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Conservando su maíz también han conservado su cultura

Tanto Esteban Jiménez Cervantes como su esposa Lidia María González Hernández tratan de cambiar el panorama del maíz en México, sembrando maíces nativos, o criollos, como base de la nutrición de las comunidades y como elemento fundamental de la identidad cultural. 

Por años en Santa María Teopoxco, un municipio de la Sierra Mazateca donde la población habla náhuatl, se han sembrado maíces nativos de diversos colores: blanco, rosa, rojo y amarillo, aunque más para el auto consumo y de la manera tradicional, sin incluir un manejo poscosecha que evite pérdidas.

“Si vemos que nos sobra algo lo vende uno, aunque no da resultado el precio en comparación con lo que se gasta en el campo”, comentan los productores quienes, por kilo de maíz, reciben ocho pesos.

Para Alejandrina García Dávila, quien a través proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —asesora a productores en esta zona, Esteban y Lidia han sido los más receptivos a aplicar las innovaciones tecnológicas en el campo.

A través del diálogo, Alejandrina les ha compartido muchos conocimientos, entre ellos cortar la mazorca cuando el maíz alcanzó su madurez fisiológica, para después cuidar un proceso de secado que, por las condiciones de humedad en la zona, puede durar hasta dos meses.

Convencionalmente el almacenaje implica guardar el grano en un coscomate, un granero pequeño que se construye con una estructura de tiras de madera y techo de palma o láminas, conocida también como troje.

El problema recurrente con esta forma de almacenar el grano, comentan los productores, es que los excedentes “se picaban” o se llenaban de gorgojos, lo que los llevó a buscar una forma que evitará las pérdidas. 

Así, un primer cambio que Esteban y Lidia debieron hacer es guardar el grano seco y limpio en bolsas herméticas que evitan que requieran utilizar productos químicos “que pueden afectar después la calidad del grano”. Al comprobar la efectividad de las tecnologías herméticas decidieron guardar su maíz en un silo metálico hermético.

Para Lidia y Esteban la implementación de estas innovaciones ha representado además una forma de conservar su identidad cultural basada en las distintas variedades de los maíces nativos que cultivan. Además, la implementación de un mejor manejo de su cosecha reduce las dificultades que en sí representan para Lidia trabajar en el campo, de donde muchas veces no veía retribuido su esfuerzo.

“Es difícil trabajar en el campo y a veces no sale”, pero ahora que cuentan con asesoría ese panorama va cambiando: “Ahorita más o menos, pues, guardamos el maíz, ya no se pudre” y tienen más tiempo para poder consumirlo.

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Así se produce el whisky hecho con maíces nativos de Oaxaca

Jonathan Hernández, representante de Ricinomex, y Rausel Ovando, del Hub Pacífico Sur del CIMMYT en las instalaciones de Ricinomex. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Cuando a los 15 años Ángel Chonteco Márquez se convirtió en productor, no imaginó que el maíz podría tener otros usos, además de ser la materia prima para las tortillas, la base de la alimentación de las familias de La Pe y el resto de municipios oaxaqueños.

Mediante el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —, hoy, los maíces nativos que Ángel cosecha tienen como fin último la destilación. 

Carlos Galván García, técnico de Ricinomex y colaborador del CIMMYT, comenta que el proceso de asociatividad se liga a compras consolidadas a un precio por arriba del mercado local: “Los productores podrán comercializar en grupo, con un precio estable y sin tanta variación, tendrán un mercado seguro”, como ya lo tienen tres mil productores de Valles Centrales que venden su maíz a Ricinomex, biorefinería que se encarga de la destilación.

El whisky que se produzca con el maíz criollo cosechado en La Pe, Ejutla, tiene miras de exportación: “Este producto también se va a comercializar fuera de México, en Estados Unidos, e irá creciendo año con año para abastecer el mercado de whisky”, afirma Carlos Galván.

De entre las prácticas y tecnologías promovidas por el proyecto se encuentran los silos metálicos herméticos y otras soluciones poscosecha. Gracias a estas opciones el maíz puede ser almacenado antes de ser comercializado, conservando su calidad sin necesidad de usar agroquímicos. 

El señor Ángel Chonteco, quien también funge como Comisariado de Bienes Comunales, cuenta con tres silos metálicos herméticos que le permiten conservar su cosecha, minimizando las pérdidas por plagas de almacén porque, cuando el maíz recién cosechado solo se guarda en bolsas o costales carentes de hermeticidad, las posibilidades de pérdida aumentan notablemente. 

Comercializar el maíz que ahora sabe “no solo es para tortillas, si no para otras cosas más”, significa para Ángel un bienestar familiar, ya que aparte de cosechar para el autoconsumo, “va a salir para la economía de nosotros”, comenta el productor. 

En Ricinomex trabajamos con productores en más de 60 comunidades de Valles Centrales de Oaxaca. Nosotros les brindamos capacitación sobre las tecnologías que promueve el CIMMYT para que ellos hagan un mejor aprovechamiento de sus tierras. Nosotros les compramos toda su producción de higuerilla y, actualmente, con este nuevo producto que es el whisky, también el maíz criollo oaxaqueño”, refiere Jonathan Hernández Díaz, representante de Ricinomex. 

La diversificación comercial de Ricinomex, junto con el proyecto de diversificación de cultivos y vinculación a mercados de Walmart y el CIMMYT están impactando favorablemente en la región: “Nos dimos cuenta de que la mayoría de nuestros agricultores siembran la higuerilla intercalada con maíz, frijol o calabaza. Y fue por la broma de un productor que surgió la idea de convertir un maíz criollo en una bebida. Así lanzamos Deidades, que es un whisky 100% hecho con maíces nativos de los Valles Centrales de Oaxaca”, enfatiza el representante de Ricinomex.

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Buenas prácticas poscosecha, aliadas en la prevención del cáncer

El técnico Omar Sánchez verificando el contenido de humedad del maíz, en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
El técnico Omar Sánchez verificando el contenido de humedad del maíz, en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

El hepatocarcinoma, el tipo más frecuente de cáncer de hígado, representa la tercera causa de muerte por cáncer en México (Revista Médica del IMSS, 2018), donde se ha observado un incremento en la incidencia de esta patología desde hace varias décadas. 

Si bien este tipo de cáncer comúnmente está asociado a la cirrosis y la hepatitis, otros factores de riesgo incluyen toxicidad por hierro, algunos trastornos metabólicos y exposición a aflatoxinas, que son un tipo de sustancias producidas por ciertos hongos en cultivos como el maíz, el cacahuate, la semilla de algodón y los frutos secos.

La Asociación Mexicana de Lucha contra el Cáncer, de hecho, considera que uno de los factores que aumentan el riesgo de padecer cáncer primario de hígado es la exposición a aflatoxinas, mismas que describe como venenos producidos por mohos que crecen en cultivos mal almacenados. 

De acuerdo con un estudio reciente del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), las estrategias previas y posteriores a la cosecha pueden ayudar a mitigar la contaminación de los granos. Las alternativas que este Centro brinda para un adecuado almacenamiento son particularmente relevantes porque se ha encontrado que el maíz cultivado en México y Centroamérica presenta niveles de micotoxinas hasta 380 veces más altos que los niveles máximos establecidos.

En México, refiere el estudio, el maíz está contaminado principalmente por micotoxinas pertenecientes a los grupos de aflatoxinas y fumonisinas, producidos por los hongos Aspergillus y Fusarium, respectivamente, las cuales son motivo de preocupación para la salud pública. 

El estudio revisa las distintas estrategias de gestión de aflatoxinas y fumonisinas, desde el uso de variedades tolerantes de maíz, buenas prácticas de cultivo, control biológico de plagas y enfermedades, estrategias posteriores a la cosecha y los efectos del procesamiento de granos en la reducción de micotoxinas (incluida la cocción, el tostado, la elaboración de palomitas de maíz y la nixtamalización). 

La información presentada por los investigadores hace evidente la importancia de buenas prácticas poscosecha, tales como el secado óptimo; la clasificación de granos (práctica que tiene el potencial de reducir los niveles de aflatoxinas y fumonisinas en un 40-95%); el uso de agentes acondicionadores, la gestión de la calidad de los granos, las tecnologías de almacenamiento hermético y la optimización de las condiciones de almacenamiento.

En un contexto donde el riesgo de exposición a las micotoxinas es alto y donde la aplicación de métodos para tratar los granos contaminados es limitada, es importante difundir tecnologías como la nixtamalización, prácticas simples como la limpieza de granos y el uso de tecnologías herméticas como parte de una salud pública integral. 

Desde el CIMMYT se promueven campañas como #ConservaTuCosecha que brinda a la sociedad recomendaciones sencillas y prácticas para el adecuado almacenamiento de granos. Además, se continua con investigaciones como la descrita en beneficio de toda la sociedad. Te invitamos a leer el artículo completo en:

Odjo, S., Alakonya, A. E., Rosales-Nolasco, A., Molina, A. L., Muñoz, C., & Palacios-Rojas, N. (2022). Occurrence and postharvest strategies to help mitigate aflatoxins and fumonisins in maize and their co-exposure to consumers in Mexico and Central America. Food Control, 108968. https://doi.org/10.1016/j.foodcont.2022.108968

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Tecnologías herméticas mejoran las posibilidades de comercialización

Viliulfo Vásquez Mendoza es un productor del municipio de Trinidad, Zaachila, a 16 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Hace 15 años una sequía prolongada le hizo perder sus tres ciclos de cultivos de maíz y calabaza, haciéndole pensar en dejar de sembrar y “tomar un oficio”, porque la precariedad familiar le impidió una formación académica profesional. 

“Ni para aprovechar el zacate”, recuerda el productor cuyo panorama familiar cambió desde que empezó a diversificar cultivos y almacenar el grano en silos metálicos herméticos para esperar a venderlos cuando el precio por kilogramo fuera bueno.

Los gorgojos y las ratas mermaban la mitad de la cosecha y en estos silos el maíz puede durar hasta dos años”, dice satisfecho Viliulfo, quien aceptó la asesoría de los técnicos del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

La colaboradora del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, Clara Santos Rodríguez, destaca la emoción que al productor le significó comenzar a diversificar cultivos porque plantas como la crotalaria, por ejemplo, ayudan a fijar nitrógeno al suelo y al mismo tiempo puede servir como alimento para el ganado.

Para incrementar la producción de forraje, en el reciente ciclo Viliulfo empezó a sembrar maíz híbrido, pero al ver cómo se desarrolló definió que tendrá un doble propósito: aprovechará el grano de la mazorca y el resto de la planta para alimentar a sus animales de traspatio.

En una sola parcela Viliulfo logra producir varios cultivos: maíz, crotalaria, jamaica y tres variedades de calabaza. “La semilla de calabaza la toma como un ingreso extra y el fruto lo aprovecha para alimentación de su ganado. Aquí se están diversificando muy bien los cultivos que tienen propósitos bien establecidos”, explica Clara Santos. 

Viliulfo cuenta que por necesidad se volvió productor a los 18 años en una familia donde fue el séptimo de ocho hijos y el primer hijo hombre después de seis hijas. Sonia López Cruz, la esposa de Viliulfo, también es productora. Lo es desde que se casaron hace 19 años.

Hasta ahora, ni Viliulfo ni Sonia habían recibido alguna asesoría técnica. La que recibieron como parte del proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT les permitió cambiar la idea de que sembrar maíz “ya no es redituable, más con el fertilizante caro y la maquinaria igual”.

Buscar la forma de adquirir un primer silo para almacenar su maíz llevó a Viliulfo a encontrar a la colaboradora del CIMMYT, Clara Santos, quien facilitó que ahora tenga cuatro silos que en conjunto le permiten almacenar más de tres toneladas y media. Esto le permite tener maíz todo el año y venderlo en el mercado local cuando el precio mejora.

Ahora, una vez que con el proyecto ha visto la posibilidad de seleccionar semilla y duplicar el volumen de producción con maíz híbrido amarillo, Viliulfo dice que “quisiera poder almacenar cinco o seis toneladas”, además de contar con nuevos silos para almacenar los 200 kilos de semilla de calabaza que tiene en costales.

Con buena producción de granos Sonia López Cruz considera que la inversión que hicieron fue buena: “Si nos resultó, porque el producto no se desperdicia, no se echa a perder, se conserva libre de gorgojos y con las ratas mermaba mucho, el recurso ya no llegaba como era. Lo guardamos y buscamos cuando el producto tenga un mejor precio porque se le invierte mucho. No resulta venderlo muy barato”.

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Limpieza de granos, clave para reducir pérdidas

Las pérdidas poscosecha constituyen uno de los grandes retos que enfrentan los productores de México. De acuerdo con las estimaciones de la FAO, cada año se pierde más de un tercio de las cosechas debido a un mal manejo del grano y por las plagas poscosecha. 

Las tecnologías herméticas minimizan las pérdidas cuantitativas y cualitativas de granos y semillas. El buen uso de estas tecnologías incluye el almacenamiento de grano seco (humedad menor a 14%), fresco, sano y limpio que se obtiene a través de la limpieza y el cribado.

En el sistema poscosecha de los productores de pequeña escala es frecuente que el grano venga desde el campo con infestaciones de plagas o también con residuos de cosecha —pedazos de olote, tamo, hojas y tallos—, material extraño —semilla silvestre, otras plantas, tierra, piedras, etcétera—, o que los granos vengan quebrados. 

Al remover esas impurezas, que son foco de infestaciones, la limpieza contribuye a reducir el desarrollo de plagas y las mermas de granos durante el almacenamiento. Además, al eliminar los granos contaminados la limpieza también reduce la presencia de micotoxinas. La falta de limpieza del grano está asociada con una baja eficacia de los métodos de control de plagas.

Los agricultores generalmente limpian su grano de forma manual usando el viento para un pre limpiado —así eliminan el material ligero, seco o voluminoso— y para una limpieza más rigurosa una zaranda con malla, que puede medir entre 2 y 5 milímetros (0.8 a 2 pulgadas) dependiendo del tipo y tamaño de grano. 

La limpieza en el sector rural es una práctica que a menudo no es remunerada porque se realiza por los integrantes de la familia —especialmente mujeres y niños—, así que frecuentemente estos costos no se reconocen en el sistema de producción, siendo actividades extras a los quehaceres domésticos que pueden contabilizarse en tiempo por 3.6 horas por tonelada de maíz, así que suele ser una actividad dura y agotadora. 

Ya que la limpieza es una actividad importante para toda la cadena de valor de los cultivos de granos básicos —para productores, consumidores, transformadores—, se requiere encontrar opciones fáciles y accesibles para realizar esta actividad. En este sentido, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) busca opciones de mecanización que faciliten la operación de limpieza para favorecer la calidad de los granos y así los productores obtengan mayor ganancia por el precio de venta durante la comercialización. 

En Guanajuato, por ejemplo, a través de los puntos de maquinaria especializados en servicios poscosecha —implementados en colaboración con la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) que impulsa con el CIMMYT el programa MasAgro Guanajuato—, técnicos y productores han conformado centrales de servicios de limpieza con maquinaria (cribadora-seleccionadora, bazuca y cocedora de costales) para obtener granos limpios y seleccionados por tamaños. 

Con esta iniciativa se busca apoyar a pequeños productores —que siembran entre 2 y 3 hectáreas— de frijol y maíces nativos e híbridos. De forma específica se busca que los productores puedan limpiar y clasificar su grano por tamaño de manera más eficiente, así como facilitar la interacción con programas gubernamentales y empresas transformadoras locales para propiciar un mayor ingreso económico por la venta de granos sanos.

Estos puntos de maquinaria especializados se encuentran en zonas estratégicas del estado, donde la cribadora-seleccionadora, bazuca y cocedora de costales se entrega a productores en comodato para que ofrezcan el servicio a precios accesibles ($200 por tonelada de maíz y $10 por costal de frijol) —esto incluye los jornales que hacen la limpieza y encostalan—. Con estos ingresos los productores dan mantenimiento a la maquinaria y eventualmente pueden capitalizarse y adquirir su propia maquinaria. 

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El efecto de las tecnologías de almacenamiento en la calidad del grano

Independientemente de los métodos o tecnologías de almacenamiento de granos que usen, regularmente las familias productoras seleccionan cuidadosamente el grano que consumen, eligiendo aquel sin daño aparente, es decir, el mejor grano en función de aspectos visuales, descartando aquellos con daños visibles de insectos, hongos o roedores.

Se sabe que las tecnologías de almacenamiento tienen efectos sobre la viabilidad de las semillas o los atributos de calidad visibles, pero, más allá de estos, ¿podrían las tecnologías de almacenamiento tener efectos sobre aquellas cualidades que no se ven, pero que influyen directamente en su calidad y propiedades nutricionales?

Para responder a esta pregunta, durante dos años un grupo de científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) realizó experimentos de almacenamiento en seis sitios con distintas condiciones agroclimáticas, analizando muestras de grano que había sido almacenado ―sin daño aparente― con diferentes tecnologías de almacenamiento. 

Las tecnologías de almacenamiento comparadas fueron las que convencionalmente usan los productores —costal de polipropileno y costal de polipropileno con una pastilla de fosfuro de aluminio por cada 50 kg— y las siguientes innovaciones de almacenamiento: 

  • Tecnologías herméticas: silos metálicos herméticos, bolsa plástica hermética con sistema de amarre y bolsa hermética con sistema de cierre tipo zipper.
  • Polvos inertes: cal estándar y cal micronizada combinadas con costales de polipropileno.
  • Tecnologías herméticas alternativas: botellas y garrafones de plástico (PET) y bolsas de plástico para ensilaje.

Después de seis meses de almacenamiento se recogieron muestras, libres de plagas, provenientes de Texcoco, Estado de México; San Juan Cotzocón, San Pedro Pochutla y Santo Domingo Yanhuitlán, Oaxaca; Zacualtipán de Ángeles, Hidalgo; y Peto, Yucatán ―sitios que van de los 36 a los 2,282 metros sobre el nivel del mar (msnm) y de condiciones templadas a sabanas tropicales y tropicales húmedas―. 

Las muestras fueron analizadas en el Laboratorio de Calidad de Maíz “Evangelina Villegas” del CIMMYT, en Texcoco, Estado de México, para determinar, entre otros aspectos, la composición del grano, algunos parámetros fisicoquímicos, densidad, color y germinación. En este sentido, se trata del primer estudio que recopila datos sobre la pérdida de calidad de grano y semilla de maíz en diferentes agroecosistemas mexicanos para prácticas de almacenamiento.

El doctor Sylvanus Odjo, investigador del CIMMYT, comenta que el estudio muestra cómo “las tecnologías de almacenamiento asociadas con la pérdida poscosecha —como el costal de polipropileno— también pueden reducir la calidad de los granos aparentemente intactos almacenados en las mismas condiciones, aumentando la acidez de las grasas y el índice de flotación y reduciendo la densidad del grano y la capacidad de germinación de las semillas”. 

El índice de flotación es un parámetro indirecto de la dureza del grano y se utiliza en México como indicador de la calidad de la nixtamalización. Así, las muestras con un alto índice de flotación tienden a tener rendimientos de tortilla más bajos. Por su parte, la acidez de las grasas refleja cambios bioquímicos durante el almacenamiento y su aumento indica hidrólisis de triglicéridos ―proceso asociado al enranciamiento de ciertos alimentos― como resultado de malas condiciones de almacenamiento. 

De acuerdo con el estudio, los costales de polipropileno con o sin insecticida o cal dieron como resultado una pérdida de hasta el 95% de la germinación de las semillas ―particularmente por debajo de los 500 msnm―, así como una reducción de la calidad del grano. Por el contrario, las tecnologías herméticas —incluidos las botellas de plástico recicladas— mantuvieron la calidad de la semilla y minimizaron las pérdidas de calidad del grano, independientemente de las condiciones de almacenamiento. 

Este estudio aporta evidencia adicional de la efectividad de las tecnologías de almacenamiento hermético para minimizar las pérdidas cuantitativas y cualitativas en los sistemas agrícolas de productores de pequeña escala. Te invitamos a leerlo completo en:

Odjo, S., Palacios, N., Burgueño, J., Corrado, M., Ortner, T., & Verhulst, N. (2022). Hermetic storage technologies preserve maize seed quality and minimize grain quality loss in smallholder farming systems in Mexico. Journal of Stored Products Research96, 101954.

https://doi.org/10.1016/j.jspr.2022.101954

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La colaboración con actores locales es clave para promover buenas prácticas poscosecha durante la pandemia de COVID-19

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) tiene como misión mejorar la vida de las personas en los países en vías de desarrollo a través de la ciencia aplicada a los sistemas agroalimentarios de maíz y trigo, esto incluye promover buenas prácticas poscosecha para reducir la merma de granos. Durante el periodo de almacenamiento de los granos, las pérdidas poscosecha alcanzan el 60% en las tierras bajas en México.

El CIMMYT, a través de los nodos de innovación en México y con un enfoque de pensamiento de diseño, busca responder a las necesidades de los agricultores promoviendo buenas prácticas poscosecha. En las comunidades rurales en las que se ha identificado —a través de un diagnóstico comunitario— que las pérdidas poscosecha son un problema crítico, se promovieron soluciones a través de la implementación de módulos y áreas de extensión utilizando prototipos y comparando las prácticas convencionales de los agricultores con al menos una innovación elegida por ellos. Este trabajo se hace en conjunto con la red de colaboradores locales del CIMMYT.

Granos con daños por hongos en costales de polipropileno, una de las tecnologías más usadas en México. (Foto: CIMMYT)
Granos con daños por hongos en costales de polipropileno, una de las tecnologías más usadas en México. (Foto: CIMMYT)

La red de actores en la poscosecha del CIMMYT —perteneciente a la red de colaboradores locales— es muy diversa y cuenta con técnicos; despachos de técnicos, como el despacho de Servicios Integrales de Asesoría Externa Profesional en Chiapas; organizaciones de productores, como los Citricultores Tihuatecos Asociados, SC de RL de CV en Veracruz; agencias desarrollo local, como el Fondo para la Paz en Oaxaca; instituciones educativas, como el Tecnológico de Monterrey, y de investigación, como el INIFAP; empresas privadas, como Ricinomex en Oaxaca; y proveedores de tecnologías, especialmente proveedores de tecnologías poscosecha como GrainPro o TIMS, un proveedor de silos metálicos herméticos.

El CIMMYT colabora también con programas de desarrollo rural a nivel de municipio, estado y federal. La alianza con estos actores es importante ya que se basa en las áreas de intervención y cuentan con un conocimiento amplio de las condiciones locales. La ejecución y motivación de estos objetivos ha sido posible gracias a la gestión y esfuerzos realizados de manera regional por cada nodo de innovación. Esta vinculación está jugando un rol clave en la promoción de las buenas prácticas poscosecha, particularmente durante la pandemia del COVID-19.

Las medidas que se han tomado durante la pandemia —como las restricciones de movilidad— han impactado directamente a los pequeños productores y han complicado el seguimiento de las comunidades rurales, especialmente de aquellas en áreas remotas.

Los agricultores generalmente tienen una necesidad urgente de apoyo técnico en algunas actividades clave del sistema poscosecha, por ejemplo, para evitar pérdidas durante la cosecha o justo antes del almacenamiento. La red de colaboradores locales del CIMMYT ayuda a limitar estos efectos. Como viven cerca de los productores, los colaboradores realizan el seguimiento respectando las medidas sanitarias, lo cual permite la continuidad de la difusión de las tecnologías poscosecha como las tecnologías herméticas o la aplicación del método del sol y de la sal para medir la humedad del grano.

Demostración del método de la sal en Tlaquiltenango, Morelos. (Foto: CIMMYT)
Demostración del método de la sal en Tlaquiltenango, Morelos. (Foto: CIMMYT)

Una de las consecuencias de la crisis del COVID-19 es la disrupción de la cadena de suministro de tecnologías poscosecha. Los colaboradores participan en esta cadena de suministro beneficiando a agricultores de áreas rurales remotas. Se hace hincapié en los contendores reciclados que se pueden usar herméticamente —incluidos barriles de plástico, botellas de plástico, garrafones de PET— y los polvos inertes a los que se puede acceder de manera local.

Los colaboradores también dan seguimiento a las actividades poscosecha de los agricultores rurales a través de llamadas telefónicas. Sin embargo, no todas las comunidades y agricultores tienen acceso a servicios digitales como un teléfono inteligente o una cobertura de red, y la alfabetización digital sigue siendo un problema importante en algunas zonas rurales. Para superar este problema, sería interesante promover el trabajo en red entre las comunidades rurales enfocándose en líderes comunitarios para facilitar la ayuda mutua entre las comunidades rurales geográficamente cercanas.

Por otro lado, los colaboradores han sido motivados y escuchados a través de eventos en línea como conversatorios, foros y reuniones para comunicar la importancia de su papel en los sistemas de producción tradicional y para encontrar nuevas y eficientes formas de interacción con los agricultores durante la pandemia.

La red de colaboradores locales del CIMMYT ha sido clave para continuar con el acompañamiento técnico a los pequeños productores. Es necesario seguir fortaleciendo esta red desarrollando sus capacidades y manteniendo una vinculación activa para seguir contribuyendo en la minimización de las pérdidas poscosecha.

Evaluación de la calidad de maíz azul conservado con cal micronizada en San José del Rincón, Estado de México. (Foto: CIMMYT)
Evaluación de la calidad de maíz azul conservado con cal micronizada en San José del Rincón, Estado de México. (Foto: CIMMYT)
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Buscan mejorar sus ingresos con grano en buenas condiciones

Atenco, Edo. Méx.- La pérdida de granos por plagas poscosecha es una las diversas problemáticas que año con año enfrentan los productores del Estado de México. El gorgojo, el barrenador, la palomilla y diversos hongos que se desarrollan en los granos almacenados generan pérdidas que van desde el 10 al 40% del total de la producción. 

Los productores suelen hacer frente a estas plagas con métodos que no siempre dan resultado, tal es el caso del uso de la pastilla de fosfuro de aluminio, la cual ayuda en el control de insectos, pero no detiene el avance de los hongos y, en cambio, modifica las propiedades organolépticas del grano —características físicas que pueden percibir los sentidos, como sabor, textura, olor, etcétera— y representa un potencial riesgo a la salud humana. 

En el municipio de Atenco, en particular, los productores cosechan de diciembre a enero. Las mazorcas se dejan almacenadas para la extracción de hoja para tamal en los meses posteriores y, después, se da el desgrane y almacenamiento del grano en tambos o costales, hecho que deja vulnerable al grano al ataque de plagas como el gorgojo, la palomilla y diversos hongos. El manejo convencional de las plagas de almacén en este municipio es el uso de pastillas de fosfuro de aluminio. 

Debido a esta problemática, productores de Atenco se han acercado a instituciones como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para aprender diversas prácticas o tecnologías que mejoren sus condiciones de producción. En el caso de la poscosecha, el equipo técnico del CIMMYT ha establecido, junto con colaboradores, módulos y áreas de extensión donde los productores conocen de primera mano el manejo de tecnologías como el silo metálico hermético, la bolsa plástica hermética tipo ziploc, y la cal micronizada.

En el módulo Atenco estas tecnologías recientemente fueron comparadas con un tratamiento testigo, es decir, grano almacenado de la forma convencional —se almacenaron 160 kg de grano en un tambo metálico y se uso 1/8 de pastilla de fosfuro de aluminio— en un ensayo que tuvo una duración de cuatro meses, esto es, de marzo a julio del presente año, lapso durante el que se almacenó grano de maíz de la cosecha 2020. 

En julio, cuando se hizo el levantamiento del módulo poscosecha, los productores pudieron constatar los resultados: primeramente, se abrió el tratamiento testigo, encontrando el grano en buenas condiciones y sin daño aparente de insectos, pero con más presencia de granos dañados por hongos. Cabe mencionar que en este tratamiento los productores pudieron observar que no es necesario elevar las concentraciones de los productos, ya que el uso de las dosis adecuadas puede dar buenos resultados, aunque, por supuesto, es preferible optar por alternativas más seguras, como las tecnologías herméticas poscosecha. 

Con las tecnologías herméticas poscosecha —silo metálico hermético y bolsa plástica hermética— el grano almacenado se encontró en muy buenas condiciones de sanidad, sin daño aparente de insectos y daño moderado de hongos. Estas tecnologías son de gran interés ya que el grano no se mezcla con algún producto adicional si no que las plagas se controlan debido a la ausencia de oxígeno, permitiendo que el grano se pueda consumir sin ningún problema. 

Por último, se abrió el tratamiento de grano con cal micronizada en costal de polipropileno. En este tratamiento la cal, que es un polvo inerte molido de manera muy fina, ayuda a eliminar la presencia de insectos y detener el desarrollo de hongos en el grano almacenado. Este método fue el que más llamo el interés de los productores debido a que es una práctica fácil, de bajo costo y accesible para su implementación ya que solo se necesita una dosis de 4 kg de cal micronizada —que en la zona tiene un costo aproximado de $90— por tonelada de grano.

A través de estos módulos poscosecha los productores pueden observar la importancia de conocer los diversos métodos de conservación de grano,  así como la regla básica para almacenarlo, es decir, que el grano debe estar sano, seco, limpio y freso en un lugar igualmente seco y fresco. Esto facilita la implementación de las diversas tecnologías de almacenamiento y mejora las prácticas de conservación de grano en el almacén, lo que se traduce en una mejora de sus ingresos por la venta de grano en buenas condiciones.

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Hambre persiste en un contexto de desperdicio de alimentos

Texcoco, Edo. Méx.- El hambre es un problema real y los efectos de la pandemia por COVID-19 lo han agudizado. Hoy, la hambruna —carencia grave de alimentos que casi siempre afecta un área geográfica grande y cuya consecuencia, generalmente, es la muerte por inanición— es un riesgo latente en más de 20 países y, de hecho, se estima que 34 millones de personas están en serio riesgo de morir de hambre (ONU, 2021).

En México los efectos de la pandemia también se han reflejado en la seguridad alimentaria: antes de la pandemia, el 20% de la población sufría carencia alimentaria y ahora hay un 50% con inseguridad alimentaria grave o severa (Unicef, 2021). 

Al mismo tiempo que esto ocurre, cada año en el mundo un poco más de un tercio de toda la comida producida, esto es aproximadamente 1,300 millones de toneladas, acaba pudriéndose en los botes de basura de los consumidores y minoristas, o estropeándose debido a un transporte y unas prácticas de recolección deficientes —cerca del 14% se pierde entre la cosecha y la venta minorista, 11% se desperdicia en los hogares, 5% en los servicios de comidas y 2% en el comercio al por menor—.

Desperdiciar alimentos tiene efectos negativos en la seguridad alimentaria y contribuye a aumentar el costo de la alimentación, pues también significa desaprovechar todos esos recursos que se emplearon para producirlos: agua, suelos, energía, mano de obra y capital. 

El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre) es una oportunidad para exponer la paradoja de la persistencia del hambre en un mundo donde se desperdician alimentos, pero también para exponer la pertinencia de un conjunto de prácticas y proyectos innovadores que ofrecen soluciones a esta compleja situación. 

La producción sustentable de alimentos junto con esquemas de abastecimiento responsable han demostrado ser una alternativa para sumar esfuerzos en la batalla contra el hambre y el desperdicio de alimentos. Por esta razón, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y las organizaciones con las que impulsa diversas iniciativas promueven prácticas y tecnologías sustentables como las tecnologías herméticas poscosecha, las cuales son una importante herramienta para disminuir la pérdida de alimentos que impacta incluso en el medioambiente global —te recomendamos leer Desperdicio de alimentos impacta en salud y medioambiente—.

Producir sustentablemente beneficia también a toda la cadena de valor. Gracias al interés creciente de algunas empresas que apoyan la producción sustentable, se han promovido relaciones comerciales más sólidas y directas con los agricultores. Desde la siembra, los productores vinculados a estas iniciativas reciben acompañamiento técnico que les permite optimizar sus sistemas de producción y tener mayor certidumbre en la comercialización de sus cosechas. 

La producción sustentable además permite que la sociedad disponga de alimentos sanos, nutritivos y asequibles, por eso es necesario que los consumidores apoyen y demanden alimentos producidos sustentablemente, pero, al mismo tiempo, dándole valor a esa producción; esto es, evitando el desperdicio en sus propias mesas. 

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La poscosecha y el autoconsumo en Guanajuato

Guanajuato.- Poscosecha es el lapso entre la cosecha y el momento en que el grano es consumido, incluyendo las operaciones de recolección, secado, trilla, limpieza, selección, clasificación, almacenamiento y transporte. En México, se estima que en esta etapa las pérdidas de los principales granos y semillas básicos (maíz, trigo y frijol) varían entre 20% y el 50% de la producción total anual, debido a la incidencia de plagas como gorgojos, barrenadores, roedores y hongos.

Si bien en el estado de Guanajuato predomina la agricultura comercial; en algunas regiones del estado hasta el 56% de los productores practican cosecha y desgrane manual, pues un porcentaje de este grano es destinado al autoconsumo. Aunque existen prácticas y tecnologías que contribuyen a minimizar las pérdidas poscosecha, su adopción en el estado ha sido limitada, de ahí la importancia de fomentar la adopción de tecnologías poscosecha, tales como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas que han mostrado una alta efectividad para reducir las pérdidas pososecha.

A través de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se han implementado módulos y áreas de extensión poscosecha —espacios donde los productores pueden ver directamente el funcionamiento y los resultados de las diversas tecnologías—. Gracias a esto, 332 productores de Ocampo, Jerécuaro, Salamanca y otros municipios adoptaron en 2020 tecnologías poscosecha.

El tipo de tecnologías adoptadas fueron principalmente soluciones herméticas poscosecha   —entre las que destacan las bolsas, silos y otros contenedores plásticos que funcionan con el principio de hermeticidad, es decir, donde las plagas mueren debido la ausencia de oxígeno— y los polvos inertes —como la cal micronizada, la tierra de diatomeas y la cal estándar que, al ser aplicadas a los granos, ocasionan lesiones en los insectos plaga, eliminándolos—. Las otras tecnologías poscosecha adoptadas fueron el secado adicional al grano, desgrane eficiente y la aplicación de feromonas para el control de plagas poscosecha.

Derivado del análisis de los datos obtenidos durante el proceso de difusión de tecnologías poscosecha se ha comenzado a trabajar en una actualización de estrategias para cada municipio. Se ha identificado, por ejemplo, que para optimizar los procesos poscosecha es importante evaluar diferentes opciones de maquinaria de limpieza y desgrane. Esto con la finalidad de minimizar las pérdidas poscosecha, reducir costos de operación e incrementar los ingresos.

Cabe mencionar que en los municipios de Coroneo y Jerécuaro se contempla establecer un punto de maquinaria que contará con una desgranadora, un elevador y una cribadora. Con esta maquinaria se buscará fomentar que mayor número de productores adopten tecnologías poscosecha.