Productores de La Gruta, Teotihuacan, Estado de México. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)
Productores de La Gruta, restaurante ubicado en Teotihuacan, Estado de México. (Foto: Hub Valles Altos-CIMMYT)
“Si queremos responder a las crisis —donde también hay oportunidades— con soluciones duraderas y a medida, es importante empezar por incluir a todos en la conversación porque los sistemas agroalimentarios atraviesan todo, incluyendo la identidad de las naciones que está en las tradiciones y la mesa”, señala Sieg Snapp, directora del programa de Sistemas Agroalimentarios Sustentables del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) al referirse a la experiencia que en materia de biodiversidad y variedades de maíces nativos ofrece el restaurante La Gruta.
Con más de 90 años de operaciones ininterrumpidas, el restaurante La Gruta es parte de los atractivos turísticos de Teotihuacan, en el Estado de México —está ubicado atrás de la Pirámide del Sol, en una gruta de origen volcánico—, y hoy es un referente de cómo la sustentabilidad en el sector restaurantero puede generar cambios sociales positivos.
La idea generalizada de sustentabilidad en el ámbito restaurantero es hacer uso de productos locales y de temporada; sin embargo, La Gruta ha ido más allá: el chef Carlos Cedillo, director operativo del restaurante, impulsó la construcción de una huerta in situ para el entendimiento y fomento de buenas prácticas agrícolas (con la colaboración de la Universidad Autónoma Chapingo), y el desarrollo de un programa para fomentar la producción y el consumo de maíz nativo en el Valle de Teotihuacan, iniciativa en la que ha contado con la colaboración del CIMMYT.
Actualmente, La Gruta cuenta con un padrón activo de cerca de una treintena de productores con más de 40 hectáreas de producción de maíz nativo. El restaurante apoya a los agricultores locales con asesoría gratuita —desde la siembra hasta la poscosecha—, aprovechando y rescatando en el proceso los conocimientos tradicionales de los productores, los cuales se han fortalecido con el conocimiento científico que los especialistas del CIMMYT han compartido con ellos en esta iniciativa para asegurar que el maíz que se usa en La Gruta sea cultivado con las mejores prácticas agronómicas.
“Allí una vez más, vemos cómo la agricultura y la cultura se nutren una a la otra, y ponen en la misma mesa lo actual y lo tradicional ayudando a mantener el tejido social que hay detrás de cada surco, de cada alimento”, enfatiza Sieg Snapp.
Uno de los aspectos más importantes de este esfuerzo conjunto es la calidad de la producción. Para esto ha sido fundamental adoptar las tecnologías adecuadas para minimizar el daño por plagas de almacén y hongos. Las tecnologías poscosecha, como los silos metálicos herméticos y el uso de cal micronizada, han sido clave para que los agricultores que participan aseguren que el maíz teotihuacano que se consume en La Gruta sea de la más alta calidad. De hecho, esto contribuyó a que el restaurante haya sido distinguido a nivel internacional por sus prácticas sustentables.
Cabe mencionar que esta iniciativa ha propiciado que el tejido social de la comunidad se fortalezca: ante fenómenos como la migración y el abandono del campo que son palpables en Teotihuacan, los jóvenes de la localidad comienzan a ver que el campo es una opción económica viable y rentable para ellos y sus familias, pero también que el cultivo sustentable del maíz se puede reflejar en la mesa de los comensales, contribuyendo a la valorización de la cultura local y de la agricultura sustentable.
En el marco del Día Mundial de la Gastronomía Sostenible (18 de junio), te invitamos a conocer más de este ejemplo de “sustentabilidad a la mesa” en el siguiente conversatorio, donde el chef Carlos Cedillo y el especialista en poscosecha del CIMMYT, Sylvanus Odjo, dialogan sobre esta experiencia:
Maíz nativo de la Península de Yucatán. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Maíz nativo de la Península de Yucatán. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
“En 2020 el grupo de Productores de Maíz Criollo Kantunil, del municipio del mismo nombre en Yucatán, México, solicitó muestras de ocho accesiones —lotes de semillas que se recogieron en un lugar determinado y en un momento específico— de maíz al Banco de Germoplasma que resguarda el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Texcoco, Estado de México”, comenta Edgar Martín Miranda Gamboa, colaborador del Hub Península de Yucatán del CIMMYT y representante del grupo de productores en mención.
“La razón por la que los agricultures de Kantunil solicitaron muestras de esas semillas fue porque se trataba de dos colectas originarias de su municipio, recolectadas ahí hace más de 80 años y la idea era ver nuevamente esas variedades creciendo en sus localidades de origen. Las 250 semillas de cada accesión enviadas por el Banco de Germoplasma del CIMMYT fueron cultivadas en el ciclo primavera-verano 2020 en el sistema milpa tradicional, con la finalidad de evaluar su adaptación y reproducirlas. El resultado de la labor de reproducción se complementó con el Primer Intercambio Cultural y de Semillas Criollas entre los municipios de Dzitás y Kantunil”.
“A 80 años de que se inició la colección la misión del Banco de Germoplasma del CIMMYT es ofrecer accesiones de maíz y trigo con información confiable, con semilla de calidad, sana y viable en términos de germinación para su uso y para mantener a perpetuidad las colecciones vivas y viables para todos”, comenta Cristian Zavala, coordinador del Banco de Germoplasma del CIMMYT.
Con respecto a la biodiversidad que se resguarda y se estudia en el Banco de Germoplasma, Cristian menciona que las variedades nativas son particularmente importantes porque estas “fueron seleccionadas desde hace más de 10 mil años, entonces ellas han pasado por diferentes cambios climáticos, cambios sociales e incluso han sido adaptadas a los diferentes retos que se les han impuesto por la actividad social, en donde las presiones por insectos, por hongos, por virus o por bacterias han sido una constante para estas variedades y las han superado todas hasta la fecha”.
Con la riqueza biológica de los maíces nativos “el banco tiene potencialmente las soluciones para enfrentar los retos del futuro: las variedades nativas. Si la respuesta esta ahí adentro, aún no lo sabemos, porque todavía no la necesitamos, pero cuando la necesitemos vamos a tener que venir a buscar dentro de este repositorio de genes para encontrar las respuestas a estos nuevos retos que nos va presentar tanto el cabio climático como todos los movimientos sociales que están ocurriendo”, enfatiza Cristian.
Jonathan Hernández, representante de Ricinomex, y Rausel Ovando, del Hub Pacífico Sur del CIMMYT en las instalaciones de Ricinomex. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Jonathan Hernández, representante de Ricinomex, y Rausel Ovando, del Hub Pacífico Sur del CIMMYT en las instalaciones de Ricinomex. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Cuando a los 15 años Ángel Chonteco Márquez se convirtió en productor, no imaginó que el maíz podría tener otros usos, además de ser la materia prima para las tortillas, la base de la alimentación de las familias de La Pe y el resto de municipios oaxaqueños.
Mediante el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche —de Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —, hoy, los maíces nativos que Ángel cosecha tienen como fin último la destilación.
Carlos Galván García, técnico de Ricinomex y colaborador del CIMMYT, comenta que el proceso de asociatividad se liga a compras consolidadas a un precio por arriba del mercado local: “Los productores podrán comercializar en grupo, con un precio estable y sin tanta variación, tendrán un mercado seguro”, como ya lo tienen tres mil productores de Valles Centrales que venden su maíz a Ricinomex, biorefinería que se encarga de la destilación.
El whisky que se produzca con el maíz criollo cosechado en La Pe, Ejutla, tiene miras de exportación: “Este producto también se va a comercializar fuera de México, en Estados Unidos, e irá creciendo año con año para abastecer el mercado de whisky”, afirma Carlos Galván.
De entre las prácticas y tecnologías promovidas por el proyecto se encuentran los silos metálicos herméticos y otras soluciones poscosecha. Gracias a estas opciones el maíz puede ser almacenado antes de ser comercializado, conservando su calidad sin necesidad de usar agroquímicos.
El señor Ángel Chonteco, quien también funge como Comisariado de Bienes Comunales, cuenta con tres silos metálicos herméticos que le permiten conservar su cosecha, minimizando las pérdidas por plagas de almacén porque, cuando el maíz recién cosechado solo se guarda en bolsas o costales carentes de hermeticidad, las posibilidades de pérdida aumentan notablemente.
Comercializar el maíz que ahora sabe “no solo es para tortillas, si no para otras cosas más”, significa para Ángel un bienestar familiar, ya que aparte de cosechar para el autoconsumo, “va a salir para la economía de nosotros”, comenta el productor.
“En Ricinomex trabajamos con productores en más de 60 comunidades de Valles Centrales de Oaxaca. Nosotros les brindamos capacitación sobre las tecnologías que promueve el CIMMYT para que ellos hagan un mejor aprovechamiento de sus tierras. Nosotros les compramos toda su producción de higuerilla y, actualmente, con este nuevo producto que es el whisky, también el maíz criollo oaxaqueño”, refiere Jonathan Hernández Díaz, representante de Ricinomex.
La diversificación comercial de Ricinomex, junto con el proyecto de diversificación de cultivos y vinculación a mercados de Walmart y el CIMMYT están impactando favorablemente en la región: “Nos dimos cuenta de que la mayoría de nuestros agricultores siembran la higuerilla intercalada con maíz, frijol o calabaza. Y fue por la broma de un productor que surgió la idea de convertir un maíz criollo en una bebida. Así lanzamos Deidades, que es un whisky 100% hecho con maíces nativos de los Valles Centrales de Oaxaca”, enfatiza el representante de Ricinomex.
El cambio de uso de suelo, el alza del costo de los fertilizantes, la presencia de condiciones climatológicas adversas y extremas, así como la introducción de cultivos no nativos y con alta demanda de agroquímicos, son factores a los que se enfrentan los agricultores de la Meseta Purépecha. En este sentido, difundir alternativas agroecológicas es de suma importancia.
“Durante los tres años recientes hemos promovido la producción sustentable de alimentos en la Meseta Purépecha, y lo hemos hecho de la mano de productores indígenas porque la lengua materna es fundamental para dar a conocer localmente alternativas sustentables como el manejo agroecológico de plagas, el cual permite controlarlas sin el uso de agroquímicos”, comentó José Isidro Nepamuceno Reyes, colaborador del Hub Bajío del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), durante su participación, junto con productores e integrantes de consejos comunales, en una entrevista radiofónica realizada por la XEPUR, La voz de los purépechas.
“En lugar de plaguicidas usamos trampas con feromonas específicas para el gusano cogollero y el gusano cortador. Así interrumpimos el apareamiento de estas plagas y reducimos de forma importante sus poblaciones en los cultivos. El uso de la diversidad funcional es otra actividad concreta que ha sido empleada para controlar plagas. Plantas endémicas como la chicalote, la higuerilla, la ortiga, el toloache o el paraíso (Melia azedarach), contienen sustancias que se pueden emplear como alternativas al uso de elementos químicos comerciales”, señala el especialista.
“Otra innovación que compartimos en la radio fue la siembra de cultivos alternativos como girasol, grass pea, ebo, haba, canola y lenteja, los cuales —junto a dejar la cobertura de rastrojo del cultivo anterior— reducen el nivel de evaporación y favorecen una mayor infiltración del agua de lluvia en regiones con poca precipitación. El resultado que se alcanza entonces es una mayor captación de agua y una reducción en el nivel de deterioro de los suelos por erosión, tanto por acción del agua como del viento”.
La siembra y conservación de maíces nativos es una actividad estratégica y de amplia importancia cultural para los productores de la Meseta Purépecha, por esta razón, señala José Isidro, “se han impulsado acciones para la selección de plantas con características deseables como altura, vigorosidad, resistencia a plagas, enfermedades y factores climáticos. El objetivo es preservar y mejorar el maíz criollo, y que sean los propios productores locales los que cuenten con las capacidades necesarias para obtener mejores resultados en sus parcelas”.
Finalmente, el especialista concluyó su participación hablando del manejo poscosecha. Y es que, de acuerdo con los estudios hechos entre los productores locales, si las condiciones de almacenamiento son inadecuadas, la pérdida de grano puede ser hasta del 60%. Esta es la razón, señaló José Isidro, de dar a conocer opciones como las plantas con acción insectistático —es decir, que inhiben el desarrollo normal de los insectos—, los polvos inertes —como la cal micronizada, las cenizas de fogón y la tierra de diatomeas—, y los silos y bolsas herméticas que además evitan el uso de pastillas de fosfuro de aluminio, potencialmente riesgosas para la salud.
Investigadores mexicanos e internacionales se han unido a agricultores y especialistas de Jala, un pintoresco valle cerca de la costa del Pacífico del estado de Nayarit, México, en una estrategia importante para salvar y estudiar una raza de maíz legendaria en peligro de extinción cuyas mazorcas alguna vez crecieron más que el antebrazo humano.
Los especialistas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) están analizando la diversidad genética de la raza, con la esperanza de preservar sus cualidades y, en conjunto con los agricultores de Jala, salvaguardar su futuro y sus méritos.
Los esfuerzos incluyen un nuevo festival de maíz que repite un concurso anual que comenzó en 1981 para honrar a la mazorca de maíz más grande de la comunidad, pero la enorme raza de maíz Jala enfrenta innumerables obstáculos para sobrevivir, según Carolina Camacho, investigadora de socioeconomía del CIMMYT y colaboradora del festival.
«La raza nativa de maíz Jala no es adecuada para la mecanización debido a su tamaño y requerimientos agronómicos», dijo Camacho. «Debe sembrarse a mano y, debido a que la planta puede crecer varios metros, las mazorcas deben cosecharse a caballo».
El maíz Jala también está perdiendo ante variedades mejoradas más competitivas y rentables, agregó Camacho. Es apreciado de manera local por su textura harinosa, pero muchos agricultores prefieren variedades más adecuadas para la molienda y que producen más cáscaras —debido a la alta demanda de hojas para envolver tamal— al igual que para el forraje y el alimento humano. La textura harinosa también significa que el grano es menos denso y, por lo tanto, se obtiene un precio más bajo en los mercados externos, donde el grano se vende por peso.
Panel de discusión juvenil en la Feria de la Mazorca del Maíz Nativo con Carolina Camacho, CIMMYT, (tercera a la izquierda). (Foto: Denise Costich/CIMMYT)
Una lucha justa por la preservación
La más reciente «Feria de la Mazorca del Maíz Nativo», se celebró en diciembre de 2018. Bajo un árbol gigante de guanacaste en la plaza del pueblo de Coapan, Valle de Jala, los niños, ancianos, cocineros y bailarines celebraron al maíz y a sus tradiciones asociadas. El festival culminó con el concurso por la mazorca de maíz más grande, con la presentación del agricultor ganador cuya mazorca midió casi 38 centímetros de longitud.
La competencia generalmente se lleva a cabo en agosto como parte de la «Feria del Elote» de Jala, la cual tiene una duración de dos semanas. La feria se estableció por primera vez para fomentar la apreciación y preservación del maíz nativo.
Los científicos del CIMMYT ayudaron a la comunidad a establecer un banco de germoplasma local para almacenar la semilla de la raza nativa, según Denise Costich, directora del banco de germoplasma de maíz del CIMMYT y colaboradora del festival.
«Esto fortalece el papel de la comunidad como custodios de la diversidad de variedades locales y su acceso a la semilla», dijo Costich, y agregó que la semilla de Jala forma parte de las colecciones de maíz del CIMMYT —las cuales comprenden 28 000 muestras únicas— desde principios de la década de 1980.
Bajo el proyecto Seeds of Discovery del CIMMYT, los científicos del Centro están analizando el potencial genético restante en la población de maíz Jala, particularmente para comprender el alcance y los efectos de la endogamia y el cruzamiento.
Por un lado, dijo Costich, el pedigrí genético único de Jala parece diluirse al mezclarse con otras variedades en el valle cuyo polen cae en las tierras de Jala. Al mismo tiempo, le preocupa la posible endogamia en algunas parcelas pequeñas y aisladas del valle donde se cultiva Jala.
Finalmente, el concurso anual, para el cual las mazorcas de maíz se cosechan en la etapa verde antes de la madurez, impide el uso del grano como semilla y, por lo tanto, también puede eliminar el potencial hereditario de mazorcas grandes del acervo genético local de maíz.
¿Adiós a los pequeños agricultores?
Colocando las mazorcas del concurso en Coapan: (De izquierda a derecha) Cristian Zavala del banco de germoplasma de maíz del CIMMYT, Rafael Mier de la Fundación Tortillas de Maíz Mexicana, Victor Vidal, colaborador de INIFAP y juez del concurso y Alfredo Segundo del banco de germoplasma de maíz del CIMMYT. (Foto: Denise Costich/CIMMYT)
Cualesquiera que sean las causas, el maíz Jala no es lo que solía ser. En 1924, un científico visitante observó plantas de maíz de más de 6 metros de altura y con espigas de más de 60 cm de largo; mucho más grandes que las muestras actuales.
Un desafío grave para la existencia continua de la raza nativa es la desaparición constante de los agricultores mayores que la cultivan. Al igual que en todo el México rural, muchos jóvenes abandonan comunidades agrícolas como Jala en busca de mejores oportunidades y medios de vida en las ciudades.
Camacho cree que el festival y el concurso alientan a los agricultores a seguir cultivando maíz Jala, pero no pueden garantizar por sí solos la preservación de la raza nativa.
“Estas soluciones necesitan abordar todos los aspectos del maíz Jala y ser apoyados por la comunidad entera, especialmente por los jóvenes” dijo Camacho.
El festival en Coapan incluyó una mesa redonda con jóvenes locales, entre ellos estudiantes graduados de la Universidad Autónoma de Nayarit.
“Los panelistas destacaron la falta de oportunidades en las zonas rurales y la necesidad de un futuro económicamente seguro; cosas que el maíz Jala no ofrece», dijo Camacho.
El festival es una colaboración entre Costich, Camacho, Víctor Vidal de INIFAP-Nayarit y socios locales como Gilberto González, Ricardo Cambero, Alondra Maldonado, Ismael Elías, Renato Olmedo (CIMMYT) y Miguel González Lomelí.
Científicos expertos mexicanos y cooperativas agrícolas han formado una organización sin fines de lucro para apoyar a los pequeños agricultores de maíz criollo que continúan conservando y sembrando semillas de sus propias variedades ancestrales. La asociación civil, conocida como ProMaíz Nativo, tiene la intención de trabajar en proyectos colaborativos para mejorar la vida de las familias que cultivan maíz nativo y milpa. Los miembros del grupo incluyen expertos en maíz, etnobotánicos, socioeconomistas, científicos especializados en alimentación y nutrición, expertos en mercadotecnia, productores de maíz y grupos de productores de maíz reconocidos internacionalmente.
La asociación civil también ha creado una marca colectiva, Milpaiz, la cual puede ser utilizada por los agricultores para demostrar la autenticidad de las variedades del maíz nativo que cultivan y venden. Esta marca certificará que el maíz de un agricultor es originario de su comunidad y se deriva de su selección continua de semillas. También certificará que es cultivado por pequeños agricultores y que están vendiendo solo el excedente de sus cultivos después de alimentar a su propia familia. La marca también hará un esfuerzo para conectar a estos agricultores con un mercado culinario que valora la calidad, la rareza y la historia de su producción.
“México es el centro de origen del maíz y alberga gran parte de su diversidad genética. Esta iniciativa nos permitirá certificar que los productos son verdaderamente maíces criollos cultivados por pequeños agricultores, para que los beneficios lleguen a los pequeños agricultores que nos han proporcionado esta biodiversidad», dijo Flavio Aragón, investigador de recursos genéticos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
Los miembros de la asociación posan para una foto en el evento de lanzamiento. (Foto: ProMaíz Nativo)
Investigadores como Aragón, miembros de grupos de agricultores y chefs locales asistieron al lanzamiento oficial de ProMaíz Nativo el 14 de junio de 2019, en el World Trade Center en la Ciudad de México, durante la feria de restaurantes ExpoRestaurantes.
Edelmira Linares, etnobotánica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e integrante de la asociación, enfatizó que la marca comercial colectiva Milpaiz cubre todos los cultivos en el sistema de cultivo tradicional de la milpa en México: maíz, frijoles, calabaza, hojas comestibles, amaranto, semillas de calabaza y verduras.
«La marca facilitará la llegada de los ingresos a los agricultores, permitirá a los pequeños agricultores vender sus productos en supermercados y tener presencia legal», dijo Amanda Gálvez, química de alimentos de la UNAM y presidenta de ProMaíz Nativo.
Productos tradicionales de la milpa: maíz, frijoles, calabazas, chiles y frutas y verduras locales. (Foto: Martha Willcox/CIMMYT)
Crecimiento justo y sostenible del mercado
Muchos pequeños agricultores continúan cultivando las mismas variedades de maíz nativo que sus padres y abuelos plantaron, desarrollaron en sus pueblos y regiones y mejoraron a través de métodos de selección que se remontan a sus antepasados. Estas variedades son apreciadas en comunidades locales por sus sabores, colores, texturas y usos únicos en platillos especiales, además de que han ganado popularidad en la comunidad culinaria mundial. En los últimos años, el maíz nativo o criollo, se ha vuelto extremadamente popular entre los cocineros y consumidores, atrayendo la atención y consumo en todo el mundo. Sin embargo, el aumento de la demanda puede significar una mayor vulnerabilidad para los agricultores.
Muchos expertos en maíz en México estaban preocupados por la mejor manera de apoyar y proteger a los pequeños agricultores que navegan en este aumento de la demanda. Sin pautas y transparencia, es difícil asegurar que los agricultores reciban una compensación justa por su maíz tradicional o que puedan ahorrar lo suficiente para alimentar a sus propias familias.
En un mercado culinario exigente, un símbolo de certificación, como la marca comercial colectiva, podría servir para diferenciar a las familias que durante mucho tiempo han resguardado estas variedades nativas de los agricultores comerciales más grandes que las adquieren. Sin embargo, no había un espacio preexistente para que estas directrices fueran determinadas y desarrolladas.
Martha Willcox (izquierda) con agricultores y productos de milpa en Santa María Yavesía, estado de Oaxaca, México. (Foto: Arturo Silva/CIMMYT)
«Hay una profunda experiencia en maíz en México, pero todos estos expertos trabajan en diferentes instituciones, lo que hace que sea más difícil para todos colaborar en un proyecto como este», dijo Martha Willcox, coordinadora de mejoramiento de maíz criollo en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
«La formación de esta asociación civil es verdaderamente novedosa en la historia del maíz nativo en México, y su fuerza proviene de la experiencia de sus miembros, formada completamente por cooperativas agrícolas y científicos mexicanos», explicó Willcox.
Martha Willcox inició y facilitó la formación de este grupo de científicos y continúa trabajando estrechamente con ellos como asesora. «Esta asociación ayudará a proporcionar un espacio y una red donde estos expertos puedan trabajar juntos y hablar con una sola voz para apoyar al maíz y a sus productores».
El CIMMYT no tiene un puesto en la asociación, pero ha desempeñado un papel clave al facilitar y proporcionar fondos para cubrir la logística y las tarifas relacionadas con la formación de la organización, a través del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE). La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) también ha participado en la logística y ha facilitado la formación de la organización.
Los miembros de la asociación posan con el personal del CIMMYT que ayudó a facilitar la creación del grupo. (Foto: ProMaíz Nativo)
El maíz es más que un cultivo en México. Si bien proporciona alimentos, forraje y materias primas, también es un legado que se transmite de generación en generación y conecta a las personas de México con su pasado.
La fascinante diversidad del maíz en México está arraigada en su legado cultural y biológico como el centro del origen del maíz. Las variedades de maíz criollo, que son variedades que han sido cultivadas y sometidas a selección por los agricultores durante generaciones, conservando una identidad distinta y careciendo de mejoras formales en los cultivos, constituyen la base de esta diversidad.
Al igual que con cualquier legado cultural, el cultivo de variedades de maíz criollo puede perderse con el paso del tiempo a medida que los agricultores se adaptan a los mercados cambiantes y se producen cambios generacionales.
La estudiante de doctorado, Denisse McLean-Rodríguez, de la Escuela de Estudios Avanzados de Sant’Anna en Italia, e investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han emprendido un nuevo estudio que rastrea la conservación y el abandono de las variedades de maíz criollo en los últimos 50 años en Morelos, el segundo estado más pequeño de México.
El estudio se basa en una colección de 93 muestras de variedades de maíz criollo, recolectadas y almacenadas en el banco de germoplasma de maíz del CIMMYT por Ángel Kato, asistente de investigación, en 1966-67. Los investigadores rastrearon a las 66 familias en Morelos que donaron las muestras y exploraron las razones por las que abandonaron o conservaron sus variedades.
La estudiante de doctorado, Denisse McLean-Rodríguez (a la izquierda) entrevista al agricultor de maíz Roque Juárez Ramírez en su casa, en el estado de Morelos para explorar sus opiniones sobre la conservación de las tierras. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)
Tras los pasos del abandono de las variedades criollas
En seis casos, los investigadores pudieron entrevistar a los agricultores originales que donaron las muestras al CIMMYT. En otros casos, entrevistaron a los miembros de su familia, con mayor frecuencia a los hijos o hijas, o alternativamente a sus nietos, hermanos, sobrinos o viudas.
El estudio revela que el cultivo de maíz ha disminuido significativamente en las familias. Solo 13 de las 66 familias siguen cultivando los mismos lotes de semillas de maíz que en 1966-67 y hubo consenso en que los entornos sociales, económicos y físicos actuales son desfavorables para el cultivo de variedades de maíz criollo.
Entre las razones del abandono se encuentran los cambios en las tecnologías de cultivo de maíz, los mercados cambiantes para el maíz y otros cultivos, los cambios de políticas, las preferencias culturales, la urbanización y el cambio climático.
«Al descubrir la continuidad de las variedades de maíz criollo en los campos de los agricultores y los factores que impulsan el cambio, pudimos entender mejor el contexto en el que se cultivan actualmente estas variedades», dijo McLean-Rodríguez. «Nuestro estudio también nos permitió evaluar la importancia de la conservación ex situ en instalaciones como el banco de germoplasma del CIMMYT».
El nieto de Juárez y Oliveros muestra el maíz de la familia: maíz colorado (izquierda) y maíz Ancho. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)
Conservación de la biodiversidad del maíz
Las variedades de maíz criollo se pueden conservar «in situ» en los campos de los agricultores y «ex situ» en un espacio protegido, como un banco de germoplasma o un banco comunitario de semillas.
“Estas estrategias de conservación son complementarias”, explicó McLean-Rodríguez. “La conservación ex situ ayuda a asegurar las variedades de maíz criollo en caso de condiciones impredecibles que amenazan su conservación en el campo, mientras que el cultivo in situ permite que continúen los procesos que generaron la diversidad del maíz, permitiendo la aparición de mutaciones y la evolución de nuevos rasgos potencialmente beneficiosos”.
La pérdida de variedades de maíces criollos en los campos de los agricultores durante más de 50 años destaca la importancia de la conservación ex situ. El banco de germoplasma de maíz del CIMMYT contiene 28 000 muestras de maíz y sus parientes silvestres de 88 países, que abarcan colecciones que datan de 1943. Las semillas almacenadas en el banco de germoplasma están protegidas ante crisis o desastres naturales, y están disponibles para el mejoramiento y la investigación. Los rasgos que se encuentran en las variedades de maíz criollo pueden incorporarse a nuevas variedades para abordar algunos de los desafíos agrícolas más apremiantes del mundo, como los cambios de clima, las plagas y enfermedades emergentes, y la desnutrición.
McLean-Rodríguez recuerda un aspecto del estudio que encontró particularmente gratificante: “Muchas de las familias que habían perdido su maíz criollo por una razón u otra estaban interesadas en recibir muestras de su maíz del banco de germoplasma del CIMMYT. Algunos estaban interesados en las muestras por su valor personal, mientras que otros estaban más interesados en el valor productivo. Estaban muy felices de recuperar su maíz del banco de germoplasma, y sería muy interesante saber si la semilla repatriada se cultivará en el futuro».
Ventura Oliveros García sostiene una fotografía de su padre, Santos Oliveros, quien fue uno de los productores de maíz que donó semillas al banco de germoplasma del CIMMYT en 1966-67. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)
Una tradición familiar
Una de las familias que participaron en el estudio fue la del agricultor Roque Juárez Ramírez y su esposa, Ventura Oliveros García, cuyo padre era uno de los agricultores donantes de Morelos. «Me sentí muy feliz al escuchar el nombre de mi padre, [Santos Oliveros]», menciona Oliveros, recordando el momento en que McLean-Rodríguez la contactó. «Siempre fue un productor de maíz, ya que en sus tiempos no se cultivaba nada más. Sembraba en su tierra de cultivo [ejido] y siempre pudo cosechar mucho maíz, muchas mazorcas. Plantaba una variedad de maíz criollo que llamamos maíz arribeño, o marceño, porque se siembra siempre en marzo”.
Juárez percibe su responsabilidad como productor de maíz: “Siento que la importancia [del cultivo del maíz] no es pequeña, sino grande. No estamos hablando de mantener con vida a 10 o 20 personas; tenemos que alimentar a todo un país de personas que comen y beben, además de atender a nuestras familias. Nosotros, los agricultores, generamos los alimentos”.
Mientras llena recipientes con champurrado, una bebida dulce mexicana a base de maíz, y presenta muestras del maíz básico de la familia — maíz colorado y ancho — Oliveros describe lo que significa el maíz para ella: «El maíz es muy importante para mi familia y para mí porque es nuestra principal fuente de alimento, tanto para humanos como para animales. «Utilizamos nuestra variedad de maíz para hacer pozole, tortillas, tamales, atole, quesadillas, picadas y muchos otros alimentos».
La familia Juárez-Oliveros sustituyó el lote de semillas de maíz ancho del padre de Oliveros con otro lote de semillas de maíz ancho de la familia de su esposo. El maíz ancho se usa para hacer pozole, y continúa siendo ampliamente cultivado en algunos municipios de Morelos, incluyendo Totolapan, donde reside la familia. Sin embargo, los investigadores descubrieron que otras variedades de maíz criollo presentes en la colección de 1966-67, como Pepitilla, fueron más difíciles de rastrear 50 años después.
El maíz colorado (a la izquierda), o maíz rojo, es una parte importante de la dieta de la familia. El maíz ancho de la familia (a la derecha) tiene granos característicamente anchos y planos, y es un ingrediente clave del pozole. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)
El estudio muestra que el abandono de las variedades de maíz criollo es común cuando la agricultura pasa de una generación a la siguiente. Los agricultores de mayor edad están muy conectados con sus variedades de maíz criollo y continúan cultivándolas, incluso ante razones apremiantes para cambiarlos o reemplazarlos. Cuando las generaciones más jóvenes se hacen cargo de la gestión de las tierras de cultivo, estas variedades de maíz criollo suelen ser abandonadas.
No obstante, los jóvenes agricultores siguen valorando la importancia cultural y culinaria de las variedades de maíz criollo. «El maíz tiene un importante significado tradicional y cultural, y es fundamental para nuestra economía», dijo Isaac Juárez Oliveros, hijo de Roque y Ventura. “He plantado [variedades de maíz criollo] desde que tenía entre 15 y 20 años. Conseguí mi semilla de maíz de mis padres. Creo que es importante que las familias sigan plantando su maíz, ya que se ha convertido en una tradición que se ha pasado de generación en generación”.
El hijo de la familia, Isaac Juárez Oliveros, afuera del almacén de maíz donde almacenan y secan el maíz cosechado para la venta y el consumo. (Foto: E. Orchardson/CIMMYT)
El legado para las generaciones futuras
La seguridad alimentaria mundial depende del mantenimiento de una alta biodiversidad genética en cultivos alimentarios básicos tan importantes como el maíz. Comprender las causas del abandono de las variedades de maíz criollo puede ayudar a desarrollar estrategias efectivas de conservación. Los autores sugieren que los nichos para la conservación de razas e incluso la expansión pueden apoyarse de la misma manera que se han creado nichos para mejorar el maíz y otros cultivos comerciales. Mientras tanto, el manejo de los recursos genéticos es vital, tanto en el campo como en los bancos de germoplasma, especialmente en los países en vías de desarrollo donde existe una diversidad más amplia.
Para Oliveros, es una cuestión de legado familiar: «Significa mucho para mí que [la semilla de mi familia] se haya conservado porque ha permitido que el maíz de mi familia y la memoria de mi padre sigan vivos».
«Los agricultores que cultivan variedades de maíz criollo están proporcionando un servicio público global invaluable», afirman los autores del estudio. “Fomentar el cultivo de maíz en los agricultores más jóvenes será clave. Aprovechar el potencial de conservación de la generación actual de agricultores es una oportunidad que no debemos dejar pasar».
Un reconocimiento especial para las familias, los participantes de los grupos focales y las autoridades municipales del estado de Morelos que amablemente dedicaron tiempo para compartir sus experiencias con nosotros sobre los desafíos y recompensas de la conservación de las variedades de maíz criollo.
La práctica de la selección masal es uno de los métodos que se pueden utilizar para aumentar el rendimiento de los productores que quieren conservar el maíz criollo.
Con información de: José Rangel Sánchez, técnico PROAGRO en la zona centro del estado de Guerrero.
6 de noviembre de 2017.
Mártir de Cuilapan, Gro.- El taller de selección masal se llevó a cabo en la parcela del productor Felipe Rivera Alonso, ubicada en Apango, Mártir de Cuilapan, Guerrero. El objetivo de la selección masal es aumentar el número de mazorcas por planta, el tamaño de la mazorca y el peso del grano. Con la iniciativa PROAGRO Productivo 2017, que en alianza con el CIMMYT busca aumentar el rendimiento sin aumentar costos de producción, mejorará la rentabilidad del cultivo. Lo anterior disminuirá la pérdida de grano por el ataque de hongos y el acame; además, mejorará la calidad de vida del productor al tener una mayor producción, pues cubrirá sus gastos de alimentación y tendrá un excedente para comercializar. Se conservará el acervo de semillas criollas como patrimonio de la comunidad y, a través de la parcela del productor donde se está realizando la práctica de selección masal, habrá vinculación entre los productores de la región que siembran maíz criollo.
El productor don Felipe es innovador y tiene la disposición de mejorar el rendimiento en su parcela, sin perder el maíz criollo que produce año con año, del que obtiene las siguientes variedades: arroceño, morado y ancho. En más de una ocasión compartió su semilla con los vecinos, en la comunidad saben que él siempre cuida su semilla. Sin embargo, don Felipe realiza la selección de maíz de manera tradicional, en la que se hace una selección en bodega y se eligen las mejores mazorcas, pero sin tomar en cuenta el estado de desarrollo de las plantas.
Por esta razón, estuvo muy interesado en participar en este taller, ya que le ayudó a mejorar sus conocimientos para obtener una semilla de buena calidad que garantice la producción, para ello se les explicó a los asistentes que se deben tomar en cuenta los procedimientos de control de la calidad de la semilla que se está seleccionando.
El primer paso es seleccionar la planta en campo, buscando reducir el acame, obtener materiales con tolerancia a enfermedades, disminuir el ciclo vegetativo del cultivo (precocidad), mejorar la sincronía en la floración, disminuir la presencia de plantas improductivas, uniformizar el color del grano de la mazorca, obtener grano harinoso o cristalino y una planta con la mazorca a menor altura; y descartar las plantas que no cumplan con las características esperadas y eliminar la floración masculina de las plantas no deseadas para sólo marcar las plantas que cumplan con lo que el productor busca, lo que aumenta la producción.
El siguiente paso es el corte de mazorcas para semilla y selección en campo, seleccionar mazorcas que estén bien encerradas por la hoja, sin daños por plagas o enfermedades y que tengan buen tamaño y peso.
Para tener un mejor aprendizaje, se realizó una práctica en la parcela de don Felipe, se seleccionaron y marcaron las plantas y todos los participantes se metieron en la parcela a seleccionar las plantas con las mejores características. Todo con la intención de mejorar su método tradicional de selección de semilla.
Intercambio de experiencias sobre los beneficios de la AC y las prácticas sustentables.
Con información de: Edgar Martín Miranda, técnico consultor del Hub Península de Yucatán.
2 de septiembre de 2017.
Yaxcabá, Yuc.- A través del marco de difusión de las innovaciones de Agricultura de Conservación (AC), se llevó a cabo una demostración en campo a productores y técnicos de la región sobre el manejo del cultivo de maíz del sistema milpa en la comunidad de Yaxunáh. El grupo de asistentes se trasladó al módulo agronómico Yaxunáh, en el que los asistentes dieron cuenta del manejo de las densidades de siembra, la aplicación de biofertilizantes y el control del gusano cogollero empleando trampas de feromonas. El productor cooperante del módulo, Francisco Canul, fue quien dirigió el recorrido por la parcela y describió las prácticas que realizó durante el ciclo, dando las descripciones técnicas de los procesos. Además, en la plataforma de investigación Yaxcabá, los estudiantes y productores de la comunidad constataron las variedades de maíz cultivadas; retomando conciencia de la importancia de los maíces criollos en la región y del beneficio de la AC al trabajar el mismo predio, y así evitar la destrucción del monte.
También se vistió el área de extensión Aktun Oon, en donde el productor cooperante Jacinto Tec realizó una descripción del manejo del cultivo, apoyado por el técnico facilitador.
Algunas experiencias:
Un extensionista de la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder Yucatán) comentó: “es importante el vínculo entre instituciones para realizar un mejor esfuerzo, esperamos ser tomados en cuenta para eventos próximos”.
Por su parte, los estudiantes dijeron que “al final del día, el recorrido de campo fue muy gratificante, ya que aprendimos de las experiencias de productores sobre el manejo del cultivo de maíz con enfoque de sustentabilidad”.
“Muchas gracias por invitarnos a visitar su trabajo, nos llevamos mucho conocimiento sobre cómo podemos hacer agricultura en nuestros pueblos. Don Francisco lleva 12 años en el mismo terreno y da bien; entonces no hay que tumbar monte nuevo, podemos producir en el mismo espacio, solo falta saber cómo, y acá aprendimos algunas cosas”, expresaron los productores.
La importancia de la demostración radica en que los asistentes, productores de la localidad y de otras comunidades, conocieron el manejo de AC en la milpa; asimismo, se realizó un intercambio de experiencias entre productores, extensionistas y estudiantes. Al finalizar el evento, los asistentes dijeron estar satisfechos e interesados en poner en marcha prácticas de manejo, es decir, replicar lo visto durante el recorrido.
La mancha de asfalto es una enfermedad común en la región Meseta Comiteca del estado de Chiapas.
Por: Luis Antonio Maldonado Maldonado, técnico PIMAF
Noviembre de 2016.
Chiapas.- Demostrar, difundir y lograr la adopción en los productores del uso de semillas mejoradas tolerantes a enfermedades, así como promover la Agricultura de Conservación para lograr una producción sustentable y rentable, son los objetivos del técnico PIMAF, Luis Antonio Maldonado Maldonado, quien trabaja día a día en la región Meseta Comiteca del estado de Chiapas.
En la región Meseta Comiteca se cultiva principalmente maíz, frijol y hortalizas, siendo el maíz de mayor importancia para el sustento alimenticio de la población. En todas las localidades de esta región, conformada por los municipios de Comitán de Domínguez, La Trinitaria, La Independencia y Las Margaritas, llevan a cabo la siembra del maíz criollo, generalmente 70% de maíz amarrillo comiteco y 30% de maíz blanco, de acuerdo con la información de los productores Manuel López Alfonzo (Ejido Michoacán, La Trinitaria), Telesforo Tapia Acevedo (Ejido Nuevo Progreso, La Trinitaria), Javier Maldonado (Rancho San Agustín, La Trinitaria), José Antonio Martínez Aguilar (Ejido Miguel hidalgo, La Trinitaria) y Natividad Santiago López (Ranchería Chenton, La Independencia).
En estas comunidades, la siembra de maíz criollo se lleva a cabo bajo un sistema muy tradicional, donde distribuyen la semilla variando entre 80 a 100 cm entre surcos y 80 a 100 entre puntos, y depositan de 3 a 4 semillas por punto con una densidad de siembra aproximada de 49,284 semillas; sin embargo, al final de la producción pueden tener una densidad de población aproximada de 33,500 plantas productivas con rendimientos de entre 0.7 a 2.5 toneladas por hectárea, debido a la mala distribución de la semilla y por las condiciones climáticas que han afectado considerablemente al cultivo de maíz, obteniendo bajos rendimientos.
Además, los productores de estas zonas están cultutralmente arraigados en conservar, de generación en generación, la semilla de maíz criollo. La insuficiencia de acompañamiento técnico para la mayoría de los productores y la falta de recursos económicos afectan directamente el desarrollo en la agricultura. Aunado a esto, los productores enfrentan otros problemas como la presencia de la enfermedad «mancha de asfalto» y el «gusano cogollero», así como el acame de las plantas, lo que decrece aún más los rendimientos del productor.
Por todo lo anterior es importante considerar proyectos con materiales resistentes a enfermedades con un manejo de distribución de la semilla y adecuado manejo del cultivo para lograr una mayor y mejor rentabilidad en el rendimiento de grano.
Luis Antonio Maldonado Maldonado, técnico PIMAF, trabaja día a día en la Meseta Comiteca para convencer y capacitar a los productores de esa región en el uso de semillas mejoradas con adopción de la Agricultura de Conservación, con el fin de lograr un mejor rendimiento en esta región chiapaneca.
Su objetivo es establecer áreas con semillas mejoradas y cambiar su sistema de distribución de semillas para obtener mejores resultados en la producción de granos. Tal es el caso de agricultores que en este ciclo de primavera-verano 2016 ya comenzaron a adaptar y adoptar variedades mejoradas con acompañamiento técnico y esperan un rendimiento de hasta 5 t/ha.
Trabajando de la mano con los productores cooperantes Natividad Santiago López y Javier Maldonado, el técnico Luis Antonio Maldonado ha podido ya incursionar con estas nuevas prácticas y tecnologías en las localidades de Ranchería Chenton, La Independencia, San Agustín, La Trinitaria y Ejido Venustiano Carranza, donde los productores tienen el interés de cultivar el maíz para incrementar la producción con la implementación de la Agricultura de Conservación.