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Piensa esto antes de empacar tu rastrojo

Pénjamo, Gto.- “Me dedico a la agricultura desde 1986. Iniciamos produciendo brócoli, trigo, cebada y luego nos inclinamos por el sorgo y el maíz. En estos últimos 10 años le hemos dado preferencia al cultivo del maíz y en los noventa iniciamos con el sistema de cero labranza. Es un gran reto tener una semilla y hacerla crecer hasta que llegue al término de cosecha. Este es el sustento de nuestra familia y por eso para nosotros es muy importante que haya empresas interesadas en lo que estamos haciendo”, comenta el productor Fernando Reyes Magdaleno —de Pénjamo, Guanajuato— sobre el proyecto Plan Maíz. 

Plan Maíz es una iniciativa de Nestlé y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). El proyecto promueve prácticas agrícolas sustentables como la mínima labranza y la cobertura del suelo con rastrojos. Las ventajas de estas prácticas “son ahorro de combustible, rapidez de siembra y yo he notado que, en comparación con otros terrenos donde no se ejecuta esta labranza, la temperatura en el suelo es más baja, por lo que hay menos pérdida de humedad y esto gracias al simple hecho de tener el rastrojo expuesto en la superficie del terreno”, menciona el productor. 

Fernando Reyes es entusiasta y siempre está buscando nuevos aprendizajes: “con base a estudios también hemos logrado conocer que el residuo vegetal tiene la capacidad de retener el agua hasta 20 veces su peso. Entonces cuando los temporales se retrasan, el simple hecho de tener ese acolchado de rastrojo sobre la superficie permite que no se tenga que hacer un riego tan frecuente. En comparación con personas que no hacen este tipo de labranza yo he visto una diferencia de hasta 15 días de que yo no riego cuando ellos ya tienen que estar regando”, comenta. 

“Es muy importante que antes de regalar el residuo vegetal a las empacadoras los productores se pongan a hacer un análisis de qué es lo que están regalando, porque el rastrojo le sirve a su tierra como fertilizante, como una alcancía que en dos o tres años va a generar más vida dentro del suelo, nos va a generar un sistema con mayor materia orgánica. Entonces sí invito a todos los productores a cambiar a cero labranza. Van a ahorrar agua, van a enriquecer sus suelos con materia orgánica y las plantas se desarrollan mejor”. 

Tanto la mínima labranza como la cobertura del suelo con rastrojos son componentes básicos de la Agricultura de Conservación, un sistema que ofrece amplias ventajas con respecto a la labranza convencional: “En la forma convencional teníamos que barbechar, rastrar, nivelar y luego sembrar. Con cero labranza desmenuzamos el residuo vegetal, “alegramos las rayas” —formar surcos— y sembramos, ya no tenemos que barbechar, rastrar ni nivelar. Eso reduce los gastos, tenemos un ahorro de un 25 a un 30%, sobre todo en diésel, no se diga el tiempo que vamos a ahorrarnos al eliminar todos esos pasos que mencioné”, comenta Fernando.

Con respecto a la comercialización, Fernando comenta que “nos da gusto saber que los materiales que sembramos de forma sustentable, tanto maíces blancos como amarillos, pueden cumplir con los requisitos de calidad y contenido nutricional, libres de aflatoxinas. A mí me da gusto saber que Nestlé está interesada en comprar nuestra cosecha. Nosotros debemos cumplir requisitos de humedad y estado físico del grano. Por eso es importante que haya una infraestructura adecuada para que nos puedan recibir nuestra producción”.

Sobre la integración de actores clave en la cadena de valor, el productor comenta que es notable la participación de organizaciones como la financiera Sakxim “que está muy presente aquí y son los que nos han acercado con el grupo Nestlé: han llevado muestras de algunos maíces que aquí he tenido para hacerles análisis bromatológicos y ver si tienen o no residuos de insecticidas. Es bueno que la cadena de valor esté dada de esta manera”. 

Finalmente, convencido de que la ciencia y las prácticas agrícolas sustentables e innovadoras hacen más rentable el campo, el productor Fernando Reyes les dice a los jóvenes que vuelvan sus ojos al campo y que “contemplen las nuevas tecnologías, como el uso de drones, la siembra satelital, nosotros de hecho ya hemos hecho algunos avances con el CIMMYT con el trigo. Estas tecnologías posiblemente se vean inviables ahora, pero en el futuro serán como los celulares. No dejemos solo al campo, no se rindan fácilmente porque el campo siempre tiene una puerta abierta y es la base de la sociedad”.

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Seminario Agricultura Sostenible en Zacatecas

Zacatecas.- “Este seminario parte de dos preguntas: qué estamos haciendo y qué falta por hacer. Zacatecas es un estado donde los productores enfrentan día con día altos costos de producción, práctica constante de monocultivo de frijol y maíz sembrados con labranza excesiva que reduce la capa vegetal y la materia orgánica en el suelo, pero Zacatecas es también el estado donde cada vez más productores le dan una oportunidad a la innovación”, dijo el doctor Bram Govaerts, Director General del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) durante la inauguración de los trabajos del Seminario Agricultura Sostenible en Zacatecas.

El seminario es un esfuerzo conjunto de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), a través de su representación estatal en Zacatecas; el Gobierno de Zacatecas, a través de la Secretaría del Campo (SECAMPO); la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) Francisco García Salinas; la Universidad Autónoma Chapingo (UACh); y el Hub Intermedio del CIMMYT, que atiende los estados de Zacatecas, Aguascalientes, Coahuila y San Luis Potosí.  

Durante la apertura del seminario el ingeniero Juan Manuel Martínez García, Subsecretario de Agricultura de la SECAMPO, hizo llegar a los asistentes un mensaje del gobernador David Monreal Ávila, enfatizando que el deterioro de los recursos suelo y agua en el estado ha avanzado tanto que es impostergable transitar hacia una agricultura más sustentable y celebrando en este sentido la realización del seminario.

Por su parte, el ingeniero José María Llamas, de la Representación de la SADER en Zacatecas, dijo que se espera que del seminario “surjan propuestas para generar nuevos paradigmas de producción agrícola. Estamos trabajando con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), con el CIMMYT, con la UACh y la UAZ, en generar estos nuevos modelos de producción que nos permita hacer no solo sostenible la producción en Zacatecas, sino más rentable”.

El doctor Rubén de Jesús Ibarra, rector de la UAZ, comentó que al abordar temas tan relevantes como la seguridad alimentaria y el bienestar del campo, el seminario también es relevante para el bienestar de toda la sociedad. Su homólogo, el doctor José Solís de la UACH, coincidió con esta percepción, enfatizando en que es necesario abordar las problemáticas del campo zacatecano de manera coordinada “para hacer el mejor uso de los recursos existentes, pero también tender a su recuperación”. 

Durante la exposición de motivos previa a la primera mesa de análisis, el doctor Nicolás Morales, profesor-investigador de la UACh, mencionó que además de las instituciones organizadoras se han sumado al seminario diversas instituciones y organizaciones nacionales e internacionales como el INIFAP, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la Universidad Politécnica del Sur de Zacatecas, las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García, la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la Comisión Nacional del Agua (Conagua), INCA Rural, la Red para la Gestión Territorial del Desarrollo Rural Sustentable (Red GTD), el Grupo Modelo, la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán), el Grupo Agrocime, entre otras. 

En un contexto donde el 93% de la superficie cultivable de Zacatecas tiene problemas de erosión en alto y muy alto grado, y donde se suman problemas de disponibilidad y uso del agua, problemas relacionados con el cambio climático, el libre pastoreo, la migración y el envejecimiento del campo, el seminario constituye un espacio de reflexión y generación de propuestas fundamental para sociedad zacatecana. 

Las personas interesadas en participar en el seminario pueden revisar la primera y segunda mesa de análisis en el canal de YouTube de ACCIMMYT, y participar en las siguientes mesas que se desarrollarán los viernes 8, 15 y 22 de octubre a las 9 horas (se abordarán los temas Desarrollo Territorial, Recorridos de campo y Socioeconomía, respectivamente). 

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Una agricultura basada en valores

Culiacán, Sin.-Cambiamos de mentalidad, sentimos la satisfacción de ser menos contaminantes, no desaparecimos como agricultores; al contrario, nos fortalecimos, estamos más adaptados a las nuevas necesidades y los problemas se van superando con el acompañamiento técnico. Entonces el proyecto se trata de valores: yo ya no me atrevería a usar un pesticida o un producto contaminante que afecte a los seres humanos o al ambiente, buscaría otra alternativa, entonces ya es un cambio de valores”, comenta Leopoldo Alejandro Gutiérrez Arroyo al referirse al proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México.

Leopoldo Gutiérrez es un productor de Culiacán, Sinaloa. Cuenta con más de 35 años de experiencia en la agricultura y comenta que fueron las condiciones climáticas que dificultaban cada vez más el cultivo del trigo lo que lo hicieron optar por el maíz: “la mayor parte del valle se convirtió de trigo a maíz por ese fenómeno. La agricultura genera incertidumbre porque no depende solo de nosotros, también dependemos del clima, dependemos de la naturaleza. Así que el hecho de verse acompañado en cuestión de la asistencia técnica hace que uno tome mejores decisiones y no estar tan angustiados”, menciona en referencia al acompañamiento técnico que le brinda el proyecto.

Apoyo al Abastecimiento Responsable en México es un proyecto de la compañía Kellogg que cuenta con el soporte científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la participación de diversos actores clave de la cadena de valor: “A través de Grupo SACSA nos incorporamos al proyecto de Kellogg. En su momento nos interesó que se trata de una agricultura por contrato con una empresa seria; además nos ofrecieron asistencia técnica para mejorar la producción, pero posteriormente nos dimos cuenta de que pudimos migrar a una agricultura más sustentable, más armoniosa con el medioambiente. Ahora que ya estoy dentro de esto me doy cuenta”, comenta Leopoldo.

“La forma convencional en que hacíamos la preparación del terreno implicaba mover mucho la tierra y ahora vemos que eso no es necesario. Usábamos pesticidas que no son… digamos bondadosos con el ambiente; el manejo lo hacíamos de acuerdo con la experiencia de cada quien, y ahora pues ya migramos hacia una agricultura con más metodología, más ambientalista. Definitivamente esto es cuestión de valores. Cada vez tendemos a ser más cuidadosos con el ambiente y resulta que es más rentable porque utilizamos menos químicos”, manifiesta el productor.

Para el señor Leopoldo las prácticas sustentables también se reflejan en su economía: “nos ahorramos en maquinaria, combustibles, nos ahorramos en agroquímicos, nos ahorramos en fertilizantes. Si le pongo un porcentaje pues debe estar entre el 20 y el 25% de ahorros. Entonces ahora producimos con mayor calidad y lo hacemos con un menor costo porque hacemos labranza mínima, nuestra maquinaria se desgasta menos; además nos enseñan a hacer un manejo más integrado de las plagas e incluso optimizamos el uso de los fertilizantes. Hemos participado en talleres para aprender a usar nuevos equipos especiales para esta labranza, también hemos recibido, sin ningún costo, cursos de fertilización, cursos de comercialización y también de manejo de plagas”.

Finalmente, el señor Leopoldo comenta que el proyecto ha impulsado una relación de confianza con la empresa, “una relación con valores, más humana y con un contrato confiable en que hemos aprendido a obtener producto de calidad de acuerdo con lo que necesita la empresa; recibimos asistencia técnica y la hemos aprendido a utilizar para satisfacer las nuevas necesidades de alimentos de la humanidad.  Estos son valores, es un cambio: la importancia que tiene el medioambiente, la importancia que tiene una buena alimentación con buenos productos”. 

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El maíz y la regeneración de los suelos

Ixtlahuacán del Río, Jal.- El maíz es un cultivo global de origen mexicano. Actualmente en todo el mundo se producen alrededor de mil millones de toneladas y, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), se prevé que en esta década la producción de maíz será la que más aumente ―en más de 193 millones de toneladas―, superando a la de trigo ―que aumentará en más de 86 millones de toneladas― y a la de arroz ―la cual aumentará más de 67 millones de toneladas―.

El incremento en la producción de maíz implica muchos desafíos, pero también oportunidades. El aspecto ambiental es uno de los más relevantes porque la agricultura tiene un impacto considerable: el sector agropecuario es responsable de cerca del 24% de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionados tanto con el calentamiento global ―por cada grado que aumenta la temperatura, la producción de cereales se reduce un 5% aproximadamente― y ocupa el 70% del agua que se extrae en el mundo. 

¿Cómo la producción de maíz podría incidir en este panorama? Siendo uno de los tres principales cultivos a nivel global y el de mayor importancia en México ―así como el que registra la mayor superficie sembrada―, la producción sustentable de maíz podría guiar la transición hacia una agricultura capaz de reducir la presión sobre el medioambiente.

En un contexto donde el crecimiento urbano reduce la extensión de las áreas cultivables y el cambio climático reduce la capacidad productiva de las tierras agrícolas, es fundamental difundir y adoptar una Agricultura Regenerativa en la producción de maíz porque es necesario producir cada vez más con cada vez menos recursos disponibles ―en México, el 52% de los suelos agrícolas están moderada o severamente degradados, lo cual además afecta directamente a 74% de la población en situación de pobreza―.

“Últimamente se ha hecho una agricultura agresiva con el suelo porque se le da muchos pasos de rastras, la mayoría de la gente aplica insecticidas granulados al suelo y cuando la milpa tiene un tamaño de 20 cm ya le están aplicando insecticidas. Hemos hecho una agricultura agresiva contra el suelo, pero otros ya estamos tratando de innovar, de tener más respeto por el ambiente”, comenta Isidro Sánchez Ramírez, productor de Palos Altos, Ixtlahuacán del Río, Jalisco, quien participa en el proyecto Abastecimiento Responsable, competitivo y sustentable de ingredientes de calidad que Grupo Bimbo y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) impulsan para que productores de maíz de Jalisco implementen prácticas que ayuden a elevar la productividad y conservar los recursos naturales, como el suelo. 

La Agricultura de Conservación es el eje de la Agricultura Regenerativa que promueven en conjunto Grupo Bimbo y el CIMMYT a través de esta iniciativa. Este sistema de producción ofrece muchos beneficios, como la reducción de la erosión del suelo, la reducción de la contaminación de agua y aire, el aumento de la infiltración de agua, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la mejora de la calidad del suelo y su biodiversidad ―lo cual a su vez deriva en un incremento de su fertilidad y productividad―. Esto, gracias a los tres componentes clave del sistema: la mínima labranza, la diversificación de cultivos y la cobertura del suelo con rastrojos. 

“Donde el suelo se cubre con rastrojo se guarda más humedad, la milpa se ve mejor. Cuando hay un periodo de sequía los terrenos que tienen rastrojo están más bonitos. Además, de repente escarbas el suelo y ves alguna lombriz, las plantas tienen mejor sistema radicular, las raíces son más fuertes, más sanas, entonces sí se refleja (el efecto de las prácticas sustentables), nada más que con tantos años de agresividad hacia el suelo no es fácil revertirlo de la noche a la mañana”, menciona el señor Isidro. 

“Cuando recién estábamos implementando la Agricultura de Conservación con la asesoría del ingeniero Eduardo Gaspar Medellín ―técnico certificado en Agricultura Sustentable por el CIMMYT―, pasamos un día mi señora y yo y de un lado estaba la parcela de cero labranza y del otro lado la de agricultura convencional. Y me dice mi esposa «¿por qué la milpa ahí está más verde, más sanita, y de ese lado está marchita?». Y pues eso es el trabajo de la Agricultura de Conservación, conservar la humedad y en periodos de sequía pues se manifiesta más. Entonces ella me preguntó «¿y por qué no haces así en todo?». Y le dije yo «por tonto» ―ríe―”.

El señor Isidro ha sido criticado por otros productores por implementar prácticas innovadoras, pero no desiste porque ha visto resultados favorables y por eso sigue incorporando nuevas prácticas y aprendiendo de los técnicos que le brindan asesoría. “El siguiente ciclo vamos a hacer camas de cultivo. El ingeniero Eduardo del CIMMYT trajo una reformadora de camas que es para hacer como unos bordos para retener el agua cuando llueve poco. A como están las tendencias va a ser muy útil porque aquí no tenemos riego, así que todo es con temporal y con humedad residual. Además, aquí en mi región ya no llueve como antes”, comenta el productor y enfatiza en la utilidad del rastrojo ante los efectos del cambio climático. 

Para el señor Isidro es importante la productividad, pero también la sustentabilidad, por eso ha incorporado también enfoques agroecológicos para el manejo de plagas: “si hay infestación de plagas, ahora le ponemos un producto adecuado de bajo impacto y así controlamos la población. Ya después metemos el control biológico. Gracias a eso este año tuvimos una producción mejor que otros años: sacamos un promedio de 14 toneladas. Aquí hay productores que sacan entre 8 y 10 toneladas, pero no aplican nada. Y hay otros que sacan hasta 18, pero a qué costo porque aplican muchos productos agresivos”, comenta. 

“Tengo un hijo de 20 años que está estudiando agronomía y entre él y yo llevamos esto. Yo a veces lo oigo ahora que las clases son en línea decirle a su maestro lo que está haciendo, «creo que voy bien», dice. Mi familia ha respondido bien. Les ha gustado esto de hacer prácticas sustentables, prácticas que no sean agresivas en contra de quien las hace y en contra del ecosistema. Por eso quiero decirle a toda la gente, a las futuras generaciones, que está la alternativa de dejarles un desierto, aguas contaminadas, o es tiempo de darle vuelta a la tortilla y tratar de hacer prácticas sustentables porque la naturaleza no perdona y nos lo está demostrando con estas lluvias tan inestables y heladas a destiempo y todo a raíz de esas prácticas tan agresivas que hemos estado haciendo”, finaliza el productor. 

En este Día Nacional del Maíz (29 de septiembre), experiencias como las del señor Isidro Sánchez son significativas porque ponen de relieve el potencial de la producción sustentable de maíz para impactar positivamente en el medioambiente, en la economía y la seguridad alimentaria de la sociedad. Iniciativas como la que impulsan Grupo Bimbo y CIMMYT contribuyen a que los sistemas productivos de maíz en México transiten a ser cada vez más resilientes, en favor de todos y con una producción y consumo de ingredientes y alimentos cada vez más sustentables. 

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Del campo a la mesa: en busca de una producción cada vez más sustentable

Ciudad de México.- El cambio climático es un tema que cada vez resuena más en nuestras mentes y que genera más focos rojos entre organismos nacionales e internacionales. Hoy nos encontramos frente a un momento decisivo para contrarrestarlo y, aunque para algunos incluso no se considera como un problema real, una de las soluciones más cercanas se encuentra en nuestra mesa, en lo que comemos y en la forma en la que consumimos. 

Se estima que el 22 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero proviene del sector de la alimentación —mismo que representa alrededor del 30 % del consumo total de energía en el mundo y uno de los mayores responsables de las extracciones de agua—, así que producir y consumir cualquier alimento no solo tiene un impacto en la salud de quien lo consume, sino también en la del planeta.

Sin embargo, dejar de producir alimentos no es la solución; por el contrario, es necesario producir cada vez más porque no solo la población sigue creciendo en todo el mundo, sino porque los suelos cada vez están más degradados y las áreas productivas disminuyen debido a esto y a la expansión urbana. Se estima que, si la población mundial continúa creciendo como hasta ahora, en menos de 30 años se necesitarían los recursos de tres planetas para mantener los hábitos de consumo y estilo de vida actual.

Hoy, en el Día Nacional del Maíz, es importante recordar que este grano es el principal cultivo de México y del mundo. Anualmente consumimos más de mil millones de toneladas cada año, por lo que su producción sustentable es clave para sumar esfuerzos en el camino de la mitigación del cambio climático, el hambre y la pobreza.

“En Kellogg somos conscientes de las problemáticas que enfrentamos; por lo que, como empresa socialmente responsable dedicada a producir cereales nutritivos y saludables para las familias mexicanas, sabemos que es importante cuidar hasta el más mínimo detalle en la producción de nuestros alimentos desde el campo hasta la mesa, para que nuestra cadena de valor se mantenga en las mejores condiciones” aseguró Víctor Marroquín presidente y director de Kellogg México.

Por esta razón, Kellogg brinda acompañamiento técnico a través del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), para apoyar a productores de maíz amarillo en las regiones de Sinaloa y Guanajuato, donde hasta el cierre del ciclo primavera-verano 2020, sumaron 6,812 hectáreas impactadas con prácticas sustentables, con la participación de 388 productoras y productores. Durante todo el ciclo de siembra, se les asesora en cuanto a la adquisición y precio de las semillas, maquinaria, manejo de suelo, fertilización y otras capacitaciones impartidas por expertos; como la técnica de mínima labranza.

Contar con una ruta de abastecimiento responsable es cada vez más primordial, pues también ayuda a evitar el desperdicio de alimentos. Gracias al programa en conjunto con CIMMYT “Apoyo al Abastecimiento Responsable en México”, Kellogg genera un entorno propicio para la producción y comercialización de maíz amarillo, para contribuir al desarrollo del campo mexicano con prácticas de producción sustentables, aumentando la rentabilidad de su actividad. 

“Nuestro compromiso por llevar Mejores Días a las familias mexicanas es constante, pero tenemos fechas importantes cada año para refrendar el compromiso, una de ellas es el Día Nacional del Maíz. Además, nuestra cadena de valor tiene un sinfín de eslabones, cada uno nos ayuda a fortalecer la misión de la compañía, que ha crecido a lo largo de 115 años con el apoyo de nuestros colaboradores, productores y la gran Familia Kellogg, quienes mantenemos y seguiremos manteniendo el firme el legado de nuestro fundador W.K. Kellogg” finalizó Marroquín.

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Acerca de Kellogg Company: En Kellogg Company (NYSE: K), nuestra visión es un mundo bueno y justo en el que las personas no solo sean alimentadas sino realizadas. Estamos creando mejores días y un lugar en la mesa para todos a través de nuestras marcas de alimentos de confianza. Nuestras queridas marcas incluyen Pringles®, Cheez-It®, Special K®, Kellogg’s Frosted Flakes®, Pop-Tarts®, Kellogg’s Corn Flakes®, Rice Krispies®, Eggo®, Mini-Wheats®, Kashi®, RXBAR®, MorningStar Farms®, entre otras. Las ventas netas en 2020 fueron de aproximadamente $ 13.8 mil millones, compuestas principalmente por bocadillos y alimentos preparados como cereales, alimentos congelados y fideos. Como parte de nuestra plataforma de propósitos de Kellogg’s® Mejores Días, estamos ayudando a terminar con el hambre y estamos comprometidos a crear Mejores Días para 3 mil millones de personas para fines de 2030. Visite www.KelloggCompany.com o www.OpenforBreakfast.com  

Para más información visita: https://www.hablandoconkelloggs.com/es_MX/home.html

FB: KelloggsLatinoamerica / TW: @KelloggsLATAM / IG: kelloggslatam_

Contacto de prensa:

Isa Flores | Porter Novelli Tel: + 55 5010 3324 | isa.flores@porternovelli.com

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Hambre persiste en un contexto de desperdicio de alimentos

Texcoco, Edo. Méx.- El hambre es un problema real y los efectos de la pandemia por COVID-19 lo han agudizado. Hoy, la hambruna —carencia grave de alimentos que casi siempre afecta un área geográfica grande y cuya consecuencia, generalmente, es la muerte por inanición— es un riesgo latente en más de 20 países y, de hecho, se estima que 34 millones de personas están en serio riesgo de morir de hambre (ONU, 2021).

En México los efectos de la pandemia también se han reflejado en la seguridad alimentaria: antes de la pandemia, el 20% de la población sufría carencia alimentaria y ahora hay un 50% con inseguridad alimentaria grave o severa (Unicef, 2021). 

Al mismo tiempo que esto ocurre, cada año en el mundo un poco más de un tercio de toda la comida producida, esto es aproximadamente 1,300 millones de toneladas, acaba pudriéndose en los botes de basura de los consumidores y minoristas, o estropeándose debido a un transporte y unas prácticas de recolección deficientes —cerca del 14% se pierde entre la cosecha y la venta minorista, 11% se desperdicia en los hogares, 5% en los servicios de comidas y 2% en el comercio al por menor—.

Desperdiciar alimentos tiene efectos negativos en la seguridad alimentaria y contribuye a aumentar el costo de la alimentación, pues también significa desaprovechar todos esos recursos que se emplearon para producirlos: agua, suelos, energía, mano de obra y capital. 

El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre) es una oportunidad para exponer la paradoja de la persistencia del hambre en un mundo donde se desperdician alimentos, pero también para exponer la pertinencia de un conjunto de prácticas y proyectos innovadores que ofrecen soluciones a esta compleja situación. 

La producción sustentable de alimentos junto con esquemas de abastecimiento responsable han demostrado ser una alternativa para sumar esfuerzos en la batalla contra el hambre y el desperdicio de alimentos. Por esta razón, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y las organizaciones con las que impulsa diversas iniciativas promueven prácticas y tecnologías sustentables como las tecnologías herméticas poscosecha, las cuales son una importante herramienta para disminuir la pérdida de alimentos que impacta incluso en el medioambiente global —te recomendamos leer Desperdicio de alimentos impacta en salud y medioambiente—.

Producir sustentablemente beneficia también a toda la cadena de valor. Gracias al interés creciente de algunas empresas que apoyan la producción sustentable, se han promovido relaciones comerciales más sólidas y directas con los agricultores. Desde la siembra, los productores vinculados a estas iniciativas reciben acompañamiento técnico que les permite optimizar sus sistemas de producción y tener mayor certidumbre en la comercialización de sus cosechas. 

La producción sustentable además permite que la sociedad disponga de alimentos sanos, nutritivos y asequibles, por eso es necesario que los consumidores apoyen y demanden alimentos producidos sustentablemente, pero, al mismo tiempo, dándole valor a esa producción; esto es, evitando el desperdicio en sus propias mesas. 

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Plan Maíz, una iniciativa para asegurar el futuro

Guanajuato.- De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), si nuestros hábitos de consumo y producción no transitan hacia formas sustentables, en menos de 10 años la humanidad estará frente a un momento crítico: el consecuente aumento de las necesidades alimentarias no encontrará respaldo en un mundo con tierras de cultivo reducidas y degradadas que, además, sufrirán cada vez más los efectos del cambio climático. 

Por esta razón, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas destaca que, para 2030 es necesario asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.

Plan Maíz es un proyecto alineado con estas metas planteadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Impulsado por Nestlé y con el soporte científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), esta iniciativa promueve prácticas de Agricultura Sustentable en Guanajuato desde 2018 e incide positivamente en aspectos como la seguridad alimentaria, el impacto ambiental y la inclusión social. 

Sustentabilidad agrícola y abastecimiento responsable son parte de los fundamentos del proyecto que, en 2020 —justo en medio de las dificultades derivadas de la pandemia por COVID-19 y sus efectos— permitió que 203 productores cultivaran más de 54 mil toneladas de maíz blanco en más de 4,400 hectáreas de forma sustentable, es decir, a través de la implementación de prácticas innovadoras orientadas a la conservación de suelo y agua mediante un esquema de acompañamiento técnico y desarrollo de capacidades continuo. 

Los resultados del Plan Maíz obtenidos en 2020 son significativos y alentadores: el número de productores beneficiados se duplicó con respecto a 2019 y el número de toneladas de maíz producidas se incrementó en cerca de 20 mil toneladas con respecto a ese mismo año. Estos números hablan de una mayor penetración del proyecto en el territorio —y, a la par, de un incremento en la percepción positiva de las prácticas sustentables entre los propios agricultores— y de un incremento en el grano comercializado de un ciclo a otro, lo cual indica que, con la implementación de las prácticas sustentables, es posible alcanzar un rendimiento por tonelada constante (unas 12 toneladas por hectárea). 

Lo anterior representa un rendimiento 20% superior al rendimiento promedio en la región. Este hecho confirma que la Agricultura Sustentable sí es rentable —en este ciclo los productores obtuvieron utilidades por arriba del 50% en promedio— y, además de tener ahorros significativos por la reducción de pasos de maquinaria y uso de combustible —el proyecto promueve la mínima labranza para mejorar las características del suelo—, los productores contribuyen a la restauración de las tierras degradadas, asegurando los recursos necesarios para la producción de alimentos que serán indispensables para las generaciones futuras.

Plan Maíz apuesta por el desarrollo de capacidades y la inclusión social. En este sentido, destaca la participación de 38 productoras, número relevante si se considera que los patrones socioculturales en el campo siguen relegando a la mujer, a pesar de su papel fundamental en estas actividades. Por supuesto, los cambios culturales son procesos lentos, por eso es importante mantener los esfuerzos mediante proyectos como Plan Maíz.

Con respecto al impacto ambiental, además de las prácticas de Agricultura de Conservación promovidas —sistema que ha ayudado a reducir las emisiones de CO2 con respecto a prácticas convencionales—, el proyecto fomenta de mejores prácticas para la aplicación de agroquímicos en términos de su impacto en la salud y el medioambiente. 

Adicionalmente, el proyecto trabaja en la evaluación de variedades de maíz altamente nutritivos en comunidades rurales: maíz azul que es rico en antocianinas —estos compuestos contribuyen a un menor índice glucémico y tienen propiedades antioxidantes y anticancerígenas—; maíz amarillo que es alto en carotenoides —pigmentos que al consumirse se convierten en una forma de Vitamina A—, así como maíces QPM (Alta Calidad Proteica, en inglés) y biofortificados.  

En el contexto del Día Nacional del Maíz (29 de septiembre), esta iniciativa impulsada por Nestlé y CIMMYT contribuye no solamente a mejorar la calidad de vida de los agricultores, sino a cuidar de los recursos con los que se produce uno de los granos más importantes para México y el mundo. Como comenta Miguel Ángel Armenta, uno de los productores que participan en esta iniciativa, “es bueno adoptar nuevas tecnologías en el campo, tecnologías importantes porque no solo hay que verlo como algo económico, sino hay que tener también un sentido social, por la naturaleza, por heredarles a las futuras generaciones un mundo limpio”. 

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La paz la cultivamos juntos

Texcoco, Edo. Méx.- La paz no es simplemente la ausencia de guerra. La paz es un proceso social complejo y un concepto construido históricamente. La paz tiene que ver con la superación, con reducir o evitar todo tipo de violencias —físicas, culturales, estructurales—, pero también con la capacidad de las sociedades para transformar los contextos adversos, siempre que sea posible, en oportunidades de creación colectiva y de diálogo, de cambio e innovación, de adaptación e intercambio. 

Lograr la paz, y mantenerla, es tan fundamental para la seguridad alimentaria, como la seguridad alimentaria lo es para una convivencia en paz. Donde hay conflicto los medios de vida se ven amenazados y la hambruna es una posibilidad siempre latente. También se han documentado situaciones a la inversa, donde la escasez de alimentos contribuye a crear ambientes hostiles y, eventualmente, conflictos. 

Todas las sociedades tienen en su historia algún antecedente de conflicto. Algunas, lamentablemente, experimentan actualmente alguno. Esto reafirma la urgencia de transitar a una cultura de paz donde, además de aprender a vivir juntos y construir soluciones juntos, se aprenda a reconstruir el tejido social justo desde sus cimientos. Esto es, cultivar la paz.

Cultivar la paz no es simplemente una metáfora, implica girar los reflectores hacia uno de los espacios con mayor potencial para consolidar la paz social: el campo, el lugar donde el conflicto, la migración y el cambio climático erosionan los medios de vida de la población y, en consecuencia, su tejido social. 

¿Cómo consolidar la paz desde la agricultura? La iniciativa #AgriculturaParaLaPaz es un ejemplo de que a través de la ciencia colaborativa y la suma de esfuerzos y voluntades entre los sectores público, privado, social y académico se pueden desarrollar proyectos y colaboraciones encaminados a este propósito. 

#AgriculturaParaLaPaz surge en el marco de la conmemoración del 50 aniversario del Premio Nobel de la Paz entregado al doctor Norman Borlaug —uno de los fundadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) con sede en México— por salvar millones de vidas de la hambruna gracias a sus trabajos de mejoramiento en trigo. Se trata de una iniciativa impulsada por el Centro Nobel de la Paz, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Embajada de México en Noruega, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el CIMMYT y diversos colaboradores en México.

Recientemente a esta iniciativa, que impulsa la Agricultura Sustentable como una de las vías para lograr sociedades pacíficas, se han sumado nuevos actores, como diversas universidades, la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) de Guanajuato, otros centros del CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales al cual pertenece el CIMMYT—, así como Provivi®, la startup de innovación agroecológica liderada por la ganadora del Premio Nobel de Química en 2018, Frances Arnold.

En el marco de las nuevas vinculaciones para fortalecer la iniciativa #AgriculturaParaLaPaz, de hecho, destaca la formulación de la Iniciativa Regional Integradora, AgriLAC Resiliente, la cual busca incrementar la resiliencia, servicios ecosistémicos y competitividad de los sistemas agroalimentarios en la región, aprovechando y potenciando diversas iniciativas del CGIAR presentes en la región. 

También sobresale la alianza estratégica con Provivi®, cuyas innovaciones científicas amigables con el medioambiente —como los dispensadores de liberación prolongada de feromonas de confusión sexual— ya se están integrando a las diversas estrategias de Manejo Agroecológico de Plagas que promueve el CIMMYT y sus colaboradores. Todo esto suma a la construcción de una #AgriculturaParaLaPaz.

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Los rastrojos de trigo y los biocombustibles

Guanajuato.- En las plantas hay compuestos de interés industrial como la celulosa y la hemicelulosa, las cuales se consideran las principales fuentes de azúcares fermentables para la producción de biocombustibles de segunda generación —es decir, aquellos que se elaboran principalmente a partir de residuos agrícolas—, especialmente el etanol. 

Ya que el uso de celulosa puede reducir el costo de la producción de alcohol y la composición de los residuos agrícolas es hasta 50% celulosa, entonces es comprensible por qué estos (los residuos agrícolas) son atractivos para la obtención de ese biopolímero y sus derivados como el papel, la glucosa y el etanol, entre otros.

Para contribuir en la investigación sobre materiales y energías sustentables, especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), estudiaron la variación en materiales lignocelulósicos —celulosa, hemicelulosa y lignina— del rastrojo de cinco variedades de trigo para determinar si el ambiente afecta su composición.

El estudio, realizado entre 2017 y 2018, contempló trigo de las variedades Elia M2016, Ibis M2016, Cisne F2016, Faisán S2016 y Alondra F2014, cultivado en nueve localidades de Pénjamo, Valle de Santiago, Salamanca, Villagrán e Irapuato. Las determinaciones de los componentes lignocelulósicos —porcentajes de celulosa, hemicelulosa y lignina— del rastrojo de trigo se hicieron a través de diversos análisis de laboratorio y también se determinó el rendimiento y el índice de cosecha de cada variedad de trigo. 

Los análisis no detectaron diferencias significativas entre variedades para ninguno de los componentes lignocelulósicos del rastrojo de trigo ni para producción de residuos, lo que indica que cualquier variedad es adecuada para ser utilizada como biocombustible de segunda generación. 

En cambio, entre repeticiones (localidades) sí se detectaron diferencias significativas en la producción de residuos. Dado que la producción de residuos está altamente correlacionada con el rendimiento de grano, las localidades con mejor manejo agronómico son las que obtuvieron mayores de producciones de grano y residuos. En otras palabras, la mayor o menor producción de residuos depende del manejo agronómico del productor. Así, ambientes favorables —como los sistemas que integran prácticas sustentables— tendrán mayores posibilidades de obtener rendimientos de grano que su vez estarán asociados con altas producciones de residuos.

Por su mayor contenido de celulosa en sus residuos, el trigo y la avena se consideran buenas opciones para su utilización como combustibles de segunda generación. Por supuesto, la generación de estos combustibles debe considerar también esquemas de producción sustentable que permitan mantener suelos cubiertos con residuos agrícolas —para favorecer la calidad y la fertilidad de los suelos agrícolas— a la vez que excedentes para su transformación en combustibles de bajo impacto ambiental. 

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La poscosecha y el autoconsumo en Guanajuato

Guanajuato.- Poscosecha es el lapso entre la cosecha y el momento en que el grano es consumido, incluyendo las operaciones de recolección, secado, trilla, limpieza, selección, clasificación, almacenamiento y transporte. En México, se estima que en esta etapa las pérdidas de los principales granos y semillas básicos (maíz, trigo y frijol) varían entre 20% y el 50% de la producción total anual, debido a la incidencia de plagas como gorgojos, barrenadores, roedores y hongos.

Si bien en el estado de Guanajuato predomina la agricultura comercial; en algunas regiones del estado hasta el 56% de los productores practican cosecha y desgrane manual, pues un porcentaje de este grano es destinado al autoconsumo. Aunque existen prácticas y tecnologías que contribuyen a minimizar las pérdidas poscosecha, su adopción en el estado ha sido limitada, de ahí la importancia de fomentar la adopción de tecnologías poscosecha, tales como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas que han mostrado una alta efectividad para reducir las pérdidas pososecha.

A través de MasAgro Guanajuato —programa de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se han implementado módulos y áreas de extensión poscosecha —espacios donde los productores pueden ver directamente el funcionamiento y los resultados de las diversas tecnologías—. Gracias a esto, 332 productores de Ocampo, Jerécuaro, Salamanca y otros municipios adoptaron en 2020 tecnologías poscosecha.

El tipo de tecnologías adoptadas fueron principalmente soluciones herméticas poscosecha   —entre las que destacan las bolsas, silos y otros contenedores plásticos que funcionan con el principio de hermeticidad, es decir, donde las plagas mueren debido la ausencia de oxígeno— y los polvos inertes —como la cal micronizada, la tierra de diatomeas y la cal estándar que, al ser aplicadas a los granos, ocasionan lesiones en los insectos plaga, eliminándolos—. Las otras tecnologías poscosecha adoptadas fueron el secado adicional al grano, desgrane eficiente y la aplicación de feromonas para el control de plagas poscosecha.

Derivado del análisis de los datos obtenidos durante el proceso de difusión de tecnologías poscosecha se ha comenzado a trabajar en una actualización de estrategias para cada municipio. Se ha identificado, por ejemplo, que para optimizar los procesos poscosecha es importante evaluar diferentes opciones de maquinaria de limpieza y desgrane. Esto con la finalidad de minimizar las pérdidas poscosecha, reducir costos de operación e incrementar los ingresos.

Cabe mencionar que en los municipios de Coroneo y Jerécuaro se contempla establecer un punto de maquinaria que contará con una desgranadora, un elevador y una cribadora. Con esta maquinaria se buscará fomentar que mayor número de productores adopten tecnologías poscosecha.