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Cómo los cultivos diversificados contribuyen al empoderamiento de las mujeres

Miriam del Carmen Piña, productora de Candelaria, Campeche, quien participa en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Miriam del Carmen Piña, productora de Candelaria, Campeche, quien participa en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

De acuerdo con el Instituto Tata-Cornell de Agricultura y Nutrición (TCI, por sus siglas en inglés), casi el 90% de las 570 millones de unidades de producción agrícola alrededor del mundo tienen un tamaño menor a dos hectáreas. Esto contribuye a que los pequeños productores tengan serias desventajas para acceder a mercados, créditos, insumos y tecnología.

Una de las alternativas para superar estas desventajas son las organizaciones de productores agrícolas. Cuando estas organizaciones son incluyentes y funcionales, ofrecen diversos beneficios a los pequeños productores, entre ellos: la vinculación con mercados formales, el aprovechamiento de programas de apoyo públicos, el acceso a servicios a un costo reducido, la implementación de nuevos cultivos y el aumento de los niveles de profesionalización de sus integrantes.

Para aumentar la eficiencia de las organizaciones de productores agrícolas, Walmart Foundation promueve en distintos países iniciativas de acceso a mercados para pequeños productores. En México, junto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), impulsa el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’.

El Sur y Sureste de México conforman un espacio donde la diversidad cultural y la complejidad socioorganizativa demandan acciones diferenciadas y pertinentes para cada entorno: mientras que en algunos lugares hay fuertes vínculos comunitarios, en otros el tejido social se ha erosionado. ¿Cómo impulsar la asociatividad en estos entornos? Aún más, ¿pueden estas acciones abordar la inequidad de género para apoyar tanto a hombres como mujeres en un contexto donde, históricamente, las mujeres han tenido bajos niveles de afiliación y liderazgo dentro de las organizaciones de productores agrícolas?

La falta de tenencia de la tierra, las limitaciones de tiempo debido a las responsabilidades familiares y otras normas culturales dificultan la participación de las mujeres en las organizaciones de productores agrícolas. Además, la falta de mujeres líderes da como resultado un menor acceso a la información para las mujeres en general y una menor capacidad para influir en las decisiones que afectan sus medios de vida, señala el estudio Sembrando el avance de las mujeres en la agricultura en pequeña escala: conocimientos de la cartera de acceso a los mercados de Walmart Foundation.

El estudio indica que las barreras para acceder a financiamiento son significativamente más altas para las mujeres y también refiere que un equipo multidisciplinario del CIMMYT —el cual ofreció asesoría sobre inclusión financiera a 1,425 agricultores en el Sur-Sureste de México entre 2018 y 2020— encontró que solo seis créditos de 331 préstamos otorgados a participantes de capacitación se ofrecieron a mujeres agricultoras, solo tres mujeres pudieron contratar un seguro agrario y 29 abrieron una cuenta de ahorro después de 30 meses de trabajo de campo, frente a 110 y 171 hombres, respectivamente.

A la par del impulso a la asociatividad, el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT ha trabajado en la diversificación de cultivos como una estrategia para para facilitar el acceso a mercados (si la producción no satisface las necesidades de autoconsumo o se centra en un solo cultivo, dificilmente habrá excendentes o variedad para comercializar), para promover el empoderamiento de las mujeres y mejorar las condiciones del suelo agrícola.

Derivado de los patrones socioculturales y la normatividad que prevalece, la participación de las mujeres en los temas relacionados con las finanzas sigue teniendo barreras: “Las agricultoras se han interesado más en las opciones de almacenamiento poscosecha que en las estrategias de inclusión financiera porque rara vez tienen una garantía para otorgar un préstamo, aunque es menos probable que incumplan”, señala el equipo técnico del CIMMYT que impulsa el proyecto.

La falta de titularidad de las tierras también ha limitado que las mujeres escalen la diversificación de cultivos que podría aumentar la sostenibilidad de las parcelas y ayudar a acceder a los mercados. A pesar de los obstáculos —particularmente de la falta de garantía derivada de los sesgos estructurales que impiden a las mujeres poseer activos o que les exigen que paguen tasas de interés significativamente más altas cuando optan por microfinanciamientos—, los resultados del proyecto indican que la diversificación de cultivos es clave para propiciar cambios positivos.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las mujeres son las encargadas de preparar hasta el 90% de las comidas en los hogares de todo el mundo; sin embargo, en tiempos difíciles, las mujeres y las niñas son las primeras en comer menos. Por esta razón ha sido tan importante para Walmart Foundation y el CIMMYT identificar los cultivos alternativos (que además se adapten a las nuevas condiciones climáticas) más pertinentes para contribuir a garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición de las familias.

En este sentido, en el marco del proyecto destacan diversos estudios hechos con chícharo gandul, caupí, cacahuate, girasol y frijol mungo, los cuales han tenido buena adaptación y aceptación en la región por constituir alternativas para diversas situaciones, tanto propias del suelo —como la erosión o el control de malezas—, como referentes a la nutrición de las familias, la rentabilidad de las parcelas o la mitigación y adaptación al cambio climático.

Ensayos recientes en Campeche —en los municipios de Calkiní, Calakmul, Champotón y Campeche—, por ejemplo, muestran que el chícharo gandul, de ciclo corto y de ciclo largo, tiene una gran adaptación y potencial productivo tanto como cultivo único como en estrategias de asociación e intercalado. Además, este cultivo tiene un efecto notable en la supresión de malezas durante las etapas de secado de maíz y es una opción valiosa y productiva en suelos afectados por los escurrimientos causados por tormentas tropicales.

Para difundir los cultivos alternativos validados —que además representan un valioso menú de opciones para establecer y consolidar los sistemas agrícolas como la milpa intercalada con árboles frutales (MIAF)— se instalan vitrinas agronómicas con productores y se comparten con ellos semillas de las variedades sobresalientes en los ensayos de validación. También se coordinan esfuerzos con otros programas que han iniciado operación en la zona —como Sembrando Vida—.

Así, ampliando la agrobiodiversidad se amplian también las opciones para solventar las distintas necesidades, intereses y gustos: una variedad de caupí (blanco), por ejemplo, ha sido de particular interés por su sabor. También está el caso del girasol —promovido por mejorar la calidad del suelo, ser tolerante a sequías y ser buena opción de forraje—, el cual ha sido aprovechado por muchos productores, particularmente mujeres, para comercializar como flor de ornato.

La diversidad de cultivos contribuye entonces a aumentar la tasa de participación de las mujeres en la agricultura y, al mismo tiempo, permite aprovechar sinergias que no serían posibles en los sistemas de monocultivo que prevalecen, tal es el caso de la intensificación sustentable de la ganadería de pequeña escala —ovinos y caprinos—, donde una adecuada gestión de este tipo de sistemas permite disponer de un menú de forrajes más amplio —con mezclas de forrajes de gramíneas, oleaginosas y leguminosas como cultivos de relevo— y aprovechar al mismo tiempo el estiércol del ganado para fertilizar el suelo.

Por supuesto, el aprovechamiento de las sinergias entre el suelo y la agrobiodiversidad —y las posibilidades que ofrecen para que los pequeños productores accedan a mercados— serviría de muy poco sin un enfoque de inclusión social. En este sentido, refiere el informe de Walmart Foundation, el modelo de innovación del CIMMYT es prometedor al proporcionar un acceso más equitativo al soporte técnico, tanto en el aspecto agronómico como comercial, para que hombres y mujeres puedan adquirir el conocimiento y las herramientas para aplicar buenas prácticas agrícolas.

“Aquí vemos que las matas de chícharo ya están floreando. A mí me gustaría que otras personas también vean estos cultivos y los siembren para que tengamos una mejor producción. Yo en este pueblo de Paraíso Nuevo le he dicho a muchas mujeres; hemos hecho reuniones con las mujeres porque nosotros hemos ido a capacitación a otros lados para impulsar a que las mujeres también participen, a que no nada más se queden en la casa, a que los maridos tomen conciencia y las mujeres salgan al campo a sembrar y a cosechar lo que se siembra”, comenta Miriam del Carmen Piña, productora de Candelaria, Campeche, quien participa en el proyecto con Walmart Foundation y el CIMMYT.

Aquí en este pueblo también trabajamos con borregos. Muchas mujeres ya me han imitado, porque yo les he dicho compren dos tres borreguitos y ya cuando vean tienen 10, 15, 30 borregos y si no hay de donde agarrar dinero, vendemos un borreguito y ya tenemos para pasar la semana. Ahorita ya hay algunas mujeres que se han puesto las pilas y ya tienen sus animales y ya también tienen su pedazo de tierra donde hacen sus cultivos; siembran girasoles, maíz, frijol, chícharo…”, continua la señora Miriam, quien ejemplifica cómo la diversificación de cultivos puede aumentar las tasas de participación y empoderamiento agrícola de las mujeres.

Si bien son necesarios nuevos enfoques para fomentar el acceso de las mujeres a la financiación, el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT muestra que la diversificación de cultivos contribuye significativamente a avanzar hacia esa meta, aumentando la inclusión de la mujer en los sistemas agrícolas, brindando beneficios ecológicos, y proporcionando cultivos que representan alimentos altamente nutritivos para las personas y/o la ganadería.

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Mujeres y jóvenes, en el centro de la innovación en agricultura

Mujeres y jóvenes realizando labores agrícolas. (Foto: CIMMYT)
Mujeres y jóvenes realizando labores agrícolas. (Foto: CIMMYT)

Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres se estima que la cantidad de personas que padecerían de hambre en el mundo se reduciría hasta en 150 millones. En la agricultura, sin embargo, aunque las mujeres constituyen una gran proporción de mano de obra, el acceso de tierra propia sigue siendo mínimo —solo 13 % de quienes poseen tierras agrícolas son mujeres— y es frecuente que sus terrenos sean más pequeños o de menor calidad y que tengan menos acceso a opciones para mejorar la productividad de sus parcelas. 

Con el objetivo de reducir las brechas de género y fomentar la inclusión de mujeres y jóvenes en la agricultura se desarrolló un curso orientado a colaboradores de diversos centros de investigación de América Latina, Asia y África, pertenecientes al CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales que busca aumentar la seguridad alimentaria a nivel global—, entre ellos el Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA, por sus siglas en inglés), el Centro Internacional de la Papa (CIP) y el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI, por sus siglas en inglés).

El curso-taller, «Ofrecer soluciones agronómicas sensibles al género y a los jóvenes«, fue impartido en Kigali, Ruanda, del 27 de febrero al 3 de marzo y fue el resultado de una evaluación de necesidades de la iniciativa Excellence in Agronomy  (EiA), del CGIAR, e investigadores de la Universidad de Makerere, de Uganda. 

De acuerdo con los especialistas, es esencial identificar y analizar debidamente quién hace qué en los sistemas de producción, ya que en un contexto donde los hombres y las mujeres desempeñan diferentes roles fuertemente determinados por las expectativas sociales, el contexto, la diferenciación social y las relaciones de poder —económico, social, político y de autoridad—, las innovaciones agronómicas pueden tanto reducir como exacerbar las desigualdades que afectan a mujeres y jóvenes, por ejemplo, con un aumento del trabajo no remunerado o cargas adicionales de trabajo a las labores domésticas cotidianas. 

Así, buscando obtener resultados agronómicos más equitativos y sostenibles a través de la articulación de conceptos como género, juventud y empoderamiento, la capacitación abordó temas como género y masculinidades, normas sociales y roles de género, métodos cuantitativos y cualitativos para entender el contexto de las mujeres y jóvenes en sus entornos, metodologías para trabajar por género y con jóvenes, uso de herramientas para la recopilación de datos y procedimientos operativos para guiar la integración de género y juventud en campo.

El género tiene múltiples características —como edad, educación, clase, religión, etnicidad, ubicación, entre otras—, pudiendo dar lugar a diferentes formas de desigualdades. “Para identificar que las prácticas y las tecnologías desarrolladas por los diferentes centros de investigación participantes pueden generar beneficios y empoderar a mujeres, hombres y jóvenes es necesario conocer estos conceptos, diseñar e identificar cómo escalar la innovación agronómica con perspectiva de género y juventud”, señalaron los organizadores. 

Es importante destacar que el curso se desarrolló en el marco de Excellence in Agronomy  (EiA), la cual es una de las 33 iniciativas temáticas globales y regionales del CGIAR,  esta iniciativa busca lograr ganancias agronómicas a través de un mayor rendimiento y rentabilidad, teniendo enfoque de adaptación al cambio climático, uso eficiente de recursos (nutrientes, agua, mano de obra) y salud de suelo para millones de mujeres, hombres y jóvenes agricultores en pequeña escala en el Sur Global, por medio de soluciones agronómicas basadas en datos a escala que proporcionen servicios digitales de asesoramiento agronómico como una herramienta para apoyar la toma de decisiones de las agricultoras y los agricultores. 

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Productoras innovadoras están incrementando la seguridad alimentaria de sus comunidades

Luisa Chonteco, agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Luisa Chonteco, agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

“Yo trabajo el maíz y el frijol. Anteriormente solo lo guardamos en botes, pero actualmente aprendimos a guardarlos en bolsa hermética o en el silo metálico hermético, para que no se echen a perder”, relata Luisa Chonteco, una agricultora de La Pe Ejutla, en Oaxaca, México. 

Cargando a su hijo pequeño con un rebozo, Luisa toma asiento para escuchar con atención una nueva capacitación en manejo poscosecha impartida por técnicos de Ricinomex, un colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Oaxaca que además impulsa el comercio justo. 

Este tipo de capacitaciones le han permitido a Luisa mejorar la alimentación de su familia, comenta. Como ella, muchas mujeres en el medio rural cultivan, preparan y distribuyen los alimentos. En muchos sentidos, el trabajo de las mujeres en el campo alimenta a las familias, a las comunidades y al mundo. No obstante, con frecuencia su trabajo encuentra poco reconocimiento y apoyo y, como consecuencia, suelen obtener menos ingresos y experimentar una mayor inseguridad alimentaria.

De acuerdo con las Naciones Unidas, si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos productivos, incluida la tierra y el agua, podrían aumentar notablemente los rendimientos de sus parcelas, contribuyendo a reducir la hambruna en el mundo entre 12 y 17 %.

En este sentido, y considerando que el conocimiento es uno de esos valiosos recursos que puede transformar el papel de la mujer en el medio rural, Walmart Foundation y el CIMMYT impulsan el proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, a través del cual se promueve la agricultura sustentable, las buenas prácticas poscosecha, la asociatividad y los liderazgos comunitarios, particularmente el de las mujeres. 

“Nosotras somos parte de este proyecto y con las capacitaciones estamos mejorando la calidad del maíz. Lo mejoramos preparando la tierra como debe ser, dejando el rastrojo para abono. A mi parecer es mejor porque no lleva químicos”, comenta Plácida Flaviana López, otra de las productoras que participa en el proyecto. 

“Cuando ya juntamos el maíz lo vendemos, anteriormente lo vendíamos muy barato, ahora con lo que nos han enseñado invertimos menos y lo damos a mejor precio. La verdad es que han crecido nuestros ingresos, hemos avanzado y por eso yo le platico a la gente de mi comunidad de lo que aprendemos y pues mis conocidos me están haciendo caso”, menciona Plácida, quien enfatiza que “las mujeres somos muy importantes y por eso es bueno que nos estén enseñando a nosotras todos esos procesos”. 

En un contexto donde las desventajas en materia de educación, formal o informal, se traducen en falta de capacitación y, por tanto, en falta de oportunidades para acceder a mejores condiciones de vida, el empoderamiento de las mujeres y niñas es fundamental para impulsar el crecimiento económico y promover el desarrollo rural, particularmente en lo relacionado con la seguridad alimentaria: “Estas semillas de maíz y de frijol significan mucho para mi porque son las que nos alimentan a diario y almacenando así no se pica ni el frijol ni el maíz”, comenta Reyna Jiménez, otra productora que participa en el proyecto.

Para Reyna, el aprendizaje de prácticas y tecnologías sustentables es fundamental para las nuevas generaciones: “Lo que yo hago es un beneficio para dejárselo a mi hijo, para que el aprenda a cultivar las cosas del campo y que todo sea más sano. Todas las mamás deberíamos cultivar en el campo y explicarles a nuestros hijos cómo guardar el maíz para que no estemos usando tantos químicos, por eso me gustaría invitar a todas las mujeres de la comunidad para que ellas también aprendan esto”.

El Día Internacional de la Mujer 2023 (8 de marzo) es una oportunidad para que las organizaciones y los individuos revisen críticamente cómo se pueden utilizar las innovaciones y tecnologías para lograr la igualdad de género. Desde el CIMMYT, centro de investigación perteneciente al CGIAR, se impulsan proyectos con un importante componente de género, como este y otros desarrollados en conjunto con diversos colaboradores y socios, donde se busca que la ciencia contribuya a cerrar las brechas de género en el campo.

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El papel de la mujer y la niña en la ciencia aplicada al campo

Laboratorista del CIMMYT desarrollando pruebas de germinación y viabilidad de semillas. (Foto: Divulgación-CIMMYT)
Laboratorista del CIMMYT desarrollando pruebas de germinación y viabilidad de semillas. (Foto: Divulgación-CIMMYT)

En la historia de la humanidad las mujeres han sido fundamentales para el avance de la ciencia y en la conformación de la sociedades. Lamentablemente, por diversas circunstancias históricas no siempre han recibido el debido reconocimiento, de manera que el nombre de muchas mujeres destacadas ha estado en la sombra por años e incluso ahora muchas siguen estando prácticamente en el anonimato.

El Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia (11 de febrero) es un esfuerzo de los Estados Miembros de las Naciones Unidas precisamente para brindar reconocimiento a esas mujeres destacadas en los campos de la educación, la capacitación, la ciencia, la tecnología y la innovación. Con esto, se busca fomentar las vocaciones científicas entre las niñas y jóvenes para lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer y la niña.

Para fomentar las vocaciones científicas hacen falta referentes para que las niñas y jóvenes fortalezcan los diversos campos de estudio, particularmente en aquellos que son clave para el futuro de la humanidad, como es la ciencia aplicada al campo —en un contexto de crisis climática y reducción de los recursos naturales es fundamental producir alimentos suficientes y nutritivos para una población cada vez mayor—.

“Las mujeres tenemos un rol muy importante para el campo: tenemos participación en todos los ámbitos de la agricultura, desde el trabajo en campo, el trabajo de la tierra, hasta la preparación y la transformación de esos productos de la tierra en alimentos. También en la investigación tenemos un papel clave. En el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), por ejemplo, hay genetistas, mejoradoras, científicas de datos, patólogas, biólogas moleculares. Hay una representación significativa de mujeres y eso ha ido aumentando en nuestra institución”, comenta la doctora Natalia Palacios, científica del CIMMYT. 

La doctora Palacios y su equipo tienen un papel relevante en los esfuerzos del CIMMYT para transferir tecnología a África relacionada con el adecuado procesamiento del maíz. Esto está beneficiando a muchas comunidades con severos problemas nutricionales en aquel continente y una parte significativa de ese trabajo se ha hecho desde el Laboratorio de Calidad de Maíz Evangelina Villegas Moreno, que está en la sede internacional del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. 

Evangelina Villegas (1924-2017) fue una científica mexicana destacada. Siendo investigadora del CIMMYT, y en colaboración con otros especialistas de este centro, trabajó afanosamente en la creación del maíz con calidad proteica (QPM, por sus siglas en inglés), logro que le hizo acreedora al Premio Mundial de Alimentación en el año 2000, convirtiéndose así en la primera mujer en recibir dicho galardón.

También en el Laboratorio de Calidad de Trigo hay una científica destacada, se trata de María Itria Ibba, quien comenta que “con el trabajo de este laboratorio se busca disminuir la pobreza y el hambre, aumentar la producción de cereales y de cultivos que sean amigables con el medioambiente. Por eso, mi responsabilidad es seguir haciendo buena ciencia, seguir haciendo un buen trabajo que tenga un efecto en los productores y en la sociedad”, concluye la investigadora.

Por supuesto, y siendo la misión del CIMMYT llevar el conocimiento científico a las productoras y productores para mejorar sus medios de vida, en este centro de investigación científica las mujeres son fundamentales para brindar acompañamiento técnico e impulsar la transformación sustentable del campo. Como señala Carolina Cortez, coordinadora técnica del Hub Pacífico Norte del CIMMYT, eso solo es posible dando un buen ejemplo: “en años recientes hemos visto que la incursión de mujeres en temas agrícolas es más frecuente. Me ha tocado visitar universidades y ver que hay muchachas que ya están involucradas en estos temas (…) y que te vean a ti como ejemplo da mucha satisfacción”.

“Desde pequeña se me hizo interesante todo lo que tenía que ver con el campo, mi mayor motivo para estudiar Agronomía fue el amor con que miraba a mis abuelos y mi papá trabajar en el campo. Para mí apoyar el trabajo en la parcela es la mejor forma de valorar todo lo que hay detrás de un alimento. Por eso es importante retomar y fomentar el amor por el campo, hay mucho qué hacer, innovar y cambiar, pero sobre todo hay mucho que aprender”, comenta Estephany Itzel Flores, técnica del Hub Bajío del CIMMYT.

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Productoras agropecuarias de la Mixteca adoptan la agricultura de conservación

Maribel Landero, productora de la Mixteca de Oaxaca, México, dando de comer una mezcla forrajera a su ganado. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Maribel Landero, productora de la Mixteca de Oaxaca, México, dando de comer una mezcla forrajera a su ganado. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Maribel Landero Taltempan es una productora del estado mexicano de Oaxaca, tiene 37 años y está casada con Raúl quien, por su trabajo, está fuera de su comunidad de lunes a viernes. Sin presunción, cuenta Maribel, la adopción de la agricultura de conservación, sobre todo de la “matraca”, le ha permitido no depender de la presencia de un hombre para hacer producir su parcela y así obtener alimento para el autoconsumo y sus seis chivos. 

La matraca es una sembradora manual que para mí es algo innovador. Solo los primeros días se me dificultó la sincronización porque la pinza que tiene en la parte inferior se cierra cuando se hunde en la tierra y se abre al sacarla. Es práctica, solo hay que escuchar que el grano caiga a una distancia de 15 centímetros”, explica la agricultora que vive en San Marcos Monte de León, agencia del municipio mixteco de Villa Chilapa de Díaz.

Desde que Maribel aprendió a manejar la sembradora manual, cuenta, solo necesita dos mozos para encargarse de las labores en su parcela. Además, al no disponer de tiempo para llevar a pastar a sus animales, les construyó un corral con características que le facilitan limpiarlo, así como dar de beber y comer a sus chivos una mezcla de zacate, triticale, alfalfa y canola, “vitaminas o las fibras que necesitan”, relata. 

Junto con otras 321 productoras, Maribel participa en el proyecto CLCA —impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversos colaboradores—, el cual promueve el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

En Oaxaca, el proyecto ha propiciado la implementación de 62 módulos de innovación, áreas de extensión y de impacto con presencia de mujeres. Este énfasis en el tema de género es porque a la carga de labores que tienen por sus roles tradicionales de responsables de las labores de la casa y la familia, muchas productoras de la Mixteca deben agregar a sus tareas el cultivo de maíz o el pastoreo de animales en un contexto de sequía que complejiza la rentabilidad de las actividad agrícola y pecuaria.

La avena que producen con agricultura de conservación María Martínez Cruz y su esposo Isidro Reyes Cruz en el municipio de Vicente Nuñú les permite “en tiempo de sequedad” tener alimento para sus animales que no se mantendrían con la pastura que encuentran en esos montes.

“Si no suben los animales, si no logran subir, se mantienen por lo menos, porque ahorita en los campos, pos (sic) como no ha querido llover, todo está seco, pero ya con lo verde de la avena, ya nos ayuda a mantener a los animales”, expresa María,satisfecha de incorporar una alternativa de alimento para su ganado.

Sara Cruz Ramos, productora de San Andrés Sinaxtla, resiente también la sequía en la Mixteca y por eso ha implementado algunas innovaciones como hacer con cinceles un subsoleo —una técnica que permite aflojar el suelo, pero sin removerlo— en su parcela y dejar de hacer el barbecho tradicional.

“Con las pocas lluvias que se han presentado en estos años se hizo un subsoleo para poder captar agua”, además de dejar el residuo de la cosecha anterior “para que haya más materia orgánica y podamos tener un suelo con más nutrientes”.

Reducir gastos es el logro en que Felicitas Velasco Soriano, originaria San Bartolo Soyaltepec, ve al implementar las prácticas que el CIMMYT y sus colaboradores promueven a través del proyecto de CLCA, con el que inició a sembrar otros cultivos como ebo, trébol y girasol que intercalado con maíz le garantiza la alimentación en su familia, pero también de sus animales.

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Inician jornadas con líderes comunitarios

Jornadas con líderes comunitarios en Oaxaca, México. (Foto: Rausel Ovando/CIMMYT)
Jornadas con líderes comunitarios en Oaxaca, México. (Foto: Rausel Ovando/CIMMYT)

Desde el año 2017, la diversificación de cultivos y la asociatividad para facilitar el acceso a mercados han sido los motores de un proyecto en beneficio de las comunidades dedicadas a la agricultura de pequeña escala en el sur y sureste de México. A cinco años de haber iniciado, el proyecto ahora centra sus esfuerzos para hacer de esos motores la base del empoderamiento de las comunidades. 

Se trata de ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que, en el marco de su tercera fase, busca impulsar el desarrollo de líderes comunitarios, particularmente mujeres. 

“El día de ayer trabajamos con alrededor de 21 líderes comunitarios, cada uno representa una comunidad rural. Son productores de San Mateo del Mar, Salina Cruz, Santo Domingo Tehuantepec y otros municipios de la región que se conoce como el Itsmo seco, que tiene zonas planas y temporal errático. El día de hoy se trabajó con aproximadamente 40 líderes del Bajo Mixe, donde hay zonas planas y lomeríos. El día de mañana vamos a otra comunidad donde se espera que haya entre 25 y 30 líderes de zonas de laderas, con pequeñas superficies de cultivo y alta presencia de comunidades indígenas”, comenta José Rausel Ovando, coordinador técnico del Hub Pacífico Sur del CIMMYT.

Estas jornadas con líderes comunitarios que comenzaron esta semana se extenderán hasta haber recorrido todas las regiones donde el proyecto ha tenido alcance, prácticamente en todo el estado y con productores que, ahora y en buena medida debido a esta iniciativa, producen una gran diversidad de cultivos: ajonjolí, jamaica, limón, diversas leguminosas y maíces nativos, entre muchos otros. 

En estas jornadas los líderes comunitarios “comparten sus experiencias y resultados tanto en el aspecto agronómico como en los temas de asociatividad, mercado, también cómo les ha ido con los productos que han vendido, si se han asociado para hacer compras consolidadas o ventas consolidadas. Igualmente, los colaboradores que nos ayudan a implementar el proyecto comparten sus experiencias y, al final, los líderes comunitarios validan o adecúan los planes de trabajo que en conjunto se han desarrollado para sus comunidades en esta nueva fase del proyecto”, señala José Rausel. 

“Las comunidades, representadas por estos líderes comunitarios, tienen intereses diversos, algunas más en temas de comercialización y precios justos, algunas más quieren seguir con la diversificación porque quieren continuar probando nuevos cultivos, o bien, algunas otras comunidades buscan resolver situaciones específicas de cultivos que ya producen”, comenta el especialista del CIMMYT, enfatizando en que también se abordan con ellos las particularidades de los componentes del proyecto: producción sustentable y liderazgo, acceso o inclusión financiera, mercados y modelos de negocios, y una novedosa propuesta sobre centros de semillas. 

Sobre cómo se eligieron a estos líderes comunitarios y cuál es su papel en el proyecto, José Rausel señala que “han sido los propios grupos de productores los que han elegido a sus representantes, por una parte, porque son conocidos en sus comunidades y participan activamente en las actividades tradicionales propias de cada localidad, pero también porque ya tienen experiencia con los trabajos que hemos venido realizando con el proyecto en las fases pasadas”. 

Estos líderes son personas que se han involucrado notablemente, comparten el conocimiento que adquieren en las actividades de capacitación, e incluso nos han dado semilla de la que han producido para compartir con otros agricultores. Además, tienen otras características importantes para representar a sus comunidades:  saber leer y escribir, tienen facilidad de palabra para comunicarse con sus demás compañeros y, en general, el interés y compromiso con el desarrollo de sus comunidades”, finaliza José Rausel. 

 

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Mujeres impulsan la mecanización sustentable en Oaxaca

La productora Inés Hernández y la técnica Yashim Reyes, en el punto de maquinaria de Valles Centrales, Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
La productora Inés Hernández y la técnica Yashim Reyes, en el punto de maquinaria de Valles Centrales, Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Para una gran parte de la humanidad —y a través de la historia—, la hora de los alimentos está íntimamente ligada a la presencia y acción de las mujeres. Ellas alimentan al mundo en más de un sentido. No solo preparan los alimentos, los cultivan: de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuatro de cada 10 personas que trabajan en el campo en todo el mundo, e incluso siete de cada 10 en algunos países, son mujeres. 

El papel de la mujer, sin embargo, frecuentemente ha estado mermado por las brechas de género que, además, han contribuido a un subregistro en las estadísticas disponibles: de acuerdo con cifras de 2021 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), por ejemplo, el promedio de mujeres ocupadas en agricultura en México es del 10%, ya que su trabajo en el campo con frecuencia no es remunerado.

Adicionalmente, por diversas circunstancias socioculturales se sabe poco de los trabajos de las mujeres dentro de la agricultura, aunque la gama es muy amplia: agricultoras, jefas de campo o capataces, asesoras técnicas, agrónomas, entre otros importantes roles, como el de responsable de punto de maquinaria. 

Inés Hernández Roque es una productora de San Martín Tilcajete, en el estado mexicano de Oaxaca. Además de trabajar la tierra, la señora Inés resguarda y monitorea la maquinaria especializada en agricultura de conservación que a través de la iniciativa Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se ha dispuesto para apoyar a los agricultores de la zona. 

“En este punto de maquinaria tenemos desgranadoras de motor, matracas —un tipo de sembradora manual que también sirve para fertilizar—, sembradoras de tiro animal y una sembradora neumática. La maquinaria llegó aquí por medio del CIMMYT. Ha funcionado bien porque varias personas vienen a pedir las máquinas. Los que tienen más terreno, una o dos hectáreas, se llevan la sembradora neumática, pero aquí sobre todo se usa sembradora de tiro animal, los que tienen su yunta, su caballo…”, comenta la señora Inés. 

“Uno de los grandes problemas en los sistemas productivos de Oaxaca es la falta de mano de obra y la avanzada edad de la mayoría de los agricultores. En el punto de maquinaria de los Valles Centrales, donde está la señora Inés, se cuentan con herramientas que pueden facilitar de manera significativa los trabajos en campo, siendo las sembradoras de tiro animal una de las mejores alternativas para los productores de pequeña escala”, precisa Yashim Victoria Reyes Castañón. 

Yashim colabora con el Hub Pacífico Sur del CIMMYT para brindar acompañamiento técnico a productores de diversas localidades de los Valles Centrales de Oaxaca. Desde su experiencia, “el uso de la yunta de bueyes ha disminuido de manera significativa, pero al contar con diferentes opciones de tamaño y peso en las sembradoras de tiro animal se reactiva el uso de yuntas, el uso de animales de tiro como el caballo, mula, burro”. 

“Todas las máquinas son útiles, a unos les sirven unas a otros otras. Además, la ingeniera Yashim y sus compañeros del CIMMYT nos vienen a dar asesoría, capacitación más que nada de cómo se manejan. Nos ayudan con el conocimiento para hacerlas trabajar y trabajar con ellas”, menciona la señora Inés, quien explica que no se cobra por el préstamo de la maquinaria, pero los usuarios aportan una cuota de recuperación para cubrir el mantenimiento de las máquinas. 

La participación de la señora Inés ha sido fundamental para la operación del punto de maquinaria de Valles Centrales y su esfuerzo es reconocido en San Martín Tilcajete, donde se le identifica por ser una mujer entusiasta que contribuye con su trabajo diario a la adopción innovaciones agrícolas que, mediante el punto de maquinaria, hoy benefician a alrededor de 40 agricultores de la localidad y alrededores.

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Acciones frente a la degradación de los suelos

La degradación de los suelos a nivel mundial pone en riesgo la estabilidad de la producción de alimentos y afecta el funcionamiento de los ecosistemas. Tan solo en América Latina, los suelos agrícolas han perdido cerca del 75 % de sus reservas naturales de carbono y su biodiversidad a causa de prácticas de manejo agrícola no sostenibles; en México, aproximadamente el 64 % del suelo ocupado se encuentra en proceso de degradación física, química y biológica.

En este contexto, la revista EnlACe destaca en su más reciente edición parte del trabajo científico que realiza el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para revertir los procesos de degradación, fomentar la recuperación de la fertilidad del suelo y realizar acciones de protección al medioambiente.

Portada de EnlACe: La revista de la Agricultura de Conservación No. 60.
Portada de EnlACe: La revista de la Agricultura de Conservación No. 60.

Así, el número 60 de este medio presenta los resultados de uno de los experimentos de mayor duración sobre el trigo de regadío en el norte de México —realizado por investigadores del CIMMYT y de la Universidad canadiense de Lethbridge— en el que se destaca a la agricultura de conservación en camas permanentes como una opción sostenible para la producción de cultivos al mejorar los atributos del suelo.

Se resalta también la Estrategia Nacional de Suelo para la Agricultura Sostenible (ENASAS) y la iniciativa Cultivos para México, que el gobierno federal impulsa en colaboración con organismos nacionales e internacionales. A través de Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT—, por ejemplo, se ha impactado positivamente en 300 mil productores de maíz, trigo y frijol, mediante la implementación de prácticas y tecnologías sustentables, particularmente asociadas a la conservación de suelos y agua. 

Entre otros contenidos, la revista EnlACe destaca el reconocimiento póstumo realizado por el gobierno de la India al doctor Sanjaya Rajaram —quien fuera un destacado investigador del CIMMYT y ganador del Premio Mundial de la Alimentación 2014—; el impacto de Agricultura para la Paz —una iniciativa del Gobierno de México, el Centro Nobel de la Paz y el CIMMYT para evitar nuevas crisis alimentarias—; y las recientes acciones en el marco de Tech Maíz, mecanismo que facilita el intercambio de conocimientos sobre la producción sostenible de maíz en América Latina. 

Estos y otros contenidos están disponibles de forma gratuita en EnlACe: La revista de la Agricultura de Conservación No. 60. 

Foto de portada: Parcela con residuos de cosecha como cobertura del suelo. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

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Mujeres rurales, una visión desde la fotografía

Coordinación General de Comunicación Social, Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. Foto: Juan Pablo Zamora

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, las mujeres representan el 43% de la mano de obra agrícola en el mundo. En México, el INEGI reporta que 13.9 millones de mujeres viven en localidades rurales y, de ellas, 938 mil trabajan en este sector. 

¿Cómo es la vida de estas mujeres más allá de las cifras sobre sus condiciones?, ¿cuál es su relación con el campo y cómo su trabajo diario se vincula con los alimentos que, día a día, la sociedad consume sin muchas veces reflexionar sobre su origen?

Con estas preguntas como guía, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural —a través de su Coordinación General de Comunicación Social— integró la exposición Mujeres Rurales (Día Internacional de la Mujer Rural), del fotógrafo Juan Pablo Zamora. 

Luego de haberse expuesto en las instalaciones de la Secretaría de Agricultura en la Ciudad de México, la muestra fotográfica llegó al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en su sede en Texcoco, Estado de México, donde pudo ser apreciada por la comunidad de dicho centro de investigación. 

En entrevista, Juan Pablo Zamora comentó que la exposición fue integrada con imágenes capturadas, en su mayoría, durante el periodo de resguardo social a causa de la pandemia por COVID-19 durante 2020, hecho que adicionalmente ilustra que el campo nunca se detuvo y que las mujeres fueron fundamentales para que la sociedad dispusiera de alimentos en esos momentos críticos. 

Sobre la exposición, el fotógrafo comentó: “Cada una de las mujeres que están ahí tiene una historia. El campo es más allá de lo que vemos. Cuando compramos cualquier producto del campo, generalmente no conocemos su historia, y la exposición busca difundir esas historias. Para mí eso fue algo fundamental porque estas personas dicen con orgullo «yo soy de campo, yo trabajo el campo y el campo es mi vida» y esas palabras te mueven porque pensamos que las cosas en el campo son sencillas, pero implican mucho más”. 

Como ejemplo, Juan Pablo menciona la historia de Jennifer, “una joven productora de Oaxaca que me impactó mucho. Ella es madre soltera, se dedica al campo, prepara comida para vender y a parte está estudiando Agronomía porque nos comentaba que ella quiere superarse. Ella aprendió lo referente al campo de su papá, que es agricultor, pero tuvo un accidente y ella quedó con toda la responsabilidad y actualmente se hace cargo de sus papás y de su pequeño”. 

Después de su exhibición en el CIMMYT, la exposición viajará a otros recintos para presentar las 32 imágenes que la conforman como 32 historias de mujeres rurales mexicanas que, desde muchos ángulos, simbolizan a la madre tierra que alimenta a la humanidad. 

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Recordando a doña Lola, una agricultora ejemplar

La comunidad del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) envía condolencias a los familiares y amigos de la señora Dolores Robles González, «Doña Lola», quien falleció el pasado 1 de abril, a los 81 años (cumplidos el mismo día de su fallecimiento).

Doña Lola fue una agricultora ejemplar del municipio de Teúl de González Ortega, en Zacatecas. En su comunidad, La Lobera, ella fue la primera en adoptar e implementar Agricultura de Conservación, pero no solo eso, su convicción y compromiso fueron determinantes para que otros productores de la zona adoptaran las prácticas sustentables de MasAgro (hoy MasAgro-Cultivos para México).

Cuando en 2014 los ingenieros llegaron a La Lobera para proponer una nueva forma de hacer agricultura nadie se animó, solo ella lo hizo: “Cuando los ingenieros doblaron sus cosas (para irse) yo me quedé pensando: vienen con tanta voluntad, estudian tanto y para que vengan acá a dárselo a la gente que no tiene, analfabeta, que no sabemos nada, y que les digan «no, aquí no queremos nada, váyanse». Ya se iban a ir y les dije: «no se vayan, yo tengo un pedazo de tierra; vamos, yo les voy a dar un pedazo de tierra»”. Y así, gracias a doña Lola, la agricultura en La Lobera comenzó a cambiar.

Además de que los otros productores comenzaron a ver los buenos resultados en la parcela de doña Lola, ella, convencida de la nueva forma de cultivar la tierra, se convirtió en una incansable promotora de la Agricultura de Conservación: “Yo les dije: tenemos que levantar este rancho, trabajar para que la gente viva, para que no se vaya y esté feliz en su tierra”. Y así, La Lobera incrementó notablemente el número de productores trabajando Agricultura de Conservación.

Muy probablemente doña Lola no imaginó en ese momento que su apuesta por una mejor agricultura cambiaría vidas, pero así fue porque, finalmente, las innovaciones en el campo benefician a las familias productoras y por eso es que sin ella sería imposible entender el éxito de la Agricultura Sustentable en su localidad (y en otras localidades de la zona porque solidariamente asistía a diversos foros donde brindaba su testimonio sobre la pertinencia de la Agricultura Sustentable). 

Hoy, ante su partida, se le recuerda como esa agricultora tenaz que miraba con entusiasmo el paisaje de la sierra y contaba, al pie de su parcela, cómo migró a Estados Unidos y después de 30 años de estar allá regresó para reencontrarse e impulsar el campo que la vio nacer. Gracias doña Lola. Descanse en paz.