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Buscan mejorar la agricultura de las zonas tropicales húmedas de México

Sistema milpa intercalada con árboles frutales en la plataforma San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México. (Foto: Consejo de Colonias Populares de Veracruz)
Sistema milpa intercalada con árboles frutales en la plataforma San Andrés Tuxtla, en Veracruz, México. (Foto: Consejo de Colonias Populares de Veracruz)

Las zonas tropicales húmedas y subhúmedas de México poseen un enorme potencial productivo y de mercado, particularmente en lo referente a biocombustibles y cultivos tropicales. No obstante, estas zonas —particularmente en el sureste del país— también concentran gran población en situación de pobreza, tienen comunidades con problemas de seguridad alimentaria, se registra sobreexplotación de acuíferos y vulnerabilidad ante fenómenos extremos derivados del cambio climático.

En materia agrícola, específicamente, las zonas del trópico húmedo mexicano enfrentan retos adicionales: una buena parte de su territorio tiene una geografía accidentada, de manera que la agricultura se realiza en áreas de ladera muy susceptibles a la erosión y de difícil acceso para la maquinaria agrícola. 

Para brindar opciones que permitan a los agricultores de autoconsumo de estas zonas mejorar sus sistemas de producción y lograr la seguridad alimentaria, a través de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se han instalado diversas plataformas de investigación a fin de identificar las prácticas agrícolas más pertinentes. 

En la plataforma de San Andrés Tuxtla, en el estado de Veracruz, por ejemplo, se instaló una plataforma dedicada a evaluar el sistema milpa intercalada con árboles frutales, el cual fue diseñado para hacer un uso óptimo del suelo en tiempo y espacio en terrenos de ladera del trópico húmedo de México. 

El sistema milpa intercalada con árboles frutales es una práctica sustentada en los conocimientos de los pueblos originarios mexicanos, fue estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y optimizada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT.

En la plataforma, donde colaboran el Consejo de Colonias Populares de Veracruz y el CIMMYT, actualmente se investiga el tema de bajos rendimientos por sequía, los componentes tecnológicos de difícil adopción del sistema milpa intercalada con árboles frutales y, en un experimento de cinco años, se busca determinar la eficiencia relativa de la tierra para esta zona.

Como alternativa a la labranza convencional de la zona —la cual consiste en remover el suelo con un implemento local llamado “Champion”, jalado por un caballo— en la plataforma también se evalúan prácticas de agricultura de conservación, como cero labranza, conservación de residuos agrícolas en la superficie, y rotaciones de maíz y frijol de mata.

Adicionalmente se evalúa el uso de trampas con feromonas para el control del gusano cogollero —plaga que en la zona puede causar daños por arriba del 50% de la producción—y se imparten talleres a los productores. Entre las temáticas de estos están: poda de frutales, aplicación de fertilizantes y propagación de cítricos por acodo, que es una técnica que consiste en formar nuevos ejemplares a partir de una rama de una planta madre, pero sin separarla de esta. 

Los conocimientos que se van generando en esta plataforma de investigación han contribuido a que los productores locales optimicen sus recursos y tengan mejorías en la producción de sus frutales. De acuerdo con los productores que han participado en los talleres, se espera que en la próxima cosecha la calidad del fruto sea mejor, además de que con el taller de acodo aéreo podrán obtener material para reponer los árboles muertos.

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Milpa, frutales y asociatividad

El productor Aquilino García en su parcela en Santa Catarina Tecoatl, Oaxaca, México. (Foto: Nadia Altamirano)
El productor Aquilino García en su parcela en Santa Catarina Tecoatl, Oaxaca, México. (Foto: Nadia Altamirano)

Con pendientes en contra por encontrarse en laderas, productores como Aquilino García Reyes que intercalan la milpa con los árboles frutales, han demostrado que se puede elevar la producción si se opta por prácticas sustentables.

Alejandrina García Dávila es colaboradora del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) e implementa en la región de la Cañada el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, que impulsa Walmart Foundation.

Alejandrina reconoce a Aquilino como un productor que ha implementado con éxito el sistema Milpa Intercalada con Árboles Frutales, práctica estructurada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias de México (INIFAP) a partir del conocimiento tradicional y mejorada por productores innovadores mediante un proceso de integración de ciencia y conocimiento tradicional a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. 

Su ejemplo ha ayudado a que otros productores se motiven a implementar este sistema porque les permite cosechar los granos básicos como maíz y fríjol, al mismo tiempo que frutales que les dan ingresos adicionales.

A los árboles de durazno, el ejote, calabaza, frijol y maíz que suele sembrar en su parcela que tiene en la ladera de un cerro, hace dos años Aquilino sumó el girasol porque ha implementado el sencillo método de curvas a nivel.

Esta práctica que implementa Aquilino y demás productores de Santa Catarina Tecóatl impide que el suelo se erosione y en vez de eso retenga agua, elevando la producción.

Los factores a favor aumentan porque dejó prácticas agrícolas que degradaban el suelo, como quemar el rastrojo que ahora utiliza como una cobertura vegetal que aporta nutrientes al suelo.

“La ingeniera (Alejandrina) nos ha apoyado, nos ha dicho cómo sembrar, nos orienta en lo qué hay que hacer, las podas y evitar la erosión de la tierra, no quemar el rastrojo que sirve como abono”, expresa Aquilino.

Sabe que por estar en laderas es preferible cosechar si la tierra cuenta con curvas a nivel porque su parcela está en una ladera con mucha inclinación.

El trabajo productivo de Aquilino se complementa con el vivero que tiene, donde comercializa árboles frutales como los que él siembra.

La colaboradora de CIMMYT se ha encargado de difundir los beneficios de utilizar el sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales, el cual estaría incompleto si no se impulsa la asociatividad.

“Al terminar de cosechar él puede vender sus productos a otras personas que los transforman y le dan el valor agregado”, un impulso para recuperar la idea de que el trabajo en el campo es redituable si se hace de manera agroecológica.

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El cultivo intercalado de maíz en la milpa puede ayudar a alimentar a las comunidades olvidadas por el desarrollo

A farmer holds a maize ear. (Photo: Cristian Reyna)
Una mazorca de maíz cosechada de una «milpa», el cultivo intercalado a base de maíz que constituye una fuente fundamental de seguridad alimentaria y nutricional para las comunidades de pequeños agricultores de zonas remotas como el Altiplano Occidental de Guatemala. (Foto: Cristian Reyna)

El cultivo intercalado tradicional de la «milpa» —en el que se cultiva maíz junto con frijoles, calabazas u otros cultivos vegetales— puede proporcionar un suministro vital de alimentos y nutrientes para las comunidades marginadas y de escasos recursos en las Américas, según un estudio publicado hoy en Nature Scientific Reports.

Según el estudio, una hectárea de milpa compuesta por maíz, frijoles y papas puede satisfacer las necesidades anuales de carbohidratos de más de 13 adultos, proporcionar proteínas suficientes para casi 10 adultos y suministrar adecuadamente muchas vitaminas y minerales. La investigación se basó en datos de casi 1,000 hogares de 59 comunidades del Altiplano Occidental de Guatemala y es la primera que relaciona la diversidad de los cultivos de milpa con la capacidad nutricional, utilizando múltiples parcelas y combinaciones de cultivos.

“La milpa fue la columna vertebral de la agricultura precolombina en América del Norte, México y Centroamérica”, dijo Santiago López Ridaura, especialista en sistemas agrícolas y adaptación al cambio climático del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y autor principal del artículo.

“La producción de milpa anclada en torno al maíz adaptado localmente sigue siendo un sustento alimenticio y nutricional esencial para las comunidades aisladas, a menudo indígenas de México y América Central, y puede adaptarse para mejorar su seguridad alimentaria y nutricional, junto con la de los pequeños agricultores en entornos similares”, agregó.

¿Maíz para forraje o alimentos y nutrición?

En los tiempos modernos, se cosechan anualmente alrededor de mil millones de toneladas de maíz de unos 200 millones de hectáreas en todo el mundo. Gran parte de esta producción se debe al monocultivo intensivo de híbridos que rinden un promedio de 10 toneladas por hectárea, en lugares como EE. UU.

Esta masiva cosecha mundial se destina principalmente a alimentos para animales, almidón de maíz, jarabe de maíz, etanol y una miríada de productos industriales, pero en África subsahariana, América Latina y partes de Asia, el maíz sigue siendo un alimento básico fundamental, a menudo cultivado por pequeños agricultores con rendimientos promedio de alrededor de 1.5 toneladas por hectárea.

El Altiplano Occidental de Guatemala se encuentra entre las regiones más pobres del mundo — una zona montañosa mal atendida por los mercados y donde las comunidades golpeadas por la inseguridad alimentaria y la desnutrición siembran cultivos a altitudes de hasta 3,200 metros, según Cristian A. Reyna Ramírez, coautor del estudio de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México.

“Dos tercios de los agricultores de esta región cultivan milpas a base de maíz pero variando los cultivos intercalados con papas, habas e incluso árboles frutales”, dijo Reyna Ramírez. “Nuestro estudio mostró que combinaciones como maíz-frijol-habas, maíz-papas y maíz-frijol-papas proporcionaron la mayor cantidad de carbohidratos, proteínas, zinc, hierro, calcio, potasio, ácido fólico, tiamina, riboflavina, vitamina B6, niacina y vitamina C.»

The classic “milpa” intercrop comprises maize, beans, and squash. The bean plant climbs the maize stalk to reach sunlight and its roots add nitrogen to the soil; the squash leaves shade the soil, conserving moisture and inhibiting weed growth. Milpa systems are often grown on steep hillsides at a wide range of altitudes. (Photo: Cristian Reyna)
El clásico cultivo intercalado de la «milpa» se compone de maíz, frijoles y calabaza. La planta del frijol trepa por el tallo del maíz para alcanzar la luz solar y sus raíces añaden nitrógeno al suelo; las hojas de la calabaza dan sombra al suelo, conservando la humedad e inhibiendo el crecimiento de las malas hierbas. Los sistemas milpa se cultivan a menudo en laderas empinadas y en una amplia gama de altitudes. (Foto: Cristian Reyna)

¿Mejores dietas y rutas para salir de la pobreza?

Con predios típicos de menos de un cuarto de hectárea y hogares con un promedio de seis miembros, los habitantes del Altiplano Occidental de Guatemala no pueden depender solo de la milpa para satisfacer sus necesidades, advirtió López Ridaura.

“Como ocurre con muchas comunidades de pequeños agricultores, la falta de tierra y la marginación general los atrapa en un círculo vicioso de pobreza y desnutrición, lo que los obliga a experimentar con cultivos comerciales riesgosos o que los miembros en edad de trabajar emprendan migraciones peligrosas y difíciles para encontrar trabajo y enviar remesas”, explica.

Según López Ridaura, este estudio señala la ruta para adaptar los sistemas milpa para ayudar a las comunidades que aún dependen de ese cultivo intercalado u otros que podrían beneficiarse de su uso.

Viendo hacia adelante

Natalia Palacios Rojas, experta en calidad y nutrición del maíz del CIMMYT y coautora de este artículo, señala que los cálculos de este y otros estudios de la milpa consideran los nutrientes crudos y que es necesario investigar las contribuciones nutricionales de los alimentos cocinados y los alimentos que no se cultivan en la milpa, como aves de corral, ganado, productos de huerta y alimentos comprados.

“El trabajo adicional también debería abordar los efectos del almacenamiento de productos de la milpa en su estabilidad de nutrientes y cómo la disponibilidad estacional de cultivos de la milpa afecta la dieta y la nutrición”, comentó Palacios.

Los autores agradecen el financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) como parte de Feed the Future, la iniciativa del Gobierno de los Estados Unidos sobre el hambre y la seguridad alimentaria global, en el marco del proyecto “Buena Milpa” y el apoyo del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE).

Haga clic aquí para leer el artículo completo: Cultivo intercalado de maíz en el sistema milpa. Diversidad, extensión e importancia para la seguridad nutricional en el Altiplano Occidental de Guatemala (en inglés)»

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Se forma nueva asociación para apoyar a los pequeños productores de maíz nativo en México

Científicos expertos mexicanos y cooperativas agrícolas han formado una organización sin fines de lucro para apoyar a los pequeños agricultores de maíz criollo que continúan conservando y sembrando semillas de sus propias variedades ancestrales. La asociación civil, conocida como ProMaíz Nativo, tiene la intención de trabajar en proyectos colaborativos para mejorar la vida de las familias que cultivan maíz nativo y milpa. Los miembros del grupo incluyen expertos en maíz, etnobotánicos, socioeconomistas, científicos especializados en alimentación y nutrición, expertos en mercadotecnia, productores de maíz y grupos de productores de maíz reconocidos internacionalmente.

La asociación civil también ha creado una marca colectiva, Milpaiz, la cual puede ser utilizada por los agricultores para demostrar la autenticidad de las variedades del maíz nativo que cultivan y venden. Esta marca certificará que el maíz de un agricultor es originario de su comunidad y se deriva de su selección continua de semillas. También certificará que es cultivado por pequeños agricultores y que están vendiendo solo el excedente de sus cultivos después de alimentar a su propia familia. La marca también hará un esfuerzo para conectar a estos agricultores con un mercado culinario que valora la calidad, la rareza y la historia de su producción.

“México es el centro de origen del maíz y alberga gran parte de su diversidad genética. Esta iniciativa nos permitirá certificar que los productos son verdaderamente maíces criollos cultivados por pequeños agricultores, para que los beneficios lleguen a los pequeños agricultores que nos han proporcionado esta biodiversidad», dijo Flavio Aragón, investigador de recursos genéticos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).

Members of the association gather for a photo at the launch event. (Photo: ProMaíz Nativo)
Los miembros de la asociación posan para una foto en el evento de lanzamiento. (Foto: ProMaíz Nativo)

Investigadores como Aragón, miembros de grupos de agricultores y chefs locales asistieron al lanzamiento oficial de ProMaíz Nativo el 14 de junio de 2019, en el World Trade Center en la Ciudad de México, durante la feria de restaurantes ExpoRestaurantes.

Edelmira Linares, etnobotánica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e integrante de la asociación, enfatizó que la marca comercial colectiva Milpaiz cubre todos los cultivos en el sistema de cultivo tradicional de la milpa en México: maíz, frijoles, calabaza, hojas comestibles, amaranto, semillas de calabaza y verduras.

«La marca facilitará la llegada de los ingresos a los agricultores, permitirá a los pequeños agricultores vender sus productos en supermercados y tener presencia legal», dijo Amanda Gálvez, química de alimentos de la UNAM y presidenta de ProMaíz Nativo.

Traditional milpa products: native maize, beans, squash, chilies and other local fruits and vegetables. (Photo: Martha Willcox/CIMMYT)
Productos tradicionales de la milpa: maíz, frijoles, calabazas, chiles y frutas y verduras locales. (Foto: Martha Willcox/CIMMYT)

Crecimiento justo y sostenible del mercado

Muchos pequeños agricultores continúan cultivando las mismas variedades de maíz nativo que sus padres y abuelos plantaron, desarrollaron en sus pueblos y regiones y mejoraron a través de métodos de selección que se remontan a sus antepasados. Estas variedades son apreciadas en comunidades locales por sus sabores, colores, texturas y usos únicos en platillos especiales, además de que han ganado popularidad en la comunidad culinaria mundial. En los últimos años, el maíz nativo o criollo, se ha vuelto extremadamente popular entre los cocineros y consumidores, atrayendo la atención y consumo en todo el mundo. Sin embargo, el aumento de la demanda puede significar una mayor vulnerabilidad para los agricultores.

Muchos expertos en maíz en México estaban preocupados por la mejor manera de apoyar y proteger a los pequeños agricultores que navegan en este aumento de la demanda. Sin pautas y transparencia, es difícil asegurar que los agricultores reciban una compensación justa por su maíz tradicional o que puedan ahorrar lo suficiente para alimentar a sus propias familias.

En un mercado culinario exigente, un símbolo de certificación, como la marca comercial colectiva, podría servir para diferenciar a las familias que durante mucho tiempo han resguardado estas variedades nativas de los agricultores comerciales más grandes que las adquieren. Sin embargo, no había un espacio preexistente para que estas directrices fueran determinadas y desarrolladas.

Martha Willcox (left) with farmers and their milpa products in Santa María Yavesía, Oaxaca state, México. (Photo: Arturo Silva/CIMMYT)
Martha Willcox (izquierda) con agricultores y productos de milpa en Santa María Yavesía, estado de Oaxaca, México. (Foto: Arturo Silva/CIMMYT)

«Hay una profunda experiencia en maíz en México, pero todos estos expertos trabajan en diferentes instituciones, lo que hace que sea más difícil para todos colaborar en un proyecto como este», dijo Martha Willcox, coordinadora de mejoramiento de maíz criollo en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

«La formación de esta asociación civil es verdaderamente novedosa en la historia del maíz nativo en México, y su fuerza proviene de la experiencia de sus miembros, formada completamente por cooperativas agrícolas y científicos mexicanos», explicó Willcox.

Martha Willcox inició y facilitó la formación de este grupo de científicos y continúa trabajando estrechamente con ellos como asesora. «Esta asociación ayudará a proporcionar un espacio y una red donde estos expertos puedan trabajar juntos y hablar con una sola voz para apoyar al maíz y a sus productores».

El CIMMYT no tiene un puesto en la asociación, pero ha desempeñado un papel clave al facilitar y proporcionar fondos para cubrir la logística y las tarifas relacionadas con la formación de la organización, a través del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE). La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) también ha participado en la logística y ha facilitado la formación de la organización.

Members of the association pose with CIMMYT staff that helped facilitate the creation of the group. (Photo: ProMaíz Nativo)
Los miembros de la asociación posan con el personal del CIMMYT que ayudó a facilitar la creación del grupo. (Foto: ProMaíz Nativo)
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Tradición sustentable

Los pueblos indígenas que vivieron hace miles de años en el centro y el sur de México desarrollaron un sistema de cultivos intercalados resistente para domesticar algunos de los granos y vegetales básicos que contribuyen a una dieta saludable.

Hoy en día, los pequeños agricultores en prácticamente las mismas áreas de México continúan utilizando este sistema flexible llamado «milpa» para cultivar chile, tomates, frijoles, calabazas, frutas de temporada y maíz, que son ingredientes esenciales de la mayoría de los platillos mexicanos.

Un análisis de la dieta mexicana realizado en el contexto de un informe reciente de la Comisión EAT-Lancet encontró que los mexicanos están comiendo demasiada grasa animal pero no suficientes frutas, verduras, legumbres y cereales integrales. Como resultado, un grave problema de salud pública está afectando a México debido a la triple carga de la desnutrición: obesidad, deficiencia de micronutrientes y/o ingesta baja en calorías. El estudio también recomienda a México aumentar la disponibilidad de alimentos básicos de mayor valor nutricional producidos localmente y de manera sustentable.

Aunque cambiar los hábitos alimenticios puede ser difícil de lograr, la dieta tradicional basada en el sistema de la milpa es considerada como una opción saludable en México. Aunque la diversidad nutricional aumenta con el número de cultivos incluidos en el sistema de la milpa, su impacto nutricional en los consumidores también dependerá de su disponibilidad, número, usos, procesamiento y patrones de consumo.

Desafortunadamente, los agricultores que siembran milpa a menudo practican la agricultura de tala y quema a expensas de los suelos y las selvas tropicales. Por esa razón, también es importante abordar algunos de los obstáculos del lado de la producción en el camino hacia una dieta más saludable, como la degradación del suelo y las pérdidas posteriores a la cosecha, que tienen un efecto negativo en la productividad agrícola y la salud humana.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrolla actividades de investigación de campo participativas y de capacitación con agricultores, socios y colaboradores locales, y autoridades para fomentar la innovación y co-crear estrategias y procedimientos que ayuden a los agricultores a producir alimentos de manera sustentable.

Francisco Canul Poot in his land. (Photo: CIMMYT)
Francisco Canul Poot en su tierra. (Foto: CIMMYT)

Estos esfuerzos llevaron a Francisco Canul Poot, un agricultor de milpa de la península de Yucatán, a adoptar conceptos de agricultura de conservación en su milpa y a dejar de quemar rastrojo desde 2016. Como resultado, su rendimiento de maíz creció un 70 %, de 430 a 730 kg por hectárea al año y sus ingresos aumentaron a 300 dólares. Quince agricultores que comparten derechos de propiedad sobre tierras comunales han seguido su ejemplo desde entonces.

Estos resultados sobresalientes están alentando a más agricultores a adoptar prácticas de intensificación sustentable en todo México, un cambio importante si se tiene en cuenta que la disminución de los niveles de nitrógeno y fósforo en los suelos mexicanos puede provocar un aumento del 70 % en el uso de fertilizantes para 2050.

Al implementar un proyecto de intensificación sustentable llamado MasAgro, el CIMMYT contribuye, a su vez, a expandir el uso de prácticas de milpa sustentable en sistemas de producción más intensivos. El CIMMYT también utiliza este enfoque en el proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán.

En la actualidad, más de 500 000 agricultores han adoptado prácticas de intensificación sustentable — incluida la diversificación de cultivos y la labranza mínima — para cultivar maíz, trigo y cultivos relacionados en más de 1.2 millones de hectáreas en todo México.

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Familias milperas en México comparten sus historias

La familia Vera muestra una copia de su retrato para el libro “Familias milperas de la Península de Yucatán”. (Foto: Silvia Sosa Castillo)
La familia Vera muestra una copia de su retrato para el libro “Familias milperas de la Península de Yucatán”. (Foto: Silvia Sosa Castillo)

EL BATÁN, México (CIMMYT) — Familias de la Península de Yucatán, en México, han compartido sus experiencias en torno a la milpa. A través de conversatorios e intercambios, hombres y mujeres de distintas edades reflexionaron sobre la importancia de este sistema agrícola y cultural en sus vidas y en las dinámicas familiares.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) organizó estas actividades como parte de su estrategia de intensificación sustentable en Latinoamérica. El propósito principal era generar espacios de intercambio de experiencias y propuestas para promover la inclusión de todos los miembros de la familia, sobre todo de aquellos que quedan constantemente excluidos en los procesos de innovación agrícola.

El maíz es la base de la dieta de los habitantes de la Península de Yucatán y ha proporcionado sustento a los habitantes de esta región durante milenios. Se siembra en toda Mesoamérica como parte de la milpa, un sistema de intercultivo basado en la relación simbiótica entre el maíz, el frijol y la calabaza. Es un espacio que genera alimento y que a la vez reproduce la identidad precolombina de pueblos originarios como el maya yucateco y el ch´ol.

Compartiendo experiencias de tradición e innovación

Cita milpa 1La milpa es una actividad eminentemente familiar, con raíces tradicionales pero con espacio para la innovación. A través de tres actividades desarrolladas en el transcurso de 2018, el CIMMYT buscó capturar la importancia familiar y social de la milpa.

La primera actividad, de junio a octubre de 2018, consistió en entrevistas y fotografías en los hogares de familias milperas en los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán. Distintos miembros de las familias compartieron historias sobre sus vidas y cómo la milpa ha sido una parte importante de las mismas. El libro “Familias milperas de la Península de Yucatán” recopila el pensar y el sentir de una veintena de familias en torno a las raíces culturales de la milpa, la vida diaria y la transmisión de conocimiento agrícola de generación en generación.La segunda actividad es un taller en Yucatán el 16 de noviembre, que facilitará el intercambio de experiencias entre familias milperas y el seguimiento activo de aquellos que promueven procesos de innovación en la milpa.

El 17 de noviembre tendrá lugar la tercera actividad de esta iniciativa. Se llevarán a cabo visitas a las parcelas de las mujeres milperas que están innovando y se discutirán los cambios sociales a nivel familiar y comunitario requeridos para lograr que estas innovaciones generen beneficios.

En su conjunto, esta iniciativa busca crear espacios abiertos de reflexión colectiva para promover cambios en la milpa que mejoren los medios de vida de las familias milperas de la Península de Yucatán.Cita milpa 2

Esta iniciativa fue financiada por Fomento Social Banamex, A.C., la Fundación Haciendas del Mundo Maya, el programa MAÍZ del CGIAR y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) de México, como parte del programa MasAgro.