegurar la hermeticidad. Y, como lo demostró el ejemplo de Zacaultipán, un procesamiento deficiente previo al almacenamiento del grano puede comprometer la efectividad de las tecnologías de almacenamiento hermético.
Los investigadores del CIMMYT probaron múltiples tecnologías de almacenamiento para determinar cuáles son las más efectivas para evitar pérdidas poscosecha. (Foto: CIMMYT)
Durante el transcurso de la realización del experimento, los investigadores descubrieron otros desafíos. En México, como suele suceder entre los pequeños agricultores a nivel mundial, las mujeres están en gran parte a cargo de las actividades poscosecha. “Pero nos dimos cuenta de que eran en gran parte hombres los que se presentaban a las capacitaciones”, dijo Odjo. Los investigadores tuvieron que pensar en estrategias, desde ser más cuidadosos con los horarios de las reuniones hasta obtener el apoyo de mujeres líderes locales, para asegurarse de que las capacitaciones llegaran a las mujeres que realmente realizan este trabajo.
Como señaló Odjo, resolver este tipo de desafíos de implementación y promoción, desde asegurar una capacitación adecuada y familiaridad con las tecnologías, hasta alentar a los socios del sector público y privado a hacer que las tecnologías sean más accesibles, es el siguiente paso del proyecto. “La parte menos compleja de este trabajo es la parte técnica”, dijo. «Nuestro trabajo en el CIMMYT es llevar estas innovaciones a los agricultores… Necesitamos involucrar a todos los actores relevantes en el juego».
El proyecto se llevó a cabo en asociación con el gobierno mexicano a través de MasAgro y recibió financiamiento del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE). Su implementación involucró la colaboración con decenas de socios locales en todo México y se llevó a cabo en respuesta a las sugerencias de los pequeños agricultores.
San Martín Tilcajete, Oax.- El manejo poscosecha hace referencia a las opciones de almacenamiento que se tienen para el grano cosechado, evitando al máximo las pérdidas por plagas como el gorgojo. Dado que en el quehacer cotidiano de los productores estas opciones suelen ser limitadas (básicamente son los silos metálicos herméticos y las pastillas de fosfuro de aluminio), el Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores en Oaxaca, evalúan y difunden los resultados de otras opciones que disminuyen las pérdidas de grano.
Como resultado de una capacitación sobre manejo poscosecha realizada en octubre de 2019 se instaló un área de extensión poscosecha con frijol de cosecha nueva. A través del análisis inicial que se realizó se supo que la mayoría de los productores de la localidad (San Martín Tilcajete, Oaxaca) vende casi todo el grano al momento de la cosecha para evitar las pérdidaspor gorgojo, ya que el tiempo que el frijol dura sin picarse es muy corto.
Como parte de la capacitación se almacenaron 40 kilogramos de grano de frijol negro en una bolsa plástica hermética. Durante los cinco meses que se tuvo almacenado el frijol solo se hacía supervisión visual (sin abrir la bolsa) para monitorear los posibles daños. Finalmente, la bolsa fue abierta el 11 de marzo pasado.
Los resultados obtenidos después de cinco meses fueron favorables: los 40 kilos de frijol estaban limpios, sin daño por gorgojo (los gorgojos que quedaron dentro de la bolsa al momento de cribar el grano estaban muertos debido a la ausencia de oxígeno que caracteriza a las tecnologías herméticas poscosecha). Esta tecnología para la conservación de frijol quedó validada para las condiciones ambientales de San Martín Tilcajete.
Esta nueva opción para los productores de la localidad (económicamente accesible y sin riesgos para la salud, ya que no es necesario aplicar ningún plaguicida) les permitirá que puedan almacenar por un tiempo mayor su cosecha, pudiendo vender cuando el precio sea favorable para ellos (o cuando los mercados locales abran nuevamente como en el caso de la actual pandemia), evitando el uso de productos tóxicos para el control de plagas (como el fosfuro de aluminio) y, lo principal, no tener que recomprar grano para su consumo por el hecho de no tener un manejo poscosecha adecuado.
Estas actividades forman parte del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ ―impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)―, si deseas conocer más sobre el proyecto, suscríbete al boletín EnlACe o busca en redes sociales el hashtag #DiversificaNutreVincula. También puedes conocer más sobre manejo poscosecha y tecnologías herméticas buscando el hashtag #ConservaTuCosecha.
Trinidad Zaachila, Oax.- El tereftalato de polietileno, o simplemente PET (por sus siglas en inglés), es el tipo de plástico más usado para envasar bebidas gaseosas. Su importancia como material de envase alimentario se debe a que ha sustituido al vidrio y el policloruro de vinilo (PVC) gracias a su mayor manejabilidad e inocuidad. Es decir, además de ser un material resistente, ligero, barato y reciclable, no conlleva riesgos de contaminar los alimentos.
Por supuesto, es importante reducir el consumo de productos plásticos, así como reutilizar los envases ya existentes. Debido a sus características, las botellas de PET son una alternativa viable para almacenar granos y semillas con buenos resultados, ya que este tipo de recipientes son seguros, prácticos y herméticos como un silo metálico hermético, siempre y cuando no presenten daños que permitan la entrada de aire o plagas a su interior.
Como parte del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ ―impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)―, técnicos de RicinoMex ―colaborador del CIMMYT en Oaxaca― instalaron a inicios de este año un módulo poscosecha en la localidad Santa María Roaló, municipio de Trinidad Zaachila, Oaxaca.
El objetivo del módulo es evaluar distintas tecnologías de almacenamiento de granos básicos (tecnologías herméticas, polvos inertes, etc.). Este tema, que se ha tratado en diversos eventos formativos, ha despertado un gran interés entre las familias productoras de la localidad, ya que las plagas de almacén suelen ser muy agresivas, haciendo que en ocasiones se pierda hasta 40% de las cosechas.
Emplear los recipientes de PET tiene un beneficio adicional: la reutilización de este material plástico permite hacer un uso responsable de este tipo de materiales que, habitualmente, al no ser reutilizados inmediatamente después de su uso original, generan contaminación.
Para darles un uso adecuado como contenedores de semillas, previamente se debe realizar una inspección y verificar que tanto el recipiente como la tapa (esta debe conservar en buen estado —preferentemente— el sello plástico que normalmente tiene) estén en óptimas condiciones para seguir brindando hermeticidad.
Con la instalación de este módulo poscosecha, los productores de Santa María Roaló y de comunidades cercanas logran ver el uso alternativo (en favor de un manejo de granos y semillas adecuado) que puede darse a materiales como las botellas de PET. Con un tratamiento adecuado, este material puede contribuir al resguardo de las semillas nativas de colores que aún se cultivan en la región, por lo que este tipo de módulos cobra mayor importancia.
El manejo poscosecha de granos incluye prácticas de control de plagas, acondicionamiento y almacenamiento. Convencionalmente, el almacenamiento se hace con bolsas de plástico, costales de polietileno y botellas de PET, a los cuales ―una vez llenos de grano― se les suelen aplicar insecticidas como el fosfuro de aluminio o Graneril, un producto económico y efectivo que ―sin embargo― contamina los granos y causa efectos a largo plazo en la salud de los consumidores.
Si hay un almacenamiento inapropiado (mal secado, enfermedades o sobrepoblación de insectos), las pérdidas de la semilla o el grano se aceleran. Las pérdidas poscosecha anuales de maíz, trigo y frijol en México se estiman entre 5 y 25%, pudiendo llegar a ser de hasta de 40% ―e incluso más― para algunas regiones. En la Mixteca Alta de Oaxaca, por ejemplo, las pérdidas poscosecha oscilan entre 40 y 60%, aunque hay casos en los que diferentes plagas de almacén han hecho que se pierda hasta la totalidad de las cosechas.
Para ofrecer alternativas a esta problemática, Fondo para la Paz (FPP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrollan capacidades en comunidades rurales vulnerables de la Mixteca Alta de Oaxaca para que, a través de las tecnologías herméticas, minimicen la pérdida de granos durante el almacenamiento (el silo metálico hermético, la bolsa plástica hermética o las lonas flexibles son ejemplos de estas tecnologías que son altamente eficientes, siempre y cuando se utilicen adecuadamente).
En el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ ―impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT―, en esa región de Oaxaca se han desarrollado diversos ensayos para evaluar distintas tecnologías de almacenamiento poscosecha. Asimismo, en los municipios de San Antonino Monte Verde y Villa de Chilapa de Díaz se ha capacitado a 350 productoras y productores en diversos temas de manejo poscosecha.
La importancia de los ensayos en distintos contextos
De los diferentes ensayos, destaca un análisis de almacenamiento de granos de alverja (Pisum sativum) ―una leguminosa resistente a la incidencia de plagas― que puso de relieve la importancia de las tecnologías herméticas con relación al tiempo y los propósitos del almacenamiento. Los resultados del ensayo mostraron que el peso del grano al inicio y final del periodo de almacenamiento (tres meses) usando costales de polietileno (forma convencional) y silos metálicos herméticos (innovación) fue similar.
Lejos de significar que las tecnologías herméticas no son útiles o necesarias, el ensayo acentuó su importancia en función del tiempo y el tipo de grano que se desee poner a resguardo: a diferencia del maíz, los productores locales cultivan la alverja en bajos volúmenes ―principalmente porque es para autoconsumo―, por lo que el periodo de almacenamiento es mucho menor (de tres a seis meses) en comparación con el que se estima para la comercialización de los granos de maíz (de ocho a nueve meses), cultivo para el que las tecnologías herméticas poscosecha ofrecen amplias ventajas al reducir las pérdidas hasta en 40%.
Cabe mencionar que en el ensayo realizado en costales se pudo encontrar una larva de polilla que ―aunque supone un daño minúsculo para este caso particular― podría llegar a desencadenar afectaciones mayores si se tratara de otro grano o de un periodo de almacenamiento más prolongado, de manera que asegurar la hermeticidad del almacenamiento es primordial.
Este tipo de ensayos permite ofrecer a los productores el contexto para que tomen las mejores decisiones con base en sus necesidades, expectativas y posibilidades, ya que para muchas familias de la Mixteca Alta de Oaxaca un silo metálico hermético ―cuyo precio es de aproximadamente $2,000― representa un gasto considerable, pero también amplias posibilidades para el almacenamiento y la comercialización de sus excedentes.
Una serie de coincidencias llevó a Sylvanus Odjo a estudiar agronomía. Fue solo después de terminar sus estudios superiores que supo que su nombre significa ‘de los bosques y campos’ en latín.
Estimulado por la curiosidad sobre el mundo natural, pasó varios años trabajando en el Instituto Nacional de Agricultura en su natal Benín, antes de obtener su posgrado en Bélgica, donde desarrolló su interés en la investigación de cereales.
«Obviamente, en ese momento, sabía sobre los centros del CGIAR y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo», explica. «Si estás trabajando en maíz, sabrás sobre el CIMMYT».
Se unió a la organización como investigador postdoctoral en 2017 y actualmente trabaja como especialista en poscosecha. Odjo coordina una red de plataformas que evalúa y valida posibles soluciones y las transfiere a los agricultores de México y América Latina.
«Todos los proyectos en los que estoy trabajando actualmente tienen el mismo objetivo: encontrar formas de evitar y reducir las pérdidas posteriores a la cosecha». Estas, estima Odjo, pueden alcanzar el 40% en algunas partes de México, con consecuencias dramáticas para los pequeños agricultores cuya seguridad alimentaria está directamente relacionada con la cantidad de grano que tienen. Además de ser los más propensos a verse afectados por los efectos del cambio climático.
«Mucha gente piensa que la poscosecha solo significa almacenamiento», señala, «pero en realidad abarca todo, desde el momento de la cosecha e incluye procesos como el secado, el descascarado, las actividades técnicas y las actividades económicas».
Odjo, especialista en secado, ahora trabaja en todo el sistema de poscosecha. Hay dos componentes centrales en su trabajo. El primero consiste en probar tecnologías de poscosecha para desarrollar recomendaciones para los agricultores, realizar ensayos bajo condiciones controladas en las estaciones de investigación del CIMMYT y con colaboradores locales en todo México y evaluar cómo funcionan las tecnologías de secado y almacenamiento bajo diferentes condiciones. El segundo, y quizás el más desafiante, es promover los éxitos, como las bolsas herméticas de almacenamiento de granos y proporcionar capacitación sobre cómo usarlas adecuadamente.
«Vemos muchas publicaciones que coinciden en que necesitamos promover las tecnologías herméticas, lo cual es cierto». La pregunta, comenta Odjo, es cómo hacerlo. “¿Cómo podemos lograr que una solución esté disponible para los agricultores? Y una vez que eso ha sucedido, ¿cómo podemos convencerlos de que la usen? Esas son grandes preguntas que la gente hacía hace 50 años, pero todavía se están discutiendo en la actualidad».
Odjo demuestra el uso de un medidor portátil de humedad de granos en Comitán de Domínguez, Chiapas, México. (Foto: Juan Carlos Reynoso)
Encontrando respuestas a las grandes preguntas
«Las posibles soluciones suenan muy simples, pero cuando realmente intentas implementar estas cosas puede ser muy complejo».
Odjo puede obtener una lista de intervenciones poscosecha que parecen sencillas en un inicio, pero fallan al momento de la implementación. Se les puede indicar a los agricultores que cosechen sus granos en un momento especifico, lo que puede resultar en un conflicto con el momento de una ceremonia tradicional importante y que no puede programarse de nuevo. En otros lugares, se les puede alentar a evitar la reducción de los niveles de humedad mediante la compra de una secadora, pero carecen de los recursos para hacerlo.
Gran parte del trabajo de Odjo implica realizar investigaciones sobre el proceso de transferencia de tecnología y la ampliación de las tecnologías de poscosecha, trabajando con una serie de proyectos en México para encontrar las formas más eficientes de capacitar a los agricultores y proporcionarles las herramientas que necesitan para utilizar prácticas mejoradas y tecnologías.
«Lo que estamos buscando es la tecnología adecuada para cada agricultor», explica. «Porque las condiciones en las tierras altas de Guanajuato no son las mismas que en la costa de Yucatán, o en cualquiera de los otros lugares en los que trabajamos». Se ha demostrado que la tecnología hermética es efectiva en la mayoría de las condiciones, pero la elección de usar silos herméticos, bolsas herméticas o un contenedor de almacenamiento depende en última instancia de las preferencias de los agricultores y las condiciones específicas en su área. “Notamos, por ejemplo, que en las tierras altas las plagas tienden a representar una amenaza menor para el grano almacenado, por lo que debemos usar una estrategia diferente a la que usaríamos al nivel del mar, donde la humedad puede aumentar significativamente el riesgo de que el grano se contamine.»
Odjo y su equipo también han señalado que, en México, aunque muchas actividades posteriores a la cosecha, como el descascarado, son dirigidas por mujeres, es más probable que los hombres asistan a capacitaciones agrícolas, lo que dificulta que se cumplan los objetivos demográficos. «El género se ha convertido en un parámetro clave que debemos tener en cuenta, por lo que estamos trabajando con un excelente especialista en género en el CIMMYT para encontrar formas de asegurar la transferencia de conocimientos y tecnologías de manera eficiente».
Si bien puede ser un desafío coordinar con tantas partes interesadas diferentes, cada una con sus prioridades e intereses distintos, Odjo insiste en que la investigación poscosecha solo puede tener éxito cuando es totalmente interdisciplinaria y colaborativa. Aunque los agricultores son su audiencia principal, él y su equipo se aseguran de trabajar con agentes de extensión, actores gubernamentales, investigadores y profesionales del desarrollo para encontrar soluciones. «No puedo hacer nada solo, así que estoy abierto a la colaboración», agrega. «Siempre necesitamos ideas frescas».
«Mucha gente piensa que la poscosecha solo significa almacenamiento, pero en realidad abarca todo desde el momento de la cosecha e incluye procesos como el secado, el descascarado, las actividades técnicas y económicas», explica Odjo. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Compartiendo conocimiento en 140 caracteres
Hasta hace muy poco, Odjo no estaba convencido de unirse a Twitter porque sentía que no tenía nada que compartir. Fue solo cuando sus colegas lo alentaron a usar las redes sociales como una plataforma para discutir temas de poscosecha cuando descubrió que la aplicación es una forma efectiva de compartir recomendaciones directamente con los agricultores y los proveedores de servicios agrícolas. “Uno de mis profesores solía decir que puedes entender algo si eres capaz de explicárselo a un niño pequeño. Si no tienes éxito, significa que no lo has entendido.»
«Eso se ha convertido en una parte de mi trabajo que realmente disfruto: descubrir cómo compartir investigaciones y resultados con diferentes audiencias de una manera simple».
Su presencia en las redes sociales también ha resultado útil para conectarse con investigadores a nivel mundial. A fines de 2019, investigadores en Laos interesados en aprender sobre las tecnologías de poscosecha se comunicaron con Odjo, quien pudo hacer arreglos para que sus colegas viajaran al país y compartieran prácticas desarrolladas con agentes de extensión locales y herreros en México. ¿Y sabes cómo me encontraron? A través de mi cuenta de Twitter«.
En el futuro, Odjo espera extender el alcance de sus actividades más allá de América Latina y llevar a cabo un mayor intercambio de conocimientos en todo el mundo. «En la investigación, mucha gente está trabajando en los mismos temas, pero no siempre compartimos la información. Yo estoy abierto a compartir mi experiencia, porque estoy seguro de que puedo aprender mucho de otros, lo cual será útil para mi trabajo».
Kenia, en particular, se destaca como un estudio de caso del que Odjo puede aprender, donde hay una alta incidencia de aflatoxinas en el maíz, una fuerte intervención del gobierno y una feroz competencia en el mercado entre los proveedores de bolsas herméticas permitiendo el escalamiento exitoso de las tecnologías poscosecha. “Sería genial poder analizar su proceso de escalamiento y aprender de él. No para replicarlo por completo, porque obviamente las condiciones no son las mismas, pero sin duda habrá lecciones que podemos tomar y aplicar aquí en México y América Latina».