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Firma del Acuerdo de Intención: Centro de Excelencia para Ciencia e Innovación Agrícola en Guanajuato

Firma del Acuerdo para el Centro de Excelencia en Innovación Agrícola. (Foto: SDAyR)
Firma del Acuerdo para el Centro de Excelencia en Innovación Agrícola. (Foto: SDAyR)

El 18 de septiembre de 2024, en un paso decisivo hacia el fortalecimiento de la agricultura sustentable en la región, el Gobierno del Estado de Guanajuato y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) firmaron un acuerdo de colaboración para establecer el Centro de Excelencia para Ciencia e Innovación Agrícola. Este centro será un pilar en la investigación, producción de semillas y validación de tecnologías agrícolas adaptadas al cambio climático, lo que impulsará la productividad y sostenibilidad del sector agroalimentario del estado.

El evento, que se llevó a cabo en la explanada del recinto de la Alhóndiga de Granaditas, contó con la presencia del gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo y del director general de CIMMYT, Bram Govaerts. Estuvieron acompañados por el titular de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural de Guanajuato (SDAYR), Paulo Bañuelos Rosales; el director asociado para Sistemas Agroalimentarios Sustentables del CIMMYT, Jelle Van Loon; y como testigo, el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), Víctor Villalobos.

Durante su intervención, el Dr. Bram Govaerts destacó la relevancia de este acuerdo, subrayando que marca el inicio de una nueva etapa en la alianza estratégica entre CIMMYT y Guanajuato. Govaerts señaló: «Este acuerdo marca el inicio de una nueva etapa en nuestra alianza estratégica con Guanajuato, una alianza que ha sido impulsada por una visión común: fortalecer la agricultura sustentable y asegurar un futuro más próspero y resiliente para los productores del estado.»

En línea con esta visión, Govaerts enfatizó la importancia del Centro de Excelencia para Ciencia e Innovación Agrícola, que concentrará los esfuerzos, conocimientos y voluntades necesarias para transformar los sistemas agrícolas, colocando a Guanajuato a la vanguardia de la investigación agrícola tanto a nivel nacional como internacional: «Nuestro objetivo es garantizar que los agricultores de Guanajuato tengan acceso a las mejores tecnologías, semillas y prácticas agrícolas adaptadas a sus contextos, enfocadas en maximizar la sostenibilidad y la productividad

Complementando estas palabras, el Secretario de Agricultura, Víctor Villalobos, reafirmó el compromiso del gobierno federal con el proyecto, resaltando la importancia estratégica de Guanajuato en el desarrollo agrícola del país. Villalobos manifestó: «Este significativo acto refrenda y cristaliza un sueño que albergamos muchos de nosotros. Es un hecho ver finalmente cristalizada la llegada de este Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo a esta importante región agrícola del Bajío guanajuatense

Villalobos subrayó la disposición del gobierno de Guanajuato para ceder 100 hectáreas de terreno con vocación productiva al CIMMYT, destacando cómo este acuerdo representa un esfuerzo conjunto para transferir conocimientos científicos y tecnológicos directamente a los agricultores, no solo de México, sino de todo el mundo: «No es casual que hayamos llegado a este acuerdo aquí en Guanajuato, una región que consideramos la más emblemática de la agricultura actual y futura de nuestro país. Aquí convergen factores y condiciones que hacen posible que esta región sea el modelo de nuestra agricultura productiva, sustentable e incluyente

El Centro de Excelencia para Ciencia e Innovación Agrícola, que estará ubicado en el Parque Agro Tecnológico Xonotli, tiene como objetivo potenciar esfuerzos en la investigación, validación e innovación de soluciones prácticas y tecnologías sustentables para la región. Uno de sus principales componentes será la producción, multiplicación y distribución de semillas adaptadas a las agroecologías de Guanajuato, tanto para sistemas de temporal como de riego, así como la capacitación, desarrollo e investigación de tecnologías para proporcionar a los agricultores  asesoría técnica de primer nivel y herramientas prácticas para su actividad productiva.

El proyecto tiene tres fases clave. La primera es adecuar, con el soporte científico de CIMMYT, un espacio de 100 hectáreas para la instalación del centro de investigación; la segunda es empezar a vincular con actores clave del estado para capacitar, desarrollar espacios para la validación de tecnologías y desarrollo de modelos de prestación de servicio y negocios complementarios —ya que también se busca generar ingresos—; y en la tercera fase están contempladas las alianzas público-privadas, donde activamente se invitará al sector privado para hacer proyectos de innovacion y desarrollo en conjunto. Además, se trabajará para garantizar una mayor vinculación con instituciones educativas de la entidad a fin de impulsar el agro estatal con un enfoque de responsabilidad social.

El acuerdo surge y crece a partir de la sólida y constante colaboración entre Guanajuato y el CIMMYT, cuya intervencion más destacada es MasAgro Guanajuato, programa que comenzó en 2014 y que impactó positivamente en más de 180 mil hectáreas, incrementando la producción y rentabilidad de maíz, trigo y cebada a través de la adopción de tecnologías sustentables. Este esfuerzo participativo entre el gobierno estatal y el CIMMYT permitió el desarrollo de estrategias innovadoras, como el mapeo de la fertilidad integral del suelo, la disminución de quemas agrícolas y una fuerte vinculación con la agroindustria que hoy es un ejemplo a nivel nacional con proyectos con empresas como Nestlé, Kellogg y Heineken.

Así, el Centro de Excelencia para Ciencia e Innovación Agrícola es un paso más en esta fructífera colaboración, y será clave en la validación de nuevas tecnologías, el desarrollo de variedades mejor adaptadas a climas del futuro, y la profesionalización del campo mediante la capacitación continua de técnicos y agricultores, quienes se beneficiarán del acompañamiento técnico, maquinaria y semilla adecuada para asegurar una agricultura más competitiva y resiliente en la región del Bajío.

Al respecto, el gobernador Diego Sinhue mencionó: “Este Centro de innovación llegará a ser un referente en el país y en la región de Latinoamérica, con el apoyo de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo”.

Este proyectó tendrá tres fases; adecuar un espacio de 100 hectáreas dado en comodato al Cimmyt para la instalación del centro de investigación, y empezar a vincular con actores clave del estado para capacitar, desarrollar espacios para la validación de tecnologías y desarrollo de modelos de prestación de servicio y negocios complementarios”, se destacó.

El proyecto se estructura en torno a cinco ejes estratégicos: investigación, tecnología, educación, comercialización y alianzas. En el ámbito de la investigación, se desarrollarán y validarán variedades de granos básicos, así como prácticas agrícolas que optimicen el uso del agua y mejoren la salud del suelo. En cuanto a la tecnología, se implementarán soluciones de agricultura digital, maquinaria de precisión y sistemas de riego eficientes adaptados a las necesidades locales.

En el eje de educación, el Centro servirá como un punto de encuentro para la capacitación técnica para productores, asesores y futuros profesionales agrícolas, fomentando la adopción de prácticas sustentables. Además, el proyecto contempla estrategias de comercialización, con un enfoque en la creación de valor agregado para los productos de la región.

Finalmente, las alianzas serán clave para el éxito del parque, integrando a instituciones de investigación, sector privado y organismos gubernamentales en un esquema colaborativo que facilitará la transferencia tecnológica y fomentará la innovación en el sector agrícola de Guanajuato y la región del Bajío.

El acuerdo no solo establece una visión de corto plazo para la mejora inmediata de las capacidades agrícolas en la región, sino que también traza un horizonte a largo plazo que será clave para el futuro del estado. Así, el Centro de Excelencia para Ciencia e Innovación Agrícola no solo representa una oportunidad para los agricultores, sino que también refuerza el compromiso del Gobierno de Guanajuato y del CIMMYT con un desarrollo económico y ambientalmente sostenible.

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Mujeres y jóvenes, en el centro de la innovación en agricultura

Mujeres y jóvenes realizando labores agrícolas. (Foto: CIMMYT)
Mujeres y jóvenes realizando labores agrícolas. (Foto: CIMMYT)

Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres se estima que la cantidad de personas que padecerían de hambre en el mundo se reduciría hasta en 150 millones. En la agricultura, sin embargo, aunque las mujeres constituyen una gran proporción de mano de obra, el acceso de tierra propia sigue siendo mínimo —solo 13 % de quienes poseen tierras agrícolas son mujeres— y es frecuente que sus terrenos sean más pequeños o de menor calidad y que tengan menos acceso a opciones para mejorar la productividad de sus parcelas. 

Con el objetivo de reducir las brechas de género y fomentar la inclusión de mujeres y jóvenes en la agricultura se desarrolló un curso orientado a colaboradores de diversos centros de investigación de América Latina, Asia y África, pertenecientes al CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales que busca aumentar la seguridad alimentaria a nivel global—, entre ellos el Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA, por sus siglas en inglés), el Centro Internacional de la Papa (CIP) y el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI, por sus siglas en inglés).

El curso-taller, «Ofrecer soluciones agronómicas sensibles al género y a los jóvenes«, fue impartido en Kigali, Ruanda, del 27 de febrero al 3 de marzo y fue el resultado de una evaluación de necesidades de la iniciativa Excellence in Agronomy  (EiA), del CGIAR, e investigadores de la Universidad de Makerere, de Uganda. 

De acuerdo con los especialistas, es esencial identificar y analizar debidamente quién hace qué en los sistemas de producción, ya que en un contexto donde los hombres y las mujeres desempeñan diferentes roles fuertemente determinados por las expectativas sociales, el contexto, la diferenciación social y las relaciones de poder —económico, social, político y de autoridad—, las innovaciones agronómicas pueden tanto reducir como exacerbar las desigualdades que afectan a mujeres y jóvenes, por ejemplo, con un aumento del trabajo no remunerado o cargas adicionales de trabajo a las labores domésticas cotidianas. 

Así, buscando obtener resultados agronómicos más equitativos y sostenibles a través de la articulación de conceptos como género, juventud y empoderamiento, la capacitación abordó temas como género y masculinidades, normas sociales y roles de género, métodos cuantitativos y cualitativos para entender el contexto de las mujeres y jóvenes en sus entornos, metodologías para trabajar por género y con jóvenes, uso de herramientas para la recopilación de datos y procedimientos operativos para guiar la integración de género y juventud en campo.

El género tiene múltiples características —como edad, educación, clase, religión, etnicidad, ubicación, entre otras—, pudiendo dar lugar a diferentes formas de desigualdades. “Para identificar que las prácticas y las tecnologías desarrolladas por los diferentes centros de investigación participantes pueden generar beneficios y empoderar a mujeres, hombres y jóvenes es necesario conocer estos conceptos, diseñar e identificar cómo escalar la innovación agronómica con perspectiva de género y juventud”, señalaron los organizadores. 

Es importante destacar que el curso se desarrolló en el marco de Excellence in Agronomy  (EiA), la cual es una de las 33 iniciativas temáticas globales y regionales del CGIAR,  esta iniciativa busca lograr ganancias agronómicas a través de un mayor rendimiento y rentabilidad, teniendo enfoque de adaptación al cambio climático, uso eficiente de recursos (nutrientes, agua, mano de obra) y salud de suelo para millones de mujeres, hombres y jóvenes agricultores en pequeña escala en el Sur Global, por medio de soluciones agronómicas basadas en datos a escala que proporcionen servicios digitales de asesoramiento agronómico como una herramienta para apoyar la toma de decisiones de las agricultoras y los agricultores. 

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Preservar las lenguas indígenas, un camino a la innovación agrícola

El productor Sebastián Díaz Hernández, de Larráinzar, Chiapas (México) junto a Mateo Pérez Santis, colaborador del CIMMYT. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
El productor Sebastián Díaz Hernández, de Larráinzar, Chiapas (México) junto a Mateo Pérez Santis, colaborador del CIMMYT. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

“Acá estamos en medio de los cultivos, hay girasol, cempasúchil, bótil —un frijol que en otras regiones es conocido como ayocote—, chayote, esta especie de repollo —el cual todo el año da hojas comestibles que se cotizan muy bien en el mercado porque pocos productores siembran la planta—; allá hay ajo, hay nabo, cebolla, rábano; de ese lado zarzamora, plátano, café, aguacate, maíz y flores”, comenta el señor Sebastián Díaz Hernández en su lengua materna, el tsotsil.

El señor Sebastián es un agricultor del municipio de Larráinzar, en Chiapas, México. El ha implementado algunas innovaciones agronómicas que ha conocido a través de los colaboradores del Hub Chiapas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) quienes, manifiestan, también han aprendido del señor Sebastián porque el agricultor posee muchos conocimientos ancestrales y también es un referente para varios agricultores de la zona debido a la gran diversidad de cultivos con los que cuenta en su parcela. 

En Larráinzar, cerca del 88,5 % de la población habla tsotsil y una buena proporción de ellos no habla español. Es el caso del señor Sebastián, con quien fue posible comunicarse gracias al apoyo de Mateo Pérez Santis, colaborador del CIMMYT en la región y con quien el señor Sebastián trabaja muy de cerca: “él es un productor innovador que ha estado aplicando en su parcela los principios de la agricultura de conservación, hablamos del mínimo movimiento del suelo, dejar el rastrojo como cobertura y diversificación de cultivos”, señala Mateo. 

“En total aquí el productor tiene más de 25 especies comestibles. Es un espacio muy pequeño, pero aquí no se va a ver el suelo sin cultivo y por lo tanto el productor cosecha todo el año, todo el tiempo tiene cosecha, no hay día ni momento que no tenga algo. No son superficies grandes, pero esta diversificación garantiza la alimentación del productor y su familia que es lo que se está buscando con el sistema diversificado”, comenta el técnico. 

La parcela del señor Sebastián, establecida en una superficie con gran pendiente —como la mayoría de los terrenos en Larráinzar—, parece un auténtico jardín, con flores, frutos y granos a cada paso: “Muchos productores me preguntan por los cultivos que siembro, algunos productores lo siembran y me preguntan que qué le aplico”, cuenta el productor quien, gustoso, comparte sus conocimientos con los otros agricultores, incluyendo lo que recientemente ha aprendido sobre control de enfermedades y otras innovaciones sustentables. 

De acuerdo con las Naciones Unidas, cada dos semanas —en promedio— una lengua desaparece. La pérdida de la diversidad lingüística es grave, porque implica la desaparición de todo el patrimonio cultural e intelectual vinculado a las lenguas que se extinguen, incluyendo, por supuesto, valiosos conocimientos derivados de la particular forma de vincularse con la tierra y cultivarla, como en este caso lo hace el señor Sebastián. 

México cuenta con 69 lenguas nacionales: 68 lenguas indígenas y el español. No obstante, muchas lenguas indígenas están en gran riesgo de desaparecer por diversos motivos. Si desaparecen, se perderían modalidades únicas de pensamiento y expresión; todos estos, recursos importantes y necesarios para construir mejores sociedades, incluyendo la transmisión de la herencia de cultivo y las posibilidades de fortalecer la tradición con innovación. 

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Productores menonitas de Chihuahua apuestan por la Agricultura Sustentable

En los 15 años recientes la superficie agrícola de Chihuahua ha tenido un crecimiento muy importante, impulsado en buena medida por la comunidad menonita que ha generado, principalmente en el norte del estado, nuevas “colonias y campos agrícolas”, como ellos llaman a sus centros de población.

Los menonitas son un grupo étnico-religioso que tiene raíces en Alemania y Holanda y que, por diversos factores sociopolíticos —entre ellos la Primera Guerra Mundial—, llegaron a México entre 1922 y 1940 provenientes sobre todo de Canadá y Estados Unidos, y estableciéndose principalmente en el estado de Chihuahua. 

El fuerte vínculo con la tierra es característico de la comunidad menonita. Muchas de sus áreas de cultivo actualmente se distinguen por tener una tecnología vanguardista debido, en gran parte,  a que los integrantes de estas unidades de producción son jóvenes agricultores, más abiertos al uso de la computadora, internet y a dispositivos electrónicos encaminados a practicar la agricultura de precisión.

Así, en sus tierras de cultivo es fácil encontrar sistemas GPS instalados en tractores para hacer las labores culturales más precisas, también se pueden encontrar equipos que, instalados en las cosechadoras, les permiten medir la producción con gran exactitud. 

En la “Colonia Pestañas”, ubicada en el municipio de Buenaventura, al noreste del estado, conocí a un joven productor menonita: Ronny Enns quien, junto con su esposa, inició una empresa familiar hace nueve años y, ahora, con dos hijos, Ronny cuenta cómo se dio cuenta de que quemar los rastrojos no era una buena idea. 

“Hace 25 años mi papá compró estos terrenos, que eran parte de un rancho ganadero. Tuvo que trabajar mucho para convertirlos en terrenos agrícolas porque originalmente estaban muy pedregosos y poco a poco fue quitando las piedras de encima pues no podía cultivar el terreno. Se usaba el subsoleo, arado y rastra y las piedras volvían a salir una y otra vez hasta que dejo de usar esas herramientas. Fue el inicio para encaminar sus esfuerzos para hacer menos daño al suelo y poder sacar cultivos buenos y rentables”, relata Ronny. 

“Mi papá fue dejando poco a poco los trabajos agrícolas para dedicarse de lleno al comercio y yo tuve que tomar las riendas del rancho casi al mismo tiempo que me casaba, y con mi familia recién formada nos dedicamos cien por ciento al campo, que es mi pasión”.

El joven productor comenta que las tareas no fueron sencillas al comienzo, primero transitaron de un riego rodado a un riego por aspersión y, después de muchos intentos, lograron una producción que les permitió cubrir los gastos de operación: “Con trabajo y esfuerzo fuimos haciendo ahorros para tener mejores resultados y creo que esto puede lograrse con sistemas de producción que nos permita hacer mejor uso de los recursos y que no desperdiciemos nuestros esfuerzos; así que se compró un equipo GPS y compramos una estación meteorológica para tomar decisiones y alcanzar mayores producciones”, comenta Ronny. 

Actualmente este productor cultiva maíz, trigo, sorgo, algodón, frijol, centeno y triticale. Además, trabaja la tierra de forma sustentable: “Por pláticas que tuvimos con otros agricultores llegamos a la conclusión que no es bueno hacer las quemas del rastrojo. Así comenzamos a hacer un manejo más cuidadoso del suelo. En principio no volvimos a quemar y ahora hemos estado platicando con gente de MasAgro-Cultivos para México, ellos nos explican que es mejor dejarlo encima”. 

“Visitamos a otros agricultores con la gente de MasAgro-Cultivos para México y vimos que tienen un magnífico resultado dejando encima el rastrojo, teniendo ahorros de dinero, agua y esfuerzo. También hemos estado haciendo unos ensayos para manejar el sensor GreenSeeker®, que es un aparato desconocido para nosotros pero que nos permitirá tener ahorros en el fertilizante y con producciones semejantes a las que hemos tenido”. 

De esta manera, la Agricultura Sustentable que se impulsa a través de MasAgro-Cultivos para México —iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— ha ido permeando entre la comunidad menonita del norte de Chihuahua. Como concluye Ronny, es importante “conservar los recursos que nos fueron prestados con mucha responsabilidad para que por mucho tiempo podamos seguir siendo agricultores”. 

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¿Por qué debemos fomentar la investigación agrícola?

Sinaloa.- Un investigador agrícola es un experto que se encarga de buscar alternativas para diversas problemáticas en la agricultura, pero su trabajo no se limita a investigar formas de mejorar el crecimiento de los cultivos, también busca soluciones a los problemas ambientales y sociales del campo, cada vez más complejos. 

La importancia de invertir en investigación agrícola se vuelve clara cuando se observa que, en menos de 10 años, el planeta habrá llegado a un momento crítico en lo que respecta a su capacidad de sostener la vida como la conocemos. Con una población creciente y tierras de cultivo cada vez más agotadas y reducidas, el momento de invertir en ciencia aplicada al campo es precisamente ahora.

La agricultura a nivel global acumula décadas de infra inversión, al tiempo que tiene que hacer frente al reto mayúsculo de alimentar más y mejor a la creciente población mundial con limitaciones notables. Pese a estas limitaciones y a no ocupar un espacio mediático destacado, la agricultura constituye una de las tendencias de inversión más claras y sólidas a largo plazo. Se trata de un sector estratégico, pero altamente fragmentado y con un gran margen para su capitalización y profesionalización en muchas áreas. 

Para México, por ejemplo, el campo es una pieza fundamental en el engranaje de su economía y la alimentación de sus habitantes: actualmente el país se coloca entre las naciones que más productos de su campo exportan (entre los productos nacionales con mayor demanda en el mercado estadounidense, por ejemplo, se encuentran las frutas, con una participación en las ventas de 24%; hortalizas, 23 %; y bebidas con grado etílico y vinagres, 23%), consolidándose un comercio internacional con saldo a favor. De hecho, el sector ha posicionado al país como el octavo exportador mundial, con un superávit comercial durante 2020 (justo en medio de la crisis sanitaria y económica global) de 8 mil 824 millones de dólares, el más alto en 25 años. 

De los 127.8 millones de personas que habitan la república, un total de 9.3 millones generan y transforman bienes agropecuarios (de estos, 5.4 millones de personas de diversos niveles educativos y socioeconómicos se desempeñan directamente en actividades agrícolas). El esfuerzo de estas personas le permitió a México ubicarse el año pasado en el doceavo lugar en producción mundial de alimentos y onceavo en producción mundial de cultivos.

A la par de estas cifras, es importante considerar que el 75% de la población en situación de pobreza es rural. Se estima que las personas en situación de pobreza de las áreas rurales destinan más de la mitad de sus ingresos a conseguir alimentos básicos, que generalmente son producidos por ellos mismos, aunque muchas veces no consiguen la cantidad suficiente de nutrientes y calorías. 

En este contexto, la inversión en agricultura y desarrollo rural se devela como un factor clave para la reducción de la pobreza y el hambre. Es fundamental acercar el conocimiento científico a los agricultores de cualquier escala, a los técnicos que los asesoran y a las instancias desde donde se formulan las políticas públicas. Producir más con menos recursos, y hacerlo de forma sustentable, es actualmente un reto de toda la sociedad. 

El equipo de Semillas Ceres, por ejemplo, produce semillas de variedades con características mejoradas para combatir enfermedades y condiciones de cultivo adversas. Sin embargo, la calidad de estas semillas depende fundamentalmente de los métodos de producción que se utilicen en campo, así como el cumplimiento de normas que garanticen la calidad. Por eso es fundamental difundir el conocimiento derivado de la investigación agrícola. 

Expoceres, en este sentido, es uno de los principales espacios en el país, y a nivel internacional, donde además de los agronegocios se promueve la transferencia de conocimiento y la tecnología agrícola. Se trata de hacer de la innovación, la investigación y la digitalización el eje de las soluciones a las complejas problemáticas del campo. 

En la llamada era digital, las nuevas tecnologías se convierten en una gran oportunidad, especialmente para los agricultores jóvenes, pero también plantean serias dificultades de acceso a estas tecnologías digitales para muchos otros productores agrícolas. Por eso es importante no dejar a nadie atrás en la edad digital.  

En conjunto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas instituciones, Expoceres y otras iniciativas que impulsamos buscan asegurar que el agricultor tenga acceso a las tecnologías más adecuadas, la información para tomar las mejores decisiones en el momento adecuado y conozca las soluciones que dan fortaleza a su inversión. Solo mediante la ciencia y la colaboración será posible superar los retos actuales y futuros. 

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Una capacitación muy oportuna

Con más de 15 años dedicados a la agricultura (de los 34 que tiene), José Luis Ruiz Delgado es un productor joven con mucha experiencia. Si bien estudió ingeniería industrial, es un agricultor por herencia: desde niño, comenta, “he estado inmerso en el campo, trabajando en siembras de temporal en Tamaulipas con uno de mis tíos”. 

En Querétaro, donde actualmente reside con su mamá, su esposa y sus dos hijos, tiene tres años que comenzó a sembrar, siempre buscando alternativas para bajar costos de producción (que se elevan por la maquila para la preparación del suelo), aprovechar mejor el agua de riego (que cada vez es más escasa) y, en general, hacer más rentable su actividad. 

Sabiendo que José Luis siempre busca mejorar en su proceso productivo, la organización a la cual le compra los insumos y la semilla de cebada lo invitó a una capacitación sobre fertilidad integral a cargo del equipo técnico de Cultivando un México Mejor. Desde ese día se vinculó con ese proyecto que impulsan HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para promover la producción sustentable de cebada. 

La capacitación y el módulo demostrativo (para desarrollar ensayos y promover prácticas sustentables), que se instaló junto con José Luis en una de sus parcelas en el reciente ciclo agrícola, fueron muy oportunos: “justo cuando se comenzaron a implementar esas tecnologías se averió el pozo, provocando un estrés tremendo en las plantas por falta de agua. Al final de la temporada la cebada salió únicamente con dos riegos. Los rendimientos obviamente fueron bajos, pero a pesar de eso, con las prácticas implementadas se lograron cubrir los costos de inversión y se tuvo un pequeño margen de utilidad”, comenta. 

De acuerdo con el productor, hubo una gran diferencia entre su parcela y las de los demás productores: en el área testigo (porción de la parcela trabajada de la forma convencional) a penas se alcanzaron las 3.8 toneladas por hectárea, mientras que en el área de innovación (donde implementó las prácticas sustentables) los rendimientos alcanzados fueron de 4.6 toneladas por hectárea y con menos costos de inversión. 

Con el módulo de exhibición, el productor espera que más agricultores de su zona conozcan las prácticas sustentables que él ha adoptado y se animen a implementarlas. El módulo está ubicado en el ejido de Palo Alto, municipio de El Marqués, en Querétaro, desde donde José Luis Ruiz comparte cómo ha sido su experiencia al estar Cultivando un México Mejor. 

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Efecto multiplicador

Hace ocho años Alberto López Milian se acercó a la Agricultura Sustentable por inquietud personal. Hoy, es el director de Desarrollo Rural del municipio de Huiramba, Michoacán, desde donde ha impulsado acciones con otros 10 municipios del distrito Pátzcuaro-Zirahuén para fomentar innovaciones agrícolas sustentables, particularmente en la producción de granos básicos en temporal.

Ya que para él es importante sensibilizar a más productores y técnicos sobre la importancia de producir alimentos más sanos cuidando el medioambiente, él mismo comparte sus experiencias en cada oportunidad: en el año 2011, comenta, técnicos certificados en Agricultura Sustentable por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) lo asesoraron para aprovechar el rastrojo como cobertura del suelo, hacer mínima labranza y diversificar cultivos (componentes básicos de la Agricultura de Conservación). Por los buenos resultados que obtuvo, en 2014 decidió establecer un módulo (parcela demostrativa) para difundir las prácticas innovadoras que ha aprendido.

Alberto considera que es fundamental producir el propio alimento para evitar comprarlo a precios elevados o con tratamientos tóxicos. Por esta razón, además de la Agricultura de Conservación que le ha ayudado a reducir la incidencia de plagas, Alberto también ha implementado alternativas agroecológicas como las trampas con feromonas sexuales, los extractos vegetales y el control biológico —ha liberado parasitoides como avispillas del género Trichogramma y ha aplicado hongos entomopatógenos como Metarhizium spp.—. Estas medidas han sido muy útiles pues en la zona hay presencia de plagas como la gallina ciega, el gusano cogollero, el gusano de alambre, la mosca blanca y la chicharrita.

En lo que respecta a las malezas, la rotación de cultivos ha sido fundamental para disminuir ese problema, incluso en el caso de la grama (Cynodon dactylon), una de las malezas más problemáticas en la zona debido a que hay condiciones favorables para su desarrollo y pocas alternativas probadas para su control. Por esta razón, la rotación de cultivos es una de las principales prácticas que Alberto promueve en el módulo que estableció junto con el equipo técnico de Red_InnovAC y el CIMMYT.

Es necesario mencionar que, con el tiempo, la Agricultura de Conservación ha permitido que el suelo de las parcelas de Alberto mejore su estructura y sus propiedades químicas, físicas y biológicas. Ha aumentado la materia orgánica, ha disminuido la erosión, ha mejorado la fertilidad e incluso ha aumentado la diversidad de especies del suelo y las poblaciones de insectos benéficos.

Antes de iniciar con el sistema de Agricultura de Conservación —recuerda Alberto—, su rendimiento promedio era de tres toneladas por hectárea (con prácticas convencionales) y ahora ha logrado subir a un promedio de seis toneladas por hectárea (en la parcela donde ha implementado las innovaciones sustentables). Incluso ha registrado una mayor rentabilidad en su producción (ha reducido sus costos de producción y su utilidad prácticamente se ha duplicado).

En el módulo que se estableció con el productor se han desarrollado diversos eventos demostrativos. Año con año recibe técnicos, productores, representantes de empresas y funcionarios (tanto locales como de otras zonas de Michoacán, e incluso de Guanajuato y Querétaro) interesados en conocer las prácticas sustentables que ha implementado. 

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Con Agricultura Sustentable, alumnos de Zacatecas logran generar grandes cambios sociales

General Pánfilo Natera, Zac.- Julio César González Márquez es profesor de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ) en el municipio General Pánfilo Natera, Zacatecas. Junto con 25 de sus alumnos de Ingeniería en Procesos Agroalimentarios, él está cambiando el panorama de la agricultura en su municipio y, poco a poco, en los municipios vecinos.

Recientemente, a través de la vinculación con el Grupo Agrocime —colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Zacatecas— y el Hub Intermedio Grano Pequeño —del CIMMYT—, Julio César y sus alumnos comenzaron a instalar módulos demostrativos (parcelas donde han implementado innovaciones agrícolas). Originalmente, iban a instalar 11, pero —debido a su buena recepción— ya han instalado 14.

“La colaboración tiene dos vertientes: el desarrollo de capacidades en los estudiantes (sobre temas de Agricultura Sustentable orientada a las condiciones agroclimáticas locales, donde la precipitación es muy escasa) y la instalación de módulos demostrativos orientados a los productores, donde los estudiantes brindan acompañamiento técnico permanente en todas las etapas de la producción”, explica el profesor de la recién creada universidad.

Algunos de los alumnos participantes son productores, otros son hijos de productores y varios más tienen vínculo con ellos, de manera que entienden las necesidades y la complejidad de la agricultura local. Aunque actualmente los productores acuden a ellos por asesoría, el inicio del proyecto no fue fácil. Daniel Becerra, uno de los alumnos, comenta: “empezamos a generar un pequeño cambio en nuestra comunidad, pero siempre existe la resistencia al cambio. Algunos han dicho «¿cómo personas jóvenes van a venir a cambiar lo que se ha hecho de la misma forma por décadas?». No nos queda más que llevarlo a la práctica y demostrarlo con hechos”.

Daniel es productor y para él los cambios han comenzado en su propia parcela. “Yo trabajaba el campo de una forma convencional. Ahora estoy viendo las cosas de diferente forma, y a partir de esto, cada vez más gente de nuestro entorno se está interesando en esta forma de producir. Vecinos, e incluso gente que uno se encuentra en la calle, se acercan y nos ofrecen sus terrenos para producir como lo estamos haciendo en los módulos. El interés es cada vez mayor”, cuenta.

Ya que los productores aceptan el cambio más fácilmente cuando miran resultados, los estudiantes de la UBBJ han procurado tener el mayor número de testigos posible. Así han logrado que “los módulos ya no estén solo dentro de la cabecera, sino que se extendieran a otros municipios; tal es el caso de Villa González y Noria de Ángeles. Este sistema de módulos es una buena alternativa para difundir prácticas que ayudan a producir en medio de las condiciones tan escasas de agua que hay aquí; las curvas a nivel, por ejemplo, son una de estas prácticas”, manifiesta Irma Cordero, alumna participante.

Las Universidades para el Bienestar brindan la oportunidad no solo a jóvenes, sino a todo aquel que desee cursar estudios universitarios. Esto ha favorecido que madres de familia, como Marina Espino, de 38 años, se involucren en colaboraciones como esta: “ha sido una experiencia muy agradable llevar a mis hijos a las parcelas y que me ayuden en las labores. Es una forma de que tomen amor al estudio y también al campo. Es una forma de mejorar como personas, también como comunidad. Ahora se nos están acercando los vecinos de las milpas y traen a sus hijos porque ven que mis hijos están en el módulo”.

Alejandra López es una estudiante y productora que está reconfigurando el rostro de la agricultura en su localidad. “Hace poco un vecino me dijo que él no necesitaba ingenieros o técnicos para producir, pero al ver los resultados en el módulo, fue a buscarme para que lo ayudara con sus cultivos. Si yo no hubiera puesto en práctica las trampas para el manejo de plagas, no hubiera tenido resultados para mostrarle a los productores. Con el ejemplo y con resultados es como se puede cambiar la forma convencional y traer la innovación a nuestras comunidades”, comenta.

La innovación que estos estudiantes están promoviendo mediante la vinculación entre la UBBJ, el Grupo Agrocime y el CIMMYT también está generando un cambio social más allá de las parcelas, pues está haciendo que la comunidad confíe en sus jóvenes. Hace unas semanas, por ejemplo, en Unión de San Antonio cayó una fuerte granizada (fenómeno que no se había visto en la comunidad) y en algunos casos se perdieron los cultivos por completo. Cristian Díaz, uno de los alumnos participantes, manifiesta que “en un par de minutos se destruyeron los cultivos. Como estudiantes, quisimos ayudar y contactamos a las dependencias que pueden emitir apoyos. Hoy la comunidad confía más en nosotros”.

De esta manera, los pequeños grandes cambios que pueden surgir de una parcela tienen la capacidad de transformar a toda una comunidad. En este caso, el diálogo intergeneracional y la Agricultura Sustentable están siendo los motores de ese cambio positivo.

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Sin los productores no hay ciencia agrícola

Guamúchil, Sin.- Las plataformas de investigación agrícola son fundamentales para desarrollar y validar prácticas que permitan a los productores solucionar los problemas más urgentes que se les presentan en su quehacer cotidiano en el campo. Normalmente, son establecidas por instituciones académicas o centros de investigación en sus propias instalaciones. La plataforma de investigación Salvador Alvarado, en Sinaloa, es la excepción al ser impulsada por los productores del Club de Agricultores de Conservación de la Región del Évora, lo cual la hace única a nivel nacional.

En días pasados, este grupo de productores organizó un recorrido por la plataforma de investigación para dar a conocer los avances que han tenido. Uno de los objetivos de esta colaboración con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con el cual se estableció la plataforma, es hacer extensivos los conocimientos y aprendizajes que deriven de la investigación científica aplicada al campo.

Simon Fonteyne, coordinador de plataformas del CIMMYT, destacó que con la participación de los productores ha sido posible evaluar diversas semillas (de sorgo, maíz, cártamo, garbanzo y frijol) proporcionadas por el CIMMYT, así como diversas innovaciones agronómicas encaminadas a hacer sustentable la actividad agrícola, no solo de maíz, sino de cultivos asociados como el cacahuate, que es un cultivo presente en la zona y cuyos productores se acercaron al investigador interesados en diversas innovaciones agronómicas.

Fonteyne dijo que para mejorar la agricultura en la zona (donde predomina la de temporal) se debe empezar por aprovechar la humedad cubriendo el suelo con paja o rastrojo y disminuir al máximo la labranza. Comentó que estas prácticas se han evaluado a lo largo y ancho del país, obteniendo buenos resultados: “si se trabaja bien, si se apoya a la investigación, estoy seguro de que también aquí se tendrán buenos resultados”.

Por su parte, el ingeniero José Acedo Sánchez —dirigente del Comité Municipal Campesino no. 13, de Mocorito— manifestó que para ser rentables es necesario aprovechar los conocimientos ya existentes y los que se generen en la plataforma. Dijo que en la región de temporal en el municipio de Mocorito ya se ha implementado Agricultura de Conservación, aprovechando el punto de maquinaria especializada para Agricultura de Conservación que se estableció con la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora.

Para concluir, el productor Víctor Alonso Sánchez Angulo —dueño del predio donde se estableció la plataforma de investigación— destacó que su motivación principal fue adquirir conocimientos diferentes a la agricultura convencional, no solo para tener ahorros en sus costos de producción, sino para hacer un uso racional de los recursos naturales, especialmente del agua.

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¿Cuál es el valor de un grano producido de forma sustentable?

Representantes de diversas organizaciones de productores de granos de Guanajuato participaron en una sesión de trabajo en la que se presentó el plan de desarrollo y capacitación del proyecto Plan Maíz por México, que impulsan Nestlé y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para apoyar a agricultores de esa entidad en la producción de granos de una forma sustentable.

El proyecto combina la estrategia y visión del CIMMYT en materia de sustentabilidad agrícola —a través del fomento de la Agricultura de Conservación— con los principios de desarrollo de negocios y la estrategia de abastecimiento responsable de Nestlé. Esta sinergia, alineada también con la visión de desarrollo regional de la administración estatal, busca incidir positivamente en el ámbito local y favorece el desarrollo de sistemas de innovación agrícola de manera sustentable e incluyente.

Entre las actividades incluidas en el proyecto están: el fortalecimiento de los actores que componen la cadena de valor del maíz y el trigo en Guanajuato, el impulso a las relaciones inclusivas entre productores y agroindustrias, la ampliación de la red de proveedores de asistencia técnica y fortalecimiento de capacidades de los técnicos, o la investigación y promoción de aspectos clave en materia de nutrición y calidad.

El Plan Maíz por México impulsa el desarrollo económico local y regional, permitiendo que —a través del desarrollo de capacidades— los productores tomen mejores decisiones en beneficio de sus cultivos. Las prácticas sustentables que el proyecto promueve les permiten reducir sus costos de producción, incrementar sus rendimientos y la calidad de su producción —lo que mejora sus condiciones de comercialización— cuidar y conservar el medioambiente y planear mejor sus actividades productivas y financieras asociadas.

En este sentido, la sustentabilidad agroalimentaria por la que apuestan Nestlé y el CIMMYT añade valor a la producción local. Al mejorar los sistemas de producción, los consumidores pueden disponer de productos de mejor calidad, más nutritivos y producidos con innovaciones agrícolas que no sólo benefician a los productores, sino que favorecen al cuidado y la preservación de los recursos naturales. Un grano producido de forma sustentable implica y beneficia a todos.