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México, Noruega y CIMMYT impulsarán la innovación agrícola en el sur de México y Centroamérica

De izquierda a derecha: Ragnhild Imerslund, Embajadora de Noruega en México; Gloria Sandoval, Directora Ejecutiva de la AMEXCID; y Bram Govaerts, Director General del CIMMYT, durante la firma de la Carta de Intención en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
De izquierda a derecha: Ragnhild Imerslund, Embajadora de Noruega en México; Gloria Sandoval, Directora Ejecutiva de la AMEXCID; y Bram Govaerts, Director General de CIMMYT, durante la firma de la Carta de Intención en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

Para impulsar el desarrollo sustentable del campo en el sur de México, Guatemala y Honduras, el Gobierno de México, a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID); el Gobierno de Noruega, a través de su embajada en México; y CIMMYT, suscribieron una alianza de cooperación triangular que busca establecer un marco de colaboración cuyas acciones y estrategias permitan mejorar el estado nutricional, económico y social en la región mediante una transición hacia una agricultura sostenible.

La firma del instrumento se realizó en las instalaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y contó con la presencia de Gloria Sandoval, Directora Ejecutiva de la AMEXCID; Ragnhild Imerslund, Embajadora de Noruega en México; Ulises Canchola, Embajador de México en Noruega; y Bram Govaerts, Director General de CIMMYT.

«Los esfuerzos de cooperación entre Noruega, CIMMYT y México, con esta carta de intención, marcan el inicio de una relación innovadora entre estos tres socios de cooperación que beneficiará a la población del Sur-Sureste de nuestro país y a Centroamérica. La cooperación triangular ofrece una oportunidad única para combinar conocimientos, recursos y experiencias en beneficio de todos», comentó la Directora Ejecutiva de la AMEXCID.

Por su parte, la Embajadora de Noruega en México mencionó que “todos compartimos los mismos retos y compromisos, a mediano y largo plazo, así que necesitamos aumentar la producción local de alimentos, para crear cadenas de valor locales y regionales. Sabemos que colaboración internacional y la participación activa de los centros de investigación internacionales y nacionales es clave para cumplir con nuestros objetivos. Por esto, me emociona mucho la perspectiva de establecer una cooperación trilateral entre México, Noruega y CIMMYT, y quiero felicitar a AMEXCID y a CIMMYT por firmar esta carta de intención para priorizar el trabajo colaborativo en temas agrícolas”.

La propuesta, mencionó el Director General de CIMMYT durante su intervención, “busca construir paz, desarrollo y prosperidad a través del desarrollo agrícola y tiene como base el proyecto de cooperación triangular Avanzando hacia Sistemas Integrados de Innovación Agroalimentaria en Guatemala, Honduras y los estados del sur de México: Chiapas, Oaxaca y Yucatán, de manera que busca desarrollar una iniciativa de sistemas agroalimentarios integrados para aumentar su resiliencia y crear estabilidad social y económica entre la población rural y urbana en situación de pobreza en Guatemala, Honduras y el sur de México”.

Esta alianza estratégica tiene antecedentes en la iniciativa Agricultura para la Paz, de la SRE, la Embajada de México en Noruega, el Centro Nobel de la Paz, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, CIMMYT y diversos colaboradores. Ésta considera que los contextos adversos pueden ser transformados a través de la ciencia colaborativa y por ello promueve alrededor del mundo un modelo de innovación agrícola, denominado Hub, que en México permitió, por ejemplo, impactar positivamente a más de 300 mil agricultores en más de un millón de hectáreas como parte del programa MasAgro-Cultivos para México.

La experiencia de México con la metodología del Hub se ha replicado y se replica con éxito en distintas regiones de África, así como en Guatemala y Honduras, donde CIMMYT y otros centros de investigación internacional del CGIAR desarrollan trabajos como parte de la iniciativa AgriLAC Resiliente.

Con cerca de seis décadas de labor en México y una innovadora Estrategia 2030 orientada hacia un futuro con seguridad alimentaria y nutricional, CIMMYT se suma a esta alianza estratégica con los gobiernos de México y Noruega para impulsar, en un contexto de cambio climático y de sucesivas crisis, ideas, proyectos e innovaciones que permitan multiplicar los beneficios de una paz construida sobre la base de sistemas alimentarios resilientes.

La transición hacia una agricultura sustentable, concordaron las instituciones firmantes, significa aumentar la productividad, rentabilidad y competitividad de los productores para evitar la migración forzada en las zonas afectadas por el cambio climático, el conflicto y el encarecimiento de los alimentos e insumos productivos como el combustible y los fertilizantes, por lo que la relevancia de este instrumento y de esta colaboración es un ejemplo de cómo las alianzas resultan indispensables para lograr la adopción de sistemas de producción sustentables que a su vez refuercen la paz y la estabilidad social.

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Creciente interés y halagos para el programa mexicano de investigación agropecuaria para su uso en el extranjero

Aprovechando el liderazgo, la ciencia y las alianzas del CIMMYT, con sede en México, y la financiación y la capacidad de investigación de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) del 2010 al 2021, el programa conocido como MasAgro” ha ayudado a cerca de 500,000 productores participantes a adoptar variedades de maíz y trigo, así como prácticas de conservación de recursos, en más de un millón de hectáreas de tierras de cultivo en 30 estados en México.

La Estación Experimental Tlaltizapan en Morelos, México, se utiliza durante el invierno para efectuar ensayos de sequía y calor y durante el verano para ensayos de rendimiento y biofortificación. (Foto: Alfonso Cortés/CIMMYT)

Como resultado de la operación de los centros de investigación MasAgro en las múltiples y diversas agroecologías de México para promover la intensificación sustentable de los sistemas de cultivo de maíz y trigo, incluyendo variedades mejoradas y prácticas que ayudan a conservar recursos y que se adaptan a distintos climas, los rendimientos de proyectos participantes resultaron mayores que el promedio local por 20% para el maíz y 3% para el trigo. Asimismo, los ingresos netos promedio para los productores de maíz participantes fueron 23% mayores, así como 4% mayores para los productores de trigo, en comparación con promedios locales.

El componente de biodiversidad MasAgro recolectó y analizó una de las muestras de diversidad genética de maíz y trigo más grandes del mundo, que incluía las extensas colecciones de bancos de semillas del CIMMYT, con el objetivo de identificar y caracterizar nuevos genes de interés para el mejoramiento genético. Uno de los resultados fue que más de 2 mil millones de puntos de datos genéticos y más de 870,000 registros de datos de ensayos de campo asociados están disponibles de forma gratuita para la comunidad científica a través del repositorio en línea del proyecto.

MasAgro ha involucrado a organizaciones de investigación nacionales y locales, universidades, empresas y organizaciones no gubernamentales que trabajan a través de 40 plataformas de investigación y más de 1 000 módulos de investigación, a la vez que desarrollan las capacidades de miles de productores y cientos de expertos técnicos y extensionistas que los asisten.

Socios a nivel estatal se unen a MasAgro

A través de MasAgro, el CIMMYT estableció alianzas de investigación y Desarrollo con 12 estados mexicanos. Un ejemplo de esto es el estado montañoso central de Guanajuato, hogar de la región El Bajío, una de las áreas de cultivo más productivas de México, pero que también enfrenta problemas de degradación del suelo, escasez de agua y efectos del cambio climático, desafíos que enfrentan los agricultores en todo México. El gobernador de Guanajuato visitó la sede central del CIMMYT en México en junio de 2023 para revisar el progreso y acordar actividades de seguimiento.

MasAgro generó sistemas de producción y riego más sostenibles en Guanajuato, México. (Foto: ACCIMMYT)

El CIMMYT ha trabajado con los expertos y los mismos productores locales del estado de Guanajuato para probar y promover innovaciones a través de 7 plataformas de investigación que alcanzan casi 150 mil hectáreas. A partir del 2020, nuevas variedades de cultivos y prácticas para el manejo de conservación de recursos y adaptadas al clima ayudaron a apuntalar aumentos de 14% en la producción de trigo y, bajo sistemas agrícolas de temporal, mejoraron los resultados en 28% para frijol, 150% para variedades locales de maíz y 190% para maíz híbrido, por encima de promedios estatales.

Una iniciativa integral para la fertilidad del suelo ha incluido en análisis y el mapeo de más de 100,000 hectáreas de suelos para el cultivo, ayudando a los productores de Guanajuato a recortar costos, usar fertilizantes de forma más eficiente y reducir la quema de residuos de cultivos y la contaminación del aire asociada a dicha práctica.

Los centros de servicio para la renta y reparación de maquinaria de agricultura de conservación ayudan a difundir prácticas tales como la labranza cero y el mantillo de residuos. Con el apoyo de asesores de CIMMYT, los productores de Guanajuato establecen acuerdos equitativos y ecológicos con empresas tales como Nestlé, Kellogg’s y Heineken, entre otros acuerdos público-privados responsables y rentables.

Aclamación e interés desde el extranjero para MasAgro

MasAgro ha recibido numerosos premios y menciones como modelo para el desarrollo agrícola sustentable. A continuación, algunos ejemplos:

Dignatarios aplauden el lanzamiento de MasAgro en el CIMMYT. (Foto: Xochiquetzal Fonseca/CIMMYT)
  • La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha reconocido a MasAgro como una iniciativa innovadora y expansible para Latinoamérica y el Caribe.
  • El Banco Interamericano de Desarrollo (IDB) mencionó al programa como ejemplo exitoso de extensión.
  • La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) citó a MasAgro por promover la agricultura productiva y sustentable.
  • El Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (UNDP) elogió a MasAgro por promover la agricultura resiliente al clima.
  • Durante la cumbreG20 del 2018 en Argentina, MasAgro fue considerado un modelo para la coordinación de la investigación agrícola, el desarrollo, la innovación, la transferencia de tecnología y las asociaciones público-privadas.
  • Bram Govaerts, actual director general de CIMMYT, recibió el Premio Mundial de la Alimentación 2014 por su trabajo en el momento como líder del componente de alcance a los productores MasAgro.
  • Recientemente, los centros de investigación MasAgro fueron usados como guía por los esfuerzos del USAID en Sudán y África oriental. También han sido replicados en Guatemala y Honduras.

Varios pasos más allá

En Centroamérica y México, las crisis interconectadas de sistemas agroalimentarios débiles, el cambio climático, conflictos y la migración se han empeorado, mientras que los pequeños agricultores y los sectores marginados siguen atrapados en la pobreza.

Aprovechando su experiencia en MasAgro, CIMMYT es uno de los asociados principales de la iniciativa lanzada hace poco por el CGIAR, AgriLAC Resiliente, cuyo objetivo es crear la resiliencia, sustentabilidad y competitividad de sistemas agroalimentarios y los actores en Latinoamérica y el Caribe, ayudándolos a satisfacer sus necesidades de seguridad alimentaria más urgentes, mitigar riesgos climáticos, estabilizar a comunidades vulnerables y reducir la migración forzada. El esfuerzo estará enfocado en productores de Colombia, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua y Perú.

La agricultora Marilu Meza Morales cosecha su maíz en Comitán, México. (Foto: Peter Lowe/CIMMYT)

Como lo describe un artículo científico de 2021, CIMMYT también ayudó a crear la iniciativa del sistema agroalimentario integrado (IASI, por sus siglas en inglés), una metodología desarrollada y validada a través de estudios de casos en México y Colombia, y que utiliza el análisis de situación, predicciones de modelo y escenarios para sincronizar la acción pública y privada hacia los sistemas agroalimentarios sustentables, equitativos e incluyentes.

“El enfoque del desarrollo integrado del CIMMYT para la transformación del Sistema maíz en México y Colombia sentó las bases para la metodología IASI al superar transiciones gubernamentales, las restricciones presupuestarias anuales y las rivalidades entre las partes interesadas en favor de la equidad, la rentabilidad, la resiliencia y la sustentabilidad” dijo Govaerts.

El informe 2021 sobre la Productividad Agrícola Global (GAP, por sus siglas en inglés) “Strengthening the Climate for Sustainable Agricultural Growth” (Fortalecimiento del Clima para un crecimiento agrícola Sustentable) respaldó a la IASI, afirmando que “…está diseñada para generar estrategias, acciones y objetivos cuantitativos alineados con los objetivos de desarrollo sustentable que tienen una alta probabilidad de recibir inversiones públicas y privadas de apoyo”.

 

 

 

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Migración, cambio climático y sistemas agroalimentarios

Participantes del InnovaHub Occidente de Guatemala durante los talleres de capacitación impartidos por el CIMMYT. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Participantes del InnovaHub Occidente de Guatemala durante los talleres de capacitación impartidos por el CIMMYT. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)

La migración en México y América Latina es un fenómeno complejo y sus causas son múltiples. Las llamadas caravanas o éxodo centroamericano son solo una expresión, una suerte de llamada de auxilio que nace de múltiples crisis, incluyendo la  climática, donde la recurrencia de huracanes, inundaciones, sequías y otros fenómenos —como los efectos de la pandemia— han agudizado la inseguridad alimentaria y el desplazamiento en la región. 

En el sector agroalimentario, la migración sugiere una respuesta a la falta de oportunidades en el campo y ha conducido a una escasez de mano de obra en el sector, aumentado los costos de producción. 

Históricamente la migración en la región ha estado asociada a la agricultura y actualmente los sistemas agroalimentarios y la migración tienden diversos vínculos socioeconómicos entre los países, como el caso de los trabajadores agrícolas guatemaltecos que cada día se trasladan a la región del Soconusco, en Chiapas, México; o la presencia de jornaleros haitianos en las plantaciones en República Dominicana. 

Los riesgos climáticos, sin embargo, inciden en este tipo de dinámicas: sobre la migración internacional hondureña, por ejemplo, puede observarse cómo el huracán Mitch, en 1998 —y la crisis social, económica y ambiental que originó—, constituyó el punto de inflexión que situó a Honduras como un país preponderantemente expulsor de migrantes. 

Si a la incertidumbre climática se le suman los efectos de la pandemia, entonces el panorama de la región se complica aún más: se estima que en el momento más álgido de la pandemia, por ejemplo, más del 40 % de hogares en Guatemala, Honduras y República Dominicana declaró haberse quedado sin comida debido a la falta de ingresos.

Como consecuencia de la pandemia, en 2020 la prevalencia de la inseguridad alimentaria se incrementó a 42 % en Belice, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá, afectando a 19 millones de personas, y a 62 millones si se agrega México y Haití. 

Hacia 2022 el panorama de la seguridad alimentaria en la región no era muy alentador y países como Guatemala, Honduras y El Salvador registraron que entre el 40% y 50% de su población en se encontraba en inseguridad alimentaria acentuada, afectando alrededor de 14 millones de personas. Aún más grave, se estima que actualmente más del 25% de la población en Guatemala y Honduras enfrenta una situación de crisis o emergencia alimentaria, esto es 7,2 millones de personas. 

Para complicar el panorama, el aumento de las cotizaciones internacionales de la energía y los alimentos básicos afectó notablemente a los países de la región, particularmente a  los más dependientes de las importaciones de granos básicos para su consumo. Además, países como Costa Rica, Guatemala, Belice, República Dominicana y Honduras, que son más intensivos en el uso de fertilizantes que el promedio de países de América Latina y el Caribe, y del mundo, han tenido un impacto considerable en sus campos. 

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) es una institución de investigación científica sin fines de lucro que por casi seis décadas ha desarrollado diversas líneas de investigación y proyectos para garantizar la seguridad alimentaria en la región y el mundo, propone abordar la compleja situación migratoria en Centroamérica mediante: 

Con experiencias positivas en México, donde se ha logrado impactar positivamente en más de 300 mil agricultores en más de un millón de hectáreas con prácticas agrícolas sustentables, el CIMMYT trabaja actualmente para difundir esos aprendizajes y esa metodología con la colaboración de diversas organizaciones y actores locales en la región. 

En Guatemala y Honduras, por ejemplo, recientemente se han instalado cuatro InnovaHubs —dos en cada país— con la intención adaptar y difundir las innovaciones agrícolas que se han identificado como las más pertinentes para cada lugar, pero al mismo tiempo aportando una metodología útil y práctica para gestionar el conocimiento y articular los esfuerzos de los distintas organizaciones. 

Lo anterior forma parte de AgriLAC Resiliente —iniciativa del CGIAR, consorcio de centros de investigación internacionales del cual forma parte el CIMMYT—, que busca transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe, aumentando la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región.

Para miles de centroamericanos que buscan una vida digna más allá de las fronteras nacionales, dotar de resiliencia a sus campos de cultivo significa sentar las bases de una mirada diferente al interior de sus propias naciones, donde la seguridad alimentaria y la agricultura sustentable contribuyen a crear una nueva oportunidad para mejorar sus condiciones de vida sin abandonar sus comunidades. 

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Inseguridad alimentaria y migración en Centroamérica

Cosecha de papas en Chiapas, México. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Cosecha de papas en Chiapas, México. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)

Entre el año 1990 y el 2020 la cantidad de migrantes centroamericanos aumentó 137 %; esto es, pasó de 6,8 millones a casi 16,2 millones. Si bien las causas de este fenómeno son múltiples y establecen una relación compleja, hay un aspecto que merece particular atención por incidir directamente en la seguridad alimentaria de la región: la agricultura.

La migración sugiere una respuesta a la falta de oportunidades en el campo y ha conducido a una escasez de mano de obra en el sector, aumentado los costos de producción. De acuerdo con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), los rendimientos de maíz podrían caer un 12,6% en El Salvador, un 4% en Guatemala, un 16,2% en Honduras, un 7,4% en México y un 17,7% en Nicaragua para el año 2055 si no se implementan las medidas de adaptación y mitigación a las nuevas condiciones climáticas. 

En un artículo publicado recientemente, el doctor Bram Govaerts, científico que ocupa la dirección general del CIMMYT —centro de investigación científica internacional sin fines de lucro, cuya sede está en México—, expone cómo la crisis climática está impactando en el fenómeno migratorio en la región. 

“El mundo no está en camino de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C a finales del siglo XXI. Estas son malas noticias especialmente para los sistemas agrícolas a pequeña escala que dependen de las lluvias estacionales y son más vulnerables a los efectos combinados de un mundo más caliente y seco”, señala Govaerts. 

Los investigadores del CIMMYT estiman que, sin adaptación, cada aumento de grado en las temperaturas medias globales reducirá, en promedio, los rendimientos de maíz en un 7,4 % y los rendimientos de trigo en un 6 %.  Esta disminución causada por el cambio climático, señalan, ya está impactando Guatemala, Honduras y El Salvador, donde aproximadamente 5,8 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria aguda.

Como resultado de la inseguridad alimentaria, señala el doctor Govaerts, los flujos migratorios de la región han aumentado drásticamente después del pico de la pandemia y han originado una crisis alimentaria. Ante esta crisis, señala Govaerts, “el CIMMYT está listo para implementar las Iniciativas Integradas de Sistemas Agroalimentarios en América Central y el Caribe aprovechando su red de investigación”. 

“La metodología se perfeccionó en México con la implementación del exitoso proyecto de 10 años MasAgro, que amplió las prácticas agrícolas sostenibles basadas en la intensificación y las nuevas variedades de cultivos de alto rendimiento y resistentes al clima en más de 1 millón de hectáreas en todo el país, beneficiando a más de 300 mil agricultores”, menciona. 

Finalmente, el director general del CIMMYT enfatiza que al abordar la inseguridad alimentaria y el fenómeno migratorio es importante considerar que es necesario invertir en programas nacionales de mejoramiento que desarrollen nuevas variedades de cultivos de alto rendimiento, resistentes al clima; mejorar las prácticas de manejo del suelo y la eficiencia del uso de fertilizantes; ampliar los servicios de extensión y asesoramiento sobre las prácticas de gestión agrícola, entre otras medidas que pueden ser consultadas en el artículo Cómo abordar la inseguridad alimentaria que impulsa la migración forzada. 

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Agricultura Sustentable, parte esencial de la respuesta a la migración

Si este año no le pego en el campo, me retiro de esto y me voy a Estados Unidos”, se decía a sí mismo y sin muchas expectativas Juan Manuel Castañeda Barrientos, productor de la comunidad El Cerrito, en San Felipe, Guanajuato, donde la ganadería es una actividad de importancia económica y, por lo tanto, se requieren grandes cantidades de forraje para alimentar al ganado. 

En San Felipe, como en muchas otras comunidades de México, la situación del campo se complica cada vez más debido a los altos costos de los insumos, la degradación de las tierras y el cambio climático. El ciclo pasado, por ejemplo, ante la necesidad de garantizar el alimento de sus reses y cabras para la época de estiaje, Juan Manuel tuvo que comprar forraje en Dolores Hidalgo. Si bien solucionó el problema de manera temporal, se incrementaron sus ya de por sí altos costos de producción, haciendo poco rentable la engorda y el mantenimiento de su ganado.

Actualmente Juan Manuel ha mejorado notablemente su producción, alcanzando 17 toneladas de forraje para ensilar por hectárea. Con cuatro hectáreas sembradas con cultivos y prácticas sustentables que aprendió a partir de un proyecto que impulsa el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Gobierno de Guanajuato, Juan Manuel ahora cuenta con reservas de alimento suficientes para mantener a su ganado por casi cinco meses durante el ciclo otoño-invierno, que es el periodo más crítico del año por la ausencia de vegetación en los agostaderos.

Gracias a que Juan Manuel tuvo la oportunidad de acercarse a la Agricultura Sustentable y decidió darle una oportunidad a las prácticas innovadoras que le propusieron no tuvo que migrar a los Estados Unidos. Sin embargo, muchos mexicanos aún no han podido acceder a alternativas para hacer más rentables y sustentables sus sistemas de producción y, ante la erosión de los medios de vida rurales, buscan oportunidades fuera del país.

Por supuesto, el fenómeno de la migración es altamente complejo y son muchos los factores que influyen para que alguien migre. No obstante, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica más reciente disponible (2018), cerca del 68% de los mexicanos que salen del país lo hacen para buscar trabajo o trabajar. Además, gran parte de estos migrantes son originarios de entornos rurales ―de 2013 a 2018 los cuatro principales estados expulsores de migrantes internacionales fueron Guanajuato, Oaxaca, Zacatecas y Michoacán―, hecho que se confirma al revisar el destino de las remesas. 

Como manifiesta Bram Govaerts, director general del CIMMYT, “fenómenos como la migración surgen desde sistemas agroalimentarios disfuncionales. Cuando las personas no tienen que comer, cuando su base de bienestar se ha erosionado, entonces buscan otras alternativas. Por eso es importante generar sistemas agroalimentarios sólidos y resilientes para la conservación del medio ambiente y para la consolidación de la paz”.

Los retos y las dificultades que implica la migración requieren una acción colectiva porque, como apuntan las Naciones Unidas a propósito del Día Internacional del Migrante (18 de diciembre), la migración debería ser una elección, no una necesidad. Para contribuir a este propósito el CIMMYT y sus colaboradores promueven prácticas de Agricultura Sustentable para que, al igual que lo hizo el productor Juan Manuel Castañeda, los agricultores transformen sus sistemas productivos para que estos les provean medios de vida dignos. 

Con información de Enrique Rosas Gaytán y Araceli Donghú Ángeles.

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Acceso a mejores prácticas agrícolas es un acto de justicia social

La línea entre la transmisión de conocimientos y el trabajo infantil es muy delgada. Con Agricultura Sustentable es posible contribuir a la generación de tiempo para promover una convivencia familiar de mayor calidad, sin que medien las actividades productivas.

“Hace falta mano de obra”. Esta, es una expresión común en diversas regiones del país. En la Sierra Norte de Puebla se escucha constantemente porque, en su búsqueda por lograr mejores condiciones de vida, los jóvenes y los adultos jóvenes optan cada vez más por migrar a las ciudades o al extranjero para trabajar en diversas actividades (la construcción, servicio doméstico u otras).

Hay muchos factores que propician la migración y el abandono del campo, entre los relacionados específicamente con los sistemas de producción se encuentran la baja productividad asociada a la degradación de las tierras (producto de años de prácticas agrícolas inadecuadas) y la falta de acceso a información y capacitación sobre mejores prácticas agrícolas, particularmente sobre opciones para disminuir los costos de producción.

“Casi todo se va en preparar el suelo, se pagan muchos jornales”, también es una expresión común en Cuautempan y Tetela de Ocampo, municipios donde predomina la labranza convencional y cuyas actividades manuales demandan una gran cantidad de jornales.

Para brindar a los productores locales alternativas que les permitan equilibrar la dinámica económica de sus sistemas de producción, en la plataforma de investigación Cuautempam, Puebla, se hizo un análisis comparativo de jornales necesarios para una producción manual  (labranza convencional con movimiento excesivo del suelo) y una producción basada en la Agricultura de Conservación (con mínima labranza).

De acuerdo con los registros históricos de la plataforma, los costos de producción del sistema de labranza convencional (con actividades completamente manuales) van de los $20,000 a los $25,000 en promedio. De estos, entre el 81% y el 86% se destina a pago de jornales. En contraste, los costos de la Agricultura de Conservación van de los $13,000 a los $17,000 en promedio, destinándose entre un 58% y 70% al pago de jornales. 

Si se considera que para un ciclo productivo son necesarios alrededor de 152 jornales para los tratamientos de labranza convencional, mientras que para los tratamientos con Agricultura de Conservación bastan 74 jornales en promedio; significa que con el sistema sustentable a penas se requiere un poco menos de la mitad de jornales con respecto a los necesarios para un sistema de labranza convencional. 

Al reducir la necesidad de jornales, la Agricultura de Conservación es un modelo de producción que permite ahorrar costos y tiempos (y que incluso ha permitido obtener un mayor volumen de producción de grano en la zona), favoreciendo las condiciones para que la agricultura sea más rentable para los pequeños productores y así encuentren en ella un estímulo para permanecer en sus comunidades. 

Por supuesto, existen muchos factores relacionados con la migración y el abandono del campo, pero el acceso a información y capacitación sobre mejores prácticas agrícolas es un acto de justicia social indispensable para la consecución y el mantenimiento de la paz y el tejido social. En el marco del Día Mundial de la Justicia Social (20 de febrero), resultados como los de la plataforma de investigación Cuautempan contribuyen a una #AgriculturaParaLaPaz.