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Uso eficiente de agua en Sonora

Trigo cultivado con agricultura de conservación en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Trigo cultivado con agricultura de conservación en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

México enfrenta desafíos significativos en términos de disponibilidad y calidad del agua. Además, de acuerdo con el Índice de Estrés Hídrico Global, México se encuentra entre los países con mayor estrés hídrico (cuando la demanda de una región excede la cantidad de agua disponible durante un período de tiempo específico), lo que indica presiones significativas sobre los recursos hídricos disponibles.

El uso del agua en México es diverso, abarcando desde el consumo humano hasta la agricultura y la industria. De acuerdo con CONAGUA, el 76% del agua se destina a la agricultura, el 13% a usos urbanos y el 11% a la industria.

Por lo anterior, es fundamental que los agricultores conozcan y adopten prácticas que les permitan aprovechar, cuidar y optimizar el agua disponible, particularmente en un contexto de variabilidad climática, donde las lluvias se vuelven erráticas, los periodos de sequía se prolongan y, en general, hay incertidumbre sobre si habrá agua o no para cultivar.

Para apoyar a los agricultores en esta tarea, CIMMYT y sus colaboradores han establecido plataformas de investigación donde se ponen a prueba distintas prácticas que pueden ser de utilidad en el campo. En la plataforma de investigación Cajeme II, en Sonora, por ejemplo, entre los temas que se estudian está el efecto de riego reducido.

Desde el ciclo otoño-invierno de 2013 en que se ha establecido y documentado la práctica, señalan los responsables de la plataforma, “el cuarto riego de auxilio ha aumentado el rendimiento del trigo en una tonelada por hectárea (t/ha) empleando camas permanentes (con rastrojo en la superficie) y 0.3 t/ha en labranza convencional”, lo que confirma los beneficios de la agricultura de conservación para la optimización del uso del agua.

En la plataforma de investigación Navojoa, el efecto del riego reducido se ha monitoreado desde el ciclo otoño-invierno 2011-12 (reportándose que los mejores rendimientos con un riego antes de la siembra y dos o tres riegos de auxilio, han sido con camas permanentes), sumando evidencia de que el uso de camas permanentes contribuye notablemente al cuidado del recurso hídrico.

Evidencia como la generada en estas plataformas sonorenses confirman entonces la pertinencia de distintas prácticas de agricultura de conservación para el cuidado del agua. Por esta razón, este enfoque para el uso eficiente del recurso hídrico forma parte del Menú de tecnologías validadas – Trigo de riego en Sonora. Te invitamos a consultarlo completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.

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Rotación con triticale, una buena alternativa para los agricultores de Huichapan

Cultivo de maíz híbrido bajo agricultura de conservación (izquierda); cultivo de triticale+ebo como rotación después de maíz (derecha), en la plataforma de investigación Huichapan. (Foto: Raúl Olvera)
Cultivo de maíz híbrido bajo agricultura de conservación (izquierda); cultivo de triticale+ebo como rotación después de maíz (derecha), en la plataforma de investigación Huichapan. (Foto: Raúl Olvera)

Huichapan es un pueblo mágico del estado de Hidalgo, México, con pinturas rupestres y construcciones virreinales, pero también con una importante actividad agrícola —la agricultura es principalmente de temporal (80%) y de autoconsumo— que, en años recientes, se ha tenido que enfrentar a grandes desafíos como los altos costos de producción y la incertidumbre que genera la variabilidad climática actual, la cual se manifiesta en la zona con lluvias fuera de ciclo, sequías prolongadas, heladas, etcétera.

Para brindar alternativas que permitan a los agricultores locales enfrentar dichos desafíos, en la plataforma de investigación Huichapan —donde colaboran el Instituto Tecnológico Superior de Huichapan y CIMMYT desde el año 2016, cuando se instaló la plataforma— se evalúan distintas prácticas agrícolas a fin de identificar, entre otros aspectos, alternativas de manejo agrícola y forraje para animales, de manera que ahí se evalúa la siembra de maíz criollo e híbrido y triticale.

“El rendimiento de maíz híbrido y maíz criollo fue similar entre rotación con triticale en camas permanentes —las cuales ayudan a reducir o minimizar la labranza, mejorar el manejo del agua y a disminuir la compactación del suelo mediante el tráfico controlado— que el monocultivo en labranza convencional. Sin embargo, al tener parcelas diversificadas en rotación con triticale el productor podrá compensar el bajo rendimiento del maíz con forraje de triticale en los ciclos de sequía o heladas, lo que implica reducir el riesgo de perder el total de su cosecha y el alimento para el ganado”, señalan los responsables de la plataforma.

Adicionalmente, “cuando se siembra sobre camas permanentes, los costos de producción se reducen al evitar el barbecho (1 400 MXN/ha), subsuelo (1 100 MXN/ha) y rastra (700 MXN/ha) y solo hacer la formación de camas (700 MXN/ha) y manejo de rastrojo (750 MXN/ha)”, puntualizan los investigadores, enfatizando que el mayor rendimiento y menor costo de producción con agricultura de conservación puede permitir al productor tener mayor disponibilidad de alimentos e ingresos.

En general, en Huichapan la cosecha de grano de maíz es para la alimentación de la familia y el rastrojo para forraje del ganado —vacas, puercos, cabras, gallinas, borregos, conejos y caballos—. La poca biomasa, sumada a los bajos rendimientos, disminuye la disponibilidad de alimentos e ingresos.

En este sentido, los resultados de la plataforma de investigación son relevantes porque indican la pertinencia de diversificar las parcelas para reducir el riesgo de perder el total de la cosecha si solo se hace monocultivo de maíz. Además, “el rendimiento de biomasa de triticale en el primer año fue similar (9.3 t/ha) entre dejar y retirar parcialmente el rastrojo y, en 2018, fue mayor cuando se dejó el rastrojo”, enfatizan los responsables de la plataforma, evidenciando la pertinencia de aprovechar los rastrojos.

Estos resultados forman parte de los Avances en agricultura sustentable: resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-2021 —en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía—, te invitamos a consultarlos.

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Tecnologías agrícolas para la Mixteca oaxaqueña

Efecto de la sequía en maíz bajo dos sistemas de labranza en temporal. Labranza convencional sin residuos (Izquierda), labranza mínima con residuos (Derecha). Yanhuitlán, Oax. PV-2019. (Foto: Leodegario Osorio)
Efecto de la sequía en maíz bajo dos sistemas de labranza en temporal. Labranza convencional sin residuos (Izquierda), labranza mínima con residuos (Derecha). Yanhuitlán, Oax. PV-2019. (Foto: Leodegario Osorio)

Aprendida por generaciones, la práctica de prender fuego a los residuos de cosecha sigue siendo una estampa común en el campo oaxaqueño. Sin embargo, esta práctica contribuye a la degradación de los suelos agrícolas, a la pérdida de fertilidad de los mismos y, consecuentemente, a una disminución de la productividad.

Una mejor alternativa es aprovechar los rastrojos como cobertura del suelo: “la retención de residuos en labranza mínima incrementó el rendimiento de maíz criollo en 208 kilos por hectárea (kg/ha) en promedio, comparado con la labranza convencional de la zona —que consta de un barbecho a 30 cm de profundidad y un paso rastra a 10 cm— sin residuos, lo cual indica que es una alternativa viable para la región de la Mixteca”, señalan los responsables de la plataforma de Santo Domingo Yanhuitlán, donde colaboran investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y CIMMYT.

La de Yanhuitlán forma parte de una extensa red de plataformas de investigación que CIMMYT —centro de investigación internacional que promueve sistemas agrícolas sustentables y resilientes— y sus colaboradores impulsan en todo el territorio nacional y que más recientemente se ha extendido a nivel Latinoamérica. Muchas de estas plataformas tienen más de una década investigando diversas prácticas agrícolas a fin de identificar las más pertinentes para cada región y cada tipo de agricultor.

“Uno de los beneficios más notables de esta labranza mínima es mantener más humedad disponible para el cultivo, y este beneficio se expresa más en tiempos de sequía, como en 2019 en el que el rendimiento fue de 2.2 t/ha en labranza mínima contra 680 kg/ha en labranza convencional”, enfatizan los investigadores que han registrado puntualmente el comportamiento de estos dos tipos de labranza desde el año 2013.

Con respecto a la parte económica, “el costo de producción con labranza mínima fue 800 pesos por hectárea (800 MXN/ha) menor que la labranza convencional”, puntualizan los investigadores, señalando que la inclusión del rastrojo —cuyo valor está estimado en 3  500 MXN/ha en la región de la Mixteca—, “incrementaría la utilidad neta promedio de la labranza convencional a $14,346 MXN/ha”.

En las plataformas de Santa María Teopoxco, en la región Cañada; San Miguel Tlacamama, en la Costa; San Francisco Lachigoló, en Valles Centrales; y Tamazulapam del Espíritu Santo, en la Sierra Norte, los resultados de años de investigación también confirman que el rastrojo es un elemento importante para los sistemas agrícolas de la región, por lo que los investigadores hacen una invitación a los productores para que se acerquen a cualquiera de estas plataformas o con colaboradores de CIMMYT para conocer más sobre cómo un adecuado manejo de los residuos de cosecha puede impulsar grandes cambios en la agricultura.

Esta práctica forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz en Oaxaca. Te invitamos a consultarlo completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.

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Plataforma de Mixquiahuala, un referente de la agricultura sustentable en Hidalgo

Técnica de campo identificando la incidencia de carbón de la espiga en maíces híbridos cultivados en la plataforma de investigación Mixquiahuala, Hidalgo. (Foto: CIMMYT)
Técnica de campo identificando la incidencia de carbón de la espiga en maíces híbridos cultivados en la plataforma de investigación Mixquiahuala, Hidalgo. (Foto: CIMMYT)

La plataforma de investigación Mixquiahuala de Juárez, Hidalgo, se encuentra en el Valle del Mezquital, región semiárida del estado de Hidalgo donde se practica la agricultura mecanizada y hay disponibilidad de riego con las aguas residuales del Valle de México.

En la región, la agricultura en general es una actividad altamente tecnificada. Además, los cultivos pueden lograr altos rendimientos —en maíz más de 10 toneladas por hectárea (t/ha) (SIAP, 2021)— por la disponibilidad de aguas negras para el riego fuera de la estación de lluvias, con un gran potencial de aprovechamiento de nutrientes y de bajo costo—; sin embargo, tal práctica representa también un importante riesgo de salud pública, por ejemplo, de infecciones intestinales.

Como este aspecto sanitario, la agricultura en el Valle de Mezquital enfrenta varios retos, de manera que, a través de la plataforma, se buscan soluciones viables para los principales desafíos que enfrentan los agricultores locales, tales como los suelos degradados, el uso de variedades adecuadas —a las condiciones climáticas de la zona y para comercialización— y la identificación de prácticas y tecnologías para bajar los costos de producción.

A partir de este panorama se evalúan innovaciones agronómicas como: 1) arreglo topológico de alfalfa en agricultura de conservación, 2) ensayos de híbridos de maíz, 3) uso de mejoradores de suelo, biofertilizantes y fertilizantes sintéticos, 4) evaluación de cultivos alternativos y 5) reducción de labranza con el uso del striptill (labranza en líneas de siembra).

La plataforma de investigación, además de validar tecnologías sensibles a las necesidades de los productores de la región, constituye un punto de encuentro de la red de actores para el intercambio de experiencias y alianzas estratégicas entre productores, técnicos, funcionarios, investigadores, estudiantes, empresas de transformación y proveedores de insumos.

Así, durante eventos demostrativos y de capacitación se ha compartido con los productores temas de su interés; que incluye saber sobre el manejo de diversos cultivos en el sistema de agricultura de conservación, uso de drones, agricultura por contrato, e incluso manejo de picudo en agave.

En los siete años recientes se ha contado con una asistencia registrada de 7,492 personas que visitaron la plataforma, lo cual la hace una de las más visitadas de la red nacional de plataformas.

La plataforma cuenta con un padrón de 55 colaboradores, entre empresas semilleras, empresas de agroquímicos, empresas comercializadoras de maíz, trigo y girasol. Además, se ha generado colaboración con organizaciones públicas y privadas, particularmente con instituciones académicas como el Colegio de Postgraduados, la Universidad Autónoma Chapingo, la Universidad Politécnica de Pachuca, la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero (UPFIM), el Instituto Tecnológico Superior del Occidente del Estado de Hidalgo, la Universidad Tecnológica Tula Tepeji (UTTT) Plantel Tepetitlán, la Universidad Tecnológica de la Zona Metropolitana del Valle de México, así como el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario No.179.

La vinculación con los actores y la alta asistencia de productores en los eventos ha generado un impacto considerable de la plataforma en la región, haciendo de ella un punto clave para la difusión y adopción de innovaciones agrícolas fundamentales para la zona. Te invitamos a conocer los resultados de las distintas evaluaciones hechas en esta plataforma en: Avances en agricultura sustentable: resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-202.

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Aquí se buscan y difunden alternativas para mejorar los rendimientos de maíz en el Valle de Toluca

Maíz cultivado con mínima labranza y aprovechando los residuos de cosecha como cobertura del suelo. (Foto: CIMMYT)
Maíz cultivado con mínima labranza y aprovechando los residuos de cosecha como cobertura del suelo. (Foto: CIMMYT)

La región del Valle de Toluca, en general, presenta un buen potencial productivo de sus suelos. Allí, el principal cultivo es el maíz, del que anualmente se siembra en temporal una superficie de 80,700 hectáreas con un rendimiento promedio de 3,9 toneladas por hectárea (t/ha) (SIAP, 2021).

Aunque en la región hay diversas problemáticas que afectan la producción —como la presencia de teocintle, considerado una maleza; el deterioro de la fertilidad del suelo, la falta de forraje para ganado que complementa la actividad agrícola en la región, y los altos costos de producción—, el rendimiento se limita particularmente por la presencia de heladas y el acame del cultivo debido a fuertes vientos y granizadas durante el periodo de lluvias.

Para brindar a los agricultores de la región opciones para hacer frente a esta situación, especialistas de CIMMYT han estudiado, en la plataforma de investigación Metepec  —la cual opera desde 2014 y está en la estación experimental de CIMMYT en el Valle de Toluca, al poniente del Estado de México— los efectos de diferentes prácticas agronómicas a fin de identificar con cuál de ellas hay mejores rendimientos.

En la plataforma se ha estudiado la labranza convencional —que en la región incluye rastra, nivelación y siembra en plano, aporque en V5-V6—, camas con labranza convencional —rastra, nivelación y formación de camas—, las camas permanentes y las camas permanentes con labranza vertical. Aunque se ha observado que el rendimiento del maíz en monocultivo sembrado con labranza convencional es similar al obtenido con agricultura de conservación, este sistema de producción sustentable presenta amplios beneficios para la región. Así, las camas permanentes, que son una forma de reducir la labranza del suelo, ayudan a mejorar el manejo del agua y a disminuir la compactación del suelo mediante el tráfico controlado, lo que se traslada a suelos con mejores propiedades.

En contraste, diversos resultados de la plataforma confirman que la labranza convencional es una de las principales causas de la degradación de los suelos en la región. Barbechar o rastrear el suelo hace temporalmente más fácil sembrar, pero, a largo plazo y dependiendo de las condiciones agroecológicas de los sistemas de producción, puede causar graves efectos en la pérdida de la calidad del suelo.

Con respecto al costo de producción promedio de 2017 a 2019, este fue mayor con labranza convencional (18,300 MXN/ha) y menor en camas permanentes con todos los residuos de cosecha sobre el terreno (17,900 MXN/ha). Sin embargo, aún falta identificar las mejores vías para que los productores de la región consideren más ampliamente las camas permanentes ya que, actualmente, el rastrojo en la región se vende en 6,000 MXN/ha, lo cual es un valor mayor a lo que se puede ahorrar en costos de producción con las camas permanentes, aunque en detrimento de las propiedades del suelo.

La presente información forma parte de los Avances en agricultura sustentable: resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-2021, integrados en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía.

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Excellence in Agronomy, una iniciativa para responder a grandes desafíos de nuestro tiempo

Investigadores y productores interactuando en la plataforma de investigación de Larráinzar, Chiapas. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Investigadores y productores interactuando en la plataforma de investigación de Larráinzar, Chiapas. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El CGIAR es una asociación mundial de investigación para un futuro con seguridad alimentaria. El quehacer científico del CGIAR está orientado a reducir la pobreza, mejorar la seguridad alimentaria y nutricional y mejorar los recursos naturales y los servicios de los ecosistemas. Su investigación la llevan a cabo 15 centros del CGIAR distribuidos por todo el mundo, incluido el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), cuya sede global se encuentra en México.

Excellence in Agronomy (Excelencia en Agronomía o EiA), es una iniciativa global que está activa en las seis regiones donde opera el CGIAR, reúne a un equipo global de más de 100 expertos, incluidos agrónomos, científicos del clima y socioeconomistas de 10 Centros del CGIAR, para responder a algunos de los mayores desafíos de nuestro tiempo: ¿cómo mejorar la salud del suelo, la resiliencia climática, el uso y la eficiencia de los recursos y, claro, cómo ayudar a los agricultores a lograr mejores rendimientos y rentabilidad?

Esta iniciativa articula los esfuerzos de institutos de investigación, empresas locales y organizaciones de agricultores. Juntos, utilizan macrodatos, análisis y plataformas digitales para ofrecer información que aumenta los ingresos, la seguridad alimentaria y la salud de los ecosistemas en las comunidades donde predomina la agricultura de pequeña escala.

Entrevistado por Lindiwe Majele, presidenta del Consejo Directivo del CGIAR, Mandla Nkomo, líder del paquete de trabajo para esta iniciativa, enfatiza que el propósito de la misma es “entregar una ciencia agronómica de buena calidad a los agricultores que la necesitan porque ellos no están interesados en lo que entregaremos dentro de 10 años, están interesados en cómo será su temporada actual”.

“En EiA, nuestra opinión es que, para los agricultores, en realidad se trata de esas 10 a 20 decisiones que deben tomar cada temporada: ¿Qué cultivo voy a plantar esta temporada? ¿Qué variedad voy a plantar? ¿Cuánto me costarán los insumos? ¿Podré obtener un beneficio, a qué rendimiento, quiénes son los compradores que vendrán a mi área y comprarán mi producto?”, aún más, “¿Qué significa para los agricultores que sea un año de El Niño? ¿Deberían seguir plantado la misma variedad que plantaron el año pasado? ¿Cuándo es probable que llueva? ¿Cuáles son las plagas con las que es probable que encuentren?”.

El enfoque de EiA es totalmente holístico y centrado en los agricultores: “Buscamos que la investigación agronómica realmente sirva a las necesidades de los productores en diferentes zonas del mundo, por eso es que, más que estudiar lo que nos interesa como investigadores, realmente nos enfocamos en las necesidades de los agricultores y qué requieren los sistemas de producción ante fenómenos como el cambio climático”, comenta Nele Verhulst, líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del CIMMYT.

México es una pieza clave en esta iniciativa, la red de plataformas de investigación distribuidas por todo el país brinda cada ciclo información valiosa para afrontar los retos mencionados. Estas plataformas y los especialistas que las operan, además, forman parte de la Red Latinoamericana de Investigación Agronómica (RedAgAL), recientemente constituida y la cual pone a la región a la vanguardia en el marco de EiA. A través de esta, por ejemplo, se comparten aprendizajes en torno a la apropiación social del conocimiento científico, particularmente en entornos multiculturales y con énfasis en jóvenes y mujeres.

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Arrancan plataformas de investigación agronómica en Guatemala

Productores interactuando con el equipo de investigación durante una vista de seguimiento técnico a la plataforma San Juan Ermita, Chiquimula, 14 de julio de 2023. (Foto: ASORECH)
Productores interactuando con el equipo de investigación durante una vista de seguimiento técnico a la plataforma San Juan Ermita, Chiquimula, 14 de julio de 2023. (Foto: ASORECH)

En Guatemala hay por lo menos tres modalidades de producción agrícola: agricultura de subsistencia, semicomercial y de exportación. La agricultura de subsistencia, en particular, es un desafío bajo los patrones de variabilidad climática actual, debido a que es altamente sensible a los cambios de temperatura y lluvia.

En las regiones occidente y oriente de Guatemala, la agricultura de subsistencia normalmente se realiza en laderas y prevalecen prácticas que contribuyen a la degradación de los suelos —como las quemas, el excesivo movimiento del suelo con azadón y las siembras a favor de la pendiente—, incrementando la vulnerabilidad en este sistema productivo.

Para brindar alternativas que permitan a los productores de subsistencia de Guatemala mejorar sus sistemas es fundamental conocer las principales limitantes que enfrentan en sus parcelas y en el manejo de los cultivos que establecen principalmente bajo condiciones de temporal. También es necesario identificar las vías para fortalecer los procesos productivos, de comercialización y desarrollo de capacidades y eso es precisamente lo que, desde 2022, se ha estado haciendo en las regiones Oriente y Occidente de Guatemala gracias a la iniciativa AgriLAC Resiliente.

Las visitas a las parcelas y el diálogo con grupos de productores y actores locales han sido clave para implementar la metodología del Innovahub en estas dos regiones, la cual se basa en generar espacios de encuentro e intercambio de experiencias para facilitar el acceso a la innovación (prácticas y/o tecnologías) que surge de la investigación estratégica en espacios como las plataformas de investigación, donde se evalúan diferentes prácticas agrícolas a fin de identificar las más adecuadas para cada región.

La investigación en las plataformas no solo tiene una perspectiva técnica, también se consideran factores socioeconómicos y ambientales que podrían impactar en la implementación exitosa de las nuevas prácticas en la escala del productor. En este sentido, destacan las reuniones (hub meetings) que se realizaron en noviembre 2022 en Huehuetenango (Occidente) y Chiquimula (Oriente), las cuales permitieron definir las principales líneas de investigación para estas dos regiones y aportaron información relevante para la instalación de dos plataformas, una por cada región.

Así, en la región Oriente, a través de la colaboración de la Asociación Regional Campesina Ch’orti’ (ASORECH), se instaló la plataforma San Juan Ermita, Chiquimula, en una parcela de un productor de la comunidad Minas Abajo, de San Juan Ermita. Allí, actualmente se evalúan prácticas relacionadas con el manejo de rastrojo —dejar el rastrojo y quemarlo—, arreglo topológico —hileras sencillas y franjas de doble hilera— y diversificación de cultivos, estudiándose particularmente la asociación de maíz y frijol y el sistema milpa intercalada con árboles frutales(MIAF).

En la región Occidente, por su parte, se instaló la plataforma Aguacatán, Huehuetenango, con la colaboración de la Asociación de Organizaciones de Los Cuchumatanes (ASOCUCH). En esta plataforma se comparan prácticas de manejo de rastrojo, diversificación de cultivos —con leguminosas como frijol y haba— y también se evalúan algunos maíces, como una variedad local con granos amarillos y otras que se han identificado con el nombre del productor con quien se colectó la semilla —Santos López, Andrés Pablo, Arnulfo Argueta/Victoriano López— para iniciar un proceso de mejoramiento.

La información que se generé en las plataformas de investigación durante los primeros tres años será base para hacer recomendaciones y robustecer el menú de tecnologías y prácticas para desarrollar planes de cultivos que contribuyan al incremento de la productividad de manera sustentable, la resiliencia, el manejo de los servicios ecosistémicos y la competitividad de los sistemas de producción agrícola en las regiones Oriente y Occidente de Guatemala.

AgriLAC Resiliente es una iniciativa del CGIAR orientada a transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Su objetivo es aumentar la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región. En Guatemala, la iniciativa es operada conjuntamente por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).

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Construyendo sistemas agroalimentarios con perspectiva de género

Fidelia González facilitando la actividad de entretenimiento para niños mientras sus madres participaban en el taller de diagnóstico para el diseño de investigación agrícola en Cuautempan Puebla, México. (Foto: CIMMYT)
Fidelia González facilitando la actividad de entretenimiento para niños mientras sus madres participaban en el taller de diagnóstico para el diseño de investigación agrícola en Cuautempan Puebla, México. (Foto: CIMMYT)

En las plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores la cocreación de la investigación se promueve desde el diagnóstico del sistema de producción agrícola que se realiza antes de empezar la investigación, donde se reconoce que la opinión de los actores locales es relevante para entender los problemas de los sistemas de producción y las posibilidades de solucionarlos.

En el año 2016, por ejemplo, con un grupo pequeño de técnicos y productores —principalmente hombres— la plataforma de Cuautempan, Puebla inició su investigación donde los temas a evaluar estaban relacionados en incrementar la productividad del cultivo de maíz —principal cultivo del sistema de producción local— y por ello se evaluaban aspectos como el uso de semilla nativa e híbrida, dosis de fertilización y arreglo topológico con base en agricultura de conservación.

“Después de siete años se concluyó esa primera fase de investigación, dando oportunidad para implementar una nueva investigación enfocada a promover sistemas agroalimentarios resilientes. Además, en el transcurso de este periodo hubo una sensibilización del equipo de investigación para comprender que la complejidad del manejo de los sistemas locales se asocia a las dinámicas del contexto social, lo cual incluye los roles de género, la migración y la participación de las mujeres en la conservación, manejo y uso de la agrobiodiversidad local”, comentan los responsables de la plataforma.

Así, durante los años 2022 y 2023 el equipo de investigación del CIMMYT se fortaleció con conocimientos para incluir metodologías con perspectiva de género en el diseño de investigación —cursos del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés) y de la iniciativa Excellence in Agronomy (EiA), del CGIAR, e investigadores de la Universidad de Makerere, de Uganda—.

Derivado de lo anterior, en la plataforma se decidió desarrollar un nuevo diagnóstico para obtener una mejor comprensión de los factores limitantes del sistema de producción de la zona e identificar los temas de investigación con perspectiva de género a corto, mediano y largo plazo, de acuerdo con las productoras, productores y otros actores clave de la región para.

“Entonces se hicieron grupos focales separando a hombres de mujeres a fin de explorar si las necesidades de investigación podrían ser diferentes entre ellos. Y, efectivamente, los resultados fueron diferentes. Por ejemplo, los hombres solo mencionaron las siembras de monocultivo entre ciclos usando varios cultivos de relevo, e hicieron únicamente referencia a las variedades locales de maíz, pero no de otros cultivos. Las mujeres resaltaron los sistemas diversificados en los ciclos, e hicieron mención del sistema milpa y los árboles frutales”, comenta el equipo técnico de la plataforma.

Sobre las prácticas agrícolas también se observaron diferencias: los hombres mencionaron el manejo químico para control de plagas y fertilización. Las mujeres también lo mencionaron, pero hicieron énfasis en el manejo manual y prácticas alternativas.

Ya casi no hay trabajadores hombres, se van a trabajar a la ciudad, a veces, si no hay hombres nos organizamos entre nosotras y vamos deshierbando las parcelas entre nosotras. Si le metimos frijol es cuando se requiere más trabajo manual, en cambio sí metemos sólo maíz para matar las hierbas ya hay químicos que venden”, comento al respecto una de las agricultoras.

Sobre la jerarquización e identificación de las principales problemáticas que limitan la producción local fueron similares, pero la percepción del impacto de los problemas fue diferente: los hombres atribuían los problemas a poco apoyo del gobierno para los campesinos y, por el contrario, las mujeres discutían sobre el efecto de los problemas en la falta de alimentos y salud para sus familias.

Como resultado de este taller, señalan los responsables de la plataforma, se resolverán problemas que afectan la producción al tiempo que se implementaran prácticas y tecnologías que faciliten las labores agrícolas como la evaluación de bioinsumos en el desarrollo y rendimiento de maíz nativo, densidad de siembra en el sistema milpa —maíz, frijol y calabaza— y equipos de mecanización para deshierbe, siembra y cosecha adecuados para mujeres.

Entre otras experiencias positivas del taller, destaca la implementación de actividades de entretenimiento dirigidas a los pequeños, donde el personal del CIMMYT diseñó juegos tradicionales —memorama, loterías y serpientes y escaleras— con temática agrícola. “Esto facilitó el entretenimiento de niñas y niños mientras sus madres participaban en el taller. Estos juegos didácticos son una buena estrategia para que las mujeres de la comunidad participen activamente”, concluye Fidelia González, responsable de la plataforma.

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La importancia de identificar las mejores rotaciones

Girasol como cultivo alternativo. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Girasol como cultivo alternativo. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Para quienes se dedican al campo la agricultura de conservación es un término que probablemente hayan escuchado alguna vez. Este hace referencia a un sistema de producción sustentable que permite cuidar suelos y agua, reducir costos de producción y, con una implementación adecuada, mejorar la producción en varios sentidos.

La agricultura de conservación tiene tres componentes básicos: la mínima labranza, la cobertura del suelo y la diversificación de cultivos. Este tercer componente, la diversificación de cultivos, tiene amplios beneficios.

Cuando un agricultor siembra lo mismo cada año, es común que se presenten problemas de enfermedades, malezas y plagas que son muy específicas para cada cultivo. Por eso es que, mediante rotaciones, asociaciones, relevos y otras formas de diversificar cultivos, es posible romper ciclos de enfermedades y malezas y así generar plantas más sanas con menos uso de herbicidas.

Cuando las malezas están bajo control, incluso es posible incrementar los rendimientos. Además, la diversificación de cultivos posibilita una diversificación productiva y comercial. No obstante, aún es necesario entender mejor cómo funciona y cuales son las mejores rotaciones para cada región y sistema de producción.

Así, en la plataforma de investigación Mixquiahuala —carretera Mixquiahuala- Tezontepec, Km 3.5, en Hidalgo, México— investigadores del Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico Valle del Mezquital (CIDT) y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran para identificar las rotaciones más adecuadas y convenientes para los productores de la región.

La plataforma está ubicada a una altitud 2012 metros sobre el nivel del mar (msnm), el régimen hídrico es de riego con aguas residuales provenientes de la Ciudad de México y actualmente se encuentra en su décimo primer año de operación. Allí, recientemente se realizó un estudio “en el área de validación de componentes, evaluando rotación de trigo, maíz y girasol en dos sistemas de producción: agricultura de conservación y labranza convencional”, señalan los responsables de la plataforma.

“En los parámetros evaluados en cada uno de los cultivos en rotación, así como los dos sistemas de producción, se puede mostrar la eficiencia del sistema de agricultura de conservación en el cultivo de maíz”, manifiestan los investigadores, puntualizando que el tratamiento con labranza convencional registró 12 toneladas de maíz por hectárea (t/ha), mientras que el tratamiento con agricultura de conservación registró 12.5 (t/ha), además que permitió reducir los costos de producción por el menor movimiento del suelo.

Adicionalmente, el tratamiento de girasol con agricultura de conservación reportó un rendimiento cercano a las cuatro toneladas por hectárea (3.9 t/ha), lo que lo convierte en un cultivo de interés para nuevos estudios y para su probable adopción como un cultivo alternativo en la zona debido a su versatilidad, ya que, dependiendo de la variedad, este cultivo puede usarse para consumo humano (la semilla como botana), forraje, flor de corte, especie melífera (polen) o como cultivo de cobertura.

La plataforma de investigación Mixquiahuala forma parte de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores, la cual es una de las redes de investigación agrícola más grandes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, Agriba Sustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Más de tres décadas de agricultura de conservación

Ensayo D5 muestra las diferencias entre agricultura de conservación (izquierda) y labranza convencional (derecha), luego de más de 30 años. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Ensayo D5 muestra las diferencias entre agricultura de conservación (izquierda) y labranza convencional (derecha), luego de más de 30 años. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

De acuerdo con el Estado de los recursos de tierras y aguas del mundo para la alimentación y la agricultura (FAO, 2021), la degradación del suelo inducida por el ser humano afecta al 34 % de las tierras agrícolas en el mundo. Por esta razón, diversos acuerdos internacionales ―como el tratado de París sobre el cambio climático y el calentamiento global― han establecido que es necesario incrementar la materia orgánica de los suelos a fin de asegurar la producción de alimentos para la población mundial actual y en el futuro.

Por décadas, los suelos de los Valles Altos de México se han preparado para la siembra con barbecho y pasos de rastra. Este movimiento continuo destruye la estructura del suelo, diluye la materia orgánica y acelera su oxidación, incrementa el escurrimiento y favorece la compactación.

Además, prevalece la práctica de retirar los rastrojos para usarlos como forraje. En muchos casos, persiste el libre pastoreo después de la cosecha, lo cual reduce la cantidad de residuos de los cultivos que se reincorpora al suelo. Esta forma de producción agrícola, al practicarse de forma sistemática por años, desgasta el potencial productivo de los suelos y reduce su fertilidad y —en consecuencia— el volumen de las cosechas.

La agricultura de conservación es un sistema que permite acumular materia orgánica en el suelo, así como reducir la erosión eólica e hídrica —al proteger la superficie del terreno—. Estos y otros efectos de la agricultura de conservación son documentados en parcelas experimentales como las que el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) monitorea en su sede global en Texcoco, Estado de México.

“Este es el ensayo a largo plazo D5. Tiene más de 30 años de operación aquí en el CIMMYT y nos permite ver la diferencia entre la labranza convencional —en la que se siembra maíz cada año y se remueve todo el rastrojo para usarlo como forraje— y la agricultura de conservación —donde se rota maíz con trigo, no se hace labranza y se deja todo el rastrojo en la superficie—”, comenta Nele Verhulst, líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del CIMMYT.

Las parcelas que muestra Verhulst son evidentemente diferentes. Mientras en una —donde se ha hecho la práctica convencional de la región— las plantas de maíz apenas se han desarrollado, en la otra —donde se ha trabajado agricultura de conservación por más de tres décadas— las plantas han crecido notablemente mejor.

La doctora Nele Verhulst muestra el ensayo D5, donde son visibles las diferencias luego de 30 años de agricultura de conservación (izquierda) y labranza convencional (derecha). (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
La doctora Nele Verhulst muestra el ensayo D5, donde son visibles las diferencias luego de 30 años de agricultura de conservación (izquierda) y labranza convencional (derecha). (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

“Claramente vemos la diferencia. Mientras con la práctica convencional el cultivo está sufriendo mucho con la sequía, con la agricultura de conservación tenemos un desarrollo vegetativo del cultivo casi normal”.

La agricultura de conservación ha mostrado ser un sistema particularmente útil en tiempos de sequía. En momentos como el actual en que el cambio climático agudiza sus efectos, esto es de suma importancia pues permite que los agricultores logren rendimientos razonables y estables gracias a que este sistema de producción sustentable ayuda a mejorar el suelo, a infiltrar agua y hacer el sistema más resiliente.

“En este experimento estamos investigando los principios de la agricultura de conservación. En total tenemos 32 tratamientos divididos en dos grupos y dos repeticiones para asegurar que el efecto que vemos en una parcela no es solo por la parcela, si no por el tratamiento que se le está dando. Así, los tratamientos que estamos investigando tienen diferentes prácticas de labranza. Aquí específicamente estamos comparando cero labranza —agricultura de conservación— contra labranza convencional y también con una variante de la cero labranza que son las camas permanentes, donde solo se reforma el fondo entre los surcos”.

Además de este factor, en las parcelas que Verhulst muestra también se estudia el efecto del manejo de rastrojo porque en muchos sistemas de producción estos residuos de cosecha se usan como forraje, así que además de dejar todo el rastrojo como cobertura del suelo —agricultura de conservación— o incorporarlo —práctica convencional—, “tenemos algunos tratamientos intermedios donde dejamos una parte del rastrojo para ver si tenemos los mismos efectos si se deja todo o solo una parte”.

“El tercer factor que estamos investigando es la rotación de cultivos. En el caso de la práctica convencional tenemos monocultivo, luego tenemos la rotación de cultivos —que puede ser un año de maíz y luego un año con trigo— y tenemos algunas opciones más diversas que incluyen una rotación con frijol, por ejemplo, o con un cultivo forrajero como la cebada forrajera o el grasspea”.

Las parcelas experimentales que muestra la doctora Verhulst son un ejemplo de un ensayo a largo plazo útil para identificar el efecto de diversas prácticas agrícolas, pero también forman parte de una plataforma de investigación que, a su vez, está integrada a la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores la cual se extiende por todo el territorio nacional y, más recientemente, a otros países de América Latina.

“Las plataformas de investigación forman parte de los Hubs, que son sistemas de innovación que estamos operando en diferentes regiones geográficas tanto en México como en Guatemala y Honduras. Ahora estamos enfocados en cómo podemos acercarnos a los productores y hacer que estas tecnologías o las prácticas que estamos desarrollando no se queden solamente en la investigación o en las estaciones experimentales y que realmente respondan a las necesidades de los productores”, concluye la doctora Verhulst.