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¿Cuándo tomar medidas para controlar una plaga?

Texcoco, Edo. Méx.- El Manejo Agroecológico de Plagas es un conjunto de prácticas orientadas a incidir en las causas y modificar las condiciones que hacen que una plaga aumente. Busca minimizar el impacto ambiental y preservar la salud de los productores, ya que, en lugar de plaguicidas, prioriza el uso de trampas y otras formas de control biológico. 

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores difunden el Manejo Agroecológico de Plagas como una opción viable para los productores y con amplios beneficios para los ecosistemas, pues apuesta por la restauración de su equilibrio y el aprovechamiento de recursos como los insectos benéficos, los cuales solo pueden prosperar en ecosistemas sanos. 

Como se puede advertir, este enfoque no pretende exterminar las plagas, sino que busca mantener a las poblaciones de insectos en un nivel tal que no causen daños económicos. Muchas veces, ver un insecto en el cultivo no es sinónimo de que una plaga esté presente, ya que solo se considera como tal cuando el insecto afecta económicamente al productor. Por esta razón el muestreo es fundamental para el Manejo Agroecológico de Plagas, porque permite tomar decisiones oportunas. 

¿Cuáles son esos niveles económicos de decisión?, ¿cómo se determinan? Hay tres niveles: el daño económico, que es la cantidad de lesiones que justifica el costo del tratamiento; el nivel económico de daños, que se refiere a la mínima densidad de población del insecto plaga que puede causar daño económico; y el umbral económico, que es el nivel de población de la plaga a partir del cual deben tomarse medidas. 

Si quieres conocer más de estos tres niveles te invitamos a descargar la ficha técnica Niveles económicos de decisión en el Manejo Agroecológico de Plagas (MAP) que el CIMMYT pone a tu disposición en el portal de su Programa de Desarrollo Integrado, donde también encontrarás infografías, manuales, folletos y más material sobre Agricultura Sustentable. 

También te invitamos a descargar la Revista EnlACe, donde encontrarás información igualmente útil. Cada número aborda temáticas diferentes, la número 43, por ejemplo, es una edición especial sobre Manejo Agroecológico de Plagas. Si aún no la tienes, descárgala de forma gratuita aquí. 

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La evolución del maíz continúa

Texcoco, Edo. Méx.- Entre los mexicas, la selección de las mejores semillas de maíz era la base de un proceso de mejoramiento continuo. Este proceso se realizaba mediante un ritual, el ritual de la selección de la mazorca donde se apartaban las cualli huecintli, es decir, las mejores mazorcas de la cosecha anterior. Se desgranaban los extremos, quedando solo los granos más grandes del centro. Estos eran la xinaxtli, la semilla seleccionada para la siembra. 

Hoy, más de seis siglos después, en varias comunidades de México esta forma de seleccionar las semillas sigue vigente, aunque —lamentablemente— en muchas otras ya no se realiza ningún tipo de selección. Este hecho, sumado a factores como la degradación de los suelos, el monocultivo y el abandono del campo, ha contribuido a que los maíces nativos tengan bajos rendimientos.

Además de ser importantes para la seguridad alimentaria de muchas comunidades, los maíces nativos o criollos —palabra popularizada durante la Colonia para referirse a “los nacidos en América” y, por extensión a las especies animales y vegetales originarias de este continente (aunque, con frecuencia, en un sentido peyorativo)— tienen un gran potencial para brindar información para enfrentar el cambio climático. Así, para fortalecer el cultivo de maíces nativos, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), junto con diversos colaboradores, promueve el mejoramiento participativo de maíces nativos en diversas zonas de México. 

La selección masal estratificada es la técnica que se emplea en estos esfuerzos de mejoramiento participativo. Mediante esta técnica la milpa se divide en parcelas pequeñas a fin de escoger con mayor rigurosidad la semilla progenitora de la siguiente generación de selección. Al estratificar así la milpa se incrementa la probabilidad de que las características que se busca que las plantas hereden efectivamente sean parte de la información genética de las plantas y no se deba solo a la influencia del medioambiente o las prácticas agronómicas.

Las mazorcas con las características deseadas se seleccionan directamente en la milpa de entre las plantas con competencia directa —es decir, aquellas que tienen otras plantas tanto a los lados del mismo surco como entre los surcos de junto—. Cuando estas mazorcas previamente seleccionadas finalmente se cosechan, se hace una segunda selección a la manera acostumbrada: se seleccionan mazorcas sanas y grandes que luego se desgranan, usando para semilla solo los granos de la parte central de la mazorca —tal y como lo hacían los mexicas siglos atrás—.

Desde luego, el mejoramiento de los maíces nativos es un proceso que implica varios ciclos de selección y que requiere un acompañamiento técnico adecuado, pero, en el mediano plazo, este método permite mejorar las variedades locales y mantener a la vez la diversidad genética. Por esta razón, el CIMMYT y sus colaboradores imparten talleres donde los productores aprenden los procedimientos específicos en cada etapa del desarrollo del cultivo, como la eliminación de la flor masculina de los ejemplares no deseados y la selección de mazorcas de las plantas marcadas —las que tienen las características deseadas, como grosor del tallo, sanidad de la planta, precocidad, porte, altura y tamaño regular de mazorca, vigorosidad, resistencia a factores internos y externos, e incluso la competencia de nutrientes y la resistencia a plagas y enfermedades—. 

Al mejorar las características genéticas de los materiales nativos de cada región es posible obtener rendimientos más favorables, pero también fortalecer la cultura.  Así, por ejemplo, el mejoramiento participativo ha contribuido a preservar la herencia de cultivo de la comunidad otomí y de la comunidad maya —te recomendamos leer los artículos Mejoramiento participativo de maíces nativos, un camino para preservar la diversidad biocultural y Los productores mayas y el mejoramiento participativo de maíz nativo—, ayudándoles a preservar su patrimonio biológico y cultural. 

El mejoramiento participativo permite hacer más rentable la milpa, pero solo afianzando prácticas sustentables se podrá asegurar la preservación funcional de la biodiversidad de los maíces nativos. En este sentido, la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —que impulsa la Secretaría de Agricultura y el CIMMYT— es relevante, pues a través de ella se ha estudiado la diversidad de más de 15 mil variedades nativas de maíz y se han ingresado más de 100 millones de nuevos datos al Atlas Molecular de Maíz —una de las contribuciones científicas más relevantes de México al mundo en la actualidad—, lo cual deriva en maíces con mayor tolerancia al calor y la sequía y resistentes a enfermedades. 

Además de promover la conservación y el uso de la biodiversidad de las variedades nativas en favor de la seguridad alimentaria —te recomendamos leer Maíz nativo de Yucatán regresa a su localidad de origen— también se trabaja en la identificación de maíces nativos con alto potencial productivo para comercialización —te puede interesar Maíz azul de alto potencial productivo—. Esto, sin duda, confirma que los caminos de adaptación y evolución del maíz son un proceso que inició hace siglos y que continúa hasta nuestros días. En el caso del mejoramiento participativo, esto es posible gracias a la colaboración entre agricultores y científicos. 

Fuentes:

  • Campos, C. F. (2017). Los criollos novohispanos frente a la teoría de la degeneración: de la apologética a la reivindicación. En-Claves del pensamiento11(21), 15-40.
  • Espinoza, J. A. G. (2018). Maíz, axis mundi: maíz y sustentabilidad. Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
  • González Torres, Y. (2007). Etnografía del maíz: variedades, tipos de suelo, y rituales en treinta monografías. Etnografía de los confines. Andanzas de Anne Chapma, 179-220.
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La capa de ozono y los fertilizantes nitrogenados

Texococo, Edo. Méx.- La capa de ozono protege a todos los seres vivos de la mayor parte de la dañina radiación ultravioleta del Sol que puede causar, entre otras cosas, quemaduras y cáncer en la piel, cataratas en los ojos, problemas con el sistema inmune y alteraciones en la fotosíntesis de las plantas.

El “agujero” en la capa de ozono forma parte de un fenómeno natural —diferente del calentamiento global— que ocurre en los polos durante el invierno, pero que es agravado por la emisión de gases clorofluorocarbonos —provenientes principalmente de la industria—. También el óxido nitroso es un gas que afecta la capa de ozono. Este gas contaminante es producto de la síntesis y aplicación de fertilizantes nitrogenados que son empleados en la agricultura.

El nitrógeno (N) está involucrado en la producción de la clorofila, sustancia que les da a las plantas su característico color verde. Este elemento esencial es indispensable para el crecimiento y la fotosíntesis vegetal, así como para la obtención de buenos rendimientos en la producción agrícola. Sin embargo, su ciclo y absorción son procesos muy complejos —en la naturaleza este elemento es abundante en el aire, pero escaso en el suelo—, por lo que en el ámbito agrícola se debe recurrir a los fertilizantes nitrogenados, cuya aplicación es igualmente compleja.

Cultivos como el trigo, por ejemplo, solo absorben entre 20 y 35% del fertilizante nitrogenado. El resto se pierde porque se volatiliza o escurre, ocasionando pérdidas económicas y contaminación ambiental —se estima que en México y otros países en desarrollo las pérdidas promedio de nitrógeno por volatilización son de 18%—. Gran parte del problema está relacionado con el manejo inadecuado del fertilizante y la falta de herramientas prácticas que permitan determinar las cantidades adecuadas que cada cultivo necesita, por lo que es fundamental optimizar su aplicación. 

El uso de sensores ópticos permite hacer un uso racional del fertilizante nitrogenado al determinar con mayor precisión la dosis que los cultivos requieren. Esto favorece una mayor uniformidad del cultivo, un ahorro importante de fertilizante y —en consecuencia— una optimización de este.

Los sensores ópticos funcionan leyendo los valores NDVI (Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada) tanto de una franja de referencia como del área de diagnóstico, donde se aplicaría la recomendación de fertilización dada por el sensor. Estos valores son una estimación del “verdor” de las plantas —una planta sana tiene un color característico, señal de una actividad fotosintética y una nutrición adecuada—, que el sensor procesa mediante un modelo matemático para, finalmente, arrojar una recomendación.

Los sensores ópticos son una de las tecnologías que promueve el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para disminuir el impacto ambiental de la agricultura. Si algún productor está interesado en saber más sobre esta tecnología, puede contactar a nuestro equipo técnico: @accimmyt

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Se realiza Primer Simposio Internacional en Agricultura Sustentable

Baja California.- El Primer Simposio Internacional en Agricultura Sustentable organizado por el Instituto de Ciencias Agrícolas (ICA) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, marca el inicio de una serie de eventos de capacitación y actividades de investigación en la región Noroeste de México para impulsar la adopción de prácticas agrícolas sustentables que permitan transitar hacia una agricultura rentable y respetuosa con los recursos naturales. 

El encuentro se realizó este 9 y 10 de septiembre de forma virtual, contó con la participación de técnicos, productores, profesores y estudiantes de Baja California y otros estados.  El objetivo del simposio y de las futuras actividades enmarcadas en esta colaboración buscan que los sectores público, privado, social y académico sumen esfuerzos para “atender las necesidades y problemáticas propias de la región y generar soluciones de impacto que ayuden al mejoramiento de la sociedad”, comentó la doctora Gisela Montero Alpírez, vicerrectora de la UABC, campus Mexicali, enfatizando en que el simposio suma al objetivo de la universidad de difundir el conocimiento e incentivar la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación en el estado. 

Baja California es uno de los cuatro principales estados productores de trigo del país —en el Valle de Mexicali se cultiva más de la mitad de la producción estatal—, pero la rentabilidad del cultivo, y de la actividad agrícola en general, ha disminuido por una reducción de los rendimientos atribuible al desgaste de las tierras de cultivo y a los altos costos de producción bajo el sistema de labranza convencional que predomina en la zona.

Ante este contexto, el simposio y la colaboración entre las instituciones que lo hicieron posible extiende el alcance de la Agricultura Sustentable promovida por MasAgro-Cultivos para México —iniciativa impulsada por la Secretaría de Agricultura y el CIMMYT—. Esta colaboración, además, permitirá que los productores del estado y la región puedan disponer de mejores herramientas para mantener rentable su actividad agrícola ante los efectos del cambio climático y en un contexto de suelos degradados donde es fundamental conservar los recursos naturales.

“Es importante comprender que solo mientras se protejan los recursos naturales se podrá seguir produciendo. Cada vez menos productores van a estar alimentando a cada vez más personas y el uso sustentable de los recursos es lo único que va a garantizar que podamos lograrlo. Solo los agricultores con su esfuerzo, y con el apoyo de la investigación científica y de la academia, podrán hacer esto realidad”, comentó al respecto Juan Manuel Martínez Núñez, representante estatal de la Secretaría de Agricultura en Baja California. 

Por su parte, Daniel González Mendoza, director del ICA de la UABC, comentó que el simposio surge a partir de “la búsqueda de alternativas tecnológicas que fomenten el equilibrio en el uso de fertilizantes y un manejo integrado de plagas y enfermedades”. Mencionó que a través del encuentro propiciado por investigadores de la UABC en vinculación con el CIMMYT se fomenta la interacción entre los investigadores “para llevar a los agricultores las ventajas de sembrar bajo las directrices de una Agricultura Sustentable que impacte en la generación de un campo saludable y rentable en beneficio de la población”. 

Aunque la pandemia ha hecho que los espacios para el intercambio de conocimiento sean mayoritariamente virtuales, también se sigue apoyando directamente en campo a través de una infraestructura física que es producto de la colaboración interinstitucional, señaló el doctor Jelle Van Loon, representante del CIMMYT, quien mencionó que en la región “se cuenta con una plataforma de investigación —la plataforma Mexicali Baja California, instalada con la UABC— y se trabaja con puntos de maquinaria especializada en Agricultura Sustentable”. 

Agricultura de Conservación, Manejo Agroecológico de Plagas, Manejo Integral de Malezas y Manejo de la Fertilización en los Cultivos de Maíz y Trigo fueron las temáticas que se trataron en este simposio, el cual contó con la participación de especialistas como la doctora Nele Verhulst, coordinadora de investigación estratégica del CIMMYT; el doctor Edgardo Cortez Mondaca, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); el ingeniero Bartolo González, quien impulsa proyectos de Agricultura Sustentable en Guanajuato en colaboración con el CIMMYT y el gobierno estatal; y doctor Iván Ortiz-Monasterio, investigador del CIMMYT. 

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Innovaciones que convencen

Guaymas, Son.- Los altos costos de producción que se presentan en cada ciclo agrícola han hecho que muchos productores busquen alternativas para que su actividad siga siendo rentable. Varios de ellos han encontrado en la Agricultura de Conservación —sistema sustentable que entre sus componentes básicos están la mínima labranza y la cobertura del suelo con rastrojos— una forma de reducir costos de producción, hecho que se traduce en una mayor rentabilidad. 

Martín Berdichevsky K., de la Agrícola San Gonzalo, es uno de los productores que ha optado por la Agricultura de Conservación. Él observó directamente los beneficios del sistema después de visitar al productor Germán Campoy Ibarra, quien lleva 10 años practicando la Agricultura de Conservación —con riego por aspersión y complementando con lombricultura—, período durante el cual el porcentaje de materia orgánica en su suelo ha aumentado significativamente, lo que se ha traducido en buenos rendimientos del trigo y mayor rentabilidad que el sistema de producción convencional.

Martín cuenta además con el acompañamiento técnico de especialistas del despacho AGRINOVA y del Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Junto con ellos, Martín planificó establecer trigo con Agricultura de Conservación en el ciclo otoño-invierno 2020-2021. Esto, como consecuencia de las primeras reuniones de los técnicos con los productores de la zona agrícola El Sahuaral —ubicada en el municipio de Guaymas, Sonora, a 150 kilómetros al noroeste del Valle del Yaqui y donde se cultiva trigo, cártamo y maíz bajo riego por aspersión y gravedad en área menor— para mostrar los fundamentos de la Agricultura de Conservación y sus beneficios.

Así, los productores de El Sahuaral decidieron sembrar trigo sobre rastrojos de trigo, bajo el esquema de Agricultura de Conservación en una superficie de 17 hectáreas —empleando maquinaria especializada de Sembradora Dobladenses—, obteniendo en la cosecha un rendimiento promedio de 7.7 toneladas de trigo por hectárea. Si bien los rendimientos en trigo son semejantes a los de agricultura convencional, la Agricultura de Conservación les permitió reducir costos de producción —por el menor número de pasos de maquinaria y, en consecuencia, menor consumo de combustible—, lo que se traduce en una mayor rentabilidad para los productores de la región quienes, además, están contribuyendo a bajar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Para el siguiente ciclo agrícola venidero, Martín decidió cultivar trigo con Agricultura de Conservación en una mayor superficie. Esto, después de ver los ahorros en costos de producción. Además, planea introducir cultivos de cobertura como mezcla de cultivos para forraje, ajonjolí y sesbania en verano. Junto con los técnicos que lo asesoran, también considera implementar Manejo Agroecológico de Plagas e introducir organismos para combatir hongos fitopatógenos. Así espera mejorar las condiciones del suelo y reducir su deterioro por el uso desmedido de productos químicos.

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Un granito de arena para que no nos falte maíz 

Guanajuato.- “Desde que yo era un niño acompañaba a mi padre al campo y él todo el tiempo estuvo produciendo maíz. El maíz es un cultivo muy importante porque es el alimento de todos mexicanos, así que de alguna manera estamos contribuyendo con un granito de arena para que no nos falte este alimento que es básico”, comenta Martín Mendoza, productor guanajuatense que participa en el Plan Maíz, un proyecto impulsado por Nestlé con el soporte científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

A pesar de su relevancia para México —donde se siembran más de siete millones de hectáreas de maíz y se producen más de 27 millones de toneladas anuales—, la productividad promedio del país sigue siendo baja en comparación con los principales productores —Estados Unidos y China que producen alrededor de 384 y 231 millones de toneladas anuales, respectivamente—. De hecho, México no alcanza a cubrir toda su demanda y actualmente es el segundo importador de maíz, solo después de Japón.

Cultivar maíz de forma sustentable es una vía para mejorar la productividad nacional y para conservar los recursos naturales que se necesitan para la producción de este cereal: “Las prácticas sustentables nos ayudan a producir un poquito más. La Agricultura de Conservación contribuye a que tengamos un poquito más de rendimiento. Estamos produciendo un maíz de mayor calidad, también ahorramos trabajo, tiempo y dinero”, comenta Martín. 

La Agricultura de Conservación es el sistema de producción sustentable que se promueve a través del Plan Maíz. Tiene tres componentes básicos: la mínima labranza, la diversificación de cultivos y la cobertura del suelo con residuos agrícolas (rastrojos). Se trata de un sistema flexible que se adecua a las necesidades y condiciones de los productores —y al que se le pueden sumar otros sistemas integrales, como los enfoques agroecológicos para el control de plagas—. Entre sus beneficios está que permite disminuir la erosión del suelo, mejorar su calidad y su biodiversidad, así como optimizar el consumo del agua en la agricultura. 

El Plan Maíz fomenta el abasto local y le da valor a la producción sustentable del que es el cultivo insignia de México: “Con este proyecto tenemos ya la venta del maíz asegurada sin necesidad de andarle batallando para la comercialización. La Financiera Sakxim —que está sumando esfuerzos con Nestlé y el CIMMYT en este proyecto— se dedica a la comercialización de los granos y ofrece servicios de asesoría, financiamiento y comercialización. Ellos también nos están asesorando sobre qué variedades meter, cuáles son las que más convienen para los requerimientos de comercialización”, comenta el productor. 

Para Martín, el proyecto es favorable para la sociedad en general “por la calidad del grano que nosotros producimos y todos los beneficios que esto representa”, señala. En este sentido, el acompañamiento técnico que reciben los productores que participan en el proyecto es fundamental porque está orientado a desarrollar sus capacidades: “nos ayudan a conocer las nuevas tecnologías que van saliendo y que las implementemos en el campo”. 

Desarrollar capacidades para fomentar la producción sustentable de maíz es uno de los aspectos esenciales del proyecto impulsado por Nestlé y el CIMMYT. Los productores de maíz mexicanos son clave para lograr la sustentabilidad del campo y para preservar una herencia de cultivo única en el mundo. Como comenta Martín, es importante que las nuevas generaciones se involucren y “vayan aprendiendo esta cultura del maíz, que viene desde nuestros antepasados, forma parte de nuestras raíces y por eso tenemos que seguir con este cultivo, tenemos que hacerlo”. 

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Guanajuato, hacia un campo sustentable y de alta productividad

Guanajuato.- Guanajuato es un estado estratégico para el sector agrícola nacional: es el principal productor de cebada —con 32.5% del total nacional—, el segundo principal productor de trigo y sorgo, y también destaca en la producción de agave, fresa, diversas hortalizas, garbanzo y maíz —Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), 2020—

A pesar de su relevancia en el panorama agropecuario nacional, el campo guanajuatense tiene muchos retos en la actualidad. Entre los principales problemas que los productores de Guanajuato —y del país en general— enfrentan están los altos costos de insumos y servicios, la dificultad para comercialización debido a precios bajos, la falta de capacitación y asistencia técnica, así como la pérdida de fertilidad del suelo —Encuesta Nacional Agropecuaria 2019 (ENA, 2019)—.

La Agricultura de Conservación es un sistema de producción sustentable que permite reducir costos de producción y mejorar la calidad y fertilidad del suelo, por lo que su difusión e implementación, señalan organizaciones como la FAO, es una vía para construir sistemas agroalimentarios más sólidos, ambientalmente sustentables y rentables. Es decir, que la amplia adopción de este sistema puede contribuir a solucionar diversas problemáticas del campo en Guanajuato. 

El programa MasAgro Guanajuato se encamina precisamente en esa vía y promueve la Agricultura de Conservación y el desarrollo de capacidades para un campo sustentable y rentable en la entidad. Es impulsado por la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR), cuenta con el soporte científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). A la fecha, articula los esfuerzos de más de 110 actores de los sectores público —incluyendo la participación de 21 gobiernos municipales—, privado, social y académico. 

Desde 2013 que el programa inició operaciones ha ido ampliando tanto su red de colaboradores como la superficie impactada con prácticas de Agricultura Sustentable —mismas que son validadas en siete plataformas de investigación en todo el estado  y difundidas a los productores a través de diversos mecanismos—, contribuyendo así a que actualmente en el estado se realice Agricultura de Conservación en 19% de la superficie dedicada a la agricultura a cielo abierto —ubicándose por arriba del promedio nacional que es de 16% (ENA 2019)—. 

Gracias a la articulación de esfuerzos que hace posible MasAgro Guanajuato, alrededor de 145 mil hectáreas en el estado implementaron alguna innovación sustentable durante 2020. De entre las innovaciones sustentables destacan las que constituyen la estrategia de fertilidad integral que ha permitido mapear más de 100 mil hectáreas agrícolas para ayudar a mejorar la eficiencia en el uso de fertilizantes, disminuir costos de producción e incrementar los rendimientos. 

También destaca la vinculación con la agroindustria con la que se han implementado diversos proyectos de abastecimiento responsable y Agricultura Sustentable. Estas iniciativas abren las opciones de venta de los productores guanajuatenses, dándole valor a la producción sustentable y, además de abrir nuevas oportunidades comerciales, han permitido disminuir significativamente las quemas agrícolas, así como el volumen de agua aplicado en las parcelas de los productores participantes. 

La red de innovación de MasAgro Guanajuato es amplia. El esfuerzo de cada integrante es por sí mismo una historia de éxito que merece ser reconocida y contada. Le invitamos a conocer estas historias a través de @masagro.guanajuato.

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Tres razones para optar por la Agricultura de Conservación

Sonora.- Don Carlos Preciado es uno de los principales promotores de la Agricultura de Conservación en Villa Juárez, Sonora. Con más de 37 años de experiencia como productor y con más de Una década produciendo trigo con Agricultura de Conservación, don Carlos comenta que “los resultados han sido excelentes y los buenos rendimientos se han sostenido por varios años, incluso cuando se han presentado variaciones climáticas que afectan el desarrollo de los cultivos”. 

Además de trigo, don Carlos cultiva maíz, cártamo, sorgo y soya, todos con el sistema de Agricultura de Conservación —cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo con rastrojo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos—. También construyó un lombricario como complemento a las prácticas de Agricultura de Conservación, sistema que recomienda implementar por diversas razones, particularmente tres.

1   Mejora la calidad del suelo

Con la Agricultura de Conservación, don Carlos ha mejorado considerablemente la fertilidad y la estructura de sus suelos, disminuyendo la erosión eólica, hídrica y la compactación del horizonte de siembra, comenta. Además, se ha incrementado la vida microbiana benéfica de sus suelos. 

2   Favorece los rendimientos

Para don Carlos la Agricultura de Conservación es muy rentable. Sus promedios en rendimiento año con año varían entre las 7.5 y 8.2 toneladas por hectárea. Comenta que es partir del segundo o tercer año cuando los rendimientos con Agricultura de Conservación son iguales o mejores a la labranza convencional, por lo que recomienda paciencia a los productores que van incursionando con este sistema cuyos efectos positivos son acumulativos, señala el productor. 

3   Hay ahorros importantes

Debido al alto costo de los insumos —diésel, fertilizantes, herbicidas, insecticidas, agua, etcétera—, así como el alza en los costos de la mano de obra y operaciones de maquinaria, don Carlos recomienda optar por la Agricultura de Conservación. Comenta que este sistema reduce notablemente los pasos maquinaria y la necesidad de recurrir a tantos productos sintéticos. Se trata de un sistema que permite conservar los recursos naturales, finaliza el productor. 

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AgriLAC Resiliente, una iniciativa para transformar el campo en América Latina y el Caribe

El pasado miércoles 25 de agosto se realizó en formato virtual la reunión informativa de Alto Nivel del One CGIAR para América Latina y el Caribe, para presentar el portafolio de iniciativas del CGIAR —consorcio internacional de 15 centros de investigación agrícola del que el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) es miembro fundador— para el fortalecimiento de los sistemas agroalimentarios en la región*. En este encuentro destacó AgriLAC Resiliente como la iniciativa regional integradora que hará investigación a la medida de los retos regionales y escalará los impactos en la región conjuntamente con sus socios. 

Para dar contexto a los participantes se abordó en principio el actual proceso de reforma del CGIAR, la alianza mundial en investigación que busca contribuir a la transformación sostenible de los sistemas agroalimentarios y enfrentar los retos globales del siglo XXI como el cambio climático y la seguridad alimentaria.

El CGIAR tendrá una estructura regional para potenciar su efectividad y responder mejor a prioridades, necesidades y demandas que tengan lugar en América Latina y el Caribe; también tomará en cuenta las fortalezas de la región y sus aportes para diseñar mejores respuestas a los retos a los que nos enfrentamos en torno a los sistemas agroalimentarios, comentó Jesús Quintana, Director Gerente para las Américas, de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), organización que forma parte del CGIAR. 

Agregó que América Latina y el Caribe poseen conjuntamente la mayor reserva de suelos cultivables del planeta, el 30% del agua renovable, el 46 % de los bosques tropicales y el 30% de la biodiversidad, lo que supone una enorme contribución al suministro mundial de alimentos y a otros servicios ecosistémicos del planeta.

“Estos aportes, bienes y servicios se encuentran amenazados por el avance del cambio climático, el deterioro del medioambiente y un modelo de agricultura poco competitivo y sostenible, aumentando la vulnerabilidad y la malnutrición de los sectores más desfavorecidos de la región; por tanto, para cumplir con los nuevos objetivos, la estructura renovada del CGIAR está diseñando una nueva hoja de ruta como parte del proceso que se basa en la estrategia investigación-innovación 2030. La nueva estrategia se apoyará en una red de gobiernos comprometidos y representados, en un sector privado dinámico, en una sociedad civil comprometida y capaz, y por supuesto, en nuestros donantes y socios regionales e internacionales que nos llevan apoyando y complementando por muchos años”, señaló Quintana. 

En su oportunidad, Martin Kropff, Director Global de Sistemas Agroalimentarios Resilientes del CGIAR, sostuvo que la nueva agenda global del CGIAR se basa en 33 nuevas iniciativas divididas en tres grandes unidades: innovación genética, sistemas agroalimentarios resilientes y transformación sistémica: “Los sistemas resilientes agroalimentarios incluyen todo el trabajo de agricultura, agronomía, producción de cultivos a nivel comercial, pero también ganadería y pesca; son iniciativas globales, estamos buscando nuevo abordaje, ya tenemos ejemplo de ello, uno es MasAgro en México que ya ha estado operando por diez años, y otro en Asia, donde se está trabajando con los tres niveles de innovación a partir de la genética, mejor manejo del cultivo, mejor manejo de la ganadería, mejor manejo de la pesca y por supuesto con gobernanza; como siempre se ha indicado no podemos llegar a ningún lado si no conjuntamos estos tres ejes”.

En este sentido, destacó la importancia de las iniciativas integradas regionales y enumeró las cinco áreas de impacto que serán monitoreadas a nivel global y en la región: nutrición y salud; reducción de la pobreza, medios de vida y generación de empleos; igualdad de género, juventud e inclusión social; adaptación climática y mitigación; y salud del ambiente y biodiversidad.

“Esto no es solamente hablar y soñar, sino un ejemplo de lo que se puede hacer. En México hemos llegado a 500 mil productores que han tenido impacto a mayor escala en los sistemas de maíz y trigo, pero queremos ir más allá, las metodologías ya se desarrollaron, ya existen, las vamos a ir mejorando, muchas se refieren a la diversificación de los sistemas de cultivo pero obviamente hay que ir creciendo poco a poco, hay que aumentar la sostenibilidad en el uso y la producción de los productos básicos sino, no vamos a tener espacio para mayor variedad de cultivos en nuestros suelos” agregó Kropff.

Durante la reunión, la Iniciativa Regional Integradora, AgriLAC Resiliente,  se presentó ante actores del sector público, privado, organismos regionales e internacionales, y socios de la red de centros del CGIAR en América Latina y el Caribe. AgriLAC Resiliente abordará los desafíos claves para la región, combinando y escalando esfuerzos con las otras 16 iniciativas del CGIAR presentes en la región; así como con los planes nacionales de los gobiernos y los organismos internacionales. 

Bram Govaerts, Director General a.i. del CIMMYT, sostuvo que la iniciativa busca fortalecer los sistemas de innovación agroalimentarios en las diferentes escalas para incrementar la resiliencia, servicios ecosistémicos y competitividad de los sistemas agroalimentarios de manera que estén mejor equipados para abordar las necesidades más apremiantes de seguridad alimentaria y nutricional, crisis climática y migración. 

El también co-líder de AgriLAC Resiliente, agregó que los sistemas de innovación e investigación agropecuario de América Latina y el Caribe son decisivos para desarrollar y desplegar innovaciones sociotécnicas que puedan contribuir a abordar los principales desafíos de la región. En este contexto, mencionó que la iniciativa AgriLAC Resiliente buscará impactar en los siguientes pilares: la sostenibilidad ambiental y preservación de la biodiversidad; desarrollo socioeconómico, los ingresos, el empleo y la mitigación de la pobreza; aumento de los problemas de la salud relacionados con la dieta y exacerbación de los problemas de desigualdad de raíz.

Govaerts enfatizó la importancia de construir sistemas agroalimentarios estables, resilientes y sustentables que contribuyan a erradicar el hambre, conservar el medio ambiente, producir más con menos y reconstruir un tejido social para consolidar una Agricultura Para la Paz.

Por su parte, Deissy Martínez Barón, líder de AgriLAC Resiliente y Directora Regional para América Latina del Programa de Investigación del CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS), comentó que la idea de la iniciativa es que se pueda facilitar la investigación colaborativa, conectar con las diferentes redes de socios y aliados con los que han colaborado desde hace varias décadas en la región y poder hacer que la investigación que se genera en el CGIAR sea realmente usada para generar el impacto deseado y contribuir a los retos globales mencionados como el cambio y variabilidad climática.

Agregó que los cinco componentes de investigación en torno a los sistemas agroalimentarios de AgriLAC Resiliente son: 1) Clima y nutrición que busca utilizar las innovaciones colaborativas para sistemas agroalimentarios resilientes al clima y nutritivos. 2) Agricultura digital a través del uso de herramientas digitales e inclusivas para la creación de conocimiento accionable; 3) Competitividad con bajas emisiones, enfocado en los agroecosistemas, paisajes y cadenas de valor, bajas en emisiones sostenibles; 4) Innovación y escalamiento con la red de Innova-Hubs para innovaciones agroalimentarias y su escalamiento; 5) Ciencia para la toma de decisiones oportunas y establecimiento de políticas, instituciones e inversiones para sistemas agroalimentarios resilientes, competitivos y bajos en emisiones.

Todos estos componentes estarán alimentados de las iniciativas globales presentes en la región. El enfoque de la iniciativa es trabajar en todas las escalas para fortalecer el sistema de innovación agroalimentaria a través de ciencia colaborativa, escalamiento efectivo y un impacto integral. 

“Para implementar este enfoque nos vamos a focalizar inicialmente en cuatro países centroamericanos —Honduras, Nicaragua, Guatemala y el Salvador— que son los que tienen mayores retos en términos de variabilidad climática, retos socioecómicos, de desarrollo y con gran potencial para innovar y generar conocimiento. Mientras que México, Colombia y Perú estarán considerados como países escalonadores que tienen un gran potencial en el desarrollo de la innovación y con la capacidad de escalar las innovaciones que se generen en Centroamérica, pero también en sus propios territorios y así generar un impacto” comentó Deissy Martínez-Barón.

Finalmente, señaló las metas planteadas por AgriLAC Resiliente para 2024:

  • Que las instituciones de investigación local y nacional estén mejor equipadas con tecnologías diversificadas y herramientas digitales para asesoría agroclimática y opciones para mejorar las dietas.
  • Que gremios, ONGs y servicios de extensión brinden la asistencia técnica facilitada por medios digitales para reducir riesgos climáticos, anticipar acciones e intensificar la producción sostenible.
  • Que actores de los sistemas agroalimentarios integren estrategias para reducir emisiones, incrementar productividad y monitorear los diferentes compromisos internacionales que tienen los países a nivel global.
  • Se espera que los actores de los sistemas de innovación hayan establecido conjuntamente Innova-Hubs para adaptar, adoptar y escalar estrategias productivas resilientes al clima, bajas en emisiones y nutritivas en diversas zonas agroecológicas.
  • Contribuir a que los gobiernos nacionales formulen e implementen políticas agroalimentarias transformadoras, sostenibles y resilientes e inclusivas para que a través de la ciencia se pueda informar la redistribución de inversiones con perspectiva de género. 

Como parte del proceso de diseño del portafolio de iniciativas de investigación del CGIAR, ahora seguirá una serie de conversatorios de consulta y validación con los actores clave de la región para retroalimentar lo propuesto en AgriLAC Resiliente e identificar diversas formas de unir esfuerzos para potencializar la contribución de esta iniciativa a los grandes retos regionales de la mano de todos los aliados que impulsan la iniciativa.  

*Todas las iniciativas se encuentran actualmente en la etapa de desarrollo de la propuesta y se presentarán al próximo Consejo del Sistema para su aprobación.

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Milpa, una cuna para el maíz y para la seguridad alimentaria

Texcoco, Edo. Méx.- El 29 de septiembre se celebra en México el Día Nacional del Maíz. No es extraño que se haya elegido este mes para dicha conmemoración ya que la historia de México, condensada en el llamado mes patrio, conecta inevitablemente con el paladar que exige, a su vez, alguna de las 700 formas de comer maíz que existen en México.  

En la actualidad el maíz es uno de los cultivos más importantes del mundo. Su principal uso a nivel global es la alimentación animal, pero en México, Guatemala —donde el Día del Maíz se celebra el 13 de agosto—, otros países latinoamericanos y algunas regiones de África, el maíz es la principal fuente de alimentación de la población —uno de los aspectos que históricamente influyó para esta situación es que durante el proceso de dispersión del maíz en el mundo, este no fue acompañado en todos los casos por una tecnología clave para su consumo por los humanos: la nixtamalización. Para saber más al respecto, te invitamos a leer Promueven la nixtamalización para mejorar la nutrición y la salud—.

En México y otros países de Latinoamérica, el maíz, además de ser un alimento fundamental, forma parte de un entramado cultural rico y diverso. De hecho, el maíz se desarrolló en un sistema agrícola y cultural único en el mundo: la milpa, o más precisamente las milpas, ya que, desde el punto de vista cultural, este sistema de policultivo está encarnado en la cosmovisión propia de cada comunidad, por lo que al sistema de maíz-frijol-calabaza —las llamadas tres hermanas— se le agregan otros cultivos —como chile, maguey, chilacayote, café, etcétera— además de sus respectivas tradiciones, mitos y ritos.  

La milpa surgió en Mesoamérica y, por diversos procesos históricos y socioeconómicos, en los países que comprendía esta antigua zona cultural —gran parte de México y hasta Costa Rica— se ha ido perdiendo para dar paso a los monocultivos. Para contrarrestar esta situación, actualmente diversas organizaciones y gobiernos impulsan la revitalización de la milpa porque este sistema es, potencialmente, una de las mejores vías para lograr la seguridad alimentaria y nutricional en la región. 

El sistema milpa es un ejemplo de un sistema eficiente de cultivos múltiples/mixtos que tiende a ser más productivo y eficiente en el uso de luz, nutrientes y agua que los sistemas de monocultivo, dada su dinámica interna de complementariedad, competencia y facilitación”, refiere un estudio desarrollado y publicado este año por un grupo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El estudio refiere que, en condiciones específicas, la milpa de maíz-frijol-calabaza puede ser entre 60 y 90% más productiva que un monocultivo de maíz. Para el caso de análisis del estudio —desarrollado en milpas de Guatemala—, detallan, los sistemas de milpa produjeron significativamente más otros nutrientes esenciales, de manera que las asociaciones maíz-frijol-faba, maíz-papa y maíz-frijol-papa proporcionaron la mayor cantidad de carbohidratos, proteínas, zinc, hierro, calcio, potasio, ácido fólico, tiamina, riboflavina, vitamina B6, niacina y vitamina C.

“Nuestros resultados muestran que una hectárea de las diferentes combinaciones de cultivos puede proporcionar suficiente proteína para satisfacer las necesidades de entre 5.5 y 9.8 varones adultos durante un año, mientras que para el hierro estos valores oscilan entre 11.7 y 21.1”, señala el artículo que es producto del trabajo del proyecto BuenaMilpa —que se desarrolló en Guatemala impulsado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y el CIMMYT— y describe la importancia y la gran diversidad de los sistemas de cultivos intercalados de maíz.

En este mes en que en nuestro país se celebra al maíz es importante reconocer cómo este cultivo, originario de México, se inserta en la historia, en la cultura, la cocina y la economía de las diversas sociedades donde se ha arraigado. Al ser cultivado en más de un centenar de países —y en aumento—, probablemente en algún punto de la historia de la humanidad el Día del Maíz llegue a ser una celebración que trascienda el ámbito nacional. 

Fuente: 

López-Ridaura, S., Barba-Escoto, L., Reyna-Ramírez, CA et al. Cultivo intercalado de maíz en el sistema de milpa. Diversidad, extensión e importancia para la seguridad nutricional en el Altiplano Occidental de Guatemala. Sci Rep 11, 3696 (2021). https://doi.org/10.1038/s41598-021-82784-2