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Aprendizajes que se vuelven referencia

El productor Anastasio Martínez Guijón, De San Pedro Pochutla, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)
El productor Anastasio Martínez Guijón, De San Pedro Pochutla, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)

“Aquí en El Encierro —comunidad de San Pedro Pochutla, en la costa de Oaxaca— todos nos dedicamos a la agricultura, a la siembra del maíz la mayor parte. No todos siembran como yo, algunos siguen sembrando como siempre y sacan una tonelada y media, dos toneladas de maíz, pero yo no me quise conformar con eso y con Omar trabajamos diferente, con técnica y bien sembradito y así sacamos cinco y media, seis o hasta siete toneladas y ahora metimos girasol. Con el girasol nos ha ido bien”, comenta el señor Anastasio Martínez Guijón, quien de la mano del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) lleva cuatro años cultivando con prácticas sustentables y recientemente ha diversificado cultivos. 

En la parcela del señor Anastasio ya no se quema —práctica común en la región—, se han metido diversos cultivos como rotaciones y actualmente produce maíz, frijol y girasol. Esta flor, particularmente, se ha convertido en una fuente de ingresos extra porque la comercializa —el precio de una flor en el mercado local oscila entre los 20 y 25 pesos—, tarea en la que su esposa lo ayuda. 

“En esta comunidad él es el productor que está más avanzado, el que lleva más años practicando la agricultura de conservación. Cuando nosotros llegamos a esta comunidad fue el único que accedió a cambiar el sistema de siembra. Hicimos una reunión como con 30-35 personas y solo él aceptó, los demás dijeron prácticamente que eso no servía, así que iniciamos solo con él, con un solo productor en esta comunidad y ahora que sus vecinos ven los resultados, las cosas han cambiado”, señala Omar Sánchez Ríos —técnico certificado en Agricultura Sustentable por el CIMMYT— quien brinda acompañamiento técnico al señor Anastasio. 

Ahora que ven su parcela, “muchos se admiran y ya están empezando a sembrar como yo lo hago, me vienen a preguntar. No solo de aquí de El Encierro, sino de la comunidad vecina ya también están interesados. Cuando vienen aquí ven cómo siembro y eso ha servido para difundir esto, incluso queremos hacer un video de cómo estamos trabajando”, comenta el señor Anastasio, entusiasmado porque su parcela se ha convertido en un punto de referencia para los agricultores locales, incluso la han ido a visitar estudiantes de la carrera de Sistemas de Producción Agroecológicos de la Universidad del Pueblo, de Pochutla.

Los resultados que tanto hacen admirar la parcela del señor Anastasio son producto de la constancia y el esfuerzo: “otras personas nos han tomado como ejemplo aquí, porque lo que dicen ellos «cómo sacas tanto maíz», no lo creen que de una hectárea van a salir cinco o seis toneladas de maíz, esas cantidades no se ven por acá y yo les digo que sí sale, nada más que hay que echarle ganas, hay que darle lo que necesita la tierra y que no queme uno, porque si se quema, se va a llevar mucho fertilizante y va a quedar como las tierras del valle (Valles Centrales), erosionadas, y ya ni con fertilizante se va a dar”, dice el productor quien mete dos ciclos de maíz en el mismo temporal y lo intercala con el girasol. 

“Yo llevo casi 30 años que no quemo. Una vez que lo hice hubo una parte que no se quemó y de ahí fue donde recogí cosecha nada más. Donde se quemó no dio nada porque no guardó humedad la tierra, por eso tomé la iniciativa y ya llevó años que no quemo porque además se deslava el terreno, se erosiona y se va la tierra al mar”, cuenta el señor Anastasio, quien a esta práctica que inició hace años de forma circunstancial ha ido sumando nuevos aprendizajes, producto de su colaboración con el CIMMYT y su reciente participación en el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, de Walmart Foundation y el CIMMYT. 

Gracias a la continuidad del proyecto se han fortalecido las capacidades de productores como Anastasio —particularmente en aspectos como la diversificación de cultivos—, propiciando que estos productores innovadores asuman y fortalezcan roles de liderazgo comunitario y contribuyan así a la diseminación de los aprendizajes en el resto de la comunidad: “conforme han visto los resultados, el incremento en rendimientos y que se fueron metiendo otros cultivos, entonces los otros productores han ido cambiando su visión y le han ido a preguntar al señor Anastasio y a su hijo cómo le hacen. Sí se ha despertado el interés. Este año ya tengo varios productores que quieren que se les de asesoría y les estamos dando seguimiento también”, menciona el técnico Omar Sánchez. 

Mi hijo dice «vamos a echarle ganas, porque de aquí mismo sale para no irse a otro lado, aquí mismo se la puede uno pasar bien», por eso hay que echarle muchas ganas a trabajar”, comenta el señor Anastasio, refiriéndose al joven Álvaro Martínez quien también ya lleva tiempo trabajando con el ingeniero Omar, quien comenta sobre Álvaro: “ya tiene un conocimiento amplio y él se ha encargado de difundir con los demás vecinos, decirles cómo fertilizar, cómo sembrar. El año pasado hubo alrededor de seis productores a los que él estuvo dando recomendaciones y les fue bien en sus parcelas. Debido a eso más personas se han ido sumando”. 

Álvaro Martínez, hijo del señor Anastacio, junto a contenedores donde almacena granos de forma hermética. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Álvaro Martínez, hijo del señor Anastacio, junto a contenedores donde almacena granos de forma hermética. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Álvaro se ha encargado de difundir algunas recomendaciones que funcionan, como sembrar solo dos semillas por golpe a cierta distancia para mejorar el arreglo topológico, los fertilizantes adecuados, etc. Eso ha ayudado a que ahorita haya varios interesados en trabajar con nosotros y este es el primer año que ya tenemos varios productores en esta comunidad. Yo no puedo estar continuamente aquí, pero su hijo nos ayuda a dar las recomendaciones o a canalizar las dudas”, comenta Omar Sánchez, haciendo claro el impacto comunitario de la agricultura sustentable que fomenta el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT. 

Anastacio y su hijo Álvaro ahora son un ejemplo de cómo las familias productoras pueden transitar del autoconsumo a la generación de excedentes para la comercialización, volviéndose al mismo tiempo una referencia en sus comunidades. «Nosotros les decimos que se acerquen con Omar y aprendan y sigan todas sus recomendaciones porque si seguimos sembrando de la misma forma de siempre y dejamos que la milpa dé así nada más, pues no vamos a sacar nada», concluyen los productores.

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Comienza Tech Maíz, fortaleciendo capacidades para un futuro sustentable en las Américas

Texcoco, Edo. Méx.- A nivel global, el aumento de la inseguridad alimentaria moderada a grave de 2019 a 2020 fue más pronunciado en América Latina y el Caribe (9%) que en el resto del mundo. Así lo señala el estado de la seguridad alimentaria y nutricional en el mundo – 2021, publicado por la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Unicef, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Cifras como estas llevan a preguntas como: ¿Qué tan resilientes son nuestros sistemas alimentarios? ¿Cómo podemos crear sistemas alimentarios que además de sostenibles, sean saludables, inclusivos, resilientes y sanen el planeta? Responderlas exige un esfuerzo mancomunado que no podría tener mejor marco que 2021, año en el que se conmemora el 50 aniversario del Premio Nobel de la Paz otorgado al doctor Norman Borlaug, a través de la iniciativa Agricultura para la Paz, promovida por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Se trata del proyecto denominado “Tecnologías de frontera para impulsar la producción sostenible de maíz en las Américas”, también conocido como Tech Maíz, que fue seleccionado de entre 175 propuestas presentadas a la convocatoria del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED), cuyo lanzamiento oficial virtual tendrá lugar el jueves 26 de agosto de 2021 a las 16:30 (GMT-5). Allí se darán cita expertos investigadores maiceros de Iberoamérica, así como el doctor Bram Govaerts, Director General a.i. del CIMMYT y galardonado con el Premio Norman Borlaug a la Investigación de Campo, otorgado por la Fundación Rockefeller, por encontrar formas innovadoras de aplicar la ciencia para mejorar la productividad y la resiliencia de los productores de sistemas de producción de maíz y trigo.

La propuesta de Tech Maíz fue presentada por la Red Latinoamericana del Maíz, mecanismo de integración y cooperación que agrupa a investigadores de nueve institutos públicos de investigación de Iberoamérica (INIA), cinco universidades latinoamericanas y el CIMMYT, para investigar e innovar en favor del cultivo del maíz, y en beneficio de los agricultores que lo producen.

El evento se llevará a cabo a través de la plataforma Zoom. Regístrate aquí.

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Retos y oportunidades para la mecanización orientada a productores de baja escala

Oaxaca.- El maíz es el cultivo más importante en México, no solo por la superficie productiva que ocupa (que es cercana al 39% de la superficie sembrada), sino porque, además, es fuente del 30% de la proteína y 40% de la energía en la dieta de los mexicanos, siendo el cultivo con mayor base social y arraigo entre la población indígena. 

Por diversas circunstancias sociopolíticas, en el devenir histórico de México los productores en condiciones más desfavorables para la producción (muchos de ellos indígenas) fueron quedando en desventaja con respecto a los grandes productores de granos. Ante esta circunstancia, hoy es prioritario que las políticas públicas incluyan la transición del sistema de producción a un sistema sostenible y resiliente como medio para beneficiar a toda la sociedad y particularmente a las familias más vulnerables. 

Actualmente los productores de maíz de pequeña escala enfrentan serios problemas de productividad, altos costos de producción, pérdida de fertilidad de los suelos y riesgos de salud por el uso de agroquímicos altamente tóxicos. 

En los sistemas de autoconsumo en el Bajo Mixe del estado de Oaxaca, por ejemplo, se estima que las actividades manuales llegan a representar hasta 90% de los costos de producción y, al revisar cada proceso, se puede identificar que la cosecha, la preparación del terreno y la siembra representan el 95% de los costos, siendo la cosecha el proceso más costoso en este tipo de sistemas de producción (Agrotecnia Campo y Desarrollo, 2018).

Existen entonces amplias oportunidades para disminuir los costos de producción en las actividades de cosecha y siembra; sin embargo, cuando se revisan de manera detallada las condiciones de producción de estos productores, las opciones de mecanización se van reduciendo de manera importante. Con respecto a la cosecha (que en el caso referido en esta nota incluye hasta el desgrane), por ejemplo, existen opciones para que los productores inviertan menos tiempo en el desgrane de su producción, empleando el tiempo ahorrado en otras actividades productivas (Gráfica 1). 

Existen innovaciones que los productores han generado para optimizar su tiempo como el uso de desgranadoras de olote o grapas y requieren una inversión mínima para su construcción. Hay otras opciones que ya están disponibles en el mercado como las desgranadoras manuales; sin embargo, por la dispersión de estas comunidades no está disponible ni accesible a sus posibilidades económicas.

Con respecto al proceso de siembra existen alternativas como el uso de sembradoras manuales; aunque se ha encontrado que este tipo de alternativas son viables en terrenos laboreados y superficies menores a media hectárea. El uso de sembradoras de tiro animal también es una buena alternativa, pero particularmente para terrenos con pendientes menores al 15% (es decir, que al recorrer 100 metros se suben 15 metros o menos) y donde la población tenga arraigo al uso de animales de tiro. 

La mecanización es un proceso que debe prestar atención a muchas variables para que cada productor encuentre una opción pertinente a sus propias condiciones. En este sentido, instituciones como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores en los estados continuan investigando y desarrollando tecnología apropiada para productores de pequeña escala que siembran en terrenos con pendientes muy pronunciadas, es decir, mayores al 15%.

Gráfica 1. Eficiencia de desgrane de algunas desgranadoras en el Bajo Mixe, Oax., Méx.

Nota: esta texto forma parte de las ponencias impartidas durante el simposio Diálogos para una Agricultura Sustentable, desarrollado en noviembre de 2020 por el Hub Pacífico Sur del CIMMYT y que se puede ver completo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=qUgXKoAwtqs

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El precio del maíz y el valor de su producción sustentable

El precio del maíz en el mercado internacional alcanzó recientemente su nivel más alto en, por lo menos, los últimos siete años. Después de una ligera pausa en abril, los precios internacionales de este grano subieron casi 83% con respecto al 2020 y apenas la semana pasada se registró una ligera baja atribuible a un clima más favorable para el avance de las siembras en los Estados Unidos.

Estados Unidos, China y la Unión Europea son grandes consumidores de maíz. Se estima que este año concentrarán cerca del 59% del consumo global de este grano, de manera que lo que allí ocurre impacta en otros países. En este sentido, estas tendencias en los precios del maíz se explican por diversos factores: los reducidos inventarios del grano en Estados Unidos, los efectos de los fenómenos climatológicos como La Niña en Sudamérica y, sobre todo, el incremento exponencial de las importaciones de maíz por parte de China para alimentar a su ganado.

De acuerdo con proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), solo si el clima venidero es favorable se lograrán los rendimientos esperados anunciados en el reporte de oferta y demanda de mayo. De lo contrario, muy probablemente el mercado estaría reaccionando nuevamente al alza.

Si bien muchos agricultores mexicanos se han mostrado entusiastas porque, comentan, hacía muchos años que no veían un panorama tan favorable para el precio de los granos (que en algunos casos ha estado en el orden de los $6,000 por tonelada), esta situación también puede propiciar (como de hecho ya ha ocurrido en algunas zonas del país) un aumento en los costos de los fertilizantes y otros insumos clave. Esto podría implicar mayores precios al consumidor que incluso afectarían la rentabilidad de la agroindustria.

En México, esta coyuntura de mercado plantea diversos escenarios. En todos, es oportuna una transición hacia una agricultura más sustentable: el cambio climático y la volatilidad en los mercados pone al sector en un momento decisivo. El país estima un crecimiento de 2.6% en la producción de maíz grano en el presente ciclo agrícola (se proyecta un volumen de 28.4 millones de toneladas en contraste con las 27.7 millones de toneladas del 2020). A pesar de este crecimiento, las importaciones de maíz amarillo durante el primer trimestre de 2021 también se incrementaron en más del 10% con respecto al mismo periodo en 2020.

¿Cómo puede México sacar ventaja de una situación tan compleja a nivel nacional y global? Por supuesto, no hay una respuesta definitiva, pero es posible que a través de la ciencia aplicada al campo se favorezca una transición hacia un tipo de agricultura que reduzca la incertidumbre y los riesgos para los agricultores. Los beneficios económicos, sociales y ambientales de una transición hacia una agricultura más sostenible están ampliamente probados.

En colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Kellogg fomenta una iniciativa de abastecimiento responsable basada en la compra local de maíz amarillo producido en Guanajuato y Sinaloa con prácticas agrícolas que ayudan a la conservación y regeneración de los recursos naturales. Con la sustentabilidad como eje de los agronegocios, se busca que esta producción cumpla también con las necesidades de calidad de Kellogg.

Producir sustentablemente beneficia también a toda la cadena de valor. A través de este proyecto se promueven relaciones comerciales más sólidas y directas con los agricultores. Desde la siembra, los productores vinculados a esta iniciativa reciben acompañamiento agronómico y comercial que les permite tener mayor certidumbre en la proyección de sus ingresos al cierre de las cosechas. Tener estrategias que permitan a los productores enfrentar las volatilidades del mercado y la producción es fundamental para lograr sistemas agroalimentarios más resilientes.

Para que las expectativas sobre la producción de maíz sean buenas, el clima —invariablemente— debe ser favorable, pero la realidad es que en medio de un panorama de cambio climático no hay garantía sobre eso. Por esta razón proyectos como este son relevantes, pues las prácticas a través de las que se promueve una mejor (y mayor) producción, también promueven un uso más eficiente de los recursos naturales.

En recientes ciclos agrícolas, los productores que participan en el proyecto con Kellogg lograron reducir el consumo de agua requerido para producir una tonelada de maíz hasta 50% en comparación con prácticas convencionales. También han usado 54% menos combustible en comparación con prácticas no sustentables. La implementación de sistemas como la Agricultura de Conservación les ha permitido a estos productores tener ahorros significativos, pero también han favorecido la estructura y calidad de sus suelos, así como la calidad del aire, pues evitan liberar considerables cantidades de CO2 a la atmósfera.

Actualmente un grano de maíz producido sustentablemente vale lo mismo que un grano producido de forma convencional, pero esto está cambiando gracias a proyectos como este que apuestan a la producción local y sustentable. Esta apuesta involucra además a los consumidores, quienes cada día están más interesados en saber cómo se cultivaron y de dónde proceden los alimentos que consumen.

En el ámbito de las políticas públicas, la iniciativa de abastecimiento responsable impulsada por Kellogg y CIMMYT es referencia para el desarrollo de esquemas de colaboración que generan ganancias justas para todas las partes, incluyendo, por supuesto, a los productores agrícolas y el medioambiente donde operan. Por ejemplo, la iniciativa gubernamental Maíz para México busca incrementar la seguridad alimentaria en el país a partir de la integración de la demanda y oferta de maíz en puntos estratégicos para las cadenas de valor de maíz blanco y amarillo. En ese contexto, la adopción de prácticas agrícolas sustentables es uno de los pilares fundamentales de esta iniciativa, que también se acompaña del fomento de acuerdos comerciales más sólidos entre productores y compradores para responder a las necesidades de la agroindustria.

Con colaboraciones como estas, queda de manifiesto el valor del maíz producido en México de forma sustentable, la integración de los pequeños y medianos productores al mercado; el aumento de la productividad con el uso de tecnología; las prácticas agrícolas sustentables que contribuyen a reducir costos y la identificación de zonas focales donde todos los eslabones de la cadena ganan.

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Cómo reducir el efecto de la sequía y mejorar la rentabilidad del maíz

Santo Domingo Yanhuitlán, Oax.- En Oaxaca, 90% de la superficie de maíz se cultiva en temporal y se utilizan variedades nativas de diferentes razas, colores, texturas y ciclos de cultivo. El rendimiento promedio, sin embargo, es de a penas 2.2 toneladas por hectárea en promedio (SIAP, 2017). La baja producción está relacionada con efectos de la variabilidad climática (sequía), baja fertilidad de los suelos, presencia de plagas y deficiente control de malezas, principalmente. 

Además de los bajos rendimientos, los costos de producción son elevados y contribuyen a que la siembra de maíz no sea rentable o que no satisfaga las necesidades de alimentación de las familias productoras. Por esta razón, en la plataforma de investigación de Santo Domingo Yanhuitlán —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se evalúan diversas prácticas para reducir el riesgo de pérdidas por la sequía. 

La investigación inició en 2013 y consideró diversos tratamientos: desde donde no se movió el suelo en absoluto y se dejó todo el rastrojo, hasta donde se hizo movimiento continuo (barbecho y rastreo) y los residuos fueron retirados (tratamiento con labranza convencional que funcionó como área testigo), pasando por un sistema de mínima labranza (solo con roturación del suelo). Cabe mencionar que estos tratamientos permanecieron fijos en espacio y tiempo, es decir, que no se cambiaron de lugar de 2013 a 2017. 

Después de cinco ciclos se observó que el maíz nativo evaluado en el sistema de labranza mínima con 100% de residuos como cobertura logró obtener un rendimiento 18.3% superior al registrado en el testigo (labranza convencional con residuos retirados). Si se considera que la media de producción regional de maíz es de alrededor de1.1 t/ha, significa que haciendo mínimo movimiento del suelo y cubriendo el suelo con rastrojo en condiciones de temporal fue posible producir cuatro veces más grano por hectárea —con maíz híbrido se observó la misma tendencia—. 

Es importante destacar que al dejar el 100% del rastrojo como cobertura, el contenido de materia orgánica del suelo (en el nivel 0-5 cm de profundidad) fue de 1.99%, mientras que con labranza convencional sin residuos fue de 1.36%. Esto, debido a que las prácticas de Agricultura de Conservación promuevan una mayor cantidad de carbono en el suelo y permiten aumentar la actividad microbiana y mejorar el uso de micronutrientes.   

La diferencia en el rendimiento a favor de la labranza mínima y cobertura se relaciona con los efectos favorables en la descomposición de los residuos para la formación de materia orgánica, hecho que ayuda a conservar más humedad y a favorecer el desarrollo de las raíces. Este efecto también puede estar relacionado con la textura del suelo (arcillosa en el caso de la zona) que afecta la porosidad y el desarrollo radicular. Así, con la roturación se propician mejores condiciones de desarrollo de la planta y mayor producción de grano. 

Derivado de este estudio es posible recomendar que, bajo condiciones de temporal crítico como los que se presentan en la Mixteca, es mejor opción sembrar los maíces nativos que están plenamente adaptados a las condiciones de suelo y clima, pero es fundamental el manejo del suelo, la cobertura, así como la densidad de población, fertilización balanceada, control de malezas y plagas; es decir, para que favorezca una mayor producción de los maíces nativos sin necesidad de cambiar de variedades es necesario optar por prácticas de cultivo más sustentables. 

Fuentes:

  • Aragón-Cuevas, F.; S. Taba, J.M. Hernández Casillas, J. de D. Figueroa C., V. Serrano Altamirano y F.H. Castro García. 2006. Catálogo de maíces Criollos de Oaxaca. INIFAP-SAGARPA. Libro Técnico Núm. 6. Oaxaca, Oaxaca, México. 344 p.
  • González-Cossío F. 2006. Efecto de la estructura del suelo sobre el desarrollo radical del maíz con dos sistemas de labranza. Agrociencia 40: 27-38.
  • Ohep C., Marcano F., Pudzzar S. y Colmenares C. 2002. Efectos de la labranza conservacionista en los atributos físicos del suelo que influyen sobre el rendimiento del maíz. Bioagro 14(1):37-45.
  • Osuna-Cejeda E. S., Figueroa-Sandoval B., Oleschko K., Flores Delgadillo M. de L., Martínez – Menes M., y
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La evidencia habla

Querétaro.- Los municipios de Pedro Escobedo y San Juan del Río, en Querétaro, conforman una zona de alta producción de maíz y cebada (debido a las condiciones de riego y los suelos profundos y fértiles). El sistema de producción convencional que predomina en la zona, sin embargo, presenta una problemática compleja: el laboreo excesivo de cada año (subsuelo, barbecho, rastreo doble, tabloneo, surcado) conlleva altos costos de producción, el uso indiscriminado de plaguicidas y la fertilización con bases empíricas ocasiona que estas acciones sean excesivas en algunos elementos y deficientes en otros y, además, la baja disponibilidad de agua hace que en algunos ciclos los productores no puedan establecer cultivos de invierno. 

Las prácticas sustentables que pueden dar respuesta a esta problemática tienen como base al sistema de Agricultura de Conservación (mínima labranza, cobertura del suelo y diversificación de cultivos), el uso racional de fertilización con base en análisis de suelo y el Manejo Agroecológico de Plagas. En este sentido, en la plataforma de investigación San Juan del Río III colaboran el despacho Sustentabilidad Agropecuaria de Querétaro (SAQ) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para evaluar distintas prácticas agrícolas a fin de identificar las mejores para los productores de la zona. 

Entre los resultados recientes de esta plataforma de investigación destaca que la siembra en camas anchas, independientemente del sistema de labranza, permite obtener mayores rendimientos tanto de maíz como cebada. Además, este sistema asemeja un riego terciado, lo que supone un importante ahorro de agua. La reformación de camas anchas o angostas tiene un costo similar cuando se maquila; sin embargo, en camas anchas se reduce el tiempo de operación y por lo tanto el gasto de combustible. 

Una menor labranza implica un menor costo de producción (en la plataforma se han tenido ahorros de $3,600 por hectárea en cada ciclo por este concepto), menor tiempo requerido para preparar el terreno y mejora en las características físicas, químicas y biológicas del suelo. En este sentido, los beneficios de las camas permanentes son evidentes: mientras que el sistema de labranza convencional se requiere hacer barbecho, paso doble de rastra y formación de camas; en camas permanentes solo se reforma la cama cada ciclo. 

Entre los productores de la región existe la creencia de que dejar rastrojo sobre la superficie del suelo afecta el desarrollo y rendimiento de la cebada. No obstante, en la plataforma se ha observado que la cantidad de rastrojo que se queda sobre la superficie tiene un marcado efecto en el rendimiento del cultivo subsecuente. En 2017, por ejemplo, el rendimiento del cultivo aumentó con una mayor cantidad de rastrojo (lo cual podría estar relacionado principalmente con un mayor aprovechamiento del agua). Esto, a pesar de que se presentaron bajas temperaturas y se observó un ligero daño en las hojas de la cebada. 

Con estos resultados, la recomendación general para la zona es dejar al menos el 50% del rastrojo que se produce en cada ciclo. Los beneficios se observarán en un mayor aprovechamiento del agua, menor incidencia de malezas y mayor rendimiento de grano. Los productores que estén interesados en conocer más sobre estas prácticas sustentables puede visitar la plataforma que está ubicada en la localidad de El Organal, en San Juan del Río, Querétaro. 

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De la milpa a la ciudad

México.- La sexta sesión de la jornada de conversatorios Platiquemos de Maíz —organizada por Fundación Tortilla y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— reunió a la doctora Marta Astier (investigadora de la UNAM, Campus Morelia), al maestro Mauro Antonio Martínez  (de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México) y a Rafael Mier (director de Fundación Tortilla) para hablar de algunos proyectos que están marcando el rumbo de una nueva relación entre el campo y la ciudad. 

La doctora Astier, por ejemplo, es la creadora de la cooperativa de mujeres Red Tsiri, un esfuerzo colectivo que busca rescatar la riqueza gastronómica y cultural asociada al maíz nativo en la región de Pátzcuaro-Zirahuén. A través de esta cooperativa se fomenta la conservación de la agrobiodiversidad y los sistemas alimentarios sustentables locales y se revaloriza el papel de las mujeres tortilleras en la conservación de los maíces nativos. 

Red Tsiri es uno de los proyectos que se han vinculado a una amplia red de organizaciones que buscan salvaguardar y promover la cultura y el consumo del maíz y la tortilla. Para Rafael Mier, la articulación de estos esfuerzos permitirá garantizar el acceso a una tortilla de calidad para el pueblo mexicano: “más de 100 nuevos proyectos —con restaurantes, centros de investigación, universidades, cooperativas e incluso artistas— en cinco años nos dan esperanza y nos indica que hay un gran interés y que se está conformando un gran movimiento entorno al maíz nativo”, comentó. 

En ese sentido, el director de Fundación Tortilla mencionó algunas de las iniciativas que están acercando los productos de la milpa a varias ciudades del país. En muchas de esas iniciativas el sector restaurantero ha sido clave para el desarrollo local y para que algunas cooperativas de productores mexicanos actualmente estén exportando maíz nativo mexicano al extranjero.

Finalmente, el maestro Mauro Antonio Martínez puso sobre la mesa temas relevantes en torno a la milpa tales como la soberanía alimentaria, el consumo local, la autosuficiencia alimentaria de los centros urbanos y la relación bidireccional entre el campo y la ciudad. Al respecto, mencionó que “para una ciudad de 10 millones de habitantes se requieren al menos 6 mil toneladas de alimentos diarios”, por lo que enfatizó en la necesidad de construir sistemas agroalimentarios sustentables ambientalmente y operativos desde el punto de vista logístico.



Platiquemos de Maíz es un esfuerzo conjunto de Fundación Tortilla y el CIMMYT para acercar el conocimiento científico a la sociedad. Las sesiones se han transmitido todos los martes desde el 20 de octubre y llegarán a su fin el próximo 1 de diciembre. La sesión de clausura se transmitirá a las 6 pm a través de la página de Facebook de Fundación Tortilla y el canal de YouTube CIMMYTCAP.

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Maíz teotihuacano: sabor y sustentabilidad

México.- Con más de 90 años de operaciones ininterrumpidas, el restaurante La Gruta es parte de los atractivos turísticos de Teotihuacan, en el Estado de México —está ubicado atrás de la Pirámide del Sol, en una gruta de origen volcánico—, pero también es un referente de cómo la sustentabilidad en el sector restaurantero puede generar cambios sociales positivos. 

La idea generalizada de sustentabilidad en el ámbito restaurantero es hacer uso de productos locales y de temporada; sin embargo, La Gruta ha ido más allá: el chef Carlos Cedillo, director operativo del restaurante, impulsó la construcción de una huerta in situ para el entendimiento y fomento de buenas prácticas agrícolas (con la colaboración de la Universidad Autónoma Chapingo), y más recientemente desarrolló un programa para fomentar la producción y el consumo de maíz nativo en el Valle de Teotihuacan, iniciativa en la que ha contado con la colaboración del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Actualmente, La Gruta cuenta con un padrón activo de 30 productores con más de 40 hectáreas de producción de maíz nativo. El restaurante apoya a los agricultores locales con asesoría gratuita (desde la siembra hasta la poscosecha), aprovechando y rescatando en el proceso los conocimientos tradicionales de los productores, los cuales se han fortalecido con el conocimiento científico que los especialistas del CIMMYT comparten con ellos en esta iniciativa que busca asegurar que el maíz con el que se preparan los platillos de La Gruta fue cultivado con las mejores prácticas agronómicas.

Uno de los aspectos más importantes del proyecto es la calidad de la producción. Para esto ha sido fundamental adoptar las tecnologías adecuadas para minimizar el daño por plagas de almacén y hongos. Las tecnologías poscosecha, como los silos metálicos herméticos y el uso de cal micronizada, han sido clave para que los agricultores que participan en el proyecto aseguren que el maíz teotihuacano que se consume en La gruta sea de la más alta calidad. De hecho, esto contribuyó a que el restaurante haya sido distinguido a nivel internacional por sus prácticas sustentables.

Cabe mencionar que esta iniciativa ha propiciado que el tejido social de la comunidad se fortalezca: ante fenómenos como la migración y el abandono del campo que son palpables en Teotihuacan, los jóvenes de la localidad comienzan a ver que el campo es una opción económica viable y rentable para ellos y sus familias, pero también que el cultivo sustentable del maíz se puede reflejar en la mesa de los comensales, contribuyendo a la valorización de la cultura local y de la Agricultura Sustentable.



Este ejemplo de “sustentabilidad a la mesa” fue el motivo de la conversación entre el chef Carlos Cedillo y el doctor Sylvanus Odjo —coordinador de Poscosecha del CIMMYT— durante la quinta sesión de la jornada de conversatorios Platiquemos de Maíz, un esfuerzo conjunto de la Fundación Tortilla y el CIMMYT para acercar el conocimiento científico a la sociedad. Las sesiones se transmiten todos los martes (hasta el 1 de diciembre) a las 6 pm a través de la página de Facebook de Fundación Tortilla y el canal de YouTube CIMMYTCAP.

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Sin los productores no hay sustentabilidad

México.-  Siendo la base de la alimentación del país —al año, un mexicano consume en promedio 196.4 kg de maíz blanco—, el maíz abarca alrededor del 85% del volumen total producido en el país. Aun así, el maíz producido en México no alcanza a cubrir las necesidades del consumo interno.

La degradación de los suelos, el cambio climático y las prácticas agrícolas poco sustentables (como el monocultivo o el uso excesivo e inadecuado de productos químicos potencialmente nocivos) son algunos de los factores que contribuyen a que muchos agricultores mexicanos no logren una producción adecuada, teniendo dificultades, muchas veces, para cubrir las necesidades de autoconsumo.

Ante este panorama, el maestro Mauro Antonio Martínez Pérez —subdirector de Producción e Innovación en la Dirección General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México— y el doctor Simon Fonteyne —coordinador nacional de plataformas de investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— platicaron con estudiantes, técnicos y público en general sobre las diversas alternativas que hay para una producción sustentable de maíz. Esto, en el marco de la cuarta sesión de Platiquemos de Maíz.

Lograr la sustentabilidad —es decir, lograr que los sistemas agroalimentarios sean capaces de preservar los recursos naturales de forma sostenible en el tiempo y en concordancia con el contexto sociocultural— es crucial en un contexto donde la población humana sigue creciendo y concentrándose primordialmente en ciudades, mientras que las tierras aptas para la agricultura disminuyen por múltiples factores. 

En este sentido, el maestro Mauro Antonio Martínez enfatizó en la necesidad de desarrollar estrategias donde los saberes tradicionales de las comunidades no sean vulnerados, sino incluidos en la respuesta a las diversas problemáticas que se presentan en el ámbito agrícola. La milpa y el sistema chinampero de la cuenca lacustre de la Ciudad de México son ejemplo de sistemas sustentables que pueden desarrollarse con autonomía y autogestión, mencionó el especialista. 

Por su parte, el doctor Simon Fonteyne expuso el modelo de innovación del CIMMYT, basado en hubs o nodos de innovación donde los resultados de la investigación científica son compartidos con los productores mediante capacitaciones para que ellos mismos tomen las mejores decisiones para sus sistemas de producción y apliquen las prácticas y tecnologías más convenientes y adecuadas.



Ambos especialistas coincidieron en que no hay una vía única para lograr que un sistema agrícola sea sustentable, pues, enfatizaron, eso dependerá de las necesidades de los propios productores quienes deben ser los protagonistas de todo proyecto, programa o política encaminado al campo. 

La jornada de conversatorios Platiquemos de Maíz es un esfuerzo conjunto de la Fundación Tortilla y el CIMMYT para acercar el conocimiento científico con la sociedad. Las sesiones se transmiten todos los martes (hasta el 1 de diciembre) a las 6 pm a través de la página de Facebook de Fundación Tortilla y el canal de YouTube de ACCIMMYT.

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Platiquemos de semillas

México.- Las semillas constituyen una de las innovaciones más importantes de las plantas en el curso de la evolución. Gracias a ellas la humanidad pudo llevar consigo la base de su alimentación en sus múltiples rutas migratorias. La historia, además, ha demostrado que resguardar semillas es un acto de enorme utilidad social en caso de un desastre natural de grandes dimensiones (como incendios, terremotos o inundaciones) o de naturaleza social (como las guerras).

Para abordar el tema y compartir con el público ejemplos específicos que ilustran la importancia de la conservación de semillas, la segunda sesión de la jornada Platiquemos de Maíz reunió de forma virtual a la doctora Denise Costich —científica que por ocho años fue la responsable del Banco de Germoplasma del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, a la ingeniera María de los Ángeles Mérida —coordinadora de recursos genéticos del Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA) de Guatemala— y al doctor Filippo Guzzon —del Banco de Germoplasma del CIMMYT—.

Las semillas forman parte de los recursos fitogenéticos que son la base biológica de la seguridad alimentaria. En el mundo hay más de 1,750 bancos de semillas y el de maíz y trigo de México (resguardado por el CIMMYT en Texcoco, Estado de México) es uno de los más importantes a nivel global por su diversidad y número de colecciones.

Además del flujo de semillas e información que va desde una reserva familiar hasta un banco de semillas como el de Svalbard, cerca del Polo Norte, los especialistas invitados abordaron temas como las condiciones óptimas para la conservación de semillas, su longevidad, tecnologías de secado (como las perlas secadoras de zeolite), repatriación de semillas, reservas comunitarias, germinación, monitoreo de la humedad, calidad del grano, entre otros.



La jornada de conversatorios Platiquemos de Maíz es un esfuerzo conjunto de la Fundación Tortilla y el CIMMYT para acercar el conocimiento científico con la sociedad. Las sesiones se transmiten todos los martes (hasta el 1 de diciembre) a las 6 pm a través de la página de Facebook de Fundación Tortilla y el canal de YouTube de ACCIMMYT.