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Factores que influyen en el secado del grano

Maíces criollos secados al sol, en Larráinzar, Chiapas (México). (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Maíces criollos secados al sol, en Larráinzar, Chiapas (México). (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

El secado, es decir, el proceso de eliminación de la humedad del grano, es necesario para mantener la calidad de los granos durante el almacenamiento, ya que evita el crecimiento de bacterias, hongos, insectos y ácaros. 

Los granos se secan cuando el agua que contienen se vaporiza. En términos generales se considera que hay dos tipos de agua en el grano: el agua libre y el agua ligada. El agua libre se encuentra en las capas externas del grano y se elimina fácilmente; el agua ligada está unida a la estructura de los granos y es más difícil eliminarla. El proceso de secado permite remover el agua libre y una parte del agua ligada.

Hay distintos métodos de secado. Uno de los más comunes, a nivel industrial, es el secado mediante la aplicación de aire caliente. Sin embargo, para la mayor parte de los productores de pequeña escala es secado al sol el método más comúnmente utilizado. 

Entre los factores más importantes para un buen secado está el contenido inicial de humedad en el grano y la temperatura y la humedad relativa del aire de secado. Estos dos parámetros están relacionados y son determinantes de la velocidad y del tiempo de secado: cuando mayor es la temperatura, más rápida es la evaporación de agua y el secado. Además, a mayor humedad en el aire (alta humedad relativa), el agua en el grano se evapora a menor velocidad.

En otras palabras, para secar granos al sol es preferible elegir un día soleado y evitar los momentos cuando la humedad relativa es alta, como justo después de una lluvia. Un día cálido permite una mejor evaporación del agua, pero si el aire ya contiene mucha humedad (o está saturado de agua) no secará correctamente. En estas circunstancias un aire seco en un día menos soleado es mejor para el secado que un día muy soleado y muy húmedo.

También es importante considerar las características físicas del grano: dos variedades de maíz diferentes (por ejemplo, una dura y otra más suave), con el mismo contenido de humedad inicial y secadas al mismo tiempo, con el mismo aire de secado, no se secarán de la misma manera. Serán necesarios diferentes tiempos de secado para alcanzar la misma humedad final.

Además, la velocidad del aire de secado influye: a mayor velocidad del aire de secado, menos tiempo se necesitará para secar el grano. Esto quiere decir que, para el caso de un secado de granos al sol, lo más conveniente es un día soleado y ventoso, pero no mucho para evitar dispersar los granos. 

Esta información se comparte en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, que promueven el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y Walmart Foundation.

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Agricultura de conservación, forrajes y variabilidad climática

Aspecto general de parcela en la Mixteca de Oaxaca, México, donde se integra agricultura y ganadería. (Foto: CIMMYT)A Mario Guzmán Manuel le llevó tiempo entender que, a mayor movimiento de la tierra en su parcela, la fertilidad y la humedad se pierden. No obstante, una vez que conoció la agricultura de conservación él mismo se niega a realizar prácticas que implican un movimiento excesivo del terreno y, en consecuencia, una pérdida de la estructura del suelo, como el barbecho con tractor. 

De sus 50 años, Mario casi ha pasado todos en el campo en San Francisco Chindúa, en la Mixteca oaxaqueña. A principios de junio, con las lluvias que trajo el huracán Agatha a la Mixteca, él se animó a sembrar casi una hectárea con maíz de temporal.

“Anteriormente la milpa, a esas fechas, ya estaba para encajonar porque empezaba a llover desde mayo o a mediados de abril, pero si no fuera por Agatha que nos benefició con tres días de lluvia, todo estaría seco”, analiza.

Los efectos del cambio climático son diferentes para las distintas regiones, pero los agricultores de todo el mundo, como Mario, están sujetos cada vez a una mayor incertidumbre. Mario, por ejemplo, desde hace siete años ha visto que el temporal en su comunidad “se ha retrasado, porque llueve muy poco”.

Estos cambios radicales de clima en todo el mundo, sin embargo, son propiciados por las acciones humanas, incluyendo las agrícolas porque prevalece la siembra de manera convencional, en la que los suelos se dejan sin cobertura, favoreciendo su erosión. 

“Antes hacía hasta dos rastras para que quedara molida la tierra, pero dejando el rastrojo de la cosecha anterior se mantiene más la humedad. La gente se aferra a esas prácticas, siguen prefiriendo echar lumbre, pero debemos comprender que esa práctica solo le quita al suelo su capacidad para producir”, comenta Mario.

Poco a poco, con la asesoría técnica de colaboradores del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que en esa región implementa el proyecto CLCA, productores como Mario dejan de barbechar y tratan de mantener un poco de rastrojo en su parcela.

CLCA es un proyecto impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) e implementado por el CIMMYT y diversos colaboradores con el objetivo de impulsar el uso de la agricultura de conservación en sistemas agropecuarios en zonas áridas para mejorar la eficiencia en el uso de agua, la fertilidad del suelo y la productividad.

Ángel Rodríguez Santiago, colaborador del Hub Pacífico Sur del CIMMYT, comenta que, en el marco del proyecto se están empleando “diferentes tecnologías que nos permiten aumentar la fertilidad del suelo, conservar el suelo y así mismo la productividad de cada unidad de producción pecuaria y de cada familia. Estamos produciendo forraje y grano en la misma superficie, con la misma cantidad de agua y en el mismo ciclo agrícola”.

Combinar diferentes tipos de cultivos, dejar el rastrojo sobre la parcela y sustituir el uso de fertilizantes sintéticos por los abonos orgánicos que ellos mismos elaboran, es parte de las actividades que Alfredo Rodríguez Girón, productor de San Francisco Chindúa, también ha aprendido para optimizar su cosecha y tener alimento suficiente para su ganado.

“Hacemos nuestros propios abonos orgánicos, nuestras compostas que sirven para nutrir la raíz; también elaboramos algunos productos que se aplican directo a la hoja para aplicar nutrientes específicos que le falten a la planta”, expresa satisfecho de producir desde la conciencia ambiental que recién ha adquirido.

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El papel del secado de grano en el almacenamiento hermético poscosecha

Secado de maíz nativo en plataforma de investigación del CIMMYT en Chiapas, México. (Foto: Gerardo Torres)
Secado de maíz nativo en plataforma de investigación del CIMMYT en Chiapas, México. (Foto: Gerardo Torres)

Con frecuencia se habla de tecnologías herméticas para contrarrestar las pérdidas de granos, pero ¿qué son estas tecnologías herméticas poscosecha y qué papel juega el secado de grano en su funcionamiento?

Un ejemplo de tecnología hermética son los contenedores que se sellan para crear una atmósfera modificada en su interior, es decir, un ambiente sin oxígeno que ayudará por lo tanto a controlar las plagas que pudieran acompañar a los granos al momento de almacenarlos. Dentro de este tipo de tecnología están los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas. 

Las tecnologías herméticas poscosecha funcionan a través del principio de hermeticidad (ausencia de oxigeno), pero para que sean efectivas es importante secar los granos y bajar la humedad a un nivel adecuado para el almacenamiento (13 % por lo menos), ya que los granos con alto contenido de humedad son más vulnerables a plagas como los barrenadores. 

El secado es uno de los pasos más importantes en la poscosecha, ya que determina el contenido de humedad del grano para su almacenamiento. Un buen manejo del secado es importante para asegurar la conservación de los granos a corto y largo plazo. Secar los granos en la casa o en el lugar de almacenamiento, es una mejor opción que secarlos en el campo.

Se sugiere secar los granos y las semillas tan pronto que sea posible después de la cosecha para:

  • Permitir un mayor tiempo de almacenamiento del grano sin pérdidas significativas.
  • Conservar la calidad de la semilla y obtener un mayor porcentaje de germinación en los próximos ciclos.
  • Disminuir el contenido de humedad de los granos a un nivel por debajo del 13% (base húmeda) para evitar ataques de insectos y hongos.

Esta información se comparte en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, que promueven el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y Walmart Foundation.

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Suelos sanos permiten aprovechar mejor el agua de riego

Parcela del productor Ramón Guerrero, en el municipio de Cueramaro, en Guanajuato, México. (Foto: Felipe Juárez)
Parcela del productor Ramón Guerrero, en el municipio de Cueramaro, en Guanajuato, México. (Foto: Felipe Juárez)

“Con este tipo de agricultura ahora puedo pasar la Navidad y otras fiestas con la familia, porque antes solo me pasaba preparando la tierra, sembrando o regando junto con mi papá y nos perdíamos de estar reunidos”, comenta Ernesto Guerrero, productor de maíz y cebada de Cueramaro, en Guanajuato, México, a partir de haber adoptado la agricultura de conservación como sistema de producción. 

La decisión de Ernesto de optar por un sistema de producción sustentable estuvo motivada por su padre, Ramón Guerrero, de quien recuerda que antes de morir tenía la inquietud de sembrar la cebada con agricultura de conservación porque veía como otros agricultores en la región sembraban sin preparar la tierra y, sin embargo, lograban buenas cosechas y con solo dos riegos.

Actualmente, Ernesto participa en el proyecto Cultivando un México Mejor —de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— mediante el cual ha accedido a capacitaciones sobre agricultura de conservación, un sistema que tiene a la mínima labranza, la cobertura del suelo con residuos de la cosecha anterior y la diversificación de cultivos como sus componentes básicos. 

Durante las capacitaciones, comenta Ernesto, se dio cuenta de que sí podía establecer el sistema dadas las condiciones de sus parcelas —cuenta con buen drenaje, siembra en surcos de menos de 200 metros de largo, hay un desagüe, no está desnivelada, etcétera— y ahora estas se ven diferentes a las de otros productores a su alrededor: “a grandes rasgos veo que el suelo guarda más humedad por el aspecto del cultivo y está menos compactado que el de los vecinos”, cuenta. 

En pruebas realizadas junto con los especialistas que le brindan acompañamiento técnico como parte del proyecto, “la diferencia de dureza entre donde se aplicó agricultura de conservación y donde no fue de 50 a 100 psi  (unidad de medida de la resistencia a la tracción), esto implica que este suelo, donde se implementa el sistema sustentable, ha mejorado su estructura y ahora puede aprovechar mucho mejor el agua de lluvia y guardarla para las plantas, lo que también se traduce en riegos más rápidos y menos gasto de agua en comparación con la agricultura convencional”.

A diferencia de la agricultura convencional que implica el uso de muchos insumos —varios de los cuales disminuyen su efectividad con el paso del tiempo—, la agricultura de conservación permite disminuir la demanda de estos, reduciendo los costos de producción y otimizando los recursos y el tiempo destinado a las labores del campo. 

Por sus beneficios económicos y para la salud del suelo, Ernesto sigue las recomendaciones de los técnicos de Cultivando un México Mejor, que incluyen dejar la paja o rastrojo sobre la superficie de la parcela, evitar mover el suelo (solo remarca los surcos), cuidar que la parcela no se encharque y aplicar la nutrición necesaria para el cultivo establecido de acuerdo con en el análisis de suelo.

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Buenas cosechas con menos agua

El productor Raúl Sotelo durante un monitoreo de humedad para establecer maíz amarillo sin aplicar riego de asiento. (Foto: Tomás López Montoya/CIMMYT)

El productor Raúl Sotelo durante un monitoreo de humedad para establecer maíz amarillo sin aplicar riego de asiento. (Foto: Tomás López Montoya/CIMMYT)

El contenido de humedad del suelo es un factor muy importante para que los cultivos crezcan adecuadamente. Además de las condiciones atmosféricas y las características propias de los cultivos —como su capacidad de absorción y transpiración—, la cantidad de agua que fluye a través de las plantas, desde el suelo hasta la atmósfera, depende en gran medida de la oferta de agua del suelo, de su estructura que influye en la capacidad de absorción, y de si tiene o no una cubierta que le ayude a retener humedad. 

Una de las razones por las que optamos por trabajar la tierra de esta manera es la escasez de agua que se está presentando en la zona”, comenta Raúl Sotelo, agricultor de Navolato, en Sinaloa, México, quien desde hace tres ciclos agrícolas participa en el proyecto Apoyo al Abastecimiento Responsable en México, de la compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Este proyecto tiene entre sus objetivos producir maíz amarillo de manera sustentable. Por ello promueve un sistema de producción que permite aprovechar todas las precipitaciones que caen en la temporada de lluvias y conservar la humedad en el suelo para así poder establecer el cultivo de maíz en fechas óptimas.

Estas prácticas sustentables permiten además sembrar sin tener que regar. Para los productores, esto significa que pueden ahorrarse el llamado riego de asiento que representa más del 30 % del total de agua usada para producir el maíz.

El proyecto, en el que la empresa sinaloense SACSA funge como acopiadora y transformadora, brinda a los productores participantes acompañamiento técnico permanente. A través de este, se les apoya para que tomen las mejores decisiones desde antes de la siembra. En el caso del señor Raúl, por ejemplo, se le apoyó para monitorear la humedad del suelo y establecer así las fechas más idóneas para la siembra del maíz.   

“En general este ciclo se observaron condiciones buenas para el cultivo, la incidencia de plagas fue baja, las malezas se tuvieron controladas y las humedades aprovechables en el suelo fueron óptimas, ya que se sacó adelante el cultivo de buena manera con solo tres riegos de auxilio”, puntualiza el equipo técnico que le brinda acompañamiento al productor.  

Los resultados son excelentes, el rendimiento fue bueno, de 13 toneladas por hectárea y el precio estuvo mejor. Estoy muy contento con esta forma de producir, más económica y que respeta el medioambiente, cuidando también la escasa agua que tenemos, por eso pienso seguir produciendo maíz amarillo para este proyecto, y sin trabajar de manera excesiva la tierra, ya que eso cuesta mucho y no es necesario para levantar buenas cosechas”, concluye el productor. 

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Disminuir los costos, mejorar los suelos

Cultivo de maíz amarillo en el marco del proyecto entre Ingredion y el CIMMYT. (Foto: Leonardo Lugo/CIMMYT)
Cultivo de maíz amarillo en el marco del proyecto entre Ingredion y el CIMMYT. (Foto: Leonardo Lugo/CIMMYT)

Sinaloa es un estado clave para la agricultura de México. De hecho, la mayor parte de su territorio es destinado a esta actividad y el maíz y el trigo son cultivos clave para la entidad. No obstante, las circunstancias actuales han forzado a técnicos y agricultores a buscar alternativas que les permitan que su actividad siga siendo rentable. Algunos han optado por nuevas formas de cultivar con las que han disminuido las labores y el consumo de combustible, reduciendo así sus costos de producción.

Manuel López López es uno de esos agricultores sinaloenses que ha buscado nuevos caminos en la producción agrícola. Como productor de maíz amarillo que practica la agricultura de conservación —sistema cuyos componentes básicos son el mínimo movimiento del suelo, la cobertura con rastrojo y la diversificación de cultivos—, asegura que la agricultura sustentable sí es rentable.

En el primer ciclo agrícola (otoño-invierno 2021-2022) que Manuel estableció maíz con agricultura de conservación disminuyó sus costos de producción, pasando de tres a cuatro mil pesos (de 3 000 a 4 000 MXN) por hectárea en el rubro de preparación del suelo. Además, el productor ha notado “lo blanda que se vuelve la textura del suelo y la excelente retención de humedad que presenta al dejar el rastrojo sobre la superficie”. 

Manuel es uno de los productores que gracias a su disposición para innovar se ha sumado al proyecto ´Desarrollo de un Entorno Propicio para la Originación Sustentable de Maíz Amarillo en México´, que la empresa Ingredion impulsa con el respaldo científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) a fin de promover una producción más rentable y sustentable. 

Manuel produce su maíz cerca del poblado de Sánchez Celis, en Culiacán, Sinaloa. Este maíz, y el de otros productores que participan en el proyecto, es acopiado posteriormente por la Asociación de Agricultores del Río Culiacán (AARC) y entregado a la empresa Ingredion, la cual, con este grano producido sustentablemente,  elabora una gran diversidad de alimentos y dulcificantes.

Otro de los beneficios de este sistema es que permite aprovechar al máximo los riegos aplicados, conservando de mejor manera la humedad del suelo y ayudando a un mejor desarrollo del cultivo. El acompañamiento técnico que nos da el proyecto es bueno, ya que recibimos un trato más directo y mejor atención a nuestros cultivos”, comenta el agricultor.

Con más de 20 años de experiencia como productor de maíz, Manuel afirma que dio un gran paso al emplear este sistema de agricultura y manifiesta su intención de “seguir en este proyecto de abastecimiento responsable de maíz amarillo, empleando este tipo de agricultura —con la que obtuvo 13 toneladas por hectárea—, ya que es una mejor opción que reduce los costos de producción y permite obtener mejores ganancias para el sustento familiar”. 

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Piensa esto antes de empacar tu rastrojo

Pénjamo, Gto.- “Me dedico a la agricultura desde 1986. Iniciamos produciendo brócoli, trigo, cebada y luego nos inclinamos por el sorgo y el maíz. En estos últimos 10 años le hemos dado preferencia al cultivo del maíz y en los noventa iniciamos con el sistema de cero labranza. Es un gran reto tener una semilla y hacerla crecer hasta que llegue al término de cosecha. Este es el sustento de nuestra familia y por eso para nosotros es muy importante que haya empresas interesadas en lo que estamos haciendo”, comenta el productor Fernando Reyes Magdaleno —de Pénjamo, Guanajuato— sobre el proyecto Plan Maíz. 

Plan Maíz es una iniciativa de Nestlé y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). El proyecto promueve prácticas agrícolas sustentables como la mínima labranza y la cobertura del suelo con rastrojos. Las ventajas de estas prácticas “son ahorro de combustible, rapidez de siembra y yo he notado que, en comparación con otros terrenos donde no se ejecuta esta labranza, la temperatura en el suelo es más baja, por lo que hay menos pérdida de humedad y esto gracias al simple hecho de tener el rastrojo expuesto en la superficie del terreno”, menciona el productor. 

Fernando Reyes es entusiasta y siempre está buscando nuevos aprendizajes: “con base a estudios también hemos logrado conocer que el residuo vegetal tiene la capacidad de retener el agua hasta 20 veces su peso. Entonces cuando los temporales se retrasan, el simple hecho de tener ese acolchado de rastrojo sobre la superficie permite que no se tenga que hacer un riego tan frecuente. En comparación con personas que no hacen este tipo de labranza yo he visto una diferencia de hasta 15 días de que yo no riego cuando ellos ya tienen que estar regando”, comenta. 

“Es muy importante que antes de regalar el residuo vegetal a las empacadoras los productores se pongan a hacer un análisis de qué es lo que están regalando, porque el rastrojo le sirve a su tierra como fertilizante, como una alcancía que en dos o tres años va a generar más vida dentro del suelo, nos va a generar un sistema con mayor materia orgánica. Entonces sí invito a todos los productores a cambiar a cero labranza. Van a ahorrar agua, van a enriquecer sus suelos con materia orgánica y las plantas se desarrollan mejor”. 

Tanto la mínima labranza como la cobertura del suelo con rastrojos son componentes básicos de la Agricultura de Conservación, un sistema que ofrece amplias ventajas con respecto a la labranza convencional: “En la forma convencional teníamos que barbechar, rastrar, nivelar y luego sembrar. Con cero labranza desmenuzamos el residuo vegetal, “alegramos las rayas” —formar surcos— y sembramos, ya no tenemos que barbechar, rastrar ni nivelar. Eso reduce los gastos, tenemos un ahorro de un 25 a un 30%, sobre todo en diésel, no se diga el tiempo que vamos a ahorrarnos al eliminar todos esos pasos que mencioné”, comenta Fernando.

Con respecto a la comercialización, Fernando comenta que “nos da gusto saber que los materiales que sembramos de forma sustentable, tanto maíces blancos como amarillos, pueden cumplir con los requisitos de calidad y contenido nutricional, libres de aflatoxinas. A mí me da gusto saber que Nestlé está interesada en comprar nuestra cosecha. Nosotros debemos cumplir requisitos de humedad y estado físico del grano. Por eso es importante que haya una infraestructura adecuada para que nos puedan recibir nuestra producción”.

Sobre la integración de actores clave en la cadena de valor, el productor comenta que es notable la participación de organizaciones como la financiera Sakxim “que está muy presente aquí y son los que nos han acercado con el grupo Nestlé: han llevado muestras de algunos maíces que aquí he tenido para hacerles análisis bromatológicos y ver si tienen o no residuos de insecticidas. Es bueno que la cadena de valor esté dada de esta manera”. 

Finalmente, convencido de que la ciencia y las prácticas agrícolas sustentables e innovadoras hacen más rentable el campo, el productor Fernando Reyes les dice a los jóvenes que vuelvan sus ojos al campo y que “contemplen las nuevas tecnologías, como el uso de drones, la siembra satelital, nosotros de hecho ya hemos hecho algunos avances con el CIMMYT con el trigo. Estas tecnologías posiblemente se vean inviables ahora, pero en el futuro serán como los celulares. No dejemos solo al campo, no se rindan fácilmente porque el campo siempre tiene una puerta abierta y es la base de la sociedad”.

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Análisis de parcela, preguntas y respuestas

Durante la primera sesión de la capacitación sobre Análisis de Parcela, impartida por especialistas del Hub Golfo Centro y del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), hubo preguntas que por falta de tiempo quedaron sin responder. Aquí compartimos las respuestas en espera de que sean de utilidad para quienes las formularon y para todos aquellos interesados en el análisis de parcela como elemento clave de una Agricultura Sustentable. 

¿Cuántas muestras se requieren y cómo se toman para que sean representativas?, ¿cuántas se deben tomar por cada hectárea?, ¿se divide el terreno en parcelas? (Matilde Barreto, desde Perú, Vía Facebook; Nataly Gualavisi, desde Ecuador, vía Facebook; y Ugarte Briones Isidora Eva, vía YouTube)

El número de muestras individuales que deben componer una muestra compuesta varía entre 15 y 40, dependiendo de la heterogeneidad y tamaño de la unidad de muestreo, aunque el número de submuestras es independiente del tamaño de la población.

Cuando la unidad de muestreo alcance una extensión entre dos y ocho hectáreas se podrán colectar entre 10 y 25 submuestras, conservando precisión.  De manera práctica se ha calculado que la máxima precisión en el muestreo se puede alcanzar al colectar hasta 40 submuestras por muestra compuesta.

Si por dividir en parcelas se refiere al muestreo de suelos para llevar a análisis de laboratorio, lo que nos define como dividirlas son varios factores, como la pendiente del terreno, la homogeneidad en el color del suelo, los cultivos establecidos, las fuentes y la cantidad de fertilizante aplicado. Si el terreno es muy homogéneo y se establecerá un mismo cultivo, no es necesario dividirlo, basta con tomar suficientes muestras de suelo, por ejemplo 40, después mezclarlas bien todas ellas y obtener una muestra compuesta para llevarla al laboratorio, esta puede ser de 1 kg.

¿La hierba que se corta, también aporta materia orgánica? (Noé M Valerio, vía Facebook)

Sí, podrían considerarse dos etapas importantes para cortarlas y dejarlas como cobertura: la primera es durante el ciclo de cultivo, no se debe permitir que las hierbas compitan mucho con el cultivo; en el caso del maíz, es importante no dejar que estas crezcan mucho durante los primeros 40 o 45 días. La hierba que aún crezca se puede cortar antes de que emitan flor para disminuir la diseminación de la semilla.

¿Cómo calcular la aplicación entre estiércoles y abonos tipo bocashi o compostas? (Tere Cano, desde Puebla, vía Facebook)

Ya hay fórmulas que consideran el nivel inicial de materia orgánica del suelo y hasta cuanto queremos aumentar, así como un porcentaje de carbono que aporta el abono que vamos a aplicar. Una fórmula que se puede ocupar es la siguiente: 

MF = (S x p x Da x %Mo) / (%ms x k1)

Los tres primeros valores nos dan a conocer la masa de suelo sobre la que vamos a realizar la labor. La parcela tiene una superficie (S) de una hectárea (10,000 m2), nuestra profundidad (p) será de 20 cm, que expresamos en metros (0.2 m). También sabemos que la densidad (Da) de la mayoría de los suelos tiene un valor de alrededor de 1.35.

Seguidamente conocemos que el porcentaje de materia orgánica (% Mo) que vamos a agregar es del 0.5% (queremos llegar al 1.2% y partimos del 0.7%), que a efecto de la fórmula sería: 0.5%=0.5/100=0.005. Esta cantidad la vamos a aportar a la masa de suelo arriba considerada.

Finalmente, para conocer los dos últimos valores que son el porcentaje de materia seca (% ms) y el coeficiente isohúmico (K1), empleamos la siguiente tabla, donde las cifras para estiércol bien hecho son 25% (0.25) y 0.45 respectivamente. La tabla ha sido muy simplificada para obtener unos datos de referencia orientativos de forma sencilla.

Tabla 1: Coeficiente isohúmico (K1) de diversos productos empleados como abono.

Si se aplica estiércol de borrego, ¿cuanto se debe aplicar por hectárea? (Bulmaro Alcocer, vía Facebook)

Se puede calcular de la misma manera que en la pregunta anterior, pero si la cantidad que se debe aplicar es mucha, lo ideal es ir aplicando ciclo tras ciclo cierta cantidad, dependiendo de las condiciones del terreno, de la disponibilidad de maquinaria o implementos para aplicar este abono, de la mano de obra disponible, etc. Una tonelada por ciclo puede funcionar bien.

Considerando el beneficio y el costo, ¿qué sería más recomendable?, ¿lixiviados o abonos de origen animal? (Antelmo Zarate, desde Oaxaca, vía Facebook)

Los lixiviados son buenos, pero es importante realizar un análisis de nutrientes, así como salinidad y pH. Si estos datos son muy altos, dependiendo de la cantidad que se aplique pueden llegar a provocar algunos efectos negativos a mediano plazo, claro está que por su forma de aplicación pueden ser menos costosos que aplicar abonos de animal, sobre todo porque estos normalmente se requieren aplicar por toneladas. También hay que considerar que para los lixiviados se requiere tener cierta infraestructura que permita obtenerlos, después de una primera extracción podemos humedecer la composta con este mismo lixiviado para dar más tiempo a que se estabilicen mejor algunos nutrientes.

¿Es correcto aplicar ácidos húmicos y microorganismos mineralizados para favorecer la descomposición de materia orgánica en el cultivo de trigo? (Julissa Muñoz, vía Facebook)

No hemos encontrado efectos consistentes de la aplicación de estas sustancias. Si dejamos materia orgánica como rastrojo de manera regular, va aumentando la biomasa microbiana del suelo sin necesidad de que agreguemos microorganismos externos. Por lo regular no es necesario aumentar la descomposición de manera artificial. Si hay cantidades muy grandes de rastrojo y tienen problemas para manejarlo, se puede considerar empacar una parte, pero por lo regular con adaptaciones a la maquinaria se pueden llevar a cabo las operaciones necesarias. 

¿En que condición de humedad del suelo se debe utilizar el penétrometro? ¿Qué tan importante es la determinación de la infiltración en el diagnóstico de parcela? (Juan Martinez Medina, vía YouTube)

Se puede tomar en un rango de humedad del suelo entre capacidad de campo y punto de marchitez permanente. Actualmente existen algunos instrumentos electrónicos que nos permiten medir la humedad actual del suelo directamente en campo. En el rango de humedad indicado anteriormente es cuando las raíces absorben mejor el agua y los nutrientes, de igual forma, favorece el crecimiento de las raíces. Cuando el suelo está muy seco se puede utilizar el penetrómetro para identificar zonas más duras o compactadas, que también nos puede dar una idea de cómo algunos cultivos, a pesar de estar en dichas condiciones, se mantienen verdes y siguen produciendo follaje, flores o frutos.

Con respecto a la determinación de la infiltración, está es muy importante pues esta propiedad nos indica que tan rápido o lento penetra el agua en el suelo, y con esto podemos estimar cuánto realmente se puede quedar en el suelo y cuánto se escurre. O si se trata de riego, podemos ver cada cuanto debemos regar.

¿Es recomendable dejar descansar la tierra? (Ugarte Briones Isidora Eva, vía YouTube)

Nosotros recomendamos realizar un descanso mejorado, sembrando un cultivo que pueda tener diferentes beneficios, por ejemplo: rábano largo, que ayuda a descompactar el suelo, genera biomasa para incorporar materia orgánica del suelo, etc. O sembrar una leguminosa que ayude a controlar algunas hierbas, fijar nitrógeno, etc. 

Para el caso de frutales que ya están en etapa de fructificación, ¿el análisis de suelo se tiene que realizar antes de entrar las lluvias o al final de el ciclo de producción? (Paco FA, desde Michoacán, vía Facebook)

Es importante realizarlo en la época más seca pues algunos nutrientes se mueven mucho con la humedad del suelo y eso puede llevar a sobre o subestimar alguno de ellos, en el caso de frutales se recomienda hacer los análisis a dos profundidades, de 0-30 cm y de 30-60 cm.

Fuentes:

  • Labrador, J. (2003), La materia orgánica en los sistemas agrícolas. Manejo y utilización. Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario: Madrid.
  • Guzmán, K.E., Azero, A.M., Sánchez, J.  (2011).  Estimación del coeficiente isohúmico de residuos de maíz en Inceptisoles de Pairumani, Vinto, Cochabamba.  Revista Boliviana de la Ciencia del Suelo, Vol. 1, N° 1, pp. 24-36.
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¿Cómo enfrentar la sequía?

Santo Domingo Yanhuitlán, Oax.- En días recientes las noticias sobre la sequía que afecta a la mayor parte del territorio nacional y sobre la gran cantidad de inciendios forestales activos han ocupado amplios espacios de los medios de comunicación. Ante esta situación, es necesario brindar alternativas que construyan posibles soluciones si no para eliminar, al menos para reducir el número de incendios. 

De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), 18% de los incendios ocurridos en lo que va de la temporada se deben a las quemas agrícolas. La sequía atípica ha brindado las condiciones para que esas quemas se salgan de control. ¿Qué alternativas tienen los productores para evitar las quemas agrícolas?, ¿qué alternativas tienen para hacer frente a la sequía?

Estas dos situaciones comparten una respuesta: manetener los rastrojos como cobertura del suelo. Esta alternativa cada día suma más evidencias de su efectividad: en la plataforma de investigación Santo Domingo Yanhuitlán, Oaxaca —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)—, por ejemplo, se desarrolla una investigación a largo plazo donde se evalúan diversas prácticas que permiten, entre otras cosas, que los cultivos prosperen en condiciones de sequía.

La investigación se centra en maíces y frijoles nativos y busca promover su conservación y mejoramiento, también se trabaja con variedades mejoradas de trigo y con diversas leguminosas con la finalidad de mejorar de manera natural la fertilidad del suelo. Varias de las prácticas evaluadas han dado buenos resultados para mejorar el suelo, conservar la humedad y favorecer la producción de la materia orgánica. Además, se tiene evidencia de que la diversificación de cultivos favorece el aumento de la producción con productores de autoconsumo y pequeños productores. Esto deriva en una alimentación más sana y en parcelas más productivas, por lo que no es necesario hacer quemas para establecer nuevas áreas de cultivo.

De acuerdo con algunos resultados de la investigación, en condiciones de temporal limitado (y limitante), se ha observado consistentemente que la roturación del suelo con arado de cinceles de 3 ganchos a una profundidad de 45 cm, además de 100% de cobertura del suelo con residuos de maíz del ciclo anterior, permite conservar más humedad en el suelo durante el desarrollo del maíz (figura 1), en comparación con los sistemas convencionales. Con esta práctica se reduce el efecto de la sequía en ambientes de temporal e incide directamente en un mayor rendimiento de los cultivos.

En un año muy seco como el 2019, por ejemplo, el manejo del suelo y de las coberturas fue determinante: el maíz nativo en el sistema convencional solo produjo 0.68 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con mínimo movimiento del suelo y cobertura alcanzó a producir 2.3 t/ha, pero donde hubo una rotación con leguminosa en camas permanentes el maíz produjo 2.5 t/ha. El frijol y trigo por su menor ciclo vegetativo obtuvieron excelentes resultados, esto refleja la importancia de la diversificación de cultivos de diferente ciclo biológico para reducir el impacto de la sequía.

Además, los residuos de cosecha reducen la pérdida de agua de lluvia por efecto de la evaporación (lo que se refleja en un mejor desarrollo y menor estrés hídrico en los cultivos), así como la pérdida de suelo por efecto de la erosión.  La cosecha de agua de lluvia en ambientes de temporal, aunado con la presencia de residuos de cosecha, puede ser una alternativa viable para minimizar el impacto de la sequía. Esta tecnología puede ser utilizada por pequeños y medianos productores para la producción de maíz, frijol y trigo, cultivos de mayor importancia económica en la Mixteca de Oaxaca.

Finalmente, la rotación de cultivos es una importante alternativa para reducir el efecto adverso del clima, mejorar la fertilidad del suelo de manera natural, romper el ciclo de plagas y enfermedades, pero además se promueve el consumo de leguminosas para una alimentación más sana y nutritiva entre los productores.  

Contenido de humedad
Figura 1. Contenido de humedad en el suelo en dos sistemas de labranza y manejo de residuos. Yanhuitlán, Oax. PV-2019.

 

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En tiempos de sequía, productores de Guanajuato están #CosechandoAgua

Salvatierra, Gto.- Don Jorge Rosillo es un productor guanajuatense que inició su experiencia de implementar Agricultura Sustentable en el año 2014, cuando acudió a “las pláticas que daba Lupita —técnica de la red de innovación de la Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— a un vecino. Me acerqué y me interesó lo que decía”.

“Para probar”, don Jorge implementó la práctica sustentable que le propuso la técnica (Agricultura de Conservación) en solo seis de las 50 hectáreas (propias, rentadas y terciadas) que trabaja. Esto, solo para ver si efectivamente podría llegar a tener una buena producción con sistema propuesto. Al día de hoy, todas las hectáreas bajo su responsabilidad se trabajan con ese sistema.

¿Cuál fue el factor que hizo posible que un agricultor como don Jorge, quien por años ha cultivado de la forma convencional, se haya “arriesgado” a producir de manera diferente? Don Jorge comenta que, sin duda, fue la productividad y da un ejemplo: en 2019 decidió participar en la estrategia #CosechandoAgua de la SDAyR y el CIMMYT y así logró tener una producción récord (para la zona) de nueve toneladas de maíz por hectárea. Casi incrédulo, cuenta que el año siguiente (2020) fue “malo para el temporal” y a causa de la sequía su parcela en esa ocasión solo produjo cuatro toneladas de grano por hectárea, pero sus vecinos que practicaron una labranza convencional, con dificultad lograron una tonelada. 

Don Jorge sabe (y comparte) que las prácticas que se han hecho en su terreno (como la rotura vertical, la mínima remoción del suelo y el trazado de curvas a nivel) han sido clave para que su suelo retenga la humedad. Dejar la cobertura de rastrojo también ha sido fundamental en la ecuación; sin embargo, esta práctica aún no la implementa por completo debido a que el ganado de sus vecinos se comen el rastrojo.

El uso de variedades adecuadas y la implementación de un plan de fertilidad con base en el análisis de suelo son otras e importantes prácticas complementarias de la estrategia #CosechandoAgua que don Jorge difunde convencido. Además, superando el reto de la falta de maquinaria adecuada el productor ahora es un experto en adecuación de máquinas y herramientas: a un vecino le compró implementos que este usaba para aplicar amoniaco y les hizo adaptaciones hasta convertirlos en un cincel que rotura solo el espacio del suelo en donde colocará la semilla (esto le permite que la perturbación al suelo se a mínima). 

De acuerdo con don Jorge, el principal reto al que se enfrentó para hacer un cambio en su forma de producir fue la opinión de su papá, quien siempre ha sembrado con agricultura convencional porque así lo aprendió a su vez de su papá y este del suyo, por eso es que el padre de don Jorge fue el más reacio a creer en el nuevo sistema de producción pues para él si el suelo no se mueve (utilizando el arado), no produce. 

Al principio, cuenta el productor, él le consultaba a su padre y si él no estaba de acuerdo las cosas no se hacían; sin embargo, con el paso de los años, se ha convencido de que las prácticas que su hijo ha implementado en las parcelas de la familia han dado buenos resultados con menores costos de producción.

Para el productor el acompañamiento técnico que ha recibido ha sido determinante para que él continúe y fortalezca sus habilidades en la práctica de la Agricultura de Conservación: “tal vez si no estuviera el técnico, no seguiría porque me da mucha más confianza que puedo preguntarle cosas cuando tengo dudas de cómo hacer algunas cosas”. Por esto, comenta, desearía que su hija estudie agronomía para continuar el trabajo que él hace ahora, claro, “si eso es lo que a ella le gusta”.

Finalmente, don Jorge dirige un mensaje a otros agricultores: “Ojalá que muchos de mis compañeros productores implementen este sistema de producir en sus terrenos, no sólo por que podemos aumentar la superficie de siembra y tener mejor producción, sino por los beneficios que le dejamos al suelo”.