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Factores que influyen en el secado del grano

Maíces criollos secados al sol, en Larráinzar, Chiapas (México). (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Maíces criollos secados al sol, en Larráinzar, Chiapas (México). (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

El secado, es decir, el proceso de eliminación de la humedad del grano, es necesario para mantener la calidad de los granos durante el almacenamiento, ya que evita el crecimiento de bacterias, hongos, insectos y ácaros. 

Los granos se secan cuando el agua que contienen se vaporiza. En términos generales se considera que hay dos tipos de agua en el grano: el agua libre y el agua ligada. El agua libre se encuentra en las capas externas del grano y se elimina fácilmente; el agua ligada está unida a la estructura de los granos y es más difícil eliminarla. El proceso de secado permite remover el agua libre y una parte del agua ligada.

Hay distintos métodos de secado. Uno de los más comunes, a nivel industrial, es el secado mediante la aplicación de aire caliente. Sin embargo, para la mayor parte de los productores de pequeña escala es secado al sol el método más comúnmente utilizado. 

Entre los factores más importantes para un buen secado está el contenido inicial de humedad en el grano y la temperatura y la humedad relativa del aire de secado. Estos dos parámetros están relacionados y son determinantes de la velocidad y del tiempo de secado: cuando mayor es la temperatura, más rápida es la evaporación de agua y el secado. Además, a mayor humedad en el aire (alta humedad relativa), el agua en el grano se evapora a menor velocidad.

En otras palabras, para secar granos al sol es preferible elegir un día soleado y evitar los momentos cuando la humedad relativa es alta, como justo después de una lluvia. Un día cálido permite una mejor evaporación del agua, pero si el aire ya contiene mucha humedad (o está saturado de agua) no secará correctamente. En estas circunstancias un aire seco en un día menos soleado es mejor para el secado que un día muy soleado y muy húmedo.

También es importante considerar las características físicas del grano: dos variedades de maíz diferentes (por ejemplo, una dura y otra más suave), con el mismo contenido de humedad inicial y secadas al mismo tiempo, con el mismo aire de secado, no se secarán de la misma manera. Serán necesarios diferentes tiempos de secado para alcanzar la misma humedad final.

Además, la velocidad del aire de secado influye: a mayor velocidad del aire de secado, menos tiempo se necesitará para secar el grano. Esto quiere decir que, para el caso de un secado de granos al sol, lo más conveniente es un día soleado y ventoso, pero no mucho para evitar dispersar los granos. 

Esta información se comparte en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, que promueven el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y Walmart Foundation.

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Aprendizajes que se comparten en comunidad

Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Muchos pequeños agricultores del sur y sureste de México enfrentan numerosas dificultades para lograr una producción suficiente para cubrir las necesidades de consumo de sus familias o lograr algunos excedentes para vender. Lluvias fuera de ciclo, sequías prolongadas, suelos erosionados, altos costos de insumos son algunas de esas dificultades, pero incluso una vez lograda la cosecha los retos continúan y en muchas zonas las pérdidas poscosecha pueden llegar a ser de hasta 40 %. 

Para brindar a estos productores herramientas y conocimientos que les permitan lograr una mejor producción y contribuir a una mayor resiliencia comunitaria, el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— imparte diversos talleres en materia de diversificación de cultivos, almacenamiento adecuado de granos y semillas, asociatividad y otros. 

Tomamos un taller de conservación de semillas para almacenarlas con tecnologías herméticas para que así que no se nos echen a perder por las plagas, y también para mantenerlas de una manera que no nos dañen la salud, porque a lo largo de los años las hemos conservado con productos químicos, y con el paso de los años esos productos nos pueden acarrear alguna enfermedad”, comenta Maximino Mata López, productor de maíz, frijol e higuerilla del municipio de la Pe Ejutla, en Oaxaca, México. 

“Estas capacitaciones nos las han dado dos o tres veces por temporada. Para mí esto es muy bueno y es importante. Esta de cómo almacenar adecuadamente las semillas, por ejemplo, es bueno darlo a conocer y nosotros llevarlo a nuestra localidad para que allá sepan cómo se hace y que se haga bien por el bien de todos, que se riegue más la información”, señala Maximino pensando en un sentido de comunidad.  

“De esta forma en que ahora se van a almacenar las semillas —en silos metálicos herméticos y bolsas plásticas herméticas— va a haber más seguridad de tenerla disponible, también nos va a rendir más ya no se nos va a echar a perder y así más personas, si no tienen semilla, pueden sembrar y así podemos hacer más grande nuestra siembra o el mercado”, comenta Maximino.

Como ejemplo de los diversos aprendizajes que el productor ha obtenido, Maximino señala un cúmulo de residuos agrícolas y comenta: “Esta es la vaina, o el residuo que queda una vez que se le quita el frijol, pero a la vez es fertilizante. Este tipo de abonos los reincorporamos al terreno porque son de gran utilidad. Nos han dicho los ingenieros  que también contiene mucho nitrógeno para el terreno. Lo hemos comprobado porque, por ejemplo, donde se cosecha este año frijol, el siguiente año el maíz se da muy bien y prácticamente sin fertilizante”. 

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Buenas prácticas poscosecha, aprendizajes en Latinoamérica

Productoras y productores de Guatemala identificando los principales daños en los granos de maíz causados por hongos e insectos durante el almacenamiento el 23 de noviembre de 2022. (Foto: CIMMYT)
Productoras y productores de Guatemala identificando los principales daños en los granos de maíz causados por hongos e insectos durante el almacenamiento el 23 de noviembre de 2022. (Foto: CIMMYT)

Guatemala es un país cuya principal actividad económica es la agricultura de autoconsumo; la mayoría son agricultores de pequeña escala en áreas rurales que producen y conservan tradicionalmente maíz y frijol para su alimentación y excedentes para la venta. 

El cultivo de maíz es popular porque es adaptable en las diferentes condiciones agroecológicas del país: desde los climas templados y semifríos hasta los tropicales y subtropicales, lo que hace que también sea considerado como el segundo cultivo con la máxima contribución al Producto Interno Bruto (PIB) nacional agrícola de acuerdo con el Banco de Guatemala (BANGUAT). Sin embargo, los rendimientos son bajos, en promedio, de 0,9 toneladas por hectárea (t/ha) para frijol y 2,1 t/ha para maíz (promedio de maíces blancos y amarillos).

Dado este contexto, se identifica un área de oportunidad para implementar prácticas agrícolas que mejoren y mantengan estable el rendimiento, así como prácticas de poscosecha que ayuden a conservar los granos producidos y su calidad para fortalecer la seguridad alimentaria y promover el desarrollo económico de las comunidades.

En el marco de la iniciativa AgriLAC Resiliente, especialistas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) (ambos centros internacionales del CGIAR), el Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA) y el Centro Universitario de Zacapa (CUNZAC), de Guatemala, colaboraron para impartir un taller sobre manejo poscosecha, buenas prácticas de manufactura y nutrición y alternativas de procesamiento de granos básicos dirigido a productores y técnicos guatemaltecos que forman parte de organizaciones locales del departamento de Zacapa y Chiquimula: ASORECH, ADIPAZ, ASEDECHI y PMA.

Así, el pasado 23 y 24 de noviembre, en las instalaciones del CUNZAC en Guatemala, se desarrollaron sesiones para identificar tanto las principales causas de las pérdidas poscosecha como las diferentes prácticas y tecnologías que contribuyen a reducir las pérdidas durante el proceso de poscosecha de maíz y frijol. Con especial atención en el almacenamiento, los participantes hicieron prácticas relacionadas con el manejo de tecnologías herméticas.

De acuerdo con Manuel Guzmán, del CUNZAC, esta iniciativa es importante para difundir también los conocimientos relacionados con las buenas prácticas de manufactura, mismas que permiten “mejorar la calidad e inocuidad de los productos y procesos productivos y facilitan su acceso a las cadenas de valor, mejorando la competitividad de los productores en los mercados locales y nacionales”.

Finalmente, los especialistas del CIAT y el ICTA abordaron el tema de la nutrición y el procesamiento de los alimentos, la sensibilización sobre los cultivos más nutritivos, estrategias de agregación de valor de productos agrícolas, el procesamiento de harinas a partir de granos de maíz y fríjol más nutritivos y prácticas sobre el uso de granos o harinas de fríjol y maíz en alimentos de alto valor nutricional.

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El papel del secado de grano en el almacenamiento hermético poscosecha

Secado de maíz nativo en plataforma de investigación del CIMMYT en Chiapas, México. (Foto: Gerardo Torres)
Secado de maíz nativo en plataforma de investigación del CIMMYT en Chiapas, México. (Foto: Gerardo Torres)

Con frecuencia se habla de tecnologías herméticas para contrarrestar las pérdidas de granos, pero ¿qué son estas tecnologías herméticas poscosecha y qué papel juega el secado de grano en su funcionamiento?

Un ejemplo de tecnología hermética son los contenedores que se sellan para crear una atmósfera modificada en su interior, es decir, un ambiente sin oxígeno que ayudará por lo tanto a controlar las plagas que pudieran acompañar a los granos al momento de almacenarlos. Dentro de este tipo de tecnología están los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas. 

Las tecnologías herméticas poscosecha funcionan a través del principio de hermeticidad (ausencia de oxigeno), pero para que sean efectivas es importante secar los granos y bajar la humedad a un nivel adecuado para el almacenamiento (13 % por lo menos), ya que los granos con alto contenido de humedad son más vulnerables a plagas como los barrenadores. 

El secado es uno de los pasos más importantes en la poscosecha, ya que determina el contenido de humedad del grano para su almacenamiento. Un buen manejo del secado es importante para asegurar la conservación de los granos a corto y largo plazo. Secar los granos en la casa o en el lugar de almacenamiento, es una mejor opción que secarlos en el campo.

Se sugiere secar los granos y las semillas tan pronto que sea posible después de la cosecha para:

  • Permitir un mayor tiempo de almacenamiento del grano sin pérdidas significativas.
  • Conservar la calidad de la semilla y obtener un mayor porcentaje de germinación en los próximos ciclos.
  • Disminuir el contenido de humedad de los granos a un nivel por debajo del 13% (base húmeda) para evitar ataques de insectos y hongos.

Esta información se comparte en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, que promueven el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y Walmart Foundation.

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La poscosecha y la pérdida de alimentos

“Coscomate”, estructura de almacenamiento empleada en comunidades mixes de Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)
“Coscomate”, estructura de almacenamiento empleada en comunidades mixes de Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)

Paradójicamente, en un mundo donde se pierde alrededor del 14 % de los alimentos producidos y se desperdicia el 17 % de esa producción total mundial, existen actualmente cerca de 811 millones de personas padeciendo hambre.

La pérdida y desperdicio de alimentos es un fenómeno complejo que implica el desaprovechamiento de todos los recursos —agua, tierra, energía, mano de obra y capital— utilizados para su producción. Esto hace urgente la difusión y adopción de medidas y prácticas que permitan reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos. 

La poscosecha es una actividad clave para este propósito, ya que un manejo deficiente en esta etapa pone en riesgo la producción y la calidad de la cosecha que durante meses el agricultor cuido en campo, invirtiendo tiempo y recursos.

Las pérdidas poscosecha en México se estiman en alrededor de 25 % en promedio, pero suelen ser mayores en regiones tropicales dónde la temperatura y la humedad favorecen la proliferación de insectos y hongos, dejando más propensos a los granos almacenados de manera incorrecta. 

Existe una gran diversidad en las prácticas y manejo poscosecha realizado por los productores, dependiendo de la tradición, el conocimiento de alternativas, condiciones ambientales y disponibilidad de tecnologías.

Los sistemas de almacenamiento en las comunidades son diversos y se adaptan de acuerdo con las condiciones socioeconómicas, culturales y geográficas. Entre los sistemas convencionales destaca el uso de costales de polipropileno, generalmente con aplicaciones de productos de síntesis química considerados como altamente tóxicos por la FAO, la Organización Mundial de la SALUD (OMS) o la Red de Acción en Plaguicidas (PAN, por sus siglas en inglés) —entre los que destaca el fosfuro de aluminio—.

Ante esta problemática, la iniciativa Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, ha instalado plataformas de investigación y módulos o áreas de extensión donde se validan y difunden prácticas poscosecha para que los productores de pequeña escala puedan garantizar a sus familias la disponibilidad de grano limpio y saludable. 

En la localidad La Libertad —en San Juan Cotzocón, en Oaxaca, México—, por ejemplo, se instaló un ensayo para demostrar la efectividad de cuatro métodos de almacenamiento: botellas PET, tierra de diatomeas, cal estándar y ceniza de fogón.

Los resultados de esta evaluación, realizada junto con el productor Ramiro Ángel Valencia León, fueron claros: ante la falta de opciones como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas, los recipientes PET pueden ser una excelente alternativa para conservar las característica originales —peso, color, olor, sanidad— del grano almacenado. 

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Paz, seguridad alimentaria y poscosecha

El técnico Omar Francisco Sánchez en un módulo poscosecha en el municipio de Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
El técnico Omar Francisco Sánchez en un módulo poscosecha en el municipio de Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

“No habrá paz en el mundo con los estómagos vacíos”, dijo Norman Borlaug, Premio Nobel de la Paz en 1970 por sus trabajos en mejoramiento de trigo que permitieron salvar la vida de millones de personas que estaban en riesgo por el hambre. 

Hoy, en un mundo que aún no se recupera de los efectos de la pandemia y donde se desarrollan conflictos que afectan la producción y distribución de alimentos, hay cerca de 811 millones de personas padeciendo hambre, cifra que constituye un llamado a la acción local y global en favor de la paz y la seguridad alimentaria. 

Las pérdidas poscosecha son una seria limitación a la seguridad alimentaria. Las principales limitaciones en poscosecha incluyen prácticas inadecuadas o la falta de tecnologías apropiadas. Por esto, nuestro objetivo es contribuir a la reducción de las pérdidas poscosecha, especialmente para los productores de pequeña escala mediante el uso de tecnologías y prácticas sostenibles”, comenta Sylvanus Odjo, especialista en poscosecha del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Las pérdidas poscosecha, ocurridas principalmente durante el almacenamiento, disminuyen no solo la cantidad de grano, sino también su calidad, afectando la economía de las familias productoras —y a veces su salud— en países donde prevalece la agricultura para el autoconsumo. En México, por ejemplo, las pérdidas poscosecha se calculan en millones de pesos cada año —se estima que pueden ser de hasta 40 % en las regiones tropicales—, pero se trata de un problema global que requiere atención. 

“De acuerdo con estimaciones del Sistema Africano de Información de Pérdidas Poscosecha (APHLIS, por sus siglas en inglés), las pérdidas económicas en el sector del maíz en Benin en 2021 ascendieron a 93 millones de dólares estadounidenses. Las pérdidas ascienden a más de 60 millones de dólares en la cadena de valor del sorgo en Burkina Faso y, en Nigeria, estamos hablando de más de 200 millones de dólares de pérdidas poscosecha en la cadena de valor del mijo. Estas son cifras asombrosas que tienen un alto impacto en la seguridad alimentaria y con el cambio climático estas no harán más que aumentar”, refiere el especialista. 

México, a través de la investigación desarrollada por el CIMMYT y su colaboradores, tiene mucho que aportar a la seguridad alimentaria global. Recientemente, por ejemplo, investigadores de este centro de investigación científica evaluaron distintas tecnologías de almacenamiento en 109 localidades de 15 estados del país. Las tecnologías herméticas poscosecha arrojaron los mejores resultados y han generado interés en otras latitudes del planeta. 

“Hay equipos y máquinas que se pueden utilizar para minimizar las pérdidas. Para el arroz, por ejemplo, tenemos cosechadoras que reducen las pérdidas poscosecha. Para el maíz podemos hablar de desgranadoras, así como de tecnologías herméticas, como los silos metálicos herméticos o bolsas plásticas herméticas. Pero, por lo general, estas tecnologías tienen un costo y, a veces, los agricultores de pequeña escala no pueden pagarlas, por eso evaluamos y ofrecemos alternativas, como las botellas PET”. 

“El enfoque del CIMMYT es acercarse a los productores —y a los actores de las diversas cadenas de valor— y hacerles ver lo que están perdiendo cada año. Por lo general, cuando trabajamos con un productor tratamos de hacer pruebas con él con su grano comparando su práctica convencional con al menos una innovación. Al final, cuantificamos las pérdidas poscosecha y le mostramos lo que está perdiendo”, comenta el investigador del CIMMYT. 

“Más allá de las tecnologías, es necesario el desarrollo de capacidades y el apoyo técnico para que los productores realmente puedan beneficiarse. Esto se tiene que tomar en cuenta si se busca un cambio duradero”, concluye el especialista, enfatizando que es gracias a la articulación de esfuerzos con organismos locales, otros centros del CGIAR —como AfricaRice, CIAT o CIP— y organizaciones internacionales que se han podido escalar algunas de estas tecnologías y recomendaciones, pero que aún hace falta mucho por hacer en materia de poscosecha. 

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Los beneficios de las tecnologías herméticas poscosecha para los productores de autoconsumo

Seguimiento del módulo poscosecha instalado en la casa del productor Efraín Castillo Hernández, en el municipio de Tihuatlán, en Veracruz, México. (Foto: Citricultores Tihuatecos Asociados)
Seguimiento del módulo poscosecha instalado en la casa del productor Efraín Castillo Hernández, en el municipio de Tihuatlán, en Veracruz, México. (Foto: Citricultores Tihuatecos Asociados)

La Huasteca es una región multicultural de México que comprende parte de los estados de Tamaulipas, Veracruz, San Luis Potosí, Hidalgo, Querétaro y Puebla. En sus valles y montañas conviven diversas etnias, entre ellas teneek o huastecos, nahuas, pames, tepehuas, otomíes y totonacos. 

La Huasteca Totonaca —al norte de Veracruz y una pequeña porción de Puebla, donde se encuentran comunidades que comparten rasgos culturales tanto de la cultura totonaca como de la huasteca, y a la vez poseen rasgos característicos y condiciones geográficas e hidrológicas particulares— ocupa una superficie aproximada de más de cuatro mil kilómetros cuadrados y abarca unos quince municipios veracruzanos. Cerca del 90% de ese territorio se destina a actividades agropecuarias, siendo el maíz el cultivo más representativo con una superficie cercana a las 70 mil hectáreas. 

En la zona, los agricultores se enfocan a la producción de maíz para comercializar, e incluso exportar el totomoxtle (hoja que cubre la mazorca), así como para el autoconsumo; sin embargo, una de las principales problemáticas para este propósito es el alto índice de pérdidas poscosecha, las cuales pueden llegar a ser de hasta el 40%.

Insectos como el gorgojo (Sitophilus zeamais), el barrenador de los granos (Rhyzopertha dominica), la palomilla (Sitotroga cerealella) y roedores como la rata común (Rattus rattus) destacan entre las plagas que afectan las cosechas de los agricultores de esta zona.

Debido a las considerables pérdidas poscosecha, más de la mitad de los productores de la Huasteca Totonaca desgranan y venden cerca del 70% de su producción al precio que esté en el mercado —sin importar que sea bajo— a fin de evitar su pérdida. El restante lo destinan para autoconsumo; sin embargo, esto solo alcanza para cubrir un par de meses, lo que los orilla por varios meses más a comprar grano en el mercado o con los vecinos de las localidades aledañas, con frecuencia a precios elevados. 

Para reducir el alto impacto económico y social de esta situación, la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— promueve en la Huasteca Totonaca el uso de tecnologías herméticas para reducir las pérdidas poscosecha. 

Así, a través de la colaboración entre la cooperativa Citricultores Tihuatecos Asociados y el CIMMYT se están identificando aquellas tecnologías que les permitan a los agricultores conservar la calidad del grano por más tiempo y asegurar, a la vez, un alimento saludable.

En la nave de almacén de la cooperativa —ubicada en la localidad de Sebastián Lerdo de Tejada en Tihuatlán (Veracruz, México)— se instaló una plataforma de investigación poscosecha a fin de comparar las tecnologías herméticas con las prácticas convencionales de almacenamiento de maíz que prevalecen en la región. 

Lo que se busca es mantener la calidad de los granos, mejorar la productividad durante las siguientes temporadas y tener una mejor conservación de las semillas nativas de la región. Además de que estén libres de pesticidas químicos que pudieran afectar la salud de las personas”, comentan los responsables de la plataforma. 

De igual manera se han instalado módulos poscosecha donde los mismos productores participan en la evaluación de las tecnologías. En Poza Azul de los Reyes, también en Tihuatlán, por ejemplo, el productor Efraín Castillo Hernández usó cien kilogramos de maíz nativo blanco hojero para almacenar la mitad de la forma convencional, es decir, en un costal de polipropileno, y la otra mitad en una bolsa plástica hermética con cierre.

Cinco meses después de haber almacenado el grano, el productor y el equipo que le ha brindado acompañamiento técnico se reunieron para abrir los dos tratamientos. No lo hicieron solos, sino en presencia de un grupo de productores de la comunidad interesados en conocer los resultados. Así, la comunidad pudo observar una marcada diferencia a favor de la innovación: mientras que con el costal de polipropileno 58% de los granos presentaron daños, con la bolsa plástica hermética esta afectación solo fue del 2%.

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Con tecnologías herméticas poscosecha, las tortillas sí conservan su sabor, aseguran estos productores

Después de escuchar las propuestas de manejo poscosecha que el colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Jacinto Rafael Valor, relató a productores de Arroyo Grande, comunidad de Jalapa de Díaz, Narciso Alejo Contreras no paró hasta verlo llegar a El Progreso, en el municipio de San Pedro Ixcatlán que forma parte de la mazateca baja de Oaxaca.

La insistencia de Narciso permitió que un grupo de 50 productores recibieran la asesoría que el CIMMYT brinda gracias al proyecto conjunto con Walmart Foundation: Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche.

La capacitación que comenzó a impartir Jacinto Rafael posibilitó también “que entre ellos puedan asociarse para la compra de algunos insumos agrícolas” y dejen de intentar resolver de manera independiente otras problemáticas, como la comercialización de sus productos.

En esta parte del estado donde la región de la Cañada y la Cuenca llegan a su límite, el clima permite a las familias cosechar diversidad de productos, como maíz, cacao, jengibre, café, cúrcuma y vainilla.

La parcela de Narciso está a cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Desde su casa debe caminar durante 40 minutos y si requiere transportar su cosecha, sólo puede hacerlo en el lomo de un animal, recorriendo las accidentadas veredas.

“Antes yo trabajaba solo”, reconoce Narciso, para quien lo más valioso de la asesoría comenzó al aprender a combatir la aparición del gusano cogollero en la planta.

Para evitar que los roedores o insectos dañen su cosecha, Narciso ahora usa bolsas plásticas herméticas. Por el momento así conserva su grano, pues todavía no ha podido comprar un silo metálico donde el volumen de almacenamiento puede ser mayor.

Rosalinda Macario Marín, esposa de Narciso, es la responsable de elaborar los alimentos de la familia y sabe diferenciar las ventajas de almacenar el maíz en bolsas herméticas de usar únicamente un costal al que se le suelen añadir algunos productos químicos, como las pastillas de fosfuro de aluminio, potencialmente tóxicas para la salud humana. 

Si Narciso opta por guardar el maíz de manera convencional, es decir, en costales de polipropileno, cuando Rosalinda lo convierte en tortilla “ya no tiene sabor”; en cambio sí usa una tecnología hermética que ahora tiene a su alcance, “aguanta tres años” y el grano sigue fresco, está mejor cuidado para garantizar la alimentación familiar.

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Contribuciones de México a la inocuidad de los alimentos global

El maíz es un alimento básico en México, pero también en distintos países de África y América Central donde el consumo por persona es alrededor de 103 kilogramos por año, aportando el 31% de las calorías y el 28% del suministro de proteínas. 

El maíz fue introducido en África por los marineros portugueses en el siglo XVI. Debido a su amplia adaptación a diversos ambientes, la baja incidencia de daños por pájaros (a diferencia del sorgo y el mijo), y su relativa facilidad de cultivo, almacenamiento y procesamiento, el maíz de grano blanco reemplazó rápidamente a otros cereales locales en los campos y en la dieta. 

Por distintas circunstancias sociohistóricas, México exportó semilla de maíz a África pero no las tecnologías para su aprovechamiento (mientras que los mexicanos tienen más de 600 productos del maíz, los países africanos tienen menos de cincuenta), como la nixtamalización, de la cual se derivan más de 300 productos alimenticios de consumo común en México.

La nixtamalización brinda beneficios nutricionales que incluyen la reducción del riesgo de pelagra —enfermedad causada por la deficiencia de la vitamina B3 (niacina) y caracterizada por diarreas, dermatitis e incluso demencia—; el aumento de la ingesta de calcio; el suministro de fibra dietética y la reducción significativa de micotoxinas —te recomendamos leer Buenas prácticas poscosecha, aliadas en la prevención del cáncer―.

Actualmente, científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran con instituciones nacionales y africanas para impulsar la transferencia de la técnica de la nixtamalización en África como una herramienta fundamental para la nutrición, la salud y la seguridad alimentaria de las familias de ese continente. 

Desde México, también se impulsan prácticas poscosecha adecuadas para asegurar la calidad del grano de maíz, la cual no solo depende de las características propias del maíz, sino de las condiciones ambientales en las que se produce el grano, su manejo agronómico ―fecha de siembra, fertilización, disponibilidad de agua, densidad de siembra, control de plagas y enfermedades, etc.— y, particularmente, el manejo del grano durante el almacenamiento —te recomendamos leer El efecto de las tecnologías de almacenamiento en la calidad del grano―.

Constantemente, en México y países de África y Asia, el CIMMYT imparte capacitaciones sobre calidad e inocuidad de grano y poscosecha, abordando temas como las condiciones óptimas para el almacenamiento de grano o la construcción de silos metálicos herméticos. Esto es la suma de diferentes acciones desde el campo hasta el procesamiento, que contribuye a asegurar grano inocuo y de calidad para comercialización, procesamiento y consumo. Como recomienda la Organización Mundial de la Salud en el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos: si no es inocuo, no es alimento.

Con información del manual Lime cooking process: nixtamalization from Mexico to the world, del CIMMYT.

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Construcción de silos metálicos herméticos, un gran emprendimiento

A sus 24 años Ricardo Aguirre San Juan ya lidera un equipo de unos doce técnicos en hojalatería que en un solo día pueden producir cien silos metálicos con capacidad para almacenar 500 kilogramos de grano cada uno.

Su taller de herrería, que incluye un espacio para la exhibición y venta de silos “Agrolaminados y Equipos Agrícolas Agrogan” (Agrogan), se ubica en San Juan Bautista Tuxtepec, en la Cuenca de Papaloapan y, a través de un proyecto que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), han recibido capacitación para optimizar el proceso de producción e impulsar su vinculación con posibles consumidores.

“Agradezco a este proyecto la vinculación y capacitación brindada en la fabricación de silos bajo la norma oficial mexicana vigente. Los conocimientos que yo he adquirido los he podido compartir con mis demás compañeros, de igual manera los modelos de agronegocios que nos han ofertado nos han ayudado mucho”, afirma Ricardo.

La vinculación que le ha ofrecido el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche ha incluido a Agrogan en una red de productores a nivel nacional, lo que permite que los silos que producen lleguen a productores de diversos estados como Chihuahua, Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Puebla, Estado de México, Veracruz, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y, por supuesto, Oaxaca.

De manera manual, con un mínimo de maquinaria, el equipo de Ricardo Aguirre corta con precisión láminas de aluminio inoxidable y con soldadura y martillo dan forma a un cilindro con una cúpula que en la parte superior tiene una entrada que se sella con una tapa de bronce.

En la parte inferior del silo hay una segunda perforación que conforma una salida, también cerrada con una tapa de bronce que el productor puede manipular para extraer el grano fresco y limpio, ya que está es una tecnología hermética que facilita el tratamiento poscosecha y permite que las familias dispongan de grano sano e inocuo.

Dependiendo de la demanda, la producción de este taller en la región de la Cuenca de Papaloapan, en Oaxaca, varía y de requerirse acuden a las comunidades a ensamblar el material para construir silos de mayor capacidad que permitan a los productores un almacenamiento efectivo que no necesita ningún tipo de plaguicidas para que las semillas se conserven por largo tiempo y garantice el autoconsumo.

“Estoy satisfecho por la colaboración con el proyecto, por divulgarnos y hacer una cadena de trabajo que genera mayor bienestar para colaboradores y productores que adquieren los silos”, expresa este fabricante que por tres años ha recibido capacitación para fortalecer su pequeña empresa.