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Opciones para el almacenamiento y conservación de granos en Chiapas

Envases de PET reutilizados para la conservación de granos de maíz y frijol, Ejido San Martín Chamizal, Palenque, Chiapas. 5 de febrero 2024. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Envases de PET reutilizados para la conservación de granos de maíz y frijol, Ejido San Martín Chamizal, Palenque, Chiapas. 5 de febrero 2024. (Foto: Benancio Jiménez Gómez)

Para lograr la seguridad alimentaria es prioritario buscar opciones sustentables para la producción de alimentos —que cubra las necesidades de una población creciente— y también mejorar los procesos poscosecha mediante la conservación de la cantidad y calidad de granos básicos.

Como parte de la iniciativa AgriLAC Resiliente, CIMMYT —a través de su Hub Chiapas—promueve el uso de tecnologías sustentables para el manejo poscosecha de granos básicos (maíz y frijol) durante el almacenamiento, entre ellas los contenedores herméticos y polvos inertes —hidróxido de calcio micronizado— para hacer frente a la pérdida de granos por el ataque de plagas de almacén.

Entre las principales plagas de almacén que se presentan en Chiapas sobresalen el gorgojo, el barrenador, la palomilla y los roedores. Estas plagas ocasionan pérdidas de hasta un 40 %, por lo que se hace necesario ofrecer alternativas sustentables que las familias productoras reduzcan o eliminen el uso de productos químicos para el control de plagas de almacén, reduciendo así los riesgos a la salud.

De entre las tecnologías promovidas, una de las de mayor adopción ha sido el uso de recipientes herméticos, cuya principal característica es impedir el intercambio gaseoso entre el exterior y el contenido al interior del recipiente una vez que se realiza el cierre.

Lo anterior hace que el grano almacenado junto con los insectos plaga que quedan dentro al momento del almacenamiento vayan consumiendo el oxígeno disponible en el interior, reemplazando por dióxido de carbono (CO2). Esto ocasiona la muerte de huevecillos, larvas y adultos de cualquier insecto plaga. Además, se inhibe el desarrollo de hongos aeróbicos —que requieren oxigeno—, conservando así la calidad del grano por un periodo largo hasta la apertura del recipiente. Otros beneficios de la tecnología hermética es que se conserva características del grano como color, olor, sabor, peso específico y, sobre todo, libre de productos químicos.

Antes de almacenar los granos se deben cumplir algunos requisitos:

  • En el caso del maíz, la humedad del grano no debe ser mayor al 13.5 % y, en frijol, esta no debe ser mayor al 12 % —para conocer la humedad del grano existen varias opciones como el método del Sol, el método de la sal o el uso de equipos electrónicos determinadores de humedad—.
  • El grano debe estar fresco (no caliente), con buena sanidad y libre de impurezas.
  • Los contenedores deben ser herméticos, de fácil uso, libres de agentes contaminantes y deben estar secos.
  • Contar con un espacio fresco y limpio con condiciones que garanticen la integridad de los recipientes empleados para la conservación de granos básicos.

Uno de los contenedores con principio hermético disponible en la mayoría de las regiones son los envases de PET, los cuales pueden encontrarse con diferentes capacidades y ser reutilizados —previo a una limpieza y secado adecuado— para almacenar y conservar granos.

La señora Crecencia Parcero mostrando el uso de los envases PET para el almacenamiento de grano, en el ejido San Martín Chamizal, Palenque, Chiapas. 5 febrero 2024. (Foto: Benancio Jiménez Gómez)
La señora Crecencia Parcero mostrando el uso de los envases PET para el almacenamiento de grano, en el ejido San Martín Chamizal, Palenque, Chiapas. 5 febrero 2024. (Foto: Benancio Jiménez Gómez)

Para garantizar que los envases de PET se sequen completamente, es recomendable que después del lavado se dejen por cuatro días boca abajo para que se elimine el agua por escurrimiento y, posteriormente, se dejen secar por siete días adicionales boca arriba en la sombra. Esto es muy importante para evitar que el vapor de agua que haya quedado se condense.

Por sus buenos resultados, estas prácticas han sido adoptadas por numerosas familias productoras de la región. En el ejido de San Martín Chamizal (Palenque, Chiapas), por ejemplo, al menos 15 familias han adoptado el uso de envases de PET para almacenar frijol y maíz con fines de autoconsumo ya por más de cinco años.

Otro ejemplo lo constituyen 10 familias del grupo de agricultores de Triunfo Agrarista, del municipio Osumacinta, las cuales lograron almacenar en 2023 un total de 1 885 kg de maíz y 187 kg de frijol destinados al autoconsumo. Esto, después de conocer la tecnología en los talleres implementados por parte de CIMMYT en colaboración con la CONANP y TNC.

En suma, el principio de hermeticidad se puede conseguir con diferentes recipientes, siempre y cuando estén libres de agentes contaminantes, sean de fácil manejo, accesibles y de bajo costo.

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Frijoles, tradición y nutrición de Oaxaca

Almud lleno de Frijol ayocote, domicilio de don Jacobo, San Miguel Tlanichico, Trinidad Zaachila, Oaxaca. (Foto: Mariel Guera / CIMMYT)
Almud lleno de Frijol ayocote, domicilio de don Jacobo, San Miguel Tlanichico, Trinidad Zaachila, Oaxaca. (Foto: Mariel Guera / CIMMYT)

El arte culinario es un componente fundamental de la identidad cultural de los pueblos y la cocina oaxaqueña es prueba de ello. Uno de los principales ingredientes de esa cocina son los frijoles y, sin estos, delicias como las tlayudas, las enfrijoladas, las memelas, xhobetas, entre otras, no serían las mismas. 

La tercera parte de las más de 150 variedades de frijoles se encuentran en México y la mayoría de estas se cultivan en Oaxaca. Uno de los guardianes de esa agrobiodiversidad es Jacobo Tanislado Benítez González, o simplemente don Jacobo, un agricultor de la comunidad de San Miguel Tlanichico, municipio de Trinidad Zaachila, en el estado mexicano de Oaxaca. 

Don Jacobo siembra más 30 variedades de cultivos, incluidas varias de frijoles entre las que destacan tres variedades altamente apreciadas en su localidad: el frijol Ayocote (Phaseolus coccineus) y los nativos Morado San Miguel y Delgado San Miguel. 

El frijol Ayocote tiene la semilla más grande de todos los frijoles. Su nombre proviene del náhuatl ayecotli, que significa “frijoles gordos”. 

“En San Miguel Tlanichico el Ayocote tiene un ciclo de producción de aproximadamente siete meses (mayo a noviembre) y puede alcanzar una producción de 300 kilos en un cuarto de hectárea, esto es un rendimiento de 1 200 kilos por hectárea. Comercializamos nuestros granos por almud —una antigua unidad de medida arraigada en algunas localidades de México que es equivalente a 3,8 kilogramos—, el cual lleno de frijol Ayocote cuesta de 200 a 250 pesos (MXN)”, comenta don Jacobo. 

Don Jacobo añade que “los frijoles nativos Morado y Delgado San Miguel tienen un ciclo de 90 días y un precio de 65 pesos el kilo”. El Delgado, comenta el productor, es el más apreciado por él y su familia por su rico sabor y fácil cocción. 

A don Jacobo le interesa también producir de manera sustentable. Colaborando con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desde hace ya años, ha adoptado la agricultura de conservación, elabora su propia lombricomposta y lixiviados —un biofertilizante natural que contiene nutrientes importantes para el crecimiento de las plantas, en este caso se obtiene del proceso de lombricompostaje—para fertilizar sus cultivos. 

Después de las cosechas, don Jacobo almacena sus granos con el principio de hermeticidad —ausencia de oxígeno—, utilizando desde recipientes de PET de diferentes tamaños, hasta silos metálicos herméticos. Así, con los conocimientos que ha adquirido, aprovecha la amplia agrobiodiversidad de la localidad y combina saberes tradicionales e innovaciones tecnológicas para lograr una producción sustentable en sus parcelas.

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La poscosecha y la pérdida de alimentos

“Coscomate”, estructura de almacenamiento empleada en comunidades mixes de Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)
“Coscomate”, estructura de almacenamiento empleada en comunidades mixes de Oaxaca, México. (Foto: Desarrollo Agropecuario Integral Camino Real)

Paradójicamente, en un mundo donde se pierde alrededor del 14 % de los alimentos producidos y se desperdicia el 17 % de esa producción total mundial, existen actualmente cerca de 811 millones de personas padeciendo hambre.

La pérdida y desperdicio de alimentos es un fenómeno complejo que implica el desaprovechamiento de todos los recursos —agua, tierra, energía, mano de obra y capital— utilizados para su producción. Esto hace urgente la difusión y adopción de medidas y prácticas que permitan reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos. 

La poscosecha es una actividad clave para este propósito, ya que un manejo deficiente en esta etapa pone en riesgo la producción y la calidad de la cosecha que durante meses el agricultor cuido en campo, invirtiendo tiempo y recursos.

Las pérdidas poscosecha en México se estiman en alrededor de 25 % en promedio, pero suelen ser mayores en regiones tropicales dónde la temperatura y la humedad favorecen la proliferación de insectos y hongos, dejando más propensos a los granos almacenados de manera incorrecta. 

Existe una gran diversidad en las prácticas y manejo poscosecha realizado por los productores, dependiendo de la tradición, el conocimiento de alternativas, condiciones ambientales y disponibilidad de tecnologías.

Los sistemas de almacenamiento en las comunidades son diversos y se adaptan de acuerdo con las condiciones socioeconómicas, culturales y geográficas. Entre los sistemas convencionales destaca el uso de costales de polipropileno, generalmente con aplicaciones de productos de síntesis química considerados como altamente tóxicos por la FAO, la Organización Mundial de la SALUD (OMS) o la Red de Acción en Plaguicidas (PAN, por sus siglas en inglés) —entre los que destaca el fosfuro de aluminio—.

Ante esta problemática, la iniciativa Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, ha instalado plataformas de investigación y módulos o áreas de extensión donde se validan y difunden prácticas poscosecha para que los productores de pequeña escala puedan garantizar a sus familias la disponibilidad de grano limpio y saludable. 

En la localidad La Libertad —en San Juan Cotzocón, en Oaxaca, México—, por ejemplo, se instaló un ensayo para demostrar la efectividad de cuatro métodos de almacenamiento: botellas PET, tierra de diatomeas, cal estándar y ceniza de fogón.

Los resultados de esta evaluación, realizada junto con el productor Ramiro Ángel Valencia León, fueron claros: ante la falta de opciones como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas, los recipientes PET pueden ser una excelente alternativa para conservar las característica originales —peso, color, olor, sanidad— del grano almacenado. 

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Paz, seguridad alimentaria y poscosecha

El técnico Omar Francisco Sánchez en un módulo poscosecha en el municipio de Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
El técnico Omar Francisco Sánchez en un módulo poscosecha en el municipio de Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

“No habrá paz en el mundo con los estómagos vacíos”, dijo Norman Borlaug, Premio Nobel de la Paz en 1970 por sus trabajos en mejoramiento de trigo que permitieron salvar la vida de millones de personas que estaban en riesgo por el hambre. 

Hoy, en un mundo que aún no se recupera de los efectos de la pandemia y donde se desarrollan conflictos que afectan la producción y distribución de alimentos, hay cerca de 811 millones de personas padeciendo hambre, cifra que constituye un llamado a la acción local y global en favor de la paz y la seguridad alimentaria. 

Las pérdidas poscosecha son una seria limitación a la seguridad alimentaria. Las principales limitaciones en poscosecha incluyen prácticas inadecuadas o la falta de tecnologías apropiadas. Por esto, nuestro objetivo es contribuir a la reducción de las pérdidas poscosecha, especialmente para los productores de pequeña escala mediante el uso de tecnologías y prácticas sostenibles”, comenta Sylvanus Odjo, especialista en poscosecha del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Las pérdidas poscosecha, ocurridas principalmente durante el almacenamiento, disminuyen no solo la cantidad de grano, sino también su calidad, afectando la economía de las familias productoras —y a veces su salud— en países donde prevalece la agricultura para el autoconsumo. En México, por ejemplo, las pérdidas poscosecha se calculan en millones de pesos cada año —se estima que pueden ser de hasta 40 % en las regiones tropicales—, pero se trata de un problema global que requiere atención. 

“De acuerdo con estimaciones del Sistema Africano de Información de Pérdidas Poscosecha (APHLIS, por sus siglas en inglés), las pérdidas económicas en el sector del maíz en Benin en 2021 ascendieron a 93 millones de dólares estadounidenses. Las pérdidas ascienden a más de 60 millones de dólares en la cadena de valor del sorgo en Burkina Faso y, en Nigeria, estamos hablando de más de 200 millones de dólares de pérdidas poscosecha en la cadena de valor del mijo. Estas son cifras asombrosas que tienen un alto impacto en la seguridad alimentaria y con el cambio climático estas no harán más que aumentar”, refiere el especialista. 

México, a través de la investigación desarrollada por el CIMMYT y su colaboradores, tiene mucho que aportar a la seguridad alimentaria global. Recientemente, por ejemplo, investigadores de este centro de investigación científica evaluaron distintas tecnologías de almacenamiento en 109 localidades de 15 estados del país. Las tecnologías herméticas poscosecha arrojaron los mejores resultados y han generado interés en otras latitudes del planeta. 

“Hay equipos y máquinas que se pueden utilizar para minimizar las pérdidas. Para el arroz, por ejemplo, tenemos cosechadoras que reducen las pérdidas poscosecha. Para el maíz podemos hablar de desgranadoras, así como de tecnologías herméticas, como los silos metálicos herméticos o bolsas plásticas herméticas. Pero, por lo general, estas tecnologías tienen un costo y, a veces, los agricultores de pequeña escala no pueden pagarlas, por eso evaluamos y ofrecemos alternativas, como las botellas PET”. 

“El enfoque del CIMMYT es acercarse a los productores —y a los actores de las diversas cadenas de valor— y hacerles ver lo que están perdiendo cada año. Por lo general, cuando trabajamos con un productor tratamos de hacer pruebas con él con su grano comparando su práctica convencional con al menos una innovación. Al final, cuantificamos las pérdidas poscosecha y le mostramos lo que está perdiendo”, comenta el investigador del CIMMYT. 

“Más allá de las tecnologías, es necesario el desarrollo de capacidades y el apoyo técnico para que los productores realmente puedan beneficiarse. Esto se tiene que tomar en cuenta si se busca un cambio duradero”, concluye el especialista, enfatizando que es gracias a la articulación de esfuerzos con organismos locales, otros centros del CGIAR —como AfricaRice, CIAT o CIP— y organizaciones internacionales que se han podido escalar algunas de estas tecnologías y recomendaciones, pero que aún hace falta mucho por hacer en materia de poscosecha. 

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Botellas PET, una alternativa para guardar granos

Productores de San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México, muestran su grano almacenado en botellas y garrafones PET. (Foto: Gente Sustentable)
Productores de San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México, muestran su grano almacenado en botellas y garrafones PET. (Foto: Gente Sustentable)

El PET (siglas en inglés de tereftalato polietileno) es un tipo de plástico fuerte, flexible y totalmente reciclable. Por su resistencia, por ser una excelente barrera para la humedad y por ser adecuado para su uso en productos que deban estar en contacto con alimentos es usado comúnmente para fabricar botellas de agua y refrescos. 

Las botellas de PET pueden además ser aprovechadas en la agricultura familiar para el almacenamiento de granos con buenos resultados. Con frecuencia, muchas familias productoras no tienen la posibilidad de adquirir un silo metálico hermético —una de las mejores alternativas para el almacenamiento de granos—, o bien, siembran cantidades muy pequeñas, así que los envases de PET pueden ser una alternativa. 

Por ejemplo, en la región de los Tuxtlas, en el estado mexicano de Veracruz, el uso de botellas y garrafones PET ha sido el método de conservación de granos que más aceptación ha tenido como alternativa al almacenamiento en costales de polipropileno y uso de pastillas de fosfuro de aluminio —potencialmente riesgoso para la salud humana—, que es el modo convencional de almacenar las cosechas en la región. 

En la zona, la tendencia de elegir este método de almacenamiento por sobre otras tecnologías que han mostrado buenos resultados —como los silos metálicos herméticos, las bolsas plásticas herméticas y las bolsas plásticas estándar para ensilaje— se debe a que la mayoría de los productores siembran cantidades pequeñas de maíz para el autoconsumo. 

Para ellos es de mayor utilidad ir abriendo envases pequeños que suministren cantidades adecuadas para el consumo en el hogar, permitiendo que el resto del maíz se conserve por más tiempo y sin productos químicos gracias al principio de hermeticidad”, comenta el equipo técnico de Gente Sustentable, organización que colabora con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover prácticas agrícolas sustentables en ese estado. 

En el marco del proyecto MasAgro-Cultivos para México —que impulsan la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT— se promueven estas y otras prácticas poscosecha para reducir la incidencia de plagas y hongos durante el almacenamiento. No obstante, son las propias comunidades las que al final optan por una u otra tecnología en función de su propio contexto y necesidades. 

“Otro factor que ha hecho que los productores elijan los envases PET es la presencia de aves de traspatio que merodean las zonas de almacenamiento, normalmente las salas o las cocinas de los hogares. Las aves picotean las bolsas y costales y los granos que caen atraen a los roedores. Con las botellas y garrafones PET no sucede esto”, mencionan los técnicos. 

Las tecnologías de almacenamiento tienen efectos sobre la viabilidad de las semillas y los atributos de calidad visibles, pero también sobre aquellas cualidades que no se ven y que influyen directamente en su calidad y propiedades nutricionales. De ahí la importancia de seguir promoviendo tecnologías de almacenamiento adecuadas para cada tipo de productor: “quienes sí tienen excedentes para venta están optando por las bolsas plásticas herméticas debido a su precio accesible y a que brindan buenos resultados para conservar maíz”, concluyen los técnicos. 

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Reutilizar PET también permite conservar semillas

Trinidad Zaachila, Oax.- El tereftalato de polietileno, o simplemente PET (por sus siglas en inglés), es el tipo de plástico más usado para envasar bebidas gaseosas. Su importancia como material de envase alimentario se debe a que ha sustituido al vidrio y el policloruro de vinilo (PVC) gracias a su mayor manejabilidad e inocuidad. Es decir, además de ser un material resistente, ligero, barato y reciclable, no conlleva riesgos de contaminar los alimentos.

Por supuesto, es importante reducir el consumo de productos plásticos, así como reutilizar los envases ya existentes. Debido a sus características, las botellas de PET son una alternativa viable para almacenar granos y semillas con buenos resultados, ya que este tipo de recipientes son seguros, prácticos y herméticos como un silo metálico hermético, siempre y cuando no presenten daños que permitan la entrada de aire o plagas a su interior.

Como parte del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ ―impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)―, técnicos de RicinoMex ―colaborador del CIMMYT en Oaxaca― instalaron a inicios de este año un módulo poscosecha en la localidad Santa María Roaló, municipio de Trinidad Zaachila, Oaxaca.

El objetivo del módulo es evaluar distintas tecnologías de almacenamiento de granos básicos (tecnologías herméticas, polvos inertes, etc.). Este tema, que se ha tratado en diversos eventos formativos, ha despertado un gran interés entre las familias productoras de la localidad, ya que las plagas de almacén suelen ser muy agresivas, haciendo que en ocasiones se pierda hasta 40% de las cosechas.

Emplear los recipientes de PET tiene un beneficio adicional: la reutilización de este material plástico permite hacer un uso responsable de este tipo de materiales que, habitualmente, al no ser reutilizados inmediatamente después de su uso original, generan contaminación.

Para darles un uso adecuado como contenedores de semillas, previamente se debe realizar una inspección y verificar que tanto el recipiente como la tapa (esta debe conservar en buen estado —preferentemente— el sello plástico que normalmente tiene) estén en óptimas condiciones para seguir brindando hermeticidad.

Con la instalación de este módulo poscosecha, los productores de Santa María Roaló y de comunidades cercanas logran ver el uso alternativo (en favor de un manejo de granos y semillas adecuado) que puede darse a materiales como las botellas de PET. Con un tratamiento adecuado, este material puede contribuir al resguardo de las semillas nativas de colores que aún se cultivan en la región, por lo que este tipo de módulos cobra mayor importancia.