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Agrónomos, vocaciones y formaciones

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2021, el área de agronomía y veterinaria constituye a penas el 2% de los egresados a nivel nacional. En contraste, el área las ciencias sociales, administración y derecho, representa cerca del 40% de los egresados en el país.

En su anuario para el ciclo escolar 2020-2021, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) confirma esta tendencia al reportar que, de los 855,731 egresados en dicho ciclo académico, solo 16,410 (1.9%) corresponden al área de agronomía y veterinaria. 

Con más de cuatro millones y medio (4,650,783) de unidades de producción en el país, y siendo el agropecuario el tercer sector con mayor número de personas ocupadas (seis millones de acuerdo con el reporte del tercer trimestre 2021 del Observatorio Laboral), se puede advertir fácilmente la gran valía y necesidad que el país tiene de ingenieros agrónomos y otros profesionistas enfocados al sector. 

Ante los desafíos actuales y futuros del campo mexicano, además, es importante cultivar las vocaciones en el área de agronomía y seguir capacitando a los egresados para formar el capital humano que pueda abordar los retos emergentes del campo e impulsar la transformación que necesita para tener una agricultura más sostenible.

“¿Qué significa ser Técnico Certificado en Agricultura Sustentable? Para mí es un logro en mi vida profesional, es mejorar mis capacidades después de la universidad, mejorar día a día ante las nuevas necesidades, porque actualmente es una necesidad cuidar nuestros recursos y por eso hay que evolucionar, hay que cambiar. Yo, lo primero que he hecho es poner en práctica todas las tecnologías que he aprendido en esta certificación porque, para empezar, también soy productora”, comenta Iliana Cauich Uitz. 

Como Iliana, muchos ingenieros agrónomos, biólogos y egresados de otras carreras afines forman parte de las generaciones de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, un programa formativo al más alto nivel, impulsado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en colaboración con universidades y organizaciones públicas y privadas de todo el país. 

La pertinencia del curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable en el panorama del extensionismo en México es clara: “en él hay especialistas que comparten el conocimiento que se ha generado en diferentes regiones del país. Esta es una oportunidad excepcional para adquirir conocimientos vigentes de los diferentes sistemas de producción a nivel nacional”, comenta Abel Saldivia, coordinador de plataformas de investigación y poscosecha del Hub Bajío del CIMMYT. 

Para el CIMMYT y sus colaboradores, la apuesta por una formación vigente y pertinente es una de las mejores formas de reconocer la importante labor de los agrónomos porque, como menciona Cecilia Hernández Aragón, también técnica certificada, “es gracias a programas de capacitación como este que es posible ampliar, reforzar e intercambiar conocimientos y estrategias para nuestra intervención en campo”.  

Te invitamos a conocer más sobre el Técnico Certificado en Agricultura Sustentable en el número 56 de la Revista EnlACe, disponible aquí. 

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La importancia de los acuíferos y su gestión sustentable

Los acuíferos son formaciones subterráneas naturales que absorben y almacenan el agua de lluvia. De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), alrededor del 70% del agua que se utiliza en las ciudades y el agua de riego que se usa en un poco más de la tercera parte de la superficie agrícola del país proviene de acuíferos. 

Aguas Firmes es uno de los proyectos más relevantes que actualmente se desarrollan en México para la preservación y manejo del agua de los acuíferos. Es impulsado por Grupo Modelo, la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas organizaciones públicas y privadas que están uniendo esfuerzos para mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo.

Los de Calera y Apan son dos de los acuíferos más sobreexplotados en el país (de los 653 existentes, se considera que 105 están sobreexplotados). Así que mejorar la sustentabilidad del agua proveniente de estos acuíferos no es una tarea menor. De hecho, es una tarea colosal y por ello el proyecto Aguas Firmes contempla entre sus pilares la Agricultura Sustentable. 

La agricultura es importante para la recarga de acuíferos no solo porque gran parte de las extracciones de estas reservas de agua es para riego agrícola, sino por el tema del suelo: los acuíferos se alimentan con el agua de lluvia, pero esta no pasa directamente a los acuíferos, lo hace a partir del suelo que permite su infiltración. Lamentablemente, años de prácticas inadecuadas han hecho que gran parte de los suelos agrícolas del país disminuyan drásticamente su capacidad de infiltrar agua.  

La promoción de la Agricultura Sustentable es clave entonces para optimizar el consumo de agua y para mejorar la capacidad de infiltración de los suelos. En el caso de Calera, Zacatecas, los retos son grandes porque las prácticas convencionales que prevalecen no solo afectan la salud del suelo, sino que muchas veces disminuyen la rentabilidad de los cultivos. 

En Calera una parte considerable de la superficie agrícola se siembra con hortalizas. El manejo que prevalece, en general, es uno donde “subsolean, barbechan o voltean y luego rastrean, pasan destorrenadores varias veces y prácticamente mullen el suelo, lo pulverizan completamente al pasar rotavatores (máquinas que pulverizan el suelo), así forman camas mullidas y sin terrones prácticamente. Después todavía pasan una máquina marcadora. Esto además es mucha mano de obra. En cultivos como el ajo o el chile son entre 100 y 120 jornales por hectárea por ciclo”, comenta Julio César González, colaborador del CIMMYT para el proyecto. 

En contraste con este exceso de movimientos que destruye la estructura del suelo (y que en el caso de las hortalizas ha contribuido a que crezcan los problemas de sanidad vegetal), Aguas Firmes promueve la mínima labranza (uno de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación) para recuperar dicha estructura, pero esto también contribuye a mejorar la rentabilidad.

Los productores locales traen unos costos de producción promedio de unos $26,000 por hectárea de maíz, con rendimiento promedio de entre ocho y nueve toneladas. Esto con labranza convencional. El año pasado, con la Agricultura de Conservación que estamos fomentando, tuvimos un costo de producción de $17,000 y un rendimiento de nueve toneladas; es decir, una rentabilidad mayor que de forma convencional. Por esto y por optimizar el consumo de agua es que migrar hacia Agricultura de Conservación es lo que nos llevaría por mucho a cumplir los objetivos del proyecto”, señala Julio César. 

Migrar hacia sistemas de producción agrícola más eficientes está permitiendo avanzar en el largo camino para la gestión sustentable de acuíferos. Una de las ventajas que ofrece el proyecto es que las soluciones que propone no son recetas universales, sino una gama amplia de prácticas sustentables que se pueden adaptar a las más diversas condiciones. 

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El maíz frente al costo de los insumos

El año pasado el precio internacional del maíz alcanzó cifras históricas debido, entre otros factores, a los reducidos inventarios del grano en Estados Unidos, los efectos de los fenómenos climatológicos como La Niña en Sudamérica y, sobre todo, el incremento exponencial de las importaciones de maíz por parte de China para alimentar a su ganado.

2022 plantea un escenario complejo para los granos básicos. De acuerdo con estimaciones más recientes de la FAO (publicadas el 3 de febrero), se prevé que Argentina y Brasil siembren una superficie récord de maíz precisamente por los elevados precios de los cereales. También se prevé un incremento de las existencias de maíz en Estados Unidos y una nueva acumulación de reservas en China, país que estaría disminuyendo su demanda de maíz debido a un aumento de las importaciones de otros cereales forrajeros.

En México “la cadena alimentaria está transitando por retos de transformación después de la pandemia. No queremos que se genere una pandemia de hambruna, por lo cual tendremos que afrontar las alzas en los costos de producción. Vemos que han aumentado notablemente los costos de los combustibles, lo cual va a aumentar los costos de producción y transporte, pero particularmente los costos de los fertilizantes”, señaló el doctor Bram Govaerts, Director General del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), durante la presentación de las “Perspectivas Agroalimentarias 2022”, foro organizado por el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA). 

Adicionalmente, “también se avecina una situación compleja por potenciales sequías derivadas del fenómeno de la Niña que hacia la primavera podría repercutir tanto en los productores de temporal como los de riego, quienes tendrán que ahorrar agua para producir más grano por gota”, señaló el doctor Bram Govaerts. 

De acuerdo con el director general del CIMMYT, este entorno complejo también representa oportunidades: “Tenemos prácticas probadas en México que pueden reducir el consumo de agua hasta en 50%, prácticas validadas científicamente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y para reducir los costos de producción. Tenemos la oportunidad de ser un ejemplo de cómo la producción sustentable puede dar un valor agregado a la industria y a los consumidores”. 

Como ejemplo de la utilidad de implementar prácticas sustentables está el uso del rastrojo como cobertura del suelo. Mientras que al quemar el rastrojo se desaprovechan nutrientes que después es necesario incorporar como fertilizantes (que se tienen que comprar), al mantener el suelo cubierto con estos residuos agrícolas los productores pueden tener ahorros significativos mientras reducen la dependencia hacia algunos insumos. Si deseas saber cuánto valen los rastrojos te invitamos a ver este video, cortesía del Hub Chiapas del CIMMYT, sobre la importancia y manejo de los rastrojos. 

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Todo empezó a mejorar al no quemar

Con un terreno accidentado a más de mil 700 metros sobre el nivel del mar, Tapalapa es uno de los municipios de la zona montañosa del norte de Chiapas con mayor altitud. Allí, en el Cerro de Gallo —en el tramo carretero San Antonio—, un grupo de productores que solía quemar sus parcelas hoy da testimonio de cómo conservar el rastrojo y diversificar cultivos les ha dado mejores resultados. 

“Antes quemábamos mucho, antes hacíamos la rozadura y luego se quemaba, yo creo que por eso se daba la erosión de la tierra, ya no daban los frutos del maíz. Entonces ahorita ya no se quema, ahorita ya es diferente toda la plantación, todo lo que va quedando lo dejamos ahí para que se nutra el suelo que prácticamente está mejorado hoy en día”, comenta el señor Macario Díaz Rodríguez.

“Yo anteriormente lo chaporreaba —cortar con machete— y lo quemaba, y sembraba así nomás por costumbre, pero después de que vino el ingeniero del proyecto con Walmart y el CIMMYT ya nos dieron un poco de orientación de como trabajar el rastrojo, y pues la verdad hay cambio”, menciona al respecto el señor Félix Orquín Rodríguez

Macario y Félix son dos de los productores de Tapalapa que participan en el proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

El proyecto que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT se basa en el desarrollo de capacidades, en la transmisión de conocimientos, tecnologías y prácticas sustentables para que sean los propios productores quienes transformen sus sistemas de producción de forma integral. 

Antes aplicábamos herbicida, pero desde que recibimos la capacitación ya no lo usamos; hemos aprendido a colocar el manojo de rastrojo para que ahí se genere lo que es el abono. Hemos aprendido muchas cosas en los talleres,  y no solamente sobre el campo”, comenta Benjamín García Vázquez, otro de los productores participantes en referencia a los temas de asociatividad que también promueve el proyecto.

Además del aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo y la diversificación de cultivos —dos de los componentes básicos de la Agricultura de Conservación—, los técnicos del proyecto brindan a los productores un acompañamiento constante, compartiéndoles otras prácticas asociadas —como los enfoques agroecológicos y el compostaje— para mejorar sus sistemas. 

Los aprendizajes que estos productores han obtenido a través del proyecto con Walmart y el CIMMYT les han permitido incluso aprovechar de mejor manera algunos programas gubernamentales y, sobre todo, tener la certeza de que esos aprendizajes benefician directamente a sus familias. 

“Muchas de las veces el producto no era muy bueno, no nos daba mucho, era muy poco el tonelaje en realidad. Entonces ahorita con los ingenieros vamos superando todo eso, es mejor el producto ahorita, es de mejor calidad. Por eso agradezco por darnos la enseñanza para la plantación de muchas cosas en los cultivos”, concluye el señor Benjamín García Vázquez. 

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Guanajuato, innovación agrícola continua

Ramón Ramírez Aguilar es un productor de trigo de Dolores de Purísima del Rincón, Guanajuato. Siempre en la búsqueda de innovar y de hacer más rentable su actividad agrícola, Ramón encontró en la Agricultura de Conservación una alternativa para disminuir costos de producción sin afectar rendimientos y, actualmente, ha hecho algunas adecuaciones al sistema de producción que le han funcionado bien. 

La Agricultura de Conservación es un sistema sustentable ya probado —tiene como componentes básicos la cobertura del suelo con rastrojo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos—. Se trata de un sistema con soporte científico que, por sus resultados competitivos, es el eje fundamental de las tecnologías promovidas por MasAgro Guanajuato, programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

Fue precisamente en una plataforma de investigación de MasAgro Guanajuato donde Ramón observó una práctica que le llamó la atención: en lugar de tener una siembra de trigo con cobertura total como es común en la zona o con seis o siete hileras, se sembró a dos hileras. Un técnico del programa le explicó a Ramón que de esa manera las plantas compiten menos por la luz, los nutrientes y el agua, favoreciendo el rendimiento del trigo. 

A partir de sus propias observaciones, y en conjunto con las sugerencias del técnico, Ramón sembró a dos hileras en camas de 1.60 metros en el nuevo ciclo. De esta manera, además, la fertilización enterrada se puede hacer aún más eficiente —hecho muy conveniente ahora en que el costo de los fertilizantes es muy alto— y se favorece que el cultivo no se “acame” —cuando las plantas se “recuestan” o se “tienden” hacia el suelo— debido a que esta forma de sembrar permite la circulación del aire entre plantas.

Al inicio, comenta Alejandro Bravo Cortés —el técnico que asesora a Ramón—, al productor le preocupaba que con dos hileras el rendimiento final del trigo disminuyera, pero esto no ocurrió. Por el contrario, los resultados le mostraron al productor que el rendimiento se incrementa y que adicionalmente ahorra en semilla pues, mientras que en la zona es muy común que se siembren 200 kilogramos de semilla por hectárea, con esta práctica solo se utilizan 120 kilogramos de semilla para la misma superficie.

Cabe mencionar que Ramón usa semillas evaluadas e identificadas con alto potencial productivo para El Bajío —Alondra (la que usa el productor), Faisán y Cisne han mostrado los mejores rendimientos— que además han mostrado resistencia a enfermedades como la roya. Este beneficio se suma a una menor incidencia de malezas debido a que el rastrojo que se deja como cobertura impide el desarrollo de las malas hierbas. Esto se traduce en que Ramón no aplicará herbicidas, beneficiando a su bolsillo y al medioambiente. 

También es importante señalar que la fertilización realizada en la parcela de Ramón corresponde a las necesidades que indica el mapeo de fertilidad de suelos de la zona elaborado a través de una estrategia de fertilidad integral a partir del programa. Además, una fertilización adecuada le ayuda a Ramón a lograr que el nivel de proteína del trigo que cultiva sea elevado y reciba así una bonificación por la calidad de su grano al momento de venderlo.

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Un muy buen primer año de innovación en familia

Comenzar a estudiar la ingeniería en Sistemas de Producción Agroecológica hizo que Marco Antonio Rodríguez Pedro facilitara a su familia —en San Miguel Figueroa, Pochutla, en la costa de Oaxaca— abrir la puerta a la innovación agrícola que le ofreció Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Él fue la pieza clave para que su padre Vicente Rodríguez Rodríguez, su madre Juana Pedro De la Rosa, su hermana Maribel de 17 años, e incluso su hermano Brian de nueve años, cambiaran la forma convencional de sembrar —la cual propiciaba la degradación de sus suelos— por fertilización fraccionada con dos aplicaciones, el manejo de cobertura del suelo y el control oportuno de malezas.

Es el primer año Marco Antonio y su familia implementan estas prácticas sustentables, las cuales incluyen la diversificación de cultivos. Anteriormente ellos sembraban solo cuatro cultivos. Hoy, siembran ocho distintos: frijol ejotero —conocido como blanco—, frijol caupí negro, canavalia, calabaza, ajonjolí, jícama, jamaica de cáliz rojo y maíz.

Vicente Rodríguez reconoce que, a pesar de trabajar las tierras desde “chiquillo”, ha sido su hijo Marco Antonio quien lo ha motivado a echarle ganas e implementar nuevas prácticas con la asesoría técnica que le brinda el proyecto. Juana Pedro, la mamá de Marco Antonio y responsable de la comercialización de la producción familiar, comenta en este sentido que: “a mí me gusta venir al campo y ahora que mi hijo está estudiando nos motiva”. 

Para el técnico y colaborador del CIMMYT, Omar Francisco Sánchez Ríos, “con la Agricultura de Conservación podemos tener sistemas que se adapten o tengan cierta tolerancia a la sequía”. Además, la inclusión de leguminosas permite mejorar la calidad nutricional de los alimentos, mejorar la estructura del suelo e interferir en los ciclos de vida de plagas y malezas, disminuyendo su incidencia en la parcela. 

Junto con la diversificación de cultivos, en la parcela de la familia Rodríguez Pedro se incluyó la asociatividad y la medición de las precipitaciones pluviales —ya que las condiciones climáticas han vuelto a las lluvias muy erráticas—, lo cual le permite a Marco Antonio afirmar que en la temporada de lluvias de este 2021 el agua fue muy escasa, a pesar de momentos nublados en los que aparentaban fuertes lluvias.

Tenemos intervalos muy secos y aún con esa escasez de lluvia hemos tenido buena producción de maíz y productos en general porque trabajamos con la Agricultura de Conservación. Este sistema nos ha permitido optimizar el uso de fertilizante y reducir los gastos excesivos porque implica el mínimo movimiento del suelo, la incorporación de residuos de cosecha y la rotación de cultivos”, afirma Marco Antonio. 

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Cómo evitar los daños al suelo causados por quemas agrícolas

La agricultura, vista como el conjunto de técnicas agronómicas para cultivar la tierra y obtener cosechas, se ha convertido en la base de la alimentación y el desarrollo de la sociedad; sin embargo, con el paso del tiempo, de esta actividad se han derivado prácticas que generan un impacto no tan favorable al medioambiente, como la generación de gases de efecto invernadero derivados de la quema de residuos agrícolas —pastos, tallos, hojas, cáscaras, etcétera—.

Históricamente el fuego ha sido considerado una “herramienta” y aún en la actualidad es ampliamente usado en la preparación de las tierras para la siguiente siembra, aunque con consecuencias: de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las miles de hectáreas quemadas anualmente no solo emiten contaminantes, sino que son en gran medida la causa de numerosos incendios forestales. 

De acuerdo con datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en México se registran en promedio 8 mil incendios forestales cada año, ocasionando pérdidas de flora, fauna, económicas, así como la erosión y daño del suelo. Además, esta práctica emite una gran cantidad de dioxinas a la atmósfera. Estas partículas derivadas de la presencia de cloro y agroquímicos, así como fertilizantes sintéticos, señala la organización Mundial de la Salud, tienen elevada toxicidad y se acumulan en la cadena alimentaria.

Para contrarrestar esto, actualmente organizaciones como Grupo Ceres y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impulsan la migración de los agricultores hacia sistemas de producción sustentables como la Agricultura de Conservación. Esto, a fin de evitar daños a corto y mediano plazo en los suelos agrícolas como, por ejemplo: pérdida de nutrientes, muerte de organismos y microorganismos que descomponen materia orgánica, pérdida de producción de gases nitrogenados y carbonados, así como la falta de humedad.

A la par, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en coordinación con el Centro CIMMYT, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) y otras organizaciones, fomentan la reducción de la quema de pajas o rastrojos en predios de cultivo posterior a las cosechas. 

Entre las recomendaciones que plantean seguir, están las siguientes:

  • Reincorporar el rastrojo en las parcelas como medio para reducir el uso de insumos como fertilizantes o herbicidas.
  • Emplear estos residuos como forraje para el ganado de modo que se disminuye el gasto en alimentos para animales.
  • Distribuir los remanentes de cosechas anteriores para así aumentar la fertilidad, el porcentaje de materia orgánica, proteger el suelo de rayos solares y mejorar el pH del suelo.
  • Complementar el aprovechamiento del rastrojo usándolo para hacer composta o como abono.

Es importante mencionar que, aunque hay especificaciones técnicas establecidas para realizar las quemas agrícolas, el aprovechamiento de los residuos agrícolas tiene mayores beneficios que su quema. Esto, por supuesto, requiere de capacitar a los agricultores en técnicas de manejo de los restos agrícolas, de tal manera que conozcan otras alternativas que no involucren usar fuego y, de esa manera generen valor agregado durante el levantamiento de sus cosechas y sobre todo cuando preparan el suelo para el siguiente ciclo agrícola.

Si tienes interés en el manejo de rastrojos y su aprovechamiento, los equipos técnicos de Grupo Ceres y del CIMMYT pueden asesorarte, contáctalos. 

Fuente:

Programa Mi parcela no se quema: https://www.gob.mx/agricultura/acciones-y-programas/miparcelanosequema 
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Cómo el trigo volvió a ser rentable en esta comunidad

Los fertilizantes son un elemento indispensable en la producción de granos, pero sus altos costos han sido un obstáculo para muchos agricultores que cultivan de forma convencional ya que, además del costo de los fertilizantes, su aplicación implica el pago de mano de obra y maquinaria. Estas condiciones han hecho que para muchos productores guanajuatenses la siembra para el ciclo otoño-invierno no fuera costeable y, de hecho, actualmente es posible observar muchas parcelas sin sembrar.

La Agricultura de Conservación que promueve el equipo técnico de MasAgro Guanajuato es una alternativa para reducir costos de producción y, adicionalmente, cuidar el ambiente al hacer mejor uso de los recursos naturales, particularmente suelo y agua. Se trata de un sistema de producción sustentable cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo con rastrojo, la diversificación de cultivos y la mínima labranza. 

Este sistema está siendo promovido en diversas localidades, como en Providencia de Pérez, Colonia Morelos, Guadalupe de Rivera y Purísima de Covarrubias, en Irapuato, donde se desarrollan acciones formativas directas con 15 productores que trabajan en terrenos con régimen de riego con pozo profundo. 

Aunque podría parecer un número pequeño, estos 15 productores de Irapuato que han decidido darle una oportunidad a las innovaciones agrícolas son clave para que un mayor número de productores de ese municipio adopte el sistema.

En la comunidad de Valencianita, por ejemplo, se establecieron parcelas demostrativas de la mano de los productores Enrique Bernal y Margarito Gutiérrez, quienes son ya una referencia local de que el trigo con Agricultura de Conservación sí puede volver a ser una actividad económicamente rentable y atractiva.

Lo anterior es relevante porque, años atrás, el cultivo de trigo era una actividad prioritaria en Valencianita; sin embargo, al hacerlo de forma convencional, con prácticas poco adecuadas, los costos de producción y la baja productividad la volvieron poco rentable. Afortunadamente esto puede cambiar si un mayor número de productores le brinda una oportunidad a la Agricultura de Conservación. 

De acuerdo con Arturo Buenavista, agente técnico de MasAgro Guanajuato, “el que los productores dejen el 100% del rastrojo como cobertura del suelo favorece la retención de humedad y reduce de manera significativa la presencia de malezas. Así, el productor evita el gasto en la compra y aplicación de herbicidas y, de paso, cuida el medioambiente y eso beneficia a toda la sociedad”. 

Los productores que deseen reducir sus costos de producción sin afectar los rendimientos y probar, en general, los diversos beneficios de la Agricultura Sustentable, pueden ponerse en contacto con los agentes técnicos del programa, quienes además les podrán asesorar para realizar adecuadamente una fertilización enterrada que les permitirá alcanzar hasta un 60% de aprovechamiento del fertilizante, hecho que debido a los costos actuales resulta una práctica estratégica.

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#ChiapasNoQuema reinicia actividades en 2022

Los escenarios de cambio climático para México muestran que Chiapas es uno de los estados que está siendo y será más impactado por este fenómeno: los periodos de sequía más severos y extensos serán más recurrentes en toda la entidad, por lo que es conveniente promover prácticas sustentables y reducir así el riesgo de fenómenos catastróficos, como los incendios forestales. 

En promedio, Chiapas tiene 6,600 incendios cada año. Por lo anterior, es considerada una de las entidades con mayor incidencia en ese rubro (en 2015, 2018 y 2019 Chiapas fue la entidad con más incendios en todo el país) y —en consecuencia— una de las que más contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero y que más cobertura arbórea pierde a causa de los incendios.

A través del programa MasAgro-Cultivos para México —iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, este año se ha implementado nuevamente la campaña #ChiapasNoQuema, impulsada de forma conjunta por el Hub Chiapas del CIMMYT, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) de Chiapas; la Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural (Semahn) del mismo estado; los ayuntamientos de Ocozocoautla, Venustiano Carranza y Villa Corzo; entre otras organizaciones. 

Cabe mencionar que #ChiapasNoQuema se desarrolla en sintonía con la iniciativa nacional #MiParcelaNoSeQuema, coordinada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en la que participan el CIMMYT, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) y otras organizaciones para mitigar las quemas y ofrecer alternativas sustentables. 

El objetivo de #ChiapasNoQuema es la reducción de las quemas mediante la prevención y el ofrecimiento a los productores de alternativas como la Agricultura de Conservación, que es un sistema de producción sustentable que aprovecha el rastrojo (residuos agrícolas que son objeto de las quemas) para usarlo como cobertura del suelo. Además de mejorar la estructura y calidad del suelo —y retener humedad—, el aprovechamiento del rastrojo permite a los productores tener ahorros significativos en sus costos de producción.

Cabe mencionar que la campaña contempla acciones de difusión y capacitación orientadas a productores, técnicos y otros actores del sistema agroalimentario en diversos municipios de Chiapas. Mediante estos eventos de capacitación se presentarán las ventajas de las siembras con rastrojo y su manejo, con el objetivo de que los productores eviten las quemas agrícolas y sean conscientes de que #ElRastrojoVale más como cobertura del suelo.

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Legumbres, semillas que ayudan a la salud humana y del suelo

Las legumbres son los frutos —semillas contenidas en una vaina— que producen las leguminosas —frijoles, habas, lentejas, etcétera—.  Son una gran fuente de proteínas vegetales y, en el plano agronómico, mejoran con sus propiedades la tierra en la que se cultivan pues poseen la singular capacidad de aportar nitrógeno a la tierra de cultivo. 

“Las legumbres son una fuente rica de aminoácidos esenciales y proteínas de manera que complementan el consumo de cereales. Aportan una cantidad importante de carbohidratos y micronutrientes, así como fibra de calidad. Además, ayudan a mantener niveles bajos de colesterol “malo” y reducir la presión arterial”, comenta Carlos Barragán García quien promueve el cultivo de legumbres a través del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche que impulsan Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

“Se trata de productos que han acompañado al ser humano en su desarrollo agropecuario desde la prehistoria y se cuentan entre las primeras plantas domesticadas del planeta. La inclusión de leguminosas en sistemas de cultivos múltiples —como el cultivo intercalado o la simple rotación de cultivos— es importante para el manejo sostenible de los nutrientes del suelo, para mejorar la estructura de este y, en conjunto, es un paso importante hacia la implementación de prácticas agrícolas más sustentables”, señala el técnico. 

“Las prácticas agrícolas inadecuadas han degradado la fertilidad del suelo y han aumentado los costos de producción. El desequilibrio en el uso de nutrientes y la utilización incontrolada de pesticidas están contribuyendo a un mayor costo de producción y a la degradación de la agrobiodiversidad. El uso de leguminosas, en rotación con cultivos básicos como el maíz, ofrece un amplio margen para mejorar los ingresos de los productores y para restaurar el equilibrio biológico de los suelos”, añade Yashim Victoria Reyes Castañón, quien también brinda acompañamiento técnico a los productores que participan en el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT. 

“Para restaurar la función del suelo al nivel óptimo, la diversidad de cultivos es importante y las leguminosas son una buena opción. Con respecto a sus beneficios para el suelo, por ejemplo, las leguminosas pueden fijar una gran cantidad de nitrógeno por su relación simbiótica con algunas bacterias fijadoras. Esto es de vital importancia considerando la necesidad de intensificar la producción de alimentos mientras se hace un mejor uso de los recursos naturales”, concluye Yashim.