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Opciones para el almacenamiento y conservación de granos en Chiapas

Envases de PET reutilizados para la conservación de granos de maíz y frijol, Ejido San Martín Chamizal, Palenque, Chiapas. 5 de febrero 2024. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Envases de PET reutilizados para la conservación de granos de maíz y frijol, Ejido San Martín Chamizal, Palenque, Chiapas. 5 de febrero 2024. (Foto: Benancio Jiménez Gómez)

Para lograr la seguridad alimentaria es prioritario buscar opciones sustentables para la producción de alimentos —que cubra las necesidades de una población creciente— y también mejorar los procesos poscosecha mediante la conservación de la cantidad y calidad de granos básicos.

Como parte de la iniciativa AgriLAC Resiliente, CIMMYT —a través de su Hub Chiapas—promueve el uso de tecnologías sustentables para el manejo poscosecha de granos básicos (maíz y frijol) durante el almacenamiento, entre ellas los contenedores herméticos y polvos inertes —hidróxido de calcio micronizado— para hacer frente a la pérdida de granos por el ataque de plagas de almacén.

Entre las principales plagas de almacén que se presentan en Chiapas sobresalen el gorgojo, el barrenador, la palomilla y los roedores. Estas plagas ocasionan pérdidas de hasta un 40 %, por lo que se hace necesario ofrecer alternativas sustentables que las familias productoras reduzcan o eliminen el uso de productos químicos para el control de plagas de almacén, reduciendo así los riesgos a la salud.

De entre las tecnologías promovidas, una de las de mayor adopción ha sido el uso de recipientes herméticos, cuya principal característica es impedir el intercambio gaseoso entre el exterior y el contenido al interior del recipiente una vez que se realiza el cierre.

Lo anterior hace que el grano almacenado junto con los insectos plaga que quedan dentro al momento del almacenamiento vayan consumiendo el oxígeno disponible en el interior, reemplazando por dióxido de carbono (CO2). Esto ocasiona la muerte de huevecillos, larvas y adultos de cualquier insecto plaga. Además, se inhibe el desarrollo de hongos aeróbicos —que requieren oxigeno—, conservando así la calidad del grano por un periodo largo hasta la apertura del recipiente. Otros beneficios de la tecnología hermética es que se conserva características del grano como color, olor, sabor, peso específico y, sobre todo, libre de productos químicos.

Antes de almacenar los granos se deben cumplir algunos requisitos:

  • En el caso del maíz, la humedad del grano no debe ser mayor al 13.5 % y, en frijol, esta no debe ser mayor al 12 % —para conocer la humedad del grano existen varias opciones como el método del Sol, el método de la sal o el uso de equipos electrónicos determinadores de humedad—.
  • El grano debe estar fresco (no caliente), con buena sanidad y libre de impurezas.
  • Los contenedores deben ser herméticos, de fácil uso, libres de agentes contaminantes y deben estar secos.
  • Contar con un espacio fresco y limpio con condiciones que garanticen la integridad de los recipientes empleados para la conservación de granos básicos.

Uno de los contenedores con principio hermético disponible en la mayoría de las regiones son los envases de PET, los cuales pueden encontrarse con diferentes capacidades y ser reutilizados —previo a una limpieza y secado adecuado— para almacenar y conservar granos.

La señora Crecencia Parcero mostrando el uso de los envases PET para el almacenamiento de grano, en el ejido San Martín Chamizal, Palenque, Chiapas. 5 febrero 2024. (Foto: Benancio Jiménez Gómez)
La señora Crecencia Parcero mostrando el uso de los envases PET para el almacenamiento de grano, en el ejido San Martín Chamizal, Palenque, Chiapas. 5 febrero 2024. (Foto: Benancio Jiménez Gómez)

Para garantizar que los envases de PET se sequen completamente, es recomendable que después del lavado se dejen por cuatro días boca abajo para que se elimine el agua por escurrimiento y, posteriormente, se dejen secar por siete días adicionales boca arriba en la sombra. Esto es muy importante para evitar que el vapor de agua que haya quedado se condense.

Por sus buenos resultados, estas prácticas han sido adoptadas por numerosas familias productoras de la región. En el ejido de San Martín Chamizal (Palenque, Chiapas), por ejemplo, al menos 15 familias han adoptado el uso de envases de PET para almacenar frijol y maíz con fines de autoconsumo ya por más de cinco años.

Otro ejemplo lo constituyen 10 familias del grupo de agricultores de Triunfo Agrarista, del municipio Osumacinta, las cuales lograron almacenar en 2023 un total de 1 885 kg de maíz y 187 kg de frijol destinados al autoconsumo. Esto, después de conocer la tecnología en los talleres implementados por parte de CIMMYT en colaboración con la CONANP y TNC.

En suma, el principio de hermeticidad se puede conseguir con diferentes recipientes, siempre y cuando estén libres de agentes contaminantes, sean de fácil manejo, accesibles y de bajo costo.

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Acciones para preservar la biodiversidad del maíz en Colombia

Equipo de CIMMYT en Colombia. (Foto: Sylvanus Odjo / CIMMYT)
Equipo de CIMMYT en Colombia. (Foto: Néstor Romero)

Los países latinoamericanos tienen una historia común, donde el maíz destaca como elemento imprescindible de sus gastronomías, su cultura y su economía. En Colombia, por ejemplo, el maíz es el tercer cultivo con mayor superficie solo después del café y del arroz, y se destina, sobre todo (63 %), para el consumo humano, en la fabricación de productos como arepas, envueltos, mazamorras y chichas.

Colombia tiene una amplia diversidad de maíces criollos con los que se preparan platillos distintitos. En la vereda Alto del Oso en Restrepo (en el Valle del Cauca, Colombia), por ejemplo, don Arnold Loaiza prepara para él y su familia unas arepas de maíz morado que enamoran la vista y el paladar.

“En Colombia estamos conociendo las experiencias de vida de agricultores, como la de don Arnold, cuyo papel es esencial para conservar la biodiversidad de maíces criollos y nativos”, comentan los especialistas de la Alianza de Bioversity Internacional y el CIAT, y CIMMYT, ambos centros de investigación internacional —pertenecientes al CGIAR— que están colaborando en territorio colombiano para conservar la agrobiodiversidad.

La FAO estima que cerca del 75 % de la diversidad de cultivos se ha perdido durante el último siglo y, en la actualidad, de las 6 mil especies de plantas cultivadas para la alimentación, solo nueve representan el 66 % de la producción total de cultivos en el mundo. En Colombia, como en muchos otros países latinoamericanos, esta pérdida de biodiversidad pone en riesgo la seguridad alimentaria de amplios sectores de la población.

Así, la cooperación entre la Alianza de Bioversity Internacional y el CIAT, y CIMMYT—en el marco de la sinergia entre iniciativas como Soluciones Positivas para la Naturaleza y AgriLAC Resiliente—, destaca por incluir la participación de los agricultores para identificar y promover las prácticas más adecuadas para la conservación de la agrobiodiversidad, el manejo sustentable de los recursos naturales y el manejo de residuos agrícolas.

Las actividades recientes de esta sinergia entre los centros de investigación del CGIAR tienen el objetivo de construir un plan de acción para la implementación de la conservación de la agrobiodiversidad y el manejo de los recursos naturales con pequeños agricultores en El Dovio y Restrepo en el Valle del Cauca, Colombia.

Te invitamos a seguir las actualizaciones de estas iniciativas para impulsar el campo latinoamericano a través de nuestro Boletín EnlACe y en las redes sociales de @ACCIMMYT.

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Y después de la cosecha, ¿qué?

Productora de Santa María Teopoxco, Oaxaca, desgranando maíz. (Foto: CIMMYT)
Productora de Santa María Teopoxco, Oaxaca, desgranando maíz. (Foto: CIMMYT)

La seguridad alimentaria en regiones tropicales de México enfrenta desafíos significativos en términos de poscosecha. Si se considera que en estas regiones las pérdidas poscosecha pueden alcanzar el 40 % de las cosechas, entonces reducir este tipo de pérdidas es sumamente importante porque permitiría aumentar la cantidad de alimento disponible para el consumo humano y mejorar la seguridad alimentaria.

Las pérdidas poscosecha, entendidas como la disminución en cantidad y calidad de productos agrícolas después de la cosecha, son resultado de factores como condiciones climáticas adversas, plagas, enfermedades y prácticas inadecuadas; abarcan todos los productos que se pueden comer, pero que no fueron consumidos en toda la cadena de suministro de alimentos.

Por lo anterior, desarrollar e implementar tecnologías y prácticas adecuadas para la conservación y el almacenamiento de granos es una de las mejores formas de reducir las pérdidas poscosecha. Esto es parte de una adecuada gestión poscosecha, la cual abarca desde la cosecha hasta el consumo o procesamiento e incluye operaciones como secado, desgrane, limpieza, almacenamiento y transporte.

De entre de los primeros pasos para una adecuada gestión poscosecha está cosechar oportunamente porque así se reducen las posibilidades de daño por plagas y enfermedades. Así, establecer un calendario de cosecha eficiente, considerando las condiciones climáticas y las particularidades de los cultivos locales, se vuelve fundamental.

Otro aspecto esencial de un buen manejo poscosecha de los granos es el secado adecuado, ya que la humedad puede dar lugar a mohos y hongos, afectando la calidad y seguridad del producto. De hecho, especialistas en poscosecha de CIMMYT enfatizan que el secado forma parte sustancial de la llamada regla de oro del almacenamiento de granos, la cual dice que un grano fresco, seco y limpio se conserva mejor durante su almacenamiento.

 

De acuerdo con los resultados de diversas investigaciones, señalan los especialistas de CIMMYT, un buen manejo poscosecha estaría iniciando incluso antes de la cosecha puesto que al manejar los cultivos de manera adecuada se previene la infestación de los granos con insectos y hongos. Una cosecha oportuna, un secado adecuado y el uso de tecnologías herméticas poscosecha para el almacenamiento serían los complementos ideales de este enfoque.

Al preguntarles sobré cuáles serían los primeros pasos para que los productores comiencen a hacer un buen manejo poscosecha, los investigadores enfatizan: “Cosechen su grano en el momento apropiado y séquenlo adecuadamente. Desgranen de manera eficiente y almacenen con tecnologías de costo accesible, procurando tener una infraestructura de almacenamiento adecuada”.

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La agricultura sustentable, una herramienta para reducir la pobreza rural

Capacitación en poscosecha en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Capacitación en poscosecha en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

La pobreza rural es una problemática persistente en México. De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) de 2022, el 57.7 % de la población en las áreas rurales enfrenta condiciones de pobreza, en comparación con el 36.6 % en las zonas urbanas.

Para el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores, la agricultura sustentable es una herramienta fundamental en la lucha contra la pobreza rural. Por ello, a través de diversos proyectos se ha enfocado en los agricultores de pequeña escala, particularmente mujeres y jóvenes, empoderándolos para mejorar sus sistemas de producción y elevar su calidad de vida.

¿Cómo las prácticas de agricultura sustentable pueden mejorar las condiciones de vida en el medio rural?  De acuerdo con el Banco Mundial, en 2020, aproximadamente el 60% de la población rural en los países en desarrollo dependía de la agricultura para su sustento. Si se considera que la dependencia de la agricultura es una característica común en las áreas rurales de todo el mundo (y la pobreza rural está intrínsecamente ligada a esta realidad), entonces mejores prácticas agrícolas (sustentables) significan mayores oportunidades de consolidar sistemas agroalimentarios productivos, rentables y resilientes.

Como ejemplo de lo anterior destacan los proyectos donde los cultivos diversificados contribuyen al empoderamiento de las comunidades rurales, promoviendo la producción de una variedad de cultivos, además del maíz, que contribuyen a mejorar la seguridad alimentaria y a crear oportunidades económicas para las comunidades rurales.

Además, el CIMMYT y sus colaboradores han establecido plataformas de investigación que favorecen el desarrollo comunitario en áreas rurales. Estas plataformas permiten la colaboración entre agricultores, investigadores y otros actores relevantes para abordar desafíos específicos en la agricultura y encontrar soluciones prácticas. Este enfoque, con un énfasis en la investigación participativa, promueve la adopción de prácticas agrícolas más sostenibles y efectivas.

De acuerdo con la FAO, la inversión en educación y capacitación agrícola puede aumentar la productividad agrícola en un 20% o más. En este sentido, el desarrollo de capacidades es fundamental para romper el ciclo de pobreza en el medio rural, cuyas comunidades son, a menudo, las más afectadas por el cambio climático debido a su dependencia de la agricultura y la ganadería.

Las sequías, inundaciones y eventos climáticos extremos pueden destruir cultivos y ganado, agravando aún más la pobreza rural. La adopción amplia de sistemas como la agricultura de conservación, que permite conservar mayor humedad en el suelo, constituye una alternativa viable para que los agricultores puedan hacer frente a esta variabilidad y por eso el CIMMYT y sus colaboradores consideran a este sistema herramienta fundamental en los distintos proyectos que impulsan y el eje para sumar otras prácticas y tecnologías sustentables, como las tecnologías herméticas poscosecha.

De acuerdo con el Banco Mundial, la falta de infraestructura de transporte y almacenamiento adecuada en muchas áreas rurales puede llevar a pérdidas poscosecha que ascienden a más del 20% de la producción agrícola total. Este hecho genera dificultades en el acceso a mercados eficientes y la capacidad de comercializar productos agrícolas de manera efectiva, limitando los ingresos de los agricultores. Por esta razón, las tecnologías herméticas poscosecha y el fomento de la asociatividad son esenciales.

Fomentar la formación de cooperativas agrícolas y asociaciones puede fortalecer la capacidad de negociación de los agricultores y mejorar su acceso a recursos y mercados, lo que puede contribuir significativamente a reducir la pobreza rural.

Así, a través de la investigación, la capacitación y la colaboración comunitaria, el CIMMYT y sus colaboradores están trabajando para empoderar a los agricultores de pequeña escala, en particular a mujeres y jóvenes, para que superen los desafíos de la pobreza y construyan un futuro más prometedor en las zonas rurales del país.

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Innovaciones en poscosecha para aumentar la seguridad alimentaria

Uso de bolsa plástica hermética en San Pedro Ixcatlán, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)
Uso de bolsa plástica hermética en San Pedro Ixcatlán, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)

El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre) es una fecha crucial para reflexionar sobre uno de los desafíos más apremiantes que enfrenta la humanidad en la actualidad. De acuerdo con las Naciones Unidas, aproximadamente un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierde o se desperdicia cada año, lo que equivale a cerca de 1 300 millones de toneladas de alimentos. Esta cifra es alarmante y exige acciones concretas para abordar la crisis alimentaria global.

En este contexto, es fundamental destacar las innovadoras soluciones que se están implementando en el ámbito de la poscosecha para reducir las pérdidas de alimentos y aumentar la seguridad alimentaria en diversas partes del mundo. En particular, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha estado trabajando arduamente para promover buenas prácticas poscosecha y tecnologías herméticas que están marcando la diferencia.

Uno de los logros más destacados es el uso de tecnologías herméticas poscosecha en África. En países como Zambia, Tanzania y Malaui, gracias al AID-I —un proyecto de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) que implementan el CIMMYT, Catholic Relief Services (CRS), Caritas, el Centro Internacional de Desarrollo de Fertilizantes (IFDC por sus siglas en inglés) y otros colaboradores—, tecnologías herméticas poscosecha, como las bolsas plásticas herméticas, están contribuyendo significativamente a aumentar la seguridad alimentaria en el continente.

Almacenar granos de manera hermética previene la proliferación de plagas y reduce las pérdidas poscosecha, lo que tiene un impacto directo en la disponibilidad de alimentos para las comunidades.

En el sureste de México también se ha registrado un aumento en el uso de tecnologías herméticas poscosecha gracias a proyectos como los que impulsa el CIMMYT y Walmart Foundation esa región —que ha incluido campañas para prevenir sobre el riesgo de las micotoxinas, por ejemplo—. Esto ha permitido a los agricultores locales conservar sus productos agrícolas por más tiempo y reducir las pérdidas que solían experimentar debido a condiciones de almacenamiento inadecuadas. Esta iniciativa está empoderando a las comunidades locales y fortaleciendo la seguridad alimentaria en la región.

De igual manera, a través de programas de capacitación y buenas prácticas poscosecha que se impulsan mediante la iniciativa AgriLAC Resiliente, especialistas del CIMMYT y sus colaboradores están compartiendo lecciones valiosas en países como Guatemala y Honduras. La experiencia adquirida en Latinoamérica está contribuyendo a crear modelos exitosos que pueden replicarse en otros lugares, promoviendo la seguridad alimentaria a nivel global.

Además, es importante resaltar que la poscosecha no solo se trata de reducir pérdidas, sino también de preservar la calidad y el sabor de los alimentos. En un ejemplo concreto, las tortillas conservan su sabor cuando se utilizan tecnologías herméticas poscosecha, manifiestan las familias productoras que han hecho uso de estas tecnologías. Esto no solo beneficia a los consumidores, sino que también agrega valor a los productos para los agricultores y productores locales.

En resumen, en el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, es esencial reconocer el papel crucial de las tecnologías herméticas poscosecha y las buenas prácticas en la lucha contra el desperdicio de alimentos y la mejora de la seguridad alimentaria. Estos avances son ejemplos concretos de cómo la innovación puede marcar la diferencia en la vida de las comunidades y en la preservación de nuestro planeta. Para abordar este desafío global, debemos seguir colaborando y adoptando soluciones sostenibles en todos los niveles de la cadena alimentaria.

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Con tecnologías herméticas poscosecha están incrementando la seguridad alimentaria en África

Capacitación en manejo de bolsas plásticas herméticas en Zambia. (Foto: Katebe Mapipo / CIMMYT)
Capacitación en manejo de bolsas plásticas herméticas en Zambia. (Foto: Katebe Mapipo / CIMMYT)

“Vengo de la aldea Chigumane. Soy agricultor y soy mediador entre un grupo de agricultores y nuestros colaboradores para el proyecto Accelerated Innovation Delivery Initiative (AID-I), para el Sur de África mediante el que realizo demostraciones y también enseño a otros agricultores sobre poscosecha, incluyendo la forma en que debemos cosechar y guardar el grano, ese es el trabajo que hago: enseño a hombres jóvenes, mujeres jóvenes y mujeres mayores reuniéndolos, enseñándolos a usar tecnologías herméticas poscosecha”, comenta Payitana Mwanza, un agricultor, productor de semillas y agente de desarrollo agrícola de Provincia de Kasenengwa, en Zambia.

Payitana participa en el AID-I, un proyecto de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) que implementan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Catholic Relief Services (CRS), Caritas, el Centro Internacional de Desarrollo de Fertilizantes (IFDC por sus siglas en inglés) y otros colaboradores en Zambia, Tanzania y Malaui. El proyecto consiste en asesorar a los agricultores en mejores prácticas agrícolas. Además, se les asesora en mejores variedades de semillas y mejores fertilizantes para mejorar sus rendimientos.

“Si alguna vez has visto volar una palomilla o un gusano en donde almacenas tus granos, sabrás lo importante que es la protección contra las plagas. Los agricultores enfrentan pérdidas de hasta un 30 % de sus cosechas. Por lo tanto, debemos contar con tecnologías innovadoras y capacitación. Y es justamente lo que AID-I está haciendo, acercando el conocimiento sobre tecnologías herméticas poscosecha que son de bajo costo y protegen las cosechas sin químicos”, menciona Sieg Snapp, directora del programa de Sistemas Agroalimentarios del CIMMYT, durante la apertura del Día de Campo Virtual para Manejo Poscosecha realizado recientemente como parte del proyecto.

“Junto con nuestros colaboradores, el Instituto de Investigación Agrícola de Zambia (ZARI, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Purdue estamos capacitando agricultores, compartiendo tecnologías y algunos métodos efectivos de bajo costo —como las bolsas PICS (bolsas de almacenamiento mejorado de cultivos de la Universidad de Purdue)— para proteger las cosechas de los agricultores, quienes además están aprendiendo sobre métodos para medir la humedad y así evitar la podredumbre de los granos”, enfatiza Sieg Snapp.

“Actualmente nuestros agricultores están usando costales; los que pueden pagarlos, están usando silos de metal y otros están usando químicos. Usando estas tecnologías, por supuesto que las pérdidas son altas. Como gobierno, estamos animando a que los agricultores usen bolsas herméticas que son mucho mejores pues pueden mantener el grano por más tiempo, y son más baratas porque en una temporada solo las usas una vez, a diferencia de las otras donde tienes que poner los químicos cada tres meses”, enfatiza Cabour Mungomba, del Ministerio de Agricultura de Zambia.

Así, tanto de forma presencial como virtual, con acciones como el Día de Campo Virtual para Manejo Poscosecha, el AID-I está contribuyendo a incrementar la seguridad alimentaria de decenas de comunidades en el sur de África, región donde el CIMMYT tiene presencia a través del Rapid Delivery Hub, mediante el cual el CIMMYT está orientado a ayudar a los gobiernos nacionales a desarrollar resiliencia al cambio climático, diversificar los sistemas agrícolas basados en el maíz y mejorar la productividad y la producción para reducir el hambre y la pobreza.

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Parcelas más diversas, comunidades más resilientes

Productor de maguey espadín en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Productor de maguey espadín en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

“Soy productor de maguey espadín y actualmente estamos implementando la siembra de garbanzo entre las líneas de maguey, así estamos aprovechando todo el espacio de la parcela”, comenta Claudio Salas Vázquez, productor de San Pedro Guegorexe, localidad del municipio de Ocotlán de Morelos, en Oaxaca, México. 

Aunque pareciera algo simple, esta innovación les permite a familias productoras, como la de Claudio, mejorar su nutrición y sus ingresos: “Aquí tenemos maguey ya de tres años, de dos años y un año, porque el maguey lleva sus años, pero la ventaja es que el terreno sigue produciendo, los espacios que quedan se siguen aprovechando. Este garbanzo ya pronto lo estaremos sacando y eso nos deja un reembolso económico mientras el maguey sigue creciendo”, comenta Claudio. 

Antes del maguey Claudio trabajaba la milpa, pero, como él dice, “actualmente la siembra de temporal no es tan segura como otros años. Anteriormente era segura la cosecha, pero ahora nos está perjudicando mucho mucha la falta de agua. Este año, por ejemplo, no llovió. Y muchos vecinos que sembraron maíz de la forma que siempre lo han hecho, pues se fueron a la quiebra”. 

Así, buscando alternativas para que su parcela siguiera produciendo aún ante el embate del cambio climático, Claudio decidió dedicarse de lleno al cultivo del maguey en 2019. Lamentablemente, las cosas no empezaron del todo bien. 

“Estoy trabajando con este grupo de productores desde hace un año. El señor Claudio tenía magueyes muy enfermos, con problemas para la producción de hojas y penca. Parte del problema es que los productores aquí siembran maguey porque lo aprendieron de sus papás, sus abuelos, pero no le dan un manejo como se le tiene que dar ahora por la evolución de plagas y enfermedades y también por el mercado que ahora exige piñas con características muy específicas”, apunta Yashim Reyes Castañón, quien le brinda acompañamiento técnico al señor Claudio. 

Yashim forma parte del equipo técnico que impulsa el proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´, de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

“Este proyecto busca hacer que los productores y sus comunidades sean más resilientes ante los cambios sociales, económicos y ambientales que se van presentado. Los apoyamos para que diversifiquen sus cultivos, para que se asocien, para que tengan más opciones de nutrición para ellos y sus familias, y cuidando los recursos naturales para que tengan algo que heredarle a las futuras generaciones y no les entreguen tierras erosionadas, sino suelos productivos”, menciona Yashim.

Así, para Claudio y su familia el cultivo de maguey intercalado con garbanzo ha sido una innovación favorable porque el garbanzo “controla la maleza y apoya al maguey en su crecimiento, le deja nutrientes al terreno. Ya son dos años que yo le estoy metiendo garbanzo y un poco de frijol delgado y sí me ha dejado un poco más de ganancia. Ahora que el garbanzo ya tenga la semilla, que esté verde, en la familia tomamos la determinación de tostarlo en el comal y venderlo, y es así como le sacamos un poquito más de ganancia”. 

“En la zona normalmente ven al garbanzo como un cultivo que no necesita nada porque crece con la humedad residual y se va manteniendo con rocío, pero si aumentamos el rendimiento aumentamos sus ingresos y por eso, a partir de los diagnósticos que hicimos, vimos que era viable aprovechar más el terreno y darle un manejo diferente al cultivo para incrementar el rendimiento”, puntualiza Yashim. 

Para Claudio lo más importante es que su tierra sigue siendo productiva porque “sí hay muchos compañeros que optan por irse a Estados Unidos o buscar otros trabajos porque piensan que el campo ya no es opción”, comenta el productor, resaltando uno de los aspectos más relevantes del proyecto que, en voz de Yashim, es que “todas estas opciones para hacer más productivas las parcelas ayudan a una mayor resiliencia y, como en el caso de esta localidad, pueden ayudar a disminuir los índices de migración”.

Además de la diversificación de cultivos, el proyecto promueve soluciones poscosecha, capacitación en materia de asociatividad y fomento al liderazgo comunitario. La idea central es que las comunidades se apropien del conocimiento y lo usen a su favor: “Yo me he dado cuenta de que, con el apoyo de la ciencia a través de este proyecto, hemos encontrado soluciones. Hemos tenido éxito. Sí hay dificultades, pero con el apoyo de los especialistas yo en lo personal he encontrado un poco de alivio a mis preocupaciones”, finaliza Claudio. 

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¿Por qué no se le deben dar granos dañados a los animales?

Cerdos domésticos en una comunidad de Laos. (Foto: Jessica González/CIMMYT)
Cerdos domésticos en una comunidad de Laos. (Foto: Jessica González/CIMMYT)

La limpieza de granos es clave para reducir las pérdidas poscosecha y mantener la inocuidad de los alimentos. La limpieza se realiza antes del almacenamiento para separar impurezas y granos dañados por insectos y hongos —y trozos de estos— que pueden agregar sabor y color no deseados, dañar el equipo de procesamiento y aumentar la infestación de insectos y el desarrollo de hongos durante el almacenamiento. 

Una práctica común para “aprovechar” estos granos dañados es usarlos para alimentar a los animales; sin embargo, debido a que ya han perdido sus propiedades organolépticas —color, sabor, textura y aroma—, valor nutritivo y calidad sanitaria —debido a la pérdida de materia seca y la producción de micotoxinas—, estos alimentos ya no son aptos para el consumo humano o la alimentación animal. 

Las micotoxinas son unas sustancias tóxicas naturales que se desarrollan por la acción de algunos hongos. Cuando los animales consumen alimentos contaminados con micotoxinas hay un efecto adverso sobre la salud animal que pueden reducir la productividad e impactar negativamente la economía de los productores: se reduce el peso de los animales, disminuye la eficiencia alimenticia, los órganos del cuerpo se dañan, se afecta la reproducción, aumenta la mortalidad y también los gastos de producción ya que se tienen que comprar medicamentos para el tratamiento de las enfermedades. 

Los efectos biológicos y el diagnóstico de las micotoxinas, no obstante, dependen de la cantidad ingerida, las variedades de toxinas presentes, el tiempo de exposición a estas sustancias y la sensibilidad del animal. Entre las principales micotoxinas de interés para la salud animal están la ocratoxina A, zearalenona, fumonisina, tricotecenos y las aflatoxinas, las cuales son producidas por los mohos Aspergillus flavus y A. parasiticus y todas las especies animales son susceptibles a estos  —aunque los pájaros, pollos y cerdos son más vulnerables que los rumiantes maduros—. 

En los mamíferos, los síntomas de la aflatoxicosis aguda, es decir la enfermedad causada por el consumo de alimentos contaminados por aflatoxinas, incluyen: inapetencia, letargo, ataxia —falta de coordinación en los movimientos—, pelaje áspero, palidez e hígados grasos agrandados.

La ocratoxina A, por su parte, es producida por especies de los hongos Asperigillus y Penicillium y afecta principalmente a aves, ratas y cerdos y los daños causados son daño renal, anorexia y pérdida de peso, vómitos, temperatura rectal alta, conjuntivitis, deshidratación, debilitamiento general y muerte animal. 

La zearalenona —causada por varias especies de Fusarium— desencadena problemas reproductivos y cambios físicos en los órganos genitales, provocando infertilidad. Las fumonisinas son sustancias producidas por Fusarium proliferatum y F. verticillioides y afectan principalmente a los caballos, cerdos y aves de corral, causando lesiones profundas en el hígado, tracto gastrointestinal, sistema nervioso y pulmones. 

Los tricotecenos también son producidos por especies de Fusarium como F. sporotrichioides, F. graminearum, F. poae y F. culmorum. Estas toxinas causan pérdida de peso, vómitos, sangrado y, en algunos casos, puede ser responsable de la muerte de animales.

En general se piensa que los rumiantes —como vacas, cabras, borregos— tienen cierta capacidad para ser menos afectados por las micotoxinas debido a la acción desintoxicante de microorganismos en el rumen —uno de los compartimentos de su sistema digestivo—; sin embargo, los patrones de producción actual limitan el mecanismo de defensa y purificación de micotoxinas. Además, las aflatoxinas pueden degradarse parcialmente en el rumen, pero una parte se queda almacenada en el hígado y puede contaminar la leche producida, lo cual puede tener graves consecuencias para la salud humana.

Un buen manejo poscosecha es importante para evitar las plagas por insectos y hongos y ayudar a mitigar las aflatoxinas y fumonisinas en los alimentos —tanto granos como derivados de origen animal— y la exposición a los consumidores. Por esto, se aconseja hacer una limpieza y selección desde campo hasta antes de almacenar para eliminar los granos dañados y mantener animales sanos. 

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Productoras innovadoras están incrementando la seguridad alimentaria de sus comunidades

Luisa Chonteco, agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Luisa Chonteco, agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

“Yo trabajo el maíz y el frijol. Anteriormente solo lo guardamos en botes, pero actualmente aprendimos a guardarlos en bolsa hermética o en el silo metálico hermético, para que no se echen a perder”, relata Luisa Chonteco, una agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. 

Cargando a su hijo pequeño con un rebozo, Luisa toma asiento para escuchar con atención una nueva capacitación en manejo poscosecha impartida por técnicos de Ricinomex, un colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Oaxaca que además impulsa el comercio justo. 

Este tipo de capacitaciones le han permitido a Luisa mejorar la alimentación de su familia, comenta. Como ella, muchas mujeres en el medio rural cultivan, preparan y distribuyen los alimentos. En muchos sentidos, el trabajo de las mujeres en el campo alimenta a las familias, a las comunidades y al mundo. No obstante, con frecuencia su trabajo encuentra poco reconocimiento y apoyo y, como consecuencia, suelen obtener menos ingresos y experimentar una mayor inseguridad alimentaria.

De acuerdo con las Naciones Unidas, si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos productivos, incluida la tierra y el agua, podrían aumentar notablemente los rendimientos de sus parcelas, contribuyendo a reducir la hambruna en el mundo entre 12 y 17 %.

En este sentido, y considerando que el conocimiento es uno de esos valiosos recursos que puede transformar el papel de la mujer en el medio rural, Walmart Foundation y el CIMMYT impulsan el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, a través del cual se promueve la agricultura sustentable, las buenas prácticas poscosecha, la asociatividad y los liderazgos comunitarios, particularmente el de las mujeres. 

“Nosotras somos parte de este proyecto y con las capacitaciones estamos mejorando la calidad del maíz. Lo mejoramos preparando la tierra como debe ser, dejando el rastrojo para abono. A mi parecer es mejor porque no lleva químicos”, comenta Plácida Flaviana López, otra de las productoras que participa en el proyecto. 

“Cuando ya juntamos el maíz lo vendemos, anteriormente lo vendíamos muy barato, ahora con lo que nos han enseñado invertimos menos y lo damos a mejor precio. La verdad es que han crecido nuestros ingresos, hemos avanzado y por eso yo le platico a la gente de mi comunidad de lo que aprendemos y pues mis conocidos me están haciendo caso”, menciona Plácida, quien enfatiza que “las mujeres somos muy importantes y por eso es bueno que nos estén enseñando a nosotras todos esos procesos”. 

En un contexto donde las desventajas en materia de educación, formal o informal, se traducen en falta de capacitación y, por tanto, en falta de oportunidades para acceder a mejores condiciones de vida, el empoderamiento de las mujeres y niñas es fundamental para impulsar el crecimiento económico y promover el desarrollo rural, particularmente en lo relacionado con la seguridad alimentaria: “Estas semillas de maíz y de frijol significan mucho para mi porque son las que nos alimentan a diario y almacenando así no se pica ni el frijol ni el maíz”, comenta Reyna Jiménez, otra productora que participa en el proyecto.

Para Reyna, el aprendizaje de prácticas y tecnologías sustentables es fundamental para las nuevas generaciones: “Lo que yo hago es un beneficio para dejárselo a mi hijo, para que el aprenda a cultivar las cosas del campo y que todo sea más sano. Todas las mamás deberíamos cultivar en el campo y explicarles a nuestros hijos cómo guardar el maíz para que no estemos usando tantos químicos, por eso me gustaría invitar a todas las mujeres de la comunidad para que ellas también aprendan esto”.

El Día Internacional de la Mujer 2023 (8 de marzo) es una oportunidad para que las organizaciones y los individuos revisen críticamente cómo se pueden utilizar las innovaciones y tecnologías para lograr la igualdad de género. Desde el CIMMYT, centro de investigación perteneciente al CGIAR, se impulsan proyectos con un importante componente de género, como este y otros desarrollados en conjunto con diversos colaboradores y socios, donde se busca que la ciencia contribuya a cerrar las brechas de género en el campo.

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Tecnologías herméticas ayudan a preservar la diversidad del maíz nativo

Resumen gráfico del efecto de las tecnologías de almacenamiento en el control de plagas de insectos después de la cosecha y la germinación de semillas en maíces nativos mexicanos. (Odjo et al., 2023)
Resumen gráfico del efecto de las tecnologías de almacenamiento en el control de plagas de insectos después de la cosecha y la germinación de semillas en maíces nativos mexicanos. (Odjo et al., 2023)

Los agricultores de pequeña escala que cultivan maíz nativo se enfrentan a importantes desafíos para preservar la biodiversidad de sus semillas de una temporada a otra. Para brindarles alternativas de almacenamiento que minimicen las pérdidas de semillas y mantengan la germinación, un grupo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de Córdoba (ICYTAC) compararon la eficacia de dos prácticas de almacenamiento de semillas, específicamente, costales de polipropileno —que son la práctica convencional de los agricultores— y contenedores herméticos.

Los agricultores desempeñan un papel importante en la preservación de la diversidad de del maíz nativo, por lo que la conservación in situ —es decir, en las mismas parcelas— de esta diversidad es fundamental, particularmente cuando se estima que las pérdidas en la cantidad y calidad del grano y las semillas durante el almacenamiento pueden llegar a ser de hasta el 60 % con las prácticas de almacenamiento convencionales que, regularmente, incluyen el uso de costales de polipropileno con o sin tabletas de fosfuro de aluminio.

Si bien la utilidad de los contenedores herméticos —incluyendo botellas o garrafones de plástico reciclados—para preservar la cantidad y calidad de granos ya ha sido documentada por investigadores del CIMMYT y otras instituciones, esta nueva investigación se centra en evaluar los efectos que tienen las tecnologías de almacenamiento sobre la pérdida posterior a la cosecha y la germinación de las semillas de maíces nativos. 

De acuerdo con el estudio, muestras de cuatro razas de maíz nativo —de grano blanco, amarillo, azul y rosa— de los Valles Altos de México se almacenaron durante tres y seis meses, monitoreando el contenido de humedad y el daño al núcleo de las semillas y analizando, al cabo de los respectivos periodos de almacenamiento, la germinación de las muestras libres de plagas.

Los resultados indican que las muestras de los costales de polipropileno sufrieron daños significativos por el gorgojo del maíz  (Sitophilus zeamais) y el barrenador del maíz (Prostephanus truncatus), alcanzando un poco más del 61 % de daño por insectos y el 23 % de pérdida de peso. En contraste, con los contenedores herméticos las pérdidas fueron mínimas, con un daño máximo por insectos de 4 % y una pérdida de peso de solo 2 %. 

Con respecto a la tasa de germinación de las muestras almacenadas en los recipientes herméticos, el estudio indica que esta fue superior al 90 %, por lo que este nuevo aporte refuerza la evidencia sobre la eficacia de los contenedores herméticos para mantener la cantidad y calidad de las semillas de las razas de maíz nativo mexicano durante el almacenamiento. 

“En el caso del maíz almacenado para usarse como semilla, las tecnologías herméticas pueden limitar los daños causados por las plagas de insectos después de la cosecha y minimizar la pérdida durante el almacenamiento (…) Estas tecnologías podrían promoverse entre los agricultores de pequeña escala en México con el apoyo técnico adecuado (…) para que puedan secar y almacenar semillas en condiciones seguras, lo que es fundamental para preservar la biodiversidad del maíz y fortalecer la seguridad alimentaria”, concluye el estudio. 

Odjo, S., Bongianino, N., González Regalado, J., Cabrera Soto, M. L., Palacios-Rojas, N., Burgueño, J., & Verhulst, N. (2022). Effect of storage technologies on postharvest insect pest control and seed germination in mexican maize landraces. Insects13(10), 878.