Maquinaria especializada en agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Maquinaria especializada en agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
La mecanización agrícola se considera fundamental para reducir el trabajo pesado, ahorrar en mano de obra y, en general, lograr que los productores tengan una mejor calidad de vida. No obstante, en América Latina, África subsahariana y el sur de Asia el uso de maquinaria agrícola aún es minúsculo si se considera la superficie total cultivada; tan solo en África subsahariana dos tercios de la energía utilizada para preparar los suelos de cultivo procede de la fuerza humana.
Dado este contexto, desde hace siete años, la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han colaborado para establecerCentros de Innovación Verde en 13 países de África y dos en Asia a fin de apoyar proyectos que promueven una mecanización que, siendo adecuada y a la medida de los productores, contribuya a mejorar la seguridad alimentaria a largo plazo e impulse el crecimiento económico.
De acuerdo con el artículo CIMMYT: More than machines, publicado recientemente por el diario Krishak Jagat —uno de los medios especializados en el sector agrícola de mayor prestigio en India— la GIZ y el CIMMYT actualmente centran sus esfuerzos en asegurar que las ganancias producidas por los Centros de Innovación Verde no se pierdan después de que el financiamiento del proyecto culmine.
“A medida que los Centros de Innovación Verde entran en una etapa final crucial, un equipo dirigido por el CIMMYT completó recientemente la capacitación de siete miembros del personal de GIZ de Costa de Marfil, Togo, Etiopía y Zambia, que ahora están certificados para facilitar la herramienta Scaling Scan del CIMMYT y capacitar a otros para poner innovaciones agrícolas en sus países de origen en un camino sólido para el crecimiento”, cita el diario.
Scaling Scan, o análisis rápido del panorama de escalamiento, es una herramienta de evaluación de escalabilidad que considera aspectos tecnológicos y no tecnológicos —como las prácticas agrícolas mismas, o las finanzas y la gobernanza, las cadenas de valor, el nivel de colaboración y los aprendizajes, entre otros— necesarios para hacer escalable una solución.
A través de esta herramienta es posible identificar los principales retos de los sistemas agroalimentarios, fortalecer los procesos de adopción de prácticas y tecnologías sustentables e identificar oportunidades. En el caso de los Centros de Innovación Verde,Scaling Scan ha sido útil para “identificar qué innovaciones son más prometedoras para la supervivencia y el crecimiento de la iniciativa más allá del punto final”.
El productor Rodolfo Aguilar junto con maquinaria especializada para agricultura de conservación, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/Hub Bajío-CIMMYT)
El productor Rodolfo Aguilar junto con maquinaria especializada para agricultura de conservación, en Guanajuato, México. (Foto: Amador Aguillón/Hub Bajío-CIMMYT)
La compactación en el suelo es la disminución del espacio poroso —en especial de los poros más grandes o macroporos— que se traduce en menor aireación, baja retención de agua y nutrientes y mayor resistencia al desarrollo de las raíces.
Las prácticas convencionales de preparación del suelo que aún se realizan en distintas partes de México producen compactación y afectan la densidad aparente del suelo —medida que refleja el contenido total de su porosidad—. De acuerdo con el nivel del suelo donde se presente, se puede distinguir entre compactación superficial (de 0 a 10 centímetros) y compactación profunda (mayor a 10 y hasta 40 centímetros).
En la superficie del suelo, la compactación está en función de la carga aplicada, de la presión ejercida por el rodado del tractor, del grado de humedad y de la intensidad de tránsito recibida. En este sentido, las llantas del tractor, que son el vínculo entre el vehículo y el suelo, tienen el objetivo de brindar una superficie de contacto que no exceda la capacidad portante del suelo —máxima presión que se puede ejercer sobre un terreno o estructura sin peligro alguno— y, a su vez, lograr una tracción que garantice el arrastre de los implementos en el suelo.
Considerando que un tractor es un bien de alto valor y que para el agricultor de pequeña o mediana escala resulta inviable tener un vehículo con características específicas para cada actividad agrícola, ¿es posible reducir de manera práctica los efectos no deseados del tránsito de la maquinaria? Existen diferentes opciones de adaptación y, con mínimos ajustes, es posible optimizar la calidad de trabajo de la maquinaria, favoreciendo una menor compactación del suelo.
La forma en que se distribuye una fuerza sobre una superficie es lo que se conoce como presión. Al caminar sobre arena muy suelta o nieve, por ejemplo, es común quedar con los pies enterrados, pero al usar patines de esquiar esto no sucede ya que se que aumenta la superficie de contacto y la fuerza o peso se distribuye mejor, disminuyendo la presión.
La presión tiene una fórmula matemática, siendo esta igual a la fuerza ejercida por un cuerpo sobre un área específica (P=F/A). Así, la fuerza que el tractor ejerce sobre el suelo está relacionada con su peso y la superficie o área de contacto de las llantas con el suelo.
La presión de inflado de las llantas o neumáticos del tractor es clave para optimizar la superficie de contacto tractor-suelo. Un “tip” sencillo que los agricultores pueden seguir para verificar que la presión de inflado sea la correcta es asegurarse que solo tres “aspas” de cada una de las llantas de tracción estén en contacto con el suelo.
Otro factor determinante en la variación de la presión ejercida por el tractor sobre el suelo y que es de fácil configuración por parte del agricultor, es el peso del equipo, específicamente del “lastre” o contrapesos adicionados al tractor. Es importante comprender que no todas las labores agrícolas requieren alta fuerza de tracción, así que es posible retirar contrapesos adicionales, de manera que el patinaje no sea excesivo (mayor a un 15% aproximadamente).
Otro aspecto a considerar al momento de realizar las labores agrícolas mecanizadas es el ancho del neumático o llanta del tractor, pues este parámetro representa un área mayor o menor de contacto con el suelo que puede maximizar o minimizar el efecto de la presión que ejerce el peso propio del tractor.
El agricultor, entonces, tiene tres parámetros principales a configurar en su tractor: 1) la presión de inflado de las llantas, 2) la colocación o retiro de contrapesos traseros y delanteros, y 3) el ancho del rodado de tracción; esto, por su puesto, dependerá de las condiciones de humedad del suelo, de la potencia motriz requerida por el implemento acoplado, del cultivo establecido y del arreglo topológico de la parcela.
Ocampo, Gto.- “Soy productor de la zona norte de Ocampo. Tengo aproximadamente ocho años de productor y empecé a trabajar con los técnicos de MasAgro Guanajuato hace aproximadamente cuatro años”, comenta Héctor Guerrero, quien actualmente cultiva maíz y frijol de forma sustentable en alrededor de 30 hectáreas.
“Anteriormente hacía uso del arado, el rastreo, escardas —retirar malezas— y luego la cosecha a mano, pero ahorita estoy manejando rotura vertical o subsoleo —una técnica que permite aflojar el suelo, pero sin removerlo—, solo una escarda y mecanización en la cosecha. Esto no ha sido complicado para mí porque me gusta probar nuevas cosas y la maquinaria pues inclusive la he modificado yo mismo”, comenta el productor, haciendo referencia a las adaptaciones de mecanización que ha hecho para realizar mínima remoción del suelo, uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación que promueve MasAgro Guanajuato.
Para Héctor disponer de la maquinaria adecuada o saber que es posible adaptar la maquinaria existente para hacer siembra directa es importante para que otros productores adopten el sistema de la Agricultura de Conservación, ya que muchas veces, comenta, “la gente piensa «tengo que comprar tanta maquinaria, cuánto me va a costar, no me es costeable», pero económicamente es mucho más redituable el sistema de Agricultura de Conservación que el sistema convencional”.
“Yo he tenido un aumento de la producción, una disminución de costos de producción de entre 20 y 30%, un menor impacto ambiental en el tema de agroquímicos; además han disminuido los trabajos y ha sido un poco más llevaderos los ciclos. A veces me preguntan cómo le hago para tener mis parcelas en las condiciones en las que las tengo, pero a veces no están dispuestos a hacer cambios. Por eso les diría a otros productores que hacer este cambio es bueno, que no le tengan miedo al cambio”.
Con respecto al temor que pudiera ocasionar la implementación de nuevas prácticas, Héctor enfatiza en que los productores no quedan solos en el proceso, sino que reciben capacitación y tienen un permanente acompañamiento técnico: “yo he sido capacitado. Las capacitaciones que tengo más presentes son el Manejo Integrado de Plagas, el uso del subsoleo y la conservación de semillas. También ha sido muy importante que los ingenieros me han estado acompañando, me han apoyado mucho, me han traído nuevas ideas, nuevas tecnologías. Incluso a veces yo les marco, les pregunto si puedo aplicar tal producto de qué forma lo aplico y ya ellos me asesoran”, comenta.
MasAgro Guanajuato es un programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Si algún productor requiere apoyo o solventar alguna duda, puede contactar al equipo de MasAgro Guanajuato a través de este medio:Facebook – @masagro.guanajuato.
Oaxaca.- El maíz es el cultivo más importante en México, no solo por la superficie productiva que ocupa (que es cercana al 39% de la superficie sembrada), sino porque, además, es fuente del 30% de la proteína y 40% de la energía en la dieta de los mexicanos, siendo el cultivo con mayor base social y arraigo entre la población indígena.
Por diversas circunstancias sociopolíticas, en el devenir histórico de México los productores en condiciones más desfavorables para la producción (muchos de ellos indígenas) fueron quedando en desventaja con respecto a los grandes productores de granos. Ante esta circunstancia, hoy es prioritario que las políticas públicas incluyan la transición del sistema de producción a un sistema sostenible y resiliente como medio para beneficiar a toda la sociedad y particularmente a las familias más vulnerables.
Actualmente los productores de maíz de pequeña escala enfrentan serios problemas de productividad, altos costos de producción, pérdida de fertilidad de los suelos y riesgos de salud por el uso de agroquímicos altamente tóxicos.
En los sistemas de autoconsumo en el Bajo Mixe del estado de Oaxaca, por ejemplo, se estima que las actividades manuales llegan a representar hasta 90% de los costos de producción y, al revisar cada proceso, se puede identificar que la cosecha, la preparación del terreno y la siembra representan el 95% de los costos, siendo la cosecha el proceso más costoso en este tipo de sistemas de producción (Agrotecnia Campo y Desarrollo, 2018).
Existen entonces amplias oportunidades para disminuir los costos de producción en las actividades de cosecha y siembra; sin embargo, cuando se revisan de manera detallada las condiciones de producción de estos productores, las opciones de mecanización se van reduciendo de manera importante. Con respecto a la cosecha (que en el caso referido en esta nota incluye hasta el desgrane), por ejemplo, existen opciones para que los productores inviertan menos tiempo en el desgrane de su producción, empleando el tiempo ahorrado en otras actividades productivas (Gráfica 1).
Existen innovaciones que los productores han generado para optimizar su tiempo como el uso de desgranadoras de olote o grapas y requieren una inversión mínima para su construcción. Hay otras opciones que ya están disponibles en el mercado como las desgranadoras manuales; sin embargo, por la dispersión de estas comunidades no está disponible ni accesible a sus posibilidades económicas.
Con respecto al proceso de siembra existen alternativas como el uso de sembradoras manuales; aunque se ha encontrado que este tipo de alternativas son viables en terrenos laboreados y superficies menores a media hectárea. El uso de sembradoras de tiro animal también es una buena alternativa, pero particularmente para terrenos con pendientes menores al 15% (es decir, que al recorrer 100 metros se suben 15 metros o menos) y donde la población tenga arraigo al uso de animales de tiro.
La mecanización es un proceso que debe prestar atención a muchas variables para que cada productor encuentre una opción pertinente a sus propias condiciones. En este sentido, instituciones como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores en los estados continuan investigando y desarrollando tecnología apropiada para productores de pequeña escala que siembran en terrenos con pendientes muy pronunciadas, es decir, mayores al 15%.
Gráfica 1. Eficiencia de desgrane de algunas desgranadoras en el Bajo Mixe, Oax., Méx.
Nota: esta texto forma parte de las ponencias impartidas durante el simposio Diálogos para una Agricultura Sustentable, desarrollado en noviembre de 2020 por el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y que se puede ver completo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=qUgXKoAwtqs
Guanajuato.- Para facilitar la adopción de la Agricultura de Conservación, en el año 2016 el equipo técnico de MasAgro Guanajuato —programa orientado a la transferencia de conocimiento científico derivado de la investigación aplicada al campo, impulsado por la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, junto con un grupo de agricultores, se acercó a la empresa Sembradoras Dobladenses con la intención de fabricar un prototipo de disco cortador diseñado por el CIMMYT.
El aditamento, que sirve para cortar el rastrojo y sepultar el fertilizante, permite incrementar la eficiencia de la fertilización nitrogenada, lo cual es relevante si se considera que en México las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización durante la aplicación son de 18%.
La intención inicial de esta vinculación con Sembradoras Dobladenses era la fabricación local del prototipo; sin embargo, la empresa hizo aportaciones importantes que permitieron mejorar el disco, particularmente en lo referente al sistema de suspensión. Los discos fabricados fueron probados en parcelas y, por su funcionamiento y resultados, fueron bien aceptados por los productores locales.
Si bien el disco cortador fue el primer producto de la colaboración entre MasAgro Guanajuato y la empresa Sembradoras Dobladenses, no es el único: a raíz de las inquietudes de productores que siembran maíz en primavera y grano pequeño en invierno, se diseñó y construyó una sembradora multiusos y multicultivo, implemento con él se puede sembrar maíz, trigo, avena, sorgo, etc., mientras se van reformando las camas de siembra. Eventualmente, luego de las pruebas en campo y ajustes finales, esta nueva maquinaria se denominó Hemera y actualmente ya está disponible para los productores.
El cincel-roturador es otro producto generado a partir de esta alianza con Sembradoras Dobladenses. Don Gelasio Preciado, gerente general de la empresa, comenta que el equipo técnico de MasAgro Guanajuato sistematizó las necesidades de diversos productores que requerían un subsuelo (arado de subsuelo o subsolador) para terrenos en temporal que a la par de hacer la rotura vertical, formara la cama de siembra, cortara el rastrojo que se deja como cobertura y acondicionara la línea de siembra para maíz o sorgo.
El señor Preciado ya tenía la inquietud de fabricar algo para atender esa necesidad, así que la idea del equipo técnico de MasAgro cayó en tierra fértil y se construyó un prototipo con la colaboración de todos. Este cincel roturador se ha probado en campo y, dado que nació de la inquietud y necesidad de los propios agricultores, ha tenido una buena aceptación. Cabe mencionar que incluso este equipo ya está a la venta de manera comercial.
Por supuesto, este trabajo colaborativo para facilitar una #MecanizaciónInteligente en el campo ha implicado superar importantes retos y destinar tiempo para lograr que cada proceso cumpla su propósito: desde la escucha y observación atenta de las necesidades de los productores hasta las pruebas en campo y la definición de la versión final del equipo construido.
Gracias a esta colaboración hoy los productores guanajuatenses disponen de tres máquinas específicas para Agricultura de Conservación de forma comercial: fertilizadora con discos, sembradora multiuso-multipropósito y el cincel roturador, mismas que han impactado positivamente en más de cuatro mil hectáreas en el estado de Guanajuato.
Nancy Wawira examines maize in one of the demo plots. (Photo: Joshua Masinde/CIMMYT)
El tema del Día Internacional de la Juventud 2020, “el compromiso de la juventud para una acción mundial”, destaca las diversas formas en que el compromiso de los jóvenes a nivel local, nacional y mundial enriquece a las instituciones, así como los procesos nacionales y multilaterales.
Aunque aproximadamente el 60% de los jóvenes africanos se enfrentan a desafíos tales como oportunidades de empleo escasas y limitaciones financieras para acceder a la tierra y al equipo técnico adecuado, la agricultura ofrece cada vez más opciones. A través de la agricultura, los jóvenes han encontrado un espacio en el que pueden participar y aprovechar las nuevas tecnologías para optimizar los sistemas agrícolas y crear empleos.
Este ensayo fotográfico muestra a los jóvenes en actividades agrícolas y no agrícolas en África del Este y Sur. Estos hombres y mujeres jóvenes son verdaderos innovadores y/o adoptadores de tecnologías mejoradas como la mecanización a pequeña escala, prácticas agrícolas apropiadas, oportunidades de empleo e innovaciones de investigación implementadas por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Celaya, Gto.- El programa MasAgro Guanajuato —de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— impulsa la adopción de técnicas sustentables que permiten reducir costos de producción y aumentar los rendimientos; en el caso de maíz híbrido y sorgo, estos han sido de alrededor de 1 tonelada por hectárea.
Entre las prácticas que han permitido tener estos avances está la mínima labranza o mínimo movimiento del suelo. La maquinaria especializada en Agricultura Sustentable es muy útil en este proceso, por lo que la demanda de servicios profesionales de mecanización climáticamente inteligente y sustentable ha ido en aumento en los años recientes.
MasAgro Guanajuato impulsa el desarrollo local a través de colaboraciones estratégicas para el codiseño de maquinaria. También desarrolla una estrategia para impulsar a microempresas locales dedicadas a la prestación de servicios profesionales de mecanización. Los puntos de maquinaria son el resultado de esta articulación de esfuerzos; ahí los productores pueden disponer de la maquinaria adecuada para realizar Agricultura Sustentable y además pueden capacitarse.
A través de MasAgro Guanajuato se han establecido cinco puntos de maquinaria en el estado para dar certeza en la adopción de tecnologías innovadoras en las diferentes regiones. De acuerdo con un análisis de impactos directos en su operación, la tendencia en la demanda de servicios profesionales de mecanización ha sido exponencial durante los últimos cinco años (gráfica 1).
A pesar de las dificultades por la pandemia derivada del COVID-19, la buena recepción de la maquinaria para desarrollar Agricultura Sustentable ha sido tal que, de enero a marzo de este año —por ejemplo—, se atendieron 2,257 hectáreas mediante estos puntos de maquinaria, una cifra significativamente superior en comparación con el mismo trimestre de los dos años previos.
Producto de este impacto positivo, recientemente los ayuntamientos participantes en MasAgro Guanajuato están considerando incrementar la inversión en maquinaria especializada en el manejo de rastrojo. La meta es reducir 50% el consumo de combustible con el uso de maquinaria climáticamente inteligente, y para eso se busca incrementar, consolidar y ampliar la estrategia de los puntos de maquinaria. El municipio de Celaya, por ejemplo, busca impactar en 20,000 hectáreas con ocho puntos de maquinaria adicionales.
Gráfica 1. Registros de impacto directo de los cinco puntos de maquinaria en los últimos cinco años (aunque el año 2020 no ha concluido, el impacto ha sido mayor).
¿Pueden los pequeños agricultores de África adoptar y cosechar los beneficios de la mecanización agrícola? El equipo de Mecanización Agrícola y Agricultura de Conservación para la Intensificación Sustentable (FACASI, en inglés) se estableció en 2013 para probar esta propuesta. Con el proyecto acercándose a su cierre, el líder del proyecto del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Frédéric Baudron, cree que la respuesta es sí.
«Hemos demostrado que la mecanización a pequeña escala es un camino hacia la intensificación sustentable y la transformación rural, y también puede tener resultados de género positivos,” explicó.
Estas son algunas de las lecciones clave aprendidas en el camino, según las personas involucradas.
1. La mecanización adecuada es esencial
Con muchas granjas en África que miden no más de dos hectáreas, FACASI se centró en llevar tractores de dos ruedas a las regiones donde dominan los pequeños agricultores, especialmente en Zimbabue y Etiopía. Para la mayoría de los pequeños agricultores, la maquinaria agrícola convencional está fuera del alcance debido a su tamaño, costos y las habilidades necesarias para operarla. El camino típico hacia la mecanización sería que los agricultores consolidaran sus granjas, lo que podría conducir a una agitación social y ambiental. Sin embargo, el equipo de FACASI redujo el tamaño del equipo para adaptarlo al contexto local.
FACASI ha obtenido evidencia para disipar los mitos comunes sobre el poder de las granjas en los sistemas agrícolas de pequeños agricultores”, dijo Eric Huttner, gerente del programa de investigación de cultivos en el Centro Australiano de Investigación Agrícola Internacional (ACIAR, por siglas en inglés).
2. Probar, desarrollar y adaptar tecnologías juntos
De principio a fin, el proyecto probó y desarrolló tecnologías en colaboración con agricultores, fabricantes locales, ingenieros y agentes de extensión. Juntos, adaptaron y refinaron maquinaria a pequeña escala utilizada en otras partes del mundo para adaptarla a los campos irregulares y de las pequeñas granjas africanas. Esta construcción de tecnologías ayudó a cultivar un sentido más fuerte de propiedad y aceptación local.
«Obtuvimos muchas ideas valiosas al refinar continuamente las tecnologías en el contexto de la eficiencia, la preferencia y las necesidades de los agricultores,» dijo Bisrat Getnet, coordinador nacional de proyectos de FACASI en Etiopía y director del departamento de ingeniería agrícola del Instituto Etíope de Investigación Agrícola (EIAR por sus siglas en inglés).
Jane Mautsa y su esposo operando la descascaradora. (Foto: Shiela Chikulo/CIMMYT)
3. Hacerlo útil
El tractor básico de dos ruedas es una tecnología altamente flexible y adaptable, que se puede utilizar para mecanizar una variedad de tareas en la granja durante las estaciones. Con los accesorios adecuados, el tractor hace un trabajo corto de siembra, deshierbe, cosecha, desgranado, bombeo de agua, trilla y transporte.
«Esta característica multifuncional ayuda a garantizar que el tractor sea útil en todas las etapas del ciclo agrícola anual y ayuda a rentabilizarlo, compensando los costos», dijo Raymond Nazare, coordinador nacional de proyectos de FACASI en Zimbabue y profesor del Departamento de Ingeniería y Suelos de la Universidad de Zimbabue.
4. Menos dolor, más ganancias
Reducir el trabajo innecesario de la agricultura a pequeña escala puede ser financieramente gratificante y abre puertas nuevas. La mecanización puede ahorrar a los agricultores los costos de contratar mano de obra adicional, y reducir enormemente el tiempo y el esfuerzo de muchas tareas poscosecha, a menudo realizadas por mujeres, como el transporte y la molienda. Los investigadores de FACASI demostraron el potencial de la mecanización para reducir este trabajo, permitiendo a las mujeres canalizar su tiempo y energía en otras actividades.
5. Nuevos modelos de negocios rurales inclusivos
Las nuevas tecnologías necesitan cadenas de suministro confiables y servicios de soporte asequibles. El equipo de FACASI apoyó esquemas de arrendamiento y uso compartido de equipos, capacitó a personas para operar y mantener maquinaria y alentó a individuos y grupos a convertirse en proveedores de servicios. Estos esfuerzos a menudo se centraron en brindar a los jóvenes y las mujeres nuevas oportunidades de comercio.
«El proyecto demostró que la mecanización a escala puede crear empleos rentables», dijo Tirivangani Koza, del Ministerio de Tierras, Agricultura, Agua y Reasentamiento Rural de Zimbabue.
«Las mujeres y los jóvenes están utilizando la mecanización a escala para hacer crecer negocios rentables,» dijo Alice Woodhead en Australia.
“Han pasado de familiares dependientes a empresarios financieramente independientes. Sus nuevas habilidades, como el servicio a los tractores y la comercialización, han aumentado los ingresos de sus familias. FACASI también ha inspirado a los miembros de la comunidad a lanzar negocios como la invención de nuevos implementos de tractores de dos ruedas para la creciente base de clientes o convertirse en mecánicos. En algunos distritos, los tractores de dos ruedas están comenzando a crear un ciclo de innovación, desarrollo empresarial, diversificación de alimentos y crecimiento económico sustentable.»
6. Responder a las demandas de los agricultores
Aunque el equipo de FACASI se propuso promover la mecanización como una forma de ayudar a los agricultores a adoptar técnicas de agricultura de conservación, como la siembra directa, abrieron la caja de Pandora para otros usos beneficiosos. Al final del proyecto, estaba claro que el transporte y la mecanización de las tareas pos cosecha, como el desgranado y la trilla, se habían vuelto mucho más populares entre los agricultores que la mecanización de la producción de cultivos. Este resultado es una señal del éxito del equipo en demostrar el valor de la mecanización a pequeña escala y adaptar las tecnologías para responder a las necesidades de los agricultores.
7. Adoptar nuevos modelos de investigación
La investigación agrícola para el desarrollo se ha olvidado por mucho tiempo de los problemas laborales y de mecanización. El equipo de FACASI ayudó a ponerlos al centro al involucrar a ingenieros, empresas comerciales, agricultores y socios de toda la cadena de suministro.
«FACASI demuestra un cambio importante en cómo hacer investigación agrícola para lograr impactos significativos,» dijo Woodhead.
“En lugar de centrarse solo en el entorno agrícola y en los servicios de extensión, trabajaron desde el inicio con socios en los sectores de la alimentación, la agricultura y la manufactura, así como con las instituciones públicas que pueden sostener un cambio a largo plazo. Los resultados del proyecto son interesantes porque indican que se puede lograr un crecimiento sostenible alineando los objetivos de agricultura de conservación, las instituciones y las propuestas de valor empresarial de una comunidad.”
¿Qué sigue?
Demostración de una mini cultivadora, Naivasha, Kenia. (Foto: Matt O ‘Leary/CIMMYT)
Aunque el proyecto ha finalizado, sus ideas y lecciones continuarán.
“Hemos construido una prueba del concepto sólida. Sabemos qué pieza de maquinaria funciona en un contexto particular, y hemos probado diferentes modelos de entrega para comprender qué funciona dónde,» explicó Frédéric Baudron.
“Ahora tenemos que pasar de pilotar a escalar. Esto no significa dejar todo el trabajo a los socios de desarrollo; la investigación todavía tiene un papel importante que desempeñar en la generación de evidencia y asegurar que este conocimiento pueda ser utilizado por fabricantes locales, ingenieros, distribuidores locales e instituciones financieras.”
Como organización internacional de investigación, el CIMMYT está estratégicamente ubicado para proporcionar respuestas críticas a las comunidades agrícolas y la diversidad de actores en la cadena de valor de la mecanización.
Varias otras organizaciones han tomado el manto del cambio, apoyando la mecanización como parte de sus inversiones agrícolas. Esto incluye una iniciativa apoyada por la Agencia Alemana de Desarrollo (GIZ) en Etiopía, un proyecto apoyado por el FIDA para impulsar la producción local de trigo en Ruanda y Zambia, y una intervención en Zimbabue apoyada por el Fondo de Desarrollo de Resiliencia de Zimbabue.
«ACIAR nos brindó un apoyo generoso y visionario, en un momento en que muy pocos recursos iban a la investigación de mecanización en África,» reconoció Baudron. “Esto permitió al CIMMYT y sus socios del sistema nacional de investigación y del sector privado desarrollar una experiencia única en la mecanización a escala. El legado de FACASI será de larga duración en la región,” concluyó.
Foto de portada: Plantadora Starwheel en Zimbabue. (Foto: Jérôme Bossuet/CIMMYT)
Boru Lencha village, Hetosa district, Arsi highlands, Ethiopia, 2015. Photographer: CIMMYT/ Peter Lowe.
Las pérdidas poscosecha —que pueden oscilar entre 10 y 20% en los principales cereales— causan no solo la pérdida del valor económico de los alimentos producidos, sino también el desperdicio de recursos escasos como la mano de obra, la tierra y el agua, así como recursos renovables como los fertilizantes y la energía.
«Las altas pérdidas poscosecha implican un rendimiento reducido del grano, pero con la misma emisión total de gases de efecto invernadero,” dice Rabé Yahaya, experto de CIM/GIZ que trabaja en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). «La reducción de estas pérdidas disminuye el potencial de calentamiento global a escala del rendimiento —la emisión total de gases de efecto invernadero por kilogramo de grano— y contribuye a la mitigación del cambio climático, así como a la seguridad alimentaria.»
Una proporción significativa de estas pérdidas es causada por la cosecha tardía debido a la escasez de mano de obra, con cultivos que languidecen en el campo antes de que los agricultores puedan recuperarlos. La maquinaria a pequeña y mediana escala puede ser la respuesta, pero muchas máquinas de uno o dos ejes a menudo no pueden llegar a las secciones internas de los campos de arroz y trigo debido al acceso limitado en la carretera o al hecho de que simplemente son demasiado pesadas para transportarlas.
«A medida que la preparación mecanizada del campo funciona hacia el exterior, los campos internos se preparan para la cosecha primero, pero sin ninguna solución técnica aplicada», explica.
¿Podrían las guadañas motorizadas ser la respuesta? Yahaya cree que sí.
La otra guadaña
Las guadañas motorizadas son herramientas que se utilizan para cortar césped o cosechar cultivos. Aunque en gran parte se reemplazan por implementos tirados por caballos y adaptados en tractores, todavía se usan comúnmente en algunas áreas de Asia y Europa.
Los modelos específicamente adaptados para la cosecha de arroz y trigo han estado disponibles comercialmente en África durante más de dos décadas y actualmente tienen un precio de 150 a 350 dólares, presentando el costo de inversión inicial más bajo de todas las soluciones impulsadas por motores en el mercado. La guadaña motorizada también cuenta con el menor costo de cosecha por hectárea y es lo suficientemente portátil como para llegar a los campos interiores.
A pesar de su relativa asequibilidad, la absorción en gran parte de África Occidental ha sido lenta, ya que muchos agricultores han encontrado que la maquinaria de 10 kg es demasiado pesada para un uso sustentable.
«Los estudios realizados en Benin, Burkina Faso, Costa de Marfil y Malí muestran que esta fatiga rápida es causada por el manejo incorrecto de la maquinaria, incluida la mala postura,» explica Yahaya. «Esto se debe simplemente a que la mayoría de los operadores nunca han realizado capacitación oficial para operar la herramienta.»
En un intento por abordar este desafío, Yahaya ha estado colaborando con Elliott Dossou, Sali Atanga Ndindeng y Ernst Zippel —todos científicos de AfricaRice— para diseñar y probar posibles soluciones. Su propuesta para el desarrollo de un modelo de Proveedores de Servicios de Cosecha (SPH, en inglés) ha sido preseleccionada para el premio Innovation Challenge de un fondo respaldado por GIZ/BMZ para innovaciones en el sector agroalimentario.
Ernst Zippel, experto de CIM/GIZ en AfricaRice, presenta la reducción de las pérdidas poscosecha mediante el uso correcto de las guadañas motorizadas. (Video: AfricaRice)
Diseñado para servir
El enfoque se centra principalmente en el desarrollo de capacidades, con un grupo inicial de capacitadores que lideran actividades como reclutar y contratar proveedores de servicios, brindar capacitación sobre cosecha y trilla, apoyar servicios posteriores a la venta como mantenimiento y reparación de máquinas, y ayudar a determinar el tiempo óptimo de cosecha.
Según el modelo propuesto, cada capacitador será responsable de un grupo de alrededor de 50 proveedores de servicios, que recibirán orientación para comprender su función, finanzas, crear una red de agricultores clientes, mantenimiento y uso de máquinas.
Además de las recompensas financieras y los servicios posteriores a la venta, las oportunidades de capacitación harán que esta tecnología sea accesible para los jóvenes empresarios en las zonas rurales. Al ganar hasta 18 dólares por día por los servicios de cosecha y deshierbe, quienes usan la herramienta pueden esperar ver un retorno de su inversión inicial en uno o dos meses.
«Los jóvenes son los principales clientes potenciales para esta iniciativa,» dice Yahaya. «Con la guadaña motorizada y capacitación, pueden comenzar a ganar mucho dinero.» Sin embargo, enfatiza que todos los agricultores, independientemente de su edad o género, podrán beneficiarse de las oportunidades de creación de empleo que ofrece esta iniciativa.
La iniciativa ha sido preseleccionada para el premio Innovation Challenge 2020 del Fondo de Innovación Agrícola de GIZ, respaldado por BMZ. Si se selecciona, la financiación del programa respaldaría las pruebas, la integración de sensores GPS en las herramientas, la creación de una plataforma para la seguridad bancaria y la obtención de Carbon Credit, entre otras actividades técnicas.
Establishment of demo trial in Nyanga, Zimbabwe. (Photo: CIMMYT)
La pandemia del COVID-19 continúa transformando la forma en que opera el mundo, y los sistemas de producción agrícola no están exentos.
Incluso en países que han identificado al sector agrícola como esencial, las restricciones continuas en el transporte y la libertad de movimiento están causando interrupciones en toda la cadena de valor — con un impacto potencialmente devastador en los sistemas alimentarios ya frágiles en América Latina, África subsahariana y Asia del Sur.
Teniendo esto en cuenta, los agrónomos de sistemas y los especialistas en mecanización del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), discuten el impacto de las restricciones en el trabajo y la producción agrícola, y el papel que puede desempeñar la mecanización agrícola para abordar los nuevos desafíos.
¿Cuáles son las implicaciones de la escasez de mano de obra agrícola que están surgiendo en África y América Latina como resultado de las restricciones del COVID-19?
Una mujer muestra el uso de una mini cultivadora en Naivasha, Kenia. (Foto: Matt O’Leary/CIMMYT)
Frédéric Baudron: La pandemia ha demostrado que los sistemas de producción de alimentos en todo el mundo —incluso en países donde se cree que la agricultura está altamente mecanizada— dependen en gran medida de la mano de obra agrícola.
A menudo se presenta a África como un continente dominado por granjas que dependen principalmente del trabajo de los miembros de la familia. Por lo tanto, uno podría esperar que África se salvaría de las consecuencias de la falta de disponibilidad y/o la imposibilidad de pagar mano de obra. Sin embargo, un estudio reciente del CIMMYT muestra que los sistemas agrícolas en África dependen mucho más de la mano de obra contratada de lo que comúnmente se piensa, y que la dependencia casi total de la mano de obra familiar es un mito. Dependiendo del sistema agrícola, una pérdida completa de mano de obra pagada podría conducir a una disminución de la productividad de hasta un 20% en el este y del sur de África. La mano de obra pagada también puede ser reemplazada por el trabajo infantil.
Debido a que la mayor parte de la producción en el continente es de secano durante una sola temporada, la mayoría de los agricultores solo siembran y cosechan una vez al año, lo que hace que el momento de cada tarea sea fundamental. Un retraso en la siembra debido a la escasez de mano de obra —como ocurrirá pronto en Etiopía— podría conducir a rendimientos dramáticamente reducidos. Un retraso en la cosecha —como se experimenta actualmente en Zimbabue— significa que es probable que una gran parte de la cosecha se eche a perder en el campo.
Jelle Van Loon: La situación es similar para México y el corredor general de América Central, aunque el ciclo principal de producción apenas está comenzando. La preparación adecuada de la tierra y la siembra oportuna son fundamentales, no solo en términos de producción de alimentos y logro de rendimientos adecuados, sino también para garantizar que los agricultores tengan un ingreso estable al final del año. Esto es especialmente importante ahora, ya que las reservas financieras y de alimentos se están reduciendo a un ritmo más rápido debido a las restricciones del COVID-19 que afectan en gran medida la demanda en los mercados informales.
Un operador muestra el uso de una segadora en Bangladesh. (Foto: CIMMYT)
¿Observan una situación similar en Asia del Sur?
Timothy Krupnik: Dependiendo del país, hemos visto interrupciones abruptas en el movimiento de la mano de obra agrícolas —por ejemplo, en la India, donde millones de trabajadores migrantes no han podido viajar a casa durante el confinamiento— o una afluencia de personas de las zonas urbanas que huyeron a sus pueblos cuando comenzó el confinamiento.
En este último caso, uno podría esperar que esto aumente la disponibilidad de mano de obra para la agricultura, pero tendimos a observar lo contrario. La gente sigue muy asustada de salir de sus hogares, por lo que incluso en las zonas rurales que vieron una afluencia de personas, la disponibilidad de mano de obra no ha aumentado forzosamente. Cuando los trabajadores están dispuestos a trabajar, nuestro análisis inicial de la evidencia indica que los costos laborales diarios también han aumentado considerablemente debido a los riesgos de propagación de infecciones. En cualquier situación, los pequeños agricultores que necesitan contratar mano de obra para asegurar las actividades fundamentales de manejo de cultivos como la siembra o la cosecha están sufriendo. También están surgiendo informes sobre el aumento del trabajo infantil en la región, ya que las escuelas están cerradas y los agricultores con pocos recursos asignan a los miembros de la familia y a los niños a trabajar ya que no pueden permitirse contratar mano de obra.
M.L. Jat: Me gustaría citar el ejemplo específico de rotación intensiva de arroz y trigo en la India y en los corredores de la Revolución Verde en la llanura indogangética, que proporcionan la mayor parte de los cereales de la canasta nacional de alimentos. Un análisis ex ante sobre las consecuencias de la migración inversa de la fuerza laboral agrícola y el distanciamiento social debido al COVID-19 reveló que es probable un retraso de dos semanas en el trasplante de plántulas de arroz, lo que retrasará la cosecha de arroz y, en consecuencia, retrasará la siembra de trigo. Potencialmente, esto conducirá a pérdidas de producción de arroz y trigo del 10 al 25%, por un valor de hasta $ 1.5 mil millones.
Además, el poco tiempo que transcurre entre la cosecha de arroz y la siembra de trigo puede aumentar aún más la incidencia de la quema de residuos de arroz. Este es un problema grave que crea problemas de salud importantes y puede exacerbar la amenaza del COVID-19 al aumentar las tasas de infección y la gravedad de la enfermedad.
Krupnik: La situación ha aumentado el interés y la política de apoyar el uso de maquinaria a escala apropiada para operaciones como la cosecha. En Bangladesh, por ejemplo, hubo un riesgo reciente y muy grave de perder gran parte de la cosecha de arroz, ya que el monzón comenzó antes y las inundaciones repentinas han sido motivo de preocupación. Sin mano de obra para cosechar el cultivo, los proyectos liderados por el CIMMYT como la Iniciativa de Sistemas de Cereales para Asia del Sur – Actividad de Mecanización y Extensión (CSISA-MEA, en inglés) han desempeñado un papel clave para ayudar al movimiento de cosechadoras y segadoras de cultivos a áreas en riesgo de pérdidas de cosecha y ayuda a asegurar que la cosecha de arroz se haga a tiempo.
Un operador demuestra el uso de una sembradora Starwheel en Zimbabue. (Foto: Frederic Baudron/CIMMYT)
Parece que estas máquinas fueron fundamentales para evitar la pérdida de cultivos. ¿Esto significa que la mecanización tiene un papel clave que desempeñar para disminuir el impacto de esta escasez de mano de obra?
Krupnik: Durante la crisis del COVID-19, la maquinaria a escala apropiada se ha vuelto aún más importante para mitigar la escasez de mano de obra. Trabajamos para facilitar la disponibilidad de maquinaria a escala apropiada, no solo para que los agricultores puedan comprar y usar equipos, sino también alentando a aquellos que poseen maquinarias a convertirse en proveedores de servicios empresariales que ofrezcan preparación de la tierra, siembra, riego, cosecha y poscosecha eficientes y mecanizados a otros agricultores a un precio asequible por el servicio.
Esta es una situación beneficiosa para todos los agricultores que no pueden acceder o pagar los costes crecientes de la mano de obra. En la crisis del COVID-19, estos arreglos ayudan a responder a la escasez de mano de obra en lugares donde los agricultores de escasos recursos son los más necesitados, y también permiten a los agricultores realizar las labores fundamentales mientras mantienen y fomentan el distanciamiento social.
Baudron: En los últimos siete años, el CIMMYT y sus socios han perfeccionado las tecnologías y desarrollado modelos de entrega —basados en proveedores de servicios rurales respaldados por empresas del sector privado— para escalar el uso de máquinas pequeñas en el este y sur de África. Estos son rentables tanto para los agricultores como para los proveedores de servicios y reducen enormemente los requerimientos de mano de obra.
En Zimbabue, descubrimos que los requerimientos de mano de obra eran 15 veces menores al sembrar un campo de maíz con una sembradora directa impulsada por un tractor de dos ruedas, y 23 veces menor usando una tecnología similar para sembrar trigo en Ruanda, en comparación con el método convencional basado en mano de obra y fuerza tiro. Una tonelada de maíz que requiere del trabajo de 12 personas durante un día completo para descascarar manualmente, puede desgranarse en una hora utilizando un pequeño desgranador de doble mazorca que cuesta alrededor de 300 dólares.
Jat: Las decisiones políticas apresuradas de los gobiernos subnacionales y nacionales sobre la facilitación de operaciones más mecanizadas en las regiones de producción intensiva en mano de obra de arroz y trigo abordarán los problemas de disponibilidad de mano de obra y contribuirán a mejorar la productividad de la siguiente cosecha de trigo en rotación, así como a la sustentabilidad general del sistema. Nuestro análisis ex ante sobre las implicaciones de la escasez de mano de obra en la rotación de arroz y trigo en las llanuras indogangéticas debido al COVID-19 indica que la adopción de una mecanización agrícola a escala apropiada tiene el potencial de estabilizar la producción de alimentos, así como de reducir las pérdidas de ingresos y las oleadas de contaminación atmosférica en el noroeste de la India.
Cosechando maíz en México. (Foto: CIMMYT)
La situación en las regiones que cada uno de ustedes ha mencionado es única, pero ¿hay alguna tendencia global que hayan notado? Y si es así, ¿pueden otras regiones aprender de estas experiencias?
Krupnik: Una gran parte de lo que hacemos como instituto de investigación y capacitación es facilitar el intercambio de información entre continentes y países. Se pueden compartir diferentes tipos y diseños de maquinaria que se pueden usar en circunstancias similares, al igual que los modelos comerciales que respaldan a los proveedores de servicios.
Es importante destacar que parte del concepto de ‘mecanización a escala apropiada’ también es aprender cuándo y dónde la maquinaria tiene sentido — donde el trabajo no es escaso y las comunidades rurales dependen en gran medida de los ingresos de la mano de obra para mantener sus comunidades, algunas formas de mecanización pueden no ser apropiadas. Trabajamos para comprender estas dinámicas y apuntar a las maquinas correctas en el momento y lugares correctos.
Van Loon: Además de reducir la presión sobre la mano de obra disponible y aliviar el trabajo pesado, los equipos agrícolas modernos adaptados a las necesidades de los pequeños productores también pueden aumentar la competitividad, ya que permiten una mayor precisión y eficiencia.
En este sentido, la mecanización a escala apropiada puede estimular la transformación rural incentivando cadenas de valor cortas y eficientes al tiempo que garantiza un suministro estable de alimentos — aspectos que se han vuelto esenciales para navegar la crisis actual.
¿La pandemia actual ha presentado nuevas perspectivas en términos de cómo consideran el trabajo y la mecanización?
Baudron: A menudo observamos el rendimiento y el área plantada con cultivos básicos para evaluar la situación de seguridad alimentaria de un país durante un año en particular. Esta pandemia nos ha demostrado que debemos prestar más atención a la productividad laboral. En muchos países, los responsables políticos y los agentes de desarrollo temen que la mecanización desplazará a la mano de obra, pero la dependencia de la mano de obra para los cultivos básicos es una amenaza para la seguridad alimentaria, como vemos actualmente en África y Asia del Sur.
Si la producción de frutas, verduras, cultivos comerciales, etc. continuará dependiendo del trabajo manual, es esencial, en mi opinión, que las tareas fundamentales en la producción de alimentos básicos sean mecanizadas, particularmente la siembra y la cosecha. Esto garantizará la resistencia de los sistemas alimentarios nacionales en caso de una interrupción futura similar a la pandemia del COVID-19.
Foto de portada: Establecimiento de una prueba de demostración en Nyanga, Zimbabue. (Foto: CIMMYT)