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Agricultura de conservación se vuelve esencial ante el avance del cambio climático

Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

El cambio climático representa una amenaza real para la continuidad de la agricultura, señaló Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), durante su participación en el ciclo Agroconferencias 2023 de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sinaloa (AARFS).

Con el aumento de las temperaturas y la escasez de lluvias a nivel nacional, enfatizó Fonteyne, los productores deben considerar sistemas de producción sustentables porque los efectos del cambio climático no solo persistirán, sino que se intensificarán en los próximos años debido a la continua emisión de agentes contaminantes a la atmósfera.

«Este fenómeno tendrá un impacto en varios aspectos. En el caso de Sinaloa, la disponibilidad de agua es crítica. Cada año, los productores enfrentan incertidumbre sobre si las presas se llenarán o no. Las lluvias se han vuelto impredecibles y la disponibilidad de agua será cada vez más problemática«, afirmó Fonteyne.

Durante la conferencia, Fonteyne recalcó que sí existen alternativas viables y pertinentes para que los agricultores hagan frente a los retos del cambio climático. Resaltó, en este sentido, la importancia de sistemas como la agricultura de conservación.

En las diversas plataformas de investigación en el territorio nacional las parcelas trabajadas con labranza convencional, expuso, es común observar suelos degradados y, por el efecto de las sequías, las plantas generalmente son muy pequeñas. “Por esa falta de agua, las plantas se estresan y, básicamente, su respuesta es crecer lo más rápido posible y hacer algunos granos, pero como tampoco desarrollan muchas hojas, entonces no hay una fotosíntesis adecuada que pueda nutrir a los granos, entonces estos van a estar muy pequeños y van a ser muy pocos. Bajo este tipo de condiciones casi no hay cosecha”, mencionó el especialista.

En contraste, las parcelas donde se practica la agricultura de conservación, dejándose los residuos de cosecha como cobertura del suelo, presentan un “suelo de mejor calidad, tiene más materia orgánica y mejor infiltración. Eso genera más plantas y estas tienen más posibilidad de sobrevivir a las sequías, además de que son un poco más grandes. Eso significa que, en esas parcelas con agricultura de conservación, por el solo hecho de dejar los residuos, sí es posible tener cosechas”.

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¿Por qué optar por prácticas innovadoras en agricultura?

Cultivo de maíz en cero labranza rotación trigo, lado izquierdo removiendo rastrojo, lado derecho con retención. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de maíz en cero labranza rotación trigo, lado izquierdo removiendo rastrojo, lado derecho con retención. (Foto: CIMMYT)

Hace más de tres décadas (desde 1991) que en esta plataforma de investigación se evalúa el efecto del tipo de labranza, manejo de rastrojo y rotación de cultivos en condiciones de temporal. Específicamente “el sistema convencional de barbecho, monocultivo de maíz y remoción de rastrojo se compara con prácticas innovadoras como cero labranza, camas permanentes, retención de rastrojo y rotación con trigo, frijol o cebada con chícharo forrajero”, mencionan los responsables de la plataforma de investigación Texcoco I, en el estado de México.

Hacer este tipo de evaluaciones es importante en un contexto donde la adopción de prácticas agrícolas sustentables sigue siendo baja y los desafíos que el cambio climático y diversos fenómenos socioeconómicos imponen a la producción global de alimentos van en aumento.

“Con una sequía inicial en mayo, junio y la primera quincena de julio que redujo el desarrollo de los cultivos, más una granizada que dañó al maíz a mediados de julio”, señalan los investigadores, es importante identificar los sistemas de producción más resilientes, es decir, aquellos que le permitan a los agricultores locales minimizar los daños por los distintos eventos climatológicos adversos.

La agricultura convencional de la zona, basada en un movimiento continuo y excesivo del suelo, así como en la remoción de los rastrojos, ya no es una opción: en el ciclo primavera-verano los rendimientos promedio del maíz con este tipo de labranza fueron de tan solo 3.8 toneladas por hectárea (t/ha). En contraste, aquellas parcelas donde se han aplicado una o varias prácticas de agricultura de conservación, o sus combinaciones, reportaron desde las 6.2 t/ha —rotación con trigo—, hasta las 7.6 t/ha —cero labranza o camas permanentes con rotación y suficiente rastrojo en la superficie—.

Con respecto al cultivo de trigo, con labranza convencional sus rendimientos fueron menores, contrario a los rendimientos obtenidos con cero labranza, donde el rendimiento fue más alto con alguna rotación y dejando todo o de manera parcial el rastrojo. Así, “con rotación de cultivo en cero labranza, el rendimiento es menor donde se remueve el rastrojo (1.6 t/ha) que cuando se deja todo sobre la parcela (5.2 t/ha) o de manera parcial (promedio de 4.6 t/ha)”, puntualizan los investigadores.

La plataforma de investigación Texcoco I forma parte de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, la cual es una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Glomalina, un bioindicador del efecto de la agricultura de conservación sobre la calidad del suelo

Rastrojo de maíz como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Rastrojo de maíz como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

La materia orgánica tiene un papel fundamental en la calidad y la salud del suelo. Los niveles de carbono, la presencia de ácidos húmicos —sustancias que resultan de la descomposición de la materia orgánica y favorecen el crecimiento de las plantas—, y la glomalina, por ejemplo, son algunos indicadores del estado de los suelos que están relacionados con la presencia de materia orgánica.

La glomalina, específicamente, es una proteína implicada en la simbiosis entre las plantas y algunos hongos benéficos. La glomalina tiene efectos positivos sobre las propiedades físicas y químicas de los suelos, ya que esta sustancia pegajosa favorece la formación de conglomerados o agregados, una etapa fundamental en la creación del suelo.

El contenido de glomalina es un bioindicador del mejoramiento en la calidad del suelo que promueve la agricultura de conservación”, señalan los investigadores responsables de la plataforma de investigación Soledad de Graciano Sánchez, en San Luis Potosí, donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Para evaluar el efecto de la agricultura de conservación en el contenido de glomalina en el suelo, los investigadores evaluaron siete tratamientos: barbecho más rastra, rastra, multiarado, labranza cero sin rastrojos, labranza cero con 33 % de rastrojo como cobertura, labranza cero con 66 % de rastrojo como cobertura y labranza cero con la totalidad de los rastrojos como cobertura del suelo.

El efecto acumulado de 25 años continuos con agricultura de conservación permitió incrementar en un 34 % la glomalina total con respecto al barbecho más rastra —práctica convencional que prevalece en la zona—. Al incrementarse la glomalina, se mejoró la estructura del suelo y se facilitó un mejor desarrollo de la raíz del cultivo para lograr rendimientos de maíz superiores a las 10 toneladas por hectárea contra 6.5 toneladas por hectárea que se obtuvieron con el método tradicional de barbecho más rastra”, puntualizan los responsables de la plataforma.

El incremento de la glomalina como resultado de los efectos acumulados de la agricultura de conservación es relevante porque, además de lo descrito, esta proteína está asociada al almacenamiento de carbono en el suelo. De hecho, existen programas de investigación que la estudian como una opción para indicar la cantidad del elemento en programas de comercio de créditos de carbono.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Soledad de Graciano Sánchez— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Alternativas para una agricultura sustentable en el Valle del Mezquital

Agricultores de Hidalgo siendo asesorados por técnicos del Hub Valles Altos del CIMMYT. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)
Agricultores de Hidalgo siendo asesorados por técnicos del Hub Valles Altos del CIMMYT. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)

El Valle del Mezquital es considerado el granero de Hidalgo. A pesar de ser una zona árida tiene una importante producción agrícola debido a la presencia de canales de riego de aguas residuales provenientes de la Zona Metropolitana del Valle de México.

En esta región alrededor de 60% de la población —con notable presencia de la comunidad otomí— se dedica a la agricultura. Los productores, sin embargo, enfrentan numerosos problemas, como la poca rentabilidad, la pérdida de la calidad de los suelos y la consecuente disminución del tonelaje de producción.

“La agricultura en el Valle del Mezquital se basa en la labranza convencional donde se utiliza una cantidad excesiva de maquinaria debido a la escasez de mano de obra en la región. Esto ha provocado la compactación de los suelos y el incremento en los costos de producción por hectárea cultivada”, comentan los responsables de la plataforma de investigación Francisco I. Madero, en el estado mexicano de Hidalgo, donde colaboran la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Además de la compactación del suelo, el riego en la zona es por inundación —una de las formas de riego donde más agua se desaprovecha— y se utilizan aguas residuales provenientes del Valle de México —lo cual implica riesgos sanitarios potenciales—, así que se unen varios efectos adversos que hacen necesario impulsar una agricultura sustentable para mantener o incrementar el rendimiento, generar el bienestar en la región y conservar los recursos naturales”, enfatizan los responsables de la plataforma.

Para brindar alternativas a los productores a fin de que adopten las prácticas sustentables más adecuadas para sus sistemas productivos, en la plataforma se validan distintas tecnologías. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el efecto de la rotación de los cultivos, la práctica de labranza y el manejo del rastrojo.

En el año 2021 el tratamiento que reportó el mayor rendimiento de maíz —16.6 toneladas por hectárea (t/ha)— fue el de la rotación de maíz en primavera-verano y avena en otoño-invierno, con cero labranza y dejando la totalidad de rastrojos sobre la superficie como cobertura; el tratamiento con el menor rendimiento (14 t/ha) fue el de maíz en primavera-verano y un cultivo de cobertura en otoño-invierno, con labranza convencional y removiendo todos los rastrojos.

En el año 2022 los resultados fueron similares, observándose que el tratamiento con la rotación de maíz-avena con cero labranza y cobertura del suelo con rastrojos tuvo un rendimiento de alrededor de dos toneladas por hectárea superior al del tratamiento de maíz con cultivo de cobertura, labranza convencional y sin rastrojos —21.1 y 18.8 t/ha, respectivamente—.

Con estos resultados, los responsables de la plataforma señalan que “la implementación de la agricultura de conservación permite incrementar y mantener el rendimiento del maíz. Dejar los cultivos de cobertura sobre el suelo permite que año con año el rendimiento se mantenga”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores —de la que forma parte la plataforma Francisco I. Madero— es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Innovación con perspectiva de género

Taller con productoras de Cuatempan, Puebla. (Foto: Galilea Vicuña / CIMMYT)
Taller con productoras de Cuatempan, Puebla. (Foto: Galilea Vicuña / CIMMYT)

Cuautempan ​ es uno de los 217 municipios del estado mexicano de Puebla. Se localiza en el norte de la entidad, en la Sierra Norte, donde las pendientes pronunciadas y la producción de maíces nativos para el autoconsumo son características de la agricultura local. Allí, se encuentra la plataforma de investigación Cuautempan, donde investigadores del CIMMYT y sus colaboradores evalúan y promueven innovaciones agrícolas pertinentes para la región.  

“Aquí en Cuatempan, en Tetela de Ocampo, y en toda la región de la Sierra Norte de Puebla, muchos de los hombres que normalmente trabajarían el campo tienen que migrar o están desempeñando otras labores, entonces las mujeres son quienes se han hecho cargo de las tareas agrícolas, muchas de ellas son quienes toman las decisiones de lo que se hace en el campo y, en ese sentido hemos trabajado en generar, a través del conocimiento, empoderamiento con perspectiva de género”, refieren colaboradores del Hub Valles Altos del CIMMYT.  

“A través de la iniciativa Excellence in Agronomy buscamos hacer transversal el conocimiento, donde los sistemas de escala baja, como lo que vemos en esta plataforma, interactúan y se retroalimentan con otros, a veces muy diferentes a ellos, como los de alta productividad del Bajío o el norte del país. Esa es la ventaja de formar parte de una red de investigación más amplia”, comentan los investigadores de la plataforma.  

Junto con las productoras y productores locales “desarrollamos un taller para reflexionar sobre qué tanto los tratamientos agronómicos que tenemos en la plataforma siguen siendo vigentes para atender las problemáticas y necesidades actuales, y lo hicimos desde la perspectiva de género porque estas productoras también son amas de casa, se encargan de los niños, crían gallinas, borregos y otras labores, entonces desde la ciencia aplicada al campo tratamos de dar respuesta a esas dinámicas locales, eso puede hacer la diferencia cuando la producción se va al autoconsumo o sirve de fuente económica alterna, así que verse involucradas y tomando decisiones para mejorar su sistema, eso contribuye a su empoderamiento”.  

Por el contexto de la región el enfoque de la plataforma ha sido investigar el sistema milpa: “actualmente estamos investigando maíces criollos —se ha observado que los de la región son resistentes a enfermedades y con hojas bien cerradas que evitan la pudrición en los meses más lluviosos— y aspectos como el arreglo topológico, porque anteriormente aquí se sembraba de metro por metro y se ponían hasta seis semillas por golpe. Actualmente en el sistema se está modificando y hemos logrado buenos resultados con 75 cm entre surco y 60 cm entre mata, impactando favorablemente en el rendimiento”, comenta Fidelia González, responsable de la plataforma.  

“Aquí a las señoras les gusta echar tortillas con el maíz criollo porque tiene mayor elasticidad y rinde más, así que el objetivo es seguir mejorando este maíz en aspectos de selección masal —mejoramiento basado en la selección de los mejores ejemplares—, identificando los maíces más precoces y bajar los portes porque las milpas llegan a medir de tres hasta seis metros y aquí en temporada de lluvias hay mucho aire y eso nos afecta en los rendimientos. Eso es lo que estamos haciendo junto con la comunidad, mejorando los maíces criollos que tenemos”, menciona Fidelia, quien agrega que también hace falta un banco de semillas porque muchos productores están perdiendo sus maíces nativos.  

Sobre el aspecto de género, Fidelia señala que “aquí hay mucha migración temporal, las señoras se quedan solas, los hombres se van al norte a trabajar dos o tres meses, por ello estamos incluyéndolas en las capacitaciones. Afortunadamente hablo náhuatl, soy originaria de aquí, entonces les hago reflexionar mucho sobre la importancia de que tengan maíz para su consumo, de que ya no tengan que comprar para sus animales, y aparte que diversifiquen con otros cultivos, eso les ayuda a ahorrar y a que dispongan de más alimentos para su familia”.  

La capacitación de mujeres en agricultura puede disminuir los efectos negativos en tiempos adversos: “desafortunadamente con la pandemia los hombres no tenían trabajo y en muchos lugares no había maíz, entonces la mujer tenía que ver la manera de cómo alimentar a la familia.  Eso lo que me ha motivado a seguir trabajando con las señoras, porque ellas son clave para lograr la seguridad alimentaria”, sostiene Fidelia.  

“Aquí vienen mujeres jóvenes, mujeres de treinta años en adelante, y hasta las abuelitas porque quieren aprender, quieren innovar. Es gratificante encontrar señoras que ya te preguntan y que se preocupan de alguna forma por querer cambiar su sistema. Ya han probado y puesto en práctica lo que ven en los talleres de capacitación en donde te dicen «inge, antes yo no podía producir en mi suelo porque estaba pobre y ahora que dejo todo el rastrojo logré cosechar mejor maíz que en otros años». Así, entre ellas se platican sus experiencias; y ese es el propósito de la plataforma, facilitar el intercambio de experiencias”, concluye Fidelia.  

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Identifican insectos que ayudan al control biológico de plagas

De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo: ejemplares adultos de: Polydontomia curvipes, Paragus sp., Toxomerus mutuus, Eupeodes sp., Leucopodella sp., y Toxomerus politus capturados en el Batan, Texcoco, Estado de México. (Foto: Abel Saldivia)
De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo: ejemplares adultos de: Polydontomia curvipes, Paragus sp., Toxomerus mutuus, Eupeodes sp., Leucopodella sp., y Toxomerus politus capturados en el Batan, Texcoco, Estado de México. (Foto: Abel Saldivia)

Los sírfidos son una familia de moscas que se cuenta entre las más numerosas, pues se reconocen 284 géneros y 6 674 especies a nivel mundial. En México, se conocen 58 géneros y 325 especies. La mayoría de los sírfidos adultos visitan las flores para alimentarse de polen y néctar, y es común que se les confunda con abejas y avispas; sin embargo, se les puede distinguir por el tamaño de sus ojos y que solo presentan un par de alas. Además, muchos sírfidos presentan rayas, bandas o patrones en el cuerpo, con combinaciones de colores brillantes (amarillo, rojo) y tonos oscuros (que pueden ser metálicos).  

Otra característica de los sírfidos es que durante el vuelo pueden quedar suspendidos en el aire y desplazarse rápidamente de un lado a otro. Muchas especies son reconocidas como polinizadores esenciales en ambientes naturales y agrícolas. Las larvas, por otro lado, son importantes depredadores de pulgones, trips —insectos plaga que se alimentan de la savia de las plantas— y gusanos de cuerpo blando. Una larva de tercer instar —etapa de desarrollo—, que es la más voraz, puede consumir hasta 168 pulgones en un día, aunque este número depende de varios factores como la especie de sírfido o la temperatura ambiental.  

Durante el ciclo primavera-verano 2021, en la estación experimental de El Batán, en Texcoco, Estado de México, se desarrolló un estudio para medir la diversidad de artrópodos —categoría de animales invertebrados entre los que están los insectos, arácnidos y crustáceos— en un campo de maíz donde se plantó también un borde de plantas que producen abundante floración para propiciar la diversidad de especies de artrópodos. 

En dicho espacio se instalaron 15 trampas malaise —un tipo de trampas diseñadas para insectos voladores— a diferentes distancias del borde de flores y se dejaron expuestas durante un periodo de dos a siete días, cada semana. Así, se encontró una cantidad importante de sírfidos. Aunque esta familia (Diptera, Syrphidae) se encuentra presente durante todo el año, lo estuvo en mayor proporción durante los meses de agosto a noviembre cuando el borde de flores presentaba mayor cantidad de plantas con abundante floración (mostaza y eneldo) —aunque los campos contiguos se siembran principalmente con maíz y trigo, también hay campos de girasol y alfalfa que sirven de alimento y refugio a una amplia diversidad de artrópodos—. 

La trampa malaise está diseñada para captura de insectos voladores y consisten en una malla de interceptación de vuelo, con un recipiente donde se almacenan los insectos en alcohol. (Foto: Abel Saldivia)
La trampa malaise está diseñada para captura de insectos voladores y consisten en una malla de interceptación de vuelo, con un recipiente donde se almacenan los insectos en alcohol. (Foto: Abel Saldivia)

Los artrópodos recolectados fueron clasificados. Esto permitió conocer que hay especies que se encuentran en algunas fechas de captura y en otras no, además de la abundancia de cada una de estas. En total, se identificaron 15 morfoespecies —grupos de organismos que pueden ser de una o de diferentes especies, pero que comparten características comunes—.  

La especie que predominó fue Polydontomia curvipes, la cual se presentó durante todo el periodo de captura. El género más diverso es Toxomerus, donde se han identificado tres especies y varios individuos solo a nivel de género. La especie más abundante de este género fue T. marginatus, seguido por T. politus, la cual generalmente se encuentra en asociación con maíz ya que el adulto se alimenta de polen y sus larvas se han reportado como depredadoras de larvas de gusano cogollero y pulgones. También se encontró la presencia de T. mutuus y se encontraron dos especies del género Allograpta (A. obliqua y A. exotica) que son importantes depredadores de pulgones.  

Existen programas de control biológico de plagas agrícolas que consideran la liberación de sírfidos, pero para su establecimiento se requieren condiciones adecuadas. Reconocer la diversidad de organismos que ayudan al control biológico de plagas en los agroecosistemas permite también establecer medidas para su reproducción y preservación; en este sentido, la diversidad de especies vegetales se traduce también en diversidad de artrópodos, que como en el caso de los sírfidos, brindan diversos servicios ambientales.  

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Cultivos alternativos para mejorar la fertilidad de los suelos

Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)
Cultivo de dólicos, 28 de octubre del 2021, en la plataforma de investigación Comitán. (Foto: Rivas, Solís, Espinosa, Márquez)

La Meseta Comiteca es una región en el estado mexicano de Chiapas que destaca por su diversidad cultural y riqueza natural —allí se encuentra, por ejemplo, la Reserva de la Biosfera Lagunas de Montebello—. En esta región, la agricultura se desarrolla en condiciones de temporal, siendo el maíz y el frijol los cultivos principales cuyos esquilmos o rastrojos suelen quemarse o removerse total o parcialmente, o bien, sirven de alimento para ganado. 

Además de la poca diversidad de cultivos —el maíz y el frijol se establecen regularmente como unicultivos o intercalados—, el hecho de quemar o remover los residuos de cosecha contribuye a la disminución de contenido de la materia orgánica del suelo y, a largo plazo, repercute en la disminución de la fertilidad y la productividad. De hecho, este agotamiento de los suelos constituye actualmente una de las limitantes para la agricultura de la región. 

Para ofrecer soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Comitán —donde colabora el Instituto Tecnológico de Comitán y el CIMMYT— se evalúan diversos sistemas de producción y tecnologías agrícolas. Recientemente, por ejemplo, se evaluó el aporte de biomasa seca (residuos de cosecha) de distintos cultivos alternativos a fin de identificar aquellos que representen opciones viables para incrementar el contenido de materia orgánica de las parcelas de forma natural.  

Los cultivos establecidos fueron dólicos, chícharo gandul rojo, chícharo gandul negro, girasol, grasss pea, garbanzo y veza. Durante el ciclo agrícola, las condiciones de precipitación que se presentaron en la región afectaron negativamente el crecimiento y desarrollo de las plantas, lo que se manifestó en bajos rendimientos de grano y de biomasa. No obstante, uno de los cultivos que sobresalió en producción de biomasa seca bajo las condiciones prevalecientes fueron los dólicos”, señalan los responsables de la plataforma.  

Los dólicos (Dolichos lablab) son una leguminosa que sirve a diversos propósitos: puede usarse como cultivo de cobertura para controlar la erosión del suelo, como abono verde para incrementar su fertilidad, contribuye al control de malezas, sirve como forraje —permitiendo más de un corte— y crece en suelos de todas las texturas. Además, al ser una leguminosa contribuye a la fijación de nitrógeno en el suelo.  

De acuerdo con los resultados del ensayo, para la región el girasol también es una opción viable, seguido del chícharo gandul. No obstante, mencionan los investigadores, aún es necesario continuar con las evaluaciones de cultivos alternativos para la región.  

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes. 

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La apropiación social de la ciencia en las plataformas de investigación agrícola

Vista general de la plataforma de investigación Molcaxac, Puebla, instalada en el CBTA No. 305. (Foto: Torres y Nieves, 2023)
Vista general de la plataforma de investigación Molcaxac, Puebla, instalada en el CBTA No. 305. (Foto: Torres y Nieves, 2023)

La agricultura en el municipio de Molcaxac, en el estado mexicano de Puebla, se caracteriza por la prevalencia de prácticas convencionales —principalmente una labranza excesiva— bajo condiciones de temporal en suelos con un alto índice de degradación. Como consecuencia, los productores de la zona obtienen bajos rendimientos.

Para brindar soluciones a los productores locales, en la plataforma de investigación Molcaxac se buscan las mejores prácticas agrícolas para hacer frente a los efectos de la constante degradación del suelo. En esta plataforma, que cuenta con más de una década de promover sistemas sustentables, colaboran el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario no. 305 (CBTA 305) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

“En el ciclo primavera-verano 2021 se desarrolló un experimento bajo condiciones de temporal en el que se evaluó el efecto de la agricultura de conservación en comparación con la labranza convencional. Los 10 tratamientos establecidos incluyeron distintas combinaciones de estos sistemas: camas permanentes o labranza, cobertura del suelo o remoción del rastrojo, monocultivo de maíz o rotación con leguminosas, etcétera”, comentan los responsables de la plataforma.

“A pesar de las condiciones climáticas adversas, los tratamientos bajo agricultura de conservación mostraron los mejores resultados. El tratamiento bajo agricultura de conservación —camas permanentes, rotación de maíz criollo-frijol y cobertura del suelo con rastrojo—, en particular, mostró el rendimiento de maíz más alto en comparación con el tratamiento bajo labranza convencional en monocultivo”, puntualizan los investigadores.

Ensayos como el descrito confirman que la agricultura de conservación permite mejorar los rendimientos y hacer frente a los efectos del cambio climático en la producción de maíz. Además, reafirman el importante papel de las plataformas de investigación para brindar soluciones a las problemáticas de los productores locales.

Además de desarrollar y validar prácticas útiles que contribuyen a la solución de los problemas que los productores plantean, esta plataforma de investigación ha permitido desarrollar capacidades entre los jóvenes estudiantes de las carreras técnicas de Agricultura Sustentable y Producción Industrial de Alimentos que se imparten en el CBTA 305. Así, la plataforma impacta positivamente en la formación de los alumnos quienes contribuyen a difundir entre los productores locales (a veces sus propias familias) prácticas agrícolas sustentables e innovadoras.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Reducir costos sin sacrificar productividad

Maíz cultivado con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Maíz cultivado con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

“La plataforma de investigación Ahome tiene diez años trabajando en colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Nuestro objetivo es desarrollar, validar y promover sistemas sustentables con base en agricultura de conservación, con la finalidad de mejorar la productividad, la sustentabilidad y la rentabilidad de la agricultura de la zona a través de un buen manejo del suelo, agua y de los recursos naturales”, comenta Diego de Jesús Herrera Eguino, de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sinaloa (AARFS), quien es responsable de dicha plataforma de investigación.

En esta plataforma, que surgió de la apuesta de los agricultores sinaloenses por la ciencia aplicada al campo, se evalúan diversas prácticas sustentables con el fin de identificar aquellas que permitan disminuir los costos sin reducir la productividad. Durante el ciclo otoño-invierno 2021-2022, por ejemplo, se establecieron ensayos para comparar agricultura de conservación y labranza convencional, validar un programa de riego en tiempo real, observar el efecto de la liberación de controladores biológicos de plagas (Trichogramma pretiosum, Crisoperla carnea y Coleomegilla maculata), optimizar la fertilización nitrogenada mediante uso del sensor GreenSeeker®, entre otros.

“En el comparativo por tipo de labranza se obtuvo un rendimiento de 18.4 toneladas por hectárea con labranza convencional y 18 toneladas por hectárea con agricultura de conservación. Aunque se observa una diferencia en favor de la labranza convencional, la mayor rentabilidad la obtenemos con la agricultura de conservación por el ahorro en costos en la preparación del suelo, principalmente. Además, el rendimiento es muy similar”, señala Diego.

Con una diferencia de más de 3 mil pesos por hectárea (3,443 MXN) y un menor impacto ambiental, el tratamiento con agricultura de conservación aporta evidencia de la viabilidad de este sistema de producción: “a través de varios ciclos agrícolas la plataforma ha demostrado las ventajas del manejo sustentable en el cultivo de maíz mediante la agricultura de conservación, sistema que nos permite reducir costos sin sacrificar productividad y, además, aplicando un manejo eficiente y racional de insumos y tecnologías en favor del medioambiente”, concluye el responsable de la plataforma.

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Avena y ebo, una alternativa que brinda servicios al medioambiente

Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)
Rebrote del cultivo avena-eso en la plataforma de investigación Acámbaro. (Foto: Mandujano-Ibáñez)

En las áreas de riego de Guanajuato, México, se demanda gran cantidad de forraje, particularmente durante el ciclo otoño-invierno. La alfalfa y la avena son los cultivos forrajeros por excelencia en esta zona —se siembran un poco más de 44 mil hectáreas de alfalfa y cerca de nueve mil de avena (SIAP, 2021)—; no obstante, la alfalfa es perenne —su ciclo es muy largo, pudiendo crecer durante todo el año—, demanda gran cantidad de agua y reduce su producción en otoño-invierno. La avena, por su parte, a pesar de ser buena alternativa forrajera, es más nutritiva para los animales al mezclarse con ebo.

Ante este panorama en que se requieren alternativas de cultivo que puedan rotarse con el maíz y el sorgo producidos en primavera-verano, investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cultivaron avena y ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación a fin de validar si dicho cultivo es una opción viable para la producción de forraje en el contexto de la zona.

Con camas anchas permanentes y el 100 % del rastrojo de maíz sobre la superficie, la investigación se desarrolló durante el ciclo otoño-invierno 2020-2021 en la plataforma de investigación Acámbaro, en Guanajuato.

“Cuando el ebo llegó a floración y la avena a llenado de grano se realizó un corte a cuatro centímetros del suelo para inducir el rebrote de estos cultivos. Después del primer corte el rebrote de avena-ebo se utilizó como cultivo de cobertura y la siembra del maíz se realizó sobre el 100 % de dicho rebrote. Todos los datos sobre costos de producción, rentabilidad, producción de forraje y los asociados a los servicios ecosistémicos fueron registrados en una bitácora”, señalan los responsables de la plataforma de investigación.

“El costo total de producción hasta el empacado fue de cerca de 22 mil pesos (22 153 MXN), donde la fertilización y la cosecha corresponden al 42 y 25 %, respectivamente. Con respecto a la producción de forraje, el rendimiento de materia de avena-ebo achicalada con un 30 % de humedad fue de un poco más de 13 mil kilogramos por hectárea (13 089 kg/ha), lo cual, al empacarse en pacas de 40 kilogramos en promedio, resultó en 327 pacas por hectárea”.

Para los productores, la venta de las pacas significaría un beneficio económico, pero más allá de este, “el rebrote de avena-ebo contribuye a lograr la cobertura del suelo, lo cual impide la erosión y la emergencia de malezas. Además, al ser una leguminosa, el ebo ayuda a la fijación de nitrógeno, por lo que para el siguiente ciclo es posible obtener un mayor rendimiento de maíz”.

Cabe mencionar que en el ciclo primavera-verano 2019, en la misma plataforma, se sembró maíz sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo, entonces el rendimiento de maíz en ese tratamiento superó 16 % el rendimiento obtenido en el tratamiento de labranza convencional (15.13 t/ha) y en 1,6 % al tratamiento con agricultura de conservación donde no se realizó la práctica de sembrar sobre el 100 % de la biomasa de avena-ebo.

Por lo anterior, los investigadores de la plataforma concluyen que el cultivo de avena-ebo bajo condiciones de riego y mediante agricultura de conservación es una alternativa viable y rentable para la producción de forraje, siendo una opción de rotación en otoño-invierno con maíz o sorgo en primavera-verano. “De igual manera, la siembra de avena-ebo es una alternativa de cultivo de servicio que sirve como cobertura del suelo, impide la emergencia de maleza y contribuye a la fijación de nitrógeno atmosférico”.

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.