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Los jóvenes que están cambiando el campo en México y América Latina

Córdoba, Colombia.- Adaptación al cambio climático, identificación de agentes patógenos, modelos de negocio incluyentes y desarrollo de nuevos mercados para la comercialización de maíces nativos son algunos de los temas de los proyectos ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina, otorgados por el Sistema CGIAR para promover la participación de mujeres y hombres jóvenes en los sistemas agroalimentarios basados en el maíz.

Los premios reconocen las contribuciones de jóvenes menores de 35 años que están innovando los sistemas agroalimentarios de maíz, ya sea a través de la investigación, la implementación o desarrollo de sistemas sustentables o el escalamiento de estrategias pertinentes a su contexto biocultural. En su tercera edición, los premios se entregaron por primera vez en América Latina (en el marco de la XXIII Reunión Latinoamericana del Maíz y el IV Congreso de Semillas, celebrados en Montería, Colombia), pues previamente se realizaron en África (Zambia) y en Asia (India).

En la categoría Agricultor, el ganador fue Eduardo Cruz Rojo (ingeniero en Logística, de 26 años, originario de Hidalgo, México), quien ha implementado y difundido la Agricultura de Conservación y la metodología de trabajo del programa MasAgro —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— como vía para ayudar a los productores a alcanzar mejores rendimientos (Eduardo ha logrado que los productores con quienes trabaja dejen de hacer quemas agrícolas, mejoren la calidad de sus suelos, disminuyan 20% el costo de producción y alcancen un rendimiento promedio de 14 toneladas por hectárea).

En la categoría Investigador, los ganadores fueron: Yésica Daniela Chazarreta (estudiante doctoral en Genética, de Argentina), por su estudio sobre genotipos para grano o silaje; Lucio Reinoso (maestro en Ciencias Agrarias, de Argentina), quien investiga la adaptación del maíz en el norte de la Patagonia —y desarrolló una sembradora ad hoc para esa región—; Omar Garcilazo Rahme (estudiante de posgrado en Manejo Sostenible de Agroecosistemas, de México), por su investigación sobre la producción de huitlacoche (U. maydis); y Viviana López Ramírez (estudiante doctoral en Ciencias Biológicas, de Colombia), por su evaluación de bacteriosis en un germoplasma diverso de maíz en el sur de Córdoba, Argentina.

Y en el caso de la categoría Agentes de Cambio, los ganadores fueron: Carlos Barragán García (ingeniero en Agroecología, de México), quien a través de MasAgro trabaja para que los pequeños productores de Oaxaca se adapten al cambio climático —en el caso de esta entidad, se pronostica que habrá una reducción de 8% en las lluvias y un incremento de 2 oC en la temperatura—; y José Esteban Sotelo Mariche (ingeniero agrónomo, de México), quien ha fomentado la producción, el acopio y la comercialización de maíz nativo en ese mismo estado.

Durante la exposición de su proyecto, Carlos Barragán comentó que los productores con los que trabaja cultivan mayoritariamente maíz criollo, por lo cual el elemento cultural ha sido clave para generar estrategias que permitan hacer resilientes los sistemas productivos de la región. Tomando como referencia estudios del CIMMYT, por ejemplo, han logrado obtener tortillas hechas con maíces nativos —ricas en antioxidantes y fibra—, cuya demanda ha crecido notablemente. También, gracias a la diversificación de cultivos, han logrado incrementar la participación de la mujer y darle un papel más decisivo.

Por su parte, José Sotelo contó con la experiencia de la Integradora Agroempresarial del Río Verde (compuesta por 80 productoras y productores indígenas y afromexicanos), la cual —gracias al trabajo conjunto con organizaciones como la SADER, el CIMMYT, la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), universidades locales y la Walmart Foundation— ha tenido diversos logros, entre ellos, incursionar exitosamente en el mercado gourmet de Estados Unidos con productos hechos con maíces nativos de las variedades olotillo y tuxpeño (con Agricultura de Conservación y tecnologías transferidas por el CIMMYT y sus colaboradores, esta cooperativa actualmente tiene siembras de 100 hectáreas por ciclo y ventas mayores a las 1,000 toneladas).

Durante su intervención, todos los ganadores de los Premios de Innovación Juvenil en Maíz 2019 – América Latina, así como los ponentes que participaron antes y después de ellos en la XXIII Reunión Latinoamericana del Maíz y el IV Congreso de Semillas, dejaron ver cómo ―aunque las motivaciones pueden ser diversas― el común denominador que los reunió fue la esperanza de los jóvenes participantes (que ven en el campo un motor de desarrollo y ya no más una fuente de desigualdades y pobreza) y la apuesta por la ciencia como agente de cambio. En este sentido, los asistentes hicieron un reconocimiento al doctor Luis Narro, científico consultor del CIMMYT en Colombia, por su trabajo en maíz en Latinoamérica.

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Larga vida al huitlacoche

El huitlacoche es un hongo parásito del maíz que es altamente valorado en la gastronomía nacional. Lamentablemente, este hongo sólo se obtiene de manera silvestre o natural cuando las lluvias son abundantes. La cantidad que se puede cosechar de esta manera es mínima, de entre 2 y 4 kg/ha, por lo que su precio en los mercados locales suele ser atractivo para los productores que lo cosechan.

Tener huitlacoche en cantidades suficientes para complementar la alimentación de las familias que lo producen —o bien, para comercializarlo— se vuelve entonces una tarea difícil si sólo se espera a que el hongo aparezca de forma natural. Existe, sin embargo, otra manera de fomentar su producción. Se trata de una metodología con la que se induce la infección del hongo: la producción de huitlacoche por inoculación. Esta metodología fue el tema central del taller que el Hub Valles Altos —del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— impartió a productores del muncipio de Xiutetelco, en Puebla.

La inoculación —es decir, la transmisión de una enfermedad por medios artificiales— del hongo que produce el huitlacoche (Ustilago maydis) es una técnica sencilla y segura que les permite a los agricultores incrementar la producción de la también llamada “trufa mexicana”. Como parte del procedimiento, los productores inyectan las mazorcas tiernas, o jilotes, con las esporas del hongo, a fin de infectarlas. Después, el hongo deforma los granos de maíz y les da el color y sabor que lo caracterizan.

El taller, impartido en una sesión teórico-práctica, es una de las acciones que desde el año pasado el Hub Valles Altos ha impulsado junto con colaboradores para fomentar la producción del huitlacoche. El Colegio de Postgraduados, campus Puebla, es la instancia que produce el inóculo (sustancia que contiene las esporas del hongo), y también ha realizado diferentes ensayos con maíces híbridos y nativos.

Además de aprender sobre los cuidados durante la inoculación, la etapa adecuada para inducir la infección y las dosis que se deben usar por jilote, los productores realizaron una práctica directamente en la parcela de Crescenciano Hilario Méndez, en la localidad de Barrio Chiquito, Xiutetelco. Esto llamó la atención de algunos familiares de los productores, los cuales se unieron a la práctica.

Precisamente, la producción inducida de huitlacoche es una actividad que, según los productores, involucra y beneficia a sus familias. Además, les ofrece la posibilidad de producir un alimento tradicional rico en proteínas, fibra y carbohidratos (bajo en grasas) y, por supuesto, de tener una fuente de ingresos adicional. A través del conocimiento científico y las innovaciones agrícolas derivadas de este, la tradición gastronómica y la seguridad alimentaria se fortalecen.

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Huitlacoche, un subproducto del maíz como alternativa de valor agregado para los productores

El 11 de julio de 2018, en el municipio de Libres, Puebla, los productores que trabajan con la Agencia UPA, en específico con el facilitador German Contreras Cruz y la formadora MasAgro Anhel Jeanethe Martínez Jiménez, inocularon el cultivo de maíz con huitlacoche. Este subproducto ofrece a los productores una opción para dar un valor agregado, lo que les permitirá obtener mayores beneficios económicos y alimenticios.

La inoculación de huitlacoche inició temprano. Esta técnica es manual, inyectando inóculo jilote por jilote con una jeringa de 10 mm en la etapa adecuada para lograr una infección del hongo comestible de manera exitosa. Para fines demostrativos, se invitó a productores a que participaran también en la práctica y se familiarizaran con ella. Después de 16 días, se monitoreó el cultivo para ver el avance que llevaba la infección; en este tiempo, ya se podía apreciar que los granos de maíz estaban deformados, debido a que el hongo había infectado el jilote. Cabe mencionar que luego de haber realizado el procedimiento, la plantación de maíz sufrió estrés por diferentes cuestiones climáticas, entre ellas sequía y granizo. El 13 de agosto se realizó la cosecha de las mazorcas que se convirtieron exitosamente en huitlacoche. Un dato interesante es que se tuvo una infección de 65% de las plantas que se inocularon, esto se debe a las condiciones adversas por las que pasó la planta después de la inoculación.

El interés por iniciar la producción de huitlacoche con agricultores nació en 2017, cuando la formadora MasAgro, en conjunto con el Colegio de Postgraduados (Colpos), organizó una demostración de inoculación de huitlacoche en el CBTA No. 255 de Calpan, en la que los asistentes fueron facilitadores PESA de diferentes agencias.

El productor que implementó la inoculación de huitlacoche quedó muy contento al ver la cosecha, ya que el resultado obtenido lo destinará al consumo familiar, pero también a la venta, lo que le permitirá tener mejores ingresos a partir de un subproducto derivado del maíz; con esto se logra mejorar significativamente la vida del productor. Además, comentaron que en años anteriores esperaban tener uno que otro huitlacoche en su parcela de maíz, para poder llevarlo a su mesa, pero que en esta ocasión alcanzará incluso para la venta. Esta propuesta de transformación o de valor agregado que se le da al maíz es replicable, y la técnica es sencilla para que el productor la realice en su parcela. Es una opción para tener un mejor nivel de vida en el aspecto económico y, a la vez, mejorar la dieta de los productores.