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Capacitar hoy para tener alimentos mañana

Tahdziú, Yuc.- Este año el mundo alcanzó la cifra de 7,875 millones de habitantes. Tan solo hace 10 años era de 7,000 millones y en menos de 10 años más rebasará los 8,500 millones (UNFPA, 2021). Los retos de este panorama incluyen asegurar el acceso a servicios de salud, empleo y, por supuesto, una alimentación suficiente y nutritiva para todos. 

México actualmente tiene 130.3 millones de habitantes (UNFPA, 2021). De mantenerse las tendencias, hacia 2030 podría ser el noveno país con mayor número de habitantes del planeta. En este sentido, en México y el mundo es urgente transitar hacia una agricultura más productiva y sostenible pues, además, la extensión de tierras cultivables se seguirá reduciendo cada vez más. 

Existen retos adicionales, como la baja productividad, la alta dependencia de insumos agrícolas, los suelos degradados, la escasa capacitación a los productores y, en general, la prevalencia de una agricultura no sustentable. ¿Cómo cambiar este panorama? 

La Agricultura Sustentable que promueve MasAgro —metodología impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que actualmente contribuye a la estrategia nacional Cultivos para México del Gobierno Federal— es una alternativa para reducir la presión sobre los recursos naturales en la producción agrícola frente a los retos del crecimiento poblacional. 

En el municipio de Tahdziú, Yucatán, por ejemplo, la familia Valle —como muchas otras en el sur y sureste mexicano— ha tenido dificultades para lograr una buena producción que le permita comercializar y cubrir las necesidades de autoconsumo del maíz, papaya, tomate y otras hortalizas que constituyen la base de la economía familiar. 

El cambio climático quizá no sea una palabra de uso común para la familia Valle, pero sus efectos —entre ellos la mayor incidencia de plagas— sí son notorios para sus integrantes: “Se ha visto mucha plaga en lo que sembramos, pero ahora ya no porque ya no estamos echando químicos que maten a los insectos que ayudan a controlar las plagas. Vemos que la forma de trabajo ha dado buenos resultados”, comenta David Valle. 

Gracias a la colaboración de la Universidad Autónoma de Yucatán —a través del Proyecto Agencias de Desarrollo Humano Local—, el grupo de productores Guardianes de las Semillas, la Sociedad de Producción Rural  Sac Catzin y el Hub Península de Yucatán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), la familia Valle se ha capacitado y aplicado conocimientos de Agricultura de Conservación y Manejo Agroecológico de Plagas en su parcela —la cual consta de seis hectáreas entre cultivos anuales y perennes—, mejorando así su sistema de producción. 

Para David, el beneficio de dejar el rastrojo en la parcela y sin quemar es notorio luego de cinco años de haber iniciado con prácticas sustentables: “Las plantas crecen con más vigor, como si se les hubiera echado fertilizante químico, pero todo es orgánico. No hemos visto que la producción baje”, comenta el productor haciendo referencia a que ha notado el efecto del ciclaje de nutrientes gracias que han dejado de quemar la parcela, aplican biofertilizantes hechos con microorganismos del monte y a que han reducido el uso de herbicidas. 

En vista de los resultados obtenidos, la familia Valle está entusiasmada por continuar implementando innovaciones sustentables en su sistema de producción. Actualmente, de hecho, David y su padre son promotores entusiastas de las prácticas agrícolas que han incorporado a su acervo cultural e invitan continuamente a más productores de su municipio a adoptar una agricultura más sustentable, productiva y resiliente.

Es a través de la colaboración entre los diversos sectores —público, privado, social y académico— que la producción agrícola podrá superar los retos que implica el continuo crecimiento poblacional. Y es a través de la Agricultura Sustentable que la sociedad podrá llegar al 2030 con la seguridad que su sistema agroalimentario estará a la altura de esos tiempos, cada vez más cercanos. 

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Inclusión financiera para productores de pequeña escala

Texcoco, Edo. Méx.- En el sector rural existen muchas limitaciones crediticias. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera de 2017, menos del 10% de las unidades de producción en el país recibió financiamiento. Sobre el seguro agrícola, la encuesta establece que solo el 5.8% de las unidades de producción rural recibieron algún tipo de seguro agropecuario.

Debido a estas circunstancias, Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han desarrollado una estrategia de inclusión financiera que busca atender las necesidades de financiamiento de productores en Oaxaca, Campeche y Chiapas, estados donde prevalecen diversas circunstancias que limitan a los productores en esta materia, tal es el caso de las superficies de cultivo fraccionadas —un productor, por ejemplo, puede tener una hectárea para su trabajo agrícola, pero dividida en cinco o hasta más parcelas—. 

A través del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche, Walmart Foundation y el CIMMYT facilitan a los productores el acceso a financiamiento inclusivo a través de un modelo de asistencia técnico crediticio —en conjunto con intermediarios financieros como FIRA, Financiera Nacional de Desarrollo, e intermediarios financieros rurales privados, etcétera—. El objetivo es que los productores cuenten con recursos para financiar sus actividades agrícolas, eleven su productividad y reduzcan costos de producción.

De acuerdo con Christian Bustos Rojas, consultor en Inclusión Financiera en el CIMMYT, dentro de la estrategia se fomentan los seguros agrícolas, se mitigan riesgos climatológicos y financieros en beneficio de los productores y se busca fomentar la cultura del ahorro en estos productores, además de la obtención de un financiamiento (crédito para el desarrollo de sus actividades): “desarrollamos capacidades administrativas, gerenciales y de educación financiera para ir madurando estos grupos de productores para que puedan llegar a un tema de financiamiento o crédito. La inclusión financiera, la asociatividad y el acceso a mercados son tres componentes fundamentales para el proyecto”. 

Además del tema financiero, el proyecto contempla un continuo acompañamiento técnico para la adopción de prácticas sustentables —particularmente la diversificación de cultivos— que están impactando positivamente en el mantenimiento a largo plazo de los recursos productivos y en la mitigación y adaptación frente a los efectos climáticos. Este esquema permite minimizar riesgos productivos y apoyar a los productores en la generación de un retorno positivo de inversión.

La estrategia está dando resultados: para varios productores la asociatividad ha sido una forma de reducir costos (Se asocian para comprar más barato: https://idp.cimmyt.org/se-asocian-para-comprar-mas-barato/), para otros una oportunidad de fortalecer el tejido social de sus comunidades (Asociatividad en el medio rural, más que solo compras consolidadas: https://idp.cimmyt.org/asociatividad-en-el-medio-rural-mas-que-solo-compras-consolidadas/), e incluso una manera de rescatar prácticas organizativas tradicionales como el tequio (Rescatan prácticas organizativas para aumentar la rentabilidad agrícola: https://idp.cimmyt.org/rescatan-practicas-organizativas-para-aumentar-la-rentabilidad-agricola/). 

A través de la capacitación y el acompañamiento directo por parte de consultores se busca que los productores tengan una escala productiva, económica y organizativa que les permita acceder al crédito. Para el proyecto, este elemento es clave ya que permite la integración de un grupo de productores que, eventualmente, podrán apoyarse, tener mayor capacidad productiva y organizativa para que puedan en conjunto solicitar un crédito para desarrollar o expandir sus actividades. 

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Maíz nativo de Yucatán regresa a su localidad de origen

Kantunil, Yuc.- El año pasado, el grupo de Productores de Maíz Criollo Kantunil, del municipio Kantunil, Yucatán, solicitó muestras de ocho accesiones —lotes de semillas que se recogieron en un lugar determinado y en un momento específico— de maíz al Banco de Germoplasma que resguarda el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Texcoco, Estado de México —donde se cuenta con 28,000 colecciones únicas de semillas de maíz y más de 150,000 de trigo—.

La razón por la que los agricultures de Kantunil solicitaron muestras de esas semillas fue porque se trataba de dos colectas originarias de Kantunil (recolectadas en ese municipio hace más de 80 años), dos del municipio de Dzitás, dos más de Tizimín y una de Hunucmá (y una más generada por el CIMMYT de interés para el grupo de productores). Así, la idea de ver nuevamente esas variedades creciendo en sus localidades de origen motivó a este grupo de productores. 

Las 250 semillas de cada accesión enviadas por el Banco de Germoplasma del CIMMYT fueron cultivadas en el ciclo primavera-verano 2020 en el sistema milpa tradicional, con la finalidad de evaluar su adaptación y reproducirlas. Cabe mencionar que el manejo agronómico fue similar para todas las variedades y adicionalmente se hizo selección masal (metodología con la que se selecciona semilla de plantas individuales con características deseables la cual se mezcla y utiliza para producir la siguiente generación), procurando seleccionar las mejores características de cada variedad con base en su adaptación y producción, considerando además tanto la mazorca, el grano y la planta.

El resultado de la labor de reproducción se complementó con el Primer Intercambio Cultural y de Semillas Criollas entre los municipios de Dzitás y Kantunil, el cual se realizó el 16 de mayo pasado en Kantunil, Yucatán, bajo la organización conjunta del Colectivo Juvenil Chuk Je’el de Dzitás y el grupo de Productores de Maíz Criollo Kantunil. En esta actividad se congregaron productores de Dzitás, Kantunil y Sotuta; se expusieron distintas variedades de maíz, frijol, chile y calabaza; y se realizaron actividades culturales, entre ellas bailes tradicionales de la región.

Durante el intercambio se realizó la entrega de las dos variedades de maíz originarias de Dzitás al colectivo juvenil de ese municipio y a su Consejo de Sabiduría —esencial para su organización sociocultural—. El representante del grupo de Productores Maíz Criollo Kantunil comentó al respecto: “Estamos muy contentos y emocionados por hacer entrega de estas variedades de maíz a su pueblo de origen, esperamos que a través del trabajo en sus milpas se pueda reproducir en mayor cantidad para dispersarlo a muchos más productores de Dzitás. Estuvimos trabajando durante un año y medio para que podamos compartirlo con ustedes”.

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Chícharo gandul, una opción para Campeche

Campeche.- Diversificar cultivos es una práctica que sirve a diferentes propósitos: para mejorar el suelo, para romper los ciclos reproductivos de algunas plagas, como apoyo en el manejo de malezas, para hacer más productiva la parcela, para adaptarse a nuevas condiciones climáticas, etc. Sin embargo, es fundamental que la diversificación se haga analizando adecuadamente todos los factores del entorno del productor. 

A través del proyecto Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT, se han establecido diversos ensayos (con la asesoría de especialistas en cultivos alternativos, como el doctor Ravi Gopal Singh, científico del CIMMYT) con el propósito de brindarle a los productores información confiable sobre esta práctica y sus beneficios, así como los cultivos más adecuados para cada región. 

En la zona Norte de Campeche, en Becal, se ha evaluado el desarrollo del chícharo gandul (Cajanus cajal) tanto de ciclo largo como de ciclo corto. Este cultivo ha demostrado una gran adaptación y potencial productivo tanto como cultivo único como en estrategias de asociación e intercalado. Sembrado en agosto (30 días después de sembrado el maíz), este chícharo ha mostrado un buen comportamiento, siendo viable una siembra intercalada con maíz (en la etapa vegetativa donde aparecen de la tercera a la sexta hoja, esto es, de V3 a V6). Además, muestra consistentemente un efecto notorio en el control (supresión) de maleza en etapas de secado de maíz. 

En la zona Sur, en la localidad de Cristobal Colón, municipio de Calakmul, el chícharo gandul mostró una buena adaptación en la zona pese a las condiciones de exceso de humedad en el área de ensayo, de manera que representa una opción valiosa y productiva en suelos que fueron afectados por los escurrimientos derivados de tormentas tropicales. De hecho, en esa zona se instalarón módulos de innovación en suelos afectados por el lavado de suelos por la tormenta tropical “Cristobal”, pudiéndose observar un buen desempeño del chícharo gandul de ciclo largo asociado con maíz. 

Los ensayos en la zona Centro, en Uayamón, los resultados con chícharo gandul han sido sobresalientes, mostrando un buen comportamiento agronómico y productividad. No obstante, este cultivo no ha sido el único que se ha evaluado. También se ha observado el desarrollo de frijol mungo, girasol, cacahuate, caupí y cultivos de cobertura como dólica y canavalia. 

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Soluciones adecuadas para suelos compactados

En el Ejido San Antonio, municipio de Tekax, Yucatán, viven los productores Rodolfo May Caamal y Manuel de Jesús Ek Balam, socios de la Asociación de Productores Mixtos Agropecuarios del Sur de Yucatán (APROMASY), una organización de productores que surgió con el apoyo de Educampo. 

Desde el año 2019, Rodolfo y Manuel han aplicado principios de Agricultura de Conservación en sus parcelas —en colaboración con el Hub Península de Yucatán del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— como una alternativa para reducir y evitar la compactación que limita la funcionalidad y productividad de sus suelos. 

En la región se siembra maíz, soya y sorgo en un esquema de agricultura mecanizada de temporal, por eso es normal encontrar compactación del suelo y piso de arado —una capa tan compactada que no permite que las raíces de los cultivos la traspasen— a una profundidad de tan solo 25 o 35 cm; por supuesto, esta compactación limita el desarrollo de los cultivos y la infiltración del agua.

Obtener un diagnóstico de las parcelas de Rodolfo y Manuel fue fundamental para el equipo técnico del Hub Península de Yucatán, ya que en Tekax el 62% de la tierra no es apta para la agricultura —en una considerable parte del territorio crece la selva— y, como en gran parte de la Península de Yucatán, los suelos generalmente tienen escasa profundidad y gran cantidad de piedras o afloramientos de roca, así que ya sean unos cuantos metros cuadrados o varias hectáreas, el suelo es un recurso muy valioso. 

Derivado del diagnóstico se propuso realizar una labranza vertical o subsoleo —una técnica que permite aflojar el suelo, pero sin removerlo— y evaluar su efecto. Así, se instaló una parcela demostrativa. Si bien el primer ciclo no se concretó la producción de frijol debido a eventos climáticos, en el siguiente ciclo —cuando se cultivó soya— el efecto del subsoleo fue notablemente favorable y permitió lograr un rendimiento promedio de 2 toneladas por hectárea.

Además del mínimo movimiento del suelo —que favorece su estructura—, los productores han comenzado a cubrir sus parcelas con el rastrojo del ciclo anterior —para incrementar la materia orgánica entre otros beneficios—.  Su participación, y la de organizaciones como APROMASY, es importante para la difusión de prácticas sustentables que permitan cuidar un recurso tan valioso y limitado como el suelo. 

Aunque es necesario continuar con la evaluación del efecto de la labranza vertical en Tekax e integrar otras prácticas sustentables, la experiencia generada hasta el momento tiene el potencial de impactar a una gran cantidad de productores y hectáreas con una Agricultura Sustentable.

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Entre semillas, papel y números

Desde sus orígenes, el hombre ha necesitado de la naturaleza para sobrevivir. Si bien la dieta de los seres humanos ha ido evolucionando, las plantas y los animales han sido parte fundamental, de manera que su domesticación, así como el desarrollo y difusión de técnicas para cultivarlas o criarlos, fue el inicio de una larga travesía para que las actividades agropecuarias sean como la conocemos hoy. 

En la actualidad, la demanda de alimento sigue incrementándose, al igual que el crecimiento demográfico —constantemente a costa de los recursos naturales—, haciendo que los retos del sistema agroalimentario sean cada vez mayores. Es ahí donde radica la importancia de la investigación científica, el desarrollo de capacidades y el acompañamiento técnico a todas las personas que trabajan en el aprovechamiento de los granos para mejorar su productividad y sustentabilidad, así como para mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

Me siento muy orgullosa de trabajar en una organización sin fines de lucro como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Considero que mi trabajo dentro del Hub Península de Yucatán es “un granito de arena” que se suma a un esfuerzo colectivo para hacer posible que la “magia” del campo suceda. Por eso quiero contarte qué es un Hub del CIMMYT y qué hacemos en ellos las asistentes administrativas.

Los Hubs, o nodos de innovación, son más que una representación del CIMMYT en los estados, y mucho más que una infraestructura física (compuesta por plataformas de investigación, módulos y áreas de extensión o parcelas demostrativas). Son, por así decirlo, espacios estratégicos de una red donde las relaciones y la comunicación entre productores, científicos, técnicos, representantes de organizaciones y otros actores clave son posibles. 

Los hubs, en este sentido, no son solo oficinas, estas son  espacios en donde todos estos actores se reúnen para planear y acordar las actividades; ya sea realizar capacitaciones, gestionar colaboraciones, dar seguimiento a los procesos o, incluso, generar camaradería y equipo. Yo soy testigo de estas reuniones y para mí es emocionante ver el compromiso, la responsabilidad y el ambiente que se genera cuando personas que aman el campo coinciden y persiguen un objetivo común. Sí, puedo decir que es inspirador.

Se podría decir que el trabajo administrativo que realizo, es como “el detrás de cámaras de una película”; quizá es una labor que no se puede ver a simple vista, pero que es elemental para realizar los procesos en campo. El trabajo administrativo facilita la obtención de recursos humanos y materiales para el desarrollo de los diferentes eventos, capacitaciones, reuniones y actividades que se realizan en campo y en otros espacios de colaboración. Somos las asistentes administrativas de CIMMYT quienes realizamos esta importante función, somos el “engrane” que apoya el movimiento de las piezas para que la “gran maquinaria” funcione. 

Si bien las labores administrativas implican mucho tiempo de escritorio, en este puesto tenemos también el privilegio de realizar actividades en campo y así, estar en contacto con los productores y los diferentes actores de la red de innovación. Esos momentos de cercanía con ellos son emocionantes, divertidos y enriquecedores. Cuando regreso de alguna visita a campo, por ejemplo, llego a casa sintiéndome satisfecha de ver a los productores y el trabajo que realizan con el acompañamiento técnico; en esos momentos agradezco y reconozco a mis compañeros por su trabajo, dedicación, esfuerzo, enseñanzas y, sobre todo, por la actitud positiva con la que siempre tratan a las personas en el campo. 

Escuchar a los productores hablar de viva voz de sus casos de éxito y que nos compartan sus historias sobre cómo la mejora en su sistema de producción ha mejorado también su calidad de vida, me eriza la piel. Un buen ejemplo de esto es el trabajo de Edgar Miranda, pionero en la formación del grupo Productores de Maíz Criollo Kantunil. Con la colaboración del ingeniero Vladimir May y el doctor José Castillo, actualmente ha rescatado más de 20 variedades de las tres razas de maíz que hay en la Península de Yucatán y ha reproducido cinco variedades de caupíes (Vigna unguiculata), incrementando la disponibilidad de semilla en la zona.

A pesar de las complicaciones por la pandemia y los desastres naturales que se han presentado en el estado, Edgar ha seguido brindado acompañamiento técnico a distancia a los productores de la zona, sin retribución alguna, solamente por el puro amor al campo. Aunque creo que muchos de ustedes, lectores del Boletín EnlACe, ya lo conocen, y si no, los invito a leer esta publicación que recientemente se hizo sobre él: Historia de un rescatista de maíces nativos.

Casos como el anterior y las visitas que he tenido la oportunidad de realizar a las parcelas me han sensibilizado sobre la labor del campo y la necesidad de aproximarse a las particularidades de los productores. La importancia y el desafío que implica este trabajo y la empatía que hay que fomentar es de las experiencias más gratificantes de mi trabajo y, quizá, la que más me gusta. Nuestra labor está llena de desafíos, pero la fortaleza radica en la comunicación y apoyo tanto del equipo local, como de las otras áreas administrativas y de mis compañeras asistentes en todos los Hubs del CIMMYT.

Sabiendo que el trabajo de todos hace posible historias como la de Edgar, la organización y el control de la oficina, los gastos y el resguardo de los activos no son más que la “cereza del pastel” de mi trabajo; finalmente, las actividades que se desarrollan en el Hub dependen de que los recursos estén circulando siempre y que los activos y materiales estén disponibles y en óptimas condiciones. Esta también es mi responsabilidad y una de las razones por las cuales el equipo confía en mí, así que no cambiaría mi trabajo por nada, pues además aprendo constantemente de mi equipo de trabajo, el cual, junto con los productores y la red de actores de innovación del CIMMYT hacen que la magia en el campo ocurra, y eso nunca dejará de sorprenderme. 

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Ante riesgo de poca disponibilidad de semilla, la reinserción de maíces nativos brinda esperanza

La pandemia por COVID-19 no fue el único reto que el 2020 le presentó a los agricultores de Yucatán. De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la temporada de ciclones tropicales de 2020 fue la más activa de la historia. El impacto de estos fenómenos en Yucatán tuvo como consecuencia que se perdieran importantes cosechas en las regiones Oriente y Sur del estado y ahora existe el riesgo de que la disponibilidad de semillas sea un factor limitante para el ciclo agrícola de 2021.

En medio de todo este panorama incierto, hay esperanza: Productores de Maíz Criollo Kantunil es una organización de agricultores que se dedica a la reproducción, conservación y mejoramiento de maíces nativos de la región Centro de Yucatán y, gracias a un lote de semillas que solicitaron al Banco de Germoplasma del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), están reinsertando variedades nativas del estado que no se habían sembrado desde hace casi 80 años.

Colectadas entre 1944 y 1961 en el estado de Yucatán, las semillas que recibió el grupo de productores en febrero de 2020 han sido destinadas para su reproducción y reinserción al sistema milpa tradicional. Para este propósito, el grupo —que inició operaciones en 2019— cuenta con el acompañamiento técnico de Edgar Miranda, formador de técnicos MasAgro en Yucatán. 

A través del Hub Península de Yucatán del CIMMYT, el grupo de productores recibió muestras de ocho variedades de tres razas nativas. Así, durante el ciclo primavera-verano 2020 cultivaron un total de 250 semillas de cada variedad en parcelas de 8×12 metros y, durante el crecimiento de las variedades, aplicaron prácticas de Agricultura Sustentable. 

Para obtener la mejor semilla que le permita al grupo continuar con su reproducción y propagación en la región, se seleccionaron las mejores plantas en campo bajo la metodología de selección masal visual —que considera el aspecto de la planta y la mazorca como criterio de selección—y a la cosecha se realizó una segunda selección.

Con respecto a los rendimientos, estos fueron de 0.35 a 1 tonelada por hectárea. La accesión CIMMYTMA 849, la cual fue colectada precisamente en el municipio de Kantunil en 1961, fue la que reportó el mayor rendimiento. 

El grupo de Productores de Maíz Criollo Kantunil realizará la difusión de las variedades reproducidas en beneficio de los productores de la región durante el ciclo primavera-verano 2021. Adicionalmente, el grupo se ha sumado a la estrategia de diversificación de parcelas del Hub Península de Yucatán, a través de la cual han sembrado cultivos alternativos como el girasol que, además de ser un aliado natural contra plagas, tiene el potencial de generar ingresos extra para los productores.

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Cómo la distribución de las plantas mejora el rendimiento del maíz

En la Península de Yucatán la milpa sigue siendo la base de la alimentación (se estima que todavía hay cerca de 800,000 hectáreas dedicadas a esta). Sin embargo, debido a la prevalencia de prácticas inadecuadas (como roza, tumba y quema), actualmente la milpa presenta una disminución de su capacidad productiva, lo cual se refleja en la merma del rendimiento del maíz (con rendimientos promedio menores a 1 tonelada) y sus cultivos asociados.

Para ofrecer a las productoras y los productores opciones de manejo de la milpa que les permitan conservar y fortalecer su herencia biocultural, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Universidad Autónoma de Yucatán han realizado diversos estudios en las plataformas de investigación que han establecido en conjunto en Yaxcabá y Peto, en Yucatán.

Entre los resultados de los diversos estudios realizados destaca que el arreglo topológico —la distribución de las plantas sobre la superficie sembrada— ha permitido obtener, en general, los mayores rendimientos. Esto es relevante porque significa que en los primeros años de la implementación de prácticas de Agricultura Sustentable (cuyos efectos positivos se reflejan a mediano y largo plazo) los productores pueden obtener beneficios desde los primeros ciclos productivos.

Durante el segundo ciclo (2017) de la plataforma de investigación Kancabdzonot, en Yaxcabá (establecida en 2016), se evaluaron los efectos de tres factores de manejo en el rendimiento del grano de maíz:

  1. Manejo de rastrojo: dejar o quemar
  2. Tipo de cobertura: mucuna (Mucuna sp.) o calabaza ‘Xnucku’um’ (Cucurbita moschata) y frijol ‘Ib Xpuksiika’al Tsutsuy’ (Phaseolus lunatus)
  3. Arreglo topológico: 1 m * 1 m con cuatro semillas por golpe o 1 m * 0.5 m con dos semillas por golpe.

Los resultados de los ocho tratamientos que se obtuvieron a partir de estos tres factores (tabla 1) no mostraron diferencias significativas entre los tratamientos evaluados (debido a que las prácticas sustentables como el manejo del rastrojo muestran sus efectos a mediano y largo plazo); sin embargo, el rendimiento máximo fue registrado en el tratamiento en que se dejó el rastrojo, cobertura de milpa (calabaza y frijol ‘Ib’) y arreglo topológico de 1 m * 0.5 m. Los rendimientos más bajos correspondieron a los tratamientos en los que se quemó el rastrojo.

El análisis económico señaló que el mayor costo por hectárea fue el de los tratamientos en que se quemó el rastrojo, mientras que el menor correspondió a aquellos en los que se usó el rastrojo como cobertura. Esto debido a que en las prácticas convencionales la mano de obra empleada para establecer el cultivo incrementa los costos. Por el contrario, al mantener el rastrojo los productores pueden tener el beneficio adicional de ahorrarse esa mano de obra.

Este mismo ensayo con ocho tratamientos se replicó en la plataforma de investigación de Peto (establecida en 2017) y en la de Yaxunah, Yaxcabá (establecida en junio de 2018). En ambas, los resultados reportados también siguieron la tendencia de incrementos en los rendimientos por el arreglo topológico (a favor del arreglo de siembra de 1 m * 0.5 m y dos semillas por golpe), confirmándose que —con una mejor distribución de las plantas en el espacio— los niveles de rendimiento pueden aumentar.

El incremento en el rendimiento de grano de maíz se atribuye a que un espacio mayor entre los golpes y un número menor de plantas (por golpe) pueden asegurar una elevada disponibilidad de agua y nutrientes. Otro beneficio de este espaciamiento es la reducción de la competencia entre plantas.

Las investigaciones para evidenciar los efectos del rastrojo como cobertura del suelo continúan, pues estos son visibles solo a mediano y largo plazo, aunque es destacable que —durante 2019— en los alrededores de la plataforma de Peto se presentó una sequía que causó la pérdida de alrededor de 60% de la producción de maíz, mientras que en la plataforma —a pesar del efecto de la sequía— el promedio general del rendimiento fue de 2.4 toneladas de grano por hectárea debido, entre otros factores, a un mejor aprovechamiento de la humedad por efecto del mantenimiento del rastrojo.

El arreglo topológico es uno de los aprendizajes del proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán —de la Fundación Haciendas del Mundo Maya, Fomento Social Banamex y el CIMMYT— y también una de las acciones que a corto, mediano y largo plazo permitirá a las comunidades hacer más rentable la milpa y afianzar prácticas sustentables que aseguren la preservación funcional de la biodiversidad. Por esta razón, es importante apoyar y dar continuidad a los esfuerzos de todos los que hacen posible este proyecto.

 

Tabla 1. Descripción de los tratamientos evaluados en las plataformas de investigación.

No. de tratamiento Abreviación Manejo de rastrojo Cobertura Arreglo topológico
1 Q, MMU, AT1 Quemar Maíz-mucuna 1 m * 1 m * 4 semillas
2 Q, MMU, AT5 Quemar Maíz-mucuna 1 m * 0.5 m * 2 semillas
3 Q, MI, AT1 Quemar Milpa 1 m * 1 m * 4 semillas
4 Q, MI, AT5 Quemar Milpa 1 m * 0.5 m * 2 semillas
5 D, MMU, AT1 Dejar Maíz-mucuna 1 m * 1 m * 4 semillas
6 D, MMU, AT5 Dejar Maíz-mucuna 1 m * 0.5 m * 2 semillas
7 D, MI, AT1 Dejar Milpa 1 m * 1 m * 4 semillas
8 D, MI, AT5 Dejar Milpa 1 m * 0.5 m * 2 semillas
Abreviaciones: Q = quemar el rastrojo, D = dejar el rastrojo, MMU = maíz con mucuna como cobertura, MI = cobertura milpa (‘Ib’ y calabaza), AT1 = arreglo topológico 1 m * 1 m y cuatro semillas por mata y AT5 = arreglo topológico 1 m * 0.5 m y dos semillas por mata.

 

FUENTES:

  • Moya, X. (1999). Turning the tortilla upside-down, a study of endogenous development potential in local agricultural and organizational practices of two Mayan villages in Yucatan, Mexico (Tesis). WAU, Países Bajos.
  • Reta-Sánchez, D. G., Gaytán-Mascorro, A. y Carrillo-Amaya, J. S. (2003). Rendimiento y componentes del rendimiento de maíz en respuesta a arreglos topológicos. Fitotecnia Mexicana, 26(2), 75-82.
  • Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera. (2019). Anuario estadístico de la producción agrícola. Recuperado de https://nube.siap.gob.mx/cierreagricola/
  • Van der Wal, H., Duncan-Golicher, J., Caudillo-Caudillo, S. y Vargas-Domínguez, M. (2006). Plant densities, yields and area demands for maize under shifting cultivation in the Chinantla, Mexico. Agrociencia, 40(4), 449-460.

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Al rescate de semillas nativas en peligro de extinción

A través del proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán —de la Fundación Haciendas del Mundo Maya (FHMM), Fomento Social Banamex (FSB) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— y en colaboración con diversas organizaciones, se ha trabajado para mantener la diversidad genética de las principales razas de maíz nativo de esa región (algunas de ellas consideradas vulnerables o en peligro de extinción) mediante una estrategia de resguardo de semillas.

La estrategia ha trabajado en la reintroducción de diversas razas nativas a través de la conservación in situ y ex situ ―es decir, tanto en su área natural como fuera de ella―, buscando incrementar la mayor diversidad posible de razas. En la Península de Yucatán se han identificado por lo menos tres razas principales: ‘Nal Tel’, ‘Dzit Bacal’ y ‘Xnu’uk Naal’ (‘Tuxpeño’), las cuales están consideradas dentro de esta estrategia de conservación.

Las razas ‘Dzit Bacal’ y ‘Nal Tel’ presentan una menor distribución geográfica que la raza ‘Xnu’uk Naal’, por lo que se considera que están en una posición de vulnerabilidad que amenaza su diversidad. De hecho, varias instituciones han documentado que la raza ‘Nal Tel’ se encuentra en claro peligro de extinción en amplias zonas de la Península de Yucatán, y señalan que al momento de realizar colectas solo fue posible encontrar esta raza —no sin dificultad— con productores de muy avanzada edad (Aguilar et al., 2015).

Estrategias como la que impulsa el proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán son fundamentales no solo para esa región o para el país, sino para la humanidad en general, ya que a partir en los maíces nativos podría haber pistas importantes para generar variedades más resistentes a las nuevas condiciones climáticas.

Para esta estrategia de resguardo de semillas nativas ha sido fundamental la articulación de esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil, como la Red de Productores de Servicios Ambientales Ya’ax Sot’ Ot’ Yook’ol Kaab (Repseram); instituciones académicas, como la Universidad Tecnológica del Mayab (UT del Mayab); y organismos internacionales, como el CIMMYT, que —además de brindar soporte científico— ha facilitado semillas a través del Banco de Germoplasma que resguarda en sus instalaciones en Texcoco, Estado de México.

En conjunto con los técnicos y productores que participan en el proyecto, se ha avanzado en la reinserción de maíces nativos, en la implementación de prácticas sustentables (como el Manejo Agroecológico de Plagas, el arreglo topológico, la fertilidad integral, entre otras) y en la identificación de variedades de interés para los productores (algunas que, por ejemplo, permiten que en un solo ciclo productivo sea posible realizar siembras escalonadas y obtener al menos dos cosechas).

La preservación de las semillas nativas es uno de los aprendizajes del proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán y también una de las acciones que a mediano y largo plazo permitirán a las comunidades hacer más rentable la milpa y afianzar prácticas sustentables que aseguren la preservación funcional de la biodiversidad. Por esta razón, es importante apoyar y dar continuidad a los esfuerzos de todos los que hacen posible este proyecto.

Con información del Hub Península de Yucatán.

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Mazorcas más grandes y llenas de grano

El cambio climático es una realidad. En diversas zonas de la Península de Yucatán el 2019 fue un año particularmente seco, de manera que para muchos productores que trabajan el sistema milpa ha sido necesario buscar variedades más resistentes a las condiciones climáticas actuales y también nuevas y mejores prácticas que les permitan hacer rentables sus milpas.

Nazario Celso Ek Kumul —de Dzitás, Yucatán— y Raymundo Gómez Solórzano —de Calakmul, Campeche— son dos productores que, en sus respectivos terrenos, reciben grupos de agricultores que buscan soluciones a diversas problemáticas que presentan sus milpas. ¿Por qué acuden a las parcelas de estos productores? Porque incluso a simple vista estas se distinguen de muchas otras: tienen plantas mejor distribuidas, con más mazorcas y un mejor llenado de granos.

Nazario y Raymundo participan en el proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán —que impulsan la Fundación Haciendas del Mundo Maya (FHMM), Fomento Social Banamex (FSB) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— y han implementado innovaciones agrícolas con las que reducen sus costos de producción y cuidan los recursos naturales.

En sus parcelas mantienen un área denominada testigo, donde siguen produciendo de la forma en que siempre lo habían hecho, es decir, quemando y arando la tierra. El propósito es que durante los recorridos que se organizan periódicamente los otros productores puedan ver claramente los beneficios del arreglo de siembra, hacer mínima labranza, fertilizar en los momentos adecuados y dejar el rastrojo en el suelo (lo cual les permite además retener mayor humedad).

De acuerdo con las necesidades de cada zona, en las parcelas demostrativas pueden desarrollarse ensayos particulares. En la milpa del señor Nazario, por ejemplo, se evalúan ocho diferentes variedades de maíces nativos con la finalidad de observar cuáles responden mejor a las condiciones agroclimáticas.

Gracias al acompañamiento técnico que le ha brindado el proyecto y a la adopción de la Agricultura de Conservación —sistema sustentable que aprovecha el rastrojo como cobertura del suelo y promueve la mínima labranza—, el señor Raymundo ha logrado tener ahorros significativos. “En la parcela testigo se hicieron dos pases de rastra, y cada uno costó $1,000. Además, se tuvo que resembrar, y eso costó $600. En la otra parte no fue necesario arar la tierra ni hacer resiembra. Comparando con el testigo, me ahorré $2,600”, explica.

La parcela del señor Raymundo es muy significativa, ya que está cerca de la Reserva de la Biósfera de Calakmul. Y es un ejemplo de cómo a través de prácticas sustentables es posible sedentarizar la milpa, haciéndola más rentable para evitar que se amplíe la frontera agrícola. De acuerdo con los productores que participan en el proyecto, fortalecer su milpa con innovaciones agrícolas tiene beneficios ambientales y económicos, pues tener plantas con mayor profundidad de raíz, un tamaño superior, tallos más gruesos y un mejor llenado de grano al final se refleja en el bolsillo.