Validación de maíz híbrido en parcela experimental. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Validación de maíz híbrido en parcela experimental. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
“Aquí se realiza la comparación entre la labranza convencional y cero labranza; entre monocultivo de maíz y rotación maíz-arvejón; entre dejar el 100 % de los residuos de cosecha, dejarlos parcialmente y retirarlos por completo; también se compara el efecto que tiene la sola fertilización nitrogenada y el que se logra aportando los tres macroelementos principales para los cultivos (nitrógeno, fósforo y potasio); se comparan los resultados al usar semilla de maíz híbrido y semilla de maíz criollo local; entre otros aspectos relevantes para los agricultores de la zona”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Cuautempan, en Puebla, México.
La red de plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes. Su intención es generar y validar prácticas y tecnologías sustentables que le permitan a los agricultores del mundo hacer frente a desafíos como los que impone el cambio climático.
Muchos agricultores no lo llaman cambio climático, pero lo reconocen: lluvias torrenciales o fuera de ciclo, inundaciones, sequías más prolongadas, etc. Aquí y allá estos fenómenos ponen en riesgo la seguridad alimentaria de las comunidades, por eso es que para la red de plataformas que impulsa el CIMMYT la investigación colaborativa es esencial. En la plataforma Cuautempan, por ejemplo, colaboran el CIMMYT y la Unión Rural de Productores de Cuautempan y Tetela.
“En un año con disminución de lluvia en los primeros cinco meses, como fue en el que se desarrolló el ciclo primavera-verano 2021, la agricultura de conservación confirmó su mejor margen de rendimiento y de utilidad, así como el cultivo invernal y la cobertura de rastrojos”, señalan los investigadores de la plataforma quienes puntualizan que “los tratamientos de agricultura de conservación fueron los que presentaron una mejor rentabilidad. El arvejón, uno de los cultivos de rotación, continúa siendo una alternativa para mejorar la rentabilidad pese a que ha disminuido su producción en la zona”.
Trigo en plataforma Cajeme II, Sonora, 17 de marzo de 2022. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Trigo en plataforma Cajeme II, Sonora, 17 de marzo de 2022. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
La plataforma de investigación Cajeme II se estableció en 2013 y, desde entonces, en ella se evalúan diferentes prácticas agronómicas dentro de un sistema de producción de trigo en condiciones de riego, atendiendo las necesidades de los productores del Valle del Yaqui y del Valle del Mayo, zonas altamente productivas del estado de Sonora, en el norte de México.
“Entre los aspectos que se estudian en esta plataforma están distintas prácticas de labranza, manejo de rastrojo, número de riegos de auxilio, rotación de cultivos y número de hileras del cultivo de trigo”, puntualizan los investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) responsables de la plataforma.
Al ser una zona altamente productiva, el uso de insumos es elevado y también lo es el costo de la producción y el impacto ambiental. En este sentido, en la plataforma de Cajeme II se buscan opciones que permitan mantener una alta productividad, pero de forma sustentable y rentable.
En el ciclo otoño-invierno 2021/22 se establecieron diversos tratamientos donde “los mayores rendimientos de trigo (promedio de 9.2 t/ha) fueron obtenidos después de cártamo, sea en rotación anual o en primer año después de cártamo en rotación de tres años”, comentan los responsables de la plataforma para ilustrar los beneficios de la diversificación de cultivos (en este caso mediante rotaciones), uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación.
“Se entiende por agricultura de conservación al sistema de producción basado en tres componentes básicos: mínima labranza, cobertura permanente del suelo y diversificación de cultivos. En esta plataforma este sistema es evaluado para brindar a los agricultores de la zona las mejores recomendaciones para su implementación y adopción, dados los amplios beneficios que ofrece, particularmente para el manejo y conservación de suelo y agua”, señalan.
“Con cuatro riegos de auxilio el rendimiento de monocultivo de trigo con labranza convencional fue de 7,3 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con camas permanentes (que permiten la cero o mínima labranza) aumentó 0,3 t/ha. Con tres riegos de auxilio, que es la práctica del agricultor con labranza convencional, tuvo el rendimiento más bajo (6.7 t/ha), mientras que, al convertir a camas permanentes el rendimiento fue mayor (7.1 t/ha)”, puntualizan los responsables de la plataforma.
Para el caso del cártamo los resultados más notables también están asociados a aquellos tratamientos con diversificación de cultivos, lo que suma razones para que los productores opten por la agricultura de conservación como opción viable y pertienente para reducir el impacto ambiental y lograr producciones más sostenibles y rentables.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Recorrido por la plataforma de investigación de Ocotlán. (Foto: Gabriel Escobedo y Ana Becerra)
Recorrido por la plataforma de investigación de Ocotlán. (Foto: Gabriel Escobedo y Ana Becerra)
La Ciénega del lago de Chapala es una región con un clima favorable para la agricultura, haciendo que municipios como Ocotlán (Jalisco, México), que forman parte de la ciénega, tengan una notable producción agrícola. En la zona granera de Jalisco, sin embargo, la rentabilidad ha venido disminuyendo debido al encarecimiento de los insumos agrícolas, a los bajos precios de los granos y a los efectos del cambio climático, aunados a una creciente presión en los años recientes por el desplazamiento que ejercen cultivos como el agave y la caña de azúcar.
Para generar opciones viables que le permitan a los agricultores locales mantener la productividad y la rentabilidad del cultivo de granos, en la plataforma de investigación Ocotlán —establecida en 2017 por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y colaboradores en la zona— se han implementado diversos tratamientos orientados a diseñar recomendaciones que les permitan hacer un manejo agroecológico y más rentable de sus parcelas, sirviendo también como un lugar de encuentro entre productores, de transferencia de tecnologías y de escalamiento de las mismas.
“La plataforma tiene una superficie de 1,8 hectáreas, en ella se siembra trigo en el ciclo otoño-invierno y maíz en primavera-verano. En el ciclo primavera-verano de 2022 se realizó un experimento para evaluar dos dosis de fertilización nitrogenada —100 % y 75 %—, con y sin la aplicación de inoculantes microbianos —productos que promueven el crecimiento vegetal hechos con base en microorganismos, en este caso hongos del género Glomus y bacterias del género Azospirillum— en un sistema de agricultura de conservación y otro tratamiento con labranza convencional con el 100 % de la fertilización”, mencionan los responsables de la plataforma.
“El uso de inoculantes microbianos incrementó la eficiencia en el aprovechamiento del fertilizante, permitiendo reducir las dosis empleadas usualmente. Con respecto al tipo de labranza, no se obtuvo un beneficio significativo en los tratamientos con labranza convencional —basada en un movimiento continuo del suelo—, de hecho, se obtuvieron rendimientos similares y se tuvo un mayor costo de producción debido al requerimiento de maquinaria”, comentan los especialistas.
Lo anterior confirma que “la agricultura de conservación es un sistema rentable que permite reducir los costos de producción y mantener altos rendimientos, sobre todo con las variación en los temporales de lluvia que se han presentado en los últimos años”, señalan el equipo técnico de la plataforma, enfatizando en que la agricultura de conservación es un sistema ampliamente recomendado para los productores de la zona, en donde, no obstante, es necesario seguir investigando el tema de los inoculantes microbianos para brindar recomendaciones más puntuales.
Cabe mencionar que para el ensayo se sembró adicionalmente “un tratamiento con girasol como cultivo prometedor por su rusticidad, sus bajos costos de producción y como alternativa de rotación para el manejo plantas no deseadas. Al ser un cultivo de ciclo corto tiene buena respuesta aun en temporales con menor precipitación, teniendo una mayor adaptación que los granos básicos. Los rendimientos obtenidos están sobre la media nacional, por lo que es un cultivo rentable que favorece la rotación de cultivos teniendo bajos costos de producción”, finalizan los investigadores.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Respuesta del cultivo de maíz a tres dosis de nitrógeno en el sistema de producción maíz-dolichos en la plataforma Villa Corzo, Chiapas. Ciclo PV 2021. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Respuesta del cultivo de maíz a tres dosis de nitrógeno en el sistema de producción maíz-dolichos en la plataforma Villa Corzo, Chiapas. Ciclo PV 2021. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
El nitrógeno es un elemento necesario para que las plantas se desarrollen adecuadamente. Las plantas lo usan para producir proteínas y clorofila, sin la cual la fotosíntesis no sería posible. Aunque el nitrógeno es el mayor componente de la atmósfera —se estima que constituye hasta 78 % del aire atmosférico—, la mayoría de las plantas no puede absorberlo —por lo que este elemento debe estar en el suelo— y, de hecho, de entre las pocas especies capaces de hacerlo se encuentran las leguminosas.
Tomando en cuenta los altos costos de los fertilizantes nitrogenados y las considerables pérdidas de este elemento que ocurren durante la fertilización, es importante identificar y promover prácticas que reduzcan u optimicen la fertilización con nitrógeno. Las rotaciones con leguminosas son una de esas vías y, para este propósito, en la plataforma de investigación Villa Corzo, en Chiapas, México, se han evaluado distintos sistemas de producción con distintas dosis de nitrógeno, a fin de identificar las mejores prácticas.
“El ensayo se inició en el ciclo agrícola primavera-verano del año 2016 para evaluar el comportamiento del maíz en monocultivo y tres relevos al maíz —con frijol, canavalia y dolichos, todas leguminosas—, empleando tres dosis de nitrógeno —18, 90 y 180 kilogramos por hectárea—”, puntualiza Rubén de la Piedra, colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) quien es responsable de la plataforma de investigación Villa Corzo.
Con respecto al manejo agronómico, menciona Rodolfo Vilchis —coordinador de investigación del Hub Chiapas del CIMMYT—, se estableció el sistema de cero labranza con rastrojo como cobertura del suelo (parcial) para contrastarlo con los tratamientos de monocultivo de maíz, donde se siguió implementando el sistema de labranza convencional que prevalece en la zona, el cual consiste en dos pasos de rastra sin dejar rastrojo como cobertura.
«Al ciclo 2021 los mejores rendimientos de maíz fueron obtenidos con los sistemas donde se sembró canavalia y dolichos, los cuales obtuvieron en promedio rendimientos de 6,3 y 6,2 toneladas por hectárea, superando ampliamente al sistema convencional con la siembra en monocultivo de maíz, el cual obtuvo solo 2,8 toneladas por hectárea”, precisa el responsable de la plataforma de investigación.
“Con estos resultados se infiere que ambas leguminosas han tenido una mayor fijación de nitrógeno atmosférico y han aportado mayor cantidad de biomasa al suelo, lo cual ha permitido conservar y mejorar la fertilidad del mismo”, comenta Rubén de la Piedra.
Con respecto a las dosis de nitrógeno, los investigadores señalan que los mayores rendimientos fueron obtenidos con 180 kilogramos de nitrógeno por hectárea (kg N/ha); sin embargo, puntualizan que la dosis de 90 kg N/ha, aplicada en los sistemas sembrados con leguminosas, superaron en rendimiento al sistema convencional fertilizado con 180 kg N/ha.
“Es muy importante destacar que la dosis de 18 kg N/ha aplicada en los relevos con canavalia y dolichos tuvo muy buena respuesta, con rendimientos de 4,8 y 4,9 toneladas de grano por hectárea, respectivamente, superando el rendimiento alcanzado por el monocultivo de maíz con 180 kg N/ha, el cual obtuvo 4,1 toneladas por hectárea. Estos resultados representan una alternativa rentable y sustentable que permite bajar la dosis de 180 kg N/ha que normalmente aplica el productor, a 90 o inclusive a 18 kg N/ha sembrando canavalia y dolichos”.
“Considerando los resultados de cinco años de evaluación ha sido posible observar que, a partir del segundo año, los mayores rendimientos de maíz han sido obtenidos en donde se ha sembrado en relevos con canavalia y dolichos. Con respecto a las dosis de nitrógeno, la de 90 kg N/ha aplicada en los sistemas maíz-canavalia y maíz-dolichos, a partir del segundo año, ha superado el rendimiento del maíz en monocultivo fertilizado con 180 kg N/ha; y destaca también que la dosis de 18 kg N/ha aplicada en maíz-canavalia, a partir del tercer año, ha superado el rendimiento alcanzado por el maíz en monocultivo con dosis de 180 kg N/ha”, enfatiza el responsable de la plataforma.
Resultados como estos suman evidencia sobre los beneficios de la agricultura de conservación —sistema sustentable donde la diversificación de cultivos, a través de relevos, rotaciones, asociaciones, entre otros, es un componente básico—, así como de la utilidad de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial que es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Tratamiento con rastrojo como cobertura en comparación con quema agrícola. (Foto: Castillo, Vilchis, Santos, Balam, Couoh, Itzá, Escalante)
Tratamiento con rastrojo como cobertura en comparación con quema agrícola. (Foto: Castillo, Vilchis, Santos, Balam, Couoh, Itzá, Escalante)
La roza, tumba y quema es un sistema de cultivo “nómada” que consiste en alternar el uso intensivo de un terreno con periodos de descanso (cada vez menores). Este sistema se da principalmente en el sistema milpa y en regiones como la Península de Yucatán sigue siendo común. Generalmente se empieza tirando la vegetación (incluyendo árboles) para dejar que se seque. Le sigue la tumba y después la quema.
Muchos productores que aún queman consideran que el fuego tiene un efecto positivo: algunos siguen quemando porque creen que así se controlarán las malezas —aunque en realidad muchas especies de malezas se hacen resistentes al fuego—, otros queman porque consideran que es la forma más rápida y económica de preparar el suelo y otros más lo hacen simplemente porque es la forma de trabajar la tierra que aprendieron.
“Nosotros trabajamos como nos enseñaron los abuelos, pero eran tiempos diferentes, las lluvias y las tierras eran diferentes, se lograba la cosecha. Ahora con las sequías que hay tenemos dificultades para sacar la cosecha y lo que hoy vimos en esta plataforma de investigación nos ayudará a mejorar la milpa”, fueron las palabras de uno de los productores que asistieron al recorrido por una de las plataformas de investigación de donde colaboran la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
La roza, tumba y quema es un método actualmente asociado a la deforestación, a la pérdida de biodiversidad y a los incendios forestales. No obstante, también es un método que se ha transformado profundamente con el tiempo, de manera que los periodos de descanso para que los suelos se regeneren y las medidas cautelares para evitar que el fuego se salga de control que estaban asociados originalmente a la práctica han quedado, muchas veces, en el olvido.
Uno de los principales problemas asociados con las continuas quemas agrícolas es la pérdida de la fertilidady de las funciones ecosistémicas del suelo. Para muchas familias de la Península de Yucatán estos efectos se reflejan en la baja produción de los cultivos. Además, existen otros factores que actualmente están afectando el buen funcionamiento de la milpa y por eso es importante evaluar opciones para mejorar su productividad y sostenibilidad.
Así, en la plataforma de investigación de Peto, en Yucatán (donde colaboran investigadores de la UADY y el CIMMYT) se evaluaron los efectos que las quemas agrícolas tienen sobre el rendimiento del maíz, comparándolos con los efectos de la cobertura del suelo con los rastrojos, es decir, aprovechando los residuos de la cosecha anterior que regularmente son objeto de las quemas agrícolas.
Los ocho tratamientos considerados para el experiemento, que inició desde el año 2017, incluyen rotaciones con maíz y mucuna; así como maíz, ibes —una variedad de frijol muy característico de la Península— y calaza, con distintos arreglos topológicos.
De acuerdo con los investigadores responsables de la plataforma de investigación, los factores evaluados hasta el año 2022 (efecto del manejo de rastrojo, tipo de cobertura y arreglo topológico) han presentado, en general, resultados similares en el rendimiento del grano de maíz debido a que las prácticas de agricultura de conservación implementadas (como dejar el rastrojo como cobertura del suelo) se manifiestan en el mediano y largo plazo, por lo que continúan con las investigaciones en la plataforma.
Por supuesto, independientemente de los rendimientos, otros beneficios derivados de la implementación de prácticas sustentables como dejar el rastrojo en lugar de quemarlo son notorios, incluso a simple vista: un mejor desarrollo de las plantas, una mejor calidad del suelo (ya que el rastrojo sobre la superficie del suelo le brinda materia orgánica y protección contra la erosión) y, muy importante para los productores: ahorros significativos en los costos de producción.
Si a estos beneficios por dejar de quemar el rastrojo se suma el hecho de que las prácticas sustentables contribuyen a que el mismo espacio sea más eficiente (con una mejor distribución de las plantas y cultivos diversos), entonces la agricultura sustentable se reafirma como una opción viable y pertinente para revitalizar la milpa, conservando su herencia de cultivo y evitando que se sigan liberando gases de efecto invernadero por las quemas agrícolas que solo degradan los suelos.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Localidades registradas con e-Agrology en Chugay, Perú. (Imagen: Centro Internacional de la Papa)
Localidades registradas con e-Agrology en Chugay, Perú. (Imagen: Centro Internacional de la Papa)
“La red de plataformas inició en 2011, pero ahora está entrando en una nueva fase, donde con nuevas iniciativas como AgriLAC Resiliente, Excellence in Agronomy, con proyectos como Cultivando un México Mejor, con Heineken México, o Agriba Sustentable con Pepsico y Grupo Trimex buscamos mejorar los sistema de producción no solo en el país, sino en toda la región”, comenta Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
“Las plataformas no son únicamente trabajo del CIMMYT, si no también trabajo de los colaboradores y así se fomenta la colaboración entre muchos actores: gobierno, entidades privadas, otros centros de investigación internacionales”, como el Centro Internacional de la Papa (CIP), menciona el investigador.
En este sentido, David Ramírez, investigador del CIP, comenta que “hemos venido a divulgar lo que hemos estado haciendo en Perú dentro de la iniciativa Excellence in Agronomy. Hemos tenido la dicha de traer al alcalde de Chugay, que es justamente el distrito donde estamos haciendo nuestro estudio de caso. Lo que hacemos básicamente es aplicar metodologías y tecnologías generadas aquí en el CIMMYT, como e-Agrology, que nos permite registrar los datos agronómicos de las parcelas de nuestros productores, haciendo que nuestras bases de datos sirvan para tomar mejores decisiones”.
“Estoy muy contento por esta invitación ya que hemos venido a capacitarnos para tener estas experiencias que son de mucho beneficio y poder replicarlas en mi distrito. Nos vamos muy nutridos de estas capacitaciones que hemos tenido y poder hacer la réplica en Chugay, distrito que es más conocido como «el rey de la papa», donde estas herramientas nos ayudarán a tener mejores suelos y una mejor producción, en este caso nuestro producto bandera que es la papa”, comenta Sandro Rodríguez Arteaga, alcalde del distrito de Chugay, Perú.
“Hemos adaptado e-Agrology, que está diseñada para maíz y trigo, para los sistemas andinos de papa. Es la primera vez que se hace esto, es la primera vez que se incorpora el cultivo de papa a esta herramienta y básicamente lo que hace es una especie de biografía de lo que tienen los agricultores en el campo. Es la primera vez que estamos sistematizando datos de pequeños productores de papa andinos y hacer que esa información sirva para tomar decisiones, enfatiza David Ramírez.
De acuerdo con los investigadores que participaron en el análisis tipológico para la caracterización de pequeños agricultores de papa en Chugay, Perú, un total de 608 pequeños productores de papa fueron registrados durante la campaña agrícola 2021-2022 usando la plataforma digital e-Agrology. Así, se obtuvieron datos de interés sobre el agricultor, eventos de siembra/cosecha, variedades usadas, factores limitantes observados en las parcelas, productividad, entre otros. Con esta información, se realizaron análisis que permitieron identificar aspectos que deberían abordarse en el futuro, como la implementación de un sistema de asesoramiento climático para la optimización de las fechas de siembra y/o reducción del efecto de las heladas; mayor acceso a la información de mercado para orientar la producción de papa en función de la demanda; o el mejoramiento de los sistemas de semillas para permitir el acceso a una mayor diversidad de variedades de papas utilizando semillas limpias.
“Excellence in Agronomy es una iniciativa global. Trabaja en diferentes partes del sur global y una de ellas es Latinoamérica, básicamente lo que buscamos son soluciones agronómicas que sean escalables. La experiencia del CIMMYT con agricultura de conservación, por ejemplo, es muy importante dentro de estas soluciones agronómicas”, señala el investigador del CIP, quien enfatiza que las soluciones contempladas también deben ser pertinentes en plano social y cultural para que puedan ser fácilmente adoptadas por las comunidades.
Investigadores de la Red Latinoamericana de Investigación Agronómica durante el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Investigadores de la Red Latinoamericana de Investigación Agronómica durante el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Con 500 millones de pequeñas parcelas en todo el mundo —la mayoría de temporal—proporcionando hasta el 80 % de los alimentos que se consumen en gran parte de los países en desarrollo, es necesario ofrecer alternativas que permitan aumentar la productividad y la calidad de los alimentos generados en estos espacios para millones de hogares de agricultores de pequeña escala. La ciencia aplicada al campo es, en este sentido, fundamental para lograrlo.
“Buscamos que la investigación agronómica realmente sirva a las necesidades de los productores en diferentes zonas del mundo, por eso es que, más que estudiar lo que nos interesa como investigadores, realmente nos enfocamos en las necesidades de los agricultores y qué requieren los sistemas de producción ante fenómenos como el cambio climático”, comenta Nele Verhulst —líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— sobre Excellence in Agronomy.
Excellence in Agronomy es una iniciativa del CGIAR —una alianza global de investigación para un futuro con seguridad alimentaria, la cual está conformada por centros de investigación internacionales— que precisamente busca transformar la ciencia en impacto real en el campo, poniendo énfasis en las mujeres y los jóvenes agricultores, y mostrando un impacto medible en la seguridad alimentaria y nutricional, los ingresos, el uso de los recursos, la salud del suelo y la resiliencia climática.
“Todos vamos a tener que adaptarnos constantemente a este cambio cuyos impactos ya vemos en el campo, por ejemplo, con sequías más prolongadas o heladas que aparecen en tiempos distintos a los que solían ocurrir. Por eso nos corresponde, desde la ciencia, contribuir a la transformación sustentable de los sistemas de producción”, puntualiza Nele Verhulst, señalando que la conexión entre agricultores y científicos regularmente es limitada debido a estrategias convencionales para promover la innovación, por lo que esta nueva iniciativa del CGIAR centra sus esfuerzos en fomentar una comunidad de investigación y desarrollo agronómico ágil y orientada a la demanda.
La iniciativa en mención tiene presencia en tres contenientes: “Nosotros formamos parte de Excellence in Agronomypara América Latina, pero estamos vinculados con los otros dos continentes que son Asia y África. De hecho, la institución que la lidera la iniciativa a nivel global es el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA, por sus siglas en inglés) que tiene su base en Nigeria”, señala Nele Verhulst.
Específicamente en América Latina estamos trabajando en México, Colombia y Perú. Estamos trabajando con diferentes cultivos como maíz, frijol y papa. Por esto en la región colaboramos tres centros de investigación del CGIAR: el Centro Internacional de la Papa (CIP) de Perú, el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) de Colombia, y el CIMMYT, de México”, puntualiza la investigadora.
El reciente lanzamiento de la Red Latinoamericana de Investigación Agronómica (RedAgAL) pone a la región “a la vanguardia dentro de Excellence in Agronomy porque esta es la primera red regional establecida formalmente. Recientemente hicimos un análisis de adaptación al cambio climático. Este es el piloto que tenemos hoy en América Latina y que consecutivamente se va a hacer en otras regiones en África y en Asia para integrar los datos globales y hacerlos disponibles para todo el mundo”, menciona Nele Verhulst, poniendo de relieve la importancia de la iniciativa.
Vista de una parcela en sistema convencional en temporada de sequía. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT
Vista de una parcela en sistema convencional en temporada de sequía. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT
La desertificación es un tipo particular de degradación del suelo que ocurre en tierras secas y puede tener efectos ambientales y sociales muy graves, como la subalimentación y la migración. Se estima, de hecho, que 74 % de las personas en situación de pobreza en el mundo son afectadas directamente por la desertificación.
La desertificación es diferente a la formación de desiertos, pues este fenómeno no solo es inducido por las variaciones climáticas, sino que es causado —fundamentalmente— por la actividad humana (prácticas agrícolas inadecuadas, sobrepastoreo, deforestación, sistemas de irrigación inapropiados e —incluso— dinámicas socioeconómicas poco pertinentes que favorecen la pérdida de la cobertura vegetal que protege al suelo). Además, disminuye la productividad y la riqueza biológica de los suelos, ocasionando infertilidad, salinización y alteración de los ciclos biológicos, entre otros problemas.
Por lo anterior, la lucha contra este fenómeno no solo se ha plasmado entre las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, sino que también es el propósito del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebra cada 17 de junio para hacer énfasis en la urgencia de restaurar las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas que se encuentran afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones.
En México, las tierras secas ocupan un poco más de la mitad del territorio nacional (128 millones de hectáreas) y se estima que la desertificación afecta a cerca del 43 % de esas tierras que abarcan las zonas muy áridas y áridas (que se encuentran principalmente en Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua y Sonora), las zonas semiáridas (distribuidas en su mayoría en el desierto Sonorense y en el altiplano), y las zonas subhúmedas secas de Campeche y Yucatán, el Golfo de México y las costas del Océano Pacífico desde Sinaloa hasta Chiapas.
La desertificación puede derivar en zonas improductivas para casi cualquier actividad económica y, en buena medida, está asociada a la degradación del suelo producto de actividades agropecuarias donde prevalecen prácticas inadecuadas como el riego excesivo, las quemas agrícolas, el exceso de labranza y la falta de prácticas de conservación de suelo y agua.
Junto con diversos colaboradores y a través de variados proyectos, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrolla ciencia aplicada al campo y promueve prácticas agrícolas sustentables, particularmente las orientadas a un mejor aprovechamiento del agua y a la conservación y recuperación de suelos que, entre otros beneficios, permiten mitigar la desertificación.
En comparación con la labranza convencional —en la que prácticas como el movimiento continuo del suelo favorecen la degradación—, las prácticas fomentadas por el CIMMYT y sus colaboradores en tierras secas han permitido obtener mayores rendimientos incluso en condiciones de sequía prolongada.
Además, la agricultura de conservación —cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo con rastrojo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos— permite reducir el problema de los suelos salinos (efecto común de la degradación). En plataformas de investigación en Hidalgo, como otro ejemplo, diversos estudios confirman que los suelos trabajados con este sistema presentan una menor concentración de las principales sales que originan el problema, por lo que —al implementarlo— los productores están impidiendo la presencia de la “costra blanca” sobre la superficie de sus parcelas y evitando efectuar gastos extras en la compra de yeso agrícola para equilibrar la alcalinidad del suelo.
Otros efectos notables de la agricultura de conservación son que permite acumular materia orgánica, reducir la erosión eólica e hídrica, disminuir la emisión de gases de efecto invernadero (al evitar quemas agrícolas y reducir el número de pasos de maquinaria), incrementar la captura de carbono, y desarrollar una agricultura resiliente frente al cambio climático, el cual agudiza la desertificación, las inundaciones y las sequías.
Parcela con diversificación de cultivos en Trinidad Zaachila, Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Parcela con diversificación de cultivos en Trinidad Zaachila, Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Con los resultados de seis años de estudios en la plataforma de investigación San Miguel Tlacamama, en Oaxaca, Fermín Martínez ha documentado que no es suficiente dejar los residuos agrícolas sobre las parcelas de la zona, sino también es necesario diversificar los cultivos para que los productores del municipio vean mejores resultados al optar por sembrar con agricultura sustentable.
Fermín es profesor investigador del Centro Regional Universitario Sur de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) y responsable de la plataforma de investigación San Miguel Tlacamama, que está en la costa del estado mexicano de Oaxaca. Allí, en dicha plataforma, colaboran la UACh y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para generar recomendaciones pertinentes, basadas en evidencia científica, para que los agricultores de la zona mejores sus cosechas.
“Trabajamos para agricultores de pequeña escasa, entonces prácticamente lo que ellos buscan es producir alimentos para el autoconsumo, así que nos hemos enfocado en eso, pero cuidando el suelo, con coberturas, con diversificación de cultivos con lo que prácticamente hemos logrado que reduzcan significativamente las quemas agrícolas que prevalecen en el sistema convencional”, señala Fermín.
“Al trabajar en laderas tenemos un fuerte problema que es la erosión, por eso dentro de las prácticas que promovemos están las coberturas para proteger el suelo. Si el suelo está descubierto la lluvia provoca escurrimientos que se llevan el suelo, lo que no ocurre con un suelo cubierto”, enfatiza el investigador.
“Además de las coberturas implementamos fertilización fraccionada —aplicando el fertilizante en los periodos de mayor consumo de nutrientes—, fertilización orgánica, manejo agroecológico de plagas y enfermedades, conservación de granos almacenados con tecnologías herméticas poscosecha y la diversificación de cultivos que tiene diversos beneficios”.
“El hecho de que aparte del maíz los agricultores locales puedan producir otros alimentos como frijoles, ajonjolí o jamaica, ya tiene un impacto positivo en la seguridad alimentaria de las familias, pero también a otros niveles. Un ejemplo: en la región se cultiva ajonjolí y el ajonjolí tenía la problemática de una enfermedad causada por hongos que ellos le llaman “pata negra” y, bueno, a través de la colaboración en esta plataforma encontramos soluciones”, relata Fermín.
Sobre el papel de las plataformas de investigación, señala: “Es fundamental que la investigación que se hace en estos espacios responda a las problemáticas de los agricultores locales porque, si bien es cierto que en ocasiones esas problemáticas nos llegan de manera directa a través de los técnicos, nosotros debemos buscar las soluciones tanto para los técnicos como para los agricultores. Entonces, ahí precisamente radica la importancia de estos espacios porque son un puente entre la ciencia y los productores”, concluye Fermín.
La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.
Investigadores de América Latina durante el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Investigadores de América Latina durante el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
La Red Latinoamericana de Investigación Agronómica (RedAgAL) reúne a científicos de toda América Latina que trabajan para hacer que la agricultura sea más sustentable, productiva y resiliente.
Los científicos de esta red están afiliados a distintos sistemas nacionales de investigación agrícola, a instituciones educativas, organizaciones de agricultores y extensionistas, así como a algunos centros de investigación del CGIAR —una alianza global de investigación para un futuro con seguridad alimentaria—, como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) de México, el Centro Internacional de la Papa (CIP) de Perú, y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) de Colombia.
En este sentido, la red incluye experimentos en México, Honduras, Guatemala y Perú y tiene colaboraciones con Colombia. Si bien todos los experimentos evalúan prácticas adaptadas al entorno local, todos tienen en común que comparan tratamientos que representan el sistema de producción convencional local con posibles sistemas de producción mejorados. Así, todos los tratamientos se adaptan a las realidades de la producción agrícola local, de modo que, si resultan favorables, pueden ser adoptados fácilmente por los agricultores locales.
Si bien la red se estableció formalmente durante el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023, desarrollado en abril pasado en la sede del CIMMYT en Texcoco, México, sus raíces se remontan a muchos años atrás: extraoficialmente, la red se inició primero en 2011 con el inicio del programa MasAgro —de la Secretaría de Agricultura de México y el CIMMYT—, cuando se establecieron varios de los experimentos actuales, pero incorporando también experimentos a largo plazo, algunos de los cuales comenzaron en 1991, 1997 y 1999.
Actualmente, la red incluye 40 sitios para la investigación agronómica en México, dos en Guatemala, dos en Honduras y tres en Perú, los cuales están a cargo de colaboradores de diferentes organizaciones: 16 son manejados por asesores agrícolas, 14 son manejados por institutos educativas, siete son manejados por organizaciones de agricultores, seis por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) de México y cuatro por el CIMMYT; 26 están ubicados en estaciones experimentales y 17 están ubicados en campos de agricultores.
Los miembros de la red participan en proyectos conjuntos —como las iniciativas Excellence in Agronomy, AgriLAC Resiliente, entre otros proyectos— y comparten metodologías en diseño experimental, recolección y análisis de datos y participan en publicaciones conjuntas. Los resultados y experiencias se comparten de manera formal e informal durante eventos como el simposio antes mencionado, así como reuniones regionales y diferentes tipos de publicaciones.