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La tierra que da vida: la parcela de Tomasa y Fabián

Fabián y Tomasa, productores de Santa Catarina Lachatao, muestran con orgullo el fruto de su trabajo. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)
Fabián y Tomasa, productores de Santa Catarina Lachatao, muestran con orgullo el fruto de su trabajo. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)

En algún lugar del valle encantado de Santa Catarina Lachatao, Oaxaca, bajo su cielo azul, y en el corazón de una parcela llena de historia y esperanza, Fabián Marcos Cano y Tomasa García Pérez trabajan el futuro que han anhelado con las manos hundidas en la tierra. En este sitio, donde la lengua zapoteca da nombre al territorio, cada semilla sembrada por esas manos es un acto de confianza.

Fabián, con la mirada marcada por los años, habla de su parcela con el orgullo de quien aprendió a escuchar la voz de la tierra. “Nosotros sembrábamos como Dios nos daba a entender”, dice, al recordar los días en que la siembra era un ejercicio de intuición y herencia.

Hoy, con el acompañamiento de técnicos de la SEFADER, como Reinalda Gómez y su equipo, su forma de cultivar ha cambiado. Fabián y Tomasa han aprendido a respetar los ritmos del suelo, a devolverle lo que toman, a mirar cada planta desde otra lente. “Es como comida para la comida”, explica Fabián.

El maíz y el frijol crecen en su parcela sin prisa. La tierra se nutre con el rastrojo que antes se lo daban únicamente al ganado, y con el abono que dejaba escapar. “Es mucho trabajo, pero es nuestra vida”, dice Fabián con la firmeza de quien entiende que el esfuerzo es parte del ciclo.

Tomasa, por su parte, encuentra en cada cosecha un vínculo con sus ancestros. “La tierra nos da vida”, dice con tal certeza que no da lugar a la duda. En su parcela, la milpa convive con calabazas, frijoles, quintoniles y verdolagas, en un equilibrio que necesita paciencia y respeto. Ha aprendido a dejar que la naturaleza haga su trabajo, a entender que quemar es quitarle a la tierra su capacidad de renovarse. “Nosotros amontonamos la hierba, la dejamos pudrirse y así la tierra se alimenta”, explica.

El camino no ha sido fácil. El año pasado, un vendaval les tumbó buena parte de su cosecha. “Venía muy bonito, pero el viento lo tiró todo”, cuenta Fabián con resignación. Sin embargo, no se rinden. “Nos conformamos con lo que Dios nos da, porque para nosotros es mucho”. Lo que queda en pie se cosechará para la semilla del próximo ciclo.

Cada aplicación de bioinsumos, cada diversificación de cultivos, cada enseñanza que los ingenieros han compartido, han transformado su forma de cultivar y de entender la vida. La tierra, que antes parecía un enemigo que imponía sus reglas, en la actualidad es una aliada que responde al cuidado con generosidad.

En el marco del Día Mundial de las Legumbres, la historia de Fabián y Tomasa es un testimonio de resistencia y aprendizaje. Es la prueba de que la agricultura puede ser distinta, de que la tradición y la innovación pueden caminar de la mano. Porque en cada grano de frijol que cosechan, en cada mazorca que guardan para el siguiente ciclo, hay una lección valiosa: la tierra devuelve lo que recibe. Y en Santa Catarina, bajo el sol que ilumina la parcela de Fabián y Tomasa, la vida brota con fuerza.

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Legumbres, aliadas de la alimentación y del suelo

Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)
Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)

Desde tiempos prehispánicos, el frijol ha sido un pilar de la dieta y la cultura agrícola en México. Sin embargo, en años recientes, el país ha experimentado un aumento en las importaciones de esta leguminosa, alcanzando en 2023 un volumen histórico de aproximadamente 313 mil toneladas (INEGI, 2023). Este crecimiento de las importaciones se debe, entre otros factores, a las sequías que han propiciado la disminución de la producción en los estados tradicionalmente productores.

Aunque en México el frijol es la leguminosa por excelencia, no es la única que se cultiva. Actualmente, hay una gran diversidad de opciones disponibles para que las familias agricultoras elijan de acuerdo con sus necesidades y preferencias. Estas opciones incluyen cultivos como el frijol mungo (Vigna radiata), dólicos (Dolichos lablab), gandules (Cajanus cajan), cacahuates, entre otros.

La inclusión de leguminosas en los sistemas de producción representa además una estrategia clave para fortalecer la seguridad alimentaria y mejorar la salud del suelo. Investigaciones desarrolladas en las plataformas de investigación que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores han demostrado que el uso de estas especies contribuye significativamente a la fertilidad del suelo, reduciendo la necesidad de fertilizantes sintéticos y, por lo tanto, los costos de producción. 

Las leguminosas tienen una característica agronómica excepcional: en simbiosis con bacterias del género Rhizobium, pueden fijar nitrógeno atmosférico y convertirlo en una forma utilizable por las plantas. Este proceso reduce la dependencia de fertilizantes nitrogenados, cuyo uso excesivo puede degradar los suelos y generar impactos ambientales negativos. Además, la rotación y asociación de cultivos con leguminosas mejora la calidad del suelo, la disponibilidad de nutrientes y ayuda a controlar plagas de manera natural.

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A través de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores que están estratégicamente distribuidas en gran parte del territorio nacional, cada ciclo productivo se suma evidencia de la ventaja de incorporar las leguminosas a los sistemas productivos. En la plataforma de Tlaltizapán, Morelos, durante el ciclo primavera-verano 2023, por ejemplo, la combinación de camas permanentes, rotación con leguminosas (dólicos) y el mantenimiento del 100% de los residuos del cultivo permitió mayores rendimientos, efecto que ha sido observado especialmente en condiciones de sequía prolongada.

En la plataforma de San Miguel Tlacamama, también en Oaxaca y en el mismo ciclo productivo, la cobertura proporcionada por las leguminosas (en sistemas asociados de maíz-frijol) ayudó a reducir costos en el control de arvenses, beneficiando a los agricultores con un ahorro significativo.

Por su parte, en Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha reportado beneficios consistentes, por lo que esta tecnología ahora forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz y frijol en Chiapas que recientemente publicó el CIMMYT. En este documento se señala que en la plataforma de Comitán (ciclo primavera-verano 2022) las asociaciones maíz-canavalia y maíz-dólicos mejoraron significativamente la biomasa y la producción de grano de maíz. Estos resultados son relevantes considerando que en esta región de Chiapas el rendimiento promedio de maíz es muy bajo (de apenas 1.5 toneladas por hectárea —t/ha—) debido, sobre todo, a la pérdida de materia orgánica.

De igual manera, en la plataforma de Ocosingo, Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha demostrado ser una estrategia efectiva para mejorar la eficiencia en el uso del suelo. La asociación de maíz con frijol mungo, dólicos, gandules y cacahuates ha permitido cosechas adicionales, con el beneficio extra de que las leguminosas ayudan a reducir plagas en el maíz mediante la diversificación funcional (atracción de insectos benéficos y/o como cultivo trampa). 

Las legumbres, que son las semillas que se cosechan de las leguminosas, han acompañado al ser humano desde la prehistoria, no solo como alimentos emblemáticos (como el frijol para México o el garbanzo para las culturas mediterráneas), sino como aliadas en la sostenibilidad de los sistemas productivos. Su capacidad para ayudar a regenerar el suelo, reducir el uso de insumos sintéticos y diversificar las fuentes de ingreso de los agricultores las convierten en una pieza clave para la seguridad alimentaria del futuro.

Cada 10 de febrero el mundo celebra el Día Mundial de las Legumbres, recordándonos su importancia en la nutrición y la agricultura sostenible. En México, donde el frijol es un símbolo de identidad y tradición, es fundamental fortalecer la producción de esta y otras leguminosas a través de prácticas agronómicas más sustentables. Con el respaldo de plataformas de investigación como las aquí referidas esta tarea es posible.

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El papel de las leguminosas en la agricultura sustentable de Honduras

Capacitación en manejo poscosecha de granos en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: InnovaHub Honduras)
Capacitación en manejo poscosecha de granos en el InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: InnovaHub Honduras)

Las leguminosas son plantas pertenecientes a la familia Fabaceae o Leguminosae, una de las más grandes y diversificadas del reino vegetal. Esta familia incluye una amplia gama de plantas, desde árboles y arbustos hasta hierbas. Las leguminosas se caracterizan principalmente por su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico y producir frutos en forma de vainas que contienen semillas. Entre las más conocidas están los frijoles, los chícharos, las lentejas y las habas, pero también son leguminosas árboles como las jacarandas o las acacias.

En la agricultura, las leguminosas son fundamentales por varias razones, “ya sea que las utilicemos como cobertura de suelo, fijadoras de nitrógeno, forraje para ganado o algunas para consumo humano, las leguminosas se adaptan bien a suelos pobres y funcionan como elemento esencial de la diversificación de cultivos, o bien, para hacer barbechos mejorados”, comenta José Francisco Guillén Álvarez, quien forma parte del equipo técnico del InnovaHub Oriente de Honduras.

Proyecto para producción de semilla con productores de ARSAGRO. (Foto: Edy Rafael López / InnovaHub Oriente de Honduras)
Proyecto para producción de semilla con productores de ARSAGRO. (Foto: Edy Rafael López / InnovaHub Oriente de Honduras)

El InnovaHub Oriente de Honduras articula los esfuerzos de un conjunto de organizaciones y actores relacionados con los sistemas agroalimentarios a fin de impulsar la innovación y la sustentabilidad del campo hondureño en el marco de AgriLAC Resiliente, iniciativa impulsada por CGIAR a través de centros de investigación científica internacionales como la Alianza Bioversity-CIAT (ABC), con sede en Colombia, y CIMMYT, con sede en México.

Las leguminosas, particularmente ciertas variedades de frijoles, forman parte sustancial de la dieta de los hondureños, ya que son una fuente rica en proteínas, fibra, vitaminas y minerales esenciales. No obstante, uno de los desafíos de los productores es la conservación del grano, ya que las condiciones climáticas favorecen la aparición de plagas de almacén.

Para brindar alternativas que no requieren plaguicidas, recientemente especialistas de CIMMYT impartieron la capacitación Manejo poscosecha de granos básicos en las oficinas de ARSAGRO —una de las organizaciones que colabora en el InnovaHub Oriente—, en Danlí, El Paraíso.

“El objetivo de esta capacitación fue desarrollar capacidades y habilidades en los técnicos para implementar y difundir prácticas y tecnologías poscosecha sustentables en su región. Abordamos el sistema poscosecha, plagas y daños causados, así como métodos de control en campo y almacén. También realizamos prácticas de acondicionamiento de grano, clasificación de daños y humedad y el uso de tecnologías herméticas”, detalla Rodolfo Vilchis, especialista en poscosecha del Hub Chiapas de CIMMYT.

Especialista en poscosecha de CIMMYT durante capacitación en manejo poscosecha de grano. (Foto: InnovaHub Oriente Honduras)
Especialista en poscosecha de CIMMYT durante capacitación en manejo poscosecha de grano. (Foto: InnovaHub Oriente Honduras)

Además del manejo poscosecha, a través de AgriLAC Resiliente se impulsan otras acciones clave donde las leguminosas tienen un rol protagónico: desde la producción de semilla y fertilización adecuada hasta la implementación de camas permanentes —una forma de minimizar la labranza para favorecer la estructura del suelo— y pruebas de calidad en frijol, destaca Edy Rafael López, del equipo técnico del InnovaHub Oriente, quien además destaca el papel de variedades de frijol que se adaptan a condiciones climáticas difíciles, como el frijol Rojo Chortí, desarrollado y validado por instituciones de investigación hondureñas como una respuesta ante la intensificación de fenómenos climatológicos extremos.

El potencial de las leguminosas es amplio. Orson Hernández, también del equipo técnico del InnovaHub Oriente, por ejemplo, las ha incorporado en sus trabajos con agricultores para retener el suelo y retomar su función como cultivos de cobertura porque además las leguminosas mejoran la estructura del suelo y reducen la necesidad de fertilizantes químicos.

 

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Nuevos cultivos se suman al quehacer científico del CIMMYT

El productor Jerónimo Díaz de la Ciénega de Zimatlán (Oaxaca, México), en parcela destinada a la producción de forrajes. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
El productor Jerónimo Díaz de la Ciénega de Zimatlán (Oaxaca, México), en parcela destinada a la producción de forrajes. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

En la edición 2023 de Expoceres, realizada del 14 al 16 de marzo en Los Mochis, Sinaloa, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) anunció que en su estrategia hacia el año 2030 se han integrado importantes cambios para potenciar el impacto de su quehacer científico a través del desarrollo de actividades de investigación y extensión centradas en el productor y, por ende, con la activa participación de las y los productores. 

Expoceres, que cuenta con una trayectoria de cerca de tres décadas, es una de las exposiciones agrícolas más grandes del país. Durante su participación en esta que también es una plataforma de vinculación para el sector, Bram Govaerts, director general del CIMMYT, comento que dicho centro de investigación tiene “un compromiso irrenunciable con el desarrollo sostenible e inclusivo de los productores a quienes consideramos nuestra razón de ser. Por ello, queremos trabajar aún más estrechamente con ellos para comprender mejor los retos que enfrentan los sistemas alimentarios en el entorno actual de crisis climática, económica y alimentaria”. 

Durante el desarrollo de la conferencia “Acelerando la transformación de los sistemas alimentarios, por un mundo con mayor seguridad alimentaria y global”, Govaerts sostuvo que “en el CIMMYT queremos enfrentar los retos de la seguridad alimentaria, de la producción sostenible y rentable con los productores para contribuir a superarlos mediante la transformación de los sistemas alimentarios con lo mejor de nuestra ciencia y capacidades de extensión y desarrollo”. 

Para lograr este objetivo, señaló Govaerts, “el CIMMYT también está transformándose y renovándose. Hemos extendido nuestra misiva más allá del maíz y del trigo para incluir nuevos cultivos y leguminosas de climas áridos que son muy nutritivos tanto para los suelos como para la salud humana. Ahora también trabajamos con sorgo, frijoles, chícharo gandul, garbanzo, mijo y otros cultivos”. 

La inclusión de un cultivo como el mijo es un acto muy significativo porque 2023 es precisamente el Año Internacional del Mijo por acuerdo de la 75 Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en marzo de 2021. “El exhorto de las Naciones Unidas es que usemos más este cereal para fortalecer la seguridad alimentaria de los que menos tienen, pero también para hacer más sostenibles los sistemas productivos, mediante la rotación de cultivos, la siembra intercalada y la nutrición integral de los suelos”, señaló Govaerts. 

Finalmente, el director general del CIMMYT mencionó que es importante “aprovechar estos momentos de crisis para innovar, para ampliar los horizontes y las colaboraciones para generar las tecnologías y mejores prácticas agronómicas que transformen los sistemas alimentarios de México y del mundo”.

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Diversificar cultivos promueve una mejor dieta y salud en las zonas rurales

Leguminosas en sistema de producción con cultivos diversificados, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Leguminosas en sistema de producción con cultivos diversificados, en Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Una dieta en transición 

Con un consumo por persona de alrededor de 200 kg de granos cada año, el maíz es la base de la alimentación de los mexicanos. El frijol y la calabaza también son alimentos básicos en el país, y lo han sido desde tiempos prehispánicos, ya que eran parte del sistema ancestral de la milpa. 

Si bien la dieta tradicional en México está basada en granos, leguminosas y vegetales, existe una la tendencia mundial de modificación de dietas por la globalización, la urbanización y el cambio en los estilos de vida. De acuerdo con la organización mundial de la alimentación (FAO), se ha observado esta transición alimentaria tanto en las zonas rurales como en las zonas urbanas, lo que se ha reflejado en un aumento en la demanda de carnes, lácteos y productos procesados, por encima de alimentos como cereales, leguminosas y verduras. 

Así, por ejemplo, entre 1970 y 2013 en México se ha observado una reducción de más de la mitad del consumo de los frijoles. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2018 también revela que 75 % de la población mexicana no come suficientes leguminosas de acuerdo con las recomendaciones del grupo EAT-Lancet para una dieta sostenible y saludable. Entre los factores que han contribuido a esta disminución están aspectos socioculturales, donde el consumo de frijoles se ha asociado, erróneamente, a la pobreza. 

Cambios como estos han empeorado el problema de malnutrición, generando una doble carga que se traduce en la coexistencia de la desnutrición, así como el sobrepeso y obesidad. Esta compleja situación también es factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, diabetes y distintos tipos de cáncer. Por esto es importante cambiar este patrón y promover dietas saludables y sostenibles ya que, además, se proyecta que el cambio climático empeorará la situación, particularmente en las zonas rurales con más vulnerabilidad. Los frijoles, y las leguminosas en general, tienen el potencial para cambiar esto. 

¿Cuáles son las ventajas de comer frijoles y las leguminosas en general? 

Los frijoles y las leguminosas son una buena fuente de varios micronutrientes como potasio, magnesio, ácido fólico, hierro y zinc, y son fuente importante de proteínas de origen vegetal. En particular, se encuentran entre los únicos alimentos vegetales que proporcionan cantidades significativas de lisina, unos de los aminoácidos esenciales para los seres humanos —el maíz, por ejemplo, es deficiente en lisina por lo que combinar maíces y frijoles es una forma de remediar la carencia en aminoácidos esenciales—. 

Las leguminosas también son una buena fuente de fibras y almidón resistente —un tipo de carbohidrato que aporta múltiples beneficios para la salud—, con implicaciones positivas en la prevención de enfermedades crónicas como cáncer o diabetes. Las fibras, al regular el tránsito gastrointestinal contribuyen a que los frijoles tengan un índice glicémico bajo —es decir, que su capacidad de aumentar el nivel de azúcar en la sangre es bajo—, en comparación a otros grupos de alimentos. 

Además, las leguminosas contienen fitoquímicos (polifenoles) y antioxidantes —compuestos  relacionados con la reducción de enfermedades cardiovasculares, de tumores y de enfermedades neurodegenerativas—, y están asociadas a la reducción del riesgo de enfermedades crónicas. De hecho, se ha demostrado en varios estudios que el consumo de leguminosas puede contribuir a disminuir el riesgo de obesidad y enfermedades cardiovasculares. 

¿La diversificación de cultivos puede incidir sobre la dieta y la salud de los productores? 

La diversificación de cultivos en las parcelas de los pequeños productores tiene muchas ventajas, entre ellas la reducción de los riesgos de malas cosechas debido al cambio climático, plagas o enfermedades; una mejora de la salud del suelo; así como mayor rendimiento y sostenibilidad ambiental. 

Diversificar cultivos contribuye también a reducir los riesgos de desarrollo de hongos y la producción de micotoxinas, sustancias potencialmente dañinas para la salud. Las ventajas además pueden reflejarse en la dieta de las familias productoras que integran una mayor diversidad de cultivos a su alimentación.

Estudios en África, por ejemplo, han demostrado que la promoción de la diversificación de cultivos puede tener un impacto positivo sobre la salud de los adultos y los niños, además de contribuir al reducción de los riesgos de ingestión de micotoxinas, particularmente para los productores que viven en zonas remotas y que tienen poco acceso al mercado. 

Promover la diversificación de cultivos es entonces una forma de lograr sistemas agroalimentarios locales resilientes y la seguridad alimentaria de los productores de pequeña escala. Así, es importante que los programas de diversificación estén acompañados de actividades de educación nutricional —para demostrar a las comunidades los beneficios asociados al consumo de frijoles y leguminosas en general— y estén soportados con actividades de empeoramiento de mujeres y jóvenes.

En el sur y sureste de México, Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) están impulsando la diversificación de cultivos a través del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’. Con esta iniciativa se promueve la diversificación de cultivos, la asociatividad en el medio rural y los liderazgos comunitarios. Además, se impulsa la Campaña de sensibilización sobre inocuidad alimentaria y micotoxinas, de la que se desprende este artículo.  

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Día del agricultor en el Valle del Yaqui

Recorrido por el área experimental del CIMMYT en las instalaciones del CENEB, en Sonora, México, durante el Día del Agricultor 2023. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Recorrido por el área experimental del CIMMYT en las instalaciones del CENEB, en Sonora, México, durante el Día del Agricultor 2023. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

“Hoy en día México es ejemplo de la vinculación del conocimiento a favor de la agricultura y mantiene el compromiso de hacer producir el campo de una manera más eficiente y responsable, con base en el conocimiento, la investigación y las tecnologías”, señaló Víctor Villalobos Arámbula, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, durante la conmemoración del Día del Agricultor 2023 que cada año se realiza en el Valle del Yaqui, en Sonora, México, desde hace más de seis décadas. 

“Hace más de 60 años el doctor Norman Borlaug y los productores sonorenses tuvieron un impacto extraordinario brindándole al mundo variedades de trigo mejoradas que permitieron enfrentar y superar una crisis que amenazaba la vida de millones. El Premio Nobel de la Paz que en 1970 recibió el doctor Borlaug es producto de ese esfuerzo conjunto entre los investigadores y los productores”, mencionó Bram Govaerts, director general del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) durante la ceremonia. 

El Día del Agricultor es una conmemoración en honor a los agricultores sonorenses y forma parte del legado del doctor Borlaug quien, en la primavera de 1948, presentó a los productores del Valle del Yaqui las primeras variedades de trigo resistentes a la roya, las cuales constituyen un hito en la historia de la humanidad pues permitieron acelerar la producción de trigo a nivel global, evitando que la hambruna en distintos países hiciera estragos.

“Estamos en un momento similar, y ahora es nuestra responsabilidad trabajar juntos para superar los retos de la inseguridad alimentaria, el cambio climático, los múltiples conflictos y el alto costo de vida. En este Día del Agricultor los invito a unirse a este gran esfuerzo y a seguir trabajando juntos en nuestra responsabilidad compartida”, añadió en este sentido el director general del CIMMYT.

En la actividad también estuvieron presentes Jesús Larraguibel, presidente del Patronato para la Investigación y Experimentación Agrícola del Estado de Sonora (PIEAES); Santiago Arguello, coordinador general de Agricultura; Carlos Javier Lamarque, presidente municipal del Ayuntamiento de Cajeme, Luis Ángel Rodríguez del Bosque, titular del Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), productores e investigadores.

Como parte del programa de la conmemoración —que incluyó un área de exposiciones en la que participan empresas proveedoras de maquinaria, equipos, insumos y servicios— destacaron los recorridos por las instalaciones del Campo Experimental Norman E. Borlaug (CENEB), uno de los principales centros de investigación colaborativa del INIFAP donde, junto con el CIMMYT, el PIEAES y otros organismos, se han hecho destacadas aportaciones a la agricultura de México y el mundo.

Los recorridos por las estaciones permiten que los investigadores presenten sus logros y avances en la aplicación de nuevas tecnologías derivadas de sus investigaciones y las nuevas variedades mejoradas de los principales cultivos, avances importantes que tienen que ver con el futuro de la seguridad alimentaria del país y en el que la colaboración entre investigadores y productores es determinante. 

“Aquí en el CENEB tenemos una inspiradora historia de éxito y colaboración con los productores del PIEAES que se fortalece todos los días con el trabajo conjunto de investigación en agronomía y desarrollo de nuevas variedades de maíz y trigo más resilientes, nutritivas y rendidoras”, mencionó Bram Govaerts, enfatizando en que “el CIMMYT tiene un compromiso irrenunciable con los productores y por eso, recientemente, en la revisión de nuestra estrategia hacia el 2030 acordamos potenciar el impacto de nuestra ciencia a través de la investigación y la extensión centradas en los productores y con su activa participación”. 

Como muestra del compromiso con los productores de México y el mundo, enfatizó Bram Govaerts, el CIMMYT está renovándose: “hemos extendido nuestra misiva más allá del maíz y del trigo para incluir nuevos cultivos y leguminosas de climas áridos que son muy nutritivos tanto para los suelos como para la salud humana. Así, ahora también trabajamos con sorgo, frijoles, chícharo gandul, garbanzo, mijo y otros cultivos”.  

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Frijol, una legumbre que da identidad a los pueblos de México

Productor de Larráinzar, en el estado mexicano de Chiapas, muestra una de las variedades de frijol que cultiva en su milpa. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Productor de Larráinzar, en el estado mexicano de Chiapas, muestra una de las variedades de frijol que cultiva en su milpa. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Las legumbres son los frutos —semillas contenidas en una vaina— que producen las leguminosas —frijoles, habas, lentejas, cacahuates, etcétera—.  Son una gran fuente de proteínas vegetales y, en el plano agronómico, mejoran con sus propiedades la tierra en la que se cultivan pues poseen la singular capacidad de aportar nitrógeno a la tierra de cultivo. 

La fijación biológica del nitrógeno proporciona muchos beneficios funcionales para los agroecosistemas y ayuda en los esfuerzos para reducir los efectos ambientales negativos por el uso de fertilizante nitrogenado. 

En los sistemas de cultivo de cereales, las leguminosas, en simbiosis con rizobios —bacterias fijadoras de nitrógeno—, aportan la mayor entrada de nitrógeno fijado mediante esta vía. 

En México el frijol es la leguminosa por excelencia. Aunque el país cubre la mayor parte de su demanda de frijol, entre 2003 y 2019 importó alrededor de 123 mil toneladas anuales para complementar la demanda interna. En 2021 se registraron importaciones históricas, y en 2022 los menores niveles desde 2015 debido a significativos excedentes en la cosecha nacional.

El frijol se cultiva en prácticamente todo México, sin embargo, son ocho las entidades que producen tres cuartas partes de la producción nacional: Zacatecas, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Guanajuato y San Luis Potosí.

Componente esencial de la milpa, el frijol ha formado parte importante de la dieta de los mexicanos y de su economía desde tiempos prehispánicos, por lo que forma parte de la cultura gastronómica del país.

“El pueblo mixe (ayuukjä’äy) —en el estado mexicano de Oaxaca— posee una cultura rica y distintiva. Su organización social, sincretismo cultural, música y gastronomía son característicos, así como su lengua (ayuuk) y su milpa, cuyos productos, particularmente el frijol, forman parte de su identidad y sus manifestaciones culturales”, comenta Zenaida Pérez Martínez, de la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable en Laderas (AMDSL).

“Preparado en tamales, el frijol es el acompañante indispensable del caldo mixe, un aromático y tradicional platillo que se consume en fiestas patronales y ocasiones especiales. También en la alimentación cotidiana es fundamental: con el grano seco se elaboran el “frijol en amarillo”, la pasta de frijol para la infaltable tortilla embarrada y el frijol caldoso, que es uno de los platillos comunes en la zona”, puntualiza Zenaida. 

La ingesta de frijol es una forma de completar la calidad proteica de una dieta basada en maíz, ya que su proteína es deficiente en lisina y triptófano y el frijol contiene una cantidad de lisina suficiente para compensar esto.

En la región mixe se cultivan diversos frijoles en el sistema milpa. Destaca el ‘Frijol Gordo’ (Phaseolus dumosus) —que también se aprovecha en ejotes— y  el frijol ‘Ayocote’ (Phaseolus coccineus). 

Además de estos frijoles, hay otra leguminosa que comúnmente se establece en la región mixe: el chícharo. Este “se siembra en septiembre como cultivo de invierno porque es resistente a las heladas y se desarrolla bien con la humedad residual; se consume hervido o en guisos, tamales y las típicas empanadas de chícharo de la región”.

A pesar de la diversidad, los rendimientos no siempre son adecuados. En ocasiones, las familias productoras apenas alcanzan a cubrir sus necesidades de consumo debido a diversos factores: las pendientes pronunciadas que predominan en la región, la labranza convencional que prevalece, las lluvias irregulares de ciclos recientes y fechas de siembra que no aprovechan todo el potencial de los cultivos.

Para que las leguminosas sigan siendo parte de la cultura del pueblo mixe, la AMDSL y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueven innovaciones sustentables en la región: se han establecido barreras vivas —plantas que se colocan perpendiculares a la pendiente— para evitar la pérdida de suelo, se han ajustado las fechas de siembra y se ha promovido la agricultura de conservación.

Así, también se busca fortalecer la seguridad alimentaria y potenciar los beneficios de las leguminosas para mejorar los suelos —ya que además son un abono verde con grandes aportes de biomasa— y para que sigan siendo parte de la identidad, alimentación y cultura de los pueblos de México.

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Ventajas de diversificar cultivos

Detalle de una planta de higuerilla. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Detalle de una planta de higuerilla. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Actualmente en los Valles Centrales de Oaxaca, en México, el cultivo de maíz es la opción número uno para establecer bajo condiciones de temporal. Sin embargo, existen otros cultivos que se adaptan a sus condiciones agroclimáticas y no se han tomado en cuenta para la diversificación de cultivos, muchas veces porque se desconoce si estos también pudieran diversificar los ingresos del productor en caso de existir mercado y buen precio de compra.

Uno de esos cultivos alternativos que se adaptan bien a la zona es la higuerilla (Ricinus communis). De hecho, entre 1940 y 1980 la región de Valles Centrales del estado de Oaxaca destacó por ser una buena productora de semilla de esta planta oleaginosa —cuya importancia económica deriva del hecho que de ella se obtiene el aceite de ricino, con muchos usos farmacéuticos e industriales—. Después de ese periodo, sin embargo, la demanda de higuerilla disminuyó, por lo que las localidades de Valles Centrales, como la Ciénega de Zimatlán, dejaron de producirla. 

Actualmente, en los Valles Centrales se ha revitalizado la cadena de valor de la higuerilla gracias a empresas jóvenes como Ricinomex que están apostando por la diversificación de cultivos mediante la producción sustentable tanto de higuerilla para la elaboración del aceite de ricino, como de maíces nativos para la elaboración de productos innovadores como el whisky.

Ya que muchas veces la higuerilla —también conocida como tártago o grillal— es vista como una maleza que debe eliminarse de las parcelas, técnicos de Ricinomex, en colaboración con el Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), han establecido parcelas demostrativas o módulos de innovación junto con productores que deciden diversificar cultivos de forma sustentable.   

En la parcela de don “Rafa”, por ejemplo, se estableció un híbrido de higuerilla y también crotalaria (Crotalaria juncea), que es una leguminosa que sirve como abono verde y forraje. Don “Rafa” asegura que “en esos terrenos crecían unos buenos grillales criollos” y recuerda ir a pizcar con su papá cuando la temporada de cosecha de la higuerilla llegaba.

Después del corte de racimos don “Rafa” ha comprobado que la producción de higuerilla es una buena opción para la zona. Actualmente en su parcela se realizan ensayos para determinar las mejores alternativas de fertilización, así como el efecto de la crotalaria, la cual, a la fecha, ha mostrado un buen crecimiento y desarrollo en suelos franco arenosos y los animales de traspatio la han aceptado bien como forraje, de manera que se busca incrementar la superficie de siembra en ciclos próximos.

Con esta innovación se está generando un aporte considerable de residuos vegetales, mismos que sirven de material de cobertura pues, durante el ciclo de cultivo de la oleaginosa, el follaje viejo queda en la parcela. Este abono verde contribuye además en la fijación biológica de nitrógeno y es un excelente forraje, brindando hospedaje a insectos benéficos, ayudando en el control malezas —por efecto de cobertura— y reduciendo la presencia de nematodos, un tipo de gusanos que pueden ser perjudiciales para los cultivos. 

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Ebo común, un cultivo muy útil para rotarse con maíz

Ebo como cultivo de servicio con maíz en parcela de Irapuato, en Guanajuato, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Ebo como cultivo de servicio con maíz en parcela de Irapuato, en Guanajuato, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

La producción anual de maíz y trigo en El Bajío, en México, se basa en un sistema de rotación de cultivos cereal-cereal y tasas de fertilizante nitrogenado anuales en constante aumento. El uso indiscriminado de fertilizantes nitrogenados y su precio elevado —durante este año se ha registrado un incremento de hasta 180 % con respecto a su precio en 2021— pone de manifiesto la necesidad de evaluar alternativas sostenibles y de menor costo para aportar los nutrientes que aseguren un mayor rendimiento en los cultivos de cereal. 

Una alternativa económica y ecológicamente viable para la fertilización orgánica es el uso de cultivos de cobertura o de servicio, específicamente de especies leguminosas con capacidad para fijar biológicamente el nitrógeno atmosférico.

En diversas partes del mundo los cultivos de leguminosas se incluyen dentro de los sistemas de rotación gramínea–leguminosa que han aportado buenos resultados; sin embargo, en El Bajío, debido al alto nivel productivo de los cereales, la rotación con leguminosas es una alternativa económicamente poco atractiva para los agricultores. 

Debido a esto, en la plataforma experimental de Acámbaro —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se realizó una evaluación para determinar la mejor especie, de entre tres leguminosas, para establecer como cultivo de servicio intercalado con maíz, así como determinar la mejor etapa para el establecimiento de dicho cultivo.

Las leguminosas evaluadas fueron el ebo velloso (Vicia villosa), el ebo común (Vicia sativa) y la esparceta (Onobrychis viciifolia). De estas, el ebo común se desarrolló mejor en las condiciones de humedad y temperatura al intercalarse como cultivo de servicio con maíz en el sistema de agricultura de conservación.

Así, establecer el ebo común en la etapa de hoja bandera del maíz permite aprovechar la humedad del suelo para su germinación, la entrada de luz en este momento promueve un desarrollo más rápido, además de que el periodo que permanece la leguminosa en campo es suficiente para llegar a la etapa de mayor fijación biológica de nitrógeno.

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Alimentar el suelo para alimentar a las comunidades 

La productora Soledad Chávez Pineda muestra su cultivo de chícharo en el municipio de Magdalena Apasco, en Oaxaca, México. (Foto: Carlos Barragán/Agricultura Familiar y Agronegocios)
La productora Soledad Chávez Pineda muestra su cultivo de chícharo en el municipio de Magdalena Apasco, en Oaxaca, México. (Foto: Carlos Barragán/Agricultura Familiar y Agronegocios)

Siempre es un buen momento para dirigir los reflectores hacia la agricultura de pequeña escala, conocer las estrategias que han implementado para lograr que sus unidades de producción sigan vigentes a pesar de las condiciones adversas en las se están desarrollando. La actual crisis de fertilizantes químicos, por ejemplo, es una oportunidad para construir una agricultura más sustentable. 

El incremento en el precio de los fertilizantes —producto del conflicto entre Ucrania y Rusia, uno de los mayores productores de fertilizantes del mundo— ya ha impactado en el precio de los alimentos y está afectando la economía de muchas familias en México y otros países.

Ante este contexto, es importante conocer y difundir las diferentes alternativas que existen para hacer frente a esta crisis. El cultivo de leguminosas —por su capacidad para fijar nitrógeno—, el uso de fertilizantes orgánicos como compostas, abonos verdes, entre otros, son prácticas útiles en este sentido. 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México, en el estado de Oaxaca solo el 3% de la superficie agrícola es fertilizada con abono orgánico, pero en el Valle de Etla, donde está el municipio de Magdalena Apasco, esta cifra sube a 37%. 

¿Qué pasa con el resto de la superficie? Si se suma la fertilización orgánica y química entonces en Oaxaca el 83% de la superficie agrícola queda sin fertilizar —37% para el caso del Valle de Etla—. Esto muestra la necesidad de implementar estrategias para la recuperación y mejoramiento de la fertilidad de los suelos. 

En Magdalena Apasco, como en otros lugares de Oaxaca y del país, la elaboración y suministro de bioinsumos ha tenido un impacto bajo por diversos factores socioculturales —como la limitada disponibilidad de mano de obra y el hecho de que el 52% de los productores de maíz del estado son adultos mayores—, pero con las leguminosas ha sido el caso contrario. 

Entre las razones de este hecho está que las leguminosas, sobre todo aquellas que pueden cosecharse en verde —como los chícharos, las habas o los ejotes—, permiten que las familias generen ingresos de manera previa a la cosecha del maíz. 

Además, las leguminosas forman parte de la cultura gastronómica de muchas comunidades y, al dejar una mayor cantidad de residuos de cosecha sobre la parcela, constituyen una buena alternativa (económicamente viable) para mejorar la fertilidad del suelo porque contribuyen en el contenido de materia orgánica y al suministro de nitrógeno.